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Vampire academy 1 (Nick y tu)
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
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Re: Vampire academy 1 (Nick y tu)
Me encontré una fiesta por todo lo alto en la habitación de Demi. Sentados por el suelo estaban ella, Camille, Carly, Aaron y un pequeño grupo de miembros de las familias reales. La música estaba a todo volumen y las botellas de whisky no cesaban de circular. No estaba Miley ni Jesse. Descubrí a Selena al cabo de unos momentos: estaba sentada en un rincón, claramente separada del grupo, sin saber muy bien cómo actuar cerca de todos ellos. Su incomodidad era ma¬nifiesta.
Demi acudió con paso inseguro. Una oleada de mareo me llegó a través del vínculo y la delató: llevaba pimplando un buen rato.
-¡_________! -se volvió hacia David y le dedicó una sonrisa cautivadora-. La has traído.
Él le hizo una reverencia completa. - Estoy a tus órdenes.
Confiaba en que hubiera hecho todo aquello por la emo¬ción en sí misma y no obligado por ningún acto de coerción. Demi me pasó un brazo por la cintura y me llevó con los otros. - Únete a la fiesta.
- ¿Y qué celebramos?
- No lo sé. ¿Que te parece tu fuga de esta noche?
Unos pocos invitados alzaron los vasos de plástico en¬tre gritos de júbilo y brindaron a mi salud. Xander Badica llenó dos vasos más para luego entregárnoslos a David y a mí. Acepté el mío con una sonrisa, pero el reconcome iba por dentro: el giro de los acontecimientos de aquella noche me hacía sentir muy incómoda. Me habría sentido a mis an¬chas en una fiesta como ésa no hace mucho; es más, habría tardado treinta segundos en apurar mi bebida, pero ahora, sin embargo, había muchas cosas que me perturbaban, co¬mo, por ejemplo, que los aristócratas de aquel cuarto trata¬ran a Demi como a una diosa; o que ninguno de ellos pare¬ciera recordar las acusaciones de que yo era una prostituta de sangre; o la completa infelicidad de Demi, sin importar cuánto se riera o cuántas sonrisas repartiera.
-¿De dónde habéis sacado el bebercio?
- Del señor Nagy -contestó Aaron, sentado muy cerca de Demi.
Era de todos sabido que el señor Nagy bebía sin parar después de clase y tenía un escondrijo en el campus cuya ubicación cambiaba a menudo, pero los estudiantes lo loca¬lizaban con la misma frecuencia.
Demi se reclinó sobre el hombro de Aaron.
-Aaron me ayudó a colarnos en la habitación del profe¬sor Nagy y a llevarme las botellas. Las ocultaba en el fondo de un armario de puertas disimuladas en la pared con pintura.
Los demás se echaron a reír mientras Aaron la contem¬plaba con expresión de verdadera idolatría. Me partí por den¬tro al darme cuenta de que mi amiga no había necesitado usar coerción alguna sobre él. Aaron la adoraba. Siempre lo había hecho.
-¿Por qué no estás bebiendo? -me preguntó al oído David algo más tarde.
Bajé la vista y miré al vaso. Sentí cierta sorpresa al verlo todavía lleno.
- No lo sé. Creo que los guardianes no deberían beber cuando están cerca de sus protegidos, supongo.
- Todavía no eres la guardiana de Demi y tampoco estás de servicio, y eso va a tardar bastante en suceder. ¿Desde cuándo te has vuelto tan responsable?
En realidad, no estaba siendo juiciosa, pero respetaba las enseñanzas de Nick sobre el equilibrio entre diversión y obligación. Me parecía un error dejarme llevar cuando Demi se hallaba tan vulnerable en los últimos tiempos. Me con¬toneé un poco hasta lograr salirme de aquel sitio tan estre¬cho, entre ella y David, y me escabullí para sentarme al lado de Selena.
- Hola, Sel. Esta noche estás muy callada.
Ella sostenía un vaso tan colmado como el mío. -y tú también.
Reí por lo bajinis.
-Supongo que sí.
Ladeó la cabeza para observar a David y al resto de los patricios como si estuviera efectuando algún experimento científico. Habían consumido un montón de whisky desde mi llegada y el nivel de estupidez se había disparado de for¬ma considerable.
- Es raro, ¿no te parece? Antes tú solías ser el centro de atención y ahora lo es ella.
Parpadeé, sorprendida, pues jamás había considerado el asunto desde esa perspectiva. -Supongo.
- Eh, ______ -me llamó Xander mientras se dirigía hacia mí, a punto de derramar la bebida-, ¿cómo es?
-¿Cómo es qué?
- Dejar que alguien se alimente de ti.
Los demás presentes enmudecieron por efecto de la ex¬pectación.
- Ella no hizo eso -advirtió Demi con voz admonito¬ria-, ya te lo dije.
-Ya, ya, nada ocurrió con Jesse y Ralf, eso lo sé, pero vosotras dos lo hicisteis mientras estabais fuera, ¿correcto?
- Déjalo ya -ordenó Demi, pero la coerción funcionaba mejor cuando había un contacto visual con el sujeto pasivo, y Xander no la miraba a ella, sino a mí.
- Quiero decir, está guay y tal. Hicisteis lo que debíais hacer en esas circunstancias, chicas, ¿vale? No es como si tú fueras una proveedora. Únicamente deseaba saber cómo era. Danielle Szelsky me dejó morderla en una ocasión y asegu¬ró no haber sentido nada.
-¡Puaj! -corearon las chicas.
El sexo y beber sangre con dhampir era una obscenidad, pero se consideraba canibalismo cuando se practicaba entre moroi.
- Menudo mentiroso estás hecho -le espetó Cami-
- No, hablo en serio. Fue un mordisquito de nada. A ella no le puso en órbita como a las proveedoras. ¿Ya ti? -apo¬yó el brazo libre sobre mi hombro-. ¿Te gustó?
El semblante rígido de Demi se puso blanco como la cal.
El alcohol amortiguaba la intensidad de sus sentimientos, pero pude percibirlos con nitidez. Me llegó un flujo de pen¬samientos sombríos y de temor acentuados por la rabia. Por lo general, ella solía controlar bien el enfado, no como yo, pero yo ya la había visto estallar antes.
Había sucedido en una fiesta muy similar a ésa, unas semanas antes de la deten¬ción de la señora Karp.
Un primo lejano de Selena, Greg Dashkov, daba una fiesta en su cuarto. Al parecer, sus padres conocían a al¬guien que a su vez conocía a un pez gordo, y me lo creía:
Greg tenía una de las habitaciones de mayor tamaño. Ha¬bía sido amigo del hermano de Demi antes del accidente y se había mostrado encantado de introducir a la hermana pequeña de André en su círculo de amistades. Greg tam¬bién se había mostrado encantado de meterme en esa se¬lecta compañía, razón por la cual las dos nos encontrába¬mos allí esa noche. Para una estudiante de segundo año como yo, era una pasada estar con miembros adultos de la realeza moroi.
Esa noche bebí a espuertas, pero aun así me las arreglé para no perder de vista a Demi, que siempre experimentaba ansiedad cuando se hallaba en compañía de esa gente. En cualquier caso, nadie lo hubiera pensado: era capaz de conec¬tar a la perfección con ellos. El pesado moscardoneo del al¬cohol me impedía percibir muchos de sus sentimientos, pe¬ro no me preocupé, dado que ella parecía estar bien.
Greg se apartó a mitad de un beso y miró algo por enci¬ma de mi hombro. Los dos estábamos sentados en la misma silla, bueno, yo descansaba sobre su regazo. Ladeé la cabeza para mirar.
