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Me duele amarte (Joe & _____) [Adaptación]
O W N :: Archivos :: Novelas Abandonadas
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Re: Me duele amarte (Joe & _____) [Adaptación]
—Shhh —musitó él en su oído al tiempo que se hundía más profundamente en ella, tomándola por completo, colmándola, sintiendo la presión de la suave carne que estaba estirando hasta el límite.
Parecía como si su polla estuviera rodeada de fuego. Sentir cómo ________________ lo tomaba en su interior, cómo lo amaba, era la sensación más erótica e intensa de su vida.
—No puedo contenerme —jadeó, luchando por permanecer quieto en el interior de la joven, intentando conservar la sensación de ella ciñéndole y acariciándole la polla con aquellos delicados estremecimientos de sus músculos internos.
Nada podía compararse a tomarla sin condón, sin nada que separara sus cuerpos, sin nada que se interpusiera entre ellos física o emocionalmente...
En aquel momento, con el agua cayendo alrededor de ellos, hundido en su interior, sintió como si estuviese acariciando el corazón y el alma de ________________.
—Adoro follarte —jadeó, observando satisfecho cómo se enrojecía la cara de la joven y sus ojos se oscurecían de excitación.
—Fóllame más fuerte —gimió ________________ de forma entrecortada, lubricando el pene de Joseph con la humedad que manaba de su cuerpo—. Más duro.
Al instante, Joseph impulsó las caderas incontroladamente contra ella al tiempo que los dos jadeaban ante el ardiente torbellino de sensaciones que los atravesaba.
Tomarla así iba a volverle loco. Cuando terminaran él se ahogaría debajo del chorro de agua porque estaría demasiado débil para respirar.
Apretándola con más firmeza contra la pared, movió las caderas y empezó a retirarse. Se mordió el labio inferior y tragó saliva ante la maravillosa sensación que ella le provocaba al intentar retenerlo en su interior mientras él se obligaba a salir casi por completo, dejando dentro sólo el grueso glande. Joseph respiró hondo luchando por recuperar el control. Miró aquellos ojos verdes entrecerrados y se perdió en ellos cuando ella se tensó palpitante a su alrededor y se arqueó para volver a introducirlo dentro de su cuerpo.
Joseph no pudo contenerse más. No había manera de que conservara el control después aquello. No había manera de detener la marea que crecía en su interior, que le obligaba a continuar, que le exigía tomar todo lo que ella le ofrecía. Que le diera todo lo que ella le exigía.
Gimiendo el nombre de ________________, apoyó una mano contra la pared de la ducha y, sujetándola, la llevó con él hasta la otra pared. Luego, sin perder un segundo, movió e impulsó hacia delante las caderas, penetrándola con unos envites duros y brutalmente exquisitos que les hicieron jadear.
Joseph quería que aquello durara para siempre. Quería perderse en ella hasta que el mundo desapareciera y no existiera nada más que ellos dos, un hombre y una mujer con los corazones latiendo con fuerza al unísono y las almas unidas. Hasta que nada más importara salvo el placer, y el dolor se diluyera con el agua que caía a su alrededor.
—Te amo. Oh, Dios, Nick, te amo tanto...
Oír su nombre en los labios de ________________ envió una ráfaga de éxtasis a sus testículos que casi le hizo alcanzar el orgasmo.
—Mi vida, yo también te amo. —Su voz fue ronca y pastosa; el lento acento australiano sonó como un susurro, evocando un pasado que ninguno de los dos había podido olvidar.
En cuanto esas palabras abandonaron sus labios, Joseph percibió que ella empezaba a experimentar los primeros atisbos del orgasmo. Comenzó con un pequeño temblor en las caderas que él rodeaba con un brazo. Aquel pequeño estremecimiento creció y se intensificó en el sexo de ________________, que palpitó una vez más alrededor de su polla antes de que la joven lanzara un grito ahogado y se aferrara a él en medio de violentos temblores.
Aquello le hizo perder el juicio.
Echando la cabeza hacia atrás, jadeó y alcanzó su propia liberación. Sintió como si le oprimieran y le desgarraran los testículos antes de inundar el interior de ________________ con su semen, mientras gemía su nombre sin dejar de correrse en ella.
Fue como morir dentro del cuerpo de la joven, como si se hubiera convertido en una parte de ________________, fundiéndose tan inexorablemente con su alma que no sabía si alguno de ellos volvería a ser libre otra vez.
