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La Furia Del Deseo (Joe Jonas & Tu) TERMINADA
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
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Re: La Furia Del Deseo (Joe Jonas & Tu) TERMINADA
Bien, ahi esta su cap! :D
Nos estamos leendo mañana chicuelas!
xx
:happuy: :bye:
Nos estamos leendo mañana chicuelas!
xx
:happuy: :bye:
Yesie
Re: La Furia Del Deseo (Joe Jonas & Tu) TERMINADA
Oh pobre rayis
ese tal Primo la esta chantajeando
y no creo que el papa ae haya robado todo ese dinero
siguelaaa
quiero saber que esta tramando Joe
ese tal Primo la esta chantajeando
y no creo que el papa ae haya robado todo ese dinero
siguelaaa
quiero saber que esta tramando Joe
NaTnAt
Re: La Furia Del Deseo (Joe Jonas & Tu) TERMINADA
wou se volvieron a ver yei omgque rencuentro
ash ese primo es un canalla ash dghsfgth siguelaaaaaaaaaaaaaaa
ash ese primo es un canalla ash dghsfgth siguelaaaaaaaaaaaaaaa
||Hazzy||
Re: La Furia Del Deseo (Joe Jonas & Tu) TERMINADA
pero.. ahora creo que joe se equivoca!!!!!.... todo era una treta de ese tal primo y su madrastra!!!*.... que es la ma de joe!!!!!... aaaaaaaaaahhhhh sigue porfiiiss
chelis
Re: La Furia Del Deseo (Joe Jonas & Tu) TERMINADA
HOLA!! :omg:
Soy yo de nuevo, nueva y fiel lectora!
Me encantaron los capis...pero que Rayos!
la hermana de Joe se llama igual que yo!
Que confucion hahahahaha.
y ese tal Primo Vasile es un Maldito..mira que chantajearla con su Padre moribundo pff...y esta mas viejo que nada que horror pobre rayis!
Siguela me encanta!!!!
:aah:
Soy yo de nuevo, nueva y fiel lectora!
Me encantaron los capis...pero que Rayos!
la hermana de Joe se llama igual que yo!
Que confucion hahahahaha.
y ese tal Primo Vasile es un Maldito..mira que chantajearla con su Padre moribundo pff...y esta mas viejo que nada que horror pobre rayis!
Siguela me encanta!!!!
:aah:
Bianca
Re: La Furia Del Deseo (Joe Jonas & Tu) TERMINADA
Hoola Chicas! :D
Perdon por no subir ayer... lo siento.
agradezco sus coments! :corre: :P
es mi idea o nadie le agrada el primo Vasile? ...Hahahahaha
Enseguida les subo cap!
xx
:happuy: :bye:
Perdon por no subir ayer... lo siento.
agradezco sus coments! :corre: :P
es mi idea o nadie le agrada el primo Vasile? ...Hahahahaha
Enseguida les subo cap!
xx
:happuy: :bye:
Yesie
Re: La Furia Del Deseo (Joe Jonas & Tu) TERMINADA
Capítulo 2
*__ corrió hasta que no pudo más. Luego siguió andando mientras trataba de no pensar demasiado en lo complicada que se había vuelto su vida de repente. Dentro de poco iba a tener que viajar hasta el Caribe para casarse con Primo Vasile; más le valía aceptarlo. Pero ahora tenía que sacar de su mente, aunque sólo fuera durante un par de minutos, la espantosa escena que había tenido lugar en el Ritz, cuando Vasile y su madrastra la habían chantajeado. Y también su reencuentro con Joe Jonas. Era demasiado penoso.
Caminó como una autómata hacia las oficinas de la tienda en la que trabajaba escribiendo artículos sobre cámaras digitales. Su intención había sido pasarse por el trabajo aquella tarde para recoger el nuevo modelo que iba a probar, y no veía por qué razón debía cambiar de plan. Tenía que aferrarse a la normalidad; de esa manera las cosas no parecerían tan horribles.
Eso era lo que había hecho durante los últimos meses cuando su padre, Hector, había caído gravemente enfermo. Lo había visitado en Italia tanto como había podido tomándose puentes y haciendo uso del horario flexible, hasta que finalmente persuadió a su jefe para que la dejara trabajar desde casa durante un tiempo.
La enfermedad de Hector la había destrozado. Él era su única familia y lo amaba profundamente. Había perdido a su madre cuando contaba con tan sólo cinco años, y también a su adorada abuela, que había sido tan importante durante su infancia. Y ahora su padre iba a abandonarla también. Todas las personas a lasque amaba acababan dejándola. Incluso el único hombre al que había amado en su vida, Joe Jonas, la había dejado plantada.
Alguien la llamó por su nombre sacándola de su ensimismamiento. Era Rosie, una amiga del trabajo.
– ¿Qué haces aquí tan tarde? –le preguntó su amiga con curiosidad.
–He venido a recoger una cámara –*__ le sonrió calurosamente a pesar de lo mal que se sentía por dentro–. ¿Y tú?
