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Me duele amarte (Joe & _____) [Adaptación]
O W N :: Archivos :: Novelas Abandonadas
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Re: Me duele amarte (Joe & _____) [Adaptación]
:scratch: tantos secretos que oculta la raayis!!!!!..... Aaaaaaaahhhhh y Joseph estará con ella!!!!
chelis
Re: Me duele amarte (Joe & _____) [Adaptación]
CUANDO VA A SABER QUE JOE EN REALIDAD ES NICK QUE ES JOE EH?
SÍGUELA!
SÍGUELA!
fernanda
Re: Me duele amarte (Joe & _____) [Adaptación]
aww me encanta!!
la rayiz es muy importante en la mision!
aunque tiene un lado oscuro
siguela!!
la rayiz es muy importante en la mision!
aunque tiene un lado oscuro
siguela!!
aranzhitha
Re: Me duele amarte (Joe & _____) [Adaptación]
El profundo pesar que Joseph percibió en la voz de la joven le provocó una opresión en el pecho. Él sentía la misma amargura. ¿Podrían ________________ y él haber llegado a celebrar un aniversario de boda si Nick Miller no hubiera indagado en los asuntos de Warbucks en Australia...?
—¿Las familias que estamos vigilando asistirán a esta fiesta? —preguntó finalmente.
—Todas, y varias docenas más también. Añade a esa lista algunas estrellas de cine, un par de figuras conocidas de la televisión, algunos políticos de Aspen..., y tendrás una bonita muestra de los más ricos y famosos de este país.
Joseph sabía que ________________ no sentía mucho respeto por el mundo en el que había nacido. La joven no ofrecía su respeto o confianza a cualquiera. Todo el mundo tenía que ganarse su aprobación.
Él lo había conseguido cuando era Nick Miller. Tras unos cuantos meses trabajando casi sin separarse, se había ganado esa confianza y respeto. Algo que a Joseph Jonas no le resultaría fácil obtener.
—Entonces me pondré mis mejores galas. —Le brindó una sonrisa que fue recibida con aquella extraña y sombría mirada que era tan habitual en ella.
Joseph se preguntó si ________________ sabría lo que le provocaba esa mirada. Si sabría cuánto deseaba envolverla entre sus brazos y protegerla del mundo cuando la veía tan triste.
—Hablando de eso... —La joven ladeó la cabeza y lo observó con detenimiento—... Deberías pasarte por mi casa mañana. Le pediré al sastre de mi padre que te haga unos trajes nuevos. Has interpretado muy bien tu papel de negociador exitoso, pero ahora tienes que subir en el escalafón. Vas a cortejar a una de las herederas más ricas del mundo y es necesario que demuestres que tus intenciones son serias.
Él arqueó una ceja en actitud burlona.
—En ese caso, debería regalarte un anillo de compromiso, ¿no?
________________ asintió con seriedad.
—Llama a Cartier en Inglaterra y concierta una cita con el gerente para ver sus diamantes más caros dentro de, digamos, seis semanas. Eso dará credibilidad a tus intenciones y nos proporcionará tiempo de sobra para completar el trabajo antes de que tengas que comprar el anillo de verdad.
Joseph soltó un bufido.
—Creo que puedo encargarme solo de este asunto.
—Hazlo como mejor te parezca, siempre y cuando se extienda el rumor. —Se encogió de hombros despreocupadamente—. Ahora, pongámonos en marcha antes de que lleguemos demasiado tarde a la fiesta y nuestros anfitriones se sientan insultados. Algo que, ciertamente, jugaría en nuestra contra.
Insultar a los Waterstone era el último de los problemas de Joseph. Antes de asistir a esa fiesta quería dejar algo muy claro.
—Y cuando lleguemos, ¿qué? —Se apartó de la ventana y se acercó lentamente a ella, dejándole sentir el calor de su cuerpo cuando se apretó contra el suyo—. Dime, ¿cuándo vas a dejar de fingir que no nos atraemos?
________________ respiró hondo, mostrando un leve indicio de la excitación que sentía en el intenso brillo que iluminó sus ojos. El deseo que había surgido entre ellos cinco años antes no había menguado lo más mínimo. De hecho, sólo se había vuelto más ardiente.
