Dangerous Girls {Novela colectiva} 2da Parte

Sentirlo a mi lado me ponía sumamente nerviosa…, y no es que haya sido algo común en Adelaide Williams. Simplemente el  saber de que en cualquier momento su personalidad «hey, chica caerás conmigo» saldría a flote era estremecedor. En cualquier caso había ese algo que me atraía de él y, ¿para qué mentir?, estaba al borde de la locura.

Era una cosa imaginarlo conmigo, en la soledad de alguna habitación, con las hormonas alborotadas, que tenerlo ahí, en frente, y no poder verlo a los ojos por el miedo de ceder ante él en cualquier instante.

—¿En qué piensas, Adelaide? Desde que me sacaste de la celda y dejaste a Helena no has hecho nada más que estar sumida en tus pensamientos—. Dijo viéndome de reojo mientras forcejeábamos puerta tras puerta para encontrar la salida. Pienso en lo viva que me haces sentir cada vez que estoy contigo.

—¿Desde cuándo te interesas en lo que pienso? —Arremetí tomándolo por sorpresa, su expresión se tornó en una bastante seria y un cuanto ofuscada—Lo siento, no quise ser ruda—Regresé a verlo y su mirada se apoderaba de todo mi cuerpo,  devorándolo, lentamente—Sólo me preguntaba qué estarán haciendo Hel y Zayn, puesto que desde que tomaron otro camino tengo la impresión de que alguien me está engañando—. Finalicé, haciéndolo reír por un instante. Oh, Dios, su risa… me quitaba el aliento, y nunca dejaría de hacerlo. 

—Yo pensaba en lo bien que te vez con mi cazadora—. ¿Qué? Sus palabras, sin pensarlo, me hicieron botar un ligero suspiro que esperaba Harry no lo notara. Sentía mis mejillas colorarse y mi cuerpo calentarse a medida que procesaba aquella frase nuevamente. —Ahora estás sonrojada, ¿o me equivoco? —Mierda. Lo odiaba tanto y tenía ganas de devolverle su cazadora en el acto, pero solo por el simple hecho del frío que me hacía con el vestido borré la idea de mi cabeza. Harry me la había prestado y no tenía planeado devolvérsela, su olor y calor eran adictivos… Y yo no quería olvidar aquello.

—¡Basta, Harry! —Agregué riendo mientras lo empujaba a un lado. Una sonrisa se expandía en su rostro y me sentía en plena confianza junto a él.

Escuchamos como una puerta en el fondo se abría y por inercia cedimos a escondernos detrás de una pared opuesta al sonido.

—En realidad, no puedo creerlo; ¡huyeron los detectives y ellas! Es imposible—. Un chico rubio salía de allí conversando con otro, mientras nosotros aguardábamos pacientes, esperando a que se fueran rápido.  Cerraron aquella puerta y caminaron en dirección contraria a la nuestra, guiándose por el pasillo derecho de donde salieron.

—Adelaide, Adelaide… Tengo una idea, ¿planeas ayudarme y salir de esto juntos? —Juntos, juntos… juntos. Suspiré mientras admiraba lentamente el verde de sus ojos, perdiéndome en ellos…, soñando; soñando con él.

Atrapé sus mejillas entre mis manos y le di un suave y tierno beso en los labios. Apenas presionando éstos y apenas sintiendo el calor que irradiaban.

—¿Eso es un sí?

—Es un por supuesto—.Caminé fuera de nuestro escondite mientras Harry me seguía y tomaba mi mano, lo cual era fascinante y, al mismo tiempo, dulce y extraño
.
Regresé a verlo mientras caminábamos; los rulos que le había cortado estaban en proceso de crecimiento, y parte de ellos formaban un copete hacia arriba, inclinado a la derecha; sus pupilas eran una mezcla de sentimientos y a pesar de contemplarlas por mucho tiempo no era capaz de descifrar su alma.

—¿Tengo algo en la cara, Ade? —Preguntó riendo a penas mientras, una vez más, me sonrojaba al ser encontrada fragante. Aunque era algo obvio.

—En realidad…—En realidad no podía ser posible, ¡no, no, no! Había perdido las palabras y no tenía idea de qué decirle o cómo salir de aquella escena un tanto incómoda—, en realidad no tienes nada—. Solté su mano a lo que él me respondió con una mirada desilusionada —Lo siento, me suda la mano—. Lancé una risita seguida por la de Harry y  volvió a entrelazar sus dedos con los míos, para apresurarnos a llegar a la puerta de dónde salieron los policías. 

