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Mensaje por cookies_love Dom 16 Jun 2013, 2:21 pm

Nombre: Polos Opuestos
Autor: cookies_love
Adaptación: Si
Género: Romance, comedia , Hot
Advertencias: Hay partes Hot 
Otras Páginas: Si 


Argumento

Nick Palmer era alto, moreno y muy peligroso para una mujer como ______ Russell, una profesora convencional y nada aventurera. Pero aquel hombre fuerte y solitario estaba despertando en ella sentimientos de una intensidad que _____ nunca había imaginado. Toda su vida cambió después de conocerlo. Y aunque sabía que Nick la deseaba, el muy testarudo no hacía más que decir que ella era la clase de mujer que exigía a los hombres casarse… y que él jamás se casaría.

Pero _____ se estaba convirtiendo en una nueva mujer: una mujer dispuesta a transgredir algunas de sus normas…

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Mensaje por LeslieFlowersLove Dom 16 Jun 2013, 3:30 pm

Hola Newton reader siuelaaaa
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Mensaje por cookies_love Mar 18 Jun 2013, 12:23 pm


Prólogo




Domingo de madrugada, poco antes de amanecer.
Nick Palmer se había cubierto la cara con tinta negra de camuflaje y estaba preparado para realizar su misión.
—Cueste lo que cueste, tenemos que hacerlo —dijo el pequeño Nick, de diez años, apuntando con una linterna al graffiti que Butch Polnecek había escrito en la caseta que el Club de los Chicos Malos habían construido en un árbol. Allí, escrita en grandes letras, aparecía una palabra inadmisiblemente ofensiva: CANIJOS.
—Sigo pensando que deberíamos atarlo, untarle la cara de miel y dejar que las abejas lo maten a picotazos —añadió Jerry, probablemente el miembro del club que más ofendido se sentía, por ser, en efecto, bajito y delgado. Pero tenía mucho valor. Y mucho genio.
—Nos meteríamos en un lío —replicó Nick, el cual sabía por experiencia lo que podía meter a un niño en un lío—. Y queremos que sea Butch el que escarmiente; no nosotros.
—Nick tiene razón —intervino Joey, al tiempo que colocaba su bicicleta junto a la de Stan. No vivía en Cherry Lane, como el resto de los chicos; Nick ni siquiera había visto nunca a su padre; pero Joey era estupendo, un as en matemáticas y tenía cabeza para evitar meterse en líos.
Por su parte, Butch era un bruto. Siempre se estaba burlando de los Chicos Malos y entraba sin permiso en su caseta. Aprovechaba la menor oportunidad para pegar a Jerry y siempre estaba gastando bromas pesadas, como romper bombas fétidas en el vestuario, en las taquillas de los niños más tímidos. Pero nunca se metía en líos… Aquello no podía seguir así: los Chicos Malos lo odiaban y le iban a dar una lección.
—Bueno —dijo Stan, jefe del club—, Nick irá el primero con su bicicleta, vosotros lo seguiréis con las vuestras y yo os cubriré las espaldas.
—Y en cuanto llegue a su jardín, le dejo el regalito y nos damos media vuelta —añadió Nick, sonriente.
—El padre de Butch está obsesionado con que su jardín esté perfecto —prosiguió Stan—. Y ahora que le ha encargado a Butch que se ocupe de cuidarlo, seguro que lo castigará sin ir a la fiesta de hoy.
—Genial —dijo Joey, al tiempo que miraba la bicicleta de Nick—. Tienes una bici chulísima. ¡Ojalá pudiera tener yo una igual!
—¿Por qué no le pides a tu padre que te traiga una en uno de sus viajes? —le preguntó Nick, que no entendía la súbita expresión de tristeza que observaba en la cara de su amigo—. Cuando nos saquemos el carné, todos iremos tatuados en motocicleta —añadió.
—Tu madre te mataría si te tatuaras. Y tu padre te obligará a que conduzcas su coche —apuntó Stan—. Quizá hasta te obligue a llevar traje como las personas mayores.
Nick frunció el ceño. Sus padres debían de ser los más pesados del país, siempre preocupándose por lo que los vecinos podrían pensar… Así que no le quedaba más remedio que llevarles la contraria: si ella le peinaba con la raya a un lado, él se despeinaba; si ella le metía la camisa debajo del pantalón, él se la sacaba; y si su padre ponía la radio en una emisora, él la ponía en cualquier otra. No es que fueran malos, pero si todos los adultos eran como sus padres, Nick prefería pegarse un tiro.
—Sólo dejaré que me pongan un traje el día de mi funeral —protestó—. Y os prometo que cuando crezca, nunca conduciré un coche. Yo sólo tendré motocicletas.
—¿Y qué pasará cuando tengas novia? —preguntó Stan—. ¿Y niños?
—¡Una novia! — exclamó Nick, espantado. Las niñas eran guapas; pero eran tan aburridas como jugar con una muñeca. No tenía sentido… aunque debía reconocer que la mayoría de los tíos molones tenían novia—. Si algún día tengo una, tendrá que conducir su propia motocicleta —añadió.
—Está bien, está bien —dijo Stan—. Tenemos que pasar a la acción: ¿habéis quitado todos el timbre de vuestras bicicletas?
Después de comprobarlo, Nick encabezó la marcha hacia el jardín de los Polneceks y empezó a girar de un lado a otro sobre el césped y entre los arbustos. Le encantaba montar en bici y todos estaban de acuerdo en que era el que mejor montaba de todo el barrio. Sabía hacer caballitos y avanzar muchos metros sin agarrar el manillar; aunque lo que más le gustaba era pedalear a toda velocidad y sentir el viento fresco contra la cara.
Al oír el ruido de algunas ramas partidas de los setos, sonrió. No querían destrozarlos, ni mucho menos; sólo conseguir que el señor Polnecek se enfadara y castigase a Butch por no cuidar del jardín.
—¿Estás seguro de que funcionará? —preguntó Stan, un par de minutos después.
—Sí —respondió Nick mientras sacaba la sorpresa de su bolsillo—. Será mejor que os vayáis. Os garantizo que esto durará todo el día… Así que mientras nosotros estaremos divirtiéndonos en la piscina, el pobre de Butch tendrá que estar arreglando los arbustos y oliendo el aroma de…
—Huevos podridos —se adelantó Jerry, sonriendo con satisfacción.
Había muy pocas cosas que disgustaran a Nick; pero los chicos abusones lo repateaban. Aunque él mismo se saltaba las reglas de vez en cuando, Nick tenía un gran sentido de la justicia, incluso cuando le tocaba ser la parte perjudicada.
Nick esperó a que sus amigos se alejaran y entonces lanzó su especial y potentísima bomba fétida. El hedor se expandió inmediatamente y Nick salió disparado, como un rayo. Habían realizado la misión con éxito.



Bienvenidaa Primera lectora! Espero que te guste!! ^-^

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Mensaje por cookies_love Mar 18 Jun 2013, 12:26 pm

