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El Principe De Piedra (Joe & Tu) -Adaptación-
O W N :: Archivos :: Novelas Abandonadas
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Re: El Principe De Piedra (Joe & Tu) -Adaptación-
Gracias por la maraton , ahora puedo ir a dormir !
gracias por dedicarme el cap
gracias por dedicarme el cap
fernanda
Re: El Principe De Piedra (Joe & Tu) -Adaptación-
Hereje de nada (:fernanda escribió:Gracias por la maraton , ahora puedo ir a dormir !
gracias por dedicarme el cap
En la noche subo
Vanee LovatoD'Jonas
Re: El Principe De Piedra (Joe & Tu) -Adaptación-
haha ^.^ ya la sigo!helado00 escribió:ksahdkadhkasf
Vanee LovatoD'Jonas
Re: El Principe De Piedra (Joe & Tu) -Adaptación-
—Si lo que quieres es convencerme de comer primero, tales payasadas no son necesarias. He decidido que te permitiré convencerme....en la cama.
Siempre volvía a lo mismo.
—Sabes, cabe la posibilidad de que tú me dieras un millón de orgasmos y yo, aun así, no me enamore de ti. Por tu propio bien, deberías replantearte tu estrategia.
¡Ja! ¡Chúpate esa!, pensó ella, hojeando las páginas amarillas.
—El único modo de estar seguros es dejándome darte un millón de orgasmos.
Sin echarle un vistazo, ella contestó.
—No.
¿Cómo pudo ser tan tonto como para pensar que sus desafíos eran divertidos? se preguntó Joseph. La mujer lo volvía loco con sus negativas. No me toques. No me gustas. No me hagas temblar de placer.
Si la necesitara simplemente debido a la maldición, quizás, el oírle decir que "No" no le molestaría tanto. Pero, sin embargo, cada vez que la veía, hablaba con ella, pensaba en ella, _____ levantaba emociones en su interior que él preferiría no tener. Ella, poco a poco, se le estaba metiendo bajo la piel, y eso no le gustaba. Se suponía que era ella la que se enamoraría de él, y no al revés. Él sabía demasiado bien que estas sensiblerías románticas eran peligrosas.
No comprendía como ella se podía apoderar de él con tanta rapidez y pericia. ¿Manejaba algún tipo de magia que no podía sentir? Quizás. Sí, quizás. Eso explicaría muchas cosas. Maldición, creía que estaba seguro aquí, tanto mágica como emocionalmente. Y aquí estaba él, de pie, queriéndola, necesitándola, como nunca había querido a ninguna otra. Bueno, tenía que hacer algo para evitar enternecerse aún más. Pero, ¿cómo podía luchar contra ella y ganarla al mismo tiempo?
—Aquí hay uno —dijo _____, su dulce voz interrumpiendo sus pensamientos—. La Casa del Misticismo. Un lugar donde los deseos más profundos son hechos realidad —hizo una pausa—. Me suena a broma pesada, pero tú eres el experto. Está sólo a cinco kilómetros de aquí, y el anuncio dice... " que el dueño posee el poder antiguo de los Druidas” —anunció _____ con voz burlona
¿Druidas? Joseph se enderezó y le prestó toda su atención. Aunque no pudiera leer la lengua de _____, le arrebató el grueso tomo amarillo de sus manos y buscó la página. Druida. Druida. Druida. El nombre golpeaba en su cabeza, como un eco de salvación. Seguramente esto no era ninguna coincidencia. Conocían a la gente de su madre como los Druinn. Quizás fueran los mismos.
—Y bien, ¿qué piensas? —Preguntó _____, observándolo fijamente por encima del escudo de sus espesas pestañas—. ¿Suena como la clase de lugar que buscabas?
Él asintió
—Es exactamente la clase de lugar que busco. No perdamos más tiempo. Nos vamos inmediatamente.
_____ decidió aceptar que el día sólo iba a peor cuando se encontró parada delante del viejo y destartalado edificio con un neón que rezaba SABÍA QUE ENTRARÍAS en brillantes letras rosadas.
