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Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
popular ruining.
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Re: popular ruining.
No saben cuantas ganas tengo de comentar (?) ah. Pero me estoy muriendo de cansancio y eso (?) quería dejar constancia de que me leí los capítulos y que ambos están maravillosos ;-; me dieron muchas ideas, así que mañana subo mí capítulo y comento ;-;
Cuídense, besotes<3
Cuídense, besotes<3
Charlie.
Re: popular ruining.
Perdón por la tardanza :c he tenido una semana agitada y bastante extraña (?). He estado escribiendo y espero subir mañana. Discúlpenme, enserio :c
Cuídense, besotes<33
Cuídense, besotes<33
Charlie.
capítulo 07.
Capítulo 07.
Kyle Rickford.
— Esto no puede estar pasando – repitió Sophia, aun en shock.
Posé una mano en su hombro al momento en el que Brian dejó caer su mano sobre la de ella y la tomó para consolarla. Intercambiamos una mirada de angustia y, aunque no estuviese llorando a mares como ellas lo hacían, sabían que sentía el mismo miedo y dolor que ellas.
No era una persona que mostraba sus sentimientos con facilidad. No exponía mi tristeza ni mi felicidad, porque me había acostumbrado a ello, mejor dicho, mis hermanas me habían acostumbrado a ello. Con tres hermanas, todas perfeccionistas y competitivas, era lógico que aprendiera a esconder mis sentimientos de ellas, que ya no llorase en momentos crítico o que les mostrase algún signo de debilidad. Aparte de mis ataques de ira y de pánico que solían darme en situaciones de estrés.
Aparté de mi cabeza cualquier recuerdo de mi vida en Estados Unidos. Lamentablemente me había mudado de ese infierno para llegar a otro. No obstante, lidiar con Niall no era nada comparado con Kaidan, Kenia y Kendra.
Negué con la cabeza mientras cerraba los ojos y recordaba las palabras de papá unas cuantas horas antes de enterarnos de lo sucedido con Georgia:
— Las gemelas vendrán a Londres – había dicho seriamente – quieren vernos. Creo que de verdad te extrañan, Kaled.
¿Cómo era posible que las arpías de Kendra y Kenia me extrañaran, después de todo lo que me hicieron pasar? Dios, esas dos debían haber estado planeando algo o, simplemente, se hartaron de la presión como yo y decidieron huir.
Regresé al presente y observé una vez más como Brian abrazaba con fuerza a Sophia. Antes de que pudiese pensarlo, si quiera, me uní al abrazo sin decir una sola palabra.
Jamás pensé que, literalmente, la vida podía cambiar de un segundo a otro. Ninguna de nosotras pensó o se le cruzó por la mente que Georgia sufriría un accidente al ir rumbo a su casa. No obstante, según los reportes que la enfermera nos había dado hace unos minutos atrás, todo estaba bien con Georgia, lo único que debíamos hacer, era esperar a que ella despertara del coma al cual la habían inducido.
Mi corazón seguía latiendo a un ritmo desenfrenado cuando la silla chirrió en nuestra mesa. Abrí los ojos y me topé con la mirada enrojecida de Quinnie. Estaba más que alterada, más de lo que estaba cuando nos alejamos de ella. Ella dejó un par de cafés en el centro de la mesa y apoyó los codos en ésta, dejando caer su barbilla sobre sus manos.
— Todo saldrá bien – continúo Brian, con cierto nerviosismo en su voz.
— Ella estará bien – me uní a ella – Georgia es fuerte, ya saben lo testaruda que es la muchacha – agregué con un poco más de humor, sacándole una pequeña sonrisa a las chicas.
Sophia pasó el dorso de su mano por su nariz y se limpió las lágrimas con el puño de su abrigo una vez más.
— Los simios están aquí – finalmente habló, escupiendo las palabras con lo que parecía un sabor amargo.
— ¿Cómo que están aquí? – solté, con molestia tiñendo mi voz.
— Los acabo de ver – murmuró Alex, con la mirada fija en la mesa – mientras hablaba con el… el paramédico, eh… Luke – continúo y sus mejillas se tornaron levemente rojizas.
Alcé las cejas de la misma manera en la que atinaron las chicas al notar las mejillas sonrojadas de Quinnie delante de nosotras. Ella nos miró rápidamente para luego comenzar a jugar con sus dedos. Sonreí.
— Así que… ¿Luke? – comenzó Brian, aun con sus brazos encerrando a Sophia, a modo de protección.
— Sí… éste, me pidió mi número de teléfono – susurró más que para nosotras, para sí misma.
— ¿Qué el qué? – inquirí, con una pequeña sonrisa aflorando en mi rostro.
— Me pidió mí número telefónico – repitió con voz aun más baja, observando hacia todos los lugares de la cafetería, menos hacia nuestros rostros.
Por un momento dejé pasar el hecho de que Georgia se encontraba en un estado de coma inducido, producto del accidente. También olvidé el hecho de que los idiotas se encontraban en el hospital, no sabía que tan cerca de nosotras. Pero, me alegré. Me olvidé de todo y me alegré por Quinnie, pues sabía muy bien lo tímida y retraída que podía llegar a ser.
Le sonreí de oreja a oreja cuando ella levantó la mirada confundida ante el silencio que se había creado. Probablemente ella pensó que nos habríamos puesto a chillar y a molestarla debido a su confesión, no obstante, todas parecíamos estar felizmente sorprendidas con la noticia.
La noche anterior había sido un martirio luego de que los imbéciles entraran a la cafetería del hospital. No hicieron nada más que molestarnos y burlarse de nosotras para pasar el tiempo, aunque debo admitir que luego de sobrepasar mi límite de idioteces y que nos hicieran enojar a Sophia y a mí, las cosas se calmaron un poco.
Cerré aun más mis ojos cuando las cortinas de mi habitación se abrieron y los pasos de mi padre se acercaron lentamente hasta mi cama. Presioné mis párpados y tapé mi cabeza con la almohada mientras soltaba un gruñido.
