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Esposa de Alquiler {Zayn Malik} -TERMINADA-
O W N :: Archivos :: Novelas Abandonadas
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Página 2 de 21. • 1, 2, 3 ... 11 ... 21
Re: Esposa de Alquiler {Zayn Malik} -TERMINADA-
Hola!! (:Conny escribió:"Tu eres la candidata perfecta" ¡TE ODIO RAYITA! ¿Por qué siempre se queda con los más perfectos? Pero igual, Nick es mío :power: {El chico de mi sensual avatar lol} ¡Síguela!Besos xX
Yo también quiero saberlo!? :muere: Rayita suertuda! jaja!
Ya la sigo.
Bye!
:bye:
ᴍᴀʀ.
Re: Esposa de Alquiler {Zayn Malik} -TERMINADA-
diananarahyuga escribió:Síguela soy nueva lectora síguela
Hola!! (:
Ya la sigo.
Bye!
:bye:
ᴍᴀʀ.
Re: Esposa de Alquiler {Zayn Malik} -TERMINADA-
Capítulo 2
—Tú eres la candidata perfecta.
Ella parpadeó un par de veces.
—¿Para ser su esposa?
—Eso es.
—Pero... ah, lo está diciendo de broma, ¿verdad? —sonrió Lauren.
Bonitos labios, pensó Zayn. Limpios, nada de carmín. Y sin colágeno.
Natural. Exactamente, Lauren era natural.
Una pena que tuviese que cambiarla.
—No, no estoy de broma —le dijo, mostrándole una carpeta— Liam Payne, mi abogado, se ha encargado de organizar todo el papeleo. Te pagaré quinientos mil dólares al año durante dos años... más los gastos. Después de eso, nos divorciaremos discretamente. Firmaremos un acuerdo de separación de bienes, naturalmente. Lo que es tuyo seguirá siendo tuyo, excluyendo los regalos que yo te haya hecho, y lo que es mío seguirá siendo mío.
Zayn sacó los documentos de la carpeta y los empujó hacia el otro lado de la mesa, pero ella no se movió.
—Puedes pedirle a tu abogado que los revise. Lauren, agarrada a los brazos de la silla, miraba los papeles como si fueran una cobra.
—¿Espera que acepte esta... proposición?
—Te pagaré un millón de dólares por no hacer nada. ¿Por qué no ibas a aceptar?
—¿Porque no lo quiero?
Un poco sorprendido, Zayn se encogió de hombros. Conocía a una docena de chicas que habrían saltado de alegría ante esa proposición, pero no eran el tipo de mujer que necesitaba.
—Yo tampoco te quiero, pero sería una unión ventajosa para los dos.
Vivirías en mi ático y te compraría un coche nuevo. Quizá un Mercedes o un Volvo. Hay que dar la impresión de que queremos formar una familia.
Lauren lo miraba con los ojos muy abiertos.
—¿Una familia?
—No vamos a hacerlo, claro, pero es parte del plan.
—¿Parte del plan? —repitió ella.
Que fuese rápida con los detalles era una de las cosas que siempre le había gustado de su contable, pero no estaba siendo muy rápida aquel día.
—La viva imagen de la felicidad doméstica: estables, maduros, pilares de la comunidad.
Ella sacudió la cabeza, atónita.
—Lo siento, es que no puedo creerlo. ¿Me está pidiendo de verdad que me case con usted?
—Sí.
—Señor Malik... Zayn. Lo siento, pero yo no soy la persona adecuada para ese... puesto.
—Yo creo que sí. Eres inteligente, seria y conservadora. Exactamente lo que yo necesito.
Zayn había pensado que así la convencería pero, en lugar de eso, ella se levantó de la silla.
—Me siento muy halagada por su... proposición, pero me temo que debo declinar.
—Lauren...
—La negativa no me costará mi puesto de trabajo, ¿verdad?
—No, claro que no. ¿Pero qué clase de imbécil crees que soy? Pero si te casas conmigo estarás demasiado ocupada haciendo... lo que hagan las
señoras de la alta sociedad de South Beach como para trabajar aquí.
Zayn se levantó para acercarse a ella y, por primera vez, notó que olía muy bien. Olía como las parras que crecían en el patio de su vecino. Y algo más... algo picante y atractivo.
—Considéralo unas vacaciones pagadas. Podrías ir de compras, a un balneario...
—Pero a mí me gusta mi trabajo. Lo siento, pero no. Estoy segura de
—Quiero casarme contigo, Lauren.
Ella levantó una mano temblorosa para colocarse las gafas, pero Zayn la interceptó. Al tocarla le pareció como si saltaran chispas y se dio cuenta de que era porque estaba cruzando la línea divisoria entre jefe y empleada por primera vez.
Cuando le quitó las gafas comprobó que tenía unos ojos verdes extraordinarios, más brillantes que las aceitunas, más oscuros que la hierba. El tono exacto del agua en la costa de Miami.
Y su pulso se aceleró.
Por lo que estaba en juego, se dijo a sí mismo.
Él no se sentía atraído por aquella chica. Pero estaba bien que no le resultase desagradable su contacto.
—Seré un buen marido —la voz le salió más ronca de lo que pretendía y tuvo que aclararse la garganta—. Te garantizo que quedarás satisfecha.
Ella abrió mucho los ojos.
—¿Está diciendo que dormiríamos juntos?
—Dormir... no sé. A mí me gusta tener mi espacio. Tengo un estudio que podríamos convertir en un dormitorio para ti, así tendrás toda la intimidad que quieras. Pero, de cara a los demás, el nuestro debe parecer un matrimonio normal.
—Pero esperaría... sexo —insistió ella.
No parecía gustarle nada la idea y eso lo picó. Él era muy bueno en la cama. Había estado perfeccionando su técnica desde los dieciséis años. Y nunca había dejado a una mujer insatisfecha.
—Definitivamente. Estaríamos juntos dos años y eso es mucho tiempo para ser célibe. Y de ser infiel todo el mundo pensaría que no soy una persona de confianza.
Ella apartó la mano de golpe.
—No, no puedo.
¿Lo estaba rechazando? ¿Cuándo lo había rechazado una mujer? ¿Cuándo había tenido que ser él quien diera el primer paso? Normalmente levantaba una ceja y su elegida hacía lo que le pidiera. Todo lo que le pidiera.
Tenía que hacerle cambiar de opinión. Lauren era la mujer más adecuada para ser su esposa... una persona que no era de su círculo y no le contaría sus secretos a todo el mundo. Además, no tenía tiempo de buscar otra candidata. La terna final de nominados sería propuesta en seis meses y eso significaba que tenía poco tiempo para demostrar que era un hombre estable y maduro.
—Di la cantidad que quieres, Lauren.
—No es eso... creo que será mejor que me vaya.
—Te llamaré mañana.
—No, señor Malik. No me llame. Si quiere volver a hablar de este asunto, no me llame.
Aquello no iba nada bien.
—Además del dinero habría otras ventajas...
—¿Dinero por vender mi cuerpo?
—Perteneciendo a los Malik de Miami se te abrirían muchas puertas.
Ella emitió un sonido estrangulado.
—Me da igual estar en la lista de VIPS de todos los clubs de esta ciudad. Ni siquiera estoy despierta cuando abren.
Tenía la piel de color porcelana, no morena como la mayoría de las chicas en Miami. ¿Estaría tan pálida por todas partes?
—Supongo que, como es rico, cree que puede comprarlo todo. Incluso una esposa. O la presidencia de la Cámara de Comercio.
—Lauren...
—No, déjelo. Antes de que esto se convierta en una demanda por acoso sexual. Supongo que su abogado le habrá advertido sobre eso, ¿no?
Oh, sí, Liam había insistido en ello en cuanto le dijo que Lauren era la candidata idónea. Y esa advertencia era la razón por la que no la besaba para demostrarle que podía complacerla en la cama. Pero no la convencería tan rápidamente y lo mejor sería una retirada. Por el momento.