Mientras la joven permanecía inmóvil y en silencio, Joseph le rodeó la cintura con un brazo y la estrechó con fuerza contra sí.
—No hace falta que hagas esto —susurró ella entrecortadamente al tiempo que apoyaba las manos en el musculoso pecho masculino.
—Te equivocas si crees que puedes dominarme, ________________ —le advirtió Joseph en tono suave, inclinando la cabeza hasta que sus labios quedaron a un suspiro de los de ella—. No creas que vas a poder decirme cómo tengo que vestirme ni cómo debo comportarme en cada ocasión.
Maldita sea. ________________ era fuerte y testaruda, pero aún no se había dado cuenta de que él lo era mucho más. La joven ya había aprendido esa lección con Nick, y ahora le tocaba aprenderla con Joseph.
—Esto no será un juego para nosotros —continuó él—. Ni se te ocurra pensar lo contrario.
—¿Ah, no? —En los ojos de ________________ apareció un brillo de desafío, como una llama titilante en lo más profundo de sus ojos verdes—. No mientas, Joseph. No finjas que hay algo más que eso. Es sólo trabajo.
—Te equivocas.
Que le condenaran si dejaba que saliera de allí, que se apartara de sus brazos, creyendo que sólo estaban llevando a cabo una misión más.
________________ quería negar lo que había entre ellos porque no sabía quién o qué era él para ella. Joseph podía entender eso, pero no estaba dispuesto a dejar que la amargura de la joven siguiera creciendo.
Inmovilizándola con un brazo, acunó su rostro con la otra mano y, justo cuando ella separó los labios para lanzarle una lluvia de insultos, él se apoderó de su boca.
Besar a ________________ era como ser consumido por un fuego sin control. La húmeda calidez de su lengua, la tersa textura de aquellos labios bajo los suyos, eran como una droga de la que no podía desengancharse. Cuanto más tenía de ella, más quería.
Como si tuvieran voluntad propia, las temblorosas y vacilantes manos de ________________ subieron lentamente por su pecho hasta enlazarse detrás de su cuello, provocando que unos pequeños escalofríos de placer le recorrieran por entero. Igual que aquella noche en Australia.
Él siguió besándola con ternura. No había necesidad de profundizar más el beso, de reafirmar su control y aquel deseo que los consumía. Estaba presente en cada movimiento de su lengua contra la de ella, en el roce de sus labios, en la manera en que la joven le acariciaba la nuca, en la manera en que él la sostenía. El cuerpo de ________________ se amoldó al suyo como si supiera instintivamente lo que su mente no reconocía: que ella le pertenecía. Que su corazón y su alma le pertenecían.
Aquel cuerpo suave y esbelto se sometía a él sin ninguna cautela, y ser consciente de ello hizo que Joseph profundizara el beso con voracidad.
Ella respondió con la misma avidez. Tomó todo lo que él le ofrecía y luego le exigió más. Joseph anhelaba deslizar la tela del vestido más arriba de los muslos para poder acariciar los sensibles y húmedos pliegues de su sexo. Sabía a ciencia cierta que ________________ estaría mojada y ardiente para él. El recuerdo de sus músculos internos contrayéndose alrededor de su polla le atravesó de pronto la mente y sintió que se le tensaban los testículos.
Su grueso miembro se había convertido en una barra de acero que presionaba contra la bragueta de los pantalones cuando estrechó a ________________ con más fuerza contra su cuerpo, renuente a soltarla un solo segundo, deseándola más de lo que nunca había deseado a ninguna otra mujer.
Era suya.
La agarró de las caderas alzándola contra él. Deslizó las palmas por la espalda de la joven, acariciando los suaves y tonificados músculos, deseando enterrarse en lo más hondo de interior.
Dios, la había sentido tan estrecha alrededor de su polla aquella noche en Australia. ________________ no había tenido otro amante en cinco años pero, pronto, condenadamente pronto, le pondría remedio a eso.
—Ahora atrévete a decirme que es un juego, maldita sea. —Apartó los labios de los de ella y, sin soltarla, retrocedió varios pasos hasta el sofá que había junto a la ventana. La giró y la tendió de espaldas sobre los cojines, subiéndole el vestido por las suaves piernas cubiertas de seda—. Dime que no estás tan condenadamente caliente como yo.