La luz del sol destellaba con fuerza sobre la descolorida pintura amarilla, azul y dorada que decoraba la madera astillada. Faltaban varias tejas de la azotea, y algunas, notó, estaban esparcidas a través del césped delantero y encajados entre los hierbajos. Ella se deprimió ante tal atrocidad y luchó contra el impulso de ofrecer sus servicios, gratuitamente, simplemente por liberar al mundo de esa vista tan horrorosa.
—¿Estás seguro de que es la clase de sitio que buscas? —le preguntó a Joseph por tercera vez.
Su mirada exploró el recinto, recogiendo cada detalle.
—¿Es esta la casa del psíquico Druida? —eso era lo mismo que había contestado antes.
—Sí.
—Entonces es exactamente la clase de sitio que busco.
_____ continuó poco convencida.
—En vez de confiar en alguien más, ¿por qué simplemente no juntas tus talones y pides que te envíen de vuelta a casa?
Un músculo se movió en su mandíbula y los segundos pasaron en silencio.
—¿Y bien?
Nada.
No necesito esas ofensas, pensó ella sombríamente. Siempre que le preguntaba algo personal, él se enfadaba, como si ella no tuviera ningún derecho a conocer nada sobre él. Por supuesto, el se llevaría su corazón. ¿Pero darle aunque fuera una diminuta información personal? Infiernos, no.
—Vamos —dijo ella, enfadada con él... y consigo misma—. Vamos a terminar con esto.
El hombre era demasiado reservado, demasiado obstinado y estaría mejor sin él. Si este psíquico tenía el poder de ayudarle, _____ decidió en ese instante que mentiría y le diría que lo amaba sólo para conseguir echarlo de su vida.
Con la cabeza alta, caminó hacia la entrada. Extendió la mano, tocó el pomo y se quedó de pie, esperando. Joseph no se acercó a su lado. Frunciendo el ceño, ella se giró. Su extraterrestre estaba de pie en el mismo lugar en el que le había dejado, su barbilla inclinada a un lado, sus piernas separadas.
—No percibo nada de magia aquí —dijo él.
Su propio ceño se hizo más profundo. Él cerró sus ojos y soltó el aire.
—Tampoco sentiste la magia en mi contestador automático, y mira lo que hiciste.
—Esto es diferente.
Ella quiso preguntar por qué era diferente, pero sabía que no conseguiría ninguna respuesta.
—¿Quieres marcharte?
—No —aún así no se acercó a la entrada.
¿Estaba simplemente nervioso? ¿Previendo el éxito? ¿El fracaso? O ¿tenía razón? Realmente no había magia aquí. Ella así lo creía y decidió advertirle de lo obvio.
—Si no hay magia, no serán capaces de ayudarte.
—El más poderoso Druinn es capaz de disfrazar y ocultar su poder.
Pese a todo, no parecía convencido de que ese fuera el caso aquí. De hecho, cada emoción, excepto la convicción, pasó por sus rasgos: duda, esperanza y determinación.
En aquel momento, su comportamiento la conmovió. Él quería volver a casa; no podía culparlo por eso. Si la situación fuera al revés, ella desearía lo mismo y haría algo, usaría a cualquiera, para conseguir lo que quería, y probablemente tampoco compartiría información personal con extraños. Al menos, él era honesto sobre sus intenciones.
—Entremos e intentémoslo —dijo ella suavemente.
—Necesito un momento más.
—Bien. Tómate el tiempo que necesites.
Joseph se pasó la mano por la cara. Aunque todo dentro de él gritaba para que abandonara este lugar, no podía alejarse. Si había una posibilidad, por pequeña que fuera, de descubrir lo que necesitaba, tenía que entrar.
Cuando intentó mover sus piernas, sin embargo, se negaron a obedecer. Frunció el ceño. ¿Qué lo mantenía allí de pie? ¿La duda? Quizás. Aunque sabía que eso no era todo. Mientras las preguntas se arremolinaban en su mente, una extraña emoción se extendía a través de él, una emoción que no podía identificar... o quizás, no quería identificar.
