Treinta días (por dos) |Zayn Malik|

Día tres: Chinchulines.

Es sábado a la mañana y, como la mayoría de los sábados a la mañana, Michelle se levanta primero que Zayn. Bueno, en realidad se despierta y mira el techo un par de minutos. Se refriega los ojos y masajea un poco su cabeza sabiendo que habrá una batalla campal en el baño entre el peine y el cabello enmarañado. Capaz que pasan unos treinta y cuarenta minutos y ahí sí, toma el envión necesario para poder levantarse y sentarse en el borde de la cama, mirando en dirección a la ventana. A todo esto, Zayn duerme en cuero dándole la espalda, con las manos debajo de la almohada. Michelle tantea el piso alfombrado con los pies, buscando sus pantuflas, pero como no las encuentra decide ir descalza en dirección al baño (mientras se rasca a un costado de la pierna). 

En el baño se mira al espejo y enarca una ceja: es que todavía no cree que sea ella la que está reflejándose en el mismo. Busca el cepillo de dientes y el dentífrico dentro del botiquín para poder lavarse la boca y hacer un par de buches. Después levanta la tapa del inodoro para poder sentarse y esperar a hacer su necesidad primera mientras medita mirando los recovecos del baño y ya piensa en comprar una cortina nueva para la bañera porque esa ya tiene todo roto el plástico por una ves que resbaló al salir de la ducha y se cayó al suelo con cortina y todo (a todo esto, Zayn corrió del living al baño al escuchar tal impacto y se rió en su cara apenas la encontró desparramada por el suelo). Bueno, no nos vayamos de tema, volvamos al día que nos compete: Michelle al salir del baño sonríe de costado cuando ve a su novio girando sobre el colchón, buscando un punto cómodo para seguir descansando y largar un ronquido. 

Desde que Michelle y Zayn se consagraron una pareja estable, es ella quien prepara el desayuno para los dos (aunque a veces él se comporta como el caballero que es y también lo hace). Por eso, en la mesita redonda y amarilla que hay en la cocina coloca el pote de dulce de leche, mermelada y queso crema. Se sube a una silla para agarrar el paquete de galletitas de agua y después mete dos tostadas en la tostadora. Pone la pava llena de agua a calentar en la hornalla y mientras hace otra taza de chocolatada fría para ella. Se va al living y busca un cd de alguna banda o cantante el cual guste y pueda teñir esa mañana de sábado que está algo calurosa. Elije a Pink Floyd y vuelve a paso lento a la cocina. El problema es que no calculó el tiempo y se quemaron las tostadas. 

-¡Ay, la puta madre! –intentó sacar una y se quemó un dedo. Por eso se lo lleva a la boca para chuparlo y calmar la quemadura. 

-Hey ¿qué pasó? –él aparece con sus bermudas negras y algo dormido. Su voz rasposa lo da a notar. 

-Se me quemaron –las saca rápido y las tira sobre el plato verde manzana. 

-No importa… buen día –se agacha un poquito para darle un beso en la boca.

-Buen día –ella ya sonríe- ¿dormiste bien? –apoya el plato sobre la mesa, entre medio de todos los potes y cuchillos. 

-Sí ¿tú? –Zayn ya ocupó su lugar y agarra la tostada más negra para rasparla con el cuchillo de untar manteca. 

-También –le entrega su taza de té y ella se sienta enfrentándolo- ¿tienes que hacer algo para el trabajo, hoy? 

-No, ya adelanté todo –Zayn mastica su tostada untada con mermelada y queso crema y Michelle se come el chocolate que sube a la superficie en su taza de leche.

-Mejor, así te tengo todo para mí –él ríe apenas y ella también. 

-¿Tú no tienes que ir al barsucho? –acto seguido, Michelle lo patea por debajo de la mesa. 

-¡Ya te dije que no le digas así! –pero Zayn vuelve a reír. Es que él también descubrió que le gusta molestarla- yo no ninguneo tu diarucho –lo burla y a él le encanta- no, hoy no voy. 

-Mejor, así te tengo toda para mí –la imita y ella le insinúa un qué hambre.

