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Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
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A LA SOMBRA DE LA LUNA - NIALL Y MELISSA
O W N :: Archivos :: Novelas Abandonadas
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Re: A LA SOMBRA DE LA LUNA - NIALL Y MELISSA
Capitulo 1 Parte 4
—No —Dijo Niall lentamente—. Una hembra.
Anita se burló.
—No nos mezclamos con otras razas. Somos puristas.
Tal vez pero hay otras esencias que levanté aquí también. Chacal, pantera y lobo. —¿Cuándo estuviste cercano a un Chacal?
—¡Nunca!—Escupió ella, indignada ante la pura sugerencia. Los chacales no eran exactamente la camada favorita. En la tierra de los parias, eran los animales omega. Los únicos que todos evitaban y no seleccionaban.
Sasha se movió cercano.
—Yo también lo huelo.
Carson intercambió una mirada preocupada con Margery.
—Anita, dinos todo lo que puedas recordar sobre aquellos que atacaron a tu pareja.
—No los vi. Jake estaba afuera con su hermano, en su forma natural, sólo corriendo por correr. No estaban dañando a nadie. Su hermano dijo que una tessera de Arcadianos se apareció y se aproximaron hacia ellos. Pelearon y los Arcadianos dispararon a Jake con algo, y se cayó fuertemente. Peter corrió por ayuda.
—En dónde está Peter. —Preguntó Niall.
Una lágrima se deslizó de la esquina de su ojo.
—Muerto. Cualquier cosa que le hubieran disparado en la cabeza, sólo vivió lo suficiente para decirnos que pasó.
Carson acercó la mano hacia Margery antes de que le permitiera a Sasha y Niall salir de la habitación —He escarbado en la cabeza de Peter y no he podido encontrar nada. No hay herida de entrada, no de salida, no sangre. Nada. No sé qué fue lo que lo mató.
Eso no le dio buena espina.
—¿Magia? —Preguntó Niall.
Carson negó con la cabeza.
—¿Pero esa herida sería tan poderosa? Sasha cambió su peso.
—Los dioses.
Niall no estuvo de acuerdo con eso.
—No huele a un dios. Yo nos olí a nosotros.
Sasha soltó un largo suspiro. ¿Sabes cuantos Lykos patrias existen?
—Desde que soy el Regis de los Katagaria, sí, lo sé. Hay miles de nosotros y sólo en este período del tiempo —lo que no le dijo fue que la esencia era una con la que estaba más que familiarizado. Una del pasado que había hecho todo para olvidar. —Voy a hacer algunas investigaciones y ver con lo que puedo dar.
—Gracias —Dijo Carson.
Niall no estuvo de acuerdo con su gratitud.
—Sin ofender, no estoy haciendo esto por ti. Estoy preocupado por mi gente. Necesitamos saber qué es lo que les causa mantenerse en esta forma.
—Y si es reversible —agregó Sasha. Niall asintió.
—Estaré en contacto.
—Hey. ¿Niall?
Él se giró a Sasha quien golpeó su pecho tres veces con su puño, después deslizó su mano hacia abajo. Un gesto silencioso que le dejaba ver que Sasha no olvidaría darle la carta a Aimee. Inclinó su cabeza con respeto antes de abandonar la habitación y dirigirse bajo las escaleras. Pero con cada paso que daba, sus recuerdos más profundos lo quemaban a su alrededor. Regresó en el tiempo hacia una mujer que una vez había sido su mundo entero. No su amante o pariente, había sido su mejor amiga. Melissa.
Y en un latido del corazón, cuando su hermano le había dicho a su clan lo que él realmente era, ella no sólo había traicionado su promesa sagrada, ella había tratado de matarlo. El todavía podía sentir la mordida de su cuchillo mientras lo llevaba al fondo... la cicatriz todavía estaba marcada en su pecho a sólo centímetros de su corazón. La verdad era que ella realmente no había fallado a ese órgano. Sus palabras hacia él habían hecho más daño que cualquier arma habría podido hacer.
Si ella estaba tras de esto, él se aseguraría que fuera el último error que esa perra haría.
—No —Dijo Niall lentamente—. Una hembra.
Anita se burló.
—No nos mezclamos con otras razas. Somos puristas.
Tal vez pero hay otras esencias que levanté aquí también. Chacal, pantera y lobo. —¿Cuándo estuviste cercano a un Chacal?
—¡Nunca!—Escupió ella, indignada ante la pura sugerencia. Los chacales no eran exactamente la camada favorita. En la tierra de los parias, eran los animales omega. Los únicos que todos evitaban y no seleccionaban.
Sasha se movió cercano.
—Yo también lo huelo.
Carson intercambió una mirada preocupada con Margery.
—Anita, dinos todo lo que puedas recordar sobre aquellos que atacaron a tu pareja.
