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† Evangelock †
O W N :: Archivos :: Novelas Abandonadas
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Re: † Evangelock †
Por dios ya le seguis ... me dejaste sin palabras. Vamos a contactar a Louis el tema es que Hades siempre pide algo a cambio y si es una vida? Cualquiera dudaria pero estaria dispuesto a dejarla por él -creo-. Harold y Cindhy seran rivales de por vida? ambos deberan sentir culpabilidad porque todos estamos involucrados. Anne por dios pobre encerio lloraria ,... pff que llorar me mataria pero ya veo que se me adelanto, de estar en su situacion. Verdaderamente es doloroso. Bueno en fin seguilaaaaa ya quiero el proximo capitulo.Cada vez esto se vuelve mas interesante nasdabdjakbda. Bueno en fin besotes.
darkness.
Re: † Evangelock †
† Capítulo 7 †
Lugar: Mirador, Harmenlock, Londres (Inglaterra)
Hora: 4:15
Personaje: Desiree Benson
El hedor a Croswar inundó sus fosas nasales, como si alguien le hubiera expulsado el humo del tabaco frente a su cara. Era uno de esos típicos olores que nunca se olvidarian, como el polen de primavera o el agua de mar. Se escuchaban las llamas crepitar una vez más, junto ese sentimiemto de deja vú que tanto le sofocaba últimamente. Los alrededores estaban a oscuras, sin dejar permitir que su visión nocturma funcionará aunque, ella juraría poder escuchar las llamas de algún fuego comer la madera. A continuación, se escucharon gritos. Millones de aullidos ensordecedores que apuñalaron sus tímbanos con fuerza. Y entonces, como si un flash cegará sus ojos, vió las imagenes frente a ella y la oscuridad disiparse.
Contempló, el fuego naranja y rojo deborar con violencia la vegetación de aquel lugar, de forma que se podía percibir el hedor a agujas de pino ardiendo y la lechuza que había estado posado en una rama, elevar el vuelo y surcar los cielos, libremente. Aquello era Greendwich, si su memoria no fallaba. Recordaba todo, con exactitud. La joven giró la cabeza, y sintió el musgo seco contra su mejilla húmeda. Un líquido rojo manchaba su cara. ¿Aquello era su propia sangre?
Una gota de sangre se acercó a sus labios, abiertos y provó con vehemencia. El sabor agrió cubrió su paladar, y no tardó en darse cuenta de lo que inundaba su boca no era sangre, si no la sustancia que había ingerido de la copa. Lo más probable es que alguna gota rebelde hubiera caído en su frente, cuando la mujer había soltado la copa. Ahora está se encontraba tendida en el suelo, tumbada y reflejando las llamas moradas que mutaban a rojas. Ella entrecerró los ojos, sintiendo su pecho ascender con esfuerzo, como si su vida se desvaneciera lentamente. Su cuerpo se encontraba paralizado, y luego se volvió su visión oscura, como si alguien hubiera presionado un interruptor invisible en su mente y toda la luz se fuera instantaneámente.
Los gritos seguían decorando la noche, junto a la repentina ola de calor que se acercaba a su delgado cuerpo pálido, con la intención de matarla. Cuando abrió los ojos, angustiosamente, ella pudo reconocer una figura alta que corría en su dirección, seguida de voces que hablaban. Gritaban. Suplicaban. Aullidos de terror, probablemente. Pudo reconocer el cabello castaño y revuelto, y los ojos grises iluminados por las llamas. Gotas gruesas de sudor cubrian su rostro, pegándole el flequillo a la frente. Una herida cruzaba su mandíbula, dándole el aspecto de chico malo que siempre despertaba interés entre las chicas. Ella no recordaba su nombre, ni él del chico. No sabía que hacía encerrada entre llamas y fuego. Desconocía el hecho del por qué no se levantaba o desaparecía.
Algo se materealizó a su espalda, y una corriente de aire frío toco la piel desnuda del vestido. Los pelos de su nuca se erizaron lentamente, y ella evitó castañear con fuerza. Una punzada de terror golpeó su sién derecha.
—¡¡Anne!! —había gritado el joven que corría en su dirección, antes de que todo se volviera oscuro una vez más, y el frío la engullera.
Entonces, recordó con vehemencia todo. Aquel recuerdo se remontaba a la noche de la muerde de Louis Tomlinson pero no como pasó realmente..
Suca abrió los ojos, de manera violenta mientras la adrenalina correteaba por su sangre y la sensación del miedo inundaba su paladar de manera revoltosa. El pasto en el que se había tumbado, estaba húmedo por la lluvía de la madrugada y sus cabellos castaños se enrredaban en las finas briznas de hierba verde que crecían. El sudor recorría sus sienes, bajaba por su cuello y se hundía en el cuello de su jersey de color violeta.
Ella pestañeó, y se incorporó con cuidado mientras observaba el paisaje forestal que se extendía ante ella, cubriendo hectáreas de tierra londinense. Alzó la mirada, a uno de los pinos y contempló después, el cielo estrellado que cubría todo. Se distinguian las estrellas, como si las hubieran remarcado con un lápiz blanco y luego, les hubieran echado kilos y kilos de purpurina plateada, de esas que se utilizaba la joven para decorar las postales Navideñas. Suca se rascó el brazo, aturdidamente y dejó escapar un suave bostezo que le inundo sus preciosos ojos esmeraldas de lágrimos de cansancio. Ella recordaba a fragmentos como había acabado en aquel mirador de Harmenlock.
Recordaba no poder dormir, debido a que tenía muchisima fiebre y decidir dar un paseo por los alrededores. También recordaba con vaguedad no saber a donde dirigirse y errar por el bosque sin rumbo, hasta acabar en aquel mirador. Ella había estado cansada, demasiado agotada después de haber caminado todo ese trazo, y se había tumbado en el lecho de hierba verde que se extendía bajo sus pies como una alfombra infinita. Había estado contando estrellas, y buscando constelaciones y luego, había soñado con aquella horrible noche. Suca se incorporó, conduciendo su cabello hacía el hombro derecho y ladeando la cabeza.
Esos últimos siete meses habian sido difíciles, aunque ella no era una chica muy cercana de Louis. Desiree siempre había seguido a su hermana Celeste, la cual tenía una extraña conexión con Harry. Ella había escuchado hablar a las estrellas de que muy pronto, ellos serian una pareja feliz, y así lo había esperado. Sus dedos delgados se cerraron sobre un montón de hierba, y de un agresivo tirón arrancó la vegetación, provocando que un poco de barro volará por su cara.
Sintió una brisa helada sobre sus pómulos, abriéndose paso entre los àrboles robustos y secos. Ella no tenía que girarse para contemplar el cuerpo de aquello que se habría paso entre todo, pero seguía sin comprender por qué simplemente no se materializaba a su lado, o mejor aún, desaparecía. Desiree ladeó la cabeza, y miró con frustración la neblina fantasmal que se levantaba en el aire, espesa y de color blanca. Aquello le resultaba incómodamente familiar, como el potente latido de su corazón en su yugular cuando se encontraba nerviosa o la forma en la que los pelos de su nuca se erizaban cuando tenía frío en su escualido cuerpo de bailarina. Se escuchaba una voz, ulular de manera cantarina, mientras tarareaba una melodía escalofriante. Una barata convinación de esa cancioncita que era el himno de las películas de casas encantadas y una especie de ritmo con campanillas y el sonido de un teléfono, como el que sonaba de fondo en la canción de Even In Death de Evanescence.
Suca se fijó en que no había ninguna campanilla en las próximidades o un teléfono. Entrecerró los ojos e inaló el hedor a muerto y a viejo para después, distinguir con dificilidad una silueta alta y delgada, que caminaba en su dirección. Pudo ver la falda de su vestido, balancearse en torno a sus delgadas piernas oscuras, y la inquietante sensación de vigilancia que regalaban sus grandes ojos negros.
—¿Todas tus entradas tienen que ser así? —cuestionó Suca, mirándola de manera nerviosa.
Las voces callaron, junto a la música y la niebla se disipó velozmente, como si nunca hubiera existido. Ahora solamente quedaba el cuerpo incorpóreo del espectro.
—Oh, sabes que sí —contestó, dando un paso hacía delante y permitiendo que la luz lunar impactará en su rostro.