— Es sábado – refunfuñé – y me quedé hasta tarde en el hospital, esperando que Georgia despertara – murmuré a modo de explicación, con la intención de que me dejara quedarme en cama por unas cuantas horas más.
— Lo siento, pequeña. Pero tus hermanas están en el aeropuerto y debes estar lista para cuando lleguen a casa.
Abrí mis ojos a tope, me congelé en medio de mi cálida cama. ¿Cómo había podido olvidar que las gemelas vendrían por un par de días, mientras duraran sus vacaciones de primavera?
— No lo olvidaste, ¿verdad? – preguntó mi padre con ese tono burlón que lo caracterizaba.
— ¡Dios! – solté, escondiendo mi cama bajo las colchas.
— Kaled… - suspiro con diversión – son tus hermanas, no importa cuanto hayan peleado en el pasado o cuantas veces las hiciste pasar vergüenza o viceversa, ustedes son casi adultas.
— Casi. – Repetí – ellas tienen veinte años y aun no maduran – espeté con voz sorda, gracias a la almohada que me cubría.
— Seguramente te han extrañado. No veo otra razón para que desperdiciasen sus vacaciones de primavera en venir a Londres – razonó.
Rodé los ojos sabiendo que el señor Rickford no podía verme. Seguramente las gemelas tendrían alguna razón oculta para haber hecho el viaje a Londres. Seguramente mamá volvió a fastidiarlas, o quizá Kaidan explotó en un intento de liberarse de la presión y ellas escaparon antes de que mi hermana mayor matara a quien se le cruzara por delante, ¿quién sabe? Esas dos son astutas, demasiado astutas.
Repasé con la mirada la mesa, esperando que todo estuviese en el lugar correcto. Maura –la esposa de papá–, me había encargado arreglar la mesa y ayudarla con lo preparativos para la cena que hacía en honor a las gemelas y a su, no tan agradable, visita.
Mi teléfono vibró dentro del bolsillo de mi pantalón, alertándome que Brian me estaba llamando.
— Hola, hola – saludó con simpatía, tal como siempre - ¿cómo está todo, Kyle? – inquirió de manera inmediata.
— Hola, Bunny – saludé rápidamente – bah, las cosas están como siempre, aunque hay que agregar que los demonios están en camino – contesté – y tú, ¿qué tal las cosas con Malik? – cuestioné con tono burlón. Desde que nos había dicho lo sucedido con él, no había ocasión en la que no le sacáramos eso en cara.
— Muy graciosa, Kyle – suspiró con pesadez – debería preguntar sobre Sam, entonces – contraatacó con sorna - ¿no es así?
— Bien, declaro un empate – reí.
— Me parece justo – bufó entre dientes al momento que alguien ingresó a la sala.
Volteé cuidadosamente para encontrarme con Niall aun portando su pijama, se frotaba los ojos con ambas manos mientras bostezaba haciendo un ruido molesto para mis oídos.
— Quería saber si… podías acompañarme más tarde al centro comercial y a un par de tiendas. Me gustaría llevarle algo a Georgia ¿te parece?
— Es una excelente idea, Brian – sonreí volteándome antes de que el rubio despertara del todo – te llamo cuando el circo cierre – murmuré con sarcasmo – el orangután recién despierta y Tweedledee junto con Tweedledum están por llegar del aeropuerto.
— Suerte amiga – dijo seriamente – que la fuerza te acompañe – agregó rompiendo en risas.
— Gracias. Igualmente, Bunny. Sigue el camino del bien y no caigas en el pecado – me burlé – te llamo más tarde. Adiós.
— Adiós, Kyle – finalizó la llamada.
— Supongo que tus hermanas son más insoportables que tú – la voz de Niall, teñida de burla me hizo apretar aun más los puños.
— No tienes idea, hadita. – me limité a contestar con voz tensa.
— ¿Sabes? – Inquirió alzando las cejas, dando un par de pasos en mi dirección para coger la manzana en el frutero, junto a mí – no creo que nadie sea más insoportable que tú.
— ¿enserio? – Fingí, abrí mi boca fingiendo sorpresa – ay, Niall. Esa es la cosa más dulce que me has dicho – batí mis pestañas en señal de sarcasmo – diría lo mismo, pero a diferencia de ti y el séquito de idiotas, yo sí sé lo que la palabra insoportable significa.
Kendra y Kenia se lanzaron encima de mí, como si estuviesen viendo a su ídolo; Justin Timberlake en la habitación. Ambas tiraron sus maletas, desparramándolas por el suelo y se lanzaron a mis brazos como si de verdad me hubiesen extrañado. Esas dos eran unas increíbles actrices, había que darles crédito por eso.
— ¡Kaled! – chilló Kenia estrujándome tan fuerte como sus brazos podían.
Me limité a gemir cuando Kendra se unió al abrazo y me apretujaron una vez más. Unas masas rubias de cabello y dos pares de ojos verdes eran lo único que podía ver con tanto ajetreo entre las gemelas.
Podía escuchar, a lo lejos, las risas de mi padre y como Maura le hablaba de lo feliz que se sentía de que sus hijas estuvieran juntas. Más allá oía bufar a Niall debido a la “muestra de afecto” que mis hermanas me ofrecían.
— Estás tan grande – sollozó Kendra, quitándose lo que parecía una lágrima.
¿Enserio? Tan desesperabas estaban por armar un buen espectáculo ante los ojos de mi padre.
— Y finalmente, acá están – mi padre se acercó a nosotras y nos dio un abrazo a las tres.
Seguía sin poder hilar una oración coherente. La actitud de esas dos me estaba dando mala espina, la presencia de Maura y Niall como espectadores me incomodaba cada vez más y la comodidad de mi padre ante la situación –sabiendo el antiguo historial que mis hermanas y yo compartíamos- me hacía estremecer.