Fue como si finalmente encontrara el hogar que no había creído que existiera para él. Y en ese momento, supo por qué sus compañeros, Noah y Micah, eran tan condenadamente posesivos con sus esposas. Joseph y ________________ se pertenecían en cuerpo y alma. Y él sabía que, desde ese día y para siempre, jamás dejaría que otra mujer le tocara, que tomara lo que sólo le pertenecía a ella.
Agarrándole el trasero con una mano, apoyó la otra en la pared de la ducha para mantenerse erguido y sostuvo a la joven contra su cuerpo.
________________ siguió rodeándole las caderas con las piernas sin dejar de estremecerse mientras él intentaba recobrar el aliento.
—Siempre te amaré. —Joseph no pudo contener aquellas palabras—. Hasta mi último aliento, mi dulce ________________. Sólo te amaré a ti.
Ella sollozó de placer y dolor.
—Te querré hasta el final de mis días —musitó ella con los ojos cerrados y el cuerpo todavía unido al suyo—. No podría ser de otra manera, amor mío.
Joseph sólo rogaba que de alguna manera ________________ estuviera en lo cierto. Que de alguna manera pudieran tener un futuro juntos.
Para siempre.
NiinnyJonas
Re: Me duele amarte (Joe & _____) [Adaptación]
Capítulo Trece
________________ tenía que reconocer que Raymond y Mary Greer sabían organizar fiestas. A la tarde siguiente bajó al salón de baile donde se servía un buffet con champán y no pudo evitar pensar en la enorme cantidad de dinero que debía de haber costado todo aquello.
Habían traído chefs desde Francia, Grecia y California, así como productos frescos, mariscos, champán y vinos de la mejor calidad. No se habían escatimado gastos para aquella fiesta anual que a Mary le encantaba ofrecer. Era indignante que el marido de su amiga utilizara aquel acontecimiento para sus actividades criminales.
Mary era una de las mujeres más amables que ________________ había conocido en toda su vida. Durante su infancia, había sido una guía constante para Anna y para ella. Tras tomar a las dos jovencitas bajo su protección, las asesoró en sus bailes de presentación y les enseñó a reírse de sí mismas cuando sus padres mostraban decepción o desaprobaban su comportamiento.
Frunciendo el ceño, ________________ salió del salón de baile y atravesó el vestíbulo para alejarse del barullo reinante. No podía soportar aquella multitud de mujeres que actuaban como adolescentes. Puede que fueran madres y abuelas, pero todas parecían creer que aún tenían dieciocho años.
Tras escapar del salón de baile, recorrió la casa en silencio. Era consciente de las cámaras que la seguían. Raymond no había reparado en gastos para reforzar la seguridad de la casa, ni para mantener sus secretos a buen recaudo. Cada una de las habitaciones en las que ella había estado hasta ese momento —salvo dormitorios y cuartos de baño— estaban equipadas con dispositivos electrónicos. En algunas había incluso más de tres.
Sabía que mientras recorría la casa sus movimientos eran rastreados diligentemente, y que las imágenes que se desplegaban en los monitores de la sala del sótano eran observadas por varios guardias de seguridad.
En el exterior ocurría lo mismo. El laberinto de árboles estaba lleno de cámaras; allí, la única privacidad que existía se encontraba en las grutas que Mary había insistido en crear sin pensar en el dinero que costarían.
Aquel lugar era prácticamente una fortaleza y resultaba casi imposible que pudiera introducirse en el despacho de Raymond para registrar sus papeles. Los días de jugar a los espías, de los que el padre de David Abijah, su primo israelí, le había hablado hacía ya tiempo, habían pasado a mejor vida.
Ahora todo era electrónico. Cámaras y sensores, accesos virtuales y virus informáticos. Había que ser un genio para saber cómo colarse en algunas dependencias sin ser descubierto, o tener un equipo de apoyo con diversas habilidades que le cubriera la espalda.
Pero ella no era un genio ni contaba con un equipo de apoyo. Así que deambuló sin rumbo por la casa y finalmente salió al jardín.
Joseph estaba charlando animadamente con el resto de los hombres invitados a la fiesta, que seguramente se dedicarían a actividades mucho más interesantes esa tarde, como jugar al billar o al póquer. Ella habría dado cualquier cosa por poder alternar con los hombres en vez de con las mujeres. Comprar ropa y joyas no era exactamente su idea de la diversión. Además, no estaba allí para divertirse. Estaba allí para atrapar a un traidor sin escrúpulos y tenía que admitir, al menos para sí misma, que comenzaba a impacientarse.