—Permíteme recordarte la cláusula de confidencial de tu contrato.
Cualquier cosa que tenga que ver con mis negocios, y eso incluye esta proposición o mi deseo de convertirme en Presidente de la Cámara de Comercio, no puede salir de este despacho.
—Nadie me creería si les dijera que Zayn Malik está intentando comprar una esposa. Pero no se
preocupe, no diré nada... a menos que usted me obligue a hacerlo.
Después de decir eso salió del despacho y cerró la puerta tras ella.
Dejando escapar un suspiro, Zayn se dejó caer en el sillón. Él estaba acostumbrado a que las mujeres lo persiguieran, no a que salieran corriendo como si tuviera la gripe aviar.
Como uno de los herederos de la fortuna Malik, que consistía en hoteles y locales de entretenimiento, era un partidazo. Las columnas de sociedad y su declaración de Hacienda lo dejaban bien claro. Su familia estaba forrada y sus propias inversiones habían aumentado de valor con los años. Además, recientemente había heredado el quince por ciento del del imperio familiar y decir que era un hombre acomodado sería decir poco.
Y se había mirado en un espejo. No era feo precisamente.
Entonces, ¿por qué Lauren no mordía el anzuelo?
Debía haber algo... algo que pudiera usar para convencerla.
Lo único que tenía que hacer era encontrarlo.
Ella parpadeó un par de veces.
—¿Para ser su esposa?
—Eso es.
—Pero... ah, lo está diciendo de broma, ¿verdad? —sonrió Lauren.
Bonitos labios, pensó Zayn. Limpios, nada de carmín. Y sin colágeno.
Natural. Exactamente, Lauren era natural.
Una pena que tuviese que cambiarla.
—No, no estoy de broma —le dijo, mostrándole una carpeta— Liam Payne, mi abogado, se ha encargado de organizar todo el papeleo. Te pagaré quinientos mil dólares al año durante dos años... más los gastos. Después de eso, nos divorciaremos discretamente. Firmaremos un acuerdo de separación de bienes, naturalmente. Lo que es tuyo seguirá siendo tuyo, excluyendo los regalos que yo te haya hecho, y lo que es mío seguirá siendo mío.
Zayn sacó los documentos de la carpeta y los empujó hacia el otro lado de la mesa, pero ella no se movió.
—Puedes pedirle a tu abogado que los revise. Lauren, agarrada a los brazos de la silla, miraba los papeles como si fueran una cobra.
—¿Espera que acepte esta... proposición?
—Te pagaré un millón de dólares por no hacer nada. ¿Por qué no ibas a aceptar?
—¿Porque no lo quiero?
Un poco sorprendido, Zayn se encogió de hombros. Conocía a una docena de chicas que habrían saltado de alegría ante esa proposición, pero no eran el tipo de mujer que necesitaba.
—Yo tampoco te quiero, pero sería una unión ventajosa para los dos.
Vivirías en mi ático y te compraría un coche nuevo. Quizá un Mercedes o un Volvo. Hay que dar la impresión de que queremos formar una familia.
Lauren lo miraba con los ojos muy abiertos.
—¿Una familia?
—No vamos a hacerlo, claro, pero es parte del plan.
—¿Parte del plan? —repitió ella.
Que fuese rápida con los detalles era una de las cosas que siempre le había gustado de su contable, pero no estaba siendo muy rápida aquel día.
—La viva imagen de la felicidad doméstica: estables, maduros, pilares de la comunidad.
Ella sacudió la cabeza, atónita.
—Lo siento, es que no puedo creerlo. ¿Me está pidiendo de verdad que me case con usted?
—Sí.
—Señor Malik... Zayn. Lo siento, pero yo no soy la persona adecuada para ese... puesto.
—Yo creo que sí. Eres inteligente, seria y conservadora. Exactamente lo que yo necesito.
Zayn había pensado que así la convencería pero, en lugar de eso, ella se levantó de la silla.
—Me siento muy halagada por su... proposición, pero me temo que debo declinar.
—Lauren...
—La negativa no me costará mi puesto de trabajo, ¿verdad?
—No, claro que no. ¿Pero qué clase de imbécil crees que soy? Pero si te casas conmigo estarás demasiado ocupada haciendo... lo que hagan las
señoras de la alta sociedad de South Beach como para trabajar aquí.
Zayn se levantó para acercarse a ella y, por primera vez, notó que olía muy bien. Olía como las parras que crecían en el patio de su vecino. Y algo más... algo picante y atractivo.
—Considéralo unas vacaciones pagadas. Podrías ir de compras, a un balneario...
—Pero a mí me gusta mi trabajo. Lo siento, pero no. Estoy segura de
—Quiero casarme contigo, Lauren.
Ella levantó una mano temblorosa para colocarse las gafas, pero Zayn la interceptó. Al tocarla le pareció como si saltaran chispas y se dio cuenta de que era porque estaba cruzando la línea divisoria entre jefe y empleada por primera vez.
Cuando le quitó las gafas comprobó que tenía unos ojos verdes extraordinarios, más brillantes que las aceitunas, más oscuros que la hierba. El tono exacto del agua en la costa de Miami.
Y su pulso se aceleró.
Por lo que estaba en juego, se dijo a sí mismo.
Él no se sentía atraído por aquella chica. Pero estaba bien que no le resultase desagradable su contacto.
—Seré un buen marido —la voz le salió más ronca de lo que pretendía y tuvo que aclararse la garganta—. Te garantizo que quedarás satisfecha.
Ella abrió mucho los ojos.
—¿Está diciendo que dormiríamos juntos?
—Dormir... no sé. A mí me gusta tener mi espacio. Tengo un estudio que podríamos convertir en un dormitorio para ti, así tendrás toda la intimidad que quieras. Pero, de cara a los demás, el nuestro debe parecer un matrimonio normal.
—Pero esperaría... sexo —insistió ella.
No parecía gustarle nada la idea y eso lo picó. Él era muy bueno en la cama. Había estado perfeccionando su técnica desde los dieciséis años. Y nunca había dejado a una mujer insatisfecha.
—Definitivamente. Estaríamos juntos dos años y eso es mucho tiempo para ser célibe. Y de ser infiel todo el mundo pensaría que no soy una persona de confianza.
Ella apartó la mano de golpe.
—No, no puedo.
¿Lo estaba rechazando? ¿Cuándo lo había rechazado una mujer? ¿Cuándo había tenido que ser él quien diera el primer paso? Normalmente levantaba una ceja y su elegida hacía lo que le pidiera. Todo lo que le pidiera.
Tenía que hacerle cambiar de opinión. Lauren era la mujer más adecuada para ser su esposa... una persona que no era de su círculo y no le contaría sus secretos a todo el mundo. Además, no tenía tiempo de buscar otra candidata. La terna final de nominados sería propuesta en seis meses y eso significaba que tenía poco tiempo para demostrar que era un hombre estable y maduro.
—Di la cantidad que quieres, Lauren.
—No es eso... creo que será mejor que me vaya.
—Te llamaré mañana.
—No, señor Malik. No me llame. Si quiere volver a hablar de este asunto, no me llame.
Aquello no iba nada bien.
—Además del dinero habría otras ventajas...
—¿Dinero por vender mi cuerpo?
—Perteneciendo a los Malik de Miami se te abrirían muchas puertas.
Ella emitió un sonido estrangulado.
—Me da igual estar en la lista de VIPS de todos los clubs de esta ciudad. Ni siquiera estoy despierta cuando abren.
Tenía la piel de color porcelana, no morena como la mayoría de las chicas en Miami. ¿Estaría tan pálida por todas partes?
—Supongo que, como es rico, cree que puede comprarlo todo. Incluso una esposa. O la presidencia de la Cámara de Comercio.
—Lauren...
—No, déjelo. Antes de que esto se convierta en una demanda por acoso sexual. Supongo que su abogado le habrá advertido sobre eso, ¿no?
