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Crash | Liam Payne.
O W N :: Archivos :: Novelas Abandonadas
Página 1 de 1. • Comparte
Crash | Liam Payne.
Ficha:
Nombre: Crash.
Autor: BelénStyles.
Adaptación: Del libro..
Género: Romance.
Advertencias: No necesito chicas.
Otras páginas: No por mi parte.
Crash...
I hate you, but i love you.
Southpointe High es el ultimo lugar donde Luce quería terminar su último año escolar. Justo entonces, ella tropieza con Liam Payne un chico que hace honor a su nombre, y es sinónimo de problemas. Él tiene una larga lista de antecedentes penales que puede sobrepasar cualquier tesis, su nombre provoca suspiros, gritos, y maldiciones de tantas mujeres que Lucy no se atreve a preguntar, y vive en la casa local para chicos, donde los disturbios parecen ser normales para los residentes. Lucy tiene un objetivo mejor, en el peor de los casos, estrafalario. Vive usando sus satinadas zapatillas de ballet, tiene sus miras puestas en Juilliard, y ha sido cuidadosa en mantener los problemas lejos de su vida. Hasta ahora.
Liam es todo lo que necesita mantener alejado de su vida si quiere separar su pasado de su futuro. Mantenerse alejada, está a punto de descubrir, es la única cosa de la cual es incapaz de hacer.
Para Lucy Larson y Liam Payne, el amor está apunto de convertirse en la cosa más desgarradora.
Última edición por Belenstyles el Miér 07 Ago 2013, 2:59 pm, editado 5 veces
cipriano.
Re: Crash | Liam Payne.
Hola
Vaya, me gusto la sinopsis
Quiero saber más
Debes seguirla!
Y si llegas a necesitar chica para Zayn avísame :)
Vaya, me gusto la sinopsis
Quiero saber más
Debes seguirla!
Y si llegas a necesitar chica para Zayn avísame :)
darko.
Re: Crash | Liam Payne.
Olawas!!. Si necesitas chica para Haroldo AQUI TOY YO. Por deos que prologo mi chica. TA HERMOSOOO. Asique espero mas caps con muchas ancias. Besos :) xx.
darkness.
Re: Crash | Liam Payne.
Laȗ ◕ ‿‿ ◕ escribió:Hola
Vaya, me gusto la sinopsis
Quiero saber más
Debes seguirla!
Y si llegas a necesitar chica para Zayn avísame :)
Hola, me alegra que te guste. No creo necesitar chicas, pero cualquier cosa te tengo en cuenta. En un momento subo capítulo. :).
cipriano.
Re: Crash | Liam Payne.
Heart Attack escribió:Olawas!!. Si necesitas chica para Haroldo AQUI TOY YO. Por deos que prologo mi chica. TA HERMOSOOO. Asique espero mas caps con muchas ancias. Besos :) xx.
Hola, me alegro de que te guste. Creo que no necesito chicas, pero cualquier cosa te tengo en cuenta. En un momento subo capítulo, gracias por leer. :).
cipriano.
Re: Crash | Liam Payne.
Belenstyles escribió:Heart Attack escribió:Olawas!!. Si necesitas chica para Haroldo AQUI TOY YO. Por deos que prologo mi chica. TA HERMOSOOO. Asique espero mas caps con muchas ancias. Besos :) xx.
Hola, me alegro de que te guste. Creo que no necesito chicas, pero cualquier cosa te tengo en cuenta. En un momento subo capítulo, gracias por leer. :).
No hay problema. Espero el capitulo con ancias. Que hara el Leeroy en esta nove. Kiss.
darkness.
Re: Crash | Liam Payne.
No te preocupes, en un rato subo :).Heart Attack escribió:YOOOOOOOOOOOO ...perdon porla tardanza
cipriano.
Re: Crash | Liam Payne.
✖
Los veranos me convertían en una idiota. Por eso me sentía contenta de que este hubiera casi acabado.
