The Roadtrip {Novela Colectiva} |2|

Lentamente los ojos del rubio se abrieron. Una vez mas el relog biológico de Jeremy lo despertó en la madrugada; ya estaba acostumbrado a levantarse por si solo a las cinco o seis de la mañana para estar un momento a solas; pensar, reflexionar y estar unos minutos en paz, sin dramas sobre pelas, parejas, relaciones ni nada de inconvenientes ajenos. Era su momento de él con él mismo. Claro que a veces en cambio alguno de los chicos tambien madrugaba o viajaban temprano y así sus planes se interrumpían y no le quedaba otra cosa que interactuar con los demás. Pero en esta mañana en especifico Jeremy era el único despierto... o eso era lo que el creía.

Con cuidado de no hacer un movimiento demás, logro salir sin despertar a nadie. Rió ligeramente al ver al resto de sus compañeros en el quinto sueño, todos disfrutaban de la hora de dormir por más alocada que allá sido su tarde o la adrenalina de las noches, dormir era una bendición para esos chicos. Ya fuera, se alejo unos metros hasta encontrar lo que él llamaba sus oasis personales en medio de la nada, aquellos monumentales paisajes. Se sentó en el frió césped con un creciente sol asoman doce en el fondo de la escena.

— ¿Tampoco puedes dormir?

Por unos minutos su corazon se paro, realmente no esperaba a nadie más. Volteo rápidamente encontrándose con una sonriente y somnolienta rubia para con lo que era un vaso plástico el cual claramente contenía agua. Si no era una alucinación, Jeremy juraría estar viendo un angel.

— No exactamente —contesto ya más relajado—, ¿tu no dormiste? —pregunto, trato de no hacerle caso al echo de Fauna llevaba un casual vestido blanco que la hacía ver como la cosa más bella del mundo, y con ese pelo alborotado; era la muerte para los ojos del rubio.
— Es que hace calor ahí dentro y aunque Sam es muy dulce, sus abrazos son calurosos.
— Ya veo...—Sam, Sam, Sam esto, Sam aquello ¿que ella no sabía otro nombre?
— ¿Y tu? —su pregunta lo saco de su pensamiento celoso.
— ¿Que sucede? —trago duro, la blonda se acomodo a un lado de el sentándose de rodillas y dejando el recipiente con agua a un lado.
— ¿Que te paso? Dijiste que no era por no poder dormir —le contraataco.
— Me gusta despertar temprano, me da tiempo para pensar, simplemente es eso.

El silencio inundo la escena y esto hacía juego a la mirada fija que Fauna tenia en el horizonte, como si detrás de las aguas contara cuantas nubes había escondidas, no muchos sabían que la niña era detallista y eran las cosas pequeña lo que hacía a la rubia tan feliz; y en cambio Jeremy contaba cuantas veces ella parpadeaba, cayendo cada vez que lo hacía porque el parpadeo de la joven cubría aquellos ojos azuleados los cuales él compartía. Eran tan parecidos, pero ambos era tan diferentes. ¿Cuando él había visto a una muchacha tan hermosa como lo era Fauna? Nunca, no tenia registro en su memoria. Ella era única, no había duda de eso.

— Es una lastima —pronuncio la chica, sin dejar de observar.
— ¿Que cosa?
— Siempre nos complacemos con el primer lugar al que vamos; San Francisco es tan amplio y nosotras solo nos quedamos aquí —hablo con total seguridad, y en parte era así, no era chicos de visitar o esas cosas, no había turismos ni pasaban mucho tiempo al día.
— ¿Se lo has dicho a alguien? —pregunto JJ, ya dirigiendo la mirada hacia sus el paisaje.
— Nadie lo tomaría enserio —hablo, bajando de una vez la mirada.
— Oye, am —rayos, Jeremy se consideraba terrible para subir el ánimos de alguien más—..., te ayudare a decírselos, si quieres.
— ¿Enserio? —sonrió la rubia.
— Claro, tal vez pasear nos haría bien a todos.
— Gracias —le contesto con una cálida sonrisa. Se estaba por parar en un momento para retira a cualquier lugar, pero él hablo.
—Fauna... —murmuro, los ojos azules se chocaron fuertemente—, ¿te quedas un rato aquí conmigo? —pregunto suavemente, con un terrible miedo de se rechazado.

