Conectarse
Últimos temas
miembros del staff
Beta readers
|
|
|
|
Equipo de Baneo
|
|
Equipo de Ayuda
|
|
Equipo de Limpieza
|
|
|
|
Equipo de Eventos
|
|
|
Equipo de Tutoriales
|
|
Equipo de Diseño
|
|
créditos.
Skin hecho por Hardrock de Captain Knows Best. Personalización del skin por Insxne.
Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
(not) Puppy Love - Larry Stylinson Highschool AU (cap 6/10) 29/01
O W N :: Archivos :: Novelas Abandonadas
Página 2 de 3. • Comparte
Página 2 de 3. • 1, 2, 3
Re: (not) Puppy Love - Larry Stylinson Highschool AU (cap 6/10) 29/01
Me los imagino todos adorables y mejores amigos desde y para siempre y ojalá me salga pintarlos tan así como los veo!! :3 Me alegra que te haya gustado el beso y espero que se disculpe que haya llevado un capítulo extra :PVicious ϟ escribió:¡Que cosa más linda! Me encanta la relación que tienen, la confianza que se tienen es muy genial. El beso fue muy maravilloso y klasjsd no sé, me gustó mucho Liss (:Espero actualices pronto *:Au revoir ~
Gracias por leer linda!!
liliumpumilum
Re: (not) Puppy Love - Larry Stylinson Highschool AU (cap 6/10) 29/01
AW me encanto!!!
Harold ya siente algo mas alla de una amistad por Louis, no? No al pedo queria que el le enseñe a dar un beso...
Y Louis, bueno, no se opuso mucho que digamos jejeje!!
Besos Lis!
Harold ya siente algo mas alla de una amistad por Louis, no? No al pedo queria que el le enseñe a dar un beso...
Y Louis, bueno, no se opuso mucho que digamos jejeje!!
Besos Lis!
noeliab
Re: (not) Puppy Love - Larry Stylinson Highschool AU (cap 6/10) 29/01
Yayyy me alegra que te haya gustado :)) Yo creo que Harry no entiende mucho lo que siente y Louis tampoco, pero ya veremos!! Gracias por leer linda, y por dejar comentario :3noeliab escribió:AW me encanto!!!
Harold ya siente algo mas alla de una amistad por Louis, no? No al pedo queria que el le enseñe a dar un beso...
Y Louis, bueno, no se opuso mucho que digamos jejeje!!
Besos Lis!
liliumpumilum
Re: (not) Puppy Love - Larry Stylinson Highschool AU (cap 6/10) 29/01
ME ENCANTAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA, Y recien me di cuenta que sos la misma que escribio homeless y figura y colo , HOLLY SHIT, me re gustaron los dos fic, muy lindo y este awwwwwwww, tambien ... :aah:
siguela, es muy bonita de verdad :) besos xxxxx
siguela, es muy bonita de verdad :) besos xxxxx
cami23593
Re: (not) Puppy Love - Larry Stylinson Highschool AU (cap 6/10) 29/01
!! Leiste Homeless y FyC tambien?? :D Yayy que bueno que te guste mi palabrerio, lol cada vez estoy más cursi, no? en fin, gracias gracais por leer :D la voy a seguir no te preocupes!!cami23593 escribió:ME ENCANTAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA, Y recien me di cuenta que sos la misma que escribio homeless y figura y colo , HOLLY SHIT, me re gustaron los dos fic, muy lindo y este awwwwwwww, tambien ... :aah:
siguela, es muy bonita de verdad :) besos xxxxx
xxxxxxxxxxxxxxxx para tí también :3
Vicious ϟLis, actualiza ): <3
A estas alturas deberías estar acostumbrada a q tarde en actualizar jajaa por supuesto q si, pero primero quiero terminar ecdlm :3
liliumpumilum
Re: (not) Puppy Love - Larry Stylinson Highschool AU (cap 6/10) 29/01
Lo acabo de leer y esta hermoso!
El beso fue perfecto :3
Síguela pronto(:
El beso fue perfecto :3
Síguela pronto(:
Invitado
Invitado
Re: (not) Puppy Love - Larry Stylinson Highschool AU (cap 6/10) 29/01
Yayy que lindo que te haya gustado!! perdón si tardo en continuarla, pero es que entre mi vida atareada (??) y que estoy en los capítulos finales de otra novela, esta actualmente no es mi prioridad. Pero seguramente en unas semanas hay capi nuevo! :DJustme_95 escribió:Lo acabo de leer y esta hermoso!
El beso fue perfecto :3
Síguela pronto(:
liliumpumilum
Re: (not) Puppy Love - Larry Stylinson Highschool AU (cap 6/10) 29/01
(perdón por la tardanza)
Capítulo 3: La Primera Verdad
—¿Con quién hablas, Haz?
A Harry le bastó parpadear para enfocarse en sus ojos. La mirada azulada de Louis parecía tan directa como si estuviera estudiándole las pupilas, y sus millones de pestañas temblaban suavemente al achinar él los ojos.
—Contigo —respondió suavemente, casi dubitativo.
No era mentira, pero sabía que Louis no le creería. No quería explicárselo de todas formas, no sabría por dónde empezar. La última semana había sido demasiado confusa hasta para él.
Se había descubierto haciendo cosas nuevas, distintas, que le hinchaban el pecho tanto que sentía que le rebalsarían los pulmones. No sólo había tomado la manía, antes de dormir, de fantasear escenarios ridículos, mil y un excusas con las cuales besar a Louis otra vez, imaginando las charlas: lo que diría él, lo que respondería Louis, y lo que vendría después; ahora también las imaginaba cuando lo tenía frente a frente, todas las cosas que quería decirle.
Sabía que no era del todo normal, pero él siempre había sido el chico raro y qué le hace una mancha más al tigre.
Quería creer que por lo menos estando con otras personas lograba contenerse de mover las manos, hacer la mímica con los labios, fruncir el ceño y sonreír cuando la conversación imaginaria lo requería, aunque si Louis se había dado cuenta de que había una charla sucediendo en su cabeza, probablemente no lo había ocultado bien.
—¿Ah, sí? ¿Qué te estaba diciendo? —lo interrumpió Louis, encorvándose aún más en la mesa larga de la biblioteca para acercarse a él.
Harry tragó saliva.
—Algo del equipo de fútbol.
—Respuesta incorrecta —lo regañó. Apoyó los codos en la mesa y reposó el mentón en sus manos.
Harry sintió su propia mirada perderse en el ángulo de sus muñecas, en la musculatura de sus brazos, en las líneas de sus clavículas y la expresión extraña que dibujaban sus labios. Parpadeó, antes de que la telenovela de su cabeza empezara a rodar de nuevo, y volvió a mirarlo a los ojos.
Louis hablaba (¿cuándo había comenzado?).
—…Tobías, lo recuerdas, ¿verdad? Bueno dijo que tenía la PS3 así que la traerá.
—¿Cuándo es eso?
—¡El sábado, Harold! —Louis estaba tan enojado que era gracioso, así que Harry empezó a reír. Al hacerlo el pecho estuvo a punto de explotarle y tuvo que agachar la mirada, casi chocando la cabeza contra el mesón, porque ver a Louis regañarlo y reír al mismo tiempo era más de lo que podía soportar, últimamente—. ¿Ves? No me prestas atención. No sé ni para que te invito.
—Lo siento —confesó Harry, y hundió la nariz en su libro.
Le gustaría poder quitarse la camiseta allí mismo, quizá así el corazón tendría más espacio, podría latir con normalidad. O poder gritar bien fuerte, tronar, hasta desahogar un poco la electricidad que le corría por el cuerpo. Harry estaba seguro de que se le había metido adentro algo de la tormenta el día de la garita, y no podía sacárselo.
Al menos quisiera poder decirle a Louis todo lo que pensaba, aunque no tuviera sentido, y ni él supiera lo que significaba.
En cambio se cubrió la cabeza con las manos y empezó a golpetearla al ritmo de su corazón: rápido, fuerte.
—¿Estás bien, Harry?
La mano de Louis se posó en las suyas, acariciándolas torpemente. Tembló bajo su tacto, se le erizó la piel, y la electricidad le bailaba en los poros, ahora, inquieta.
Louis retiró sus manos suavemente de su cabeza, impidiéndole que siga golpeándose, y las dejó una a cada lado, en un gesto infantil y adorable que le robó a Harry una sonrisa escondida entre los libros. Después le acarició los rulos, de la coronilla hasta la nuca y subiendo de vuelta.
—Ya no me prestas atención —susurró.
Harry sólo respondió resoplando, porque la verdad era lo opuesto: le prestaba demasiada atención. Había memorizado cada lunar de su rostro, su cuello, sus brazos; había estudiado su postura al sentarse, al comer, al caminar; y aunque todavía no lograba descubrir a qué olía debajo de todo lo demás (del dentífrico, el desodorante, el perfume, el sudor, el olor de la cocina de la cafetería o la colonia dulzona de sus hermanas que siempre se le impregnaba en la ropa) podría escribir ensayos sobre el proceso de su sonrisa: a veces lenta y pausada, otras repentina, y el modo en que los ojos respondían acordes y el azul brillaba de golpe como si tuviera luz propia.
—¿Vas a ser uno de esos chicos que se pone de novio y se olvida de sus amigos? —continuó.
Y oh, “que no lo diga”, pensó Harry, porque cada vez que decía su nombre, que confundía todo y empezaba a hablar de cosas que sólo lo complicaban un poco más, la electricidad se volvía un barro nauseabundo, la sangre se le espesaba y el pecho se le vaciaba de golpe.
Quizá debería haber respondido, aunque sea haciéndose el tonto. Si lo hubiese hecho podría haberse salvado, al pasar unos minutos, de que Louis se diera por vencido y dijera lo que pensaba que Harry quería oír.
—¿Qué pasa? ¿Es Jill? ¿Están peleando?
Harry negó con la cabeza con la nariz todavía apretada contra la hoja plastificada del libro. Ahora sí no iba a levantar jamás la mirada, Louis no podía verlo con esa expresión frustrada y confundida, no lo dejaría jamás en paz hasta que le dijera qué le pasaba y él no quería hablar de eso.
No quería explicar como por más rico que se hubiese sentido el beso con Louis no tenía interés en besar a Jill, ni lo presionado que se sentía porque todos esperaban que empiecen a salir eventualmente (o como Louis, estaban convencidos de que ya estaban saliendo), ni que se le estaban acabando las excusas para evitarla y que se sentía para la mierda, porque Jill era genial, en serio.
—Hablando de Roma…
Harry levantó la cabeza de golpe, con una expresión casi de susto que pronto disimuló.
Jill miraba las mesas buscándolo, con libros abrazados contra el pecho y un bolso cruzado cargado hasta el tope. Al cruzar miradas con Harry, le sonrió y se acercó a él.
Era bonita, en serio lo era. Tenía cabello castaño y brillante —como Louis— largo hasta la mitad de la espalda, y abajo se le hacían firuletes, que ella había teñido de un color más claro. Era de estatura más baja que él y tenía el cuello y las muñecas delgadas, y los ojos color miel también se le iluminaban cuando reía, pero a Harry no le conmovía el alma, no lo hacía morderse el labio y preguntarse por qué algo tan pequeño lo conmovía tanto.