Por desgracia, su mundo todavía estaba regido por hombres. Eran ellos quienes tomaban las decisiones financieras y los que dirigían sus imponentes compañías con asesores personales. Las mujeres dedicaban su tiempo a obras de caridad, compras, almuerzos y visitas sociales. Dios, ¿cómo podían estar satisfechas con una vida tan vacía?
Volvió a entrar en la casa y se dirigió a la biblioteca. Aquella íntima y acogedora estancia estaba llena de libros y rincones de lectura, y un cálido fuego crepitaba alegremente en la chimenea.
Cuando entró allí, el único pensamiento de ________________ era acurrucarse en el confortable sofá que Anna y ella solían compartir cuando Mary las invitaba a pasar la noche en su casa, y recordar a una amiga de la infancia que no debería haber muerto.
Sus esperanzas murieron enseguida. Al percibir un leve movimiento a su derecha, se giró en redondo y llevó de inmediato la mano al arma que guardaba en una funda debajo del jersey de lana.
—Tranquila, agente Serborne. —De entre las sombras surgió uno de los negociadores invitados a la fiesta de los Greer.
—Landon Roth. —________________ mantuvo la mano en el arma—. Nadie me dijo que estuvieras invitado.
Una amplia sonrisa en el rostro poco agraciado de aquel hombre fue la única respuesta que obtuvo la joven.
Por desgracia, se veía obligada a tratar con tipos como él para saber hasta dónde estaban dispuestos a llegar con el fin de conseguir sus propósitos. De no ser así, podría subestimarlo y pasarlo por alto.
—Tenía el presentimiento de que te encontraría aquí. —Observó la habitación con sus ojos marrones, excesivamente redondos, mientras se subía las solapas de la chaqueta gris sobre la camisa blanca. Unos pantalones de pinzas y unos mocasines negros completaban su atuendo. No era bajo, pero tampoco alto. Debía de medir alrededor de uno setenta y cinco, la estatura perfecta para pasar desapercibido fácilmente en cualquier lugar. Llevaba el pelo corto y unas gafas de montura metálica.
—¿Qué te ha hecho pensar que estaría aquí? —preguntó ella sin dejar de observarle.
El volvió a mirar a su alrededor con una sonrisa jugueteando en los labios.
—Creo que una biblioteca es el lugar ideal para ti, agente Serborne —comentó a la ligera—. Elegante, lujoso, silencioso... un oasis de paz y tranquilidad. —Clavó la vista en ella—. Siempre te he considerado una mujer elegante y de gusto exquisito, aunque debo admitir que jamás te había relacionado con la fortuna Serborne hasta que llegué aquí. Al parecer la CIA se olvidó de mencionarlo en tu expediente.
Ella arqueó las cejas de forma sarcástica.
—Tendré que recordarles que corrijan ese descuido.
Él lanzó una carcajada ante su respuesta.
—Debo reconocer que el pasado que crearon para ti era muy imaginativo. Decir que creciste en una granja en Kansas, sin hermanos, hija de una familia humilde... Muy, muy creíble.
—Gracias. —________________ le observó atentamente mientras él se dirigía hacia la chimenea y se sentaba en uno de los cómodos sillones.
NiinnyJonas
Re: Me duele amarte (Joe & _____) [Adaptación]
ah cada vez se pone mejor!!
Nicholas quedate con la rayiz!
Siguela!!
Nicholas quedate con la rayiz!
Siguela!!
aranzhitha
Re: Me duele amarte (Joe & _____) [Adaptación]
—Toma asiento, agente Serborne —la invitó, señalando un sofá con la mano—. Si no te importa, me gustaría discutir contigo algunos detalles.
—¿Y si me importa? —replicó ella con desdén.
Él sonrió; una fría mueca en sus labios que ________________ sabía que estaba diseñada para infundir temor. Pero ella no le tenía miedo. Nunca se lo había tenido. Sin embargo, era cautelosa con él.
—Creo que, como representante de Warbucks, estás obligada a considerar a todos los negociadores invitados a esta pequeña reunión —señaló él—. Y estoy a punto de presentar una queja por no tratarnos de manera justa e imparcial.
