Conectarse
Últimos temas
miembros del staff
Beta readers
|
|
|
|
Equipo de Baneo
|
|
Equipo de Ayuda
|
|
Equipo de Limpieza
|
|
|
|
Equipo de Eventos
|
|
|
Equipo de Tutoriales
|
|
Equipo de Diseño
|
|
créditos.
Skin hecho por Hardrock de Captain Knows Best. Personalización del skin por Insxne.
Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
Canciones para ____ (Zayn, Harry)
O W N :: Archivos :: Novelas Abandonadas
Página 1 de 1. • Comparte
Canciones para ____ (Zayn, Harry)
Titulo: Canciones para ____
Autor: Blue Jeans
Adaptación: Si, la novela en realidad se
llama Canciones para Paula
Género: Romance
Advertencias: No, si hay alguno la
comunicaré antes de un capítulo.
Otras páginas: si, pero no puedo entrar
porque se me ha olvidado la contraseña :oops:
____________
HOLA AMOREEES! Me llamo Eva, soy de España, tengo 17 años, pronto los 18, y no se que más contar.
Esta es la primera novela que subo, y es adaptada. Me ha gustado tanto este libro que he decidido adaptarlo, en realidad es una trilogia, se llama Canciones para Paula su primer libro, el segundo es ¿Sabes que te quiero?, y el tercero se llama Callame con un beso.
No se si saldrán los cinco chicos,la novela va a tratar sobre todo de Harry, Zayn y Liam.
No voy a necesitar chicas.
Espero que os guste tanto como a mí.
El autor es español, es decir, que si no conocéis a algún cantante, autor o alguna palabra preguntadme, no os quedéis con la duda.
Comenten por favor, no me gusta sentirme sola :sad:
Ahora mismo os pongo la sipnosis :P
Besos :(L):
Autor: Blue Jeans
Adaptación: Si, la novela en realidad se
llama Canciones para Paula
Género: Romance
Advertencias: No, si hay alguno la
comunicaré antes de un capítulo.
Otras páginas: si, pero no puedo entrar
porque se me ha olvidado la contraseña :oops:
____________
HOLA AMOREEES! Me llamo Eva, soy de España, tengo 17 años, pronto los 18, y no se que más contar.
Esta es la primera novela que subo, y es adaptada. Me ha gustado tanto este libro que he decidido adaptarlo, en realidad es una trilogia, se llama Canciones para Paula su primer libro, el segundo es ¿Sabes que te quiero?, y el tercero se llama Callame con un beso.
No se si saldrán los cinco chicos,la novela va a tratar sobre todo de Harry, Zayn y Liam.
No voy a necesitar chicas.
Espero que os guste tanto como a mí.
El autor es español, es decir, que si no conocéis a algún cantante, autor o alguna palabra preguntadme, no os quedéis con la duda.
Comenten por favor, no me gusta sentirme sola :sad:
Ahora mismo os pongo la sipnosis :P
Besos :(L):
Última edición por Evaa el Mar 20 Ago 2013, 1:47 pm, editado 1 vez
Evaa
Re: Canciones para ____ (Zayn, Harry)
SIPNOSIS
____, una joven a punto de cumplir los 17, se ha citado con Harry, un chico de 22 años al que ha conocido por internet. Está nerviosa e ilusionada. Los minutos pasan y el chico no llega, por lo que ella decide meterse en un café cercano. Allí tiene un divertido encuentro con Zayn, un desconocido, que casualmente está leyendo el mismo libro que ella. Ambos son jóvenes y guapos… Zayn tiene que irse precipitadamente porque tiene un compromiso. Cuando ____ ya se dispone a salir, aparece Harry y se disculpa por el gran retraso. Él es periodista y esa tarde ha tenido que entrevistar a Katia, la cantante de moda…
____, una adolescente de casi 17 años que se enamora de Harry, un chico un poco mayor que ella que conoce por internet. Sin embargo, cuando todo les va genial aparece Zayn, a quien sólo conoce de un ratito pero cuyo encuentro es de cine. Además, ____ no sabe que tiene un admirador y que está más cerca de lo que se podría esperar… Todo un embrollo de amores y desamores de los que serán testigos sus mejores amigas, "Las Sugus", que no se separarán de ____.
____, una joven a punto de cumplir los 17, se ha citado con Harry, un chico de 22 años al que ha conocido por internet. Está nerviosa e ilusionada. Los minutos pasan y el chico no llega, por lo que ella decide meterse en un café cercano. Allí tiene un divertido encuentro con Zayn, un desconocido, que casualmente está leyendo el mismo libro que ella. Ambos son jóvenes y guapos… Zayn tiene que irse precipitadamente porque tiene un compromiso. Cuando ____ ya se dispone a salir, aparece Harry y se disculpa por el gran retraso. Él es periodista y esa tarde ha tenido que entrevistar a Katia, la cantante de moda…
____, una adolescente de casi 17 años que se enamora de Harry, un chico un poco mayor que ella que conoce por internet. Sin embargo, cuando todo les va genial aparece Zayn, a quien sólo conoce de un ratito pero cuyo encuentro es de cine. Además, ____ no sabe que tiene un admirador y que está más cerca de lo que se podría esperar… Todo un embrollo de amores y desamores de los que serán testigos sus mejores amigas, "Las Sugus", que no se separarán de ____.
Evaa
Re: Canciones para ____ (Zayn, Harry)
NINGÚN COMENTARIO TODAVÍA :sad:
Os dejo el primer capítulo
Comentad porfa :oops:
Evaa
Re: Canciones para ____ (Zayn, Harry)
Capítulo 1
Seis de la tarde de un día de marzo.
Mira de nuevo su reloj y se sopla el flequillo. Vistazo a un lado, a otro. Nada.
Ni rastro de la flor roja.
Dos días antes.
Él: "Llevaré una rosa roja para que sepas quién soy".
Ella: "¿Una rosa roja? ¡Qué clásico!".
Él: "Ya sabes que lo soy".
Ella: "Yo llevaré una mochila fucsia de las Supernenas".
Él: "¡Qué infantil eres!".
Ella: "Ya sabes que lo soy".
Seis y cuarto de la tarde de un día de marzo.
"Será capullo. Si al final resulta que estas van a tener razón…".
____ mira de nuevo su reloj. Suspira. Se ajusta la falda que se ha comprado expresamente para la cita. También lleva ropa interior nueva, aunque sabe perfectamente que no llegarán tan lejos.
Da pequeños golpecitos con el tacón en el suelo. Empieza a estar realmente enfadada.
Un día antes.
Ella: "¿Estás seguro de lo que vamos a hacer?".
Él: "No. Pero tenemos que hacerlo".
Ella: "Como no aparezcas…".
Él: "Apareceré".
Seis y media de la tarde de un día de marzo.
____ se resigna. Si al menos le hubiese dado el móvil… Se pone la mano en la frente. Está acalorada y eso que allí hace un frío que pela. No puede creerse que él no se haya presentado. Vuelve a mirar a todas partes en busca de una flor roja. Nada.
—Eres un capullo —dice en alto, pero no lo suficiente como para que alguien la oiga.
La noche anterior.
Él: "Te quiero".
Ella: "TQ".
Seis y treinta y seis de la tarde de un día de marzo.
____ se ha cansado de esperar. Tiene calor. Poco después tiene frío. Saca una goma de uno de los bolsillos de la mochila de las Supernenas y se coge una cola. Se había alisado el pelo para la ocasión, pero ahora ya le da igual. El capullo no se ha presentado. "Capullo". "¿Y ahora?". Es pronto para volver a casa y por nada del mundo quiere estar cerca de su PC. Necesita un buen café con el que aliviar las penas. Justo enfrente ve un Starbucks.
Camina hacia el paso de cebra para cruzar la calle haciendo mil y una muecas de fastidio. Mientras espera que el muñequito del semáforo se ponga en verde, recuerda la conversación con sus amigas en el instituto.
Ese mismo día por la mañana.
____: "A las cinco y media".
Cris: "Tía, no me lo puedo creer. ¿De verdad que has quedado con ese tío?".
Diana: "¡Qué fuerte me parece!".
____: "Creo que es el momento de que por fin nos conozcamos".
Miriam: "Pero si ni siquiera os habéis visto en foto…".
____: "Ya lo sé, pero me gusta y yo le gusto a él. No necesitamos fotos".
Diana. "¿Y si es un enfermo o un depravado sexual de esos…?".
Miriam: "Eso es lo que a ti te gustaría encontrar, ¿eh, Diana? Un loco que ande todo el día pensando en el sexo".
Todas ríen menos Diana, que intenta dar un tortazo a Miriam, pero esta lo esquiva hábilmente.
Cris: "¿Y si no se presenta?".
____: "Se presentará".
Miriam: "Puede que no".
Diana: "Puede que no".