- ¿Qué ocurre?
Él sacudió la cabeza con un sentimiento encontrado de irritación y complacencia.
- Wade ha traído a una proveedora.
Seguí la dirección de su mirada hasta ver a Wade Voda.
Se hallaba de pie con el brazo alrededor de una chica de as¬pecto frágil. Tendría mi edad más o menos. Era una huma¬na bastante guapa de ondulados cabellos rubios y una piel de porcelana, pálida a causa de las continuas sangrías. Unos po¬cos chicos habían centrado sus atenciones en ella, que no se apartaba de Wade. Éste se reía y no dejaba de tocarle el rostro y acariciarle los cabellos.
- Hoy ya ha alimentado a muchos -comenté al repa¬rar en el aspecto demacrado y completamente confuso que mostraba.
Greg deslizó la mano detrás de mi cuello y me hizo vol¬verme hacia él:
- No van a hacerle daño.
Nos besamos durante un buen rato antes de que alguien me diera unos toquecitos en el hombro.
-______...
Al alzar los ojos vi el rostro de Demi, cuya expresión ansiosa me sobresaltó, pues no fui capaz de percibir las emociones existentes debajo de esas facciones. Había be¬bido demasiada cerveza. Me bajé del regazo de Greg.
- ¿Adónde vas? -inquirió.
-Vuelvo enseguida -le respondí mientras apartaba de allí a Demi. De pronto, deseé estar completamente so¬bria-. ¿Qué ocurre?
-Ellos.
Señaló a los chicos situados junto a la proveedora con un movimiento de cabeza y cuando se volvió para mirar a uno de ellos, pude distinguir marquitas rojas recientes diseminadas por el cuello de la chica, en derredor de la cual se había formado un grupo de mordedores que la mordisqueaban por turnos y le hacían propuestas indecentes. Ella consentía, eso era obvio y manifiesto.
- No pueden hacer eso -declaró Demi.
- Es una proveedora, nadie va a detenerlos.
Demi alzó hacia mí sus ojos suplicantes, heridos, ultrajados y llenos de rabia.
-¿Tampoco tú?
Yo siempre había sido la agresiva, la que había cuidado de ella desde que éramos crías, y verla allí, tan preocupada e interesada en arreglar las cosas, fue más de lo que pude so¬portar. Le dediqué un seco asentimiento y me dirigí hacia el grupo dando tumbos.
- ¿Tan desesperado estás por comerte una rosca que aho¬ra sales con yonquis, Wade? -le pregunté.
Dejó de repasar el cuello de la muchacha con los labios y apartó de ella los ojos.
- ¿Por qué? ¿Has terminado de darte el lote con Greg y aún quieres más?
Me puse de jarras y esperé ofrecerle una imagen fiera, aunque lo cierto es que había bebido tanto que sentía algo de náuseas.
- No hay suficientes drogas en el mundo que me hagan soportable tu compañía -le solté. Mi salida despertó risas entre sus amigotes-. Pero quizás puedas apañarte con la col¬gada esa que llevas contigo. Y desde luego, me parece que le has sacado ya lo bastante como para satisfacer a un glotón como tú. No creo que la necesites más.
Otros cuantos se echaron a reír.
-Eso no es de tu incumbencia -siseó él-. Ella sólo es manduca.
Únicamente había un insulto peor que llamar a una dhampir prostituta de sangre, y era referirse a un proveedor en términos de comida.
- Ésta no es una estancia de nutrición. Nadie desea verlo.
- Exacto -convino una chica mayor-. Es una vulgaridad.
Varias de sus amigas asintieron.
Wade nos fulminó a todas con la mirada, pero yo me lle¬vé la más dura.
-Genial. No tenéis por qué mirar ninguna. Vamos. Agarró a la chica por el brazo y la alejó de un tirón. Ella anduvo con torpeza y le siguió a trompicones sin dejar de lloriquear por lo bajo.
- He hecho todo lo posible -me justifiqué ante Demi. Ella me miró fijamente, aún sorprendida.
-Sólo la ha sacado de la habitación, pero le va a hacer cosas peores.
-Tampoco a mí me gusta, Demi, pero no es algo por lo que le pueda perseguir ni hacer morder el polvo -me froté la frente-. No sé, quizá podría ir y pegarle, pero ahora mis¬mo me siento a punto de vomitar.
Su semblante se tornó sombrío y se mordió el labio. - No puede hacerle eso.
-Lo siento.
Regresé a la silla de Greg, sintiéndome mal por cuanto había sucedido. Me apetecía tan poco como a Demi ver cómo el tipo se aprovechaba más de esa desdichada. Me recor¬daba demasiado a los moroi que se pensaban que podían ha¬cerles cualquier cosa a las chicas dhampir, pero yo no era ca¬paz de ganar esa batalla, o al menos no esa noche.
Greg me había hecho girar para tener una posición más cómoda sobre mi cuello y al cabo de un rato me percaté de que Demi había desaparecido. Más que bajar, me caía de su re¬gazo y miré a mi alrededor.
-¿Dónde está Demi?
Él alargó la mano para cogerme. - Probablemente en los servicios.
No percibía sensación alguna a través del nexo, a causa del letargo producido por el alcohol. Salí al pasillo y respiré aliviada de dejar atrás la música alta y las voces. Allí reinaba un silencio absoluto, únicamente roto por un sonido de gol¬pes a un par de habitaciones de mi posición. La puerta se ha¬llaba entreabierta y me colé dentro.
La proveedora se acuclillaba en un rincón, aterrada, mien¬tras Demi ocupaba el centro del cuarto con los brazos cruzados y el rostro hirviendo de rabia. Fulminaba con la mirada a Wa¬de, que retrocedía como en trance. Sostenía en las manos un bate de béisbol y a juzgar por el estado de la habitación ya lo ha¬bía usado. Había roto estanterías, el equipo estéreo, el espejo...
- Rompe la ventana también -le instó Demi con voz suave-. Venga, vamos, no importa.
En un trance hipnótico, él se encaminó hacia la gran ventana de vidrios tintados, se echó hacia atrás para tomar impulso y la emprendió contra el cristal mientras yo con¬templaba la escena, tan boquiabierta de incredulidad que faltó poco para que se me cayera al suelo la mandíbula. Hi¬zo añicos las lunas y las esquirlas de vidrio salieron volando por todas partes, dejando entrar la luz del alba, que de otro modo nunca habría penetrado en la estancia. Parpadeó cuan¬do le dio de lleno en los ojos, pero no se retiró.
- Detenle, Demi, haz que pare.
- Debería haberse frenado antes.
Apenas reconocí la expresión de su semblante. Nunca la había visto tan turbada y sin duda jamás la había visto ha¬cer algo semejante. Sabía de qué iba la peli, claro, lo sabía a las mil maravillas. Coerción. Y por todo lo que sabía, falta¬ban segundos para hacer que se comiera el bate.
- Por favor, Demi, basta, no lo hagas, por favor.
Noté un torbellino de emociones en su interior a pesar del velo de confusión del alcohol. Eran tan intensas que es¬tuvieron a punto de hacerme caer. Malicia. Ira. Inmisericordia. Todos esos sentimientos resultaban sorprendentes al proceder de una persona tan dulce y sensata como Demi. La conocía desde el jardín de infancia, pero en ese momen¬to apenas si la reconocía. Y me entró miedo.
- Por favor, Demi -insistí -. No se merece eso. Ordé¬nale retirarse.
Ella no me miró. Los ojos tormentosos no se apartaban de Wade, que, muy lentamente y con sumo cuidado, alzó el bate y lo agitó por encima de su cabeza.
