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La Bibliotecaria (Harry Styles y tu) HOT
O W N :: Archivos :: Novelas Abandonadas
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Re: La Bibliotecaria (Harry Styles y tu) HOT
jijiji que bueno que te gustemichu escribió:Aaaaw me encanto el capitulo
Y voy a estar ansiosa por leer la maraton
Jejeje beshooooos bye
gracias por leer
EMPIEZA EL MARATON
:bye:
isabellita102
Re: La Bibliotecaria (Harry Styles y tu) HOT
1/4
La tienda de ropa estaba escondida en una calle secundaria del Village, no lejos de su apartamento. A pesar de lo cerca que quedaba de su casa, nunca se había fijado en ella.
Se llamaba Guinevere y, a diferencia de las otras marcas extremadamente conocidas del distrito comercial, no había maniquíes ni ropa en el escaparate, sólo cortinas de terciopelo rojo que ocultaban el interior.
Harry le sostuvo la puerta y entró. Jadeó. La tienda era de estilo rococó, además punk y con algo de Alicia en el País de las Maravillas. Lo único que faltó fue que espolvorearan una pizca de polvos mágicos cuando entraron.
Las paredes estaban cubiertas de murales fotográficos de mujeres de piel muy pálida, de pelo largo y suelto rubio platino o rosa claro como las nubes de azúcar, mejillas sonrosadas por el colorete y barrocos vestidos con toques punk o bien propios de los cuentos de hadas: botas de combate, corsés, alas de mariposas.
Los muebles —sillones recargados, espejos con marcos de bronce apoyados en las paredes y arañas de cristal de cinco pisos— podrían haber salido del plató de la película María Antonieta. Los vestidos, colgados de percheros intercalados entre las recargadas piezas de mobiliario, no eran vintage, sino interpretaciones contemporáneas de todas las fases del diseño romántico desde la era isabelina.
—¿Está Pamela? —le preguntó Harry a una de las dependientas.
La mujer era minúscula, iba vestida toda de blanco y tenía unos ojos pequeños bajo un denso flequillo cortado de forma similar al de __________.
Cuando ésta se inclinó sobre un estante, casi tiró una taza de porcelana de bordes dorados.
—Está en la trastienda.
Harry cogió a de la mano y la guió a través del laberinto de vestidos, mesas y percheros hasta la parte de atrás del local. Atravesaron otra cortina de terciopelo que daba a una estancia más pequeña. Esa sala estaba vacía, a excepción de media docena de
vitrinas.
—Hola, Harry —saludó una pelirroja alta que se levantó de una butaca eduardiana tapizada en verde militar y dorado.
—Pamela —respondió él y la besó en la mejilla.
intentó no sentirse celosa mientras se preguntaba si Pamela también formaba parte de la «comunidad», como él lo había llamado. Odiaba cómo empezaba a ver a todo el mundo a través de la perspectiva de qué relación tenían con Harry.
—Ésta es mi amiga .
Ella lo miró pensando que «amiga» era un extraño calificativo para describir su relación. Pero ése era el problema. ¿Qué eran? ¿Amantes? ¿Colegas de bondage?
—Un placer conocerte —le dijo Pamela con una sincera sonrisa, mientras le estrechaba la mano—. ¿Y qué buscáis hoy?
—Ella necesita una máscara —respondió Harry.
lo miró sorprendida. Lo primero que le vino a la cabeza fue una de esas máscaras de Halloween que se exhibían en Ricky’s. Pero Pamela los guió hacia una de las vitrinas más cercanas y allí descubrió un colorido surtido de recargados antifaces propios de un baile de máscaras formal. Dorados, azul lavanda, negros, con lentejuelas, con plumas, con flecos, adornados con brocados y lazos.
—Ésa lleva doscientos cristales Swarovski incrustados —comentó la mujer al fijarse en el interés de por una pieza dorada en el centro.
Sacó un llavero, abrió la vitrina y le tendió la máscara.
—Pruébatela —la animó Harry cuando vio su vacilación.
lo hizo y se la deslizó por la cabeza. Él la ayudó a colocársela para que le descansara en el puente de la nariz. La sorprendió la claridad con que podía ver por los huecos de los ojos. También lo sólida que parecía, a diferencia de las máscaras de cartón que la gente sacaba en las fiestas de fin de año.
Pamela le ofreció un espejo. se miró y sonrió.
—Es preciosa —exclamó.
—Ha sido fácil —comentó Harry —. No hay nada mejor que una mujer decidida. —Le dedicó una sonrisa de aprobación y ella sintió que una oleada de satisfacción la inundaba. No estaba acostumbrada a complacerlo fuera del dormitorio. Se sintió bien. Eso le
hizo pensar que quizá, después de todo, había una posibilidad de que la relación adquiriera otra dimensión.
Se quitó la máscara y se la entregó a Pamela.
—¿Algo más? —preguntó ésta, mientras se dirigía a la caja, en la parte delantera de la tienda.
—Por ahora no —respondió Harry —. Pero si no encontramos lo que necesitamos en el centro, quizá volvamos.