____: "¡¡¡¡Os digo que sí!!!!".
Profesor de Matemáticas: "Señorita García, ya sé que le entusiasman las derivadas, pero haga el favor de contenerse un poco en clase. Y ahora,
¿puede usted salir a la pizarra a ilustrarnos con su sapiencia?".
La conversación termina y ahora todas ríen menos ____ que, de mala gana, se levanta y se dirige al encerado.
Seis y cuarenta de la tarde de un día de marzo.
____ abre la puerta del Starbucks. No hay nadie haciendo cola. Un chico calvo y delgado, con barbita, la atiende con una bonita sonrisa. La chica pide un caramel macchiato, una especialidad con caramelo y vainilla. Paga la consumición y sube a la planta de arriba a tratar de poner un poco de orden en su desordenada cabeza.
La sala está prácticamente vacía. Una parejita tontea en un sillón cerca de uno de los grandes ventanales que dan a la calle. ____ los mira de reojo.
"Qué mala pata, han cogido el mejor sitio…".
Cerca de la pareja hay otro sillón que le satisface, pero lo descarta al encontrarse demasiado cerca de aquellos novios. No es plan molestarles. Así que finalmente se decanta por un lugar alejado y esquinado, cerca de otra ventana, pero con menos luz y peor vista.
____ mira el tráfico de la ciudad.
Está pensativa y triste: tiene que reconocer ante sí misma que confiaba en que él se presentaría. Tras dos meses hablando cada día, contándose cosas, riendo, casi enamorándose…, a la hora de la verdad, él había sido un cobarde. O quizá no era lo que decía ser y finalmente ha dado por concluida la relación.
"No, no puede ser. Eso no puede ser".
Da un sorbo a su caramel macchiato.
Inevitablemente se mancha los labios y la espuma le deja una especie de bigotillo bajo la nariz. Intenta llegar con la lengua, pero es inútil. El caramelo ha hecho de las suyas. "Mierda, no he cogido servilletas y paso de cruzarme delante de esos dos otra vez".
Mira en la mochila de las Supernenas, pero no encuentra pañuelos de papel.
Suspira. Saca el libro que llevaba dentro y lo coloca sobre la mesa para continuar su rastreo con menos obstáculos. Nada. Y vuelve a suspirar.
Durante la exploración mochilera, un chico ha entrado en la sala y se ha sentado justo en el sillón que está enfrente de ____. En el tercer suspiro, al levantar la cabeza, ella lo ve. La está mirando. Es guapo. Le sonríe. ____ recuerda que aún está manchada y disimuladamente arroja el libro al suelo. Cuando se agacha para recogerlo, aprovecha y con la mano se limpia la boca, los labios, hasta se frota la nariz por si acaso. Salvada.
Pero de repente su rostro bajo la mesa se topa con el rostro del chico guapo que se ha acercado y está agachado junto a ____. Sin decir nada, el joven saca un pañuelo de papel de un paquete que llevaba en el bolsillo y se lo da.
—Toma —le dice mientras le ofrece un clínex con una amplia sonrisa. "Una sonrisa maravillosa", piensa ____—.
Aunque igual ya no lo necesitas. ____ se quiere morir al escuchar las palabras del joven guapo de la sonrisa maravillosa. Se muere de vergüenza. Sus mejillas enrojecen y, al incorporarse con el libro en la mano, se da un cabezazo contra la mesa.
— ¡Ay!
— ¿Te has hecho daño?
—No. —____ ve al chico de pie. Es bastante alto. Lleva una sudadera negra y unos pantalones vaqueros azules algo gastados. Tiene unos ojos grandes y castaños, y lleva el pelo un poco más largo que lo que a ella le hubiese gustado. Pero es realmente guapo—. Y tampoco necesito tu pañuelo.
El joven sonríe y se guarda el pañuelo en el bolsillo.
—Muy bien. Me vuelvo a mi sitio.
____ agacha la mirada y espera a que el desconocido se siente de nuevo.
Cuando intuye que el joven está otra vez sentado, levanta un poco la vista para comprobarlo. Así es.
"Qué guapo es… ¡Basta!, ¿en qué estás pensando, ____?". Un leve dolor en la cabeza, justo donde se ha dado el golpe, le devuelve a la realidad, pero al tocarse no nota ningún chichón. "Menos mal. Era lo que le faltaba". "Hija, si es que tienes la cabeza muy dura", le suele decir su madre a menudo. Mira por dónde, y sin que valga de precedente, tiene que darle la razón.
____ sonríe por primera vez en toda la tarde. Da un nuevo sorbo a su bebida, esta vez con cuidado de no mancharse, y abre el libro por la página donde unas horas antes lo había dejado. Es Perdona si te llamo amor, de Federico Moccia. Trata de una joven estudiante de diecisiete años y un publicista de treinta y seis que se enamoran. ____ no es una gran aficionada a la lectura, pero Miriam le ha hablado tanto de este libro que finalmente decidió leerlo. Y le entusiasma. Le apasionan la madurez de Niki, la protagonista, solo un año mayor que ella, y su capacidad para conquistar a un hombre mucho mayor como Alessandro. Sí. Ojalá ella algún día tuviera una historia de amor tan intensa como aquella, aunque le gustaría que el chico no fuese tan mayor, claro. Entonces de nuevo le viene a la mente el plantón. Aquel capullo la ha dejado tirada.
"Ufff".
Casi sin querer, mira al sillón donde está el chico guapo de la sonrisa maravillosa. Esta vez él no la está mirando a ella.
—No me lo puedo creer —se le escapa a ____ en voz alta. El joven está leyendo un libro, prácticamente a punto ya de terminarlo. ____ inclina la cabeza para leer el título y cerciorarse de que no se equivoca: Perdona si te llamo amor.
En esos momentos, el chico se da cuenta de que los ojos de ____ están puestos sobre él. La observa, después dirige su mirada hacia la portada del libro, luego otra vez a ella y finalmente sonríe. Con esa sonrisa maravillosa de nuevo.
— ¿Te está gustando? —le pregunta el joven, alzando un poco la voz.
"Pues claro que me gusta, estúpido. Cómo no me iba a gustar esa sonrisa, si es la más bonita que he visto nunca…", piensa ella antes de responder:
— ¿Perdona? —pregunta ____ con cara de sorpresa como si la hubieran radiografiado la mente.
—He visto antes, cuando se te ha caído el libro…, bueno, en realidad, cuando he llegado y tú estabas buscando algo en tu mochila, he visto que estamos leyendo el mismo libro. Y te preguntaba que si te está gustando.
—Ah, eso. Sí, sí que me está gustando.
—Es una bonita historia. Espera…
Entonces el joven se levanta del sillón, coge su bebida y el libro, y se sienta al lado de ____. La chica, sorprendida, vuelve a ponerse colorada. No es guapo: es guapísimo.
— ¿Te importa? Es para no estar gritando todo el tiempo…
—No, claro. Siéntate.
Pero justo en ese instante suena con fuerza Don't stop de music, de Rihanna, desde dentro de la mochila de las Supernenas. ____ da un respingo y se apresura a buscar su teléfono móvil.
Varios segundos después por fin da con él. Es Miriam.
—Perdona, es una amiga —le explica en voz bajita al joven guapísimo que le vuelve a sonreír una vez más y le hace un gesto como de "contesta, no te preocupes". Ella se levanta y camina hacia otra parte de la sala. La joven pareja enamorada ya se ha ido.
— ¿Sí…?
—Cariño, ¿qué tal va la cosa? — pregunta rápidamente Miriam al oír la voz de su amiga—. No molestamos, ¿verdad?
— ¿"Molestamos"? ¿"La cosa"?
—Sí. Estamos aquí Diana, Cris y yo reunidas. Espera. Decid algo chicas… — un escandaloso "hola", seguido de un insulto amistoso, se oye al otro lado del móvil—. ¿Ves como te queremos y nos preocupamos por ti? ¿Qué tal va la cita?
"Uff, la cita". Ahora cae. Pero no tiene ganas de dar explicaciones a sus amigas en ese momento, y menos tener que darles la razón. Así que se ahorra decirles que aquel capullo no se ha presentado.
—Bien, "la cosa" va bien. Pero no puedo hablar ahora mismo. Estoy muy liada y…
—¡¡¡Uhhh!!! Muy liada… Mmmm. Muac, muac, muac. Bueno, no te molestamos más, niña. Queremos que nos cuentes todos los detalles mañana. Chicas, colgamos. Despedíos…
Y con un sonoro "adiós, te queremos", seguido de otro improperio cariñoso, se da por finalizada la conversación.
____ cierra los ojos. Suspira. "Están locas". Y se dirige otra vez a su sillón. El joven guapísimo está de pie y lleva el libro bajo el brazo.
—Me tengo que ir. Se me ha hecho tardísimo. En diez minutos empiezo las clases.
"Las clases. ¿Qué clases? ¿A estas horas?".
—Encantado de conocerte. Espero que el final del libro te guste.