Fauna no sabe realmente qué decir, aunque por supuesto que se quiere quedar allí, pero con todos los problemas que han estado funcionando en su cabeza durante la semana, en realidad no piensa salir con Jeremy, no era la persona que más conocía del viaje y esta charla había sido un inmenso avance, aun así, presentía que seria algo realmente arriesgado.

Sin embargo, es difícil resistirse a él. Sobre todo cuando sus ojos se agachan y él sopla su labio inferior hacia fuera haciendo un puchero con la boca como un pequeño y sea probablemente la cosa más adorable que Fauna ha visto en toda su vida y que en realidad no tiene la fuerza de voluntad para decirle que no, así que por supuesto, al final, ella se encuentra aceptando la invitación de su amigo para quedarse un rato más, y hace todo lo posible por no sacar esas sensaciones que la tenían contenida, mientras toma siento asiento más a lado de él, y disfrutan del horizonte.


Los chicos estaba preparándose para lo que se suponía sería un recorrido en las camionetas, claramente no eran todos unos personas diurnas, y esto se les hacía notar cada vez más en sus rostros. La mayoría comenzó a lamentarse aceptar la idea de Fauna, pero debían de dejar de holgazanear durante el día y dedicarse a hacer algo. Contando ademas, que cuando la blonda se ponía a insistir era dificil decirle que no; por decisión mayoritaria terminaban aceptando. ¡Estaban en San Francisco! Y casi no habían visitado ninguno de los bellos paisajes que aquel lugar les ofrecía, solo pasaban los ratos rondando cerca de ahí o en el agua, pero no solían ir más allá de todo eso. Así que estaba decidido, los grupos en sus camiones e irían a recorrer un poco aquel resplandeciente sitio.

Había guardado todas las cosas dentro de los vehículos puesto que nadie queria terminar siendo saqueado ni perdiendo sus pertenencias. Algunos seguían vagando por el lugar, y otros solo decidían ir para no quedarse solos, aunque no tuvieran realmente ganas de hacerlo. No podían quejarse, los acompañaba un día completamente hermoso; un sol en lo alto, destellando ese calor tan natural en un cielo libre de nubes. Una sutil briza que los refrescaba y se sentia como si purificara los pulmones de cada uno con cada bocanada de aire. Se escuchaba el lejano sonido de unas aves y nada más; claro, nada más que los bostezos y refunsuños del grupo de adolescentes.

— ¡Arriba todos, manga de parásitos! —llamo Daniel sentado en el lugar del conductor. Este mismo saco la cabeza por la ventanilla, miro había la camioneta de atrás conducida por Trevor y alzaron los pulgares en señal de que todos estaban listos—. ¡Vamonos! —grito golpeando el lado por fuera de la camioneta con su brazo.

Y salieron a andar por la carretera. En realidad iban sin un rumbo fijo, supuestamente eran guiados por la intuición de Fauna y para ser sinceros, la rubia sentia que esta le estaba fallando. Así que por el momento todo lo que ella decia era — ¡Sigamos adelante! — cuando estaba terriblemente perdida. No queria decirlo, los chicos podrían matarla de saber que Fauna solo quería salir a tener una mini aventura de día pero que como consecuencia terminaran en medio de quien sabe donde. Y si, la oji azul prefería callar y perderse que admitir que había equivocado y no tenia la menor idea; pero no era por orgullo y si no, que estaba cansada que el resto la viera como si fuera tonta. No es que lo dijeran, pero ella lo notaba a la hora de repartir por ejemple, las responsabilidades, nadie le daba a Fauna una verdadera tarea, seguramente no la veían lo suficiente inteligente para aquello. Por lo cual, estaba dispuesta a demostrarles que no era ninguna boba como creían.