—Podría verte alguien —regañó la francesa, frunciendo los labios y negando con la cabeza.
Ella rió, pareciendo más joven y tomó asiento al lado de Suca.
—Que exagerada eres —aleteó sus pestañas hacía su amiga, sin borrar su sonrisa.
—Yo sólo te digo que tengas precaución, Lena. No quiero dar explicaciones.
Lena dejó de observarla, y miró con nostalgia el horizonte forestal. Ella era un espectro, que había sido liberada hace siete meses, después de la muerte de Louis. Ahora la acosaba, sin cesar. Suca recordó, la conversación que habían tenido. Como la fantasma había decidido a seguirla, fuera donde fuera con la escusa de tener algo pendiente con el Más Allá. Algo que le debía de hacer para pasar la puerta de los muertos. Ella había recordado, como aceptó luego de varias horas de disputa, aclarando los términos de no manifestarse frente a la gente ciega de visión. Ella no paraba de memorizar la predicción que había tenido en Greendich, después de tocar las rejas de ese sitio. Un escalofrio de asquedad le recorrió la piel, mientras su cuerpo memorizaba la sangre brotar de una herida imaginaria y Lena sosteniendo el arma con la que había sido lástimada.
—He oído como tú y tus compañeros hablabais de marcharos a el Inframundo con la intención de contactar con tu amigo difunto —su cabeza se inclinó hacía un lado, regresando una mirada sin brillo.
Lena era hermosa, aunque siguiera siendo un errante fantasma del plano terrestre. Su cabello estaba recogido en un moño elegante, sujetando mechones lacios de intensivo color negro en pasadores plateados que a la luz de la luna, parecian echos de auténtica plata. Su rostro era clásico, como el de una muñeca de porcelana echa para ser hermosa, con sus pómulos destacando y su barbilla puntiaguda, que le daba aspecto de la realeza. Sus ojos eran como los de un pajarito curioso, grandes y negros, carentes de brillo pero siempre inundados con una típica tristeza fantasmal y curiosidad. Sus labios eran carnosos, de un fuerte tono violáceo que le ponía los pelos de punta. Su cuerpo era alto y delgado, con huesos finos y piernas átleticas que se tapaban bajo aquel vestido viejo, marcado por la lejía y la tierra con la que había sido enterrada. Lena nunca hablaba de su vida pasada, solía evitar el tema diciendo que no era un agradable, y sentía tristeza, por lo tanto prefería enterrarlo de una vez.
—Eso parece —musitó Suca, mirando a la luna que menguaba.
—¿Por qué vais a ver a Louis? —cuestionó Lena, mientras jugueteaba con el dobladillo de su vestido.
—Necesitamos información...
Y verlo con urgencia añadió mentalmente, recogiendo sus piernas con sus brazos y apoyándolas en su pecho.
Colocó la barbilla en sus rodillas y murmuró algo, agotada.
—¿Información?¿Qué información de puede dar un muerto?
—No sé —farfulló.
Suca entrecerró los ojos, con sueño y escuchó el sonido de unos pasos. Como un animal en peligro, alzó la cabeza violentamente.
—¿Has oído...? —dejó volar la pregunta, al descubrir que Lena había desaparecido de allí.
Tan sólo quedaba de ella, la fragancia de muerto que desprendía. La chica se giró del todo, al sentir la presencia humana de alguien y una.voz que preguntaba:
—Des, ¿qué haces aquí?
Suca pestañeó, y enfocó su visión para poder ver con más claridad la figura de Liam, que la observaba preocupado.
Ella tenía una extraña relación con Liam. Desde la muerte de Louis, habían establecido una amistad de mejores amigos, de la cual Suca no podía deshacerse. Él había sido el pilar en el que ella se había sujetado cuando su hermana la había abandonado por Harry Styles. Y ahora, ella sentía algo por él, una pequeña chispa cada vez que le veía, y de eso había estado hablando con Celeste. Recordó como su melliza, le había dicho que ella estaba enamorada de Liam, y que aquello eran los primeros sintómas de una larga lista interminable. Suca no la había creído pero, ¿y si era verdad?
—Um... No podía dormir —repuso la chica, apartando la mirada de Liam y contemplando el tono azul ceniza claro que comenzaba a tomar el cielo.
Suca escuchó los pasos de Liam, acercarse a ella, y luego sintió como su cálido cuerpo se sentaba donde Lena estaba.
—Yo tampoco podía dormir —anunció Liam, haciendo un mohín con la boca.
Suca no dijo nada.
—¿Por qué no podias dormir? —le preguntó el joven.
Ella enrrolló un trozo de cabello castaño en su dedo índice, y lo giró, retorciéndolo con suavidad y provocando que la circulación se detuviera.
—Una pesadilla —se encogió se hombros, queriéndole restar importancia—, ¿y tú?
—Estaba pensando en lo de ir a ver a Louis al Inframundo, me pone nervioso.
Suca le miró, y asintió de manera dibutativa, mientras que el sueño inundaba su cuerpo. Un pequeño bosteso se le escapo de sus labios rosados, provocando una sonrisa por parte de Liam. Sus mejillas se sonrojaron, y sintió un movimiento en su estómago.
—¿Tienes sueño? —Suca asintió timidamente—. Duerme encima de mi hombro si quieres Des, no me importa.
Suca le miró con la cara roja y luego dirigió su mirada esmeralda a el hombro fuerte que le afrecía el chico le ofrecía con una sonrisa tímida y cierto rubor en sus mejillas. Parecía sólido.
—Um... Claro. Gracias
Ella apoyó su cabeza en su hombro, y se acurró con vehemencia. La chica podía sentir el calor que desprendía su cuerpo, e inaló la fragancia de su polo de color caqui. Era como azúcar moreno, jazmín y desodorante masculino. Luego, se durmió.
Hora: 4:15
Personaje: Desiree Benson
El hedor a Croswar inundó sus fosas nasales, como si alguien le hubiera expulsado el humo del tabaco frente a su cara. Era uno de esos típicos olores que nunca se olvidarian, como el polen de primavera o el agua de mar. Se escuchaban las llamas crepitar una vez más, junto ese sentimiemto de deja vú que tanto le sofocaba últimamente. Los alrededores estaban a oscuras, sin dejar permitir que su visión nocturma funcionará aunque, ella juraría poder escuchar las llamas de algún fuego comer la madera. A continuación, se escucharon gritos. Millones de aullidos ensordecedores que apuñalaron sus tímbanos con fuerza. Y entonces, como si un flash cegará sus ojos, vió las imagenes frente a ella y la oscuridad disiparse.
Contempló, el fuego naranja y rojo deborar con violencia la vegetación de aquel lugar, de forma que se podía percibir el hedor a agujas de pino ardiendo y la lechuza que había estado posado en una rama, elevar el vuelo y surcar los cielos, libremente. Aquello era Greendwich, si su memoria no fallaba. Recordaba todo, con exactitud. La joven giró la cabeza, y sintió el musgo seco contra su mejilla húmeda. Un líquido rojo manchaba su cara. ¿Aquello era su propia sangre?
Una gota de sangre se acercó a sus labios, abiertos y provó con vehemencia. El sabor agrió cubrió su paladar, y no tardó en darse cuenta de lo que inundaba su boca no era sangre, si no la sustancia que había ingerido de la copa. Lo más probable es que alguna gota rebelde hubiera caído en su frente, cuando la mujer había soltado la copa. Ahora está se encontraba tendida en el suelo, tumbada y reflejando las llamas moradas que mutaban a rojas. Ella entrecerró los ojos, sintiendo su pecho ascender con esfuerzo, como si su vida se desvaneciera lentamente. Su cuerpo se encontraba paralizado, y luego se volvió su visión oscura, como si alguien hubiera presionado un interruptor invisible en su mente y toda la luz se fuera instantaneámente.
Los gritos seguían decorando la noche, junto a la repentina ola de calor que se acercaba a su delgado cuerpo pálido, con la intención de matarla. Cuando abrió los ojos, angustiosamente, ella pudo reconocer una figura alta que corría en su dirección, seguida de voces que hablaban. Gritaban. Suplicaban. Aullidos de terror, probablemente. Pudo reconocer el cabello castaño y revuelto, y los ojos grises iluminados por las llamas. Gotas gruesas de sudor cubrian su rostro, pegándole el flequillo a la frente. Una herida cruzaba su mandíbula, dándole el aspecto de chico malo que siempre despertaba interés entre las chicas. Ella no recordaba su nombre, ni él del chico. No sabía que hacía encerrada entre llamas y fuego. Desconocía el hecho del por qué no se levantaba o desaparecía.