Cada año desde la pubertad, de mediados de Junio a principios de Septiembre, había estado segura de que encontraría en el mundo real al equivalente del príncipe azul. Llámame anticuada, llámame romántica empedernida, incluso puedes llamarme tonta, pero lo que sea que fuese, sabía el resultado final, era patética. Hasta la fecha, no había encontrado nunca a un chico digno de permanecer en la sombra del príncipe A; No era una sorpresa que después de cada verano descubriese más y más que los chicos eran algo así como un dolor en el trasero. Pero aquí, trabajando en mi bronceado en la playa pública Sapphire Lake un par de semanas antes de que empezara mi último curso de secundaria en un nuevo instituto, simplemente encontré a mi Príncipe Malditamente Caliente.
Llegó con un lío completo de chicos, lanzando una pelota de fútbol ida y vuelta, y especímenes como éste confirmaban que hubo algún tipo de regla divina en el mundo ya que el proceso de selección natural no creaba cosas como él. Éste era un dios.
Era alto, sus hombros anchos, y tenía esos oscuros ojos con pestañas negras que tenían el poder de deshacer las mejores intenciones de una mujer. Por lo tanto, en términos no-patética, era simplemente mi tipo. Junto con el de todas las mujeres de habla inglesa del hemisferio norte.
Mi sorbete azul de frambuesa, que se convertía en papilla más que en granizado con cada mirada lasciva que daba no podía siquiera competir por mi atención.
No sabía su nombre, ni si tenía novia, ni si quería una, pero sí que yo me encontraba en problemas.
Sin embargo, fue cuando me esquivo y su aborde y su sprint cesaron cuando echó un vistazo en mi camino que supe que me encontraba en grandes problemas.
El vistazo era infinitamente más largo que cualquier otra mirada compartida con un extraño, pero lo que se transmitía en esas cortas conexiones cortaba a través de mí, dejando que alguna pieza de este extraño trabajara su camino dentro.
Experimenté esto varias veces antes en mi vida, nada más que una conexión visual con un extraño que pasaba que me conmovió en un nivel instintivo. Sin ninguna razón en absoluto, era como si sintiese a mi alma surfear en un tifón, suplicándome para que le hiciera caso y siguiese en pos de ese momento de casualidad. Hasta la fecha, nunca lo había hecho, pero la última vez que dejé pasar uno de estos momentos, fue el pasado otoño cuando un chico trabajando en un restaurante que mi familia visitaba durante las vacaciones entregó una pizza en nuestra mesa. Dejó caer la pizza en la mesa, nos dijo que la disfrutáramos, y entonces, justo cuando dejaba la mesa, nos miramos. El corazón me dio un vuelco, mi cabeza se volvió toda brumosa, y sentí este dolor por dentro cuando se giró y se alejó, como si estuviéramos unidos por una cuerda fija.
Dejé exactamente cuatro de esos tifones-alma pasar sin explorarlos, pero hice un pacto de máximo carácter sagrado conmigo misma de que no dejaría ir a un quinto de la misma forma.Nunca estuve segura de si la otra persona en el otro extremo de esa mirada sintió el mismo tipo de intensidad que yo, así que cuando el Príncipe Malditamente Caliente se giró, abordando a alguien hacia la arena, supe que corría el riesgo de que él pensara que era una de esas chicas que hacían del cazar muchachos hermosos ocupándose de sus propios asuntos una obra de arte. No me importaba, no dejaría otro de esos momentos marchar. La vida era corta y era una firme creyente de aprovechar el momento para la mayor parte de mi vida.
Entonces, llegó a otro punto muerto, como si mi mirada lo estuviese congelando en el lugar, antes de mirar hacia atrás. Esta vez no se trataba de un vistazo. Fue una mirada de unos buenos cinco segundos en donde sus ojos hicieron esa cosa estupefacta que los míos hacían por mí. Su sonrisa sólo había comenzado un viaje ascendente en su posición cuando la pelota de fútbol pasó zumbando justo al lado de su cara. Era uno de esos momentos que ves en las películas: chico mirando abiertamente a chica, ajeno al mundo que le rodea hasta que los cordones de la pelota de fútbol marcan su frente.