—Lo último que he escuchado es que Warbucks sigue sus propias reglas. —Se encogió de hombros—. De verdad, Roth, ¿crees que hablando conmigo vas a llegar a convencerme de que debería elegirte a ti en vez de a Joseph Jonas?
—Ese hombre no es el más apropiado para este trabajo. —Torció los labios con disgusto—. Si lo que estás buscando es un buen socio, querida, puedes encontrar a alguien mucho mejor. Alguien que comprendiera el mundo en el que naciste.
En definitiva, alguien como él. Roth tenía un lejano parentesco con la familia real inglesa y había crecido en medio de la pompa y la arrogancia de las monarquías europeas. Sus padres habían sido unos aristócratas, rígidos y fríos, que no le habían enseñado a su hijo ni una ápice de misericordia, compasión o calor humano.
Roth había envenenado a su niñera cuando tenía cinco años. A los diez casi había matado a un compañero de juegos varios años mayor que él. A los dieciséis estuvo bajo sospecha por el asesinato de su amante, que estaba embarazada en ese momento. También fue acusado de hacer trampas en varios eventos deportivos en la exclusiva escuela donde estudió, y, cuando llegó a la mayoría de edad, sus padres murieron en un sospechoso accidente de coche.
Roth había creído que heredaría la vasta fortuna de su familia, pero al final resultó que eran pobres como ratas y que vivían de la caridad de familiares y amigos.
—Estoy bastante satisfecha con Jonas —le aseguró ella, sentándose en la esquina del sofá y observándole de cerca.
Él curvó la boca, apoyó el codo en el reposabrazos del sillón y se pasó el dedo índice por el labio superior.
—Es un poco vulgar, ¿no crees, querida? No tiene vínculos con la alta sociedad ni un historial que pueda complementar el tuyo. Hay pocos hombres que podrían estar a tu altura.
—¿Hombres como tú? —preguntó ella con sorna.
—Precisamente. —Roth esbozó una sonrisa condescendiente—. Yo sería una elección mucho mejor. Juntos podríamos mover montañas.
—Ya puedo mover montañas. —________________ sintió que se le revolvía el estómago al pensar en aquel hombre tocándola.
Él apretó los labios y la miró con los ojos entrecerrados.
—No me saques de este juego, agente Serborne —le espetó con la voz tan baja y áspera como el siseo de una serpiente furiosa—. No me gustaría perder este contrato en particular.
—El contrato aún no está firmado —señaló ella—. Y te recuerdo que será Warbucks quien tome la decisión final. Yo me limitaré a sugerirle al hombre más apropiado para el trabajo.
—¿Y crees que el más apropiado es ese maldito Jonas? —se burló Roth—. Es un advenedizo y lo sabes tan bien como yo.
—Para mí es muy valioso. —________________ se puso en pie sin apartar la vista de él—. El mejor hombre para esta tarea es aquél que consiga concluirla correctamente. Y por desgracia para ti, tu historial no es tan bueno como el de Joseph. ¿O vas a negarme que sueles dejar un rastro de sangre y sospechas a tu paso?
Roth se puso en pie de un salto y le lanzó una mirada feroz con la cara roja de ira.
—Siempre termino mis trabajos.
—Joseph también lo hace, sólo que él es eficaz y no levanta sospechas. Lo siento por ti, pero no tienes nada que hacer en este asunto.
Sin más, ________________ se volvió para salir de la biblioteca. Ya había tenido suficiente de la actitud arrogante de aquel hombre. Landon Roth era conocido por su habilidad para terminar los trabajos, de eso no cabía duda. Tenía los contactos y la reputación necesarios para hacerlo, pero no sería inteligente elegirlo a él para esa venta en concreto.
Como tampoco fue inteligente darle la espalda. Aunque conocía su reputación, no creía que fuera tan estúpido como para atacarla allí mismo... hasta que sintió un puñal en la garganta.
—Eres una zorra —masculló, acariciándole el cuello con el arma—. Jamás me he fijado en ti. A pesar de tu gran fortuna no vales nada, ¿verdad, puta?
—Zorra y puta. Tu vocabulario mejora por momentos. —La joven contuvo el aliento cuando sintió que él apretaba el filo del puñal contra su piel.
—Podría dejarte aquí tirada, desangrándote, y largarme tranquilamente a cenar —gruñó Roth—. Me gustaría sentir tu sangre entre mis dedos porque no eres más que basura. Igual que ese hijo de perra con el que te acuestas.
