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Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
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Buscandote ! (Novela de Louis Tomlinson y Tú)
O W N :: Archivos :: Novelas Abandonadas
Página 1 de 1. • Comparte
Buscandote ! (Novela de Louis Tomlinson y Tú)
Nombre de la nove : buscando a Louis
Autor: Yo
Adaptación : Si es de un libro
Genero : Drama,Romance Etc
Advertencias: Ninguna
Otras pagina -.No
SINOPSIS:
Cansado de su aburrida existencia, ____, de 17 años, deja su casa para
buscar su “gran quizás” en un colegio internado. Ahí su recién descubierta
libertad y una enigmática chico, Louis, lo lanzan de lleno a la vida. ____ se
siente que está por alcanzar su objetivo cuando una tragedia inesperada
amenaza con arrebatárselo. ¿Cómo la intensidad de la amistad puede terminar
en una pérdida devastadora?
Autor: Yo
Adaptación : Si es de un libro
Genero : Drama,Romance Etc
Advertencias: Ninguna
Otras pagina -.No
SINOPSIS:
Cansado de su aburrida existencia, ____, de 17 años, deja su casa para
buscar su “gran quizás” en un colegio internado. Ahí su recién descubierta
libertad y una enigmática chico, Louis, lo lanzan de lleno a la vida. ____ se
siente que está por alcanzar su objetivo cuando una tragedia inesperada
amenaza con arrebatárselo. ¿Cómo la intensidad de la amistad puede terminar
en una pérdida devastadora?
Última edición por samantamedina91 el Dom 02 Feb 2014, 9:53 pm, editado 2 veces
samantamedina91
Re: Buscandote ! (Novela de Louis Tomlinson y Tú)
Hola chicas espero que le guste
comenten
despues subire el primer capitulo
si necesito chicas
Avisare!! ;)
comenten
despues subire el primer capitulo
si necesito chicas
Avisare!! ;)
samantamedina91
Re: Buscandote ! (Novela de Louis Tomlinson y Tú)
Capitulo 1:
Ciento treinta y seis días antes
Una semana antes de que dejara a mi familia, la Florida y el resto de mi vida
anterior para irme a un internado de Alabama, mi madre insistió en darme una
fiesta de despedida. Decir que yo tenía pocas expectativas sería desestimar
demasiado el asunto. Aun cuando me vi más o menos forzado a invitar a todos
mis “amigos de la escuela”, es decir, a la muchedumbre heterogénea de teatro y
los “matados” de la clase de inglés con los que me sentaba por una necesidad
social en la cavernosa cafetería de mi escuela pública, sabía que no vendrían.
De todas maneras, mi madre perseveró, sumergida en la ensoñación de que yo
le había guardado el secreto de mi popularidad todos estos años. Preparó una
gran cantidad de aderezo de alcachofas; decoró la sala de nuestra casa con
banderolas verdes y amarillas, los colores de mi nueva escuela; compró dos
docenas de refrescos con piquete de champaña y los colocó en el borde de la
mesa lateral.
Y cuando por fin llegó ese último viernes, cuando mi equipaje estaba casi del
todo empacado, se sentó con mi padre y conmigo en el sofá a las 16:56 y
esperó con mucha paciencia la llegada de la Caballería del Adiós a ___. Esta
Caballería estuvo conformada por exactamente dos personas: Marie Lawson,
una diminuta chica rubia con lentes rectangulares, y su rechoncho (por decirlo
con amabilidad) novio, Will.
—Hola, ___ —dijo Marie al sentarse.
—Hola —contesté.
—¿Cómo te fue en las vacaciones de verano? —preguntó Will.
—Bien, ¿y a ustedes?
—Bien. Participamos en Jesucristo Superestrella. Yo ayudé con los escenarios.
Marie manejó las luces —dijo Will.
—Qué bien —asentí como si supiera de qué se trataba, y con eso terminaron
nuestros temas de conversación. Podría haber hecho alguna pregunta acerca
de Jesucristo Superestrella, excepto que: 1) no sabía lo que era, 2) no me
interesaba saberlo y 3) nunca he sido muy bueno en las conversaciones
triviales. Mi mamá, sin embargo, podía sostener conversaciones triviales por
horas, así que logró extender la incomodidad preguntándoles sobre su horario
de ensayo, cómo había salido la obra y si había sido un éxito.
—Creo que lo fue —dijo Marie—. Asistieron muchas personas, creo —Marie era
del tipo de personas que creen mucho.
