Conectarse
Últimos temas
miembros del staff
Beta readers
|
|
|
|
Equipo de Baneo
|
|
Equipo de Ayuda
|
|
Equipo de Limpieza
|
|
|
|
Equipo de Eventos
|
|
|
Equipo de Tutoriales
|
|
Equipo de Diseño
|
|
créditos.
Skin hecho por Hardrock de Captain Knows Best. Personalización del skin por Insxne.
Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
Me perteneces (Larry)
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
Página 7 de 7. • Comparte
Página 7 de 7. • 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7
Re: Me perteneces (Larry)
HEY!! DONDE ESTAS?! ESTAS BIEN?
BUENO SOLO PASABA PARA PREGUNTARTE PORQUE NO LA SIGUES.. TE DIGO UN SECRETO YA LEI EL LIBRO EN INTERNET Y NO PUEDO ESPERAR PARA LEELO CON LARRY.. ME MUERO DE GANAS!!
SIGUELA PORFIS
BESITOS VIRTUALES
LuciaHoranAvoletta
Re: Me perteneces (Larry)
HOLAA MUNDOO primero perdon a todos los que pasaron por aqui y vieron que lamentablemente la novela no estaba terminada pero ahora la TERMINARE y seguire con mas igual de buenas que esta !!
ha sido un año dificil pero ahora ya todo ha cambiado y seguire en este gran sitio en el que puedo publicar las novelas mas alucinantes y que me han encantado tanto que las vuelvo a leer una y otra vez pero que mejor que leerla adaptada con los chicos de 1D (mis guapos chicos los amo infinitamente) ahsjahjs espero que vuelvan los lectores anteriores y nuevos claro para que disfruten de estas adaptaciones, no queda de mas decir que les debo demasiado a los autores originales de estas
novelas.
Abrazos para ti! :3
ha sido un año dificil pero ahora ya todo ha cambiado y seguire en este gran sitio en el que puedo publicar las novelas mas alucinantes y que me han encantado tanto que las vuelvo a leer una y otra vez pero que mejor que leerla adaptada con los chicos de 1D (mis guapos chicos los amo infinitamente) ahsjahjs espero que vuelvan los lectores anteriores y nuevos claro para que disfruten de estas adaptaciones, no queda de mas decir que les debo demasiado a los autores originales de estas
novelas.
Abrazos para ti! :3
Emmelie
Re: Me perteneces (Larry)
Continuación capitulo 7
Contuvo el aliento.
Escuchó un leve «che» y la resbaladiza goma que tenía en su interior comenzó a moverse. Entonces dio inicio el tortuoso placer. El plástico que le rozaba los testiculos comenzó a vibrar, friccionando sus ya estimuladas bolas. Peor todavía: el juguete comenzó a frotar un sensible lugar en el interior de su ano y, en el mismo segundo en que sintió ese sorprendente placer, perdió el control y gritó.
—Muy bien —la alentó Zayn—. Oh, he encontrado su punto dulce. Esto va a ser divertido.
Su voz contenía una pizca de perverso regocijo que hizo que Harry quisiera y temiera más.
—Cíñete al plan. —Le pareció que Louis apretaba los dientes.
«¿Qué plan?»
—Vale —respondió Zayn, contrito.
Comenzó a mover el juguete por los lugares más sensibles, adelante y atrás, centrando el placer hasta que él no pudo tomar aire y se arqueó, gritando. Impotente, Harry apretó los puños y se contorsionó cuando la necesidad de alcanzar el orgasmo se convirtió en una tortura no aliviada. Se mordió los labios, intentando con desesperación no perder la cabeza. Louis había obligado a Zayn a detenerse la última vez cuando les reveló con un gemido el inminente orgasmo. Puede que si permanecía en silencio, él no se diera cuenta hasta que fuera demasiado tarde.
Las sensaciones siguieron fluyendo, retorciéndose y creciendo, atravesándolo por completo. Su corazón se había desbocado y no podía hacer otra cosa que tensar los músculos de los hombros, los muslos y las nalgas. Casi...
—Alto —ordenó Louis.
Zayn apagó el dispositivo.
—¡No!
—No vas a alcanzar el orgasmo sin mi permiso, Hazz. Te azotaré si lo intentas.
—No me hagas esto. —La suplica salió de su boca antes de que pudiera contenerla.
—¿Y qué piensas exactamente que estoy haciendo? —preguntó Louis.
Zayn sacó el juguete de las suaves profundidades de su cuerpo. Luego deslizó la mano por la lubricada carne entre sus piernas, deteniéndolos cerca del glande, rozando la piel a su alrededor pero sin tocarlo, sin proporcionarle más que la estimulación necesaria para que fuera consciente de que su cuerpo —y su placer estaba en sus manos.
—Me mantienes al límite.
—Sí, es una de las cosas que se hacen en el juego duro. Podría hacerlo durante todo el día, cariño. ¿Qué te parecería?
¡Oh, Dios! Iba a dejarlo así, una masa suplicante de deseo y ansiedad hasta que le implorara.
—¡Cabrón! Quieres castigarme.
—¿Tal vez por haber salido sin permiso y no haberte disculpado?
Y tal vez Harry debería preguntarse por qué soportaba eso. Sí, Zayn lo había estimulado con aquel juguete, pero eso no lo excitaba ni la mitad que saber que era Louis quien controlaba su placer. Harry sentía que si bien su deseo se había vuelto frenético, el de él también era febril. Como si estuvieran conectados. ¿Qué significaba aquello?
Tras dejar caer el juguete en la mesilla de noche, Zayn se alejó de nuevo, pero esta vez Louis permaneció donde estaba. Harry sintió su ardiente mirada sobre él incendiando su piel, haciendo que se le tensaran los pezones, que le palpitara el pene. Dios, saber que lo miraba con deseo no servía precisamente para aplacar su excitación.
—Lo necesito —insistió Harry—. Tiene que tocarme alguien. Ya he
demostrado que no me he retraído cuando Zayn me ha acariciado entre las piernas.
—No es el único propósito. Un sumiso bien entrenado retiene el orgasmo hasta que le autorizan para alcanzarlo, es así como más complacerá a su Amo. Ayer gritaste, imploraste y te corriste sin permiso casi en el momento en que puse la boca en tu pene.
Harry se sonrojó.
—Gracias por compartirlo con Zayn.
—La privacidad y la modestia no tienen cabida en un club de BDSM. Ningún Amo tolerará que te corras sin permiso. Si quieres salvar al agente Horan y hacer bien el trabajo, concéntrate y deja de preocuparte por algo que no depende de ti. ¿Entendido?
Una vez más, Louis le recordaba que debía contener la cólera que él despertaba en Harry y centrarse en su objetivo. Había prometido dejar de resistirse y necesitaba lograrlo hasta el final.
—Sí, Louis.
—Buen chico. ¿Zayn?
Harry se tensó al instante. Tercer asalto, allá iba. Con la venda cubriéndole los ojos, no sabía qué esperar. Se estremeció de miedo y anticipación, concentrándose en su mente y no en su cuerpo, sencillamente dejando que ocurriera lo que fuera.
Una húmeda lengua le lamió el tenso pezón. Era Zayn. El pequeño pico se apretó todavía más. Harry respiró hondo asimilando la sensación. Sin embargo, cuando él capturó todo el pezón con el calor de su boca y lo chupó hasta dejarlo sin aliento; apretó los puños.
Poco a poco, Zayn soltó la dura cima y repitió el proceso en el otro pezón mientras retorcía el primero entre el pulgar y el índice.
Harry arqueó la espalda involuntariamente en una súplica silenciosa.
Un segundo después, él se alejó. Antes de que Harry pudiera asimilar la decepción o pensar que Louis todavía les observaba, sintió dos intensas punzadas de dolor, una en cada pezón. No pudo respirar.
—Oh, Dios. No puedo sopor... No puedo... —Respira hondo —le exigió Louis—. Asimilarás el dolor, puedes hacerlo.
¿Se había vuelto loco?
—No.
—¿Estás diciendo tu palabra segura?
No podía librarse tan fácilmente de la situación.
—No.
—Entonces, acepta el dolor. Por mí.
Dios, debía de haberse vuelto loco porque aquellas palabras lo conmovieron. Se sintió indefenso como nunca antes. No podía hacer otra cosa que aceptar lo que él eligiera darle. No quería decepcionarle.
Como era algo que no podía cambiar, se dejó llevar por el dolor. Poco a poco, la punzada se difuminó hasta convertirse en un latido soportable que se enroscó con el que ya sentía en el vientre haciendo que el fuego que ardía en su interior se intensificara. Gritó.
—¿Quieres correrte?
—¡Sí!
—Dilo correctamente.
—¡Sí, Louis! Por favor...
Una mano se deslizó por su estómago, unos dedos rondaron más abajo hasta que se colaron entre sus nalgas y penetraron su ano. Supo, por el tacto y el olor, que se trataba de Louis.
—Zayn —le apremió Louis, sin ninguna aclaración más.
Él le acarició los pezones y tironeó suavemente de las pinzas. Harry se contoneó, suplicante. Los dos lo agasajaron, manteniéndolo justo al borde del clímax.
Se le llenaron los ojos de lágrimas cuando sintió como si su cuerpo albergara una creciente tormenta. Eran tantas las sensaciones que lo inundaban que no podía asimilarlas, ni procesarlas... no podía hacer nada salvo sentirlas.
De repente, Zayn le quitó las pinzas. La sangre le inundó los pezones con un agudo dolor al tiempo que Louis jugueteaba con su clítoris otra vez. Harry se arqueó, intentando buscar más presión donde la necesitaba.
Louis se detuvo al instante y le dio un leve azote en su pubis con la yema de los dedos.
—Deja de moverte. No te corras.
Harry contuvo una maldición, casi incapaz de pensar por culpa de la necesidad.
—¿Qué quieres de mí?
—Respira, Hazz —le susurró al oído—. Para empezar, tu sumisión.
Hablaremos del resto más tarde. Concéntrate en contener el orgasmo.
Él recurrió a toda su voluntad para detener el clímax que se avecinaba. La sensación era tan intensa que casi resultaba dolorosa. Intentó calmarse respirando hondo. Poco a poco, funcionó.
Harry aflojó los puños y dejó de clavarse las uñas en las palmas. Relajó la cabeza y los muslos, dejándolos caer en la cama antes de apoyar los hombros sobre las sábanas de seda. Volvió a respirar profundamente, esperando —rogando— haber recuperado el control.
El sonido del velero y el aflojamiento de las ataduras le dijo que estaba libre. Zayn le quitó la máscara. Al unísono, le frotaron las muñecas y los tobillos.
Después de un minuto, Louis se inclinó sobre él y le cogió la cara entre las manos.
—¿Estás bien ahora, Hazz? ¿Tranquilo y relajado?
—¿Esto es todo? ¿No vas a permitir que me corra?
Con un meneo de cabeza, Louis recuperó la bata de seda y se la ofreció. Mientras Harry se la ponía, Louis miró el reloj. Harry no pudo evitar notar la tensión en sus hombros y la enorme erección que contenía la bragueta.
—El entrenamiento no siempre conlleva placer. Son las cinco. Vete a casa. No te masturbes o lo sabré y te pondré el trasero rojo como... bueno, como una cereza. Nos vemos mañana por la mañana. —Miró a Zayn—. Y tú, no me cabrees.
Su exótico amigo levantó una mano.
—Ni se me ocurriría. Hablaremos cuando salgas de la ducha.
—Cabronazo —masculló Louis, dirigiéndose hacia la puerta. De eso nada. Harry no pensaba dejarle marchar. Enfadado y dolorido, Harry salió disparado tras él y le retuvo por el brazo, duro como el granito.
—¿Qué clase de dominación es ésta?
Él arqueó una ceja con impaciencia.
—Te lo he explicado ya.
—Sí, ya, mucho blablabla. ¿No crees que hoy me has presionado demasiado? He perdido a mi prometido. Incluso Dios sabe lo rápido que me has despojado de la dignidad. Por ti, no tengo privacidad. No me permites ser modesto. Me lo quitas todo. ¿Eso es lo que te proporciona un enfermizo placer? ¿Doblegarme y...?
—Ohhh. —Zayn negó con la cabeza, en su dirección—. Harry, si yo fuera tú, huiría.
Harry siguió hablando sin soltar el bíceps de Louis.
—No me voy a ningún lado hasta que me explique qué intenta conseguir.
—Te lo he explicado ya. —Louis repitió cada palabra con tranquilidad—. Me oíste perfectamente. Pero no es por eso por lo que estás enfadado. Lo estás porque no permito que te corras.
Antes de que Harry pudiera parpadear, Louis lo alzó entre sus brazos y se dirigió a la cama con los dientes apretados. Parecía que tenía tenso cada músculo del cuerpo. Y Harry tuvo el presentimiento de que había despertado a la bestia.
El corazón se le desbocó.
—¡Suéltame!
—No eres tú quien da las órdenes, Hazz. —Con ese recordatorio, Louis se dejó caer pesadamente en la cama y lo colocó a horcajadas sobre sus caderas—. Lo hago yo. Si quieres, córrete.
Harry no sabía a qué se refería, sin embargo, la oportunidad de estar más cerca de él era un aliciente que supo que debería resistir pero no pudo. Apoyó las manos en sus hombros y contoneó las caderas hasta que su pene se acomodo contra la dura erección.
—Rodéame el cuello con los brazos.
Con la respiración jadeante, Harry deslizó las palmas sobre su nuca y le envolvió con sus brazos. Sus caras quedaron muy cerca y el ardor que emitían los ojos de Louis lo bombardeó con algo que intensificaba el fuego que latía en su vientre.
—¿Cuál es tu palabra segura? —ladró él.
—R-romeo.
—Bien. Úsala o frótate contra mi polla hasta que te corras.
Oh, Dios, la intención de Louis le resultó clara como el agua. Lo obligaba a negar que le deseaba o a usarle para masturbarse. Sin importar lo que hiciera, perdería.
Maldito fuera, ¿no era aquello una metáfora perfecta de su relación con él?
—Cabrón —siseó.
—Elige, Hazz. Tienes tres segundos.
La furia y el deseo crecieron como la espuma en su interior. Harry le deseaba tanto como le odiaba. Pero siempre había sido así con él; la atracción que sentía por Louis era innegable e inevitable.
Harry se inclinó sobre él y capturó sus labios en un intenso beso mientras mecía su adolorida polla sobre la gruesa erección. Se quedó sin aliento cuando la necesidad atravesó su cuerpo y le hizo hervir la sangre en las venas. Louis frotó su lengua contra la de Harry y le agarró el pelo en un puño.
Harry se contorsionó como un salvaje; jadeando, esforzándose, necesitando todo lo que él podría darle. Y aún no era suficiente. Gimiendo, le clavó las uñas en la espalda desesperado por alcanzar un orgasmo que le asustaba por la intensidad que prometía.
De repente, él interrumpió el beso.
—¿Quieres correrte?
Por Dios, Harry apenas podía escapar de la neblina de necesidad. Pero no podía hacerlo. Miró a aquellos ojos azules; no podía apartar la vista de la ardiente demanda que lo quemaba vivo.
—Sí —jadeó él—. Por favor, dámelo...
—No. Tómalo. —Sus ojos llameaban al mirar los de Harry—. Tómalo ya.
Como si sus palabras hubieran sido justo lo que él necesitaba, el muro que contenía las sensaciones, se derrumbó. Gritó, no podía respirar, sólo sentir cómo se dejaba llevar por el placer que la inundaba.
Y su alma explotó.
Cuando los intensos latidos de su vientre se apaciguaron, se aplacó y respiró hondo. Entonces vio a Louis, quieto como una estatua, con una expresión que decía que él también estaba a punto de estallar.
—¿Louis?
—¿He tomado algo de ti? ¿Te he impuesto algo a la fuerza?
Las preguntas la hicieron sentirse pequeño y lo obligaron a admitir la verdad. Le picaron los ojos, pero parpadeó para hacer desaparecer las lágrimas.
—No.
—Entonces te veré a las seis de la mañana. —Le dio un beso duro y rápido en los labios y lo dejó sobre la sábana de seda. Apenas le dio tiempo a observar el lugar que había mojado con sus fluidos en el frente del pantalón de cuero cuando él atravesó la mazmorra a grandes zancadas y cerró la puerta desde fuera.
Harry lo observó marchar sintiendo como si se llevara consigo una parte de él. Estaba enfadado; dolorido. Volvieron a llenársele los ojos de lágrimas. ¿Qué había pasado? Hacía sólo un minuto estaba furiosa con él. Entonces él lo obligó a admitir su necesidad, a tomar lo que deseaba ardientemente, y volvió a derribar sus barreras otra vez.
Zayn se rió de Harry, de la expresión aturdida que iluminaba su cara.
Harry se ciñó el cinturón de la bata.
—¿Qué te parece tan gracioso?
—Jamás le había visto tan afectado. Ese orgasmo fue para ti, ¿sabes?
El Louis que yo conozco habría hecho que el sumiso aprendiera una importante lección. —Lo miró con la cabeza ladeada—. Pero consintió que te corrieras porque no soportaba dejarte en ese estado. ¡Joder, eres perfecto para él! Me río porque se va a la ducha a masturbarse pensando en ti, como siempre. Pero no creo que esta vez el ritual se alargue mucho.
Aquel discurso de Zayn lo sorprendió tanto que apenas sabía dónde mirar.
—¿Crees que Louis piensa en mí cuando se masturba?
—Sé que es así. Todos los días que yo le he visto hacerlo durante los últimos cinco años.
—¿Durante los... ? —«Imposible.»
Abrió la boca para protestar, aunque no sabía exactamente por qué, así que la cerró. Pero las preguntas siguieron sucediéndose en su interior.
—¿Cómo sabes que piensa en mí?
—Lo admitió un día que bebió demasiado tequila. Hemos hablado sobre ello. Incluso he tenido la desgracia de verlo en la ducha. —Zayn lo miró con expresión interrogativa—. ¿Has visto sus tatuajes?
—Vi símbolos japoneses en sus costillas.
—¿Y sabes lo que significan? —preguntó Zayn, arqueando una ceja oscura.
—Sí, «no te rindas». Él mismo me lo tradujo.
—Te mintió. ¿Le has visto sin los pantalones de cuero?
¿Qué intentaba decirle Zayn?
—No, nunca se los ha quitado.
—Pues oblígale. Te voy a decir algo más: Logan no ha hecho el amor con un hombre desde que le conozco.
Harry se quedó boquiabierto.
—De eso nada. Pasa aquí mucho tiempo y...
—Cuando está de permiso, sí. Entrena sumisos, los excita, consigue que se corran; pero nunca los besa y, definitivamente, jamás se los tira. Cuando quiere que alguien los folle, me llama a mí.
Harry se estremeció sin control.
—No puede ser cierto.
—Pregúntale a cualquiera en el Dominium. —Zayn se acercó para añadir en voz más baja—. Mira, es mi amigo y llevo mucho tiempo preocupado por él. Su comportamiento no es normal. Puede que sea un Amo, pero es casto como un monje.
Aquello no tenía sentido para Harry. Comprendía las implicaciones de lo que decía Zayn. Según él, Louis estaba colado por Harry. Pero, ¿cómo era posible? Él lo había dejado. ¿Por qué se acordaría tantos años después de una relación que él mismo había cortado de raíz?
—No lo entiendo. ¿Por qué me dices esto?
Él negó con la cabeza.
—Te he abierto un poco la puerta. Ahora eres tú quien debe traspasarla... O no.
Después de todo lo que había ocurrido ese día, no podía romperse más la cabeza.
—Louis me dejó. Cuando estábamos en el instituto, se deshizo de mí como si fuera una mierda y se largó sin mirar atrás. Puede que se sienta culpable, pero no le importo en absoluto.
Zayn negó con la cabeza.
—Para él, el sol sale y se pone donde tú estás. Si decides buscar la verdad, una vez que veas y comprendas todos sus tatuajes, quizá me creas.
Contuvo el aliento.
Escuchó un leve «che» y la resbaladiza goma que tenía en su interior comenzó a moverse. Entonces dio inicio el tortuoso placer. El plástico que le rozaba los testiculos comenzó a vibrar, friccionando sus ya estimuladas bolas. Peor todavía: el juguete comenzó a frotar un sensible lugar en el interior de su ano y, en el mismo segundo en que sintió ese sorprendente placer, perdió el control y gritó.
—Muy bien —la alentó Zayn—. Oh, he encontrado su punto dulce. Esto va a ser divertido.
Su voz contenía una pizca de perverso regocijo que hizo que Harry quisiera y temiera más.
—Cíñete al plan. —Le pareció que Louis apretaba los dientes.
«¿Qué plan?»
—Vale —respondió Zayn, contrito.
Comenzó a mover el juguete por los lugares más sensibles, adelante y atrás, centrando el placer hasta que él no pudo tomar aire y se arqueó, gritando. Impotente, Harry apretó los puños y se contorsionó cuando la necesidad de alcanzar el orgasmo se convirtió en una tortura no aliviada. Se mordió los labios, intentando con desesperación no perder la cabeza. Louis había obligado a Zayn a detenerse la última vez cuando les reveló con un gemido el inminente orgasmo. Puede que si permanecía en silencio, él no se diera cuenta hasta que fuera demasiado tarde.
Las sensaciones siguieron fluyendo, retorciéndose y creciendo, atravesándolo por completo. Su corazón se había desbocado y no podía hacer otra cosa que tensar los músculos de los hombros, los muslos y las nalgas. Casi...
—Alto —ordenó Louis.
Zayn apagó el dispositivo.
—¡No!
—No vas a alcanzar el orgasmo sin mi permiso, Hazz. Te azotaré si lo intentas.
—No me hagas esto. —La suplica salió de su boca antes de que pudiera contenerla.
—¿Y qué piensas exactamente que estoy haciendo? —preguntó Louis.
Zayn sacó el juguete de las suaves profundidades de su cuerpo. Luego deslizó la mano por la lubricada carne entre sus piernas, deteniéndolos cerca del glande, rozando la piel a su alrededor pero sin tocarlo, sin proporcionarle más que la estimulación necesaria para que fuera consciente de que su cuerpo —y su placer estaba en sus manos.
—Me mantienes al límite.
—Sí, es una de las cosas que se hacen en el juego duro. Podría hacerlo durante todo el día, cariño. ¿Qué te parecería?
¡Oh, Dios! Iba a dejarlo así, una masa suplicante de deseo y ansiedad hasta que le implorara.
—¡Cabrón! Quieres castigarme.
—¿Tal vez por haber salido sin permiso y no haberte disculpado?
Y tal vez Harry debería preguntarse por qué soportaba eso. Sí, Zayn lo había estimulado con aquel juguete, pero eso no lo excitaba ni la mitad que saber que era Louis quien controlaba su placer. Harry sentía que si bien su deseo se había vuelto frenético, el de él también era febril. Como si estuvieran conectados. ¿Qué significaba aquello?
Tras dejar caer el juguete en la mesilla de noche, Zayn se alejó de nuevo, pero esta vez Louis permaneció donde estaba. Harry sintió su ardiente mirada sobre él incendiando su piel, haciendo que se le tensaran los pezones, que le palpitara el pene. Dios, saber que lo miraba con deseo no servía precisamente para aplacar su excitación.