Algo se materealizó a su espalda, y una corriente de aire frío toco la piel desnuda del vestido. Los pelos de su nuca se erizaron lentamente, y ella evitó castañear con fuerza. Una punzada de terror golpeó su sién derecha.
—¡¡Anne!! —había gritado el joven que corría en su dirección, antes de que todo se volviera oscuro una vez más, y el frío la engullera.
Entonces, recordó con vehemencia todo. Aquel recuerdo se remontaba a la noche de la muerde de Louis Tomlinson pero no como pasó realmente..
Suca abrió los ojos, de manera violenta mientras la adrenalina correteaba por su sangre y la sensación del miedo inundaba su paladar de manera revoltosa. El pasto en el que se había tumbado, estaba húmedo por la lluvía de la madrugada y sus cabellos castaños se enrredaban en las finas briznas de hierba verde que crecían. El sudor recorría sus sienes, bajaba por su cuello y se hundía en el cuello de su jersey de color violeta.
Ella pestañeó, y se incorporó con cuidado mientras observaba el paisaje forestal que se extendía ante ella, cubriendo hectáreas de tierra londinense. Alzó la mirada, a uno de los pinos y contempló después, el cielo estrellado que cubría todo. Se distinguian las estrellas, como si las hubieran remarcado con un lápiz blanco y luego, les hubieran echado kilos y kilos de purpurina plateada, de esas que se utilizaba la joven para decorar las postales Navideñas. Suca se rascó el brazo, aturdidamente y dejó escapar un suave bostezo que le inundo sus preciosos ojos esmeraldas de lágrimos de cansancio. Ella recordaba a fragmentos como había acabado en aquel mirador de Harmenlock.
Recordaba no poder dormir, debido a que tenía muchisima fiebre y decidir dar un paseo por los alrededores. También recordaba con vaguedad no saber a donde dirigirse y errar por el bosque sin rumbo, hasta acabar en aquel mirador. Ella había estado cansada, demasiado agotada después de haber caminado todo ese trazo, y se había tumbado en el lecho de hierba verde que se extendía bajo sus pies como una alfombra infinita. Había estado contando estrellas, y buscando constelaciones y luego, había soñado con aquella horrible noche. Suca se incorporó, conduciendo su cabello hacía el hombro derecho y ladeando la cabeza.
Esos últimos siete meses habian sido difíciles, aunque ella no era una chica muy cercana de Louis. Desiree siempre había seguido a su hermana Celeste, la cual tenía una extraña conexión con Harry. Ella había escuchado hablar a las estrellas de que muy pronto, ellos serian una pareja feliz, y así lo había esperado. Sus dedos delgados se cerraron sobre un montón de hierba, y de un agresivo tirón arrancó la vegetación, provocando que un poco de barro volará por su cara.
Sintió una brisa helada sobre sus pómulos, abriéndose paso entre los àrboles robustos y secos. Ella no tenía que girarse para contemplar el cuerpo de aquello que se habría paso entre todo, pero seguía sin comprender por qué simplemente no se materializaba a su lado, o mejor aún, desaparecía. Desiree ladeó la cabeza, y miró con frustración la neblina fantasmal que se levantaba en el aire, espesa y de color blanca. Aquello le resultaba incómodamente familiar, como el potente latido de su corazón en su yugular cuando se encontraba nerviosa o la forma en la que los pelos de su nuca se erizaban cuando tenía frío en su escualido cuerpo de bailarina. Se escuchaba una voz, ulular de manera cantarina, mientras tarareaba una melodía escalofriante. Una barata convinación de esa cancioncita que era el himno de las películas de casas encantadas y una especie de ritmo con campanillas y el sonido de un teléfono, como el que sonaba de fondo en la canción de Even In Death de Evanescence.
Suca se fijó en que no había ninguna campanilla en las próximidades o un teléfono. Entrecerró los ojos e inaló el hedor a muerto y a viejo para después, distinguir con dificilidad una silueta alta y delgada, que caminaba en su dirección. Pudo ver la falda de su vestido, balancearse en torno a sus delgadas piernas oscuras, y la inquietante sensación de vigilancia que regalaban sus grandes ojos negros.
—¿Todas tus entradas tienen que ser así? —cuestionó Suca, mirándola de manera nerviosa.
Las voces callaron, junto a la música y la niebla se disipó velozmente, como si nunca hubiera existido. Ahora solamente quedaba el cuerpo incorpóreo del espectro.
—Oh, sabes que sí —contestó, dando un paso hacía delante y permitiendo que la luz lunar impactará en su rostro.
—Podría verte alguien —regañó la francesa, frunciendo los labios y negando con la cabeza.
Ella rió, pareciendo más joven y tomó asiento al lado de Suca.
—Que exagerada eres —aleteó sus pestañas hacía su amiga, sin borrar su sonrisa.
—Yo sólo te digo que tengas precaución, Lena. No quiero dar explicaciones.
Lena dejó de observarla, y miró con nostalgia el horizonte forestal. Ella era un espectro, que había sido liberada hace siete meses, después de la muerte de Louis. Ahora la acosaba, sin cesar. Suca recordó, la conversación que habían tenido. Como la fantasma había decidido a seguirla, fuera donde fuera con la escusa de tener algo pendiente con el Más Allá. Algo que le debía de hacer para pasar la puerta de los muertos. Ella había recordado, como aceptó luego de varias horas de disputa, aclarando los términos de no manifestarse frente a la gente ciega de visión. Ella no paraba de memorizar la predicción que había tenido en Greendich, después de tocar las rejas de ese sitio. Un escalofrio de asquedad le recorrió la piel, mientras su cuerpo memorizaba la sangre brotar de una herida imaginaria y Lena sosteniendo el arma con la que había sido lástimada.
—He oído como tú y tus compañeros hablabais de marcharos a el Inframundo con la intención de contactar con tu amigo difunto —su cabeza se inclinó hacía un lado, regresando una mirada sin brillo.
Lena era hermosa, aunque siguiera siendo un errante fantasma del plano terrestre. Su cabello estaba recogido en un moño elegante, sujetando mechones lacios de intensivo color negro en pasadores plateados que a la luz de la luna, parecian echos de auténtica plata. Su rostro era clásico, como el de una muñeca de porcelana echa para ser hermosa, con sus pómulos destacando y su barbilla puntiaguda, que le daba aspecto de la realeza. Sus ojos eran como los de un pajarito curioso, grandes y negros, carentes de brillo pero siempre inundados con una típica tristeza fantasmal y curiosidad. Sus labios eran carnosos, de un fuerte tono violáceo que le ponía los pelos de punta. Su cuerpo era alto y delgado, con huesos finos y piernas átleticas que se tapaban bajo aquel vestido viejo, marcado por la lejía y la tierra con la que había sido enterrada. Lena nunca hablaba de su vida pasada, solía evitar el tema diciendo que no era un agradable, y sentía tristeza, por lo tanto prefería enterrarlo de una vez.
—Eso parece —musitó Suca, mirando a la luna que menguaba.
—¿Por qué vais a ver a Louis? —cuestionó Lena, mientras jugueteaba con el dobladillo de su vestido.
—Necesitamos información...
Y verlo con urgencia añadió mentalmente, recogiendo sus piernas con sus brazos y apoyándolas en su pecho.
Colocó la barbilla en sus rodillas y murmuró algo, agotada.
—¿Información?¿Qué información de puede dar un muerto?
—No sé —farfulló.
Suca entrecerró los ojos, con sueño y escuchó el sonido de unos pasos. Como un animal en peligro, alzó la cabeza violentamente.
—¿Has oído...? —dejó volar la pregunta, al descubrir que Lena había desaparecido de allí.
Tan sólo quedaba de ella, la fragancia de muerto que desprendía. La chica se giró del todo, al sentir la presencia humana de alguien y una.voz que preguntaba:
—Des, ¿qué haces aquí?
Suca pestañeó, y enfocó su visión para poder ver con más claridad la figura de Liam, que la observaba preocupado.