- Demi -le imploré. Oh, Dios. Iba a tener que hacerle un placaje o cualquier otra locura para detener a mi amiga-. No lo hagas.
-Debería haberse frenado antes -repitió con voz mo¬nocorde. El bate seguía moviéndose y ahora estaba a la dis¬tancia exacta para cobrar impulso y golpear-. No debería haberle hecho eso a la chica. Nadie puede tratar a otro de ese modo, ni siquiera aunque sea una proveedora.
- Pero tú la has asustado -repuse yo en voz baja-, mírala.
No pasó nada en un principio, pero luego Demidejó que sus ojos contemplaran a la muchacha humana, toda¬vía en cuclillas junto al rincón, abrazándose el cuerpo en ademán protector. Tenía unos enormes ojos azules y la luz entrante arrancaba destellos en el mar de lágrimas de su rostro. La proveedora profirió un sollozo sofocado de pánico.
El rostro de Demi no se inmutó, pero percibí la batalla por el control librada en su interior, pues una parte de ella no deseaba causar daño alguno a Wade, a pesar de la ira cie¬ga que la llenaba. Cerró los ojos y mantuvo el gesto crispa¬do. Alargó la mano derecha hacia la muñeca del otro brazo y se pellizcó, hundiendo las uñas en la carne con fuerza. El dolor le hizo soltar un respingo, pero gracias al nexo exis¬tente entre nosotras pude percibir que la sorpresa causada por el daño apartaba su atención de Wade.
Ella abandonó la coerción y él dejó caer el bate. De pron¬to, parecía sumamente confuso. Lancé un suspiro con todo el aire que había estado conteniendo hasta ese momento. Se oyeron pasos en el pasillo. Me había dejado la puerta abier¬ta y la rotura de cristales había atraído la atención de un par de miembros de seguridad de la planta. Entraron como un torbellino en el cuarto y se quedaron helados al ver se¬mejante cuadro de destrucción.
-¿Qué ha pasado aquí?
Wade parecía totalmente ido y los demás nos miramos unos a otros. Él contempló el estado del cuarto y el bate pa¬ra luego miramos a Demi y a mí.
-Yo no sé... No puedo... -centró en mí toda su aten¬ción y de pronto se enfadó-. j Qué diablos! i Has sido tú! No dejaste correr el asunto de la proveedora.
Los encargados de los dormitorios me interrogaron con la mirada y tomé una decisión en cuestión de segundos.
«Debes protegerla. La cosa empeorará cuanto más use ese don. Debes detenerla, ______. Detenla antes de que se den cuenta, antes de que lo adviertan y se la lleven también. Sá¬cala de aquí».
Vi ante mí el rostro implorante de la señora Karp mientras me suplicaba frenéticamente y le dirigí una mirada altanera a Wade, sabedora de que nadie iba a cuestionar una posible con¬fesión por parte mía y ni siquiera sospecharían de mi amiga.
-Sí, bueno, no habría tenido que montar este pollo si la hubieras dejado marchar -contesté.
«¡Sálvala, sálvala de sí misma!».
Nunca más he vuelto a emborracharme después de esa noche y jamás volví a bajar la guardia en presencia de Demi. Dos días después de aquello, mientras se suponía que continuaba castigada por «destrucción de la propiedad», tomé a Demi y nos escapamos de la Academia.
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Hola gente =)
Les dejo este capitulo extra largo, espero que les guste y bienvenidas todas
las nuevas lectoras =)
Demi acudió con paso inseguro. Una oleada de mareo me llegó a través del vínculo y la delató: llevaba pimplando un buen rato.
-¡_________! -se volvió hacia David y le dedicó una sonrisa cautivadora-. La has traído.
Él le hizo una reverencia completa. - Estoy a tus órdenes.
Confiaba en que hubiera hecho todo aquello por la emo¬ción en sí misma y no obligado por ningún acto de coerción. Demi me pasó un brazo por la cintura y me llevó con los otros. - Únete a la fiesta.
- ¿Y qué celebramos?
- No lo sé. ¿Que te parece tu fuga de esta noche?
Unos pocos invitados alzaron los vasos de plástico en¬tre gritos de júbilo y brindaron a mi salud. Xander Badica llenó dos vasos más para luego entregárnoslos a David y a mí. Acepté el mío con una sonrisa, pero el reconcome iba por dentro: el giro de los acontecimientos de aquella noche me hacía sentir muy incómoda. Me habría sentido a mis an¬chas en una fiesta como ésa no hace mucho; es más, habría tardado treinta segundos en apurar mi bebida, pero ahora, sin embargo, había muchas cosas que me perturbaban, co¬mo, por ejemplo, que los aristócratas de aquel cuarto trata¬ran a Demi como a una diosa; o que ninguno de ellos pare¬ciera recordar las acusaciones de que yo era una prostituta de sangre; o la completa infelicidad de Demi, sin importar cuánto se riera o cuántas sonrisas repartiera.
-¿De dónde habéis sacado el bebercio?
- Del señor Nagy -contestó Aaron, sentado muy cerca de Demi.
Era de todos sabido que el señor Nagy bebía sin parar después de clase y tenía un escondrijo en el campus cuya ubicación cambiaba a menudo, pero los estudiantes lo loca¬lizaban con la misma frecuencia.
Demi se reclinó sobre el hombro de Aaron.
-Aaron me ayudó a colarnos en la habitación del profe¬sor Nagy y a llevarme las botellas. Las ocultaba en el fondo de un armario de puertas disimuladas en la pared con pintura.
Los demás se echaron a reír mientras Aaron la contem¬plaba con expresión de verdadera idolatría. Me partí por den¬tro al darme cuenta de que mi amiga no había necesitado usar coerción alguna sobre él. Aaron la adoraba. Siempre lo había hecho.
-¿Por qué no estás bebiendo? -me preguntó al oído David algo más tarde.
Bajé la vista y miré al vaso. Sentí cierta sorpresa al verlo todavía lleno.
- No lo sé. Creo que los guardianes no deberían beber cuando están cerca de sus protegidos, supongo.
- Todavía no eres la guardiana de Demi y tampoco estás de servicio, y eso va a tardar bastante en suceder. ¿Desde cuándo te has vuelto tan responsable?
En realidad, no estaba siendo juiciosa, pero respetaba las enseñanzas de Nick sobre el equilibrio entre diversión y obligación. Me parecía un error dejarme llevar cuando Demi se hallaba tan vulnerable en los últimos tiempos. Me con¬toneé un poco hasta lograr salirme de aquel sitio tan estre¬cho, entre ella y David, y me escabullí para sentarme al lado de Selena.
- Hola, Sel. Esta noche estás muy callada.
Ella sostenía un vaso tan colmado como el mío. -y tú también.
Reí por lo bajinis.
-Supongo que sí.
Ladeó la cabeza para observar a David y al resto de los patricios como si estuviera efectuando algún experimento científico. Habían consumido un montón de whisky desde mi llegada y el nivel de estupidez se había disparado de for¬ma considerable.
- Es raro, ¿no te parece? Antes tú solías ser el centro de atención y ahora lo es ella.
Parpadeé, sorprendida, pues jamás había considerado el asunto desde esa perspectiva. -Supongo.
- Eh, ______ -me llamó Xander mientras se dirigía hacia mí, a punto de derramar la bebida-, ¿cómo es?
-¿Cómo es qué?
- Dejar que alguien se alimente de ti.
Los demás presentes enmudecieron por efecto de la ex¬pectación.