—No los vi. Jake estaba afuera con su hermano, en su forma natural, sólo corriendo por correr. No estaban dañando a nadie. Su hermano dijo que una tessera de Arcadianos se apareció y se aproximaron hacia ellos. Pelearon y los Arcadianos dispararon a Jake con algo, y se cayó fuertemente. Peter corrió por ayuda.
—En dónde está Peter. —Preguntó Niall.
Una lágrima se deslizó de la esquina de su ojo.
—Muerto. Cualquier cosa que le hubieran disparado en la cabeza, sólo vivió lo suficiente para decirnos que pasó.
Carson acercó la mano hacia Margery antes de que le permitiera a Sasha y Niall salir de la habitación —He escarbado en la cabeza de Peter y no he podido encontrar nada. No hay herida de entrada, no de salida, no sangre. Nada. No sé qué fue lo que lo mató.
Eso no le dio buena espina.
—¿Magia? —Preguntó Niall.
Carson negó con la cabeza.
—¿Pero esa herida sería tan poderosa? Sasha cambió su peso.
—Los dioses.
Niall no estuvo de acuerdo con eso.
—No huele a un dios. Yo nos olí a nosotros.
Sasha soltó un largo suspiro. ¿Sabes cuantos Lykos patrias existen?
—Desde que soy el Regis de los Katagaria, sí, lo sé. Hay miles de nosotros y sólo en este período del tiempo —lo que no le dijo fue que la esencia era una con la que estaba más que familiarizado. Una del pasado que había hecho todo para olvidar. —Voy a hacer algunas investigaciones y ver con lo que puedo dar.
—Gracias —Dijo Carson.
Niall no estuvo de acuerdo con su gratitud.
—Sin ofender, no estoy haciendo esto por ti. Estoy preocupado por mi gente. Necesitamos saber qué es lo que les causa mantenerse en esta forma.
—Y si es reversible —agregó Sasha. Niall asintió.
—Estaré en contacto.
—Hey. ¿Niall?
Él se giró a Sasha quien golpeó su pecho tres veces con su puño, después deslizó su mano hacia abajo. Un gesto silencioso que le dejaba ver que Sasha no olvidaría darle la carta a Aimee. Inclinó su cabeza con respeto antes de abandonar la habitación y dirigirse bajo las escaleras. Pero con cada paso que daba, sus recuerdos más profundos lo quemaban a su alrededor. Regresó en el tiempo hacia una mujer que una vez había sido su mundo entero. No su amante o pariente, había sido su mejor amiga. Melissa.
Y en un latido del corazón, cuando su hermano le había dicho a su clan lo que él realmente era, ella no sólo había traicionado su promesa sagrada, ella había tratado de matarlo. El todavía podía sentir la mordida de su cuchillo mientras lo llevaba al fondo... la cicatriz todavía estaba marcada en su pecho a sólo centímetros de su corazón. La verdad era que ella realmente no había fallado a ese órgano. Sus palabras hacia él habían hecho más daño que cualquier arma habría podido hacer.
Si ella estaba tras de esto, él se aseguraría que fuera el último error que esa perra haría.
issadanger
Re: A LA SOMBRA DE LA LUNA - NIALL Y MELISSA
Capítulo 2
Melissa dudó dentro del infame bar El Santuario. Ellos aparecieron en el tercer piso del limani —el área que había sido designada para aquellos que se teletrasportaban adentro para que nadie los viera—y ahora estaban tratando de obtener la visión del paisaje extraño. Poco iluminado, el techo del club estaba pintado de negro y las paredes estaban hechas de un oscuro ladrillo rojo. Rieles negros y elegantes se agregaban al sentimiento como caverna del lugar.
Ella había pasado la mayor parte de su vida en la Inglaterra medieval, prefiriendo el campo y aire no contaminado al caos de la vida en el siglo veintiuno. Ahora sabía porque. Edificios como éste eran claustrofóbicos. Estaba acostumbrada a techos arqueados de nueve metros. El techo sobre su cabeza no podía ser mayor de 3 metros si acaso.
Recelosa, ella miró las luces eléctricas a su alrededor. Como una Were Hunter, era susceptible a las corrientes eléctricas. Una pequeña sacudida y podría perder el control no sólo de su magia, de su forma humana también.
¿Cómo era que su gente vivía en esos lugares horriblemente llenos de personas y con tantos lugares electrificados? Ella nunca entendería la apariencia. Sin mencionar la ropa...
Ella usaba un par de pantalones azules ordinarios y una blusa blanca que mientras era suave, era bastante extraña.
—¿Estás seguro que es una buena idea? —murmuró a su compañero Dare.