—Niall me dijo que estarías aquí —lo saludó al llegar a donde ellos estaban, sonriendo dulcemente y humedeciéndose los labios para hablar pues estaba nerviosa. Se llevó la mano a la boca, al darse cuenta de que había sido ruda, en un gesto adorable y sincero, y se apresuró a mirar a Louis—. ¡Lo siento, Lou! No te saludé hoy, ¿cómo estás?
—Muy bien, ¿tú? —respondió, pero no le dejó lugar a responder—, estábamos hablando de ti, de hecho —dijo en cambio y ahora sí Harry volvió a mirarlo, con una expresión de “te callas ahora o te mato, no sabes lo que estás diciendo” que sólo vigorizó más a su amigo—. Rulitos aquí anda por las nubes enamorado y apenas si se puede tener una conversación con él sin que empiece a mirar el vacío y morderse los labios.
Jill se sonrosó. Harry también, por otros motivos. Louis continuó hablando.
—Te lo presto por hoy si me lo dejas el sábado —dijo, medio en broma, medio en serio, y empezó a guardar sus libros—, tengo una tarde planificada de PS y necesito a Harry en mi equipo.
—Sí, claro —titubeó ella después de un rato. Buscó con su mirada a Harry y aunque abrió la boca le llevó un buen rato volver a hablar. Las mejillas estaban cada vez más coloradas y la sonrisa se le asomaba todo el tiempo, inquieta.
Ahora, Harry podía creer que Louis no entendiera nada, porque siempre había sido disperso y poco observador, pero Jill era una chica inteligente y curiosa, ella, sobre todas las personas, debería notar que esa expresión en su rostro no era alegre. Que no quería ir con ella, que no estaba en las nubes enamoradopor su culpa y que definitivamente no quería hablar de eso, sacar el tema a colación de cualquier forma.
Quería ir con Louis a casa y merendar en el sillón y quizá sentir el tacto de su brazo contra el suyo y seguir intentando averiguar a que olía (Harry no sabía bien que era, pero era algo amarillo; quizá flan).
—Umm, estaba pensando en que tenemos que hacer el trabajo de química, de hecho —le recordó, cuando finalmente bajó un poco el color de sus mejillas y pudo hablar normalmente.
Louis lo golpeó debajo de la mesa y eso lo obligó a responder.
—¡Oh! Sí, claro —dijo, nervioso, y para hacer algo empezó a buscar las cosas de su mochila.
—Estaba pensando que podríamos hacerlo en mi casa —aclaró la chica—, es decir, hacer el trabajo —Louis soltó una brevísima risa y después siguió guardando sus libros mientras Jill se sonrojaba de vuelta—tengo que cuidar a mi hermanito y…
—No, si… Es decir, sí, está bien —respondió Harry.
Jill sonrió aliviada y Louis terminó de guardar sus cosas. Antes de irse, y mientras ella no miraba, le hizo un gesto esperanzado, cruzando los dedos. Harry no quería siquiera pensar en qué quería decir eso, así que volvió la mirada a ella, pero un segundo después, cuando no pudo controlarse de espiarlo, vio que ya no sonreía, y en cambio parpadeaba lentamente mientras dejaba la biblioteca.
***
Llevaban dos cuadras cuando Jill le tomó la mano. Fue un gesto tímido, casi casual.
Le acarició el dorso de los dedos haciéndole cosquillas y su mano pronto se acomodó dentro de la suya, que respondió perezosa pero obediente.
Era pequeña, delicada, amable. Sus dedos no se aferraban a los suyos, se dejaban caer sobre ellos suavemente y su pulgar nervioso iba y venía acariciándolo.
Harry sentía los brazos tiesos, un nudo en el estómago, y ganas de gritar. Caminaba rápido, nervioso, dando zancadas intentando dejar todo atrás, a Louis, la escuela, la tarde de la garita y el peso en su corazón.
Y Jill se fue soltando lentamente, y cuando Harry la miró sonreía, pero parecía triste.
Se detuvieron en una esquina, Harry iba tan rápido que había quedado dos pasos adelante, pero se volvió hacia ella al darse cuenta.
—Lo siento —dijo, fue todo lo que supo decir.
Ella negó con la cabeza suavemente, y volvió a mirarlo, esperanzada, con las manos escondidas detrás de la espalda que Harry imaginó cruzaban los dedos.
—Está bien —respondió, encogiéndose de hombros.
Y continuaron caminando a paso lento, pero sin tomarse de las manos.
***
Estaban casi terminando. Harry se había encargado de no distraerse, de adelantar cada consigna mientras ella redactaba las anteriores y de organizar cada paso seguir como si su vida dependiera de ello. Nunca antes había sido tan aplicado con el colegio.
De a ratos quería perderse conversando, porque odiaba química, y porque Jill tenía un libro de Isaac Asimov en la mesita de luz y unos posters muy interesantes en las paredes, y Harry sabía que si soltaba la lengua podrían hablar toda la tarde, reír un poco, distraerse del desastre que era su cabeza.
Pero sentía que cualquier cosa que él hiciera sólo traería problemas, que lo mejor que podía hacer era terminar el trabajo e irse a su casa.
Jill tenía una impresora de más de una década que hacía un ruido infernal y tardaba un minuto por hoja, así que apenas terminaron el trabajo y presionó print, se fue a la cocina a buscar jugo y galletas para los dos.
Harry le agradeció con un gesto de la cabeza, callado y temeroso ahora que estaban solos —sin siquiera la compañía de la tarea.
Ella hablaba y de a poco se soltó. Era genial, en serio lo era. No sólo inteligente y con un excelente gusto, sino además divertida, de un sentido del humor entre absurdo y retorcido, que jugaba juegos de pokémon (y entendía que Rapidash era el mejor tipo fuego) y veía las mismas series que él.
Antes de que se diera cuenta estaban riendo, apoyando las espaldas contra el borde de la cama, y Harry jugaba con los hilos de la alfombra mientras la escuchaba contarle de aquella vez en que tenía 10 años y pensó que podía comprarse un gameboy vendiendo limonada como en las películas.
—¡Malditas películas americanas! —bromeó, y la voz le salía rara, mientras reía—, llenaron mi vida de expectativas irreales.
—Dímelo a mí —respondió entre risas recordando el primer día en el secundario decepcionado porque no había ni casilleros, ni porristas, ni un club de debate.
La miró y ella se mordía el labio pero con eso y todo sonreía, y cuando se giró a verlo también sus gestos se suavizaron, todavía alegres, y más intensos de algún modo.
Pasó un segundo y Harry no dijo nada. No corrió la mirada, temeroso de ofenderla. Pasaron dos y parpadeó lentamente, y vio que Jill se soltaba los labios y volvía a morderlos, sin dejar de mirarlo. Pasaron tres y Jill los soltó de vuelta, y se apoyó en sus palmas cuando se acercó a él a besarlo.
Jill era genial, realmente.
Era bonita, inteligente, interesante, divertida, amable, paciente. Tenía los posters perfectos en las paredes, veía Sherlock y Dr. Who, pero realities absurdos también, y aparecía después de una tarde de trabajo con jugo y galletas.
Se reía todo el tiempo de un modo contagioso y ruidoso. Sus labios eran suaves y redondos, y sus movimientos pacíficos, delicados cuando lo besaba. Leía Asimov y sabía redactar un trabajo y le soltaba la mano a Harry cuando se daba cuenta de que él no podía.
Pero no olía a nada debajo del perfume, el desodorante, el champú, el dentífrico y el jugo, y sus besos eran casi iguales a los de Louis pero no eran fantásticos.
***
Anne todavía no había llegado del trabajo cuando Harry entró al departamento. Sentía el pecho latirle fuerte y estaba muriendo de ansiedad, así que ni prendió las luces del comedor cuando dejó la mochila en la mesa.
Abrió la puerta del balcón y el olor de la comida de Jay lo llenó de golpe y oh dios, quería tanto cruzarse al otro lado y cenar con ellos y abrazar a Louis y quedarse con él todo el día y el siguiente también.
Se apoyó contra el barandal y miró la cortina de la puerta de Louis ondear suavemente. Escuchó el murmullo del televisor, el ruidito agudo de las voces de las caricaturas.
Pasó los dedos entre los rulo antes de juntar coraje, y llamarlo.
—¡Louis!
Lottie se asomó comiendo una manzana. Le sonrió tímidamente y se volvió a llamar a su hermano. A Harry le latía tan fuerte el corazón de puros nervios que la conversación entre los hermanos (algo de que ya estaban por comer y que deje de comer porquerías y de que las manzanas no son porquerías y de no sé qué cosa de los modales y el respeto por la madre) se le hizo eterna y angustiante.
Louis finalmente apareció, frunciendo el ceño y chasqueando la lengua. Cuando vio a Harry le sonrió, a duras penas.
—¿Cómo te fue? —le preguntó, pero Harry no respondió.
Cuando lo tuvo cerca se acercó sobre el barandal y murmuró:
—¿Puedo besarte otra vez?
Louis lo miró y el enojo de antes con su hermana desapareció del todo de su rostro. Cuando sonrió de vuelta había algo muy Louis en su sonrisa, pícaro y divertido.
—¿Necesitas más práctica?
Harry no sabía qué decirle. No quería mentirle, pero tampoco él sabía del todo que necesitaba. Quería averiguar que tenían sus besos que no tenían los de Jill y porqué fantaseaba con Louis y por qué le pasaba con su cuerpo lo que le pasaba con lo de las personas en las películas que nadie debía saber que veía. Necesitaba entender qué se le había metido en el cuerpo el día de la garita y por qué no podía quitárselo.
Necesitaba descubrir a qué olía debajo de todo lo otro (esa noche el olor del arroz con salsa y salchichas que cocinaba Jay) y qué era esa mirada triste con la que dejó la biblioteca. Necesitaba aclarar su mente, sobre todo, pero no podía decirle eso.
No podía decirle que quizá a él le gustaba Louis, y que necesitaba averiguarlo.
—Necesito besarte.
Louis se tomó un momento antes de responder, estudiando a Harry y sus gestos. Él se sonrosó, temiendo que pudiera verle las ideas y el corazón al fijarse en sus ojos.
Supo la respuesta cuando lo vio girarse sobre su hombro, mirar la cortina ondeando en la puerta y nadie asomándose. Se volvió hacia Harry y lo besó, de lleno y sin preámbulos.
Pretendía ser un beso breve, sin saliva, ni mordiscones, ni lengua. Lo pretendía también Harry que pensó que el contacto con sus labios le bastaría para saber, pero era imposible tomar un poco de Louis y dejarlo ir, porque esa electricidad del día de la garita revivió de golpe y porque Louis sabía a todo lo rico del mundo, porque a Harry le temblaban las manos cuando no lo tocaba.
Sabía que alguien podría asomarse en cualquier momento, que la puerta estaba abierta y que las hermanas de Louis no se caracterizaban por respetar la privacidad de su hermano, pero sus labios eran tan suaves y el tacto de su lengua húmedo de hervor como una espesa lava que quemaba haciendo cosquillas.
