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♥Soltera en Nueva York♥ ( Harry y Tu ) HOT
O W N :: Archivos :: Novelas Abandonadas
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Re: ♥Soltera en Nueva York♥ ( Harry y Tu ) HOT
CAPITULO 4/PARTE 2
El negó con la cabeza.
-No, esto ya no tiene nada que ver con Mich . Ahora que te he conocido, no puedo dejar que vayas sola por Nueva York en tu primera noche de sábado. Y no te molestes en decirme que te quedarás en casa porque no te creeré.
-Claro que quiero salir -reconoció ella-. Llegue el jueves por la noche y pasé todo el viernes en la agencia. Mich y Lou me llevaron a cenar, pero ella estaba muy cansada, así que nos fuimos temprano a su casa. Me pasé despierta casi toda la noche, deseando salir y explorar la ciudad.
-¿Qué te parece si hacemos un trato? -se metió las manos en los bolsillos traseros.
-¿Qué trato? -como cualquier mujer, era muy sensible ante aquella postura tan masculina.
-En esta primera noche no buscarás ninguna cita ni intercambiarás el teléfono con nadie. Yo seré tu única compañía, te enseñaré la ciudad y mañana volveremos a negociar las condiciones.
-De acuerdo -le gustaba la idea de ser su única cita.
-¿Seguro que no quieres colocar el deseo?
-Seguro.
-Bien, entonces te recogeré a las ocho.
-Estaré lista -iba a recogerla a las ocho. Eso demostraba que ya estaba en la gran ciudad. En Virtue las citas empezaban mucho más temprano. Y también acababan mucho antes, ya que todo cerraba antes de las diez. A cualquier chica que alargase la hora se la consideraba automáticamente una ninfómana.
-¿Tienes un buen abrigo?
-Por supuesto -puso una mueca al pensar en su horrorosa chaqueta. Quería esperar a ver la última moda antes de comprarse un buen abrigo de diseño. Y tendría que esperar también a recuperarse del gasto de la cama.
-De acuerdo. Entonces, hasta luego -recogió su abrigó, le sonrió y salió por la puerta.
Cinco horas más tarde, Harry llamó con un silbido a un taxi y le dio al conductor la dirección de _____. En el bolsillo llevaba cuidadosamente doblado el itinerario que seguirían esa noche. Le había costado toda la tarde hacerlo, y estaba orgulloso del resultado. No se le presentaba todos los días la oportunidad de enseñar su ciudad favorita.
A él no le gustaba especialmente lo novedoso, pero con ______ estaba descubriendo lo emocionante que podía ser. En el rato que habían permanecido separados había tenido tiempo para analizar el efecto que una mujer así le producía. Mich era muy ingenua al pensar que acabarían juntos, pero era innegable que existía cierta química entre los dos.
Era una lástima que _____ fuese amiga de Mich y de Lou . Si la hubiera conocido por su cuenta habría sido la compañera perfecta. Nunca hubiera imaginado que una chica de campo le interesase, pero tenía que reconocer que su falta de sofisticación lo excitaba. Se moría de impaciencia por ver su reacción al programa que había preparado.
También se la imaginaba saltando en la gigantesca alcoba. Podía imaginárselo con preocupante facilidad. Tenía que esforzarse por olvidarlo si no quería poner en peligro su amistad con Mich y con Lou . Especialmente con Lou .
Tal vez fuera el momento de buscar a otro amigo soltero con quien salir, pero no quería precipitarse. Los amigos como Lou no aparecían muy a menudo. La realidad era que no asumía el nuevo rol matrimonial de Lou .
Cuando el taxi se detuvo frente al bloque de _____, Harry estaba temblando de emoción. Se palpó el bolsillo para comprobar que el itinerario seguía allí, y le dijo al taxista que esperara. El creciente importe del taxímetro le haría salir cuanto antes del apartamento.
En el ascensor se preguntó si hubiera sido más rápido subir por las escaleras. Había llegado puntual, pero temía que ella lo estuviese esperando en el rellano, con el abrigo puesto y pateando el suelo con impaciencia.
Salió corriendo en cuanto las puertas se abrieron y llamó al timbre por segunda vez aquel día. La primera vez se había sentido impaciente y un poco irritado con Mich. En esos momentos solo sentía impaciencia, pero por una razón distinta. Su respiración era diferente, y hasta los latidos de su corazón eran diferentes.
Tal y como se esperaba, _____ no tardó en abrirle la puerta. Pero no se había puesto aún el abrigo. De hecho, no se había puesto casi nada. Su falda negra era muy corta y ajustada, y dejaba ver unas piernas cubiertas con medias que le recordaron la foto de la boda.
Se forzó a no mirarle las piernas y alzó la vista. Entonces descubrió que el jersey negro era igualmente ceñido, y que se ajustaba a unos apetitosos pechos y a una cintura tan estrecha que podría abarcarla con las dos manos. Estaba... lista para la acción, pensó él mientras tragaba saliva.
-Vamos, entra -le agarró la mano y lo hizo pasar-. Quiero enseñarte la cama.harry no quería ver la cama. Solo quería irse de allí lo antes posible, pero ello lo arrastraba hacia el interior en penumbra.
Hasta entonces no se habían tocado, y la experiencia le resultó deliciosa. Su mano era cálida, suave y eléctrica. Pero el tacto no fue nada en comparación con la escena que había preparado.
Las velas chisporroteaban en los alféizares de las ventanas y sobre las cajas que había colocado como mesitas de noche. No había otra luz en la salita, por lo que los rincones sin amueblar se ocultaban en las sombras y la cama aparecía en toda su gloria.
Había conseguido montar el dosel ella sola. La pesada tela color marfil cubría el techo de la cama y separaba el interior con una cortina, dando el aspecto de una tienda árabe. Los almohadones y las sábanas eran de negro satén, y estaban dobladas hacia fuera insinuando una invitación.
-¿Qué te parece?
¿Parecer? Ningún hombre podría pensar ante semejante exhibición de fantasía sexual. Pero sí podía reaccionar, y Harry esperó que su abrigo de piel pudiera cubrir lo que le estaba pasando.
-¿Verdad que es preciosa? -volvió a preguntar ella.
-Es... um... muy... bonita.
-Es lo que siempre había soñado. Quería que vieras el resultado final. Así que dime, ¿qué te parece como hombre? ¿Lo ves demasiado femenino y recargado? Porque no quiero que a un hombre le cueste relajarse en esta cama.
-Yo, eh... -tuvo que aclararse la garganta, y entonces cometió el error de mirarla para responderle. ______ estaba apoyada en el mostrador de la cocina americana. La luz de las velas se reflejaba en sus hondas y parecía enfatizar las curvas que mostraban la falda y el jersey.
-Estás dudando -dijo ella decepcionada-. Así que hay algo que no he hecho bien. ¿Qué es?
-No, nada... Es una cama estupenda.
-¿En serio? -la sonrisa le iluminó el rostro-. ¿De verdad lo crees?
-Sí.
-¿Quieres quitarte los zapatos y probarla? No me importa que arrugues las sabanas.
Harry se preguntó si sería tan ingenua como para pedirle algo así sin segundas intenciones. En cualquier caso, por nada del mundo se tumbaría en esa cama.
-¡Vamos, Harry ! Yo ya la he probado, y te garantizo que es lo más cómodo que verás en tu vida. Seguí mi instinto al comprarla y ahí esta... Es perfecta.
Había otra razón que no recordaba y que le impedía aceptar la invitación. Era una sensación incómoda que... ¡El taxi! Lo había olvidado por completo.
Con un repentino alivio le dijo que el taxi estaba esperando en la calle.
-¡Oh!, ¿por qué no me lo has dicho antes? -corrió por la habitación soplando las velas.
-No importa. Es solo que... -dejó de hablar cuando ella apagó la última vela. La casa quedó completamente a oscuras, salvo por la débil luz que entraba por la ventana.
-¡Vaya! Parece que me he precipitado -dijo ella con una risita- Espera a que encuentre el interruptor
Harry no estaba dispuesto a quedarse a oscuras con aquella amenaza sexual. Avanzó a tientas hacia la puerta. Tendría que haber un interruptor en...
Los dos chocaron entre ellos y los dos gritaron asustados. El brazo de Harry le tocó el pecho y la pierna se enredó con las suyas. Tuvo que sujetarla para guardar el equilibrio.
-¡Lo siento! -se disculpó ella riendo-. Iba hacia la puerta.
-Yo también -la soltó cuando ambos se enderezaron, pero no lo bastante pronto como para evitar que la sangre le hirviera de deseo y lo conmocionara un apretón en la ingle.
Se quedó de pie intentando sofocar la necesidad. Siempre había sido muy bueno en eso, gracias al entrenamiento en reprimir las emociones que recibió de niño. Sus padres creían que las emociones eran muy poco oportunas, y aquello demostraba que tenían razón.
-Vale, acabo de encontrar un interruptor. Veamos qué enciende.
Se oyó un clic y una bombilla se encendió sobre la puerta, creando un efecto de foco en torno a ________. Ella sonrió y alzó los brazos.
-Les presentamos a... ¡Rose Lee!
Harry se quedó con la boca seca. Era preciosa, demonios. Demasiado hermosa para ignorarla.
-Bueno, ya está bien de tonterías -dijo ella- Voy por mi bolsa y nos iremos.
Él asintió. Se había quedado fascinado por la imagen bajo la luz. Se preguntó cómo era posible que Lou no hubiera apreciado su belleza.
Su amigo solo había dicho que era muy alegre. Pero claro, no se podía esperar otra cosa, estaba casado. Ella corrió hacia lo que originalmente fue el dormitorio y volvió enseguida con una pequeña mochila negra. De algún modo él consiguió llevarla hasta la puerta sin decirle que había cambiado de opinión y que quería probar la cama. En cuanto saliera del apartamento estaría a salvo. Ese era su único objetivo. Huir de aquel enorme lecho de pasión y de aquellos focos que convertían a_____en una bailarina de striptease de ensueño.