—¡Deja de mirar, Liam! —gritó el muchacho que había lanzado el balón—. Está demasiado buena, incluso para ti. Y puesto que tiene un libro, probablemente sabe leer, así que es lo suficientemente lista como para saber evitar a tipos como tú.
Deslicé mis gafas de vuelta a su lugar mientras el chico-casualidad perseguía el diminuto reclamo y dirigí mi atención de nuevo al libro tirado debajo de mí, ya no me preocupada por tener que perseguirle para explorar si podía haber algo más entre nosotros que una mirada cargada.
Vi la reciprocidad en sus ojos, eso y más. Sólo era cuestión de cuánto tiempo quería jugar a hacerse el guay antes de acercarse. Tenía todo el día. Eso era lo que me aseguraba a mí misma mientras él echaba al atrapado chico por encima del hombro y corrían hacia el lago, salpicando arriba y abajo hasta que el muchacho chillaba de risa. Me tranquilicé a mí misma de nuevo cuando él y el chico salieron del agua y regresaron al grupo de muchachos jugando al fútbol y se situaba justo donde lo había dejado, sin repartir ni una sola mirada en mi camino.
Traté de distraerme con el libro que tenía, pero cuando me encontré leyendo el mismo párrafo por sexta vez, me di por vencida. Seguía sin mirarme, como si fuera invisible. Cuando una segunda hora pasó de la misma manera, decidí que era hora de tomar el asunto en mis propias manos. Si él no iba a venir a mí y yo no me sentía preparada para ir a él, tenía que hacer que lo hiciera.
Encontré que los chicos son criaturas razonablemente simples de entender, por lo menos en un nivel primitivo —en mente, corazón y alma eran tan desconcertantes para mí como termodinámica— y desde que primitivo era un bonito término para hormonas furiosas, decidí usar su exceso por adolescencia a mi favor.
Agarrando el litro de agua de mi bolsa de playa, me levanté en postura, haciendo cada movimiento lento y deliberado. Por lo menos sin hacer el ridículo. Sus ojos no se fijaron en mí mientras me puse de pie y me ajuste el bikini, pero si unos pocos grupos de hombres. Buena señal de que lo hacía bien, pero mala señal que no estuviera dándose cuenta ya que todo este truco fue puesto en marcha por él.
Quitando el clip de mi abundante pelo, bajó por mi espalda, y lo sacudí en posición de buena medida. Prácticamente maldije entre dientes cuando me atreví a echarle un vistazo para encontrarle en el olvido total. ¿Qué tenía que hacer una chica para conseguir la atención de un chico en estos días?
Regresé a la mesa de picnic donde la más nueva incorporación a nuestra familia, del tipo peludo, seguía sonriendo a través de sus jadeos.
— Aquí hay un buen chico —dije, arrodillándome junto a él donde usaba la sombra de la mesa a su favor—. Ya que eres del mismo sexo, aunque encuentro a tu especie mucho más atractiva en numerosos frentes, ¿tienes alguna sugerencia de cómo hacer que ese chico sea mío? —pregunté, echándole más agua en el cuenco mientras observaba a Liam interceptar el balón en el aire. El muchacho jugó el mejor partido de fútbol que tuve el placer de ver.
Mi peludo amigo ofreció algunos lametazos sobre mi brazo antes de que su húmeda nariz empujara mi pierna. Podría haber estado leyendo un poco en su empujón de ánimo, pero cuando sus perrunos ojos rastrearon a Liam y su perruna sonrisa se extendía más, me reí. —Sí, sí. Ya sé que es un mundo de mujeres y eso, pero todavía hay algunas cosas antiguas —dije, rascándole detrás de las apelmazadas orejas—. Como el chico acercándose a la chica. No llames al movimiento feminista y me expongas o no habrá bistec para ti esta noche.