¿Cuánto tiempo había pasado en Imperia? Si, como aquí, habían pasado mil palmos, ¿cuántos de sus amigos habían poseído la suficiente magia como para sobrevivir todos esos palmos? ¿Cuántos habían muerto? ¿Cuántos vivían todavía? ¿Cómo lo recibiría su familia? ¿Le darían la bienvenida con los brazos abiertos o lo considerarían un extraño? Jorlan inspiró profundamente. El suave olor dulce del aire lo sintió sucio en su nariz.
—Estaré a tu lado todo el tiempo —la voz de _____ le abrigó el cuerpo como una capa suave, consoladora.
Su mirada buscó la suya y observó como una serena sonrisa curvaba su boca, una sonrisa que iluminaba toda su cara. Un hombre podría perderse en su sensualidad y olvidar todos sus problemas. Olvidar su impaciencia por marcharse.
Joseph cambió su peso de un pie a otro y se esforzó por apartar la mirada. La mujer era una necesidad desesperada y continua y, compendió, que cada vez le costaba más trabajo mantenerse alejado de ella.
A lo mejor cuando se marchara, se la llevaría con él; la instruiría en las formas apropiadas de comportarse con un hombre, mientras se ganaba su afecto con sus obvios encantos. Él podría hacerle el amor muchas, muchas veces, con la mágica Imperia rodeándolos. Mejor aún, _____ podría servirle como una seductora distracción si su familia lo abandonaba.
Tan rápidamente como la idea se formó en su mente, Joseph la desechó. Conseguiría lo que necesitaba de ella y luego la abandonaría aquí. No había espacio en su vida para una mujer de otro planeta, sobre todo, si le hacía sentir cosas que no quería considerar.
—Cuando finalmente estemos juntos, katya, muchos mundos temblarán.
—Sí, bien… —_____ hizo una pausa.
No sabiendo qué más decir, algo que sólo le pasaba con Joseph, se giró para afrontar la puerta. El pomo giró fácilmente y dio un paso dentro, hundiéndose en la alfombra Borgoña. Joseph la siguió esta vez. Los finos cabellos de su nuca se pusieron de punta, alzándose hacia él, deseando su toque.
¿Por qué respondía con tanta facilidad ante este hombre?
Cuando la puerta se cerró de golpe, una campana tintineó para anunciar su presencia. Se quedaron de pie en silencio, esperando, pero nadie los saludó. No había ningún empleado en la pequeña estancia. Ningún cliente.
Zarcillos de humo se elevaban del perfumado incienso a jazmín, flotando y dejando su aroma por todas partes de la desordenada habitación. La débil iluminación y las brillantes paredes le daban un ambiente místico, ayudado por la música suave y lírica que sonaba de fondo.
Finalmente, una mujer de cabellos oscuros que parecía estar en la mitad de la cincuentena, se adentró en la decorada estancia. Con sus grandes ojos color avellana y prominentes pómulos, sus rasgos eran atractivos, aunque envejecidos antes de tiempo. Ella vestía pantalones negros y una blusa blanca hechos a medida, completamente en desacuerdo con su negocio de adivina. Mirándola fijamente, a ______ le venían dos palabras a la cabeza: profesional y legal.
La sospecha creció al instante en la mente de _____.
Joseph entendía más de magia, se recordó ella. Dijo que había una posibilidad de que este psíquico tuviera el poder que necesitaba y ella tenía que permitirle que descubriera la verdad, fuera buena o mala.
—¡Hola! —Saludó la mujer—. Bienvenidos a mi humilde establecimiento —tenía el cultivado acento de una dama de buena familia inglesa—. ¿Cómo puedo ayudarles? "
Joseph prescindió de bromas.
—¿Posee usted el poder de abrir un vórtice?
La mujer juntó sus manos y tamborileó sus uñas, de manicura perfecta, unas contra otras.
—¿Exactamente en qué tipo de poder piensa usted?
Rápidamente, _____ colocó una mano sobre la boca de Joseph.
—¿Por qué no nos da usted la respuesta a esa pregunta? Seguramente "una vidente" profesional podría contestar una pregunta tan simple.