El negó con la cabeza.
-No, esto ya no tiene nada que ver con Mich . Ahora que te he conocido, no puedo dejar que vayas sola por Nueva York en tu primera noche de sábado. Y no te molestes en decirme que te quedarás en casa porque no te creeré.
-Claro que quiero salir -reconoció ella-. Llegue el jueves por la noche y pasé todo el viernes en la agencia. Mich y Lou me llevaron a cenar, pero ella estaba muy cansada, así que nos fuimos temprano a su casa. Me pasé despierta casi toda la noche, deseando salir y explorar la ciudad.
-¿Qué te parece si hacemos un trato? -se metió las manos en los bolsillos traseros.
-¿Qué trato? -como cualquier mujer, era muy sensible ante aquella postura tan masculina.
-En esta primera noche no buscarás ninguna cita ni intercambiarás el teléfono con nadie. Yo seré tu única compañía, te enseñaré la ciudad y mañana volveremos a negociar las condiciones.
-De acuerdo -le gustaba la idea de ser su única cita.
-¿Seguro que no quieres colocar el deseo?
-Seguro.
-Bien, entonces te recogeré a las ocho.
-Estaré lista -iba a recogerla a las ocho. Eso demostraba que ya estaba en la gran ciudad. En Virtue las citas empezaban mucho más temprano. Y también acababan mucho antes, ya que todo cerraba antes de las diez. A cualquier chica que alargase la hora se la consideraba automáticamente una ninfómana.
-¿Tienes un buen abrigo?
-Por supuesto -puso una mueca al pensar en su horrorosa chaqueta. Quería esperar a ver la última moda antes de comprarse un buen abrigo de diseño. Y tendría que esperar también a recuperarse del gasto de la cama.
-De acuerdo. Entonces, hasta luego -recogió su abrigó, le sonrió y salió por la puerta.
Cinco horas más tarde, Harry llamó con un silbido a un taxi y le dio al conductor la dirección de _____. En el bolsillo llevaba cuidadosamente doblado el itinerario que seguirían esa noche. Le había costado toda la tarde hacerlo, y estaba orgulloso del resultado. No se le presentaba todos los días la oportunidad de enseñar su ciudad favorita.
A él no le gustaba especialmente lo novedoso, pero con ______ estaba descubriendo lo emocionante que podía ser. En el rato que habían permanecido separados había tenido tiempo para analizar el efecto que una mujer así le producía. Mich era muy ingenua al pensar que acabarían juntos, pero era innegable que existía cierta química entre los dos.
Era una lástima que _____ fuese amiga de Mich y de Lou . Si la hubiera conocido por su cuenta habría sido la compañera perfecta. Nunca hubiera imaginado que una chica de campo le interesase, pero tenía que reconocer que su falta de sofisticación lo excitaba. Se moría de impaciencia por ver su reacción al programa que había preparado.
También se la imaginaba saltando en la gigantesca alcoba. Podía imaginárselo con preocupante facilidad. Tenía que esforzarse por olvidarlo si no quería poner en peligro su amistad con Mich y con Lou . Especialmente con Lou .
Tal vez fuera el momento de buscar a otro amigo soltero con quien salir, pero no quería precipitarse. Los amigos como Lou no aparecían muy a menudo. La realidad era que no asumía el nuevo rol matrimonial de Lou .
Cuando el taxi se detuvo frente al bloque de _____, Harry estaba temblando de emoción. Se palpó el bolsillo para comprobar que el itinerario seguía allí, y le dijo al taxista que esperara. El creciente importe del taxímetro le haría salir cuanto antes del apartamento.
En el ascensor se preguntó si hubiera sido más rápido subir por las escaleras. Había llegado puntual, pero temía que ella lo estuviese esperando en el rellano, con el abrigo puesto y pateando el suelo con impaciencia.
Salió corriendo en cuanto las puertas se abrieron y llamó al timbre por segunda vez aquel día. La primera vez se había sentido impaciente y un poco irritado con Mich. En esos momentos solo sentía impaciencia, pero por una razón distinta. Su respiración era diferente, y hasta los latidos de su corazón eran diferentes.
Tal y como se esperaba, _____ no tardó en abrirle la puerta. Pero no se había puesto aún el abrigo. De hecho, no se había puesto casi nada. Su falda negra era muy corta y ajustada, y dejaba ver unas piernas cubiertas con medias que le recordaron la foto de la boda.
Se forzó a no mirarle las piernas y alzó la vista. Entonces descubrió que el jersey negro era igualmente ceñido, y que se ajustaba a unos apetitosos pechos y a una cintura tan estrecha que podría abarcarla con las dos manos. Estaba... lista para la acción, pensó él mientras tragaba saliva.
-Vamos, entra -le agarró la mano y lo hizo pasar-. Quiero enseñarte la cama.harry no quería ver la cama. Solo quería irse de allí lo antes posible, pero ello lo arrastraba hacia el interior en penumbra.
Hasta entonces no se habían tocado, y la experiencia le resultó deliciosa. Su mano era cálida, suave y eléctrica. Pero el tacto no fue nada en comparación con la escena que había preparado.
Las velas chisporroteaban en los alféizares de las ventanas y sobre las cajas que había colocado como mesitas de noche. No había otra luz en la salita, por lo que los rincones sin amueblar se ocultaban en las sombras y la cama aparecía en toda su gloria.
Había conseguido montar el dosel ella sola. La pesada tela color marfil cubría el techo de la cama y separaba el interior con una cortina, dando el aspecto de una tienda árabe. Los almohadones y las sábanas eran de negro satén, y estaban dobladas hacia fuera insinuando una invitación.
-¿Qué te parece?
¿Parecer? Ningún hombre podría pensar ante semejante exhibición de fantasía sexual. Pero sí podía reaccionar, y Harry esperó que su abrigo de piel pudiera cubrir lo que le estaba pasando.
-¿Verdad que es preciosa? -volvió a preguntar ella.
-Es... um... muy... bonita.
-Es lo que siempre había soñado. Quería que vieras el resultado final. Así que dime, ¿qué te parece como hombre? ¿Lo ves demasiado femenino y recargado? Porque no quiero que a un hombre le cueste relajarse en esta cama.
-Yo, eh... -tuvo que aclararse la garganta, y entonces cometió el error de mirarla para responderle. ______ estaba apoyada en el mostrador de la cocina americana. La luz de las velas se reflejaba en sus hondas y parecía enfatizar las curvas que mostraban la falda y el jersey.
-Estás dudando -dijo ella decepcionada-. Así que hay algo que no he hecho bien. ¿Qué es?
-No, nada... Es una cama estupenda.
-¿En serio? -la sonrisa le iluminó el rostro-. ¿De verdad lo crees?
-Sí.
-¿Quieres quitarte los zapatos y probarla? No me importa que arrugues las sabanas.
Harry se preguntó si sería tan ingenua como para pedirle algo así sin segundas intenciones. En cualquier caso, por nada del mundo se tumbaría en esa cama.
-¡Vamos, Harry ! Yo ya la he probado, y te garantizo que es lo más cómodo que verás en tu vida. Seguí mi instinto al comprarla y ahí esta... Es perfecta.
Había otra razón que no recordaba y que le impedía aceptar la invitación. Era una sensación incómoda que... ¡El taxi! Lo había olvidado por completo.
Con un repentino alivio le dijo que el taxi estaba esperando en la calle.
-¡Oh!, ¿por qué no me lo has dicho antes? -corrió por la habitación soplando las velas.
-No importa. Es solo que... -dejó de hablar cuando ella apagó la última vela. La casa quedó completamente a oscuras, salvo por la débil luz que entraba por la ventana.
-¡Vaya! Parece que me he precipitado -dijo ella con una risita- Espera a que encuentre el interruptor
Harry no estaba dispuesto a quedarse a oscuras con aquella amenaza sexual. Avanzó a tientas hacia la puerta. Tendría que haber un interruptor en...
Los dos chocaron entre ellos y los dos gritaron asustados. El brazo de Harry le tocó el pecho y la pierna se enredó con las suyas. Tuvo que sujetarla para guardar el equilibrio.
-¡Lo siento! -se disculpó ella riendo-. Iba hacia la puerta.
-Yo también -la soltó cuando ambos se enderezaron, pero no lo bastante pronto como para evitar que la sangre le hirviera de deseo y lo conmocionara un apretón en la ingle.
Se quedó de pie intentando sofocar la necesidad. Siempre había sido muy bueno en eso, gracias al entrenamiento en reprimir las emociones que recibió de niño. Sus padres creían que las emociones eran muy poco oportunas, y aquello demostraba que tenían razón.
-Vale, acabo de encontrar un interruptor. Veamos qué enciende.
Se oyó un clic y una bombilla se encendió sobre la puerta, creando un efecto de foco en torno a ________. Ella sonrió y alzó los brazos.
-Les presentamos a... ¡Rose Lee!
Harry se quedó con la boca seca. Era preciosa, demonios. Demasiado hermosa para ignorarla.
-Bueno, ya está bien de tonterías -dijo ella- Voy por mi bolsa y nos iremos.
Él asintió. Se había quedado fascinado por la imagen bajo la luz. Se preguntó cómo era posible que Lou no hubiera apreciado su belleza.
Su amigo solo había dicho que era muy alegre. Pero claro, no se podía esperar otra cosa, estaba casado. Ella corrió hacia lo que originalmente fue el dormitorio y volvió enseguida con una pequeña mochila negra. De algún modo él consiguió llevarla hasta la puerta sin decirle que había cambiado de opinión y que quería probar la cama. En cuanto saliera del apartamento estaría a salvo. Ese era su único objetivo. Huir de aquel enorme lecho de pasión y de aquellos focos que convertían a_____en una bailarina de striptease de ensueño.
michu
Re: ♥Soltera en Nueva York♥ ( Harry y Tu ) HOT
wow gracias me alegro que te aya encantadoLaȗ ◕ ‿‿ ◕ escribió:Aww me encanto!