Zayn es quien guarda todo en su lugar correspondiente y el que lava las tazas y los cubiertos sucios. Michelle aprovecha esa momento para pegarse una ducha y refrescarse un poco. Canta bajo la lluvia de la misma mientras se enjuaga el pelo con shampoo. El problema de Michelle es que siempre deja un poco la puerta del baño abierta, para que el vapor no la atosigue. El problema de Zayn es que siempre le gusta molestarla (como bien dijimos renglones arriba) y se entromete en el baño (sin cerrar la puerta), al tiempo que se saca las bermudas y el calzoncillo para correr la cortina –a todo esto ella está con los ojos cerrados, cantando y dándole la espalda- y rodearla por la cintura al besarle un hombro. Michelle que se sobresalta ante el impacto pero se ríe y disfruta el momento. Pero como la autora se opone a describir la situación que continúa, entonces le pide a sus lectoras que usen el poder de la imaginación –la cual no será nada complicado porque no les acaba de plantear álgebra ni físico química-. 

Zayn ya está cambiado y tirado en el sillón mirando una película de suspenso que encontró en alguno de esos canales yankees. Michelle también ya está cambiada pero todavía lleva un toallón blanco enrollado en la cabeza porque el pelo no se le secó. Tiene ganas de tomar un poco de aire y no va al patio, sino que abre la puerta de la casa para pararse sobre el escalón y respirar un poquito de esa pureza natural, de los arbustos, de los árboles, del vientito fresco que choca contra su cara, de… Inés, la mujer de Edward, el vecino. 

-Hola –Michelle es cortés, bien lo sabemos. Cortés y caradura. Inés está en la puerta de su casa, a pocos metros del cuerpo de Michelle. Lleva una escoba en la mano dando indicio a que limpiará la vereda. Pero Inés no le responde, solo le finge una sonrisa- ¿va a salir a pasear? –por la escoba, claramente. Inés clavándole la mirada- no, digo, si… ¿va a salir a caminar por el barrio? 

-Voy a barrer –así de seca y cortante es Inés. Michelle hace el mismo gesto que le hizo a ella: le sonríe fingidamente. Aprovecha y se seca el pelo con el toallón, tirándolo hacia delante y refregándolo- ¿ustedes son como gatos, no? 

-¿Perdón? –enarcar la ceja, siempre- ¿me está diciendo gato o me parece a mí?

-Interpretalo como quieras. A los dos les gusta caminar por los techos de las casas, se ve –Inés está parada a pocos metros de la entrada de su casa sosteniéndose del palo de madera de la escoba. 

-Y a usted le gusta salir a pasear en escoba y yo no me quejo –eleva un hombro e Inés está a punto de arrancarle pelo por pelo de la cabeza.

-¿Te crees que no me enteré que tú con tu noviecito anoche estuvieron en el techo de mi casa? 

-Disculpeme –elevar un dedo imponiendo respeto- pero su maridito nos dijo que subamos al techo para que le saquemos el agua de mi tanque el cual había desbordado.

-Sí, pero ustedes se hicieron un picnic sobre el techo después de haberlo limpiado –Inés tiene razón. 

-Nos merecíamos un descanso –y Michelle siempre espetará su vale cuatro- ¿sabe qué Inés? Ya me tiene los bolines por el suelo, usted y su marido –así de sincera es ella. 

-¿Qué pasa? –Zayn se muestra en escena porque le es raro que su novia hable sola en la puerta de la casa. Bueno, tampoco tan raro- buenas tardes, Inés.

-Buenas serán para ti.

-¿Qué hiciste, Ellie? –volver a susurrarle al oído como en los viejos tiempos. 

-Nada, tu novia nunca hace nada –Inés decide terminar la conversación ahí y adentrándose a la casa luego de un portazo. 

-¿Qué le dijiste? –volver a entrar. Michelle tira el toallón sobre el sillón y Zayn cierra la puerta con dos vueltas de llave. 

-Que me tenía los bolines por el suelo –ser sincera y que él ría a carcajadas. 

La noche encuentra a Michelle y Zayn recostados en el sillón del living disfrutando de unos ricos té con algunas galletitas de coco. Pero a las nueve suena el timbre reiteradas veces y cuando el dueño de la casa abre la puerta, Georgia, Harry, Louis y Rose están del otro lado con bolsas de nylon en sus manos y exclamando un ¡buenas noches! bien efusivo. Hace un par de días atrás se organizó un asado. Michelle y Zayn ponían la casa y las bebidas. Georgia y Harry, el postre. Rose y Louis, la carne. Pero éste asado no sería uno común y corriente. Éste asado será elaborado por las tres mujeres. 

-Yo opino que más carbón, El –Rose come flan con dulce de leche y da órdenes. Michelle intenta tirar el carbón y Georgia hace aire con una hoja de diario. 

-Yo opino que dejes de comer porque vas a salir rodando.

