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Amor Sin Recuerdos [Harry Styles & Tú]
O W N :: Archivos :: Novelas Abandonadas
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Amor Sin Recuerdos [Harry Styles & Tú]
Nombre: Amor Sin Recuerdos
Autor: Penny Jordan
Adaptación: Si, es un libro que me ha gustado, la escritora es mi favorita
Género: Drama, Romance.
Advertencias: Hay partes algo sexosas
Otras páginas: En facebook jojo
Autor: Penny Jordan
Adaptación: Si, es un libro que me ha gustado, la escritora es mi favorita
Género: Drama, Romance.
Advertencias: Hay partes algo sexosas
Otras páginas: En facebook jojo
__(Tn) no daba crédito a la afirmación de Harry Styles. ¿Cómo era posible
que fuera su marido? ¿Cómo podía haberle abandonado y haber olvidado todo acerca
de él y de su matrimonio?.
Para refrescarle la memoria, Harry insistió en que se fuera a vivir con él.
__(Tn) se sentía misteriosamente impulsada a aceptar, obsesionada con un sueño en
el que un hombre le hacía el amor de forma apasionada... un hombre exactamente
igual a Harry.
Fe-MaToPaHoSty
Re: Amor Sin Recuerdos [Harry Styles & Tú]
Hola!! Me encanto la sinopsis siguela me encanto!! :)
Cuando necesites chicas avisame si?? Guardame para Louis no te presiono solo si necesitas :)
Siguelaaa!!
Cuando necesites chicas avisame si?? Guardame para Louis no te presiono solo si necesitas :)
Siguelaaa!!
Scott
Re: Amor Sin Recuerdos [Harry Styles & Tú]
directioners4ever escribió:Hola!! Me encanto la sinopsis siguela me encanto!! :)
Cuando necesites chicas avisame si?? Guardame para Louis no te presiono solo si necesitas :)
Siguelaaa!!
Puedo sacarte, pero ¿Te gustaría ser la nana de la protagonista? es que es un libro y solo habla de los protagonistas. Sí te gustaría aparecer te pondría con Louis.
¡Bienvenida bella!
Fe-MaToPaHoSty
Re: Amor Sin Recuerdos [Harry Styles & Tú]
¿Esto sería que soy la nana y novia de Louis? o_OFe-MaToPaHoSty escribió:directioners4ever escribió:Hola!! Me encanto la sinopsis siguela me encanto!! :)
Cuando necesites chicas avisame si?? Guardame para Louis no te presiono solo si necesitas :)
Siguelaaa!!
Puedo sacarte, pero ¿Te gustaría ser la nana de la protagonista? es que es un libro y solo habla de los protagonistas. Sí te gustaría aparecer te pondría con Louis.
¡Bienvenida bella!
Scott
Re: Amor Sin Recuerdos [Harry Styles & Tú]
directioners4ever escribió:¿Esto sería que soy la nana y novia de Louis? o_O
Serías la esposa de Louis y la madrastra de la protagonista (ella es buena en el libro y en la adaptación también)
Fe-MaToPaHoSty
Amor Sin Recuerdos [Harry Styles & Tú]
Capitulo 1
__(Tn) se detuvo en las escaleras de su preciosa casa victoriana. Una seductora
sonrisa se dibujó en su rostro a la vez que una soñadora mirada enturbiaba la habitual
claridad de sus inteligentes ojos grises. Había vuelto a soñar con él la noche anterior,
pero esa vez había sido incluso más real y encantador que nunca. Tan real que...
Se sonrojó y tuvo que pestañear para esconder el brillo de sus ojos al sentir
cómo el mero recuerdo del placer le estremecía todo el cuerpo; la noche anterior
cuando él la había tenido en sus brazos y la había acariciado... Un fuerte escalofrío la
devolvió a la realidad y con algo de culpabilidad se apresuró escaleras arriba.
Solo disponía de una hora para arreglarse antes de ir a recoger a Jacqueline y a su
marido. Tenía una cita con ellos para celebrar algo muy especial, y era en eso en lo que
tendría que estar pensando, no en un hombre tan maravilloso como irreal que había
salido de su imaginación, de sus sueños... de su necesidad...
Frunció un poco el ceño. Era una mujer de veintitrés años y en su vida no había
ningún hombre, ningún amante. Solo a través de la intensidad de sus sueños, que cada
vez eran más reales, __(Tn) había identificado a su amante ideal, su alma gemela. No
sabía si esos sueños eran una señal de cuánto necesitaba amar y ser amada o una
muestra del poder de su imaginación. Lo que sí sabía era que desde que había
empezado a soñar con él, los hombres reales que conocía no se le podían comparar,
ninguno llegaba a atraerla lo más mínimo.
Estaba deseando pasar la velada con sus amigos. Después de todo, Jacqueline no solo
era su mejor amiga y lo más parecido a una madre que ella había tenido; era también
la. cirujana que le había salvado la vida. No, se corrigió rápidamente __(Tn), lo que
Jacuqeline había hecho en muchos sentidos era darle la vida, devolvérsela después de que
otras personas menos compasivas hubieran pensado que era imposible.
__(Tn) tuvo que tragar saliva. Incluso cinco años después del accidente que casi le
había costado la vida, solo recordar lo cerca que había estado de morir hacía que un
escalofrío de terror le recorriera el cuerpo.
Quizás no tuviera demasiada lógica, pero ese terror se hacía aún más intenso por el hecho de no recordar nada de lo que había sucedido justo antes del accidente, ni de
las semanas que había estado en coma.
Al abrir la puerta de su dormitorio notó la ligera torpeza en el brazo derecho,
esa era la única molestia física que le había dejado el accidente.
Su brazo sufrió lesiones tan graves en el accidente que, cuando la llevaron al
hospital, el jefe de admisiones de urgencias la iba a preparar para que se lo
amputaran; en ese momento Jacqueline, que había ido al hospital a visitar a otro paciente,
pasó por allí por casualidad y fue requerida para dar una segunda opinión.
Como jefa del servicio de microcirugía, Jacqueline se puso al mando inmediatamente
y llegó a la conclusión de que era posible evitar la amputación.
Fue su cara lo primero que __(Tn) vio al volver en sí, pero fue después de
bastantes semanas cuando se enteró, gracias a una enfermera, de la suerte que había
tenido de que Jacqueline estuviera allí. Fue Jacqueline la que se pasó una hora tras otra al pie
de su cama, hablándole mientras estaba en coma, tirando de ella con su fuerza y su
amor para que volviera al mundo de los vivos, por todo eso __(Tn) sabía que nunca,
nunca, dejaría de admirarla y quererla.
–Tú no eres la única que ha salido ganando –a menudo le decía Jacqueline
bromeando–. No tienes idea de lo que ha subido mi reputación profesional desde que
se supo que tu brazo se había salvado gracias a mis métodos quirúrgicos. Para mí tu
brazo vale su peso en oro –entonces su expresión se suavizaba al decir mucho más
cariñosa–: Y tú, querida, eres tan especial para mí que no puedo expresarlo con
palabras. Eres la hija que nunca pensé que tendría.
Las dos se habían emocionado la primera vez que Jacqueline pronunció esas
cariñosas palabras, que además tenían un significado especial para las dos: Jacqueline, una
eminente cirujana que siendo muy joven había sabido que no podría tener hijos y
__(Tn), que había sido abandonada por sus padres cuando era solo un bebé y había
crecido en un orfanato. Siempre la habían tratado bien, pero nunca había recibido
todo el amor que necesitaba y anhelaba.