Capítulo 1


Nick la vio antes que nadie: sin duda, no parecía el tipo de mujer que frecuentaba el club Thunderbird los viernes por la noche.
En vez de llevar unos vaqueros ajustados o una minifalda, lucía un vestido negro con flores, con un diseño muy elegante. Llevaba el pelo recogido en un moño castaño claro, a la altura de la nuca, aunque algunos rizos suaves y rebeldes se habían escapado. Incluso desde la distancia, su piel parecía tan delicada como la porcelana.
Nick torció el gesto: demasiado frágil para ella. Un siglo antes, esa mujer habría llevado una falda anchísima y no se habría separado jamás de una sombrilla mientras paseara por las tierras de su papi. Por eso probablemente le parecía tan fuera de lugar la botella de cerveza de la que acababa de dar un sorbo aquella desconocida.
Estaba sentada en una banqueta, en una esquina oscura. Dejó la botella sobre la mesa que había a su lado y se quedó mirando a los ocupantes de ésta, como con la esperanza de que ellos le ofrecieran alguna respuesta.
Puede que a Nick no le pareciera muy normal lo de la cerveza, pero a él le importaba un rábano que una despistada se hubiera colado en el club Thunderbird por la noche. Sola. Dio un largo trago a su propia botella de cerveza y volvió a mirarla, al tiempo que el discjockey ponía una canción de Van Halen.
Aunque la rodeaba una cierta aura de tristeza, sus ojos no parecían turbados. El vestido no ocultaba las exquisitas curvas de sus pechos y sus caderas, y sus tobillos eran lo suficientemente delicados como para hacer que cualquier hombre deseara acariciarle los pies y subir hasta llegar al vértice de sus piernas. Puede que algunos hombres interpretaran su actitud ausente y femenina como un comportamiento desafiante. Nick mismo debía reconocer que sentía cierta curiosidad, aunque no la suficiente como para hacer nada al respecto.
No tendría que salir sola del club. Él la había visto primero, pero seguro que habría otros chicos preparados para la cacería.
En efecto, un segundo después un tipo se abrió paso entre la multitud que se agolpaba en el bar y se dirigió a su mesa.
Ella denegó con la cabeza educadamente y el cazador se marchó; pero no tardó en llegar un segundo. De nuevo denegó con la cabeza, tras lo cual se levantó de la banqueta. Entonces, después de saludar a otra mujer, pasó por delante de Nick y avanzó hacia la salida. Este no pudo evitar reparar en la suave fragancia de ella, pues era muy diferente a los aromas de las colonias y de la cerveza que ambientaban el bar por lo general.
Supuso que se había marchado y se encogió de hombros, satisfecho: ella no encajaba en el club. Sin embargo, por el rabillo del ojo, observó que la mujer estaba dando vueltas de un lado a otro, delante de la entrada. El segundo hombre que se había dirigido a ella debió de darse cuenta también, pues volvió a aproximársela.
Nick dio otro trago de cerveza y procuró fijar su atención en el resto de la gente del bar. No era asunto suyo. El no trabajaba de gorila, echando del bar a los clientes que se emborrachaban demasiado y se ponían pesados. Ya no. Ya no lo necesitaba.
Ahora tenía otros quebraderos de cabeza, asociados con la dirección de un próspero negocio de venta de automóviles.
A pesar de lo alta que sonaba la música, le fue imposible no oír el diálogo que tenía lugar al otro lado de la puerta:
—Entra y baila conmigo —dijo el cazador.
—No, gracias. Me apetece tomar un poco el aire —replicó con una voz tan suave como el cachemir.
—Deja que te invite a otra cerveza.
—No tengo ganas.
—Si quieres estar tranquila, puedo llevarte a algún otro sitio.
—No, yo…
—Vamos. Tengo la impresión de que te apetece pasar un buen rato; yo soy el hombre adecuado para…
Nick dejó su cerveza y exhaló un profundo suspiro mientras salía del club. El cazador seguía flirteando, pero Nick no le prestó atención; sí miró en cambio a los ojos, grandes y azules, de aquella mujer. Sus miradas se cruzaron y Nick sintió un hormigueo en su interior que le recordó a su Harley.
—¿Quieres algo? —le preguntó el otro tipo a Nick, al advertir la presencia de éste.
—Tomar el aire —contestó Nick, acercándose a ambos para apoyarse sobre la pared del edificio.
—¿Y tienes que tomarlo aquí? —preguntó el otro, con el ceño fruncido.
—Sí —Nick se encogió de hombros.
—Mira, estamos intentando hablar en privado, así que…
—¿Interrumpo? —le preguntó Nick a la mujer.
Ésta lo miró con cautela y Nick esperó, consciente de que su aspecto no inspiraba demasiada confianza. Siempre le decían que llevaba el pelo demasiado largo. Y tenía un pendiente en una oreja. Le gustaba mucho su chaqueta negra de cuero y, cuando no la llevaba, la serpiente que tenía tatuada tampoco resultaba tranquilizante.
Nick pensó que aquella mujer parecía de las que se desmayarían del susto nada más ver el tatuaje.
—No, no interrumpes en absoluto —contestó por fin la mujer.
—Me largo —murmuró entonces el cazador, tras una breve pausa. Ella suspiró aliviada al verlo alejarse.
—¿Por qué no te vas a casa? —le preguntó Nick a ésta.
—He venido con una amiga del trabajo. Se lo está pasando bien y no quiero cortarle la diversión —explicó después de vacilar unos segundos—. Tenía buena intención, invitándome aquí —añadió con una sonrisa reservada.
—Pero tú no encajas aquí —observó Nick, sin temor a equivocarse.
—Para nada. Ni después de tres cervezas —respondió con desenfado—. No debía haber bebido tanto —añadió, llevándose una mano a la cabeza.
—¿Te encuentras mal?
—No mucho. Pero necesitaba airearme un poco.
Nick la miró y, de alguna manera extraña, sintió que conectaban. Quizá se debiera a que él tampoco encajaba ya en el club Thunderbird.
—¿Te apetece pasear? Hay una zona tranquila un par de calles más allá.
—No creo que deba —contestó ella, sin saber si podía fiarse de Nick—. Sherry se extrañaría si me ausento demasiado tiempo.
—No puedo ofrecerte llevarte a casa —comentó él, tras encogerse de hombros—, a menos que no te importe montar en moto.
—No creo que lleve la ropa más adecuada —respondió después de mirarse la falda. Luego inclinó la cabeza hacia un lado y se quedó pensativa—. ¿Sabes? Nunca he montado en moto —confesó.
Nick estaba a gusto… y extrañado. Había susurrado lo de la moto como si le hubiera confesado sus medidas. La miró sin descaro y pensó que no le costaría adivinar dichas medidas. Su cuerpo era una cosita de lo más golosa. Quizá fuera mejor que lo ocultara bajo aquella blusa larga y amplia de lo contrario, podría provocar muchos problemas.
—¿Quieres verla?, ¿mi moto? Mirarla no te hará daño.
—¿Qué haces aquí esta noche? —replicó ella, lanzándole una mirada curiosa.
—Estaba aburrido —contestó, encogiéndose de hombros, al tiempo que arrancaba en dirección a la moto—. Últimamente he estado trabajando demasiadas horas… Normalmente cuido de mi sobrino los viernes y los sábados por la noche; pero mi hermana y mi cuñado se lo han llevado fuera de la ciudad este fin de semana.
Se habría dejado cortar la melena antes de reconocerle a su hermana, Maddie, que echaba de menos no tener al pequeño para entretenerse con él. ¿Cuándo se había vuelto tan casero? Definitivamente, tenía que acostumbrarse a salir más.
—¿Cuántos años tiene?
—Cuatro. Se llama Davey.
—Casi una manita.
—Sí —Nick sonrió—. Aquí está —se detuvo cuando llegaron a la moto.
—Grande, negra y apuesto a que ruidosa —comentó ella. Nick asintió y se presentó:
—Me llamo Nick.
—_____ Russell.
—No eres de aquí, ¿verdad?
—No. Soy de Carolina del Sur. Creo que se nota mucho en mi acento… Es bonita —añadió _____, cuyos ojos parecían realmente fascinados con la moto.
—Puedes tocarla. No muerde.
—Eso se lo dirás a todas —replicó, mirándolo de reojo.
Una broma inesperada, coqueta casi. Nick intuyó que no era normal en ella y sintió un sofoco repentino mientras la miraba tocar el manillar.
—¿Hace mucho que la tienes? —preguntó _____.
—Ésta, desde hace dos años.
—¿Has tenido otras? —pasó la mano por el lateral de la moto y el corazón de Nick dio un desconcertante vuelco.
—Sólo he conducido motos desde que me saqué el carné.
—¿Nunca has tenido un coche? —le preguntó, mirándolo fijamente.
—Acabé comprándome uno hace dos años; pero no suelo usarlo —contestó. Nick recordó el voto que había hecho de pequeño, en Cherry Lane. Aunque no había sido fiel a las motos sólo por aquella promesa; simplemente, le gustaban.
—¿Y qué pasa cuando llueve?
—Me mojo o llevo chubasquero.
—¿Y si nieva?
—Eso ya es más peliagudo —reconoció Nick, esbozando una ligera sonrisa.
_____ paseó la mano por el asiento de la motocicleta. Parecía que estuviera explorando algo prohibido.
—¿Te importa arrancarla?
Lo había preguntado en un tono que a Nick le resultó casi seductor, sexual; aunque sabía que no había sido ésa la intención de _____.
—No, no me importa —respondió por fin. Sacó una llave de su bolsillo, se montó en el asiento y arrancó la motocicleta—. ¿Quieres sentarte?
—¿Seguro que no pasará nada? —preguntó después de dudar unos segundos. Una mirada aventurera resplandeció en sus ojos.
—Seguro —afirmó Nick. Luego la ayudó a sentarse. _____ permaneció sentada un momento sobre la moto, en marcha; después miró a Nick y sonrió. Una auténtica sonrisa. Nick nunca había visto una sonrisa semejante y a fe que le había gustado. La expresión de _____ reflejaba una mezcla de asombro y dulzura que lo perturbó mucho más que cualquier proposición descarada que pudiera jamás recibir.
