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Impulsivo. Irrespetuoso. Provocativo. Mujeriego. Egocéntrico. Vicioso. A sí me describen. Todo lo que quiero, lo consigo. Todo lo que deseo, lo consigo. Todo lo que me propongo, lo consigo. A sí soy yo. ¿Y por qué no? Con tan solo chirriar un dedo, tengo todo a mi alcance. Las chicas se vuelven locas por mí. Relativamente, normal. Normalmente, suelo llegar tarde a las clases. Tan solo tengo que coquetear un poco con alguna chica y así conseguir sus apuntes.Tengo que ponerme un estúpido uniforme para poder entrar en las clases de esta estúpida universidad. Las familias de casi todos los alumnos pertenecen a la alta sociedad o sus padres tienen una gran fortuna. Normalmente, no vemos a nuestros padres en meses ya que tenemos que quedarnos a dormir aquí, en este estúpido sitio de mierda. Y tampoco es que nos importen mucho pasar tiempo sin verles. Todas las chicas son plásticas, estúpidas y para una noche. Quizás para un día, cuando ande falto de cariño y quiera bendecirlas con mi naturaleza están bien, pero a la larga, llegan a agobiar. Todas quieren terminar casándose conmigo y agobiándome durante todo el día. Luego están las aburridas y horrendas que se la pasan estudiando en la biblioteca y leyendo libros de amor. Al menos tengo a mis amigos, que hacen que mi existencia en este calvario sea un poco menos aterradora.
La historia de mi vida se basa en una total desgracia. Nunca he sido una niña consentida ni una proncesa como todas sueñan ser. Mi padre me abandonó cuando tenía 12 años. Mi padre maltrataba a mi madre y tomaba drogas. Cocaína. Mi madre siempre caía en depresiones y ataques de ansiedad causadas por trastornos psicológicos. Recuerdo que un día, llegué a estar en un centro de rehabilitación ya que yo nunca solté las cosas que llevaba dentro. Siempre me las guardaba. No lloraba. Todo lo guardaba para mí y un día, no pude más. Y allí estaba, aquella navaja. Salí del centro hace 1 año y medio y ya estoy totalmente recuperada. Tengo 17 años y tengo todas mis cosas bien claras. Mamá lleva 1 año con un señor, Rick. Rick Morrison. A pesar de que lo quiero muchísimo, nunca fue lo mismo que sentir el gran amor de un padre. Quiero sacar mi carrera de fotografía y este año, he decidido registrarme en una universidad colegial aquí en Atlanta. Todo el mundo se burla de mí por tener aparatos, gafas y no estar a la última todo me la trae en grande. Mamá dice que tengo unas pestañas preciosas y un color de piel muy bonito. Pero es mi madre, también dice que tengo un pelo azabache largo precioso, lástima que siempre esté cogido en una cola. Y mi cuerpo. Soy delgada. Pero siempre llevo ropa ancha y sin conjuntar. Quiero estudiar, quiero sacar mi carrera, quiero conseguir mi sueño de ser una gran fotógrafa. De fotografiar cada momento y coleccionarlo. No soy pobre, realmente mi familia es de dinero. Pero no soy de esas plásticas que se preocupan por cual brillo labial pega más con su color de piel. Me importa una mierda que se burlen de mí. Háganlo, adelante! Ya estoy acostumbrada. Siempre lo han hecho. Mi carácter ha cambiado mucho en estos últimos años, soy bastante fuerte. La gente, me ha hecho ser quien soy.