–Tengo una cita esta noche y no tenía mucho sentido volver a casa –explicó Rosie–. Vamos a patinar sobre hielo. ¿Conoces a mi Rob, mi chico?
–Creo que no –respondió *__–. ¿Es uno alto y guapísimo? –preguntó pensando en otro hombre de las mismas características.
–Sí –sonrió Rosie–. Ven conmigo hasta Somerset House y te lo presento.
–Me encantaría –dijo *__–, pero no creo que esta noche vaya a ser buena compañía. Estoy muy cansada.
–Venga –dijo Rosie–. No tienes por qué quedarte; de hecho, preferiría tenerlo sólo para mí, pero quiero alardear de él.
–Está bien –rió *__–. Te prometo que me limitaré a admirarlo y luego me iré a casa y os dejaré a los dos solos.
Caminaron por The Strand hasta la pista de patinaje sobre hielo que había sido instalada en el patio de Somerset House, un magnífico edificio del siglo XVIII. Un árbol de Navidad gigante refulgía a un lado de la pista y el hielo brillaba bajo las luces de colores.
El novio de Rosie no tardó en llegar. Unos minutos después *__ se despedía mientras ellos se unían a la cola para la siguiente sesión de patinaje.
Se quedó unos instantes tras la barandilla viendo a los patinadores dando vueltas alrededor de la pista. Era una escena preciosa, llena de parejas y familias felices.
De pronto la invadió una oleada de tristeza; nunca se había sentido tan sola.
–Ya sabes dónde está todo –dijo Gwen dándole a *__ la llave de la vieja casita de pescador–. Quédate el tiempo que quieras; no hay reservas hasta el año nuevo.
–Gracias, Gwen –dijo *__ inclinándose para besar cariñosamente en la mejilla a la anciana galesa de ochenta años. Se trataba de una vieja amiga de su abuela, pero estaba tan llena de vida que parecía tener diez o incluso veinte años menos.
–Sólo puedo quedarme un par de noches, pero necesitaba escapar de la ciudad.
– ¿Le digo a Rhys que te lleve en coche hasta abajo?–preguntó Gwen en su maravilloso acento.
–No, gracias, la bolsa no pesa –dijo *__ saliendo de la casa. No quería molestar a Rhys, el hijo de Gwen. Tenía casi edad de jubilarse, pero lo había visto ocupado trabajando en la huerta mientras caminaba desde la parada del autobús–. Me apetece tomar aire fresco, después del viaje en tren y en autobús.
–De eso tenemos mucho aquí –rió Gwen envolviéndose en una chaqueta de lana mientras cerraba la puerta.
*__ se echó la bolsa al hombro y comenzó a andar por la sinuosa carretera que llevaba a la casita. Había estado yendo a esa parte de Gales toda su vida y era para ella como una segunda casa. De hecho, hasta que murió su abuela cuando ella tenía trece años, aquél había sido su hogar y no la impecable casa de la ciudad en la que vivía con su padre y con Francesca.
Gwen había sido amiga y vecina de su abuela durante sesenta años. Al morir ésta, Gwen extendió a *__ una invitación permanente a visitarla siempre que quisiera. Gwen y su hijo Rhys eran propietarios de una pequeña casita que alquilaban a veraneantes para sacarse un dinero extra, y *__ podía quedarse en ella siempre que no estuviera reservada.
Era ya media tarde cuando llegó a la casa y, como quería trabajar una hora antes de que oscureciera, tomó la cámara y se dirigió hacia la playa.
Le sentaba bien volver a Gales. Era el único sitio del mundo en el que sentía una fuerte conexión con su madre.
Quizá aquí consiguiera alejarse de todos sus problemas y encontrar la necesaria paz de espíritu, aunque sólo fuera un par de días, antes de ceder al inconcebible plan de Francesca y Vasile.
Joe la había abandonado hacía cuatro años en ese mismo lugar y se preguntó si sería buena idea regresar y arriesgarse a despertar recuerdos. Pero ya era demasiado tarde; su encontronazo con Joe ya se había encargado de hacerlo.
Por otro lado, había ido a la casita muchas veces desde qué él se fue y las condiciones turbulentas de ese día no podían ser más diferentes del glorioso tiempo veraniego que vivieron cuando llevó a Joe al pueblo natal de su madre.
El agua espumosa golpeaba las negras rocas mientras ella caminaba cuidadosamente por la pedregosa playa hacia la pleamar. El agua estaba empezando a llenar rápidamente los espacios que había entre las rocas y tuvo que andarse con ojo para no resbalarse. Sabía que tenía tiempo de sobra para llegar a su punto panorámico favorito: una roca especialmente grande que sobresalía en la playa circundante.
Le sentaba bien trabajar. Durante unos minutos podía olvidarse de los problemas y concentrarse en hacer fotos. La fotografía había sido siempre su pasión. Se consideraba muy afortunada por tener un trabajo que consistía en hacer fotos para comprobar el funcionamiento de las cámaras en diferentes condiciones.