________________ levantó la mirada hacia el objetivo de la cámara que grababa todo lo que ocurría en la biblioteca desde encima de la puerta y se preguntó cuánto tiempo tardaría en llegar el personal de seguridad, si es que los estaban viendo.
Si no era así, estaba perdida.
—No saldrás impune de esto —le advirtió.
—Por supuesto que lo haré —se rió él—. Warbucks no puede permitirse el lujo de ordenar que me arresten si no quiere que salgan a la luz todas sus actividades delictivas. Y para acabar conmigo, antes tendría que atraparme, ¿verdad, querida?
—Jamás lograrás salir de aquí.
¿Lo lograría ella? ________________ sintió que la afilada punta del puñal se le clavaba en el cuello y supo que si decía lo que no debía, moriría.
—De esta manera no conseguirás convencerme para que utilice tus servicios, Landon —le aseguró con voz fría—. De hecho, ésta es la mejor manera de convertirte en una víctima. Porque aunque Warbucks te dejara salir con vida, Joseph no lo haría.
Sintió que él se quedaba inmóvil detrás de ella.
—Ninguna mujer es tan importante para Joseph Jonas —se rió Landon—. Eso es un hecho demostrado, agente Serborne.
—Hasta ahora—rugió una voz masculina desde la puerta.
Los ojos de ________________ volaron hacia el umbral donde había aparecido Joseph. A su lado estaba su guardaespaldas, Travis Caine, y Raymond Greer. Detrás de ellos había tres fornidos guardias de seguridad.
—Te ruego que sueltes a la señorita Serborne —dijo Greer con actitud altiva y un tono autoritario en la voz—. Te daremos una ventaja de seis horas antes de que Warbucks envíe a un hombre en tu busca.
Roth permaneció inmóvil detrás de ella. El puñal pareció tensarse contra su garganta, y ________________ casi pudo sentir las ganas de Roth de clavárselo. Al fin y al cabo, si iba a morir de todas formas, ¿por qué no llevársela con él?
La joven buscó la mirada de Joseph. Bajo su actitud fría latía una furia letal y sus ojos grises no podían ocultar la cólera que le invadía.
—No lo hagas si no quieres sufrir la peor de las muertes, Roth —le advirtió Joseph con voz gélida.
—¿Warbucks me mataría por esto? —La rabia vibraba en el tono de Roth—. Sus reglas son muy simples: no hay reglas en este negocio. ¿No es ése el mensaje que siempre envía cuando comienza un juego nuevo?
—A ti sólo se te envió una invitación para que acudieras a la reunión como un negociador más —le recordó Raymond con frialdad—. Pero has traspasado todos los límites razonables, Roth. Suelta a la señorita Serborne o éste será tu final.
El cuchillo se movió en la garganta de ________________. La joven, que apenas podía respirar, no se atrevía ni siquiera a tragar. Había dado por sentado que Roth no la atacaría allí, pero sin duda había cometido un grave error. Un error que podía costarle la vida.
—Si me sueltas, hablaré con Warbucks a tu favor —le aseguró la joven con voz firme—. Quizá podamos arreglar esto sin que haya derramamiento de sangre.
—Si yo fuera tú, la escucharía —le advirtió Greer—. Porque sólo ella podría convencer a Warbucks de que revocara la orden de tu ejecución.
—Maldita zorra, ya llegará tu hora —le susurró él al oído antes de apartarle el puñal de la garganta y empujarla en dirección a Raymond.
________________ se volvió al instante, lanzó una patada y golpeó con la bota la mandíbula de Roth, que trastabilló hacia atrás antes de caer por encima del respaldo del sofá y aterrizar sobre la mesita de café con gran estrépito.
—No os mováis —les ordenó ________________ a Greer y a sus hombres antes de aproximarse a Roth. Cogió el cuchillo del suelo y le agarró por el pelo, echándole la cabeza hacia atrás y apretándole el filo de acero contra la garganta.
—No eres más que un sucio bastardo —le espetó, clavando los ojos en la horrorizada mirada de Roth—. Una estúpida víbora sin los medios ni la habilidad necesaria para llevar a cabo este trabajo. No te elegiría ni para limpiar excrementos de cerdos, y mucho menos para darte este contrato.
Le clavó el puñal un poco, lo suficiente para hacerle sangrar y que agrandara los ojos por el miedo.
—Vuelve a cruzarte en mi camino, y me aseguraré de que sufras antes de matarte. ¿Me has entendido?