—¿Vibra tanto cuando la conduces? —le preguntó, alzando la voz sobre el ruido del motor.
—No —denegó con la cabeza—. En realidad parece que estás volando… Tengo dos cascos —añadió al notar que _____ sentía cierta tentación.
—No debería.
—No saldremos de la carretera que rodea el aparcamiento.
_____ miró con deseo la motocicleta. Nick no quiso presionarla ni venderle lo agradable que sería estar con él. No quería comportarse como los otros tipos que se habían acercado a ella antes.
—¿Seguro que no saldremos de esa carretera? —quiso asegurarse _____, después de mirar alrededor—. ¿No iremos a ningún otro sitio?
—A ninguno —le prometió. Nick sintió que de nuevo lo estaba tanteando; que se estaba fijando más en él que en la motocicleta—. ¿Es por la chaqueta?, ¿por el pelo?
—No estoy segura —contestó tras pestañear. Sus mejillas se habían sonrosado—. Tú no eres como los demás hombres que he visto aquí esta noche.
Pero podía serlo; de hecho, lo había sido en ocasiones. Podía haber intentado cazarla; pero la veía tan frágil que debía actuar con cuidado. Una vez más, prefirió no forzarla.
_____ miró la moto y luego a Nick, hasta que, por fin, sonrió confiada:
—¿Puedes darme una vuelta despacito?
—Échate para atrás y agárrate a mí —dijo Nick mientras tomaba asiento, después de ponerle un casco en la cabeza.
Se subió la falda hasta las rodillas para que no se arrugara y luego, tímidamente, puso las manos sobre los costados de Nick.
Éste sonrió. En cuanto pisó un poco el acelerador, _____ lo abrazó con fuerza y se aplastó contra su cuerpo. Nick notaba el contacto de sus pechos contra la espalda, sus delicadas y exquisitamente cuidadas manos aferrándose a él, sus muslos tensos en la cintura… y no pudo evitar pensar en otra escena diferente e imaginársela desnuda, sentada encima de él a horcajadas, con los ojos iluminados por esa chispa aventurera, y los pechos moviéndose arriba y abajo, mientras él dirigía las caderas de _____ para situarla… Se excitó.
Suspiró con disimulo, siguió respirando lentamente y le dio a la mujer lo que quería: sólo un paseo despacito. Recorrió la calle de un extremo a otro un par de veces y se paró de nuevo.
—¡Qué gozada! —exclamó ella sin aliento—. Ha sido divertidísimo. Gracias… Me siento como una niña pequeña: ¿me puedes dar otra vuelta? —añadió sonriente.
—Si quieres, te acerco a casa —le ofreció.
—¡Dios!, ¡tengo que estar loca! —exclamó con los ojos bien abiertos, después de un largo silencio.
—¿Por qué?
—Porque me lo estoy planteando.
—Deberías avisar a tu amiga. Dile que te vas con Nick Palmer —comentó éste mientras avanzaban hacia la entrada del club Thunderbird. Luego, después de bajarse de la moto, la ayudó a que descendiera también ella. Le quitó el casco y resistió el deseo de rozar su cabello despeinado. Parecía suave. Los ojos le relucían con un brillo que casi, casi expresaba temeridad. Tendría que tener tacto con ella—. ¿Estás segura?
—No, pero voy a hacerlo de todos modos —respondió, justo antes de meterse en el club. Regresó un par de minutos más tarde y extendió una mano inmediatamente, solicitando su casco.
—¿Has hablado con tu amiga?
—Sí, ¿podemos irnos?
Era como si tuviera prisa y estuviera huyendo de algo. Nick se preguntó de qué. Quizá pudiera preguntárselo más adelante.
—¿Dónde vives? —le preguntó. _____ respondió mientras montaba de nuevo junto a él—. ¿Vamos directos o prefieres que demos una vuelta más larga? —le propuso, después de girarse para poder mirarla a la cara.
—¿Cuántos accidentes de tráfico has tenido? —replicó _____, cerrando los ojos como si estuviera esforzándose por no hacer una locura.
—Ninguno en los últimos tres años. Antes de eso, demasiados.
—¿Te hiciste mayor?
—Precavido —Nick sonrió—. Iré con cuidado —le aseguró.
—No puedo creerme que esté haciendo esto —murmuró después de suspirar profundo—. Mejor damos una vuelta —respondió con gran resolución.
—Sólo se vive una vez —comentó Nick, asintiendo con la cabeza a modo de aprobación.
—Lo sé —dijo ella, cuyos ojos se ensombrecieron emocionados.
Aquella súbita expresión multiplicó el misterio de _____, las preguntas que Nick habría querido hacerle; pero las aplazó para otro momento y decidió centrarse en la carretera y en la vuelta que le había prometido.
Nick condujo durante un buen rato y _____ disfrutó cada segundo. El viento parecía haber borrado de un soplo su tristeza. Era mucho mejor que montar en una atracción de Disney World, porque el paseo en moto no se terminaba nunca. Seguía y seguía sin descanso.
De repente se sentía liberada, como si hubiera traspasado una barrera que la hubiera estado oprimiendo. La sensación de libertad era mareante y, en esos momentos, los únicos puntos de referencia estables eran la potente y vibrante moto sobre la que estaba montada y el no menos potente hombre que le estaba dando el paseo de su vida.
Aspiró su aroma varonil y se fundió con la fortaleza de su espalda. Podía contarle las costillas con los dedos y sentir los latidos de su corazón con la palma de la mano. El viento era frío y ella habría necesitado algo con que abrigarse de no ser por el calor que desprendía el cuerpo de Nick. Los pechos se le aplastaban contra su espalda y el trasero de él estaba situado justo entre sus muslos separados. Era una locura perturbadora que la estaba haciendo temblar: hacía un año que no estaba tan cerca de un hombre.
Durante esa última hora había dejado de ser una profesora de Historia en la Universidad de Salem. Por primera vez desde hacía demasiado tiempo, no se sentía vacía ni perdida, sino emocionada, muy emocionada, y ella siempre había sido una mujer muy serena, desquiciantemente práctica y conservadora, incapaz de abandonarse a sus impulsos.
Pero las cervezas y el paseo en moto habían destapado su imaginación: en otros tiempos, Nick podría haber sido un fugitivo que aparecería por sorpresa con su caballo negro. Juntos habrían cabalgado a velocidad de vértigo por las calles oscuras y el miedo y la emoción la habrían dejado sin respiración… En esa fantasía, ¿la estaría secuestrando o rescatando de algún peligro?
Al ver que se acercaban al barrio en que vivía, regresó de golpe a la realidad. El estómago le hacía cosquillas y deseó que el paseo hubiera sido infinito. Finalmente, Nick giró por una última esquina y se detuvo frente a la casa de _____. Después de parar el motor, permanecieron sentados en silencio durante varios segundos.
—¿Sigues ahí? —le preguntó él después de quitarse el casco.
—Estoy alucinada.
—¿Y eso es bueno o es malo? —preguntó con desenfado, después de bajar de la moto, mirándola fijamente a los ojos.
—No lo sé; pero el paseo ha sido maravilloso —respondió. Nick torció los labios mientras le quitaba el casco con delicadeza. Luego le tomó una mano, la ayudó a bajar de la moto y _____ estiró las piernas en un movimiento mecánico para poder mantenerse en pie. Las rodillas le temblaron—. ¿Será posible? —se dijo en voz alta, avergonzada, agarrándose a Nick instintivamente.
—¿Te fallan las piernas? —preguntó él en tono divertido—. Me siento halagado.
—No es por ti —se apresuró a asegurar. Pero tal vez no fuera verdad del todo. Se sonrojó—. Es que mis piernas no están acostumbradas a montar en moto.
—Era broma, _____.
Se agarró a los brazos de Nick, aliviada porque éste la estuviera sujetando, suspiró profundamente y lo miró: sus ojos parecían sinceros y caballerosos, lo cual contrastaba con el pendiente de su oreja y su pelo largo. Si hubiera vivido en otra época, habría sido un fugitivo con corazón.
—Ah… —fue todo lo que acertó a decir. «¡Profundo comentario!», pensó contrariada. Si sus piernas no le hubieran flaqueado tanto, se habría dado una patada como castigo.
—Espera. Te acompaño a la puerta —dijo él.
Mientras avanzaban hacia el pequeño porche de su casa, _____ pensó que Nick estaba siendo increíblemente cortés e intentó despejar su cabeza. Logró sacar la llave de la puerta e introducirla en la cerradura.
—¿Te apetece un café? —le ofreció, como persona de buenos modales que era, mientras empujaba la puerta.
—No, yo…
—O un refresco. También tengo té helado y puede que algo de vino…
—Déjalo, de verdad. Me vuelvo a casa —rechazó Nick.
_____, que por fin había recuperado la estabilidad suficiente para mantenerse en pie por sí sola, sintió un cúmulo de emociones: él la había sacado del pozo de tristeza en que se hallaba y ahora no sabía qué hacer.
—Tengo que darte las gracias —dijo por fin; pero no le sonó convincente—. Hacía mucho que no me sentía así.
—Así, ¿cómo? —le preguntó. Sus ojos negros le brillaron con una chispa de humor—. ¿Alucinada?
—No, viva —denegó con la cabeza y se prometió que nunca más volvería a beberse tres cervezas. Se sentía emotiva, impulsiva y tentada a dejarse llevar por los temerarios pensamientos que se le agolpaban en la cabeza.
No estaba segura de si era la cerveza, el paseo en moto o la mezcla de caballerosidad y peligro que intuía en Nick Palmer lo que la había hecho rebasar el límite… Quizá fuera que esa noche se cumplía un año del accidente que había acabado con la vida de su marido, dejándola sola entre el resto de los mortales… Las palabras de Nick resonaron en su cabeza: «sólo se vive una vez».
De repente se rebeló contra la vida tan programada que llevaba. Se inclinó y le dio un beso en la comisura de sus labios:
—¿Te importaría volver a secuestrarme alguna vez más? —le pidió.
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Mensaje por cookies_love Miér 03 Jul 2013, 4:46 pm