El cielo estaba llenándose de oscuros nubarrones y el agitado mar había adquirido un color gris oscuro salpicado del blanco de las olas al romper contra las rocas. Un fuerte golpe de viento le alborotó el pelo y rugió en sus oídos. La escena, dramática, se correspondía con su estado de ánimo.
Pero, a pesar de sus esfuerzos por aclarar su mente, los pensamientos de *__ volvían a Joe. Se mordió los labios y miró la bahía sin verla. Estaba recordando lo destrozada que se quedó cuando Joe la abandonó.
Aquella mañana se había despertado temprano y descubrió que él había desaparecido. Al principio se volvió loca de preocupación pensando que algo terrible le había ocurrido. Pero luego se dio cuenta de que su coche deportivo ya no estaba y que se había llevado con él todas sus cosas.
Luego recordó que había recibido una llamada de teléfono ya entrada la noche anterior. En aquel momento no le había dado importancia. Trabajaba noche y día, y las llamadas eran parte inevitable de su trabajo. Pero el caso es que no recordaba que él hubiera vuelto a la cama después. Debía de haber caído en un sueño muy profundo tras varias horas de amor apasionado y no había sido consciente de que él había hecho el equipaje y se había marchado.
Comenzó a preocuparse ante la idea de que hubiera recibido malas noticias. Quizá su hermana había sufrido un accidente o había ocurrido algo malo en una de las empresas de las que era propietario.
Pero nunca descubrió qué pasó.
Su teléfono móvil estaba apagado y luego el número fue dado de baja. Su secretaria fue sustituida por alguien a quien ella no conocía, una brusca italiana que encajó impasible sus intentos por contactar con él. Trató de ponerse en contacto con Bianca, pero su número había sido asimismo dado de baja. La única explicación que recibió fue un breve mensaje de texto en el que Bianca le decía que Joe la enviaba a América para presentarla a gente del mundo de la moda. Nada más.
Tras un tiempo *__ estaba demasiado disgustada como para seguir intentándolo.
Estaba claro que para Joe ella no había supuesto más que un breve romance de verano. Le había roto el corazón, que había tardado mucho tiempo en cicatrizar. Quizá no había llegado a curarse por completo.
Pero Bianca también le había hecho daño. Pensó que eran amigas, pero la chica de diecinueve años se había apresurado a dejarla tirada en cuanto se presentaron oportunidades más interesantes.
*__ sacudió la cabeza con decisión. No estaba dispuesta a sucumbir al pasado. Tomó una honda bocanada del fresco aire marino, izó la cámara y se concentró en la tarea. Estaba allí para trabajar. Se dijo que las turbulentas condiciones producirían unas fotografías excelentes de enormes olas estrellándose espectacularmente contra las angulosas rocas.
Yesie
Re: La Furia Del Deseo (Joe Jonas & Tu) TERMINADA
Continuación
Joe Jonas cruzó a grandes y decididas zancadas el prado que conducía hacia la playa. Miró en derredor con el ceño fruncido, turbado por lo familiar que le resultaba todo aquello: la playa pedregosa, los espectaculares y erosionados peñascos de piedra caliza gris que flanqueaban la bahía e incluso la desvencijada escalerilla de madera que conducía al acantilado.Habían pasado más de cuatro años desde que *__ lo llevó allí, y era invierno en lugar de verano, pero por alguna razón lo recordaba todo con absoluta claridad.
Le sorprendió lo fácil que le había resultado encontrar la vieja casita de pescadores. *__ no estaba en ella, por lo que decidió ir a la playa a buscarla. El ambiente era frío y húmedo. La luz estaba empezando a desaparecer y supuso que *__ no podría andar muy lejos. Aunque le encantaba estar al aire libre, no querría quedarse atrapada en la playa o en el sendero del acantilado una vez caída la noche. No había farolas y, a juzgar por la cantidad de nubes, parecía improbable que fuera a haber luz de luna.
No tardó mucho en localizarla, encaramada sobre una roca que parecía estar rodeada por el mar. Vio que estaba haciendo fotografías y comenzó a caminar hacia ella. Le sorprendió ver lo familiar que le resultaba su lenguaje corporal. Aunque estaba a cierta distancia y acuclillada mirando al mar, supo con certeza cómo sería la expresión de su rostro. Estaría ensimismada en su trabajo, consciente únicamente del dramático paisaje que se extendía frente a ella y de la imagen que aparecía a través de la lente de su cámara. Su bello rostro estaría adornado por una expresión lejana, su ceño estaría relajado y apenas notaría que el pelo, a causa del viento, se le metía en sus almendrados ojos.
Se detuvo bruscamente y entrecerró sus ojos oscuros. ¿Cómo se permitía dar rienda suelta a sus pensamientos de aquella manera? comenzó a caminar hacia ella con decisión. De pronto se detuvo por segunda vez. No es que pareciera que *__ estaba rodeada por el mar: se había quedado completamente aislada por el agua. La marea había subido mientras ella estaba distraída tomando fotografías y por el momento no parecía darse cuenta del peligro de su situación.
