Sólo nuestro. |Liam Payne| |Adaptada|

por **Unicornio Horan** Vie 27 Sep 2013, 9:54 am

Nombre: Sólo nuestro.
Autor: Desconocido.
Adaptación: Síp.
Género: Romance, drama, y quizás escenas hot.
Adevertencias: Algunas veces lenguaje vulgar.

Otras páginas: síp.

Cuando creía que por fin todo había vuelto a su sitio, todo se volvía contra mí. Mi vida no era diferente. No tenía ni una pizca de interesante. Pero entonces, Liam Payne tenía que mirarme de aquella manera. Sus labios me habían reclamado y yo me había dejado. Había grabado a fuego en mi memoria todas y cada unas de sus caricias. Las yemas de sus dedos contra mi piel, se sentían tan bien. Sus labios junto a los míos. El calor de su cuerpo. Sabía que sólo era una más de cientos. Y sinceramente no me molestaba realmente. No necesitaba ataduras y él, él era imposible.

Liam Payne tenía alas, y nadie podía cortarlas.

No pensaba que jamás el destino me daría mil vueltas hasta dejarme completamente mareada. No quería madurar más allá de inamdura que ya era. No necesitaba a alguien, no lo necesitaba.

Hasta que algo en mi interior cambió.

Yo no quería esto. No lo necesitaba. Y sin embargo, alguien lo había puesto en mi camino. Todo empezaría a cambiar y no sería jamás la misma. Me retuerzo la cabeza mientras pienso que es lo que he podido hacer tan mal.

Y sí. Hay algo. Liam Payne. Él me ha llevado a esto. Él me ha vuelto loca, me ha dejado mareada y me ha cambiado.

No voy a ser buena en esto, no soy la indicada. Sin embargo, no puedo retroceder.

Sólo fue una noche. Una noche. Y Liam Payne.

Muy bien Liam, cariño, ha llegado alguien que tiene unas tijeras para cortar de raíz tus alas.

Hola hermosas!, como algunas se darán cuenta, casi no me había pasado por el foro en un tiempo, pero ahora he regresado y planeo subir unas cuantas novelas más, espero disfruten esta, dejen sus comentarios, acepto de todo, besos xx.

por **Unicornio Horan** Sáb 28 Sep 2013, 6:15 pm

Capítulo uno.

—"Me preguntaba cómo sería besarte. Cómo sería llamarte. Cómo sería llevarte de la mano a nuestro parque".

Rosa. Rosa. Rosa. Y más rosa. Sólo rosa. Cierro los ojos mientras aguanto la respiración. Me apoyo en el lavamanos y cierro el agua. Contengo durante un momento el aire, esto no debería estar pasándome. No debería estar en el baño de una cafetería. Bloqueando la puerta mientras varias señoras se quejan desde afuera. No debería haber ido a la farmacia. Y menos, haberme hecho unas estúpidas pruebas.

-Sí, lleva una media hora dentro. Y encima, tiene la puerta cerrada.-la voz chillona de lo que supuse que era una rubia se quejó desde afuera.

Cerré los ojos mientras mis pulmones dejaban escapar todo el aire que había contenido. Apreté fuerte los párpados e intenté despertarme de la horrible pesadilla que estaba viviendo. Me miré en el espejo para ver cómo lágrimas de rabia se deslizaban con gracia por mis mejillas directas hacia el suelo. Con ira, lanzo lejos de mis ojos, las cajas de la farmacia con las pruebas dentro.

-¿Señorita?-la voz gruesa de un hombre se escucha cerca de la puerta.- ¿Está ahí?

Sacudo la cabeza mientras más lágrimas siguen cayendo. Esto no debería estar sucediendo. Sólo tenía que despertarme de la pesadilla tan realista que vivía. Esto no era real. No podía ser real.

-Soy el dueño de la cafetería.-el mismo hombre vuelve hablar. Su voz suena como una orden.-si no abre la puerta en este mismo momento, tendré que tirarla.