Capítulo 2


—Pareces diferente esta mañana —comentó Sherry Kiggins al ver a ______.
Efectivamente, ______ se sentía diferente. Se había levantado decidida a no seguir vistiendo de negro. Sentía como si hubiera estado metida en una cueva y hubiera aspirado un primer soplo de aire fresco que la había revitalizado.
—Gracias —respondió, sonriendo para sí, mientras se sentaba para asistir a la reunión matutina de la facultad.
—No harías nada que yo no hubiese hecho con el hombre con el que te fuiste anoche, ¿no? —Sherry la miró, intentando descifrar el enigma de aquel cambio en su amiga.
—Sólo montamos un rato —______ suspiró. El recuerdo de la noche anterior era como una fotografía poco enfocada, brumosa por las esquinas.
— ¿Montasteis? —preguntó Sherry, enarcando las cejas.
—En su moto —aclaró ______, que se obligó a no pensar en las fantasías a las que se había entregado durante aquel paseo, pegada a la espalda de Nick. Por suerte, estaba a salvo: nadie más que ella sabía de aquellas fantasías—. Fue divertido.
—Me parece perfecto que te diviertas, pero me enteré de ciertas cosas sobre Nick Palmer después de que os marcharais —arrancó Sherry—. Ha tenido algún problema que otro con la ley, las mujeres que lo conocen dicen que es indomable y, además, solía ganarse la vida como gorila de clubs y discotecas… No es tu tipo —sentenció.
Mientras asimilaba la información que acababa de recibir sobre Nick, el resto del profesorado de la Universidad de Salem entró en la sala de reuniones. ______ se acordó de su difunto esposo y sintió una mezcla de emociones contradictorias.
—Cuando le dije que era profesora, él dijo que llevaba un negocio de coches de importación —murmuró. Luego lanzó una mirada intrigada a Sherry—. No sabía que tuviera un tipo de hombre.
—Ya lo creo que sí —aseguró la amiga, convencida—. Tu hombre ideal tiene que ser educado, conservador en política, un hombre de trato agradable que invierta en acciones de poco riesgo y amante de la música clásica.
—¿De dónde te sacas todo eso? —______ parpadeó—. Suena como si pudiera elegir a mi pareja mirando en un catálogo.
—El otro día me compré un CD—ROM que se encarga de buscar a la pareja ideal a partir de un cuestionario con las características personales de cada uno —comentó Sherry con una sonrisa traviesa.
—Si tu análisis es correcto, ¿por qué demonios me llevaste anoche al club Thunderbird? —preguntó ______, después de dar un suspiro. Al fin y al cabo, a Sherry siempre se le habían dado muy bien los ordenadores—. No pensarías que iba a encontrar a ese tipo de hombre en un sitio así —añadió en voz más baja, consciente de que había varias personas mirándola.
—Lo de anoche no fue una salida en serio —respondió Sherry—. Necesitabas un cambio; dicho en términos informáticos, tenías que reinicializarte.
Reinicializarse… ______ se quedó pensativa. En menos de dos horas, Nick Palmer le había cambiado todos los esquemas, de arriba abajo y de dentro a afuera. Si eso no era reinicializarse…
Indomable, problemas con la ley, un gorila.
______ repasó una segunda, tercera y cuarta vez su salida con Nick Palmer y decidió no volver al club Thunderbird.
Cada vez que pensaba en aquella noche, se aceleraba; pero ______ había recibido una educación para que fuera precavida y sensata. Era verdad que sólo se vivía una vez; «pero si se quiere vivir mucho tiempo», razonó, «conviene no exceder ciertos límites».
De nuevo inmersa en su antigua monotonía, tomó una cena ligera, echó un vistazo al periódico y luego hizo un poco de punto mientras miraba el telediario. Para llenar el silencio que sobrevino cuando apagó el televisor, puso uno de los compactos de música clásica de su marido, Charles, y esperó a que la música surtiera su mágico efecto.
Estaba que se subía por las paredes… Pero no pasaba nada, se dijo. Si estaba un poco inquieta, bastaría con hacer un poco de ejercicio para desfogarse. Puede que se apuntara al gimnasio de la universidad.
Entonces pensó que hasta su madre llevaba una vida mucho más emocionante que la suya. Irritada, prefirió desestimar tal posibilidad.
Sin embargo, no podía dejar de sentir la necesidad de hacer algo diferente. Su marido había sido su mejor amigo desde la infancia y ella se había pasado la vida tratando de convertirse en la mujer que más y mejor pudiera complacerlo. La discreción en su forma de vestir, la decoración de la casa, sus inversiones en fondos de poco riesgo, hasta el color de sus uñas, todo era un reflejo de los gustos de Charles.
En una de esas noches interminables, ______ dejó las agujas de hacer punto, se miró las uñas y frunció el ceño: ¿qué tal les sentaría un rosa vivo? Luego murmuró algo, disgustada por aquella idea arrebatada. ¿Por qué no podía seguir siendo la mujer equilibrada de siempre?, ¿por qué se sentía tan insatisfecha? Un paseo en moto no podía haberla afectado tanto.
Por otra parte, había llegado a la conclusión de que Nick Palmer sería lo suficientemente inteligente como para haberse olvidado de una recatada profesora de Historia, y trató de convencerse de que se sentía aliviada por ello.
Hasta que oyó el inconfundible ruido de una moto que pasaba por su calle.
El corazón se le disparó.
Oyó que la moto se detenía frente a su porche y se quedó sin respiración. ¿Qué podía hacer? El timbre de la puerta sonó y el cerebro se le quedó atascado. Permaneció de pie, incapaz de moverse, mirando hacia la puerta.
El timbre volvió a sonar y ______ se acercó a la puerta. Guiñó un ojo y vio a Nick Palmer al otro lado de la mirilla. Intentó serenarse y cuando oyó que el timbre sonaba por tercera vez, abrió de inmediato la puerta, aunque no logró articular palabra una vez que se halló frente a Nick.
Llevaba una chaqueta de cuero negro y unos vaqueros que le sentaban muy bien. Él le lanzó una mirada fogosa, recorriéndola de pies a cabeza, y ______ sintió como si hubiera estado demasiado tiempo tomando el sol.
—Me hiciste una propuesta que no podía rechazar —habló él, al tiempo que esbozaba una sonrisa malévola.
______ tragó saliva y se cruzó de brazos para que no se notara que le temblaban las manos. Parecía más alto que la otra noche. Más grande. Más peligroso…
—Mi propuesta —repitió ella.
Nick se acercó y ______ volvió a aspirar la fragancia de su aroma varonil; un aroma que le recordó la sensación de notar el viento fresco contra la cara mientras iba en moto.
—Sí, tu propuesta… Me pediste que volviera a secuestrarte alguna vez —le recordó.
—Eso dije, ¿verdad? Es increíble lo que pueden hacer tres cervezas —acertó a comentar con un hilillo de voz. Se aclaró la garganta y se preguntó cómo era posible que la palabra «secuestrar» sonara tan sugerente puesta en boca de Nick—, Pasa, te invito a una limonada —añadió, dándose media vuelta inmediatamente para correr hacia la cocina.
Abrió la nevera y metió la cabeza dentro, con la esperanza de que el frescor interior despejara la confusión de su cerebro. Varios segundos después, sacó el refresco y se lo ofreció.
—Yo no soy la mujer de la otra noche —prosiguió ______.
—¿Quién eres entonces? —le preguntó, apoyándose en la pared.
—Pues… quiero decir que no suelo ser tan impulsiva —respondió algo desconcertada—. Normalmente me pienso mucho más todas las cosas.
—Entiendo —Nick le dio un buen trago a la lata de limonada. ______ se quedó fascinada mirándole el cuello, viendo cómo bajaba el refresco por su nuez. Nick se secó la boca con un dedo y ella recordó el beso que le había dado en la comisura de los labios. El corazón le dio un vuelco—. Llevas la ropa adecuada para que te secuestre… Sólo tienes que ponerte una chaqueta y unos zapatos —añadió, después de radiografiarla con la mirada.