¡Qué tonta! La maldijo enfadado al tiempo que echaba a correr tratando de encontrar el camino más seguro de llegar hasta ella.
–¡*__! –gritó su nombre, pero su voz se la llevó el viento y ella no se giró hacia él.
Corriendo tan aprisa como podía no tardó en llegar a su lado. Cuando, con el agua hasta las rodillas, consiguió alcanzar la plataforma que rodeaba el punto panorámico donde ella se encontraba, supo que había llegado justo a tiempo. El agua seguía subiendo con cada nueva ola que estallaba contra la playa. Volvió a llamarla y esta vez ella le oyó. Vio cómo volvía a la realidad dando un respingo y se giraba para mirarlo.
– ¡Joe! –Se le quedó mirando, incrédula, antes de adoptar una expresión de cólera–. ¿Qué estás haciendo aquí? ¿Me has seguido?
– ¡Vamos! –gritó Joe entre el estrépito de las olas al tiempo que le tendía una mano.
– ¡No pienso ir a ninguna parte contigo! –exclamó ella, furiosa–. Cómo te has atrevido a seguirme hasta aquí... ¡No tienes ningún derecho!
–No podemos perder el tiempo en discusiones, mira a tu alrededor –rugió Joe acercándose hacia ella y tomándola del brazo–. Estamos a punto de quedarnos aislados por el agua.
Al sentir la mano de Joe alrededor de su brazo, *__ intentó soltarse automáticamente. Pero de pronto se dio cuenta de lo que él estaba diciendo.
Sus ojos se abrieron alarmados al mirar a su alrededor y ser consciente de la situación en que se hallaban: la marea estaba subiendo rápidamente, rodeándolos. Joe, con el agua arremolinándose alrededor de sus rodillas, tendía las manos hacia ella y trataba de ayudarla a bajar de la roca.
El hecho de que la hubiera seguido hasta Gales la seguía enfureciendo, pero su enfado se mezcló con una corriente de adrenalina. Si no se movía rápidamente, se quedaría completamente encallada, e incluso la roca en la que estaba encaramada quedaría sumergida bajo las aguas en cuanto la marea alcanzara su punto máximo.
Pero no necesitaba la ayuda de Joe.
Se acuclilló y, soltándose de su mano, se deslizó por la roca. Sintió que el agua congelada se le metía dentro de las botas. Una ola rompió contra sus piernas haciéndole perder el equilibrio y dando un traspiés se cayó hacia atrás destrozando la cámara que llevaba en la mano contra la roca.
–Vamos –dijo Joe agarrándola del brazo y tirando de ella hacia la orilla–. Si no nos damos prisa, vamos a tener graves problemas.
– ¡Suéltame! –Volvió a soltarse mientras caminaba en dirección a la playa–. No necesito tu ayuda.
De pronto, una ola especialmente fuerte se estrelló contras sus piernas haciéndole tambalearse hacia delante. Cayó en el frío y salado mar y el agua la rodeó arrastrándola hacia las rocas. Se agitó llena de pánico tratando de encontrar algo a lo que agarrarse. Una milésima de segundo después, sintió que tiraban de ella para ponerla derecha. Los latidos de su corazón le atronaban los oídos y el agua le corría por la cara. Durante unos instantes no supo qué había ocurrido, pero en seguida se dio cuenta de que Joe la había salvado. Se detuvo a recuperar el aliento, pero él volvió a tirar de ella hacia la playa.
–Tenemos que seguir –gritó agarrándole el brazo con fuerza.
Joe volvió a avanzar dentro del agua una vez más, pero las olas seguían rompiéndose sin tregua contra sus piernas. Estaba temblando del susto y le costaba un gran esfuerzo seguir el ritmo impuesto por Joe.
De pronto, él se volvió y la tomó en brazos.
– ¡Déjame en el suelo! –protestó ella.
– ¡Estate quieta!
Algo en su voz la obligó a obedecer y abandonó la lucha inmediatamente. Los brazos de Joe eran fuertes y su cuerpo poderoso. El pánico que la había invadido cuando cayó en el agua empezó a menguar gradualmente.
Yesie
Re: La Furia Del Deseo (Joe Jonas & Tu) TERMINADA
Continuación
Las olas se arremolinaban alrededor de sus piernas haciéndole duro el avance, pero *__ se sentía segura. No tardaron en alcanzar la orilla. Pero cuando vio que no la depositaba en el suelo, sospechó que planeaba llevarla hasta el prado que se extendía más allá de la playa.Con cada flexión de sus potentes músculos, *__ iba adquiriendo consciencia de su cuerpo. Olvidándose del mar que se arremolinaba en torno a ellos percibió cada uno de los movimientos que él hacía al andar. Sintió la fuerza de su pecho y la firme potencia de sus piernas; notó el calor que él irradiaba a través del agua helada que los había empapado a ambos. Una conexión física y sensual comenzó a crecer entre ellos.