Entramos y mis fosas nasales se llenaron de un olor a desinfectante de canela que tuve que reprimir un pequeño estornudo. Mientras inspeccionaba lentamente la habitación pude connotar que era la sala de limpieza. 

Ésta tenía muchos envases y botes con líquidos de colores en ellos; desinfectantes. En una repisa, apoyados, estaba una escoba y un trapeador. El fondo de la habitación estaba ocupado por un armario imponente, de color caoba y un tamaño gigantesco.

—Entonces, ¿qué planeas hacer, Harry? —Sus ojos vagaban por todo el cuarto en busca de cosas servibles para escapar. Caminó alrededor mío y después abrió el armario. Allí había uniformes policiales de toda talla, aunque aún dudaba si hubiese femeninos.

—¿Has visto películas antiguas? —Asentí. Las había visto pero no sabía a qué tipo de ellas se refería Harry

—Nos vestiremos de policías para así intentar escabullirnos por ahí—.  Su rostro anunciaba emoción y no había manera alguna de negarme, así que, de una u otra forma, iba a aceptar. Sinceramente era lo más fácil que podíamos hacer para escapar.

—Está bien…, eso creo. ¿Puedes encontrar por ahí algún uniforme de mujer, talla normal? —Buscó entre los percheros y, al final, Harry sacó el más pequeño de todos, un cuanto arrugado y sucio.

—Supongo que ese te quedará bien. Todo te queda bien…—Susurró lo último, aunque, como lo he dicho antes, «susurro» y «voz alta» era casi lo mismo para Harry Styles. Reí y ahora él era el sonrojado.

Me di la vuelta y procedí a sacarme aquel vestido.

Hacía todo lo posible pero, una vez más, no alcanzaba al cierre posterior del vestido. Vi de reojo a Harry, el cual estaba sin camiseta, de espaldas. De espaldas…, sus músculos, bíceps; Oh, Dios. Una imagen de Homero Simpson babeando vino a mi mente.

—Harry…—Lancé un pequeño gemido—, me preguntaba si—regresó a verme al milisegundo, sin haberse puesto su camiseta aún—… si podrías ayudarme con el cierre de mi vestido—. Titubee un poco, sin embargo estaba segura de lo que hacía…, o algo parecido.

—¿No lo alcanzas? —Preguntó inocentemente a lo cual asentí—Está bien, te ayudaré—. Caminó lentamente hacia mí y se detuvo un instante cuando nos encontrábamos frente a frente—Date la vuelta—Sus palabras eran órdenes y yo me sentía completamente sumisa ante él, a pesar de que no quería verme así. Hice lo que me pidió.

Recogió mi cabello en una coleta y lo puso en mi hombro. A medida que sus manos bajaban, adjuntamente con el cierre, sentía todo mi cuerpo calentarse y mis sentidos regocijarse de placer.

Las yemas de sus dedos acariciaban lentamente la piel descubierta y, en ese instante, más que nunca, sentía  cómo el tiempo se congelaba entre los dos.

Mientras el vestido caía y se arremolinaba en mis pies, sus manos se apoderaban de mi cintura, apegándome a su torso desnudo y brindándome ligeros besos en el cuello.

—Harry, basta, ¿no querrás que nos encuentren o sí? —Entre gemidos y suspiros logré oír su indignación—Además, simplemente… no puedo—. Retrocedió un poco mientras giré a encararlo—Es extraño, demasiado, para mí— Sí, sí que lo era. Es decir, ¡era imposible que los dos nos encontrásemos juntos! Éramos como el gato y el ratón. Y no importaba si es que yo quería aquello o si es que daba el primer paso, no me sentía plenamente segura en ese aspecto.

Adelaide Williams podría ser una mujer que aparentara ser «fácil», sin embargo no era así. Era una cosa seducir, y sacar provecho de ello, que acostarse con cada hombre que se cruzase en frente.

Caminó hacia dónde estaba su ropa y se puso la camiseta. Yo me giré y procedí a colocarme el uniforme que, a pesar de ser el más pequeño me quedaba considerablemente grande.

Me puse la gorra policial y con Harry listo nos dispusimos a salir.

—Adelaide, si nos encontramos con alguien sólo asiente y no digas nada, ¿estás bien con eso?—Le dije que sí, mientras me entristecía el tono de furia e indignación de Harry. No sabía por qué no tenía que decir algo, sin embargo tenía presente qué de mí saldría cualquier tipo de tontería que nos haría caer y pasar tras las rejas durante un largo tiempo.
—Déjate llevar.