El coche los esperaba fuera.
—¿De qué va todo esto? —preguntó , a la vez que le cogía la bolsa de la mano.
—Esta noche vamos al Baile Bondage —le dijo, mientras le abría la puerta del Mercedes.
Ese día conducía él y ella se sentó a su lado en el asiento del copiloto. Prefería eso a la formalidad del chófer en sus habituales salidas.
—Oh, Dios mío, ¿qué es eso?
—No es un baile de verdad. Sólo una gran fiesta —le aclaró—. Pero el bondage forma parte de ello.
tragó saliva con fuerza.
—¿Estás seguro de que es una buena idea? Quiero decir, no tengo ningún problema con todo lo que hacemos, pero no puedo imaginarme estar en un lugar público...
—No es público. Es una fiesta privada. Y no había planeado ir, pero la discusión que tuvimos sobre Sloan me hizo pensar que necesitamos un pequeño ejercicio de confianza.
—No fue una discusión exactamente... —matizó .
—Está bien, un malentendido o como quieras llamarlo. —Le apretó la mano—. Hizo que reconsiderara lo del baile. Creo que será bueno para nosotros.
—¿Estará Sloan allí?
—No —contestó—. ¿Por qué habría de estar?
—Dijiste que ella formaba parte de la escena... o de la «comunidad», o como sea que lo llames.
—Oh, sí. Bueno, no desde que se comprometió. Su prometido es vainilla.
no tenía ni idea de a qué se refería. ¿Que era blanco?
—¿Yo no soy vainilla? —preguntó.
Harry se rió.
—Tú eres adorable.
—No me trates con condescendencia —protestó ella, sintiéndose estúpida.
isabellita102
Re: La Bibliotecaria (Harry Styles y tu) HOT
2/4
—¡No lo hago! ¿No ves que estoy loco por ti? Te despiertas por la mañana y ya he planeado nuestro día... y nuestra noche. Siempre estás en mi mente, . Me has cautivado por completo. Me has poseído. Me siento bajo el hechizo de una de esas hadas mágicas de las paredes de Guinevere.
Ella se volvió para mirar por la ventanilla.
—¿Adónde vamos ahora?
—A Louboutin. ¿Cómo puedes ir a un baile sin tus zapatos de cristal? —le preguntó con un guiño.
El Jane Hotel era un centenario edificio georgiano en el lejano West Side. El ultramoderno hotel boutique, en su momento refugio para los marineros cansados del viaje, era el lugar donde se celebraba el Baile Bondage.
—Este lugar tiene mucha historia, un pasado notable —le explicó Harry.
se aferraba con fuerza a su brazo, apenas capaz de caminar por las adoquinadas calles del Meat Packing District con sus nuevos zapatos de tacón Christian Louboutin. Estaba menos preocupada por caerse que por estropearlos, porque eran una magnífica obra de arte. Los tacones, de diez centímetros y de satén negro, con la típica suela roja, llevaban incrustaciones de cristales en forma de estrellas, similares a copos de nieve.
—No es el pasado lo que me preocupa —puntualizó —, sino el presente.
Aún no podía quitarse de la cabeza las palabras «Baile Bondage». Y no podía decir que le gustara cómo sonaban.
—Trajeron a supervivientes del Titanic a este lugar. Los mantuvieron aquí hasta que finalizaron la investigación judicial americana —le explicó Harry.
—Eso es asombroso —reconoció ella, pero tenía su propio desastre del que preocuparse.
Harry la conocía ya lo bastante bien como para percibir su ansiedad y le dio unas palmaditas en la mano que le tenía apoyada en el brazo.
—Relájate. Lo único que tienes que saber de esta noche es que nadie te tocará aparte de mí. ¿Lo entiendes?
Asintió, pero no se sintió nada reconfortada. No sabía exactamente qué la preocupaba. Quizá la idea de que otra persona la «tocara» era demasiado específica. Era una inquietud más general respecto a estar en público, estar entre personas en un acontecimiento social donde todo el mundo sabía que el tema de fondo de la noche era su particular tipo de sexualidad. Aunque se quedaran allí de pie bebiendo vino y comiendo taquitos de queso, todos lo sabrían. Aquello no era simplemente un jueguecito privado entre Harry y ella. Esa noche era de verdad.
Y aún estaba pensando en la conversación con Margaret.
Harry la cogió de la mano, subieron la escalera del hotel y se detuvieron ante la puerta.
—Ponte la máscara —le dijo.
La había estado sujetando desde que habían salido del coche y casi se había olvidado de ella, aunque la llevaba bajo el brazo, porque era demasiado grande para que cupiera en su diminuto bolso de mano.
Él la ayudó a colocársela y luego se puso la suya, una totalmente negra. Llevaba un esmoquin también negro. iba asimismo de ese color, con un asombroso conjunto de Morgane Le Fay que era más un disfraz que un vestido. Estaba compuesto por un top de satén y organza que se entrecruzaba por delante y se ceñía a la cintura con un lazo negro. La falda era de aro modificada, con una media sección en tul opaco que hacía necesario un pequeño forro de seda. Si había algo que le serviría de consuelo era que no se sentía en absoluto ella misma. Pasara lo que pasase, podría fingir que estaba interpretando un papel.