Debes seguirla :D
ya la segui beshooos bye
michu
Re: ♥Soltera en Nueva York♥ ( Harry y Tu ) HOT
michu me e pasado por tu novela y dios me encanta ademas me parto por lkas cosas k piensa harry es tan testarudo dios me encanta ejejejejejej la e amodo puede k un poco menos k la otra pero eso es porque la otra lleva mas jejejejeej bueno espero con muchas nasias k la sigas pronto
tu niña buena a llegado y le encanta jejejeje
besosssssssssssssssss mari
tu niña buena a llegado y le encanta jejejeje
besosssssssssssssssss mari
Devon.
Re: ♥Soltera en Nueva York♥ ( Harry y Tu ) HOT
gracias por haberte pasado. si harry es demasiado testarudo me alegro que te encante la sigo ahora mi niña buena jeje beshoooooooos byemari2900 escribió:michu me e pasado por tu novela y dios me encanta ademas me parto por lkas cosas k piensa harry es tan testarudo dios me encanta ejejejejejej la e amodo puede k un poco menos k la otra pero eso es porque la otra lleva mas jejejejeej bueno espero con muchas nasias k la sigas pronto
tu niña buena a llegado y le encanta jejejeje
besosssssssssssssssss mari
michu
Re: ♥Soltera en Nueva York♥ ( Harry y Tu ) HOT
Capítulo 5 /PARTE 1♥
Mientras bajaban en el ascensor _______ miraba con envidia el lujoso abrigo de piel de Harry . Lo hacía parecer oscuro y misterioso, como un espía. Y era lo que ella quería, en cuanto pudiese permitírselo. Se acabaron las ropas sencillas. Sería una mujer elegante, enigmática y peligrosa.
Pero lo primero había sido la cama, y esperaba no haberse excedido.
-En serio, Harry , quiero que me digas lo que piensas de la cama. Si crees que las sábanas son escandalosas, las cambiaré por otras que no griten « ¡sexo!». Tal vez sea demasiado obvio.
Él se aclaró la garganta y ella notó que lo había hecho varias veces,
-No estarás pillando un resfriado, ¿verdad? Porque no quiero obligarte a salir si no te encuentras bien.
-Me encuentro muy bien -le aseguró él-. ¿Por qué crees que estoy enfermo?
-Bueno, estás muy callado, y no haces más que toser y aclararte la garganta. Hasta me ha parecido notar que tienes la voz un poco rasposa. Deja que te toque la frente.
Él se apartó para evitar que lo tocara.
-No tengo fiebre.
-Pues no me lo creo. No te muevas -intentó ponerle la mano en la frente y él siguió resistiéndose- .A Mich y a Lou no les gustaría que te sacara a la calle si estás enfermo.
Finalmente, él la agarró por las muñecas. -No estoy enfermo, ¿de acuerdo?
Oooh... A ella le encantaba que un hombre se hiciera dueño de la situación. Era tan sexy, y sus manos eran tan fuertes... Igual que las de los granjeros con los que había crecido. Pero seguro que él no era tan torpe como ellos.
-¿Si te sintieras mal me lo dirías?
-Sí, te lo diría -dejó escapar un breve suspiro y la soltó.
Ella lamentó perder el contacto. Aquel tacto le había hecho desear más. Un hombre como Harry sabía cómo acariciar a una mujer. Tembló solo de pensarlo.
-¿Tienes frío? -le preguntó él-. ¡Santo Dios! No has traído ningún abrigo. No me explico cómo no me he dado cuenta -el ascensor se detuvo y las puertas se abrieron, pero él volvió a pulsar el botón del cuarto piso-. Tenemos que subir por tu abrigo. Ahí fuera hace frío.
-No quiero mi abrigo -pulsó el botón de bajada, pero era demasiado tarde.
-¿Cómo que no lo quieres? No puedes salir sin nada.
Ella puso una mueca de exasperación.
-He venido a Nueva York para huir de los consejos paternales. Soy mayor de edad y saldré sin un abrigo si me da la gana -se había probado la chaqueta, pero, tal y como se temía, le daba un aspecto horrible.
-No puedes hablar en serio -dijo él-. ¡No llevas casi nada! Mírame a mí; voy con calcetines, camisa, chaqueta y un abrigo. Y tú solo vas con medias de nylon, una minifalda y un jersey fino.
¡Qué estupendo que se hubiera fijado con tanta atención en su ropa! ______ se preguntó si lo habría impresionado. A menos que estuviera equivocada, creía haber visto un brillo de lujuria en sus ojos... Perfecto.
-El único modo de sobrevivir ahí fuera es con un buen abrigo, largo y cálido.
-No tengo ningún buen abrigo largo y cálido.
-Pero algo tendrás. Nadie viene a Nueva York en enero sin algo de abrigo.
-Sí, tengo algo, y es horrible. Me niego a salir en mi primera noche con una chaqueta naranja y azul. Antes prefiero salir desnuda.
Él volvió a aclararse la garganta.
-¿Lo ves? Estás enfermo.
-No, no; no lo estoy -dijo él curvando los labios. Ella comprobó horrorizada cómo se estaba reprimiendo la risa. Oh, Dios... sus peores temores se habían hecho realidad. Al gran hombre de ciudad lo divertía que la palurda de pueblo prefiriera pasearse desnuda antes que exhibir su horrible chaqueta por Nueva York.
Las puertas del ascensor se abrieron, y ella solo pudo pensar en escapar.
-¿Sabes qué? No tengo ganas de salir. Estoy rendida. Supongo que será por un efecto retardado del jet lag Lo mejor será que me vaya a la cama. Buenas noches.
Él la agarró por el brazo antes de que llegara a la puerta.
-Espera.
_______ sintió de nuevo aquella deliciosa conexión. Pero ya no era lo mismo. No podía excitarse sexualmente con un hombre que se reía de ella en secreto. Quizá también había pensado que la cama era ridícula. Por eso carraspeaba tanto. Lo que hacía era intentar controlar su risa.
Cuando lo conoció le había parecido un caballero medieval con un estricto código de honor. Por lo visto aquel código impedía que una dama saliera sin abrigo, lo cual era de agradecer, pero lo había estropeado todo por su sonrisa desdeñosa.
Aunque en aquellos momentos ya no sonreía, y sus azules o tal vez verdes ojos parecían preocupados.
-Si esto es por el abrigo...
-¿El abrigo? -ella hizo un gesto con la mano-. No, claro que no. Me duele la cabeza.
-Seguro que tienes aspirinas en casa -él siguió con la mano en su brazo- . Vamos adentro.
A pesar de todo, a ella le encantaba la seguridad con la que le sujetaba el brazo. El jersey era tan fino que podía sentir las puntas de los dedos a través del tejido. La sensación le provocó tanto calor en el cuerpo que cualquier abrigo hubiera sobrado.
En cuanto él empezó a tirar de ella por el pasillo, la invadió un sentimiento de culpa.
-No me duele la cabeza -reconoció-. Es por el asunto del abrigo. Sé que te resulta ridículo, pero no soportaría salir con esa chaqueta. Tendría que haberlo previsto hace semanas, cuando fantaseaba sobre este momento. Pero no lo hice, y ahora no puedo comprarme un abrigo nuevo porque me lo he gastado todo en la cama, lo cual también te parecerá ridículo. -No, de ninguna manera.
-Está bien -se preguntó si él se habría dado cuenta de que le estaba deslizando el pulgar por el antebrazo. Seguramente solo fuera un acto reflejo. Puedes decírmelo. Me llevará un tiempo convertirme en una mujer sofisticada de la gran ciudad. Tiempo y dinero. De momento no puedo permitirme un abrigo como el tuyo, así que prefiero no llevar nada. No tendré frío si me muevo deprisa.
Él parpadeó de asombro.
-¿Te gusta este abrigo?
-Me encanta. Es como si tuviera escrito el nombre de Nueva York.
-Entonces la solución es muy simple -le soltó el brazo y empezó a quitarse el abrigo.
-Eh, ¿qué estás haciendo? -Prestarte mi abrigo.
-¡Ni se te ocurra! -lo agarró por el cuello para impedir que se lo quitara-. ¡No lo hagas!
Él se detuvo.
-¿Temes parecer ridícula? Sé que te quedará un poco grande, pero puedes subirte las mangas. De largo te quedará bien, ya que a mí solo me llega por las rodillas.
-No temo parecer ridícula -al agarrarlo por el cuello comprobó la suavidad de la piel.
-Entonces póntelo -dijo él quitándose el abrigo, y se lo tendió.
Ella cerró los puños.
-Esa no es solución. Tú te quedarás sin abrigo, créeme si te digo que no aceptarás mi chaqueta.
-No importa. Nos pasaremos por mi apartamento y me pondré otro. Además, así podrás ver la mesita y las sillas plegables. Adelante, quítate la mochila y, pruébatelo -lo sostuvo por los hombros y lo sacudió.
-No estoy segura... -en realidad, se moría de ganas por introducir sus brazos en las mangas.
-Es lo mejor. Date la vuelta y póntelo.
Ella se rindió a la tentación. Dejó la mochila en el suelo y se dio la vuelta. Con un movimiento tan suave que le hizo contener la respiración, él le puso el abrigo. La sensación fue comparable a la de un orgasmo. El forro acariciaba el dorso de sus manos, y el olor a loción y a cuero hizo que le temblaran las rodillas.
Él la rodeó y la miró de frente.
-No está mal. Déjame que te suba las mangas.
Ella cerró los ojos mientras él le doblaba las mangas con un cuidado exquisito. Cualquier hombre que prestara tanta atención en arremangar un abrigo, sabría cómo excitar el cuerpo de una mujer.
-Átate el cinturón y recoge tu mochila.
______ abrió los ojos y lo vio mirarla con una expresión de ternura. Entonces supo que además de ser un amante experto, debía de ser dulce y cariñoso.
