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Me duele amarte (Joe & _____) [Adaptación]

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Me duele amarte (Joe & _____) [Adaptación] Empty Me duele amarte (Joe & _____) [Adaptación]

Mensaje por NiinnyJonas Vie 09 Ago 2013, 7:02 pm


Nombre: Me duele amarte
Autor: NiinnyJonas
Adaptacion: Si, LORA LEIGH
Género: Eromantica
Advertencias: Ninguna, tratare de subir siempre, comenten si les gusta, no me gustan las invisibles
Otras páginas: No que yo sepa.



Hola chicas, como han de conocerme soy Niinny, pueden llamarme así si gustan, pueden seguirme en Twatter @JJMakeMeStrong He subido varias adaptaciónes, la última que subi y esta terminada es Seda y Acero, pueden leerla si gustan. Sin más nada que decir, les dejo el argumento.



ME DUELE AMARTE



ARGUMENTO

Un hombre implacable… Una mujer dolida…

Una oscura y arrolladora pasión…


Joseph Jonas, un agente encubierto extremadamente duro y peligroso, tuvo en su día motivos más que suficientes para dejar que el mundo le creyera muerto. Adoptó una nueva identidad y no dejó atrás nada que le importase… excepto a ________________, la única mujer que consiguió derribar las defensas de su corazón y con la que vivió una fiera e incontrolable pasión.

Pero ahora, años después, cuando el destino hace que sus caminos vuelvan a cruzarse, sabe que no puede seguir luchando contra lo que siente por la mujer a la que hirió tan profundamente en el pasado… Y esta vez no dejará que nada ni nadie se interponga entre ellos. Esta vez logrará que ________________ sea suya para siempre aunque tenga que enfrentarse al mismo infierno para conseguirla.


















Última edición por NiinnyJonas el Sáb 10 Ago 2013, 6:19 pm, editado 1 vez
NiinnyJonas
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Me duele amarte (Joe & _____) [Adaptación] Empty Re: Me duele amarte (Joe & _____) [Adaptación]

Mensaje por aranzhitha Vie 09 Ago 2013, 7:18 pm

hey Ninny! Ya me tienes aqui!
Vas a decir que, que latosa!
Pero sabes que amo tus noves!
Asi que espero que la sigas!
aranzhitha
aranzhitha


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Me duele amarte (Joe & _____) [Adaptación] Empty Re: Me duele amarte (Joe & _____) [Adaptación]

Mensaje por Augustinesg Vie 09 Ago 2013, 11:14 pm

Hola Nini!!!
Aca me tienes una vez más como todas las veces haha
Esta novela me intereso, estoy más que segura que debe de ser hermosa!
Te mando un abrazo grande y cuidate!! :hug:
Augustinesg
Augustinesg


http://www.twitter.com/AgustineSG

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Me duele amarte (Joe & _____) [Adaptación] Empty Re: Me duele amarte (Joe & _____) [Adaptación]

Mensaje por NiinnyJonas Sáb 10 Ago 2013, 6:07 pm

Prólogo

Brisbane, Australia

Un rayo iluminó el cielo y poco después se oyó retumbar un trueno.
Era la tormenta más violenta que se había visto en Brisbane en los últimos años. Llovía a cántaros y el agua anegaba el suelo inun­dando aceras y calzadas. El viento rugía y silbaba con furia. En el interior de una pequeña casa de planta baja, a las afueras de la ciu­dad, una mujer que siempre había odiado los truenos, los relámpa­gos y la lluvia, prestaba poca atención a la salvaje tormenta.
En su lugar, observaba con los ojos entrecerrados cómo Nick Miller, el rudo y moreno agente del Servicio Secreto de Inteligencia Australiano que había sido su compañero en la misión que acababa de concluir, le besaba el empeine con irrefrenable deseo.
________________ quiso gemir ante aquella imagen. Jamás le habían besado los pies. Era casi como volver a ser virgen, ya que las sensaciones que ese hombre provocaba en su interior le decían que aún le que­daba mucho que aprender.

—Tu piel parece seda —susurró él con voz ronca y ese acento australiano que le provocaba escalofríos de placer en la espalda, mientras le deslizaba los labios por el tobillo.

________________ contuvo el aliento. No se había esperado eso. Lo había deseado, lo había ansiado, incluso había soñado con ello, pero nunca había imaginado que pudiera hacerse realidad. Le parecía mentira encontrarse entre los brazos de Nick una vez finalizada la misión.

—Vamos, cariño, quítate los vaqueros. Enséñame esas preciosas piernas.

La joven sabía que él se había pasado meses admirando sus piernas, algo que la excitaba tanto que había tenido que cambiarse de bragas varias veces al día. Claro que, los tops ceñidos y las mini-faldas que se había visto obligada a ponerse durante las últimas semanas, no la habían ayudado nada. Pero ese tipo de ropa había sido necesaria para interpretar el papel de camarera en un local de los bajos fondos de Brisbane mientras investigaban a un oficial de la Marina australiana —sospechoso de vender documentos confi­denciales de una base militar secreta—, en el transcurso de una misión en la que colaboraban los países de ambos.

Lo habían atrapado, por supuesto. Habían estado tomando unas copas en un club nocturno para celebrarlo y luego habían ido a su casa.

________________ observó cómo los dedos de su compañero, largos y fuertes, se deslizaban por la cremallera de sus vaqueros. Nick le desabrochó el botón con facilidad y el ruido de la cremallera se oyó incluso por encima del sonido de la tormenta que rugía fuera.

A la joven se le tensó el estómago y se sintió más excitada que nunca al ver que él le abría los pantalones y, agarrándolos por la cin­turilla, se los quitaba con un ágil movimiento.

Nick todavía estaba vestido y ella lo quería desnudo, pero cuan­do alargó las manos hacia los botones de su camisa, él posó los labios sobre su vientre y la dejó momentáneamente paralizada. Una vez que recuperó el aliento, ________________ le clavó las uñas en los duros músculos de los hombros y se sorprendió al arquear las caderas involuntariamente hacia él. Sentía la humedad que cubría los sensi­bles pliegues de su sexo y que se deslizaba por la cara interna de los muslos. Jamás había estado tan preparada para las caricias y los besos de un hombre.

—Nick —gimió. No pudo evitarlo. Necesitaba que volviera a hacerlo, lo necesitaba tanto que se preguntó si aquella necesidad quedaría saciada alguna vez.

—Paciencia, cariño —la tranquilizó con suavidad mientras se movía sobre ella, desabrochándole la blusa para acariciarle el estó­mago y los pechos—. Vamos a deshacernos de toda esta ropa que esconde tu precioso cuerpo. He soñado con besar cada centímetro de tu perfecta y sedosa piel desde que te conocí.

No había nada perfecto en su cuerpo, y ________________ lo sabía. Pero él lo había dicho como si realmente lo creyera. Como si de verdad pensara que era perfecta.

El calor del deseo crepitó bajo la piel de la joven cuando él le rozó uno de los tensos y duros pezones con la palma de la mano al tiempo que le quitaba la blusa. Antes de deshacerse de la prenda tomó posesión de sus labios, y ________________ se hundió en un mar de cáli­das y sensuales sensaciones que la obligaron a ofrecerse a él sin nin­guna cautela.

La joven le rodeó el cuello con los brazos mientras Nick la besaba, metiéndole la lengua en la boca y rozándola contra la de ella un instante antes de retirarse. Implacable, le mordisqueó los labios, los acarició y luego volvió a asaltarla con una exigencia voraz que la hizo estremecerse con violencia.

Consumida por las sensaciones que la devastaban, ________________ cerró los dedos sobre la camisa de Nick e intentó arrancársela, desespe­rada por tocar su piel. Por acariciar aquella piel dura y bronceada que parecía reclamar sus manos, por sentir aquellos músculos que se tensaban bajo ella.

—No pares —gimió desesperada cuando él se echó hacia atrás para quitarse la camisa por la cabeza.

—¿Parar? Ni hablar, cariño. —Los ojos grises de Nick, normal­mente serenos, eran tempestuosos cuando reveló la mata de vello castaño que bajaba en forma de flecha desde su ancho pecho hasta los tensos abdominales.

Los vaqueros le caían a la altura de las caderas enfatizando la gruesa erección que cubrían. Parecía enorme.

Temblando, ________________ alargó la mano y la apoyó en el pecho de Nick, acariciando el vello sedoso. Lo sintió estremecerse bajo sus caricias; los músculos duros y la piel suave reaccionaron al roce de sus dedos y el rostro masculino se tensó de deseo. Su mirada se volvió turbia y oscura, de un gris acerado y lleno de poder sexual, cuando ella le puso la mano en el cierre de los vaqueros.

Simplemente no podía resistirlo más. Le dolía. Le necesitaba. Llevaba meses trabajando con él y casi no había podido pensar más que en aquel cuerpo fibroso y lleno de músculos. En cómo serían sus besos, su sabor, sus caricias. En cómo sería devolvérselas, sabo­rearlo, besarlo. Y ahora, sentía como si su cuerpo fuera atravesado por pequeñas explosiones de placer que la hacían temblar sin control.