A Harry le costó recobrar el aliento porque llevaban minutos besándose y porque ya no le cabían los pulmones en el pecho y porque sentía tanta energía que podría salir a correr.
—Me gustas —confesó de golpe, todavía murmurando. Se sentía estúpido que le hubiese llevado una semana darse cuenta.
Nada había realmente cambiado (no desde el día de la garita al menos), excepto que ahora sabía más que antes que quería besarlo hoy, y mañana, y pasado también. Que quería besarlo cada día y a cada momento y que quería poder hacerlo entre partido y partido del PES y mientras miraban MTV y escuchaban música. Quería que eso, los besos, fueran parte de su relación también; que condimenten cada uno de los momentos que pasaban juntos.
Y quizá lo había querido por mucho tiempo, sin saberlo.
—¿Yo te gusto? —le preguntó, al ver que Louis no respondía.
Él se mordió el labio, mientras lo miraba. Se tomó del barandal y soltó un suspiro mientras se dejaba caer hacia atrás, colgando, meditativo.
—No lo sé, Haz —explicó, y Harry había visto ese momento en las películas y sabía que debía sentirse destrozado, pero no era así. Sólo quería sonreír más fuerte, porque Louis se comportaba como un niño, a veces, era lindo—. ¿Puedo pensarlo?
Él negó suavemente.
—No me hagas eso —rogó porque la impaciencia podría matarlo, estaba seguro—. Sabes la respuesta, en el fondo. Dime la verdad, cual sea.
Louis se acercó impulsándose con sus brazos y cuando estuvo frente a él, nariz con nariz, sonrió y lo besó otra vez. Harry no tuvo tiempo de morderlo, lamerlo, saborearle la lengua. Louis lo beso tres, cinco, nueve veces brevemente, entre sonrisas que se volvían carcajadas cuando alguno de esos brevísimos besos se chocaban los dientes y Harry se giraba veloz intentando un beso más prolongado que Louis evitaba.
Cuando sus manos se encontraron, arriba del barandal, Harry no pudo evitar pensar que estas no eran ni tímidas ni pacientes, sino firmes, osadas, demandantes; los dedos de Louis se interlineaban con los de él y los dos se apretaban tan fuerte que le dolía hasta la palma, pero se sentía bien.
—Sí, me gustas —confesó, con los ojos cerrados y sonriendo.
Harry tenía clasificadas todas las sonrisas de Louis por tipo y esa era su preferida, la que mostraba los dientes, achinaba los ojos, aquella en la que los párpados le temblaban y por la que se asomaba una carcajada.
—Bien —respondió, riendo él también y se acercó a besarlo otra vez.
Había mil cosas que quería decirle, preguntas por hacerle y besos por dar, pero se conformó con tomarle la mano —con más suavidad ahora que había pasado el apuro— y dejar lo complicado para después. Tenían tiempo, de todas formas, y Harry no se había quedado al entrenamiento y al parecer se había perdido el enredo dramático del siglo porque los dos mediocampos al parecer estaban con la misma chica y el entrenador les dio una charla de camaradería o algo así.
Harry lo escuchó hablar haciendo de cuenta que no notaba lo nervioso que estaba, lo mucho que le sudaban las manos y el modo en lo miraba de a ratos y no sabía hacer más que sonreír. Le acarició las manos con el pulgar, se agachó disimuladamente para sentir su calor y Louis le susurró todo el drama del día —hasta le explicó la discusión con Lottie de más temprano que al parecer llevaba semanas y estaba preocupado porque vivía a dieta y era tan solo una niña.
Cuando Jay se asomó para llamar a su hijo a comer, no estaban haciendo nada que pudiera verse sospechoso, pero se sobresaltaron de todas formas. Harry se alejó de golpe aunque no era la primera vez que susurraban en los barandales y cuando miró a Jay estaba tan colorado que Louis sólo hizo una expresión frustrada y se despidió meneando la cabeza de lado a lado.
—Buenas noches, Harry —lo saludó con un exageradamente casual gesto de la mano. Jay los miraba arqueando las cejas y los dos sabían que sospechaba algo pero no tenía idea qué era, y por el momento era demasiado pronto para pensar en cómo decírselo.
—Buenas noches, Lou. Buenas noches Jay —la saludó también y cuando Louis se quedó un instante de más en la puerta, le prometió—: hasta mañana —con una sonrisa.
liliumpumilum
Re: (not) Puppy Love - Larry Stylinson Highschool AU (cap 6/10) 29/01
AAAAAAHHHHH COMO EXTRAÑABA LEEER ALGO TUYO :')
ME ALEGRASTE EL DÍA *.*
ME ALEGRASTE EL DÍA *.*
LittleFlowersLove
Re: (not) Puppy Love - Larry Stylinson Highschool AU (cap 6/10) 29/01
Me siento mal porque me había olvidado de que estaba subiendo esta historia al foro también lol
Hoy subo el capítulo 4 y mañana el 5, si?
Perdón si había alguien que sólo me leía acá :(
Hoy subo el capítulo 4 y mañana el 5, si?
Perdón si había alguien que sólo me leía acá :(
liliumpumilum
Re: (not) Puppy Love - Larry Stylinson Highschool AU (cap 6/10) 29/01
Capítulo 4: La primera cita
Louis pasó a buscarlo tan temprano el día siguiente que Harry ni siquiera había acabado de lavarse los dientes. Esta vez no era por alguna deuda con Anne, era por el mismo motivo por el que Harry apenas había dormido unas horas la noche anterior y por lo que estaba dando vueltas desde la primera alarma esa mañana (cuando la mayoría de los días le llevaba tres o cuatro timbrazos levantarse). Estaba ansioso y era bueno que los dos se sintieran del mismo modo.
Cuando salió del baño lo encontró con ojeras, mirando la taza de café con leche que le preparó Anne y sonriendo tímidamente. Su mamá le hizo un gesto gracioso a su hijo, una cara de “¿qué bicho le picó?" a la que Harry respondió encogiéndose de hombros inocentemente. A decir verdad, a él también lo había picado algo que no sabía del todo como se llamaba.
—Buen día —lo saludó y corrió la silla a su lado para sentarse.
Louis parpadeó lentamente antes de devolverle la mirada. Su sonrisa, brillante y perezosa, se ensanchó un poco más al responderle.
—Buen día.
¤
Se despidieron de Anne en la esquina del edificio y siguieron rumbo hacia el colegio en silencio. Apenas vieron pasar el bus sus manos se encontraron lentamente, con torpeza. Primero un pulgar con el dorso, luego los dedos entrelazándose al ritmo dulce y pegajoso de las sonrisas que no dejaban sus rostros.
Harry tragó saliva y empezó a hablar; el silencio lo estaba matando.
Le preguntó por Phoebe y Daisy, le contó del examen del viernes y del e-mail que le había mandado Gemma contándole de su nuevo novio. Louis no hacía más que asentir y a veces, cuando sonreía tanto que empezaba a reír, Harry podía sentir sus dedos presionándose más fuerte contra los suyos y una cosquilla inexplicable treparle desde la panza.
El corazón le latía rápido y estaba tan agitado que se veía tentado a pedir un respiro y sentarse en una banca aunque fuera tan solo para recuperar el aliento. Se contuvo, de todas formas. No quería parecer desesperado.
En cambio, hablaba cada vez más rápido y de cosas cada vez más intrascendentes. Louis a veces lo miraba a los ojos y a Harry se le escapaban las palabras. Esas veces no podía hacer más que sonreír, morderse el labio y apretarle bien fuerte las manos. Ese gesto se había vuelto algo así como un mensaje en código, un “hey, deja de ser tan lindo, dame una tregua.”
Estaba a mitad de contarle la tragedia de la noche anterior (cómo había capturado un shiny Meowth pero el gameboy se le había quedado sin batería antes de poder guardar), cuando Louis lo tironeó firmemente de la mano hasta esconderse en el pórtico de un edificio y le besó los labios, y la sonrisa, y las mejillas contra una pared.
Harry seguía nervioso y agitado, pero ahora estaba relajado también, como si acabara de sacarse de adentro una cosquilla inquieta, aunque fuera apenas para reemplazarla con un manojo de mariposas revoloteando sin parar.
Louis lo abrazó por la cintura y besó su mejilla una última vez antes de hundir la cabeza en su cuello y tocarle la piel con la punta de la nariz.
Por la vereda, frente al pórtico, la gente iba y venía. Una anciana en la cuadra de enfrente limpiaba la vereda y Harry tuvo que cerrar los ojos porque se sentía raro que estén los dos tan juntos, tan solos, y que el mundo transcurriera sin descanso a su alrededor.
Lo envolvió por la cintura también, lo abrazó fuerte, bien fuerte, hasta que Louis rió, y después lo empujó suavemente con la nariz hasta encontrar sus labios que todavía sabían a todo lo que él quería en el mundo.
—No quiero ir a la escuela —protestó Louis—, quiero tomarte de la mano y besarte toda la mañana.
El aliento tibio sobre su boca le puso la piel de gallina, y dejó caer las manos al costado hasta dar con las de Louis, húmedas y nerviosas.
—Podemos tomarnos de la mano y besarnos en los recreos —le ofreció, pero Louis lo miraba como si su vida dependiera de ello, de que le dijera que sí a lo poco que le pedía. Carraspeó y tuvo que explicarle—: mi mamá me mata si se entera que faltamos.
Louis apresó sus manos con más fuerza y agachó la mirada.
—¿Y qué con Jill? —preguntó y luego se mordió el interior de las mejillas, como si acabara de confesar algo sin quererlo realmente.
—¿Qué con ella?
Harry podía ver su ceño fruncido por más que Louis insistiera con mirar sus zapatillas.
—¿No deberías hablar con ella primero?
Sonrió, de algún modo enternecido por la escena. Apretó sus manos con más fuerza y se acercó un poco más hasta quedar frente con frente.
Cerró los ojos un instante, tomó aire y el olor de Louis se enredó con su piel y él hubiese cruzado los dedos si no tuviera entre ellos los de Louis, tan sólo para rogar que su perfume se quedara con él porque era tan lindo, Dios. Le ponía la piel de gallina.
Louis seguía moviéndose, mordiéndose los labios y levantando de a ratos la mirada —Harry no podía verlo, pero prácticamente podía sentirlo; sus nervios eran una especie de electricidad contagiosa y molesta.
—Ya lo hice. Ayer —le explicó finalmente.
Cuando volvió a abrir los ojos, los orbes azulados de Louis se enfrentaban a él y su sonrisa que había menguado se encendió de vuelta de golpe.
—¿Qué le dijiste? —preguntó y Harry tuvo que besarlo antes de responder.
—Que es genial y divertida pero que creía que me gustabas tú.
Louis parpadeó lentamente y el rostro se le fue enrojeciendo de a poco. Sonreía con una dulzura y lo miraba con una ternura que Harry pocas veces había sentido. Le recordó a aquel cumpleaños en el que le dio de beber cerveza y Harry hizo una mueca embarazosa porque sabía horrible.