Joseph miró con curiosidad la mano en su boca, pero no se apartó de su agarre. Él cogió su palma y la capturó en el calor de su propia mano.
—No vuelvas a hacerme callar, _____ —gruñó él suavemente, las palabras susurradas sólo para ella—, a no ser que uses tu lengua.
—Ah, el joven amor —suspiró la mujer.
Primer error, casi dijo _____, sus dudas aumentando cada vez más.
La mujer más vieja le ofreció una débil sonrisa, profundizando las arrugas de las esquinas de sus ojos.
—¿No cree en lo sobrenatural, querida?
—Creo en los hechos —contestó ____, tratando de ignorar que Joseph aun sostenía posesivamente su mano derecha.
Simplemente, había algo completamente satisfactorio en mantener sus manos unidas, una sutil, tranquilizadora y tangible muestra de afecto. Incluso aunque él no sintiera nada por ella, nada importante de todos modos, la acción le hacía sentirse necesitada.
—También yo creo en los hechos —contestó la mujer.
—Entonces entenderá por qué le exijo la prueba de sus capacidades —dijo ella.
Su extraterrestre no conocía nada de la Tierra, no sabía nada sobre la gente que a menudo intentaba estafar a las personas confiadas. Si esta mujer era realmente una bruja, tendría que demostrarlo.
—Desde luego que lo entiendo. Siéntense, siéntense —con una ondulación delicada de la mano, la inglesa señaló hacia una pequeña mesa detrás del cuarto—. ¿Querrán algo para beber? ¿Café? ¿Té? Hasta tengo un maravilloso elixir herbario que promueve la actividad cerebral.
—No, gracias —contestó ______, sacudiendo su cabeza. Aunque el elixir herbario picó su interés, no iba a relajar la guardia—. Estamos bien.
Joseph la remolcó hasta la mesa. Después de que ella se sentara en medio, él comprimió sus largas piernas debajo de la pequeña y bajita mesa. La mujer tomó asiento justo delante de ellos.
—Deme su palma —dijo inmediatamente a Joseph.
Sus labios se tensaron y él le dirigió una cortante mirada a _____.
—¿Todas las mujeres de aquí dan órdenes a un guerrero?
—Ya lo creo. Ahora dale tu mano.
Nubes tormentosas de furia llenaron los ojos de Joseph, pero hizo lo que le pidió.
La mujer se encorvó sobre su palma, remontando cada línea con una uña larga y ovalada.
—Desea encontrar el camino a casa. ¿Correcto?
—Sí.
—No puede hacerlo solo —una declaración, no una pregunta.
Ese comentario hizo que apretara su mandíbula otra vez.
—Todo lo que necesita es alguien para dirigirle —dijo la mujer—. ¿Digo la verdad? —Sí.
El duro tono de su voz, como un martillo que golpeaba una pared, causó que los dedos del pie _____ se curvaran, ella estuvo enormemente contenta de que su atención no estuviera dirigida hacia ella. Con interés, observó y escuchó la conversación entre Joseph y la mujer. Siempre que la inglesa hablaba, Joseph se movía incómodo en su silla. Su rostro parecía tanto furioso como triste, como si acabara de aceptar que esto no iba a funcionar, pero se aferrara a ello de todos modos por si ocurría un milagro.
—Alguien puede ayudarle —decía la mujer—. Alguien le ayudará. Alguien cuyo nombre es… estoy obteniendo la visión de la letra _. Sí, sí. Alguien cuyo nombre comienza con la letra _ le devolverá a casa. ¿Conoce usted a alguien cuyo nombre comienza con _?
—Sí —no pareció feliz con eso tampoco.
—Bueno, bueno —siguió estudiando su mano—. Predigo que...
—No necesito tus predicciones, mujer —de pronto, su furia venció a la tristeza y la esperanza—. Tengo que saber si puedes abrir un vórtice de modo que yo pueda dejar su mundo y entrar en el mío. ¿Puedes hacer eso o no?
—Tiene el poder dentro de usted para ir a cualquier parte que desee.