Entró con la mano aferrada al brazo de Harry. El vestíbulo era pequeño, con techos altos decorados con plantas de grandes hojas en macetas, la cabeza de un alce americano en la pared, una lámpara de araña y un antiguo mostrador de recepción de madera con un botones ataviado de modo formal, que incluía un chaleco granate y una gorra a
juego. se sintió como si estuviera en una película de Stanley Kubrick.
—Buenas noches —los saludó el botones.
Harry le entregó una especie de tarjeta negra, como una tarjeta de crédito. El chico comprobó una lista con ella y luego se la devolvió.
—Encontrará las normas para jugar en el salón. Disfrute de la noche, señor Styles.
Harry guió a por el vestíbulo hasta un pequeño bar, decorado con madera oscura y poca luz. Estaba bordeado por un largo sofá.
Una mujer alta con un brillante vestido plateado se acercó a ellos en medio de la estancia. Llevaba una máscara morada adornada con plumas verdes y ribeteada con lentejuelas a juego. Tenía la melena rubia recogida en un elaborado moño alto y los labios pintados de violeta.
—Bienvenidos, amigos —los saludó—. Diríjanse al salón de baile. Les recuerdo que todas las habitaciones del hotel están disponibles para uso de los invitados. Encontrarán atrezo y artículos de tocador en todas ellas. Pueden usarlo como deseen. Pero las puertas deben permanecer abiertas en todo momento. Cualquier violación de esa norma dará lugar a su expulsión del edificio.
Harry asintió y lo miró inquisitivamente. Si él se percató su mirada, no se dio por enterado. En lugar de eso, la cogió de la mano y la guió hasta el salón de baile.
El salón de baile —si se lo podía llamar así— era más similar al salón de una decadente mansión propiedad de una familia fabulosamente rica de gustos fastuosos y excéntricos. Si hubiera que describir el ambiente con una sola palabra, podría definirse como «victoriano», aunque ese término no sería muy preciso. La enorme estancia tenía techos con paneles, cornisas vintage, descoloridas alfombras persas, una enorme chimenea y especímenes de taxidermia; por encima de todo aquello, colgaba una gigantesca bola de discoteca. Había sofás de terciopelo dorados y granates, antiguas mesas de madera, sillas tapizadas de cebra, grandes plantas en macetas, arañas y ventanales que iban del techo al suelo, cubiertos por cortinas de terciopelo.
Y en ese telón de fondo de descolorida gloria cuidadosamente ideada, hombres y mujeres vestidos de etiqueta se relacionaban y bailaban al son de un DJ que pinchaba la canción de Edwyne Collins A girl like you.
Había un palco y a le entraron ganas de subir para tener una vista panorámica de la estancia.
Un hombre se les acercó. Llevaba un traje de terciopelo rojo, el pelo negro peinado hacia atrás y una máscara en forma de pico.
isabellita102
Re: La Bibliotecaria (Harry Styles y tu) HOT
3/4
—¿Participaréis en la búsqueda del tesoro de medianoche? —preguntó—. Si os interesa, hay una hoja de inscripción junto a la cabina del DJ.
—No, gracias —respondió Harry.
A le gustaban las búsquedas del tesoro y la idea de que se hiciera una a medianoche, con un disfraz así, le pareció fascinante.
—¿Estás seguro de que no quieres participar? —le preguntó a Harry.
—Sí, es sólo un ejercicio para ayudar a la gente a establecer vínculos y que así puedan pasar a actividades más... íntimas a lo largo de la velada. Nosotros no necesitamos eso.
La distrajo la imagen de un hombre con esmoquin seguido por otra persona —era imposible saber si era hombre o mujer— que andaba a cuatro patas, cubierto de pies a cabeza con un traje negro de
látex.
—¿Cómo puede alguien respirar con eso? —preguntó, estremeciéndose.
Parecía algo poco natural e incómodo y le resultó perturbador.
—Estoy seguro de que hay agujeros para el aire. Bueno, no estoy seguro. El látex no es lo mío —comentó él.
A pesar de que se esforzó al máximo por no hacerlo, se descubrió siguiendo con la mirada a la extraña pareja.
—Vamos arriba —sugirió Harry.
Ella lo siguió a través de una puerta tapizada en piel con incrustaciones de bronce. Cogieron un ascensor hasta el segundo piso y recorrieron un estrecho pasillo revestido de madera. Como ya les habían explicado, todas las puertas de las habitaciones estaban abiertas de par en par.
miró hacia el interior de una y, de inmediato, apartó la vista. La puerta abierta reveló a una mujer desnuda en una cama individual, atada con un elaborado sistema de cuerdas que la mantenía tumbada boca abajo, con las manos y los pies unidos y una mordaza de bola en la boca. Tenía el culo cubierto de verdugones rojos.