Por último, Will dijo:
—Bueno, pues solamente pasamos a decirte adiós. Tengo que llevar a Marie a
su casa antes de las seis. Diviértete en el internado, ___.
—Gracias —contesté, aliviada.
Peor que hacer una fiesta a la que no asiste
nadie es hacer una fiesta a la que sólo asisten dos personas vasta y
profundamente aburridas.
Se fueron y entonces me senté junto a mis padres a mirar la televisión en
blanco, con la intención de prenderla pero a sabiendas de que no debía
hacerlo. Sentía que me miraban y esperaban que me soltara a llorar o algo así,
como si no hubiera sabido siempre que así sería esto. Pero sí lo sabía. Sentía
su lástima al recoger el aderezo de alcachofas para las papas destinadas a mis
amigos imaginarios, pero mis padres eran más dignos de lástima que yo: yo no
estaba desilusionada. Se habían cumplido mis expectativas.
—¿Es por esto que te quieres ir, ___? —preguntó mamá.
Lo medité un momento, sin mirarla.
—Eh, no —dije.
Ciento treinta y seis días antes
Una semana antes de que dejara a mi familia, la Florida y el resto de mi vida
anterior para irme a un internado de Alabama, mi madre insistió en darme una
fiesta de despedida. Decir que yo tenía pocas expectativas sería desestimar
demasiado el asunto. Aun cuando me vi más o menos forzado a invitar a todos
mis “amigos de la escuela”, es decir, a la muchedumbre heterogénea de teatro y
los “matados” de la clase de inglés con los que me sentaba por una necesidad
social en la cavernosa cafetería de mi escuela pública, sabía que no vendrían.
De todas maneras, mi madre perseveró, sumergida en la ensoñación de que yo
le había guardado el secreto de mi popularidad todos estos años. Preparó una
gran cantidad de aderezo de alcachofas; decoró la sala de nuestra casa con
banderolas verdes y amarillas, los colores de mi nueva escuela; compró dos
docenas de refrescos con piquete de champaña y los colocó en el borde de la
mesa lateral.
Y cuando por fin llegó ese último viernes, cuando mi equipaje estaba casi del
todo empacado, se sentó con mi padre y conmigo en el sofá a las 16:56 y
esperó con mucha paciencia la llegada de la Caballería del Adiós a ___. Esta
Caballería estuvo conformada por exactamente dos personas: Marie Lawson,
una diminuta chica rubia con lentes rectangulares, y su rechoncho (por decirlo
con amabilidad) novio, Will.
—Hola, ___ —dijo Marie al sentarse.
—Hola —contesté.
—¿Cómo te fue en las vacaciones de verano? —preguntó Will.
—Bien, ¿y a ustedes?
—Bien. Participamos en Jesucristo Superestrella. Yo ayudé con los escenarios.
Marie manejó las luces —dijo Will.
—Qué bien —asentí como si supiera de qué se trataba, y con eso terminaron
nuestros temas de conversación. Podría haber hecho alguna pregunta acerca
de Jesucristo Superestrella, excepto que: 1) no sabía lo que era, 2) no me
interesaba saberlo y 3) nunca he sido muy bueno en las conversaciones
triviales. Mi mamá, sin embargo, podía sostener conversaciones triviales por
horas, así que logró extender la incomodidad preguntándoles sobre su horario
de ensayo, cómo había salido la obra y si había sido un éxito.
—Creo que lo fue —dijo Marie—. Asistieron muchas personas, creo —Marie era
del tipo de personas que creen mucho.
Por último, Will dijo:
—Bueno, pues solamente pasamos a decirte adiós. Tengo que llevar a Marie a
su casa antes de las seis. Diviértete en el internado, ___.
—Gracias —contesté, aliviada.
Peor que hacer una fiesta a la que no asiste
nadie es hacer una fiesta a la que sólo asisten dos personas vasta y
profundamente aburridas.
Se fueron y entonces me senté junto a mis padres a mirar la televisión en
blanco, con la intención de prenderla pero a sabiendas de que no debía
hacerlo. Sentía que me miraban y esperaban que me soltara a llorar o algo así,
como si no hubiera sabido siempre que así sería esto. Pero sí lo sabía. Sentía
su lástima al recoger el aderezo de alcachofas para las papas destinadas a mis
amigos imaginarios, pero mis padres eran más dignos de lástima que yo: yo no
estaba desilusionada. Se habían cumplido mis expectativas.
—¿Es por esto que te quieres ir, ___? —preguntó mamá.
Lo medité un momento, sin mirarla.