El se paró una cabeza entera y hombros sobre ella. A primera vista su cabello parecía café oscuro, pero en realidad estaba hecho de todos los colores, ceniza, castaño rojizo, café, negro, caoba e incluso algo de rubio. Largo y ondulado, ese cabello era más hermoso que cualquier macho debería tener. Ella, por sí misma, mataría por él. Aún así, él no pensaba nada acerca de eso o del hecho que él era increíblemente sexy y caliente. No que ella hubiera dormido alguna vez con él. El era prácticamente Katagaria con la forma en la que iba tras las mujeres y como una mujer Arcadiana, ella encontraba ese comportamiento animal repugnante.
Aún así, él era el que tenía las wolfswans más feroces en su patria y las mujeres de su clan habían estado luchando por él por siglos.
Esta noche él estaba afuera por sangre.
Afortunadamente no era la suya.
El giró sus lodosos ojos verde avellana hacia ella.
—Si estas asustada, niñita, vete a casa.
Ella apenas contuvo la urgencia de golpearlo con furia. Su arrogancia la había siempre acicateado de forma incorrecta.
—No le temo a nada.
—Entonces sigue y permanece en silencio.
Ella hizo un gesto obsceno tras su espalda mientras se dirigía a las escaleras. Era la que la había arrastrado a vivir en el pasado. Ego Masculino. Aquí estaba una Aristos, una de las más poderosas de su raza y él todavía la trataba como si fuera una basura inferior.
Dioses como quería golpearlo.
Pero él era el nieto de su anterior líder y el cabecilla del su tessera, entonces era un honor obligado seguirlo. Incluso si deseaba matarlo.
Recuerda tu deber, se recordó a sí misma. Ella y Dare habían nacido en la rama Arcadiana de los Were Hunters. Humanos que tenían la habilidad de cambiar a animales. Su trabajo era ser policía de los Katagaria. Los Were-Hunters eran animales capaces de cambiar a humanos. Sólo porque los Katagaria algunas veces usaban la piel de la humanidad no hacían a la bestia uno de ellos. Ellos no tenían entendimiento del raciocinio humano, emociones complejas o decoro. Al final del día, los Katagaria todavía eran animales. Primarios. Brutales. Impredecibles. Peligrosos.
Ellos cazaban a la gente y a cada uno de los otros animales que eran. Ninguno podía ser confiable. Nunca.
Aun así que irónico era que un grupo de Katagaria quienes eran dueños del bar y quienes mantenían su ley de paz. En teoría nadie podía dañar a nadie más.
Si, seguro. Ella no creía eso por un minuto. Ellos probablemente eran mejores al esconder los cuerpos.
O comérselos.
Fuerte y sentenciosa, tal vez, pero había un sexto sentido dentro de ella que decía que deberían irse antes de terminar su misión.
El sentimiento empeoraba mientras descendían pasando el segundo nivel, donde un oso desnudaba sus dientes ante ellos en advertencia mientras miraba hacia arriba del juego de cartas que estaba jugando contra un grupo de humanos. Frunciendo el ceño, espero que Dare reaccionara, pero apenas continuó en su camino hacia el piso inferior. Ella asumió que había perdido la reacción del oso, a pesar que no le gustaba el hombre que normalmente captaba cada matiz de hostilidad a su alrededor.
De repente, un fuerte grito eléctrico atravesó el aire, haciéndola estremecerse como si agrediera su oído de lobo. Ella se cubrió un oído con su mano mientras rogaba que no estuviera sangrando.
—¿Qué es eso?
Dare apuntó al escenario donde un grupo de Weres estaban afinando instrumentos. Una fuerte guitarra gimió antes de empezar una canción y la multitud los vitoreara.
Ella hizo una mueca ante la vista y sonidos.
—Que música tan terrible —ella se quejó, deseando que estuvieran de nuevo en casa y no en medio de este garito.
Una vez que estuvieron en el sótano, Dare sólo fue capaz de dar dos pasos antes de que estuviera rodeado por cinco de los más mal encarados were osos que había visto. El más viejo de ellos, quien parecía ser su padre dado que portaba una extraña semblanza de los más jóvenes, parado sobre dos metros diez de alto. El miró abajo hacia Dare como si fuera apunto de rasgarlo en piezas.
—¿Qué demonios estás haciendo aquí, lobo?
Las fosas nasales de Dare se aplanaron, pero el sabía la misma cosa que ella. Estaban en desventaja en un territorio hostil, rodeados por animales.
Angelia aclaró su garganta antes de hablar con el oso más viejo. —¿No es aquí el santuario?
Uno de los osos rubios más jóvenes empujó a Dare.
—No para él, no lo es. Es más como un cementerio.
Dare se contuvo y sostuvo la vista de maldita cólera. Afortunadamente el contuvo su temperamento y no golpeó de nuevo.
Aún.
Una alta mujer rubia, quien se parecía a los hombres lo suficiente para ser otro pariente, se detuvo ante ellos. Ella le dio a Dare una mirada insultante antes de rastrillar a los were osos con una mordaz mirada.
La osa rió ante ellos.