—Lo necesito —insistió Harry—. Tiene que tocarme alguien. Ya he
demostrado que no me he retraído cuando Zayn me ha acariciado entre las piernas.
—No es el único propósito. Un sumiso bien entrenado retiene el orgasmo hasta que le autorizan para alcanzarlo, es así como más complacerá a su Amo. Ayer gritaste, imploraste y te corriste sin permiso casi en el momento en que puse la boca en tu pene.
Harry se sonrojó.
—Gracias por compartirlo con Zayn.
—La privacidad y la modestia no tienen cabida en un club de BDSM. Ningún Amo tolerará que te corras sin permiso. Si quieres salvar al agente Horan y hacer bien el trabajo, concéntrate y deja de preocuparte por algo que no depende de ti. ¿Entendido?
Una vez más, Louis le recordaba que debía contener la cólera que él despertaba en Harry y centrarse en su objetivo. Había prometido dejar de resistirse y necesitaba lograrlo hasta el final.
—Sí, Louis.
—Buen chico. ¿Zayn?
Harry se tensó al instante. Tercer asalto, allá iba. Con la venda cubriéndole los ojos, no sabía qué esperar. Se estremeció de miedo y anticipación, concentrándose en su mente y no en su cuerpo, sencillamente dejando que ocurriera lo que fuera.
Una húmeda lengua le lamió el tenso pezón. Era Zayn. El pequeño pico se apretó todavía más. Harry respiró hondo asimilando la sensación. Sin embargo, cuando él capturó todo el pezón con el calor de su boca y lo chupó hasta dejarlo sin aliento; apretó los puños.
Poco a poco, Zayn soltó la dura cima y repitió el proceso en el otro pezón mientras retorcía el primero entre el pulgar y el índice.
Harry arqueó la espalda involuntariamente en una súplica silenciosa.
Un segundo después, él se alejó. Antes de que Harry pudiera asimilar la decepción o pensar que Louis todavía les observaba, sintió dos intensas punzadas de dolor, una en cada pezón. No pudo respirar.
—Oh, Dios. No puedo sopor... No puedo... —Respira hondo —le exigió Louis—. Asimilarás el dolor, puedes hacerlo.
¿Se había vuelto loco?
—No.
—¿Estás diciendo tu palabra segura?
No podía librarse tan fácilmente de la situación.
—No.
—Entonces, acepta el dolor. Por mí.
Dios, debía de haberse vuelto loco porque aquellas palabras lo conmovieron. Se sintió indefenso como nunca antes. No podía hacer otra cosa que aceptar lo que él eligiera darle. No quería decepcionarle.
Como era algo que no podía cambiar, se dejó llevar por el dolor. Poco a poco, la punzada se difuminó hasta convertirse en un latido soportable que se enroscó con el que ya sentía en el vientre haciendo que el fuego que ardía en su interior se intensificara. Gritó.
—¿Quieres correrte?
—¡Sí!
—Dilo correctamente.
—¡Sí, Louis! Por favor...
Una mano se deslizó por su estómago, unos dedos rondaron más abajo hasta que se colaron entre sus nalgas y penetraron su ano. Supo, por el tacto y el olor, que se trataba de Louis.
—Zayn —le apremió Louis, sin ninguna aclaración más.
Él le acarició los pezones y tironeó suavemente de las pinzas. Harry se contoneó, suplicante. Los dos lo agasajaron, manteniéndolo justo al borde del clímax.
Se le llenaron los ojos de lágrimas cuando sintió como si su cuerpo albergara una creciente tormenta. Eran tantas las sensaciones que lo inundaban que no podía asimilarlas, ni procesarlas... no podía hacer nada salvo sentirlas.
De repente, Zayn le quitó las pinzas. La sangre le inundó los pezones con un agudo dolor al tiempo que Louis jugueteaba con su clítoris otra vez. Harry se arqueó, intentando buscar más presión donde la necesitaba.
Louis se detuvo al instante y le dio un leve azote en su pubis con la yema de los dedos.
—Deja de moverte. No te corras.
Harry contuvo una maldición, casi incapaz de pensar por culpa de la necesidad.
—¿Qué quieres de mí?
—Respira, Hazz —le susurró al oído—. Para empezar, tu sumisión.
Hablaremos del resto más tarde. Concéntrate en contener el orgasmo.
Él recurrió a toda su voluntad para detener el clímax que se avecinaba. La sensación era tan intensa que casi resultaba dolorosa. Intentó calmarse respirando hondo. Poco a poco, funcionó.
Harry aflojó los puños y dejó de clavarse las uñas en las palmas. Relajó la cabeza y los muslos, dejándolos caer en la cama antes de apoyar los hombros sobre las sábanas de seda. Volvió a respirar profundamente, esperando —rogando— haber recuperado el control.
El sonido del velero y el aflojamiento de las ataduras le dijo que estaba libre. Zayn le quitó la máscara. Al unísono, le frotaron las muñecas y los tobillos.
Después de un minuto, Louis se inclinó sobre él y le cogió la cara entre las manos.
—¿Estás bien ahora, Hazz? ¿Tranquilo y relajado?
—¿Esto es todo? ¿No vas a permitir que me corra?
Con un meneo de cabeza, Louis recuperó la bata de seda y se la ofreció. Mientras Harry se la ponía, Louis miró el reloj. Harry no pudo evitar notar la tensión en sus hombros y la enorme erección que contenía la bragueta.
—El entrenamiento no siempre conlleva placer. Son las cinco. Vete a casa. No te masturbes o lo sabré y te pondré el trasero rojo como... bueno, como una cereza. Nos vemos mañana por la mañana. —Miró a Zayn—. Y tú, no me cabrees.
Su exótico amigo levantó una mano.
—Ni se me ocurriría. Hablaremos cuando salgas de la ducha.
—Cabronazo —masculló Louis, dirigiéndose hacia la puerta. De eso nada. Harry no pensaba dejarle marchar. Enfadado y dolorido, Harry salió disparado tras él y le retuvo por el brazo, duro como el granito.
—¿Qué clase de dominación es ésta?
Él arqueó una ceja con impaciencia.
—Te lo he explicado ya.
—Sí, ya, mucho blablabla. ¿No crees que hoy me has presionado demasiado? He perdido a mi prometido. Incluso Dios sabe lo rápido que me has despojado de la dignidad. Por ti, no tengo privacidad. No me permites ser modesto. Me lo quitas todo. ¿Eso es lo que te proporciona un enfermizo placer? ¿Doblegarme y...?
—Ohhh. —Zayn negó con la cabeza, en su dirección—. Harry, si yo fuera tú, huiría.
Harry siguió hablando sin soltar el bíceps de Louis.
—No me voy a ningún lado hasta que me explique qué intenta conseguir.
—Te lo he explicado ya. —Louis repitió cada palabra con tranquilidad—. Me oíste perfectamente. Pero no es por eso por lo que estás enfadado. Lo estás porque no permito que te corras.
Antes de que Harry pudiera parpadear, Louis lo alzó entre sus brazos y se dirigió a la cama con los dientes apretados. Parecía que tenía tenso cada músculo del cuerpo. Y Harry tuvo el presentimiento de que había despertado a la bestia.
El corazón se le desbocó.
—¡Suéltame!
—No eres tú quien da las órdenes, Hazz. —Con ese recordatorio, Louis se dejó caer pesadamente en la cama y lo colocó a horcajadas sobre sus caderas—. Lo hago yo. Si quieres, córrete.
Harry no sabía a qué se refería, sin embargo, la oportunidad de estar más cerca de él era un aliciente que supo que debería resistir pero no pudo. Apoyó las manos en sus hombros y contoneó las caderas hasta que su pene se acomodo contra la dura erección.
—Rodéame el cuello con los brazos.
Con la respiración jadeante, Harry deslizó las palmas sobre su nuca y le envolvió con sus brazos. Sus caras quedaron muy cerca y el ardor que emitían los ojos de Louis lo bombardeó con algo que intensificaba el fuego que latía en su vientre.
—¿Cuál es tu palabra segura? —ladró él.
—R-romeo.
—Bien. Úsala o frótate contra mi polla hasta que te corras.
Oh, Dios, la intención de Louis le resultó clara como el agua. Lo obligaba a negar que le deseaba o a usarle para masturbarse. Sin importar lo que hiciera, perdería.
Maldito fuera, ¿no era aquello una metáfora perfecta de su relación con él?
—Cabrón —siseó.
—Elige, Hazz. Tienes tres segundos.
La furia y el deseo crecieron como la espuma en su interior. Harry le deseaba tanto como le odiaba. Pero siempre había sido así con él; la atracción que sentía por Louis era innegable e inevitable.
Harry se inclinó sobre él y capturó sus labios en un intenso beso mientras mecía su adolorida polla sobre la gruesa erección. Se quedó sin aliento cuando la necesidad atravesó su cuerpo y le hizo hervir la sangre en las venas. Louis frotó su lengua contra la de Harry y le agarró el pelo en un puño.
Harry se contorsionó como un salvaje; jadeando, esforzándose, necesitando todo lo que él podría darle. Y aún no era suficiente. Gimiendo, le clavó las uñas en la espalda desesperado por alcanzar un orgasmo que le asustaba por la intensidad que prometía.
De repente, él interrumpió el beso.
—¿Quieres correrte?
Por Dios, Harry apenas podía escapar de la neblina de necesidad. Pero no podía hacerlo. Miró a aquellos ojos azules; no podía apartar la vista de la ardiente demanda que lo quemaba vivo.
—Sí —jadeó él—. Por favor, dámelo...
—No. Tómalo. —Sus ojos llameaban al mirar los de Harry—. Tómalo ya.
Como si sus palabras hubieran sido justo lo que él necesitaba, el muro que contenía las sensaciones, se derrumbó. Gritó, no podía respirar, sólo sentir cómo se dejaba llevar por el placer que la inundaba.
Y su alma explotó.
Cuando los intensos latidos de su vientre se apaciguaron, se aplacó y respiró hondo. Entonces vio a Louis, quieto como una estatua, con una expresión que decía que él también estaba a punto de estallar.
—¿Louis?
—¿He tomado algo de ti? ¿Te he impuesto algo a la fuerza?
Las preguntas la hicieron sentirse pequeño y lo obligaron a admitir la verdad. Le picaron los ojos, pero parpadeó para hacer desaparecer las lágrimas.
—No.
—Entonces te veré a las seis de la mañana. —Le dio un beso duro y rápido en los labios y lo dejó sobre la sábana de seda. Apenas le dio tiempo a observar el lugar que había mojado con sus fluidos en el frente del pantalón de cuero cuando él atravesó la mazmorra a grandes zancadas y cerró la puerta desde fuera.
Harry lo observó marchar sintiendo como si se llevara consigo una parte de él. Estaba enfadado; dolorido. Volvieron a llenársele los ojos de lágrimas. ¿Qué había pasado? Hacía sólo un minuto estaba furiosa con él. Entonces él lo obligó a admitir su necesidad, a tomar lo que deseaba ardientemente, y volvió a derribar sus barreras otra vez.
Zayn se rió de Harry, de la expresión aturdida que iluminaba su cara.
Harry se ciñó el cinturón de la bata.
—¿Qué te parece tan gracioso?
—Jamás le había visto tan afectado. Ese orgasmo fue para ti, ¿sabes?
El Louis que yo conozco habría hecho que el sumiso aprendiera una importante lección. —Lo miró con la cabeza ladeada—. Pero consintió que te corrieras porque no soportaba dejarte en ese estado. ¡Joder, eres perfecto para él! Me río porque se va a la ducha a masturbarse pensando en ti, como siempre. Pero no creo que esta vez el ritual se alargue mucho.
Aquel discurso de Zayn lo sorprendió tanto que apenas sabía dónde mirar.
—¿Crees que Louis piensa en mí cuando se masturba?
—Sé que es así. Todos los días que yo le he visto hacerlo durante los últimos cinco años.
—¿Durante los... ? —«Imposible.»
Abrió la boca para protestar, aunque no sabía exactamente por qué, así que la cerró. Pero las preguntas siguieron sucediéndose en su interior.
—¿Cómo sabes que piensa en mí?
—Lo admitió un día que bebió demasiado tequila. Hemos hablado sobre ello. Incluso he tenido la desgracia de verlo en la ducha. —Zayn lo miró con expresión interrogativa—. ¿Has visto sus tatuajes?
—Vi símbolos japoneses en sus costillas.
—¿Y sabes lo que significan? —preguntó Zayn, arqueando una ceja oscura.
—Sí, «no te rindas». Él mismo me lo tradujo.
—Te mintió. ¿Le has visto sin los pantalones de cuero?
¿Qué intentaba decirle Zayn?
—No, nunca se los ha quitado.
—Pues oblígale. Te voy a decir algo más: Logan no ha hecho el amor con un hombre desde que le conozco.
Harry se quedó boquiabierto.
—De eso nada. Pasa aquí mucho tiempo y...
—Cuando está de permiso, sí. Entrena sumisos, los excita, consigue que se corran; pero nunca los besa y, definitivamente, jamás se los tira. Cuando quiere que alguien los folle, me llama a mí.
Harry se estremeció sin control.
—No puede ser cierto.
—Pregúntale a cualquiera en el Dominium. —Zayn se acercó para añadir en voz más baja—. Mira, es mi amigo y llevo mucho tiempo preocupado por él. Su comportamiento no es normal. Puede que sea un Amo, pero es casto como un monje.
Aquello no tenía sentido para Harry. Comprendía las implicaciones de lo que decía Zayn. Según él, Louis estaba colado por Harry. Pero, ¿cómo era posible? Él lo había dejado. ¿Por qué se acordaría tantos años después de una relación que él mismo había cortado de raíz?
—No lo entiendo. ¿Por qué me dices esto?
Él negó con la cabeza.
—Te he abierto un poco la puerta. Ahora eres tú quien debe traspasarla... O no.
Después de todo lo que había ocurrido ese día, no podía romperse más la cabeza.
—Louis me dejó. Cuando estábamos en el instituto, se deshizo de mí como si fuera una mierda y se largó sin mirar atrás. Puede que se sienta culpable, pero no le importo en absoluto.
Zayn negó con la cabeza.
—Para él, el sol sale y se pone donde tú estás. Si decides buscar la verdad, una vez que veas y comprendas todos sus tatuajes, quizá me creas.
Emmelie
Re: Me perteneces (Larry)
CAPÍTULO 08
Un motel cercano. Viernes por la noche.
Con el pelo todavía mojado por la reciente ducha, Harry se peinó los mechones con los dedos mientras rebuscaba en el interior de la maleta con la otra mano. Sacó una camiseta azul y unos pantaloncillos para dormir y se quedó mirando la maleta a sus pies mientras fruncía el ceño. ¿Sólo había reunido esas pertenencias en el año que había vivido con Brad? Entró con lo puesto y había salido casi de la misma manera. Nada de lo que allí había le pertenecía. No había comprado ni una silla con él. Caramba, ni siquiera una tostadora.
¿Qué decía eso de su relación? ¿Que inconscientemente sabía que no duraría?
Dejó caer la tapa de la maleta y se pasó la camiseta por la cabeza y se puso unos pantaloncillos. Se sirvió un poco más de vino en uno de los vasos de plástico del motel e hizo una mueca. Prefería emborracharse con tequila, pero al estar en un pueblo que sólo permitía la venta de cerveza y vino, no tenía mucho donde elegir. Sin embargo, tras haberse ventilado la mitad de la botella, no podía decir que se sintiera mejor.
Tampoco es que se sintiera mal, sólo algo entumecido. Y ése era el problema. Se había corrido dos veces en el mismo día con un hombre en el que se negó a pensar durante años; y haber perdido a su prometido, sin mencionar el hecho de que había aparecido un cadáver relacionado con su misión, debería de hacerle sentir algo. Se preguntó si lo que realmente le ocurría era que llevaba años sin sentir.
Todo giraba alrededor de Louis. De alguna manera, a pesar de los kilómetros y los años, él lo había mantenido apresado sin ni siquiera tocarlo. Y ahora estaba de vuelta en su vida. De hecho, durante una semana sería el centro de su mundo. ¿Llegaría al final sin haber perdido la razón?
Quería hablar con Louis; preguntarle. Pero no era prudente. ¿Y si saber la verdad hacía que le deseara más? Si le aceptaba ahora, ¿cuán destrozado quedaría cuando volviera a abandonarlo? Después de todo lo que él había tomado de Harry, de todo lo que Harry le había dado, no estaba preparado para descubrir su alma. Sin embargo, estaba a punto; lo notaba. Le estaba pasando lo mismo que cuando era adolescente: no podía ocultarse de él. Louis era su debilidad, probablemente lo sería siempre.
Apuró el vino. Ojalá aquel líquido le hiciera efecto de una vez.
Resonó un golpe en la estancia, sobresaltándolo. Alguien acababa de llamar a la puerta.
Nadie sabía que estaba allí, ni siquiera Adam. A su padrastro no le gustaría lo ocurrido. Había cancelado la cena que tenía prevista con él porque sabía que consideraba a Brad perfecto y a Louis la semilla de Satanás, y no tenía energía para andar disculpándose y defendiendo sus acciones. ¿Quién llamaría a su puerta a las diez de la noche?
Se acercó de puntillas y miró a hurtadillas por la mirilla. Era Louis. Estaba vestido con una camiseta negra y llevaba una bolsa del supermercado. Por un momento Harry consideró no abrirle la puerta, pero él sabía que estaba allí y no se iría.
Con un suspiro, abrió una rendija y miró a través de ella.
—¿Qué haces aquí?
—Soy un Amo; mi trabajo es encargarme de ti.
Eso era lo último que Harry quería oír.
—Sólo cuando estamos trabajando. Sé cuidarme solo. Puede que hayas sido mi guía durante todo el día, pero no necesito que estés conmigo por la noche, mangoneándome y diciéndome lo que...
—No he venido a darte órdenes, Hazz. —Apretó la bolsa con fuerza—. Te traigo algunas cosas; he pensado que podrías necesitarlas.
Sin otra palabra, él le tendió la bolsa. La curiosidad pudo más que Harry cuando la tomó y echó una mirada al interior de la misma; vio un botellón de agua, un cepillo de dientes, pasta dentífrica, hilo dental, champú y un cepillo.
Lanzó a Louis una mirada inquisitiva y él se encogió de hombros.
—No sabía si habrías podido recoger tus cosas en casa de Brad y no me gustaba imaginarte solo en un supermercado por la noche. En especial en esta zona.
Harry se sintió conmovido.
—Pude recoger todas mis cosas, pero te lo agradezco igualmente. Pasa.
Harry retrocedió y él entró despacio, deteniéndose de inmediato al ver el desorden y la sencillez de la estancia. Le vio fruncir el ceño.
—Esto es... No, Hazz, ven a mi casa. Te prometo que no te tocaré si no quieres, pero esto no...
—Está bien. —Harry se sorprendió al notar que él parecía realmente preocupado. Dejó la bolsa del supermercado en la mesa de fórmica—. Ya sé que no es el Ritz, pero Misty me dijo que no tenía mala reputación. La puerta tiene un montón de cerrojos y hay pestillos en las ventanas. Nadie podrá entrar ni hacerme daño.
Louis respiró hondo y permaneció en silencio; era evidente que estaba perdido en sus pensamientos.
—¿Ves? Esta es otra razón por la que me gustaría ser tu Amo de verdad. Podría ordenarte que vinieras conmigo; así podría dormir pegado a tu cálido cuerpo sabiendo que estás a salvo.
«¿Otra razón?»
—Soy agente del FBI, ¿recuerdas?
—Pero también eres una hombre hermoso en un mundo lleno de depredadores.
Harry se conmovió de nuevo.
—Estaré bien. De veras.
—Sí. Eres listo y capaz, lo sé. He venido más que nada para quedarme tranquilo. Gracias por seguirme la corriente.
—Eres muy distinto fuera del club.
Louis encogió los hombros y esbozó una sonrisa casi tímida.
—No soy un Amo las veinticuatro horas del día. En el club, los sumisos saben que deben obedecerme o recibirán un castigo. Fuera del club soy un tipo normal; con preocupaciones, pensamientos y... pesares, como todos.
Él iba a hacer algún tipo de alusión de carácter personal y una parte de Harry no quería detenerle.
Le tembló la mano cuando se sirvió otro vaso de vino; alzó la bebida.
—¿Te apetece uno?
—No, gracias. No quiero imponerte mi presencia. —Louis se giró hacia la puerta.
Harry no se detuvo a preguntarse por qué, pero sabía que no estaba preparado para que se fuera.
—¿Louis?
Él se dio la vuelta.
—¿Necesitas algo, cariño?
Antes de pensarlo dos veces, asintió con la cabeza.
—Respuestas.
Se sentó en el borde de la cama y le observó mientras él se acomodaba con medidos movimientos en una fea silla de plástico verde.
—Dispara.
Santo Dios, ¿por dónde comenzar? Había sido un día muy largo y azaroso, pero era lo que le había dicho Zayn lo que no podía quitarse de la cabeza. ¿Cuánto de lo que le había contado sería cierto?
—¿Qué es lo que significa de verdad el tatuaje que tienes en las costillas? Sé que me lo has dicho, pero...
—Eso no importa. —Louis ladeó la cabeza y apartó la mirada—. ¿Qué me dices de lo ocurrido en el instituto? ¿No quieres saber la verdad?
Harry llevaba doce años jurándose a sí mismo que Louis era un tema superado. Ahora, sabía que había estado engañándose. Brad lo había acusado de entregarse a Louis y tenía razón. Él le había hecho recordar otra vez lo que era sentir, desear y sufrir. Había sido golpeado por una avalancha de emociones. ¿Podría ser que hubiera dejado a Brad porque esperaba de manera inconsciente que la relación con Louis floreciera de nuevo?
Sonaba absurdo, pero Harry no podía negar que Louis le seguía resultando más atractivo que ningún otro hombre.
Sabía que tarde o temprano tendría que escuchar sus explicaciones, pero quería ser él mismo quien llevara la voz cantante en la conversación.
—¿Tienes más tatuajes?
Él se quedó inmóvil y lo miró con precaución.
—Sí. Estoy en la Marina, me he emborrachado más de una vez y ya sabes...
—¿Lamentas habértelos hecho?
La tristeza de su mirada borró cualquier frivolidad.
—No. Hazz, pregúntame sobre nuestra ruptura.
Louis le había prometido que no se lo explicaría hasta que le preguntara y estaba tratando de cumplir su palabra. Harry se mordisqueó los labios. ¿Y si había una explicación para todo lo ocurrido? ¿Qué ocurriría si lo que le contaba hacía que le perdonara? Tras la magnitud de la traición sufrida años atrás, ¿sería capaz de hacerlo? Estaba seguro de que sería más fácil —y más seguro para su corazón— seguir furioso con él.
«Pero quizá —susurró una voz en su mente—, no sea lo más realista.»
—¿Es cierto que no has mantenido relaciones sexuales con nadie en los últimos cinco años?
—Maldito Zayn. —Louis cerró los ojos—. ¿Hay algo que no te haya contado?
—Si lo que dijo es cierto, no se guardó demasiado.
Louis se levantó y se acercó a la ventana para mirar fijamente hacia el aparcamiento desierto. Un momento después, pareció tomar una decisión y regresó junto a Harry.
—Sí, es cierto. Incluso antes las mantenía con... poca frecuencia.