Joseph cometió entonces el error de apartar la mirada de su cara. La suave tela del vestido se había desplazado de uno de sus erguidos senos, revelando el enrojecido y tenso pezón. Dios, estaba tan hambriento de ella. Quería saborearla, sentirla...
—Mírate —murmuró con voz ronca—. Me deseas tanto como yo a ti, ________________. ¿Por qué te niegas a admitirlo?
—No lo niego —reconoció ella respirando entrecortadamente—. Jamás he negado que te deseo.
Sin embargo, se negaba a sí misma la oportunidad de satisfacer ese deseo. Algo a lo que Joseph se oponía.
Al borde de perder el control, deslizó las manos por sus muslos hasta alcanzar la liga de encaje. Ella sacudió la cabeza y se aferró a los cojines del sofá cuando él le separó las piernas; pero no le pidió que se detuviera, no se resistió a sus caricias.
Joseph le subió aún más el vestido hasta que finalmente encontró lo que estaba buscando: unas bragas de color azul zafiro, un pequeño triángulo que le cubría el sexo, ya mojado, perfilando los pliegues hinchados bajo la tela.
—Separa más las piernas —le ordenó con voz áspera—. Deja que te vea, ________________.
¿Había estado tan excitada antes? Joseph sabía que no. Nunca la había visto de esa manera, tan anhelante e insegura de su feminidad y su respuesta hacia él.
Temblando, ella cerró los ojos un instante y obedeció. La seda se tensó aún más mientras él recorría el borde de las bragas con un dedo.
—Esto es mío. —Cubrió el sexo de la joven con la palma de la mano y, al sentir el húmedo calor que emanaba de él, casi se corrió en los pantalones—. Mío, ________________.
Sin darle tiempo a reaccionar, introdujo los dedos bajo la tela en busca del cálido néctar con el que llevaba soñando cinco largos años. No podía detenerse. Tenía que hacerla entender que le pertenecía, abrirse paso entre sus sensibles tejidos internos y penetrar hasta el fondo. Simplemente no podía contener el feroz deseo que le exigía que tomara más de ella.
Apartó las bragas a un lado y observó con mirada hambrienta cómo dos de sus dedos se hundían lentamente en el interior de ________________, que arqueó las caderas al tiempo que emitía un jadeo ahogado.
La joven se ceñía indefensa en torno a sus dedos, palpitando bajo su mano. Sin poder contenerse, Joseph le arrancó las bragas y la tela desgarrada cayó al suelo. Le aferró el muslo con la mano libre y miró fijamente cómo sus dedos la follaban, adorando los gemidos que emitía, la manera en que se arqueaba hacia él y, finalmente, la manera en que su cuerpo se tensó y su sexo le empapó los dedos al alcanzar el orgasmo.
Sus aterciopelados pliegues estaban enrojecidos e hinchados. Su clítoris sobresalía como una oscura perla rosada que brillaba por los jugos que cubrían su sexo y los propios dedos de Joseph.
Era la imagen más bella que él hubiera visto jamás. No había nada más embriagador que observar los efectos del placer sobre ________________, ver cómo se relajaba. Sentirla. Poseerla.
—Eres mía —susurró—. Mía, ________________.
Ella negó con la cabeza al tiempo que se estremecía una última vez por los efectos del orgasmo.
—Jodidamente mía.
NiinnyJonas
Re: Me duele amarte (Joe & _____) [Adaptación]
:calor: :amor: cielos!!!!!!..... Mira todo lo que nos hace Joe!!!!!!!..... Aaaaaaaaahhhhh sigue porfiiiissss
chelis
Re: Me duele amarte (Joe & _____) [Adaptación]
Capítulo Cinco
Jodidamente suya.
Aquellas palabras resonaron durante toda la noche en la aturdida mente de ________________, mientras luchaba contra la exigencia de su propio cuerpo de rendirse al tono posesivo que había teñido la voz de Joseph.
Había sonado muy similar a Nick. Pero Nick no había sido tan dominante y posesivo. Había sido más despreocupado, tranquilo, sereno. ¿Pero acaso ________________ no había percibido una parte más oscura en él?