Su corazón había empezado a latir con fuerza y, a pesar del frío, notó que le ardían las mejillas. En cuanto llegaron a tierra firme, él la depositó en el suelo sin más ceremonias.
– ¿Qué demonios estabas haciendo? –exclamó sacudiéndola por los hombros y exigiendo una respuesta inmediata.
Ella se quedó aturdida ante su expresión furiosa y se apartó el pelo empapado de la cara con un gesto arisco. Se sintió irritada. ¿Qué derecho tenía él a enfadarse? ¿Qué le hacía pensar que podía aparecer de pronto y empezar a darle órdenes y a pedirle explicaciones de algo que no era en absoluto de su incumbencia?
– ¿Que qué estaba haciendo? –Preguntó incrédula tratando en vano de soltarse de su abrazo de hierro–. ¿Y qué me dices de ti? ¿Qué estás haciendo aquí? ¿Por qué me has seguido hasta Gales?
– ¿No te habías dado cuenta de que estaba subiendo la marea? –preguntó ignorando por completo su pregunta.
–Sabía que estaba subiendo, pero estaba trabajando–dijo tratando de sonar como si hubiera sabido perfectamente lo que estaba haciendo cuando en realidad se había quedado horrorizada al ver lo mucho que había subido el nivel del mar–. Así es como se obtienen las mejores fotos. Las salpicaduras son más grandes y el mar presenta un mayor dinamismo.
– ¡Por el amor de Dios! –Exclamó Joe–. Te habías quedado aislada.
–No tenías por qué venir a salvarme –replicó enfadada liberándose de sus brazos y apartándose de él.
Trastabilló ligeramente pero mantuvo la cabeza bien alta. No tenía por qué darle explicaciones y no estaba dispuesta a dejar que la sensación de sus manos sobre su cuerpo la confundiera.
–El mar podría haberte arrastrado –dijo duramente–. ¿Qué habría pasado si no llego a estar yo allí?
–Soy buena nadadora. Y puedo subirme a las rocas como cualquier otra persona. No te pedí que vinieras a buscarme y no hacía falta que me llevaras en brazos.
–Nadar no te hubiera servido de nada, no con esos caballos blancos batiéndote a golpes –exclamó señalando ferozmente las enormes olas con crestas blancas que rompían contra los peñones.
*__ se giró y contempló en silencio el mar salvaje con ojos estupefactos. Sintió que la cabeza le daba vueltas y que le flaqueaban las piernas. Pero no fue la potencia de las olas atronándole los oídos lo quela había mareado. Fue la manera en que Joe las describió como «caballos blancos».
Ella le había enseñado esa expresión.
Hacía cuatro años, cuando lo llevó a Pembrokeshire, a la pequeña aldea donde se había criado su verdadera madre, le había dicho lo mucho que le gustaría fotografiar el mar embravecido. Hacía un tiempo espléndido y ambos estaban sentados sobre un promontorio admirando la superficie en calma de la bahía. Aquel día había sido casi imposible imaginar el mar de otra manera que no fuera un plácido trasfondo a un perfecto día de verano.
*__ se había sentido muy feliz y enamorada. Miró a Joe profundamente a los ojos y él la atrajo hacia sí. Sus labios se encontraron y ambos cayeron tendidos sobre la hierba primaveral, completamente abandonados el uno en el otro.
Había entregado su corazón, y su cuerpo, a una fantasía. Los sentimientos de Joe no habían sido auténticos. La había usado para abandonarla luego. Aquella misma noche Joe partió mientras ella dormía sin molestarse en explicarle que se marchaba, sin tan siquiera dejarle un mensaje.
–*__ –la voz de Joe, dura e insistente, la sacó de su ensimismamiento–. ¡Estás temblando!
Ella lo miró con los ojos muy abiertos. Era verdad, estaba temblando, pero no sabía si eso se debía al frío, al susto de haberse caído al agua o a la inesperada fuerza de sus recuerdos.
– ¿Por qué me has seguido hasta aquí? –quiso saber, repitiendo la pregunta que él había eludido anteriormente–. ¿Cómo sabías dónde estaba?
–Me lo dijo una compañera tuya del trabajo –respondió.
– ¿Te refieres a Rosie? –*__ lo miró sorprendida–. No debería haberlo hecho. Y tú no tenías ningún derecho a ir allí a mis espaldas para preguntar dónde estaba.
– ¿Por qué no? Quería verte –fue su respuesta–. Hablar contigo.
Ella se le quedó mirando. Sabía que no podía ser tan sencillo. Nadie sigue a otra persona a un lugar tan lejano sólo para hablar. Seguro que él buscaba algo más.
Estaba allí de pie de espaldas al mar con el ruido de fondo de las olas rompiendo dramáticamente contra la rocosa playa. Era un escenario salvaje y tormentoso en el que no se habían visto nunca juntos. Su romance, breve pero intenso, había tenido lugar un verano y se había desarrollado en su mayor parte en la elegante ciudad italiana de Turín, en el norte del país, y éste era el escenario de sus recuerdos.