Contuvo el aliento e intentó ir más despacio; disfrutar de cada sensación, de cada roce abrasador.

Nick hizo que abriera más las piernas, se puso de rodillas entre ellas y la miró con los ojos entrecerrados. Se bajó la cremallera y la joven sintió que se le quedaba la boca seca un segundo antes de empezar a salivar de deseo.

Larga y gruesa, la pesada y excitada polla latía con fuerza ante ella. El oscuro glande parecía caliente y brillaba de humedad.

—Haces que un hombre pierda el juicio. —La voz de Nick era ronca y áspera por el deseo.

Aquel sonido seductor provocó que el vientre ________________ se contra­jera de forma instintiva. El parecía hambriento, desesperado por ella. Pensar que aquel hombre tan increíblemente atractivo, tan duro y fuerte, se estuviera muriendo de pasión por ella, hizo que le hir­viera la sangre en las venas y envió ráfagas de deseo a todas las zonas erógenas de su cuerpo.

—Yo ya he perdido el mío —jadeó ella en el instante en que él tomaba en su mano uno de sus senos.

El pezón no podía estar más duro, más sensible y caliente. Cuando Nick lo rozó con el pulgar, ________________ creyó que el corazón se le saldría del pecho.

Incorporándose hasta quedar sentada frente a él, la joven le agarró la cinturilla de los vaqueros y se los bajó por los muslos al tiempo que apretaba los labios contra aquellos tensos abdominales. Abrió la boca y lamió y mordisqueó la tersa piel. Como recompen­sa obtuvo un ronco gemido que surgió de lo más profundo del pecho de Nick.

Eso era lo que ella quería oír. Esos ásperos gemidos masculinos que le aseguraban que lo estaba haciendo bien, que sin duda le esta­ba dando placer. Que la deseaba. Que tal vez aquel hombre la nece­sitara tan desesperadamente como ella lo necesitaba a él.

Cerró los dedos en torno a la sedosa y rígida erección de Nick y movió la mano suavemente, observando cómo aparecía otra perla de humedad en la punta.

El glande quedaba justo debajo de sus labios, tentándola, acre­centando el deseo que él provocaba en ella.

—Deja de jugar conmigo —murmuró Nick, metiéndole los dedos en el pelo y usando los largos mechones rubios para acari­ciarle la espalda desnuda con las puntas, enviando así otra electri­zante y sensual sensación al cuerpo de la joven.

—¿Jugar? —susurró ella—. No estoy jugando. No podría tomármelo más en serio.

Le lamió con la lengua una nueva gota de la punta de la erección, haciendo que emitiera otro ronco gruñido más.

Nick pareció estar a punto de perder el control. Impulsó las caderas hacia delante para acercarlas más a ella y tensó sus muscu­losas piernas mientras el palpitar de la carne que ella rodeaba con los dedos se hacía más intenso.

Él la excitaba como ningún otro hombre lo había hecho con anterioridad. Apenas tenía experiencia, pero era plenamente cons­ciente de que Tren la estaba llevando a límites que ni siquiera había soñado que existiesen. El deseo que sentía por él ahogaba por com­pleto el silencio y el sonido de la tormenta detrás de las ventanas.

________________ abrió los labios, necesitando más de Nick, deseándolo como jamás había deseado nada ni a nadie. Cubrió el caliente glan­de con la boca y rozó la sensible carne con la lengua mientras él emitía un sonido estrangulado.

Nick Miller era ardiente e intensamente masculino. Salvaje e indomable como la tormenta. Una irresistible mezcla entre un surfista y un asesino. Una poderosa combinación de encanto y can­dente peligro. Y esa noche era todo suyo.

—Dios mío, ________________, tu boca... —La envolvió con su ronca voz, apremiándola.

Al instante, la joven cerró los dedos alrededor de la base del pene y le rozó los testículos con las uñas de la otra mano.

El la agarró con más fuerza del pelo y ella, en respuesta, lamió la dura longitud del miembro engrosado. Cada caricia de su boca, cada caricia de sus dedos, provocaba una reacción en él que ella necesitaba.

Nick tensó las manos en la cabeza de ________________, gimiendo ronca­mente su nombre, suspirando de placer.

—¡Maldita sea! Si sigues así conseguirás que pierda el control por completo —la acusó, aunque no sonaba en absoluto resentido, sino más bien sexy y oscuro, peligroso y juguetón—. Tómame por completo en tu boca, cariño. Haz que pierda el sentido.

Era justo lo que ________________ pensaba hacer. El era disoluto, arrogan­te; pura adrenalina adictiva, y ella amaba cada faceta de su perso­nalidad.

Lo amaba.

________________ casi se detuvo. Casi vaciló ante el placer que le provoca­ba la certeza de amarlo.

Lo amaba. Durante los meses que habían trabajado juntos se había enamorado de él.

—Joder, ________________. Cariño. —Nick comenzó a mecer las caderas para follarle la boca con más fuerza mientras alargaba las manos hacia sus rígidos pezones y comenzaba a presionarlos, enviando relámpagos de placer al sexo de la joven.


Última edición por NiinnyJonas el Sáb 10 Ago 2013, 9:26 pm, editado 1 vez
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Me duele amarte (Joe & _____) [Adaptación] Empty Re: Me duele amarte (Joe & _____) [Adaptación]