Me cierro en mí misma. Desconectándome de todo lo que me estaba ocurriendo. Vamos, despierta. Vamos, vamos, vamos. Cierro los ojos fuertemente y dejo la mente en blanco.

Entonces todo se vuelve tan lejano. Las luces del baño ya no traspasan mis párpados. Mis sentidos van disminuyendo y siento como si ahora estuviese flotando. Me muevo un poco. Las baldosas de la pared fría ya no están. Siento mi colchón. Mi cama.

Sí, solo era eso. Una pesadilla. Me muevo un poco agarrando las mantas para taparme.

-¡Madre mía!-un chillido me hace saltar. Lanzo un gruñido. Seguro que ha sido Bárbara.

Entonces me mueven bruscamente. Me niego a abrir los ojos hasta que otra voz me grita. Es tan grave.

-Señorita, señorita.-repite una y otra vez como si realmente se hubiese estancando.- ¡señorita!

Me sacude tan fuerte que mi cabeza se mueve bruscamente y me doy de bruces contra algo. Auch. Realmente ha dolido. Y por fin abro los ojos. Las luces vuelven tan nítidas que tardo unos segundos en acostumbrarme. Enfoco bien las baldosas sucias. El espacio es reducido y tengo a una rubia tapándose la boca horrorizada. Un señor cansado también me mira atentamente. Muevo otra vez la cabeza y me vuelvo a dar otra vez.

-¡Au!-un chillido sale de mi boca antes de detenerlo. Miro hacia mi derecha. El pilar que sostiene el lavamanos me ha dado en la cabeza una y otra vez.

-¿Está bien?-me pregunta el hombre mientras con una sola mano agarra mi codo y me levanta lentamente.

Mis ojos recorren las cuatro paredes. Entonces empiezan a humedecerse tanto que la visión se me borra. No cabe duda.

Estoy en el baño. En el baño de la cafetería.

Las lágrimas salen y salen y juro que intento pararlas. No soporto las miradas de aquellos dos desconocidos verme llorar. Parecen tan horrorizados. Y con lástima. Odio la lástima.

-¿Se encuentra mejor?-pronuncia en un susurro la rubia bajita de mi izquierda. Mueve sus altos tacones hasta mí.- se ha desmayado.

Dormido me quedaba mejor. Había intentado escapar de la realidad que me había dormida. Aunque solo hubiesen sido durante cinco minutos. Realmente esto no era una pesadilla. Esto era la realidad.

Cojo el bolso con rapidez y salgo tan rápido como puedo de la cafetería. Me limpio con el jersey las lágrimas antes de seguir mi camino. Sorbo la nariz y suelta el aire que había contenido.

Voy directa hacia la casa de Bárbara, ella tiene que ayudarme. Tiene que decirme que no. Que nada de esto es verdad. Solo era una broma. Una broma pesada. Ella tiene que hacerlo.

Apresuro el paso hasta encontrarme casi corriendo.

Mi corazón se encoje de dolor. Porque realmente lo está comprendiendo. La realidad me está golpeando tan fuerte que no puedo mirar con claridad.

Las lágrimas vuelven a caer y me pregunto cuándo dejarán de caer con tanta fuerte. Porque esto no me debía estar sucediendo a mí.

Porque, estoy embarazada.

Me dan náuseas pronunciar la palabra. Me asqueo y se me revuelve el estómago. Pienso en niños pequeños chillando y en pañales. En interminables llantos a las tres de la madrugada y en una enorme barriga.

Sacudo la cabeza. Alguien tiene que ayudarme a salir de esto. Alguien tiene que claramente decirme que algo así no me está sucediendo a mí. Me da tanto pánico pensar en algo así que prefiero pensar que nada ha sucedido.

Pero entonces, pienso en él. Él también forma parte de esto. Él tiene que ayudarme. Tiene que ayudarme a salir de esto. Pienso en cómo me confesaba que nadie lo conseguiría atrapar.

Pero había un problema. Él, él también estaba en esto. Este lío nos pertenecía. Tengo miedo. Me abrazo un instante a mí misma.

Él me ha dejado así. Embarazada.

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