Cuando dos años antes Jacqueline aceptó casarse con Antonio Lever, su compañero
desde hacía mucho tiempo, __(Tn) se alegró más de lo que podía explicar.
Hasta entonces Jacqueline siempre se había negado a casarse con Antonio porque creía
que algún día encontraría una mujer que le diera los hijos que ella no podía darle y,
cuando llegara ese día, quería que él se sintiera libre para irse con esa mujer. y
Antonio tuvieron que luchar mucho hasta que consiguieron quitarle tal idea de la cabeza.
__(Tn) encontró el argumento definitivo cuando le dijo que puesto que se había
convertido en su «madre» ya no tenía ninguna excusa para seguir rechazando las
propuestas de matrimonio de Antonio.
–De acuerdo, me rindo –se había reído Jacqueline mientras brindaban porque por fin
hubiera aceptado y antes de decirle burlona a __(Tn)–: Por supuesto, sabes lo que esto
significa. Como madre tuya, y dado el momento de la vida en el que me encuentro,
pronto empezaré a pedirte con insistencia que encuentres a alguien y me des algún
nieto.
Había sido después de esa conversación, quizás debido a la relajación que había
provocado en ellas el vino y la estupenda cena de Navidad que habían preparado las
dos juntas, cuando __(Tn) se había atrevido a hablarle a Jacqueline de los intensos sueños
que estaba teniendo.
–¿Cuándo empezaron esos sueños? –le preguntó Jacqueline inmediatamente con un
tono totalmente profesional.
–No estoy segura... creo que tardé algún tiempo en darme cuenta de que los
estaba teniendo de forma regular– contestó __(Tn) moviendo la cabeza y riéndose de
su propia confusión–. Verás, cuando por fin noté que los estaba teniendo me resultaban
tan familiares, como si ese hombre hubiera sido siempre parte de mi vida; era como
si... de alguna manera yo... lo conociera –__(Tn) tuvo que dejar de hablar para buscar las
palabras adecuadas que la ayudaran a expresar la enorme complejidad de las
sensaciones que tenía en sus sueños, quería que su amiga entendiera cómo era el
hombre que aparecía en ellos.
Sonrió al mirar el traje que un mes antes Jacqueline y ella habían comprado
especialmente para aquella noche. Había tenido mucha suerte de no sufrir ninguna
herida en la cara. Por lo que sabía por las pocas fotos que conservaba de su infancia,
su rostro pequeño y delicado no había cambiado demasiado. Seguía teniendo el pelo
rubio, quizás heredado de sus desconocidos padres junto con su elegante figura. La
madurez había conseguido que ya no se angustiara por no saber quiénes habían sido
sus padres. Le bastaba con apreciar el precioso regalo que le habían hecho: le habían
dado la vida.
Todo lo que sabía del accidente era lo que le habían contado y lo que se había
mencionado durante el proceso judicial. En él el conductor que la atropelló en mitad
del paso de peatones fue condenado por conducción temeraria, y la compañía de
seguros tuvo que indemnizarla con una alta suma de dinero.
__(Tn) era consciente de que había gente que pensaba que ciertas molestias en un
brazo y haber tenido que estar de baja casi un año no eran más que nimiedades. Al
menos eso era lo que pensaban los abogados de la compañía de seguros del conductor;
incluso ella había admitido haber ganado mucho gracias al accidente, pero no por la
indemnización, sino porque el accidente había hecho que Jacqueline y Antonio entraran en su
vida.
Fe-MaToPaHoSty
Re: Amor Sin Recuerdos [Harry Styles & Tú]
Ok entonces si perdon que recien lo veo pero gracias por dejarme estar en tu nove :)Fe-MaToPaHoSty escribió:directioners4ever escribió:¿Esto sería que soy la nana y novia de Louis? o_O
Serías la esposa de Louis y la madrastra de la protagonista (ella es buena en el libro y en la adaptación también)
Scott
Re: Amor Sin Recuerdos [Harry Styles & Tú]
alicia P.J escribió:Sigurlaa
Gracias por leerla pequeña, la seguiré lo mas pronto que pueda
Fe-MaToPaHoSty
Re: Amor Sin Recuerdos [Harry Styles & Tú]
directioners4ever escribió:Ok entonces si perdon que recien lo veo pero gracias por dejarme estar en tu nove :)
Me mandarías tu nombre por mensaje privado, para poder continuar con la nove
Fe-MaToPaHoSty
Amor Sin Recuerdos [Harry Styles & Tú]
Capitulo 2
Tal y como los abogados habían hecho constar de forma insistente, las lesiones
no le habían impedido terminar la carrera universitaria que acababa de empezar antes
del accidente, ni le habían supuesto ningún obstáculo a la hora de conseguir un empleo.
De hecho, para mucha gente el que solo pudiera trabajar media jornada era más una
ventaja que un inconveniente.
Sí, los abogados fueron muy persuasivos, pero las pruebas resultaron
concluyentes. Cinco testigos habían visto cómo el coche había irrumpido en el paso de
peatones y había ido directamente a __(Tn). El conductor había bebido, de acuerdo con
la explicación de la defensa, debido a un problema de estrés por el cual ya estaba en
tratamiento. Incluso hubo un dramático testimonio de la mujer del conductor, que afirmó que, si le retiraban el carnet de conducir a su marido, lo que le impediría
ganarse la vida, las condiciones de vida de ella y de sus tres hijos iban a ser muy
duras.
__(Tn) había sentido mucha pena y aún lo sentía enormemente, pero, como Jacqueline
le había dicho con firmeza, ella no era la responsable de los problemas de aquel
hombre.
Aun así se alegraba de que el conductor no fuera de la ciudad y de que no
hubiera ninguna posibilidad de encontrarse con él ni con su familia.
Le resultaba extraño pensar que no había vivido toda su vida en esa pequeña
ciudad llena de historia, una historia que se reflejaba en su catedral, su castillo y su
pequeña universidad, y el río que hacía muchos años había dado a la ciudad fama y
riqueza. Ahora solo lo surcaban barcos de recreo, aquellas embarcaciones que solían
llevar productos exóticos habían pasado a la historia.
__(Tn) era incapaz de recordar por qué había elegido la universidad de
Wryminster, o cuándo había llegado a la ciudad. Ni siquiera debió de tener tiempo para
hacer amigos a los que contarles sus sueños y ambiciones; había tenido el accidente la
primera semana del primer trimestre y la única dirección que la policía había podido
encontrar había sido la del orfanato donde creció.
Según había averiguado Jacqueline, __(Tn) había sido una niña muy inteligente y algo
solitaria. Cuando por fin recibió el alta del hospital, Jacqueline se la llevó a casa y la cuidó
como una madre. También la animó a convertirse en una mujer independiente y lo
consiguió gracias a la ayuda que Antonio y ella le prestaron para conseguir la casa
perfecta: acogedora y no demasiado lejos de la suya.
Al sacar el traje nuevo del plástico que lo protegía, __(Tn) respiró algo
temblorosa. Era un conjunto de color azul pálido, un color que iba bien con su tono de
piel y ojos. Se había encaprichado de él nada más verlo, pero aun así, Jacqueline había
tenido que convencerla para que se lo comprara.
Los pantalones de fina lana dejaban apreciar sus esbeltas piernas y la suave
curva de sus caderas. Por su parte, la chaqueta le daba al conjunto un toque de
sofisticada elegancia que completaba el top bordado que llevaba debajo de la
chaqueta.
–No voy a conseguir amortizar todo el dinero que me he gastado –vaticinó __(Tn)
mientras pagaba el importe del traje–. Nunca voy a sitios donde me pueda poner algo
tan caro.