Los ojos de Joseph se estrecharon en diminutas rendijas.
—No tengo el poder dentro de mí. Eso es un hecho.
—Lo tiene. Tiene un poder que, de ser correctamente alimentado, puede crecer hasta ser una fuerza poderosa.
La esperanza creció en sus ojos otra vez.
—¿Cómo alimento mi poder?
—He desarrollado una poción que atará en su interior su magia, haciendo que su carne se debilite y su espíritu interior prospere. Después de que usted beba este poderoso elixir, cantaré un cántico de fuerza y coraje sobre usted.
_____ ya tenía bastante. No había ninguna maldita forma de que Joseph bebiera algo que esta mujer hubiera preparado.
—Lo que buscas no está aquí, Joseph —dijo ella.
Su única respuesta fue un leve, casi imperceptible asentimiento con la cabeza.
—Espere un segund... —la mujer comenzó.
—Por Dios —_____ gritó, cortándola—. Esto es un montón de mierda y usted lo sabe. La mayor parte de lo que dijo es tan ambiguo que no estoy segura de sí habló sobre un viaje a Disneyland o si usted recitaba el alfabeto —golpeó con la mano sobre la dura superficie de madera de la mesa—. Usted no puede ayudarle más que el Elfo Keebler podría. Admítalo.
Los labios de la mujer se apretaron.
—Todo lo que dije es verdad —rechinó ella—. Sólo el corazón puede dirigir a un hombre a casa. Eso, y una de mis pociones.
—Pero usted simplemente dijo que alguien cuyo nombre comienza por _ podría ayudarle —indicó Katie.
Sus mejillas enrojecieron por la vergüenza o la cólera, _____ no lo sabía
—Pensé...
—Sé lo que usted pensó —_____ no esperaba sonar tan borde, pero caray, odió que alterara a Joseph—. Él me llamó _____, por lo tanto usted consiguió esa visión de la letra _. Y la cosa que usted ha... —se paró, dudando de si debía confesar los verdaderos orígenes de Joseph. Su mirada se clavó en él. Parecía tan perdido, quería volver a casa tan desesperadamente, que ella decidió que la confesión de que era un extraterrestre valía la pena, aun corriendo el riesgo de parecer que estaba loca—. La cosa que usted falló en adivinar consiste en que no hablamos de una casa emocional aquí, hablamos de otro planeta.
—Entonces, son extraterrestres, ¿verdad? —preguntó la mujer sin inmutarse, como si ella hubiera oído esa afirmación un millón de veces antes—. Lo sabía desde el momento en que entraron —sacó una botella pequeña y oscura de su bolsillo—. Beba esto y usted verá....
¡Argh! _____ saltó, sus puños apretados con fuerza.
—Puede coger sus pociones y metérselas por donde...
—Suficiente.
La voz e Joseph retumbó en las paredes.
Todo se calmó al instante.
—Es hora de marcharse, _____ —no esperó su respuesta.
Simplemente se puso en pie y salió silenciosamente del edificioListo chicas!
Aqui les dejo lo que queda de el cap!
Espero les guste y lo disfruten!!
Las quiero
XOXO VG
Vanee LovatoD'Jonas
Re: El Principe De Piedra (Joe & Tu) -Adaptación-
dios tienes que seguirla !
que va a pasar eh?
que va a pasar eh?
fernanda
Re: El Principe De Piedra (Joe & Tu) -Adaptación-
Ya veras! :Dfernanda escribió:dios tienes que seguirla !
que va a pasar eh?
Vanee LovatoD'Jonas
Re: El Principe De Piedra (Joe & Tu) -Adaptación-
CAPÍTULO 6
Todo hombre poseía un miedo, un miedo que lo consumía, que podía conducirlo al borde de la locura. Joseph acababa de descubrir el suyo. Quedarse atrapado en este mundo, abandonado para toda la eternidad, le asustaba hasta el tuétano de los huesos. Sabía que la posibilidad existió desde el principio de su maldición. Pero ahora, la realidad le superaba con más fuerza que antes de su final liberación.