Mensaje por NiinnyJonas Sáb 10 Ago 2013, 6:10 pm

________________ gimió en torno a la erección sin dejar de lamer el palpitante glande. Lo saboreó cada vez con más frenesí al tiempo que le acariciaba los muslos con las manos.
—Demonios, sí.
La joven podía sentir sus ojos sobre ella, observándola, y cuando levantó la vista, quedó atrapada en la tormenta que giraba en las profundidades grises de los ojos masculinos.
—Déjame ver cómo tus labios se mueven sobre mi polla, ________________ —murmuró con una voz más dura y dominante que antes—. Utiliza la lengua, cariño.
Ella se retiró alargando la lengua, lamiéndolo y acariciándolo con ella. Dios, sabía tan bien, tan masculino. ________________ había estado desesperada por tocarle, y ahora que lo hacía se estremecía de placer por él.
—Fóllame, sí —masculló Tren—. Es lo que pienso hacer contigo, cariño. Lameré cada centímetro de tu cuerpo hasta que grites. Hasta que me supliques que pare porque no puedas más.
Con sólo oírlo, ________________ ya estaba preparada para suplicar. Pensar en la lengua de Nick acariciándole entre los muslos hizo que su sexo vibrara anhelante.
—Abre más la boca, cariño. —Nick tiró del largo pelo rubio de ________________ hasta que ella separó más los labios e introdujo casi por entero el rígido y palpitante miembro en la cálida humedad de su boca.
________________ lamió una gota de líquido seminal con avidez. Estaba perdida en el placer del momento. Nada tenía importancia fuera de las paredes de aquella casa, excepto tocarle y sentir sus caricias.
Se llenó la boca con la gruesa erección, tomándola poco a poco, succionando el glande, lamiéndolo y siendo recompensada con los gemidos roncos y guturales que escapaban del pecho de Nick.
Levantó la mirada hacia él y, al ver el placer salvaje que reflejaban los oscuros rasgos masculinos, la sangre corrió excitada por sus venas. Él era pura adrenalina y ________________ una adicta a ella. Nada en su vida anterior la había preparado para enfrentarse a aquello.
Tener a Nick en su boca, acariciarle y ver el placer que le proporcionaba, la hacía sentirse hermosa y deseada.
—Maldita sea, basta. —Nick le apartó la cabeza y ella soltó un gemido de protesta.
________________ quería más. Quería sentirle explotar en su boca, poseyéndola, marcándola como suya.
—Basta —repitió él con aquella voz ronca y aterciopelada cuan¬do la joven volvió a impulsarse hacia delante.
Tomando el mando de la situación, Nick le sujetó las muñecas con una mano y se las levantó por encima de la cabeza al tiempo que bajaba la mirada hacia ella, escondiendo sus oscuros ojos grises tras las espesas pestañas rubias.
Él apretaba ahora los labios. Un rubor intenso le cubría las mejillas y gruesos mechones de su pelo trigueño le caían sobre la frente.
—Voy a lamerte por entero —le prometió, provocando que ________________ lanzase un gemido sensual.
—Creo que sólo lo dices para intentar matarme —consiguió susurrar.
La risa entrecortada de Nick era intensa y ronca. Parecía llena de oscuras intenciones e inundó los sentidos de la joven como una suave lluvia de verano cuando él inclinó la cabeza y tomó uno de sus erguidos pezones entre los labios.
________________ arqueó la espalda instintivamente al sentir que aquella cálida boca cubría la sensible punta. Cerró los dedos hasta que las uñas se le clavaron en las palmas de las manos y se tensó contra él.
—Oh Dios, Nick. —Quiso gritar su nombre pero sólo tenía el aliento suficiente que para soltar un gemido.
Indefensa, apretó los puños en el pelo de Nick cuando él fustigó la tensa cima del pezón con la lengua y se la mordisqueó con los dientes. La atormentó y la torturó hasta que ella se retorció con¬tra él para intentar acercarlo todavía más.
La piel de la joven se cubrió de sudor. Podía sentir claramente el pulso y el latido de su sangre en la unión entre sus muslos, hacien¬do palpitar su dolorido clítoris.
Estaba ardiendo. Las llamas recorrían su cuerpo a toda velocidad, quemándola y consumiéndola. Y cuando él deslizó una pierna entre las suyas, de forma que los músculos poderosos de su muslo se apretaron contra los anhelantes pliegues del sexo de la joven, ella casi llegó al clímax con el contacto.
Temblando, la joven alzó las caderas con el fin de rozar el hinchado nudo del clítoris contra la cálida erección. Una violenta excitación serpenteaba en su vientre y la necesidad de alcanzar el orgasmo se volvió dolorosa cuando Nick desplazó los labios de un rígido pezón al otro.
Se movió sobre ella, deslizando los labios por su cuerpo, y ________________ se sintió indefensa ante el salvaje deseo que la desgarraba. Con un ágil movimiento, Nick se puso sobre los hombros las pier¬nas dobladas y abiertas de la joven y, en el instante en que empezó a lamerle los jugos que inundaban los pliegues de su sexo, ella casi se cayó de la cama muerta de placer.
Era como si una cálida y sensual llama azotara su carne. Aquel hombre movía la lengua de una manera lenta y confiada por la estre¬cha abertura. Le apresó la sensible carne con los labios y le dio un beso húmedo antes de desplazarse a los aterciopelados pliegues del otro lado. Luego, sin piedad, comenzó a lamer y mordisquear el excitado clítoris al tiempo que sus dedos giraban e indagaban en la entrada de su cuerpo.
—Deja de atormentarme —gimió ella mientras le agarraba con fuerza del pelo, intentando retenerle donde estaba—. Acabarás conmigo, Nick.
—Adoro tu sabor —masculló él contra su sexo—. Dios mío, ________________, sabes a melocotones en almíbar.
—A jabón —jadeó ella.
La risa entrecortada de Nick envió escalofríos de placer por todo el cuerpo de ________________.
—El jabón no sabe así —afirmó él, justo antes de introducir la lengua profundamente en su interior—. Esta es tu verdadera esencia. Tan dulce y ardiente que podría ahogarme en ella.
Oh, Dios. ________________ iba a explotar. Se iba a desintegrar allí mismo, en sus brazos.
—Vas a matarme —susurró él mientras se colocaba entre sus muslos. Estiró el brazo hacia la mesilla de noche, cogió el condón que había abierto con anterioridad y lo deslizó con habilidad por su miembro—. Ven aquí, ________________. Vamos, cariño. Poséeme ahora.
¿Que le poseyera ahora? Quería poseerle siempre.
Alzando las caderas, ________________ contempló cómo el hinchado glan¬de de Nick se abría paso entre sus acogedores pliegues buscando la estrecha abertura de su sexo. Lo observó con los ojos muy abiertos y, sin aliento, notó que comenzaba a deslizarse en su interior.
Si antes había pensado que era como fuego, ahora era lava líquida. Con cada movimiento de caderas, ________________ percibía cómo sus músculos internos se estiraban para acomodar la anchura y rigidez del miembro de Nick. Los pliegues de su sexo brillaban húmedos a causa de la excitación que la embargaba mientras la oscura y pesa¬da erección se internaba entre ellos.
Observar cómo la tomaba intensificó tanto el placer que ________________ pensó que no podría aguantarlo más. Le parecía estar ardiendo en medio de la tormenta; un relámpago estalló dentro de ella y el true¬no retumbó en sus venas.
Como si supiera lo que aquel placer le estaba provocando, Nick le cogió las manos e hizo que le agarrara las muñecas, primero una y luego la otra. ________________ cerró los dedos en torno a ellas mientras arqueaba las caderas y emitía un grito desgarrador cuando él se introdujo más profundamente en su cuerpo.
—Eres tan dulce —murmuró Nick—. Observa cómo te tomo. Jamás había visto nada tan hermoso como tú acogiendo mi polla en tu interior.
El movimiento de caderas de Nick y su miembro acariciando lo más profundo de su sexo, la envió a una convulsa vorágine de sensaciones.
No existía nada más importante que aquel hombre moviéndose dentro de ella; poseyéndola hasta que gritó su nombre suplicando que le diera más. Más profundo. Más duro. Las pequeñas explosio¬nes ya no eran suficientes. Lo quería todo de él. Quería sentir cómo la penetraba por completo, haciéndola arder con su posesión.
—Joder, ________________. Espera un minuto —masculló Nick al tiempo que la agarraba por las caderas para intentar contenerla.
________________ movía la cabeza con agitación sobre las almohadas.
—No. Por favor, Nick. No esperes más. Por favor, no esperes. —Sus músculos internos palpitaron en torno a su polla con una fuerza que ella no podía controlar y que provocó que él echara la cabeza hacia atrás e impulsara las caderas hacia delante.
El tiempo dejó de tener sentido para ellos. ________________ lo sintió correr, pero se alejó de la realidad cuando la profunda y demoledo¬ra posesión de Nick borró todo lo demás de su mente.
La penetró dura y profundamente y su miembro latió dentro de aquella apretada funda hasta hacer que le rechinaran los dientes. Comenzó a embestir y a retirarse a un ritmo enloquecedor, y ella casi alcanzó el éxtasis. Casi, aunque todavía no. Y estaba desespera¬da por correrse. Sentía el orgasmo cerniéndose sobre ella, pero todavía seguía fuera de su alcance.
—Joder, voy a correrme —jadeó él—. Dios, ________________.
Abrió los ojos y ella se perdió en la profundidad de su mirada. El gris se había transformado en negro. Tenía la cara ruborizada, los labios hinchados y húmedos. Parecía un dios del sexo resuelto a poseerle el alma.
________________ observó cómo él sacudía la cabeza para conservar el con-trol mientras ella intentaba con todas las fuerzas que lo perdiera.
—Fóllame —susurró muerta de placer, tensando los músculos en torno a su miembro.
Él abrió aún más los ojos al tiempo que una satisfecha sonrisa le curvaba los labios.
—Repítelo —le pidió.
—Fóllame, Nick. Fóllame hasta hacerme gritar.
Y no es que tuviera que esforzarse mucho para hacerla gritar. Estaba a punto. Lo necesitaba ya. Le clavó más profundamente las uñas en las muñecas cuando él comenzó a penetrarla con una serie de duras y largas embestidas, y le envolvió las caderas con las pier¬nas. Intentó alzarse más hacia él para alcanzar esa última sensación, ese último momento de intenso e increíble placer que la haría llegar a la liberación.
Cada envite le arrancaba otro grito y la hacía volar más alto. Aquel fuego abrasador ardió en su sexo, en su clítoris; le recorrió la piel y detonó en su vientre con una explosión tan intensa que su alma se desgarró y sólo pudo gemir el nombre de Nick. El orgasmo inundó cada célula de su cuerpo y la envolvió en un mar de sensaciones mientras sentía al hombre que amaba embistiendo con fuerza sobre ella hasta que, finalmente, él también alcanzó el éxtasis.
Un momento suspendido en el tiempo. Así fue como lo sintió. Un momento que jamás regresaría y al que deseaba aferrarse deses¬peradamente. Anhelaba con todas sus fuerzas estar con Nick para siempre.
________________ aún seguía intentando recobrar el aliento cuando él rodó sobre su espalda y la tomó entre sus brazos. Durante un segundo se quedó paralizada; no estaba acostumbrada a ser abrazada por otra persona y tardó un poco en acurrucarse a su lado. Escuchó su agitada respiración, el retumbar de su corazón y rezó con desesperación para poder estar así un poco más.
—Sabía que me harías perder la cabeza —dijo él al cabo de unos segundos.
—Antes tendrías que tenerla —bromeó ella, repentinamente insegura de sí misma.
NiinnyJonas
NiinnyJonas


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Me duele amarte (Joe & _____) [Adaptación] Empty Re: Me duele amarte (Joe & _____) [Adaptación]