Los minutos pasaron, largos y tendidos aun muchos no entendían a donde querían llegar con todo esto. Estaban aburridos, cansados y seguramente querían salir de aquel lugar; y así fue como su típica suerte se topo con ellos. Daniel freno la camioneta al verse obstaculizado el paso; seguramente los de atrás harían lo mismo. Agilizo su vista para ver de que se trata el no poder seguir, pero los chicos dentro de el vehículo no entendía absolutamente que pasaba.

— ¿Daniel, paso algo? —pregunto Fauna, con temor de tener que decirle al resto que posiblemente estaban perdidos y era todo su culpa.
— Creo que... —achino sus ojos, y la blonda imito la acción—. Creo que hay un grupo de motocicletas en medio del camino.
— ¡Ay, por favor! —se quejo la chica nueva, Caitlin.
— ¿Y no puedes seguir, viejo? —se escucho la pregunta de Jeremy, nadie había notado su presencia.
— Uh, pero es que esos tipos si se ven malos.
— Nos hemos topado ya con cientos de “tipos que lucían malos”, ¿no puede pasar y ya? —hablo Penny.
— Lo se —respondió el moreno sin dejar de observar adelante.
— ¿Y?
— Son como siete o nueve hombres grandes, y digo grande de verdad.
— Bien —interfirió Fauna, despues de caer de cuenta que debía hacerse cargo de todo esto—. ¡Iré para hablar con ellos! —al finalizar esto, siento de gritos del interior le decian que no bajar, pero ella lo hizo de todas maneras. Fauna era curiosa, demasiado malo para una niña de su clase.

La rubia bajo de la maquinaria y paso sus manos por su alegre vestimenta para quitar las arrugas, tomo una bocanada de aire y se dirigió hacía unos metros delante de ellos, exactamente donde su camino era obstaculizado. Desde el vehículo, todos miraban aterrorizados y pendientes de tener que salir corriendo al rescate de la oji azul, ni se imaginaban como estaban los de la otra camioneta sin entender un comino de lo que sucedía. Pero lo que más les sorprendía era la seguridad con la que la muchacha se dirija hacía los hombres, llegaron a la conclusión que el agua salada había caudado que Fauna perdiera la cabeza por hacer semejante cosa.

Pero la muchachita no dejaba afectarse por nada, ella camino firma y segura hasta tener a centímetros las exactamente seis motonetas de tamaño enorme, y al costado había unos hombres -si, los típicos motoqueros de las películas- sentando en lo que parecía estar relajándose un poco. Fauna poso su puño en su boca y tocio falsamente para llamar la atención de esto; lo consiguió. Sintió un escalofrió al tener las miradas de aquellos señores sobre ella, y más aun casi tembló cuando dos decidieron parase de sus lugares y se acercaron a la niña. Ella: sonrió pacíficamente.

— Buenas tardes a todos —comenzó, hablando para todos los hombres y luego dirigiendo su atención a los dos que tenia en frente—, espero que todos estén disfrutando de su día.
— ¿Vendes galleta, o algo así? —hablo específicamente e hombre a su derecha, con aquella barba gris y bastante desprolija.
— Am, no bueno...
— Ser rápida niña, estamos por empezar a desempacar las cosas —pronuncio con voz seca el señor de la izquierda, con ese tatuaje que cubría gran parte de su cuello. Fauna no entraría en pánico, así que respiro hondo y prosiguió.
— Mis amigos y yo estamos paseando por aquí, siguiendo nuestros camino; pero por el momento nos vemos parados ya que sus, em, motos no nos permiten seguir con la ruta. Por favor buenos hombres, si fueran tan amables ¿podrían hacerlas a un lado? Seria solo por unos segundos para poder continuar nuestro recorrido y ya no los molestaríamos. En serio, se los agradeceríamos con todo el corazon —culmino. Era consiente que nunca había hablado tan rápido en su vida.