—Sí. —La palabra apenas fue un susurro.
________________ se apartó entonces de él y, con el puñal todavía en la mano, le lanzó una mirada desafiante.
—Ni siquiera eres digno de que te mate. Lárgate y procura que no vuelva a ver nunca esa cara de rata que tienes.
Sin más, le dio la espalda con la plena confianza esta vez de que él no se atrevería a atacarla de nuevo. Echó la cabeza hacia atrás para apartar el pelo que le cubría la cara y se acercó a los hombres que habían asistido a la escena.
—Raymond, ocúpate de esto —gruñó Joseph, agarrando el brazo de ________________ con fuerza—. Esperaba más seguridad. Y desde luego, esperaba que los candidatos que tu jefe ha elegido fueran mejores que éste.
—Se encargarán de...
—No lo mates. —________________ le lanzó a Raymond una mirada de advertencia—. No me hagas faltar a mi palabra. Este bastardo me dará ese precioso Monet que robó el año pasado si quiere seguir con vida. —Se volvió hacia Roth con una sonrisa irónica—. Si no efectúas la entrega en dos semanas, daré órdenes de que se encarguen de ti.
No tuvo oportunidad de decirle nada más. Con gran sutileza y no poca furia, Joseph la hizo salir de la biblioteca y atravesar el vestíbulo en dirección a las escaleras que conducían a su habitación.
—Relájate —murmuró ella, intentando zafarse de su agarre—. ¿Qué demonios te pasa?
—No digas una sola palabra más. —La voz de Joseph sonó como el chasquido de un látigo a pesar de su tono calmado—. Ni una palabra más, ________________. No forcejees y tampoco discutas conmigo. Limítate a tener la boca cerrada.
Ella le observó con incredulidad antes de obligarse a mirar hacia delante.
—Oh, vamos. Roth iba de farol.
—No iba de farol —gruñó él.
—Por supuesto que sí —afirmó ________________—. Si hubiera querido matarme lo habría hecho. Me habría cortado el cuello sin pensárselo dos veces. Puso un anzuelo y evidentemente pescó el pez más grande al ver tu reacción y la de Raymond. Ahora todos los criminales del mundo sabrán que tanto Joseph Jonas como Warbucks valoran mi vida.
Eso podía ser peligroso. Puede que nadie conociera la identidad de Warbucks, pero tampoco conocían sus debilidades... Hasta ese momento.
—Tu lógica me saca de quicio. —Joseph se detuvo ante la puerta de su dormitorio el tiempo suficiente para abrirla y empujar a ________________ al interior. Luego cerró de un portazo.
—Mi lógica es perfectamente razonable. —Se volvió hacia él indignada por aquel despliegue de arrogancia puramente masculina—. ¿Qué demonios te hace pensar que puedes arrastrarme de esta manera?
—Esto.
Joseph se acercó a ella antes de que ________________ pudiera esquivarle. En menos de un segundo la había cogido entre sus brazos y la había obligado a echar la cabeza hacia atrás tirándole del pelo.
Sin darle tiempo a reaccionar, le cubrió la boca con la suya y le metió la lengua entre los labios para besarla con una vehemente voracidad que la dejó sin aliento y la hizo arder hasta la punta de los pies.
Si ________________ hubiera tenido alguna duda de que Joseph la había reclamado como suya, habría desaparecido en ese mismo instante. Aquel beso hablaba de pura posesión masculina. Cuando le acarició la lengua con la suya, estrechándola aún más contra su cuerpo, la joven supo que él utilizaba ese hambriento deseo, esa extrema necesidad, para marcarla. Los sentidos, la piel, la misma feminidad de ________________ estaban siendo marcados con un hierro al rojo vivo.
—Maldición. —Joseph se apartó el tiempo suficiente para agarrar el borde del jersey de la joven y quitárselo por la cabeza antes incluso de que ella pudiera pensar en negarse.
Lanzó la prenda al suelo, donde quedó olvidada al instante, y le deslizó los labios por el cuello, mordisqueándole la piel y haciéndola estremecer de placer.
La cólera y la lujuria, la necesidad y la pasión desbordada les hicieron arder. ________________ podía sentir la desesperación de Joseph en sus caricias, en el roce de sus labios, en su jadeante respiración.
El peligro había liberado la adrenalina, pero la joven estaba segura de que sólo el amor podría provocar aquella violenta e intensa desesperación que los envolvía como una oleada.