Oh, sí, Liam había insistido en ello en cuanto le dijo que Lauren era la candidata idónea. Y esa advertencia era la razón por la que no la besaba para demostrarle que podía complacerla en la cama. Pero no la convencería tan rápidamente y lo mejor sería una retirada. Por el momento.
—Permíteme recordarte la cláusula de confidencial de tu contrato.
Cualquier cosa que tenga que ver con mis negocios, y eso incluye esta proposición o mi deseo de convertirme en Presidente de la Cámara de Comercio, no puede salir de este despacho.
—Nadie me creería si les dijera que Zayn Malik está intentando comprar una esposa. Pero no se
preocupe, no diré nada... a menos que usted me obligue a hacerlo.
Después de decir eso salió del despacho y cerró la puerta tras ella.
Dejando escapar un suspiro, Zayn se dejó caer en el sillón. Él estaba acostumbrado a que las mujeres lo persiguieran, no a que salieran corriendo como si tuviera la gripe aviar.
Como uno de los herederos de la fortuna Malik, que consistía en hoteles y locales de entretenimiento, era un partidazo. Las columnas de sociedad y su declaración de Hacienda lo dejaban bien claro. Su familia estaba forrada y sus propias inversiones habían aumentado de valor con los años. Además, recientemente había heredado el quince por ciento del del imperio familiar y decir que era un hombre acomodado sería decir poco.
Y se había mirado en un espejo. No era feo precisamente.
Entonces, ¿por qué Lauren no mordía el anzuelo?
Debía haber algo... algo que pudiera usar para convencerla.
Lo único que tenía que hacer era encontrarlo.
Última edición por Mar_love1D el Lun 02 Sep 2013, 4:43 pm, editado 2 veces
ᴍᴀʀ.
Re: Esposa de Alquiler {Zayn Malik} -TERMINADA-
Ssakdhsdjkshskjdhskjshdjksad amé el capítulo
¡Síguela!
Besos xX
Invitado
Invitado
Re: Esposa de Alquiler {Zayn Malik} -TERMINADA-
Hola.!!
Ame el capitulo.!! Uhhh Rayis rechazo a Zayn :P hahaha No puedo esperar para ver que hará Zayn para que acepte la propuesta de ser su esposa.!! Siguela cuando puedas linda.!!
Besos cuidate.!
Mady :)xx
Ame el capitulo.!! Uhhh Rayis rechazo a Zayn :P hahaha No puedo esperar para ver que hará Zayn para que acepte la propuesta de ser su esposa.!! Siguela cuando puedas linda.!!
Besos cuidate.!
Mady :)xx
MadGreyCox
Re: Esposa de Alquiler {Zayn Malik} -TERMINADA-
Conny escribió:Ssakdhsdjkshskjdhskjshdjksad amé el capítulo¡Síguela!Besos xX
Ya la sigo!
Bye!
:bye:
ᴍᴀʀ.
Re: Esposa de Alquiler {Zayn Malik} -TERMINADA-
MadGreyCox escribió:Hola.!!
Ame el capitulo.!! Uhhh Rayis rechazo a Zayn :Phahaha No puedo esperar para ver que hará Zayn para que acepte la propuesta de ser su esposa.!! Siguela cuando puedas linda.!!
Besos cuidate.!
Mady :)xx
Hola! (:
Ya la sigo.
Bye!
:bye:
ᴍᴀʀ.
Re: Esposa de Alquiler {Zayn Malik} -TERMINADA-
Capítulo 3
Aquel hombre tenía que estar loco.
Lauren soltó el bolso, las gafas y las llaves sobre la encimera de la cocina y se dirigió al dormitorio de su minúsculo apartamento quitándose las horquillas del pelo.
Un matrimonio de conveniencia.
¿Qué era aquello, una novela romántica? Ella era aficionada a leerlas, pero no pensaba que pudieran hacerse realidad.
Claro que se había ido a Florida específicamente para conocer a Zayn Malik.
Pero no quería casarse con él.
Era un famoso mujeriego que salía con una modelo o una actriz diferente cada noche. Y con su pelo negro, sus ojazos marrones y su sonrisa devastadora, invariablemente elegía mujeres tan atractivas como él.
Pero el atractivo físico, y eso era algo que ella había aprendido de la manera más dura, a veces escondía una fea personalidad. Y atraía una atención indeseada. Por eso había empezado a vestir de forma que pasara desapercibida.
Lauren se quitó el traje, que colgó en una percha, y luego los zapatos, que guardó en el armario.
—Dice que a él le gusta tener su espacio, pero seguro que nunca se va a la cama solo —murmuró mientras se ponía un viejo pantalón de chándal y una camiseta de su padre—. Seguramente después del orgasmo las manda a casa en un taxi.
Como contable no podía dejar de pensar en todo lo que podría hacer con un millón de dólares... empezando por engordar una cuenta corriente que había vaciado para pagar el viaje a Miami desde el otro lado del país con objeto de trabajar en el club de Zayn; un trabajo que había buscado cuando su investigación reveló que él era el nuevo propietario de cierta mansión.
¿Pero casarse con él? No, de eso nada. Ella tenía un desastroso matrimonio a sus espaldas y no era una experiencia que quisiera repetir.
Aunque fuese un matrimonio de conveniencia.
Y muy lucrativo.
«Olvídate de eso».
Suspirando, sacó de la nevera los restos de comida china de la noche anterior y los metió en el microondas. El olor de las gambas con guindilla se mezcló con el de la naranja que estaba pelando.
«Si vivieras con él lo conocerías bien».
¿Lo suficiente como para convencerlo para que la dejase levantar unas cuantas tablas del suelo de la finca de quince millones de dólares que había comprado dieciocho meses antes?
¿Por qué había gastado una fortuna en esa casa si no iba a vivir en ella? Al principio pensó que querría remodelarla, pero no había pedido permisos de obra y, por lo que había visto en sus frecuentes visitas a Sunset Island, la casa estaba igual desde que ella se mudó a Florida.
Una empresa se encargaba de cuidar el jardín y la piscina. Y le había parecido ver una pista de tenis al otro lado de la verja de hierro forjado, pero la mata de buganvillas era demasiado espesa como para estar segura y en la exclusiva zona de Sunset Island uno no podía ponerse a
escalar verjas sin que le detuvieran.
La finca no estaba cerca del club, como su ático, pero incluso en hora punta y con todas las obras que se estaban haciendo en South Beach, no tardaría más de veinte minutos en llegar.
Mientras la cena se calentaba en el microondas, Lauren puso la mesa.
Su madre... su madre adoptiva, siempre insistía en poner formalmente la mesa. Era una de las muchas cosas que solían hacer juntas. Pero todo eso cambió once meses antes, cuando su padre murió y su «madre» le había enseñado las cartas.
Cartas que habían estado guardadas en una caja de seguridad durante años.
Cartas de la amante de su padre.
Cartas que habían puesto su mundo patas arriba, enviándola en un viaje de seis mil kilómetros para encontrar a la mujer que la había querido lo suficiente como para tenerla, pero no tanto como para quedarse con ella.
Adrianna Laurence.
Su madre biológica.
¿Cómo podía haber vivido su padre con ese remordimiento?, se
preguntó por enésima vez. ¿Y por qué lo había soportado Susan?
Cuando sonó el timbre del microondas, Lauren echó el contenido en un plato y sacó una coca-cola sin calorías de la nevera.
¿No había pensado su padre en la sorpresa que se llevaría ella al descubrir que no era quien creía haber sido durante veintiséis años?
¿No se le había ocurrido pensar que, al saber que era el resultado de la aventura que mantuvo con una chica de la alta sociedad de Miami,
Lauren dudaría de todo?
¿Por qué no se le había ocurrido pensar que casarse sólo para darle una madre a su hija haría que Lauren se cuestionara la relación de sus padres? ¿O que algún día descubriría que el bebé que había en la barriguita de su madre en todas las fotografías no era ella?
¿Por qué Susan no le contó la verdad antes de que Adrianna muriese?