Era de noche, estaban en el balcón con camperones gruesos para protegerse de la nieve y regaliz en los bolsillos robados de la mesa navideña. Recordaba que esa vez Louis se rió y no le quitó los ojos de encima como por 30 segundos y Harry sintió que la panza y la garganta se le prendían fuego.
Pensándolo nuevamente, no había sido el alcohol. Fue Louis.
Siempre fue Louis.
Lo besó otra vez y aquella dulce sonrisa se transformó en una carcajada.
Louis le soltó las manos y le hizo cosquillas hasta que Harry rió también y oh.
Tenía razón. No deberían ir a la escuela ese día.
Lo abrazó por el cuello muy fuerte hasta que él y las cosquillas se detuvieron de a poco, y sus dedos caminaron suavemente hasta su espalda y Louis estaba otra vez con la nariz contra su cuello y el perfume de su champú se sentía intenso y almendrado.
—Tengo algo de dinero —explicó Harry con la voz bien bajita—, ¿quieres comprar galletas y darle de comer a las palomas?
—¿Cuántos tenemos, Haz? ¿Noventa y ocho? —bromeó Louis, pero Harry lo conocía como a la palma de su mano, y eso no era un no.
¤
Se echaron de espaldas sobre el césped del parque y miraron las nubes desarmarse de a poco. Comieron más galletas de las que tiraron y hablaron de todo lo que pudieron, hasta que se les acabaron las palabras.
Después se besaron, suavemente y entre risas, Harry descansando en sus codos y Louis sonriéndole con pereza —el sol era fuerte y no había podido pegar un ojo la noche anterior— mientras le acariciaba los rulos.
—¿Sabes qué? —dijo Harry, y Louis abrió los ojos que había cerrado sin darse cuenta—. Creo que siempre me gustaste y nunca lo supe.
Louis sonrió y lo acercó con algo de brusquedad y Harry al principio se rió a carcajadas, confundiendo los nervios con la alegría, pero después de un rato anidó suavemente en su pecho y dejó que los dedos de Louis le hicieran firuletes en el cabello.
—Vas a darme diabetes si sigues así —bromeó Louis una vez que estuvo quieto.
Tenía la voz ronca, debía estar realmente a punto de dormirse cuando él le hablo.
—Lo siento —susurró contra su pecho. Louis lo abrazó con fuerza.
—Hey, no te disculpes. Me pondré diez inyecciones de insulina por día si es necesario, vale la pena.
Y Harry sabía que quería dormir pero cómo no besarlo, cuando lo tenía ahí para él, diciendo las cosas más cursis que sabía, con la voz ronca del sueño y acariciándole el cabello.
No estaba hecho de piedra.
Se apoyó de vuelta en sus codos y Louis volvió a abrir los ojos con pesadez y sonrió cuando él lo miró con ojos brillantes.
Lo besó con los labios entre abiertos y buscó su lengua húmeda y caliente y los dedos de Louis bajaron hasta su nuca y Harry se sentía tan bien que podría ronronear.
Louis sonrió sobre su beso y abrió la boca. Lo acercó suavemente y Harry se trepó unos centímetros hasta que pudo acariciarle las mejillas con los dedos.
Los besos de Louis sabían a todo y él no podía entender la química que lo explicara. Sabía a cosas que estaba seguro que jamás había probado: a cheesecake y a helado de mandarina, al aplauso interminable de un estadio repleto y a una noche calurosa en las playas de Australia.
Sabía a lo que sabían las nubes; frescas, húmedas, esponjosas.
Mientras lo besaba suavemente, intentando no interrumpirlo de su pereza que le sentaba tan bonita, se preguntó cómo había sobrevivido hasta ahora sin sus besos, y si sería capaz algún día de dejarlos.
¤
La alarma del celular de Harry sonó y los pocos patos que se habían acercado a comer se alejaron asustados. Las últimas migajas de las galletas quedaron tiradas en el césped para las presurosas hormigas, porque no había ni rastros de palomas ahora que el parque se había llenado de transeúntes.
El agua de la laguna brillaba ante el inclemente sol de invierno como si estuviera repleta de diamantes, pero Harry se giró para despertar a Louis y lo vio refunfuñar entre sueños ante la luz, el calor, y los ruidos molestos y ya no pudo mirar en otra dirección.
Quería besarlo, otra vez.
(¿Era raro?)
Pero también quería mirarlo y tenían tiempo de todas formas. Louis le había dicho que lo despierte a las doce así podía ayudarlo a estudiar para el examen del viernes —para no sentirse tan culpables por faltar a clase— pero se lo veía tan cómodo allí, echado en el césped y el sol que le caía tan dorado sobre la piel. La mañana se había pasado lenta y rápida al mismo tiempo y él quería aferrarse a ese instante y no parecía justo tener que dejarlo ir.
El tiempo con Louis pasaba de un modo extraño.
Las horas se escapaban como segundos y a veces un minuto mirándolo se sentía como una eternidad.
¤
Louis se despertó una hora y media más tarde sobresaltado porque unos patos empezaron a pelearse a unos metros de ellos y Harry se reía carcajadas ante su expresión confundida.
Les tiró una rama y se sentó encorvado, todavía bostezando y refregándose los ojos.
Harry todavía sonreía cuando finalmente terminó de despertarse y se giró hacia él.
—No me llamaste —le dijo al verlo con sus carpetas y libros desparramados en el pasto.
—Te veías muy feliz durmiendo.
Louis sonrió y se dejó caer pesadamente sobre su hombro. Bostezó nuevamente y dejó de refregarse los ojos por un segundo para apoyar las manos en las piernas de Harry y dejarlas allí.
—Debiste haberme llamado —protestó, pero no parecía enojado—, tengo práctica a las cuatro, quería estar un rato contigo.
—Quizá podría ir contigo —susurró y Louis lo miró y sonreía tanto que quemaba mil veces más que el sol.
¿Estaría bien si lo besara ahora que estaba despierto?
Louis se le adelantó. Sus labios fueron breves y suaves, pero tibios. Harry quería más pero él se alejó en seguida.
—Otro día, ¿okay?
Harry se encogió de hombros un tanto decepcionado.
—Okay.
¤
Eran las tres y media y Harry ya había estudiado todo lo que podía. Con Louis al lado, por lo menos.
Se alejaban del parque a paso lento, como si no quisieran realmente irse, y las nubes cubrían un poco el sol, devolviendo al día su usual tono grisáceo de invierno. Louis tenía las manos heladas, no paraba de bostezar —no había parado desde que los patos lo despertaron— y cada vez que una de esas húmedas ráfagas de viento le desordenaba el cabello fruncía el ceño y balbuceaba alguna especie de improperio.
Quizá fue verlo así, tan guapo y tan frágil y darse cuenta de lo mucho que lo quería.Quizá eso le dio el coraje.
—Louis.
—¿Hmm?
Tuvo miedo, pero tomó aire y siguió hablando.
—¿Esto fue una cita?
Louis sonrió y se acercó un poco más a él, chocándolo juguetonamente con el brazo.
—En las citas que conozco generalmente se va a comer a algún lado, o a ver una película.
—Hicimos eso cientos de veces —se apresuró a protestar.
—Sí, es cierto. Y además sí comimos algo —le concedió recordando las galletitas.
Harry sonrió también y carraspeó. Todavía estaba algo nervioso.
—¿Así que sí fue una cita?
—Yo diría que sí.
—Y nos gustamos.
Louis rió, divertidísimo con la situación.
—Es lo que oí.
Harry apretó su mano con fuerza, obligándolo a detenerse. Estaban parados frente a un local de ropa, y los autos pasaban por la calle y el mundo continuaba pero Harry sentía que todo se había detenido.
—Y si nos gustamos y salimos en una cita… —comenzó, pero Louis lo besó, interrumpiéndolo.
—Harry, ¿me harías el honor de ser mi novio? —le preguntó con un exagerado tono pomposo.
Su postura se relajó de golpe y suspiró aliviado. Aliviadísimo.
Después se mordió el labio y asintió suavemente y sus besos debían haberlos conectado de algún modo, porque los dos sonrieron, al mismo tiempo y del mismo modo.
—Me encantaría.
Louis lo besó otra vez.
—¿Lo ves? No era tan difícil —dijo, y siguieron caminando.
La práctica comenzaba en un rato apenas, y Harry quería estudiar algo antes de que su madre llegue a casa. El mundo continuaba, aunque estando con Louis parecía detenerse.
Cuando llegaron a la esquina en donde se separaban, Louis tenía el cabello desordenado y hacía un gesto con la nariz. Quizá estaba soleado pero era invierno todavía y dormir sobre la tierra húmeda no le había hecho bien.
Harry sabía que si se lo ofrecía, Louis se encargaría de burlarse y reírse tanto que terminarían besándose otra vez, y realmente se le estaba haciendo tarde para la práctica —y él tenía que estudiar.
Así que mientras se despedían, y le explicaba que quizá podían encontrarse en el balcón antes de X Factor, fue envolviéndolo con su bufanda afelpada. Louis sonreía anchamente y los ojos se le arrugaban de un modo muy bonito, pero no dijo nada.
Harry se sonrojó mientras terminaba de acomodarle la bufanda, apretando los labios para que no se note que él también quería sonreír y después dejó las manos allí, reposando en su pecho.
—Tengo que irme —explicó suavemente.
Harry asintió, mordiéndose los labios para no tentarse a besarlo (es que una vez que empezaba no sentía ser capaz de detenerse), pero a Louis no pareció importarle. Lo besó brevemente y lo abrazó con mucha fuerza.
—Hey, escucha —dijo todavía abrazándolo y su voz se oía ronca aunque a estas alturas no podía ser culpa del sueño—. El viernes puedes venir a la práctica si quieres. Todos los días, sólo no hoy, ¿sí?
Harry le devolvió el abrazo bien fuerte, hundió la nariz en su cuello y sonrió de vuelta. Era lindo que aunque él no se lo dijera Louis supiera cómo se sentía, que hubiese visto en sus gestos el miedo y la decepción cuando él se ofreció a acompañarlo esa tarde y obtuvo un “no” como respuesta. Era lindo, pero asustaba un poco también.
Asintió rápidamente y se separó con un poco de brusquedad, aunque fuera sólo para besarlo otra vez.
Con ese beso le había dado treinta y cinco ese día.
Sí, los había contado.
—Es que quiero aclarar unas cosas allí primero —continuó Louis.
—Ey. No te preocupes. No tienes que explicarme —dijo Harry—. Pero gracias.
Louis le palmeó el hombro y lo besó otra vez.
—Parte de un buen noviazgo es una buena comunicación —Y lo besó una vez más antes de irse.
Treinta y siete.
Harry lo vio alejarse varios metros con su bufanda flameando de su cuello, la frente bien en alto y la mochila cargada hasta el tope, hasta darse cuenta de que estaba siendo raro.