Ella tenía una extraña relación con Liam. Desde la muerte de Louis, habían establecido una amistad de mejores amigos, de la cual Suca no podía deshacerse. Él había sido el pilar en el que ella se había sujetado cuando su hermana la había abandonado por Harry Styles. Y ahora, ella sentía algo por él, una pequeña chispa cada vez que le veía, y de eso había estado hablando con Celeste. Recordó como su melliza, le había dicho que ella estaba enamorada de Liam, y que aquello eran los primeros sintómas de una larga lista interminable. Suca no la había creído pero, ¿y si era verdad?
—Um... No podía dormir —repuso la chica, apartando la mirada de Liam y contemplando el tono azul ceniza claro que comenzaba a tomar el cielo.
Suca escuchó los pasos de Liam, acercarse a ella, y luego sintió como su cálido cuerpo se sentaba donde Lena estaba.
—Yo tampoco podía dormir —anunció Liam, haciendo un mohín con la boca.
Suca no dijo nada.
—¿Por qué no podias dormir? —le preguntó el joven.
Ella enrrolló un trozo de cabello castaño en su dedo índice, y lo giró, retorciéndolo con suavidad y provocando que la circulación se detuviera.
—Una pesadilla —se encogió se hombros, queriéndole restar importancia—, ¿y tú?
—Estaba pensando en lo de ir a ver a Louis al Inframundo, me pone nervioso.
Suca le miró, y asintió de manera dibutativa, mientras que el sueño inundaba su cuerpo. Un pequeño bosteso se le escapo de sus labios rosados, provocando una sonrisa por parte de Liam. Sus mejillas se sonrojaron, y sintió un movimiento en su estómago.
—¿Tienes sueño? —Suca asintió timidamente—. Duerme encima de mi hombro si quieres Des, no me importa.
Suca le miró con la cara roja y luego dirigió su mirada esmeralda a el hombro fuerte que le afrecía el chico le ofrecía con una sonrisa tímida y cierto rubor en sus mejillas. Parecía sólido.
—Um... Claro. Gracias
Ella apoyó su cabeza en su hombro, y se acurró con vehemencia. La chica podía sentir el calor que desprendía su cuerpo, e inaló la fragancia de su polo de color caqui. Era como azúcar moreno, jazmín y desodorante masculino. Luego, se durmió.
Jockie.
Re: † Evangelock †
† Capítulo 8 †
Lugar: Jardín Trasero, Centro Psiquiátrico de Kings Park, Nueva York (EE.UU)
Hora: 6:11
Personaje: Anastasia West
El viento frío de los bosques de Nueva York echó de manera delicada sus mechones oscuros, liberando su cara. Sus ojos azules noche, miraban la entrada de un laberinto —cuyos muros eran arbustos—, con un brillo nubloso, que solía aparecer en su firme mirada cuando se encontraba sola. Sentía un fuerte nudo en el estómago, que se apretaba cada vez más a medida que la brisa dominicana se hacía presencia y el cielo comenzaba a transmutar de color, borrando las estrellas del firmamento como si nunca hubieran existido jamás.
Ella se encontraba sentada en uno de los bancos de piedra blanca, sin algún abrigo que la resguardará de la heladez tormentosa que inundaba el exterior. Sus hombros estaba desnudos porque las mangas de su camiseta de Metallica estaban cortados de mala manera y sus pantalones boyfriend rotos, por las rodillas y descoloridos por las millones de veces lavados con lejía. Daba la impresión de que quería tener una pulmonía o algo más grave. Ella suspiró vagamente, al sentir su corazón dar un vuelco sin razón al recordar lo cerca que ella había de Luke, al hacerle la pregunta.
Anne chasqueó la lengua, de manera perturbadora y recordando con nostalgia como a su hermano Jace le sacaba de quicio. También recordó la última vez que lo vió, cuando el agente de policía hablaba con Megan sobre Anastasia y aparecian por la puerta Greg y Jace. Ella podía escuchar masoquistamente el desconsuelo de la doctora Megan West, y las promesas incumplidas del empresario Greg West. Luego de ese recuerdo, se abrió el de Steph hablando con Jace. Cuando Steph salió de la cocina y había descubierto a Lara, Louis y Anne tras unos arbustos, a la espera de que la casa quedará desalojada. Louis le había dado una descarga al ex-novio de la chica, provocando su perdida de conocimiento y la discusión que tuvieron los chicos. Ella había estado realmente preocupada de que Steph hubiera muerto, y Louis no ayudaba, burlándose cruelmente de él. Anne se preguntó que había pasado después de que ellos se hubieran marchado.
Arrugo la nariz, frunciendo los labios al recordar otro recuerdo, cuando Louis la había llevado a su cuarto y habían jugado a que Anastasia adivinará quien era su compañero de cuarto, y está había reponido que prefería al tiburón de la voz chillona o cuando, ellos estaban en el avión, de camino a Londres. Como él había convertido un simple bolígrafo en un clavel rojo, que significaba adoración. Anne se encogió por dentro, sintiendo un estremecimiento en su cuerpo que abrasaba su interior con fuerza. Sus dedos agarraron los bordes del banco, rodeándolos y ella sintió su espalda ligeramente húmeda, acausa de los aspersores que se despertaban para regar los metros de flores silvestres y vegetación.
Sus labios se veían agrietados y violáceos, como las flores que se agrupaban cerca de uno de los arbustos al lado de los árboles. Ella curvó una desdichada comisura, en una mueca para evitar tiritar de frío. Dos caballos se encontraban frente a el antigüo cobertizo, que ahora era un establo remodelado. El primero, era de color castaño oscuro, con una mancha simple en la frente; el segundo era un poco más pequeño, de pelaje rubio deslumbrante. Sus nombres habían sido Apolo y Socátres. A Anne le parecian nombres absurdos para caballos. Dos de los criados de Jennifer peinaban a los caballos, mientras colocaban las sillas. Ella se sentía como en otra época, viéndose obligada a ver millones de sirvientes andar por el manicomio y a responder por el nombre de Señorita Clarisse o Lady Dark —los cuales ella destestaba—. Anne sabía que si ella no hubiera bloqueado sus poderes y decidiera ir a entrenar con Grank y Luke, su yegua llamada Morrigan se encontraría con los otros animales.
Anne le había puesto ese nombre, recordándose a la diosa celta de la guerra y la muerte. Según había leído, a ella la veían lavando la ropa de los que estaban a punto de morir en combate, y después brevolaba los campos de batalla llevándose furiosa los cráneos de los muertos. Se la veía con tres aspectos dintintos, el primero era la hermosa doncella inocente, la segunda como una gran madre y la tercera como una vieja bruja gore. Anne siempre había querido ser así, un dios sediento de sangre y venganza.
La joven miró por encima del hombro, como Grank y Luke caminaban en dirección a los caballos. Ella pudo distinguir el cabello rubio de Grank y el perfil australiano que tenía. Ambos llevaban trajes de caza, y arcos a sus espaldas. Ella pensó cuan maravilloso sería que una de las flechas volará por el cielo, surcando el firmamento y acabando en el pecho de Jennifer, mientras su vida se marchitaba a cada gota de sangre que manaba de su herida.
Los dos subieron a los lomos de los caballos, y comenzaron a avanzar en los animales, para después ir a galope. Anne juró ver a Luke, girar su cabeza sobre su hombro y dedicarle una sonrisa lenta y llena de odio. La chica se preguntó si había perdido a su único aliado en aquel sitio, y si podría recuperarlo. Tal vez, él no le había dicho nada a Jennifer, y esperaba volver en la tarde para comentarle la idea de la joven. Anne arrugó la nariz, al sentir la humedad impregnada pegajosamente en su espalda y las escurridizas gotas resvalar por su espalda. Ella bajó la mirada a sus nudillos, hinchados y llenos de pequeños cortes. Echó su cabello hacia atrás y luego se puso en pie, de manera tambaleante y entró en la puerta trasera del manicomio, con la intención de andar sin que nadie la viera. Ahora que sus dones no funcionaban, sus pasos eran ruidosos y dejaba un recorrido de agua y barro por la alfombra.
—¿No has ido con tu padrastro y tu hermanastro? —preguntó esa voz que solía perseguirla en sus pesadillas, chirriante.
Jennifer adivinó la chica, ahogando un estremecimiento de asco.