De haberlo hecho, Lauren habría tenido la oportunidad de conocer a su verdadera madre. Podría haber oído su voz, haber visto su cara... habría
descubierto algo sobre la relación que mantuvo con su padre. ¿Qué los
había atraído el uno al otro? ¿Por qué se habían separado? ¿Por qué Adrianna no había querido criar a su hija y por qué había muerto tan joven?
Incluso su segundo nombre era parte del misterio. Lauren. Laurence. Según su madre adoptiva, Adrianna Laurence había insistido en que la llamaran así.
¿Era porque pensaba buscarla algún día? ¿O porque no soportaba no ser parte de la vida de su hija aunque sólo fuera de nombre?
Quizá nunca descubriera la razón, pero no dejaría de intentarlo.
Si su padre le hubiera contado la verdad, no tendría que usar subterfugios para encontrar las repuestas.
Respuestas que, según las cartas, estaban en unos diarios escondidos en un compartimento secreto bajo el suelo de un vestidor en la casa que ahora pertenecía a Zayn Malik.
¿Estarían los diarios allí todavía o alguien los habría encontrado?
Sabía que su abuela, la última superviviente del clan Laurence, había muerto poco antes de que Zayn comprase la propiedad...
«Se te abrirían muchas puertas», le había dicho él.
La única puerta que Lauren quería abrir era la de esa casa, la casa de su madre biológica. Pero no podía pedirle que la dejase entrar. Si lo hacía y Zayn le decía que no, nunca encontraría las respuestas que buscaba.
Y por eso había empezado el engaño. Se había ido desde California a Florida planeando hacerse amiga de su nuevo jefe. Había creído que una vez que se hubiera ganado su confianza, la dejaría hacer algo tan absurdo como levantar parte del suelo del vestidor de su casa.
Pero las cosas no estaban saliendo como ella había esperado. Zayn y ella sólo se veían una vez a la semana y no había nada personal en sus conversaciones. Además, siempre había otros empleados cerca.
Y ahora...
Lauren miró su cena sin apetito alguno.
Ahora, el absurdo plan de Zayn y su negativa a participar en él seguramente habían arruinado cualquier posibilidad. Tendría suerte si conservaba su puesto de trabajo.
Pero tendría que encontrar la manera de solucionarlo o podía despedirse de las repuestas.
Lauren soltó el bolso, las gafas y las llaves sobre la encimera de la cocina y se dirigió al dormitorio de su minúsculo apartamento quitándose las horquillas del pelo.
Un matrimonio de conveniencia.
¿Qué era aquello, una novela romántica? Ella era aficionada a leerlas, pero no pensaba que pudieran hacerse realidad.
Claro que se había ido a Florida específicamente para conocer a Zayn Malik.
Pero no quería casarse con él.
Era un famoso mujeriego que salía con una modelo o una actriz diferente cada noche. Y con su pelo negro, sus ojazos marrones y su sonrisa devastadora, invariablemente elegía mujeres tan atractivas como él.
Pero el atractivo físico, y eso era algo que ella había aprendido de la manera más dura, a veces escondía una fea personalidad. Y atraía una atención indeseada. Por eso había empezado a vestir de forma que pasara desapercibida.
Lauren se quitó el traje, que colgó en una percha, y luego los zapatos, que guardó en el armario.
—Dice que a él le gusta tener su espacio, pero seguro que nunca se va a la cama solo —murmuró mientras se ponía un viejo pantalón de chándal y una camiseta de su padre—. Seguramente después del orgasmo las manda a casa en un taxi.
Como contable no podía dejar de pensar en todo lo que podría hacer con un millón de dólares... empezando por engordar una cuenta corriente que había vaciado para pagar el viaje a Miami desde el otro lado del país con objeto de trabajar en el club de Zayn; un trabajo que había buscado cuando su investigación reveló que él era el nuevo propietario de cierta mansión.
¿Pero casarse con él? No, de eso nada. Ella tenía un desastroso matrimonio a sus espaldas y no era una experiencia que quisiera repetir.
Aunque fuese un matrimonio de conveniencia.
Y muy lucrativo.
«Olvídate de eso».
Suspirando, sacó de la nevera los restos de comida china de la noche anterior y los metió en el microondas. El olor de las gambas con guindilla se mezcló con el de la naranja que estaba pelando.
«Si vivieras con él lo conocerías bien».
¿Lo suficiente como para convencerlo para que la dejase levantar unas cuantas tablas del suelo de la finca de quince millones de dólares que había comprado dieciocho meses antes?
¿Por qué había gastado una fortuna en esa casa si no iba a vivir en ella? Al principio pensó que querría remodelarla, pero no había pedido permisos de obra y, por lo que había visto en sus frecuentes visitas a Sunset Island, la casa estaba igual desde que ella se mudó a Florida.
Una empresa se encargaba de cuidar el jardín y la piscina. Y le había parecido ver una pista de tenis al otro lado de la verja de hierro forjado, pero la mata de buganvillas era demasiado espesa como para estar segura y en la exclusiva zona de Sunset Island uno no podía ponerse a
escalar verjas sin que le detuvieran.
La finca no estaba cerca del club, como su ático, pero incluso en hora punta y con todas las obras que se estaban haciendo en South Beach, no tardaría más de veinte minutos en llegar.
Mientras la cena se calentaba en el microondas, Lauren puso la mesa.
Su madre... su madre adoptiva, siempre insistía en poner formalmente la mesa. Era una de las muchas cosas que solían hacer juntas. Pero todo eso cambió once meses antes, cuando su padre murió y su «madre» le había enseñado las cartas.
Cartas que habían estado guardadas en una caja de seguridad durante años.
Cartas de la amante de su padre.
Cartas que habían puesto su mundo patas arriba, enviándola en un viaje de seis mil kilómetros para encontrar a la mujer que la había querido lo suficiente como para tenerla, pero no tanto como para quedarse con ella.
Adrianna Laurence.
Su madre biológica.
¿Cómo podía haber vivido su padre con ese remordimiento?, se
preguntó por enésima vez. ¿Y por qué lo había soportado Susan?
Cuando sonó el timbre del microondas, Lauren echó el contenido en un plato y sacó una coca-cola sin calorías de la nevera.
¿No había pensado su padre en la sorpresa que se llevaría ella al descubrir que no era quien creía haber sido durante veintiséis años?
¿No se le había ocurrido pensar que, al saber que era el resultado de la aventura que mantuvo con una chica de la alta sociedad de Miami,
Lauren dudaría de todo?
¿Por qué no se le había ocurrido pensar que casarse sólo para darle una madre a su hija haría que Lauren se cuestionara la relación de sus padres? ¿O que algún día descubriría que el bebé que había en la barriguita de su madre en todas las fotografías no era ella?
¿Por qué Susan no le contó la verdad antes de que Adrianna muriese?
De haberlo hecho, Lauren habría tenido la oportunidad de conocer a su verdadera madre. Podría haber oído su voz, haber visto su cara... habría
descubierto algo sobre la relación que mantuvo con su padre. ¿Qué los
había atraído el uno al otro? ¿Por qué se habían separado? ¿Por qué Adrianna no había querido criar a su hija y por qué había muerto tan joven?
Incluso su segundo nombre era parte del misterio. Lauren. Laurence. Según su madre adoptiva, Adrianna Laurence había insistido en que la llamaran así.
¿Era porque pensaba buscarla algún día? ¿O porque no soportaba no ser parte de la vida de su hija aunque sólo fuera de nombre?
Quizá nunca descubriera la razón, pero no dejaría de intentarlo.
Si su padre le hubiera contado la verdad, no tendría que usar subterfugios para encontrar las repuestas.
Respuestas que, según las cartas, estaban en unos diarios escondidos en un compartimento secreto bajo el suelo de un vestidor en la casa que ahora pertenecía a Zayn Malik.
¿Estarían los diarios allí todavía o alguien los habría encontrado?
Sabía que su abuela, la última superviviente del clan Laurence, había muerto poco antes de que Zayn comprase la propiedad...
«Se te abrirían muchas puertas», le había dicho él.