Pero de alguna manera, la presencia tosca y masculina de Joe se ajustaba a la perfección a aquella playa salvaje de Pembrokeshire. Su ropa estaba empapada y su oscuro cabello se había convertido en una capa de púas a causa de la sal. Su expresión era ligeramente peligrosa, al igual que el entorno que los rodeaba.
–Si sabías dónde trabajo, ¿por qué no dejaste un mensaje? –preguntó sintiéndose inquieta de pronto por la energía sexual que brillaba en sus ojos. Se rodeó a sí misma con los brazos instintivamente, no tanto para entrar en calor como para protegerse de la penetrante mirada de Joe–. Oh, lo olvidaba. Tú no dejas mensajes.
–No podía esperar tanto tiempo –explicó él impasible ante el comentario mordaz de ella. Dejó que sus ojos recorrieran su cuerpo lentamente dejando destellos de fuego por donde pasaban–. Tenía que verte urgentemente.
– ¿Por qué?
Pero *__ conocía la respuesta. Como si el explícito mensaje que se leía en su mirada no fuera suficiente, su voz adquirió un tono sensual que hizo que su cuerpo vibrara como si hubiera recibido la caricia de un amante.
–Cuando te fuiste no pude dejar de pensar en ti–dijo.
Sus ojos refulgieron y *__ supo exactamente en lo que estaba pensando. Le vinieron a la mente vívidas imágenes de Joe haciéndole el amor.
Pero no era eso lo que ella quería. Aunque se le había acelerado el pulso y el deseo de yacer junto a él le impedía pensar con claridad, la idea de que él la hubiera seguido hasta Gales con la única intención de llevársela a la cama le resultó descorazonadora.
¿Era eso todo lo que ella significaba para él? ¿Alguien que le calentara la cama? ¿Tan poco le importaba que ni siquiera le había preguntado cómo había estado desde que la abandonó? Por supuesto que sí, si le importara algo, nunca la hubiera dejado de esa manera tan cruel.
–Tenemos que quitarte esa ropa mojada –dijo él de pronto acortando las distancia que los separaba. Entonces, antes de que ella pudiera reaccionar, volvió a izarla en sus brazos y comenzó a atravesar el prado a grandes zancadas en dirección a la casita.
– ¡Suéltame! –boqueó *__ forcejeando con él. Eróticas imágenes de él desnudándola se sucedieron en su mente excitándola y asustándola al mismo tiempo–. ¡Te he dicho que me sueltes!
–Primero tenemos que hacer que entres en calor. Estás empapada; hemos estado demasiado tiempo bajo el frío viento.
Joe se sorprendió al comprobar cómo temblaba *___. Sus dientes castañeaban ruidosamente. Sus conocimientos sobre la hipotermia no eran muy profundos; sabía que un baño en el mar en pleno diciembre no era lo ideal, pero no pensó que pudiera entrañar un riesgo grave con tanta rapidez. Una desagradable sensación le atravesó el pecho. No podía permitir que le ocurriera nada malo.
– ¡Deja de luchar! –protestó él–. Si pillas una pulmonía mortal, no vas a serle de utilidad a nadie.
No había reaccionado tan bruscamente porque le preocupara el bienestar de *__. Si ésta acababa en la cama con gripe, lo estropearía todo.
Se dirigió apresuradamente hacia la casita, maldiciéndola por haber sido tan estúpida como para dejarse rodear por la marea. No se explicaba cómo había conseguido sobrevivir veinticinco años mostrando tan poco interés por su seguridad personal. Normalmente era una joven espabilada, con sentido común y capaz de cuidar de sí misma. Pero la manera en que la fotografía la absorbía por completo haciéndole perder el sentido de la realidad siempre le había preocupado.
Meneó la cabeza con decisión, rechazando con enfado los recuerdos. No quería pensar en el pasado. No era capaz de separar el recuerdo de lo que habían vivido y disfrutado juntos del hecho de que todo había sido una mentira, que ella le había engatusado para que confiara en ella y luego le había traicionado.
– ¿Dónde está la llave? –preguntó con una voz tan dura como el acero.
*__ lo miró momentáneamente aturdida. El hielo le había paralizado tanto el cuerpo como la mente.
–En el... bol... bolsillo –tartamudeó–. Deja... me en el suelo.
Joe la depositó en el umbral mientras ella trataba de deslizar la mano en el bolsillo de sus vaqueros. Pero temblaba tanto que no parecía capaz de introducir la mano en el tejido.
–Déjame a mí.
Joe la echó hacia un lado, impaciente. Unos momentos después sus dedos se introdujeron con firmeza en el ajustado bolsillo de sus tejanos. Fue todo tan rápido que la llave ya estaba en la cerradura antes de que ella se diera cuenta de lo que acababa de ocurrir. Puede que su mente estuviera entumecida, pero su cuerpo había reaccionado instantáneamente a esa invasión íntima de su espacio personal. La invadió un enloquecedor deseo que amenazó con minar su resistencia. Pero, cuando él se acercó hacia ella con la intención de volverla a tomar entre sus brazos, ella se apartó.