Se giró y emprendió camino a casa, preguntándose qué era lo que Louis quería aclarar sin qué él estuviera allí, pero sobre todo si podría llegar a cuarenta antes de que llegue el fin del día y cuántos besos más tendría que darle antes de perder la cuenta.
liliumpumilum
Re: (not) Puppy Love - Larry Stylinson Highschool AU (cap 6/10) 29/01
HOLAAAAAA VOLVISTE Y AMO COMO ESCRIBIS!!!!!!NUNCA RECUERDO LLOS,OTROS LUGARES. DONDE SUBIS TMB....NO HY DRAMA. YO ESPERO EL TIEMPO Q SEA NECESARIO...BESOS :)
LittleFlowersLove
Re: (not) Puppy Love - Larry Stylinson Highschool AU (cap 6/10) 29/01
por cualquier cosa siempre está mi tumblr que aparece en el primer post, creo. es que me olvido porque no entro mucho al foro xDLittleFlowersLove escribió:HOLAAAAAA VOLVISTE Y AMO COMO ESCRIBIS!!!!!!NUNCA RECUERDO LLOS,OTROS LUGARES. DONDE SUBIS TMB....NO HY DRAMA. YO ESPERO EL TIEMPO Q SEA NECESARIO...BESOS :)
gracias por esperarme :P
liliumpumilum
Re: (not) Puppy Love - Larry Stylinson Highschool AU (cap 6/10) 29/01
Capítulo 5: El primer idiota
Harry había escuchado la historia al menos quince veces (una por cada miembro del equipo como mínimo), pero cada vez que alguien se lo recordaba, volvía a sonreír como un idiota y a esperar en silencio que se la contaran de nuevo.
Las historias variaban un poco dependiendo el interlocutor. Según algunos, Louis estaba nervioso, según otros era tan directo que rayaba lo amenazante; a veces sus palabras eran llanas y claras y otras dramáticas, dignas de las películas preferidas de Harry.
Conociendo a Louis, tendría un poco de ambos, pensaba él. Lo imaginaba entrar al vestuario, al principio silencioso, meditativo; después, una vez que todos estuvieran allí, ansioso y expectante. Harry casi que podía verlo, carraspeando, para asegurarse de que su voz le saliera tan seria y grave como le era humanamente posible.
—Tengo tres cosas que decirles —había comenzado el discurso, seguramente planificado la noche anterior, cuando no podía dormir—: una, tengo novio. Sí, con una “o” al final, ¿algún problema?
Algunos cuantos soltaron risas nerviosas, pero la mayoría de las expresiones eran de sorpresa más uqe de burla.
—Dos —continuó—, ese novio es Harry.
Cuando Liam le contó la historia confesó que había estado tan sorprendido que no pudo evitar la seguidilla de preguntas:
—¿Harry rulos? ¿Harry de las gradas? ¿Harry que no puede acertar al arco ni aunque este a medio metro?
—Sí, ese Harry —respondió Louis.
Aquí es donde la historia variaba realmente. Según el relator, a veces Louis era tímido y vergonzoso al respecto, y otras sacaba pecho y un vozarrón que nadie le conocía.
Harry en cambio podría jurar que Louis había agachado la mirada (¿quizá para esconder la sonrisa?), mientras jugaba con la banda de capitán de golpe pesada en el brazo.
Quizá se había distraído un momento, hasta que la risa nerviosa de alguien lo trajo de vuelta a tierra, obligándolo a levantar su mirada desafiante.
—Y no creo que sea necesario que les diga que el que tenga un problema con eso, o con él, se las tendrá que ver conmigo.
Niall dijo que a Zayn le contaron que hubo un silencio espectral, que nadie se atrevía a decir mucho porque Louis parecía enojado de antemano y honestamente, era un poco escalofriante.
—Y eso era el tres, aclaro —dijo y se palmeó las rodillas antes de ponerse de pie—, ahora, ¡A entrenar!
¤
Cuando Harry le preguntó a Liam que habían dicho el resto de los chicos, él se encogió de hombros y siguió comiendo su hamburguesa.
—Nada, realmente. Algunos estaban sorprendidos, otros dicen que se lo veían venir. Todos pensamos que hacen una bonita pareja.
Harry se rascó la mejilla, pero él notó que sonreía y sonrió también. Le desordenó los rulos de modo juguetón, pero se detuvo apenas vio a Louis acercarse con la bandeja de comida.
—Además, más chicas para el resto, tú sabes —bromeó.
¤
Los rumores eran ridículos. Algunos decían que Jill era la tapadera de Harry, pero que Louis era tan celoso que tuvieron que acabar con la farsa. Otros decían que Harry engañaba a Jill con Louis y que ella los había encontrado un día teniendo relaciones en su cama.
Cómo se suponía que Harry y Louis habían llegado ahí era un misterio, que les hacía más gracia que otra cosa.
Cada vez que ellos se encontraban en los pasillos, entre clase y clase, o cuando Harry acompañaba a Louis al gimnasio, o cuando se tomaban de las manos aunque fuera un segundo en la cafetería, el ruido se apagaba de golpe y empezaban los murmullos.
A Harry un poco le daba igual —le molestaba, sí, pero, hey, tenía a Louis, ¿qué importaba lo demás?— pero su novio no pensaba lo mismo. Lo enfurecía de un modo que era nuevo en él, lo hacía gritar amenazas, soltar comentarios hirientes sobre cualquiera que murmurara cuando él estaba cerca y empujar un poco con demasiada fuerza a los grandulones que se reían de ellos en los recreos.
Esa parte estaba bien, pensaba Harry (bastante hot, de hecho, aunque no lo admitiría jamás). Pero es que después venían las tardes en el balcón, las manos encontrándose torpemente en los barandales y los besos con sabor a tabaco (Harry había perdido la cuenta de cuántos iban en algún momento después de los 70): Estarían riendo como si nada, y besándose como si todo, y Louis se apagaría de golpe, soltaría un suspiro, lo miraría a los ojos y le diría:
—Hey, ¿estás seguro de esto?
Harry ya no titubeaba cuando decía:
—Más seguro de que mi nombre es Harry.
—Es Harold, Haz.
—¡Es Harry! ¿Quieres ver mi identificación?
Las risas siempre volvían, también los besos y las bromas y los sueños un poco aterradores de un futuro juntos. Era delirante, quizá; todavía estaban en la escuela y ni siquiera habían hablado de la relación con sus madres, pero eso no les impedía planificar todo: desde las vacaciones que tomarían apenas Harry tuviera edad, hasta cómo adicionarían el año siguiente en el X Factor y se convertirían en estrellas.
Una noche, Louis había bostezado tanto que era ridículo que siga despierto. Harry apoyó los codos y se acercó a besarlo, y pensó en qué bonito sería poder estar en el parque otra vez para verlo quedarse poco a poco dormido, con la sonrisa tibia y los párpados pesados, y rascarse el ombligo entre sueños y susurrar un “te extrañaré" antes de dormirse.
Louis le devolvió cuatro besos, uno atrás del otro y estalló en carcajadas que se mezclaron con nuevos bostezos.
—Deberías ir a la cama —dijo Harry, todavía sonriendo—, tienes práctica mañana, será un día largo…
—Lo sé —suspiró. Se acercó hasta apoyar la cabeza en el hombro de Harry y él le acarició el cabello con la nariz. Esa noche sabía a flan, dulce y dorado—. Lo sé, pero no quiero —confesó.
Harry sacó los codos del barandal y lo abrazó tan cerca como pudo sin dañarse la cadera.
—Estaré aquí en la mañana.
—Lo sé, lo sé.
—Y nos veremos en la escuela.
—Sí…
Le acarició el cabello y lo acomodó suavemente hasta tenerlo frente suyo. Lo besó otra vez y Louis sonrió.
—Y vas a soñar conmigo de todas formas —bromeó.
La risa de Louis fue repentina y bonita, pero sobre todo sonora. Tanto que se separaron de golpe como si temieran que el ruido atrajera a las niñas.
Se besaron fugazmente y se dieron las buenas noches. Harry estaba a punto de entrar a su casa cuando Louis lo llamó.
—Hey, Haz —le dijo y meditó un segundo antes de continuar—, ¿en serio estás seguro de esto?
Él sabía a qué se refería aunque habían cambiado de tema hacía al menos una hora. Era la tercera vez que se lo preguntaba ese día.
—Estoy muy muy seguro, ¿sí?
Louis sonrió, asintiendo suavemente.
—Sólo chequeaba.
¤
El problema empezó en la clase de educación sexual.
Harry estaba distraído pensando en Louis, sobre todo en el beso que se habían dado esa mañana antes de llegar a la escuela: largo, húmedo, tan tibio y adictivo que les fue difícil soltarlo.
Su mente navegaba por territorios en los que procuraba no pensar, pero que al mismo tiempo le despertaban una curiosidad desmedida.
Recordaba el cuerpo de Louis en el verano, el torso desnudo con un chispazo de vello en el pecho, los muslos firmes, las pantorrillas musculares. Las mejillas coloradas del sol y la respiración agitada después de estar toda la tarde jugando en el patio de Liam.
Quería su cuerpo; lo quería para hacerle miles de cosas, pero no sabía qué.
Okay. Quizá si sabía qué, pero no sabía cómo.
Por dónde empezar.
En su mente, por suerte, la tarea era más fácil. No se detenía a pensar en cosas incómodas, en cómo llegar a las situaciones, en qué lugar físico, o en qué momento. Además el Harry de sus fantasías era confidente y talentoso, hacía cosas con su boca que derretían a Louis, lo ponía a temblar del modo en que él temblaba de placer cada noche, pensando en eso.
Es que Harry quería el cuerpo de Louis y quería desahogar algo la ansiedad que le carcomía los nervios pero a veces simplemente quería darle a Louis todo lo que él era, a cambio de lo feliz que lo hacía.
Así que Harry pensaba en eso, y no prestaba atención a la clase. Ni a lo que decía la profesora ni a los chistes y comentarios de sus compañeros.
De hecho no escuchó del todo el comentario de Lowsley; apenas si escuchó el silencio helado y notó las miradas curiosas.
La profesora carraspeó.
—Esto no se trata de la elección sexual de nadie —dijo—, algunas parejas heterosexuales y homosexuales realizan esta práctica y es importante que conozcan los riesgos y precauciones…
Lowsley la interrumpió otra vez.
—Bueno pero a Harry aquí le gusta por el culo, sólo decía que le resultará útil la clase.
Harry frunció el ceño. La mitad de la clase ahogó un suspiro y la otra mitad o murmuraba o reía por lo bajo.
Había algo terriblemente malicioso en el tono de aquel chico, algo triste y oscuro que en vez de intimidarlo o humillarlo, lo hizo sentir más confidente.
—Hey, yo ya sé todo lo que tengo que saber, pero si te estás sintiendo curioso haz todas las preguntas que quieras. Apuesto a que la profesora te quitará cualquier duda.
Sintió un regocijo, una pequeña ola de poder cuando la clase rio con él. Lowsley apretó los labios y cuando finalmente estuvo a punto de hablar, la profesora se le adelantó.
—No era necesario, Styles —dijo intentando sonar regañona aunque sonreía—, y Lowsley, me gustaría conversar con Ud. Al final de la clase.
Harry volvió a lo suyo, a pensar en Louis y en el beso de esa mañana y a fantasear escenarios sencillos y relajados en los que probarle a Louis lo mucho que lo amaba.
Para cuando sonó el timbre del recreo, había olvidado completamente el incidente.