La idea la hizo temblar de emoción y le costó mucho trabajo atarse el cinturón. Sin dejar de temblar, se agachó para recoger la mochila y se la colgó a la espalda.
-Vámonos -la tomó del brazo y se dirigieron hacia el ascensor.
Aunque ella no podía sentir el tacto de su mano a través de la piel, estaba encantada de que la tocase con tanta despreocupación. No significaba nada, desde luego, pero algún que otro roce amistoso haría la noche más emocionante.
Y luego estaba la oportunidad de ver su apartamento. Se moría de curiosidad por saber cómo vivía un soltero en Nueva York. Así sabría cómo preparar el escenario adecuado cuando invitase a uno a su casa. Tenía que ver la cama de Harry para comprobar si la suya propia era de mal gusto.
Cuando salieron a la calle el aire gélido la azotó en la cara. Harry tenía razón. Sin un buen abrigo se habría congelado en pocos segundos. Sintió otro remordimiento cuando vio el taxi y pensó en el tiempo que lo había hecho esperar.
-¡Yo pagaré a medias la factura del taxi! -gritó para hacerse oír por encima del viento y del tráfico.
-Ya lo veremos -le dijo al oído mientras le abría la puerta.
Al sentir el aliento contra su piel por poco se derritió, pero entonces recordó que si le había susurrado al oído era para no ponerse a gritar como ella. Y si su voz sonaba tan sexy era porque así debía de sonar cuando hablaba en voz baja.
Mientras bajaban en el ascensor _______ miraba con envidia el lujoso abrigo de piel de Harry . Lo hacía parecer oscuro y misterioso, como un espía. Y era lo que ella quería, en cuanto pudiese permitírselo. Se acabaron las ropas sencillas. Sería una mujer elegante, enigmática y peligrosa.
Pero lo primero había sido la cama, y esperaba no haberse excedido.
-En serio, Harry , quiero que me digas lo que piensas de la cama. Si crees que las sábanas son escandalosas, las cambiaré por otras que no griten « ¡sexo!». Tal vez sea demasiado obvio.
Él se aclaró la garganta y ella notó que lo había hecho varias veces,
-No estarás pillando un resfriado, ¿verdad? Porque no quiero obligarte a salir si no te encuentras bien.
-Me encuentro muy bien -le aseguró él-. ¿Por qué crees que estoy enfermo?
-Bueno, estás muy callado, y no haces más que toser y aclararte la garganta. Hasta me ha parecido notar que tienes la voz un poco rasposa. Deja que te toque la frente.
Él se apartó para evitar que lo tocara.
-No tengo fiebre.
-Pues no me lo creo. No te muevas -intentó ponerle la mano en la frente y él siguió resistiéndose- .A Mich y a Lou no les gustaría que te sacara a la calle si estás enfermo.
Finalmente, él la agarró por las muñecas. -No estoy enfermo, ¿de acuerdo?
Oooh... A ella le encantaba que un hombre se hiciera dueño de la situación. Era tan sexy, y sus manos eran tan fuertes... Igual que las de los granjeros con los que había crecido. Pero seguro que él no era tan torpe como ellos.
-¿Si te sintieras mal me lo dirías?
-Sí, te lo diría -dejó escapar un breve suspiro y la soltó.
Ella lamentó perder el contacto. Aquel tacto le había hecho desear más. Un hombre como Harry sabía cómo acariciar a una mujer. Tembló solo de pensarlo.
-¿Tienes frío? -le preguntó él-. ¡Santo Dios! No has traído ningún abrigo. No me explico cómo no me he dado cuenta -el ascensor se detuvo y las puertas se abrieron, pero él volvió a pulsar el botón del cuarto piso-. Tenemos que subir por tu abrigo. Ahí fuera hace frío.
-No quiero mi abrigo -pulsó el botón de bajada, pero era demasiado tarde.
-¿Cómo que no lo quieres? No puedes salir sin nada.
Ella puso una mueca de exasperación.
-He venido a Nueva York para huir de los consejos paternales. Soy mayor de edad y saldré sin un abrigo si me da la gana -se había probado la chaqueta, pero, tal y como se temía, le daba un aspecto horrible.
-No puedes hablar en serio -dijo él-. ¡No llevas casi nada! Mírame a mí; voy con calcetines, camisa, chaqueta y un abrigo. Y tú solo vas con medias de nylon, una minifalda y un jersey fino.
¡Qué estupendo que se hubiera fijado con tanta atención en su ropa! ______ se preguntó si lo habría impresionado. A menos que estuviera equivocada, creía haber visto un brillo de lujuria en sus ojos... Perfecto.
-El único modo de sobrevivir ahí fuera es con un buen abrigo, largo y cálido.
-No tengo ningún buen abrigo largo y cálido.
-Pero algo tendrás. Nadie viene a Nueva York en enero sin algo de abrigo.
-Sí, tengo algo, y es horrible. Me niego a salir en mi primera noche con una chaqueta naranja y azul. Antes prefiero salir desnuda.
Él volvió a aclararse la garganta.
-¿Lo ves? Estás enfermo.
-No, no; no lo estoy -dijo él curvando los labios. Ella comprobó horrorizada cómo se estaba reprimiendo la risa. Oh, Dios... sus peores temores se habían hecho realidad. Al gran hombre de ciudad lo divertía que la palurda de pueblo prefiriera pasearse desnuda antes que exhibir su horrible chaqueta por Nueva York.
Las puertas del ascensor se abrieron, y ella solo pudo pensar en escapar.
-¿Sabes qué? No tengo ganas de salir. Estoy rendida. Supongo que será por un efecto retardado del jet lag Lo mejor será que me vaya a la cama. Buenas noches.
Él la agarró por el brazo antes de que llegara a la puerta.
-Espera.
_______ sintió de nuevo aquella deliciosa conexión. Pero ya no era lo mismo. No podía excitarse sexualmente con un hombre que se reía de ella en secreto. Quizá también había pensado que la cama era ridícula. Por eso carraspeaba tanto. Lo que hacía era intentar controlar su risa.
Cuando lo conoció le había parecido un caballero medieval con un estricto código de honor. Por lo visto aquel código impedía que una dama saliera sin abrigo, lo cual era de agradecer, pero lo había estropeado todo por su sonrisa desdeñosa.
Aunque en aquellos momentos ya no sonreía, y sus azules o tal vez verdes ojos parecían preocupados.
-Si esto es por el abrigo...
-¿El abrigo? -ella hizo un gesto con la mano-. No, claro que no. Me duele la cabeza.
-Seguro que tienes aspirinas en casa -él siguió con la mano en su brazo- . Vamos adentro.
A pesar de todo, a ella le encantaba la seguridad con la que le sujetaba el brazo. El jersey era tan fino que podía sentir las puntas de los dedos a través del tejido. La sensación le provocó tanto calor en el cuerpo que cualquier abrigo hubiera sobrado.
En cuanto él empezó a tirar de ella por el pasillo, la invadió un sentimiento de culpa.
-No me duele la cabeza -reconoció-. Es por el asunto del abrigo. Sé que te resulta ridículo, pero no soportaría salir con esa chaqueta. Tendría que haberlo previsto hace semanas, cuando fantaseaba sobre este momento. Pero no lo hice, y ahora no puedo comprarme un abrigo nuevo porque me lo he gastado todo en la cama, lo cual también te parecerá ridículo. -No, de ninguna manera.
-Está bien -se preguntó si él se habría dado cuenta de que le estaba deslizando el pulgar por el antebrazo. Seguramente solo fuera un acto reflejo. Puedes decírmelo. Me llevará un tiempo convertirme en una mujer sofisticada de la gran ciudad. Tiempo y dinero. De momento no puedo permitirme un abrigo como el tuyo, así que prefiero no llevar nada. No tendré frío si me muevo deprisa.
Él parpadeó de asombro.
-¿Te gusta este abrigo?
-Me encanta. Es como si tuviera escrito el nombre de Nueva York.
-Entonces la solución es muy simple -le soltó el brazo y empezó a quitarse el abrigo.
-Eh, ¿qué estás haciendo? -Prestarte mi abrigo.
-¡Ni se te ocurra! -lo agarró por el cuello para impedir que se lo quitara-. ¡No lo hagas!
Él se detuvo.
-¿Temes parecer ridícula? Sé que te quedará un poco grande, pero puedes subirte las mangas. De largo te quedará bien, ya que a mí solo me llega por las rodillas.
-No temo parecer ridícula -al agarrarlo por el cuello comprobó la suavidad de la piel.
-Entonces póntelo -dijo él quitándose el abrigo, y se lo tendió.
Ella cerró los puños.
-Esa no es solución. Tú te quedarás sin abrigo, créeme si te digo que no aceptarás mi chaqueta.
-No importa. Nos pasaremos por mi apartamento y me pondré otro. Además, así podrás ver la mesita y las sillas plegables. Adelante, quítate la mochila y, pruébatelo -lo sostuvo por los hombros y lo sacudió.
-No estoy segura... -en realidad, se moría de ganas por introducir sus brazos en las mangas.
-Es lo mejor. Date la vuelta y póntelo.
Ella se rindió a la tentación. Dejó la mochila en el suelo y se dio la vuelta. Con un movimiento tan suave que le hizo contener la respiración, él le puso el abrigo. La sensación fue comparable a la de un orgasmo. El forro acariciaba el dorso de sus manos, y el olor a loción y a cuero hizo que le temblaran las rodillas.
Él la rodeó y la miró de frente.
-No está mal. Déjame que te suba las mangas.
Ella cerró los ojos mientras él le doblaba las mangas con un cuidado exquisito. Cualquier hombre que prestara tanta atención en arremangar un abrigo, sabría cómo excitar el cuerpo de una mujer.
-Átate el cinturón y recoge tu mochila.
______ abrió los ojos y lo vio mirarla con una expresión de ternura. Entonces supo que además de ser un amante experto, debía de ser dulce y cariñoso.
La idea la hizo temblar de emoción y le costó mucho trabajo atarse el cinturón. Sin dejar de temblar, se agachó para recoger la mochila y se la colgó a la espalda.