Cuando Zayn le confesó aquel secreto, Harry estuvo seguro de que el tipo se había vuelto loco. Escuchar la confirmación de boca de Louis le dejaba la mente en blanco.
—¿Por qué? En el instituto te encantaba el sexo. Si los rumores eran ciertos, andabas todo el día a ello.
—No sé qué escuchaste entonces exactamente, pero sí. Me aproveché descaradamente de ser el quarterback del equipo y el más alto del curso. Estaba convencido de que si lograba que una chica o un chico se sintiera especial, no sería difícil llevármelo a la cama.
Harry hizo una mueca.
—Santo Dios, eras un cerdo.
Louis se encogió de hombros y la camiseta negra se ciñó suavemente a los anchos hombros y al pecho musculoso.
—Tenía dieciséis años. Estoy seguro de que era un cerdo hasta que te conocí a ti.
Harry puso los ojos en blanco.
—Hace mucho tiempo de aquello. Y no creo ni por un minuto que te impresionara demasiado. Después de que rompiéramos, apenas tardaste más que unas horas en volver a la cama de Brittany.
—Estaba borracho y enfadado. —Tragó saliva—. Después me sentí vacío. Cuando ella se fue... Lloré.
Harry se levantó de golpe y miró fijamente su expresión tensa. Había supuesto que se reiría y no esperaba tal seriedad. La sorpresa lo atravesó de arriba abajo.
—El patrón se repitió bastantes veces a lo largo de los años siguientes. Conocía a alguna chico y hacía que cayera en mis redes. Desde el principio me di cuenta de que me sentía fatal después de mantener relaciones sexuales. Luego comencé a sentirme mal cuando íbamos por la mitad. Dejé a un montón de chicos a medias, los mandaba a casa preguntándose por qué no había follado con ellos. —Se encogió de hombros—. Masturbarse era más fácil, implicaba menos emociones.
«Entonces conocí a Mitchell Thorpe y descubrí el BDSM. Se abrió un mundo nuevo ante mí. De repente lo controlaba todo. Las hombres no esperaban sexo. Me di cuenta de que podía absorber la energía de los sumisos y usarla más tarde para alcanzar el orgasmo masturbándome. Funcionó.
—Louis... —Santo Dios, su vida había cambiado por completo tras romperle el corazón. ¿Por Harry? ¿De verdad? No sabía qué decir.
Louis se acercó y colocó su mano sobre la nuca del hombre al que amaba; la calidez de la palma hizo que le ardiera la piel.
—Funcionó hasta que volví a verte. Jamás te olvidé. Hace una semana no podía encontrar ningun hombre que me tentara a hacer el amor con él. Pero fue mirarte una sola vez, incluso antes de saber que eras tú, y sólo pude pensar en sumergirme en tu interior y no dejarte jamás. —Le pasó el pulgar por la mejilla—. Eso es lo que pienso cada vez que te miro, Hazz.
Un escalofrío la atravesó de arriba abajo. ¿Hablaba en serio? El chico que una vez le amó quiso saltar hacia él, rodearle con los brazos y ofrecerle cualquier cosa que él necesitara para volver a sentirse entero. El hombre que era, el que había ardido bajo sus manos hacía unas horas, no estaba segura de qué creer. El día que tomó su virginidad, Louis le dijo una y otra vez que lo amaba. Apenas veinte horas después, le rompió el corazón y se fue con una chica a la cama.
—No estuvimos juntos el tiempo suficiente como para que te colgaras de esa manera, y fuiste tú el que me dejaste a mí...
—Sí, lo estuvimos. —Louis cerró los ojos—. Creo que yo también dejé huella en ti. Hazza, por favor, pregúntame por qué rompí contigo.
Harry se estremeció. Era la pregunta del millón. Si se la hacía, temía que todo cambiaría, que la respuesta podía hacerlo caer en picado una vez más. Conseguir ser accesible para Brad, no sólo física sino emotivamente, había sido todo un logro. En la universidad sólo conseguía mantener relaciones sexuales cuando bebía de más; sobrio no permitía que nadie lo tocara. Sólo había sido capaz con Brad.
Y ahora él ya no estaba.
Pero, si no hacía la pregunta, ¿sabría alguna vez por qué a Louis le había afectado tanto su ruptura? Quizá los dos necesitaban desprenderse del pasado para seguir adelante.
Eso no quería decir que no temiera escuchar la respuesta.
—Bueno. Vale, Louis, dímelo. —Su voz se convirtió en un hilo cuando comenzaron a caerle las lágrimas. Estaba aterrorizado—. ¿Por qué?
—Gracias. —Se dejó caer sobre la cama y lo llevó consigo, rodando hasta que Harry tuvo la espalda contra el colchón y el cuerpo de Louis encima del suyo. Él apretó la frente contra la suya y respiró hondo.
—Louis... —Tenerle cerca era tan bueno que apenas podía respirar.
—Harry, tuve que protegerte. El psicópata que mató a mi madre me envió más de una nota amenazando con matarte si no te dejaba. Aquel día llegaste tardísimo al instituto y con el brazo roto... —Louis le contó toda la historia. Al principio las palabras fluyeron despacio, como si le costara hablar, aunque según relataba todo lo que había ocurrido, Harry pudo sentir como suyos los sentimientos y la angustia de Louis.
Cuando terminó, Harry parpadeó; tenía los ojos llenos de lágrimas. Si le hubiera contado antes esa historia, se la habría lanzado a la cara llamándole mentiroso. Habría pensado que era algo que él ideó durante años con intención de meterse de nuevo entre sus piernas. Ahora, considerando el tormento que tensaba sus rasgos, le creyó.
—¿Por qué no se lo dijiste a la policía? ¿Por qué no me lo contaste?
—No quise arriesgarme. Eras demasiado importante para mí. —Le acarició la mejilla—. Habría hecho cualquier cosa para protegerte, pero sólo tenía dieciséis años, no se me ocurrió nada más. Por favor, entiéndelo.
Por raro que pudiera parecer, y dadas las circunstancias y su edad, lo hizo. Y se sintió sobrepasado y conmovido por sus palabras. Pensó en el tiempo que nunca habían tenido juntos, en todas las cosas que jamás habían podido hacer... La relación podría no haber tenido un final feliz, pero, ¿no se habrían ahorrado los dos mucho sufrimiento si aquella nota no hubiera aparecido en la almohada de Louis y la relación hubiera llegado a su conclusión natural?
—Tu madre era una mujer muy agradable. Lo siento. ¿No llegaron a atrapar al asesino?
Louis negó con la cabeza con profundo pesar.
—Es un caso sin resolver. Un detective novato intentó abordarlo hace cuatro años. Nos llamó por teléfono, interrogó a algunos viejos vecinos, preguntó a compañeros de trabajo de mi madre. Una de sus vecinas dijo que creyó ver entrar a un hombre en el apartamento, pero era mayor y estaba un poco senil. Mi madre jamás mencionó que se viera con nadie, ni a mí, ni a sus vecinos, ni a sus compañeros de trabajo. No había huellas en la escena, ningún rastro de ADN. Supongo que se trató de un psicópata que eligió a mi madre al azar, pero la policía tampoco se tropezó con ningún caso similar. —Cerró los ojos con fuerza y su rostro mostró un profundo pesar—. Nunca olvidaré lo que sentí al llegar a su casa, iba dispuesto a contarle lo nuestro y me la encontré muerta.
Harry lo sintió por él. Con sólo dieciséis años, Louis había tenido que enfrentarse a una prueba muy dura. Y cuando todavía no la había asimilado, recibió una nota del asesino advirtiéndole que se mantuviera alejado de Harry o tendría el mismo final que su madre. No podía echarle en cara las decisiones que tomó.
—Hazz, si todo hubiera sucedido como yo quería, habríamos seguido juntos. Habríamos asistido juntos al baile de graduación y hubiéramos recogido juntos el título. —Se encogió de hombros—. Tendríamos una vida en común.
Una parte de Harry quería creerlo, pero después de todo lo que había ocurrido, no podía imaginar esa realidad alternativa.
—¿Por qué no intentaste volver a hablar conmigo después de que enterraran a tu madre?
—Cambiaste el número del móvil y sólo podía llamarte a casa de tu padrastro.
Y Harry siempre le había dicho a Adam que respondiera al teléfono y se deshiciera de él. —Podrías haber ido a visitarme.
—Lo intenté. ¿Recuerdas lo que pasó aquellas navidades? Me diste con la puerta en las narices.
Cierto.
—Jamás conoceremos el camino que hubieran seguido nuestras vidas si las cosas hubieran sido diferentes. Puedo entrenarme para ser un sumiso, incluso puede ser cierto que tenga ciertas inclinaciones sumisas, pero dudo que pudiera vivir así.
—Claro que podrías, cariño; bajo las circunstancias correctas. No sería en un club si eso no te gusta. Yo sólo quiero estar contigo. Te prometo que sería el Amo más cariñoso del mundo.
—¿No crees que eso es una contradicción? ¿Qué significa exactamente? ¿Qué me darías las órdenes con ternura? —Harry arqueó una ceja con incredulidad.
—Sí. Pídemelo, Hazza, y te enseñaré lo que quiero decir exactamente.
Sus palabras, unidas al calor de su cuerpo sobre el de Harry, lo hicieron estremecer.
—Hoy he perdido a mi prometido; me han pasado demasiadas cosas. Y quizá... todo eso que dices sentir no sea por mí en particular. Está también el otro incidente que...
—Sé de sobra lo que sucedió. Lo que hay en mi corazón —gruñó con ferocidad, cerrando los puños sobre la colcha barata—. Eres tú. Siempre has sido tú.
Aquello sonaba casi romántico y el hombre que era quería creer aquellas palabras. Pero parecía imposible. Sí, había sufrido por Louis pero, ¿también él lo había hecho por Harry?
¡Oh, Santo Dios! La confesión que iba a hacer lo dejaría desnudo ante él, pero Louis había sido honesto ¿cómo no iba a serlo?
—Visité a un psicólogo poco después de la universidad. Acudí a él al menos durante dos años. Me sugirió que la repentina ruptura que sufrimos cortó lazos que debían haberse roto poco a poco. Me insinuó que quizá sólo necesitaba cerrar el asunto naturalmente. Quizá eso sea lo que tú necesitas también. Quizá lo que tenemos que hacer es discutir a fondo sobre ello y saber que...
—No. Sé lo que necesito. Lo que siempre he necesitado. —Louis contoneó las caderas sobre sus muslos, forzándolo a separar las piernas hasta que acomodó el miembro contra su pene—. Hazz, te necesito a ti.
Entonces, Louis comenzó a mecerse sobre Harry, encendiendo su cuerpo con sensaciones que se correspondían perfectamente con las emociones que Harry sentía en su interior. Harry cerró los ojos. Oh, sería tan fácil ceder. Él lo deseaba. A veces, perdido entre las lágrimas y el odio, había imaginado cómo sería hacer el amor con Louis otra vez. Pero nunca, ni siquiera en sus más salvajes fantasías, hubiera imaginado que surgiría la oportunidad.
Se humedeció los labios.
—Louis, en serio. Quizá confundas alguna vieja emoción con la necesidad de sentir amor real. Algún día te enamorarás de la persona adecuada y...
—¿Crees que nunca me he enamorado? Cariño, jamás dejé de amarte.
A Harry se le desbocó el corazón. Y algo que parecía alegría corrió a toda velocidad por sus venas como una droga intoxicante. Tuvo que respirar hondo y detenerse. La cara de Louis reflejaba honradez, al menos él creía lo que decía; pero, ¿cómo podría tener la seguridad? Si lo que decía era cierto, nunca había tenido más relaciones, así que era posible que se hubiera obsesionado con Harry porque era el último chico al que intentó amar. Quedaban muchas cuestiones sin resolver entre ellos e, incluso dejando a un lado el BDSM, sus vidas iban en direcciones diferentes. Puede que Harry sintiera algo por Louis, pero estar con él al poco tiempo de cortar con Brad era... saltar de la sartén al fuego.
Pero tampoco era insensible a su dolor. Quizá Harry pudiera echarle una mano para seguir adelante. Tal vez sería bueno que los dos echaran el cierre que su relación nunca había tenido.
—Bésame, Louis. —Cuando notó que él se tensaba, añadió—: Por favor.
—Si empiezo, Hazz, no podré detenerme. —Le pasó la mano por el pelo, le acarició el hombro, la curva del pecho antes de seguir hasta la cintura.
—¿Estás seguro? Llevas cinco años sin... —«¿Podría hacerlo? ¿Sentiría luego aquel vacío, como le pasaba con todas las demás?»
—Oh, me muero por demostrarte que contigo todo será, simplemente, maravilloso.
—Entonces, bésame —repitió Harry.
Se preocuparía del mañana cuando llegara. Esta noche estaría con él, intentando sanar su dolor, cicatrizar el de si mismo. Lou había hecho algo increíble para protegerlo hacía muchos años. Podía desear que le hubiera dicho lo que estaba ocurriendo pero, a fin de cuentas, era joven y actuó como consideró más conveniente, aunque le había hecho pedazos el corazón en el proceso.
Era evidente que si le importaba, pero de ahí a hablar de amor eterno...
Iban a estar juntos hasta que Harry se infiltrara. Quizá sería más conveniente, para los dos, pasar el resto de la semana juntos; entrenarse duramente durante el día y solucionar los asuntos pendientes por la noche. Quizá al final de la semana ambos estuvieran listos para seguir adelante con sus vidas; cuerdos, felices y enteros.
—Hazza, cariño... —Louis respiró hondo y luego posó su boca sobre la de él.
El beso fue suave como un pétalo de rosa. Harry supo que Louis se contenía cuando se hundió en su boca lentamente, casi como si temiera asustarlo.
Cuando le rozó con la lengua el labio inferior, tanteando la entrada en su boca, Harry la abrió. No había otro lugar en el que quisiera estar esa noche más que allí, con Louis. Quizá no significara que fueran a estar juntos para siempre, pero cada vez que lo tocaba sentía que la unión entre ellos se hacía más fuerte. Como si una Enea invisible hubiera permanecido intacta entre ellos, inalterable con el paso de los años.
Louis gimió, entonces llevó la mano al borde de la camiseta y se lo deslizó por su pecho antes de subirlo bruscamente para dejarle el torso al descubierto. El aire frío impactó en sus pezones, arrugándolos. Él cubrió el pequeño brote con los dedos y lo pellizcó. Luego lo miró con ardientes ojos azules, jadeando.
—Quítate el resto.
Aquélla era su voz de Amo. Harry conocía muy bien el tono, ronco y sedoso. Su pene se endurecio al tiempo que asentía con la cabeza.
Él se alzó un poco sobre Harry, dejándole el espacio suficiente para quitarse el pantaloncillo por sus piernas. Luego lo usó para cubrirse.
Louis deslizó la mirada por su cuerpo. Seguramente la arrugada prenda no lograba ocultarle su dura erección.
—Joder, Hazz! Apenas puedo esperar a estar dentro de ti, cariño. Dame el pantaloncillo.
Aquellas palabras dichas en voz baja, con tono de mando, hicieron que le diera un vuelco el corazón antes de derretirse por completo. Ninguno de los amantes que había tenido lo había hecho sentirse tan hermoso y deseable como Louis.
Le asombró sentir que se ruborizaba cuando le dio la breve tela.
—¿Podemos apagar la luz?
Louis negó con la cabeza.
—Voy a disfrutar mucho viendo cada una de tus expresiones mientras estoy profundamente enterrado en tu cuerpo.
Preso de la excitación, Harry observó cómo arrojaba la prenda lo más lejos posible. A pesar de que la anticipación se había adueñado de su cuerpo, se rió.
—¡Eh! —se defendió Louis—. Si por mí fuera, lo quemaría. De todas maneras, me aseguraré de que no lo necesites durante el resto de la noche.
Harry se estremeció.
—Bésame, Louis. No digas una palabra más.
—Sí, señor —prometió, antes de enredar la mano en su pelo y sostenerle la cabeza con los dedos para acercarlo a él.
En esta ocasión, su boca se amoldó a la de Harry con firmeza. No se limitó a seducirlo con un beso; asumió el mando, separándole los labios con los suyos, saboreándolo en un interminable enredo de bocas y lenguas que lo hizo jadear y pegarse a él. Le rodeó los anchos hombros con los brazos y le clavó los dedos en los duros músculos de la espalda cuando se colocó entre sus piernas y comenzó a acariciarlo de pies a cabeza.
Lo rozó con los labios. Harry se estremeció al notarlos en el cuello, en el sensible lugar donde éste se urna al hombro. Luego lo besó en la clavícula mientras le masajeaba un pezon con la mano. Una lánguida corriente de miel ardiente atravesó su sangre al tiempo que sentía que el latido de su corazón se sincronizaba con el de Louis. Incluso pareció como si su piel quisiera hacerse una con la suya.
—He imaginado esto tantas veces... —susurró Louis contra su carne—. Desde el día que te conocí, fantaseé con desnudarte y acariciarte durante horas enteras, quería explorar cada rincón de tu cuerpo una y otra vez.
Aquellas palabras lo hicieron temblar, pero sólo gritó y se arqueó hacia él cuando notó que cerraba los labios en torno al duro pezón. Al instante, lo rodeó con un brazo y lo sostuvo contra su cuerpo.
—Cuando me emborrachaba o me sentía realmente solo, me permitía pensar en ti. No sabes la cantidad de veces que he rodado en la cama deseando encontrarte allí.
La sinceridad que destilaban sus palabras hizo que quisiera llorar.
—Yo también pensaba en ti, pero cuando me daba cuenta de lo que estaba haciendo me obligaba a dejar de hacerlo. Sin embargo, algunas veces no podía. Recordaba la manera en que me hiciste sentir; amadado, como... alguien especial. Nadie me ha hecho sentir así.
—Hazz, eres especial. No permitiré que lo olvides nunca.
Se le llenaron los ojos de lágrimas y los cerró con fuerza. Si continuaba hablándole de ese modo no podría retener nada; ni siquiera querría hacerlo. Sólo desearía aferrarse a él y fingir que los últimos doce años no habían existido. Simularía que realmente podían vivir un cuento de hadas.
Algo que, sin duda, haría que volviera a rompérsele el corazón.
Harry forzó una sonrisa descarada.
—Cállate y quítate la ropa.
Él se detuvo y sonrió.
—Estás muy mandon esta noche, cariño. Si no tienes cuidado, lo pagarás mañana.
Harry se encogió de hombros, pero la pasión corría por sus venas, latía entre sus piernas. Jamás hubiera considerado que le gustaban los castigos, pero si era Louis quién se los administraba, la idea le resultaba terriblemente excitante.
Sin embargo, él acató su orden y se pasó la ceñida camiseta negra por la cabeza. Como cada vez que veía su torso bronceado y musculoso, se le secó la boca.
—¿Vas a decirme lo que pone realmente aquí? —inquirió, pasándole el dedo por la inscripción en japonés que cubría sus costillas.
—¿Cuánto estás dispuesto a compartir tú?
Louis respondió con una pregunta que flotó ante Harry como un cebo, como esperando que expusiera todos sus secretos ante él.
Harry no podía mentir ni decir que no estaba excitado o... aterrado.
Louis suspiró.
—Entiendo que no puedas compartir todo conmigo esta noche, Hazz. Ha pasado mucho tiempo, y Brad... Sé que acabas de romper con él. Lo único que te pido es que te entregues tanto como puedas.
Hacía que pareciera que aquello era significativo, casi trascendental; no el cierre de nada. Harry tragó saliva. Finalmente Louis también se daría cuenta; aunque había habido algo maravilloso entre ellos, ahora ya no era importante.
¿O sí lo era?
Harry se mordisqueó el labio inferior.
—¿Hay algo que tú no compartirías conmigo?
—No. Yo voy a entregarme por completo hasta donde tú me lo
permitas.
Lo que provocó una nueva marea de deseo. Si hacía caso a Zayn, Louis no había compartido nada de sí mismo durante años. Que se sintiera diferente con Harry encendía en su pecho una tierna y peligrosa llama. Harry sabía que no debería ser más que la manera de sanar una herida, pero no podía negar que una parte de si mismo quería más.
Sin añadir ni una palabra, Louis se puso en pie y se desabrochó los vaqueros, luego los deslizó por las caderas junto con el bóxer. Las delgadas caderas, los prominentes huesos de la pelvis y el oscuro vello púbico aparecieron ante Harry antes que su miembro. Harry parpadeó.
No le había visto cuando tomó su virginidad. A los dieciséis años, mirarle le había dado demasiada vergüenza. Aquel momento entre ellos estuvo preñado de sensibilidad, pero ahora sabía por qué al principio le dolió tanto. Louis tenía una erección gruesa y poderosa. Se erguía orgullosa con el ancho glande que tan fascinante le resultaba. Tenía, con diferencia, la polla más grande que hubiera visto nunca.
De manera inconsciente se relamió los labios con nerviosismo. Louis gimió.
—Cariño, no bromees con esto. Me vas a matar.
Al instante Harry supo lo que quería: disfrutar de la oportunidad de
volverle loco. Desde que entró en su mazmorra él lo había torturado sensualmente. Ahora había llegado su turno y no pensaba pasarlo por alto.
—No estoy bromeando —susurró.
—¡Joder, Hazz! —Louis respiró hondo y se acercó a Harry, encerrándole la cabeza entre las manos—. Durante años ésta ha sido una de mis fantasías recurrentes. Chúpamela.
Cuando lo condujo hacia su turgente pene, Harry abrió la boca, consciente de que él observaba cada movimiento sin parpadear. Podía sentir su arrobada atención en todo el cuerpo. La excitación hizo que le palpitara el pene.
Lamió el glande tentativamente. Salado, almizclado, terrenal. Masculino. Se estremeció al notar el sabor de Louis en la lengua haciéndole ansiar más. Volvió a paladearle.
Él tensó las manos en su cabeza y contuvo la respiración.
—Estás tratando de matarme, ¿verdad?
No, pero no podía apartar la boca de su grueso miembro para decírselo. Así que cerró los labios en torno a la hinchada punta y negó con la cabeza, canturreando una dulce negación. Él sacudió las caderas y se estremeció.
—Tómame más profundamente, Hazza.
Se introdujo en la boca casi todo el miembro, deslizando suavemente los labios. No cabía la posibilidad de que pudiera tomarle por completo, así que se dedicó a rodearle con la lengua, lamiendo lo que podía, saboreando de nuevo el glande con una serie de pequeños lametazos antes de descender un poco más. Él volvió a estremecerse y Harry le clavó los dedos en los duros y tensos muslos. ¡Oh, Dios! Era como una roca por todas partes, pero, aunque ése era uno de sus atractivos, una de las cosas que más lo excitaba de Louis era la manera en que lo deseaba; la manera en que tensaba las manos en su pelo. Las susurradas maldiciones que no podía contener lo impulsaron a tomarle lo más profundo que podía una vez y otra, hasta que le notó en el fondo de la garganta.
Tenía la boca llena. De repente, sintió que no podía respirar. Le entró el pánico e intentó apartarle. Louis no se movió.
—Tranquilo, cariño. No vas a ahogarte. Me quedaré tan quieto como pueda. Respira por la nariz... Así... —Harry escuchó sus palabras pero no se tranquilizó hasta que él añadió—: no permitiré que te ocurra nada.