Ella se giró lentamente, con el cabello pegado a la nuca y las sienes. Jennifer estaba a pocos metros de ella, llevando unos vaqueros ajustados y una blusa de color verde claro. Anne sintió las ganas de plantarle una patada en la espinilla y correr hacía la única vía de salida.
—No —contestó ella, alzando la barbilla en gesto desafiante.
—¿Por qué no?
—He bloqueado mis dones —repuso, con los ojos llameantes.
Jennifer tragó saliva, y miró a su hija con los ojos brillantes, como joyas marinas extraidas meticulosamente del fondo del mar. Cualquiera diría que era aquella mujer una copia de la joven Anastasia, veinte años más vieja y demoniáca. La joven se preguntó si cuando tuviera la edad de Jennifer sería exactamente igual que ella. La idea la horrorizó.
—¿Y eso a que se debe? —cuestionó la mujer, intentando apaciguar su voz entrecortada.
Anne fingió no darse cuenta del la irritación que se encontraba debajo del tono sereno de Jennifer y dijo:
—No los quiero.
—No puedes ser algo que no eres, Anastasia. Eres un Alas Negras, y su poder oscuro es imposible de detener.
La joven ladeó la cabeza, y la miró con una dureza que todos conocian de ella. Ella estaba cansada de escuchar las palabrerias de Jennifer, y tener que acatarlas. Ya no tenía nada que perder, si era eso lo que la retenía.
—Clarisse, si estas enfadada por algo, puedes decirmelo —Jennifer estiró una mano hacía ella, con la intención de colocarla en su brazo, en gesto protector.
Una sacudida de energía provocó que la joven pestañeará con furia, y se moviera lejos del alcance de la mujer.
—No pasa nada —dijo la joven, sintiéndo la voz ronca debido a la amargura que se encargaba de embriagarla.
Jennifer ladeó la cabeza, y Anne apartó la mirada, clavándola en el césped y su sucio calzado. La mujer abrió la boca, y predijo:
—Oh, ya veo que lo sabes.
Anne se colocó un trozo de cabello tras la oreja, permitiendo que una gota de agua se deslizara por su piel, y se hundiera en el cuello de la camiseta.
—¿El qué sé? —cuestionó Anastasia.
—Que Louis a muerto.
Sintió como aquellas palabras la abofeteaban, y le cortaban la respiración. Un intenso dolor afloró en su cabeza, algo tan fuerte que le obligó a jadear.
—Clary, si has abandonado tus dones por una muerte tan insignificante...
—¿Insignificante? —gruñó la chica, alzando la cabeza y pareciendo furiosa.
La sangre golpeaba en su cabeza, produciendo un ritmo.
—Louis no fue nunca insignificante.
—Por favor, Clarisse... Sabias que lo vuestro nunca iba a funcionar y que cuando te recuperé, fue la forma más sana de acabar con lo vuestro. Lástima que muririera intentando salvarte de tu destino —añadió, sonriendo friamente.
Anne pestañeó, y sintió que su campo de visión se tornaba de color negro intenso. Cuando los puntitos oscuros dejaron de bañar su vista, ella pudo reconocer todo lo que pasaba. Sus delgadas manos agarraban com brutalidad el cuello de Jennifer, la cual se encontraba colgando en el aire, pegada contra la pared del manicomio. Las venas de las manos de Anne se enroscaban, pareciendo telarañas azuladas en relieve. El rostro de la mujer estaba pálido, y sus ojos del mismo color que la chica abiertos de par en par, dando a la luz la incredulidad que sentía.
—Intento salvarme de ti, perra —gruñó Anastasia, mientras apretaba más la mano derecha y cortaba la respiración.
—Cla... Clar... Anastasia —susurró, ahogada.
Su cara adquería un tono azulado violáveo. Anne se preguntó cuanto tiempo tardaría en morir en sus manos.
—¿Qué?
—Su... suéltame.
—¿Por qué? —sus ojos ya eran negros, y las alas ya habian aparecido, aleteando. Parecía un cuadro italiano, de un ángel vengador bajado de los cielos para repartir verganza—. Tu vida es insignificante para mi así que no veo porque debería dejarte vivir.
—Yo... yo... yo pued... qu... veas... h... Loui... —farfullo, dementemente.
—¿Cómo?
—U... erta... a... Erno...
El tono de la bruja era violáceo, casi púrpura.
—¿Una puerta al Averno? ¿Louis está en el Infierno?
Jennifer no contestó. Ella apretó las uñas en su piel, notando la vibrante yugular en sus yemas.
—Contesta.
—S...
—Me vas a llevar, cueste lo que te cueste, bruja —amenazó Anne, con los ojos ahora rojos.
Jennifer asintió y Anne la soltó, dejando que su delgaducho cuerpo cayerá al suelo y se transformará en un ovillo con el semblante de un color confuso. Anne desplegó sus alas, y se marchó.
Hora: 6:11
Personaje: Anastasia West
El viento frío de los bosques de Nueva York echó de manera delicada sus mechones oscuros, liberando su cara. Sus ojos azules noche, miraban la entrada de un laberinto —cuyos muros eran arbustos—, con un brillo nubloso, que solía aparecer en su firme mirada cuando se encontraba sola. Sentía un fuerte nudo en el estómago, que se apretaba cada vez más a medida que la brisa dominicana se hacía presencia y el cielo comenzaba a transmutar de color, borrando las estrellas del firmamento como si nunca hubieran existido jamás.
Ella se encontraba sentada en uno de los bancos de piedra blanca, sin algún abrigo que la resguardará de la heladez tormentosa que inundaba el exterior. Sus hombros estaba desnudos porque las mangas de su camiseta de Metallica estaban cortados de mala manera y sus pantalones boyfriend rotos, por las rodillas y descoloridos por las millones de veces lavados con lejía. Daba la impresión de que quería tener una pulmonía o algo más grave. Ella suspiró vagamente, al sentir su corazón dar un vuelco sin razón al recordar lo cerca que ella había de Luke, al hacerle la pregunta.
Anne chasqueó la lengua, de manera perturbadora y recordando con nostalgia como a su hermano Jace le sacaba de quicio. También recordó la última vez que lo vió, cuando el agente de policía hablaba con Megan sobre Anastasia y aparecian por la puerta Greg y Jace. Ella podía escuchar masoquistamente el desconsuelo de la doctora Megan West, y las promesas incumplidas del empresario Greg West. Luego de ese recuerdo, se abrió el de Steph hablando con Jace. Cuando Steph salió de la cocina y había descubierto a Lara, Louis y Anne tras unos arbustos, a la espera de que la casa quedará desalojada. Louis le había dado una descarga al ex-novio de la chica, provocando su perdida de conocimiento y la discusión que tuvieron los chicos. Ella había estado realmente preocupada de que Steph hubiera muerto, y Louis no ayudaba, burlándose cruelmente de él. Anne se preguntó que había pasado después de que ellos se hubieran marchado.
Arrugo la nariz, frunciendo los labios al recordar otro recuerdo, cuando Louis la había llevado a su cuarto y habían jugado a que Anastasia adivinará quien era su compañero de cuarto, y está había reponido que prefería al tiburón de la voz chillona o cuando, ellos estaban en el avión, de camino a Londres. Como él había convertido un simple bolígrafo en un clavel rojo, que significaba adoración. Anne se encogió por dentro, sintiendo un estremecimiento en su cuerpo que abrasaba su interior con fuerza. Sus dedos agarraron los bordes del banco, rodeándolos y ella sintió su espalda ligeramente húmeda, acausa de los aspersores que se despertaban para regar los metros de flores silvestres y vegetación.
Sus labios se veían agrietados y violáceos, como las flores que se agrupaban cerca de uno de los arbustos al lado de los árboles. Ella curvó una desdichada comisura, en una mueca para evitar tiritar de frío. Dos caballos se encontraban frente a el antigüo cobertizo, que ahora era un establo remodelado. El primero, era de color castaño oscuro, con una mancha simple en la frente; el segundo era un poco más pequeño, de pelaje rubio deslumbrante. Sus nombres habían sido Apolo y Socátres. A Anne le parecian nombres absurdos para caballos. Dos de los criados de Jennifer peinaban a los caballos, mientras colocaban las sillas. Ella se sentía como en otra época, viéndose obligada a ver millones de sirvientes andar por el manicomio y a responder por el nombre de Señorita Clarisse o Lady Dark —los cuales ella destestaba—. Anne sabía que si ella no hubiera bloqueado sus poderes y decidiera ir a entrenar con Grank y Luke, su yegua llamada Morrigan se encontraría con los otros animales.