Al día siguiente, conduciendo por la carretera de montaña que conducía a Aspen, se obligó a dejar a un lado aquellos conflictivos sentimientos que tanto la perturbaban. En lo que a Joseph Jonas concernía, no podía controlar ni su corazón ni su cuerpo. ¿Era él, como Micah, un «muerto viviente»? ¿Un hombre mucho más allegado a ella de lo que quería que supiera?
________________ no creía en las coincidencias, pero también sabía que no podía dejarse llevar por sus emociones en ese momento.
Un hombre y una misión. Por el momento eran dos cosas que podía controlar.
Cuando llegó a las afueras de la ciudad, comenzó a sonar su móvil de manera insistente. Apretando los labios, lo cogió del salpicadero de su Mercedes y comprobó el número con rapidez.
Arqueó las cejas asombrada. Había esperado que fuera Joseph, no el hombre que siempre había considerado su Némesis.
—Hola, Raymond —respondió aminorando la velocidad al ver los autocares de turistas delante de ella—. ¿Qué puedo hacer por ti?
—Buenos días, ________________. Mary se estaba preguntando si te gustaría venir a almorzar con nosotros a Casamara's. Es decir, si no tienes otros planes.
La joven volvió a arquear las cejas.
—Me encantaría. Siempre es un placer disfrutar de la compañía de tu esposa.
Él se rió. Otra reacción sorprendente.
—¿No crees que es hora de que olvidemos el pasado? —dijo Raymond con suavidad—. Después de todo, como dijiste la otra noche, no hay razón para que sigamos enemistados. En lo que respecta a la Agencia, los dos hemos aprendido la lección de la manera más dura.
—Eso es cierto —reconoció ella.
—La traición es algo que no se olvida fácilmente —adujo Raymond con voz compasiva—. Reúnete con Mary y conmigo, y divirtámonos un rato.
Oh, sí. Sería muy divertido.
—Acabo de llegar a la ciudad. ¿Cuándo quieres que nos encontremos?
—Dentro de una hora —sugirió él—. Así tendremos tiempo de sobra para llegar. Ya he hecho la reserva.
—Muy bien, estoy deseando veros. —________________ añadió a su voz el toque justo de agradecimiento—. Gracias, Raymond. —Esas palabras casi se le atascaron en la garganta.
Odiaba darle las gracias a aquella comadreja, fuera cual fuera el motivo.
—Hasta dentro de una hora, entonces —se despidió él—. Casi no puedo creer que vayamos a charlar tranquilamente en vez de estar atacándonos el uno al otro.
Ella tampoco podía creérselo, murmuró ________________ para sí misma mientras dejaba el teléfono en el salpicadero.
Debería llamar a Joseph e informarle de aquella reunión imprevista, pensó al tiempo que una suave sonrisa curvaba sus sensuales labios. Tal vez lo llamara cinco minutos antes de encontrarse con Raymond. No quería que se presentara a tiempo a la reunión, no después de lo ocurrido la noche anterior.
Una vez llegó al restaurante y le entregó las llaves del vehículo al aparcacoches, entró con paso tranquilo y se dirigió a la barra que había en un lateral. Como todo lugar que se preciase en la ciudad, Casamara's disponía de un elegante bar para los clientes que querían tomar un café o una copa antes de comer.
Había varias parejas disfrutando de la atmósfera íntima del local. Café, chocolate caliente y capuccinos era lo que solían tomar tanto turistas como residentes. ________________ se dirigió al fondo del establecimiento y se sentó en un reservado desde donde podía ver la entrada. Pidió un café y se lo tomó mientras observaba cómo el maître recibía a unos clientes y los acompañaba al comedor.
Casamara's había sido uno de los restaurantes favoritos de su madre. Cuando salían juntas de compras solían ir allí para tomar algo antes de almorzar.
A pesar de que odiaba ir de compras, a ________________ le había gustado hacerlo con su madre. Angelina siempre había conseguido que aquellas salidas fueran divertidas, compartiendo con ella confidencias sobre extraños y amigos, y mostrando una habilidad excepcional para convencerla de que se probara vestidos de diseño que ni siquiera le gustaban.
Echaba muchísimo de menos a sus padres. Ben Serborne había sido un hombre amable y cariñoso, y tenía la capacidad de ver el mundo con una claridad meridiana; sin embargo, había ignorado a menudo la parte que menos le gustaba. Las partes sucias y corruptas. Y tampoco había visto esos mismos rasgos en sus amigos, pensó ________________. Quizá si lo hubiera hecho, no estaría muerto.