Sin duda, se trataba de un hombre peligroso; pero ______ intuía algo que la hacía confiar en él. Se mordió un labio y trató de aclarar sus ideas.
—No estoy segura de que sea una buena noche para secuestrarme.
—¿Necesitas una luna llena? —Nick enarcó una de las cejas.
—Es que… —lo que necesitaba era valor. O locura. De todos modos, cuando Nick se acercó a ella y le rozó un mechón del pelo, se sintió incapaz de terminar la frase.
—¿Te arrepientes de haber montado conmigo en moto la otra noche?
—No —le aseguró de inmediato—. Fue maravilloso.
—Entonces, simplemente no estás segura de querer repetir —retiró la mano del pelo de ______ y la miró a los ojos.
Ella sintió una terrible dentellada en el estómago. A pesar de que su instinto le decía que podía fiarse de Nick, no podía librarse de ciertos recelos. Además, llevaba tanto tiempo encerrada en sí misma, sin vivir realmente, que se sentía como una colegiala novata.
Nick debió de leerle el pensamiento. Permaneció de pie un par de segundos más, como dándole tiempo a que se decidiera y ______ sintió que aquellos segundos se estiraban indefinidamente. Cerró los ojos dubitativa y cuando volvió a abrirlos, estaba sola.
Nick tenía ganas de darle un puñetazo a la ventana de su despacho. Los clientes le resultaban pesados, los mecánicos no paraban de molestarlo y, aunque no quería admitirlo, estaba agobiado. Y el motivo de su agobio hizo que golpeara la mesa de su despacho.
No comprendía cómo podía estar de mal humor por culpa de una mujer, una que ni siquiera era de su misma onda y que nunca lo sería. Había sido amigo de muchas mujeres y había salido con unas cuantas; pero jamás en su vida se había pasado los días y las noches pensando en ninguna de ellas, exceptuando aquélla que le había roto su primera moto.
Las mujeres siempre querían que él se comprometiera en una relación seria, o acabar casándose incluso. Querían a un hombre que sirviera para encajar con el modelo aceptado de respetabilidad. La mera idea de intentar imaginarse sometido a ese molde le provocaba náuseas, de modo que Nick había decidido no involucrarse nunca demasiado.
Sobre todo, procuraba mantenerse alejado de cualquiera que llevara ropa de mujer de negocios y de las que tenían demasiados títulos y diplomas a sus espaldas. Eran dos señales evidentes de que el mundo de Nick no tenía cabida en el sistema solar de ellas. La única vez que se había relacionado con una mujer de esas características su ego había salido resentido; pero no su corazón, en absoluto.
Nick había aprendido que las mujeres eran un misterio, a veces gozoso, pero siempre temporal.
Entonces, ¿por qué seguía pensando en ______? Ella no era adecuada para él, ni siquiera como relación transitoria. Era convencional, sumamente prudente y carecía de imaginación y espíritu aventurero.
Nick recordó el brillo de sus ojos y cómo se había agarrado a él. Y recordó también el tono ronco, excitado y sexy de su voz, el suave y fugaz roce de sus labios contra su boca.
Pensó en la indecisión que había notado en su rostro justo antes de salir de su casa y gruñó disgustado. No debería estar pensando en ella.
—Señor Palmer —una voz lo llamó al otro lado de la puerta.
—¿Qué? —respondió después de suspirar y abrirle la puerta a su gerente, Rick.
—Hay una cliente que insiste en hablar con usted.
—¿Cuál es el problema, Rick? —preguntó Nick mientras se mesaba el pelo. Otro cliente pesado…
—No sé —Rick se encogió de hombros—. Sólo le hemos cambiado el aceite, pero ella dice que tiene que preguntarle una cosa.
—¿Está enfadada por algo? —Nick frunció el ceño.
—No —Rick denegó con la cabeza—. Simplemente no para de repetir que quiere hablar con usted.
—Está bien. Dile que pase —se resignó. Un incordio más en un día para olvidar. Creía que la cabeza acabaría estallándole. Se giró para mirar por la ventana y contempló la posibilidad de irse de acampada el fin de semana siguiente. Necesitaba librarse de la oficina, de aquellos pensamientos que lo estaban…
—¿Nick?
La voz lo dejó paralizado. Era la misma voz suave y sexy que había excitado su libido y se había metido en su cabeza de manera obsesiva. ______. Se dio media vuelta y la miró con atención: llevaba una falda larga y una blusa, discreta y femenina. Su madre aprobaría la elección de tal conjunto… ¡Hasta su abuela la aprobaría!
Llevaba el pelo recogido por detrás, pero se le habían escapado un par de rizos rebeldes. Las mejillas se le habían encarnado. Nick se preguntó por qué.
—Dígame, señora —respondió por fin—. Me han dicho que quería usted verme.
—Cierto —______ sonrió—. He venido a cambiarle el aceite al coche. Sus empleados han sido muy amables.
—Me alegra que esté contenta —dijo con un tono distante que la hizo sentirse un poco incómoda.
______ dejó de mirarlo y desvió los ojos hacia la mesa de la oficina.
—Me preguntaba… —arrancó. Pero se detuvo en cuanto volvió a mirarlo a la cara. Estiró la mano y le rozó con delicadeza la mejilla. Sus dedos eran tan delicados como las alas de una mariposa y toda ella estaba revestida de la misma fragilidad. Era amable y los ojos le brillaban con una mezcla de curiosidad y sensualidad—. ¿Qué te ha pasado? —añadió al ver un corte que tenía Nick en el cuello.
Éste se preguntó por qué le latía el corazón tan rápido. Debía de haber tomado demasiado café ese día.
—Sólo es un rasguño —respondió, encogiéndose de hombros—. Me lo hice esta mañana al afeitarme. Ha sido uno de esos días.
—¿Un día duro?
—Sí —contestó—. ¿Quieres hacer algo para arreglarlo? —añadió sorprendido.
Los ojos de ______ se agrandaron, luego miró hacia abajo y Nick supuso que habría asustado u ofendido a la pulcra señorita ______. Ésta respiró profundamente y luego lo miró a la cara.
—Tal vez —contestó. Nick sintió un pinchazo de excitación y sorpresa. Aquella mujer era un enigma: tan pronto actuaba con timidez como se mostraba lanzada un segundo después—. ¿Quieres venir a mi casa a cenar?
—¿Estás segura de que no vas a cambiar de opinión? —preguntó, de nuevo sorprendido.
______ rió y su risa rozó los oídos de Nick como si de una caricia se tratara.
—En absoluto: supongo que cambiaré de opinión una docena de veces durante la siguiente hora; pero la cena será a las seis y media.
Nick pensó que era una mujer un tanto alocada; pero sentía cierta curiosidad. Además, sólo se trataba de cenar, lo que, por otra parte, le ahorraría tener que cocinar o comprar cualquier cosa en algún restaurante de comida rápida.
—De acuerdo —aceptó—. ¿Hace falta que lleve algo?
—Con que te lleves a ti mismo es suficiente —______ se puso firme y sonrió—. Bueno, tampoco te olvides de tu moto.
______ se había equivocado: no cambió de opinión una docena de veces durante la siguiente hora, sino tres docenas de veces. Cuando el timbre de la puerta sonó a las seis y veinticinco, el corazón se le subió a la garganta. No había ningún motivo para que perdiera la compostura, se dijo mientras se dirigía a la puerta. Sólo era una cena y él sólo era un…
______ abrió la puerta y el corazón le dio un nuevo vuelco. Sólo era un hombre, se dijo. ¡Pero menudo hombre! No entendía cómo podía resultar tan… Buscó en su aturullada cabeza un adjetivo que lo describiera con precisión; pero no logró encontrar la palabra adecuada. Sus ojos negros destelleaban con una mezcla de atracción y perversión; ______ no sabía qué la afectaba más.
—¿Me dejas pasar? —preguntó Nick.
—Sí, claro. Perdona —dijo echándose a un lado, cuando se dio cuenta de que estaba bloqueando la entrada. Se puso colorada—. La cena está lista. Pollo en pepitoria.
—Huele de maravilla —comentó después de olfatear—. Y seguro que sabe mejor todavía.