Anne le había puesto ese nombre, recordándose a la diosa celta de la guerra y la muerte. Según había leído, a ella la veían lavando la ropa de los que estaban a punto de morir en combate, y después brevolaba los campos de batalla llevándose furiosa los cráneos de los muertos. Se la veía con tres aspectos dintintos, el primero era la hermosa doncella inocente, la segunda como una gran madre y la tercera como una vieja bruja gore. Anne siempre había querido ser así, un dios sediento de sangre y venganza.
La joven miró por encima del hombro, como Grank y Luke caminaban en dirección a los caballos. Ella pudo distinguir el cabello rubio de Grank y el perfil australiano que tenía. Ambos llevaban trajes de caza, y arcos a sus espaldas. Ella pensó cuan maravilloso sería que una de las flechas volará por el cielo, surcando el firmamento y acabando en el pecho de Jennifer, mientras su vida se marchitaba a cada gota de sangre que manaba de su herida.
Los dos subieron a los lomos de los caballos, y comenzaron a avanzar en los animales, para después ir a galope. Anne juró ver a Luke, girar su cabeza sobre su hombro y dedicarle una sonrisa lenta y llena de odio. La chica se preguntó si había perdido a su único aliado en aquel sitio, y si podría recuperarlo. Tal vez, él no le había dicho nada a Jennifer, y esperaba volver en la tarde para comentarle la idea de la joven. Anne arrugó la nariz, al sentir la humedad impregnada pegajosamente en su espalda y las escurridizas gotas resvalar por su espalda. Ella bajó la mirada a sus nudillos, hinchados y llenos de pequeños cortes. Echó su cabello hacia atrás y luego se puso en pie, de manera tambaleante y entró en la puerta trasera del manicomio, con la intención de andar sin que nadie la viera. Ahora que sus dones no funcionaban, sus pasos eran ruidosos y dejaba un recorrido de agua y barro por la alfombra.
—¿No has ido con tu padrastro y tu hermanastro? —preguntó esa voz que solía perseguirla en sus pesadillas, chirriante.
Jennifer adivinó la chica, ahogando un estremecimiento de asco.
Ella se giró lentamente, con el cabello pegado a la nuca y las sienes. Jennifer estaba a pocos metros de ella, llevando unos vaqueros ajustados y una blusa de color verde claro. Anne sintió las ganas de plantarle una patada en la espinilla y correr hacía la única vía de salida.
—No —contestó ella, alzando la barbilla en gesto desafiante.
—¿Por qué no?
—He bloqueado mis dones —repuso, con los ojos llameantes.
Jennifer tragó saliva, y miró a su hija con los ojos brillantes, como joyas marinas extraidas meticulosamente del fondo del mar. Cualquiera diría que era aquella mujer una copia de la joven Anastasia, veinte años más vieja y demoniáca. La joven se preguntó si cuando tuviera la edad de Jennifer sería exactamente igual que ella. La idea la horrorizó.
—¿Y eso a que se debe? —cuestionó la mujer, intentando apaciguar su voz entrecortada.
Anne fingió no darse cuenta del la irritación que se encontraba debajo del tono sereno de Jennifer y dijo:
—No los quiero.
—No puedes ser algo que no eres, Anastasia. Eres un Alas Negras, y su poder oscuro es imposible de detener.
La joven ladeó la cabeza, y la miró con una dureza que todos conocian de ella. Ella estaba cansada de escuchar las palabrerias de Jennifer, y tener que acatarlas. Ya no tenía nada que perder, si era eso lo que la retenía.
—Clarisse, si estas enfadada por algo, puedes decirmelo —Jennifer estiró una mano hacía ella, con la intención de colocarla en su brazo, en gesto protector.
Una sacudida de energía provocó que la joven pestañeará con furia, y se moviera lejos del alcance de la mujer.
—No pasa nada —dijo la joven, sintiéndo la voz ronca debido a la amargura que se encargaba de embriagarla.
Jennifer ladeó la cabeza, y Anne apartó la mirada, clavándola en el césped y su sucio calzado. La mujer abrió la boca, y predijo:
—Oh, ya veo que lo sabes.
Anne se colocó un trozo de cabello tras la oreja, permitiendo que una gota de agua se deslizara por su piel, y se hundiera en el cuello de la camiseta.
—¿El qué sé? —cuestionó Anastasia.
—Que Louis a muerto.
Sintió como aquellas palabras la abofeteaban, y le cortaban la respiración. Un intenso dolor afloró en su cabeza, algo tan fuerte que le obligó a jadear.
—Clary, si has abandonado tus dones por una muerte tan insignificante...
—¿Insignificante? —gruñó la chica, alzando la cabeza y pareciendo furiosa.
La sangre golpeaba en su cabeza, produciendo un ritmo.
—Louis no fue nunca insignificante.
—Por favor, Clarisse... Sabias que lo vuestro nunca iba a funcionar y que cuando te recuperé, fue la forma más sana de acabar con lo vuestro. Lástima que muririera intentando salvarte de tu destino —añadió, sonriendo friamente.
Anne pestañeó, y sintió que su campo de visión se tornaba de color negro intenso. Cuando los puntitos oscuros dejaron de bañar su vista, ella pudo reconocer todo lo que pasaba. Sus delgadas manos agarraban com brutalidad el cuello de Jennifer, la cual se encontraba colgando en el aire, pegada contra la pared del manicomio. Las venas de las manos de Anne se enroscaban, pareciendo telarañas azuladas en relieve. El rostro de la mujer estaba pálido, y sus ojos del mismo color que la chica abiertos de par en par, dando a la luz la incredulidad que sentía.
—Intento salvarme de ti, perra —gruñó Anastasia, mientras apretaba más la mano derecha y cortaba la respiración.
—Cla... Clar... Anastasia —susurró, ahogada.
Su cara adquería un tono azulado violáveo. Anne se preguntó cuanto tiempo tardaría en morir en sus manos.
—¿Qué?
—Su... suéltame.
—¿Por qué? —sus ojos ya eran negros, y las alas ya habian aparecido, aleteando. Parecía un cuadro italiano, de un ángel vengador bajado de los cielos para repartir verganza—. Tu vida es insignificante para mi así que no veo porque debería dejarte vivir.
—Yo... yo... yo pued... qu... veas... h... Loui... —farfullo, dementemente.
—¿Cómo?
—U... erta... a... Erno...
El tono de la bruja era violáceo, casi púrpura.
—¿Una puerta al Averno? ¿Louis está en el Infierno?
Jennifer no contestó. Ella apretó las uñas en su piel, notando la vibrante yugular en sus yemas.
—Contesta.
—S...
—Me vas a llevar, cueste lo que te cueste, bruja —amenazó Anne, con los ojos ahora rojos.
Jennifer asintió y Anne la soltó, dejando que su delgaducho cuerpo cayerá al suelo y se transformará en un ovillo con el semblante de un color confuso. Anne desplegó sus alas, y se marchó.
×Bueno, aquí tienen un nuevo capítulo. Debo advertirles, mis lectoras, que pienso (creo) cancelar la novela ya que nadie apenas comenta y tal...
Suca, si no comentas en este capítulo me temo que te voy a tener que sustituir oficialmente.
Por cierto, ¿podrían pasarse por mi nueva novela? Os dejo el link:
Fear
Jockie.
Re: † Evangelock †
Te mato si la cancelas, tienes que seguirla, yo quiero seguir leyendo.
Y si la cancelas me tendras que contar todo lo que pasa despues por MP.
Y si la cancelas me tendras que contar todo lo que pasa despues por MP.
Zarek
Re: † Evangelock †
Oh Cin, yo también te quiero.Cindhy Parthenopeaus. escribió:Te mato si la cancelas, tienes que seguirla, yo quiero seguir leyendo.
Y si la cancelas me tendras que contar todo lo que pasa despues por MP.
Intentaré seguirla, pero te advierto de que empiezo las clases y no quiero que me pase como el año pasado. Y además, tengo novio :3
Empezaré un capítulo ahora y voy a ver si podré subirlo antes de mañana.
Besos.
Joe
Jockie.