—El no es Fang, chicos. Felicidades, estáis apunto de despellejar a un lobo inocente — tomando su bandeja bajo el brazo, dio un paso atrás sólo para que el oso más viejo la detuviera.
—Parece y huele como a Fang.
Ella resopló.
—Créeme, papá, no es para nada como Fang. Conozco a mi lobo cuando lo veo y ese muchacho ahí seriamente carece de algo.
El más joven en el grupo observó el cabello de Dare.
—El tiene la marca de los Kattalakis.
La camarera puso los ojos en blanco..
—Muy bien, Serre. Mata al bastardo. No es que me importe de una manera u otra. — Ella se alejó sin mirar atrás.
Serre soltó el cabello de Dare e hizo un sonido de disgusto. —¿Quién demonios eres tú?
—Dare Kattalakis.
Melissa dudó dentro del infame bar El Santuario. Ellos aparecieron en el tercer piso del limani —el área que había sido designada para aquellos que se teletrasportaban adentro para que nadie los viera—y ahora estaban tratando de obtener la visión del paisaje extraño. Poco iluminado, el techo del club estaba pintado de negro y las paredes estaban hechas de un oscuro ladrillo rojo. Rieles negros y elegantes se agregaban al sentimiento como caverna del lugar.
Ella había pasado la mayor parte de su vida en la Inglaterra medieval, prefiriendo el campo y aire no contaminado al caos de la vida en el siglo veintiuno. Ahora sabía porque. Edificios como éste eran claustrofóbicos. Estaba acostumbrada a techos arqueados de nueve metros. El techo sobre su cabeza no podía ser mayor de 3 metros si acaso.
Recelosa, ella miró las luces eléctricas a su alrededor. Como una Were Hunter, era susceptible a las corrientes eléctricas. Una pequeña sacudida y podría perder el control no sólo de su magia, de su forma humana también.
¿Cómo era que su gente vivía en esos lugares horriblemente llenos de personas y con tantos lugares electrificados? Ella nunca entendería la apariencia. Sin mencionar la ropa...
Ella usaba un par de pantalones azules ordinarios y una blusa blanca que mientras era suave, era bastante extraña.
—¿Estás seguro que es una buena idea? —murmuró a su compañero Dare.
El se paró una cabeza entera y hombros sobre ella. A primera vista su cabello parecía café oscuro, pero en realidad estaba hecho de todos los colores, ceniza, castaño rojizo, café, negro, caoba e incluso algo de rubio. Largo y ondulado, ese cabello era más hermoso que cualquier macho debería tener. Ella, por sí misma, mataría por él. Aún así, él no pensaba nada acerca de eso o del hecho que él era increíblemente sexy y caliente. No que ella hubiera dormido alguna vez con él. El era prácticamente Katagaria con la forma en la que iba tras las mujeres y como una mujer Arcadiana, ella encontraba ese comportamiento animal repugnante.
Aún así, él era el que tenía las wolfswans más feroces en su patria y las mujeres de su clan habían estado luchando por él por siglos.
Esta noche él estaba afuera por sangre.
Afortunadamente no era la suya.
El giró sus lodosos ojos verde avellana hacia ella.
—Si estas asustada, niñita, vete a casa.
Ella apenas contuvo la urgencia de golpearlo con furia. Su arrogancia la había siempre acicateado de forma incorrecta.
—No le temo a nada.
—Entonces sigue y permanece en silencio.
Ella hizo un gesto obsceno tras su espalda mientras se dirigía a las escaleras. Era la que la había arrastrado a vivir en el pasado. Ego Masculino. Aquí estaba una Aristos, una de las más poderosas de su raza y él todavía la trataba como si fuera una basura inferior.
Dioses como quería golpearlo.
Pero él era el nieto de su anterior líder y el cabecilla del su tessera, entonces era un honor obligado seguirlo. Incluso si deseaba matarlo.
Recuerda tu deber, se recordó a sí misma. Ella y Dare habían nacido en la rama Arcadiana de los Were Hunters. Humanos que tenían la habilidad de cambiar a animales. Su trabajo era ser policía de los Katagaria. Los Were-Hunters eran animales capaces de cambiar a humanos. Sólo porque los Katagaria algunas veces usaban la piel de la humanidad no hacían a la bestia uno de ellos. Ellos no tenían entendimiento del raciocinio humano, emociones complejas o decoro. Al final del día, los Katagaria todavía eran animales. Primarios. Brutales. Impredecibles. Peligrosos.
Ellos cazaban a la gente y a cada uno de los otros animales que eran. Ninguno podía ser confiable. Nunca.
Aun así que irónico era que un grupo de Katagaria quienes eran dueños del bar y quienes mantenían su ley de paz. En teoría nadie podía dañar a nadie más.
Si, seguro. Ella no creía eso por un minuto. Ellos probablemente eran mejores al esconder los cuerpos.