-Vámonos -la tomó del brazo y se dirigieron hacia el ascensor.
Aunque ella no podía sentir el tacto de su mano a través de la piel, estaba encantada de que la tocase con tanta despreocupación. No significaba nada, desde luego, pero algún que otro roce amistoso haría la noche más emocionante.
Y luego estaba la oportunidad de ver su apartamento. Se moría de curiosidad por saber cómo vivía un soltero en Nueva York. Así sabría cómo preparar el escenario adecuado cuando invitase a uno a su casa. Tenía que ver la cama de Harry para comprobar si la suya propia era de mal gusto.
Cuando salieron a la calle el aire gélido la azotó en la cara. Harry tenía razón. Sin un buen abrigo se habría congelado en pocos segundos. Sintió otro remordimiento cuando vio el taxi y pensó en el tiempo que lo había hecho esperar.
-¡Yo pagaré a medias la factura del taxi! -gritó para hacerse oír por encima del viento y del tráfico.
-Ya lo veremos -le dijo al oído mientras le abría la puerta.
Al sentir el aliento contra su piel por poco se derritió, pero entonces recordó que si le había susurrado al oído era para no ponerse a gritar como ella. Y si su voz sonaba tan sexy era porque así debía de sonar cuando hablaba en voz baja.
michu
Re: ♥Soltera en Nueva York♥ ( Harry y Tu ) HOT
dios k testaruda es rayis eejejejej
me encanta harry y como le deja el abrigo le abre la puerta y cuando le susurra me muero dios me encantaa tu novea esta muyyyyyyyyyyyyyyyy bieeeeeeeeennnnnnnnnnnnnnnn
espero k la sigas proonto
te espera con mas k ansias
tu niña buena
besossssssssssssss mari
me encanta harry y como le deja el abrigo le abre la puerta y cuando le susurra me muero dios me encantaa tu novea esta muyyyyyyyyyyyyyyyy bieeeeeeeeennnnnnnnnnnnnnnn
espero k la sigas proonto
te espera con mas k ansias
tu niña buena
besossssssssssssss mari
Devon.
Re: ♥Soltera en Nueva York♥ ( Harry y Tu ) HOT
CAPITULO 5/PARTE 2
El taxi se internó en el denso tráfico nocturno, y se dirigió hacia el apartamento de Harry como si fuera un asunto de vida o muerte. A _____ le encantaba aquella alocada forma de conducir. Era lo que había visto en las películas, y la hubiera decepcionado ver lo contrario.
Harry sacó un teléfono móvil del bolsillo de su chaqueta e hizo una llamada. ____ oyó con emoción cómo hacía una reserva para cenar... ¡Para cenar! No se le había ocurrido semejante posibilidad cuando quedaron para salir a las ocho.
-Espero que puedas aguantar un poco -le dijo él-. He reservado mesa para las nueve.
-Estupendo -respondió con una sonrisa. Se prometió que nunca sabría nada del sándwich que se había tomado una hora antes.
-¿Adónde iremos? -su deseo era ir a un sitio famoso como el 21 o Eliane's pero su cartera decía lo contrario.
-Es un pequeño restaurante tailandés. Tiene muy buena fama, y la sopa de limón es excelente.
-Suena genial -cosmopolita y étnico a la vez, pensó con satisfacción. Y aunque la sopa de limón le pareciera algo repugnante, se la comería sin dudarlo.
-Creo que te gustará. El dueño es un cliente mío. Hace un par de meses le facilité un buen aprovisionamiento, y desde entonces no hace más que insistir en que vaya a cenar con una pareja.
_____ lo miró con recelo; sospechaba que aquello fuera una farsa para que ella no tuviese que pagar.
-¿Lo dices en serio?
-Completamente -respondió él con una sonrisa-. Pero reconozco que acepté su invitación para que tu cartera no se viera muy afectada. Sé que quieres pagar los gastos, pero no creo que tengas ni la más remota idea de lo caro que puede ser el entretenimiento en esta ciudad.
-Ya me lo advirtió Mich -estar sentada a su lado, absorbiendo el dulce misterio de su sonrisa, era más entretenido que cualquier cosa que pudiera hacer en Virtue. No le importaba nada el dinero-. Pero no tendrías que llevarme a mí a ese sitio. Deberías haber aceptado la invitación con una cita de verdad.
-Esto es una cita de verdad.
-Oh -sintió un estremecimiento. Era muy emocionante oírlo decir aquello.
-Y además, quiero compartirlo con alguien que sepa apreciarlo. No quiero llevar a nadie que lo vea como una simple comida en un restaurante tailandés.
-Créeme, yo no lo veré así -esperó que no sirvieran pulpo o sushi, pero se prometió que comería cualquier cosas que le pusieran delante, incluso gusanos fritos. Tenía que demostrarle a Harry que no se había equivocado invitándola a ella.
-Ya hemos llegado.
Ella miró por la ventanilla y tragó saliva. El edificio tenía un conserje.
-¿Pasa algo?
-No, no -le dijo con una sonrisa, Todo es perfecto.
Hary estaba en serios problemas. Todo lo referente a aquella mujer lo fascinaba, y el deseo de llevársela a la cama crecía por momentos. Y saber que ella buscaba esa clase de experiencia hacía mucho más difícil luchar contra la tentación, Y esa cama... cielos, realmente pedía a gritos que en ella se desatara un apasionado encuentro sexual.
Mientras la ayudaba a salir del taxi, observó ensimismado lo bien que le quedaba su abrigo. Cuando se lo prestó había creído solucionar un problema, pero en vez de eso se encontraba con un problema mayor.
La visión de una rodilla desnuda entre los faldones lo torturaba sin remedio.
Tal vez fuera por los libros que había visto en su casa, o tal vez por cómo había sido su última aventura, que había terminado dos meses atrás por mutuo aburrimiento.
Pero en _____ nada podía resultar aburrido. Todo lo contrario. No podía apartar los ojos de ella, y mantuvo su mano sujeta cuando salieron del taxi y se dirigieron hacia la puerta. El tacto le resultaba delicioso.
Nunca había pensado antes en eso, pero no todas las mujeres sabían cómo estrechar las manos. ______ sí sabía. Su apretón era firme, pero no demasiado fuerte, y sus dedos lo tocaban como si estuviera encajando dos piezas de un puzzle. Estaba claro que sabía cómo mover su cuerpo, y no solo por haberlo leído en libros de seducción. Parecía tener un talento innato.
Saludó a Ernesto, el conserje, con la cortesía automática que le habían inculcado desde que nació, y entraron en el vestíbulo.
-Un conserje -susurró ______ con admiración-. Nunca he atravesado una puerta sostenida por un conserje.
-Es un buen hombre. Su hija está intentando ser bailarina en Broadway -a Harry lo sorprendió poder hablar, cuando solo podía pensar en el cuerpo de ______ y en colmo iba a reprimirse para no seducirla.
Era muy bueno en la seducción, pero no podía hacerlo por las razones que se repetía una y otra vez. Además, era la primera noche de _____ en Nueva York, y seguramente no querría pasarla en el apartamento de un hombre. No era el recuerdo que había estado esperando tantos años.
-¡Mira el ascensor! Puedo ver mi cara reflejada en el metal. ¿Lo pulen a diario?
-Creo que dos veces al día -entraron los dos solos en el ascensor.
-Huele estupendamente a cera -dijo ella tomando una profunda inspiración.
-Seguramente también le den cera dos veces al día -se estaba convirtiendo en un maníaco del sexo. Nunca había pensado en untar de cera dos cuerpos desnudos...
La verdad era que nunca había probado nada nuevo en lo referente al sexo. La única novedad era cambiar de pareja muy a menudo, y siempre con mujeres de la misma clase. Empezaba a preguntarse en secreto si su sexualidad sería la de un hombre normal.
Para convencerse le bastaba con una simple mirada a _____. Entonces se sentía como un adolescente con las hormonas disparadas. _____ era completamente distinta a sus anteriores citas. Incluso olía de un modo diferente. Quizá él asociara un perfume de cien dólares el frasco con el aburrimiento sexual. ______ olía a vainilla, y él deseaba saborear cada centímetro de su piel.
-Hasta los ascensores son un regalo para mí -lo miró con sus grandes ojos verdes brillando de entusiasmo-. Creo que son tan sexuales... con ese cilindro subiendo y bajando por el hueco...
A Harry se le aceleró el corazón.
-Yo... eh... nunca lo había pensado así. -Algún día tendré que hacerlo en un ascensor.
Si seguía hablando así, aquel día estaría a la vuelta de la esquina.
-¿Eso está bien?
-¿Lo has hecho tu alguna vez?
-No -por lo visto se había perdido casi todo. -Supongo que estarás tan acostumbrado a usar ascensores que nunca se te ha ocurrido. Tienes que perdonarme por imaginar estas locuras. Y no te reprimas si tienes que llamarme la atención. Eso mejorará mis modales, y así no pareceré una palurda cuando empiece a salir con chicos de ciudad.
-Entonces, ¿esto que hacemos no es salir? -se sentía un poco ofendido por el comentario.
-No, esto no cuenta. Apenas me he sacudido las briznas de heno del pelo, así que aún estás con la chica de campo que soy. Pero dame un poco de tiempo y seré como cualquier mujer de Nueva York.Él no supo qué responderle. Quería decirle que no cambiara, que siendo como era lo excitaba más que cualquier otra mujer...
Por suerte, las puertas del ascensor se abrieron a tiempo y le evitaron dar una respuesta. Saber que ella no lo consideraba como un candidato para el sexo tal vez pudiera apagar su excitación, y así podrían entrar en su apartamento por el abrigo y nada más.
Contaba con eso.
El taxi se internó en el denso tráfico nocturno, y se dirigió hacia el apartamento de Harry como si fuera un asunto de vida o muerte. A _____ le encantaba aquella alocada forma de conducir. Era lo que había visto en las películas, y la hubiera decepcionado ver lo contrario.