—Eh, no —dije.
samantamedina91
Re: Buscandote ! (Novela de Louis Tomlinson y Tú)
CÓMO NADIE SE HA PASADO? Me encanta, Sam, enserio. Bueno espero los siguientes caps ;)
~La Castaña de Horan~
Re: Buscandote ! (Novela de Louis Tomlinson y Tú)
Me encanto!!! Porque no me habias dicho que escribres tan bien!!?
Siguela,, hermosa!!!!!!!
Me muerobde curiosidad!:
Siguela,, hermosa!!!!!!!
Me muerobde curiosidad!:
MomoVertoti
Re: Buscandote ! (Novela de Louis Tomlinson y Tú)
~La Castaña de Horan~ escribió:CÓMO NADIE SE HA PASADO? Me encanta, Sam, enserio. Bueno espero los siguientes caps ;)
Hola Lectora! Oohh gracias
Se ve que no le gusto mucho la nove por eso no comentan
Pero igual la seguire
Mañana subo dos capitulos
Besitos linda!:)
samantamedina91
Re: Buscandote ! (Novela de Louis Tomlinson y Tú)
MomoVertoti escribió:Me encanto!!! Porque no me habias dicho que escribres tan bien!!?
Siguela,, hermosa!!!!!!!
Me muerobde curiosidad!:
Viste escribo algo bien jajaja
mañana la sigo
Linda besitos:)
Amo tu novela Happy es mi favorita <3
samantamedina91
Re: Buscandote ! (Novela de Louis Tomlinson y Tú)
Oowwws gracias!:3
Encerio, escribes muy bien!
Siguelaaaaaaa!!!
Encerio, escribes muy bien!
Siguelaaaaaaa!!!
MomoVertoti
Re: Buscandote ! (Novela de Louis Tomlinson y Tú)
CAPITULO 2
—Bueno, entonces, ¿por qué? —preguntó. No era la primera vez que me lo
preguntaba. A mamá no le hacía mucha gracia dejarme ir al internado y me lo
hacía saber.
—¿Por mí? —preguntó papá. Él también había asistido a Culver Creek, el
mismo internado al que me dirigía, igual que sus dos hermanos y todos sus
hijos. Creo que le gustaba la idea de que siguiera sus pasos. Mis tíos me
habían contado historias de cuán famoso había sido en la facultad, de cómo se
la había pasado armando relajos y al mismo tiempo aprobando con las mejores
calificaciones todas sus clases. Esa vida sonaba mejor que la que yo tenía en
Florida. Pero no, no era por papá. No exactamente.
—Esperen —entré al estudio de papá y encontré la biografía de François
Rabelais. Me gustaba leer biografías de escritores, aunque (como era el caso de
Rabelais) nunca hubiera leído nada de su obra. Pasé rápido las páginas hacia
el final del libro y encontré una cita subrayada con marcador (“¡Nunca uses un
marcador en mis libros!”, me había indicado mi papá mil veces; pero, ¿de qué
otra manera se supone que encontrarás lo que buscas?).
—Este tipo —dije, de pie en el umbral de la sala—, François Rabelais, era un
poeta y sus últimas palabras fueron: “Voy en busca de un Gran quizá.” Por eso
me voy. No quiero esperar hasta morir para empezar a buscar un Gran quizá.
Eso los calló. Iba en busca de un Gran quizá y sabían, igual que yo, que no lo
iba a encontrar entre gente como Will y Marie. Me volví a sentar en el sofá,
entre mamá y papá. Papá me abrazó y nos quedamos allí juntos mucho tiempo,
hasta que nos pareció bien encender la televisión. Luego cenamos aderezo de
alcachofas y vimos el HistoryChannel. Y respecto a fiestas de despedida, ésta
sin duda podría haber sido peor.
—Bueno, entonces, ¿por qué? —preguntó. No era la primera vez que me lo
preguntaba. A mamá no le hacía mucha gracia dejarme ir al internado y me lo
hacía saber.
—¿Por mí? —preguntó papá. Él también había asistido a Culver Creek, el
mismo internado al que me dirigía, igual que sus dos hermanos y todos sus
hijos. Creo que le gustaba la idea de que siguiera sus pasos. Mis tíos me
habían contado historias de cuán famoso había sido en la facultad, de cómo se
la había pasado armando relajos y al mismo tiempo aprobando con las mejores
calificaciones todas sus clases. Esa vida sonaba mejor que la que yo tenía en
Florida. Pero no, no era por papá. No exactamente.