- Ella no hizo eso -advirtió Demi con voz admonito¬ria-, ya te lo dije.
-Ya, ya, nada ocurrió con Jesse y Ralf, eso lo sé, pero vosotras dos lo hicisteis mientras estabais fuera, ¿correcto?
- Déjalo ya -ordenó Demi, pero la coerción funcionaba mejor cuando había un contacto visual con el sujeto pasivo, y Xander no la miraba a ella, sino a mí.
- Quiero decir, está guay y tal. Hicisteis lo que debíais hacer en esas circunstancias, chicas, ¿vale? No es como si tú fueras una proveedora. Únicamente deseaba saber cómo era. Danielle Szelsky me dejó morderla en una ocasión y asegu¬ró no haber sentido nada.
-¡Puaj! -corearon las chicas.
El sexo y beber sangre con dhampir era una obscenidad, pero se consideraba canibalismo cuando se practicaba entre moroi.
- Menudo mentiroso estás hecho -le espetó Cami-
- No, hablo en serio. Fue un mordisquito de nada. A ella no le puso en órbita como a las proveedoras. ¿Ya ti? -apo¬yó el brazo libre sobre mi hombro-. ¿Te gustó?
El semblante rígido de Demi se puso blanco como la cal.
El alcohol amortiguaba la intensidad de sus sentimientos, pero pude percibirlos con nitidez. Me llegó un flujo de pen¬samientos sombríos y de temor acentuados por la rabia. Por lo general, ella solía controlar bien el enfado, no como yo, pero yo ya la había visto estallar antes.
Había sucedido en una fiesta muy similar a ésa, unas semanas antes de la deten¬ción de la señora Karp.
Un primo lejano de Selena, Greg Dashkov, daba una fiesta en su cuarto. Al parecer, sus padres conocían a al¬guien que a su vez conocía a un pez gordo, y me lo creía:
Greg tenía una de las habitaciones de mayor tamaño. Ha¬bía sido amigo del hermano de Demi antes del accidente y se había mostrado encantado de introducir a la hermana pequeña de André en su círculo de amistades. Greg tam¬bién se había mostrado encantado de meterme en esa se¬lecta compañía, razón por la cual las dos nos encontrába¬mos allí esa noche. Para una estudiante de segundo año como yo, era una pasada estar con miembros adultos de la realeza moroi.
Esa noche bebí a espuertas, pero aun así me las arreglé para no perder de vista a Demi, que siempre experimentaba ansiedad cuando se hallaba en compañía de esa gente. En cualquier caso, nadie lo hubiera pensado: era capaz de conec¬tar a la perfección con ellos. El pesado moscardoneo del al¬cohol me impedía percibir muchos de sus sentimientos, pe¬ro no me preocupé, dado que ella parecía estar bien.
Greg se apartó a mitad de un beso y miró algo por enci¬ma de mi hombro. Los dos estábamos sentados en la misma silla, bueno, yo descansaba sobre su regazo. Ladeé la cabeza para mirar.
- ¿Qué ocurre?
Él sacudió la cabeza con un sentimiento encontrado de irritación y complacencia.
- Wade ha traído a una proveedora.
Seguí la dirección de su mirada hasta ver a Wade Voda.
Se hallaba de pie con el brazo alrededor de una chica de as¬pecto frágil. Tendría mi edad más o menos. Era una huma¬na bastante guapa de ondulados cabellos rubios y una piel de porcelana, pálida a causa de las continuas sangrías. Unos po¬cos chicos habían centrado sus atenciones en ella, que no se apartaba de Wade. Éste se reía y no dejaba de tocarle el rostro y acariciarle los cabellos.
- Hoy ya ha alimentado a muchos -comenté al repa¬rar en el aspecto demacrado y completamente confuso que mostraba.
Greg deslizó la mano detrás de mi cuello y me hizo vol¬verme hacia él:
- No van a hacerle daño.
Nos besamos durante un buen rato antes de que alguien me diera unos toquecitos en el hombro.
-______...
Al alzar los ojos vi el rostro de Demi, cuya expresión ansiosa me sobresaltó, pues no fui capaz de percibir las emociones existentes debajo de esas facciones. Había be¬bido demasiada cerveza. Me bajé del regazo de Greg.
- ¿Adónde vas? -inquirió.
-Vuelvo enseguida -le respondí mientras apartaba de allí a Demi. De pronto, deseé estar completamente so¬bria-. ¿Qué ocurre?
-Ellos.
Señaló a los chicos situados junto a la proveedora con un movimiento de cabeza y cuando se volvió para mirar a uno de ellos, pude distinguir marquitas rojas recientes diseminadas por el cuello de la chica, en derredor de la cual se había formado un grupo de mordedores que la mordisqueaban por turnos y le hacían propuestas indecentes. Ella consentía, eso era obvio y manifiesto.
- No pueden hacer eso -declaró Demi.
- Es una proveedora, nadie va a detenerlos.
Demi alzó hacia mí sus ojos suplicantes, heridos, ultrajados y llenos de rabia.
-¿Tampoco tú?
Yo siempre había sido la agresiva, la que había cuidado de ella desde que éramos crías, y verla allí, tan preocupada e interesada en arreglar las cosas, fue más de lo que pude so¬portar. Le dediqué un seco asentimiento y me dirigí hacia el grupo dando tumbos.
- ¿Tan desesperado estás por comerte una rosca que aho¬ra sales con yonquis, Wade? -le pregunté.
Dejó de repasar el cuello de la muchacha con los labios y apartó de ella los ojos.
- ¿Por qué? ¿Has terminado de darte el lote con Greg y aún quieres más?
Me puse de jarras y esperé ofrecerle una imagen fiera, aunque lo cierto es que había bebido tanto que sentía algo de náuseas.
- No hay suficientes drogas en el mundo que me hagan soportable tu compañía -le solté. Mi salida despertó risas entre sus amigotes-. Pero quizás puedas apañarte con la col¬gada esa que llevas contigo. Y desde luego, me parece que le has sacado ya lo bastante como para satisfacer a un glotón como tú. No creo que la necesites más.
Otros cuantos se echaron a reír.
-Eso no es de tu incumbencia -siseó él-. Ella sólo es manduca.
Únicamente había un insulto peor que llamar a una dhampir prostituta de sangre, y era referirse a un proveedor en términos de comida.
- Ésta no es una estancia de nutrición. Nadie desea verlo.
- Exacto -convino una chica mayor-. Es una vulgaridad.
Varias de sus amigas asintieron.
Wade nos fulminó a todas con la mirada, pero yo me lle¬vé la más dura.
-Genial. No tenéis por qué mirar ninguna. Vamos. Agarró a la chica por el brazo y la alejó de un tirón. Ella anduvo con torpeza y le siguió a trompicones sin dejar de lloriquear por lo bajo.
- He hecho todo lo posible -me justifiqué ante Demi. Ella me miró fijamente, aún sorprendida.
-Sólo la ha sacado de la habitación, pero le va a hacer cosas peores.
-Tampoco a mí me gusta, Demi, pero no es algo por lo que le pueda perseguir ni hacer morder el polvo -me froté la frente-. No sé, quizá podría ir y pegarle, pero ahora mis¬mo me siento a punto de vomitar.
Su semblante se tornó sombrío y se mordió el labio. - No puede hacerle eso.
-Lo siento.
Regresé a la silla de Greg, sintiéndome mal por cuanto había sucedido. Me apetecía tan poco como a Demi ver cómo el tipo se aprovechaba más de esa desdichada. Me recor¬daba demasiado a los moroi que se pensaban que podían ha¬cerles cualquier cosa a las chicas dhampir, pero yo no era ca¬paz de ganar esa batalla, o al menos no esa noche.