Y sin decir nada más el chico guapísimo de sonrisa maravillosa sale corriendo de la cafetería.
____ entonces se vuelve a sentar mientras decide que ya es hora de regresar a casa, tomar un buen baño relajante y olvidarse por un tiempo de su PC. Coge el libro para guardarlo, pero percibe algo extraño. El separador no es el suyo y además está en la última página.
"Ese idiota se ha equivocado de libro y se ha llevado el mío".
Abre el libro por el final y arriba, escrito con bolígrafo azul, puede leer: " zaynescritor@hotmail.com. Por si quieres comentar el final del libro".
La nota le hace sonreír y ____ termina soltando una pequeña carcajada.
Guarda el libro dentro de su mochila de las Supernenas y camina hacia las escaleras de la planta alta del Starbucks sin poder evitar una sonrisa tonta.
"Y el tío va y me dice que espera que el final del libro me guste. Qué capullo…". Pero, hablando de capullos… En ese momento, otro joven alto, atractivo, sube a toda velocidad las escaleras de la cafetería. Va tan deprisa que no ve a ____: al tropezar con ella, la chica da un culazo contra el suelo y él casi se cae encima, pero consigue saltarla y termina de rodillas justo detrás. De sus manos resbala una rosa roja. Ambos se miran sorprendidos. Él sonríe al ver la mochila de las Supernenas en el suelo..
Seis de la tarde de un día de marzo.
Mira de nuevo su reloj y se sopla el flequillo. Vistazo a un lado, a otro. Nada.
Ni rastro de la flor roja.
Dos días antes.
Él: "Llevaré una rosa roja para que sepas quién soy".
Ella: "¿Una rosa roja? ¡Qué clásico!".
Él: "Ya sabes que lo soy".
Ella: "Yo llevaré una mochila fucsia de las Supernenas".
Él: "¡Qué infantil eres!".
Ella: "Ya sabes que lo soy".
Seis y cuarto de la tarde de un día de marzo.
"Será capullo. Si al final resulta que estas van a tener razón…".
____ mira de nuevo su reloj. Suspira. Se ajusta la falda que se ha comprado expresamente para la cita. También lleva ropa interior nueva, aunque sabe perfectamente que no llegarán tan lejos.
Da pequeños golpecitos con el tacón en el suelo. Empieza a estar realmente enfadada.
Un día antes.
Ella: "¿Estás seguro de lo que vamos a hacer?".
Él: "No. Pero tenemos que hacerlo".
Ella: "Como no aparezcas…".
Él: "Apareceré".
Seis y media de la tarde de un día de marzo.
____ se resigna. Si al menos le hubiese dado el móvil… Se pone la mano en la frente. Está acalorada y eso que allí hace un frío que pela. No puede creerse que él no se haya presentado. Vuelve a mirar a todas partes en busca de una flor roja. Nada.
—Eres un capullo —dice en alto, pero no lo suficiente como para que alguien la oiga.
La noche anterior.
Él: "Te quiero".
Ella: "TQ".
Seis y treinta y seis de la tarde de un día de marzo.
____ se ha cansado de esperar. Tiene calor. Poco después tiene frío. Saca una goma de uno de los bolsillos de la mochila de las Supernenas y se coge una cola. Se había alisado el pelo para la ocasión, pero ahora ya le da igual. El capullo no se ha presentado. "Capullo". "¿Y ahora?". Es pronto para volver a casa y por nada del mundo quiere estar cerca de su PC. Necesita un buen café con el que aliviar las penas. Justo enfrente ve un Starbucks.
Camina hacia el paso de cebra para cruzar la calle haciendo mil y una muecas de fastidio. Mientras espera que el muñequito del semáforo se ponga en verde, recuerda la conversación con sus amigas en el instituto.
Ese mismo día por la mañana.
____: "A las cinco y media".
Cris: "Tía, no me lo puedo creer. ¿De verdad que has quedado con ese tío?".
Diana: "¡Qué fuerte me parece!".
____: "Creo que es el momento de que por fin nos conozcamos".
Miriam: "Pero si ni siquiera os habéis visto en foto…".
____: "Ya lo sé, pero me gusta y yo le gusto a él. No necesitamos fotos".
Diana. "¿Y si es un enfermo o un depravado sexual de esos…?".
Miriam: "Eso es lo que a ti te gustaría encontrar, ¿eh, Diana? Un loco que ande todo el día pensando en el sexo".
Todas ríen menos Diana, que intenta dar un tortazo a Miriam, pero esta lo esquiva hábilmente.
Cris: "¿Y si no se presenta?".
____: "Se presentará".
Miriam: "Puede que no".
Diana: "Puede que no".
____: "¡¡¡¡Os digo que sí!!!!".
Profesor de Matemáticas: "Señorita García, ya sé que le entusiasman las derivadas, pero haga el favor de contenerse un poco en clase. Y ahora,
¿puede usted salir a la pizarra a ilustrarnos con su sapiencia?".
La conversación termina y ahora todas ríen menos ____ que, de mala gana, se levanta y se dirige al encerado.
Seis y cuarenta de la tarde de un día de marzo.
____ abre la puerta del Starbucks. No hay nadie haciendo cola. Un chico calvo y delgado, con barbita, la atiende con una bonita sonrisa. La chica pide un caramel macchiato, una especialidad con caramelo y vainilla. Paga la consumición y sube a la planta de arriba a tratar de poner un poco de orden en su desordenada cabeza.
La sala está prácticamente vacía. Una parejita tontea en un sillón cerca de uno de los grandes ventanales que dan a la calle. ____ los mira de reojo.
"Qué mala pata, han cogido el mejor sitio…".
Cerca de la pareja hay otro sillón que le satisface, pero lo descarta al encontrarse demasiado cerca de aquellos novios. No es plan molestarles. Así que finalmente se decanta por un lugar alejado y esquinado, cerca de otra ventana, pero con menos luz y peor vista.
____ mira el tráfico de la ciudad.
Está pensativa y triste: tiene que reconocer ante sí misma que confiaba en que él se presentaría. Tras dos meses hablando cada día, contándose cosas, riendo, casi enamorándose…, a la hora de la verdad, él había sido un cobarde. O quizá no era lo que decía ser y finalmente ha dado por concluida la relación.
"No, no puede ser. Eso no puede ser".
Da un sorbo a su caramel macchiato.
Inevitablemente se mancha los labios y la espuma le deja una especie de bigotillo bajo la nariz. Intenta llegar con la lengua, pero es inútil. El caramelo ha hecho de las suyas. "Mierda, no he cogido servilletas y paso de cruzarme delante de esos dos otra vez".
Mira en la mochila de las Supernenas, pero no encuentra pañuelos de papel.
Suspira. Saca el libro que llevaba dentro y lo coloca sobre la mesa para continuar su rastreo con menos obstáculos. Nada. Y vuelve a suspirar.
Durante la exploración mochilera, un chico ha entrado en la sala y se ha sentado justo en el sillón que está enfrente de ____. En el tercer suspiro, al levantar la cabeza, ella lo ve. La está mirando. Es guapo. Le sonríe. ____ recuerda que aún está manchada y disimuladamente arroja el libro al suelo. Cuando se agacha para recogerlo, aprovecha y con la mano se limpia la boca, los labios, hasta se frota la nariz por si acaso. Salvada.
Pero de repente su rostro bajo la mesa se topa con el rostro del chico guapo que se ha acercado y está agachado junto a ____. Sin decir nada, el joven saca un pañuelo de papel de un paquete que llevaba en el bolsillo y se lo da.
—Toma —le dice mientras le ofrece un clínex con una amplia sonrisa. "Una sonrisa maravillosa", piensa ____—.
Aunque igual ya no lo necesitas. ____ se quiere morir al escuchar las palabras del joven guapo de la sonrisa maravillosa. Se muere de vergüenza. Sus mejillas enrojecen y, al incorporarse con el libro en la mano, se da un cabezazo contra la mesa.
— ¡Ay!
— ¿Te has hecho daño?
—No. —____ ve al chico de pie. Es bastante alto. Lleva una sudadera negra y unos pantalones vaqueros azules algo gastados. Tiene unos ojos grandes y castaños, y lleva el pelo un poco más largo que lo que a ella le hubiese gustado. Pero es realmente guapo—. Y tampoco necesito tu pañuelo.
El joven sonríe y se guarda el pañuelo en el bolsillo.
—Muy bien. Me vuelvo a mi sitio.
____ agacha la mirada y espera a que el desconocido se siente de nuevo.
Cuando intuye que el joven está otra vez sentado, levanta un poco la vista para comprobarlo. Así es.
"Qué guapo es… ¡Basta!, ¿en qué estás pensando, ____?". Un leve dolor en la cabeza, justo donde se ha dado el golpe, le devuelve a la realidad, pero al tocarse no nota ningún chichón. "Menos mal. Era lo que le faltaba". "Hija, si es que tienes la cabeza muy dura", le suele decir su madre a menudo. Mira por dónde, y sin que valga de precedente, tiene que darle la razón.