Luego de lo que parecieron unos eternos segundos, papá se separó de nosotras y tomó las maletas de mis hermanas para llevarlas a su respectiva habitación y Maura lo siguió, dejándonos en la puerta de entrada a Niall, mis hermanas y yo.
Al instante en el que el señor Rickford desapareció, mi actitud y la de las gemelas cambió, dejando a Niall confundido y sin palabras.
— Así que, ¿éste es el adefesio que tienes por hermanastro? – preguntó Kenia con una sonrisa socarrona apareciendo en su rostro. Si bien la relación que compartíamos era pésima, esas dos sabían escucharme cuando lo necesitaba.
Sonreí ante la mueca de sorpresa de Niall.
— Supongo que cree que te tiene en tú lugar, ¿no es así? – Kendra sonrío.
Me encogí de hombros. Niall no sabía nada de mí, ni de la relación que compartía con mis hermanas, a pesar de todos los años que habíamos convivido juntos.
— Han cambiado muchas cosas – comenté cruzándome de brazos.
— No me digas que dejaste las bromas pesadas, Kyle. Eran tú fuerte – Kenia río con fuerza. – como también lo era escaparte de noche junto con tus amiguitos.
La fulminé con la mirada, conciente de cada uno de los movimientos y gestos de sorpresa del rubio, quien aun no era capaz de darse cuenta de lo que estaba sucediendo.
— Parece que le faltan un par de neuronas – puntualizó Kenn, cambiando su mirada hacia el rubio.
— No ha captado el mensaje aún – Agregó Kenia – quizá es retrasado.
— Nah, seguramente es sólo un estúpido – contestó Kendra posando sus manos en su barbilla, dando un paso más cerca de Niall - ¿necesitas un letrero de neón que te indique que te vayas? – inquirió con aun más rudeza – o quizá, ¿un cartel? ¿O prefieres que lo dibuje con peras y manzanas?
Y ahí estaban. Las típicas gemelas que recordaba hace un par de años antes de mudarme. Con su agresividad y sarcasmo inminente, brotando en cada una de sus palabras, dando a conocer su siguiente amenaza.
Horan parpadeó sin darle crédito a las palabras de Kendra mientras que Kenia gruñía con frustración.
— Mueve tú trasero, chico. No estoy de humor como para soportar a un pendejo – puntualizó Kenia.
Apoyé mi espalda contra el poste del pórtico con una auténtica sonrisa apareciendo en mi rostro al ver como el rubio se retiraba. Estaba tan confundido que dudaba que hubiese entendido que mierda les pasaba a mis hermanas. Puede que haya concluido, como muchos, que tenían algún problema de personalidad o algo por el estilo. Pero la realidad era diferente, ellas habían desarrollado una manera diferente de canalizar la presión y todo el estrés por el que pasábamos cuando estábamos cerca de mamá. Ellas se convirtieron en matonas y yo sufría un ataque de pánico cada vez que no podía soportar la presión.
A sus veinte años, Kenia y Kendra se encontraban yendo a la universidad de Nueva York. Kenia, estudiante de música y, por su parte, Kendra estudiaba administración. Tan diferentes una a la otra, sin embargo, se complementaban de manera impresionante.
— Kyle – Kenn murmuró.
Alcé la mirada hacia ellas, quienes tan rápido como se habían encabronado con el duende, habían cambiado sus semblantes por unos más pacíficos cuando su mirada recayó en mí nuevamente.
No sabía exactamente que es lo que sucedía con ellas, pero me preocupaba el hecho de que ellas se estaban comportando de aquella manera. Cualquiera pensaría que actuaban como dos adultas normales que se alegraban de ver a su hermana menor luego de cuatro años, en los que con suerte, nos comunicábamos por teléfono.
Sus miradas no hacían nada más que estudiarme. El silencio se prolongaba entre nosotras sin que ninguna quisiera romper el silencio, el que poco a poco me ponía más incómoda y tensa de lo que me encontraba.
— Sinceramente – susurré – dígame sinceramente por qué están aquí – pedí sin apartar los ojos de ellas.
— Kaidan tuvo un problema con mamá – contestó Kendra – y todas caímos en él.
— ¡Para lo único que regresan es a darme problemas! - chillé golpeando la mesa delante de mí.
Los brazos de Sam no tardaron en cubrirme y abrazarme con fuerza, tratando de decirme, sin palabras, que todo estaría bien. Que él estaba conmigo en ese momento.
Brian se lanzó a mi lado pasando sus brazos por los espacios libres que dejaban los brazos de Sam. Su apoyo me hacía sentir mejor en ese momento.
Nos encontrábamos en casa de Brian, esperando que las demás llegasen mientras yo les contaba con lujo de detalles cada una de las cosas que mis hermanas me habían dicho con anterioridad.
Seguía sin creer que mi madre había actuado de esa manera, por el simple hecho de que otra de sus hijas, se fue de su lado. Daphne seguía sin superar que escogí a mi padre por sobre ella al momento de las declaraciones ante el juez, antes de que se divorciaran.
Y, en ese momento, en el que Kaidan le había dicho que estaba embarazada y que ya no seguiría soportando la mierda de ella, sumada con la rebelión de las gemelas y su apoyo hacia Kaidan, mi madre enloqueció. Enloqueció e hizo una cosa, la que ninguna de nosotras pensó jamás que podría llegar a hacer.
Vació nuestras cuentas. Cuentas que tanto ella como papá habían creado para nuestras carreras universitarias y había desaparecido como si nada más le importase.
— Ellas solo están aquí para informarte lo que hizo tú madre – habló Sam, por sobre mi cabello.
— Tú madre está jodida – puntualizó Bunny.
— La situación es una mierda – gruñí escondiendo mi cabeza en el pecho de Sam.
— Lo es, con letras mayúsculas – Brian acarició mi espalda y el timbre sonó un segundo después – deben ser las chicas – saltó de la cama con poco entusiasmo, antes de salir de la habitación y darme una mirada apenada.