La única puerta que Lauren quería abrir era la de esa casa, la casa de su madre biológica. Pero no podía pedirle que la dejase entrar. Si lo hacía y Zayn le decía que no, nunca encontraría las respuestas que buscaba.
Y por eso había empezado el engaño. Se había ido desde California a Florida planeando hacerse amiga de su nuevo jefe. Había creído que una vez que se hubiera ganado su confianza, la dejaría hacer algo tan absurdo como levantar parte del suelo del vestidor de su casa.
Pero las cosas no estaban saliendo como ella había esperado. Zayn y ella sólo se veían una vez a la semana y no había nada personal en sus conversaciones. Además, siempre había otros empleados cerca.
Y ahora...
Lauren miró su cena sin apetito alguno.
Ahora, el absurdo plan de Zayn y su negativa a participar en él seguramente habían arruinado cualquier posibilidad. Tendría suerte si conservaba su puesto de trabajo.
Pero tendría que encontrar la manera de solucionarlo o podía despedirse de las repuestas.
Última edición por Mar_love1D el Lun 02 Sep 2013, 4:57 pm, editado 2 veces
ᴍᴀʀ.
Re: Esposa de Alquiler {Zayn Malik} -TERMINADA-
New Reader Here *w*
¡Síguela! Me encanto mucho:33
Asdfghj Malik es todo un lokisho xDDD
A propósito, ¿te pasas por mi novela?(está en mi firma) Thanks :bye:
¡Síguela! Me encanto mucho:33
Asdfghj Malik es todo un lokisho xDDD
A propósito, ¿te pasas por mi novela?(está en mi firma) Thanks :bye:
MariiD'Horan
Re: Esposa de Alquiler {Zayn Malik} -TERMINADA-
Hola.!!
Wow este capitulo me encato como que explica muchísimas cosas para comprender la nove.!! La mami de Rayis se llamaba Adrianna Laurence pero que respuesta tienen los diarios que están en la finca de Zayn.?? Ohh ya estoy ansiosa por ver que mas pasa en la novela.!! Siguela cuando puedas linda.!!
Besos cuidate.!!
Mady :) xx
Wow este capitulo me encato como que explica muchísimas cosas para comprender la nove.!! La mami de Rayis se llamaba Adrianna Laurence pero que respuesta tienen los diarios que están en la finca de Zayn.?? Ohh ya estoy ansiosa por ver que mas pasa en la novela.!! Siguela cuando puedas linda.!!
Besos cuidate.!!
Mady :) xx
MadGreyCox
Re: Esposa de Alquiler {Zayn Malik} -TERMINADA-
Ya la sigo (:diananarahyuga escribió:Síguela
Bye!
:bye:
ᴍᴀʀ.
Re: Esposa de Alquiler {Zayn Malik} -TERMINADA-
¡Welcome!MariiD'Horan escribió:New Reader Here *w*
¡Síguela! Me encanto mucho:33
Asdfghj Malik es todo un lokisho xDDD
A propósito, ¿te pasas por mi novela?(está en mi firma) Thanks :bye:
Me alegra que te guste (:
Ya la sigo.
Si, me paso por tu novela :)
Bye!
:bye:
ᴍᴀʀ.
Re: Esposa de Alquiler {Zayn Malik} -TERMINADA-
Hola! (:MadGreyCox escribió:Hola.!!
Wow este capitulo me encato como que explica muchísimas cosas para comprender la nove.!! La mami de Rayis se llamaba Adrianna Laurence pero que respuesta tienen los diarios que están en la finca de Zayn.?? Ohh ya estoy ansiosa por ver que mas pasa en la novela.!! Siguela cuando puedas linda.!!
Besos cuidate.!!
Mady :) xx
Me alegra que te guste!
En el próx. capitulo sabrás mucho más...
Ya la sigo.
Bye!
:bye:
ᴍᴀʀ.
Re: Esposa de Alquiler {Zayn Malik} -TERMINADA-
Capítulo 4
Salir de la oficina durante una hora atraía tanto a Lauren como recibir el premio gordo de la lotería. Con el club abierto desde las once de la noche a las cinco de la madrugada, Zayn no solía aparecer por la oficina hasta la tarde y, sin embargo, daba un salto cada vez que oía el menor ruido.
Y lo primero que vio en cuanto sus ojos se acostumbraron al brillante sol de Miami fue a Zayn Malik apoyado en un BMW descapotable.
Con el estómago encogido, y esperando que no estuviera esperándola a ella, empezó a caminar. Pero tenía que pasar a su lado para llegar a la parada del autobús. Lauren había descubierto enseguida que conducir en South Beach era insoportable, no debido al tráfico sino a los problemas de aparcamiento. Así que utilizaba el transporte público para ir a trabajar.
Con su más de metro ochenta y cinco tenía un aspecto atlético, impresionante. Llevaba unos pantalones de color marrón y una camiseta blanca que destacaba la anchura de sus hombros. La brisa movía su pelo, que siempre parecía necesitado de un buen corte. Claro que seguramente pagaría una fortuna por tener aquella imagen «cuidadosamente descuidada». Afortunadamente, las gafas de sol ocultaban sus preciosos ojos marrones.
Le daba vergüenza admitir que, al principio, se había quedado encandilada con su jefe, pero su fama de mujeriego había dado al traste con esos sentimientos. Ella ya había pasado por eso y no quería repetirlo.
Zayn era guapísimo, pero había cientos de hombres guapísimos en Miami. Aunque ninguno de esos hombres hacía que su pulso se acelerase.
Y ninguno de ellos le había propuesto matrimonio.
—Buenas tardes, señor... Zayn. ¿Me necesitas para algo?
«Por favor, di que no».
—Para comer.
Esa no era la respuesta que ella quería escuchar.
—Pues... es que tengo otros planes.
—¿Una cita?
Lauren estuvo a punto de mentirle, pero no podía hacerlo. Su estancia en Miami ya estaba suficientemente llena de verdades a medias.
—No, iba a comprar algo de comer.
—Yo tengo una idea mejor. Sube al coche —Zayn sonrió mientras le abría la puerta.
¿La despediría si dijera que no? En fin, no era algo que quisiera descubrir, de modo que entró en el BMW y se dejó caer sobre el suave asiento de piel.
—Sólo tengo una hora para comer —le recordó.
—Estás con el jefe. ¿Quién va a decirte algo?
Zayn condujo por la avenida Washington hasta Cayo Vizcaíno y detuvo el coche frente a un lujoso restaurante en el que Lauren no había estado nunca porque, en primer lugar, no tenía dinero y, en segundo lugar, no conseguiría una mesa aunque quisiera.
Zayn bajó del BMW y le tiró las llaves al aparcacoches. Otro empleado uniformado le abrió la puerta y la escoltó hasta Zayn, que la esperaba en la acera como si fuera un tesoro. O una loca en la que no se podía confiar en una calle con mucho tráfico.
—Buenas tardes, señor Malik —lo saludó el maître—. Su mesa está lista.
Lauren rezó para que su falda azul marino no le hiciera el trasero muy gordo. Y luego, mentalmente, se dio una patada en el susodicho.
«La opinión de Zayn Malik sobre tu trasero es irrelevante».
Consciente de que su atuendo, tan diferente a los trajes de diseño que llevaba el resto de la clientela, despertaba miradas de sorpresa,
Lauren siguió al maître hasta una mesa en la terraza.
Era evidente para qué la había llevado allí, claro. Pero ella no había cambiado de opinión. Aunque la idea monopolizaba sus pensamientos y le había costado muchas horas de sueño. Un almuerzo en un restaurante caro no iba a hacer que cambiase de opinión.
¿Qué clase de hombre querría comprar una esposa, acostarse con ella
durante dos años sin estar enamorado de ella y luego descartarla como si
fuera un juguete usado? Claro que Zayn seguramente no había estado enamorado de ninguna de las mujeres con las que compartía cama.