Se llevó la taza de café a los labios mientras pensaba en la cita que Raymond le había propuesto por teléfono. Su esposa, Mary, era una mujer frágil y encantadora. Quizá demasiado inocente. Había estado enferma durante la mayor parte de su vida, pero siempre había sido una buena influencia para la rebelde ________________.
No obstante, no dejaba de sorprenderla lo fácilmente que Raymond se había adueñado de su vida de su esposa. ________________ siempre había pensado que Mary tenía un sexto sentido para escoger a sus amigos, hasta que conoció a Raymond.
No dejaba de preguntarse si su amiga se habría dado cuenta de que su encuentro con Greer no había sido fortuito. Diez años antes, la CIA le encargó a Raymond la misión de acercarse a Ford Grace y averiguar si su compañía de transportes en Europa era una tapadera de terroristas. Había habido serias sospechas acerca de que la familia Grace utilizaba su empresa para transportar tanto personas como armas desde Europa a Estados Unidos, y decidieron que Raymond sedujera a Grace para acercarse a Ford.
Qué amarga ironía, maldijo ________________ en silencio. Ford Grace había tenido aterrorizadas a su esposa y a su hija, pero nadie sabía por qué malcriaba escandalosamente a su hermana y mostraba un inusitado interés por su bienestar.
Raymond se había tomado esa misión muy en serio. Al cabo de un año había renunciado a su trabajo en la CIA y había anunciado su compromiso con Mary. La heredera había transformado al ex agente en un estudioso con pinta de comadreja envuelta en seda.
—¿________________...? ¿________________ Serborne?
La joven levantó la mirada del café y curvó los labios en una sonrisa al encontrarse con los francos y vivaces ojos verdes de Wagner Grace.
La joven odiaba a Ford Grace, pero consideraba a su hijo el hermano que nunca había tenido.
—Wagner... —Se levantó y se puso de puntillas para darle un cariñoso abrazo.
—Estás preciosa. —Wagner se rió y le dio un suave golpecito en la nariz—. Mírate, pareces una top model.
—Y tú sigues siendo un peligro para las mujeres de Aspen. —________________ retrocedió un paso para mirarle de arriba abajo con una sonrisa llena de afecto.
A los treinta y seis años, Wagner era un hombre delgado y ligeramente musculoso. Iba vestido de una manera informal, con un jersey grueso y vaqueros, y era la viva imagen de un hombre de éxito. Los ojos, de color verde claro, chispeaban alegres y su cara bronceada estaba iluminada por una amplia sonrisa.
—________________, supongo que te acuerdas de Grant. —Dio un paso atrás para que viera al hombre que le acompañaba, y sólo los años de entrenamiento consiguieron que ________________ siguiera mostrando la misma expresión amistosa.
Así como Grant Waterstone era el epítome de un hombre de éxito, Wagner lo era del típico niño rico y mimado.
Grant tenía treinta y cinco años y resultaba muy atractivo con aquel pelo negro, sus ojos azules y sus hombros anchos. Llevaba vaqueros y un suéter ligero bajo un abrigo de cuero a juego con su atuendo. Sin duda era el vivo ejemplo de un triunfador, pero había algo en sus ojos que hacía que a la joven se le encogieran las entrañas.
—________________ y yo nos vimos hace varios meses en la fiesta que ofreció Rhamie en París. —Aunque sus labios se curvaron en una sonrisa, los ojos de Grant no perdieron su frialdad—. Está tan guapa como siempre.
—Cierto. —Wagner se rió entre dientes antes de volverse hacia ________________—. ¿Podemos sentarnos contigo para tomar un café? Después vamos a esquiar. Deberías venir con nosotros.
Esquiar era uno de los pasatiempos favoritos de Wagner, pero a la joven jamás le había gustado demasiado.
NiinnyJonas
Re: Me duele amarte (Joe & _____) [Adaptación]
:wut: no lo puedo creer!!!!!!...... Como que le esta saliendo todo bien a la rayyis!!!!.... Acercandoce a sus objetivos!!!!!....
chelis
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