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Recorrió el bar hasta llegar a la mesa. Puso su sonrisa fingida que tan practicada tenía y fue silla por silla preguntándoles a los hombres que era lo que deseaban, hasta que llegó a su silla.
“¿Desea tomar algo?” repitió como séptima vez.
“Un vaso de whisky estaría bien.” dijo él posando su mirada penetrante en ella. Anne se quedó estancada en su sitio durante un segundo pero enseguida reacciono sonriéndole. Regresó a la barra y comenzó a servir las bebidas.
Qué hombre tan interesante pensó y al segundo se avergonzó de lo que había dicho dios, cada vez me parezco más a mi madre pensó. ¿Cómo se llamaría? ¿Cuántos años tendría? Más que ella segurísimo, no había más que ver el porte que tenía, sería de la edad de su hermano Nathan. Sí, seguro. No parecía tener más años que su hermano mayor pero es que su mirada penetrante y su semblante serio le hacían aparentar más.
Llevó en su bandeja redonda todas las bebidas y pasó repartiéndolas todas.
“Gracias” dijo él cuando dejó encima de la mesa el vaso de whisky. Anne solo fue capaz de sonreír. Estúpida.
Se descubrió a sí misma mirando fijamente los movimientos del hombre desconocido en varias ocasiones. ¿Por qué siempre que aparecía él tenía que volverse tan torpe? Su hermano varias veces bajó al almacén acompañado con algún que otro cliente. La noche iba bien pero ella necesitaba más, si necesitaba más y ese más tenía ojos y boca.
Aquel hombre la intimidaba pero al mismo tiempo la incitaba a acercarse y Anne no era de las que se quedaban con la duda. Le observó una vez más, observó sus movimientos sobre la mesa de juego. Movía con gracia y elegancia sus brazos sobre la mesa y su semblante seguía igual o más serio para no dejar ver ni una de sus jugadas. Era buen jugador, Anne había observado ya tantas partidas que sabía distinguir cuando lo eran o no. Igual que podía ver cuando mentían y se ponían nerviosos. Y a él no le veía nada. Era un buen jugador.

Tenía ganas de llorar. La lluvia caía en el suelo, tenía miedo, y no aguante más. Juré no volver a derramar mis lágrimas, jure no malgastar el tiempo en mi ni en nada que sea referido a mi nombre, a mi cuerpo...a mi ser. Parece que rompí mi promesa, ya que la llenaron de otras muchas por cumplir. Me tumbé de lado, la acera estaba fría, era una noche oscura, una noche llena de estrellas muertas que cambiaría mi vida. No me violaron, no me secuestraron, pero tampoco me ayudaron.
Luigi parecía cariñoso; así que al cabo de unos cuantos días llenos de caricias y, o besos me digne a pronunciar palabras que indican un sentimiento..."te quiero". No fueron más de dos semanas las que duro la felicidad. Los cuentos de hadas no siempre traen a una princesa con ellos. Recuerdo bien ese Jueves lleno de diversión, que siguió al viernes y acabo en un Sábado horroroso. Fumar, beber, follar...gozas como una perra hasta que descubres secretos que rompen esperanzas.
Él hundió mi rostro en el radiador, él rompió mi labio inferior, él lleno mi pecho de moratones, él hizo de mi ojo derecho un agujero morado; él me alegro los días para después destruirlos.
No salgo de casa, y si salgo es porque él me hecha. Siempre acabo sangrando en la calle...me tira piedras cuando los vecinos no están despiertos como para oír mis gritos.
Él me agarro los pelos, él me hizo la perdida de conocimiento, él me rompió la muñeca; él era mi amor, ahora es mi odio.
- ¿Qué tienes ahí? -me preguntaba Liam con curiosidad, yo tapaba el agujero negro de mi ojo derecho con unas gafas de sol con los bordes anaranjados, no quería que nadie se diese cuenta de aquella, solo podía enseñar la cicatriz del labio.
- Nada, Liam, es una tontería -sonreí, pero me puse seria ya que la cicatriz me impedía aparentar felicidad y causaba dolor, hacía la sensación de que iba a aumentar en tamaño.
- Bueno, bonjour -me saludó en francés, la verdad, hoy no tenía ganas de hablar en otro que no fuera el mío natal.
- Lo siento, pero hoy solo me tomaré un café y me iré a casa, estoy algo cansada -baje la vista, me tope con el libro de Liam-, Lo siento.
- No ocurre nada por eso -habló él, achinando los ojos y mostrándome su sonrisa tranquilizadora-, Hoy es un día, dos, tres, ¿qué importa? Eres una buena alumna.
- Gracias, Liam, eres uno de los mejores hombres que he conocido -agarre el dinero de mi bolso y lo puse en la mesa.
- Hoy invito yo.
- No hace falta...ya haces mucho por mi.
- Yo hago lo que me parece adecuado, así que guarda tu dinero, no lo malgastes.
Guardé mi dinero en el bolso de nuevo. Recordé la noche anterior; nunca había vivido cosa igual, bueno, no por una persona que me ama. Luigi se marchó de casa gritando, yo estaba sollozando con dolor. Pero él volvió a la hora borracho, me agarro de los pelos arrastrándome hasta la habitación y susurrándome con una peste a alcohol increíble: "no cuentes nada...o será peor". ¿Por qué? ¿Se había acabado el amor?
- Oye, ¿te ocurre algo? -pregunta Liam-, ¿Necesitas ayuda?
- No, no, tranquilo Liam. Solo estaba pensando en...bueno, estaba pensando.
- Me tengo que ir, a las diez me paso por tu casa -Liam recogió sus cosas, y cuando se iba a ir reproducir sus palabras y comencé a temblar.
- ¡No! No hace falta.
- Hoy te niegas a todo, ¿eh?
- Como te dije estoy cansada, ayer...bueno...Luigi y yo...estuvimos toda la noche...
- Ah - él lo comprendió-, Entonces hasta mañana.