—Eso espero —murmuró sin apenas voz. La cocina se le daba bien, pero había estado tan distraída mientras preparaba la cena que no estaba segura de no haberse olvidado de algún ingrediente importante—. ¿Me dejas tu chaqueta?
—Tendrás que ponerte a la cola —contestó Nick, mirándola divertido—. Son muchas las personas que me han pedido esta chaqueta. La llevó Evel Kneivel.
______ miró la gastada chaqueta de cuero con atención y se encogió de hombros, confundida.
—¿No pudiste encontrar una nueva que te gustara?
—No, profesora ______ —Nick sonrió—. Evel Kneivel fue un especialista de escenas peligrosas en motocicleta. Esta chaqueta es un artículo de coleccionista. Soy un poco posesivo con ella.
—Ah —dijo ______—. Algo así como las joyas de la Reina Victoria, pero más contemporáneo.
—Sí —contestó Nick después de una breve pausa—. Algo así.
Entraron en el salón. Nick tomó un vaso y le dio una toba para hacer sonar el cristal.
—Buena cristalería —prosiguió éste—, ¿Haces esto a menudo?
—No —______ prefirió no mirarlo a la cara—. En realidad hace bastante que no cocino en serio.
—¿Cómo es eso?
—No había invitados —se encogió de hombros. Notó que la mirada de Nick la instaba a ser más explícita—. El año pasado murió mi marido.
—No es posible —Nick pestañeó—. No pareces lo suficientemente mayor como para ser viuda; aunque ahora que lo pienso, mi hermana perdió a un novio cuando tenía tu edad más o menos.
—Nunca pensé que me pasaría a mí; pero así fue. El caso es que hace bastante que no hago este tipo de cosas.
—¿Este tipo de cosas?
—Bueno, cenar con un hombre… que no sea mi marido —aclaró, aunque en seguida deseó haberse callado. Nick pensaría que estaba desesperada.
—¿Hace cuánto exactamente?
—Unos siete años —admitió a regañadientes.
—Debes de haberte casado muy joven —comentó Nick, después de dar un silbido.
—Sí, nada más salir de la universidad. Él era mi vecino. Nos conocíamos desde el jardín de infancia, íbamos juntos a pescar… Tengo mi propia caña —añadió, al tiempo que lo invitaba a tomar asiento con un gesto de la mano, con la esperanza de cambiar de tema.
—Seguro que otros hombres te han pedido salir después de que tu marido falleciera —insistió Nick.
—Sí —______ asintió, sirvió vino para los dos y dio un sorbo a su vaso—, Pero no era el momento oportuno.
—¿Y por qué yo?
Sintió un cosquilleo en el estómago. Nick había usado un tono de voz demasiado sugerente, demasiado seductor. Pensó en por qué lo había elegido a él y se sonrió:
—El otro día me encontré con una cita que no se me va de la cabeza: si quieres sentirte más viva, haz una cosa que te asuste todos los días —lo miró a los ojos—. Y tú me das miedo.
—¿De veras? —enarcó una ceja—. Bueno, señorita ______, ¿qué tienes pensado hacer conmigo hoy?
—Alimentarte —respondió tras desechar otras posibilidades más atractivas y arriesgadas—. Voy a alimentarte.
Después de la cena, la llevó a dar un paseo en moto.
A Nick le gustaba la manera en que el cuerpo de ______ se ceñía al suyo, cómo se apretaba a él cada vez que tomaban una curva un poco cerrada. Cuando pararon frente a su casa, parecía extasiada.
—Tienes el gusanillo —le dijo mientras la ayudaba a bajar de la moto.
—¿El gusanillo? —dejó que Nick le quitara el casco.
—El gusanillo de montar en moto. Lo llevas dentro, en la sangre. Dentro de poco irás en moto a trabajar con una chaqueta de cuero.
—No lo creo —comentó, después de imaginarse esa situación—. Supongo que el decano de la universidad prefiere que sus profesores den una imagen distinta.
—¡La imagen!, ¡guau! —exclamó Nick, con sarcasmo—. Tiene que ser una carga terrible estar preocupándose todo el rato por la imagen… Tengo la sensación de que has llevado una vida muy sosegada, ______.
—Es posible —confesó ella.
—Nunca has fumado, ¿verdad?
—Bueno, le di una calada a un cigarro en el instituto; pero no me gustó.
—Claro, claro. Además, ¿cómo ibas a sobrevivir a tamaño escándalo?
—Te estás burlando de mí —contestó mientras avanzaban hacia el porche de su casa.
—Pero sólo un poco. Seguro que nunca te han multado por exceso de velocidad.
—Nunca —reconoció—. Pero no porque no haya rebasado el límite.
—¿Alguna vez te has quitado la ropa y te has bañado desnuda en la playa por la noche?
—No —concedió.
Llegaron al porche. ______ apoyó la espalda contra la puerta y se quedó mirando a Nick, el cual advirtió cierta curiosidad en dicha mirada. Lo halagaba lo atraída que ella se sentía hacia él, y le gustaba la idea de ayudarla a romper con sus cadenas… Dio un paso al frente:
—¿Alguna vez has besado a un hombre que se ha ganado la vida como gorila?
—No sin tomarme tres cervezas antes —respondió. Cuando Nick inclinó la cabeza buscando la boca de ______, ésta interpuso una mano entre ambos—. Hoy ya he hecho una cosa que me asustaba. He cubierto mi cuota.
Nick sonrió y se acercó un poco más:
—Puede que hayas cumplido con los deberes de hoy, pero tienes un montón de ayeres que recuperar.
—¿Alguna vez has cruzado por un camino prohibido? —le preguntó Nick a la semana siguiente, tras desviarse de una carretera y encarar un sendero estrecho con la moto.
—Noooo —______ se apretó con fuerza a la cintura de Nick—. ¿De verdad hace falta cruzar por aquí?
—Sí —respondió alegremente. Luego pisó el acelerador y, tras subir una colina, la ayudó a bajar de la moto—. Es la mejor vista del valle —dijo, apuntando hacia unas luces abajo.
—¡Qué maravilla! —exclamó extasiada por la belleza de la noche—. ¿De quién son estas tierras?
—De Buster Granger —respondió mientras se acercaban al borde de la colina—. No nos incordiará mucho si nos descubre. Tiene una pistola, pero no acertaría ni a la de tres. Hasta que no lo operen de sus cataratas…
—¿Y por qué no me siento tan tranquila como tú? —replicó ______.
—Porque, y perdona que te lo diga, eres una cobardica —la rodeó con un brazo por la cintura. ______ sintió una mezcla de emociones contradictorias. La presión de su mano hacía que su cabeza diera más vueltas que una centrifugadora. ¿Cómo era posible que una ofensa sonara tan seductora?—. ¿Se te ha comido la lengua el gato? —le preguntó, acercando la cabeza a la de ella.
Respiró profundamente y lo miró de reojo. Quería demostrarle que no era cobarde, pero la única prueba que podía ofrecerle era que sabía poner un gusano en el cebo de una caña de pescar.
—¿Y por qué me has traído aquí si soy tan cobardica?
—Porque es divertido. Hay muchas cosas que tú no has hecho y puede que yo haya hecho demasiadas. Cuando sobrepasas el límite en exceso, acaba resultando aburrido.
______ trató de interpretar los destellos de firmeza y vulnerabilidad que vio en los ojos de Nick. ¿Por qué sentía miedo y atracción hacia él al mismo tiempo?
—Así que tu vida es aburrida —dijo ______—. Eres una paradoja. Tan pronto tengo la impresión de que te lo estás pasando bien, como veo un atisbo de algo más profundo.
—Puede, pero no estés tan segura —respondió.
—Pero yo te divierto, ¿no es cierto?
—Probablemente de la misma forma que yo te divierto a ti —contestó, mirándola con intensidad. ______ prefirió desviar la mirada y deleitarse con la estupenda vista del valle—. Dime más cosas que nunca hayas hecho pero querías hacer —añadió.
—No estoy segura de que sea una buena idea.
—No sería prudente —comentó Nick en tono burlón.
—Nunca he tenido un gatito —dijo, después de suspirar y pensar en algo que fuera inofensivo—. Mi madre y mi padre eran alérgicos.
—¿Qué más?
—Nunca he apostado dinero en una partida de cartas —respondió y notó que Nick ponía un gesto de desaprobación—. ¿Qué pasa?
—Lo que yo digo: una cobardica.
No debía picar. Ya era demasiado mayor e inteligente como para no entrar en ese tipo de discusiones…
—Nunca he conducido una Harley.
—Eso sí que es una pena —Nick esbozó una sonrisa endiablada—. Pero quizá se pueda arreglar.