____ sonríe por primera vez en toda la tarde. Da un nuevo sorbo a su bebida, esta vez con cuidado de no mancharse, y abre el libro por la página donde unas horas antes lo había dejado. Es Perdona si te llamo amor, de Federico Moccia. Trata de una joven estudiante de diecisiete años y un publicista de treinta y seis que se enamoran. ____ no es una gran aficionada a la lectura, pero Miriam le ha hablado tanto de este libro que finalmente decidió leerlo. Y le entusiasma. Le apasionan la madurez de Niki, la protagonista, solo un año mayor que ella, y su capacidad para conquistar a un hombre mucho mayor como Alessandro. Sí. Ojalá ella algún día tuviera una historia de amor tan intensa como aquella, aunque le gustaría que el chico no fuese tan mayor, claro. Entonces de nuevo le viene a la mente el plantón. Aquel capullo la ha dejado tirada.
"Ufff".
Casi sin querer, mira al sillón donde está el chico guapo de la sonrisa maravillosa. Esta vez él no la está mirando a ella.
—No me lo puedo creer —se le escapa a ____ en voz alta. El joven está leyendo un libro, prácticamente a punto ya de terminarlo. ____ inclina la cabeza para leer el título y cerciorarse de que no se equivoca: Perdona si te llamo amor.
En esos momentos, el chico se da cuenta de que los ojos de ____ están puestos sobre él. La observa, después dirige su mirada hacia la portada del libro, luego otra vez a ella y finalmente sonríe. Con esa sonrisa maravillosa de nuevo.
— ¿Te está gustando? —le pregunta el joven, alzando un poco la voz.
"Pues claro que me gusta, estúpido. Cómo no me iba a gustar esa sonrisa, si es la más bonita que he visto nunca…", piensa ella antes de responder:
— ¿Perdona? —pregunta ____ con cara de sorpresa como si la hubieran radiografiado la mente.
—He visto antes, cuando se te ha caído el libro…, bueno, en realidad, cuando he llegado y tú estabas buscando algo en tu mochila, he visto que estamos leyendo el mismo libro. Y te preguntaba que si te está gustando.
—Ah, eso. Sí, sí que me está gustando.
—Es una bonita historia. Espera…
Entonces el joven se levanta del sillón, coge su bebida y el libro, y se sienta al lado de ____. La chica, sorprendida, vuelve a ponerse colorada. No es guapo: es guapísimo.
— ¿Te importa? Es para no estar gritando todo el tiempo…
—No, claro. Siéntate.
Pero justo en ese instante suena con fuerza Don't stop de music, de Rihanna, desde dentro de la mochila de las Supernenas. ____ da un respingo y se apresura a buscar su teléfono móvil.
Varios segundos después por fin da con él. Es Miriam.
—Perdona, es una amiga —le explica en voz bajita al joven guapísimo que le vuelve a sonreír una vez más y le hace un gesto como de "contesta, no te preocupes". Ella se levanta y camina hacia otra parte de la sala. La joven pareja enamorada ya se ha ido.
— ¿Sí…?
—Cariño, ¿qué tal va la cosa? — pregunta rápidamente Miriam al oír la voz de su amiga—. No molestamos, ¿verdad?
— ¿"Molestamos"? ¿"La cosa"?
—Sí. Estamos aquí Diana, Cris y yo reunidas. Espera. Decid algo chicas… — un escandaloso "hola", seguido de un insulto amistoso, se oye al otro lado del móvil—. ¿Ves como te queremos y nos preocupamos por ti? ¿Qué tal va la cita?
"Uff, la cita". Ahora cae. Pero no tiene ganas de dar explicaciones a sus amigas en ese momento, y menos tener que darles la razón. Así que se ahorra decirles que aquel capullo no se ha presentado.
—Bien, "la cosa" va bien. Pero no puedo hablar ahora mismo. Estoy muy liada y…
—¡¡¡Uhhh!!! Muy liada… Mmmm. Muac, muac, muac. Bueno, no te molestamos más, niña. Queremos que nos cuentes todos los detalles mañana. Chicas, colgamos. Despedíos…
Y con un sonoro "adiós, te queremos", seguido de otro improperio cariñoso, se da por finalizada la conversación.
____ cierra los ojos. Suspira. "Están locas". Y se dirige otra vez a su sillón. El joven guapísimo está de pie y lleva el libro bajo el brazo.
—Me tengo que ir. Se me ha hecho tardísimo. En diez minutos empiezo las clases.
"Las clases. ¿Qué clases? ¿A estas horas?".
—Encantado de conocerte. Espero que el final del libro te guste.
Y sin decir nada más el chico guapísimo de sonrisa maravillosa sale corriendo de la cafetería.
____ entonces se vuelve a sentar mientras decide que ya es hora de regresar a casa, tomar un buen baño relajante y olvidarse por un tiempo de su PC. Coge el libro para guardarlo, pero percibe algo extraño. El separador no es el suyo y además está en la última página.
"Ese idiota se ha equivocado de libro y se ha llevado el mío".
Abre el libro por el final y arriba, escrito con bolígrafo azul, puede leer: " zaynescritor@hotmail.com. Por si quieres comentar el final del libro".
La nota le hace sonreír y ____ termina soltando una pequeña carcajada.
Guarda el libro dentro de su mochila de las Supernenas y camina hacia las escaleras de la planta alta del Starbucks sin poder evitar una sonrisa tonta.
"Y el tío va y me dice que espera que el final del libro me guste. Qué capullo…". Pero, hablando de capullos… En ese momento, otro joven alto, atractivo, sube a toda velocidad las escaleras de la cafetería. Va tan deprisa que no ve a ____: al tropezar con ella, la chica da un culazo contra el suelo y él casi se cae encima, pero consigue saltarla y termina de rodillas justo detrás. De sus manos resbala una rosa roja. Ambos se miran sorprendidos. Él sonríe al ver la mochila de las Supernenas en el suelo..
Evaa
Re: Canciones para ____ (Zayn, Harry)
Capítulo 2
Más o menos a esa hora, en otro sitio de la ciudad.
También él mira el reloj. También él suspira. Liam está sentado en el suelo encima de una alfombra, haciendo los deberes de Matemáticas. De fondo suena una canción de Maná. ¿Cómo pudiera un pez nadar sin agua? ¿Cómo pudiera un ave volar sin alas? ¿Cómo pudiera la flor crecer sin tierra? Cómo quisiera poder vivir sin ti…
No puede evitar repetir la última frase. Y se le encoge el corazón. Y suspira. Cómo quisiera poder vivir sin ti. Sí. Eso es lo que él querría: poder vivir sin pensar en ella.
"Céntrate, Liam… Los deberes, las Matemáticas, las notas… ¡Pero así no puedo!".
Se levanta y pone en modo silencio el reproductor del PC. Le parece un sacrilegio cortar una canción de Maná, su grupo preferido, y también el de ella, pero, si no, es imposible concentrarse.
Vuelve a la alfombra. A las dichosas Matemáticas. Derivadas. Concentración. Encoge las piernas situando la derecha sobre la izquierda. Hace movimientos de relajación con el cuello. Luego coloca sobre su cabeza el cuaderno de Matemáticas. Hace equilibrio y no se cae. A continuación pone sus manos a ambos lados de las sienes y con los dedos índice y corazón comienza a frotárselas suavemente, con pequeños círculos. Cierra los ojos y de su boca sale un "Ohmmmmm" de cinco segundos. Luego otro "Ohmmmmm", este un poco más largo. Y luego… se oye una tos desde la puerta de su habitación.
—Ejem. Ahora entiendo por qué no tienes novia…
Su hermana sonríe y sus amigas no pueden evitar una pequeña carcajada detrás.
Liam abre los ojos, descruza las piernas y se quita el cuaderno de la cabeza. Se ha puesto rojo como un tomate.
Las mira nervioso y espera que ella no esté allí. Parece que no. Solo son su hermana y dos de las pesadas de clase.
— ¿Qué quieres?
—Decirte que nos vamos. Papá y mamá no están así que te quedas solo. A ver qué haces… ¿eh?
La chica pone cara pícara y luego silba mirando hacia arriba.
—Pues qué voy a hacer…, terminar este coñazo…
— ¿Estás con las derivadas? Luego me las pasas.
— ¡Y a nosotras también! —se oye en el pasillo.
Liam mira a su hermana con indignación.
— ¿Y por qué no te lo curras un poco? No me extraña que repitieras cuarto. No te vale con que tu hermano te coja, sino que además quieres que te adelante… Debería darte vergüenza, Miriam.
—No seas tonto. Si lo hice para estar en clase con estas petardas —se burla Miriam, señalando a Diana y Cris. Y de improviso se lanza al suelo encima de su hermano pequeño.