Después de una mala experiencia, Lauren podía ver las ventajas de un matrimonio sin amor, pero quisiera o no, era una romántica. Ella quería
encontrar a su alma gemela. Claro que había creído que sus padres eran almas gemelas hasta que sus mentiras la hicieran cuestionarse cada gesto tierno que había presenciado durante aquellos años. ¿Habrían sido reales?
¿Se habrían enamorado después de la muerte prematura del niño de Susan? ¿O también eso era una mentira?
Después de que un camarero tomase nota de lo que querían, Zayn se concentró en ella, mirándola como si estuviera catalogando sus facciones.
—Viniste aquí desde California, ¿no?
—Sí.
—¿De qué parte de California?
—Del norte.
—¿Y por qué Florida?
A Lauren le habían dado la espalda suficientes veces como para saber que no podía contarle toda la verdad. Zayn pertenecía a la misma clase alta de Florida que le había dado con la puerta en las narices diez meses antes. Nadie quería confirmarle que Adrianna hubiera tenido una hija ilegitima y nadie quería contarle cómo había muerto. De hecho, las conversaciones terminaban prácticamente en cuanto mencionaba a Adrianna Laurence.
Cuando murió sólo tenía treinta y seis años, diez años más de los que Lauren tenía ahora. Y si había una bomba de relojería en sus genes le gustaría saberlo.
—Mi padre estuvo destinado en la base área de Tyndall. Crecí oyendo historias sobre los pantanos, los cayos y las playas de Florida. Cuando murió decidí venir a verlos.
—Y te quedaste.
—Había muchas oportunidades profesionales —dijo Lauren, esperando que dejase el tema.
Él era la única oportunidad profesional que le interesaba y había sido un golpe de suerte que su antigua contable hubiera decidió quedarse en casa con su recién nacido justo cuando ella necesitaba un trabajo.
—Pues entonces he tenido suerte.
La sonrisa de Zayn hacía que se le doblasen las rodillas. Era lógico que tuviese un montón de mujeres a su alrededor. Era para marear a cualquiera.
Lauren miró hacia las islas Sunset, frente a ella. Eran unas islas diminutas con las propiedades más caras de la zona.
—¿No tienes una casa en una de esas islas? —le preguntó.
—Sí, la compré en una subasta, como compré el edifico de Estate y un par de fincas más. Buenos precios, mejores inversiones.
—Pero no vives allí.
—Uso la casa de Sunset para albergar a ciertos VIPS que actúan en el club o que pasan por Miami para ir al club. Los que prefieren una casa a un hotel.
Ah, eso explicaba que hubiese un equipo de jardineros.
—No lo sabía.
Zayn tomó su mano y Lauren intentó apartarse, pero él no la dejó.
—Te pido disculpas por proponerte matrimonio ayer de una forma tan abrupta. Imagino que debiste de quedarte muy sorprendida.
—Pues sí, más bien —contestó ella.
—No me conoces lo suficiente como para saber que siempre pongo el cien por cien en todo lo que hago. Sería un buen marido para ti —Zayn estaba acariciando su mano y su pulso empezó a saltar como palomitas de maíz en una sartén—. Podríamos conocernos antes. Salir juntos alguna vez...
—Yo no creo que sea buena idea. Y mi respuesta seguiría siendo la misma.
—No puedes negar que hay cierta química entre nosotros.
Su voz, tan cálida, tan masculina, la hizo pensar inmediatamente en noches oscuras, sábanas arrugadas, en esas manos sobre su piel desnuda...
¿Cuánto tiempo había pasado desde la última vez que disfrutó de una estupenda noche de sexo? O de una noche de sexo sin más, buena o mala.
¿De verdad sentiría también él la atracción o lo decía sólo para cerrar el trato? Ella había sido víctima de muchos seductores que la habían hecho sentir la persona más importante del mundo hasta que consiguieron lo que querían. Aunque la verdad era que también ella utilizaba a los hombres para enfadar a su padre.
¿Zayn Malik atraído por ella? Imposible. Había visto a las mujeres con las que salía: modelos, actrices, chicas guapísimas de la alta sociedad.
Ella no podía competir con eso. Especialmente ahora que había cambiado por completo de estilo.
—Eres mi jefe. Y las relaciones personales en el trabajo suelen acabar mal... para el empleado.
—No tiene por qué ser así. Además, no trabajarías para mí después de la boda.
Zayn había dicho esta última frase despacio y en voz alta. Y antes de que Lauren pudiese entender por qué, una mujer se detuvo a su lado.
—¿Zayn?
Podía tener desde cincuenta a setenta años, pero era imposible saberlo con seguridad porque tenía la cara completamente estirada.
Él levantó la mirada y pareció vacilar un momento antes de levantarse.
—Buenas tardes, señora Ainsley. Le presento a Lauren Lowes. Lauren,
te presento a Helene Ainsley. Helene está en el patronato de todas las fundaciones benéficas de Miami.
Helene Ainsley. La misma mujer que se había negado a salir a la puerta de su casa cuando Lauren le dijo a la criada que quería hablar con ella. Su finca estaba muy cerca de la de los Laurence y, aunque la señora Ainsley era mayor, ella o sus hijos debían de haber conocido a Adrianna.
—Encantada de conocerla.
Habría estado, mucho más encantada diez meses antes, claro.
La mujer miró de uno a otro con sus ojos retocados.
—¿Hay alguna noticia que dar? —preguntó, con una sonrisa en los labios.
Lauren contuvo el aliento.
Zayn la miró y luego sonrió tiernamente antes de contestar:
—No, ninguna noticia.
Pero bueno... aquel hombre debería ser actor. Su tono, su expresión y su lenguaje corporal decían todo lo contrario más elocuentemente que las palabras.
—Podría jurar que te había oído decir la palabra «boda».
—Podría ser —sonrió Zayn—. Ha habido unas cuantas bodas en la
familia Malik últimamente. Y, por supuesto, mi hermana Brittany está prometida.
Pero la señora Ainsley no lo creyó, naturalmente. Lauren podía ver la curiosidad en la estiradísima cara de la mujer. Qué astuto por parte de Zayn plantar la semilla de la duda, por si acaso la convencía para que dijera que sí. Aunque no pensaba hacerlo.
—¿Nos conocemos, querida? Tu cara me resulta familiar.
El corazón de Lauren dio un vuelco. ¿Se parecería a su madre? Sólo había visto unas fotografías borrosas en blanco y negro de Adrianna en periódicos antiguos, pero sabía que había heredado el color de piel y de pelo de su padre. Su madre era morena.
—No, creo que no.
—¿Estás segura? Yo nunca olvido una cara.
A Lauren le habría gustado decirle la verdad, pero eso podría tener consecuencias graves.
—Estoy segura. No conozco a mucha gente porque hace poco tiempo que vivo aquí.
—Ah, entonces deberíamos remediar eso. El sábado por la tarde organizo una cena en casa. Quizá Zayn y tú podrías venir... para jugar un partido de dobles de tenis.
«Se te abrirían muchas puertas», le había dicho él. Pero Lauren no había pensado que esas puertas abiertas serían la oportunidad de unirse al círculo social de su madre.
Si se casaba con Zayn Malik sería parte de la elite de Miami y estaría más cerca de encontrar respuestas de lo que se encontraba ahora.
La idea la tentaba más de lo que debería...
—¿Lauren?
—Pues... yo... lo siento, no juego al tenis.
Durante su adolescencia rebelde había estado demasiado ocupada enfadando a su padre como para aprender. Una razón más para lamentar su juventud desaprovechada.
Helene se volvió hacia Zayn.
—Entonces podríais pasaros el lunes a tomar un cóctel. El club están cerrado los lunes, ¿no?
—Sí, eso estaría bien.
Zayn había aceptado sin consultarla, pero le dio igual. Zayn iba a llevarla a una casa que seguramente su madre habría visitado más de una vez. Le presentaría a gente a la que seguramente su madre habría conocido. Y mientras estaban en la isla podría convencerlo para que le enseñara su casa.