Greg me había hecho girar para tener una posición más cómoda sobre mi cuello y al cabo de un rato me percaté de que Demi había desaparecido. Más que bajar, me caía de su re¬gazo y miré a mi alrededor.
-¿Dónde está Demi?
Él alargó la mano para cogerme. - Probablemente en los servicios.
No percibía sensación alguna a través del nexo, a causa del letargo producido por el alcohol. Salí al pasillo y respiré aliviada de dejar atrás la música alta y las voces. Allí reinaba un silencio absoluto, únicamente roto por un sonido de gol¬pes a un par de habitaciones de mi posición. La puerta se ha¬llaba entreabierta y me colé dentro.
La proveedora se acuclillaba en un rincón, aterrada, mien¬tras Demi ocupaba el centro del cuarto con los brazos cruzados y el rostro hirviendo de rabia. Fulminaba con la mirada a Wa¬de, que retrocedía como en trance. Sostenía en las manos un bate de béisbol y a juzgar por el estado de la habitación ya lo ha¬bía usado. Había roto estanterías, el equipo estéreo, el espejo...
- Rompe la ventana también -le instó Demi con voz suave-. Venga, vamos, no importa.
En un trance hipnótico, él se encaminó hacia la gran ventana de vidrios tintados, se echó hacia atrás para tomar impulso y la emprendió contra el cristal mientras yo con¬templaba la escena, tan boquiabierta de incredulidad que faltó poco para que se me cayera al suelo la mandíbula. Hi¬zo añicos las lunas y las esquirlas de vidrio salieron volando por todas partes, dejando entrar la luz del alba, que de otro modo nunca habría penetrado en la estancia. Parpadeó cuan¬do le dio de lleno en los ojos, pero no se retiró.
- Detenle, Demi, haz que pare.
- Debería haberse frenado antes.
Apenas reconocí la expresión de su semblante. Nunca la había visto tan turbada y sin duda jamás la había visto ha¬cer algo semejante. Sabía de qué iba la peli, claro, lo sabía a las mil maravillas. Coerción. Y por todo lo que sabía, falta¬ban segundos para hacer que se comiera el bate.
- Por favor, Demi, basta, no lo hagas, por favor.
Noté un torbellino de emociones en su interior a pesar del velo de confusión del alcohol. Eran tan intensas que es¬tuvieron a punto de hacerme caer. Malicia. Ira. Inmisericordia. Todos esos sentimientos resultaban sorprendentes al proceder de una persona tan dulce y sensata como Demi. La conocía desde el jardín de infancia, pero en ese momen¬to apenas si la reconocía. Y me entró miedo.
- Por favor, Demi -insistí -. No se merece eso. Ordé¬nale retirarse.
Ella no me miró. Los ojos tormentosos no se apartaban de Wade, que, muy lentamente y con sumo cuidado, alzó el bate y lo agitó por encima de su cabeza.
- Demi -le imploré. Oh, Dios. Iba a tener que hacerle un placaje o cualquier otra locura para detener a mi amiga-. No lo hagas.
-Debería haberse frenado antes -repitió con voz mo¬nocorde. El bate seguía moviéndose y ahora estaba a la dis¬tancia exacta para cobrar impulso y golpear-. No debería haberle hecho eso a la chica. Nadie puede tratar a otro de ese modo, ni siquiera aunque sea una proveedora.
- Pero tú la has asustado -repuse yo en voz baja-, mírala.
No pasó nada en un principio, pero luego Demidejó que sus ojos contemplaran a la muchacha humana, toda¬vía en cuclillas junto al rincón, abrazándose el cuerpo en ademán protector. Tenía unos enormes ojos azules y la luz entrante arrancaba destellos en el mar de lágrimas de su rostro. La proveedora profirió un sollozo sofocado de pánico.
El rostro de Demi no se inmutó, pero percibí la batalla por el control librada en su interior, pues una parte de ella no deseaba causar daño alguno a Wade, a pesar de la ira cie¬ga que la llenaba. Cerró los ojos y mantuvo el gesto crispa¬do. Alargó la mano derecha hacia la muñeca del otro brazo y se pellizcó, hundiendo las uñas en la carne con fuerza. El dolor le hizo soltar un respingo, pero gracias al nexo exis¬tente entre nosotras pude percibir que la sorpresa causada por el daño apartaba su atención de Wade.
Ella abandonó la coerción y él dejó caer el bate. De pron¬to, parecía sumamente confuso. Lancé un suspiro con todo el aire que había estado conteniendo hasta ese momento. Se oyeron pasos en el pasillo. Me había dejado la puerta abier¬ta y la rotura de cristales había atraído la atención de un par de miembros de seguridad de la planta. Entraron como un torbellino en el cuarto y se quedaron helados al ver se¬mejante cuadro de destrucción.
-¿Qué ha pasado aquí?
Wade parecía totalmente ido y los demás nos miramos unos a otros. Él contempló el estado del cuarto y el bate pa¬ra luego miramos a Demi y a mí.
-Yo no sé... No puedo... -centró en mí toda su aten¬ción y de pronto se enfadó-. j Qué diablos! i Has sido tú! No dejaste correr el asunto de la proveedora.
Los encargados de los dormitorios me interrogaron con la mirada y tomé una decisión en cuestión de segundos.
«Debes protegerla. La cosa empeorará cuanto más use ese don. Debes detenerla, ______. Detenla antes de que se den cuenta, antes de que lo adviertan y se la lleven también. Sá¬cala de aquí».
Vi ante mí el rostro implorante de la señora Karp mientras me suplicaba frenéticamente y le dirigí una mirada altanera a Wade, sabedora de que nadie iba a cuestionar una posible con¬fesión por parte mía y ni siquiera sospecharían de mi amiga.
-Sí, bueno, no habría tenido que montar este pollo si la hubieras dejado marchar -contesté.
«¡Sálvala, sálvala de sí misma!».
Nunca más he vuelto a emborracharme después de esa noche y jamás volví a bajar la guardia en presencia de Demi. Dos días después de aquello, mientras se suponía que continuaba castigada por «destrucción de la propiedad», tomé a Demi y nos escapamos de la Academia.
-------------------------------------------------------------------------------
Hola gente =)
Les dejo este capitulo extra largo, espero que les guste y bienvenidas todas
las nuevas lectoras =)
Yani Stephen
Re: Vampire academy 1 (Nick y tu)
NUEVA LECTORA :)
Amo tu novela en verdad <3 continuala
Cuando puedas :3
Amo tu novela en verdad <3 continuala
Cuando puedas :3
AnnyCervantes
Re: Vampire academy 1 (Nick y tu)
me encantoo!
asi de simple!
me encantoo!
me quede asi :o
siguee!
asi de simple!
me encantoo!
me quede asi :o
siguee!
MariiJonas
Re: Vampire academy 1 (Nick y tu)
Nueva lectora
Me encanta la saga
Va este es el 1ro pero
Me encanta siguelaa
Demi esta siendo mala
____ no tendría q haber
Actuado y no permitir lo
De jesse ya que ella es virgen
Ósea q estaban mintiendo
Y así demi no hubiera usado
Coerción....
Siguelaaaaa
Me encanta la saga
Va este es el 1ro pero
Me encanta siguelaa
Demi esta siendo mala
____ no tendría q haber
Actuado y no permitir lo
De jesse ya que ella es virgen
Ósea q estaban mintiendo
Y así demi no hubiera usado
Coerción....