–Bueno, quizás debas empezar a hacerlo –le había contestado Jacqueline sonriendo–.
Sayad haría cualquier cosa con tal de que le concedieras una cita.
Sayad era un guapísimo anestesista que acababa de empezar a trabajar en el
hospital y que llevaba intentando conquistar a __(Tn) desde el primer momento en que
la vio.
–No está mal –admitió __(Tn) pero enseguida añadió–: Pero...
Pero no era el hombre de sus sueños. No, ni siquiera se le parecía lo más mínimo.
Mientras que Sayad era alegre y abierto, el amante de sus sueños tenía una mirada oscura e inquietante. Era un hombre, mientras que Sayad, a pesar de la edad que tenía,
en algunos aspectos seguía siendo un niño. Sin saber exactamente cómo, sabía con
seguridad que su hombre tendría un cierto aire de autoridad, un fuerte aura de
masculinidad que Sayad nunca podría tener.
A pesar de no querer gastarse tal cantidad de dinero, había accedido porque se
trataba de una noche importante: el aniversario de Jacqueline y Antonio y el cumpleaños de
Antonio.
Gracias a la insistencia de Jacqueline, al acabar el larguísimo proceso judicial que
había tenido que soportar, se había tomado unos meses de descanso en el trabajo. Esa
misma semana, se había despedido temporalmente de sus compañeras de Petrofiche, la
multinacional petroquímica en la que trabajaba y cuya sede se encontraba en lo que
había sido una enorme casa solariega situada a unos kilómetros de la ciudad.
Para la celebración de sus amigos había reservado una mesa en el mejor
restaurante de la ciudad, que se encontraba a orillas del río. Había insistido en que
aquella noche iba a ser ella la que los iba a mimar. Para ello iba a ir a recogerlos en su
flamante Mercedes.
Aquel coche había supuesto un gran avance para __(Tn), puesto que cuando tuvo el
accidente no sabía conducir y durante mucho tiempo le había dado pánico el simple
hecho de acercarse a un coche. Pero con el tiempo se había obligado a sí misma a
superar el miedo. La debilidad del brazo hacía que se sintiera más cómoda en un coche
automático que en uno manual. Por eso, ayudada e instigada por Jacqueline y Antonio, se había
concedido el lujo de comprarse un coche tan elegante.
No tardó mucho en arreglarse, le gustaba utilizar el mínimo maquillaje posible y
además, como a menudo le decía Jacqueline con envidia, tenía un cutis que no necesitaba
cubrir. Era cierto que, para su gusto, tenía los labios demasiado carnosos, pero había
aprendido a suavizarlos con colores pastel. Tenía el pelo liso y sedoso, siempre lo
llevaba largo y con un peinado sencillo, lo que hacía resaltar la delicada forma de su
cara.
Tal y como los abogados habían hecho constar de forma insistente, las lesiones
no le habían impedido terminar la carrera universitaria que acababa de empezar antes
del accidente, ni le habían supuesto ningún obstáculo a la hora de conseguir un empleo.
De hecho, para mucha gente el que solo pudiera trabajar media jornada era más una
ventaja que un inconveniente.
Sí, los abogados fueron muy persuasivos, pero las pruebas resultaron
concluyentes. Cinco testigos habían visto cómo el coche había irrumpido en el paso de
peatones y había ido directamente a __(Tn). El conductor había bebido, de acuerdo con
la explicación de la defensa, debido a un problema de estrés por el cual ya estaba en
tratamiento. Incluso hubo un dramático testimonio de la mujer del conductor, que afirmó que, si le retiraban el carnet de conducir a su marido, lo que le impediría
ganarse la vida, las condiciones de vida de ella y de sus tres hijos iban a ser muy
duras.
__(Tn) había sentido mucha pena y aún lo sentía enormemente, pero, como Jacqueline
le había dicho con firmeza, ella no era la responsable de los problemas de aquel
hombre.
Aun así se alegraba de que el conductor no fuera de la ciudad y de que no
hubiera ninguna posibilidad de encontrarse con él ni con su familia.
Le resultaba extraño pensar que no había vivido toda su vida en esa pequeña
ciudad llena de historia, una historia que se reflejaba en su catedral, su castillo y su
pequeña universidad, y el río que hacía muchos años había dado a la ciudad fama y
riqueza. Ahora solo lo surcaban barcos de recreo, aquellas embarcaciones que solían
llevar productos exóticos habían pasado a la historia.
__(Tn) era incapaz de recordar por qué había elegido la universidad de
Wryminster, o cuándo había llegado a la ciudad. Ni siquiera debió de tener tiempo para
hacer amigos a los que contarles sus sueños y ambiciones; había tenido el accidente la
primera semana del primer trimestre y la única dirección que la policía había podido
encontrar había sido la del orfanato donde creció.
Según había averiguado Jacqueline, __(Tn) había sido una niña muy inteligente y algo
solitaria. Cuando por fin recibió el alta del hospital, Jacqueline se la llevó a casa y la cuidó
como una madre. También la animó a convertirse en una mujer independiente y lo
consiguió gracias a la ayuda que Antonio y ella le prestaron para conseguir la casa
perfecta: acogedora y no demasiado lejos de la suya.
Al sacar el traje nuevo del plástico que lo protegía, __(Tn) respiró algo
temblorosa. Era un conjunto de color azul pálido, un color que iba bien con su tono de
piel y ojos. Se había encaprichado de él nada más verlo, pero aun así, Jacqueline había
tenido que convencerla para que se lo comprara.
Los pantalones de fina lana dejaban apreciar sus esbeltas piernas y la suave
curva de sus caderas. Por su parte, la chaqueta le daba al conjunto un toque de
sofisticada elegancia que completaba el top bordado que llevaba debajo de la
chaqueta.
–No voy a conseguir amortizar todo el dinero que me he gastado –vaticinó __(Tn)
mientras pagaba el importe del traje–. Nunca voy a sitios donde me pueda poner algo
tan caro.
–Bueno, quizás debas empezar a hacerlo –le había contestado Jacqueline sonriendo–.
Sayad haría cualquier cosa con tal de que le concedieras una cita.
Sayad era un guapísimo anestesista que acababa de empezar a trabajar en el
hospital y que llevaba intentando conquistar a __(Tn) desde el primer momento en que
la vio.
–No está mal –admitió __(Tn) pero enseguida añadió–: Pero...
Pero no era el hombre de sus sueños. No, ni siquiera se le parecía lo más mínimo.
Mientras que Sayad era alegre y abierto, el amante de sus sueños tenía una mirada oscura e inquietante. Era un hombre, mientras que Sayad, a pesar de la edad que tenía,
en algunos aspectos seguía siendo un niño. Sin saber exactamente cómo, sabía con
seguridad que su hombre tendría un cierto aire de autoridad, un fuerte aura de
masculinidad que Sayad nunca podría tener.
A pesar de no querer gastarse tal cantidad de dinero, había accedido porque se
trataba de una noche importante: el aniversario de Jacqueline y Antonio y el cumpleaños de
Antonio.
Gracias a la insistencia de Jacqueline, al acabar el larguísimo proceso judicial que
había tenido que soportar, se había tomado unos meses de descanso en el trabajo. Esa
misma semana, se había despedido temporalmente de sus compañeras de Petrofiche, la
multinacional petroquímica en la que trabajaba y cuya sede se encontraba en lo que
había sido una enorme casa solariega situada a unos kilómetros de la ciudad.