Y lo cumpliría; lo sabía. Con aquel pensamiento en la mente, se concentró en respirar por la nariz. Tomó aire. Tragó y notó de nuevo el glande en el fondo.
Louis maldijo de nuevo.
—¡Dios! Estoy intentando ser suave, de verdad, pero joder...
La inexperiencia de Harry era más que evidente. Había hecho alguna mamada estando borracho en la universidad e incluso habían criticado su técnica en una ocasión. Y Brad nunca había parecido tan excitado cuando le tomaba en la boca; quizá se había limitado a chuparle sin ganas.
Harry retrocedió y la húmeda erección salió de su boca.
—Siento no saber hacerlo mejor. No he practicado con frecuencia.
Louis sonrió de oreja a oreja.
—Hazz, no podrías hacerlo mejor, pero me encanta saber que soy uno
de los pocos que ha estado en tu boca. —Le acarició suavemente la mejilla—. Ábrela bien y saca la lengua.
Obedeció al instante, en parte excitado ante la suave orden. Louis se introdujo por sí mismo y friccionó la dura carne sobre su lengua.
—No te muevas —pidió él—. Quiero observar esto.
Poco a poco, deslizó la erección sobre la lengua, frotando el empapado glande, el tallo, toda la sedosa longitud, hasta que chocó contra el fondo de la garganta otra vez.
—Ahora cierra los labios en torno a mí.
Harry no vaciló, albergó la cálida carne en su boca y gimió.
—Muy bien. Quiero follarte la boca. Si es demasiado, chasquea los dedos, ¿de acuerdo?
Apenas le dio tiempo a asentir antes de que Louis comenzara a marcar un ritmo abrasador entre sus labios. Volvió a enredarle los dedos en el pelo mientras gemía y se deslizaba sobre su lengua hasta golpear la glotis una y otra vez.
Se empapó del sabor de Louis. Su olor le inundó cada poro.
—No puedo parar, Hazz. ¡Dios mío!, me vas a matar. ¡Sí, cariño! Oh, sí... joder... No duraré. Ahora traga, traga cada gota.
Harry se tensó. Jamás había tragado nada. Las pocas veces que había llegado al final de esa manera siempre había escupido discretamente en el lavabo o en un vaso. Pero pensar en tener esa intimidad con Louis, en que podía complacerle así, lo ponía nervioso, aunque no lo asustaba.
Le chupó con más fuerza, succionando cuando Louis se impulsaba para crear todavía más fricción con la lengua en toda la longitud, rozándose contra sus dientes.
—¡Ya! Estoy... ¡Joder! —Le tiró del pelo cuando comenzó a latir en su lengua—. ¡Dios!
Al notar los veloces y salados chorros en la garganta, cubriéndole la lengua, al sentir que Louis se estremecía y susurraba «Hazza, cariño, sí...», se vio inundado por una emoción que no pudo explicar. Decir que era felicidad era demasiado simple, tampoco era orgullo. Era una profunda conexión, la satisfacción de haberle proporcionado lo que más deseaba.
Siguió succionándole suavemente, lamiendo el miembro de arriba abajo. Louis le acunó la cabeza antes de acariciarle el pelo, peinando los finos mechones durante un buen rato antes de salir de su boca.
Cuando Harry buscó sus ojos, vio en ellos una mirada deslumbrada y feliz. Ahora estaba relajado. Era tan impresionantemente guapo cuando sonreía que la imagen resultaba casi dolorosa.
Louis suspiró, se inclinó y lo besó en la punta de la nariz antes de dejarse caer en la cama con una temblorosa sonrisa.
—Ha sido... estupendo. No: increíble. —Se giró hacia Harry y le acarició la cabeza con una mano mientras lo miraba—. Lo necesitaba.
Harry se sintió feliz. Estaba encantado de haberle proporcionado una liberación que no fuera por su propia mano.
—¿No permites que los sumisos te hagan esto en el club?
Louis negó con la cabeza.
—La última vez que lo intenté, estuve más de veinte minutos sin eyacular. Sabía que no sería capaz, así que abandoné. Era culpa mía, no de él.
Unas conflictivas emociones lo inundaron: orgullo por haberlo logrado, por haber tenido éxito donde otros habían fallado y celos de que otros hombres le hubieran albergado en su boca. No era racional ni justo. Lo cierto es que era Louis quien tenía más motivos para estar celoso. Harry se había comprometido, había mantenido relaciones sexuales durante los últimos años. Sentirse posesivo con Louis no era precisamente lógico.
Imaginó que, al ayudarle a superar lo que le ocurría, era natural sentirse tan cerca de él; sobre todo cuando tenía su olor y su sabor todavía en la boca, y él estaba tumbado a su lado, observándolo fijamente. Parecía el momento correcto para poner fin a la aflicción que les envolvía a los dos, para saber que, de una vez por todas, podrían enfrentarse a la vida.
—Te has quedado muy callado y ensimismado. ¿Te he perdido ya?
Harry negó con la cabeza.
—Es sólo que ha sido un día trascendental.
Louis se estremeció.
—Dos orgasmos, una azotaina en las nalgas, ser acariciado por un desconocido y una ruptura sentimental. Si estás demasiado cansado para más, me sentiría satisfecho haciéndote disfrutar con la lengua antes de dejarte dormir. ¿Qué es lo que tú quieres, Hazza?
Un motel cercano. Viernes por la noche.
Con el pelo todavía mojado por la reciente ducha, Harry se peinó los mechones con los dedos mientras rebuscaba en el interior de la maleta con la otra mano. Sacó una camiseta azul y unos pantaloncillos para dormir y se quedó mirando la maleta a sus pies mientras fruncía el ceño. ¿Sólo había reunido esas pertenencias en el año que había vivido con Brad? Entró con lo puesto y había salido casi de la misma manera. Nada de lo que allí había le pertenecía. No había comprado ni una silla con él. Caramba, ni siquiera una tostadora.
¿Qué decía eso de su relación? ¿Que inconscientemente sabía que no duraría?
Dejó caer la tapa de la maleta y se pasó la camiseta por la cabeza y se puso unos pantaloncillos. Se sirvió un poco más de vino en uno de los vasos de plástico del motel e hizo una mueca. Prefería emborracharse con tequila, pero al estar en un pueblo que sólo permitía la venta de cerveza y vino, no tenía mucho donde elegir. Sin embargo, tras haberse ventilado la mitad de la botella, no podía decir que se sintiera mejor.
Tampoco es que se sintiera mal, sólo algo entumecido. Y ése era el problema. Se había corrido dos veces en el mismo día con un hombre en el que se negó a pensar durante años; y haber perdido a su prometido, sin mencionar el hecho de que había aparecido un cadáver relacionado con su misión, debería de hacerle sentir algo. Se preguntó si lo que realmente le ocurría era que llevaba años sin sentir.
Todo giraba alrededor de Louis. De alguna manera, a pesar de los kilómetros y los años, él lo había mantenido apresado sin ni siquiera tocarlo. Y ahora estaba de vuelta en su vida. De hecho, durante una semana sería el centro de su mundo. ¿Llegaría al final sin haber perdido la razón?
Quería hablar con Louis; preguntarle. Pero no era prudente. ¿Y si saber la verdad hacía que le deseara más? Si le aceptaba ahora, ¿cuán destrozado quedaría cuando volviera a abandonarlo? Después de todo lo que él había tomado de Harry, de todo lo que Harry le había dado, no estaba preparado para descubrir su alma. Sin embargo, estaba a punto; lo notaba. Le estaba pasando lo mismo que cuando era adolescente: no podía ocultarse de él. Louis era su debilidad, probablemente lo sería siempre.
Apuró el vino. Ojalá aquel líquido le hiciera efecto de una vez.
Resonó un golpe en la estancia, sobresaltándolo. Alguien acababa de llamar a la puerta.
Nadie sabía que estaba allí, ni siquiera Adam. A su padrastro no le gustaría lo ocurrido. Había cancelado la cena que tenía prevista con él porque sabía que consideraba a Brad perfecto y a Louis la semilla de Satanás, y no tenía energía para andar disculpándose y defendiendo sus acciones. ¿Quién llamaría a su puerta a las diez de la noche?
Se acercó de puntillas y miró a hurtadillas por la mirilla. Era Louis. Estaba vestido con una camiseta negra y llevaba una bolsa del supermercado. Por un momento Harry consideró no abrirle la puerta, pero él sabía que estaba allí y no se iría.
Con un suspiro, abrió una rendija y miró a través de ella.
—¿Qué haces aquí?
—Soy un Amo; mi trabajo es encargarme de ti.
Eso era lo último que Harry quería oír.
—Sólo cuando estamos trabajando. Sé cuidarme solo. Puede que hayas sido mi guía durante todo el día, pero no necesito que estés conmigo por la noche, mangoneándome y diciéndome lo que...
—No he venido a darte órdenes, Hazz. —Apretó la bolsa con fuerza—. Te traigo algunas cosas; he pensado que podrías necesitarlas.
Sin otra palabra, él le tendió la bolsa. La curiosidad pudo más que Harry cuando la tomó y echó una mirada al interior de la misma; vio un botellón de agua, un cepillo de dientes, pasta dentífrica, hilo dental, champú y un cepillo.
Lanzó a Louis una mirada inquisitiva y él se encogió de hombros.
—No sabía si habrías podido recoger tus cosas en casa de Brad y no me gustaba imaginarte solo en un supermercado por la noche. En especial en esta zona.
Harry se sintió conmovido.
—Pude recoger todas mis cosas, pero te lo agradezco igualmente. Pasa.
Harry retrocedió y él entró despacio, deteniéndose de inmediato al ver el desorden y la sencillez de la estancia. Le vio fruncir el ceño.
—Esto es... No, Hazz, ven a mi casa. Te prometo que no te tocaré si no quieres, pero esto no...
—Está bien. —Harry se sorprendió al notar que él parecía realmente preocupado. Dejó la bolsa del supermercado en la mesa de fórmica—. Ya sé que no es el Ritz, pero Misty me dijo que no tenía mala reputación. La puerta tiene un montón de cerrojos y hay pestillos en las ventanas. Nadie podrá entrar ni hacerme daño.
Louis respiró hondo y permaneció en silencio; era evidente que estaba perdido en sus pensamientos.
—¿Ves? Esta es otra razón por la que me gustaría ser tu Amo de verdad. Podría ordenarte que vinieras conmigo; así podría dormir pegado a tu cálido cuerpo sabiendo que estás a salvo.
«¿Otra razón?»
—Soy agente del FBI, ¿recuerdas?
—Pero también eres una hombre hermoso en un mundo lleno de depredadores.
Harry se conmovió de nuevo.
—Estaré bien. De veras.
—Sí. Eres listo y capaz, lo sé. He venido más que nada para quedarme tranquilo. Gracias por seguirme la corriente.
—Eres muy distinto fuera del club.
Louis encogió los hombros y esbozó una sonrisa casi tímida.
—No soy un Amo las veinticuatro horas del día. En el club, los sumisos saben que deben obedecerme o recibirán un castigo. Fuera del club soy un tipo normal; con preocupaciones, pensamientos y... pesares, como todos.
Él iba a hacer algún tipo de alusión de carácter personal y una parte de Harry no quería detenerle.
Le tembló la mano cuando se sirvió otro vaso de vino; alzó la bebida.
—¿Te apetece uno?
—No, gracias. No quiero imponerte mi presencia. —Louis se giró hacia la puerta.
Harry no se detuvo a preguntarse por qué, pero sabía que no estaba preparado para que se fuera.
—¿Louis?
Él se dio la vuelta.
—¿Necesitas algo, cariño?
Antes de pensarlo dos veces, asintió con la cabeza.
—Respuestas.
Se sentó en el borde de la cama y le observó mientras él se acomodaba con medidos movimientos en una fea silla de plástico verde.
—Dispara.
Santo Dios, ¿por dónde comenzar? Había sido un día muy largo y azaroso, pero era lo que le había dicho Zayn lo que no podía quitarse de la cabeza. ¿Cuánto de lo que le había contado sería cierto?
—¿Qué es lo que significa de verdad el tatuaje que tienes en las costillas? Sé que me lo has dicho, pero...
—Eso no importa. —Louis ladeó la cabeza y apartó la mirada—. ¿Qué me dices de lo ocurrido en el instituto? ¿No quieres saber la verdad?
Harry llevaba doce años jurándose a sí mismo que Louis era un tema superado. Ahora, sabía que había estado engañándose. Brad lo había acusado de entregarse a Louis y tenía razón. Él le había hecho recordar otra vez lo que era sentir, desear y sufrir. Había sido golpeado por una avalancha de emociones. ¿Podría ser que hubiera dejado a Brad porque esperaba de manera inconsciente que la relación con Louis floreciera de nuevo?
Sonaba absurdo, pero Harry no podía negar que Louis le seguía resultando más atractivo que ningún otro hombre.
Sabía que tarde o temprano tendría que escuchar sus explicaciones, pero quería ser él mismo quien llevara la voz cantante en la conversación.
—¿Tienes más tatuajes?
Él se quedó inmóvil y lo miró con precaución.
—Sí. Estoy en la Marina, me he emborrachado más de una vez y ya sabes...
—¿Lamentas habértelos hecho?
La tristeza de su mirada borró cualquier frivolidad.
—No. Hazz, pregúntame sobre nuestra ruptura.
Louis le había prometido que no se lo explicaría hasta que le preguntara y estaba tratando de cumplir su palabra. Harry se mordisqueó los labios. ¿Y si había una explicación para todo lo ocurrido? ¿Qué ocurriría si lo que le contaba hacía que le perdonara? Tras la magnitud de la traición sufrida años atrás, ¿sería capaz de hacerlo? Estaba seguro de que sería más fácil —y más seguro para su corazón— seguir furioso con él.
«Pero quizá —susurró una voz en su mente—, no sea lo más realista.»
—¿Es cierto que no has mantenido relaciones sexuales con nadie en los últimos cinco años?
—Maldito Zayn. —Louis cerró los ojos—. ¿Hay algo que no te haya contado?
—Si lo que dijo es cierto, no se guardó demasiado.
Louis se levantó y se acercó a la ventana para mirar fijamente hacia el aparcamiento desierto. Un momento después, pareció tomar una decisión y regresó junto a Harry.
—Sí, es cierto. Incluso antes las mantenía con... poca frecuencia.
Cuando Zayn le confesó aquel secreto, Harry estuvo seguro de que el tipo se había vuelto loco. Escuchar la confirmación de boca de Louis le dejaba la mente en blanco.
—¿Por qué? En el instituto te encantaba el sexo. Si los rumores eran ciertos, andabas todo el día a ello.
—No sé qué escuchaste entonces exactamente, pero sí. Me aproveché descaradamente de ser el quarterback del equipo y el más alto del curso. Estaba convencido de que si lograba que una chica o un chico se sintiera especial, no sería difícil llevármelo a la cama.
Harry hizo una mueca.
—Santo Dios, eras un cerdo.
Louis se encogió de hombros y la camiseta negra se ciñó suavemente a los anchos hombros y al pecho musculoso.
—Tenía dieciséis años. Estoy seguro de que era un cerdo hasta que te conocí a ti.
Harry puso los ojos en blanco.
—Hace mucho tiempo de aquello. Y no creo ni por un minuto que te impresionara demasiado. Después de que rompiéramos, apenas tardaste más que unas horas en volver a la cama de Brittany.
—Estaba borracho y enfadado. —Tragó saliva—. Después me sentí vacío. Cuando ella se fue... Lloré.
Harry se levantó de golpe y miró fijamente su expresión tensa. Había supuesto que se reiría y no esperaba tal seriedad. La sorpresa lo atravesó de arriba abajo.
—El patrón se repitió bastantes veces a lo largo de los años siguientes. Conocía a alguna chico y hacía que cayera en mis redes. Desde el principio me di cuenta de que me sentía fatal después de mantener relaciones sexuales. Luego comencé a sentirme mal cuando íbamos por la mitad. Dejé a un montón de chicos a medias, los mandaba a casa preguntándose por qué no había follado con ellos. —Se encogió de hombros—. Masturbarse era más fácil, implicaba menos emociones.
«Entonces conocí a Mitchell Thorpe y descubrí el BDSM. Se abrió un mundo nuevo ante mí. De repente lo controlaba todo. Las hombres no esperaban sexo. Me di cuenta de que podía absorber la energía de los sumisos y usarla más tarde para alcanzar el orgasmo masturbándome. Funcionó.
—Louis... —Santo Dios, su vida había cambiado por completo tras romperle el corazón. ¿Por Harry? ¿De verdad? No sabía qué decir.
Louis se acercó y colocó su mano sobre la nuca del hombre al que amaba; la calidez de la palma hizo que le ardiera la piel.
—Funcionó hasta que volví a verte. Jamás te olvidé. Hace una semana no podía encontrar ningun hombre que me tentara a hacer el amor con él. Pero fue mirarte una sola vez, incluso antes de saber que eras tú, y sólo pude pensar en sumergirme en tu interior y no dejarte jamás. —Le pasó el pulgar por la mejilla—. Eso es lo que pienso cada vez que te miro, Hazz.
Un escalofrío la atravesó de arriba abajo. ¿Hablaba en serio? El chico que una vez le amó quiso saltar hacia él, rodearle con los brazos y ofrecerle cualquier cosa que él necesitara para volver a sentirse entero. El hombre que era, el que había ardido bajo sus manos hacía unas horas, no estaba segura de qué creer. El día que tomó su virginidad, Louis le dijo una y otra vez que lo amaba. Apenas veinte horas después, le rompió el corazón y se fue con una chica a la cama.
—No estuvimos juntos el tiempo suficiente como para que te colgaras de esa manera, y fuiste tú el que me dejaste a mí...
—Sí, lo estuvimos. —Louis cerró los ojos—. Creo que yo también dejé huella en ti. Hazza, por favor, pregúntame por qué rompí contigo.
Harry se estremeció. Era la pregunta del millón. Si se la hacía, temía que todo cambiaría, que la respuesta podía hacerlo caer en picado una vez más. Conseguir ser accesible para Brad, no sólo física sino emotivamente, había sido todo un logro. En la universidad sólo conseguía mantener relaciones sexuales cuando bebía de más; sobrio no permitía que nadie lo tocara. Sólo había sido capaz con Brad.
Y ahora él ya no estaba.
Pero, si no hacía la pregunta, ¿sabría alguna vez por qué a Louis le había afectado tanto su ruptura? Quizá los dos necesitaban desprenderse del pasado para seguir adelante.
Eso no quería decir que no temiera escuchar la respuesta.
—Bueno. Vale, Louis, dímelo. —Su voz se convirtió en un hilo cuando comenzaron a caerle las lágrimas. Estaba aterrorizado—. ¿Por qué?
—Gracias. —Se dejó caer sobre la cama y lo llevó consigo, rodando hasta que Harry tuvo la espalda contra el colchón y el cuerpo de Louis encima del suyo. Él apretó la frente contra la suya y respiró hondo.
—Louis... —Tenerle cerca era tan bueno que apenas podía respirar.
—Harry, tuve que protegerte. El psicópata que mató a mi madre me envió más de una nota amenazando con matarte si no te dejaba. Aquel día llegaste tardísimo al instituto y con el brazo roto... —Louis le contó toda la historia. Al principio las palabras fluyeron despacio, como si le costara hablar, aunque según relataba todo lo que había ocurrido, Harry pudo sentir como suyos los sentimientos y la angustia de Louis.
Cuando terminó, Harry parpadeó; tenía los ojos llenos de lágrimas. Si le hubiera contado antes esa historia, se la habría lanzado a la cara llamándole mentiroso. Habría pensado que era algo que él ideó durante años con intención de meterse de nuevo entre sus piernas. Ahora, considerando el tormento que tensaba sus rasgos, le creyó.
—¿Por qué no se lo dijiste a la policía? ¿Por qué no me lo contaste?
—No quise arriesgarme. Eras demasiado importante para mí. —Le acarició la mejilla—. Habría hecho cualquier cosa para protegerte, pero sólo tenía dieciséis años, no se me ocurrió nada más. Por favor, entiéndelo.
Por raro que pudiera parecer, y dadas las circunstancias y su edad, lo hizo. Y se sintió sobrepasado y conmovido por sus palabras. Pensó en el tiempo que nunca habían tenido juntos, en todas las cosas que jamás habían podido hacer... La relación podría no haber tenido un final feliz, pero, ¿no se habrían ahorrado los dos mucho sufrimiento si aquella nota no hubiera aparecido en la almohada de Louis y la relación hubiera llegado a su conclusión natural?
—Tu madre era una mujer muy agradable. Lo siento. ¿No llegaron a atrapar al asesino?
Louis negó con la cabeza con profundo pesar.
—Es un caso sin resolver. Un detective novato intentó abordarlo hace cuatro años. Nos llamó por teléfono, interrogó a algunos viejos vecinos, preguntó a compañeros de trabajo de mi madre. Una de sus vecinas dijo que creyó ver entrar a un hombre en el apartamento, pero era mayor y estaba un poco senil. Mi madre jamás mencionó que se viera con nadie, ni a mí, ni a sus vecinos, ni a sus compañeros de trabajo. No había huellas en la escena, ningún rastro de ADN. Supongo que se trató de un psicópata que eligió a mi madre al azar, pero la policía tampoco se tropezó con ningún caso similar. —Cerró los ojos con fuerza y su rostro mostró un profundo pesar—. Nunca olvidaré lo que sentí al llegar a su casa, iba dispuesto a contarle lo nuestro y me la encontré muerta.
Harry lo sintió por él. Con sólo dieciséis años, Louis había tenido que enfrentarse a una prueba muy dura. Y cuando todavía no la había asimilado, recibió una nota del asesino advirtiéndole que se mantuviera alejado de Harry o tendría el mismo final que su madre. No podía echarle en cara las decisiones que tomó.
—Hazz, si todo hubiera sucedido como yo quería, habríamos seguido juntos. Habríamos asistido juntos al baile de graduación y hubiéramos recogido juntos el título. —Se encogió de hombros—. Tendríamos una vida en común.
Una parte de Harry quería creerlo, pero después de todo lo que había ocurrido, no podía imaginar esa realidad alternativa.
—¿Por qué no intentaste volver a hablar conmigo después de que enterraran a tu madre?
—Cambiaste el número del móvil y sólo podía llamarte a casa de tu padrastro.
Y Harry siempre le había dicho a Adam que respondiera al teléfono y se deshiciera de él. —Podrías haber ido a visitarme.
—Lo intenté. ¿Recuerdas lo que pasó aquellas navidades? Me diste con la puerta en las narices.
Cierto.
—Jamás conoceremos el camino que hubieran seguido nuestras vidas si las cosas hubieran sido diferentes. Puedo entrenarme para ser un sumiso, incluso puede ser cierto que tenga ciertas inclinaciones sumisas, pero dudo que pudiera vivir así.
—Claro que podrías, cariño; bajo las circunstancias correctas. No sería en un club si eso no te gusta. Yo sólo quiero estar contigo. Te prometo que sería el Amo más cariñoso del mundo.
—¿No crees que eso es una contradicción? ¿Qué significa exactamente? ¿Qué me darías las órdenes con ternura? —Harry arqueó una ceja con incredulidad.
—Sí. Pídemelo, Hazza, y te enseñaré lo que quiero decir exactamente.
Sus palabras, unidas al calor de su cuerpo sobre el de Harry, lo hicieron estremecer.