—Esperen —entré al estudio de papá y encontré la biografía de François
Rabelais. Me gustaba leer biografías de escritores, aunque (como era el caso de
Rabelais) nunca hubiera leído nada de su obra. Pasé rápido las páginas hacia
el final del libro y encontré una cita subrayada con marcador (“¡Nunca uses un
marcador en mis libros!”, me había indicado mi papá mil veces; pero, ¿de qué
otra manera se supone que encontrarás lo que buscas?).
—Este tipo —dije, de pie en el umbral de la sala—, François Rabelais, era un
poeta y sus últimas palabras fueron: “Voy en busca de un Gran quizá.” Por eso
me voy. No quiero esperar hasta morir para empezar a buscar un Gran quizá.
Eso los calló. Iba en busca de un Gran quizá y sabían, igual que yo, que no lo
iba a encontrar entre gente como Will y Marie. Me volví a sentar en el sofá,
entre mamá y papá. Papá me abrazó y nos quedamos allí juntos mucho tiempo,
hasta que nos pareció bien encender la televisión. Luego cenamos aderezo de
alcachofas y vimos el HistoryChannel. Y respecto a fiestas de despedida, ésta
sin duda podría haber sido peor.
samantamedina91
Re: Buscandote ! (Novela de Louis Tomlinson y Tú)
CAPITULO 3:
Ciento veintiocho días antes
El clima de Florida era bastante cálido, sin duda, y húmedo también. Tan
caliente como para que se te pegara la ropa, como si fuera cinta adhesiva, y el
sudor se escurriera como lágrimas de la frente a los ojos. Pero sólo hacía calor
afuera y por lo general sólo salía para caminar de un sitio con aire
acondicionado a otro.
Esto no me preparó para el singular calor con que uno se topa a veintidós
kilómetros al sur de Birmingham, Alabama, en la Escuela Preparatoria Culver
Creek.
La camioneta de mis padres estaba estacionada sobre el pasto a unos
metros de mi dormitorio, la habitación 43. Pero cada vez que recorría ese
pequeño trecho hacia el coche para descargar lo que ahora parecían
demasiadas cosas, el sol me quemaba la piel a través de la ropa con una
ferocidad viciosa que me hacía de verdad temer el fuego del infierno.
Mamá, papá y yo tardamos tan sólo unos minutos en descargar el coche; pero
mi dormitorio sin aire acondicionado, aunque por suerte lejos de la luz del sol,
se encontraba apenas un poco más fresco. La habitación me sorprendió: me
había imaginado una alfombra gruesa, paredes con paneles de madera,
muebles estilo Victoriano.
Excepto por un lujo, un baño privado, la habitación
era una caja. Con paredes de bloques de concreto recubiertas con capas
espesas de pintura blanca y un suelo de linóleo de cuadros verdes y blancos, el
lugar parecía más un hospital que el dormitorio de mis fantasías. Una litera de
madera sin acabados con colchones de vinilo estaba contra la ventana trasera
de la habitación. Los escritorios, las cómodas y los libreros estaban todos fijos
en las paredes, a fin de evitar la creatividad en el acomodo de los muebles. Y no
había aire acondicionado.
Me senté en la litera inferior mientras mamá abría el baúl, tomaba una pila de
las biografías que mi padre había estado de acuerdo en darme y las acomodaba
en los libreros.
—Yo puedo desempacar, mamá —dije. Mi papá se puso de pie. Estaba listo
para partir.
—Déjame por lo menos tender la cama —dijo mamá.
—No, de verdad, yo lo puedo hacer. Está bien —porque sencillamente no
puedes extender estas cosas para siempre. En algún momento, te quitas el
curita y te duele, pero luego se te pasa y te sientes aliviado.
—¡Dios!, te vamos a extrañar —dijo mamá, de pronto, saltando entre la pila de
maletas para llegar a la cama. Me puse de pie y la abracé. Mi papá también se
acercó y nos dimos un abrazo los tres. Hacía demasiado calor y estábamos
muy sudados como para que el abrazo durara mucho. Sabía que debía llorar,
pero había vivido con mis padres durante diecisite años y una prueba de
separación parecía ya haberse tardado mucho.
—No te preocupes —sonreí—. Ya aprenderé a hablar como sureño —mamá rió.
—No hagas nada tonto —dijo mi padre.
—Está bien.