—Pero, ¿qué haces? ¡Para de una vez!
Tirados en la alfombra, Miriam no para de besuquear a Liam.
— ¿Quién es el hermano más guapo y bueno del mundo mundial y del universo universal?
Las dos amigas, detrás, ríen sin parar al ver la cómica escena entre los hermanos.
— ¡Vale! ¡Basta! Luego te paso los deberes, pero déjame ya en paz. Eres, eres…
—…increíble, ¿a que sí? —Y da un sonoro beso en la mejilla a Mario—. ¡Guapo! —Luego se levanta, se coloca bien el escote y el pantalón y, tras salir de la habitación, cierra la puerta.
Qué pesadilla compartir clase con ella. No solo tenía que soportarla en casa sino que este era el segundo año que, además, también la veía a todas horas en el instituto. A Liam no le hacía ninguna gracia. Para colmo de males, su hermana se había convertido en la mejor amiga de… Clavado en un bar suena desde el móvil encima del escritorio. ¿Ella? No puede ser. Nunca le llama. Pero, ¿y si es ella?
Liam se levanta con torpeza, resbalando, dándose con la pared, pero al fin llega al escritorio. Decepción: son sus padres.
—Dime, mamá…
—Hijo, llegaremos tarde. Haceos vosotros la cena. Tenéis ahí varias cosas en el frigorífico.
—Sí, mamá.
—Y dile a tu hermana que cene algo, que siempre está con esas tonterías de la Dieta.
—Sí, mamá.
—Y que haga los deberes.
—Sí, mamá.
—Y, si pasa algo, llámanos al móvil.
—Sí, mamá.
—Y…
—Mamá —interrumpe Liam—, ¿todo esto no deberías decírselo a Miriam, que es la hermana mayor?
Su madre se queda callada al otro lado del móvil durante unos breves segundos:
—No —termina contestando con rotundidad—. Si pasa algo, ya sabes… Un beso cariño. Te quiero.
El chico mueve la cabeza de un lado para el otro y deja otra vez el móvil en el escritorio. Camina hacia el PC y vuelve a subir el volumen del reproductor. Cuando los ángeles lloran. De pie, escucha y tararea un trozo de la canción. Luego se agacha y recoge lo que tenía sobre la alfombra. De su cuaderno de Matemáticas cae una foto que esa misma mañana había hecho en el instituto y que nada más llegar a casa había impreso. Está preciosa. Bueno, tal vez preciosa no sea la palabra, ya que sale sacando la lengua y guiñando un ojo. Pero para Liam ella siempre está preciosa. Le tiene puesta la mano por detrás, abrazándola. Si ella supiera que estaría abrazándola cada hora, cada minuto, cada segundo de cada día… Abrazándola y besándola. No pararía de saborear sus labios, su boca… Y es que la quiere. La ama con todas sus fuerzas.
¡Cómo es posible que todavía haya gente que diga que a los dieciséis años no se sabe lo que es el amor…! Que eso no es un amor verdadero. Y entonces, ¿qué es? Si le duele con tan solo pensarlo…
Mira su reloj. ¿Qué estará haciendo ella ahora? ¿Y si la llama? No, no quiere ser pesado. No quiere molestarla. ¿Qué le podría decir, además? Si ya la ve cada día en clase… No, no puede ser un pesado. ¿Un SMS? No, tampoco. Eso sería peor aún. ¿Y si luego no le contesta como ha pasado otras veces? Se pone nervioso, tenso. Cree que a ella él le importa lo más mínimo. Es duro amar en silencio.
El ordenador. Internet. Seguro que a esta hora anda en el Messenger. Últimamente entra mucho, más de lo habitual. Aunque a veces tarde en contestarle. Silencios largos. Silencios eternos.
Liam entra en su MSN, y teclea la clave, "____tq". No está. Sale del MSN y vuelve a escribir la contraseña. Diez veces en media hora. No aparece.
Finalmente, derrotado, se tumba en la cama con la almohada sobre la cabeza. En su PC suena Labios compartidos.
Más o menos a esa hora, en otro sitio de la ciudad.
También él mira el reloj. También él suspira. Liam está sentado en el suelo encima de una alfombra, haciendo los deberes de Matemáticas. De fondo suena una canción de Maná. ¿Cómo pudiera un pez nadar sin agua? ¿Cómo pudiera un ave volar sin alas? ¿Cómo pudiera la flor crecer sin tierra? Cómo quisiera poder vivir sin ti…
No puede evitar repetir la última frase. Y se le encoge el corazón. Y suspira. Cómo quisiera poder vivir sin ti. Sí. Eso es lo que él querría: poder vivir sin pensar en ella.
"Céntrate, Liam… Los deberes, las Matemáticas, las notas… ¡Pero así no puedo!".
Se levanta y pone en modo silencio el reproductor del PC. Le parece un sacrilegio cortar una canción de Maná, su grupo preferido, y también el de ella, pero, si no, es imposible concentrarse.
Vuelve a la alfombra. A las dichosas Matemáticas. Derivadas. Concentración. Encoge las piernas situando la derecha sobre la izquierda. Hace movimientos de relajación con el cuello. Luego coloca sobre su cabeza el cuaderno de Matemáticas. Hace equilibrio y no se cae. A continuación pone sus manos a ambos lados de las sienes y con los dedos índice y corazón comienza a frotárselas suavemente, con pequeños círculos. Cierra los ojos y de su boca sale un "Ohmmmmm" de cinco segundos. Luego otro "Ohmmmmm", este un poco más largo. Y luego… se oye una tos desde la puerta de su habitación.
—Ejem. Ahora entiendo por qué no tienes novia…
Su hermana sonríe y sus amigas no pueden evitar una pequeña carcajada detrás.
Liam abre los ojos, descruza las piernas y se quita el cuaderno de la cabeza. Se ha puesto rojo como un tomate.
Las mira nervioso y espera que ella no esté allí. Parece que no. Solo son su hermana y dos de las pesadas de clase.
— ¿Qué quieres?
—Decirte que nos vamos. Papá y mamá no están así que te quedas solo. A ver qué haces… ¿eh?
La chica pone cara pícara y luego silba mirando hacia arriba.
—Pues qué voy a hacer…, terminar este coñazo…
— ¿Estás con las derivadas? Luego me las pasas.
— ¡Y a nosotras también! —se oye en el pasillo.
Liam mira a su hermana con indignación.
— ¿Y por qué no te lo curras un poco? No me extraña que repitieras cuarto. No te vale con que tu hermano te coja, sino que además quieres que te adelante… Debería darte vergüenza, Miriam.
—No seas tonto. Si lo hice para estar en clase con estas petardas —se burla Miriam, señalando a Diana y Cris. Y de improviso se lanza al suelo encima de su hermano pequeño.
—Pero, ¿qué haces? ¡Para de una vez!
Tirados en la alfombra, Miriam no para de besuquear a Liam.
— ¿Quién es el hermano más guapo y bueno del mundo mundial y del universo universal?
Las dos amigas, detrás, ríen sin parar al ver la cómica escena entre los hermanos.
— ¡Vale! ¡Basta! Luego te paso los deberes, pero déjame ya en paz. Eres, eres…
—…increíble, ¿a que sí? —Y da un sonoro beso en la mejilla a Mario—. ¡Guapo! —Luego se levanta, se coloca bien el escote y el pantalón y, tras salir de la habitación, cierra la puerta.
Qué pesadilla compartir clase con ella. No solo tenía que soportarla en casa sino que este era el segundo año que, además, también la veía a todas horas en el instituto. A Liam no le hacía ninguna gracia. Para colmo de males, su hermana se había convertido en la mejor amiga de… Clavado en un bar suena desde el móvil encima del escritorio. ¿Ella? No puede ser. Nunca le llama. Pero, ¿y si es ella?
Liam se levanta con torpeza, resbalando, dándose con la pared, pero al fin llega al escritorio. Decepción: son sus padres.
—Dime, mamá…
—Hijo, llegaremos tarde. Haceos vosotros la cena. Tenéis ahí varias cosas en el frigorífico.
—Sí, mamá.
—Y dile a tu hermana que cene algo, que siempre está con esas tonterías de la Dieta.
—Sí, mamá.
—Y que haga los deberes.
—Sí, mamá.
—Y, si pasa algo, llámanos al móvil.
—Sí, mamá.
—Y…
—Mamá —interrumpe Liam—, ¿todo esto no deberías decírselo a Miriam, que es la hermana mayor?
Su madre se queda callada al otro lado del móvil durante unos breves segundos:
—No —termina contestando con rotundidad—. Si pasa algo, ya sabes… Un beso cariño. Te quiero.