¤
La cuestión fue que él lo había olvidado, pero Lowsley no.
Más tarde ese día, en los pocos metros que separaban la escuela del gimnasio, él y algunos de sus amigos lo acorralaron contra las escalinatas.
—¿Te crees gracioso? —le preguntó casi escupiéndole al hablar.
Harry era alto para su edad pero Lowsley parecía un gigante a su lado.
Harry pensaba alguna respuesta ingeniosa cuando el chico lo tomó por el cuello de la camiseta y lo empujó contra las gradas. Su hombro estaba presionado por una tuerca molesta en las gradas y el puño molesto de aquel chico.
—¿Crees que puedes decirme maricón y salir caminando como si nada?
El resto de los chicos balbuceaban su aprobación, diciendo insultos que le dolían a Harry en un lugar muy profundo, debajo de la piel, de los pulmones y hasta del nido en el que guardaba lo que le quedaba de los besos que le daba a Louis.
—No te llame maricón —dijo finalmente. La voz le salía ronca por el miedo y el apretón de la camisa—, aunque no habría nada de malo con…
Paf.
Una mezcla entre cachetazo y puño, de lleno en su mentón y su labio
—Más te vale no haberme llamado marica —dijo Lowsley y lo golpeó otra vez.
Harry sabía que seguía hablando pero él apenas oía un zumbido confuso.
Se había golpeado la cabeza con la madera a sus espaldas debido al puñetazo, y ahora sentía algo húmedo y caliente bajando casi desde su coronilla.
Lowsley lo golpeó una vez más antes de que alguien lo tome por la nuca y lo empuje al piso.
—¿Estás bien, Harry? —La voz de Louis vibró encima del silbido insoportable en sus oídos. Asintió lentamente, y se llevó una mano a la cabeza.
Sintió la sangre y tuvo que hacer un gran esfuerzo para abrir los ojos y mirarse las manos embarradas en rojo.
—Jesús, está sangrando —dijo alguien. Harry no reconocía la voz.
Sintió unas manos firmes y pequeñas tomarlo por los hombros, no necesitó mirar para saber que era Louis.
Alguien le corrió un poco los rulos y ahogó un suspiro.
—Es… Sangra mucho —dijo ese alguien, probablemente Liam.
—Mierda… ¡Llama a alguien! Al entrenador. Una ambulancia, no sé —le ordenó Louis a quien fuera que tenía en frente, mientras se quitaba la camiseta—. Mantenla apretada aquí, ¿sí, bebé?
Harry asintió y… ugh. Le costaba tanto trabajo mantenerse en pie. Quería sentarse. Recostarse un poco.
Louis lo llamó otra vez.
—No te preocupes, ¿okay? Ya fueron a buscar a alguien y después me encargaré personalmente de romperle la cara a ese imbécil.
Harry abrió los ojos dificultosamente.
—No, no lo hagas —dijo—, es peligroso.
Louis le respondió con un gesto altanero, y le mostró la mano. Harry apenas podía ver más que el rojo chispeante en sus nudillos, difuso y oscuro, y la sonrisa vibrante de su novio.
—Imagínate cómo quedó su cara —bromeó, haciendo bailar sus dedos.
¤
Las cosas pasaron muy rápido después de eso. Un segundo después el entrenador estaba allí, y al siguiente estaban todos en la oficina del director, y después Louis le saludaba con una sonrisa cuando Harry se iba de la oficina acompañado por una médica.
El viaje al hospital se pasó volando, contando los dedos que una enfermera le ponía frente al rostro e intentando descubrir qué tanto cambiaría su vida después de ese día. No sólo en la escuela, con los profesores, con Lowsley y con sus amigos, pero con su madre, también, que estaba camino al hospital y que tendría tantas preguntas para hacerle.
Sintió algo así como miedo, pero un poco menos amargo. Por primera vez se preguntó realmente qué diría su madre (¡y su hermana!) cuando se enterara. Por primera vez pensó que quizá estaría decepcionada.
No pudo hablar con ella a solas hasta terminados los estudios. Siempre había un médico, enfermero, administrativo al que atender.
Estaban en el auto cuando finalmente salió el tema. Harry tenía vendada la cabeza de un modo tan ridículo que parecía un casco. Anne miraba el frente, y apretaba los dientes mientras conducía.
El semáforo estaba en rojo y Harry soltó las palabras repentinamente, sin pensarlas del todo.
—Lamento no habértelo dicho —dijo, porque ella sabía de todas formas. Estaría haciendo miles de preguntas, si no.
Anne suspiró y sonrió, y Harry pudo contar las lágrimas que rodaron por su mejilla.
—Está bien, bebé, no debe ser fácil, lo entiendo —respondió—. Me alegra que me lo digas ahora.
¤
Se suponía que dormía cuando golpearon la puerta. Harry lo escuchó aunque la de su dormitorio estaba cerrada y la radio estaba prendida, balbuceando canciones; era casi como si esperara la visita.
Se puso de pie tan rápido que le dio una puntada en la cabeza, pero salió con sus pijamas y en puntitas de todas formas.
Cuando llegó a la puerta del comedor guardó silencio y escuchó.
Era difícil entender del todo, porque hablaban bajo y el tele estaba prendido, pero Harry entendió lo suficiente.
—¿Por qué no nos lo dijeron, Louis? —lo regañó Anne—, el director me dijo que había chicos molestándolos de hace un tiempo, ¿no pensaron que nosotras podríamos haber hecho algo?
Louis no respondía.
—Ahora Harry está en cama y ¡gracias a dios que no es nada grave! Pero pudo serlo, Louis, ¿qué me hubieses dicho entonces?
—Lo siento —balbuceó. Hubo silencio un rato.
¿Estaba Louis llorando?
—Está bien… —lo calmó Anne, de golpe dejando atrás el tono rígido de hace un momento.
—No, no, no está bien —la interrumpió Louis—, no está bien que no te lo haya dicho y no está bien que no estuve ahí antes y no está bien que lo haga pasar por todo esto cuando el año que viene yo me iré y él quedará solo y… Fui tan egoísta, lo siento mucho, ma…
Harry parpadeó sereno en la oscuridad del pasillo. Las ideas fueron cobrando sentido poco a poco, las palabras de Louis cohesionando los pedazos sueltos.
¿Estás seguro de esto?
Porque Louis terminaba la escuela ese año, porque quién lo defendería en los pasillos, porque cómo se salvaría de ese golpe de más que acabe de reventarle la cabeza cuando él no estuviera para cuidarlo.
—Hey —habló Anne y Harry olvidó lo demás y volvió a acercar el oído—, nunca te disculpes por eso. Esto no fue tu culpa y ni tú ni Harry deben disculparse por querer estar juntos, ¿sí?
Harry asintió, aunque nadie le hablaba a él.
—Encontraremos la forma de hacer que funcione, hablaré con tu mamá, iremos a la escuela, ¿sí?
Finalmente Louis se dejó oír. Primero un sonoro ruido con la nariz y luego una carcajada que le hizo cosquillas a Harry en la panza.
—Sí…
¤
A la mañana siguiente no fue Anne quién lo despertó. Eran casi las diez y las cortinas seguían cerradas, pero la puerta se abrió y con ella entró olor a tostadas y café con leche.
Harry abrió los ojos con pereza, llevaba un rato en el vértice del sueño, oyendo los ruidos que venían de la cocina.
Louis sonreía apologéticamente y se acercaba con una bandeja balanceando las tazas.
—Buen día —le dijo, al notarlo despierto.
Harry sonrió y no pudo controlar un suspiro.
—Buen día.
¤
Resultó que Louis estaba suspendido por tres días, lo cual era estúpido porque sólo había defendido a Harry, pero mejor para ellos, porque lo acompañaría hasta que se mejore del todo.
Resultó también que Anne le dio copia de la llave para que fuera en la mañana a darle los remedios, ya que ella estaría trabajando, y que Louis seguía sintiéndose culpable aunque no tenía por qué.
Louis le contó todo lo que habían hablado la noche anterior —obviando las lágrimas— y Harry hizo de cuenta que no los había estado espiando.
Después de que terminó el desayunó llevó todo a la cocina y volvió descalzo a treparse con él al colchón.
Harry, que se había acostado en pijama, despertó como cada mañana semi-desnudo, así que mientras le explicaba todo lo que había dicho el médico, Louis recorría su torso y le acariciaba los pezones (los cuatro) riendo cuando le hacía cosquillas ya fuera porque era gracioso o para ocultar las lágrimas.
No lo presionaba demasiado, no comentaba nada cuando por instantes a Louis se le quebraba la voz, y hacía de cuenta que no notaba los intentos de pedir disculpas malcriándolo y ofreciéndole cosas (jugo, más café, otra frazada, etc).
Pero hubo un momento, ya cerca del mediodía: Estaban medio discutiendo en chiste si le haría mal a Harry jugar video juegos o no; Louis se apoyó en sus codos sobre el colchón y se acercó a besarlo y sus labios temblaron en los de Harry de un modo en el que nunca habían temblado jamás.
Cuando se separaron, Louis lo miró, y aunque no dijo nada, Harry pudo oírlo.
"¿Estás seguro de esto?"
—¿Estás tú seguro de esto? —le preguntó. Louis abrió más los ojos, sorprendido. Sonrió.
—Estoy seguro de que te quiero. De que quiero estar contigo. De que me encanta llamarte mi novio —le explicó sin dudar ni por un segundo, casi como si tuviera el discurso planeado—. No estoy seguro de que sea lo mejor…
Harry suspiró y sonrió también, sin dejar de acariciarle el cabello ni de mirarlo a los ojos.
—¿Qué es mejor que esto? —le preguntó.
Porque, en serio: la luz blanquecina que apenas se filtraba por las cortinas, reflejando en los ojos de Louis chispazos como cristales, sus labios rosados susurrándole en la cama, su flequillo cayéndole al costado, los dedos de Harry entrelazados en su cabello, la radio murmurando “when we can say goodnight and stay together” y la piel de Louis tan tibia, tan cerca suyo.
¿Qué había mejor que eso?
Que ellos, juntos.
—No digo que vaya a ser fácil —le dijo—, pero es que no sé si tengo opción, ¿sabes?
Louis asintió y cuando sonrió de vuelta, los ojos se le arrugaron, dejando caer un torrente lento y cristalino de lágrimas.
—Sí… Ya no sé si pueda vivir sin esto tampoco —admitió.
Acercó la cabeza a su cuello y la acomodó allí, y Harry se giró lentamente en el colchón (todavía le dolía la cabeza un poco) y lo abrazó con fuerza.
Louis esa mañana olía distinto: al parque aquel día, al café de hace un rato, a chocolate también y a limón. Sobre todo olía a una promesa que Harry no había escuchado todavía, dos palabras que le temblaban en los labios pero que no había aprendido a decir; una especie de lenguaje nuevo, todavía un poco confuso.
Y como no sabía que era eso que quería prometerle, en cambio le susurró lo que quedaba de canción, con la voz tan grave y bajita que se perdía en el silencio de la habitación.