Mensaje por NiinnyJonas Sáb 10 Ago 2013, 6:14 pm


¿Qué hacía una mujer con un hombre así? ¿Intentaba retenerlo? ¿Lo dejaba marchar? Santo Dios, no tenía ni idea de cómo jugar sus cartas en la partida más importante de su vida.
—Tengo cabeza —le aseguró Nick al tiempo que rodaba para quedar sobre ella—, y también corazón. Creo que me lo has roba­do. —De repente, sus rasgos parecían más sombríos que de costumbre.
________________ se lo quedó mirando fijamente, con la boca abierta por la sorpresa.
—¿Tu corazón? —susurró.
—Es muy probable. —Le guiñó el ojo antes de saltar de la cama y atravesar la habitación—. ¿Quieres ducharte conmigo? —Se volvió hacia ella y la sorprendió mirándole el musculoso y prieto trasero.
________________ hizo un breve gesto de negación.
—Más tarde. —Necesitaba tiempo para reflexionar, para saber qué hacer.
—Más tarde, entonces. —Nick asintió con la cabeza—. Después de ducharme iré a ver a un contacto, pero volveré pronto y traeré la cena.
Ella sonrió en respuesta y observó con ojos llenos de anhelo cómo desaparecía en el cuarto de baño. Unos segundos después el sonido de la ducha hizo que soltara un suspiro antes de cubrirse con la sábana. Dormir un poco la ayudaría a ver las cosas con más claridad. Ahora estaba cansada, más cansada de lo que podía recordar.
Una dulce sonrisa se insinuó en sus labios ante ese pensamien­to. La había dejado agotada. Saciada. Se sentía apreciada, querida.
Apenas unos minutos después, sintió un beso en la mejilla.
—Volveré pronto, cariño —susurró Nick antes de irse y cerrar la puerta tras de sí.
________________ estaba a punto de quedarse dormida cuando el infierno se desató fuera de la casa. Una violenta explosión hizo estallar las ventanas, arrojando los destrozados cristales sobre el colchón e iluminando la noche tempestuosa.
Saltando de la cama con un grito de pánico, se envolvió con rapidez en la sábana y corrió hacia la puerta. Salió al exterior y con­templó horrorizada cómo las llamas lamían el lateral de la casa, justo donde había estado aparcado el Land Rover de Nick. El vehículo se había convertido en un amasijo de hierros retorcidos. Un inten­so fuego lo consumía todo, incluyendo los frágiles sueños de la joven.
Los vecinos de las casas cercanas corrieron hacia la calle pidien­do ayuda a gritos. Alguien más gritó que había un cuerpo dentro del coche y todo lo que ________________ pudo hacer fue quedarse allí, con los puños aferrados a la sábana y el alma destrozada, sujeta por unos fuertes brazos que le impidieron brutalmente acercarse al fuego cuando intentó atravesar las llamas para salvar lo que quedara de Nick.
Los sueños de ________________ Serborne se habían convertido en cenizas.
 
Nick Miller salió de la casa silbando por lo bajo, más feliz de lo que se había sentido en años. La noche australiana lo envol­vió; una brisa fresca le alborotó el pelo y una sonrisa le curvó los labios.
Sin embargo, al alejarse de la puerta, la sonrisa desapareció. Una sombra surgió de los árboles y cruzó el césped con rapidez hacia él. Se trataba del contacto con el que debía reunirse en la ciudad.
—¡Por fin has salido! —Timmons Lowen temblaba de los pies a la cabeza. Su escaso pelo oscuro estaba despeinado y sus ojos, cas­taños y normalmente apagados, brillaban con las pupilas dilatadas por el miedo—. Warbucks lo ha descubierto todo. Nos están bus­cando.
Nick hizo una mueca mientras arrastraba al hombre al porche de la casa y le sacudía.
—¿De qué estás hablando?
Warbucks era la cabeza visible de una corporación que robaba y vendía material americano a diversas organizaciones terroristas. Parte de esa información era la lista de agentes del Servicio Secreto Australiano que colaboraban con la CIA en el extranjero. Agentes que podían llegar a morir.
La investigación sobre la conexión australiana de Warbucks que Nick había llevado a cabo era más que peligrosa.
—De algún modo ese hijo de perra ha averiguado lo que he estado haciendo —dijo Timmons casi sin voz—. Ha enviado a alguien detrás de mí y casi han logrado atraparme.
—¿Qué es lo que han averiguado? —Nick podía ver claramen­te cómo los temblores de Timmons cobraban intensidad. Invidentemente, su contacto estaba perdiendo el control. Quizá no debería haberlo introducido como espía en el hotel donde sospe­chaba que Warbucks se reuniría con el agente que compraría la nueva información. Pero Timmons era el único agente que estaba en la ciudad en aquel momento y no había tenido otra opción.
—Se ha enterado de todo —gimió Timmons—. De que le espiaba. De tu verdadera identidad. Warbucks lo sabe todo.
Nick se mantuvo un momento en silencio.
—¿Cómo ha podido ocurrir?
Timmons sacudió la cabeza con desesperación.
—No lo sé. Mientras él estaba en el bar buscándome, forcé su coche y encontré un carnet de la agencia y fotos de nosotros dos. Estamos perdidos.
Nick tenía que sacar a ________________ de allí. Su vida corría tanto peligro como la de él. Miró al cielo y observó cómo un relámpago iluminaba el firmamento. Tenía que alejar a la joven de aquel lío lo antes posi­ble.
—Coge el Land Rover. —Sacó las llaves del bolsillo y se las entregó—. Vete a la casa de seguridad que tenemos en Paddington y no salgas de allí en tres días. Esconde el todoterreno en el garaje y hazte invisible.
—La casa de seguridad. Sí, allí estaré bien. Sabía que podía con­tar contigo.
Nick abrió la puerta del conductor e instó a Timmons a meter­se dentro.
—No me llames —le ordenó—. Dedícate a dormir y no le abras la puerta a nadie excepto a mí.
Sólo había otra persona que conociera los detalles de la infor­mación que estaba recabando Nick, así como el papel que había jugado Timmons en ello: su compañero, Guy Warner. Ni siquiera ________________ había sabido quién era el contacto de Nick, ni que era él quien investigaba las conexiones de Warbucks en Australia.
Timmons metió la llave en el contacto y Nick se apresuró a regresar a la casa para poner a salvo a ________________. Fue entonces cuando la noche pareció estallar en llamas. Nick fue arrojado por el aire y aterrizó junto al pantano que rodeaba la urbanización, con la fuer­za suficiente como para quedarse sin aliento.
Las llamas ya le habían cercado cuando otra explosión sacudió la noche, lanzando más fragmentos del vehículo por el aire.
Nick intentó respirar a pesar del dolor, intentó no perder el sentido en medio de la luz cegadora y de los macabros fuegos artificiales que explosionaban frente a él.
Oyó gritos. Gritos de una mujer. De ________________. El sonido de esos gritos desgarró la noche mientras él se esforzaba por abrir los ojos y rodar hacia un lado.
Trató de deshacerse del barro que le cubría los ojos, y cuando por fin se le aclaró la vista, centró su atención en el infierno que se había desatado en un instante y vio a su compañero, Guy Warner.
El agente corría hacia el Land Rover con una expresión satisfe­cha en el rostro. Y allí estaba ________________, envuelta en una sábana, gritan­do el nombre de Nick.
Luchando contra la opresión que sentía en el pecho, trató de pensar en el camino más corto para llegar hasta ________________. Pero enton­ces vio que Guy se acercaba a ella e impedía que la joven se acerca­se al coche en llamas.
Volvía a ver borroso. Trató de enfocar otra vez y observó que un vehículo se detenía a su lado y que salía de él uno de los SEALs americanos que habían organizado la última operación.
Jordan Malone.
La vista volvió a nublársele por más que intentaba luchar con todas sus fuerzas contra la inconsciencia. La noche se cernía sobre él, engulléndolo en la oscuridad.
—Tranquilo, Nick. —Lo sostuvieron antes de que cayera de bru­ces en el suelo, pero él forcejeó para zafarse. Tenía que salvar a ________________.
—Levantadlo —siseó una gélida voz masculina—. Tenemos que ponernos a cubierto cuanto antes.
Nick sacudió la cabeza en un vano intento de aclararse la mente. Reconocía aquella voz, pero no lograba ubicarla.
—________________... —gimió.
—________________ está a salvo. Eres tú quien corre peligro.
Nick no veía absolutamente nada. Le escocía la piel como si le hubieran arrojado ácido y se sentía como si estuviera ardiendo por dentro.
—________________... —gimió de nuevo mientras luchaba contra las manos que lo obligaban a moverse.
________________. La había dejado allí. Le había prometido volver. Era la primera mujer a la que le había prometido que regresaría.
—________________ está a salvo. —Reno. Ese era el nombre, Reno Chávez. Un SEAL. Formaba parte del equipo que había sido asignado a la operación australiano-americana—. Y no te preocupes por Guy Warner. Nos ocuparemos de él.
La oscuridad se cernía sobre él como un manto de hielo. Era inútil combatir contra ella. No podía detener la ola de vacío que lo engullía y lo arrastraba.
Sentía la muerte planeando sobre él a pesar de luchar por todos los medios contra ella. Contuvo la respiración sintiendo que le inva­día una furia letal. Warbucks. Aquel bastardo les había derrotado incluso antes de que la batalla hubiera comenzado.
NiinnyJonas
NiinnyJonas


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Me duele amarte (Joe & _____) [Adaptación] Empty Re: Me duele amarte (Joe & _____) [Adaptación]

Mensaje por NiinnyJonas Sáb 10 Ago 2013, 6:16 pm

Atlanta, Georgia
Cuatro años después


________________ Serborne intentó con todas sus fuerzas recobrar la respi­ración aunque se sentía agotada e insegura. Se retorció contra las cuerdas que la maniataban y gritó a través de la mordaza, negándo­se a llorar.

La habían capturado cuando rastreaba a un terrorista interna­cional conocido como Orión, pero no había sido él quien la había atrapado. Oh no, ni siquiera Orión era tan eficiente. Había sido capturada por el equipo de agentes que protegía al actual objetivo de Orión: Risa Clay. El bastardo que había violado a esa pobre joven, ocho años antes, había contratado a Orión para que la matara.