—¡Oh, Dios mío! —exclamó y cogió la mano de Harry —. ¿Crees que está bien?
—Por supuesto que sí —le aseguró él.
—Alguien la ha dejado ahí... —Esa imagen le resultó perturbadora, pero se dijo que era una especie de representación, como una de las fotos bondage del libro de Bettie Page.
—_________ —le dijo Harry —, intenta recordar dónde estás. Y, ante todo, confía en mí.
Se cruzaron con otra pareja por el pasillo. La mujer iba vestida de blanco, con un vestido que le llegaba hasta el suelo. El hombre llevaba unos pantalones de esmoquin, sin camisa, y un collar de piel sujeto a una correa. Tenía las manos a la espalda, claramente atadas, esposadas o sujetas de algún modo. Aunque los dos llevaban máscara, había algo vagamente familiar en ellos. tuvo la clara impresión de que los había visto antes, que eran celebridades de algún tipo.
Harry encontró una habitación libre y le indicó que entrara. La estancia era diminuta, como el camarote de un barco. Tenía una cama individual, una televisión de pantalla plana y una mesa llena con
un inquietante surtido de objetos bondage: látigos, cepos, mordazas, vendas para los ojos, cajas de juguetes sexuales sin abrir y un cuenco lleno de condones.
—Esto me parece una mala idea —comentó ella.
—Confía, . Ahora quítate la falda.
Lo miró, pero sus ojos se veían fríos y decididos. Estaba en plan autoritario y sabía que no le serviría de nada discutir con él. De todos modos, no le importaba quitarse la falda de aro, porque aún llevaba la otra de seda debajo. Pero ése sería su límite, hasta ahí llegaría.
Se desabrochó la falda y dio un paso para salir de ella. Harry apartó la prenda a un lado.
—Arrodíllate delante de la cama —le ordenó.
Ella lo hizo y Harry le quitó la máscara para sustituirla por una venda.
A se le aceleró el corazón.
—Las manos a la espalda.
Sintió la cuerda alrededor de las muñecas y él se la apretó con fuerza. Era menos incómodo que las esposas que usaba en su apartamento.
—Levántate —le ordenó. La ayudó a ponerse de pie—. Ahora túmbate en la cama boca abajo. —La ayudó a colocarse en la postura, con la cabeza hacia un lado para que pudiera respirar.
Entonces sintió que le bajaba la cremallera de la minifalda de seda.
—Esto no es una buena id...
—No vuelvas a hablar hasta que salgamos de esta habitación —la interrumpió él.
Harry tiró de la prenda y ella levantó las caderas, obediente, para dejar que se la bajara por los muslos, las rodillas y los pies. De ese modo, quedó expuesta de cintura para abajo. Sólo con la ropa interior de encaje negro.
Oyó los pasos de Harry que se alejaban.
—¿Adónde vas? —preguntó.
El látigo le respondió con un restallido de dolor en los muslos.
—He dicho que no hables. Confía, .
Se estremeció de dolor y se sumergió en la fantasía de sus dedos abriéndole el sexo, porque sólo esa dulce presión o la de su lengua en
el clítoris detendría el dolor.
No se oyeron más sonidos en la habitación. Oyó a gente que iba y venía por el pasillo y se avergonzó al saber que se asomarían y la mirarían, igual que ella había visto a aquella mujer atada en la primera habitación. Su único consuelo era su anonimato y que no estaba desnuda. Todavía.
Lo cierto era que no sabía si Harry estaba allí esperando antes de quitarle más ropa o si se había ido para disfrutar de la fiesta en el piso de abajo. Tuvo que hacer acopio de toda su fuerza de voluntad para no llamarlo. Empezaban a dolerle los brazos y las cuerdas ya se le clavaban en las muñecas. Se dio cuenta de que se estaba retorciendo y que le dolería menos si se quedaba totalmente inmóvil. Intentó no dejarse llevar por el pánico. Pensó en lo que él no había dejado de repetirle sobre esa noche: confianza. No la dejaría allí sin más, al menos, no durante demasiado tiempo.
Podía oír la música abajo. Florence and the Machine. Intentó dejarse llevar por ella, imaginar que estaba en otro lugar. Pero todos sus pensamientos se volvían sexuales. Imaginó que le destapaban los ojos y el duro miembro de Harry estaba ahí, en el borde de sus labios. Podría sacar la lengua y sentir su cálido sabor salado, inflamado y palpitante por ella...
Oyó unos pasos que entraban en la habitación. El corazón se le aceleró a un ritmo frenético. Deseaba llamarlo, decir su nombre, asegurarse de que era él, pero sabía que no podía hacerlo. Entonces sintió que unas manos le acariciaban el trasero, que se movían levemente sobre el encaje de las bragas. ¿Eran las caricias de Harry? No lo sabía y ese pensamiento la horrorizó.
isabellita102
Re: La Bibliotecaria (Harry Styles y tu) HOT
4/4
Entonces recordó lo que le había dicho justo antes de que entraran en el hotel: «Lo único que tienes que saber de esta noche es que nadie te tocará aparte de mí».