—Estupendo. Nos vemos a las ocho entonces —la señora Ainsley sonrió antes de alejarse como una reina y Zayn volvió a sentarse.
—Eres un tramposo —lo regañó Lauren.
Él sonrió, una sonrisa que lo hacía parecer un chico malo invitándola a jugar con él. La rebelde que había en Lauren despertó un momento, pero se contuvo. Ella había dejado de interesarse en chicos malos.
—Sé lo que quiero y no me da vergüenza luchar por ello. Helene es
una de las mayores cotillas de Miami. Cuando anunciemos el compromiso ya no será noticia.
—¿Debo recordarte que te he rechazado?
—Cambiarás de opinión —dijo él, levantando su copa de vino—. O yo
te convenceré para que lo hagas. Nos llevaremos bien, Lauren. En la cama y fuera de ella.
Lauren tuvo que disimular un escalofrío de deseo. Y ése era el problema. Podía conseguir las respuestas que quería, pero sólo si rompía la promesa que le había hecho a su padre, y a sí misma, antes de que la tinta de su anulación se hubiera secado: la próxima vez sólo se casaría si estaba locamente enamorada.
Y el matrimonio de conveniencia que le proponía Zayn no se parecía nada a eso.
Estaba deseando ir a comer algo, relajarse y dejar de pensar en la ridícula propuesta de Zayn Malik, de modo que a la una decidió que era hora de escapar.
Con las luces apagadas el edificio que albergaba el famoso club Estate, que había empezado su andadura como un casino, parecía dormido. Por la tarde habría un enjambre de técnicos comprobando cada altavoz, cada bombilla, preparando el escenario para la actuación que tuviese lugar...
El club estaba diseñado con la idea de ser «un hogar fuera de tu hogar» y cada sala había sido decorada con modernos sofás y sillones.
Había múltiples barras y pistas de baile en los dos pisos, cada uno con una decoración diferente. Las mejores luces, las mejores actuaciones y el mejor sistema de sonido hacían que dos mil quinientos VIPS llenasen aquel sitio cada noche. O eso había oído. Ella no había ido nunca porque había dejado de salir por las noches y, además, no coincidía con el perfil de los invitados.
Lauren se detuvo para acariciar la balaustrada de la escalera que llevaba al segundo piso. Aquél era su sitio favorito. Siempre le había parecido el decorado de una película de Hollywood.
Pensar en Hollywood le hizo recordar California, su hogar.
Su hogar. Y a la mujer a quien, sin querer, había hecho tanto daño cuando le reveló quién era su madre biológica.
«No se mata al mensajero, Lauren».
Susan había sido una madre maravillosa, pero ella tenía preguntas sobre la otra mujer. Preguntas que Susan no podía contestar. Y estaba furiosa con su padre y con ella por no haberle contado la verdad. Y con su madre biológica, Adrianna, por abandonarla.
Sacudiéndose de encima tan improductivas emociones, Lauren se dirigió a la salida de empleados para disfrutar del sol de noviembre.Y lo primero que vio en cuanto sus ojos se acostumbraron al brillante sol de Miami fue a Zayn Malik apoyado en un BMW descapotable.
Con el estómago encogido, y esperando que no estuviera esperándola a ella, empezó a caminar. Pero tenía que pasar a su lado para llegar a la parada del autobús. Lauren había descubierto enseguida que conducir en South Beach era insoportable, no debido al tráfico sino a los problemas de aparcamiento. Así que utilizaba el transporte público para ir a trabajar.
Con su más de metro ochenta y cinco tenía un aspecto atlético, impresionante. Llevaba unos pantalones de color marrón y una camiseta blanca que destacaba la anchura de sus hombros. La brisa movía su pelo, que siempre parecía necesitado de un buen corte. Claro que seguramente pagaría una fortuna por tener aquella imagen «cuidadosamente descuidada». Afortunadamente, las gafas de sol ocultaban sus preciosos ojos marrones.
Le daba vergüenza admitir que, al principio, se había quedado encandilada con su jefe, pero su fama de mujeriego había dado al traste con esos sentimientos. Ella ya había pasado por eso y no quería repetirlo.
Zayn era guapísimo, pero había cientos de hombres guapísimos en Miami. Aunque ninguno de esos hombres hacía que su pulso se acelerase.
Y ninguno de ellos le había propuesto matrimonio.
—Buenas tardes, señor... Zayn. ¿Me necesitas para algo?
«Por favor, di que no».
—Para comer.
Esa no era la respuesta que ella quería escuchar.
—Pues... es que tengo otros planes.
—¿Una cita?
Lauren estuvo a punto de mentirle, pero no podía hacerlo. Su estancia en Miami ya estaba suficientemente llena de verdades a medias.
—No, iba a comprar algo de comer.
—Yo tengo una idea mejor. Sube al coche —Zayn sonrió mientras le abría la puerta.
¿La despediría si dijera que no? En fin, no era algo que quisiera descubrir, de modo que entró en el BMW y se dejó caer sobre el suave asiento de piel.
—Sólo tengo una hora para comer —le recordó.
—Estás con el jefe. ¿Quién va a decirte algo?
Zayn condujo por la avenida Washington hasta Cayo Vizcaíno y detuvo el coche frente a un lujoso restaurante en el que Lauren no había estado nunca porque, en primer lugar, no tenía dinero y, en segundo lugar, no conseguiría una mesa aunque quisiera.
Zayn bajó del BMW y le tiró las llaves al aparcacoches. Otro empleado uniformado le abrió la puerta y la escoltó hasta Zayn, que la esperaba en la acera como si fuera un tesoro. O una loca en la que no se podía confiar en una calle con mucho tráfico.
—Buenas tardes, señor Malik —lo saludó el maître—. Su mesa está lista.
Lauren rezó para que su falda azul marino no le hiciera el trasero muy gordo. Y luego, mentalmente, se dio una patada en el susodicho.
«La opinión de Zayn Malik sobre tu trasero es irrelevante».
Consciente de que su atuendo, tan diferente a los trajes de diseño que llevaba el resto de la clientela, despertaba miradas de sorpresa,
Lauren siguió al maître hasta una mesa en la terraza.
Era evidente para qué la había llevado allí, claro. Pero ella no había cambiado de opinión. Aunque la idea monopolizaba sus pensamientos y le había costado muchas horas de sueño. Un almuerzo en un restaurante caro no iba a hacer que cambiase de opinión.
¿Qué clase de hombre querría comprar una esposa, acostarse con ella
durante dos años sin estar enamorado de ella y luego descartarla como si
fuera un juguete usado? Claro que Zayn seguramente no había estado enamorado de ninguna de las mujeres con las que compartía cama.
Después de una mala experiencia, Lauren podía ver las ventajas de un matrimonio sin amor, pero quisiera o no, era una romántica. Ella quería
encontrar a su alma gemela. Claro que había creído que sus padres eran almas gemelas hasta que sus mentiras la hicieran cuestionarse cada gesto tierno que había presenciado durante aquellos años. ¿Habrían sido reales?
¿Se habrían enamorado después de la muerte prematura del niño de Susan? ¿O también eso era una mentira?
Después de que un camarero tomase nota de lo que querían, Zayn se concentró en ella, mirándola como si estuviera catalogando sus facciones.
—Viniste aquí desde California, ¿no?
—Sí.
—¿De qué parte de California?
—Del norte.
—¿Y por qué Florida?
A Lauren le habían dado la espalda suficientes veces como para saber que no podía contarle toda la verdad. Zayn pertenecía a la misma clase alta de Florida que le había dado con la puerta en las narices diez meses antes. Nadie quería confirmarle que Adrianna hubiera tenido una hija ilegitima y nadie quería contarle cómo había muerto. De hecho, las conversaciones terminaban prácticamente en cuanto mencionaba a Adrianna Laurence.
Cuando murió sólo tenía treinta y seis años, diez años más de los que Lauren tenía ahora. Y si había una bomba de relojería en sus genes le gustaría saberlo.