—Nada de drogas. No bebas. No fumes —como ex alumno de Culver Creek, él
había hecho cosas de las cuales yo solamente había oído hablar: fiestas
secretas, pasar veloz entre los campos llenos de paja (cómo se quejaba de que
en aquel entonces era sólo para chicos), probar drogas, alcohol y cigarros. Le
había llevado un buen rato deshacerse del cigarro, pero sus días de chico malo
portado estaban bien lejos ahora.
—Te quiero —los dos lo soltaron de sopetón al mismo tiempo. Era necesario
decirlo, pero las palabras hacían que todo fuera terriblemente incómodo, como
si vieras a tus abuelos besarse.
—Yo también los quiero. Les hablaré todos los domingos —nuestras
habitaciones no tenían líneas telefónicaspero mis padres habían solicitado
que me instalaran en una habitación cercana a uno de los cinco teléfonos de
monedas de Culver Creek
Me abrazaron de nuevo, mamá primero y luego papá, y la despedida terminó.
Por la ventana trasera los vi tomar el camino de curvas, alejándose de los
terrenos de la escuela. Debí haber sentido una tristeza sentimental,
empalagosa quizá, pero sobre todo deseaba refrescarme, así que tomé una de
las sillas del escritorio y me senté justo afuera de mi cuarto a la sombra de los
aleros colgantes, esperando una brisa que nunca llegó. El aire de afuera era
tan opresivo e inmóvil como el de adentro. Observé mis nuevos territorios: seis
edificios de una planta, cada uno con dieciséis habitaciones, acomodadas a
manera de hexagrama alrededor de un gran círculo de pasto. Parecía un viejo
motel de enorme tamaño.
En todas partes, chicos y chicas se abrazaban, sonreían y caminaban juntos.
Esperaba vagamente que alguien se me acercara y hablara conmigo. Me
imaginé la conversación:
—Hola. ¿Es tu primer año?
—Sí, sí. Soy de Florida.
—Qué bueno. Entonces, estás acostumbrado al calor.
—No podría estar acostumbrado a este calor ni siquiera si viniera del Hades —
bromearía. Daría una buena impresión para comenzar. “Ah, es chistosa. Ese
chica ___ es muy divertida.”
Eso no sucedió, claro está. Las cosas nunca suceden como yo las imagino.
Aburrida, volví a entrar, me senté en el vinilo del colchón
de la cama inferior de la litera, empapada de calor, y cerré los ojos. Nunca
había vuelto a nacer con el bautismo, las lágrimas y todo eso, pero nadie podía
sentirse mucho mejor que renacer como un tipo sin pasado. Pensé en las
personas sobre las cuales había leído que estudiaron en internados y en sus
aventuras: John F. Kennedy, James Joyce y Humphrey Bogart. A Kennedy, por
ejemplo, le encantaba hacer travesuras. Pensé en el Gran quizá, en las cosas
que podrían suceder, en las personas que podría conocer y en quién podría ser mi compañero/a de cuarto.
Ciento veintiocho días antes
El clima de Florida era bastante cálido, sin duda, y húmedo también. Tan
caliente como para que se te pegara la ropa, como si fuera cinta adhesiva, y el
sudor se escurriera como lágrimas de la frente a los ojos. Pero sólo hacía calor
afuera y por lo general sólo salía para caminar de un sitio con aire
acondicionado a otro.
Esto no me preparó para el singular calor con que uno se topa a veintidós
kilómetros al sur de Birmingham, Alabama, en la Escuela Preparatoria Culver
Creek.
La camioneta de mis padres estaba estacionada sobre el pasto a unos
metros de mi dormitorio, la habitación 43. Pero cada vez que recorría ese
pequeño trecho hacia el coche para descargar lo que ahora parecían
demasiadas cosas, el sol me quemaba la piel a través de la ropa con una
ferocidad viciosa que me hacía de verdad temer el fuego del infierno.
Mamá, papá y yo tardamos tan sólo unos minutos en descargar el coche; pero
mi dormitorio sin aire acondicionado, aunque por suerte lejos de la luz del sol,
se encontraba apenas un poco más fresco. La habitación me sorprendió: me
había imaginado una alfombra gruesa, paredes con paneles de madera,
muebles estilo Victoriano.
Excepto por un lujo, un baño privado, la habitación
era una caja. Con paredes de bloques de concreto recubiertas con capas
espesas de pintura blanca y un suelo de linóleo de cuadros verdes y blancos, el
lugar parecía más un hospital que el dormitorio de mis fantasías. Una litera de
madera sin acabados con colchones de vinilo estaba contra la ventana trasera
de la habitación. Los escritorios, las cómodas y los libreros estaban todos fijos
en las paredes, a fin de evitar la creatividad en el acomodo de los muebles. Y no
había aire acondicionado.