Venganza... Dicen que es malo vengarse, pero se equivocan al decir que "La venganza es dulce"... es mucho mejor que eso. O al menos eso pensaban estos 5 chicos. Habían sido maltratados, discriminados e ignorados intencionalmente por ellas durante toda su secundaria. Ahora buscarían vengarse de este quinteto de chicas engreídas, populares y egoístas... Bueno, así las recordaban.
Podían llamarlos locos, pero nadie les quitaba el placer de la venganza hacia sus, ahora nuevas esclavas. Pero... ¿Ese placer durará mucho tiempo? ¿O el corazón de estos jóvenes logrará ablandarse? ¿Se rendirán ante sus "Lo siento"?

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- Eso no es justo- oí una voz masculina a mi lado. Volteando me encontré con un chico recostado en el mostrador, su cabeza inclinada, mirándome como… Como si fuera una estúpida -¿Cuál es tu nombre, nena?- Sonrió. ¿Nena? ¿Tengo cara de bebé?
- Soy Mike- guiño su ojo, con arrogancia.
- Amelia Rossel- respondí, un poco seca. Él se acercó más, pero di un paso hacia atrás. Dejándolo soltar una sonrisa vaga y ronca.
- ¿Qué edad tienes?- descaradamente miró de arriba abajo. Levanté mi ceja derecha.
- 21…- Sonreí. Él también lo hizo, pero con sentimiento diferente al mío. La oscuridad asomando sus ojos provocaron un ligero temor en mí –Tengo clase- dije rápidamente.
- Espera, amor- sostuvo mi muñeca, haciéndome chocar contra su fuerte pecho, inmediatamente traté de alejarme - ¿Porqué no te invito a comer algo? No pasará nada si te salteas un par de clases…- Su mano acarició mi ante brazo subiendo hasta mi hombro. Causo cierto asco en mí, quitando su mano de mi cuerpo. Sus ojos azules clavados en mí como flechas, mordió su labio inferior –Difícil, ¿eh?- alardeó.
- Hoy, paso. Hasta pronto Mike- Sin dejar la finura en mis pasos, y la elegancia en mi postura, caminé entre las mesas para salir de ahí.
- ¡Sigue resistiéndote, perra!- escuché detrás de mí. Sin girar elevé mi dedo del medio, dejándolo obviamente sorprendido. Humillando su masculinidad al oír al encargado reír.