El chico mueve la cabeza de un lado para el otro y deja otra vez el móvil en el escritorio. Camina hacia el PC y vuelve a subir el volumen del reproductor. Cuando los ángeles lloran. De pie, escucha y tararea un trozo de la canción. Luego se agacha y recoge lo que tenía sobre la alfombra. De su cuaderno de Matemáticas cae una foto que esa misma mañana había hecho en el instituto y que nada más llegar a casa había impreso. Está preciosa. Bueno, tal vez preciosa no sea la palabra, ya que sale sacando la lengua y guiñando un ojo. Pero para Liam ella siempre está preciosa. Le tiene puesta la mano por detrás, abrazándola. Si ella supiera que estaría abrazándola cada hora, cada minuto, cada segundo de cada día… Abrazándola y besándola. No pararía de saborear sus labios, su boca… Y es que la quiere. La ama con todas sus fuerzas.
¡Cómo es posible que todavía haya gente que diga que a los dieciséis años no se sabe lo que es el amor…! Que eso no es un amor verdadero. Y entonces, ¿qué es? Si le duele con tan solo pensarlo…
Mira su reloj. ¿Qué estará haciendo ella ahora? ¿Y si la llama? No, no quiere ser pesado. No quiere molestarla. ¿Qué le podría decir, además? Si ya la ve cada día en clase… No, no puede ser un pesado. ¿Un SMS? No, tampoco. Eso sería peor aún. ¿Y si luego no le contesta como ha pasado otras veces? Se pone nervioso, tenso. Cree que a ella él le importa lo más mínimo. Es duro amar en silencio.
El ordenador. Internet. Seguro que a esta hora anda en el Messenger. Últimamente entra mucho, más de lo habitual. Aunque a veces tarde en contestarle. Silencios largos. Silencios eternos.
Liam entra en su MSN, y teclea la clave, "____tq". No está. Sale del MSN y vuelve a escribir la contraseña. Diez veces en media hora. No aparece.
Finalmente, derrotado, se tumba en la cama con la almohada sobre la cabeza. En su PC suena Labios compartidos.
Evaa
Re: Canciones para ____ (Zayn, Harry)
Capítulo 3
Ese día de marzo, en esa misma ciudad, unas horas antes del encontronazo entre ____ y Harry.
La redacción está completamente vacía. Solo queda el jefe, encerrado como siempre en su pequeño despacho, y él, que además está a punto de terminar un artículo sobre esa banda escocesa de moda en Reino Unido. Bajito, muy bajito, en el ordenador suena All you need is love, pero no la original de los Beatles sino una versión que sale en la película Love actually. "Todo lo que necesitas es amor".
Harry relee una vez más lo que ha escrito. Prácticamente, cada vez que escribe una línea, examina el texto entero.
"Ya casi está", piensa. Escribir, la música…: esto es lo que le gusta de verdad. Vale, la revista no es gran cosa y el sueldo tampoco. Pero es su primer trabajo serio a sus veintidós años y quizá, con el tiempo, pueda llegar a más.
A la Rolling Stone, por ejemplo. Pero por ahora se conforma con lo que tiene. Otros compañeros de carrera aún no tienen trabajo mientras que él, además, escribe sobre lo que le gusta.
Termina la canción y comienza I finally found someone cantada a dúo por Brian Adams y Barbara Streisand.
"Finalmente encontré a alguien". Harry sonríe. Recuerda que esa canción se la pasó a ____ por el MSN. Ella no la conocía por el título, pero cuando la oyó, dijo: "Ahhhh, sííííí. ¡¡¡¡Esta salió en Operación Triunfo!!!!".
Él, en su soledad, sentado frente al ordenador portátil, no pudo evitar sonreír ante la respuesta de aquella chica que en las últimas semanas le había robado un trocito del corazón. ¿Estaba enamorado? Esa tarde darían un pasito más.
Después de dos meses hablando cada día, por fin se iban a ver, se iban a tocar, se iban a oler… Entonces descubriría si realmente aquella chica le gustaba de verdad.
En ese momento se abre la puerta del despacho del jefe. Jaime Suárez, con aire triunfalista y a pasos acelerados, avanza hasta la mesa en la que Harry está terminando su artículo.
—Lo conseguimos: confirmado. Esta tarde nos visita Katia para una entrevista.
— ¿Katia? ¿"Esa" Katia?
— ¿Cuántas cantantes conoces que se llamen Katia, Harry? Katia se había convertido en las últimas semanas en un fenómeno social. Cualquier adolescente llevaba en su Ipod la canción Ilusionas mi corazón, el tema número uno en las listas de ventas del mes anterior.
La joven cantante había irrumpido de una manera abrumadora en el panorama musical con su primer single.
— ¡Qué suerte! ¿Se encargará usted de la entrevista?
—No, Harry, lo harás tú. Maite y Valeria no están en la ciudad. Y yo estoy ya muy mayor para este tipo de entrevistas. Tú te entenderás mejor con ella: casi tenéis la misma edad.
Harry sólo pudo forrar una sonrisa. ¡Precisamente esa tarde tenía que ser…! La tarde que tenía libre, la tarde en la que había quedado con ____… "Un periodista no tiene horarios, ____: siempre tenemos que estar al pie del cañón y dispuestos", le solía comentar su jefe cuando le veía mirar el reloj al acercarse la hora de salida de la redacción.
— ¿Y a qué hora va a venir? — preguntó el chico preocupado.
—Pues su agente nos ha dicho que sobre las cuatro de la tarde.
Mentalmente Harry calculó el tiempo que le llevaría aquello y llegar después a su cita. Con un poco de suerte a las cuatro y media o cinco menos cuarto habría terminado. En cuarenta minutos llegaría en metro sin problemas al lugar donde había quedado con ____. No podría ir a casa a cambiarse, pero eso no le importaba demasiado. Él siempre estaba correctamente vestido: elegante, pero, al mismo tiempo, desenfadado. No era una costumbre sino su estilo.
—Muy bien, jefe, yo me encargo. Me pondré a preparar la entrevista ahora mismo.
—Perfecto, Harry. Aquí tienes. —Una carpeta con fotos, entrevistas anteriores, artículos sobre Katia y su CD, caen encima de la mesa del joven periodista—. Entra en Internet también y busca información sobre ella. Pero nada de entretenerse con el MSN, ¿eh?
El joven sonríe. ¿Sabría su jefe que en ocasiones, cuando había poco trabajo, hablaba con ____ desde el ordenador de la redacción?
—Me pongo en ello inmediatamente.
Durante casi dos horas, Harry se olvida del mundo y estudia a fondo todo lo relacionado con la cantante. Incluso escucha el disco un par de veces. Los minutos pasan y la entrevista se acerca. También la cita con ____. A las cuatro menos cuarto ha terminado de preparar la entrevista.
Entra en el despacho de Jaime Suárez, al que entrega el trabajo realizado: personal, pero no íntimo; preguntas sobre música, pero tratadas de una manera diferente; una entrevista muy cuidada, pero con su toque encantador. De todas formas, Harry sabe que eso solo será el cincuenta por ciento de lo que realmente saldrá cuando esté con ella. La mejor entrevista es la que surge de la improvisación cuando dos personas establecen una conversación con tranquilidad. El guión sólo está para dar seguridad por si la mente se queda en blanco. Su jefe termina de inspeccionar el trabajo y sonríe complacido:
—Esto está muy bien. No cabe duda de que serás un gran periodista y que pronto emigrarás de esta pequeña redacción.
El halago de Jaime Suárez produce una gran sonrisa en Harry aunque no puede evitar mirar el reloj con algo de ansiedad.
—Son las cuatro y cuarto; tiene que estar al llegar —señala su jefe.
Pero a las cuatro y media Katia no ha llegado. Ni a las cinco menos cuarto.
Tampoco a las cinco la joven cantante ha aparecido en la redacción. Harry se muerde las uñas. No puede creerse que aquello le esté pasando. Cada vez más nervioso, mira su reloj cada medio minuto.
Ya es seguro que llegará tarde a su encuentro con ____. En un intento desesperado entra en el MSN de su ordenador para ver si ella está conectada y poder avisarla de que se va a retrasar.
Pero la chica no está.
Tensión. Nervios. Las cinco y cuarto. "¡Mierda, las cinco y media!". ____ ya debe de estar allí esperándole, con su mochila de las Supernenas. "¡La rosa!".
Ni se había acordado en toda la tarde de ella. El día anterior había comprado una docena que regaló a su madre. Nadie se dio cuenta de que, en lugar de doce rosas, había trece. Una de más, para su identificación personal.
"¡Qué clásico!", le había dicho ella.
Sí, realmente Harry se consideraba un clásico, pero adaptado a la época en la que vivía. Podía oír tanto a Metallica como a Rihanna, a Laura Pausini como a El Barrio. Leía tanto a Agatha Christie como a Ruiz Zafón, a Pérez Reverte como a Stephen King. Le quedaban tan bien las chaquetas de sport como los pantalones vaqueros rotos. Era un chico preparado para vivir lo que le tocase vivir y en cualquier circunstancia. Tan indefinible como impredecible. En la Facultad siempre se lo decían: lo que hoy en día te hace triunfar es la versatilidad y ser polifacético. Y él lo era.