–Puedo caminar sola.
Entró en la casa tambaleante y a Joe no le resultó difícil seguir su ritmo. A esa velocidad no podría alcanzar el cuarto de baño antes que él y darle con la puerta en las narices. Se adelantó unos pasos y abrió el grifo de la ducha.
–Ya estoy bien –dijo sintiendo una oleada de aprensión–. Ahora puedes irte.
–No vas a poder quitarte la ropa, estás temblando demasiado.
Ella comenzó a protestar, pero él, ignorando sus intentos por apartarlo de su lado, le quitó el abrigo y el forro polar antes de que pudiera detenerlo.
–Entonces me daré una ducha caliente con la ropa puesta –dijo ella con firmeza aferrándose con fuerza a su camiseta–. Ya está mojada de todas formas.
Respiró temblorosa mientras él se apartaba, pero sus ojos se abrieron como platos al ver que él había comenzado a quitarse su propia ropa. Su corazón comenzó a latir con fuerza cuando vio la desenvoltura con la que se quitaba el abrigo y el jersey. ¿De qué otras prendas pensaban despojarse? ¿Qué pensaba hacer a continuación?
Antes de que se diera cuenta de lo que estaba haciendo, él se arrodilló y le deshizo el nudo de las botas. A continuación la introdujo en la ducha, se situó junto a ella y cerró la puerta tras él.
–Esto hará que tu sangre vuelva a fluir.
Ajustó la temperatura del agua y la agarró por los brazos para moverla de manera que el agua penetrara por detrás de su cuello y cayera por los hombros para calentarla lo más posible.
–Aquí no hay sitio para dos –dijo ella irritada apoyándose contra la pared para crear la mayor distancia posible entre sus cuerpos.
–No es la primera vez que nos metemos juntos en esta ducha –replicó él–. Y parecía que había espacio suficiente, claro que por aquel entonces a ti no te preocupaba tanto mantener las distancias.
–Las cosas han cambiado.
Él estaba completamente empapado. Su camiseta negra se ajustaba a su cuerpo marcando sus potentes pectorales y *__ se maravilló de su fuerza física. Presintió el peligro. Parecía enorme y poderoso, como un leopardo negro observando a su presa.
Estaban muy cerca el uno del otro, pero sin llegar a tocarse. Por la cabeza de *___ pasaron como una exhalación vívidas imágenes de la última vez que se habían dado una ducha juntos. Recordó las sensaciones que invadían su cuerpo cuando él la tocaba y notó que su respiración se volvía pesada a causa de la creciente excitación.
El agua de la ducha caía con fuerza sobre su cuerpo y no le resultaba difícil imaginar que las gotas que penetraban su ropa y le acariciaban sus partes más íntimas eran en realidad las manos de Joe. Sus pechos se hincharon dentro del sujetador ansiosos por recibir caricias. Los pezones erectos ardían en deseos de sentir la cálida boca de Joe, de disfrutar del placer que su hábil lengua provocaba en su carne trémula.
–Sigues temblando –sus palabras le hicieron dar un respingo–. ¿Te encuentras bien?
–Perfectamente –respondió *__ tratando de hacer que su voz sonara firme. No podía permitir que él adivinara lo que había estado pensando–. Estaré bien sola.
–Todavía no has entrado en calor –dijo Joe paseando la mirada por su cuerpo.
–Sí, de verdad –trató de sonar segura de sí. Pero no lograba dejar de pensar que el roce de sus ojos era casi tan potente como la caricia de sus manos. Su cuerpo ardía en deseos de acercarse a él–. Deberías salir de la ducha –añadió.
–A mí no me lo parece. Sigues tiritando y... –se detuvo para mirarle el cuerpo intensamente. Ella agachó la cabeza para seguir su línea de visión y descubrió que sus pezones erectos eran claramente visibles a través de la tela casi transparente de su camiseta.
– ¡Oh! –jadeó ella cubriéndoselos automáticamente con las manos no sin antes sentir cómo él los acariciaba con la mirada.
De pronto él la tomó por la barbilla y le elevó la cabeza para poder mirarla directamente a los ojos.
–No estás temblando a causa del frío –su voz era profunda y cargada de sensualidad, su acento italiano más pronunciado que nunca.
Ella lo miró y trató de negarlo, pero sabía que no tenía sentido, él nunca la creería. Aunque había transcurrido mucho tiempo, lo cierto es que habían sido amantes, amantes apasionados. Él conocía bien su cuerpo y desde el principio de su relación la había llevado a unos éxtasis maravillosos que ella nunca había creído posibles.
Pero ahora no podía permitir que todo aquello volviera a ocurrir, por varias razones.
–Gracias por traerme hasta aquí... y por la ducha. Pero ya me encuentro bien. Voy a cambiarme.