El recuerdo de ese comentario fue lo único que evitó que gritara cuando la mano ascendió entre las piernas, se deslizó por debajo de la ropa interior y un dedo le acarició levemente los labios del sexo. El corazón le latía tan de prisa que tuvo miedo de dejar de respirar.
«Y ante todo, confía en mí.
»Confía, .»
El dedo se sumergió en su interior. Sin duda le gustó. Sin embargo, no había nada identificable en ese contacto. Entraba, salía. Su
mente se aferró al miedo de que fuera un desconocido, pero su cuerpo la traicionó y se movió con la mano, ávido de un orgasmo. Aunque sólo pudo llegar hasta ahí, porque siguió esperando alguna pista que le confirmara que era Harry. Y cuando no pasó nada en ese sentido, su mente venció y su cuerpo se paralizó.
Las caricias se detuvieron. Su ropa interior volvió a su sitio mientras le palpitaban las entrañas, ávidas de una satisfacción. Tuvo miedo de que aquella persona se marchara y la dejara sola preguntándose quién la había estado tocando. No podría soportarlo. Se mordió el labio para evitar llamar a Harry.
Justo cuando pensó que perdería la cabeza... que rompería el silencio y mostraría, por tanto, una falta de confianza, sintió que le destapaban los ojos. Los abrió y se encontró con Harry de rodillas junto a la cama, mirándola con ojos escrutadores e intensos. Sintió tal alivio, tal liberación tras la tensión, que empezó a llorar.
— ________, no llores. Te he dicho que nadie te tocaría aparte de mí. ¿No me has creído?
Le desató los brazos y ella se incorporó despacio, mientras se frotaba las muñecas.
—Sí... pero ¿cómo podía saberlo seguro? Y sólo pensar que había gente que pasaba... que me miraba.
En esos momentos estaba sentada y miraba con recelo la puerta. Harry se levantó y la cerró.
—Tendremos problemas —le advirtió.
—Chist... tienes que calmarte —le dijo él. Se sentó a su lado y la rodeó con un brazo—. No pretendía disgustarte. Me gusta experimentar con los límites. Eso... puede unir más a las personas. Intensifica las cosas.
—Está bien —convino. Y lo decía en serio.
—¿Quieres marcharte? —le preguntó.
—Sí —contestó. Y también lo decía en serio.
isabellita102
Re: La Bibliotecaria (Harry Styles y tu) HOT
AHI LES DEJO EL MARATON ESPERO QUE LES GUSTE
COMENTEN MUCHO
:corre: :bye:
isabellita102
Re: La Bibliotecaria (Harry Styles y tu) HOT
Me a encantado la maraton enserio
Estuvo fabulosa
Siguela cuando puedas beshoos
Bye
Estuvo fabulosa
Siguela cuando puedas beshoos
Bye
michu
Re: La Bibliotecaria (Harry Styles y tu) HOT
Pues aquí estoy, holaaaaaaa!!!! Estuvieron geniales los capítulos, pero OMG, no puedo creer lo de la rayis, sentí muy feo!! Siento que después si la rayis ve que no pasa nada lo dejara /: Haaaay lo dejaste en lo más bueno jajajajaja, Siguela pronot y ame el maratón :3 Fue genial y todo....
Un beso y gracias
Un beso y gracias
kissesOfSugar
Re: La Bibliotecaria (Harry Styles y tu) HOT
amé la maratón linda!! seguila cuando podas!! besosxx
Invitado
Invitado
Re: La Bibliotecaria (Harry Styles y tu) HOT
holismichu escribió:Me a encantado la maraton enserio
Estuvo fabulosa
Siguela cuando puedas beshoos
Bye
ya la voy a seguir
gracias por leer
isabellita102
Re: La Bibliotecaria (Harry Styles y tu) HOT
jijijiji si esta historia cada vez se pone mejorkissesOfSugar escribió: Pues aquí estoy, holaaaaaaa!!!! Estuvieron geniales los capítulos, pero OMG, no puedo creer lo de la rayis, sentí muy feo!! Siento que después si la rayis ve que no pasa nada lo dejara /: Haaaay lo dejaste en lo más bueno jajajajaja, Siguela pronot y ame el maratón :3 Fue genial y todo....
Un beso y gracias
y pobre rayis tambien lo siento por ella pero es el amor el amor jajajjaja
ahora la sigo
gracias por leer
:bye:
isabellita102
Re: La Bibliotecaria (Harry Styles y tu) HOT
jijijiji que bueno que te haya gustadoCarolovecarrots1d escribió:amé la maratón linda!! seguila cuando podas!! besosxx
ahora la sigo
gracias por leer
:bye: :bye:
isabellita102
Re: La Bibliotecaria (Harry Styles y tu) HOT
34
apoyó el pie en el lateral de la bañera. La espuma llegaba casi hasta arriba. Inspiró profundamente y disfrutó del agua caliente con olor a lavanda.