Me senté en la litera inferior mientras mamá abría el baúl, tomaba una pila de
las biografías que mi padre había estado de acuerdo en darme y las acomodaba
en los libreros.
—Yo puedo desempacar, mamá —dije. Mi papá se puso de pie. Estaba listo
para partir.
—Déjame por lo menos tender la cama —dijo mamá.
—No, de verdad, yo lo puedo hacer. Está bien —porque sencillamente no
puedes extender estas cosas para siempre. En algún momento, te quitas el
curita y te duele, pero luego se te pasa y te sientes aliviado.
—¡Dios!, te vamos a extrañar —dijo mamá, de pronto, saltando entre la pila de
maletas para llegar a la cama. Me puse de pie y la abracé. Mi papá también se
acercó y nos dimos un abrazo los tres. Hacía demasiado calor y estábamos
muy sudados como para que el abrazo durara mucho. Sabía que debía llorar,
pero había vivido con mis padres durante diecisite años y una prueba de
separación parecía ya haberse tardado mucho.
—No te preocupes —sonreí—. Ya aprenderé a hablar como sureño —mamá rió.
—No hagas nada tonto —dijo mi padre.
—Está bien.
—Nada de drogas. No bebas. No fumes —como ex alumno de Culver Creek, él
había hecho cosas de las cuales yo solamente había oído hablar: fiestas
secretas, pasar veloz entre los campos llenos de paja (cómo se quejaba de que
en aquel entonces era sólo para chicos), probar drogas, alcohol y cigarros. Le
había llevado un buen rato deshacerse del cigarro, pero sus días de chico malo
portado estaban bien lejos ahora.
—Te quiero —los dos lo soltaron de sopetón al mismo tiempo. Era necesario
decirlo, pero las palabras hacían que todo fuera terriblemente incómodo, como
si vieras a tus abuelos besarse.
—Yo también los quiero. Les hablaré todos los domingos —nuestras
habitaciones no tenían líneas telefónicaspero mis padres habían solicitado
que me instalaran en una habitación cercana a uno de los cinco teléfonos de
monedas de Culver Creek
Me abrazaron de nuevo, mamá primero y luego papá, y la despedida terminó.
Por la ventana trasera los vi tomar el camino de curvas, alejándose de los
terrenos de la escuela. Debí haber sentido una tristeza sentimental,
empalagosa quizá, pero sobre todo deseaba refrescarme, así que tomé una de
las sillas del escritorio y me senté justo afuera de mi cuarto a la sombra de los
aleros colgantes, esperando una brisa que nunca llegó. El aire de afuera era
tan opresivo e inmóvil como el de adentro. Observé mis nuevos territorios: seis
edificios de una planta, cada uno con dieciséis habitaciones, acomodadas a
manera de hexagrama alrededor de un gran círculo de pasto. Parecía un viejo
motel de enorme tamaño.
En todas partes, chicos y chicas se abrazaban, sonreían y caminaban juntos.
Esperaba vagamente que alguien se me acercara y hablara conmigo. Me
imaginé la conversación:
—Hola. ¿Es tu primer año?
—Sí, sí. Soy de Florida.
—Qué bueno. Entonces, estás acostumbrado al calor.
—No podría estar acostumbrado a este calor ni siquiera si viniera del Hades —
bromearía. Daría una buena impresión para comenzar. “Ah, es chistosa. Ese
chica ___ es muy divertida.”
Eso no sucedió, claro está. Las cosas nunca suceden como yo las imagino.
Aburrida, volví a entrar, me senté en el vinilo del colchón
de la cama inferior de la litera, empapada de calor, y cerré los ojos. Nunca
había vuelto a nacer con el bautismo, las lágrimas y todo eso, pero nadie podía
sentirse mucho mejor que renacer como un tipo sin pasado. Pensé en las
personas sobre las cuales había leído que estudiaron en internados y en sus
aventuras: John F. Kennedy, James Joyce y Humphrey Bogart. A Kennedy, por
ejemplo, le encantaba hacer travesuras. Pensé en el Gran quizá, en las cosas
que podrían suceder, en las personas que podría conocer y en quién podría ser mi compañero/a de cuarto.
samantamedina91
Re: Buscandote ! (Novela de Louis Tomlinson y Tú)
Me encantooooooo siguela!
\@~!~!]?
Muero de curiosidad!
\@~!~!]?
Muero de curiosidad!
MomoVertoti
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