Sólo el amor.
Joseph notó que ________________ respiraba entrecortadamente, oyó sus excitados gemidos y luchó para no arrancarle los vaqueros, ponerla bocabajo y tomarla de inmediato.
Algo salvaje y primitivo se había apoderado de él al ver aquel puñal contra la garganta de ________________.
Por un segundo se le había parado el corazón y había entendido lo que debía haber sentido ________________ cuando él «murió». En ese momento fue presa de un miedo visceral al darse cuenta de que podía perderla. Por primera vez en su vida, sintió miedo de verdad. Ahora sabía a qué sabía, a qué olía.
Aquel miedo había atravesado sus sentidos y no podía liberarse de él. Necesitaba los besos y las caricias de ________________. Necesitaba poseerla. Someterla a sus caricias con un placer que sólo podían encontrar el uno en el otro.
La soltó el tiempo suficiente para que ella le quitara la camisa. Luego la alzó en brazos y la llevó a la cama. La dejó caer sobre el colchón y le abrió la cremallera de los vaqueros.
________________ no se había puesto sujetador. Los suaves y perfectos montículos de sus pechos estaban coronados por unos pezones tensos, delicados y rosados que ahora estaban duros. Que tentaban a sus labios y a su lengua a saborearlos.
Le quitó las botas rápidamente y luego se deshizo de sus pantalones deslizándolos por aquellas largas y esbeltas piernas.
Los mojados pliegues del sexo de ________________ estaban cubiertos por un trozo de seda húmeda que probaba que ella estaba tan excitada como él, tan preparada para albergarlo en su interior como él de poseerla.
Le desgarró las bragas con facilidad, provocando que la joven agrandara los ojos al tiempo que se le enrojecían las mejillas de excitación.
—Le diste la espalda —gruñó él de repente, mientras se arrancaba el cinturón de los vaqueros—. Sabías que no debías darle la espalda.
—Entonces, castígame. —________________ estiró los brazos por encima de su cabeza, arqueándose hacia él, ofreciéndole sus pechos—. He sido una chica mala, Joseph.
Maldita fuera. Era la única mujer del mundo que podía sacarle de sus casillas, la única que le hacía perder la cabeza.
NiinnyJonas
Re: Me duele amarte (Joe & _____) [Adaptación]
ah pense que la rayiz no la libraba!
Como se le ocurre darle la espalda a esa rata!!
Siguela!!
Como se le ocurre darle la espalda a esa rata!!
Siguela!!
aranzhitha
Re: Me duele amarte (Joe & _____) [Adaptación]
OOOOOHHH!!!:oops:
por un momento pense que la RAYIS no saldria mas de esto..
JOE siempre tan JOE... :latigo:
por un momento pense que la RAYIS no saldria mas de esto..
JOE siempre tan JOE... :latigo:
@ntonella
Re: Me duele amarte (Joe & _____) [Adaptación]
AAAAAAAAAAAHHHH!!!!... NO LO PUEDO CREEERRR!!!..... ESE DESGRACIADO!!!... PERO NO SE SALIO CON LA SUYAAA!!!!... Y AHORA QUE HARAN TOOODOOOSSS!!!??
chelis
Re: Me duele amarte (Joe & _____) [Adaptación]
—Podría haberte matado. —Una vez se quitó las botas y los vaqueros, se agarró la base del pene en un intento de contener la necesidad de penetrarla.
La mirada de ________________ vagó hasta el lugar donde él se acariciaba mientras se humedecía los labios sensualmente. Aquellos labios hinchados por los besos de Joseph, enrojecidos por su boca.
—Si creyera que castigándote te lo pensarías dos veces antes de volver a darle la espalda a alguien como Roth, te aseguro que lo haría —masculló él, separándole las piernas y agarrándola por las caderas para arrastrarla al borde de la cama. Le dobló las rodillas e inclinó la cabeza hacia los sedosos pliegues femeninos, cuya humedad evidenciaba el grado de la excitación de la joven.
Santo Dios, ________________ era tan dulce como una mañana de primavera. Su sexo era caliente, su clítoris palpitaba por la necesidad que se había apoderado de su cuerpo.
Inclemente, Joseph tensó la lengua y la introdujo en la estrecha abertura de su cuerpo, sintiendo que se apretaba de inmediato en torno a él.