Sam suspiró posando sus labios en mí frente. Pude sentir un cosquilleo en cada parte de mi cuerpo con el solo roce de sus labios en mi frente. Sus dedos cepillaban mi cabello al mismo tiempo que él buscaba las palabras correctas para consolarme.
— ¿Qué crees que hará tú padre cuando tus hermanas le cuenten?
Solté un suspiro.
— Comenzarán las acciones legales. La buscará hasta encontrarla y la dejará en la calle. Mi padre es capaz de eso y más.
— Esto es jodido – rascó su nuca – primero lo que pasó con Georgia y ahora esto – meneó su cabeza y sonrió de pronto – al menos me tienes a mí y a las chicas para soportar lo que está pasando. Eso es bueno ¿no es así? – tocó mi barbilla con sus dedos y me obligó a mirarlo.
— No todo es tan malo cuando estoy con ustedes – sonreí al ver su sonrisa genuina surcar su rostro.
— Ay, pero si son tan tiernos – Sophia nos interrumpió con una sonrisa burlona cuando entra a la habitación de Bunny.
— ¿No son la cosa más adorable del mundo? – preguntó Alex siguiéndole el juego mientras se lanzaba a la cama, junto con nosotros.
Blanqueé los ojos e ignore sus miradas burlonas sobre nosotros y me acomodé contra el regazo de Sam. Ellas se observaron antes de romper en carcajadas y burlarse de nosotros. Bunny entró a su propia habitación segundos más tarde con el ceño fruncido y una actitud diferente.
Todas supimos que ellos se encontraban ahí, también.
Eran casi las dos de la mañana y nosotros seguíamos hablando con Georgia por teléfono. Seguramente los padres de Bunny la matarían después, pero en ese momento no le importo el hecho de que hablábamos y hablábamos a rienda suelta.
Bunny se mantenía sentada en uno del puf de color verde pálido, de su habitación, con Sophia echada a su lado, mientras que Alex estaba sentada en la cama con las piernas cruzadas y Sam y yo nos encontrábamos junto a ella.
Los padres de Brian no se encontraban en casa, lo que nos permitió a todos quedarnos hasta que a ella se le antojase. Mis padres, por su cuenta, no tenían problema, en parte, porque el fenómeno rubio estaba en el piso de abajo.
— Necesito ir al baño – quité la lágrima que se había escapado producto de mis risas descontroladas.
Los chicos asintieron antes de romper nuevamente en carcajadas debido a los comentarios bizarros que tanto Georgia –en el teléfono– como Bunny soltaban sin ninguna censura.
Me apresuré en levantarme y salir de la habitación, teniendo cuidado de cerrar la puerta en cuanto salí de ahí, pues no quería que cualquiera de los imbéciles pasara por ahí como un espectador de nuestras tonterías. Me adentré en el pasillo, di la vuelta a la izquierda y llegué al baño en menos de dos segundos. Posé mi mano derecha en la perilla de la puerta antes de que ésta se abriese casi por sí sola, dando a conocer la musculosa figura del castaño de ojos marrones.
Su mirada se posó en mí de manera rápida y una silenciosa sonrisa se comenzó a formar en sus labios tan rápidamente como me había visto.
— Muévete, Payne – pedí, con voz dura.
El rió. Su voz vibró en el pasillo mientras que se apoyaba en el marco de la puerta, impidiéndome la entrada al baño. Rodé los ojos y solté un suspiro cuando crucé mis brazos por sobre mi pecho.
— Deberías dejar de ser tan grosera, Kyle – murmuró escaneándome con la mirada. Me tensé al notar que se acercaba lentamente.
Su altanería y sus aires de galán me molestaban hasta la médula. Sus constantes coqueteos hacían que mí estómago se revolviera y me dieran ganas de vomitarle encima, pero fue muy tarde cuando reaccioné. Sus manos sostenían la parte baja de mis caderas mientras que su cuerpo me aprisionaba contra la pared del pasillo.
— Suéltame – me retorcí bajo su agarre.
El me ignoró. Sentía su respiración chocar contra mí, sus manos en mis caderas y como nuestros cuerpos hacían contacto, sentía su calor traspasarse desde su capa de ropa directamente en las partes que hacían contacto. Fue entonces cuando salí del shock y desperté de lo que parecía ser un trance.
Solté una respiración dificultosa cuando sus labios hicieron contacto con mi cuello. Inhalé profundamente y con un solo movimiento, levanté mi rodilla, golpeándolo en sus partes sensibles. Liam gimió apoyando su frente en mi hombro y llevando sus manos directamente a la zona afectada. Aproveché de quitármelo de encima, dejándolo caer sobre sus rodillas y entré al baño con el pulso acelerado, no sin antes haberle gritado “¡Vete a la mierda, Payne!
¿Qué mierda había pasado con Liam?
Posé una mano en su hombro al momento en el que Brian dejó caer su mano sobre la de ella y la tomó para consolarla. Intercambiamos una mirada de angustia y, aunque no estuviese llorando a mares como ellas lo hacían, sabían que sentía el mismo miedo y dolor que ellas.
No era una persona que mostraba sus sentimientos con facilidad. No exponía mi tristeza ni mi felicidad, porque me había acostumbrado a ello, mejor dicho, mis hermanas me habían acostumbrado a ello. Con tres hermanas, todas perfeccionistas y competitivas, era lógico que aprendiera a esconder mis sentimientos de ellas, que ya no llorase en momentos crítico o que les mostrase algún signo de debilidad. Aparte de mis ataques de ira y de pánico que solían darme en situaciones de estrés.
Aparté de mi cabeza cualquier recuerdo de mi vida en Estados Unidos. Lamentablemente me había mudado de ese infierno para llegar a otro. No obstante, lidiar con Niall no era nada comparado con Kaidan, Kenia y Kendra.