— ¡Ya está aquí! —grita Jaime Suárez desde la puerta del despacho. La chica que trabaja en recepción se lo acaba de comunicar. Acto seguido el jefe corre para recibir a la invitada.
Harry suspira y se dirige a la entrada de la redacción. Por la puerta entran conversando amigablemente Jaime Suárez y el representante de la chica, Mauricio Torres, vestido con chaqueta y corbata.
Katia solo sonríe, sin decir nada.
— Perdónenos el retraso. Hemos tenido una entrevista en una emisora de radio justo en el otro extremo de la ciudad que ha terminado tardísimo. Apenas hemos comido un sándwich cada uno.
—No se preocupe. Ya sabemos cómo son estas cosas de los medios. Ni siquiera nos habíamos dado cuenta de la hora que era.
Harry, que en estos momentos se ha unido al trío, arquea las cejas, aunque trata de disimular su disgusto.
—Ah, Harry, estás aquí —dice Jaime tomando del brazo a su pupilo—. Este es
Harry Styles, el periodista que le va a hacer la entrevista a Katia.
El joven estrecha la mano del representante y luego, algo confuso, da dos besos a la cantante, a la que en un principio también se había propuesto saludar con la mano.
Katia es en persona mucho más guapa que en las fotos que Harry había estado examinando toda la tarde. Emana como una luz de su presencia y su rostro transmite calma. Tiene una sonrisa inmensa y sus ojos no pueden ser más celestes, seguramente gracias a la elección de unas lentillas de ese color. Es pequeñita, de esas personas que suelen ir diciendo que las cosas buenas vienen en frascos pequeños. Lo único que podría desentonar en aquella chica era su pelo de color rosa y, sin embargo, a ella le queda como si fuera el suyo natural. Aunque en sus actuaciones suele vestir con ropa estrafalaria más propia de Punky Brewster que de una cantante de éxito, a la entrevista ha ido con unos jeans muy ajustaditos de color oscuro y una camiseta roja y negra bastante discreta. En sus manos porta una torera vaquera a juego con el pantalón.
—Bueno, chicos, os dejamos solos para que os concentréis en la entrevista — señala el jefe, invitando al agente a pasar a su despacho para dar más privacidad al trabajo de Harry. Jaime sabe que en el cara a cara a solas, su muchacho gana mucho.
Cuando se quedan solos, Harry invita a la joven a que se siente en un sofá al fondo de la redacción. Él acerca otro y se sitúa enfrente de ella.
—Antes de nada quería pedirte disculpas por el retraso —se anticipa
Katia—. Lo siento mucho, de verdad. He visto tu cara cuando tu jefe ha dicho que no importaba. Seguro que tienes algo que hacer…
—No te preocupes, solamente estaba preparando la entrevista —miente Harry.
La chica lo mira a los ojos y esboza una simpática sonrisa.
—Bueno, no insisto más. Comencemos. Cuanto antes empecemos, antes terminaremos.
Harry asiente y pone en marcha la grabadora.
La entrevista resulta tal y como pretendía. Amena, divertida, personal sin llegar a intimar en la vida de Katia. Es incluso algo atrevida. Lo cierto es que aquella joven de veinte años, que aparenta tener dieciséis, durante casi una hora hace olvidar a Harry que tiene la cita que llevaba soñando desde hace dos meses.
Una conversación encantadora.
—Pues ya está. Hemos terminado — dice el periodista cerrando la libreta en la que había estado apuntando algunos datos importantes. Luego pulsa el stop de la grabadora y la deja encima de su mesa.
—Ha sido muy agradable —señala ella, levantándose del sillón—. Una cosa,
Harry, ¿tienes coche?
Este la mira sorprendido.
—No.
—Vale, entonces dime dónde te llevo.
La cara del chico es de desconcierto absoluto.
— ¿A qué te refieres?
—Vamos… No perdamos más tiempo, he venido en mi coche. ¡Corre! Luego vendré por Mauricio.
Katia coge de la mano a Harry y ambos salen corriendo de la redacción. Y continúan corriendo por la calle. Paran dos segundos para respirar y siguen corriendo hasta llegar al Audi más peculiar de toda la ciudad. Harry se queda boquiabierto cuando ve aquel coche rosa con la capota negra.
—¡Hace juego con tu pelo! —bromea sonriente.
La chica no dice nada, pero también sonríe.
En el camino, el joven le cuenta la historia por encima, sin entrar en detalles como que ____ y él aún no se han visto.
La chica de pelo rosa y ojos celestísimos escucha atentamente y conduce lo más deprisa que puede hasta el lugar en el que
____ y Harry deberían haberse reunido hace más de hora y cuarto.
—¡Espera! ¡Para ahí un momento! — grita él de improviso.
Katia obedece y aparca rápidamente en doble fila. Harry se baja raudo. A los dos minutos regresa con una rosa roja en la mano.
—Un chico clásico —ríe ella. Y sigue conduciendo como alma que lleva el diablo hasta el punto del encuentro.
Por fin llegan.
—Me quedo por aquí. Muchas gracias, Katia —dice bajándose del coche y asomando la cabeza por la ventanilla.
—Es lo menos que podía hacer. Que tengas suerte,Harry. Y si ella no te perdona, yo te hago un justificante.
Y la joven del pelo color rosa, número uno en todas las listas musicales del país, guiña un ojo, aprieta el acelerador y se aleja de allí.
Harry corre hasta el lugar exacto donde dos días antes habían concertado la cita.
Mira a un lado y a otro, alrededor y a lo lejos. Busca entre la gente sentada en los bancos cercanos. Pero ____ no está.
Era de esperar…
"Habrá pensado que soy un capullo y que me he echado atrás".
Vistazo al reloj. Tardísimo. Resopla. Vuelve a mirar hacia todas partes. Nada.
No hay esperanza.
—Joven… —Una voz delicada, acompañada de una mano en su hombro, sorprende a Harry a su espalda.
El chico se gira para encontrarse ante una anciana con un organillo y un recipiente lleno de barquillos.
—Dígame, señora… —pregunta el periodista algo desconcertado.
— ¿Está buscando a alguien, verdad?
— ¡Sí! ¿Ha visto usted a una joven morena con una mochila?
—Con esa descripción, a muchas. Esto está lleno de jovencitas… pero una se ha pasado delante de mí más de una hora mirando el reloj. Se metió en aquella cafetería hace un rato —dice la anciana señalando el Starbucks—. Lo que no le puedo garantizar es que continúe allí ahora mismo.
— ¡Muchísimas gracias, señora!
Harry corre todo lo veloz que puede, saltándose incluso los semáforos y oyendo algún que otro insulto de algún que otro conductor al cruzar la calle cuando no debía.
Entra en el Starbucks como si de un corredor de cien metros lisos se tratase. Tres jóvenes alemanas o inglesas que hacen cola para pedir su bebida se le quedan mirando. Entonces ve la escalera y, subiendo los escalones de dos en dos, llega hasta arriba donde una joven no puede esquivarlo y termina dando con su trasero en el suelo. Harry consigue no pisarla y en su impulso cae de rodillas justo detrás. La rosa resbala de su mano.
Al ver aquella mochila de las Supernenas y la mirada de aquella chica comprende que su cita con ____ acaba de comenzar.
Él también la mira y sonríe.
—Perdona por el retraso, amor. Encantado. Soy Harry.
____ tarda en reaccionar. Ante sí está el chico con el que lleva hablando dos meses. Dos meses de bromas, risas, iconos, canciones, juegos, palabras. Muchas palabras. Pero ni siquiera se habían visto nunca. Ni una foto. Nada. Sin embargo, ella estaba convencida de que le gustaba. Y ahora lo tenía de rodillas a su lado. Como en un sueño. Irreal.
Harry se pone de pie y le tiende la mano para ayudarla a levantarse.
____ lo mira a los ojos. Es realmente guapo. Más tal vez de lo que ella había pensado.
—Deja, ya puedo yo sola —dice con seriedad.
Harry no puede dejar de mirarla ni un segundo. Es muy guapa. Más tal vez de lo que él había pensado.
La chica se levanta como puede, ayudándose con ambas manos. Se coloca la falda y la camiseta en su sitio, se echa el pelo hacia atrás y baja por las escaleras sin decir nada.
—Lo siento —se disculpa Harry, siguiéndola de cerca, tras recoger la rosa del suelo—. Todo ha sido por…
— Shhh, no digas nada —le interrumpe ella dándose la vuelta y mirándole con una sonrisa—. Has venido; tarde, pero has venido: eso es lo que cuenta.
El joven periodista no aparta la mirada de la suya. Tiene ganas de besarla.