—Hoy he perdido a mi prometido; me han pasado demasiadas cosas. Y quizá... todo eso que dices sentir no sea por mí en particular. Está también el otro incidente que...
—Sé de sobra lo que sucedió. Lo que hay en mi corazón —gruñó con ferocidad, cerrando los puños sobre la colcha barata—. Eres tú. Siempre has sido tú.
Aquello sonaba casi romántico y el hombre que era quería creer aquellas palabras. Pero parecía imposible. Sí, había sufrido por Louis pero, ¿también él lo había hecho por Harry?
¡Oh, Santo Dios! La confesión que iba a hacer lo dejaría desnudo ante él, pero Louis había sido honesto ¿cómo no iba a serlo?
—Visité a un psicólogo poco después de la universidad. Acudí a él al menos durante dos años. Me sugirió que la repentina ruptura que sufrimos cortó lazos que debían haberse roto poco a poco. Me insinuó que quizá sólo necesitaba cerrar el asunto naturalmente. Quizá eso sea lo que tú necesitas también. Quizá lo que tenemos que hacer es discutir a fondo sobre ello y saber que...
—No. Sé lo que necesito. Lo que siempre he necesitado. —Louis contoneó las caderas sobre sus muslos, forzándolo a separar las piernas hasta que acomodó el miembro contra su pene—. Hazz, te necesito a ti.
Entonces, Louis comenzó a mecerse sobre Harry, encendiendo su cuerpo con sensaciones que se correspondían perfectamente con las emociones que Harry sentía en su interior. Harry cerró los ojos. Oh, sería tan fácil ceder. Él lo deseaba. A veces, perdido entre las lágrimas y el odio, había imaginado cómo sería hacer el amor con Louis otra vez. Pero nunca, ni siquiera en sus más salvajes fantasías, hubiera imaginado que surgiría la oportunidad.
Se humedeció los labios.
—Louis, en serio. Quizá confundas alguna vieja emoción con la necesidad de sentir amor real. Algún día te enamorarás de la persona adecuada y...
—¿Crees que nunca me he enamorado? Cariño, jamás dejé de amarte.
A Harry se le desbocó el corazón. Y algo que parecía alegría corrió a toda velocidad por sus venas como una droga intoxicante. Tuvo que respirar hondo y detenerse. La cara de Louis reflejaba honradez, al menos él creía lo que decía; pero, ¿cómo podría tener la seguridad? Si lo que decía era cierto, nunca había tenido más relaciones, así que era posible que se hubiera obsesionado con Harry porque era el último chico al que intentó amar. Quedaban muchas cuestiones sin resolver entre ellos e, incluso dejando a un lado el BDSM, sus vidas iban en direcciones diferentes. Puede que Harry sintiera algo por Louis, pero estar con él al poco tiempo de cortar con Brad era... saltar de la sartén al fuego.
Pero tampoco era insensible a su dolor. Quizá Harry pudiera echarle una mano para seguir adelante. Tal vez sería bueno que los dos echaran el cierre que su relación nunca había tenido.
—Bésame, Louis. —Cuando notó que él se tensaba, añadió—: Por favor.
—Si empiezo, Hazz, no podré detenerme. —Le pasó la mano por el pelo, le acarició el hombro, la curva del pecho antes de seguir hasta la cintura.
—¿Estás seguro? Llevas cinco años sin... —«¿Podría hacerlo? ¿Sentiría luego aquel vacío, como le pasaba con todas las demás?»
—Oh, me muero por demostrarte que contigo todo será, simplemente, maravilloso.
—Entonces, bésame —repitió Harry.
Se preocuparía del mañana cuando llegara. Esta noche estaría con él, intentando sanar su dolor, cicatrizar el de si mismo. Lou había hecho algo increíble para protegerlo hacía muchos años. Podía desear que le hubiera dicho lo que estaba ocurriendo pero, a fin de cuentas, era joven y actuó como consideró más conveniente, aunque le había hecho pedazos el corazón en el proceso.
Era evidente que si le importaba, pero de ahí a hablar de amor eterno...
Iban a estar juntos hasta que Harry se infiltrara. Quizá sería más conveniente, para los dos, pasar el resto de la semana juntos; entrenarse duramente durante el día y solucionar los asuntos pendientes por la noche. Quizá al final de la semana ambos estuvieran listos para seguir adelante con sus vidas; cuerdos, felices y enteros.
—Hazza, cariño... —Louis respiró hondo y luego posó su boca sobre la de él.
El beso fue suave como un pétalo de rosa. Harry supo que Louis se contenía cuando se hundió en su boca lentamente, casi como si temiera asustarlo.
Cuando le rozó con la lengua el labio inferior, tanteando la entrada en su boca, Harry la abrió. No había otro lugar en el que quisiera estar esa noche más que allí, con Louis. Quizá no significara que fueran a estar juntos para siempre, pero cada vez que lo tocaba sentía que la unión entre ellos se hacía más fuerte. Como si una Enea invisible hubiera permanecido intacta entre ellos, inalterable con el paso de los años.
Louis gimió, entonces llevó la mano al borde de la camiseta y se lo deslizó por su pecho antes de subirlo bruscamente para dejarle el torso al descubierto. El aire frío impactó en sus pezones, arrugándolos. Él cubrió el pequeño brote con los dedos y lo pellizcó. Luego lo miró con ardientes ojos azules, jadeando.
—Quítate el resto.
Aquélla era su voz de Amo. Harry conocía muy bien el tono, ronco y sedoso. Su pene se endurecio al tiempo que asentía con la cabeza.
Él se alzó un poco sobre Harry, dejándole el espacio suficiente para quitarse el pantaloncillo por sus piernas. Luego lo usó para cubrirse.
Louis deslizó la mirada por su cuerpo. Seguramente la arrugada prenda no lograba ocultarle su dura erección.
—Joder, Hazz! Apenas puedo esperar a estar dentro de ti, cariño. Dame el pantaloncillo.
Aquellas palabras dichas en voz baja, con tono de mando, hicieron que le diera un vuelco el corazón antes de derretirse por completo. Ninguno de los amantes que había tenido lo había hecho sentirse tan hermoso y deseable como Louis.
Le asombró sentir que se ruborizaba cuando le dio la breve tela.
—¿Podemos apagar la luz?
Louis negó con la cabeza.
—Voy a disfrutar mucho viendo cada una de tus expresiones mientras estoy profundamente enterrado en tu cuerpo.
Preso de la excitación, Harry observó cómo arrojaba la prenda lo más lejos posible. A pesar de que la anticipación se había adueñado de su cuerpo, se rió.
—¡Eh! —se defendió Louis—. Si por mí fuera, lo quemaría. De todas maneras, me aseguraré de que no lo necesites durante el resto de la noche.
Harry se estremeció.
—Bésame, Louis. No digas una palabra más.
—Sí, señor —prometió, antes de enredar la mano en su pelo y sostenerle la cabeza con los dedos para acercarlo a él.
En esta ocasión, su boca se amoldó a la de Harry con firmeza. No se limitó a seducirlo con un beso; asumió el mando, separándole los labios con los suyos, saboreándolo en un interminable enredo de bocas y lenguas que lo hizo jadear y pegarse a él. Le rodeó los anchos hombros con los brazos y le clavó los dedos en los duros músculos de la espalda cuando se colocó entre sus piernas y comenzó a acariciarlo de pies a cabeza.
Lo rozó con los labios. Harry se estremeció al notarlos en el cuello, en el sensible lugar donde éste se urna al hombro. Luego lo besó en la clavícula mientras le masajeaba un pezon con la mano. Una lánguida corriente de miel ardiente atravesó su sangre al tiempo que sentía que el latido de su corazón se sincronizaba con el de Louis. Incluso pareció como si su piel quisiera hacerse una con la suya.
—He imaginado esto tantas veces... —susurró Louis contra su carne—. Desde el día que te conocí, fantaseé con desnudarte y acariciarte durante horas enteras, quería explorar cada rincón de tu cuerpo una y otra vez.
Aquellas palabras lo hicieron temblar, pero sólo gritó y se arqueó hacia él cuando notó que cerraba los labios en torno al duro pezón. Al instante, lo rodeó con un brazo y lo sostuvo contra su cuerpo.
—Cuando me emborrachaba o me sentía realmente solo, me permitía pensar en ti. No sabes la cantidad de veces que he rodado en la cama deseando encontrarte allí.
La sinceridad que destilaban sus palabras hizo que quisiera llorar.
—Yo también pensaba en ti, pero cuando me daba cuenta de lo que estaba haciendo me obligaba a dejar de hacerlo. Sin embargo, algunas veces no podía. Recordaba la manera en que me hiciste sentir; amadado, como... alguien especial. Nadie me ha hecho sentir así.
—Hazz, eres especial. No permitiré que lo olvides nunca.
Se le llenaron los ojos de lágrimas y los cerró con fuerza. Si continuaba hablándole de ese modo no podría retener nada; ni siquiera querría hacerlo. Sólo desearía aferrarse a él y fingir que los últimos doce años no habían existido. Simularía que realmente podían vivir un cuento de hadas.
Algo que, sin duda, haría que volviera a rompérsele el corazón.
Harry forzó una sonrisa descarada.
—Cállate y quítate la ropa.
Él se detuvo y sonrió.
—Estás muy mandon esta noche, cariño. Si no tienes cuidado, lo pagarás mañana.
Harry se encogió de hombros, pero la pasión corría por sus venas, latía entre sus piernas. Jamás hubiera considerado que le gustaban los castigos, pero si era Louis quién se los administraba, la idea le resultaba terriblemente excitante.
Sin embargo, él acató su orden y se pasó la ceñida camiseta negra por la cabeza. Como cada vez que veía su torso bronceado y musculoso, se le secó la boca.
—¿Vas a decirme lo que pone realmente aquí? —inquirió, pasándole el dedo por la inscripción en japonés que cubría sus costillas.
—¿Cuánto estás dispuesto a compartir tú?
Louis respondió con una pregunta que flotó ante Harry como un cebo, como esperando que expusiera todos sus secretos ante él.
Harry no podía mentir ni decir que no estaba excitado o... aterrado.
Louis suspiró.
—Entiendo que no puedas compartir todo conmigo esta noche, Hazz. Ha pasado mucho tiempo, y Brad... Sé que acabas de romper con él. Lo único que te pido es que te entregues tanto como puedas.
Hacía que pareciera que aquello era significativo, casi trascendental; no el cierre de nada. Harry tragó saliva. Finalmente Louis también se daría cuenta; aunque había habido algo maravilloso entre ellos, ahora ya no era importante.
¿O sí lo era?
Harry se mordisqueó el labio inferior.
—¿Hay algo que tú no compartirías conmigo?
—No. Yo voy a entregarme por completo hasta donde tú me lo
permitas.
Lo que provocó una nueva marea de deseo. Si hacía caso a Zayn, Louis no había compartido nada de sí mismo durante años. Que se sintiera diferente con Harry encendía en su pecho una tierna y peligrosa llama. Harry sabía que no debería ser más que la manera de sanar una herida, pero no podía negar que una parte de si mismo quería más.
Sin añadir ni una palabra, Louis se puso en pie y se desabrochó los vaqueros, luego los deslizó por las caderas junto con el bóxer. Las delgadas caderas, los prominentes huesos de la pelvis y el oscuro vello púbico aparecieron ante Harry antes que su miembro. Harry parpadeó.
No le había visto cuando tomó su virginidad. A los dieciséis años, mirarle le había dado demasiada vergüenza. Aquel momento entre ellos estuvo preñado de sensibilidad, pero ahora sabía por qué al principio le dolió tanto. Louis tenía una erección gruesa y poderosa. Se erguía orgullosa con el ancho glande que tan fascinante le resultaba. Tenía, con diferencia, la polla más grande que hubiera visto nunca.
De manera inconsciente se relamió los labios con nerviosismo. Louis gimió.
—Cariño, no bromees con esto. Me vas a matar.
Al instante Harry supo lo que quería: disfrutar de la oportunidad de
volverle loco. Desde que entró en su mazmorra él lo había torturado sensualmente. Ahora había llegado su turno y no pensaba pasarlo por alto.
—No estoy bromeando —susurró.
—¡Joder, Hazz! —Louis respiró hondo y se acercó a Harry, encerrándole la cabeza entre las manos—. Durante años ésta ha sido una de mis fantasías recurrentes. Chúpamela.
Cuando lo condujo hacia su turgente pene, Harry abrió la boca, consciente de que él observaba cada movimiento sin parpadear. Podía sentir su arrobada atención en todo el cuerpo. La excitación hizo que le palpitara el pene.
Lamió el glande tentativamente. Salado, almizclado, terrenal. Masculino. Se estremeció al notar el sabor de Louis en la lengua haciéndole ansiar más. Volvió a paladearle.
Él tensó las manos en su cabeza y contuvo la respiración.
—Estás tratando de matarme, ¿verdad?
No, pero no podía apartar la boca de su grueso miembro para decírselo. Así que cerró los labios en torno a la hinchada punta y negó con la cabeza, canturreando una dulce negación. Él sacudió las caderas y se estremeció.
—Tómame más profundamente, Hazza.
Se introdujo en la boca casi todo el miembro, deslizando suavemente los labios. No cabía la posibilidad de que pudiera tomarle por completo, así que se dedicó a rodearle con la lengua, lamiendo lo que podía, saboreando de nuevo el glande con una serie de pequeños lametazos antes de descender un poco más. Él volvió a estremecerse y Harry le clavó los dedos en los duros y tensos muslos. ¡Oh, Dios! Era como una roca por todas partes, pero, aunque ése era uno de sus atractivos, una de las cosas que más lo excitaba de Louis era la manera en que lo deseaba; la manera en que tensaba las manos en su pelo. Las susurradas maldiciones que no podía contener lo impulsaron a tomarle lo más profundo que podía una vez y otra, hasta que le notó en el fondo de la garganta.
Tenía la boca llena. De repente, sintió que no podía respirar. Le entró el pánico e intentó apartarle. Louis no se movió.
—Tranquilo, cariño. No vas a ahogarte. Me quedaré tan quieto como pueda. Respira por la nariz... Así... —Harry escuchó sus palabras pero no se tranquilizó hasta que él añadió—: no permitiré que te ocurra nada.
Y lo cumpliría; lo sabía. Con aquel pensamiento en la mente, se concentró en respirar por la nariz. Tomó aire. Tragó y notó de nuevo el glande en el fondo.
Louis maldijo de nuevo.
—¡Dios! Estoy intentando ser suave, de verdad, pero joder...
La inexperiencia de Harry era más que evidente. Había hecho alguna mamada estando borracho en la universidad e incluso habían criticado su técnica en una ocasión. Y Brad nunca había parecido tan excitado cuando le tomaba en la boca; quizá se había limitado a chuparle sin ganas.
Harry retrocedió y la húmeda erección salió de su boca.
—Siento no saber hacerlo mejor. No he practicado con frecuencia.
Louis sonrió de oreja a oreja.
—Hazz, no podrías hacerlo mejor, pero me encanta saber que soy uno
de los pocos que ha estado en tu boca. —Le acarició suavemente la mejilla—. Ábrela bien y saca la lengua.
Obedeció al instante, en parte excitado ante la suave orden. Louis se introdujo por sí mismo y friccionó la dura carne sobre su lengua.
—No te muevas —pidió él—. Quiero observar esto.
Poco a poco, deslizó la erección sobre la lengua, frotando el empapado glande, el tallo, toda la sedosa longitud, hasta que chocó contra el fondo de la garganta otra vez.
—Ahora cierra los labios en torno a mí.
Harry no vaciló, albergó la cálida carne en su boca y gimió.
—Muy bien. Quiero follarte la boca. Si es demasiado, chasquea los dedos, ¿de acuerdo?
Apenas le dio tiempo a asentir antes de que Louis comenzara a marcar un ritmo abrasador entre sus labios. Volvió a enredarle los dedos en el pelo mientras gemía y se deslizaba sobre su lengua hasta golpear la glotis una y otra vez.
Se empapó del sabor de Louis. Su olor le inundó cada poro.
—No puedo parar, Hazz. ¡Dios mío!, me vas a matar. ¡Sí, cariño! Oh, sí... joder... No duraré. Ahora traga, traga cada gota.
Harry se tensó. Jamás había tragado nada. Las pocas veces que había llegado al final de esa manera siempre había escupido discretamente en el lavabo o en un vaso. Pero pensar en tener esa intimidad con Louis, en que podía complacerle así, lo ponía nervioso, aunque no lo asustaba.
Le chupó con más fuerza, succionando cuando Louis se impulsaba para crear todavía más fricción con la lengua en toda la longitud, rozándose contra sus dientes.
—¡Ya! Estoy... ¡Joder! —Le tiró del pelo cuando comenzó a latir en su lengua—. ¡Dios!
Al notar los veloces y salados chorros en la garganta, cubriéndole la lengua, al sentir que Louis se estremecía y susurraba «Hazza, cariño, sí...», se vio inundado por una emoción que no pudo explicar. Decir que era felicidad era demasiado simple, tampoco era orgullo. Era una profunda conexión, la satisfacción de haberle proporcionado lo que más deseaba.
Siguió succionándole suavemente, lamiendo el miembro de arriba abajo. Louis le acunó la cabeza antes de acariciarle el pelo, peinando los finos mechones durante un buen rato antes de salir de su boca.
Cuando Harry buscó sus ojos, vio en ellos una mirada deslumbrada y feliz. Ahora estaba relajado. Era tan impresionantemente guapo cuando sonreía que la imagen resultaba casi dolorosa.
Louis suspiró, se inclinó y lo besó en la punta de la nariz antes de dejarse caer en la cama con una temblorosa sonrisa.
—Ha sido... estupendo. No: increíble. —Se giró hacia Harry y le acarició la cabeza con una mano mientras lo miraba—. Lo necesitaba.
Harry se sintió feliz. Estaba encantado de haberle proporcionado una liberación que no fuera por su propia mano.
—¿No permites que los sumisos te hagan esto en el club?
Louis negó con la cabeza.
—La última vez que lo intenté, estuve más de veinte minutos sin eyacular. Sabía que no sería capaz, así que abandoné. Era culpa mía, no de él.
Unas conflictivas emociones lo inundaron: orgullo por haberlo logrado, por haber tenido éxito donde otros habían fallado y celos de que otros hombres le hubieran albergado en su boca. No era racional ni justo. Lo cierto es que era Louis quien tenía más motivos para estar celoso. Harry se había comprometido, había mantenido relaciones sexuales durante los últimos años. Sentirse posesivo con Louis no era precisamente lógico.
Imaginó que, al ayudarle a superar lo que le ocurría, era natural sentirse tan cerca de él; sobre todo cuando tenía su olor y su sabor todavía en la boca, y él estaba tumbado a su lado, observándolo fijamente. Parecía el momento correcto para poner fin a la aflicción que les envolvía a los dos, para saber que, de una vez por todas, podrían enfrentarse a la vida.
—Te has quedado muy callado y ensimismado. ¿Te he perdido ya?
Harry negó con la cabeza.
—Es sólo que ha sido un día trascendental.
Louis se estremeció.
—Dos orgasmos, una azotaina en las nalgas, ser acariciado por un desconocido y una ruptura sentimental. Si estás demasiado cansado para más, me sentiría satisfecho haciéndote disfrutar con la lengua antes de dejarte dormir. ¿Qué es lo que tú quieres, Hazza?
Emmelie
Re: Me perteneces (Larry)
¡Hola! ¡Nueva lectora!
Espero que la continúes pronto.
Es una muy buena adaptación.
Espero que esto no termine mal. ambos han sufrido mucho. como para que algo mal pase, pero sospecho que algo va a pasar.
Sin mas que decir, me despido
¡Adiós!
Espero que la continúes pronto.
Es una muy buena adaptación.
Espero que esto no termine mal. ambos han sufrido mucho. como para que algo mal pase, pero sospecho que algo va a pasar.
Sin mas que decir, me despido
¡Adiós!
✿ Flawless ✖
Re: Me perteneces (Larry)
holaa, gracias por pasarte por la novela. Y tienes razón se vienen muchas cosas más! ;3✿ Flawless ✖ escribió:¡Hola! ¡Nueva lectora!
Espero que la continúes pronto.
Es una muy buena adaptación.
Espero que esto no termine mal. ambos han sufrido mucho. como para que algo mal pase, pero sospecho que algo va a pasar.
Sin mas que decir, me despido
¡Adiós!
muchos besitos :D
Emmelie
Re: Me perteneces (Larry)
CAPÍTULO 09
¿Estaba sugiriendo Louis que no hicieran el amor de verdad? Mejor dicho, ¿que no mantuvieran relaciones sexuales?
Por mucho que adorara la lengua de Louis —y se moría de deseo con sólo recordar la sensación de su boca llevándolo al clímax—, no era eso lo que quería. Además, no creía que pudieran seguir adelante hasta que no estuvieran otra vez realmente conectados.
—Prefiero sentirte en mi interior.
Los ojos azules de Louis se oscurecieron.
—Ven aquí, cariño.
Harry rodó hacia él.
—Déjame ver esos preciosos pezones.
Sonrojado, hizo lo que le pedía. Contuvo el aliento cuando él capturó uno con la boca al tiempo que pellizcaba el otro entre los dedos. La sensación palpitó directamente en su erección. Él apretó los dientes en torno al sensible brote y Harry se retorció de deseo.
—Separa las piernas —susurró contra su pecho.
Hubiera sido imposible no obedecerle. Lentamente, casi provocándole, abrió los muslos. Louis gruñó advirtiéndole, luego se colocó entre sus rodillas y lo forzó a separarlas más.
—Debería darte un azote por esto.
Harry hizo una mueca al oírle.
Lou sonrió ampliamente.
—¿Todavía te escuece, cariño?
—Un poco.
—Déjame ver...
Harry vaciló. Odiaba mostrar lo que consideraba un imperfecto trasero, pero en especial odiaba enseñárselo a Louis, que era la perfección física personificada. Sin embargo, sabía que él no dejaría de presionarlo hasta que lo hiciera. Con un suspiro, se puso boca abajo.
Louis siseó una maldición.
—Siento haberte magullado tanto, Hazz. No lo volveré a hacer.
—Sí, claro que lo harás. No te preocupes, me queda marca con facilidad, pero no me dolió. Bueno, no me dolió demasiado.
Louis le acarició suavemente las nalgas, luego lo hizo girar hacia él. Su expresión de preocupación lo conmovió más de lo que debería.
—Si alguna vez te hago daño de verdad, quiero que uses la palabra segura, ¿entendido?
—Sí. Pero soy un hombre maduro, sé cuidarme.
Louis asintió con la cabeza.
—Has avanzado mucho. Mucho más de lo que imaginaba; sobre todo teniendo en cuenta la manera en que ha cambiado tu vida. Estoy orgulloso de ti.
Las palabras de Louis no deberían significar nada para Harry. Estaban tratando de encontrar la manera de superar lo suyo y seguir adelante, pero sus alabanzas la calentaron por dentro.
—Gracias.
—Mientras tanto, intentaré compensar estas magulladuras. —Le pasó la mano sobre la dura erección. Harry era consciente de que estaba necesitado , pero la realidad resultaba casi embarazosa—. Parece que alguien está excitado.
Harry observó que su miembro se erguía duro y enorme otra vez y le señaló con el dedo mientras esbozaba una sonrisa descarada.