Palmeé su cabeza mientras ladraba su voto de silencio antes de regresar a mi toalla para tomar el sol. Mantuve mi cabeza hacia delante, pero mis ojos se hallaban tan cerca del rabillo como podían, observándole mientras lanzaba el balón a otro pequeño niño. Si levantarme, estirarme, y ajustar mi bikini no funcionaba, con la cena en menos de una hora, tendría que recurrir a drásticas, o desesperadas, medidas. Era tan terca como patética, y desde que había esperado tanto para que viniera, no iba a rendirme ahora. Renunciar no estaba en mi sangre.
Me estiré en la toalla, boca abajo, torciendo los brazos hacia atrás para tirar de la correa libre de su tensión. En mi experiencia como chica de diecisiete años, siete de esos años teniendo pechos que requerían un sujetador, deshacer el pequeño nudo en el centro de tu espalda tenía un noventa y cinco por ciento de índice de precisión de atraer a cualquier hombre en un radio de cinco toallas. Liam podría haber estado en la cúspide de los cinco/seis, pero era todo lo que me quedaba. El último truco en mi bolso.
Hice una almohada con mi vestido y fingí estar concentrada en nada más que minimizar las líneas de bronceado, pero cuando tomé un rápido vistazo de la zona, cada par de ojos masculinos en el radio de las cinco toallas me miraba. Excepto él. Incluso hubo algunos silbidos de los labios de su compañero de fútbol, de los cuales me hice la ignorante, pero aún así, no dio la más leve mirada en mi dirección. Uno de mis amigos del antiguo colegio me había dicho que si alguna vez llegara el día en el que uno de nuestros objetivos masculinos no acudiese a nosotras después de este último esfuerzo, sería tiempo de avisar al Papa de que un milagro necesitaba ser inspeccionado.
Que marcaran a Roma en el móvil porque un milagro ocurría frente a mí mientras que el único chico al que quería hacerme notar era el único que no lo hacía. Malditos sean, casualidades y tifones-alma.
Le daría cinco minutos más antes de que me obligara a mí misma a tragarme el orgullo y hacer un movimiento. Sabía que si tenía que acercarme a él, probablemente sería rechazada, pero no iba a dejar que otro de estos pasara de largo. Carpe diem, nena.
Me di cuenta de algo zumbando por encima de mí por el rabillo del ojo, pero no me pareció de mucha importancia, hasta que cierto cuerpo que había estado deseando encima, lo enganchó fuera del aire por la derecha antes de bajar a tierra de su impresionante suspensión en el aire. O al menos caer justo encima de mí. No se estrelló contra mí tan fuerte, llevándome a creer que fue intencional, pero me las arreglé para gritar como una niña pequeña.
Anudé mi bikini de nuevo en su sitio mientras él luchaba por reposicionarse.
—Mi nombre es Liam Payne, ya que sé que estás casi babeando como un perro rabioso por saberlo, y no tengo novias, ni relaciones, ni doy flores o llamadas regulares. Si eso funciona para ti, creo que podríamos trabajar en algo especial.
¿Así que éste era el momento fortuito que había esperado la mayor parte de una gloriosa tarde de verano? Que desperdicio. No hubo nada en el otro lado de esa cargada mirada más que una oportunista… eh-hm aventura de verano. Señor ayúdame, iba a convertirme en monja si mi radar masculino no se reajustaba hacia chicos que no caminaran sobre sus penes.
—Y yo te daría mi nombre si realmente quisiera sacar adelante algo más contigo que decirte que te largues lejos de mí —dije, girándome sobre mi espalda, una vez me aseguré de que todo en la parte delantera se encontraba cubierto. Sin embargo, no sé si fue mi movimiento de torsión o su retorcido sentido del yo, su pierna capturó mi cadera mientras giraba y la siguió hasta rodearla. Súper, ahora el chico se encontraba a horcajadas sobre mí y, a pesar de estar enojada más allá del apaciguamiento, sentí que mi corazón latía a través de mi pecho como nunca antes lo hizo.