Segundo capítulo, recién sacado del horno  ღღPolos Opuestosღღ Nick y Tú [Adaptación] HOT 84496 Espero que les guste!  ღღPolos Opuestosღღ Nick y Tú [Adaptación] HOT Icon_biggrin
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 ღღPolos Opuestosღღ Nick y Tú [Adaptación] HOT Empty Re: ღღPolos Opuestosღღ Nick y Tú [Adaptación] HOT

Mensaje por JoeyCastillo_1Direction Miér 03 Jul 2013, 5:37 pm


Hola
Wow, Interesante, esta Novela ya la había leído en otra página web, es de Cris, mi amiga.Esta interesante esta Nove, por eso muchas lectoras la han copiado
Que bueno que la pudiste poner aquí ;) 
Siguelaaaaaaa, esta Súper :)
JoeyCastillo_1Direction
JoeyCastillo_1Direction


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Mensaje por cookies_love Sáb 20 Jul 2013, 6:49 pm

 Capítulo 3

—No quiero ir a ninguna cita a ciegas —le repitió ______ con calma, ya por quinta vez.
—No siempre queremos lo que al final es lo mejor para nosotros —Sherry se acercó a la mesa de ______—. Además, ¿no decías que ibas a intentar hacer una cosa que te asustara todos los días?
—La idea de una cita a ciegas no me asusta; simplemente, me pone enferma.
—No seas terca: te estoy hablando de un hombre estupendo. Según el análisis de mi ordenador, es tu pareja ideal. Mucho mejor que… —se paró en seco y miró a ______ intrigada—. No seguirás viéndote con Nick, ¿verdad?
—Lo he visto un par de veces. Nada serio.
—Te has enamorado de él, ¿no es cierto?
—No, no lo es —le aseguró, aunque no estaba tan convencida de ello—. Es sólo que… es diferente.
—¡Te has enamorado de él! —exclamó Sherry.
—Que no, de verdad.
—Entonces, demuéstramelo y sal con Donald Lawrence. Te servirá para salir de casa, conocer a alguien agradable y ayudarte a decidir qué sientes por Nick.
______ se apartó el pelo de la cara. Regresar a la vida era duro después de un año sumida en un coma emocional profundo.
—Me lo pensaré —concedió.
Esa tarde, al regresar a casa, se encontró un gatito en una caja delante de la puerta. Era un gatito adorable y juguetón y se enamoró de él a primera vista.
—Voy a matar a Nick —dijo cuando vio las uñas del gato. Cuando creciera, no sería una mascota pequeñita, sino un gato muy grande… que acababa de clavarle las uñas en el tobillo y de rasgarle las medias—. Lo voy a matar —repitió.
Se pasó toda la tarde con el gato. Primero le dio de comer, después jugó con él en el suelo de la cocina y finalmente se lo colocó en el regazo y empezó a acariciarlo. Cuando comenzó a ronronear, ______ supo que se quedaría con él. Lo miró unos segundos y decidió llamarlo César, pues era evidente que quería hacerse el dueño de la casa. Luego, cuando se quedó dormido, lo metió en una cestita y lo tapó con una sábana.
Se preparó para acostarse y justo cuando estaba abriendo la cama, sonó el teléfono. Era Nick.
—Te voy a matar.
—Me imaginaba que dirías eso —respondió él, después de soltar una risa que estremeció el estómago de ______—. Por eso no me he pasado por tu casa esta noche.
—No habría estado mal dejarme un par de instrucciones.
—Pensé que con un poco de comida y la cesta para dormir sería suficiente.
—Estaba nerviosísimo. No ha parado de moverse durante las dos primeras horas.
—Pero tú lo has tranquilizado. Imaginaba que tendrías un efecto sedante en él.
—Nick —dijo manteniendo la calma—, regalar un gato a alguien de buenas a primeras es muy arriesgado.
—Y quien no se arriesga es un cobardica, ______ —dijo su nombre en un tono que la hizo pensar en un encuentro sexual—. Buenas noches, cariño. Sueña conmigo.
______ gruñó algo inteligible. Mientras se metía en la cama y se tapaba con las sábanas, decidió que soñaría con matarlo.
Pero no fue así: soñó que estaba sola y que estaba a oscuras y llovía. Muerta de frío, se abrazaba el cuerpo con fuerza, sentada bajo un árbol. Se sentía vacía y perdida y creía que no tenía pulso ni podía respirar.
Entonces levantó la cabeza y lo encontró frente a ella. A Nick. Y el corazón empezó a latirle de nuevo y el aire volvió a entrar en sus pulmones, en una sensación dolorosa y espléndida al mismo tiempo.
—Te he estado buscando —le decía él mientras la estrechaba entre sus brazos.
El aroma de su chaqueta de cuero, mezclado con el de su esencia varonil penetraba en las venas y la cabeza de ______. Entonces él se apoderaba de su boca, y su lengua la saboreaba y la obligaba a que ella saboreara a Nick.
La lluvia seguía cayendo sin descanso y los empapaba. ______ se hundía más y más en el beso y se apretaba a Nick con más fuerza para absorber toda la vitalidad de éste.
El deslizaba una rodilla entre sus piernas al tiempo que le acariciaba las nalgas y la atraía hacia sí para que no le cupieran dudas de su excitación. El beso se hacía más feroz y, de pronto, todo empezaba a dar vueltas. La ropa se fundía con su cuerpo como el agua y Nick se agachaba y lamía sus pechos con la lengua. Luego bajaba la mano y la escondía entre las piernas de ______, que ya no podía contenerse…
Quería más. Se pegó a él más si cabe y le pidió, rogó y suplicó que siguiera adelante. No tenía pudor alguno, sólo urgencia. Entonces él la miraba y la poseía fogosamente hasta devolverle la vida.
Se incorporó sobresaltada de la cama, asustada, con el corazón latiéndole a cien por hora. Luego se llevó las manos a sus mejillas, que estaban ardiendo del sueño.
Respiró profundo varias veces y volvió a cerrar los ojos. Las gotas caían y se estrellaban contra el cristal de la ventana y rompían el silencio de la noche. Decidió permanecer sentada unos instantes, tratando de calmar sus pensamientos y su cuerpo.
Sólo había sido un sueño, se dijo. Una locura de sueño.
Pero incluso cuando volvió a recostarse sobre la almohada, siguió notando a Nick en su interior.