Para la celebración de sus amigos había reservado una mesa en el mejor
restaurante de la ciudad, que se encontraba a orillas del río. Había insistido en que
aquella noche iba a ser ella la que los iba a mimar. Para ello iba a ir a recogerlos en su
flamante Mercedes.
Aquel coche había supuesto un gran avance para __(Tn), puesto que cuando tuvo el
accidente no sabía conducir y durante mucho tiempo le había dado pánico el simple
hecho de acercarse a un coche. Pero con el tiempo se había obligado a sí misma a
superar el miedo. La debilidad del brazo hacía que se sintiera más cómoda en un coche
automático que en uno manual. Por eso, ayudada e instigada por Jacqueline y Antonio, se había
concedido el lujo de comprarse un coche tan elegante.
No tardó mucho en arreglarse, le gustaba utilizar el mínimo maquillaje posible y
además, como a menudo le decía Jacqueline con envidia, tenía un cutis que no necesitaba
cubrir. Era cierto que, para su gusto, tenía los labios demasiado carnosos, pero había
aprendido a suavizarlos con colores pastel. Tenía el pelo liso y sedoso, siempre lo
llevaba largo y con un peinado sencillo, lo que hacía resaltar la delicada forma de su
cara.
Última edición por Fe-MaToPaHoSty el Miér 26 Feb 2014, 8:30 pm, editado 1 vez
Fe-MaToPaHoSty
Amor Sin Recuerdos [Harry Styles & Tú]
Capitulo 3
Cuando se puso el traje, se dio cuenta de que le quedaba aún mejor de lo que
recordaba. Al fin ese año, al acabar las tensiones del juicio, había conseguido ganar un
poco de peso y le favorecía mucho.
Después de echar un último vistazo a su habitación, salió satisfecha por la
puerta. La casa victoriana en la que vivía era suya gracias a la indemnización concedida
en el juicio. Cuando la compró, estaba muy deteriorada, pero se negó a quedarse en
casa de Jacqueline y de Antonio mientras duraban las obras, por lo que había tenido que vivir
rodeada de escombros y de obreros hasta que la casa estuvo totalmente restaurada.
__(Tn) quiso estar al pie del cañón para demostrar su madurez e independencia pero,
sobre todo, para demostrarse a sí misma que se las podía arreglar sola.
En su dormitorio, lo que más llamaba la atención era la enorme cama de
matrimonio. Todavía no sabía. muy bien por qué la había comprado. De entre todas las
camas de la tienda había elegido aquella de forma instintiva; se había dirigido a ella
como un sonámbulo. Lo único que sabía era que aquella era la cama que tenía que tener.
–Bueno, sin duda encaja con el resto de la casa –había comentado Jacqueline al verla,
alabando la imitación del estilo victoriano.
En sus sueños, su amante y ella estaban siempre en esa cama, aunque en sus
sueños... Tuvo que recordarse, no sin algo de culpabilidad, que si no se daba prisa iba a
llegar tarde.
–¡Dios mío, sí que está esto lleno esta noche! –exclamó Jacqueline al llegar al
aparcamiento del restaurante.
–Sí, ya me lo dijeron cuando llamé para reservar la mesa. Por lo visto Petrofiche
va a dar una cena de bienvenida a su nuevo asesor de biología marina.
–Ah sí, he oído que habían encontrado a alguien para sustituir al profesor Salter.
Parece ser que estaba trabajando en el Golfo Pérsico. Está muy preparado y es
relativamente joven, tiene veinte y tantos. Por lo visto ya trabajó para Petrofiche
hace tiempo.
–Resulta extraño que un biólogo marino trabaje en la industria petroquímica
–intervino Antonio.
Jacqueline lo miró cariñosa e intercambió un gesto de conspiración con __(Tn) antes
de bromear:
–Supongo que tú solo relacionas a los biólogos marinos con los documentales de
tiburones y arrecifes de coral.
–Claro que no –dijo Antonio tajante al mismo tiempo que su mirada inocente lo
delataba.
–Hoy en día todas las multinacionales quieren asegurarse de dar una imagen
ecologista y preocupada por el medio ambiente –explicó __(Tn)–. Dado el impacto que
cualquier vertido de petróleo tiene en el océano y en los animales que lo habitan, para
una compañía como Petrofiche es muy importante tener expertos que asesoren al
respecto.
Habían salido del coche y se dirigían al restaurante, una antigua casa que habían
convertido en un elegante restaurante. El edificio estaba rodeado por un precioso
jardín que desembocaba en el río. Al cruzar las puertas de hierro forjado que daban
entrada al jardín, pudieron ver los exóticos árboles, así como el patio y las estatuas
que lo adornaban.
Los propietarios del restaurante eran Liz Rainford y su marido, un matrimonio de
cerca de cuarenta años. En cuanto los reconoció, Liz les dio una calurosa bienvenida.
–Os he guardado vuestra mesa de siempre –les dijo a escondidas mientras pedía
a un camarero que los acompañara.
Liz formaba parte del comité benéfico para el que __(Tn) también hacía algunos
trabajos voluntarios para recaudar fondos siempre que podía. Conocía, la historia del
accidente de __(Tn) y la estrecha relación que tenía con Jacqueline y Antonio.
–Sé que esta es una noche especial para vosotros –dijo sonriendo.
Su mesa de siempre estaba en un rincón un poco apartado, cerca de una ventana
desde donde se podía ver el jardín en todo su esplendor, y tras él, el río. __(Tn) suspiró
con satisfacción mientras el camarero ¡os acomodaba y les daba las cartas.
A veces tenía la impresión de haber vuelto a nacer aquella mañana de hace cinco
años, cuando abrió los ojos y encontró a Jacqueline mirándola.
Aunque podía recordar su adolescencia, sus recuerdos eran borrosos y
ligeramente irreales. A veces, hasta le costaba distinguir si esos recuerdos eran suyos
realmente. Jacqueline siempre le explicaba que se debía a las fuertes heridas que había
sufrido tanto física como psicológicamente. Era la forma de protegerla que tenía su
cerebro.
El restaurante estaba lleno. Las puertas de uno de los salones estaban cerradas
para proteger la intimidad de la celebración de Petrofiche. Durante la semana
anterior, __(Tn) había oído a sus compañeras hablar del nuevo asesor.
–Tiene su propio negocio, Petrofiche no es más que otro de sus clientes –les
había dicho, dándose importancia, Beverly Smith, una de las secretarias más
veteranas–. Solo se pasará por aquí un par de veces a la semana, cuando no esté
trabajando sobre el terreno.
–Me pregunto si necesitará una secretaria personal. Desde luego a mí no me
importaría hacer un par de viajes con él al Gran Arrecife de Coral –exclamó con
envidia otra de las chicas.
–¿El Gran Arrecife de Coral? –se burló otra–. ¡Querrás decir Alaska! Ahí es
donde van los biólogos marinos.
__(Tn) había escuchado las bromas con una sonrisa. A menudo sus compañeros de
trabajo la invitaban a salir, pero ella nunca aceptaba. Jacqueline la había advertido de que
corría el peligro de que sus sueños le impidieran prestar la debida atención a sus
posibles novios reales. __(Tn) sabía que sus negativas no se debían solo a las fantasías
románticas de sus sueños.
Era como si algo dentro de ella le dijera que era un error empezar a salir con
alguien. No tenía la menor idea de por qué sentía eso. En realidad, sus sentimientos
eran tan confusos e ilógicos que le daba vergüenza hasta contárselo a Jacqueline. Lo único
que sabía era que tenía que esperar... no sabía ni a qué, ni a quién. Solo sabía que era lo
que tenía que hacer.