Me sonrió. En realidad, era más una sonrisa irónica. Una llena de actitud y ego. Era un poco demasiado sexy, y podría haber sido malditamente sexy si no hubiera tomado ya la decisión de no caer en las trampas de este chico.
—Me preguntaba cuánto tardaría en tenerte en horizontal —dijo, sus ojos deslizándose hasta mi ombligo—. Aunque no soy del tipo chico-misionario que te gusta.
Lo que quedaba de mis nociones románticas de caballerosidad masculina y el amor a primera vista fue simplemente destruido. Nunca admitiría verbalmente que era una romanticona, ese era uno de los muchos secretos que mantenía para mí, pero era un ideal especial y un chico tomó el último trozo al que me aferraba.
Empujando su pecho, lo que era como tratar de mover un tanque, me quité las gafas de sol para que pudiera ver mi mirada.
—¿Eso es porque requeriría de una real, viviente, y que respirara mujer, no del tipo imaginario o hinchable, para tener sexo contigo?
Se echó a reír con esto, como si acabara de decir algo tan mono como un gatito.
—No, el suministro de mujeres nunca ha sido un problema. Pero si lo son las que vienen llamando a mi puerta, ¿por qué debería ser el único en hacer todo el trabajo?
Ese sabor desagradable en mi boca podría haber sido sólo un poco de vómito.
—Eres un cerdo —dije, empujándole de nuevo. Tan duramente que mis manos golpearon su pecho, pero era como si nada más que una simple ráfaga de viento llegara a él.
—Nunca dije ser otra cosa —respondió, levantando las manos en señal de rendición cuando llegué hasta él de nuevo con mis manos—. También supe que no pararías de mirar hasta que aprendieras la fría, dura verdad. Así que, considérate advertida. Puede que no sea el tipo de chico que lee libros de texto en la playa —dijo, mirando hacia mi libro abierto—, pero soy lo suficientemente inteligente para saber que chicas como tú deberían permanecer lejos de chicos como yo. Así que mantente alejada.
Mi mirada era oficialmente furiosa ahora.
—Eso no será un problema una vez pares de mantenerme sujeta —dije, esperando que se moviera. Lo hizo, pero todavía tenía esa sonrisa arrogante. Odiaba ese tipo de sonrisa—. Y puedes considerarte advertido de estar traspasando mi propiedad personal. —Agarré mi toalla rosa de playa en explicación mientras una erupción de ladridos sonaban detrás de mí—. Y ten cuidado con el perro —me burlé de él mientras se situaba así mismo a mi lado, todavía a horcajadas—.Te puedes ir ahora.
Eso aniquiló la sonrisa de su cara. —¿Qué? —preguntó, las líneas de su frente tirando su gorro gris más bajo. ¿Y qué clase de persona lleva un gorro de algodón a la playa en un día de calor abrasador? Los mentalmente trastornados de los que necesitaba mantenerme alejada, justo esos.
—Lárgate —dije, echándole por señas—. He terminado de desperdiciar mis últimos preciosos minutos de una encantadora tarde de verano en ti. Gracias por la dulce distracción de ojos, pero puedo ver que no es más que eso. Ah, y por cierto, tu culo no es tan impresionante de cerca como lo es de lejos.
No tuve tiempo para maldecirme a mí misma por mi última precipitada pelea verbal porque su boca se abrió por un segundo. Era exactamente la reacción que había esperado.
—Las chicas hablan un lenguaje que nunca entenderé, ¿pero estás diciendo lo que creo que estás diciendo?
—Si se trata de ti levantándote y caminando fuera de mi sol y mi vida de aquí hasta el final de los tiempos, entonces estamos en la misma onda —contesté, deslizándome más abajo en mi toalla para re-alinear la cara hacia el sol, tratando de fingir que su cara no era de lo que estaban hechos los pensamientos sucios. Salvo por una larga cicatriz que recorría en diagonal su pómulo izquierdo, podría haber sido clasificado como mental-idiotamente-perfecto.