Harry sacó un teléfono móvil del bolsillo de su chaqueta e hizo una llamada. ____ oyó con emoción cómo hacía una reserva para cenar... ¡Para cenar! No se le había ocurrido semejante posibilidad cuando quedaron para salir a las ocho.
-Espero que puedas aguantar un poco -le dijo él-. He reservado mesa para las nueve.
-Estupendo -respondió con una sonrisa. Se prometió que nunca sabría nada del sándwich que se había tomado una hora antes.
-¿Adónde iremos? -su deseo era ir a un sitio famoso como el 21 o Eliane's pero su cartera decía lo contrario.
-Es un pequeño restaurante tailandés. Tiene muy buena fama, y la sopa de limón es excelente.
-Suena genial -cosmopolita y étnico a la vez, pensó con satisfacción. Y aunque la sopa de limón le pareciera algo repugnante, se la comería sin dudarlo.
-Creo que te gustará. El dueño es un cliente mío. Hace un par de meses le facilité un buen aprovisionamiento, y desde entonces no hace más que insistir en que vaya a cenar con una pareja.
_____ lo miró con recelo; sospechaba que aquello fuera una farsa para que ella no tuviese que pagar.
-¿Lo dices en serio?
-Completamente -respondió él con una sonrisa-. Pero reconozco que acepté su invitación para que tu cartera no se viera muy afectada. Sé que quieres pagar los gastos, pero no creo que tengas ni la más remota idea de lo caro que puede ser el entretenimiento en esta ciudad.
-Ya me lo advirtió Mich -estar sentada a su lado, absorbiendo el dulce misterio de su sonrisa, era más entretenido que cualquier cosa que pudiera hacer en Virtue. No le importaba nada el dinero-. Pero no tendrías que llevarme a mí a ese sitio. Deberías haber aceptado la invitación con una cita de verdad.
-Esto es una cita de verdad.
-Oh -sintió un estremecimiento. Era muy emocionante oírlo decir aquello.
-Y además, quiero compartirlo con alguien que sepa apreciarlo. No quiero llevar a nadie que lo vea como una simple comida en un restaurante tailandés.
-Créeme, yo no lo veré así -esperó que no sirvieran pulpo o sushi, pero se prometió que comería cualquier cosas que le pusieran delante, incluso gusanos fritos. Tenía que demostrarle a Harry que no se había equivocado invitándola a ella.
-Ya hemos llegado.
Ella miró por la ventanilla y tragó saliva. El edificio tenía un conserje.
-¿Pasa algo?
-No, no -le dijo con una sonrisa, Todo es perfecto.
Hary estaba en serios problemas. Todo lo referente a aquella mujer lo fascinaba, y el deseo de llevársela a la cama crecía por momentos. Y saber que ella buscaba esa clase de experiencia hacía mucho más difícil luchar contra la tentación, Y esa cama... cielos, realmente pedía a gritos que en ella se desatara un apasionado encuentro sexual.
Mientras la ayudaba a salir del taxi, observó ensimismado lo bien que le quedaba su abrigo. Cuando se lo prestó había creído solucionar un problema, pero en vez de eso se encontraba con un problema mayor.
La visión de una rodilla desnuda entre los faldones lo torturaba sin remedio.
Tal vez fuera por los libros que había visto en su casa, o tal vez por cómo había sido su última aventura, que había terminado dos meses atrás por mutuo aburrimiento.
Pero en _____ nada podía resultar aburrido. Todo lo contrario. No podía apartar los ojos de ella, y mantuvo su mano sujeta cuando salieron del taxi y se dirigieron hacia la puerta. El tacto le resultaba delicioso.
Nunca había pensado antes en eso, pero no todas las mujeres sabían cómo estrechar las manos. ______ sí sabía. Su apretón era firme, pero no demasiado fuerte, y sus dedos lo tocaban como si estuviera encajando dos piezas de un puzzle. Estaba claro que sabía cómo mover su cuerpo, y no solo por haberlo leído en libros de seducción. Parecía tener un talento innato.
Saludó a Ernesto, el conserje, con la cortesía automática que le habían inculcado desde que nació, y entraron en el vestíbulo.
-Un conserje -susurró ______ con admiración-. Nunca he atravesado una puerta sostenida por un conserje.
-Es un buen hombre. Su hija está intentando ser bailarina en Broadway -a Harry lo sorprendió poder hablar, cuando solo podía pensar en el cuerpo de ______ y en colmo iba a reprimirse para no seducirla.
Era muy bueno en la seducción, pero no podía hacerlo por las razones que se repetía una y otra vez. Además, era la primera noche de _____ en Nueva York, y seguramente no querría pasarla en el apartamento de un hombre. No era el recuerdo que había estado esperando tantos años.
-¡Mira el ascensor! Puedo ver mi cara reflejada en el metal. ¿Lo pulen a diario?
-Creo que dos veces al día -entraron los dos solos en el ascensor.
-Huele estupendamente a cera -dijo ella tomando una profunda inspiración.
-Seguramente también le den cera dos veces al día -se estaba convirtiendo en un maníaco del sexo. Nunca había pensado en untar de cera dos cuerpos desnudos...
La verdad era que nunca había probado nada nuevo en lo referente al sexo. La única novedad era cambiar de pareja muy a menudo, y siempre con mujeres de la misma clase. Empezaba a preguntarse en secreto si su sexualidad sería la de un hombre normal.
Para convencerse le bastaba con una simple mirada a _____. Entonces se sentía como un adolescente con las hormonas disparadas. _____ era completamente distinta a sus anteriores citas. Incluso olía de un modo diferente. Quizá él asociara un perfume de cien dólares el frasco con el aburrimiento sexual. ______ olía a vainilla, y él deseaba saborear cada centímetro de su piel.
-Hasta los ascensores son un regalo para mí -lo miró con sus grandes ojos verdes brillando de entusiasmo-. Creo que son tan sexuales... con ese cilindro subiendo y bajando por el hueco...
A Harry se le aceleró el corazón.
-Yo... eh... nunca lo había pensado así. -Algún día tendré que hacerlo en un ascensor.
Si seguía hablando así, aquel día estaría a la vuelta de la esquina.
-¿Eso está bien?
-¿Lo has hecho tu alguna vez?
-No -por lo visto se había perdido casi todo. -Supongo que estarás tan acostumbrado a usar ascensores que nunca se te ha ocurrido. Tienes que perdonarme por imaginar estas locuras. Y no te reprimas si tienes que llamarme la atención. Eso mejorará mis modales, y así no pareceré una palurda cuando empiece a salir con chicos de ciudad.
-Entonces, ¿esto que hacemos no es salir? -se sentía un poco ofendido por el comentario.
-No, esto no cuenta. Apenas me he sacudido las briznas de heno del pelo, así que aún estás con la chica de campo que soy. Pero dame un poco de tiempo y seré como cualquier mujer de Nueva York.Él no supo qué responderle. Quería decirle que no cambiara, que siendo como era lo excitaba más que cualquier otra mujer...
Por suerte, las puertas del ascensor se abrieron a tiempo y le evitaron dar una respuesta. Saber que ella no lo consideraba como un candidato para el sexo tal vez pudiera apagar su excitación, y así podrían entrar en su apartamento por el abrigo y nada más.
Contaba con eso.
michu
Re: ♥Soltera en Nueva York♥ ( Harry y Tu ) HOT
arto testarudaa para mi gusto jejemari2900 escribió:dios k testaruda es rayis eejejejej
me encanta harry y como le deja el abrigo le abre la puerta y cuando le susurra me muero dios me encantaa tu novea esta muyyyyyyyyyyyyyyyy bieeeeeeeeennnnnnnnnnnnnnnn
espero k la sigas proonto
te espera con mas k ansias
tu niña buena
besossssssssssssss mari
yo tambien amo a harry y sus comportamientos jejeje:rene:
me alegro mucho que te encante la novela
te puedo pedir un favor si no es mucha molestia
podrias recomendarla :oops: :oops: :fiu: :sad: jejeje
ya la segui mi niña buena beshoooos bye
michu
Re: ♥Soltera en Nueva York♥ ( Harry y Tu ) HOT
me rekete encanto el capitulo y lo sabes mucho jejejejej y lo del abrigo esk es para morirse eejejjeej dios k me da un heart attack ejejejeje
bueno k decirte con respecto a lo de recomendarla ke .... :(..... :(...... :(.......
SI SI K PUEDO AYUDARTE
pero puede k tarde un poco porque aora mi padre esta de vacas y si me con el ordenador empieza k no me separo de el k estoy mal y todo eso de los padres jejejejejej
bueno yo te ayudo en lo k sea michu
bueno me encanto (otra vez lo digo)
espero k la sigas muy pronto te espero con mas k ansias
tu niña buena ;)aki para todo
besosssssssssssssssss mari
Devon.
Re: ♥Soltera en Nueva York♥ ( Harry y Tu ) HOT
CAPITULO 6/PARTE 1
_____ lo estaba pasando mejor que en toda su vida. Mientras caminaba junto a Harry por el pasillo enmoquetado, se felicitó a sí misma por decidir que él sería su primera conquista. La visita a su apartamento era una misión de investigación. No era probable que en el futuro saliera con alguien más rico que Harry , de modo que ningún hombre podría impresionarla con un apartamento más lujoso.
-Aprecio mucho que te hayas ofrecido a ayudarme -le dijo mientras él sacaba la llave del bolsillo-. Mich estuvo acertada al sugerirlo.
-Encantado de servir de ayuda -abrió la puerta y la invitó a pasar.
______ pasó a un vestíbulo en el que se veía una mesa antigua con una pequeña estatua de mármol. Era de una mujer desnuda, con el pelo alborotado por un viento invisible.
Desde luego, a nadie de Virtue le habría gustado una cosa así en la entrada.
-Me gusta -dijo ella señalando la estatua.
-A mí también. La compré en París. La escultora aún no es famosa, pero creo que lo será.