O comérselos.
Fuerte y sentenciosa, tal vez, pero había un sexto sentido dentro de ella que decía que deberían irse antes de terminar su misión.
El sentimiento empeoraba mientras descendían pasando el segundo nivel, donde un oso desnudaba sus dientes ante ellos en advertencia mientras miraba hacia arriba del juego de cartas que estaba jugando contra un grupo de humanos. Frunciendo el ceño, espero que Dare reaccionara, pero apenas continuó en su camino hacia el piso inferior. Ella asumió que había perdido la reacción del oso, a pesar que no le gustaba el hombre que normalmente captaba cada matiz de hostilidad a su alrededor.
De repente, un fuerte grito eléctrico atravesó el aire, haciéndola estremecerse como si agrediera su oído de lobo. Ella se cubrió un oído con su mano mientras rogaba que no estuviera sangrando.
—¿Qué es eso?
Dare apuntó al escenario donde un grupo de Weres estaban afinando instrumentos. Una fuerte guitarra gimió antes de empezar una canción y la multitud los vitoreara.
Ella hizo una mueca ante la vista y sonidos.
—Que música tan terrible —ella se quejó, deseando que estuvieran de nuevo en casa y no en medio de este garito.
Una vez que estuvieron en el sótano, Dare sólo fue capaz de dar dos pasos antes de que estuviera rodeado por cinco de los más mal encarados were osos que había visto. El más viejo de ellos, quien parecía ser su padre dado que portaba una extraña semblanza de los más jóvenes, parado sobre dos metros diez de alto. El miró abajo hacia Dare como si fuera apunto de rasgarlo en piezas.
—¿Qué demonios estás haciendo aquí, lobo?
Las fosas nasales de Dare se aplanaron, pero el sabía la misma cosa que ella. Estaban en desventaja en un territorio hostil, rodeados por animales.
Angelia aclaró su garganta antes de hablar con el oso más viejo. —¿No es aquí el santuario?
Uno de los osos rubios más jóvenes empujó a Dare.
—No para él, no lo es. Es más como un cementerio.
Dare se contuvo y sostuvo la vista de maldita cólera. Afortunadamente el contuvo su temperamento y no golpeó de nuevo.
Aún.
Una alta mujer rubia, quien se parecía a los hombres lo suficiente para ser otro pariente, se detuvo ante ellos. Ella le dio a Dare una mirada insultante antes de rastrillar a los were osos con una mordaz mirada.
La osa rió ante ellos.
—El no es Fang, chicos. Felicidades, estáis apunto de despellejar a un lobo inocente — tomando su bandeja bajo el brazo, dio un paso atrás sólo para que el oso más viejo la detuviera.
—Parece y huele como a Fang.
Ella resopló.
—Créeme, papá, no es para nada como Fang. Conozco a mi lobo cuando lo veo y ese muchacho ahí seriamente carece de algo.
El más joven en el grupo observó el cabello de Dare.
—El tiene la marca de los Kattalakis.
La camarera puso los ojos en blanco..
—Muy bien, Serre. Mata al bastardo. No es que me importe de una manera u otra. — Ella se alejó sin mirar atrás.
Serre soltó el cabello de Dare e hizo un sonido de disgusto. —¿Quién demonios eres tú?
—Dare Kattalakis.
issadanger
Re: A LA SOMBRA DE LA LUNA - NIALL Y MELISSA
Capítulo 2 Parte 2
Melissa se congeló ante la profunda y resonante voz que se deslizó sobre ella como hielo. Era una voz que no había escuchado en siglos y era una que pertenecía a alguien que ella asumía.
Niall Katalakis.
Con el corazón latiéndole Melissa vio como los osos se apartaban para dejarle pasar. Alto y delgado, Niall tenía en tipo de cuerpo musculoso que el resto de los hombres debían trabajar para tener. Pero él no. Incluso cuando era un jovencito ya tenía los músculos definidos que hacían que el resto de los machos en su patria se pusieran verdes de envidia y las mujeres se desvanecieran.
Los siglos pasados sólo le habían mejorado. La inseguridad de la juventud se había evaporado. El lobo que estaba ante ella era astuto y letal. Uno que sabía exactamente de lo que era capaz.
Derramamiento de sangre inmisericorde.
La última vez que le había visto, tenía el pelo rubio más largo. Ahora lo llevaba mucho más corto, cayendo justo sobre el cuello de la camisa. Pero tenía los ojos de aquel color tan único que era un tono más oscuro de turquesa.
Y el odio que había en ellos hizo que le dieran escalofríos.