Harry había sabido exactamente qué hacer cuando regresaron a su apartamento. La ayudó a quitarse el conjunto Morgane Le Fay, la envolvió en una suave y enorme toalla y la llevó de inmediato al cuarto de baño, donde la dejó sola para que se relajara.
No sabía cuánto tiempo había estado en el agua. Tenía los dedos de los pies y de las manos arrugados. Se sentía relajada y nerviosa al mismo tiempo. Y estaba cansada de estar sola.
Le dio a la palanca con el pie para vaciar la bañera. Se levantó, un poco mareada al principio, y se envolvió en una toalla blanca. Se secó la nuca y se soltó el pelo para que le cayera sobre los hombros. Cuando se miró al espejo, vio que se le había corrido el perfilador y el rímel con las lágrimas. Usó una toallita para limpiárselos lo mejor que pudo.
Entró sin hacer ruido en el dormitorio.
—Pensaba que no ibas a salir nunca —le dijo Harry con una sonrisa.
Se había cambiado. Llevaba unos bóxers blancos y una camisa de un azul intenso desabrochada y con las mangas dobladas. A le encantaba con camisa, cómo se le rizaba levemente el pelo por detrás, sobre el cuello. Estaba tan desgarradoramente guapo que hacía que todo lo que había estado pensando en la bañera le resultara mucho más difícil.
Vio las dos copas de vino blanco en la mesita de noche. Harry, que había seguido su mirada, cogió una y se la tendió.
—Gracias —le dijo.
Estaba frío y seco y, en ese momento, le pareció lo mejor que había probado nunca.
Él se sentó en el borde de la cama y ella se acomodó a su lado y se volvió levemente para poder mirarlo a la cara. Cuando le sonrió, __________casi perdió el valor al ver aquellos hoyuelos. Pero no se permitió acobardarse.
— Harry, aprecio que hayas organizado todo esto para
solucionar el problema de confianza en nuestra relación. Pero lo que ha sucedido esta noche... Así no vamos a aprender a confiar el uno en el otro. Ni a conocernos. Al menos, no del modo que yo deseo.
—¿Qué tienes en mente? —le preguntó de aquel modo burlón tan propio de él.
—Te pusiste furioso porque no te dije que era virgen, por no desvelarte la verdad sobre mi experiencia sexual. Pero tú no me cuentas la verdad sobre tu pasado, tu historia, tu vida.
—Por supuesto que sí —protestó—. Y ya te dije que sentía que Sloan...
—Esto no tiene nada que ver con Sloan. Al menos, no respecto a eso. ¿Conoces a Margaret, de la biblioteca? Me habló de tu madre.
La sonrisa de él desapareció.
—¿No es un poco mayor para andar con cotilleos?
—No estaba cotilleando. Nos vio salir de la sala la otra noche. Supongo que sintió que yo debería saber algo sobre el hombre... con el que estoy saliendo.
—Pero no te dijo nada sobre mí, ¿verdad? Te habló de mi madre.
—Vamos. No actúes como si no supieras lo que intento decir. ¿Por qué no me contaste toda esa historia? La noche de mi cumpleaños, estuvimos hablando sobre lo que nos preocupaba de nuestros padres y tú no dijiste ni una sola palabra del tema. ¿Por qué?
—Porque, como ya te dije respecto a Sloan, no tiene nada que ver contigo.
—Pues yo digo que sí tiene que ver. Si no hablamos sobre cosas reales, ¿cómo podremos confiar el uno en el otro? El sexo espectacular no es lo que hace que una relación funcione.
—¿Cómo puedes saberlo?
—¿Qué quieres decir?
—Bueno, en vista de que hace unas pocas semanas eras virgen, eso me lleva a pensar que no has tenido muchas relaciones serias, si es que has tenido alguna. Sexual o de otro tipo. ¿Las has tenido?
—La verdad es que no —reconoció.
—Bueno, yo sí. Y mis relaciones son todas así. Y así es como quiero que sean.
—Dijiste que era diferente conmigo.
Harry suspiró.
—Me siento diferente contigo.
—¿Cómo?
—¡No lo sé, ! —gritó exasperado—. A veces creo que me gustas más que ninguna otra con la que he estado. Tu falta de experiencia me resulta estimulante. Creo que tienes buen corazón. Es asombroso que no estés hastiada. Es fácil sorprenderte y complacerte. Pero eso no cambia lo que quiero sacar de esto.
—¿Y qué es?
—Exactamente lo que tenemos. Excepto que deseo fotografiarte.
Ahora fue ella la que se exasperó.
—Eso otra vez no.
—Para mí, eso es intimidad. Compartir.
Ella se levantó de un salto de la cama y derramó un poco de vino sobre la toalla.
—No me lo puedo creer. Te estoy diciendo lo que siento que me falta en esta relación o como quieras llamarlo, ¿y tú me estás pidiendo más? ¿Por qué debería darte lo que deseas si tú te niegas siquiera a intentar darme lo que yo deseo?
—Pensaba que lo estaba haciendo —replicó impasible.