—Es evidente.
—Chico malo. Sí, definitivamente volveré a zurrarte. —Se colocó sobre Harry, cubriéndole los muslos, el vientre y el pecho con su cuerpo antes de hundir la cara en su cuello—. Pero no ahora.
Al sentirle encima, una oleada de calor recorrió sus venas como una droga. Le abrazó, le estrechó con fuerza. No era lo más apropiado, pero la ternura de Louis lo vencía. Cuando la desplegaba ante él, conseguía que todo fuera mucho más íntimo.
Louis aspiró, oliendo su fragancia.
—Mmm. Dulce y especiado, como a vainilla y chocolate. Me prometí a mí mismo que te lamería de pies a cabeza en cuanto tuviera la
oportunidad.
Comenzó a pasarle la lengua por el cuello, por el hombro, envolviéndola a cada paso en un fuego incandescente. Ella se estremeció.
Él siguió bajando por su cuerpo y le apresó los pezones con la boca, primero uno y luego el otro, repetidamente. Los pequeños puntos estaban doloridos por lo que habían sufrido horas antes. Brad era un hombre de culos, así que no solía prestar atención a sus pezones. Sin embargo, la única vez que Louis y Harry habían mantenido relaciones sexuales, él se había demorado con voracidad en las rosadas areolas y en los duros pezones.
Cada roce de su lengua, cada pequeño mordisco de sus dientes, lo excitaba un poco más. Harry se contorsionó bajo su cuerpo, separando las piernas de manera inconsciente.
—¿Qué quieres de mí, Hazz? —Él le mordisqueó un pezón antes de pasar la lengua por la punta y succionarlo para darle un mordisco más fuerte.
Incluso aunque Harry no hubiera decidido ya que seguirían adelante, hubiera sido incapaz de resistirse.
—Por favor...
—Qué dulce súplica. Jamás podré negarte nada, me resultará imposible.
Apenas logró sonreír al escuchar sus palabras antes de que Louis deslizara las caderas entre sus muslos, colocando el glande justo en la entrada de su estrecha abertura. Harry se puso tenso. Hacía más de un mes que no mantenía relaciones sexuales y Louis era considerablemente más grande que Brad. Aquello iba a doler.
Louis le acarició la mejilla con el pulgar.
—Tómame, Hazz. Tómame por completo.
Entonces comenzó a empujar lenta e inexorablemente, un tortuoso centímetro tras otro, sin detenerse, sin esperar, una penetración lenta e implacable.
Harry se retorció al notar una leve incomodidad, pero siguió aceptándole. Quería sentirse lleno, quería saber que, en ese momento, Louis era suyo. Lo inundaban la emoción y el orgullo de pensar que Louis lo había elegido a él tras haberse negado a otros durante años.
Con ese pensamiento en la mente, Harry arqueó las caderas y se empaló por completo en la dura longitud. Contuvo el aliento mientras su cuerpo se dilataba para albergarle. ¡Oh, Dios! Lo hacía arder; llenaba cada resquicio de su entrada. Louis era tan grande que lo colmaba por completo.
—Eres muy estrecho, cariño. —Echó la cabeza hacia atrás y gimió—. Es tan jodidamente bueno...
Harry sintió que el sonido hacía tañer su cuerpo, que hacía vibrar sus huesos. No había estado tan cerca de Louis Tomlinson desde hacía doce años y, en algunos aspectos, estar con él era extraordinario. En otros, lo más natural del mundo.
Alzó las caderas con rítmicos envites mientras se hundía en Harry hasta que lo rozó con los testículos. La sensación de la dura polla en su interior rivalizaba con el asombro que le provocaba pensar que Louis estaba dentro de él, que estaban unidos otra vez.
—Es cierto que estás aquí...
—Sí, Hazz. Y voy a quedarme hasta que me eches. La voz, ronca y sensual, hizo que se estremeciera cuando él se retiró casi por completo. La fricción lo hizo contener el aliento. El placer sexual que hubiera alcanzado con cualquier hombre que no fuera Louis había sido fugaz, porque estuvo más pendiente de la satisfacción de su pareja que de sentir su propio éxtasis. Ahora, cada nervio de su cuerpo se estremecía de anticipación, cada célula estaba en armonía con él. Louis volvió a ensartarla y el resto del mundo desapareció hasta que sólo quedó él, llenándolo de nuevo, introduciéndose hasta el fondo.
—Hazz, dame las manos.
«¿Las manos?»
Harry frunció el ceño, entonces se dio cuenta de que le había clavado las uñas en los hombros. Apartó los dedos y dejó caer los brazos encima de la cama, junto a los de él.
—Lo siento.
—No. —Los ojos azules ardían al clavarse en los de Harry. Veía su alma mientras su cuerpo comenzaba a moverse con rítmicos envites. Un hormigueo cada vez más intenso inundó cada poro de su piel—. Es que quiero tocarte por todas partes. Necesito más control.
Harry apenas pudo asentir con la cabeza antes de que Louis tomase sus muñecas y las llevara por encima de su cabeza, donde las retuvo con firmeza. Entonces comenzó a deslizar la otra mano por su cuerpo, le amasó las nalgas y lo alzó para sumergirse más profundamente. Harry jadeó ante la sensación, ante la cálida plenitud. Louis se zambulló otra vez, estimulando su polla con cada empuje.
Bajo él, se contorsionó sin dejar de gemir.
—Más rápido.
Louis no cambió el ritmo.
—Espera.
El torso de Louis lo abrigaba, el áspero vello de su pecho se rozaba contra los tensos pezones. Sus ojos azules lo mantenían prisionero mientras se movía en su interior una y otra vez, hundiéndose más con cada penetración, no sólo en su cuerpo, sino en su mirada, en su alma. Era como si todo de si mismo gritara «tómame por completo».
Harry esperaba que estar con solo con el mismo le sanara, que lo convirtiera en un hombre entero y feliz otra vez... y que Harry también pudiera seguir adelante. Pero no esperaba sentirse de esa manera, quedar indefenso ante las incontables y brillantes sensaciones que atravesaban su cuerpo mientras se movía con frenesí bajo él. Era Louis y hacía que se sintiera especial. Poseído.
Así que respondió a todo lo que él le daba, a cada empuje, a cada beso salvaje, a cada susurro.
—Eres increíble, Hazza. —Él cerró los ojos—. Nunca me había sentido mejor. Podría quedarme dentro de ti toda la noche, todo el día, toda la eternidad y todavía querer más.
Harry se rindió por completo. Juntos se esforzaron por alcanzar el placer, los dos aunados en la búsqueda de algo que anhelaban con desesperación y que sólo podían obtener del otro.
Con las manos presas de su férreo agarre, Harry no podía exorcizar la necesidad de tocarle, pero sí alzar la cabeza en busca de sus labios. Al instante, Louis tomó plena posesión de su boca. Harry se derritió, se entregó sin guardarse nada, le ofreció su corazón, su propia alma.
«¡Oh, Dios! Esto es peligroso.»
No podía detenerse.
—Bien, Hazz. —Louis tragó saliva entre jadeos con la mirada fusionada con la de Harry—. No. Puedo. Estar. Un. Segundo. Fuera. De. Ti —dijo con la voz entrecortada dando un empuje con cada palabra.
Harry gimió al oírle con el cuerpo crepitante de placer. Se vio envuelto en una espiral, una cálida llovizna de sensaciones que lo hizo arder hasta que apretó los puños, al borde del precipicio. Se contorsionó entre gritos.
—Dime que necesitas esto —ordenó Louis, estrellándose contra Harry otra vez.
—¡Sí! —Harry se arqueó, introduciéndole más profundamente.
—Dime que me necesitas a mí.
—Oh, Dios, ¡sí! —Nunca había experimentado ese increíble frenesí, ese placer, nunca se había sentido tan cerca del hombre que se lo daba—. Te necesito a ti, por favor, Louis...
Aunque parecía increíble, Louis se puso todavía más duro y sus empujes se volvieron salvajes. La miró a los ojos mientras deslizaba la mano entre sus cuerpos para rodearle su palpitante polla.
—Córrete conmigo.
Era imposible detener el orgasmo. Fue una brillante oleada de sensaciones que atravesó su cuerpo, que creció hasta convertirse en algo enorme y trascendental. Harry no pudo respirar cuando su polla comenzó a liberar su esperma, fue una sensación que subió a su pecho e irradió hasta cada terminación nerviosa. Incluso sintió un hormigueo en los dedos. El placer explotó, fragmentándolo en un millón de pedazos al sentir los estremecimientos de Louis. Él le apretó las manos antes de gritar al alcanzar su liberación y derramarse, caliente y líquido, en Harry.
Durante un buen rato, siguió palpitando, incapaz de contener los escalofríos de placer. Louis le soltó las manos y lo envolvió entre sus brazos, apretándolo contra el rítmico latido de su corazón. Harry le rodeó el cuello y se aferró a él. Nadie lo había llevado al límite de la manera en que lo había llevado Louis. ¡Oh, Santo Dios!, Harry había esperado que aquello fuera un final perfecto, pero ahora, por el contrario, sentía que Louis formaba parte de su interior... Que le necesitaba para vivir.
No, era un espejismo, una falsa ilusión provocada por el placer. Se desvanecería. Tenía que hacerlo.
—¿Hazz? —Louis jadeaba; lo miró fijamente mientras le apartaba los mechones de la frente—. ¿Estás bien, cariño?
—Genial.
Pero no lo estaba. Tenía los ojos llenos de lágrimas. Louis lo había obligado a entregarse, lo había convencido para que le diera otra vez una parte de su alma y no entendía cómo lo había conseguido. Se tragó las lágrimas.
—No, no lo estás. —Su expresión era de preocupación—. Sé honesto conmigo. Suéltalo.
Harry negó con la cabeza.
—Sólo siento que... Es como si estuviera en carne viva. No sé lo que esperaba, pero...
No esperaba sentirse como si lo hubieran rasgado en dos y vaciado.
—Lo eres todo para mí, cariño. Lo sabes, pienses lo que pienses ahora. Por favor, créeme cuando te digo que deseo abrazarte durante toda la noche. Quiero estar aquí contigo si tú me dejas.
Harry suspiró temblorosamente y Louis frunció el ceño. Harry intentó sonreír para tranquilizarle. Lo cierto es que estaba completamente abrumado. Había pensado que lograrían superar doce años de nostalgia con una noche de pasión. Quizá el sexo había sido tan explosivo porque hacía mucho tiempo y se deseaban con desesperación. Puede que si se dejaban llevar por lo que había entre ellos durante esa semana, aquello se apagaría por sí solo y podrían continuar con sus vidas.
Quizá...
—También ha sido importante para mí. —No pensaba mentirle—. Estar contigo es todavía mejor de lo que había imaginado.
—Entonces, ¿me dejarás abrazarte durante toda la noche?
¿Cómo podía negarse? Lo cierto es que deseaba sentirle cerca con tanto ardor como Louis parecía necesitarlo a Harry.
Asintió con la cabeza conteniendo las lágrimas.
—Sí. Sería perfecto.
Un motel cercano. Sábado por la mañana.
—¿Te importaría explicarme por qué me dejaste un mensaje en el buzón de voz cancelando la cena en el último momento? ¿Por qué no he podido localizarte durante toda la noche? —La voz de su padrastro, Adam Sterling, retumbaba en su oído a las cinco y media de la mañana siguiente, demasiado calmada para su gusto.
Harry suspiró. Cuando Louis se levantó para ducharse unos minutos antes, Harry activó el sonido de su móvil y se dio cuenta de que Adam le había dejado nueve mensajes desde las siete de la tarde del día anterior, cada uno más apremiante que el anterior. La pregunta resonó en su mente; llenaba sus pensamientos junto con la ruptura de su compromiso, la terrible vuelta de tuerca del caso que tenía entre manos y todo lo que había hecho en la cama con Louis la noche anterior.
Louis lo había despertado dos veces durante la noche para hacer el amor, la primera lo hizo rodar sobre su estómago, apoyarse en manos y rodillas para masajear su pecho y pellizcarle los pezones hasta que su polla se puso dura para él. Entonces lo penetró desde atrás, montándolo con una desesperación que lo llevó a aferrarse de las sábanas y jadear su nombre. Más tarde, poco antes de amanecer, Louis se deslizó de nuevo en su interior y lo excitó con lentos y pausados envites que acompañó de su devastadora sonrisa.
—¿Harry? —La voz de su padrastro parecía llena de preocupación—. ¿Dónde estás? ¿Te encuentras bien, hijo? Tienes que contarme lo que te pasa para que pueda ayudarte.
Debería decirle que había roto con Brad y ya no vivía con él o seguiría presionándolo sin cesar. Así que se centró en su objetivo.
—Brad y yo lo dejamos ayer. Decidimos que era lo mejor para los dos. Estoy bien, sólo un poco cansado.
—Él me llamó para contármelo. Quiero oír tu versión.
¡Oh, genial! ¿Qué habría explicado Brad a Adam? Su padrastro ya no soportaba a Louis cuando era un compañero al que Harry ayudaba en literatura. Después de que le rompiera el corazón, el sobreprotector Adam comenzó a odiarle a muerte. Prefería no imaginar su reacción si Brad le había dicho que Louis estaba de regreso en su vida. Suponía que no era así, ya que Adam no lo había mencionado.
Sí, ahora era un hombre hecho y derecho. En teoría, debería poder decir al hombre que lo había criado que estaba trabajando con Louis, pero no quería discutir con él, en especial si a su padrastro se le metía en la cabeza que Louis había contribuido de alguna manera a poner fin a su compromiso. Además, Louis estaría fuera de su vida al cabo de una semana. Decirle a Adam la verdad sólo serviría para preocuparle —e irritarle— innecesariamente.
—Harry, por favor. Me has tenido muy intranquilo durante toda la noche. ¿Qué ha ocurrido? ¿Por qué rompiste de manera tan inesperada con Brad? ¿No os iba bien?
«Quizá. No.» En realidad no lo sabía.
—No era mi intención alarmarte. Lo siento. No estaba preparado para hablar sobre ello. Puede que nuestra ruptura haya sido repentina, pero estoy bien.
—¿De verdad? Estoy preocupado por ti.
Adam siempre se había preocupado por Harry. Era cierto que últimamente siempre estaba ocupado. Que hacía tiempo que no hablaban, pero, ¿no era eso parte de la convivencia? Adam no era el tipo de hombre que exteriorizara sus sentimientos, pero siempre estuvo a su lado cuando le necesitó.
—Todo saldrá bien.
Su padrastro suspiró.
—¿Dónde estás? ¿Has encontrado un lugar donde quedarte hasta poder instalarte de nuevo? Ya sabes que aquí siempre tienes un sitio.
—Gracias, estoy bien. Me alojo un motel que no está mal. Me queda cerca del trabajo y me va bien durante unos días. Luego buscaré un apartamento.
—De acuerdo. Cuéntame qué ocurrió con Brad.
—El caso es que... —dijo Harry finalmente, eligiendo con cuidado las palabras—, mi misión consiste en rescatar a mi amigo Niall. Lo recuerdas, ¿verdad?
—Por supuesto. Pasó algunas Navidades con nosotros. Lamento lo que les ocurrió a sus padres.
—Sí, bueno. Pues se infiltró en una red de trata de personas con sede en Florida. Yo tengo que introducirme allí en secreto y ayudar a capturar a los responsables. Así que necesito recibir un determinado entrenamiento para poder colarme en el complejo turístico sin despertar sospechas. Siempre has dicho que algunas misiones no son agradables y aún así hay que hacerlas. Brad no ha podido aceptar la mía.
—¿Vas a participar en una misión de campo? —No parecía contento.
—Es una especie de prueba. Me presenté voluntario y mi jefe estuvo de acuerdo porque tengo la edad y los rasgos físicos correctos. Además, sabe que quiero implicarme en este caso más allá del papeleo. —Se encogió de hombros—. Ya veremos cómo resulta. Me temo que es bastante exigente.
—¿Para qué te estás entrenando exactamente?
Ahí es donde las cosas se ponían peliagudas.
—Para ser un sumiso sexual. Y antes de que digas nada, no es asunto tuyo. Soy perfectamente capaz de manejarlo.
—¿Qué? Eso son palabras mayores. —La preocupación en la voz de su padrastro se hizo más profunda—. HIjo, no quiero que te pase nada. Olvídate del caso, vuelve con Brad. Por favor, arregla las cosas con él. Te ama y es el hombre adecuado para ti. Te dará lo que necesitas.
No, Brad no lo haría. La noche que había pasado con Louis se lo había demostrado. Sí, sabía que el sexo no lo era todo, pero las necesidades que había despertado en Harry no eran sólo físicas. La intimidad que Louis y Harry compartían era el resultado de una profunda unión a un nivel muy íntimo... Un tipo de conexión que jamás había sentido con su antiguo prometido.
Había descubierto durante los últimos dos días que poseía un cierto amor propio que se proponía fomentar. Sabía que no era perfecto, pero se las arreglaba bastante bien para seguir las órdenes de Louis. Es más, Lou conseguía que tuviera valor para afrontar cualquier cosa. De alguna manera, obedecerle lo hacía más fuerte. Se había sentido impotente de niño, cuando se le rompió el corazón en la adolescencia, siendo una agente que se preguntaba todo el tiempo si podría llevar a cabo misiones de campo; sin embargo, Louis hacía que se creyera capaz de cualquier cosa.
—No, no lo hará. Quiere que deje la Agencia.
Adam suspiró.
—¿Acaso eso sería tan malo? Ser agente de campo consumirá tu vida.
Te lo dice alguien que lo ha sufrido en carne propia.
Claro que Adam lo sabía. Era la causa de que hubiera estado pocas veces en casa a lo largo de los años, y Harry siempre consideró que ése era el motivo de que se hubiera divorciado de su madre. Sólo había cambiado de actitud tras la repentina muerte de ésta en un accidente de tráfico, cuando Harry se quedó solo en el mundo.
—Siempre he pensado que te sentirías orgulloso si seguía tus pasos. —Le dolía que no fuera así, pero lo disimuló—. Ahora que no tengo por quién regresar a casa, que el trabajo asuma el control de mi vida no importa demasiado. Lo cierto es que casi es mejor.
—Es peligroso. —Adam parecía casi frenético por hacerle entender ese punto.
—Gracias por preocuparte, pero necesito atrapar a esta gente. Por mí... Por Niall. Quiero rescatarlo.
—Si no aceptas mis consejos paternales, acéptalos como provenientes de un agente retirado. Te vas a ver envuelto en un asunto muy feo.
—Sé que no quieres que me tenga que enfrentar al peligro, pero preferiría tener tu apoyo. Lo necesito.
—Maldición, jamás pude negarte nada. —Suspiró—. ¿Quieres que te dé mi opinión sobre el caso?
Harry se mordisqueó el labio. Aquello iba contra todo protocolo, pero Adam fue un buen agente con una trayectoria estelar. De hecho, no haber dejado rastro era uno de los factores que le permitió retirarse pronto y abrir una agencia de seguridad. Ahora se dedicaba a viajar por todo el mundo para encargarse de proteger a sus clientes. Y le iba muy bien económicamente. Harry podría sacar algo en claro de su experiencia. Si con ello contribuía a liberar a Niall, no tenía ningún problema en saltarse las reglas.
Puso a Adam al tanto del caso.
—No sabemos quién es el cabecilla, no barajamos ningún nombre. Este tipo es escurridizo y no le importa pasar por encima de quién sea. Posee buenas relaciones en todos los rincones del mundo.
—Tienes razón —convino Adam—. Es más, apuesto lo que quieras a que nadie sabe quién es. Quizá se dedique al BDSM o a vender jovencitos. Sea lo que sea, seguro que le reporta importantes beneficios. Creo que vuestro hombre es un varón de raza blanca de entre treinta y cinco y cincuenta y cinco años, que viaja con frecuencia. Quizá domine muchos idiomas.
—Lo que yo imaginaba. Definitivamente estamos buscando a alguien sin conciencia ni corazón. Tengo que atrapar a este sinvergüenza.
—¿Cuándo te vas?
—El agente York y yo tenemos programado salir el miércoles que viene. Iremos a un complejo turístico situado en una isla privada cerca de Key West. Si puedo me volveré a poner en contacto contigo, pero si no lo hago, no te preocupes.
Adam se rió.
—Me conoces demasiado bien. ¿Quién te está entrenando? ¿Lo conozco?
—Alguien que contrató la Agencia.
No pensaba darle el nombre de Louis ni a cambio de un millón de dólares. Sólo serviría para que se pusiera a dar voces y liberara el odio que sentía por él.
Entonces, Harry no sabría qué decirle. Después de la asombrosa revelación de Louis y de la manera en que habían hecho el amor, no sabía qué sentía.
Camino del Club Dominium. Sábado por la mañana.
Louis miró a Harry a través la cabina del todoterreno. A pesar de lo cerca que la había sentido durante la noche anterior —cuando habían llegado a estar tan sincronizados y compenetrados como él quería—, su Hazz tenía ahora la mente muy lejos de allí. Y a él no le gustaba nada. ¿Creería que se conformaría con una noche de sexo? ¿Se sentiría culpable por haberse acostado con él horas después de poner fin a su relación con Brad?
—¿En qué está tan absorta esta cabecita tuya?
Harry sonrió desvaídamente; parecía cansado.
—En que necesito un café.
No lo presionó. Quizá Harry tuviera que reflexionar y necesitara un poco de espacio. Pero a pesar de haberle besado con abandono al despertar, parecía una persona totalmente diferente cuando Louis salió de la ducha.
—Eso lo solucionaremos antes de ir a trabajar. ¿Te preocupa algo más?
Harry le miró de soslayo antes de clavar los ojos en la carretera.
—No. —El encogimiento de hombros que acompañó a su respuesta era totalmente fingido.
—Me pareció oírte hablar con alguien cuando estaba en la ducha. ¿Has llamado por teléfono?
Harry suspiró con resignación.
—¿No puedes dejarlo?
—Sea lo que sea, te ha dejado preocupado. ¿Te ha llamado Brad? ¿Tengo que hablar con él?
—Estás de broma, ¿verdad? —se burló Harry—. No quiero ni imaginar qué clase de conversación sería ésa, pero dudo que fuera agradable.
—No si de mí depende.
—Da igual. No he hablado con Brad, sino con mi padrastro.
—Imagino que no le dirías que estabas conmigo.
—Er... no. No estaba de humor para comenzar la Tercera Guerra Mundial. Ya estaba disgustado porque hubiera terminado la relación con Brad. —Siguió mirando pensativamente a través del parabrisas—. Él también me rogó que dejara el caso.
—Es probable que sea lo único en lo que estemos de acuerdo.
Harry le miró, parecía aturdido.
—Después de todos los progresos que he hecho, ¿todavía quieres que abandone? Crees que no seré capaz de llegar al final, pero te equivocas. Te lo demostraré...
—Tranquilo, tigre. —Louis se detuvo en un semáforo en rojo que no parecía tener sentido en las calles poco transitadas de los sábados a primera hora de la mañana—. Te lo he dicho y lo repito, estás haciendo grandes progresos. Siempre he sabido que eres capaz de cualquier cosa que te propongas y te respeto por ello. Sin embargo, como hombre que te ama, prefiero que te mantengas alejado del peligro.