-¿La compraste en París? -_____ soltó un suspiro-. Qué elegante suena eso. Algún día yo también podré hacerlo.
-¿Antes o después de hacer el amor en un ascensor? -paso a su lado y abrió la puerta de un pequeño armario.
-No te estarás burlando de mí, ¿verdad?
-No -descolgó un abrigo gris de una percha-. Es solo que nunca he conocido a nadie con tantos planes como tú.
-Eso es porque nunca has conocido a nadie que haya pasado toda su vida en un pueblo perdido de Estados Unidos.
-Es duro imaginárselo -se puso el abrigo y se lo ajustó sobre sus anchos hombros.
A ______ le encantaba ver a un hombre apuesto con un abrigo elegante. En Virtue no veía más que gruesas chaquetas acolchadas.
-¿Lista?
A pesar de la reserva y del taxímetro, ______ no quería irse sin ver el resto del apartamento. Pero no debía mostrar mucho interés. No era propio de una chica de ciudad.
-¿Me enseñas la mesa y las sillas plegables?
-Oh, por supuesto -se quitó el abrigo y. pasó bajo un arco a su izquierda-. Por aquí. Están en el armario del dormitorio.
Oh, Dios, el dormitorio... Echó un rápido vistazo a la salita mientras la atravesaban. Estaba llena de antigüedades y las ventanas ofrecían una vista espectacular, pero daba la impresión de que nadie vivía allí. La pantalla que cubría la chimenea no tenía ni una mota de hollín.
El dormitorio tampoco parecía muy hogareño, pero al menos había un libro bocabajo en una de las lujosas mesitas de nogal. Estrategias de mercado para el próximo milenio. No era una lectura muy estimulante para la noche.
-¿Conocías a la escultora? ¿A la mujer que hizo la estatua del vestíbulo?
-Sí... sí, la conocí -dejó el abrigo sobre la cama. Por el modo como lo dijo, ______ supo que se había acostado con ella. Se quitó la mochila y el abrigo y los dejó también sobre la cama.
-¿Era simpática?
-Sí, muy, simpática -abrió las puertas de un gran armario y encendió una luz.
Sí, definitivamente se había acostado con ella. ______ se preguntó si la escultora sería como la estatua de mármol. Y encima hablando francés... No podía competir con una mujer así, ni tampoco tenía intención de hacerlo.
Mientras él buscaba en el armario, ella cerró los ojos y se lo imaginó saliendo de la ducha, desnudo, dispuesto a seducir a una mujer en aquella habitación.
Pero cuando abrió los ojos la imagen se esfumó. El diseño de la cama era sensual, pero el edredón y las sábanas tenían un aspecto demasiado práctico y formal.
Y luego estaba el libro de Economía y un maletín de cuero sobre un pequeño escritorio. También había un ordenador portátil.
Un par de corbatas descansaban en el respaldo de una silla, como si ninguna lo hubiera convencido. A _____ se le ocurrió pensar que tal vez hubiera estado frente al espejo, preguntándose qué iba a ponerse esa noche. Eso tranquilizó un poco la agonía por su propio vestuario.
Pero aparte de las corbatas no había muchos más signos de vida en el dormitorio. Aunque si una escultora francesa estuviera en la cama con _____, ambos desnudos, la cosa cambiaría radicalmente.
-Tú también debes de tener muchos planes.
-¿Como cuáles? -preguntó él desde el armario.
-Oh, viajes a París, por ejemplo.
-Debería volver por allí. La última vez que estuve fue hace dos años.
¿Dos años? Entonces la aventura no debió de ser apoteósica...
-Tengo que mover algunas cosas para sacar la mesa. Dame un minuto.
-Claro -así tenía más tiempo para examinar la habitación.
Era mayor que su salita; el tipo de dormitorio para el que estaba hecha su alcoba. A través de una puerta doble vio un elegante cuarto de baño, propio de una revista de decoración.
Una cómoda de nogal ocupaba una esquina de la habitación, y sobre ella había una foto enmarcada. Se acercó para verla de cerca. En ella aparecían tres personas en lo que parecía la cubierta de un yate. El hombre y la mujer parecían sacados de un anuncio de colonia. Los dos sostenían por las manos a un sonriente niño de cinco o seis años que debía de ser Harry.
Así que aquella era la pareja multimillonaria que le había inculcado el odio al matrimonio. ..
-Aquí están la mesa y las sillas.
Ella se volvió con una expresión de culpa.
-Solo estaba...
-Eh, es normal mirar las fotos de una habitación -dejó una caja sobre la cama.
La única foto de la habitación... pensó ella.
-Eras un niño muy guapo.
-Según mi madre era una espina en el trasero.
-¿Solo uno? Tendría que haber tenido siete.
-Seguramente lo fui. Tuve un tutor privado hasta que me mandaron al colegio, así que de niño no tuve muchos amigos. Un niño aburrido puede dar muchos problemas.
-¿Qué clase de problemas?
-Bueno, me di cuenta de que la criada y el mayordomo hablaban mucho en privado, así que me figuré que eran espías. Quería atraparlos en alguna declaración sospechosa, o mejor aún, descifrar su código secreto. Por ejemplo, si decían que había que limpiar las lámparas, mi significado era que tenían los planes de los misiles.
_____ sonrió comprensiva.
-Yo solía creer que el campo de trigo de mi padre era una pista de aterrizaje para alienígenas, y que estos se transformaban en la gente de Virtue. ¿Vas a decirme que eras un chico problemático por creer en fantasías?
-No exactamente. Yo fui un poco más lejos y me propuse grabar sus conversaciones en una cinta.
-Oh -apartó los abrigos y se sentó en la cama para escucharlo-. Supongo que a los criados no les hizo ninguna gracia, ¿verdad?
-Nunca se dieron cuenta -dijo él apoyándose en la cómoda-. Pero parece que tenían alguna aventura, Porque en la cinta se oían gemidos, jadeos y algunas palabras que nunca había oído.
_____ sintió una punzada de alerta sexual.
-Vaya. ¿Supiste de qué se trataba?
-Al principio no -la miró con una sonrisa-. Pero me lo imaginé muy pronto. Tenía once años y era muy curioso.
-Sí, a esa edad es normal -estaba fascinada por el brillo de sensualidad que ardía en sus ojos.
-Cuando me imaginé de qué se trataba, escuché la cinta tantas veces que al final mi madre me descubrió. Yo no quería que despidieran a los criados por mi culpa, así que le dije que había pedido la cinta de un catálogo. Se puso como una fiera al creer que había comprado material pornográfico.
______ estaba emocionada por el sacrificio que había hecho por los criados.
-¿Y tu madre nunca supo nada de esa aventura?
-No lo creo. No se despidió a nadie.
-Tuvo que ser muy duro saber lo que estaban haciendo y luego verlos trabajar como si nada.
-Muy duro. Y además, la criada era preciosa. Ocupó un lugar destacado en mis fantasías de adolescente. Pero se fue antes de que yo alcanzara la edad necesaria.
El grado de lujuria del dormitorio se había incrementado con aquellas declaraciones.
-Seguro que todavía está en tu subconsciente -dijo ella. Había leído mucho sobre las fantasías masculinas. No podía evitarlo, pero la historia la estaba excitando-. ¿Cómo se llamaba?
-Belinda.
Un nombre perfecto para una criada.
-¿Cómo era?
Vio cómo su expresión se suavizaba y cómo separaba ligeramente los labios.
Dios... seguro que estaba pensando en Belinda.
-Cuéntame -deseaba saber cómo era esa mujer que tanto lo había marcado.
-Tenía una cintura muy estrecha, acentuada por su uniforme blanquinegro. Llevaba la falda muy corta, dejando ver unas piernas fabulosas. Siempre se abrochaba los botones hasta el cuello, pero en la parte del pecho parecían estar a punto de saltar.
-Y tú deseabas que saltaran.
-Sí.
Aquella afirmación, más que cualquier otra palabra o suspiro, le provocó a _____ un violento espasmo de sensualidad.
-¿Tenía el pelo largo o corto?
-Por los hombros, rizado... y grandes ojos verdes. Todavía recuerdo esos ojos.
-¿De qué color eran sus cabellos? -la mención de los ojos verdes y del pelo rizado la había dejado atónita.
-Castaño -dijo mirándola con ojos muy abiertos. A _____ le dio un vuelco el corazón.
-¿Soy... crees que me parezco a ella?
-No -se apresuró a responder- Tu pelo es muy parecido, así como el color de tus ojos. Y también tienes una estupenda figura, pero en general...
-En general no soy bonita -bajó la mirada y deseó no haber sido tan curiosa.
-Oh, sí, claro eres bonita. Demasiado tarde.
No quería mirarlo y ver la compasión en sus ojos.
-Lo dices porque crees tener que hacerlo.
-No, lo digo porque lo eres -le dijo con plena convicción.
_____ lo estaba pasando mejor que en toda su vida. Mientras caminaba junto a Harry por el pasillo enmoquetado, se felicitó a sí misma por decidir que él sería su primera conquista. La visita a su apartamento era una misión de investigación. No era probable que en el futuro saliera con alguien más rico que Harry , de modo que ningún hombre podría impresionarla con un apartamento más lujoso.
-Aprecio mucho que te hayas ofrecido a ayudarme -le dijo mientras él sacaba la llave del bolsillo-. Mich estuvo acertada al sugerirlo.
-Encantado de servir de ayuda -abrió la puerta y la invitó a pasar.
______ pasó a un vestíbulo en el que se veía una mesa antigua con una pequeña estatua de mármol. Era de una mujer desnuda, con el pelo alborotado por un viento invisible.
Desde luego, a nadie de Virtue le habría gustado una cosa así en la entrada.
-Me gusta -dijo ella señalando la estatua.
-A mí también. La compré en París. La escultora aún no es famosa, pero creo que lo será.
-¿La compraste en París? -_____ soltó un suspiro-. Qué elegante suena eso. Algún día yo también podré hacerlo.