—Pues no, no lo estás haciendo —lo contradijo .
Harry pareció pensar en ello y luego asintió despacio como si respondiera a una pregunta.
—Te llevaré a casa —le anunció en voz baja.
—Lo que tú necesitas es un chico guapo y normal —afirmó Carly.
Era última hora de la mañana, una interminable mañana durante la cual había sentido cómo pasaban las horas en la oscuridad, en vela, hasta que el sol finalmente le indicó que ya podía levantarse de la cama.
Ante los bollos y el café, no pudo evitar desmoronarse delante de su compañera de piso. Le habló del Jane Hotel, sospechando que incluso la imperturbable Carly se escandalizaría por los acontecimientos de la noche anterior. Pero ésta se limitó a abrir unos
ojos como platos y a suspirar:
—Me encanta el Jane.
Luego, como si recordara de repente que sus deberes de amiga y compañera de piso requerían un poco más de empatía, le apoyó una mano en el brazo y dijo:
—¿Qué te he dicho desde el principio? Diviértete, pero no esperes nada más. Así que triunfaste y ahora puedes apuntar esto como una loca experiencia amorosa en Nueva York que podrás contarle a tus nietos algún día.
la miró.
—¿Crees que ésta es una historia que podría contarles a mis nietos?
—Bueno, quizá a los tuyos no. Aunque estoy segura de que a los míos les encantará oírla. —Se rió a carcajadas mientras se daba palmaditas en los muslos.
se pegó las rodillas al pecho y se las abrazó, deseosa de que el sofá se la tragara.
—Me alegra mucho que esto te parezca divertido.
—No me río de ti, . Sabes que yo he pasado por lo mismo.
Sí, Carly había experimentado ese tipo de sufrimiento tras su ruptura con Rob. El dolor que era casi físico, la incapacidad de comer o dormir. Era como el estallido de energía que había sentido cuando vio por primera vez a Harry, pero atrozmente al revés.
Y Carly tenía razón. Se lo había advertido.
—Sabes que después de lo de Rob me quedé destrozada —continuó la chica como si le leyera la mente—. Pero ¿qué hice?
—No lo sé —reconoció .
—Volví a subirme al caballo, como diría mi madre.
no sabía a qué se refería. Por lo que a ella concernía, no se había cabalgado mucho en aquel apartamento desde la ruptura. Aunque quizá había estado demasiado absorta en su drama como para darse cuenta de qué había estado pasando últimamente con su compañera de piso.
—¿Qué me sugieres? —preguntó entonces, más por continuar educadamente la conversación que por verdadero interés.
No había nada que Carly pudiera decirle para que se sintiera mejor. Se había enamorado locamente de un hombre inalcanzable y sin
duda jodido, destrozado, y las probabilidades de que ella encontrara la felicidad con otro hombre eran las mismas que tenía de llegar a Narnia a través de su armario.
—Yo te organizaré algo con alguien —comentó su compañera.
—Eh... No, gracias —se negó , aún estremeciéndose al pensar en Nick y sus colegas en el Nurse Bettie.
—Sé que no te será fácil salir con un mero mortal después de Harry Styles, pero tienes que confiar en mí —insistió.
—Sí —afirmó —. Últimamente he estado oyendo mucho eso.
Volvió a su dormitorio y cerró la puerta.
El lunes por la mañana, corrió hacia el mostrador de devoluciones con su café de Starbucks de extranjis. De repente, vio que Sloan avanzaba en la misma dirección, un metro por delante de ella, moviéndose de prisa. Su cola de caballo rubio platino se ondeaba detrás de su cabeza como una bandera enemiga.
tiró el café en la primera papelera que encontró y redujo el ritmo. Pero le fue imposible evitar a Sloan, que, de hecho, la esperaba en su mesa.
Había un carro lleno de libros aparcado junto a su silla que requería su atención.
—Buenos días, —la saludó—. Hoy es tu día de suerte.
Ella apenas podía mirarla. No comprendía los celos y la desconfianza que bullían en sus entrañas como el ácido. Se recordó a sí misma que desde hacía unos pocos días Harry Styles ya no le importaba, ni su pasado, ni su presente. Aun así, había algo en Sloan que la afectaba.
—¿Ah, sí? ¿Y eso? —Dejó el bolso en el suelo.
—Vuelves al mostrador de préstamos —le anunció.
Aquello eran buenas noticias, pero no reaccionó, se limitó a preguntar:
—¿Tengo que ir allí ahora?
—En un minuto —respondió Sloan—. Pero necesito que estés
disponible a mediodía. Tengo algunos recados que hacer y necesitaré ayuda.
—Lo siento —contestó ella—. Voy a comer con Margaret.
Sloan se estremeció ante el desaire, pero se recuperó rápidamente.
—Bien, ¡cómo no! Hazlo mientras puedas.
—¿Qué significa eso?
—¿No te lo ha dicho? Debido a los recortes presupuestarios, se ha eliminado su puesto.
—No podéis prescindir de la bibliotecaria de archivos.