Harry había escuchado la historia al menos quince veces (una por cada miembro del equipo como mínimo), pero cada vez que alguien se lo recordaba, volvía a sonreír como un idiota y a esperar en silencio que se la contaran de nuevo.
Las historias variaban un poco dependiendo el interlocutor. Según algunos, Louis estaba nervioso, según otros era tan directo que rayaba lo amenazante; a veces sus palabras eran llanas y claras y otras dramáticas, dignas de las películas preferidas de Harry.
Conociendo a Louis, tendría un poco de ambos, pensaba él. Lo imaginaba entrar al vestuario, al principio silencioso, meditativo; después, una vez que todos estuvieran allí, ansioso y expectante. Harry casi que podía verlo, carraspeando, para asegurarse de que su voz le saliera tan seria y grave como le era humanamente posible.
—Tengo tres cosas que decirles —había comenzado el discurso, seguramente planificado la noche anterior, cuando no podía dormir—: una, tengo novio. Sí, con una “o” al final, ¿algún problema?
Algunos cuantos soltaron risas nerviosas, pero la mayoría de las expresiones eran de sorpresa más uqe de burla.
—Dos —continuó—, ese novio es Harry.
Cuando Liam le contó la historia confesó que había estado tan sorprendido que no pudo evitar la seguidilla de preguntas:
—¿Harry rulos? ¿Harry de las gradas? ¿Harry que no puede acertar al arco ni aunque este a medio metro?
—Sí, ese Harry —respondió Louis.
Aquí es donde la historia variaba realmente. Según el relator, a veces Louis era tímido y vergonzoso al respecto, y otras sacaba pecho y un vozarrón que nadie le conocía.
Harry en cambio podría jurar que Louis había agachado la mirada (¿quizá para esconder la sonrisa?), mientras jugaba con la banda de capitán de golpe pesada en el brazo.
Quizá se había distraído un momento, hasta que la risa nerviosa de alguien lo trajo de vuelta a tierra, obligándolo a levantar su mirada desafiante.
—Y no creo que sea necesario que les diga que el que tenga un problema con eso, o con él, se las tendrá que ver conmigo.
Niall dijo que a Zayn le contaron que hubo un silencio espectral, que nadie se atrevía a decir mucho porque Louis parecía enojado de antemano y honestamente, era un poco escalofriante.
—Y eso era el tres, aclaro —dijo y se palmeó las rodillas antes de ponerse de pie—, ahora, ¡A entrenar!
¤
Cuando Harry le preguntó a Liam que habían dicho el resto de los chicos, él se encogió de hombros y siguió comiendo su hamburguesa.
—Nada, realmente. Algunos estaban sorprendidos, otros dicen que se lo veían venir. Todos pensamos que hacen una bonita pareja.
Harry se rascó la mejilla, pero él notó que sonreía y sonrió también. Le desordenó los rulos de modo juguetón, pero se detuvo apenas vio a Louis acercarse con la bandeja de comida.
—Además, más chicas para el resto, tú sabes —bromeó.
¤
Los rumores eran ridículos. Algunos decían que Jill era la tapadera de Harry, pero que Louis era tan celoso que tuvieron que acabar con la farsa. Otros decían que Harry engañaba a Jill con Louis y que ella los había encontrado un día teniendo relaciones en su cama.
Cómo se suponía que Harry y Louis habían llegado ahí era un misterio, que les hacía más gracia que otra cosa.
Cada vez que ellos se encontraban en los pasillos, entre clase y clase, o cuando Harry acompañaba a Louis al gimnasio, o cuando se tomaban de las manos aunque fuera un segundo en la cafetería, el ruido se apagaba de golpe y empezaban los murmullos.
A Harry un poco le daba igual —le molestaba, sí, pero, hey, tenía a Louis, ¿qué importaba lo demás?— pero su novio no pensaba lo mismo. Lo enfurecía de un modo que era nuevo en él, lo hacía gritar amenazas, soltar comentarios hirientes sobre cualquiera que murmurara cuando él estaba cerca y empujar un poco con demasiada fuerza a los grandulones que se reían de ellos en los recreos.
Esa parte estaba bien, pensaba Harry (bastante hot, de hecho, aunque no lo admitiría jamás). Pero es que después venían las tardes en el balcón, las manos encontrándose torpemente en los barandales y los besos con sabor a tabaco (Harry había perdido la cuenta de cuántos iban en algún momento después de los 70): Estarían riendo como si nada, y besándose como si todo, y Louis se apagaría de golpe, soltaría un suspiro, lo miraría a los ojos y le diría:
—Hey, ¿estás seguro de esto?
Harry ya no titubeaba cuando decía:
—Más seguro de que mi nombre es Harry.
—Es Harold, Haz.
—¡Es Harry! ¿Quieres ver mi identificación?
Las risas siempre volvían, también los besos y las bromas y los sueños un poco aterradores de un futuro juntos. Era delirante, quizá; todavía estaban en la escuela y ni siquiera habían hablado de la relación con sus madres, pero eso no les impedía planificar todo: desde las vacaciones que tomarían apenas Harry tuviera edad, hasta cómo adicionarían el año siguiente en el X Factor y se convertirían en estrellas.
Una noche, Louis había bostezado tanto que era ridículo que siga despierto. Harry apoyó los codos y se acercó a besarlo, y pensó en qué bonito sería poder estar en el parque otra vez para verlo quedarse poco a poco dormido, con la sonrisa tibia y los párpados pesados, y rascarse el ombligo entre sueños y susurrar un “te extrañaré" antes de dormirse.
Louis le devolvió cuatro besos, uno atrás del otro y estalló en carcajadas que se mezclaron con nuevos bostezos.
—Deberías ir a la cama —dijo Harry, todavía sonriendo—, tienes práctica mañana, será un día largo…
—Lo sé —suspiró. Se acercó hasta apoyar la cabeza en el hombro de Harry y él le acarició el cabello con la nariz. Esa noche sabía a flan, dulce y dorado—. Lo sé, pero no quiero —confesó.
Harry sacó los codos del barandal y lo abrazó tan cerca como pudo sin dañarse la cadera.
—Estaré aquí en la mañana.
—Lo sé, lo sé.
—Y nos veremos en la escuela.
—Sí…
Le acarició el cabello y lo acomodó suavemente hasta tenerlo frente suyo. Lo besó otra vez y Louis sonrió.
—Y vas a soñar conmigo de todas formas —bromeó.
La risa de Louis fue repentina y bonita, pero sobre todo sonora. Tanto que se separaron de golpe como si temieran que el ruido atrajera a las niñas.
Se besaron fugazmente y se dieron las buenas noches. Harry estaba a punto de entrar a su casa cuando Louis lo llamó.
—Hey, Haz —le dijo y meditó un segundo antes de continuar—, ¿en serio estás seguro de esto?
Él sabía a qué se refería aunque habían cambiado de tema hacía al menos una hora. Era la tercera vez que se lo preguntaba ese día.
—Estoy muy muy seguro, ¿sí?
Louis sonrió, asintiendo suavemente.
—Sólo chequeaba.
¤
El problema empezó en la clase de educación sexual.
Harry estaba distraído pensando en Louis, sobre todo en el beso que se habían dado esa mañana antes de llegar a la escuela: largo, húmedo, tan tibio y adictivo que les fue difícil soltarlo.
Su mente navegaba por territorios en los que procuraba no pensar, pero que al mismo tiempo le despertaban una curiosidad desmedida.
Recordaba el cuerpo de Louis en el verano, el torso desnudo con un chispazo de vello en el pecho, los muslos firmes, las pantorrillas musculares. Las mejillas coloradas del sol y la respiración agitada después de estar toda la tarde jugando en el patio de Liam.
Quería su cuerpo; lo quería para hacerle miles de cosas, pero no sabía qué.
Okay. Quizá si sabía qué, pero no sabía cómo.
Por dónde empezar.
En su mente, por suerte, la tarea era más fácil. No se detenía a pensar en cosas incómodas, en cómo llegar a las situaciones, en qué lugar físico, o en qué momento. Además el Harry de sus fantasías era confidente y talentoso, hacía cosas con su boca que derretían a Louis, lo ponía a temblar del modo en que él temblaba de placer cada noche, pensando en eso.
Es que Harry quería el cuerpo de Louis y quería desahogar algo la ansiedad que le carcomía los nervios pero a veces simplemente quería darle a Louis todo lo que él era, a cambio de lo feliz que lo hacía.
Así que Harry pensaba en eso, y no prestaba atención a la clase. Ni a lo que decía la profesora ni a los chistes y comentarios de sus compañeros.
De hecho no escuchó del todo el comentario de Lowsley; apenas si escuchó el silencio helado y notó las miradas curiosas.
La profesora carraspeó.
—Esto no se trata de la elección sexual de nadie —dijo—, algunas parejas heterosexuales y homosexuales realizan esta práctica y es importante que conozcan los riesgos y precauciones…
Lowsley la interrumpió otra vez.
—Bueno pero a Harry aquí le gusta por el culo, sólo decía que le resultará útil la clase.
Harry frunció el ceño. La mitad de la clase ahogó un suspiro y la otra mitad o murmuraba o reía por lo bajo.
Había algo terriblemente malicioso en el tono de aquel chico, algo triste y oscuro que en vez de intimidarlo o humillarlo, lo hizo sentir más confidente.
—Hey, yo ya sé todo lo que tengo que saber, pero si te estás sintiendo curioso haz todas las preguntas que quieras. Apuesto a que la profesora te quitará cualquier duda.
Sintió un regocijo, una pequeña ola de poder cuando la clase rio con él. Lowsley apretó los labios y cuando finalmente estuvo a punto de hablar, la profesora se le adelantó.
—No era necesario, Styles —dijo intentando sonar regañona aunque sonreía—, y Lowsley, me gustaría conversar con Ud. Al final de la clase.
Harry volvió a lo suyo, a pensar en Louis y en el beso de esa mañana y a fantasear escenarios sencillos y relajados en los que probarle a Louis lo mucho que lo amaba.
Para cuando sonó el timbre del recreo, había olvidado completamente el incidente.
¤
La cuestión fue que él lo había olvidado, pero Lowsley no.
Más tarde ese día, en los pocos metros que separaban la escuela del gimnasio, él y algunos de sus amigos lo acorralaron contra las escalinatas.
—¿Te crees gracioso? —le preguntó casi escupiéndole al hablar.
Harry era alto para su edad pero Lowsley parecía un gigante a su lado.
Harry pensaba alguna respuesta ingeniosa cuando el chico lo tomó por el cuello de la camiseta y lo empujó contra las gradas. Su hombro estaba presionado por una tuerca molesta en las gradas y el puño molesto de aquel chico.
—¿Crees que puedes decirme maricón y salir caminando como si nada?
El resto de los chicos balbuceaban su aprobación, diciendo insultos que le dolían a Harry en un lugar muy profundo, debajo de la piel, de los pulmones y hasta del nido en el que guardaba lo que le quedaba de los besos que le daba a Louis.
—No te llame maricón —dijo finalmente. La voz le salía ronca por el miedo y el apretón de la camisa—, aunque no habría nada de malo con…
Paf.
Una mezcla entre cachetazo y puño, de lleno en su mentón y su labio
—Más te vale no haberme llamado marica —dijo Lowsley y lo golpeó otra vez.