Re: † Evangelock †
Estoy con cindhy! Como la canceles te torturare con tal de que me digas como sigue. Puede hacer que vea a Louis!!! Dios quiero saber que coño va a pasar después en serio.Siempre me dejas con la jodida intriga. Esto ya es masoquismo por mi parte. Te Amo<3
LaraB_96
Re: † Evangelock †
OLA ESTOY AQUI PARA DECIR ... NO LA CANCELES BITCH
Por los chicos y por tus lectoras NO LA CANCELES. ♥
Por los chicos y por tus lectoras NO LA CANCELES. ♥
darkness.
Re: † Evangelock †
NO PUEDES CANCELARLA, ES QUE ACASO NOS QUIERES VER LLORAR, entendemos que no tengas tiempo y todo eso, pero no la canceles nos daría un paro cardíaco,¿quieres cargar con nuestras muertes el resto de tu vida?, seríamos felices si subieras uno al mes al menos, pero no la canceles si quieres nos arrodillamos, peor no la canceles
Wicked
Re: † Evangelock †
† Capítulo 9 †
Lugar: Apartamento Malik, Harmenlock, Londres (Inglaterra)
Hora: 7:25
Personaje: Cindhy Parthenopeaus
—No tendrías que haber sido tan brusca con Harry —le reprendió su novio, mientras introducía la mano derecha en uno de los bolsillos de su cazadora negra.
—Y él no tendría que ser tan sumamente gilipollas —replicó la pelirroja, agachándose para ajustar los cordones negros de sus botas.
Zayn sacó la caja de cigarillos, triúnfadoramente, y extrajó uno con rápidez. Su novia le miró mal, del cigarrillo a él, y así invertidamente.
—Harry no es gilipollas sólo cree... —le dió una breve calada a su cigarrillo y dejó que el humo saliera de sus fosas nasales, mientras la frase volaba inacabada.
Cindhy pestañeó, apretando sus labios pintados de rojo y miró hacía Zayn unos instantes, con el color de los ojos vidrioso.
—Vaya tacto tienes, Malik —susurró indiferente la griega.
La joven apretó los labios un poco más, y se deshizo de la mano de su novio, que se encontraba entrelazada con la suya.
—Lo siento —farfulló el joven, rascándose la nuca con la mano que había sido liberada—. Ya sabes que no soy muy bueno para estas cosas.
Cindhy le miró durante unos segundos, y luego apartó la mirada, para contemplar el valle otoñal que se extendía frente a ella.
—No pasa nada —aseguró, con la voz crispada—. Todos piensan que soy una asesina... por matar a Louis... —los ojos se le llenaron de lágrimas—. Yo también lo pienso, si te soy sincera —añadió en un susurro, hundiendo sus uñas en la piel de la palma.
Zayn observó el perfil de su novia. Su nariz recta y delgada; sus carnosos labios pintados de rojo, ahora fruncidos, evitando explotar en llanto; su piel bronceada por el sol de verano; la manera en la que su fino cabello naranja caía en sus omoplatos... El joven no tardó en estirar una mano, y obligarla a mirarle.
—No fue tu culpa, Cin —aclaró el joven, mirando con ternura las fracciones duras de su novia—. Es tu enfermedad y... te juro por lo que más amo que, pienso encontrar una cura para salvarte, cueste lo que me cueste.
Cindhy pestañeó seguidamente, eliminando las lágrimas que aguaban sus ojos.
—Genial —su voz sonaba ronca— pero no hay cura.
—¿Quién lo dice?
—Los médicos —sus dedos cogieron una diente de león.
—Pero...
Negó con la cabeza la chica, y susurró, como si todo lo que le estuviera contando fuera un secreto valioso:
—No te hagas ilusiones Zayn. Espero que estes preparado para llevarte una gran decepción.
Zayn arrugó el ceño, y omitió su respuesta, sabiendo que dijera lo que dijera, Cindhy lo ignoraría. Simplemente se dedicó a estirar su brazo y rodear los hombros de su novia. El humo del cigarrillo voló sobre sus cabezas, inundando aquel aire fresco de nicotina y hedor a tabaco.
—Quiero que sepas Cindhy que...
—No digas nada —murmuró la joven—. No quiero darte pena.
Sus nudillos se volvían cándidos, tanto como los de un hueso, y sus palmas comenzaron a arder, lentamente. El diente de león quedó ardiendo, en su palma, mientras la joven observaba tranquila el fuego que deboraba el aro de polen.
Todo aquello le parecía demasiado, incluso para aquella guerrera. Harry, a pesar de que Cindhy nunca lo admitiría en voz alta, la había dañado parte de su personalidad inquebrajable y eso, la hacía plantearse si de verdad era quien creía ser. Los meses pasados con Zayn, habían estado llenos de ataques prematuros que el joven desconocía.
Ella sabía que estaba muriéndose rápidamente, y que pronto, lo más probable dos meses más, moriría. Zarek la había llamado hace dos semanas, rogándola que volviera a aquel tratamiento del que había huido, y Cindhy se había negado en redondo. Lo último que quería era asustar a Zayn.
Zayn siempre estaba en sus pensamientos, y ahora la joven se temía sentir algo por él. Algo real y sincero.
Cindhy mordió su labio, y dejó que las llamas se consumieran en su piel, hasta quedar consumidas en un montón de cenizas oscuras.
—Cindhy —gruñó Zayn, alarmado.
La joven pestañeó seguidamente, regresando a la realidad.
—¿Qué?
El rostro de Zayn estaba pálido, provocando que sus ojos mieles se marcaran más y regalará una imagen de estar enfermo de gravedad.
—Lou... Louis —llegó a poder vocalizar, con el terror dibujado en su hermoso rostro.
Al escuchar ese nombre, el estómago de Cindhy se encogió de puro terror y culpabilidad. Siempre que escuchaba el nombre de su difunto amigo, ella lo sentía como si le hubieran dado una fuerte bofeta en la cara, recordándo que había hecho.
—¿De qué hablas? —cuestionó la pelirroja, imaginándose con horror un Louis quemado, caminando hacía ella con la intención de enterrarla en la tierra, viva.
Zayn levantó un dedo tembloroso, señalando hacía un circulo de matorrales a pocos metros de elos. La pelirroja siguió su dedo y comprobó los matorrales, poniéndose en pie velozmente. Las ramas se encontraban semidesnudas, con algunas hojas en el suelo, mojadas y aplastadas. Había varios frutos de los frútices, achatos contra el terreno de tierra y desprendiendo el dulzón aroma a bayas.
Cindhy se internó un poco más, con el corazón martilleándole el pecho, en un ritmo constante que le hizo plantearse cuánta adrenalina se había infiltrado en sus venas y si cabía la posibilidad de que sufriera un ataque, otra vez.
—No tiene gracia, Army —gruñó, soltando las ramas y dejando de buscar entre la maleza—. Me habías asustado.
Giró sobre su eje, y divisó a Zayn, el cual seguía cándido como un hueso y con la mirada clavada todavía en los arbustos.
—Cindhia, te juró que lo he visto —apenas se movió pero sus ojos pronto buscaron los de Cindhy—. Te digo que le he visto allí, sonriéndome.
Cindhy le miró de hito en hito, sintiéndose momentaneamente preocupada por la alucinación de su novio y se aproximó a él, ignorando el hecho de que la hubiera llamado Cindhia.
—¿Tienes fiebre? —inquirió, agachándose frente al joven con ademán de tomarle la temperatura.
Zayn permitió que ella le tocará la frente, y balbuceó, todavía exhaltado.
—No tengo fiebre —hizo una mueca, al percibir la ardiente palma de la griega sobre su piel—. Ni tampoco enfermo. Te digo que he visto a Louis.
Cindhy volvió a comprovar sobre su hombro si había algo allí, pero se sintió aliviada, al comprobar que no.
—Vamos Zayn —bufó la joven—. Vayamos a clase.
Hora: 7:25
Personaje: Cindhy Parthenopeaus
—No tendrías que haber sido tan brusca con Harry —le reprendió su novio, mientras introducía la mano derecha en uno de los bolsillos de su cazadora negra.
—Y él no tendría que ser tan sumamente gilipollas —replicó la pelirroja, agachándose para ajustar los cordones negros de sus botas.
Zayn sacó la caja de cigarillos, triúnfadoramente, y extrajó uno con rápidez. Su novia le miró mal, del cigarrillo a él, y así invertidamente.