—Le ofrecí un sitio en el mostrador de devoluciones —comentó Sloan como si no la hubiera oído—. Lamentablemente, ella ha optado por retirarse. Pero supongo que ya te lo explicará todo durante el almuerzo.
salió corriendo y subió la escalera a toda prisa. Se dirigió a la sala donde trabajaba Margaret mientras se preguntaba por qué la anciana no se lo había contado en persona. Y entonces se acordó de que Margaret había ido a verla a su mesa dos días antes, pero ____________estaba demasiado absorta en su dolor por la ruptura con Harry como para aceptar su invitación a tomar un café.
La Sala de Archivos estaba totalmente iluminada por el sol, los rayos dejaban ver franjas de polvo en el aire.
—¿Por qué no me lo dijiste? —espetó .
Margaret estaba inclinada sobre una mesa, leyendo un enorme libro encuadernado en tela con una lupa.
Levantó la cabeza despacio.
—Vaya, buenos días para ti también —exclamó sonriendo.
—No sé cómo puedes parecer tan alegre. Sloan me acaba de contar lo que ha pasado.
La mujer dejó la pesada lupa sobre la página.
—Era inevitable, —comentó—. No tienes que mirarme así. No soy una víctima. Supero de largo la edad de jubilación.
—Bueno, creo que el momento elegido es realmente una putada. Y las circunstancias.
—Me ha ido bien —replicó Margaret—. Y te he dicho infinidad de veces que aquí ya nada es lo que era. ¿Sabes que el anterior presidente de esta biblioteca creó un plan para almacenar millones de
libros en Nueva Jersey? Se tardaría, como mínimo, un día en tener un libro en la Sala Principal de Lectura desde el momento en que el lector haga la solicitud.
—No pueden hacer eso —se escandalizó .
—Oh, sí pueden y lo harán. Créeme, hemos protestado. Hace unos pocos meses, justo antes de que tú llegaras, enviamos una carta firmada por un centenar de escritores y académicos. Y ése sólo es un problema. El presupuesto de compras ha bajado el veintiséis por ciento en los últimos cuatro años. Es demasiado tarde, .
Para su asombro, ésta empezó a llorar.
—Oh, . Te lo estás tomando peor que yo.
Margaret rodeó la mesita y la abrazó. Ella cedió al gesto de cariño y lloró en los brazos de Margaret como una niña. La mujer sacó un pañuelo de tela y se lo puso en la mano. se enjugó los ojos.
—Gracias. Lo siento. No sé qué me pasa.
Margaret retrocedió y le sonrió.
—Todo irá bien, . La biblioteca sobrevivirá. Yo encontraré trabajo en una librería. O quizá empiece con alguna de esas cosas de blogs...
Ella se rió.
—Pero lo más importante es que tú estarás bien.
asintió, no muy convencida.
—Gracias por contarme lo de Harry. Intenté hablar con él de su madre, pero se negó.
—Tengo que decírtelo, . Yo no sé mucho de hombres. Nunca me he casado y no ha sido por accidente. Pero una de las pocas cosas que aprendí en mi época es que no se puede cambiar a un hombre, ni tampoco arreglarlo.
—Estoy segura de que tienes razón en eso —dijo ella, sorbiendo por la nariz.
—Averigua qué deseas, qué te hace feliz. Y luego podrás decidir a qué hombre permites entrar en tu vida.
—Entonces, ¿nunca encontraste a ninguno con el que desearas casarte? —preguntó .
—Oh, hubo muchos hombres a los que deseé —contestó la mujer con una pícara sonrisa—. Y cuando dejaba de desearlos, me iba a por el siguiente.
—¡Margaret! —exclamó .
—¿Qué? —protestó la anciana—. Puedo soportar los anticuados libros viejos, pero no los romances anticuados.
isabellita102
Re: La Bibliotecaria (Harry Styles y tu) HOT
ahi les dejo otro cap
les aviso que mañana no subire la nove porque tengo un examen y me toca estudiar
y eso es triste jajajajajajja nos vemos el viernes
chaoooooooooo
Y COMENTEN MUCHO jijijijiji
les aviso que mañana no subire la nove porque tengo un examen y me toca estudiar
y eso es triste jajajajajajja nos vemos el viernes
chaoooooooooo
Y COMENTEN MUCHO jijijijiji
isabellita102
Re: La Bibliotecaria (Harry Styles y tu) HOT
Haaaay, no se si es por que esta bien buena y a cada rato quiero que la sigas, pero lo dejas en la incógnita casi siempre jajajajaja, me encanta la novela y se me hara eterno que no subas el capitulo pero creo que la espera valdra mucho la pena. No entiendo por que Harry simplemente deja de huir y va con todo por la rayis! /: Hay de veras, hasta dan ganas de meterse en la historia darle unas cachetadas y animarlo a que sobres la rayis, síguela pronto y un besoo...
P.D.: Suerte en tu examen, échale muchas ganas xx
P.D.: Suerte en tu examen, échale muchas ganas xx
kissesOfSugar
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