Al parecer, Risa había comenzado a recordar a su violador y pretendían acabar con ella a toda costa.

________________ había rastreado a Orión hasta Atlanta y esperaba poder atraparlo. Se había acercado mucho, pero sólo para ser atrapada por esos agentes desconocidos que, sospechaba, protegían a Risa. Agentes que se negaban a compartir información y a permitirle participar en una operación en la que, sin duda, podría ayudarles.

Aquellos hombres eran conocidos en el mundo del espionaje como «fantasmas». En sus investigaciones, ________________ había dado con respuestas sin sentido. En aquel grupo había un ex-SEAL, un antiguo capo de la droga, un negociador de alto nivel y un terrorista. De los cinco hombres que había logrado identificar ninguno era considerado un buen tipo, pero, aun así, protegían a Risa Clay, lo que hacía que se preguntara si no sería todo un montaje.

Sin embargo, en vez de estar investigando para aclarar todo aquello, estaba atada, casi no podía respirar y tenía los ojos venda­dos. La habían trasladado desde el edificio de apartamentos al que la habían llevado en primer lugar, hasta un punto desconocido donde sería interrogada.

Había sido la agencia de ________________, su propio jefe, un hombre que había sido amigo de sus padres, quien la había traicionado. Les había revelado el secreto que lograría quebrantarla y con el que con­seguirían la información que se negaba a darles.

Como si ella no supiera que los hombres que había investigado eran los mismos que la tenían encerrada. De hecho estaba segura de que sus identidades eran sólo una tapadera inestimable en el mundo que se movían.

Forcejeó desesperada contra las cuerdas, sintiendo la húmeda calidez de la sangre al desgarrarse la piel de las manos. Pensar en ser drogada o forzada, la aterrorizaba. Pero ser drogada por hombres en los que no podía confiar, era incluso peor. Hombres cuyos nom­bres eran sinónimo de sangre y muerte.

Podía oír cómo hablaban en murmullos. Era un sonido hueco que indicaba que estaban en un lugar amplio, quizá un almacén. Yacía sobre un catre y pronto le inyectarían la droga por vía intra­venosa. Recordaba claramente los efectos de ese fármaco. Había sido parte de su entrenamiento en el Mossad años atrás y sabía que doblegaría su voluntad con rapidez.

¡Bastardos! Contuvo las lágrimas de rabia. Si dejaba que las emociones la controlaran ahora, se derrumbaría antes de que le pusieran la intravenosa.

—La droga estará aquí en una hora —dijo uno de los hombres en voz alta.

—Esto no me gusta —dijo otro, al que ella sabía que llamaban Joseph. Su tono era furioso y había sonado así desde que llegaron a aquel lugar.

—Tranquilízate —aconsejó otra voz con calma—. No le dole­rá. Es eficiente e indoloro.

¿Por qué se preocupaban unos asesinos de que algo resultara eficiente e indoloro?

—Te diré lo que puedes hacer con esa jodida eficiencia —gruñó Joseph por lo bajo—. Soltémosla.

—Su gente está de camino —le informó la voz que había habla­do en primer lugar—. Los esperaremos fuera y luego los conduci­remos aquí. Después empezaremos con el interrogatorio. Vigílala mientras tanto.

Su caballero de brillante armadura era el mismo que la había interrogado antes y que la había llamado «carne barata». El que había amenazado con venderla a una compañía de alimento para perros, aunque con un tono divertido y guasón en la voz.

Al oírlo se había sentido inundada por la nostalgia. Si hubiera tenido acento australiano... Si hubiera tenido los ojos grises un poco más oscuros... Si su pelo rubio hubiera sido más claro. Si él fuera otro hombre, si estuviera en otro tiempo y lugar, ella habría sabido que estaba a salvo. Si él fuera Nick Miller, en vez de Joseph Jonas —un supuesto negociador con gran influencia en el mundo crimi­nal—, ella no tendría nada que temer.

Pero Nick estaba muerto. El hombre al que le entregó su corazón había muerto cuatro años atrás. Tenía que obligarse a recordarlo, a dejar que el dolor la atravesara de nuevo. Nick había sido asesinado en Australia.

Nick se había ido.

Oyó que los hombres salían, pero sabía que uno de ellos seguía observándola: Joseph Jonas.

Era un agente, ________________ lo sabía. Todos lo eran. Era lo único que tenía sentido. Pero si la drogaban, olvidaría todo eso. Olvidaría sus nombres, sus identidades y la operación que estaban llevando a cabo. Todo se borraría de su mente.

Sintió movimiento a su alrededor y el roce del aire contra su mejilla un segundo antes de que le aflojaran la mordaza y le cayera sobre la barbilla.

Permaneció en silencio. Por el momento estar callada era lo mejor que podía hacer. Su mejor opción.

—Te has metido en un buen lío, lo sabes ¿no? —masculló Joseph en voz baja y furiosa.

—¿Y eso que puede importarte a ti? —replicó ________________ en el mismo tono.

Él respiró hondo al tiempo que la tomaba por la nuca, provo­cando que la joven se estremeciera.

Qué extraña reacción. Era algo que sólo le había ocurrido con Nick. Apretó los párpados y se obligó a tomar aire lentamente, diciéndose a sí misma que tenía que salir de allí por sus propios medios. Estaba sola. No tenía compañero ni agencia que la respal­dara. Los suyos la habían traicionado al dejarla en manos de aque­llos hombres.

—No debería importarme —gruñó él—. Tú te lo has buscado. Podrías habernos dicho lo que necesitábamos saber y te habríamos dejado seguir tu camino.

—Mi camino conduce a Orión. —Sonrió burlona antes de su rostro perdiera cualquier rastro de color—: Está en deuda conmigo y no le dejaré escapar.

—¿Acaso olvidas que ese bastardo casi te mató en Rusia? —le espetó Joseph—. Será mejor que te olvides de él.

Ojalá ________________ pudiera hacerlo.

«Tienes suerte. —La voz de Orión surgió de entre sus recuer­dos—. Hay gente influyente que quiere que sigas viva por el momento. No cometas los mismos errores que otros miembros de tu familia y vete a casa. Si vuelves a intentar cazarme, me beberé tu sangre en el desayuno.»

Había gente influyente que la quería viva. Gente con la que se había relacionado hasta los dieciocho años. Gente importante que tenía demasiado dinero y poder. Gente que contrataba los servicios de crueles asesinos y les ordenaba lo que debían hacer.

—No puedo olvidar.

Debería haber mentido. Podría haberle prometido la luna; ¿qué diferencia habría supuesto después de todo? Debería decirle lo que querían saber para que la liberaran y poder seguir huyendo.

Llevaba huyendo más años de los que podía recordar. Unos pocos más no supondrían ninguna diferencia.

—¿Qué te hace sentir esa droga? —le preguntó Joseph al tiempo que le deslizaba los dedos por el brazo.

________________ quiso sonreír. Nick solía acariciarla con el dorso de los dedos cuando quería información de ella, su atención o, simplemen­te, tocarla.

Aquellos no eran los dedos de Nick, pero la sensación que pro­vocaban en ella era la misma. Sintió una fina rugosidad contra su piel, como si los dedos de aquel agente tuvieran alguna cicatriz o hubieran sufrido alguna herida. Sin embargo, la tocaba como Nick lo había hecho antaño y eso le provocaba una dolorosa opresión en el pecho.

Su Nick... Tan atractivo, tan inteligente. Con demasiado coraje para su propio bien.

La venda que llevaba en los ojos cayó lentamente y se encontró con la mirada tormentosa de Joseph Jonas. Aquellos ojos grises bri­llaban de furia y agitación, de lujuria y deseo.

Su cuerpo estaba formado por gruesos y poderosos músculos. Tenía la cara bronceada por el sol y arruguitas en los ojos, como si en otro tiempo hubiera reído mucho pero ahora le costara hacerlo. Su labio superior era más fino que el inferior; eran unos labios hechos para ser besados. Labios que sabrían cómo mimar la piel de una mujer. Labios que sabrían cómo besar y acariciar.

—¿Vas a dejar que me vaya? —________________ sintió que el corazón se le aceleraba cuando él se inclinó hacia delante, mirándola a los ojos como si tratara de leerle el pensamiento.

—No debería —murmuró él—. Jamás debería haber caído en esta trampa.

________________ tuvo la sensación de que esa frase tenía un «pero», y algo en su interior la obligó a seguir indagando para saber lo que Joseph pensaba en realidad.

—¿Qué trampa? —preguntó, incapaz de dejar de observar las emociones que inundaban los ojos masculinos.

—En una trampa llamada ________________ Serborne. —Suspiró—. Unos enormes ojos verdes como el océano, un precioso pelo rubio y una cara de ángel. Una cara que atrapa el alma de un hombre y que jamás la deja ir.

Parecía decirlo en serio. Tan en serio que ________________ no fue capaz de hablar con el tono burlón y sarcástico que requeriría una respuesta contundente. Simplemente no pudo.