Cuando se puso el traje, se dio cuenta de que le quedaba aún mejor de lo que
recordaba. Al fin ese año, al acabar las tensiones del juicio, había conseguido ganar un
poco de peso y le favorecía mucho.
Después de echar un último vistazo a su habitación, salió satisfecha por la
puerta. La casa victoriana en la que vivía era suya gracias a la indemnización concedida
en el juicio. Cuando la compró, estaba muy deteriorada, pero se negó a quedarse en
casa de Jacqueline y de Antonio mientras duraban las obras, por lo que había tenido que vivir
rodeada de escombros y de obreros hasta que la casa estuvo totalmente restaurada.
__(Tn) quiso estar al pie del cañón para demostrar su madurez e independencia pero,
sobre todo, para demostrarse a sí misma que se las podía arreglar sola.
En su dormitorio, lo que más llamaba la atención era la enorme cama de
matrimonio. Todavía no sabía. muy bien por qué la había comprado. De entre todas las
camas de la tienda había elegido aquella de forma instintiva; se había dirigido a ella
como un sonámbulo. Lo único que sabía era que aquella era la cama que tenía que tener.
–Bueno, sin duda encaja con el resto de la casa –había comentado Jacqueline al verla,
alabando la imitación del estilo victoriano.
En sus sueños, su amante y ella estaban siempre en esa cama, aunque en sus
sueños... Tuvo que recordarse, no sin algo de culpabilidad, que si no se daba prisa iba a
llegar tarde.
–¡Dios mío, sí que está esto lleno esta noche! –exclamó Jacqueline al llegar al
aparcamiento del restaurante.
–Sí, ya me lo dijeron cuando llamé para reservar la mesa. Por lo visto Petrofiche
va a dar una cena de bienvenida a su nuevo asesor de biología marina.
–Ah sí, he oído que habían encontrado a alguien para sustituir al profesor Salter.
Parece ser que estaba trabajando en el Golfo Pérsico. Está muy preparado y es
relativamente joven, tiene veinte y tantos. Por lo visto ya trabajó para Petrofiche
hace tiempo.
–Resulta extraño que un biólogo marino trabaje en la industria petroquímica
–intervino Antonio.
Jacqueline lo miró cariñosa e intercambió un gesto de conspiración con __(Tn) antes
de bromear:
–Supongo que tú solo relacionas a los biólogos marinos con los documentales de
tiburones y arrecifes de coral.
–Claro que no –dijo Antonio tajante al mismo tiempo que su mirada inocente lo
delataba.
–Hoy en día todas las multinacionales quieren asegurarse de dar una imagen
ecologista y preocupada por el medio ambiente –explicó __(Tn)–. Dado el impacto que
cualquier vertido de petróleo tiene en el océano y en los animales que lo habitan, para
una compañía como Petrofiche es muy importante tener expertos que asesoren al
respecto.
Habían salido del coche y se dirigían al restaurante, una antigua casa que habían
convertido en un elegante restaurante. El edificio estaba rodeado por un precioso
jardín que desembocaba en el río. Al cruzar las puertas de hierro forjado que daban
entrada al jardín, pudieron ver los exóticos árboles, así como el patio y las estatuas
que lo adornaban.
Los propietarios del restaurante eran Liz Rainford y su marido, un matrimonio de
cerca de cuarenta años. En cuanto los reconoció, Liz les dio una calurosa bienvenida.
–Os he guardado vuestra mesa de siempre –les dijo a escondidas mientras pedía
a un camarero que los acompañara.
Liz formaba parte del comité benéfico para el que __(Tn) también hacía algunos
trabajos voluntarios para recaudar fondos siempre que podía. Conocía, la historia del
accidente de __(Tn) y la estrecha relación que tenía con Jacqueline y Antonio.
–Sé que esta es una noche especial para vosotros –dijo sonriendo.
Su mesa de siempre estaba en un rincón un poco apartado, cerca de una ventana
desde donde se podía ver el jardín en todo su esplendor, y tras él, el río. __(Tn) suspiró
con satisfacción mientras el camarero ¡os acomodaba y les daba las cartas.
A veces tenía la impresión de haber vuelto a nacer aquella mañana de hace cinco
años, cuando abrió los ojos y encontró a Jacqueline mirándola.
Aunque podía recordar su adolescencia, sus recuerdos eran borrosos y
ligeramente irreales. A veces, hasta le costaba distinguir si esos recuerdos eran suyos
realmente. Jacqueline siempre le explicaba que se debía a las fuertes heridas que había
sufrido tanto física como psicológicamente. Era la forma de protegerla que tenía su
cerebro.
El restaurante estaba lleno. Las puertas de uno de los salones estaban cerradas
para proteger la intimidad de la celebración de Petrofiche. Durante la semana
anterior, __(Tn) había oído a sus compañeras hablar del nuevo asesor.
–Tiene su propio negocio, Petrofiche no es más que otro de sus clientes –les
había dicho, dándose importancia, Beverly Smith, una de las secretarias más
veteranas–. Solo se pasará por aquí un par de veces a la semana, cuando no esté
trabajando sobre el terreno.
–Me pregunto si necesitará una secretaria personal. Desde luego a mí no me
importaría hacer un par de viajes con él al Gran Arrecife de Coral –exclamó con
envidia otra de las chicas.
–¿El Gran Arrecife de Coral? –se burló otra–. ¡Querrás decir Alaska! Ahí es
donde van los biólogos marinos.
__(Tn) había escuchado las bromas con una sonrisa. A menudo sus compañeros de
trabajo la invitaban a salir, pero ella nunca aceptaba. Jacqueline la había advertido de que
corría el peligro de que sus sueños le impidieran prestar la debida atención a sus
posibles novios reales. __(Tn) sabía que sus negativas no se debían solo a las fantasías
románticas de sus sueños.
Era como si algo dentro de ella le dijera que era un error empezar a salir con
alguien. No tenía la menor idea de por qué sentía eso. En realidad, sus sentimientos
eran tan confusos e ilógicos que le daba vergüenza hasta contárselo a Jacqueline. Lo único
que sabía era que tenía que esperar... no sabía ni a qué, ni a quién. Solo sabía que era lo
que tenía que hacer.
Fe-MaToPaHoSty
Amor Sin Recuerdos [Harry Styles & Tú]
Capitulo 4
NO HEMOS pedido champán! –estaba diciendo __(Tn) cuando vio acercarse al
camarero con una botella y tres copas, y notó la mirada de complicidad entre Jacqueline y
Antonio.
–Ya, lo hemos hecho nosotros, es nuestra celebración –le recordó Antonio cariñoso.
__(Tn) asintió:
–Si no hubiese sido por ti... –le dijo a Jacqueline mientras sus grandes ojos negros se
llenaban de emoción, una emoción que le impedía seguir hablando. Los tres se quedaron
en silencio, conscientes de estar sintiendo lo mismo.
Fue Antonio el que rompió el silencio, levantó su copa y dijo con voz firme:
–Por ti, __(Tn).
–Sí, por ti –se unió Jacqueline al brindis.
Al observar la cara sonrojada de __(Tn), Jacqueline pensó en la increíble capacidad
de recuperación del ser humano. Era difícil identificar a esa mujer joven y sana con
aquella que encontró en coma en la unidad de urgencias del hospital.
Cuando estaban esperando a que les llevaran el postre, __(Tn) se excusó para ir al
lavabo. De camino al vestíbulo, pasó por el salón donde se estaba celebrando la cena de
Petrofiche, justo en ese momento se abrió la puerta y salieron cuatro hombres. __(Tn)
reconoció a dos de ellos porque eran ejecutivos de la empresa, al tercero no lo conocía
y el cuarto...