Negué con la cabeza mientras cerraba los ojos y recordaba las palabras de papá unas cuantas horas antes de enterarnos de lo sucedido con Georgia:
— Las gemelas vendrán a Londres – había dicho seriamente – quieren vernos. Creo que de verdad te extrañan, Kaled.
¿Cómo era posible que las arpías de Kendra y Kenia me extrañaran, después de todo lo que me hicieron pasar? Dios, esas dos debían haber estado planeando algo o, simplemente, se hartaron de la presión como yo y decidieron huir.
Regresé al presente y observé una vez más como Brian abrazaba con fuerza a Sophia. Antes de que pudiese pensarlo, si quiera, me uní al abrazo sin decir una sola palabra.
Jamás pensé que, literalmente, la vida podía cambiar de un segundo a otro. Ninguna de nosotras pensó o se le cruzó por la mente que Georgia sufriría un accidente al ir rumbo a su casa. No obstante, según los reportes que la enfermera nos había dado hace unos minutos atrás, todo estaba bien con Georgia, lo único que debíamos hacer, era esperar a que ella despertara del coma al cual la habían inducido.
Mi corazón seguía latiendo a un ritmo desenfrenado cuando la silla chirrió en nuestra mesa. Abrí los ojos y me topé con la mirada enrojecida de Quinnie. Estaba más que alterada, más de lo que estaba cuando nos alejamos de ella. Ella dejó un par de cafés en el centro de la mesa y apoyó los codos en ésta, dejando caer su barbilla sobre sus manos.
— Todo saldrá bien – continúo Brian, con cierto nerviosismo en su voz.
— Ella estará bien – me uní a ella – Georgia es fuerte, ya saben lo testaruda que es la muchacha – agregué con un poco más de humor, sacándole una pequeña sonrisa a las chicas.
Sophia pasó el dorso de su mano por su nariz y se limpió las lágrimas con el puño de su abrigo una vez más.
— Los simios están aquí – finalmente habló, escupiendo las palabras con lo que parecía un sabor amargo.
— ¿Cómo que están aquí? – solté, con molestia tiñendo mi voz.
— Los acabo de ver – murmuró Alex, con la mirada fija en la mesa – mientras hablaba con el… el paramédico, eh… Luke – continúo y sus mejillas se tornaron levemente rojizas.
Alcé las cejas de la misma manera en la que atinaron las chicas al notar las mejillas sonrojadas de Quinnie delante de nosotras. Ella nos miró rápidamente para luego comenzar a jugar con sus dedos. Sonreí.
— Así que… ¿Luke? – comenzó Brian, aun con sus brazos encerrando a Sophia, a modo de protección.
— Sí… éste, me pidió mi número de teléfono – susurró más que para nosotras, para sí misma.
— ¿Qué el qué? – inquirí, con una pequeña sonrisa aflorando en mi rostro.
— Me pidió mí número telefónico – repitió con voz aun más baja, observando hacia todos los lugares de la cafetería, menos hacia nuestros rostros.
Por un momento dejé pasar el hecho de que Georgia se encontraba en un estado de coma inducido, producto del accidente. También olvidé el hecho de que los idiotas se encontraban en el hospital, no sabía que tan cerca de nosotras. Pero, me alegré. Me olvidé de todo y me alegré por Quinnie, pues sabía muy bien lo tímida y retraída que podía llegar a ser.
Le sonreí de oreja a oreja cuando ella levantó la mirada confundida ante el silencio que se había creado. Probablemente ella pensó que nos habríamos puesto a chillar y a molestarla debido a su confesión, no obstante, todas parecíamos estar felizmente sorprendidas con la noticia.
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La noche anterior había sido un martirio luego de que los imbéciles entraran a la cafetería del hospital. No hicieron nada más que molestarnos y burlarse de nosotras para pasar el tiempo, aunque debo admitir que luego de sobrepasar mi límite de idioteces y que nos hicieran enojar a Sophia y a mí, las cosas se calmaron un poco.
Cerré aun más mis ojos cuando las cortinas de mi habitación se abrieron y los pasos de mi padre se acercaron lentamente hasta mi cama. Presioné mis párpados y tapé mi cabeza con la almohada mientras soltaba un gruñido.
— Es sábado – refunfuñé – y me quedé hasta tarde en el hospital, esperando que Georgia despertara – murmuré a modo de explicación, con la intención de que me dejara quedarme en cama por unas cuantas horas más.
— Lo siento, pequeña. Pero tus hermanas están en el aeropuerto y debes estar lista para cuando lleguen a casa.
Abrí mis ojos a tope, me congelé en medio de mi cálida cama. ¿Cómo había podido olvidar que las gemelas vendrían por un par de días, mientras duraran sus vacaciones de primavera?
— No lo olvidaste, ¿verdad? – preguntó mi padre con ese tono burlón que lo caracterizaba.
— ¡Dios! – solté, escondiendo mi cama bajo las colchas.
— Kaled… - suspiro con diversión – son tus hermanas, no importa cuanto hayan peleado en el pasado o cuantas veces las hiciste pasar vergüenza o viceversa, ustedes son casi adultas.
— Casi. – Repetí – ellas tienen veinte años y aun no maduran – espeté con voz sorda, gracias a la almohada que me cubría.
— Seguramente te han extrañado. No veo otra razón para que desperdiciasen sus vacaciones de primavera en venir a Londres – razonó.
Rodé los ojos sabiendo que el señor Rickford no podía verme. Seguramente las gemelas tendrían alguna razón oculta para haber hecho el viaje a Londres. Seguramente mamá volvió a fastidiarlas, o quizá Kaidan explotó en un intento de liberarse de la presión y ellas escaparon antes de que mi hermana mayor matara a quien se le cruzara por delante, ¿quién sabe? Esas dos son astutas, demasiado astutas.
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Repasé con la mirada la mesa, esperando que todo estuviese en el lugar correcto. Maura –la esposa de papá–, me había encargado arreglar la mesa y ayudarla con lo preparativos para la cena que hacía en honor a las gemelas y a su, no tan agradable, visita.