La chaqueta de cuero Aerostitch llevaba llamas rojas y amarillas en las mangas y en la espalda tenía una calavera blanca con dos tibias cruzadas que miraban amenazadoramente por detrás de las llamas. La cremallera estaba bajada y dejaba ver una camiseta blanca lisa. Las hombreras de Kevlar ensanchaban sus hombros ya de por sí bastante anchos. Llevaba los pantalones de cuero negro Aerostitch metidos por dentro de las botas de motero con hebillas plateadas a los lados.
Tragó con fuerza ante la vista increíblemente sexy que tenía plantado allí, preparado para enfrentarse a todos. Y, contra su voluntad, el corazón se le aceleró.
Si Dare estaba bueno, Niall estaba buenísimo.
Hipnotizante.
Y que el lobo tuviera un culo tan prieto y estupendo, debería ser ilegal incluso en estos días y en esta época. Era todo lo que podía hacer para no mirarlo. O mejor dicho, para no mirarle.
Ignorando cómo le comía con los ojos, Niall fijo los ojos en Dare. —Hacía mucho tiempo que no nos veíamos, hermano.
—No lo suficiente. —dijo Dare entre los dientes apretados. —¿Le conoces? —preguntó el padre de los osos.
Niall se encogió de hombros.
—Solía conocerle. Pero, tíos, si queréis hacerle picadillo y usarle para hacer hamburguesas, no me importaría lo más mínimo.
Joder, incluso iría a buscar la picadora.
Dare avanzó hacia él.
Serre le sujetó y le echó hacia atrás.
—Si le golpeas estando aquí, sería un gran error por tu parte. Incluso aunque él no nos guste.
Niall le guiñó un ojo sarcásticamente al oso.
—Yo también te quiero, Serre. Tíos, siempre hacéis que me sienta tan bienvenido. Lo aprecio mucho.
—Un placer. —Serre soltó a Dare.
El padre de los osos suspiró.
—Puesto que parece que hemos cometido un error, dejemos a los lobos con sus asuntos. —le echó un mirada de advertencia a Dare.
—Recuerda. Sin derramamiento de sangre.
Ninguno habló hasta que los osos estuvieron fuera del alcance.
Niall los miró a ambos con cautela. Dare y él, junto con Kevin, Fang y sus hermanas Anya y Star eran hermanos de camada. Nacidos al mismo tiempo de su madre Arcadia. Su madre se había quedado con él, con Dare y con Star y había mandado a los otros a vivir con su padre Katagario.
Eso fue cuando asumieron que Niall era humano. Sí. Y en el momento en que su familia descubrió que no era humano, le volvieron la espalda e intentaron matarle.
La "compasión" humana.
Y en cuanto a Melissa... la odiaba incluso más de lo que odiaba a su hermano. A Dare por lo menos le comprendía. El gilipollas siempre había estado celoso de él. En los recuerdos más tempranos de su niñez, siempre estaba Dare, intentando apartarle del cariño de su madre.
Pero Lissa había sido su mejor amiga. Más cercana que sus hermanos o incluso que sus amantes. Había hecho promesa de sangre de guardarle las espaldas para siempre.
Entonces, ella también le había traicionado. Sólo por eso, podría matarla.
Aún así, tenía que admitir que todavía le fascinaba. Tenía el pelo negro largo, brillante y suave. El tipo de pelo que pedía a gritos que un hombre acariciara con las manos y enterrara la cara en el hasta que estuviera borracho de la esencia femenina. Los grandes ojos oscuros tenían un aire ensoñador que los hacía tan seductores como hermosos. Y sus labios...
Grandes y carnosos, pedían besos. También eran la clase de labios que un hombre no podía dejar de imaginar alrededor de cierta parte de su anatomía mientras ella le miraba desde abajo con aquellos ojos oscuros y seductores.
Joder, sólo de pensarlo se le ponía dura y caliente.
Apretando los dientes, entrecerró los ojos al ver las marcas espirales que cubrían la mitad de su cara. Eso era nuevo y la marcaban como la peor clase de los moralistas Arcadios.
Una Centinela.
Eran los que pensaban que eran mucho mejores que los Katagarios a los que habían jurado cazar y enjaular como los animales que los Arcadios les acusaban de ser.
Le resultaba difícil creer que en otro tiempo se había preocupado por ella. Debía haber estado loco.
—Vi tu trabajo en el Litarian —Dijo Niall, su tono gutural —¿Quieres decirme como lo hiciste?
Dare, cuyos ojos se parecían mucho a los de Kevin, que estaban tan espeluznantes como el infierno lo miraron fijamente.
—No sé de lo que hablas.
Niall hizo una mueca despectiva ante él.
—Sí, seguro. Y asumo que ambos están aquí por las bebidas porque ese tipo de elaboradas coincidencias suceden todo el tiempo —el olisqueó el aire.
—Oh, ¿qué es eso? ¿Mierda? Sí, huelo montones de mierda.
—Como si—escupió Dare— no pudieras oler mierda en este pozo séptico de alcohol barato, perfume exagerado y fetidez animal.