El corazón le dio un vuelco. No podía apartar la mirada del cuarto hombre, no
daba crédito a lo que veía.
¡Era él! El hombre... el hombre de sus sueños. Tan idéntico a él, que no podía
dejar de mirarlo con la boca abierta. ¡El hombre de sus sueños se había hecho
realidad! Pero, ¿cómo era posible si él era producto de su imaginación, una criatura que
ella misma había creado. No, no era posible, debía de estar soñando, o alucinando.
Había bebido demasiado champán, decidió confusa.
Cerró los ojos y contó hasta diez. Cuando los volvió a abrir él todavía estaba allí,
y aun más, la estaba mirando. Sintió cómo se le helaba la sangre y el pánico la
paralizaba. Intentó moverse pero no pudo. Intentó hablar pero su garganta no
consiguió emitir ningún sonido... la invadió una espantosa sensación de miedo. Quería
moverse y hablar. __(Tn) supo con total seguridad que se iba a desmayar.
Cuando volvió en sí estaba en el despacho de Liz, con Jacqueline y Antonio a su lado.
–¿Qué te ha pasado, cariño? –le preguntó Jacqueline preocupada, agarrándole la
mano. Le estaba tomando el pulso, __(Tn) vio que la estaba tratando como doctora, más
que como amiga. Se obligó a sí misma a incorporarse.
–Estoy bien –insistió––. Solo me he mareado un poco, eso es todo –murmuró,
todavía demasiado asustada para contarle a Jacqueline lo que realmente había sucedido–.
Lo siento –se disculpó con Liz al tiempo que hacía caso omiso de las protestas de
Jacqueline, y se ponía en pie, apretando los dientes para controlar el aturdimiento–. No
aguanto muy bien el champán caro –se disculpó con una suave sonrisa.
Desde luego, estaba claro que sus amigos no la iban a dejar conducir. Por tanto,
tuvo que pasar la noche en el dormitorio que había ocupado durante su recuperación,
mientras Jacqueline le insistía una y otra vez en que debía ir al médico.
–No me pasa nada –insistió __(Tn)–. Solo me he asustado un poco, deja de
preocuparte.
–¿Te has asustado? ¿Por qué? –preguntó Jacqueline con impaciencia.
–Pensé que había visto a alguien que... –dejó de hablar y movió la cabeza,
sintiendo la boca seca mientras continuaba–. Debo de habérmelo imaginado, porque es
imposible que...
–¿Quién era? ¿A quién crees que viste, __(Tn)? –siguió indagando Jacqueline.
–No, no era nadie, solo fue un error –repitió __(Tn), empeñada en no contarle la verdad a su amiga, pero al tomar la taza de té que le había llevado Antonio empezó a
temblarle tanto la mano que tuvo que volver a dejarla sobre la mesa.
Tuvo que taparse la cara con las manos antes de admitir temblorosa:
–Ay, Jacqueline... era tan... irreal. Yo... he visto al hombre de mis sueños. Sé que es
imposible, que él no existe, pero es que...
–Tranquilízate –le dijo Jacqueline con firmeza–. Te voy a dar algo que te ayude a
relajarte, a ver si puedes dormir un poco. Por la mañana, hablaremos de todo ello con
tranquilidad.
NO HEMOS pedido champán! –estaba diciendo __(Tn) cuando vio acercarse al
camarero con una botella y tres copas, y notó la mirada de complicidad entre Jacqueline y
Antonio.
–Ya, lo hemos hecho nosotros, es nuestra celebración –le recordó Antonio cariñoso.
__(Tn) asintió:
–Si no hubiese sido por ti... –le dijo a Jacqueline mientras sus grandes ojos negros se
llenaban de emoción, una emoción que le impedía seguir hablando. Los tres se quedaron
en silencio, conscientes de estar sintiendo lo mismo.
Fue Antonio el que rompió el silencio, levantó su copa y dijo con voz firme:
–Por ti, __(Tn).
–Sí, por ti –se unió Jacqueline al brindis.
Al observar la cara sonrojada de __(Tn), Jacqueline pensó en la increíble capacidad
de recuperación del ser humano. Era difícil identificar a esa mujer joven y sana con
aquella que encontró en coma en la unidad de urgencias del hospital.
Cuando estaban esperando a que les llevaran el postre, __(Tn) se excusó para ir al
lavabo. De camino al vestíbulo, pasó por el salón donde se estaba celebrando la cena de
Petrofiche, justo en ese momento se abrió la puerta y salieron cuatro hombres. __(Tn)
reconoció a dos de ellos porque eran ejecutivos de la empresa, al tercero no lo conocía
y el cuarto...
El corazón le dio un vuelco. No podía apartar la mirada del cuarto hombre, no
daba crédito a lo que veía.
¡Era él! El hombre... el hombre de sus sueños. Tan idéntico a él, que no podía
dejar de mirarlo con la boca abierta. ¡El hombre de sus sueños se había hecho
realidad! Pero, ¿cómo era posible si él era producto de su imaginación, una criatura que
ella misma había creado. No, no era posible, debía de estar soñando, o alucinando.
Había bebido demasiado champán, decidió confusa.
Cerró los ojos y contó hasta diez. Cuando los volvió a abrir él todavía estaba allí,
y aun más, la estaba mirando. Sintió cómo se le helaba la sangre y el pánico la
paralizaba. Intentó moverse pero no pudo. Intentó hablar pero su garganta no
consiguió emitir ningún sonido... la invadió una espantosa sensación de miedo. Quería
moverse y hablar. __(Tn) supo con total seguridad que se iba a desmayar.
Cuando volvió en sí estaba en el despacho de Liz, con Jacqueline y Antonio a su lado.
–¿Qué te ha pasado, cariño? –le preguntó Jacqueline preocupada, agarrándole la
mano. Le estaba tomando el pulso, __(Tn) vio que la estaba tratando como doctora, más
que como amiga. Se obligó a sí misma a incorporarse.
–Estoy bien –insistió––. Solo me he mareado un poco, eso es todo –murmuró,
todavía demasiado asustada para contarle a Jacqueline lo que realmente había sucedido–.
Lo siento –se disculpó con Liz al tiempo que hacía caso omiso de las protestas de
Jacqueline, y se ponía en pie, apretando los dientes para controlar el aturdimiento–. No
aguanto muy bien el champán caro –se disculpó con una suave sonrisa.
Desde luego, estaba claro que sus amigos no la iban a dejar conducir. Por tanto,
tuvo que pasar la noche en el dormitorio que había ocupado durante su recuperación,
mientras Jacqueline le insistía una y otra vez en que debía ir al médico.
–No me pasa nada –insistió __(Tn)–. Solo me he asustado un poco, deja de
preocuparte.
–¿Te has asustado? ¿Por qué? –preguntó Jacqueline con impaciencia.
–Pensé que había visto a alguien que... –dejó de hablar y movió la cabeza,
sintiendo la boca seca mientras continuaba–. Debo de habérmelo imaginado, porque es
imposible que...
–¿Quién era? ¿A quién crees que viste, __(Tn)? –siguió indagando Jacqueline.
–No, no era nadie, solo fue un error –repitió __(Tn), empeñada en no contarle la verdad a su amiga, pero al tomar la taza de té que le había llevado Antonio empezó a
temblarle tanto la mano que tuvo que volver a dejarla sobre la mesa.
Tuvo que taparse la cara con las manos antes de admitir temblorosa:
–Ay, Jacqueline... era tan... irreal. Yo... he visto al hombre de mis sueños. Sé que es
imposible, que él no existe, pero es que...