Los jugos de ________________ le inundaron la lengua, llenaron sus sentidos con aquel néctar, dulce y adictivo. Él podría pasarse horas así, tomándola y follándola con la lengua, saboreando su placer y haciéndola retorcerse de deseo, llenándose de su sabor.
—Oh Dios —gimió ella con voz ronca y sexy.
Al oír aquello, Joseph supo que se rendía a él, podía percibirlo en sus palabras y en su cuerpo.
Enterrando la lengua más profunda y rudamente en el sexo de ________________, no pudo evitar lanzar un jadeo ante la pasión líquida que fluía de ella. Lamió los suaves jugos, acariciándola y saboreándola; embriagándose con la esencia de la joven.
Levantó un instante la cabeza y le dio un rápido y duro beso en los hinchados pliegues antes de buscar con la lengua el dilatado clítoris. Abrió los suaves pliegues que acababan de abandonar sus labios, e introdujo tres dedos en su interior mientras cubría el centro de su placer con los labios.
El sexo de ________________ era absorbente y cálido, y se ceñía en torno a sus dedos mientras él le mordisqueaba y lamía el clítoris, que palpitaba sin cesar bajo su lengua.
Ella estaba a punto de alcanzar el orgasmo. El miedo y el peligro habían intensificado al máximo las sensaciones. El deseo y la necesidad crecieron en el interior de la joven hasta que Joseph sintió como si estuviera saboreando el centro de una ardiente llama.
Ella era suya. Su mujer. Su vida.
Movió la lengua con más rapidez sobre el excitado clítoris, reclamándolo con la boca, y ________________ respondió alzando las caderas, empalándose en los firmes dedos que la atravesaban, apretando su sexo contra su lengua hasta que él la sintió explotar.
Sin darle siquiera un respiro, Joseph se incorporó, se agarró el grueso miembro con la mano mientras el sexo femenino vibraba con la fuerza del orgasmo y bajó la mirada hasta el lugar donde sus cuerpos se unían.
Consumido por la necesidad, observó cómo los dulces y suaves pliegues se abrían para su glande, cómo le aceptaba en su interior.
Movió las caderas y penetró la trémula entrada con un desesperado y rápido envite, gimiendo mientras ella lo tomaba, centímetro a centímetro, hasta que la llenó por completo.
De inmediato, la suave y sensible carne que había penetrado empezó a palpitar en torno a su polla, intentando hacerle perder el control.
—Nunca más. —Joseph levantó la mirada y buscó los ojos de ________________, luchando contra la necesidad de correrse en su interior—. Nunca más, ________________. No vuelvas a hacerlo. Jamás vuelvas a arriesgarte de esa manera, ¿me oyes?
Ella le sostuvo la mirada y, por un segundo, él vio un destello de dolor en sus ojos.
—¿Como tú?
Joseph apretó la mandíbula. No podía contener la necesidad de empujar dentro de ella, de obligarla a admitir, aunque sólo fuera para sí misma, que no podía volver a poner su vida en peligro de esa manera. Nunca más.
—Nunca, ________________. —Le abrió más los muslos y la penetró duramente con su polla, follándola con largos y profundos embestidas que la hicieron arquearse hacia él, que la hicieron gemir su nombre, que la hicieron rogar y suplicar.
—Nunca más —repitió él, comenzando a perder el control.
No podía perderla. Mientras ella estuviera viva, él respiraría. Ella era la luz en un mundo oscuro. Nunca podría sobrevivir en él si ella moría.
________________ sacudió la cabeza y gimió al sentir los primeros signos del clímax, al sentir que era atravesada por un millar de candentes sensaciones que giraban en su interior hasta hacerla explotar entre los brazos masculinos. Sus músculos internos se contrajeron cada vez más rápido alrededor del rígido pene de Joseph, bañándole con sus ardientes fluidos, enardeciéndolo hasta que le hizo perder cualquier rastro de control.
Joseph alcanzó el orgasmo con salvaje brutalidad; sintió que perdía una parte de sí mismo, que su alma se introducía en el interior de ________________ para unirse a la de ella. No pudo contener el gemido reprimido con el que pronunció su nombre, como si fuera una oración. El éxtasis que sintió le Hizo arder los sentidos, le desgarró las entrañas, y le inundó con una oleada de sensaciones indescriptibles. Sabía que ________________ era la razón de su existencia. Ella. Sólo ella. Sus caricias, sus besos...
Simplemente, no podía vivir sin ella.
NiinnyJonas
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