Mi teléfono vibró dentro del bolsillo de mi pantalón, alertándome que Brian me estaba llamando.
— Hola, hola – saludó con simpatía, tal como siempre - ¿cómo está todo, Kyle? – inquirió de manera inmediata.
— Hola, Bunny – saludé rápidamente – bah, las cosas están como siempre, aunque hay que agregar que los demonios están en camino – contesté – y tú, ¿qué tal las cosas con Malik? – cuestioné con tono burlón. Desde que nos había dicho lo sucedido con él, no había ocasión en la que no le sacáramos eso en cara.
— Muy graciosa, Kyle – suspiró con pesadez – debería preguntar sobre Sam, entonces – contraatacó con sorna - ¿no es así?
— Bien, declaro un empate – reí.
— Me parece justo – bufó entre dientes al momento que alguien ingresó a la sala.
Volteé cuidadosamente para encontrarme con Niall aun portando su pijama, se frotaba los ojos con ambas manos mientras bostezaba haciendo un ruido molesto para mis oídos.
— Quería saber si… podías acompañarme más tarde al centro comercial y a un par de tiendas. Me gustaría llevarle algo a Georgia ¿te parece?
— Es una excelente idea, Brian – sonreí volteándome antes de que el rubio despertara del todo – te llamo cuando el circo cierre – murmuré con sarcasmo – el orangután recién despierta y Tweedledee junto con Tweedledum están por llegar del aeropuerto.
— Suerte amiga – dijo seriamente – que la fuerza te acompañe – agregó rompiendo en risas.
— Gracias. Igualmente, Bunny. Sigue el camino del bien y no caigas en el pecado – me burlé – te llamo más tarde. Adiós.
— Adiós, Kyle – finalizó la llamada.
— Supongo que tus hermanas son más insoportables que tú – la voz de Niall, teñida de burla me hizo apretar aun más los puños.
— No tienes idea, hadita. – me limité a contestar con voz tensa.
— ¿Sabes? – Inquirió alzando las cejas, dando un par de pasos en mi dirección para coger la manzana en el frutero, junto a mí – no creo que nadie sea más insoportable que tú.
— ¿enserio? – Fingí, abrí mi boca fingiendo sorpresa – ay, Niall. Esa es la cosa más dulce que me has dicho – batí mis pestañas en señal de sarcasmo – diría lo mismo, pero a diferencia de ti y el séquito de idiotas, yo sí sé lo que la palabra insoportable significa.
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Kendra y Kenia se lanzaron encima de mí, como si estuviesen viendo a su ídolo; Justin Timberlake en la habitación. Ambas tiraron sus maletas, desparramándolas por el suelo y se lanzaron a mis brazos como si de verdad me hubiesen extrañado. Esas dos eran unas increíbles actrices, había que darles crédito por eso.
— ¡Kaled! – chilló Kenia estrujándome tan fuerte como sus brazos podían.
Me limité a gemir cuando Kendra se unió al abrazo y me apretujaron una vez más. Unas masas rubias de cabello y dos pares de ojos verdes eran lo único que podía ver con tanto ajetreo entre las gemelas.
Podía escuchar, a lo lejos, las risas de mi padre y como Maura le hablaba de lo feliz que se sentía de que sus hijas estuvieran juntas. Más allá oía bufar a Niall debido a la “muestra de afecto” que mis hermanas me ofrecían.
— Estás tan grande – sollozó Kendra, quitándose lo que parecía una lágrima.
¿Enserio? Tan desesperabas estaban por armar un buen espectáculo ante los ojos de mi padre.
— Y finalmente, acá están – mi padre se acercó a nosotras y nos dio un abrazo a las tres.
Seguía sin poder hilar una oración coherente. La actitud de esas dos me estaba dando mala espina, la presencia de Maura y Niall como espectadores me incomodaba cada vez más y la comodidad de mi padre ante la situación –sabiendo el antiguo historial que mis hermanas y yo compartíamos- me hacía estremecer.
Luego de lo que parecieron unos eternos segundos, papá se separó de nosotras y tomó las maletas de mis hermanas para llevarlas a su respectiva habitación y Maura lo siguió, dejándonos en la puerta de entrada a Niall, mis hermanas y yo.
Al instante en el que el señor Rickford desapareció, mi actitud y la de las gemelas cambió, dejando a Niall confundido y sin palabras.
— Así que, ¿éste es el adefesio que tienes por hermanastro? – preguntó Kenia con una sonrisa socarrona apareciendo en su rostro. Si bien la relación que compartíamos era pésima, esas dos sabían escucharme cuando lo necesitaba.
Sonreí ante la mueca de sorpresa de Niall.
— Supongo que cree que te tiene en tú lugar, ¿no es así? – Kendra sonrío.
Me encogí de hombros. Niall no sabía nada de mí, ni de la relación que compartía con mis hermanas, a pesar de todos los años que habíamos convivido juntos.
— Han cambiado muchas cosas – comenté cruzándome de brazos.
— No me digas que dejaste las bromas pesadas, Kyle. Eran tú fuerte – Kenia río con fuerza. – como también lo era escaparte de noche junto con tus amiguitos.
La fulminé con la mirada, conciente de cada uno de los movimientos y gestos de sorpresa del rubio, quien aun no era capaz de darse cuenta de lo que estaba sucediendo.
— Parece que le faltan un par de neuronas – puntualizó Kenn, cambiando su mirada hacia el rubio.
— No ha captado el mensaje aún – Agregó Kenia – quizá es retrasado.
— Nah, seguramente es sólo un estúpido – contestó Kendra posando sus manos en su barbilla, dando un paso más cerca de Niall - ¿necesitas un letrero de neón que te indique que te vayas? – inquirió con aun más rudeza – o quizá, ¿un cartel? ¿O prefieres que lo dibuje con peras y manzanas?