—Mi padre estuvo destinado en la base área de Tyndall. Crecí oyendo historias sobre los pantanos, los cayos y las playas de Florida. Cuando murió decidí venir a verlos.
—Y te quedaste.
—Había muchas oportunidades profesionales —dijo Lauren, esperando que dejase el tema.
Él era la única oportunidad profesional que le interesaba y había sido un golpe de suerte que su antigua contable hubiera decidió quedarse en casa con su recién nacido justo cuando ella necesitaba un trabajo.
—Pues entonces he tenido suerte.
La sonrisa de Zayn hacía que se le doblasen las rodillas. Era lógico que tuviese un montón de mujeres a su alrededor. Era para marear a cualquiera.
Lauren miró hacia las islas Sunset, frente a ella. Eran unas islas diminutas con las propiedades más caras de la zona.
—¿No tienes una casa en una de esas islas? —le preguntó.
—Sí, la compré en una subasta, como compré el edifico de Estate y un par de fincas más. Buenos precios, mejores inversiones.
—Pero no vives allí.
—Uso la casa de Sunset para albergar a ciertos VIPS que actúan en el club o que pasan por Miami para ir al club. Los que prefieren una casa a un hotel.
Ah, eso explicaba que hubiese un equipo de jardineros.
—No lo sabía.
Zayn tomó su mano y Lauren intentó apartarse, pero él no la dejó.
—Te pido disculpas por proponerte matrimonio ayer de una forma tan abrupta. Imagino que debiste de quedarte muy sorprendida.
—Pues sí, más bien —contestó ella.
—No me conoces lo suficiente como para saber que siempre pongo el cien por cien en todo lo que hago. Sería un buen marido para ti —Zayn estaba acariciando su mano y su pulso empezó a saltar como palomitas de maíz en una sartén—. Podríamos conocernos antes. Salir juntos alguna vez...
—Yo no creo que sea buena idea. Y mi respuesta seguiría siendo la misma.
—No puedes negar que hay cierta química entre nosotros.
Su voz, tan cálida, tan masculina, la hizo pensar inmediatamente en noches oscuras, sábanas arrugadas, en esas manos sobre su piel desnuda...
¿Cuánto tiempo había pasado desde la última vez que disfrutó de una estupenda noche de sexo? O de una noche de sexo sin más, buena o mala.
¿De verdad sentiría también él la atracción o lo decía sólo para cerrar el trato? Ella había sido víctima de muchos seductores que la habían hecho sentir la persona más importante del mundo hasta que consiguieron lo que querían. Aunque la verdad era que también ella utilizaba a los hombres para enfadar a su padre.
¿Zayn Malik atraído por ella? Imposible. Había visto a las mujeres con las que salía: modelos, actrices, chicas guapísimas de la alta sociedad.
Ella no podía competir con eso. Especialmente ahora que había cambiado por completo de estilo.
—Eres mi jefe. Y las relaciones personales en el trabajo suelen acabar mal... para el empleado.
—No tiene por qué ser así. Además, no trabajarías para mí después de la boda.
Zayn había dicho esta última frase despacio y en voz alta. Y antes de que Lauren pudiese entender por qué, una mujer se detuvo a su lado.
—¿Zayn?
Podía tener desde cincuenta a setenta años, pero era imposible saberlo con seguridad porque tenía la cara completamente estirada.
Él levantó la mirada y pareció vacilar un momento antes de levantarse.
—Buenas tardes, señora Ainsley. Le presento a Lauren Lowes. Lauren,
te presento a Helene Ainsley. Helene está en el patronato de todas las fundaciones benéficas de Miami.
Helene Ainsley. La misma mujer que se había negado a salir a la puerta de su casa cuando Lauren le dijo a la criada que quería hablar con ella. Su finca estaba muy cerca de la de los Laurence y, aunque la señora Ainsley era mayor, ella o sus hijos debían de haber conocido a Adrianna.
—Encantada de conocerla.
Habría estado, mucho más encantada diez meses antes, claro.
La mujer miró de uno a otro con sus ojos retocados.
—¿Hay alguna noticia que dar? —preguntó, con una sonrisa en los labios.
Lauren contuvo el aliento.
Zayn la miró y luego sonrió tiernamente antes de contestar:
—No, ninguna noticia.
Pero bueno... aquel hombre debería ser actor. Su tono, su expresión y su lenguaje corporal decían todo lo contrario más elocuentemente que las palabras.
—Podría jurar que te había oído decir la palabra «boda».
—Podría ser —sonrió Zayn—. Ha habido unas cuantas bodas en la
familia Malik últimamente. Y, por supuesto, mi hermana Brittany está prometida.
Pero la señora Ainsley no lo creyó, naturalmente. Lauren podía ver la curiosidad en la estiradísima cara de la mujer. Qué astuto por parte de Zayn plantar la semilla de la duda, por si acaso la convencía para que dijera que sí. Aunque no pensaba hacerlo.
—¿Nos conocemos, querida? Tu cara me resulta familiar.
El corazón de Lauren dio un vuelco. ¿Se parecería a su madre? Sólo había visto unas fotografías borrosas en blanco y negro de Adrianna en periódicos antiguos, pero sabía que había heredado el color de piel y de pelo de su padre. Su madre era morena.
—No, creo que no.
—¿Estás segura? Yo nunca olvido una cara.
A Lauren le habría gustado decirle la verdad, pero eso podría tener consecuencias graves.
—Estoy segura. No conozco a mucha gente porque hace poco tiempo que vivo aquí.
—Ah, entonces deberíamos remediar eso. El sábado por la tarde organizo una cena en casa. Quizá Zayn y tú podrías venir... para jugar un partido de dobles de tenis.
«Se te abrirían muchas puertas», le había dicho él. Pero Lauren no había pensado que esas puertas abiertas serían la oportunidad de unirse al círculo social de su madre.
Si se casaba con Zayn Malik sería parte de la elite de Miami y estaría más cerca de encontrar respuestas de lo que se encontraba ahora.
La idea la tentaba más de lo que debería...
—¿Lauren?
—Pues... yo... lo siento, no juego al tenis.
Durante su adolescencia rebelde había estado demasiado ocupada enfadando a su padre como para aprender. Una razón más para lamentar su juventud desaprovechada.
Helene se volvió hacia Zayn.
—Entonces podríais pasaros el lunes a tomar un cóctel. El club están cerrado los lunes, ¿no?
—Sí, eso estaría bien.
Zayn había aceptado sin consultarla, pero le dio igual. Zayn iba a llevarla a una casa que seguramente su madre habría visitado más de una vez. Le presentaría a gente a la que seguramente su madre habría conocido. Y mientras estaban en la isla podría convencerlo para que le enseñara su casa.
—Estupendo. Nos vemos a las ocho entonces —la señora Ainsley sonrió antes de alejarse como una reina y Zayn volvió a sentarse.
—Eres un tramposo —lo regañó Lauren.
Él sonrió, una sonrisa que lo hacía parecer un chico malo invitándola a jugar con él. La rebelde que había en Lauren despertó un momento, pero se contuvo. Ella había dejado de interesarse en chicos malos.
—Sé lo que quiero y no me da vergüenza luchar por ello. Helene es
una de las mayores cotillas de Miami. Cuando anunciemos el compromiso ya no será noticia.
—¿Debo recordarte que te he rechazado?
—Cambiarás de opinión —dijo él, levantando su copa de vino—. O yo
te convenceré para que lo hagas. Nos llevaremos bien, Lauren. En la cama y fuera de ella.
Lauren tuvo que disimular un escalofrío de deseo. Y ése era el problema. Podía conseguir las respuestas que quería, pero sólo si rompía la promesa que le había hecho a su padre, y a sí misma, antes de que la tinta de su anulación se hubiera secado: la próxima vez sólo se casaría si estaba locamente enamorada.
Y el matrimonio de conveniencia que le proponía Zayn no se parecía nada a eso.
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¡¡¡ATENCIÓN!!!
¿Quieren que mañana haga un maratón por el cumple de Liam?
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