Los hombres se tomaron unos segundos para similar todo, miraron al resto y luego volvieron donde Fauna.

— Nos caes bien, flaquita —dijo el hombre de barba—.
— Y nosotros no golpeamos mujeres por ningún punto de vista —agrego el otro, la rubia volvio a respirar con normalidad—. Así que si fuera tan amable de llamar a alguno de tus amigos, podríamos considerar todo esto.
— ¡Ya! —y se dio media vuelta para ir con paso agitado hacía la camioneta.

Velozmente llego a donde los demás y todos seguían atónitos; había sobrevivido despues de todo. Fauna se tomo su tiempo para recuperar su pulso y luego hablo sonriente.

— Dicen que quieren hablar con alguno de los chicos —les informo. Las chicas se relajaron más que nunca pero los varones allí se miraron entre si. Fauna estaba segura que Sam decidirá ir, y Jeremy lo sabía tambien. Este era su momento de brilla con la blonda y no dejaría que Samuel se impusiera.
— ¡Yo voy! —aludieron al mismo tiempo, y luego cruzaron miradas. Los jóvenes dentro largaron una risita ante la clara necesidad de atención de ambos; pero ellos no parecían muy felices.
— Chicos, cualquiera de los dos esta bien —intervino Diane, con su tono suave tan peculiar.
— Por eso yo voy —dijo Jeremy.
— No, iré yo —se propuso Sam.
— Gracias Barclay, pero creo que puedo ir.
— Pero tu alergia, JJ. Déjame ir.
— No tiene que ver puedo caminar.
— Si pero-
— ¡Ya, se van los dos! —les gritoneo Tris.
Y así, el castaño y el rubio fueron prácticamente empujados de la camioneta.

No se miraron ni una vez más, solo caminaron hacía los robustos hombres que los esperaban con esas miradas impacientes que causaban tanto miedo; en serio que causaban miedo. Parecía que se iban a congelar ya que ninguno de los muchachos se atrevía a abrir la boca; así que el tatuado comenzó.

— ¿Lo que dice la flaquita, es verdad?
— Se llama Fauna —dijo Sam.
— Yo creo que “flaquita” le queda perfecto —repitió el hombre.
— Si, si, si es verdad le va perfectamente —se percato el castaño.
— ¿Y? —insistió el barbudo.
—Es así..., Señor. Solo queremos seguir con nuestro camino. Somos dos camionetas y no tardaremos —esta vez fue Jeremy el que hablo.
— Solos pasamos y se acabo el asunto  —añadió Samuel. Los adultos pusieron sus caras de pensantes nuevamente y ahora si los más jóvenes se miraron con nerviosismo; ya nadie más tenia que salir herido.
— A ver ¿Ustedes creen que porque tiene unos diecisiete y tantos, son dueños de las carreteras? —la cara de ellos se puso pálida, iban a morir a golpes por estos hombres y luego ellos seguramente beberían su sangre e irían por los demás para terminar su festín; eso sentían.
— No, Señor —Sam hablo con dudosa firmeza.
— No quisimos eso, solo pasar —hablo JJ.
— Y...
— ¡Ya, ya! —estallo en una carcajada el hombre con el imponente tatuaje— ¡Era una broma!
— ¡Debieron ver sus caras! —dijo el de al lado.
— Eeh...—balbucearon.
— Ya nos hacemos a un lado muchachos, y buen viaje.
— Tengan cuidado y cuiden a la flaquita, parece una buena niña.

Así el rubio y el castaño se dieron media vuelta para volver donde los demás, y ellos solo estallaron en risas, Trevor y Zuzu aparecieron por un lado enviados desde la camioneta numero dos, ambos con una terrible cara de enojo; habían estado estacionados demasiado tiempo sin tener respuesta.

— ¿Que carajos paso? —pregunto furiosa la ex peli-rosa.
— ¡Estuvimos siglos estacionados! —dijo Feagler en su tono enojado.

Los jóvenes rieron. — ¡Dificultades técnicas! —pronuncio Fauna.