Libre, pero no totalmente.
No podía irse a casa hasta que se ganara el amor de ____, hasta que lo aceptara. Tenía sólo trece días más para conseguirlo, y a este paso, él también se enamoraría. Pero él no podía enamorarse, no quería enamorase. Era un hecho que ningún auténtico hechicero vivía aquí, que no conseguiría los medios para volver a casa por el momento.
Estaba de pie en el exterior de la casa del falso místico, sus piernas separadas, sus brazos cruzados tras la espalda y los músculos tensos. Esa era la postura de un guerrero, una que normalmente se usaba justo antes de la batalla, cuando los planes y las estrategias eran realizados.
Y ésta parecía la mayor batalla de su vida.
Su primer instinto había sido correcto. Ninguna magia residía en la Casa del Misticismo. Lo supo incluso antes de dar un paso dentro y lo supo después. Aunque tontamente se había aferrado a la esperanza. Ahora se veía forzado a afrontar la verdad.
¿Desde cuándo los místicos estudiaban la mano de un hombre para abrir un vórtice? Uno sin ninguna magia auténtica o capacidad, se contestó sombríamente. Lo irónico era que el farsante que vivía en ese edificio, lamentablemente, había dicho algunas verdades. Debería poseer el suficiente poder para volver a casa. La magia habitaba dentro de él, mucha magia... pero era una fuerza que no podía controlar, por lo tanto, era una fuerza que no podía utilizar. ¡Maldita sea! Un simple hechizo era todo lo que necesitaba. Un simple hechizo, aunque no tenía esperanzas de alcanzarlo.
De todos modos, él lo intentó otra vez. Cerró los ojos, levantó los brazos en el aire y pronunció las palabras necesarias. Mientras hablaba, el aire de su alrededor se arremolinó, dando vueltas y vueltas, más y más rápido, y entonces… paró. Lo intentó otra vez. Nada. Otra vez. Nada.
Dejó caer los brazos a los lados, con cada uno de sus fracasos (con _____, el psíquico y sus inútiles poderes) pesándole sobre los hombros. ¿Por qué la magia y los encantamientos les resultaban tan fáciles a la gente de su madre y tan difíciles y frecuentemente desastrosos para él? ¿Por qué? ¿Quizás poseía demasiada fuerza física? ¿Acaso su capacidad sobrenatural de cazar y destruir a sus enemigos, de algún modo, debilitaba su capacidad mágica? Si era así, con mucho gusto abandonaría tal regalo, ¿de qué le servía si no podía luchar contra su mayor enemigo?
Joseph apretó los dientes y el aire quemó en su garganta. El orgullo le exigía que vengara todos esos palmos perdidos, a sus compañeros y amantes. El orgullo le exigía… y aún así, no podía hacer nada.
Soltó una risa oscura, sin sentido del humor. La maldición dio la bienvenida a su frustración como una enfadada nube tormentosa daba la bienvenida al delirante viento, ambos listos para soltar un torrente de dolor y sufrimiento. Con los puños apretados, luchó por encontrar algo de paz interior. Un minuto dio paso a otro y su lucha se volvió infructuosa. Necesitaba una salida, algo, algo para calmar los bordes afilados de sus emociones.
Una mano suave, dulce, tocó su hombro.
—¿Estás bien? —Preguntó una voz aún más dulce—. Sé que no fue como esperabas y siento mucho haberte traído aquí, pero encontraremos a alguien más. Había montones de nombres en la guía telefónica y te prometo que visitaremos a otro psíquico mañana. Yo iría ahora, pero tengo miedo de que otro fracaso… —las palabras de _____ intentaran calmarlo—. Simplemente creo que sería mejor esperar hasta mañana.
Él miró fijamente sus dedos maravillosamente delgados, su pálida piel contra la suya, oscura y bronceada. Durante un crudo momento, aquel toque le hizo sentir como si hubiera abrigado su odio y resentimiento durante demasiado tiempo, como si él no tuviera nada que temer. Todavía ansiaba una salida y ella acababa de proporcionarle una. Se empapó con su belleza, dejándole calmar sus heridas internas como una caricia.