-¿Antes o después de hacer el amor en un ascensor? -paso a su lado y abrió la puerta de un pequeño armario.
-No te estarás burlando de mí, ¿verdad?
-No -descolgó un abrigo gris de una percha-. Es solo que nunca he conocido a nadie con tantos planes como tú.
-Eso es porque nunca has conocido a nadie que haya pasado toda su vida en un pueblo perdido de Estados Unidos.
-Es duro imaginárselo -se puso el abrigo y se lo ajustó sobre sus anchos hombros.
A ______ le encantaba ver a un hombre apuesto con un abrigo elegante. En Virtue no veía más que gruesas chaquetas acolchadas.
-¿Lista?
A pesar de la reserva y del taxímetro, ______ no quería irse sin ver el resto del apartamento. Pero no debía mostrar mucho interés. No era propio de una chica de ciudad.
-¿Me enseñas la mesa y las sillas plegables?
-Oh, por supuesto -se quitó el abrigo y. pasó bajo un arco a su izquierda-. Por aquí. Están en el armario del dormitorio.
Oh, Dios, el dormitorio... Echó un rápido vistazo a la salita mientras la atravesaban. Estaba llena de antigüedades y las ventanas ofrecían una vista espectacular, pero daba la impresión de que nadie vivía allí. La pantalla que cubría la chimenea no tenía ni una mota de hollín.
El dormitorio tampoco parecía muy hogareño, pero al menos había un libro bocabajo en una de las lujosas mesitas de nogal. Estrategias de mercado para el próximo milenio. No era una lectura muy estimulante para la noche.
-¿Conocías a la escultora? ¿A la mujer que hizo la estatua del vestíbulo?
-Sí... sí, la conocí -dejó el abrigo sobre la cama. Por el modo como lo dijo, ______ supo que se había acostado con ella. Se quitó la mochila y el abrigo y los dejó también sobre la cama.
-¿Era simpática?
-Sí, muy, simpática -abrió las puertas de un gran armario y encendió una luz.
Sí, definitivamente se había acostado con ella. ______ se preguntó si la escultora sería como la estatua de mármol. Y encima hablando francés... No podía competir con una mujer así, ni tampoco tenía intención de hacerlo.
Mientras él buscaba en el armario, ella cerró los ojos y se lo imaginó saliendo de la ducha, desnudo, dispuesto a seducir a una mujer en aquella habitación.
Pero cuando abrió los ojos la imagen se esfumó. El diseño de la cama era sensual, pero el edredón y las sábanas tenían un aspecto demasiado práctico y formal.
Y luego estaba el libro de Economía y un maletín de cuero sobre un pequeño escritorio. También había un ordenador portátil.
Un par de corbatas descansaban en el respaldo de una silla, como si ninguna lo hubiera convencido. A _____ se le ocurrió pensar que tal vez hubiera estado frente al espejo, preguntándose qué iba a ponerse esa noche. Eso tranquilizó un poco la agonía por su propio vestuario.
Pero aparte de las corbatas no había muchos más signos de vida en el dormitorio. Aunque si una escultora francesa estuviera en la cama con _____, ambos desnudos, la cosa cambiaría radicalmente.
-Tú también debes de tener muchos planes.
-¿Como cuáles? -preguntó él desde el armario.
-Oh, viajes a París, por ejemplo.
-Debería volver por allí. La última vez que estuve fue hace dos años.
¿Dos años? Entonces la aventura no debió de ser apoteósica...
-Tengo que mover algunas cosas para sacar la mesa. Dame un minuto.
-Claro -así tenía más tiempo para examinar la habitación.
Era mayor que su salita; el tipo de dormitorio para el que estaba hecha su alcoba. A través de una puerta doble vio un elegante cuarto de baño, propio de una revista de decoración.
Una cómoda de nogal ocupaba una esquina de la habitación, y sobre ella había una foto enmarcada. Se acercó para verla de cerca. En ella aparecían tres personas en lo que parecía la cubierta de un yate. El hombre y la mujer parecían sacados de un anuncio de colonia. Los dos sostenían por las manos a un sonriente niño de cinco o seis años que debía de ser Harry.
Así que aquella era la pareja multimillonaria que le había inculcado el odio al matrimonio. ..
-Aquí están la mesa y las sillas.
Ella se volvió con una expresión de culpa.
-Solo estaba...
-Eh, es normal mirar las fotos de una habitación -dejó una caja sobre la cama.
La única foto de la habitación... pensó ella.
-Eras un niño muy guapo.
-Según mi madre era una espina en el trasero.
-¿Solo uno? Tendría que haber tenido siete.
-Seguramente lo fui. Tuve un tutor privado hasta que me mandaron al colegio, así que de niño no tuve muchos amigos. Un niño aburrido puede dar muchos problemas.
-¿Qué clase de problemas?
-Bueno, me di cuenta de que la criada y el mayordomo hablaban mucho en privado, así que me figuré que eran espías. Quería atraparlos en alguna declaración sospechosa, o mejor aún, descifrar su código secreto. Por ejemplo, si decían que había que limpiar las lámparas, mi significado era que tenían los planes de los misiles.
_____ sonrió comprensiva.
-Yo solía creer que el campo de trigo de mi padre era una pista de aterrizaje para alienígenas, y que estos se transformaban en la gente de Virtue. ¿Vas a decirme que eras un chico problemático por creer en fantasías?
-No exactamente. Yo fui un poco más lejos y me propuse grabar sus conversaciones en una cinta.
-Oh -apartó los abrigos y se sentó en la cama para escucharlo-. Supongo que a los criados no les hizo ninguna gracia, ¿verdad?
-Nunca se dieron cuenta -dijo él apoyándose en la cómoda-. Pero parece que tenían alguna aventura, Porque en la cinta se oían gemidos, jadeos y algunas palabras que nunca había oído.
_____ sintió una punzada de alerta sexual.
-Vaya. ¿Supiste de qué se trataba?
-Al principio no -la miró con una sonrisa-. Pero me lo imaginé muy pronto. Tenía once años y era muy curioso.
-Sí, a esa edad es normal -estaba fascinada por el brillo de sensualidad que ardía en sus ojos.
-Cuando me imaginé de qué se trataba, escuché la cinta tantas veces que al final mi madre me descubrió. Yo no quería que despidieran a los criados por mi culpa, así que le dije que había pedido la cinta de un catálogo. Se puso como una fiera al creer que había comprado material pornográfico.
______ estaba emocionada por el sacrificio que había hecho por los criados.
-¿Y tu madre nunca supo nada de esa aventura?
-No lo creo. No se despidió a nadie.
-Tuvo que ser muy duro saber lo que estaban haciendo y luego verlos trabajar como si nada.
-Muy duro. Y además, la criada era preciosa. Ocupó un lugar destacado en mis fantasías de adolescente. Pero se fue antes de que yo alcanzara la edad necesaria.
El grado de lujuria del dormitorio se había incrementado con aquellas declaraciones.
-Seguro que todavía está en tu subconsciente -dijo ella. Había leído mucho sobre las fantasías masculinas. No podía evitarlo, pero la historia la estaba excitando-. ¿Cómo se llamaba?
-Belinda.
Un nombre perfecto para una criada.
-¿Cómo era?
Vio cómo su expresión se suavizaba y cómo separaba ligeramente los labios.
Dios... seguro que estaba pensando en Belinda.
-Cuéntame -deseaba saber cómo era esa mujer que tanto lo había marcado.
-Tenía una cintura muy estrecha, acentuada por su uniforme blanquinegro. Llevaba la falda muy corta, dejando ver unas piernas fabulosas. Siempre se abrochaba los botones hasta el cuello, pero en la parte del pecho parecían estar a punto de saltar.
-Y tú deseabas que saltaran.
-Sí.
Aquella afirmación, más que cualquier otra palabra o suspiro, le provocó a _____ un violento espasmo de sensualidad.
-¿Tenía el pelo largo o corto?
-Por los hombros, rizado... y grandes ojos verdes. Todavía recuerdo esos ojos.
-¿De qué color eran sus cabellos? -la mención de los ojos verdes y del pelo rizado la había dejado atónita.
-Castaño -dijo mirándola con ojos muy abiertos. A _____ le dio un vuelco el corazón.
-¿Soy... crees que me parezco a ella?
-No -se apresuró a responder- Tu pelo es muy parecido, así como el color de tus ojos. Y también tienes una estupenda figura, pero en general...
-En general no soy bonita -bajó la mirada y deseó no haber sido tan curiosa.
-Oh, sí, claro eres bonita. Demasiado tarde.
No quería mirarlo y ver la compasión en sus ojos.
-Lo dices porque crees tener que hacerlo.
-No, lo digo porque lo eres -le dijo con plena convicción.
michu
Re: ♥Soltera en Nueva York♥ ( Harry y Tu ) HOT
ayyyyyyyyyyyyyyyyyy k le a dicho k es bonita
y la rayis k cotilla k es por dios
y los mayordamos vamos y el otro siempre escuchando la grabacion eejjejejejeej
me a gustado elc apitulo espero
k la sigas pronto
aki tu niña buena
besosssssssssssssss mari
Devon.
Re: ♥Soltera en Nueva York♥ ( Harry y Tu ) HOT
si jejejeemari2900 escribió:
ayyyyyyyyyyyyyyyyyy k le a dicho k es bonita
y la rayis k cotilla k es por dios
y los mayordamos vamos y el otro siempre escuchando la grabacion eejjejejejeej
me a gustado elc apitulo espero
k la sigas pronto
aki tu niña buena
besosssssssssssssss mari
me slegro que te aya gustado el capitulo
mi niña buena jejee
la sigo ahora
beshooooos
bye
michu
Re: ♥Soltera en Nueva York♥ ( Harry y Tu ) HOT
me alegro muchoPulguita58 escribió:Me encanta!!!
Síguela pronto por favor!!!
que te encante jeje
la sigo ahora
beshooooooooooosss
bye
michu
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