El rubio caminaba rápidamente por el pasillo, con la mirada gacha y una mochila colgando de sus hombros. Sentía varias miradas sobre él, solo quería llegar a su clase y sentarse en el fondo del salón, en silencio, nunca había sido muy bueno adaptándose, usualmente eran los demás los que se acercaban a él. Odiaba tener que abandonar a sus amigos en Mullingar y venir a este colegio, ser el chico nuevo una vez más.
Una vez en el aula, busco con la mirada un asiento vacío, camino silenciosamente hasta el último pupitre que se encontraba al lado de una ventana y se sentó.
Un chico rizado y desaliñado se sentó a su lado, lo miro y sonrió con simpatía, el le devolvió el gesto.
- Oye, ¿entiendes esto?- señalo en rizado una ecuación matemática en su cuaderno.
El joven giro la cabeza y miro el cuaderno.
- Es fácil, solo multiplicas esto por esto y luego divides este número por el resultado-. El rizado lo miro con una expresión confusa. Por lo que él escribió el procedimiento en una hoja y le volvió a repetir lo anterior.
- Oh, claro. Gracias.-Murmuro el chico.- Por cierto, soy Harry.
- Niall-. Ambos estrecharon manos sin saber que ese sería el principio de una gran amistad.
Niall caminaba por los pasillos con Harry y sus amigos. Louis y Zayn, eran simpáticos. El moreno, Zayn, era un poco reservado, en cambio, Louis era hablador y no dejaba de hacer bromas.
Los días pasaban y Niall, Harry, Louis y Zayn cada vez se hacían más cercanos. El viernes, era el cumpleaños del irlandés. Louis estacionaba su camioneta en la puerta de la casa de Niall y hacía sonar la bocina, por lo que el rubio corría hacia afuera con un sándwich en la mano y gritando un “te amo” para su madre. Se subió al vehículo y saludo a los chicos para luego devorar su desayuno.
Louis estaciono su automóvil y entraron a clases, matemática. Por lo que Niall y Harry estaban juntos, bromearon toda la hora sobre el extraño peinado de la profesora.
Pasaron el receso hablando idioteces y luego se retiraron para sus clases siguientes. Niall debía ir a Historia, solo, no coincidía con ninguno de sus amigos en esa clase. Odiaba esa asignatura, la profesora que rondaba alrededor de los 50 años hablaba lenta y pausadamente, moviendo las manos en elegantes gestos, lo que hacía que todos los alumnos sintieran sueño. Niall observaba por la ventana a los habitantes de Londres caminar, inmersos en su mundo, despreocupados de los que los rodea.
Dio un pequeño respingo al escuchar su apellido y echo un vistazo a la profesora. La miro confuso, ella seguía mencionando apellidos sin levantar la vista de un pequeño papel que sostenía en sus manos.
- ¿Qué sucede?- Le pregunto a una chica que estaba delante suyo.
- Esta formando grupos.
- ¿Grupos? -. La chica le sonrió amablemente y le susurro algo a un pelirrojo. Ella se giro otra vez hacia Niall y le hizo una mueca.
- Estas con ____, deben investigar la revolución francesa y estudiarla, para luego hacer una presentación oral.
El chico iba a preguntar por esa tal ___ pero la profesora se levanto de su asiento y siguió con la clase.

Mejores amigos…
Juntos en las buenas y en las malas. Eran inseparables. Se conocían desde siempre, prácticamente. Tenían muchas cosas en común, lo que los hacía aun mas unidos. Ambos huérfanos de padre. Muertos por la explosión de la mina en la que ambos trabajaban. Con el paso del tiempo se volvieron aun más unidos, compartiendo experiencias y momentos inolvidables.
Ella, era una chica delicada y frágil. Pero valiente e inteligente. Las cosas y el dolor que había vivido, hacían de ella una persona admirable.
El, un chico rudo y problemático, a simple vista. Pero escondía muchas cosas, cosas que solo Jessy conocía, su bondad, su valentía, y la manera en que la hacía sentirse protegida, estando entre sus brazos.
Ellos tenían una promesa, y la habían cumplido bastante bien… Hasta ahora.
Juntos… Por siempre…