Y ahí estaban. Las típicas gemelas que recordaba hace un par de años antes de mudarme. Con su agresividad y sarcasmo inminente, brotando en cada una de sus palabras, dando a conocer su siguiente amenaza.
Horan parpadeó sin darle crédito a las palabras de Kendra mientras que Kenia gruñía con frustración.
— Mueve tú trasero, chico. No estoy de humor como para soportar a un pendejo – puntualizó Kenia.
Apoyé mi espalda contra el poste del pórtico con una auténtica sonrisa apareciendo en mi rostro al ver como el rubio se retiraba. Estaba tan confundido que dudaba que hubiese entendido que mierda les pasaba a mis hermanas. Puede que haya concluido, como muchos, que tenían algún problema de personalidad o algo por el estilo. Pero la realidad era diferente, ellas habían desarrollado una manera diferente de canalizar la presión y todo el estrés por el que pasábamos cuando estábamos cerca de mamá. Ellas se convirtieron en matonas y yo sufría un ataque de pánico cada vez que no podía soportar la presión.
A sus veinte años, Kenia y Kendra se encontraban yendo a la universidad de Nueva York. Kenia, estudiante de música y, por su parte, Kendra estudiaba administración. Tan diferentes una a la otra, sin embargo, se complementaban de manera impresionante.
— Kyle – Kenn murmuró.
Alcé la mirada hacia ellas, quienes tan rápido como se habían encabronado con el duende, habían cambiado sus semblantes por unos más pacíficos cuando su mirada recayó en mí nuevamente.
No sabía exactamente que es lo que sucedía con ellas, pero me preocupaba el hecho de que ellas se estaban comportando de aquella manera. Cualquiera pensaría que actuaban como dos adultas normales que se alegraban de ver a su hermana menor luego de cuatro años, en los que con suerte, nos comunicábamos por teléfono.
Sus miradas no hacían nada más que estudiarme. El silencio se prolongaba entre nosotras sin que ninguna quisiera romper el silencio, el que poco a poco me ponía más incómoda y tensa de lo que me encontraba.
— Sinceramente – susurré – dígame sinceramente por qué están aquí – pedí sin apartar los ojos de ellas.
— Kaidan tuvo un problema con mamá – contestó Kendra – y todas caímos en él.
✻✻✻
— ¡Para lo único que regresan es a darme problemas! - chillé golpeando la mesa delante de mí.
Los brazos de Sam no tardaron en cubrirme y abrazarme con fuerza, tratando de decirme, sin palabras, que todo estaría bien. Que él estaba conmigo en ese momento.
Brian se lanzó a mi lado pasando sus brazos por los espacios libres que dejaban los brazos de Sam. Su apoyo me hacía sentir mejor en ese momento.
Nos encontrábamos en casa de Brian, esperando que las demás llegasen mientras yo les contaba con lujo de detalles cada una de las cosas que mis hermanas me habían dicho con anterioridad.
Seguía sin creer que mi madre había actuado de esa manera, por el simple hecho de que otra de sus hijas, se fue de su lado. Daphne seguía sin superar que escogí a mi padre por sobre ella al momento de las declaraciones ante el juez, antes de que se divorciaran.
Y, en ese momento, en el que Kaidan le había dicho que estaba embarazada y que ya no seguiría soportando la mierda de ella, sumada con la rebelión de las gemelas y su apoyo hacia Kaidan, mi madre enloqueció. Enloqueció e hizo una cosa, la que ninguna de nosotras pensó jamás que podría llegar a hacer.
Vació nuestras cuentas. Cuentas que tanto ella como papá habían creado para nuestras carreras universitarias y había desaparecido como si nada más le importase.
— Ellas solo están aquí para informarte lo que hizo tú madre – habló Sam, por sobre mi cabello.
— Tú madre está jodida – puntualizó Bunny.
— La situación es una mierda – gruñí escondiendo mi cabeza en el pecho de Sam.
— Lo es, con letras mayúsculas – Brian acarició mi espalda y el timbre sonó un segundo después – deben ser las chicas – saltó de la cama con poco entusiasmo, antes de salir de la habitación y darme una mirada apenada.
Sam suspiró posando sus labios en mí frente. Pude sentir un cosquilleo en cada parte de mi cuerpo con el solo roce de sus labios en mi frente. Sus dedos cepillaban mi cabello al mismo tiempo que él buscaba las palabras correctas para consolarme.
— ¿Qué crees que hará tú padre cuando tus hermanas le cuenten?
Solté un suspiro.
— Comenzarán las acciones legales. La buscará hasta encontrarla y la dejará en la calle. Mi padre es capaz de eso y más.
— Esto es jodido – rascó su nuca – primero lo que pasó con Georgia y ahora esto – meneó su cabeza y sonrió de pronto – al menos me tienes a mí y a las chicas para soportar lo que está pasando. Eso es bueno ¿no es así? – tocó mi barbilla con sus dedos y me obligó a mirarlo.
— No todo es tan malo cuando estoy con ustedes – sonreí al ver su sonrisa genuina surcar su rostro.
— Ay, pero si son tan tiernos – Sophia nos interrumpió con una sonrisa burlona cuando entra a la habitación de Bunny.
— ¿No son la cosa más adorable del mundo? – preguntó Alex siguiéndole el juego mientras se lanzaba a la cama, junto con nosotros.
Blanqueé los ojos e ignore sus miradas burlonas sobre nosotros y me acomodé contra el regazo de Sam. Ellas se observaron antes de romper en carcajadas y burlarse de nosotros. Bunny entró a su propia habitación segundos más tarde con el ceño fruncido y una actitud diferente.
Todas supimos que ellos se encontraban ahí, también.
✻✻✻
Eran casi las dos de la mañana y nosotros seguíamos hablando con Georgia por teléfono. Seguramente los padres de Bunny la matarían después, pero en ese momento no le importo el hecho de que hablábamos y hablábamos a rienda suelta.