—Oh, veras, ahí estas equivocado. Vivo en una fosa séptica. Recoger la esencia de la mierda es mi especialidad y hermano, tú apestas a ella. Entonces, si yo fuera tú, mejor me diría lo que hiciste o voy a entregarte a los osos Peltier.
Dare se burló
—¿Qué es lo que van a hacer? Tienen que mantener la ley de No Derramar Sangre.
—Cierto, pero aquí estamos tres representantes del Omegrion bajo este techo y dos más viven a un aullido de distancia. Podríamos llamar a votación y... básicamente hermano, estas jodido.
—No hermano— Dare se burló de la palabra.— Lo estás tú.
Antes de que Niall pudiera parpadear. Dare levantó un arma y la apuntó a la cabeza de Niall. Fury tomó la muñeca de Dare al mismo momento que se disparó. Agachándose y girando, cayó sobre sus rodillas jalando el brazo de Dare con él.
Los gritos sonaron alto a su alrededor.
—Pistola— Alguien gritó, causando que los clientes humanos entraran en pánico mientras corrían por la puerta.
Melissa tomó a Niall por la garganta.
Melissa se congeló ante la profunda y resonante voz que se deslizó sobre ella como hielo. Era una voz que no había escuchado en siglos y era una que pertenecía a alguien que ella asumía.
Niall Katalakis.
Con el corazón latiéndole Melissa vio como los osos se apartaban para dejarle pasar. Alto y delgado, Niall tenía en tipo de cuerpo musculoso que el resto de los hombres debían trabajar para tener. Pero él no. Incluso cuando era un jovencito ya tenía los músculos definidos que hacían que el resto de los machos en su patria se pusieran verdes de envidia y las mujeres se desvanecieran.
Los siglos pasados sólo le habían mejorado. La inseguridad de la juventud se había evaporado. El lobo que estaba ante ella era astuto y letal. Uno que sabía exactamente de lo que era capaz.
Derramamiento de sangre inmisericorde.
La última vez que le había visto, tenía el pelo rubio más largo. Ahora lo llevaba mucho más corto, cayendo justo sobre el cuello de la camisa. Pero tenía los ojos de aquel color tan único que era un tono más oscuro de turquesa.
Y el odio que había en ellos hizo que le dieran escalofríos.
La chaqueta de cuero Aerostitch llevaba llamas rojas y amarillas en las mangas y en la espalda tenía una calavera blanca con dos tibias cruzadas que miraban amenazadoramente por detrás de las llamas. La cremallera estaba bajada y dejaba ver una camiseta blanca lisa. Las hombreras de Kevlar ensanchaban sus hombros ya de por sí bastante anchos. Llevaba los pantalones de cuero negro Aerostitch metidos por dentro de las botas de motero con hebillas plateadas a los lados.
Tragó con fuerza ante la vista increíblemente sexy que tenía plantado allí, preparado para enfrentarse a todos. Y, contra su voluntad, el corazón se le aceleró.
Si Dare estaba bueno, Niall estaba buenísimo.
Hipnotizante.
Y que el lobo tuviera un culo tan prieto y estupendo, debería ser ilegal incluso en estos días y en esta época. Era todo lo que podía hacer para no mirarlo. O mejor dicho, para no mirarle.
Ignorando cómo le comía con los ojos, Niall fijo los ojos en Dare. —Hacía mucho tiempo que no nos veíamos, hermano.
—No lo suficiente. —dijo Dare entre los dientes apretados. —¿Le conoces? —preguntó el padre de los osos.
Niall se encogió de hombros.
—Solía conocerle. Pero, tíos, si queréis hacerle picadillo y usarle para hacer hamburguesas, no me importaría lo más mínimo.
Joder, incluso iría a buscar la picadora.
Dare avanzó hacia él.
Serre le sujetó y le echó hacia atrás.
—Si le golpeas estando aquí, sería un gran error por tu parte. Incluso aunque él no nos guste.
Niall le guiñó un ojo sarcásticamente al oso.
—Yo también te quiero, Serre. Tíos, siempre hacéis que me sienta tan bienvenido. Lo aprecio mucho.
—Un placer. —Serre soltó a Dare.
El padre de los osos suspiró.
—Puesto que parece que hemos cometido un error, dejemos a los lobos con sus asuntos. —le echó un mirada de advertencia a Dare.
—Recuerda. Sin derramamiento de sangre.
Ninguno habló hasta que los osos estuvieron fuera del alcance.
Niall los miró a ambos con cautela. Dare y él, junto con Kevin, Fang y sus hermanas Anya y Star eran hermanos de camada. Nacidos al mismo tiempo de su madre Arcadia. Su madre se había quedado con él, con Dare y con Star y había mandado a los otros a vivir con su padre Katagario.
Eso fue cuando asumieron que Niall era humano. Sí. Y en el momento en que su familia descubrió que no era humano, le volvieron la espalda e intentaron matarle.