—Sé lo que eres —susurró, dejando traslucir sus dudas acerca de toda aquella operación—. Y no me creo que estés involucrado en actividades que tengan que ver con el terrorismo.

Joseph le puso los dedos en los labios para silenciarla.

—No vuelvas a decir eso. Ni siquiera lo pienses. No te arries­gues así, ________________, o no podré protegerte.

Ella ladeó la cabeza y lo observó con atención.

—¿Desde cuándo soy responsabilidad tuya?

La extraña familiaridad que brilló en la mirada de su captor la confundió. La observaba como si la conociera, como si la hubiera tocado antes y, por un momento, sólo por un momento, pudo sen­tir esas caricias.

Joseph apretó los labios en un intento de contener la réplica que le oprimía la garganta y sacó un pequeño cortaplumas del bolsillo de los vaqueros. Lo abrió y se puso detrás de ________________ para liberarla de sus ataduras.

Un segundo más tarde le entregó la pequeña arma.

—Te doy cinco minutos —le dijo—. Hay un coche frente a la puerta trasera con las llaves en el contacto. Te aconsejo que salgas sin hacer ruido y que conduzcas con cuidado. Y sobre todo, no vuelvas a dejar que te capturemos ¿me has entendido?

Aferrando la navaja, ella lo miró con los ojos muy abiertos. No entendía su respuesta ante aquel hombre, pero lo cierto es que confiaba instintivamente en él. Entonces, por alguna extraña moti­vación que salió de lo más profundo de su ser, tomó una decisión que jamás hubiera imaginado.

—La información que quieres... —susurró.

Joseph entrecerró los ojos y la observó con cautela.

________________ le dio los breves detalles que él necesitaba saber y, lo más importante, la ubicación del intermediario de Orión; ubicación que había tardado más de dos años en encontrar. Le describió sus voces al tiempo que cortaba rápidamente las cuerdas de los tobillos con el cortaplumas.

Cuando se liberó de la última atadura, dejó caer la navaja, se levantó de la cama y echó a correr hacia la puerta trasera.

Casi había llegado a su destino. Casi había tocado el picaporte cuando él la agarró repentinamente desde atrás y la hizo girar empu­jándola contra la pared de cemento. Lo único que protegió la cabeza de ________________ del golpe fue la mano que le aprisionó el pelo. Y lo único que la hizo olvidarse de la sacudida del impacto fueron los labios de su captor tomando posesión de los suyos.

Él le sujetaba la mandíbula con la mano libre, impidiendo que mordiera la lengua que introdujo en su boca. Como si fuera a morderle. No hubiera podido. Estaba sorprendida, escandalizada y perdida en un torbellino de sensaciones que sólo había sentido una vez en su vida, y con un solo hombre. Un hombre muerto.

—Olvídate de esta misión. —Se apartó de ella y la soltó—. Si no lo haces, recuerda que tengo tu número y que sé muy bien cómo usarlo.

________________ no pudo evitar sonreír al oír aquello.

—Entonces espero oír pronto tu voz.

Abrió la puerta sin perder un segundo, se deslizó por el hueco y se esfumó en la noche. El coche la esperaba con las llaves puestas, y en unos segundos recorría lentamente el callejón mientras miraba por el espejo retrovisor.

Él estaba observando todos sus movimientos, iluminado por la luz de la luna y el extraño resplandor de las farolas que mitigaban la semioscuridad del callejón.

Y durante un segundo, tan sólo un breve segundo, no fue el agente secreto que se hacía pasar por Joseph Jonas. Por un instan­te, únicamente vio y sintió a Nick.

—Nick —musitó ________________ mientras él se giraba y volvía al alma­cén, disipando la fantasía para siempre.

Nick se había ido. Estaba muerto. No podía permitirse olvidar­lo nunca.

¿O acaso era él?

________________ entrecerró los ojos mientras se incorporaba al tráfico de Atlanta. Tenía sospechas con respecto a su primo, David Abijah. Si se fiaba de sus instintos, Micah Sloane sólo podía ser el primo israelí que había creído perdido para siempre. Conocía su voz, sus movimientos, y el hombre que la había interrogado horas antes no podía ser nadie más.

Micah Sloane no era más SEAL que ella. Era un hombre sin pasado. Un hombre que se movía como su primo, que se compor­taba como él.

________________ tenía una enorme capacidad para memorizar voces y caras, rasgos y gestos. Esa era su mejor cualidad como agente. Conocía perfectamente a su primo David y también a Nick; y ahora se encontraba con que dos hombres, uno de los cuales se suponía que era un criminal peligroso, tenían las mismas características que Nick y David y, además, provocaban en la joven las mismas reacciones que ellos. Y, para colmo, trabajaban juntos.

________________ no creía en las coincidencias y, desde luego, no tenía una imaginación hiperactiva. Se basaba en hechos. Se conocía a sí misma. Conocía a las personas que amaba.

Había sido traicionada. Una traición que la destrozaba por den­tro y la llenaba de rabia. Una traición que no creía poder perdonar jamás. Puede que Joseph Jonas no fuera Nick Miller, pero sabía a ciencia cierta que Micah Sloane y David Abijah eran la misma persona.

Era esa traición lo que la alejaba de allí, de la misma manera que su primo se había alejado de ella. Igual que Nick.

Mientras avanzaba la noche y el coche devoraba los kilómetros, ________________ decidió ceñirse a la decisión que había tomado en el almacén y dar un giro a su destino. Se había pasado demasiados años luchan­do en nombre de otras personas y había llegado el momento de librar sus propias batallas.
NiinnyJonas
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Mensaje por fernanda Sáb 10 Ago 2013, 9:03 pm

dios , yo definitivamente amo tu nove , definitivamente lo hago
 síguela por favor!
fernanda
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Mensaje por chelis Sáb 10 Ago 2013, 9:16 pm

Me duele amarte (Joe & _____) [Adaptación] 167695056  guuuuuaaauuuuu!!!!!!..... Nueva lectura!!!!!.... Y tasas quiero el caaapiiissss que sigue!!!!!!..... Porfiiiiiiiissssss!!!!!....
chelis
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Mensaje por NiinnyJonas Dom 11 Ago 2013, 9:09 pm

Capítulo Uno




Un año después

 

Ése era un mundo que ________________ había esperado no tener que volver a pisar. Se había ido de casa prometiéndose que jamás regresaría, y después de que sus padres hubieran muerto, hacía ya siete años, no había tenido ninguna razón para volver a aquel lugar.

Adoptó una postura elegante y se detuvo bajo la araña de cris­tal, vestida con un exquisito traje de diseño color verde intenso y unos zapatos de tacón alto. Llevaba un espectacular collar de esme­raldas y diamantes con pendientes a juego; tenía el pelo recogido con horquillas de brillantes y un valioso anillo relucía en su mano mientras se llevaba la copa de champán a los labios.

Allí no había champán barato. De hecho, el que ahora estaba bebiendo era incluso mejor que el que se había servido cuando cumplió los dieciséis años y su padre decidió dar la mejor fiesta de la década.

Aparentando tranquilidad, observó el salón de baile y dejó que la música la envolviera mientras fingía que aquello no era más que otra misión. Que todavía estaba en la CIA, que la operación en la que participaba contaba con la bendición de su superior y que un equipo de apoyo acudiría en su ayuda en el caso de que se torcieran las cosas.

Pero sabía de sobra que en esa fiesta no habría ni refuerzos ni ayuda. Allí sólo era ________________ Serborne, la heredera Serborne. La hija pródiga que había vuelto a casa sin una familia que la recibiera con los brazos abiertos. No, allí sólo estaba rodeada de enemigos.

—________________, me alegro de volver a verte.

Al oír aquello, la joven levantó la cabeza y esbozó otra insípida sonrisa mientras la mujer que la había saludado le rozaba la mejilla con la suya.

Se trataba de Janice Waterstone. Tenía sesenta años, aunque en realidad aparentaba cuarenta. Estaba claro que la cirugía plástica y la cosmética hacían milagros.

Janice era una más en la larga lista de invitados que habían acu­dido a la mansión Serborne aquella noche.

________________ había regresado a casa hacía un año, aparentemente con el orgullo maltrecho después de que la CIA la hubiera despedido. Todavía podía escuchar a su superior, Milburn Rushmore, gritándo­le en la oficina con la cara cubierta de sudor y encendida como un neón rojo, muestra evidente de lo furioso que estaba con ella.

—Me alegra volver a verte, Janice. —La sonrisa de ________________ era tan falsa como la de la otra mujer.

Janice no parecía en absoluto feliz, pero eso era lo que menos importaba. Lo único que tenía sentido en aquel lugar era la charada social que ambas estaban representando.

La fortuna Serborne era una de las doce más grandes del mundo. De hecho, la familia de ________________ siempre había estado en el nivel más alto de la élite social. Era lo mejor de lo mejor. La reale­za norteamericana.

La joven miró a su alrededor, recordando los bailes que su madre había ofrecido allí; las exquisitas fiestas y los meses de plani­ficación que suponía cada festejo. Angelina Serborne había sido una anfitriona muy exigente. Sus fiestas eran siempre las más elegantes y sus invitaciones las más codiciadas.