–Tranquilízate –le dijo Jacqueline con firmeza–. Te voy a dar algo que te ayude a
relajarte, a ver si puedes dormir un poco. Por la mañana, hablaremos de todo ello con
tranquilidad.
Fe-MaToPaHoSty
Amor Sin Recuerdos [Harry Styles & Tú]
Capitulo 5
__(Tn) sonrió mientras se recostaba en la cama, sabía que su amiga tenía razón.
Unos minutos más tarde, Jacqueline volvió con un vaso de agua y unas pastillas. La
observó con ternura maternal mientras __(Tn) se las tomaba obediente.
–Siento haberos estropeado la noche –murmuró somnolienta sintiendo los
primeros efectos de las pastillas.
Una vez más tranquila, no conseguía entender por qué había reaccionado de
forma tan exagerada, solo porque aquel hombre le hubiera recordado, seguramente
por el poder de su imaginación, al amante que veía en sus fantasías. De todos modos, al
recapacitar, se daba cuenta de que era imposible que el amante de sus sueños la
hubiese mirado como el hombre del restaurante, con esa hostilidad que mostraban sus
profundos ojos Esmeraldas, con esa mirada tan fría que concentraba desprecio e ira.
En seguida, se le empezaron a cerrar los ojos, y cuando diez minutos más tarde
Jacqueline fue a cerrar la puerta del dormitorio, __(Tn) ya estaba profundamente dormida.
–Me imagino que la emoción de esta noche y los recuerdos que le ha provocado
son los verdaderos culpables de lo que ha sucedido –le sugirió Jacqueline a su marido al
volver con él.
–¿Y no hay ninguna posibilidad de que conociera a aquel hombre? –preguntó Antonio
con curiosidad.
–No sé, podría ser. Es cierto que aún hay cosas que no recuerda: se acuerda de
haber llegado a Wryminster, pero no recuerda exactamente cuándo. Es difícil
imaginarse que alguien tuviera tanta relación con ella como para aparecer en los sueños
tan intensos que ella está teniendo. Tendría que ser alguien muy insensible para no
haber tratado de ponerse en contacto con ella después del accidente. Después de
todo, salió en todos los periódicos de la ciudad.
–Sí, no parece probable –asintió Antonio.
Arriba, mientras dormía, __(Tn) empezó a sonreír, y su cuerpo tembló con una
mezcla de nerviosismo y emoción.
–Dios, eres tan guapa... ¿Me dejas mirarte y abrazarte? Lo deseo tanto...
El cuerpo de __(Tn) se tensó un poco cuando sus manos cálidas y expertas la
empezaron a desvestir suavemente. Al principio estaba algo nerviosa, el corazón le
latía con fuerza, pero a medida que el placer se hacía más fuerte su tensión
desaparecía. Su cuerpo ya relajado empezó a responder a las suaves palabras de su amante; mientras que él, despacio y con mucho cuidado, la tumbaba para observar su
desnudez. Liberaba su cuerpo de la ropa, pero la abrigaba con la calidez de sus manos,
unas manos que le transmitían una maravillosa sensación que le resultaba totalmente
nueva.
Él sabía que aquella era su primera experiencia, su primera vez, y, como le había
dicho varias veces, la decisión era única y exclusivamente suya. Él pararía en cuanto
ella se lo dijera, pero ella no quería que parara. Quería que...
Respiró con placer cuando al tocarla él encendió todos sus deseos, toda la pasión
que sabía que era capaz de sentir, pero que hasta ese momento había estado oculta en
algún lugar secreto del cual solo él tenía la llave.
Lo quería tanto... lo deseaba tanto... lo que con cualquier otro habría sido
impensable con él no solo era imaginable sino deseable. Todo su cuerpo se estremeció
por la fuerza de sus sensaciones... con el deseo y el amor que sentía por él. Solo con
que él la mirara sentía que se derretía.
El solo hecho de oírle pronunciar su nombre evocaba en ella más poesía que los
más grandes sonetos de amor. La forma de mirarla era más bella que cualquier canción
de amor. Lo que le hacía sentir era tan intenso que le daba miedo. La emocionaba, la
excitaba, deseaba, reír y llorar al mismo tiempo, era tan feliz, que le parecía peligroso.
Le hacía sentirse inmortal, pero, a la vez tenía un sentimiento de fragilidad. El
depender de él y de su amor provocaba en ella un tremendo terror a perderle.
Le acarició los pechos mientras que la veía temblar, los brillantes y la boca
entreabierta.
–¿Alguna vez te han dicho que tienes la boca más sexy del mundo? –le preguntó
cariñosamente mientras dibujaba con su dedo el contorno de la boca, y sonreía al ver
cómo ella hacía un movimiento instintivo para atrapar el dedo entre sus labios.
–Así no –le susurró–. Así.. –deslizó el dedo dentro de su boca consiguiendo que
ella tensara los labios y se lo introdujera.
Profundamente dormida, __(Tn) gimió de placer a la vez que su cuerpo se movía
nervioso buscando el abrazo de su amante.
Los últimos rayos de sol de la arde entraban por el amplio ventanal. Al otro lado
estaban las colinas cubiertas de bruma y desde allí se oía el melodioso sonido del agua
del río.
Se estremeció al sentir las caricias de unas manos llenas de ansia masculina.
–Si quieres que pare, dímelo ahora –le dijo en voz baja pero insistente–. Dímelo
ahora, __(Tn), si no ya no podré parar.
__(Tn) sabía que no, iba a decir nada, lo deseaba y lo amaba demasiado. Aunque
las cosas que le estaba haciendo estaban a años luz de sus experiencias, que se
limitaban a unos cuantos torpes besos infantiles.
–Soy demasiado viejo para ti –le había confesado él, pero en vez de disuadirla,
sus palabras solo habían intensificado el deseo que sentía por él. El conocimiento y la
experiencia masculina que le estaban electrizando el cuerpo le daban un toque mágico,
casi mítico.
Ese era el momento, el instante de suprema revelación, el momento en el que...
Su propio gemido la despertó, su cuerpo empapado en sudor, su mente agitada.
Se incorporó y se tapó la cara con manos temblorosas:
Aquel sueño había sido tan fuerte, tan real y aquel hombre, su amante, estaba
tan, tan vivo que daba miedo.
Intentó tomar aire y, al cerrar los ojos, revivió el momento en el que había
recorrido con sus labios la cicatriz que él tenía en la sien, la misma cicatriz,
exactamente en el mismo sitio que la que tenía el hombre del restaurante. ¿Cuántas
veces había soñado con esa cicatriz sin darse cuenta?
No sabía. Solo sabía que al acariciar esa cicatriz había notado en él una intensa
calma. Aquello era tan familiar para __(Tn) como su propio ser. Pero, ¿cómo podía ser?
¿Qué le estaba pasando? ¿Acaso tenía un sexto sentido, una percepción especial del
futuro? Quizás estuvieran destinados a conocerse y sus sueños eran la manera en la
que el futuro la avisaba de lo que iba a suceder. Un fuerte escalofrío le recorrió el
cuerpo.
Había estado muy cerca de la muerte y, aunque detestaría tener que admitirlo, y
menos aún discutirlo, había experimentado una sensación sobre la que había leído en
secreto y que parecía ser bastante común entre la gente que había estado en la misma
situación. Era una sensación de sentirse empujado hacia un plácido lugar, atravesando
la oscuridad se alcanzaba una luz impresionante. Pero, de repente, se podía sentir
cómo tiraban de uno hacia atrás y una especie de voz anunciaba que todavía no era el
momento.