Nick y su sobrino, Davey, estaban tan ocupados tirándose Smacks que ninguno vio a Maddie hasta que ésta agarró uno de los misiles en forma de cereal.
—¿Jugando con la comida? —preguntó Maddie, mirando a Nick con una expresión de frustración maternal—. ¿Eso es lo que le enseñas cuando te lo dejo los viernes por la noche?
—Vamos, Maddie —protestó Nick—. No pienses que me lo llevo de bares ni le enseño revistas de adultos.
—Ya, pero dale tiempo —replicó Maddie, cuya barbilla recibió el impacto de un Smack que le había lanzado Davey.
—Mami, ¿no te gustan los Smacks?
—Sí, claro que me gustan —Maddie sonrió y se acercó a abrazar a su hijo—. Pero me gusta comérmelos.
—Nick dice que tirarse la comida es de hombres —comentó Davey, encogiéndose de hombros.
—En fin… Gracias por cuidar de mi maravilloso hijo —dijo Maddie, dirigiéndose a Nick—. Hermanito, ¿a qué esperas para tener una relación seria con una mujer y poder jugar a tirar comida con tu propio hijo?
—¿Yo una relación seria? Nunca —aseguró Nick.
—Hablo en serio. Te estás perdiendo algo que podría hacerte muy feliz. Yo sé que detrás de esa fachada de rebelde infatigable eres un tío estupendo.
—¿Por qué será que la gente casada no puede ser feliz sin intentar que los solteros pasen por el aro del matrimonio? —preguntó Nick, al tiempo que colocaba los pies sobre el borde de la mesa, deliberadamente, y se recostaba sobre la silla.
—¿Estás viéndote con alguien ahora? —Maddie prefirió no hacer caso a la pregunta de Nick.
—Sí, pero sólo por entretenerme —respondió, pensando en ______—. Nada serio. No es mi tipo.
—¿Por qué? —preguntó Maddie con sequedad—. ¿Prefiere una Kawasaki a una Harley?
—No creo que sepa distinguirlas —respondió sonriente.
—¿Es que no es una motera? —inquirió Maddie, asombrada—. ¡Santo cielo! Pero algún tatuaje sí tendrá, ¿verdad?
Incómodo por la impertinencia de su hermana, quitó los pies de la mesa y se levantó de la silla.
—No estoy seguro, pero supongo que no.
—Espera, espera, no juegues conmigo, Nick. No me estarás diciendo que estás saliendo con una niña buena, ¿no?
—Es una niña buena, sí; pero ya digo que no es mi tipo. Ni yo el suyo. Simplemente… —Nick suspiró. Se sentía extraño—, nos divertimos juntos. Eso es todo.
Nick dobló la esquina que daba a la calle de ______ y vio un coche desconocido aparcado tras el de ______. Redujo la velocidad hasta detenerse por completo y se paró a observar.
Desde una distancia prudente, Nick vio a un hombre salir del coche, abrirle la puerta a ______ y acompañarla al porche.
¿Tenía una cita? Nick sintió una mezcla de curiosidad e irritación en su interior. ¿Qué más daba? Entre ellos no había ninguna atadura. ______ le resultaba divertida. Era dulce y tenía algo especial que lo hacía sentirse protector con ella; pero no por eso se iba a pasar las noches en vela.
De todos modos, abrió bien los ojos y vio que el desconocido inclinaba la cabeza como si fuera a besarla. Nick notó una quemazón en el pecho y la sangre se le alteró. Agarró los manillares de la moto con fuerza.
Al ver que ______ se apartaba y denegaba con la cabeza, Nick se relajó ligeramente. Aunque, en el fondo, seguía bastante tenso. No le gustaba nada esa sensación. Nada en absoluto. Respiró profundo, tragó saliva y se marchó del barrio de ______. El ruido del motor acelerando lo ayudaría a despejar su cabeza.
Callejeó por unas y otras avenidas sin rumbo fijo durante media hora, tratando de convencerse de que lo que había sentido al ver a ______ con otro hombre había sido una equivocación. El placer de notar el viento golpeándole en la cara mitigó el arrebato celoso que había experimentado. Podría haber regresado a casa, pero un hormigueo de curiosidad lo condujo de vuelta a la calle de ______.
Cuando ésta abrió la puerta, Nick se apoyó en el quicio de la entrada y sonrió:
—Bueno, ¿por qué no lo has besado?
______ pestañeó asombrada. Luego se le encendieron las mejillas.
—Porque no quería —respondió con firmeza.
—Pero a mí sí me has besado —replicó Nick.
—Tú imponías más —contestó, alzando la barbilla.
—Así que te forcé, ¿no? —Nick enarcó las cejas.
—¿Quieres pasar? —preguntó ______ directamente, después de suspirar.
—Encantado. ¿También invitaste a pasar a don Mercedes Benz? Si piensas volver a verlo, dile que le tienen que arreglar el carburador. Hacía ruido.
—Lo tendré en cuenta —respondió ella, mientras tomaba asiento en el salón.
—No has contestado a mi pregunta —insistió Nick—. ¿Invitaste a pasar a don Mercedes?
—No, no lo invité —contestó, mirándolo a los ojos—. ¿Por qué lo preguntas?
—Curiosidad —respondió, mientras dejaba que ese par de ojos azules lo examinara.
—Era una cita a ciegas. Mi amiga Sherry metió unos cuantos datos en un programa de ordenador y decidió que debía salir con él.
—No fastidies, ¿un programa de ordenador para citas a ciegas? —repitió Nick, incrédulo—. Bueno, ¿y qué te pareció?
—Era un hombre educado, atento, amable…
—Vamos, un plasta —concluyó Nick, al tiempo que ocupaba una esquina de la silla en la que estaba sentada ______.
—No era mi intención llamarlo así —curvó los labios hacia arriba.
—Pero ya que lo he hecho yo… —sonrió Nick.
—Ya que lo has hecho —______ suspiró. Ese hombre era la persona más perturbadora que jamás había conocido—, te daré la razón. No me llamó la atención.
—¿Por qué será?
—Supongo que no me asustaba lo suficiente —respondió. Luego se puso de pie.
—Bueno, señorita ______ —Nick la agarró por la cintura y tiró de ella hasta tenerla sentada, frente a frente, entre las piernas—, ¿por qué dejaste que yo te besara?
Tiró de ella un poco más, hasta que los pechos le rozaron el torso, y los pezones se le endurecieron. ______ se sintió enojada y excitada al mismo tiempo, lo cual la permitió comportarse con descaro:
—¿Nadie te ha dicho que eres muy presumido? —le preguntó mientras le rodeaba el cuello con los brazos.
—No suelen decírmelo de una manera tan agradable —esbozó una sonrisa seductora—; claro que tampoco suelo estar en compañía de una chica tan agradable.
Una chica agradable. ______ sintió un impulso fogoso de no ser tan agradable. Llevaba siendo agradable veintiocho años y, sin embargo, de pronto le molestó que Nick usara ese adjetivo para calificarla.
Este debió de notar la contrariedad de ______. La miró con más intensidad, colocó una mano en la parte baja de la espalda de ella y presionó hasta hacerla sentir su masculinidad.
El corazón le martilleaba contra las costillas. Aquel movimiento había sido una clara invitación al sexo.
En otros tiempos, se habría retirado de inmediato. Con otro hombre, se habría retirado de inmediato.
Pero dejó que Nick siguiera mirándola y ______ empezó a deslizar el cuerpo sinuosamente contra su excitación.
Él tragó saliva y subió las manos hasta conquistar sus senos, rozándolos por encima del fino tejido de la blusa.
—¿Quieres problemas? —susurró Nick, frotándole uno de los pezones.
—No lo sé —______ cerró los ojos. Luego le ofreció la boca—. ¿Los quiero?
Nick tomó sus labios y la atrapó con la lengua. Ella se sintió gloriosamente consumida. Fuera de control, ______ empezó a acariciarle los hombros, satisfaciendo así su curiosidad.
Nick se estremeció, inclinó los labios hacia uno de sus pechos y le mordisqueó el pezón a través de la blusa.
______ gimió y notó que se humedecía. Quería más de Nick y menos espacio entre ambos.
—No me lleves al extremo, ______ —dijo él, separándose, mirándola con los ojos centelleantes de pasión—. ¿Qué es lo quieres?
—Quiero… —arrancó; pero la voz se le quebró, desbordada por las emociones. Tragó saliva—. Quiero que me hagas sentir que estoy viva.
—Yo no soy ningún Príncipe Azul —Nick respiró profundamente, sin dejar de mirarla.
—Ni yo la Bella Durmiente, no te digo —replicó ______.
—Pero podrías serlo —comentó Nick, al tiempo que la apartaba de su lado. Ella tuvo ganas de protestar, pero se contuvo. Había sido tan placentero estar entre sus brazos…—. Mientras que yo nunca seré un príncipe, ______. Es importante que entiendas eso. Conmigo no sucederá lo de vivir felices y comer perdices para siempre.


Capítulo largo espero que les haya gustado el capítulo!!! :D Comenten!!!! 
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Mensaje por Pamm Jonas Mar 23 Jul 2013, 3:36 pm

HOLA HOLA!! XDD 
Nueva lectora!!
Me gustó mucho la nove!!
Nick de malo :calor:
Me encanta!! Síguela :)
Pamm Jonas
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Mensaje por NaTnAt Mar 23 Jul 2013, 10:41 pm

hey !!!
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siguelaaaaaa que me gusta mucho esta nove :D
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Mensaje por cookies_love Vie 26 Jul 2013, 1:17 pm

Pamm Jonas escribió:HOLA HOLA!! XDD 
Nueva lectora!!
Me gustó mucho la nove!!
Nick de malo :calor:
Me encanta!! Síguela :)


Bienvenida!!!!!!
 Hola me alegro de que te guste la nove!!! :D
Dentro de un rato subiré un capítulo en un rato!!!

:bye:
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Mensaje por cookies_love Vie 26 Jul 2013, 1:20 pm

NaTnAt escribió:hey !!!
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siguelaaaaaa que me gusta mucho esta nove :D

 Bienvenida!!!
eres la segunda lectora y estoy muy contenta de que les guste la novela y en un rato subiré un capítulo!!! :D
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Mensaje por NaTnAt Vie 26 Jul 2013, 2:13 pm

okay girl
te leo en un rato
:D
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Mensaje por NaTnAt Sáb 27 Jul 2013, 7:12 am

oye y el capi donde esta???
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Mensaje por NaTnAt Sáb 27 Jul 2013, 7:13 am

siguela pleaseee
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Mensaje por NaTnAt Sáb 27 Jul 2013, 7:13 am

sigueeeeee
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