—Ha venido mucha gente —comentó Janice con una media sonrisa—. Incluso creo haber visto a Sheik Abdul Rhamadin y a su guardaespaldas. Por no mencionar a algunos de los actores más cotizados del momento.

—Todo el mundo ha aceptado la invitación —repuso ________________ encogiendo los hombros.

—Por supuesto —convino Janice—. Han pasado siete años desde la última vez que se celebró una fiesta en la mansión Serborne. Nadie quería perdérsela a pesar de que haya sido un tanto precipitada.

En otras palabras: aunque no se hubiera planeado con un año de antelación.

—Estoy en casa y quería recordar los buenos tiempos —dijo ________________ a modo de explicación—. A mi madre le encantaban las fiestas.

Janice guardó silencio durante un momento ante la mención de Angelina, y luego asintió con la cabeza como si estuviera pensando en algo agradable para variar.

—Tu madre y yo solíamos organizar aquellas fiestas juntas —suspiró melancólica—. La echo mucho de menos.

________________ se terminó la copa de champán, detuvo a un camarero y la reemplazó por otra. Recordar el pasado no ocupaba un lugar en su lista de prioridades de esa noche.

—Perdona, Janice, acabo de ver a alguien con quien me gusta­ría charlar —se excusó antes de cruzar la estancia hacia su Némesis.

Algunos hombres estaban tan sedientos de poder que eran capaces de hacer cualquier cosa por alcanzar la posición que creían merecer. Uno de esos hombres era Raymond Greer, un antiguo agente de la CIA que trabajó en el extranjero durante largo tiempo.

Raymond había logrado hacerse un hueco en la alta sociedad tras casarse con Mary Grace Altman, una viuda que había conocido en un crucero por Europa mientras trabajaba de incógnito.

Era un hombre alto, de más de uno ochenta y cinco, pero no era ancho ni musculoso. Tenía cara de comadreja y ________________ podía decir, sin exagerar, que jamás había visto una verdadera sonrisa en sus labios.

—Hola, Raymond. Me alegro de que hayas podido venir. —Se acercó al antiguo agente y continuó hablándole en voz baja—. No hay duda de que tu posición ha cambiado mucho desde la última vez que te vi.

—No todos nacemos en el seno de una familia rica. —Esbozó una sonrisa burlona, casi irritante, mientras bajaba el tono de voz—. Algunos incluso tenemos que trabajar para asegurarnos una buena jubilación.

La joven arqueó las cejas al tiempo que dirigía la mirada hacia uno de los rincones del salón, donde la elegante esposa de Raymond conversaba con un grupo de mujeres.

Mary era una de las personas más dulces que ________________ conocía, y una de las pocas que sabía el verdadero significado de la palabra sinceridad. Su hermano Ford era uno de los hombres que ________________ más odiaba en el mundo, y su sobrina había sido su mejor amiga.

—¿Y consideras esto un trabajo? —se mofó la joven con suavi­dad, volviéndose hacia él.

El ex agente le lanzó una mirada airada.

—No te pongas así, Raymond. Soy tu anfitriona y se supone que deberías ser amable conmigo. —Se llevó la copa a los labios para ocultar una sonrisa de satisfacción—. No deberías estar sacando a relucir tus raíces. Eso, amigo mío, se considera muy des­cortés.

—¿Qué quieres de mí? —Se pasó la mano por su escaso cabe­llo y la miró con recelo.

________________ se encogió de hombros ante la pregunta.

—Deberíamos ser amigos. Los dos provenimos del mismo mundo y hemos pasado por los mismos peligros. Podríamos inter­cambiar historias.

No en esta vida y ella lo sabía. Raymond la despreciaba por su origen, igual que ________________ le despreciaba por su arrogancia. Pero esa arrogancia era un rasgo innato en él, y gracias a eso estaba en el lugar que creía que le correspondía. No importaba que hubiera teni­do que mentir, engañar o incluso matar para llegar hasta allí.

Raymond entrecerró los ojos ante la sugerencia de ________________

—Es curioso, hubiera jurado que no querías tener nada que ver conmigo.

Ella sonrió.

—Jamás habíamos tenido nada en común. Sin embargo, ahora los dos formamos parte de la alta sociedad y coincidimos muy a menudo. Deberíamos sacar el mayor partido posible de ello.

—Entonces, ¿no piensas volver a la Agencia? —le preguntó él con voz calculadora y mirada fría—. Supongo que, después de un año, echarás de menos tu trabajo.

La joven había tenido que oír esa pregunta en innumerables ocasiones desde que regresó a casa.

—Creo que los dos somos conscientes de que eso jamás ocurri­rá —replicó, cortante.

Sabía que él le respondería con un golpe bajo; pero ahora podía soportarlo.

—Porque te despidieron, ¿no es así? —inquirió Raymond con una sonrisa de satisfacción.

________________ soltó una risita.

—En realidad, dimití. Rushmore se desquitó conmigo. ¿No lo has oído? No le gustaba tener en su equipo a alguien que creyera que él no tenía línea directa con Dios.

Raymond arqueó una ceja con curiosidad. ________________ estaba dicien­do en voz alta lo que él siempre había pensado de Rushmore.

—Te lo advertí, ________________ —dijo él con aire de suficiencia—. Rushmore cree estar por encima de todos nosotros. Un día de estos alguien le pondrá en su lugar.

—A tres metros bajo tierra —murmuró la joven antes de diri­girle otra sonrisa tensa—. Si me perdonas, Raymond, tengo que ocuparme de mis otros invitados, pero podemos seguir hablando más tarde.

Se alejó de él después de dirigirle una mirada que le daba a entender que le consideraba algo más que un grano en el trasero. Y de hecho, así era.

________________ había tardado un año en incorporarse a la sociedad de la que había escapado hacía tanto tiempo. Durante doce meses había mentido, planeado y trabajado para conseguir que uno de los clien­tes más importantes de Orión, Warbucks, contactara pronto con ella. Y lo haría. Sólo ________________ podría darle la información que ahora necesitaba. La información que lo conduciría a un premio que ella sabía que él tenía intención de vender.

Mientras saludaba a sus invitados y bebía champán, la imagen de su familia apareció brevemente en su mente. Ben y Angelina Serborne habían sido unos padres excelentes. Su madre solía son­reír con genuina diversión y afecto, y su padre había tenido una risa tan sincera que los demás siempre se la devolvían.

Ben Serborne había sido un patriota. Un hombre que luchaba por su país y sus libertades. Una lucha que finalizó cuando su madre y él murieron.

Debería haber regresado antes, pensó la joven observando con atención el salón de baile y reparando en los elegantes vestidos de gala y en los esmóquines. Allí se encontraba lo más granado de la sociedad de Aspen, las familias más poderosas. Los más ricos entre los ricos. Los más influyentes. Y también los más corruptos. Si hubiera regresado antes, a esas alturas ya habría averiguado los secretos que sólo ahora comenzaba a vislumbrar. Secretos que la ayudarían a vengar la muerte de sus padres.

A los dieciocho años había tenido razones para abandonar su casa, y ahora había vuelto para hacerse cargo de una fortuna que tardaría más de cuatro vidas en gastar. Se había alejado de sus padres y de todo lo que había conocido por culpa de la corrupción y las mentiras que había observado en aquel lugar.
NiinnyJonas
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Mensaje por Ciin :) Dom 11 Ago 2013, 10:00 pm

holaaaaaaaaaaaaaaaaa
ciin reportandose en la novela como nueva lectora !!!!
wow... esta nove es espectacular !
please siiguelaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa
Ciin :)
Ciin :)


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Me duele amarte (Joe & _____) [Adaptación] Empty Re: Me duele amarte (Joe & _____) [Adaptación]

Mensaje por fernanda Lun 12 Ago 2013, 3:27 pm

AMO TU NOVE , TIENES QUE SEGUIRLA POR FAVOR! :love:
fernanda
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Me duele amarte (Joe & _____) [Adaptación] Empty Re: Me duele amarte (Joe & _____) [Adaptación]

Mensaje por chelis Lun 12 Ago 2013, 7:54 pm

TIENES QUE SEGUIRLAA!!!!!.... QUE ES LO QUE LE PASO A SUS PADRES???
chelis
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Mensaje por NiinnyJonas Lun 12 Ago 2013, 8:52 pm

Pero ahora tenía sobradas razones para estar allí. La principal era encontrar al responsable de la muerte de sus padres; al hombre que había contratado a un asesino internacional, conocido como Orión, para matar a su familia.

No podía preguntarle al propio Orión porque estaba muerto. Al parecer un grupo de agentes le habían matado en su propia cama. Una misteriosa fuerza de élite sin nombre. El mismo grupo que la había secuestrado a ella en Atlanta.

Había demasiados secretos a su alrededor, y tenía la intención de descubrir cada uno de ellos. Los descubriría y averiguaría la iden­tidad de Warbucks. Al menos podría vengarse de él, ya que no había podido hacerlo de Orión.