¿Cómo te sentirías si te dijeran que naciste mujer por equivocación? ¿Si te dijeran que nunca nadie se fijaría en ti? Eso era lo que me decía el imbécil, y aunque diga que no me importa, en el fondo se que tiene razón. Nunca he tenido novio, nunca me he maquillado, nunca he usado tacones o un lindo vestido, nunca he sido una verdadera mujer. ¿Qué clase de mujer soy? Esa a la que no le importa como se ve, esa a la que le gusta jugar al fútbol, esa que no tiene amigas mujeres, esa que usa buzos un talle más grande en lugar de una bonita campera o un sweater, esa que prefiere jugar videojuegos a que mirar un película de amor. Tal vez sea porque toda mi vida estuve rodeada de hombres, porque no tuve una madre a la cual pedirle que me maquille o me compre vestidos. Mi padre hizo lo mejor que pudo y le agradezco, pero aveces me gustaría tener a mi madre, para que me enseñe como debo comportarme, vestirme y actuar para ser una mujer.

Hannah Hamilton toda su vida ha amado a un solo hombre.
Liam prometió darle una oportunidad, pero ni siquiera él sabía que el amor en su vida estaba por llegar.
No era el amor de Hannah.
Dos años han transcurrido. ¿Es posible que dejen de lado el pasado y mantener una buena relación? ¿Pero si Danielle quiere volver a la vida de Liam? ¿Y si Hannah no puede controlar sus celos y suposiciones? ¿Y qué pasa cuando la banda, donde esta Liam, odia profundamente a la novia de este? ¿Y si ella los odia a ellos?
Pero la pregunta importante es: ¿Liam enserio ama a Hannah?

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— ¿Qué, que tiene de importante? — Cuestiona Alison incrédula ante sus palabras— Por favor, es el chico perfecto, esta buenísimo y es un tierno, caballeroso, romántico…, definitivamente, la mejor opción para ____— Auch, ese fue un golpe bajo para Styles, y estoy segura que yo no fui la única que noto la mueca en su rostro— Ed y ___ lucirían perfectos juntos.
Harry permaneció en silencio por un momento, su ceño estaba ligeramente fruncido en señal de desacuerdo. Todos nosotros lo observábamos expectantes y ansiosos por su respuesta, yo rogaba por que se quedara cayado y sugiriera que siguiéramos mirando la película, pero mi suerte es pésima.
— Nosotros éramos los que lucíamos perfectos…— Díganme que no dijo eso, no, el no pudo decirlo… ¿Qué le ocurría? ¿Acaso había perdido la maldita cabeza? Ya estaba más que claro que era un completo idiota.
Mis ojos se abrieron como platos mientras que todo parecía ir en cámara lenta, solo pude captar a una Valery enojada saliendo del la casa y a un Harry yendo tras de ella, si, definitivamente no debí de venir…

La relación de Logan y Larissa no es la mejor de todas, Logan es mayor que está por cuatro años, además de que viven en diferente ciudades, Larissa se ve obligada a viajar a Los Ángeles con su hermano por cuestiones personales, dándose que cuenta que el y ella son todo lo contrarío, tanto físicamente, como psicológicamente.
Larissa a lo largo de su corta vida ha intentado suicidarse una y otras vez, todo eso fueron intentos fallidos, nada salía buen y ella se sentía absolutamente vacía, su hermano no la comprende, Logan, pero en realidad el deea comprenderla más que nada.
Larissa no esta muy interesada en conocer a los integrantes de la banda de su hermano, en realidad es lo primero que ha marcado en la lista de las cosas que no debe hacer, desgraciadamente los conoce, principalmente a Kendall, lo malo es que la chica suicida, Larissa Henderson…ella se ha enamorado.