—Harry no es gilipollas sólo cree... —le dió una breve calada a su cigarrillo y dejó que el humo saliera de sus fosas nasales, mientras la frase volaba inacabada.
Cindhy pestañeó, apretando sus labios pintados de rojo y miró hacía Zayn unos instantes, con el color de los ojos vidrioso.
—Vaya tacto tienes, Malik —susurró indiferente la griega.
La joven apretó los labios un poco más, y se deshizo de la mano de su novio, que se encontraba entrelazada con la suya.
—Lo siento —farfulló el joven, rascándose la nuca con la mano que había sido liberada—. Ya sabes que no soy muy bueno para estas cosas.
Cindhy le miró durante unos segundos, y luego apartó la mirada, para contemplar el valle otoñal que se extendía frente a ella.
—No pasa nada —aseguró, con la voz crispada—. Todos piensan que soy una asesina... por matar a Louis... —los ojos se le llenaron de lágrimas—. Yo también lo pienso, si te soy sincera —añadió en un susurro, hundiendo sus uñas en la piel de la palma.
Zayn observó el perfil de su novia. Su nariz recta y delgada; sus carnosos labios pintados de rojo, ahora fruncidos, evitando explotar en llanto; su piel bronceada por el sol de verano; la manera en la que su fino cabello naranja caía en sus omoplatos... El joven no tardó en estirar una mano, y obligarla a mirarle.
—No fue tu culpa, Cin —aclaró el joven, mirando con ternura las fracciones duras de su novia—. Es tu enfermedad y... te juro por lo que más amo que, pienso encontrar una cura para salvarte, cueste lo que me cueste.
Cindhy pestañeó seguidamente, eliminando las lágrimas que aguaban sus ojos.
—Genial —su voz sonaba ronca— pero no hay cura.
—¿Quién lo dice?
—Los médicos —sus dedos cogieron una diente de león.
—Pero...
Negó con la cabeza la chica, y susurró, como si todo lo que le estuviera contando fuera un secreto valioso:
—No te hagas ilusiones Zayn. Espero que estes preparado para llevarte una gran decepción.
Zayn arrugó el ceño, y omitió su respuesta, sabiendo que dijera lo que dijera, Cindhy lo ignoraría. Simplemente se dedicó a estirar su brazo y rodear los hombros de su novia. El humo del cigarrillo voló sobre sus cabezas, inundando aquel aire fresco de nicotina y hedor a tabaco.
—Quiero que sepas Cindhy que...
—No digas nada —murmuró la joven—. No quiero darte pena.
Sus nudillos se volvían cándidos, tanto como los de un hueso, y sus palmas comenzaron a arder, lentamente. El diente de león quedó ardiendo, en su palma, mientras la joven observaba tranquila el fuego que deboraba el aro de polen.
Todo aquello le parecía demasiado, incluso para aquella guerrera. Harry, a pesar de que Cindhy nunca lo admitiría en voz alta, la había dañado parte de su personalidad inquebrajable y eso, la hacía plantearse si de verdad era quien creía ser. Los meses pasados con Zayn, habían estado llenos de ataques prematuros que el joven desconocía.
Ella sabía que estaba muriéndose rápidamente, y que pronto, lo más probable dos meses más, moriría. Zarek la había llamado hace dos semanas, rogándola que volviera a aquel tratamiento del que había huido, y Cindhy se había negado en redondo. Lo último que quería era asustar a Zayn.
Zayn siempre estaba en sus pensamientos, y ahora la joven se temía sentir algo por él. Algo real y sincero.
Cindhy mordió su labio, y dejó que las llamas se consumieran en su piel, hasta quedar consumidas en un montón de cenizas oscuras.
—Cindhy —gruñó Zayn, alarmado.
La joven pestañeó seguidamente, regresando a la realidad.
—¿Qué?
El rostro de Zayn estaba pálido, provocando que sus ojos mieles se marcaran más y regalará una imagen de estar enfermo de gravedad.
—Lou... Louis —llegó a poder vocalizar, con el terror dibujado en su hermoso rostro.
Al escuchar ese nombre, el estómago de Cindhy se encogió de puro terror y culpabilidad. Siempre que escuchaba el nombre de su difunto amigo, ella lo sentía como si le hubieran dado una fuerte bofeta en la cara, recordándo que había hecho.
—¿De qué hablas? —cuestionó la pelirroja, imaginándose con horror un Louis quemado, caminando hacía ella con la intención de enterrarla en la tierra, viva.
Zayn levantó un dedo tembloroso, señalando hacía un circulo de matorrales a pocos metros de elos. La pelirroja siguió su dedo y comprobó los matorrales, poniéndose en pie velozmente. Las ramas se encontraban semidesnudas, con algunas hojas en el suelo, mojadas y aplastadas. Había varios frutos de los frútices, achatos contra el terreno de tierra y desprendiendo el dulzón aroma a bayas.
Cindhy se internó un poco más, con el corazón martilleándole el pecho, en un ritmo constante que le hizo plantearse cuánta adrenalina se había infiltrado en sus venas y si cabía la posibilidad de que sufriera un ataque, otra vez.
—No tiene gracia, Army —gruñó, soltando las ramas y dejando de buscar entre la maleza—. Me habías asustado.
Giró sobre su eje, y divisó a Zayn, el cual seguía cándido como un hueso y con la mirada clavada todavía en los arbustos.
—Cindhia, te juró que lo he visto —apenas se movió pero sus ojos pronto buscaron los de Cindhy—. Te digo que le he visto allí, sonriéndome.
Cindhy le miró de hito en hito, sintiéndose momentaneamente preocupada por la alucinación de su novio y se aproximó a él, ignorando el hecho de que la hubiera llamado Cindhia.
—¿Tienes fiebre? —inquirió, agachándose frente al joven con ademán de tomarle la temperatura.
Zayn permitió que ella le tocará la frente, y balbuceó, todavía exhaltado.
—No tengo fiebre —hizo una mueca, al percibir la ardiente palma de la griega sobre su piel—. Ni tampoco enfermo. Te digo que he visto a Louis.
Cindhy volvió a comprovar sobre su hombro si había algo allí, pero se sintió aliviada, al comprobar que no.
—Vamos Zayn —bufó la joven—. Vayamos a clase.
- ″Open Me, Bitch″:
Aquí otro capítulo, mis lectoras
He leído sus comentarios (fantásticos como siempre) y ña, pues que pronto la seguiré.
Ahora mismo me costará un poco, ya que no tengo Intenet y unicamemte utilizó el Wifi de mi instituto y el de algunas casas de mis amigas, cuando voy para allá.
En cuanto recuperé el Internet, I′m going to up some chapers, are you stand me?
Si habeis leído esto, dejádme un gif de Asking Alexandría con la frase: ”Yo te sigo, Joe“.
Jockie.
Re: † Evangelock †
- Yo te sigo Joe!:) :
Yo te dejo tres, porque me hicieron gracia. Y por que soy VIP ;)Se que no salen todos pero estos dos me hicieron reir jajajaja.
Te amo!<3
LaraB_96
Re: † Evangelock †
Mi dulce BubuLaraB_96 escribió:Y Zayn le vio! Joder Joder Joder! No jueges asi con mis pobre sentimientos! Esta vivo?
- Yo te sigo Joe!:
Yo te dejo tres, porque me hicieron gracia. Y por que soy VIP ;)Se que no salen todos pero estos dos me hicieron reir jajajaja.
Te amo!<3
Me han dejado el ordenador (Derek me lo ha dejado) porque ha venido unos días a hacer compañía porque me echaba de menos.
Ña, no, simplemente tenía que recoger unas cosas;3
Los gifs me han hecho reir un buen rato y ahora mis papas piensan que estoy loca del todo
Sí esta vivo
O no Quien sabe :D
Yo también te amo :enamorado:
Jockie.
Re: † Evangelock †
Me encanto el capitulo.mealegra que tengas novio, yo sigo sufriendo de mal de amores. Siguela cuando pueas.
Zarek
Re: † Evangelock †
”Yo te sigo, Joe“
Volviste volviste ... pobre Cin. OMG ZAYN QUE?. Por dios siguela mi pequeña. Aqui estoy para ti ♥
darkness.
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Miér 20 Nov 2024, 12:51 am por SweetLove22
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