Ahí estaba otra vez. Una declaración de amor aparentemente casual que Louis soltaba con toda la naturalidad del mundo. «Qué día más agradable hace. Pásame la leche. Te amo.» Harry meneó la cabeza.
Durante la noche anterior habían estado tan próximos como podían estar dos personas. No era raro que Harry supusiera que Louis albergaba sentimientos profundos. Pero cuando pasaran unos días, Louis se daría cuenta de que no había nada entre ellos, de que aquello no era realmente amor. Aun así, sus palabras le agradaron.
En cuanto tuvieron ante sí un copioso desayuno y un humeante café, rebosante de cafeína, Harry miró a Louis.
—No puedo renunciar. Niall fue mi compañero de habitación en la universidad. Perdió a sus padres en el atentado de las Torres Gemelas; iban en el avión que chocó contra la Torre Sur. Hasta entonces, quería dedicarse a la abogacía, pero después... Le sostuve las manos y lloré con él. Incluso lo convencí de que se uniera al FBI como una manera de honrar su memoria e impedir que se repitiera una brutalidad semejante. Me siento responsable...
—Hazz, shhh... Puede que le dieras la idea, pero lo hizo porque quiso. ¿Querría él que siguieras sus pasos sin estar preparado?
Niall no querría que fuera, punto.
—Tengo que hacerlo. Es listo y sagaz, y sé que si alguien puede permanecer con vida en una situación hostil, es él.
—No has respondido a mi pregunta. ¿Querría que lo hicieras sin estar preparado?
Dios, Louis no se daba por vencido.
—No. Según Niall tengo mucha voluntad, pero me pierde tener un corazón blando. No conocía a Niall, pero ya le caía bien.
—Eso no es malo. De verdad... Quiero que medites con calma todo esto.
—Me he comprometido a hacerlo. —Cruzó los brazos y le miró con una determinación que Louis no le conocía—. Se lo debo. Me lo debo a mí mismo. No es que no me guste trabajar tras un escritorio, pero necesito saber si estoy hecho para este tipo de misiones. Siempre he echado de menos algo en mi vida y no puedo evitar pensar que... No sé, que quiero vivir a fondo.
Normal: Brad era aburrido a más no poder y Harry había acabado harto y hastiado. Louis sabía que el sitio de Harry estaba tras un escritorio, solucionando acertijos que se le resistirían a la mayoría de la gente. Eso era lo que siempre le había gustado, resolver acertijos y puzzles, pero era Harry quien se tenía que dar cuenta de ello.
Y su trabajo era asegurarse de que vivía el tiempo suficiente para hacerlo.
—Entonces tenemos que centrarnos en que estés preparado. Nos quedan cuatro días y vamos a necesitar cada minuto.
Tras aparcar el todoterreno, los dos bajaron del vehículo. A pesar de haberse pasado media noche dentro de Harry, Louis se empalmaba sólo de pensar en la disciplina en la que iba a entrenarlo.
Cuando entraron en el edificio, lo cogió de la mano. Harry intentó apartarse discretamente. ¡Ja!
Le lanzó una mirada de desaprobación.
—¿Me tomas el pelo? Después de la noche que hemos pasado, ¿no quieres tocarme?
—Una cosa no tiene nada que ver con la otra. Creo que no debemos mezclar lo personal con nuestras sesiones de entrenamiento.
Louis le apretó la mano con más fuerza.
—No vas a poner distancia entre nosotros cuando lo que más necesitamos es confianza y conexión.
Hazz se mordisqueó el labio inferior mientras caminaba a su lado por el largo pasillo del Dominium; era evidente en qué estaba pensando. Louis supo que estaba retrocediendo; no estaba preparado para admitir que la noche anterior había sido el nacimiento de algo nuevo en vez del olvido de sus legendarios sentimientos. Pronto se aseguraría de que lo comprendiera.
—Muy bien.
Louis pasó la tarjeta electrónica por la ranura de apertura de la puerta de su mazmorra y ésta se abrió con un sonido metálico. Lo empujó y guió a Harry al interior, pero no la cerró a su espalda.
—Ahora estamos en la mazmorra. ¿Qué tienes que decir?
Harry no parecía muy contento.
—Sí, Louis.
Esbozó un mohín tan condenadamente adorable con los labios que en lo único que pudo pensar fue en besarlo hasta dejarlo sin sentido.
—Bien, ¿qué más deberías hacer ahora que estamos aquí dentro?
Harry puso los ojos en blanco y comenzó a quitarse la ropa.
—¿Qué encuentras tan fascinante de verme desnudo?
Louis le acarició el cuello con la nariz, pasando la lengua por uno de los chupetones que le había hecho.
—Si te quedan dudas después de la noche que hemos pasado, estaré encantado de demostrártelo otra vez.
Harry frunció el ceño y le dio un juguetón puñetazo en el hombro.
—Me refiero a los Amos en general. ¿Si los sumisos no se desnudan el juego quedaría demasiado nivelado?
—No es eso. Cuando un sumiso se desnuda, se siente más vulnerable y es más receptivo. Es un estado natural, aunque nos hayan educado para lo contrario durante la mayor parte de nuestra vida. Es parte del trabajo de un Amo despojar a su sumiso de cualquier artificio y descubrir a la persona que es en realidad. De esa manera la ropa es algo simbólico. Un sumiso tiene menos posibilidades de resistirse a la dominación si no tiene nada con qué cubrirse.
—A mí no me gusta —dijo Harry, doblando la última prenda y dándosela a Louis.
—Porque te sientes vulnerable. Se nota en el rubor que cubre tu piel, en los hombros encorvados y la manera en que intentas mirar a cualquier parte menos a mí.
Harry le lanzó una mirada furiosa.
—Ahora mismo no me caes demasiado bien.
Estaba de broma... y al mismo tiempo, no lo estaba. Era evidente que a Harry no le gustaba sentirse vulnerable con él cuando no era dueño de sí mismo. Era algo que sólo solucionaría el tiempo y la confianza. Esperaba poder convencerlo de que su amor era firme; y para ello tenía que conseguir que confiara en él antes de que se les acabara el tiempo.
—Una vez que traspasemos esta puerta, no toleraré ese tipo de comentarios. Yergue los hombros, cabeza alta. Mírame, Hazz. Ahora.
Harry respiró hondo e hizo lo que le ordenaba. La postura mejoró y el respeto que él sentía por Harry creció de manera exponencial.
—¡Hola, chicos! ¿Habéis empezado sin mí? —les saludó Zayn desde la puerta antes de entrar con paso relajado.
Harrt se puso rígido, pero no se cubrió. Él supo que había tenido que contener el deseo de hacerlo. Se sintió orgulloso de sus progresos pero, al mismo tiempo, apenas pudo contener las ganas de golpear a Zayn por su audacia. No quería explicar a Harry lo que iban a hacer delante de él.
—¡Joder! Es precioso —comentó Zayn—. Comestible incluso. Tengo que saborearlo.
Louis lanzó a su amigo una mirada furibunda cuando le vio rodear a Harry rozando su cadera desnuda y dejó caer un beso en su hombro. Ver la lengua de Zayn sobre la suave piel, casi le hizo perder la razón.
—No lo toques.
Zayn sonrió al tiempo que retrocedía.
—¿Qué vamos a hacer? —indagó Harry.
Tanto Louis como Zayn lo miraron con desaprobación.
—Cuidadito con tu actitud, Hazza —le advirtió—. Puede que no te azote las nalgas hasta que las magulladuras se desvanezcan, pero conozco muchas maneras de hacerte sufrir. Puedo mantenerte al borde del orgasmo durante horas para que no vuelvas a olvidar cómo debes dirigirte a mí cuando estamos aquí dentro.
Al instante, Harry apretó los labios.
—Sí, Louis.
—Bien. —Le frotó el hombro con la mano en un gesto tranquilizador—. Zayn ha venido para ayudarnos en la siguiente fase de tu entrenamiento. No voy a decirte aún de qué se trata porque tienes que aprender a estar preparado para cualquier cosa. ¿Lo has entendido?
Harry quiso discutir con él, pero se contuvo.
—Sí, Louis.
—Buen chico. Quédate aquí. —Entonces miró a Zayn con el ceño fruncido mientras se acercaba al armario—. Y tú no lo toques, siéntate.
Zayn se acercó a la cama y se acomodó.
—Así que sólo voy a ser testigo de la función. Ojalá hubiera traído palomitas.
Por el rabillo del ojo, Louis observó que Harry lanzaba a Zayn una mirada furiosa, aunque hizo como que no se daba cuenta. Su amigo se merecía eso y más. Louis sabía que tenía que asegurarse de que Harry aprendiera a respetar al resto de los Amos, pero todavía tenían tiempo.
—Hazza, inclínate sobre el banco de azotes.
Harry le lanzó un vistazo al aparato y luego le miró a él, vacilando. Louis arqueó una ceja pero esperó en silencio. Lo vio prepararse mentalmente antes de inclinar la parte superior de su cuerpo con aquella elegancia innata que poseía.
Louis cogió todo lo que necesitaba y cruzó la estancia para dejarlo sobre una mesa ante los ojos de Harry. La amarró con rapidez y respiró hondo.
Si tenía en cuenta únicamente el propósito de la misión, estar preparado para esto podía salvarlo. Pero también sería una parte importante de su relación. Si a Harry no le gustaba, no lo amaría menos, pero siempre le quedarían las ganas de poseerlo por completo. Tras tantos años separados, no le gustaba la idea de que existieran barreras entre ellos.
¿Estaba sugiriendo Louis que no hicieran el amor de verdad? Mejor dicho, ¿que no mantuvieran relaciones sexuales?
Por mucho que adorara la lengua de Louis —y se moría de deseo con sólo recordar la sensación de su boca llevándolo al clímax—, no era eso lo que quería. Además, no creía que pudieran seguir adelante hasta que no estuvieran otra vez realmente conectados.
—Prefiero sentirte en mi interior.
Los ojos azules de Louis se oscurecieron.
—Ven aquí, cariño.
Harry rodó hacia él.
—Déjame ver esos preciosos pezones.
Sonrojado, hizo lo que le pedía. Contuvo el aliento cuando él capturó uno con la boca al tiempo que pellizcaba el otro entre los dedos. La sensación palpitó directamente en su erección. Él apretó los dientes en torno al sensible brote y Harry se retorció de deseo.
—Separa las piernas —susurró contra su pecho.
Hubiera sido imposible no obedecerle. Lentamente, casi provocándole, abrió los muslos. Louis gruñó advirtiéndole, luego se colocó entre sus rodillas y lo forzó a separarlas más.
—Debería darte un azote por esto.
Harry hizo una mueca al oírle.
Lou sonrió ampliamente.
—¿Todavía te escuece, cariño?
—Un poco.
—Déjame ver...
Harry vaciló. Odiaba mostrar lo que consideraba un imperfecto trasero, pero en especial odiaba enseñárselo a Louis, que era la perfección física personificada. Sin embargo, sabía que él no dejaría de presionarlo hasta que lo hiciera. Con un suspiro, se puso boca abajo.
Louis siseó una maldición.
—Siento haberte magullado tanto, Hazz. No lo volveré a hacer.
—Sí, claro que lo harás. No te preocupes, me queda marca con facilidad, pero no me dolió. Bueno, no me dolió demasiado.
Louis le acarició suavemente las nalgas, luego lo hizo girar hacia él. Su expresión de preocupación lo conmovió más de lo que debería.
—Si alguna vez te hago daño de verdad, quiero que uses la palabra segura, ¿entendido?
—Sí. Pero soy un hombre maduro, sé cuidarme.
Louis asintió con la cabeza.
—Has avanzado mucho. Mucho más de lo que imaginaba; sobre todo teniendo en cuenta la manera en que ha cambiado tu vida. Estoy orgulloso de ti.
Las palabras de Louis no deberían significar nada para Harry. Estaban tratando de encontrar la manera de superar lo suyo y seguir adelante, pero sus alabanzas la calentaron por dentro.
—Gracias.
—Mientras tanto, intentaré compensar estas magulladuras. —Le pasó la mano sobre la dura erección. Harry era consciente de que estaba necesitado , pero la realidad resultaba casi embarazosa—. Parece que alguien está excitado.
Harry observó que su miembro se erguía duro y enorme otra vez y le señaló con el dedo mientras esbozaba una sonrisa descarada.
—Es evidente.
—Chico malo. Sí, definitivamente volveré a zurrarte. —Se colocó sobre Harry, cubriéndole los muslos, el vientre y el pecho con su cuerpo antes de hundir la cara en su cuello—. Pero no ahora.
Al sentirle encima, una oleada de calor recorrió sus venas como una droga. Le abrazó, le estrechó con fuerza. No era lo más apropiado, pero la ternura de Louis lo vencía. Cuando la desplegaba ante él, conseguía que todo fuera mucho más íntimo.
Louis aspiró, oliendo su fragancia.
—Mmm. Dulce y especiado, como a vainilla y chocolate. Me prometí a mí mismo que te lamería de pies a cabeza en cuanto tuviera la
oportunidad.
Comenzó a pasarle la lengua por el cuello, por el hombro, envolviéndola a cada paso en un fuego incandescente. Ella se estremeció.
Él siguió bajando por su cuerpo y le apresó los pezones con la boca, primero uno y luego el otro, repetidamente. Los pequeños puntos estaban doloridos por lo que habían sufrido horas antes. Brad era un hombre de culos, así que no solía prestar atención a sus pezones. Sin embargo, la única vez que Louis y Harry habían mantenido relaciones sexuales, él se había demorado con voracidad en las rosadas areolas y en los duros pezones.
Cada roce de su lengua, cada pequeño mordisco de sus dientes, lo excitaba un poco más. Harry se contorsionó bajo su cuerpo, separando las piernas de manera inconsciente.
—¿Qué quieres de mí, Hazz? —Él le mordisqueó un pezón antes de pasar la lengua por la punta y succionarlo para darle un mordisco más fuerte.
Incluso aunque Harry no hubiera decidido ya que seguirían adelante, hubiera sido incapaz de resistirse.
—Por favor...
—Qué dulce súplica. Jamás podré negarte nada, me resultará imposible.
Apenas logró sonreír al escuchar sus palabras antes de que Louis deslizara las caderas entre sus muslos, colocando el glande justo en la entrada de su estrecha abertura. Harry se puso tenso. Hacía más de un mes que no mantenía relaciones sexuales y Louis era considerablemente más grande que Brad. Aquello iba a doler.
Louis le acarició la mejilla con el pulgar.
—Tómame, Hazz. Tómame por completo.
Entonces comenzó a empujar lenta e inexorablemente, un tortuoso centímetro tras otro, sin detenerse, sin esperar, una penetración lenta e implacable.
Harry se retorció al notar una leve incomodidad, pero siguió aceptándole. Quería sentirse lleno, quería saber que, en ese momento, Louis era suyo. Lo inundaban la emoción y el orgullo de pensar que Louis lo había elegido a él tras haberse negado a otros durante años.
Con ese pensamiento en la mente, Harry arqueó las caderas y se empaló por completo en la dura longitud. Contuvo el aliento mientras su cuerpo se dilataba para albergarle. ¡Oh, Dios! Lo hacía arder; llenaba cada resquicio de su entrada. Louis era tan grande que lo colmaba por completo.
—Eres muy estrecho, cariño. —Echó la cabeza hacia atrás y gimió—. Es tan jodidamente bueno...
Harry sintió que el sonido hacía tañer su cuerpo, que hacía vibrar sus huesos. No había estado tan cerca de Louis Tomlinson desde hacía doce años y, en algunos aspectos, estar con él era extraordinario. En otros, lo más natural del mundo.
Alzó las caderas con rítmicos envites mientras se hundía en Harry hasta que lo rozó con los testículos. La sensación de la dura polla en su interior rivalizaba con el asombro que le provocaba pensar que Louis estaba dentro de él, que estaban unidos otra vez.
—Es cierto que estás aquí...
—Sí, Hazz. Y voy a quedarme hasta que me eches. La voz, ronca y sensual, hizo que se estremeciera cuando él se retiró casi por completo. La fricción lo hizo contener el aliento. El placer sexual que hubiera alcanzado con cualquier hombre que no fuera Louis había sido fugaz, porque estuvo más pendiente de la satisfacción de su pareja que de sentir su propio éxtasis. Ahora, cada nervio de su cuerpo se estremecía de anticipación, cada célula estaba en armonía con él. Louis volvió a ensartarla y el resto del mundo desapareció hasta que sólo quedó él, llenándolo de nuevo, introduciéndose hasta el fondo.
—Hazz, dame las manos.
«¿Las manos?»
Harry frunció el ceño, entonces se dio cuenta de que le había clavado las uñas en los hombros. Apartó los dedos y dejó caer los brazos encima de la cama, junto a los de él.
—Lo siento.
—No. —Los ojos azules ardían al clavarse en los de Harry. Veía su alma mientras su cuerpo comenzaba a moverse con rítmicos envites. Un hormigueo cada vez más intenso inundó cada poro de su piel—. Es que quiero tocarte por todas partes. Necesito más control.
Harry apenas pudo asentir con la cabeza antes de que Louis tomase sus muñecas y las llevara por encima de su cabeza, donde las retuvo con firmeza. Entonces comenzó a deslizar la otra mano por su cuerpo, le amasó las nalgas y lo alzó para sumergirse más profundamente. Harry jadeó ante la sensación, ante la cálida plenitud. Louis se zambulló otra vez, estimulando su polla con cada empuje.
Bajo él, se contorsionó sin dejar de gemir.
—Más rápido.
Louis no cambió el ritmo.
—Espera.
El torso de Louis lo abrigaba, el áspero vello de su pecho se rozaba contra los tensos pezones. Sus ojos azules lo mantenían prisionero mientras se movía en su interior una y otra vez, hundiéndose más con cada penetración, no sólo en su cuerpo, sino en su mirada, en su alma. Era como si todo de si mismo gritara «tómame por completo».
Harry esperaba que estar con solo con el mismo le sanara, que lo convirtiera en un hombre entero y feliz otra vez... y que Harry también pudiera seguir adelante. Pero no esperaba sentirse de esa manera, quedar indefenso ante las incontables y brillantes sensaciones que atravesaban su cuerpo mientras se movía con frenesí bajo él. Era Louis y hacía que se sintiera especial. Poseído.
Así que respondió a todo lo que él le daba, a cada empuje, a cada beso salvaje, a cada susurro.
—Eres increíble, Hazza. —Él cerró los ojos—. Nunca me había sentido mejor. Podría quedarme dentro de ti toda la noche, todo el día, toda la eternidad y todavía querer más.
Harry se rindió por completo. Juntos se esforzaron por alcanzar el placer, los dos aunados en la búsqueda de algo que anhelaban con desesperación y que sólo podían obtener del otro.
Con las manos presas de su férreo agarre, Harry no podía exorcizar la necesidad de tocarle, pero sí alzar la cabeza en busca de sus labios. Al instante, Louis tomó plena posesión de su boca. Harry se derritió, se entregó sin guardarse nada, le ofreció su corazón, su propia alma.
«¡Oh, Dios! Esto es peligroso.»
No podía detenerse.
—Bien, Hazz. —Louis tragó saliva entre jadeos con la mirada fusionada con la de Harry—. No. Puedo. Estar. Un. Segundo. Fuera. De. Ti —dijo con la voz entrecortada dando un empuje con cada palabra.
Harry gimió al oírle con el cuerpo crepitante de placer. Se vio envuelto en una espiral, una cálida llovizna de sensaciones que lo hizo arder hasta que apretó los puños, al borde del precipicio. Se contorsionó entre gritos.
—Dime que necesitas esto —ordenó Louis, estrellándose contra Harry otra vez.
—¡Sí! —Harry se arqueó, introduciéndole más profundamente.
—Dime que me necesitas a mí.
—Oh, Dios, ¡sí! —Nunca había experimentado ese increíble frenesí, ese placer, nunca se había sentido tan cerca del hombre que se lo daba—. Te necesito a ti, por favor, Louis...
Aunque parecía increíble, Louis se puso todavía más duro y sus empujes se volvieron salvajes. La miró a los ojos mientras deslizaba la mano entre sus cuerpos para rodearle su palpitante polla.
—Córrete conmigo.
Era imposible detener el orgasmo. Fue una brillante oleada de sensaciones que atravesó su cuerpo, que creció hasta convertirse en algo enorme y trascendental. Harry no pudo respirar cuando su polla comenzó a liberar su esperma, fue una sensación que subió a su pecho e irradió hasta cada terminación nerviosa. Incluso sintió un hormigueo en los dedos. El placer explotó, fragmentándolo en un millón de pedazos al sentir los estremecimientos de Louis. Él le apretó las manos antes de gritar al alcanzar su liberación y derramarse, caliente y líquido, en Harry.
Durante un buen rato, siguió palpitando, incapaz de contener los escalofríos de placer. Louis le soltó las manos y lo envolvió entre sus brazos, apretándolo contra el rítmico latido de su corazón. Harry le rodeó el cuello y se aferró a él. Nadie lo había llevado al límite de la manera en que lo había llevado Louis. ¡Oh, Santo Dios!, Harry había esperado que aquello fuera un final perfecto, pero ahora, por el contrario, sentía que Louis formaba parte de su interior... Que le necesitaba para vivir.
No, era un espejismo, una falsa ilusión provocada por el placer. Se desvanecería. Tenía que hacerlo.
—¿Hazz? —Louis jadeaba; lo miró fijamente mientras le apartaba los mechones de la frente—. ¿Estás bien, cariño?
—Genial.
Pero no lo estaba. Tenía los ojos llenos de lágrimas. Louis lo había obligado a entregarse, lo había convencido para que le diera otra vez una parte de su alma y no entendía cómo lo había conseguido. Se tragó las lágrimas.
—No, no lo estás. —Su expresión era de preocupación—. Sé honesto conmigo. Suéltalo.
Harry negó con la cabeza.
—Sólo siento que... Es como si estuviera en carne viva. No sé lo que esperaba, pero...
No esperaba sentirse como si lo hubieran rasgado en dos y vaciado.
—Lo eres todo para mí, cariño. Lo sabes, pienses lo que pienses ahora. Por favor, créeme cuando te digo que deseo abrazarte durante toda la noche. Quiero estar aquí contigo si tú me dejas.
Harry suspiró temblorosamente y Louis frunció el ceño. Harry intentó sonreír para tranquilizarle. Lo cierto es que estaba completamente abrumado. Había pensado que lograrían superar doce años de nostalgia con una noche de pasión. Quizá el sexo había sido tan explosivo porque hacía mucho tiempo y se deseaban con desesperación. Puede que si se dejaban llevar por lo que había entre ellos durante esa semana, aquello se apagaría por sí solo y podrían continuar con sus vidas.
Quizá...
—También ha sido importante para mí. —No pensaba mentirle—. Estar contigo es todavía mejor de lo que había imaginado.
—Entonces, ¿me dejarás abrazarte durante toda la noche?
¿Cómo podía negarse? Lo cierto es que deseaba sentirle cerca con tanto ardor como Louis parecía necesitarlo a Harry.
Asintió con la cabeza conteniendo las lágrimas.
—Sí. Sería perfecto.
Un motel cercano. Sábado por la mañana.
—¿Te importaría explicarme por qué me dejaste un mensaje en el buzón de voz cancelando la cena en el último momento? ¿Por qué no he podido localizarte durante toda la noche? —La voz de su padrastro, Adam Sterling, retumbaba en su oído a las cinco y media de la mañana siguiente, demasiado calmada para su gusto.