Siguelaaaaa
#Fire Rouge..*
Re: Vampire academy 1 (Nick y tu)
Bienvenidas!! a todas las nuevas lectoras; me alegro que
les guste la novela y no se preocupen en unos minutos
mas seguire con la novela.
Muchas gracias por comentar =)
les guste la novela y no se preocupen en unos minutos
mas seguire con la novela.
Muchas gracias por comentar =)
Yani Stephen
Re: Vampire academy 1 (Nick y tu)
Por cierto gracias por la bienvenida :) seré fiel a esta nove :3 SIGUELA pronto que ya queremos leer mas y saber que pasa quiero una escena con Nick <3
AnnyCervantes
Re: Vampire academy 1 (Nick y tu)
Ahora, de vuelta en la habitación de Demi, con Xander ro¬deándome con un brazo y la mirada de Demi airada y disgus¬tada sobre nosotros dos, no sabía si iba a adoptar alguna deci¬sión drástica otra vez, pero la situación me recordaba demasiado la de hacía dos años, y supe que debía neutralizarla a tiempo.
-Sólo un chupito de sangre -decía Xander en aquellos momentos-. No voy a sorber mucha, lo justo para saber có¬mo sabe la de una dhampir. A todos los aquí presentes les trae sin cuidado.
- Déjala en paz, Xander -refunfuñó Demi.
Me escabullí por debajo del brazo del moroi sin perder la sonrisa mientras me devanaba los sesos en busca de una réplica divertida en vez de una que degenerara en pelea. -Vamos, tuve que atizar al último que me pidió eso y tú eres mucho más mono que Jesse -repuse en tono de bro¬ma-. Sería una pena...
-¿Mono? -preguntó él-. Soy abrumadoramente sexy; nada de mono.
Carly se echó a reír.
-Sí, eres monín. Todd me dijo que comprabas un fija¬dor de pelo francés.
Tanto invitado ebrio riendo distrajo a Xander, que se re¬volvió en defensa de su honor y se olvidó de mí. La tensión se relajó y él acabó por tomarse a bien las bromas acerca de su pelo.
Mi mirada se encontró con la de Demi, situada al otro la¬do de la estancia. Sonrió y me dirigió un leve asentimiento de gratitud antes de volver a centrar su atención en Aaron.
Al día siguiente comprendí cuánto habían cambiado las co¬sas desde los rumores propagados por Jesse y Ralf. Continué siendo fuente ininterrumpida de risas y susurros para algu¬nos, pero los prosélitos de Demi me brindaron acogida y al¬gún que otro quite, y por encima de todo, me di cuenta de que nuestros compañeros de clase apenas me dedicaban ya atención. Esto fue plenamente cierto cuando una novedad distrajo el interés de todos.
Demi y Aaron.
Al parecer, Miley se había enterado de lo de la fiesta y se había puesto hecha un basilisco cuando supo que Aaron ha¬bía acudido sin ella. Le había montado una buena al chico antes de darle un ultimátum: si quería estar con ella, no po¬día ir ni frecuentar a Demi. Él había roto con ella esa ma¬ñana y había seguido adelante.
Ahora Demi y él se dejaban ver juntos a todas horas. No se separaban en el vestíbulo ni el comedor, siempre abraza¬dos, riendo y charlando sin cesar. El nexo me revelaba un in¬terés moderado por mucho que ella le mirase como si fuera la criatura más fascinante del planeta. La mayor parte de aquello era puro teatro sin conocimiento de causa por par¬te de él, claro, que la contemplaba como si fuera a levantar¬le un monumento de un instante a otro.
¿Y yo? Aquello me daba arcadas.
Sin embargo, mis sentimientos no eran nada en com¬paración con los de Miley. Se sentaba a almorzar en la mesa más lejana a la nuestra con la mirada puesta intencionada¬mente al frente y sin hacer caso a las palabras de consuelo pronunciadas por sus amigos. Habían aparecido sendas hin¬chazones sonrosadas en los mofletes por lo general pálidos y tenía unas marcas rojas alrededor de los ojos. Cuando yo pasaba por su lado, no decía ninguna vileza ni me dirigía miradas burlonas ni me gastaba bromas con desdén. Demi la había destruido tal y como ella había jurado hacer con nosotras.
Sólo una persona se sentía peor que Miley: Kevin.
A diferencia de Miley, él no mostraba escrúpulo alguno en es¬tudiar a la feliz pareja ni en mostrar un odio manifiesto en el rostro. No se percató nadie más que yo, como de costumbre.
Abandoné la mesa del almuerzo en cuanto vi a Demi y Aaron morrearse por enésima vez y me dirigí en busca de la señora Carmack, la profesora de Bases de control elemen¬tal, pues hacía tiempo que me había propuesto formularle una pregunta.
-Tú eres ______, ¿verdad?
Parecía sorprendida de verme, pero no enfadada ni con¬trariada por mi presencia, a diferencia de la mitad de los profesores en los últimos tiempos.
-Sí. Deseo hacer una pregunta sobre... eh... magia.
Enarcó una ceja. Ningún novicio da clases de magia. - Claro. Dime, ¿qué deseas saber?
- El otro día estuve escuchando la prédica del sacerdote sobre San Vladimir y... ¿Sabe usted en qué elemento se especializó? Me refiero a San VIadimir, no al cura, claro.
Ella frunció el ceño.
- Resulta raro que no exista una referencia concreta a ese tema específico, gozando de tanta popularidad todo lo concerniente a su persona. No estoy versada en ese campo, pero ninguna de las historias conocidas menciona algo que permita relacionarle con alguno de los elementos. O es así o nadie lo consignó.
-¿Y qué me dice de sus curaciones? -inquirí, yendo más lejos-. ¿Existe algún elemento que le hubiera permiti¬do llevarlas a cabo?
- No, no que yo sepa -una pequeña sonrisa curvó los labios de la mujer-. Los creyentes te responderían que él realizó esos milagros gracias al poder de Dios y no por ningún tipo de elemento mágico. Después de todo, todas las historias coinciden en una cosa: estaba lleno de espíritu.
-¿Es posible que no se hubiera especializado? La sonrisa de la profesora se desvaneció.
-¿Me estás preguntando por San VIadimir, ________? ¿O to¬do esto tiene que ver con Demi?
- No exactamente -farfullé.
- Es duro para ella, lo sé, sobre todo delante de todos sus compañeros de clase, pero Demi ha de ser paciente -me explicó con gentileza-. Sucederá, ocurre siempre.
-¿y si no es así?
- Es poco probable, la verdad, dudo que ella sea uno de ésos. Tiene una aptitud por encima de la media para los cuatro elementos incluso sin haber llegado a los niveles es¬pecializados, y un día cualquiera descollará en uno de ellos.
Eso me dio una idea.
-¿Es posible especializarse en más de un elemento?
- No -contestó. Sacudió la cabeza y se rió-. Eso requiere demasiado poder y nadie puede manejar toda la magia sin volverse loco.
Vaya. Genial.
- De acuerdo, gracias -hice ademán de irme, pero en¬tonces tuve otra ocurrencia-. Esto, ¿se acuerda usted de la señora Karp? ¿En qué se especializó?
La interpelada puso la misma cara de incomodidad que el resto de los profesores cuando salía a colación el tema de Karp.
- De hecho...
-¿Sí...?
- ... casi lo he olvidado. Tengo entendido que fue una de esas pocas personas que jamás se especializó. Ella siempre mantuvo un nivel muy bajo en los cuatro elementos.