—Te advertí de las consecuencias si me tocabas, _____ —dijo, su tono aparentemente suave.
Ella retiró la mano a un lado.
—¿Qu-qué quieres decir?
—Si me tocas primero, a cambio, yo tengo derecho a tocarte. Algo con lo que tú estuviste de acuerdo.
—¡Parecías trastornado... yo no creí... no era una invitación!
—¿No lo era? —se giró para afrontarla, cogió sus antebrazos entre sus manos y la acercó. Pecho contra pecho. Dureza contra suavidad.
—Aléjate de mí —le dijo acaloradamente, aunque no hizo ningún movimiento para apartarse. No, ella se hundió más cómodamente contra él—. Déjame ir —dijo ella otra vez, esta vez con un suspiro de rendición.
Él no quería soltarla; quería abrazarla fuertemente contra él hasta que ella sólo separara sus labios para gritar su nombre. Ella debió sentir su necesidad, ya que sus ojos se clavaron en los suyos, ámbar contra azul. Ninguno apartó la mirada.
—Agradecerás que no lo haga dentro de un momento.
No le dio tiempo para negarlo. Sus dedos subieron y se enredaron en su pelo, tiró de ella más cerca hasta que ni un soplo de aire los separaba. Entonces la besó apasionadamente, allí, a pleno día, donde alguien podría verlos, donde alguien podría oírlos. Una y otra vez él empujó su lengua entre los dientes de _____, acariciándola por dentro, tomando. Exigiendo.
Durante un momento, creyó que se resistiría, pero _____ lo sorprendió pronunciando un gemido bajo y lleno de sensualidad. Ella abrió la boca y gimió otra vez. El sonido recorrió su cuerpo, inflamándolo de necesidad. Su aliento entrecortado soplaba sobre su nariz y mejilla mientras sus lenguas bailaban desenfrenadas. Su carnal fragancia inundó su cabeza y él pensó que podría sostenerla entre sus brazos durante el resto de su vida.
La noche anterior, se había preguntado cómo sería su sabor, y ahora lo sabía: era dulce y femenino. Un sabor que en parte lo calmaba como un bálsamo y en parte lo enloquecía. ¿Sabría ella igual entre sus piernas? Sólo con pensar que la lamía allí, el fuego que ardía dentro de él rabió, un fuego que no tenía nada que ver con su dolor, sufrimiento o su deber. No, se quemaba sólo por _____, por su pasión. Ardiendo por coger sus pechos entre sus manos. Ardiendo por chupar sus pezones.
—Esto es lo que quería anoche —susurró él con vehemencia—. Esto era lo que ansiaba mientras estaba tendido en el suelo, apretando mi erección con la mano, imaginándome que eras tú quien me tocaba.
Ella gimoteó.
Él colocó sus manos sobre sus nalgas y la levantó. Ella enlazó las piernas alrededor de su cintura, presionando el centro de su feminidad contra su erección. Arriba. Abajo. Arriba, la movió, imitando los movimientos del sexo. Ella, de buen grado, se arqueaba hacia adelante y hacia atrás. Él ansió bajar su drocs y empujar profundamente dentro de ella. Ansió sentir sus apretadas paredes internas cuando ella encontrara la liberación. Estaba tan ferozmente dolorido, que decidió no esperar y tomarla ahora, dentro de su transporte encantado. Sí, tenía que sentir las oleadas de placer de su cuerpo, tenía que ver cómo se le iluminaba la cara, observar sus labios separados. Darle un orgasmo después de otro.
Su lengua se movía en sincronización con los movimientos de sus cuerpos. Él temblaba, ah, como temblaba. Estaba a punto de perder el control. Nunca había experimentado nada como esto, nunca había experimentado nada tan intenso. Joseph se dijo que no tenía importancia que ella lo afectara tanto, pero no era tonto. Algo pasaba entre ellos.... crecía. Algo que quería negar, pero que no podía.
—No creo estar preparada para esto —refunfuñó ella en sus labios—. Pero me haces sentir tan bien que me cuesta pensar con claridad.