__(Tn) sonrió mientras se recostaba en la cama, sabía que su amiga tenía razón.
Unos minutos más tarde, Jacqueline volvió con un vaso de agua y unas pastillas. La
observó con ternura maternal mientras __(Tn) se las tomaba obediente.
–Siento haberos estropeado la noche –murmuró somnolienta sintiendo los
primeros efectos de las pastillas.
Una vez más tranquila, no conseguía entender por qué había reaccionado de
forma tan exagerada, solo porque aquel hombre le hubiera recordado, seguramente
por el poder de su imaginación, al amante que veía en sus fantasías. De todos modos, al
recapacitar, se daba cuenta de que era imposible que el amante de sus sueños la
hubiese mirado como el hombre del restaurante, con esa hostilidad que mostraban sus
profundos ojos Esmeraldas, con esa mirada tan fría que concentraba desprecio e ira.
En seguida, se le empezaron a cerrar los ojos, y cuando diez minutos más tarde
Jacqueline fue a cerrar la puerta del dormitorio, __(Tn) ya estaba profundamente dormida.
–Me imagino que la emoción de esta noche y los recuerdos que le ha provocado
son los verdaderos culpables de lo que ha sucedido –le sugirió Jacqueline a su marido al
volver con él.
–¿Y no hay ninguna posibilidad de que conociera a aquel hombre? –preguntó Antonio
con curiosidad.
–No sé, podría ser. Es cierto que aún hay cosas que no recuerda: se acuerda de
haber llegado a Wryminster, pero no recuerda exactamente cuándo. Es difícil
imaginarse que alguien tuviera tanta relación con ella como para aparecer en los sueños
tan intensos que ella está teniendo. Tendría que ser alguien muy insensible para no
haber tratado de ponerse en contacto con ella después del accidente. Después de
todo, salió en todos los periódicos de la ciudad.
–Sí, no parece probable –asintió Antonio.
Arriba, mientras dormía, __(Tn) empezó a sonreír, y su cuerpo tembló con una
mezcla de nerviosismo y emoción.
–Dios, eres tan guapa... ¿Me dejas mirarte y abrazarte? Lo deseo tanto...
El cuerpo de __(Tn) se tensó un poco cuando sus manos cálidas y expertas la
empezaron a desvestir suavemente. Al principio estaba algo nerviosa, el corazón le
latía con fuerza, pero a medida que el placer se hacía más fuerte su tensión
desaparecía. Su cuerpo ya relajado empezó a responder a las suaves palabras de su amante; mientras que él, despacio y con mucho cuidado, la tumbaba para observar su
desnudez. Liberaba su cuerpo de la ropa, pero la abrigaba con la calidez de sus manos,
unas manos que le transmitían una maravillosa sensación que le resultaba totalmente
nueva.
Él sabía que aquella era su primera experiencia, su primera vez, y, como le había
dicho varias veces, la decisión era única y exclusivamente suya. Él pararía en cuanto
ella se lo dijera, pero ella no quería que parara. Quería que...
Respiró con placer cuando al tocarla él encendió todos sus deseos, toda la pasión
que sabía que era capaz de sentir, pero que hasta ese momento había estado oculta en
algún lugar secreto del cual solo él tenía la llave.
Lo quería tanto... lo deseaba tanto... lo que con cualquier otro habría sido
impensable con él no solo era imaginable sino deseable. Todo su cuerpo se estremeció
por la fuerza de sus sensaciones... con el deseo y el amor que sentía por él. Solo con
que él la mirara sentía que se derretía.
El solo hecho de oírle pronunciar su nombre evocaba en ella más poesía que los
más grandes sonetos de amor. La forma de mirarla era más bella que cualquier canción
de amor. Lo que le hacía sentir era tan intenso que le daba miedo. La emocionaba, la
excitaba, deseaba, reír y llorar al mismo tiempo, era tan feliz, que le parecía peligroso.
Le hacía sentirse inmortal, pero, a la vez tenía un sentimiento de fragilidad. El
depender de él y de su amor provocaba en ella un tremendo terror a perderle.
Le acarició los pechos mientras que la veía temblar, los brillantes y la boca
entreabierta.
–¿Alguna vez te han dicho que tienes la boca más sexy del mundo? –le preguntó
cariñosamente mientras dibujaba con su dedo el contorno de la boca, y sonreía al ver
cómo ella hacía un movimiento instintivo para atrapar el dedo entre sus labios.
–Así no –le susurró–. Así.. –deslizó el dedo dentro de su boca consiguiendo que
ella tensara los labios y se lo introdujera.
Profundamente dormida, __(Tn) gimió de placer a la vez que su cuerpo se movía
nervioso buscando el abrazo de su amante.
Los últimos rayos de sol de la arde entraban por el amplio ventanal. Al otro lado
estaban las colinas cubiertas de bruma y desde allí se oía el melodioso sonido del agua
del río.
Se estremeció al sentir las caricias de unas manos llenas de ansia masculina.
–Si quieres que pare, dímelo ahora –le dijo en voz baja pero insistente–. Dímelo
ahora, __(Tn), si no ya no podré parar.
__(Tn) sabía que no, iba a decir nada, lo deseaba y lo amaba demasiado. Aunque
las cosas que le estaba haciendo estaban a años luz de sus experiencias, que se
limitaban a unos cuantos torpes besos infantiles.
–Soy demasiado viejo para ti –le había confesado él, pero en vez de disuadirla,
sus palabras solo habían intensificado el deseo que sentía por él. El conocimiento y la
experiencia masculina que le estaban electrizando el cuerpo le daban un toque mágico,
casi mítico.
Ese era el momento, el instante de suprema revelación, el momento en el que...
Su propio gemido la despertó, su cuerpo empapado en sudor, su mente agitada.
Se incorporó y se tapó la cara con manos temblorosas:
Aquel sueño había sido tan fuerte, tan real y aquel hombre, su amante, estaba
tan, tan vivo que daba miedo.
Intentó tomar aire y, al cerrar los ojos, revivió el momento en el que había
recorrido con sus labios la cicatriz que él tenía en la sien, la misma cicatriz,
exactamente en el mismo sitio que la que tenía el hombre del restaurante. ¿Cuántas
veces había soñado con esa cicatriz sin darse cuenta?
No sabía. Solo sabía que al acariciar esa cicatriz había notado en él una intensa
calma. Aquello era tan familiar para __(Tn) como su propio ser. Pero, ¿cómo podía ser?
¿Qué le estaba pasando? ¿Acaso tenía un sexto sentido, una percepción especial del
futuro? Quizás estuvieran destinados a conocerse y sus sueños eran la manera en la
que el futuro la avisaba de lo que iba a suceder. Un fuerte escalofrío le recorrió el
cuerpo.
Había estado muy cerca de la muerte y, aunque detestaría tener que admitirlo, y
menos aún discutirlo, había experimentado una sensación sobre la que había leído en
secreto y que parecía ser bastante común entre la gente que había estado en la misma
situación. Era una sensación de sentirse empujado hacia un plácido lugar, atravesando
la oscuridad se alcanzaba una luz impresionante. Pero, de repente, se podía sentir
cómo tiraban de uno hacia atrás y una especie de voz anunciaba que todavía no era el
momento.
Fe-MaToPaHoSty
Re: Amor Sin Recuerdos [Harry Styles & Tú]
Espero que disfruten del maratón, lamento la tardanza pero esperaba el mensaje de una de ustedes. Lamento no ponerte en verdad
Fe-MaToPaHoSty
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