Noche del viernes y yo estaba haciendo tareas. No soy una persona a lo que le llaman "fiestera". La verdad todos mis viernes eran aburridos. Busqué mi cuaderno y abrí el diccionario, debía hacer un vocabulario de español. Odio esa materia. Dibujé el número 27 con mucha lentitud del lado izquierdo del margen rojo en mi cuaderno mientras tarareaba una canción de Bruno Mars. Suspiré. Ese número no me agrada para nada. Coloqué mi pluma entre las páginas para no olvidar dónde había quedado y fui a cenar.
Arrastré mis pies por los 27 escalones que debo pisar para llegar de regreso a mi cuarto. ¡Qué ironía! 27. Ese maldito número. Dejé el vaso de agua sobre mi escritorio y abrí el cuaderno para enfrentarme otra vez a mi tarea de español. Suspiré nuevamente, número 27. Busqué entre mis papeles la lista de palabras que debía definir.
26. ceñir
27. agotado
28. blasfemia.
Me gradúo este año y me ponen a definir palabras como ¿agotado? ¿Por qué esa palabra? ¿No podía ser algo como agitado o desplomado?
— Ugh, debo dormir. Sigo mañana.— dije a mi yo interno.
Me puse de pie y con sumo fastidio me dirigí hacia mi cama. Algo raro de mí es que le temo a el acto de dormir. No me gusta dormir, siempre sueño cosas que desearía vivir y al final vuelvo a este mundo donde todo es color gris. Gris sería la perfecta definición para cada día de mi vida. Gris es mi ropa, gris es mi cuarto, grises son mis zapatos.
Ya no lo soporto. Mi vida se ha vuelto monótona desde que empecé la secundaria. Solamente me quejo de mi vida. Llevo años en esto, esta lucha pronto va a acabar conmigo. Mis amigos dicen que debo dejar de pensar en eso, que no lo vale. Yo pienso todo lo contrario, simplemente hay algo que no me deja ceder, pero que vuelve mis días grises. Todos mis pensamientos van dirigidos a una persona, y aunque no sepa quien soy, lucharé hasta poder tener lo que deseo.
Cerré los ojos tratando de olvidar el pequeño conflicto de emociones que hay dentro de mí. No puedo pensar que soy una persona depresiva. En un momento hablo como si odiara la vida, y luego por mi cabeza pasa la palabra ¿esperanza?
— ¡Ya basta!— dije en mis pensamientos y traté de dormir.  

Sabes mi nombre, no mi historia. Has oído lo que he hecho, no lo que he pasado. Sabes como soy... pero no sabes quien soy.
Estos años sin ti han sido muy duros, lo bastante como para querer morirme e irme contigo. Pero no puedo, ¿Sabes por que? Porque nuestra hija ya esta aprendiendo a hablar, ¿A que no adivinas que dijo primero? Mama, mis ojos se llenaron de lagrimas al escuchar su voz, igual a la tuya. Niall lloraba, tanto que tuvo que irse a otra habitación para que Ali no se preocupara.
Pero algo bueno salio de todo esto: Louis y Eleanor por fin se casaron, los primeros años fue difícil, la boda se postergo muchas veces por que Eleanor siempre decía que quería esperarte, era su sueño que su mejor amiga caminara con ella al altar. Harry asistió, como pudo, apenas caminaba con las muletas, ademas tenia que estar de aquí allá buscando a Ali. Así es, le puso tu nombre a su hija, dijo que cuando tuviera mas le pondría el nombre de todos nosotros por que quería recordar lo valiente y lo fuerte que fuimos.
Niall tambien tiene novia, ella esta embarazada con siete meses y de su segundo hijo a quien le pondría Charlie, su primer hijo de la misma edad de Ali se llama Edward. Liam tambien tiene un hijo, Sebastian. No se termino casando con Danielle como todos pensaban, si no que se caso con otra chica, ¿Recuerdas a Charity? Bien, es ella.
Ahora a lo que te escribía, te extrañamos, te necesitamos y te queremos, ¿Sabes por que? Porque eras perfecta, eras única y tu alegría llenaba los rincones mas oscuros: Ali. Te ame, te amo y te amare hasta el ultimo de mis días.
Siempre tuyo,

Mi historia comienza años atrás, cuando aún era una Belieber del montón. Una de esas chicas que gritaba de felicidad al oírlo cantar, y que lloraba de tristeza al saber que nunca iba a conocerlo, a ser un alguien en su vida. Pero entonces, un tweet, un mensaje y una llamada, fueron lo que hizo falta, para convertirme en su mejor amiga. La mejor amiga de una súper estrella, de mi ídolo, de Justin Bieber.