Bunny se mantenía sentada en uno del puf de color verde pálido, de su habitación, con Sophia echada a su lado, mientras que Alex estaba sentada en la cama con las piernas cruzadas y Sam y yo nos encontrábamos junto a ella.
Los padres de Brian no se encontraban en casa, lo que nos permitió a todos quedarnos hasta que a ella se le antojase. Mis padres, por su cuenta, no tenían problema, en parte, porque el fenómeno rubio estaba en el piso de abajo.
— Necesito ir al baño – quité la lágrima que se había escapado producto de mis risas descontroladas.
Los chicos asintieron antes de romper nuevamente en carcajadas debido a los comentarios bizarros que tanto Georgia –en el teléfono– como Bunny soltaban sin ninguna censura.
Me apresuré en levantarme y salir de la habitación, teniendo cuidado de cerrar la puerta en cuanto salí de ahí, pues no quería que cualquiera de los imbéciles pasara por ahí como un espectador de nuestras tonterías. Me adentré en el pasillo, di la vuelta a la izquierda y llegué al baño en menos de dos segundos. Posé mi mano derecha en la perilla de la puerta antes de que ésta se abriese casi por sí sola, dando a conocer la musculosa figura del castaño de ojos marrones.
Su mirada se posó en mí de manera rápida y una silenciosa sonrisa se comenzó a formar en sus labios tan rápidamente como me había visto.
— Muévete, Payne – pedí, con voz dura.
El rió. Su voz vibró en el pasillo mientras que se apoyaba en el marco de la puerta, impidiéndome la entrada al baño. Rodé los ojos y solté un suspiro cuando crucé mis brazos por sobre mi pecho.
— Deberías dejar de ser tan grosera, Kyle – murmuró escaneándome con la mirada. Me tensé al notar que se acercaba lentamente.
Su altanería y sus aires de galán me molestaban hasta la médula. Sus constantes coqueteos hacían que mí estómago se revolviera y me dieran ganas de vomitarle encima, pero fue muy tarde cuando reaccioné. Sus manos sostenían la parte baja de mis caderas mientras que su cuerpo me aprisionaba contra la pared del pasillo.
— Suéltame – me retorcí bajo su agarre.
El me ignoró. Sentía su respiración chocar contra mí, sus manos en mis caderas y como nuestros cuerpos hacían contacto, sentía su calor traspasarse desde su capa de ropa directamente en las partes que hacían contacto. Fue entonces cuando salí del shock y desperté de lo que parecía ser un trance.
Solté una respiración dificultosa cuando sus labios hicieron contacto con mi cuello. Inhalé profundamente y con un solo movimiento, levanté mi rodilla, golpeándolo en sus partes sensibles. Liam gimió apoyando su frente en mi hombro y llevando sus manos directamente a la zona afectada. Aproveché de quitármelo de encima, dejándolo caer sobre sus rodillas y entré al baño con el pulso acelerado, no sin antes haberle gritado “¡Vete a la mierda, Payne!
¿Qué mierda había pasado con Liam?
- :
- Jai, Jai (?) perdóneme por la tardanza, estos días han sido un caos y bueno, eso (?). Espero les guste el capítulo más de lo que me gustó a mí, no sé, igual encuentro que quedó largo pero buéh (?). También las extrañé y me disculpo por no comentar ni contestar (?) pero, sinceramente, no estoy de ánimos. Prometo hacerlo luego :)
tampoco sé quién sigue :c
Cuídense mucho, besotes<3
Charlie.
Re: popular ruining.
OH, DIOS MÍO.
perdón en serio por tardar tanto en comentar.:c daría mil excusas, pero creo que mejor sólo pido disculpas.
en fin, amé tanto el capítulo. y en serio me sacó de onda el comportamiento del payne. ese weón. violador. ah, no. XD kjsdhafkjhsdfk. juro que morí con las gemelas. JAJAJAJAJA. le hicieron bullying a Niall. las comprendo, amo hacer bullying. asdfñlkj. y, dios, todas contentas por la conquista de la Alex. :aah: catu, en serio, vale la pena esperar una eternidad por tus capítulos. creo que sobra decir que admiro tu manera de escribir y me gustaría llegar a hacer como tú en alguna ocasión de mi miserable vida.:c
pd. felicidades por tu graduación. lamento decirlo hasta mucho después.:C
pd2. espero a maggu. si es que sube.
perdón en serio por tardar tanto en comentar.:c daría mil excusas, pero creo que mejor sólo pido disculpas.
en fin, amé tanto el capítulo. y en serio me sacó de onda el comportamiento del payne. ese weón. violador. ah, no. XD kjsdhafkjhsdfk. juro que morí con las gemelas. JAJAJAJAJA. le hicieron bullying a Niall. las comprendo, amo hacer bullying. asdfñlkj. y, dios, todas contentas por la conquista de la Alex. :aah: catu, en serio, vale la pena esperar una eternidad por tus capítulos. creo que sobra decir que admiro tu manera de escribir y me gustaría llegar a hacer como tú en alguna ocasión de mi miserable vida.:c
pd. felicidades por tu graduación. lamento decirlo hasta mucho después.:C
pd2. espero a maggu. si es que sube.
Kurt.
Re: popular ruining.
aaaaaaaaaaay, perdon, vi el msj y me fui de largo ;-; Siamesa besha de mi alma, ya sabes que ame tu capitulo <3 de verdad <3 Nunca superare a las gemelas ni como hicieron sentir a Niall XD AJAJAJAJAJJAA
Tratare de seguir lo mas pronto posible, Deya :3
Tratare de seguir lo mas pronto posible, Deya :3
hange.
Re: popular ruining.
Gracias por sus comentarios, loco me alegra demasiado que les haya gustado el capítulo ;-; y muchas gracias Deya por lo de mi graduación ;-;
sube cuando puedas, amor ;-; i'll wait for you
cuídense, besotes<3
sube cuando puedas, amor ;-; i'll wait for you
cuídense, besotes<3
Charlie.
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