Trató de salir de la ducha, pero él le bloqueó el paso.
–Todavía no hemos terminado.
–No hay sitio para los dos. Dúchate tú primero, yo lo haré después.
–Has dejado claro que no has quedado muy impresionada con mi heroico rescate. Pero ¿ser el primero en darse la ducha va a ser mi único premio? –preguntó con una voz profunda y sensual.
–Estaré más cómoda si me ducho sola –insistió *__ tratando de no pensar en la sensación de sus manos quemándole la cintura.
–Lo que buscas no es comodidad. No cuando has estado encaramada sobre una roca sobre el mar en plena marea alta –se burló–. No, yo creo que lo que buscas es un poco de emoción.
–No el tipo de emoción que tú crees –respondió ella sintiendo que se le aceleraba el pulso–. Ya lo hicimos una vez y no funcionó.
– ¿Que no funcionó? –Se inclinó para susurrarle al oído–. ¿Me estás diciendo que no te dejaba satisfecha?
–Yo no he dicho eso –acertó a responder con las mejillas encendidas.
–Así pues, ¿estabas satisfecha? –dijo tirando de ella–. Eso es lo que yo pensaba.
–No podemos volver a eso –replicó ella tratando de apartarse, pero él era tan fuerte que sus esfuerzos fueron inútiles.
– ¿Por qué no? –preguntó deslizando las manos por la costura de su camiseta. Ella encogió instintivamente los músculos del estómago y dejó escapar un trémulo suspiro mientras él agarraba la tela como si fuera a despojarla de la prenda.
–No, por favor no me quites la ropa –dijo en un susurro cargado de deseo, aunque a sus oídos sus palabras habían sonado más bien a «Por favor, desnúdame y poséeme aquí y ahora».
Para su sorpresa y decepción, él soltó la prenda, dejándola completamente vestida. Y a continuación, en un desenvuelto movimiento, se quitó su propia camiseta.
– ¡Oh! –suspiró ella mirando su pecho desnudo. La visión de su piel dorada cubierta de pequeñas gotas de agua le dejó la boca seca. Tragó saliva con dificultad abrumada por la intensidad con la que deseaba deslizar sus manos por su musculoso pecho.
Cerró los ojos y se apoyó contra la pared. De pronto oyó un ruido que sólo podía ser el de una cremallera abriéndose. Abrió los ojos inmediatamente y descubrió que Joe se estaba quitando los pantalones y se quedaba tan sólo con unos calzoncillos de seda negra. La fina tela estaba empapada e íntimamente adherida a su orgulloso miembro viril, que dejaba muy poco a la imaginación.
–Puede que tú quieras ducharte con la ropa puesta–dijo Joe–. Pero yo estoy mucho más cómodo sin ella.
Yesie
Re: La Furia Del Deseo (Joe Jonas & Tu) TERMINADA
Oooh...!! Este Joe es todo un picaron... kiere puro 1313 con rayitaa! :aah: Hhaahhahaa xD ...
¡NO caigas en la tentacion rayitaa!!
xx
:happuy: :bye:
¡NO caigas en la tentacion rayitaa!!
xx
:happuy: :bye:
Yesie
Re: La Furia Del Deseo (Joe Jonas & Tu) TERMINADA
:wut: me vuelve looocaaaa!!!!..... :calor: que caaaloor hace!!!!!!!... Jejeje sigue porfiiss
chelis
Re: La Furia Del Deseo (Joe Jonas & Tu) TERMINADA
Porfavorporfavor! DISCULPAME por desaparecer es solo que se me habia perdido la nove , tienes que seguirla en serio , espero que los capitulos en los cuales joe descubre la verdad venga pronto
SÍGUELA!
SÍGUELA!
fernanda
Re: La Furia Del Deseo (Joe Jonas & Tu) TERMINADA
Santo Cielos!
El Yasef me corrompe :calor:
Que escándalo, Que escandalo! hahaha
Es un sucio exhibicionista si puede desvestirse en otro lado!
Pero nooooo quiere que se nos caiga la baba!
Me encanta de verdad!!!
Sigue sigueeeeeee!!!
El Yasef me corrompe :calor:
Que escándalo, Que escandalo! hahaha
Es un sucio exhibicionista si puede desvestirse en otro lado!
Pero nooooo quiere que se nos caiga la baba!
Me encanta de verdad!!!
Sigue sigueeeeeee!!!
Bianca
Re: La Furia Del Deseo (Joe Jonas & Tu) TERMINADA
Hoola Chicas! Como estan? :hug:
Gracias x comentar... ... Este Joe es todo un hombre candente, no? :amor: :aah: :imdead: ... Lo adoro Hehheheheheh XD*...
Bueno enseguida les subo caps!! :D
xx
:happuy: :bye:
Gracias x comentar... ... Este Joe es todo un hombre candente, no? :amor: :aah: :imdead: ... Lo adoro Hehheheheheh XD*...
Bueno enseguida les subo caps!! :D
xx
:happuy: :bye:
Yesie
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