Perfectamente no mi tipo. Tuve que recordarme a mi misma eso. Y convencerme, también.
Sus cejas seguían todavía aplastadas juntas, como si estuviera tratando de averiguar el más enigmático de los acertijos.
—¿A qué se debe esa atónita mirada? —pregunté.
—Porque he venido a encontrar una chica que me envía de paseo —dijo, mirándome con algo nuevo en sus ojos.
—Siento mucho hacer añicos tu mundo de no-respeto-a-las-mujeres, pero parece que mi trabajo aquí está hecho. —Me senté, arrastrando mi libro de texto dentro del bolso.
—¿Qué tipo de perro es ese? —preguntó bruscamente, tomando asiento en la arena junto a mí. El tono bajo de su voz desapareció.
Miré por encima de él mientras continuaba lanzando mis imprescindibles de día de playa en la bolsa, evaluándole para ver si hablaba en serio. Pasó de todo lo de montarme en la playa a una casual conversación. —Es una mezcla de razas —comencé lentamente, mirándolo por el rabillo del ojo para ver si esto era una nueva trampa.
—Así que es un perro callejero —dijo.
—No —dije, mirando al bulto peludo, todavía enseñando los dientes en dirección a Liam—. Está bien equilibrado.
—Bueno ese es el mejor esfuerzo que he oído hasta ahora de hacer un pedazo de mierda parecer menos mierda —dijo, girando el balón en su dedo.
—No, esa es mi forma de ver algo como lo que realmente es —dije, segura de que sonaba más a la defensiva de lo que había previsto—. Ese“pedazo de mierda”, para que lo sepas, fue golpeado, pateado, no alimentado, y prendido fuego por sus anteriores dueños quienes le dejaron en el refugio cuando tuvo la desfachatez de devorar un sándwich de atún sin vigilancia. Ese “pedazo de mierda” fue programado para ser sacrificado hoy por ninguna otra razón que dibujar la pajita más corta en la vida.
Liam miró en la lejanía, de vuelta al perro. —¿Conseguiste a este chico hoy? —preguntó, haciendo una mueca—. De todos los que pudiste escoger, elegiste a la más lamentable excusa de perro que he visto nunca.
—No podía dejar que le mataran sólo porque el barro de la Tierra lo arruinó, ¿no? —pregunté, a punto de una mueca de dolor mientras me preguntaba qué dirían mis padres—. Quiero decir, mírale. Ha sido maltratado brutalmente por humanos y la única cosa de la que se preocupa ahora mismo es de protegerme. ¿Cómo no podría salvarle?
—Porque es el perro más feo que he visto jamás —dijo Liam—. No tiene casi pelo y, no quiero acercarme porque temo que podría rasgar mis pelotas, pero estoy bastante seguro de que ese olor pútrido viene de él. A no ser… —Se inclinó hacia mí, moviendo mi pelo detrás del hombro mientras su nariz casi conectaba con mi cuello. Mi reacción inmediata fue estremecerme, este chico sabía lo que hacía y cómo el más ligero roce de dedos sobre las zonas adecuadas de piel o un cálido aliento exhalado sobre el punto derecho del cuello podía aplastar la más virtuosa de las intenciones de una chica, pero luché contra él. No sería una de esas chicas que se estremeciera en su presencia. No le hacía falta otro impulso a ese hinchado ego—. No, sólo huelo dulzura e inocencia por aquí — susurró casi contra mi cuello antes de mirar de nuevo al perro. Me sonrió, sabiendo exactamente lo que él hacía y lo que yo trataba de no hacer—. Te sugiero llevar a esa bolsa de pulgas a un auto-perrito un par de veces. —Se rió cuando el perro comenzó a ladrarle de nuevo por su proximidad a mí, pero se apartó de nuevo—. ¿Qué pensaron tus padres cuando trajiste a Cujo a casa?
cipriano.
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