—Si estas pensando —dijo, caminando hacia el vehículo y tirando de su camisa todo el rato—, entonces piensa en cuánto placer puedo darte.
—Lo hago —susurró ella—. Realmente lo hago. Intento no hacerlo, pero anoche…
—Yo también pensé en ti. En mi mente me imaginé tus rosados pezones como bayas. Imaginé los rizos suaves y pálidos que protegen tu esencia —mientras hablaba, tocaba las partes que mencionaba.
—Joseph, yo... —_____ hizo una pausa. Cerrando los ojos. Abriéndolos.
En un instante, en un mero latido, la apasionada neblina se borró de su cara, dejando una expresión que decía: Preferiría quemarme en los fuegos del infierno que continuar.
—No —dijo apartándolo, con su aliento desigual e inestable—. No. Tenemos que parar.
El sudor bajó por su frente.
—¿Realmente es eso lo que quieres? —sabía que no era así y la ignoró.
Un beso más, un toque más, y él podría enviarlos, a los dos al paraíso.
Con un chillido, ella apartó sus manos.
—Para. Tenemos que pararnos —hablaba todavía sin aliento, con tono ronco—. Estamos a la vista de todo el mundo, por Dios.
Frunciendo el ceño, él le exigió.
—¿Es que no te he excitado? ¿No hice que tu cuerpo gritara por más?
En vez de contestar esas preguntas, ella dijo:
—Lo siento, pero no estoy preparada.
—Dame dos minutos y haré que lo estés —dejó que su voz cayera hasta un susurro seductor, una hazaña que requirió de toda su concentración—. Déjame, _____. Déjame tenerte, y juro por Elliea que disfrutarás de cada momento —nunca había rogado nada en su vida, pero estaba peligrosamente cerca de ponerse de rodillas y suplicarle.
—Sé que disfrutaría cada momento —respiró ella—. Créeme, lo hago.
Él pensó que ya la tenía, hasta extendió las manos y las deslizó alrededor de su cintura, pero ella sacudió la cabeza, salió corriendo y dijo débilmente:
—No —y luego con más fuerza—. No. No aquí. Y no ahora.
Él maldijo por lo bajo.
—¿Por qué luchas con tanta fuerza contra lo que sientes?
Ella miró a lo lejos.
—No creo que realmente quieras oír la respuesta.
—Aún así, me la dirás.
—Muy bien. Ya que lo quieres saber... —la cólera se reflejaba en sus ojos cuando ella lo afrontó de nuevo—. No estoy segura de que me gustes. Eres un mandón y un arrogante, y rechazas contestar las preguntas más simples sobre ti, a no ser que te fastidie para que lo hagas.
—Independientemente de lo que desees saber sobre mí, con mucho gusto te lo diré. Después.
—¡No! Ayer yo era una carga necesaria para ti y ¿ahora se supone que me tengo que derretir ante tus pies porque eres un excelente besador? ¡No!
Joseph se pasó la mano por el pelo. Las mujeres tenían su lugar. Y ése era directamente bajo él. ______ podría negarle su atracción, pero él pasaría cada uno de los siguientes trece días venciendo esa falsa resistencia. Y era falsa, no tenía ninguna duda. La mujer volvió a la vida entre sus brazos, como un volcán que estalla en una montaña.
Aqui esta una parte del cap!
Luego les subo la otra parte!
Las quiero
XOXO VG
Vanee LovatoD'Jonas
Re: El Principe De Piedra (Joe & Tu) -Adaptación-
haha si suena gracioso!!!AniitaRP4 escribió:Por Elliea!! SIGUELA! xD
Vanee LovatoD'Jonas
Re: El Principe De Piedra (Joe & Tu) -Adaptación-
Yo igual!!! es increible!!fernanda escribió:dios amo lanove , tienes que seguirla!
Vanee LovatoD'Jonas
Re: El Principe De Piedra (Joe & Tu) -Adaptación-
Soon (.helado00 escribió:Sigue vamos!!
Vanee LovatoD'Jonas
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