La "compasión" humana.
Y en cuanto a Melissa... la odiaba incluso más de lo que odiaba a su hermano. A Dare por lo menos le comprendía. El gilipollas siempre había estado celoso de él. En los recuerdos más tempranos de su niñez, siempre estaba Dare, intentando apartarle del cariño de su madre.
Pero Lissa había sido su mejor amiga. Más cercana que sus hermanos o incluso que sus amantes. Había hecho promesa de sangre de guardarle las espaldas para siempre.
Entonces, ella también le había traicionado. Sólo por eso, podría matarla.
Aún así, tenía que admitir que todavía le fascinaba. Tenía el pelo negro largo, brillante y suave. El tipo de pelo que pedía a gritos que un hombre acariciara con las manos y enterrara la cara en el hasta que estuviera borracho de la esencia femenina. Los grandes ojos oscuros tenían un aire ensoñador que los hacía tan seductores como hermosos. Y sus labios...
Grandes y carnosos, pedían besos. También eran la clase de labios que un hombre no podía dejar de imaginar alrededor de cierta parte de su anatomía mientras ella le miraba desde abajo con aquellos ojos oscuros y seductores.
Joder, sólo de pensarlo se le ponía dura y caliente.
Apretando los dientes, entrecerró los ojos al ver las marcas espirales que cubrían la mitad de su cara. Eso era nuevo y la marcaban como la peor clase de los moralistas Arcadios.
Una Centinela.
Eran los que pensaban que eran mucho mejores que los Katagarios a los que habían jurado cazar y enjaular como los animales que los Arcadios les acusaban de ser.
Le resultaba difícil creer que en otro tiempo se había preocupado por ella. Debía haber estado loco.
—Vi tu trabajo en el Litarian —Dijo Niall, su tono gutural —¿Quieres decirme como lo hiciste?
Dare, cuyos ojos se parecían mucho a los de Kevin, que estaban tan espeluznantes como el infierno lo miraron fijamente.
—No sé de lo que hablas.
Niall hizo una mueca despectiva ante él.
—Sí, seguro. Y asumo que ambos están aquí por las bebidas porque ese tipo de elaboradas coincidencias suceden todo el tiempo —el olisqueó el aire.
—Oh, ¿qué es eso? ¿Mierda? Sí, huelo montones de mierda.
—Como si—escupió Dare— no pudieras oler mierda en este pozo séptico de alcohol barato, perfume exagerado y fetidez animal.
—Oh, veras, ahí estas equivocado. Vivo en una fosa séptica. Recoger la esencia de la mierda es mi especialidad y hermano, tú apestas a ella. Entonces, si yo fuera tú, mejor me diría lo que hiciste o voy a entregarte a los osos Peltier.
Dare se burló
—¿Qué es lo que van a hacer? Tienen que mantener la ley de No Derramar Sangre.
—Cierto, pero aquí estamos tres representantes del Omegrion bajo este techo y dos más viven a un aullido de distancia. Podríamos llamar a votación y... básicamente hermano, estas jodido.
—No hermano— Dare se burló de la palabra.— Lo estás tú.
Antes de que Niall pudiera parpadear. Dare levantó un arma y la apuntó a la cabeza de Niall. Fury tomó la muñeca de Dare al mismo momento que se disparó. Agachándose y girando, cayó sobre sus rodillas jalando el brazo de Dare con él.
Los gritos sonaron alto a su alrededor.
—Pistola— Alguien gritó, causando que los clientes humanos entraran en pánico mientras corrían por la puerta.
Melissa tomó a Niall por la garganta.
issadanger
Re: A LA SOMBRA DE LA LUNA - NIALL Y MELISSA
aaaaaaaahhhhhhh!!!!!!...... ellos son mas animales que niall!!!!!!!..... malditos!!!!!.... pon otroo pprfiiisss
chelis
Re: A LA SOMBRA DE LA LUNA - NIALL Y MELISSA
Por que :c sdkñ Sueltalo yo Sueltaloooo sdghñ es raro alegarme sola :c ahsdksadñ pero no me dejes ahiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii :c siguelaa :c
Feer :)x.
Re: A LA SOMBRA DE LA LUNA - NIALL Y MELISSA
Si llegan a la página 10 subo un hiper ultra mega archi maratón va?
issadanger
Re: A LA SOMBRA DE LA LUNA - NIALL Y MELISSA
caramba ya! peeeeeeeeeeeeeeeeeeero me iré a levantar sdghñ :c
Feer :)x.
Re: A LA SOMBRA DE LA LUNA - NIALL Y MELISSA
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chelis
Re: A LA SOMBRA DE LA LUNA - NIALL Y MELISSA
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chelis
Re: A LA SOMBRA DE LA LUNA - NIALL Y MELISSA
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chelis
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