Pasé el resto de las clases de la tarde dándole vueltas a las palabras de la profesora Carmack en un intento de enca¬jarlas en mi teoría unificadora sobre Demi, Karp y Vladimir. Aun así, tampoco perdía de vista a Demi, pero había tanta gente deseosa de hablar con mi amiga que ahora ella ape¬nas se percataba de mi silencio. Sin embargo, me parecía que me miraba y me sonreía cada vez con más frecuencia. Tenía aspecto de estar cansada y daba la impresión de que empe¬zaba a pasarle factura eso de estar todo el día alternando con la gente entre risitas y cotilleos.
- Podemos poner fin a la Operación «Lavado de ce¬rebros» ahora que hemos cumplido la misión -le sugerí después de la escuela.
Estábamos sentadas en los bancos del patio y ella ba¬lanceaba las piernas adelante y atrás.
- ¿A qué te refieres?
- Lo has logrado. Has frenado en seco a la gente que me hacía la vida imposible. Has acabado con Miley y le has robado a Aaron. Juega con él durante un par de semanas más y luego líbrate de él y de los demás nobles. Vas a ser más feliz.
- ¿Acaso piensas que no lo soy ahora?
-Sé que no lo eres. Ciertas partes de la charada han estado de lujo, pero te revienta fingirte amiga de la gente que te desagrada, lo sé, y la mayoría de ellos no te gusta. Sé cuán¬to te fastidió lo de Xander la otra noche.
- Es un imbécil, pero puedo sobrellevarlo. Todo volve¬rá a estar como al principio si dejo de alternar con ellos y a Miley le bastará con retomar la situación. Ella no puede mo¬lestarnos de este modo.
- No sé si merece mucho la pena: te está molestando todo el mundo.
- Nadie me molesta -replicó, un tanto a la defensiva.
-¿Ah, sí? -le pregunté con cierta crueldad-. ¿Eso es porque estás tan enamorada de Aaron o porque no puedes esperar el momento de volver a acostarte con él?
Ella me fulminó con la mirada.
-¿Te he dicho alguna vez que en ocasiones te compor¬tas como una pedazo de cabrona?
Pasé eso por alto.
-Yo sólo digo que ya tienes bastante mierda por la que preocuparte sin necesidad de todo esto. Te estás queman¬do literalmente por culpa de tanta coerción como estás usando.
-¡ ________! -ella miró con ansiedad a uno y otro lado-. ¡Cállate!
- Pero es la verdad. Vas a quemarte el cerebro si la usas todo el tiempo, en serio.
-¿No crees que te estás pasando un poco en esas suposiciones tuyas?
- ¿y qué hay de la señora Karp?
Demi no movió ni un músculo de la cara. - ¿y qué pasa con ella?
-Tú eres como ella.
-¡No, no lo soy!
La afrenta le dolió y el enfado flameó en esos ojos verdes suyos.
- Ella también era una sanadora.
Le sorprendió oírme mencionar en voz alta un tema que había pesado sobre nuestros hombros durante tanto tiem¬po, pero por el cual siempre habíamos pasado de puntillas. - Eso no significa nada.
-Tú no piensas eso, ¿verdad? ¿Sabes quién más puede hacer eso o usar la coerción sobre dhampir y moroi?
- Ella jamás usó la coerción de ese modo -arguyó.
-Ya lo creo que sí. Intentó emplearla sobre mí esa últi¬ma noche y había empezado a funcionar, habría funcionado si no se la hubieran llevado.
¿O sí había funcionado? Después de todo, Demi y yo nos marchamos de la Academia apenas un mes después de to¬do aquello. Yo siempre había creído que la idea y la inicia¬tiva habían sido completamente mías, pero tal vez el poder de sugestión de la señora Karp había sido la fuerza motriz de todo aquello.
Demi se cruzó de brazos con el gesto desafiante, aunque yo estaba al tanto de su enorme inquietud.
- Bien, ¿y qué? Si ella era un bicho raro como yo, tam¬poco eso significa nada. Ella se volvió loca porque... , Bueno, estaba como un cencerro, y eso no guardaba relación algu¬na con nada más.
- Pero no fue sólo ella -repuse sin apresurarme-. Hubo alguien más como vosotras dos. He encontrado a un tercero -vacilé-. ¿Sabías que San Vladimir...?
-Sólo un chupito de sangre -decía Xander en aquellos momentos-. No voy a sorber mucha, lo justo para saber có¬mo sabe la de una dhampir. A todos los aquí presentes les trae sin cuidado.
- Déjala en paz, Xander -refunfuñó Demi.
Me escabullí por debajo del brazo del moroi sin perder la sonrisa mientras me devanaba los sesos en busca de una réplica divertida en vez de una que degenerara en pelea. -Vamos, tuve que atizar al último que me pidió eso y tú eres mucho más mono que Jesse -repuse en tono de bro¬ma-. Sería una pena...
-¿Mono? -preguntó él-. Soy abrumadoramente sexy; nada de mono.
Carly se echó a reír.
-Sí, eres monín. Todd me dijo que comprabas un fija¬dor de pelo francés.
Tanto invitado ebrio riendo distrajo a Xander, que se re¬volvió en defensa de su honor y se olvidó de mí. La tensión se relajó y él acabó por tomarse a bien las bromas acerca de su pelo.
Mi mirada se encontró con la de Demi, situada al otro la¬do de la estancia. Sonrió y me dirigió un leve asentimiento de gratitud antes de volver a centrar su atención en Aaron.
Al día siguiente comprendí cuánto habían cambiado las co¬sas desde los rumores propagados por Jesse y Ralf. Continué siendo fuente ininterrumpida de risas y susurros para algu¬nos, pero los prosélitos de Demi me brindaron acogida y al¬gún que otro quite, y por encima de todo, me di cuenta de que nuestros compañeros de clase apenas me dedicaban ya atención. Esto fue plenamente cierto cuando una novedad distrajo el interés de todos.
Demi y Aaron.
Al parecer, Miley se había enterado de lo de la fiesta y se había puesto hecha un basilisco cuando supo que Aaron ha¬bía acudido sin ella. Le había montado una buena al chico antes de darle un ultimátum: si quería estar con ella, no po¬día ir ni frecuentar a Demi. Él había roto con ella esa ma¬ñana y había seguido adelante.
Ahora Demi y él se dejaban ver juntos a todas horas. No se separaban en el vestíbulo ni el comedor, siempre abraza¬dos, riendo y charlando sin cesar. El nexo me revelaba un in¬terés moderado por mucho que ella le mirase como si fuera la criatura más fascinante del planeta. La mayor parte de aquello era puro teatro sin conocimiento de causa por par¬te de él, claro, que la contemplaba como si fuera a levantar¬le un monumento de un instante a otro.
¿Y yo? Aquello me daba arcadas.
Sin embargo, mis sentimientos no eran nada en com¬paración con los de Miley. Se sentaba a almorzar en la mesa más lejana a la nuestra con la mirada puesta intencionada¬mente al frente y sin hacer caso a las palabras de consuelo pronunciadas por sus amigos. Habían aparecido sendas hin¬chazones sonrosadas en los mofletes por lo general pálidos y tenía unas marcas rojas alrededor de los ojos. Cuando yo pasaba por su lado, no decía ninguna vileza ni me dirigía miradas burlonas ni me gastaba bromas con desdén. Demi la había destruido tal y como ella había jurado hacer con nosotras.
Sólo una persona se sentía peor que Miley: Kevin.
A diferencia de Miley, él no mostraba escrúpulo alguno en es¬tudiar a la feliz pareja ni en mostrar un odio manifiesto en el rostro. No se percató nadie más que yo, como de costumbre.