Ese pensamiento le provocó un escalofrío en la espalda, pero se obligó a ignorarlo con inquebrantable determinación. Se había alejado de Orión al saber, a pesar de que se negara admitirlo, que no tenía ninguna posibilidad de acabar con él. Jamás obtendría la infor­mación que necesitaba sin regresar a su hogar, aunque nunca hubie­ra podido imaginar lo que iba a encontrar allí.

—Joseph Jonas, ¿qué estás haciendo en Aspen?

________________ se dio la vuelta ante aquella exclamación masculina. Ian Richards y su esposa, Kira, estaban en Colorado de vacaciones. El ex SEAL se había casado con una de las herederas más codiciadas del país, Kira Porter, y solían asistían a las fiestas más exclusivas de la alta sociedad.

Y allí, estrechándole la mano al fornido ex SEAL, estaba Joseph Jonas. Todo lo que había podido averiguar sobre él era que había algo turbio en sus negocios. Era sospechoso de vender armas e información a terroristas y cárteles de la droga. Un negociador que aseguraba una transacción limpia y honesta entre ladrones. Con esa tapadera era normal que conociera a Richards, cuyo padre había sido dirigente de uno de los cárteles de la droga más conocidos del mundo.

Ian había sido aceptado en la alta sociedad por diversos moti­vos. No sólo había sido SEAL, sino que además su esposa era una rica heredera, y, por supuesto, no había que olvidar que las drogas corrían como el champán en aquel círculo social.

—Cuanto tiempo sin verte, Joseph —comentó Kira, saludándolo con un beso en la mejilla—. ¿Dónde te habías metido?

________________ observó que Joseph erguía la cabeza, y al instante todos sus sentidos absorbieron hasta el más mínimo detalle de él. La firme inclinación de la frente, el puente de la nariz, aquellos labios hechos para ser besados y los marcados pómulos. La piel morena cubría los definidos ángulos de su rostro y la barba de varios días le oscurecía la mandíbula.

Parecía un pirata. Un hombre de pelo castaño claro y ojos gri­ses que tomaba lo que quería y que se reía de aquél que opusiera resistencia. Y aunque poseía un encanto innegable, sin duda se tra­taba de un peligroso depredador.

—________________, estás aquí. —Ian volvió la cabeza hacia ella con una sonrisa iluminando sus hermosos rasgos—. Ven, quiero presentar­te a alguien.

¿Presentarle a alguien? Ian había formado parte de la operación de Atlanta, aunque ________________ sólo lo había visto un par de veces. Kira también había estado allí, y ________________ siempre había sospechado que la joven era mucho más de lo que aparentaba. Tantas incógnitas y todas convergían allí.

—Ian. —Se acercó a él y le estrechó la mano—. Me alegra mucho que Kira y tú hayáis podido venir esta noche.

—No podíamos perdernos la fiesta. —Ian le brindó una amplia sonrisa mientras volvía la cabeza hacia Joseph—. Me gustaría presen­tarte a un amigo. —La presentación fue hecha de una manera breve y casual, pero ________________ notó sobresaltada que se le erizaba el vello de la nuca.

La vigilaban de cerca. Alguien debía estar muy interesado en esa reunión.

—Señor Jonas —le saludó mientras él le cogía la mano y se la llevaba a los labios.

Un escalofrío subió de pronto por la espalda de ________________ hasta hacer explosión su nuca, como si hubiera sufrido una descarga eléctrica. Sintió cómo se le hinchaban los pechos cuando los labios de Joseph Jonas le rozaron la piel sensible de los nudillos. Tenía los pezones duros y sensibles y, entre sus muslos, su sexo se humedeció por la excitación. Su reacción ante aquel hombre fue inmediata, ardiente y confusa.

—Señorita Serborne —murmuró él mirándola a los ojos—. Definitivamente, es un placer conocerla.

Ella no lo dudaba. Una sonrisa le curvó los labios mientras sentía que la adrenalina atravesaba la neblina oscura que la había rodeado durante demasiados meses. De repente se sintió viva, y un estremecimiento incontrolable le recorrió todo el cuerpo.

—El placer es todo mío —mintió. ________________ hubiera apostado todo su dinero a que Joseph había ido a Aspen para entrometerse en sus pla­nes de la misma manera que lo había hecho en Atlanta. Comenzaba a estar harta de que todo el mundo interfiriera en sus asuntos.

Aunque al menos ahora jugaba en su propio terreno. Nadie la echaría de allí, y menos un hombre que le había robado el placer de acabar con Orión.

—Ian, si me hubieras dicho que teníais unas vistas tan maravi­llosas en Aspen —le dijo Joseph a su amigo sin apartar la mirada de ella—, habría venido antes.

—El paisaje ha mejorado mucho últimamente —le aseguró Ian.

________________ continuó sonriendo amablemente, fingiendo una calma que no sentía.

—Ian está siendo demasiado amable —comentó a la ligera—. Dígame, señor Jonas, ¿está aquí por negocios o por placer?

—Bueno, soy un hombre de negocios. —Le brindó una de aquellas maravillosas sonrisas que siempre conseguían confundir­la—. Aunque, de momento, estoy aquí por placer.

No, estaba allí por una misión. Por un segundo ella lamentó que fuera así, pero luego se obligó a ignorar aquel sentimiento. Resultaba evidente que ella no significaba nada para aquel hombre, como tam­poco él significaba nada para ________________. Tenía que recordarlo. Pensar otra cosa sería un error.

No había podido demostrar lo que sospechaba de él a pesar del tiempo y el esfuerzo que había dedicado a investigarlo. Había perdido al hombre que amaba y ahora, cuando más lo necesitaba, quería encontrar la manera de traerlo de vuelta. Pero no había manera de resucitar a un muerto.

—¿Le gustaría bailar? —Sin soltarle la mano, él la apartó de Ian y Kira.

________________ dejó que la condujera a la pista de baile, guardando silen­cio hasta que la tomó entre sus brazos y se movieron al compás de la orquesta.

—¿Qué estás haciendo aquí? —La joven mantuvo los labios contra el hombro de Joseph para que sólo él pudiera oír las palabras que había dicho en voz baja.

—Tenemos que hablar. —Eso no respondía a su pregunta, pero lo cierto es que ella tampoco había esperado que lo hiciera.

—Es una pena que yo no quiera hacerlo —repuso ________________ con suave ironía. Después, cediendo a la tentación, se entregó por un momento al lujo de sentir ese poderoso cuerpo contra el suyo. Había algo en él que no podía ignorar, que no podía olvidar. Algo que la atraía como una mariposa a una llama.

—Vamos, ________________. —Le rozó la oreja con los labios—. Sólo tie­nes que dedicarme unos minutos. Te prometo que no lo lamentarás. —Movió la mano desde la cadera a la espalda de la joven y luego volvió a bajarla.

—Para empezar, ya lamenté haberte conocido —susurró ella con suavidad, notando la tensión que inundaba el musculoso cuer­po masculino—. ¿Por qué iba a ser diferente esta noche?

Joseph le apretó la cadera.

—Nunca se sabe, podría sorprenderte.

________________ casi se rió al oír aquello. Lo único que podía hacer él para lograr pillarla desprevenida era decirle claramente qué quería de ella.

—Ahora estás en mi terreno —le recordó—. Dudo que puedas decir o hacer algo que pueda sorprenderme, Joseph.

Sin embargo, a pesar de sus palabras, estaba sorprendida de su reacción ante él, de lo excitada que se sentía. El había ganado la par­tida la última vez y, sin duda, estaba decidido a volver a hacerlo. Debería estar indignada en vez de excitada.

—Es importante, ________________ —le aseguró—. Tenemos que hablar después de la fiesta.

—Después de la fiesta estaré muy cansada. —La música toda­vía no había terminado cuando ella se apartó de él—. Tal vez en otro momento. Déjale tu número al mayordomo, estoy segura de que me lo dará.

Joseph no permitió que se alejara. La cogió del brazo con firme­za y la arrastró por la pista hacia la salida.

—No puedo abandonar a mis invitados —protestó ________________ en voz baja, comenzando a sentirse furiosa.

—Será sólo un momento, señorita Serborne —le prometió mientras cruzaban las puertas y la conducía sin vacilar a la parte trasera de la casa.

Alguien los estaba vigilando. El hormigueo que ________________ había nota­do en la nuca le advertía sin lugar a dudas que quienquiera que la hubiera estado observando durante la mayor parte de la noche, toda­vía seguía haciéndolo. Había intentado identificar esa sensación duran­te toda la velada y sólo le faltaba asociarla a un invitado en particular.

Quienquiera que fuera, era bueno en su trabajo; mejor de lo que ella había esperado, sobre todo teniendo en cuenta las personas a las que se enfrentaba. Mientras Joseph la hacía cruzar el pasillo a toda velocidad se dijo que, por supuesto, la persona que la vigilaba lleva­ba mucho tiempo en aquel juego y sería hábil ocultándose.
NiinnyJonas
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Mensaje por fernanda Mar 13 Ago 2013, 4:16 pm

AAAAAAAY NO !
 tienes que seguirla , y que le diga quien es , para que esten juntos  pronto :love:
fernanda
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