Harry suspiró. Cuando Louis se levantó para ducharse unos minutos antes, Harry activó el sonido de su móvil y se dio cuenta de que Adam le había dejado nueve mensajes desde las siete de la tarde del día anterior, cada uno más apremiante que el anterior. La pregunta resonó en su mente; llenaba sus pensamientos junto con la ruptura de su compromiso, la terrible vuelta de tuerca del caso que tenía entre manos y todo lo que había hecho en la cama con Louis la noche anterior.
Louis lo había despertado dos veces durante la noche para hacer el amor, la primera lo hizo rodar sobre su estómago, apoyarse en manos y rodillas para masajear su pecho y pellizcarle los pezones hasta que su polla se puso dura para él. Entonces lo penetró desde atrás, montándolo con una desesperación que lo llevó a aferrarse de las sábanas y jadear su nombre. Más tarde, poco antes de amanecer, Louis se deslizó de nuevo en su interior y lo excitó con lentos y pausados envites que acompañó de su devastadora sonrisa.
—¿Harry? —La voz de su padrastro parecía llena de preocupación—. ¿Dónde estás? ¿Te encuentras bien, hijo? Tienes que contarme lo que te pasa para que pueda ayudarte.
Debería decirle que había roto con Brad y ya no vivía con él o seguiría presionándolo sin cesar. Así que se centró en su objetivo.
—Brad y yo lo dejamos ayer. Decidimos que era lo mejor para los dos. Estoy bien, sólo un poco cansado.
—Él me llamó para contármelo. Quiero oír tu versión.
¡Oh, genial! ¿Qué habría explicado Brad a Adam? Su padrastro ya no soportaba a Louis cuando era un compañero al que Harry ayudaba en literatura. Después de que le rompiera el corazón, el sobreprotector Adam comenzó a odiarle a muerte. Prefería no imaginar su reacción si Brad le había dicho que Louis estaba de regreso en su vida. Suponía que no era así, ya que Adam no lo había mencionado.
Sí, ahora era un hombre hecho y derecho. En teoría, debería poder decir al hombre que lo había criado que estaba trabajando con Louis, pero no quería discutir con él, en especial si a su padrastro se le metía en la cabeza que Louis había contribuido de alguna manera a poner fin a su compromiso. Además, Louis estaría fuera de su vida al cabo de una semana. Decirle a Adam la verdad sólo serviría para preocuparle —e irritarle— innecesariamente.
—Harry, por favor. Me has tenido muy intranquilo durante toda la noche. ¿Qué ha ocurrido? ¿Por qué rompiste de manera tan inesperada con Brad? ¿No os iba bien?
«Quizá. No.» En realidad no lo sabía.
—No era mi intención alarmarte. Lo siento. No estaba preparado para hablar sobre ello. Puede que nuestra ruptura haya sido repentina, pero estoy bien.
—¿De verdad? Estoy preocupado por ti.
Adam siempre se había preocupado por Harry. Era cierto que últimamente siempre estaba ocupado. Que hacía tiempo que no hablaban, pero, ¿no era eso parte de la convivencia? Adam no era el tipo de hombre que exteriorizara sus sentimientos, pero siempre estuvo a su lado cuando le necesitó.
—Todo saldrá bien.
Su padrastro suspiró.
—¿Dónde estás? ¿Has encontrado un lugar donde quedarte hasta poder instalarte de nuevo? Ya sabes que aquí siempre tienes un sitio.
—Gracias, estoy bien. Me alojo un motel que no está mal. Me queda cerca del trabajo y me va bien durante unos días. Luego buscaré un apartamento.
—De acuerdo. Cuéntame qué ocurrió con Brad.
—El caso es que... —dijo Harry finalmente, eligiendo con cuidado las palabras—, mi misión consiste en rescatar a mi amigo Niall. Lo recuerdas, ¿verdad?
—Por supuesto. Pasó algunas Navidades con nosotros. Lamento lo que les ocurrió a sus padres.
—Sí, bueno. Pues se infiltró en una red de trata de personas con sede en Florida. Yo tengo que introducirme allí en secreto y ayudar a capturar a los responsables. Así que necesito recibir un determinado entrenamiento para poder colarme en el complejo turístico sin despertar sospechas. Siempre has dicho que algunas misiones no son agradables y aún así hay que hacerlas. Brad no ha podido aceptar la mía.
—¿Vas a participar en una misión de campo? —No parecía contento.
—Es una especie de prueba. Me presenté voluntario y mi jefe estuvo de acuerdo porque tengo la edad y los rasgos físicos correctos. Además, sabe que quiero implicarme en este caso más allá del papeleo. —Se encogió de hombros—. Ya veremos cómo resulta. Me temo que es bastante exigente.
—¿Para qué te estás entrenando exactamente?
Ahí es donde las cosas se ponían peliagudas.
—Para ser un sumiso sexual. Y antes de que digas nada, no es asunto tuyo. Soy perfectamente capaz de manejarlo.
—¿Qué? Eso son palabras mayores. —La preocupación en la voz de su padrastro se hizo más profunda—. HIjo, no quiero que te pase nada. Olvídate del caso, vuelve con Brad. Por favor, arregla las cosas con él. Te ama y es el hombre adecuado para ti. Te dará lo que necesitas.
No, Brad no lo haría. La noche que había pasado con Louis se lo había demostrado. Sí, sabía que el sexo no lo era todo, pero las necesidades que había despertado en Harry no eran sólo físicas. La intimidad que Louis y Harry compartían era el resultado de una profunda unión a un nivel muy íntimo... Un tipo de conexión que jamás había sentido con su antiguo prometido.
Había descubierto durante los últimos dos días que poseía un cierto amor propio que se proponía fomentar. Sabía que no era perfecto, pero se las arreglaba bastante bien para seguir las órdenes de Louis. Es más, Lou conseguía que tuviera valor para afrontar cualquier cosa. De alguna manera, obedecerle lo hacía más fuerte. Se había sentido impotente de niño, cuando se le rompió el corazón en la adolescencia, siendo una agente que se preguntaba todo el tiempo si podría llevar a cabo misiones de campo; sin embargo, Louis hacía que se creyera capaz de cualquier cosa.
—No, no lo hará. Quiere que deje la Agencia.
Adam suspiró.
—¿Acaso eso sería tan malo? Ser agente de campo consumirá tu vida.
Te lo dice alguien que lo ha sufrido en carne propia.
Claro que Adam lo sabía. Era la causa de que hubiera estado pocas veces en casa a lo largo de los años, y Harry siempre consideró que ése era el motivo de que se hubiera divorciado de su madre. Sólo había cambiado de actitud tras la repentina muerte de ésta en un accidente de tráfico, cuando Harry se quedó solo en el mundo.
—Siempre he pensado que te sentirías orgulloso si seguía tus pasos. —Le dolía que no fuera así, pero lo disimuló—. Ahora que no tengo por quién regresar a casa, que el trabajo asuma el control de mi vida no importa demasiado. Lo cierto es que casi es mejor.
—Es peligroso. —Adam parecía casi frenético por hacerle entender ese punto.
—Gracias por preocuparte, pero necesito atrapar a esta gente. Por mí... Por Niall. Quiero rescatarlo.
—Si no aceptas mis consejos paternales, acéptalos como provenientes de un agente retirado. Te vas a ver envuelto en un asunto muy feo.
—Sé que no quieres que me tenga que enfrentar al peligro, pero preferiría tener tu apoyo. Lo necesito.
—Maldición, jamás pude negarte nada. —Suspiró—. ¿Quieres que te dé mi opinión sobre el caso?
Harry se mordisqueó el labio. Aquello iba contra todo protocolo, pero Adam fue un buen agente con una trayectoria estelar. De hecho, no haber dejado rastro era uno de los factores que le permitió retirarse pronto y abrir una agencia de seguridad. Ahora se dedicaba a viajar por todo el mundo para encargarse de proteger a sus clientes. Y le iba muy bien económicamente. Harry podría sacar algo en claro de su experiencia. Si con ello contribuía a liberar a Niall, no tenía ningún problema en saltarse las reglas.
Puso a Adam al tanto del caso.
—No sabemos quién es el cabecilla, no barajamos ningún nombre. Este tipo es escurridizo y no le importa pasar por encima de quién sea. Posee buenas relaciones en todos los rincones del mundo.
—Tienes razón —convino Adam—. Es más, apuesto lo que quieras a que nadie sabe quién es. Quizá se dedique al BDSM o a vender jovencitos. Sea lo que sea, seguro que le reporta importantes beneficios. Creo que vuestro hombre es un varón de raza blanca de entre treinta y cinco y cincuenta y cinco años, que viaja con frecuencia. Quizá domine muchos idiomas.
—Lo que yo imaginaba. Definitivamente estamos buscando a alguien sin conciencia ni corazón. Tengo que atrapar a este sinvergüenza.
—¿Cuándo te vas?
—El agente York y yo tenemos programado salir el miércoles que viene. Iremos a un complejo turístico situado en una isla privada cerca de Key West. Si puedo me volveré a poner en contacto contigo, pero si no lo hago, no te preocupes.
Adam se rió.
—Me conoces demasiado bien. ¿Quién te está entrenando? ¿Lo conozco?
—Alguien que contrató la Agencia.
No pensaba darle el nombre de Louis ni a cambio de un millón de dólares. Sólo serviría para que se pusiera a dar voces y liberara el odio que sentía por él.
Entonces, Harry no sabría qué decirle. Después de la asombrosa revelación de Louis y de la manera en que habían hecho el amor, no sabía qué sentía.
Camino del Club Dominium. Sábado por la mañana.
Louis miró a Harry a través la cabina del todoterreno. A pesar de lo cerca que la había sentido durante la noche anterior —cuando habían llegado a estar tan sincronizados y compenetrados como él quería—, su Hazz tenía ahora la mente muy lejos de allí. Y a él no le gustaba nada. ¿Creería que se conformaría con una noche de sexo? ¿Se sentiría culpable por haberse acostado con él horas después de poner fin a su relación con Brad?
—¿En qué está tan absorta esta cabecita tuya?
Harry sonrió desvaídamente; parecía cansado.
—En que necesito un café.
No lo presionó. Quizá Harry tuviera que reflexionar y necesitara un poco de espacio. Pero a pesar de haberle besado con abandono al despertar, parecía una persona totalmente diferente cuando Louis salió de la ducha.
—Eso lo solucionaremos antes de ir a trabajar. ¿Te preocupa algo más?
Harry le miró de soslayo antes de clavar los ojos en la carretera.
—No. —El encogimiento de hombros que acompañó a su respuesta era totalmente fingido.
—Me pareció oírte hablar con alguien cuando estaba en la ducha. ¿Has llamado por teléfono?
Harry suspiró con resignación.
—¿No puedes dejarlo?
—Sea lo que sea, te ha dejado preocupado. ¿Te ha llamado Brad? ¿Tengo que hablar con él?
—Estás de broma, ¿verdad? —se burló Harry—. No quiero ni imaginar qué clase de conversación sería ésa, pero dudo que fuera agradable.
—No si de mí depende.
—Da igual. No he hablado con Brad, sino con mi padrastro.
—Imagino que no le dirías que estabas conmigo.
—Er... no. No estaba de humor para comenzar la Tercera Guerra Mundial. Ya estaba disgustado porque hubiera terminado la relación con Brad. —Siguió mirando pensativamente a través del parabrisas—. Él también me rogó que dejara el caso.
—Es probable que sea lo único en lo que estemos de acuerdo.
Harry le miró, parecía aturdido.
—Después de todos los progresos que he hecho, ¿todavía quieres que abandone? Crees que no seré capaz de llegar al final, pero te equivocas. Te lo demostraré...
—Tranquilo, tigre. —Louis se detuvo en un semáforo en rojo que no parecía tener sentido en las calles poco transitadas de los sábados a primera hora de la mañana—. Te lo he dicho y lo repito, estás haciendo grandes progresos. Siempre he sabido que eres capaz de cualquier cosa que te propongas y te respeto por ello. Sin embargo, como hombre que te ama, prefiero que te mantengas alejado del peligro.
Ahí estaba otra vez. Una declaración de amor aparentemente casual que Louis soltaba con toda la naturalidad del mundo. «Qué día más agradable hace. Pásame la leche. Te amo.» Harry meneó la cabeza.
Durante la noche anterior habían estado tan próximos como podían estar dos personas. No era raro que Harry supusiera que Louis albergaba sentimientos profundos. Pero cuando pasaran unos días, Louis se daría cuenta de que no había nada entre ellos, de que aquello no era realmente amor. Aun así, sus palabras le agradaron.
En cuanto tuvieron ante sí un copioso desayuno y un humeante café, rebosante de cafeína, Harry miró a Louis.
—No puedo renunciar. Niall fue mi compañero de habitación en la universidad. Perdió a sus padres en el atentado de las Torres Gemelas; iban en el avión que chocó contra la Torre Sur. Hasta entonces, quería dedicarse a la abogacía, pero después... Le sostuve las manos y lloré con él. Incluso lo convencí de que se uniera al FBI como una manera de honrar su memoria e impedir que se repitiera una brutalidad semejante. Me siento responsable...
—Hazz, shhh... Puede que le dieras la idea, pero lo hizo porque quiso. ¿Querría él que siguieras sus pasos sin estar preparado?
Niall no querría que fuera, punto.
—Tengo que hacerlo. Es listo y sagaz, y sé que si alguien puede permanecer con vida en una situación hostil, es él.
—No has respondido a mi pregunta. ¿Querría que lo hicieras sin estar preparado?
Dios, Louis no se daba por vencido.
—No. Según Niall tengo mucha voluntad, pero me pierde tener un corazón blando. No conocía a Niall, pero ya le caía bien.
—Eso no es malo. De verdad... Quiero que medites con calma todo esto.
—Me he comprometido a hacerlo. —Cruzó los brazos y le miró con una determinación que Louis no le conocía—. Se lo debo. Me lo debo a mí mismo. No es que no me guste trabajar tras un escritorio, pero necesito saber si estoy hecho para este tipo de misiones. Siempre he echado de menos algo en mi vida y no puedo evitar pensar que... No sé, que quiero vivir a fondo.
Normal: Brad era aburrido a más no poder y Harry había acabado harto y hastiado. Louis sabía que el sitio de Harry estaba tras un escritorio, solucionando acertijos que se le resistirían a la mayoría de la gente. Eso era lo que siempre le había gustado, resolver acertijos y puzzles, pero era Harry quien se tenía que dar cuenta de ello.
Y su trabajo era asegurarse de que vivía el tiempo suficiente para hacerlo.
—Entonces tenemos que centrarnos en que estés preparado. Nos quedan cuatro días y vamos a necesitar cada minuto.
Tras aparcar el todoterreno, los dos bajaron del vehículo. A pesar de haberse pasado media noche dentro de Harry, Louis se empalmaba sólo de pensar en la disciplina en la que iba a entrenarlo.
Cuando entraron en el edificio, lo cogió de la mano. Harry intentó apartarse discretamente. ¡Ja!
Le lanzó una mirada de desaprobación.
—¿Me tomas el pelo? Después de la noche que hemos pasado, ¿no quieres tocarme?
—Una cosa no tiene nada que ver con la otra. Creo que no debemos mezclar lo personal con nuestras sesiones de entrenamiento.
Louis le apretó la mano con más fuerza.
—No vas a poner distancia entre nosotros cuando lo que más necesitamos es confianza y conexión.
Hazz se mordisqueó el labio inferior mientras caminaba a su lado por el largo pasillo del Dominium; era evidente en qué estaba pensando. Louis supo que estaba retrocediendo; no estaba preparado para admitir que la noche anterior había sido el nacimiento de algo nuevo en vez del olvido de sus legendarios sentimientos. Pronto se aseguraría de que lo comprendiera.
—Muy bien.
Louis pasó la tarjeta electrónica por la ranura de apertura de la puerta de su mazmorra y ésta se abrió con un sonido metálico. Lo empujó y guió a Harry al interior, pero no la cerró a su espalda.
—Ahora estamos en la mazmorra. ¿Qué tienes que decir?
Harry no parecía muy contento.
—Sí, Louis.
Esbozó un mohín tan condenadamente adorable con los labios que en lo único que pudo pensar fue en besarlo hasta dejarlo sin sentido.
—Bien, ¿qué más deberías hacer ahora que estamos aquí dentro?
Harry puso los ojos en blanco y comenzó a quitarse la ropa.
—¿Qué encuentras tan fascinante de verme desnudo?
Louis le acarició el cuello con la nariz, pasando la lengua por uno de los chupetones que le había hecho.
—Si te quedan dudas después de la noche que hemos pasado, estaré encantado de demostrártelo otra vez.
Harry frunció el ceño y le dio un juguetón puñetazo en el hombro.
—Me refiero a los Amos en general. ¿Si los sumisos no se desnudan el juego quedaría demasiado nivelado?
—No es eso. Cuando un sumiso se desnuda, se siente más vulnerable y es más receptivo. Es un estado natural, aunque nos hayan educado para lo contrario durante la mayor parte de nuestra vida. Es parte del trabajo de un Amo despojar a su sumiso de cualquier artificio y descubrir a la persona que es en realidad. De esa manera la ropa es algo simbólico. Un sumiso tiene menos posibilidades de resistirse a la dominación si no tiene nada con qué cubrirse.
—A mí no me gusta —dijo Harry, doblando la última prenda y dándosela a Louis.
—Porque te sientes vulnerable. Se nota en el rubor que cubre tu piel, en los hombros encorvados y la manera en que intentas mirar a cualquier parte menos a mí.
Harry le lanzó una mirada furiosa.
—Ahora mismo no me caes demasiado bien.
Estaba de broma... y al mismo tiempo, no lo estaba. Era evidente que a Harry no le gustaba sentirse vulnerable con él cuando no era dueño de sí mismo. Era algo que sólo solucionaría el tiempo y la confianza. Esperaba poder convencerlo de que su amor era firme; y para ello tenía que conseguir que confiara en él antes de que se les acabara el tiempo.
—Una vez que traspasemos esta puerta, no toleraré ese tipo de comentarios. Yergue los hombros, cabeza alta. Mírame, Hazz. Ahora.
Harry respiró hondo e hizo lo que le ordenaba. La postura mejoró y el respeto que él sentía por Harry creció de manera exponencial.
—¡Hola, chicos! ¿Habéis empezado sin mí? —les saludó Zayn desde la puerta antes de entrar con paso relajado.
Harrt se puso rígido, pero no se cubrió. Él supo que había tenido que contener el deseo de hacerlo. Se sintió orgulloso de sus progresos pero, al mismo tiempo, apenas pudo contener las ganas de golpear a Zayn por su audacia. No quería explicar a Harry lo que iban a hacer delante de él.
—¡Joder! Es precioso —comentó Zayn—. Comestible incluso. Tengo que saborearlo.
Louis lanzó a su amigo una mirada furibunda cuando le vio rodear a Harry rozando su cadera desnuda y dejó caer un beso en su hombro. Ver la lengua de Zayn sobre la suave piel, casi le hizo perder la razón.
—No lo toques.
Zayn sonrió al tiempo que retrocedía.
—¿Qué vamos a hacer? —indagó Harry.
Tanto Louis como Zayn lo miraron con desaprobación.
—Cuidadito con tu actitud, Hazza —le advirtió—. Puede que no te azote las nalgas hasta que las magulladuras se desvanezcan, pero conozco muchas maneras de hacerte sufrir. Puedo mantenerte al borde del orgasmo durante horas para que no vuelvas a olvidar cómo debes dirigirte a mí cuando estamos aquí dentro.
Al instante, Harry apretó los labios.
—Sí, Louis.
—Bien. —Le frotó el hombro con la mano en un gesto tranquilizador—. Zayn ha venido para ayudarnos en la siguiente fase de tu entrenamiento. No voy a decirte aún de qué se trata porque tienes que aprender a estar preparado para cualquier cosa. ¿Lo has entendido?
Harry quiso discutir con él, pero se contuvo.
—Sí, Louis.
—Buen chico. Quédate aquí. —Entonces miró a Zayn con el ceño fruncido mientras se acercaba al armario—. Y tú no lo toques, siéntate.
Zayn se acercó a la cama y se acomodó.
—Así que sólo voy a ser testigo de la función. Ojalá hubiera traído palomitas.
Por el rabillo del ojo, Louis observó que Harry lanzaba a Zayn una mirada furiosa, aunque hizo como que no se daba cuenta. Su amigo se merecía eso y más. Louis sabía que tenía que asegurarse de que Harry aprendiera a respetar al resto de los Amos, pero todavía tenían tiempo.
—Hazza, inclínate sobre el banco de azotes.
Harry le lanzó un vistazo al aparato y luego le miró a él, vacilando. Louis arqueó una ceja pero esperó en silencio. Lo vio prepararse mentalmente antes de inclinar la parte superior de su cuerpo con aquella elegancia innata que poseía.
Louis cogió todo lo que necesitaba y cruzó la estancia para dejarlo sobre una mesa ante los ojos de Harry. La amarró con rapidez y respiró hondo.
Si tenía en cuenta únicamente el propósito de la misión, estar preparado para esto podía salvarlo. Pero también sería una parte importante de su relación. Si a Harry no le gustaba, no lo amaría menos, pero siempre le quedarían las ganas de poseerlo por completo. Tras tantos años separados, no le gustaba la idea de que existieran barreras entre ellos.
Emmelie
Re: Me perteneces (Larry)
¡DIOS!
espero que actualices lo mas pronto posible.
Zayn sale hay ganando.
Y amo cuando Louis se vuelve todo dominante.
Esperare con ansias el próximo capitulo :)
espero que actualices lo mas pronto posible.
Zayn sale hay ganando.
Y amo cuando Louis se vuelve todo dominante.
Esperare con ansias el próximo capitulo :)
✿ Flawless ✖
Página 7 de 7. • 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7
Temas similares
» Me Perteneces.
» ~ Tú perteneces a mí ♥ (JoeJonas&NicoleSweet)
» Tu me perteneces. | Liam Payne.
» Ahora me perteneces (Harry Styles y Vianny Kling)
» EL pandillero y EL nerd (Larry / Lashton) DE LARRY / CANCELADA
» ~ Tú perteneces a mí ♥ (JoeJonas&NicoleSweet)
» Tu me perteneces. | Liam Payne.
» Ahora me perteneces (Harry Styles y Vianny Kling)
» EL pandillero y EL nerd (Larry / Lashton) DE LARRY / CANCELADA
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
Página 7 de 7.
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.
Miér 20 Nov 2024, 12:51 am por SweetLove22
» My dearest
Lun 11 Nov 2024, 7:37 pm por lovesick
» Sayonara, friday night
Lun 11 Nov 2024, 12:38 am por lovesick
» in the heart of the circle
Dom 10 Nov 2024, 7:56 pm por hange.
» air nation
Miér 06 Nov 2024, 10:08 am por hange.
» life is a box of chocolates
Mar 05 Nov 2024, 2:54 pm por 14th moon
» —Hot clown shit
Lun 04 Nov 2024, 9:10 pm por Jigsaw
» outoflove.
Lun 04 Nov 2024, 11:42 am por indigo.
» witches of own
Dom 03 Nov 2024, 9:16 pm por hange.