Harry sabía que seguía hablando pero él apenas oía un zumbido confuso.
Se había golpeado la cabeza con la madera a sus espaldas debido al puñetazo, y ahora sentía algo húmedo y caliente bajando casi desde su coronilla.
Lowsley lo golpeó una vez más antes de que alguien lo tome por la nuca y lo empuje al piso.
—¿Estás bien, Harry? —La voz de Louis vibró encima del silbido insoportable en sus oídos. Asintió lentamente, y se llevó una mano a la cabeza.
Sintió la sangre y tuvo que hacer un gran esfuerzo para abrir los ojos y mirarse las manos embarradas en rojo.
—Jesús, está sangrando —dijo alguien. Harry no reconocía la voz.
Sintió unas manos firmes y pequeñas tomarlo por los hombros, no necesitó mirar para saber que era Louis.
Alguien le corrió un poco los rulos y ahogó un suspiro.
—Es… Sangra mucho —dijo ese alguien, probablemente Liam.
—Mierda… ¡Llama a alguien! Al entrenador. Una ambulancia, no sé —le ordenó Louis a quien fuera que tenía en frente, mientras se quitaba la camiseta—. Mantenla apretada aquí, ¿sí, bebé?
Harry asintió y… ugh. Le costaba tanto trabajo mantenerse en pie. Quería sentarse. Recostarse un poco.
Louis lo llamó otra vez.
—No te preocupes, ¿okay? Ya fueron a buscar a alguien y después me encargaré personalmente de romperle la cara a ese imbécil.
Harry abrió los ojos dificultosamente.
—No, no lo hagas —dijo—, es peligroso.
Louis le respondió con un gesto altanero, y le mostró la mano. Harry apenas podía ver más que el rojo chispeante en sus nudillos, difuso y oscuro, y la sonrisa vibrante de su novio.
—Imagínate cómo quedó su cara —bromeó, haciendo bailar sus dedos.
¤
Las cosas pasaron muy rápido después de eso. Un segundo después el entrenador estaba allí, y al siguiente estaban todos en la oficina del director, y después Louis le saludaba con una sonrisa cuando Harry se iba de la oficina acompañado por una médica.
El viaje al hospital se pasó volando, contando los dedos que una enfermera le ponía frente al rostro e intentando descubrir qué tanto cambiaría su vida después de ese día. No sólo en la escuela, con los profesores, con Lowsley y con sus amigos, pero con su madre, también, que estaba camino al hospital y que tendría tantas preguntas para hacerle.
Sintió algo así como miedo, pero un poco menos amargo. Por primera vez se preguntó realmente qué diría su madre (¡y su hermana!) cuando se enterara. Por primera vez pensó que quizá estaría decepcionada.
No pudo hablar con ella a solas hasta terminados los estudios. Siempre había un médico, enfermero, administrativo al que atender.
Estaban en el auto cuando finalmente salió el tema. Harry tenía vendada la cabeza de un modo tan ridículo que parecía un casco. Anne miraba el frente, y apretaba los dientes mientras conducía.
El semáforo estaba en rojo y Harry soltó las palabras repentinamente, sin pensarlas del todo.
—Lamento no habértelo dicho —dijo, porque ella sabía de todas formas. Estaría haciendo miles de preguntas, si no.
Anne suspiró y sonrió, y Harry pudo contar las lágrimas que rodaron por su mejilla.
—Está bien, bebé, no debe ser fácil, lo entiendo —respondió—. Me alegra que me lo digas ahora.
¤
Se suponía que dormía cuando golpearon la puerta. Harry lo escuchó aunque la de su dormitorio estaba cerrada y la radio estaba prendida, balbuceando canciones; era casi como si esperara la visita.
Se puso de pie tan rápido que le dio una puntada en la cabeza, pero salió con sus pijamas y en puntitas de todas formas.
Cuando llegó a la puerta del comedor guardó silencio y escuchó.
Era difícil entender del todo, porque hablaban bajo y el tele estaba prendido, pero Harry entendió lo suficiente.
—¿Por qué no nos lo dijeron, Louis? —lo regañó Anne—, el director me dijo que había chicos molestándolos de hace un tiempo, ¿no pensaron que nosotras podríamos haber hecho algo?
Louis no respondía.
—Ahora Harry está en cama y ¡gracias a dios que no es nada grave! Pero pudo serlo, Louis, ¿qué me hubieses dicho entonces?
—Lo siento —balbuceó. Hubo silencio un rato.
¿Estaba Louis llorando?
—Está bien… —lo calmó Anne, de golpe dejando atrás el tono rígido de hace un momento.
—No, no, no está bien —la interrumpió Louis—, no está bien que no te lo haya dicho y no está bien que no estuve ahí antes y no está bien que lo haga pasar por todo esto cuando el año que viene yo me iré y él quedará solo y… Fui tan egoísta, lo siento mucho, ma…
Harry parpadeó sereno en la oscuridad del pasillo. Las ideas fueron cobrando sentido poco a poco, las palabras de Louis cohesionando los pedazos sueltos.
¿Estás seguro de esto?
Porque Louis terminaba la escuela ese año, porque quién lo defendería en los pasillos, porque cómo se salvaría de ese golpe de más que acabe de reventarle la cabeza cuando él no estuviera para cuidarlo.
—Hey —habló Anne y Harry olvidó lo demás y volvió a acercar el oído—, nunca te disculpes por eso. Esto no fue tu culpa y ni tú ni Harry deben disculparse por querer estar juntos, ¿sí?
Harry asintió, aunque nadie le hablaba a él.
—Encontraremos la forma de hacer que funcione, hablaré con tu mamá, iremos a la escuela, ¿sí?
Finalmente Louis se dejó oír. Primero un sonoro ruido con la nariz y luego una carcajada que le hizo cosquillas a Harry en la panza.
—Sí…
¤
A la mañana siguiente no fue Anne quién lo despertó. Eran casi las diez y las cortinas seguían cerradas, pero la puerta se abrió y con ella entró olor a tostadas y café con leche.
Harry abrió los ojos con pereza, llevaba un rato en el vértice del sueño, oyendo los ruidos que venían de la cocina.
Louis sonreía apologéticamente y se acercaba con una bandeja balanceando las tazas.
—Buen día —le dijo, al notarlo despierto.
Harry sonrió y no pudo controlar un suspiro.
—Buen día.
¤
Resultó que Louis estaba suspendido por tres días, lo cual era estúpido porque sólo había defendido a Harry, pero mejor para ellos, porque lo acompañaría hasta que se mejore del todo.
Resultó también que Anne le dio copia de la llave para que fuera en la mañana a darle los remedios, ya que ella estaría trabajando, y que Louis seguía sintiéndose culpable aunque no tenía por qué.
Louis le contó todo lo que habían hablado la noche anterior —obviando las lágrimas— y Harry hizo de cuenta que no los había estado espiando.
Después de que terminó el desayunó llevó todo a la cocina y volvió descalzo a treparse con él al colchón.
Harry, que se había acostado en pijama, despertó como cada mañana semi-desnudo, así que mientras le explicaba todo lo que había dicho el médico, Louis recorría su torso y le acariciaba los pezones (los cuatro) riendo cuando le hacía cosquillas ya fuera porque era gracioso o para ocultar las lágrimas.
No lo presionaba demasiado, no comentaba nada cuando por instantes a Louis se le quebraba la voz, y hacía de cuenta que no notaba los intentos de pedir disculpas malcriándolo y ofreciéndole cosas (jugo, más café, otra frazada, etc).
Pero hubo un momento, ya cerca del mediodía: Estaban medio discutiendo en chiste si le haría mal a Harry jugar video juegos o no; Louis se apoyó en sus codos sobre el colchón y se acercó a besarlo y sus labios temblaron en los de Harry de un modo en el que nunca habían temblado jamás.
Cuando se separaron, Louis lo miró, y aunque no dijo nada, Harry pudo oírlo.
"¿Estás seguro de esto?"
—¿Estás tú seguro de esto? —le preguntó. Louis abrió más los ojos, sorprendido. Sonrió.
—Estoy seguro de que te quiero. De que quiero estar contigo. De que me encanta llamarte mi novio —le explicó sin dudar ni por un segundo, casi como si tuviera el discurso planeado—. No estoy seguro de que sea lo mejor…
Harry suspiró y sonrió también, sin dejar de acariciarle el cabello ni de mirarlo a los ojos.
—¿Qué es mejor que esto? —le preguntó.
Porque, en serio: la luz blanquecina que apenas se filtraba por las cortinas, reflejando en los ojos de Louis chispazos como cristales, sus labios rosados susurrándole en la cama, su flequillo cayéndole al costado, los dedos de Harry entrelazados en su cabello, la radio murmurando “when we can say goodnight and stay together” y la piel de Louis tan tibia, tan cerca suyo.
¿Qué había mejor que eso?
Que ellos, juntos.
—No digo que vaya a ser fácil —le dijo—, pero es que no sé si tengo opción, ¿sabes?
Louis asintió y cuando sonrió de vuelta, los ojos se le arrugaron, dejando caer un torrente lento y cristalino de lágrimas.
—Sí… Ya no sé si pueda vivir sin esto tampoco —admitió.
Acercó la cabeza a su cuello y la acomodó allí, y Harry se giró lentamente en el colchón (todavía le dolía la cabeza un poco) y lo abrazó con fuerza.
Louis esa mañana olía distinto: al parque aquel día, al café de hace un rato, a chocolate también y a limón. Sobre todo olía a una promesa que Harry no había escuchado todavía, dos palabras que le temblaban en los labios pero que no había aprendido a decir; una especie de lenguaje nuevo, todavía un poco confuso.
Y como no sabía que era eso que quería prometerle, en cambio le susurró lo que quedaba de canción, con la voz tan grave y bajita que se perdía en el silencio de la habitación.
liliumpumilum
Página 2 de 3. • 1, 2, 3
Temas similares
» Is this love? |Larry Stylinson|
» Let me love you. Larry Stylinson
» Same Love {Larry Stylinson}
» I’m in love with you [Larry Stylinson] O.S
» love me like you do larry stylinson
» Let me love you. Larry Stylinson
» Same Love {Larry Stylinson}
» I’m in love with you [Larry Stylinson] O.S
» love me like you do larry stylinson
O W N :: Archivos :: Novelas Abandonadas
Página 2 de 3.
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.
Miér 20 Nov 2024, 12:51 am por SweetLove22
» My dearest
Lun 11 Nov 2024, 7:37 pm por lovesick
» Sayonara, friday night
Lun 11 Nov 2024, 12:38 am por lovesick
» in the heart of the circle
Dom 10 Nov 2024, 7:56 pm por hange.
» air nation
Miér 06 Nov 2024, 10:08 am por hange.
» life is a box of chocolates
Mar 05 Nov 2024, 2:54 pm por 14th moon
» —Hot clown shit
Lun 04 Nov 2024, 9:10 pm por Jigsaw
» outoflove.
Lun 04 Nov 2024, 11:42 am por indigo.
» witches of own
Dom 03 Nov 2024, 9:16 pm por hange.