-Ay ¿estoy muy gorda, no? Sí, ya sé, no me lo digan –pero ojo que en ningún momento suelta la cucharita metálica- es que no puedo ¿entienden? La comida me llama, me aclama y yo no puedo oponerme ¿vieron? No, no puedo. 

-Pero estás embarazada –la voz cálida de Georgia, esa joven tan linda y simpática- ¿ya saben el sexo? 

-No, todavía no –acto seguido, se la acaricia un poquito- la semana que viene tenemos turno con el ecógrafo, así que ahí nos enteraremos.

-¿Ustedes dicen que ya está para poner la carne? –Michelle está muy concentrada con el asado que prometió. 

-¿Hay chinchulines? –los antojos de Rose.

En la otra punta de la casa, más exactamente dentro de la cocina, los tres hombres terminaron de preparar una pequeña picada. Zayn apoyado contra la mesada, Harry ocupando una silla y Louis sobre la mesita redonda. 

-¿No necesitarán ayuda? –Harry pregunta asomándose por una pequeña ventanita que da al patio. Mientras come algunas papas fritas. 

-Ellas saben ingeniársela –Zayn está copado con los maníes- cuéntame cómo andan los preparativos del casorio ¿todo bien? 

-Sí, ahí anda. Georgia se está encargando de todo, igual 

-¿Fiesta de soltero? –Louis pregunta con un vaso de vidrio repleto de gaseosa. 

-Obviamente –Harry ríe y Louis festeja. 

-N, no sé… no me copa mucho eso –Zayn rascándose un hombro. 

-¡Dejate de joder! –Louis le palmea el pecho- es una festichola para divertirse, un poquito de mujeres y nada más. Después das el sí y no hay marcha atrás 

-Sí, bueno, pero… a parte, tú no sé de qué hablas si estás por ser padre –Zayn lo acusa, achinando los ojos- respeta el honor de tu mujer y tu futuro hijo.

-¡Habló el que se encamó con la empleada! –Harry lo burla pero ríen los tres. 

Michelle apoya la carne sobre la parrilla y se aleja al instante por miedo a quemarse. Georgia corta los chorizos y las morcillas. Rose continúa con su flan, aunque agregó un poquito más de azúcar acaramelada. Zayn es quien se asoma para preguntar si todo está en orden o si necesitan ayuda, pero ríe al ver como su novia mantiene una pelea interminable con el fuego y el diario, el como Georgia se queja porque el carbón le deja las manos negras, y el como Rose no deja de lastrar en ningún momento. Él regresa al comedor para ayudar a Harry a poner la mesa, mientras Louis busca música buena para la velada. 

-Charán, charán –Michelle aparece con la tabla de madera con los trozos de carne sobre la misma. Todos ya están sentados en la mesa- no sé si es uh el asado, pero visto y considerando que me dejaron sola por un flan y esmalte para uñas, me parece que me merezco un aplauso ¿no? –apoya la tabla sobre la mesa. 

-¡Un aplauso para la asadera! –grita Louis y todos aplauden. 

-Gracias, gracias –y se hace la importante, saludando con una sola mano al público que la aclama. 

-Esto no está crudo ¿no? –pregunta Harry al pinchar con tenedor un pedazo de carne y ponerlo en su plato. Michelle solo le golpea la cabeza para que él ría y luego se acomoda en la silla, al lado de Zayn quien se sirve la ensalada de papa y huevo con mayonesa. 

-No quiero ser viuda antes del casorio –esos comentarios de Candela que hacen reír, siempre. 

-¡Chinchulines! –Rose se cuelga de la tabla de madera para agarrar unos tres o cuatro chinchulines. Louis le susurra al oído que disimule más. 

-Propongo un brindis –ese es Zayn, quien sirve vino en su copa y en la de los demás, menos en la de Rose que ya tiene gaseosa- por el casamiento de Georgia y Hazza –todos mantienen sus copas en alto. Estos se sonríen mutuamente- por el futuro integrante de la familia –y Rose acaricia su panza, por enésima vez. Louis sonríe y le besa un hombro- y por nosotros –la mira a Michelle y ella le tira un beso- que no estamos ni casados ni embarazados pero sí muy enamorados.

-Ustedes díganme como no quiere que lo ame con las cosas semejantes que dice –Michelle se muerde el labio y le hace la pregunta a los restantes- ¡Hermoso! –se lo grita a él y se acerca un poco para besarlo. 

-¡Chin, chin! –interrumpe la escena Louis, con otro grito, y se paran los seis para chocar las copas y luego tomar un sorbo de vino (o de gaseosa).

abre: