capitulo 06

Capítulo 06.
Educación física. El curso que muchas chicas detestan por sudar y oler mal. En realidad a mí no me gusta educación física no por sudar, oler mal o porque soy demasiado floja. Es que soy torpe, cuando me tiran una pelota, si no me cae en la cara o en cualquier parte de mi cuerpo no la atrapo y va rodando tan lejos que ahí es cuando empiezo a cansarme.
Camino por el pasillo y me alisto para entrar a la clase que está a punto de empezar. Dejo todo en mi casillero y me voy donde el profesor está parado al centro de muchas chicas.
-          Bueno chicas, a calentar – dice el profesor con una voz demasiado gruesa.
Empezamos a calentar, no todas porque algunas jugaban,  y me empecé a cansar. Mover todos los músculos me aburría pero tenía que hacerlo.
Cuando al fin terminamos de calentar empezamos a correr alrededor de la cancha. 12 santos minutos corriendo, tropezaba constantemente pero gracias al cielo no era la única.
Termino la clase y decidí darme una rápida ducha ya que estaba toda sudada y con olor a poco desodorante. Algo asqueroso. En la clase corrí con una chica llamada Christina, es una rubia de ojos grises y alta. Hablábamos de cuan cansadas estábamos y escuchaba como se quejaba del dolor que tenía en sus piernas.
No sé porque pero eso de hacer amigas se me hacía más fácil aquí.  Mayormente no era tan sociable, pero tampoco una antisocial. No era de esas que constantemente era el centro de atención o a la que rechazaban, yo era normal; por así decirlo. Pero aquí, me hacía amiga de varias. Me llevaba bien con el grupo de Sol (ella quiere que la llame así) y bueno, con Annahí, Christina y algunas de sus amigas con las que no he hablado casi nada.
Salí de la ducha, me cambié y me fui directo a mi casillero. Me tocaba Historia, clase que compartía con Annahí.
Fui directo al pasillo principal (era el único camino que sabía) cuando me di cuenta que el día había pasado lento. Historia era mi última clase y en todo el día no había visto a Oliver. Por ninguna parte. Hasta ahora.
-          Hermanita – dijo Oliver sonriente - ¿Qué tal?
-          Oliver, no te he visto en todo el día ¿Dónde has estado?
-          Yo me encuentro bien gracias – dijo rodando los ojos
-          ¿No me vas a decir donde te has metido? – dije imitando su actitud
-          Me quedé jugando futbol con los chicos, pienso entrar en el equipo.
-          ¿Tú? ¿Entrar en un equipo de futbol? – dije riendo – pero si no eres bueno en el futbol.
-          Gracias por los ánimos hermanita. Para eso estoy practicando.
-          Sí claro, admítelo Oliver. No durarás.
-          Claro que sí Dinorah. Ya verás. – y se fue corriendo gritando el nombre de un chico para poder alcanzarlo.
Ruedo los ojos y voy camino a mi casillero. Y ahí estaba. Louis todo sonriente viniendo a mi dirección.
-          Hola Dinorah – dijo sin dejar de sonreír.
-          Hola – respondí con una leve sonrisa.
-          T… tú… - dijo nervioso. Luego suspiró -  ¿quieras venir esta noche a mi casa?
Wow, lo acabo de conocer y ya me está pidiendo para ir a su casa ¿acaso este chico nunca pierde el tiempo? ¿Pero cómo le digo que no? Veo en esos ojos azules ansiedad por saber mi respuesta. Hago lo posible para que mis labios digan una excusa, pero no me obedecen.
-          Claro – digo tartamudeando, la palabra sale sin mi consentimiento ¿Qué he hecho?
-          Genial, mi dirección es – en ese momento me pierdo y no dejo de asentir fingiendo que lo estoy escuchando. En sus ojos veo emoción. Parece un niño. Un niño muy guapo. - ¿Entonces te espero a las 7? Voy a tener una pequeña reunión como te decía para celebrar el primer día de clases, si quieres lleva a Annahí. Veo que te has hecho amiga de ella muy rápido.  – dice sin desvanecer su hermosa sonrisa. Alto ¿Quién celebra el primer día de clases?
-          ¿Por el primer día de clases? – digo confundida - ¿Quieres celebrar el primer día de clases?
-          ¿Por qué no? – dice con una chispa de humor.
-          Pues no sé, es raro que un estudiante quiera celebrar el primer día de clases.
-          Pues sí, pero a mí me gusta celebrarlo.
-          ¿Po qué? – digo curiosa.
-          No sé, costumbre – dice encogiéndose de hombros – bueno ¿nos vemos después vale?
-          Ok, adiós.
-          Adiós – dice mientras me guiña el ojo.
“Esa es una razón muy extraña para celebrar” pienso “Ahora celebran por todo”.
Saco mis cosas del casillero y salgo rápido ya que se me hacía tarde para historia. Otra persona también estaba apurada. Un chico de buen aspecto que no llegue a observar bien ya que me derribó. Seguramente no me notó.
-          ¡Ay querida cuanto lo siento! - dice levantándome – no te vi. Perdóname – dice cruzando las manos y en tono de súplica.
-          No te preocupes Billy – dije con una sonrisa – ahora apúrate, de nota que estás apurado.
-          Gracias amor – respondió y corrió como si no hubiera mañana.
Me agradaba Billy, aunque no lo conocía, prácticamente. Creo que es gay. La forma en que se expresa, camina y mira a algunos chicos. Sí, debe ser gay. Pero quizá no, quizá solo sea metrosexual y un poco afeminado.
Prácticamente corro para llegar al salón. “Justo a tiempo” dice la profesora más vieja que jamás he visto. De seguro enseña historia porque se le es fácil, solo tiene que recordar su pasado. Rio para mis adentros. Que mala soy con la profesora. Es anciana, no debo burlarme de ella; pero no puedo evitar que mi comentario me dio mucha gracia.
Annahí me hace una seña para que me siente junto a ella. Voy rápidamente.
-          Hola – susurra.
-          Hola – respondo – te tengo que contar algo – susurro
-          ¿Qué paso? – dice mientras la profesora se presenta
-          Louis nos invitó a su casa hoy. Quiere que vayamos hoy a las 7. Va a hacer una pequeña reunión celebrando el primer día de clases.
-          ¿Enserio? – dice Annahí lo suficientemente alto como para que la profesora se dé cuenta.
-          ¿Ay algún problema señorita Gray? – dice la profesora
-          Ninguno profesora. – responde
-          Eso espero – y continúa con su presentación del primer día de clases.
-          ¿Vas a ir? – dice esta vez susurrando
-          Vamos – le corrijo – ya le dije que sí. No tengo otra opción – digo encogiendo los hombros levemente.
-          Está bien – dice susurrando – sé dónde queda su casa.
Y después de eso, me pierdo en las palabras de la profesora.