Abandoné la mesa del almuerzo en cuanto vi a Demi y Aaron morrearse por enésima vez y me dirigí en busca de la señora Carmack, la profesora de Bases de control elemen¬tal, pues hacía tiempo que me había propuesto formularle una pregunta.
-Tú eres ______, ¿verdad?
Parecía sorprendida de verme, pero no enfadada ni con¬trariada por mi presencia, a diferencia de la mitad de los profesores en los últimos tiempos.
-Sí. Deseo hacer una pregunta sobre... eh... magia.
Enarcó una ceja. Ningún novicio da clases de magia. - Claro. Dime, ¿qué deseas saber?
- El otro día estuve escuchando la prédica del sacerdote sobre San Vladimir y... ¿Sabe usted en qué elemento se especializó? Me refiero a San VIadimir, no al cura, claro.
Ella frunció el ceño.
- Resulta raro que no exista una referencia concreta a ese tema específico, gozando de tanta popularidad todo lo concerniente a su persona. No estoy versada en ese campo, pero ninguna de las historias conocidas menciona algo que permita relacionarle con alguno de los elementos. O es así o nadie lo consignó.
-¿Y qué me dice de sus curaciones? -inquirí, yendo más lejos-. ¿Existe algún elemento que le hubiera permiti¬do llevarlas a cabo?
- No, no que yo sepa -una pequeña sonrisa curvó los labios de la mujer-. Los creyentes te responderían que él realizó esos milagros gracias al poder de Dios y no por ningún tipo de elemento mágico. Después de todo, todas las historias coinciden en una cosa: estaba lleno de espíritu.
-¿Es posible que no se hubiera especializado? La sonrisa de la profesora se desvaneció.
-¿Me estás preguntando por San VIadimir, ________? ¿O to¬do esto tiene que ver con Demi?
- No exactamente -farfullé.
- Es duro para ella, lo sé, sobre todo delante de todos sus compañeros de clase, pero Demi ha de ser paciente -me explicó con gentileza-. Sucederá, ocurre siempre.
-¿y si no es así?
- Es poco probable, la verdad, dudo que ella sea uno de ésos. Tiene una aptitud por encima de la media para los cuatro elementos incluso sin haber llegado a los niveles es¬pecializados, y un día cualquiera descollará en uno de ellos.
Eso me dio una idea.
-¿Es posible especializarse en más de un elemento?
- No -contestó. Sacudió la cabeza y se rió-. Eso requiere demasiado poder y nadie puede manejar toda la magia sin volverse loco.
Vaya. Genial.
- De acuerdo, gracias -hice ademán de irme, pero en¬tonces tuve otra ocurrencia-. Esto, ¿se acuerda usted de la señora Karp? ¿En qué se especializó?
La interpelada puso la misma cara de incomodidad que el resto de los profesores cuando salía a colación el tema de Karp.
- De hecho...
-¿Sí...?
- ... casi lo he olvidado. Tengo entendido que fue una de esas pocas personas que jamás se especializó. Ella siempre mantuvo un nivel muy bajo en los cuatro elementos.
Pasé el resto de las clases de la tarde dándole vueltas a las palabras de la profesora Carmack en un intento de enca¬jarlas en mi teoría unificadora sobre Demi, Karp y Vladimir. Aun así, tampoco perdía de vista a Demi, pero había tanta gente deseosa de hablar con mi amiga que ahora ella ape¬nas se percataba de mi silencio. Sin embargo, me parecía que me miraba y me sonreía cada vez con más frecuencia. Tenía aspecto de estar cansada y daba la impresión de que empe¬zaba a pasarle factura eso de estar todo el día alternando con la gente entre risitas y cotilleos.
- Podemos poner fin a la Operación «Lavado de ce¬rebros» ahora que hemos cumplido la misión -le sugerí después de la escuela.
Estábamos sentadas en los bancos del patio y ella ba¬lanceaba las piernas adelante y atrás.
- ¿A qué te refieres?
- Lo has logrado. Has frenado en seco a la gente que me hacía la vida imposible. Has acabado con Miley y le has robado a Aaron. Juega con él durante un par de semanas más y luego líbrate de él y de los demás nobles. Vas a ser más feliz.
- ¿Acaso piensas que no lo soy ahora?
-Sé que no lo eres. Ciertas partes de la charada han estado de lujo, pero te revienta fingirte amiga de la gente que te desagrada, lo sé, y la mayoría de ellos no te gusta. Sé cuán¬to te fastidió lo de Xander la otra noche.
- Es un imbécil, pero puedo sobrellevarlo. Todo volve¬rá a estar como al principio si dejo de alternar con ellos y a Miley le bastará con retomar la situación. Ella no puede mo¬lestarnos de este modo.
- No sé si merece mucho la pena: te está molestando todo el mundo.
- Nadie me molesta -replicó, un tanto a la defensiva.
-¿Ah, sí? -le pregunté con cierta crueldad-. ¿Eso es porque estás tan enamorada de Aaron o porque no puedes esperar el momento de volver a acostarte con él?
Ella me fulminó con la mirada.
-¿Te he dicho alguna vez que en ocasiones te compor¬tas como una pedazo de cabrona?
Pasé eso por alto.
-Yo sólo digo que ya tienes bastante mierda por la que preocuparte sin necesidad de todo esto. Te estás queman¬do literalmente por culpa de tanta coerción como estás usando.
-¡ ________! -ella miró con ansiedad a uno y otro lado-. ¡Cállate!
- Pero es la verdad. Vas a quemarte el cerebro si la usas todo el tiempo, en serio.
-¿No crees que te estás pasando un poco en esas suposiciones tuyas?
- ¿y qué hay de la señora Karp?
Demi no movió ni un músculo de la cara. - ¿y qué pasa con ella?
-Tú eres como ella.
-¡No, no lo soy!
La afrenta le dolió y el enfado flameó en esos ojos verdes suyos.
- Ella también era una sanadora.
Le sorprendió oírme mencionar en voz alta un tema que había pesado sobre nuestros hombros durante tanto tiem¬po, pero por el cual siempre habíamos pasado de puntillas. - Eso no significa nada.
-Tú no piensas eso, ¿verdad? ¿Sabes quién más puede hacer eso o usar la coerción sobre dhampir y moroi?
- Ella jamás usó la coerción de ese modo -arguyó.
-Ya lo creo que sí. Intentó emplearla sobre mí esa últi¬ma noche y había empezado a funcionar, habría funcionado si no se la hubieran llevado.
¿O sí había funcionado? Después de todo, Demi y yo nos marchamos de la Academia apenas un mes después de to¬do aquello. Yo siempre había creído que la idea y la inicia¬tiva habían sido completamente mías, pero tal vez el poder de sugestión de la señora Karp había sido la fuerza motriz de todo aquello.
Demi se cruzó de brazos con el gesto desafiante, aunque yo estaba al tanto de su enorme inquietud.
- Bien, ¿y qué? Si ella era un bicho raro como yo, tam¬poco eso significa nada. Ella se volvió loca porque... , Bueno, estaba como un cencerro, y eso no guardaba relación algu¬na con nada más.
- Pero no fue sólo ella -repuse sin apresurarme-. Hubo alguien más como vosotras dos. He encontrado a un tercero -vacilé-. ¿Sabías que San Vladimir...?
Yani Stephen
Re: Vampire academy 1 (Nick y tu)
AY SIGUELA ME DA PILA DE
PENA KEVIN!! :(
PLEASE SIGUELAAA
PENA KEVIN!! :(
PLEASE SIGUELAAA
#Fire Rouge..*
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