—Eso es para mí, ¿no? —pregunta ella señalando la rosa que Harry lleva en la mano. Él asiente sin hablar y se la da. ____ inspira el aroma de la flor y cierra los ojos. Cuando los vuelve a abrir, sonríe y le coge la mano. Él, sorprendido, la aprieta suavemente y también sonríe. Y así, cogidos de la mano, salen de la cafetería.
Ya es noche cerrada. Caminan por la ciudad unidos, enlazados, como una pareja. A la luz de las farolas, con el brillo de la luna en una noche despejada y con el mido de los coches y de las motos de fondo. Los ruidos de la noche no impiden que ellos se sientan solos. Únicos. En perfecta armonía. Como si nada más existiesen ____ y Harry. Harry y ____. Como si fueran novios de toda la vida.
—Así que has tenido que entrevistar a Katia… —comenta ella, caminando de espaldas unos pasos por delante, sin apartar los ojos de él. Sí. Es realmente guapo.
—Eso es. Es muy simpática.
—Me encanta su canción. —Y la chica comienza a cantar con su suave voz
Ilusionas mi corazón. Harry sonríe y tararea en su mente el tema.
—Además, ella ha sido la que me ha traído en coche.
— ¿De verdad que te has montado con Katia en su propio coche?
—Sí, y tendrías que verlo.
— ¿Está bien?
— ¡Genial! Un Audi deportivo de color rosa. Nunca vi nada igual.
—No, tonto. Hablaba de ella…, que si es tan guapa como parece en las fotos y en la tele.
Harry no dice nada y piensa bien la respuesta. Realmente Katia le ha parecido mucho mejor en persona que en todas las fotos y vídeos que había visto. Sinceramente, la pequeña cantante es una chica preciosa.
—Normal. Es una chica normal — termina respondiendo.
—Mientes —refunfuña ella, pero enseguida la sonrisa le vuelve a iluminar el rostro—. Seguro que es más guapa que yo.
Harry se pone una mano en la barbilla y se la frota.
—Pues ahora que lo dices…, quizá. De hecho, cuando hemos llegado adonde había quedado contigo, le he dicho que siguiera para delante, que quería cenar con ella. Pero tenía otra entrevista…
—¡Capullo! —grita ____, haciéndole ver que se enfada, y se acerca a golpearle.
Harry la esquiva y corre divertido, alejándose de ella. Cuando la chica le va a dar alcance, él acelera un poco y se vuelve a escapar. Y así una vez tras otra, hasta que finalmente se deja arrapar y se abrazan. Su primer abrazo.
—Estoy cansada. Me has hecho correr mucho. No te ha valido con tenerme una hora de pie esperándote: ahora, además, tengo que correr detrás de ti.
—Sentémonos allí.
Es un banco vacío en una pequeña plazoleta con una fuente iluminada detrás.
Se oye de fondo cómo caen los chorros de agua regando el suelo de la fuente lleno de monedas. ____ se sienta en el banco y, cuando Harry lo va a hacer a su lado, pone la mano para evitarlo.
-- Espera.
El joven no entiende qué ocurre. ¿Se ha enfadado?
— ¿No quieres que me siente a tu lado?
— Desfila para mí.
Harry no sabe si reírse o tomárselo a broma.
— ¿Lo dices en serio?
— ¿Tú ves que tenga cara de chiste? Desfila. Quiero comprobar si esas descripciones que hacías de ti mismo en el MSN eran ciertas.
El joven se echa a reír, pero acepta dándose por vencido.
—De acuerdo. Pero luego tú, ¿vale? Promételo.
____ acepta la condición. Cruza los dedos, les da un besito y lo promete.
Harry se coloca enfrente y comienza a caminar en línea recta. No lo hace mal.
____ cruza las piernas y mira con atención.
—Chaqueta fuera —le dice.
Harry se quita la chaqueta, se la cuelga de un hombro y continúa desfilando. Va y viene. Se acerca y se aleja. La luz que embellece la fuente lo ilumina. ____ no le quita el ojo de encima ni por un momento. Finalmente el chico se detiene ante ella esperando el veredicto.
— ¿Y bien?
— Mmmm. Es cierto, tienes los hombros anchos. Creo que sí que mides metro ochenta y tres, como decías. Tampoco creo que me hayas mentido con el peso. Pero hay una cosa que decías en la que no estoy de acuerdo.
— ¿En cuál? —pregunta curioso.
—Tienes buen culo. No "normal", como me decías. Me gusta.
Harry no puede evitar una carcajada mientras se vuelve a acercar a____:
—Ahora tú. Lo prometiste.
—Espera, aún no he terminado. Agáchate.
El joven suspira. No entiende, pero obedece. Tiene su cara justo enfrente de la de la chica.
—Mírame fijamente a los ojos.
Ambos sostienen la mirada unos segundos. Unos segundos larguísimos. Unos segundos sin fin.
—Sí, son verdes —dice ella por fin.
Pero sus miradas no se desvían. Sus ojos siguen fijos, los de cada uno en los del otro. Los ojos esmeralda de Harry. Los
ojos color miel de ____. Uno perdido en el otro.
— ¿Puedo pedirte algo? —pregunta Harry.
Ella sonríe.
— No hace falta, amor. Puedes besarme.
____ acerca sus labios a los de Harry y los roza un instante con los suyos para terminar dándole un primer beso rápido. Luego, otro algo más largo y profundo. El tercero supera al segundo. Y así fue cómo, con la luz de la luna en una noche despejada, con el ruido del agua de una fuente como banda sonora, ____ y Harry se dieron su primer beso.
Ese día de marzo, en esa misma ciudad, unas horas antes del encontronazo entre ____ y Harry.
La redacción está completamente vacía. Solo queda el jefe, encerrado como siempre en su pequeño despacho, y él, que además está a punto de terminar un artículo sobre esa banda escocesa de moda en Reino Unido. Bajito, muy bajito, en el ordenador suena All you need is love, pero no la original de los Beatles sino una versión que sale en la película Love actually. "Todo lo que necesitas es amor".
Harry relee una vez más lo que ha escrito. Prácticamente, cada vez que escribe una línea, examina el texto entero.
"Ya casi está", piensa. Escribir, la música…: esto es lo que le gusta de verdad. Vale, la revista no es gran cosa y el sueldo tampoco. Pero es su primer trabajo serio a sus veintidós años y quizá, con el tiempo, pueda llegar a más.
A la Rolling Stone, por ejemplo. Pero por ahora se conforma con lo que tiene. Otros compañeros de carrera aún no tienen trabajo mientras que él, además, escribe sobre lo que le gusta.
Termina la canción y comienza I finally found someone cantada a dúo por Brian Adams y Barbara Streisand.
"Finalmente encontré a alguien". Harry sonríe. Recuerda que esa canción se la pasó a ____ por el MSN. Ella no la conocía por el título, pero cuando la oyó, dijo: "Ahhhh, sííííí. ¡¡¡¡Esta salió en Operación Triunfo!!!!".
Él, en su soledad, sentado frente al ordenador portátil, no pudo evitar sonreír ante la respuesta de aquella chica que en las últimas semanas le había robado un trocito del corazón. ¿Estaba enamorado? Esa tarde darían un pasito más.
Después de dos meses hablando cada día, por fin se iban a ver, se iban a tocar, se iban a oler… Entonces descubriría si realmente aquella chica le gustaba de verdad.
En ese momento se abre la puerta del despacho del jefe. Jaime Suárez, con aire triunfalista y a pasos acelerados, avanza hasta la mesa en la que Harry está terminando su artículo.
—Lo conseguimos: confirmado. Esta tarde nos visita Katia para una entrevista.
— ¿Katia? ¿"Esa" Katia?
— ¿Cuántas cantantes conoces que se llamen Katia, Harry? Katia se había convertido en las últimas semanas en un fenómeno social. Cualquier adolescente llevaba en su Ipod la canción Ilusionas mi corazón, el tema número uno en las listas de ventas del mes anterior.
La joven cantante había irrumpido de una manera abrumadora en el panorama musical con su primer single.
— ¡Qué suerte! ¿Se encargará usted de la entrevista?
—No, Harry, lo harás tú. Maite y Valeria no están en la ciudad. Y yo estoy ya muy mayor para este tipo de entrevistas. Tú te entenderás mejor con ella: casi tenéis la misma edad.
Harry sólo pudo forrar una sonrisa. ¡Precisamente esa tarde tenía que ser…! La tarde que tenía libre, la tarde en la que había quedado con ____… "Un periodista no tiene horarios, ____: siempre tenemos que estar al pie del cañón y dispuestos", le solía comentar su jefe cuando le veía mirar el reloj al acercarse la hora de salida de la redacción.
— ¿Y a qué hora va a venir? — preguntó el chico preocupado.
—Pues su agente nos ha dicho que sobre las cuatro de la tarde.
Mentalmente Harry calculó el tiempo que le llevaría aquello y llegar después a su cita. Con un poco de suerte a las cuatro y media o cinco menos cuarto habría terminado. En cuarenta minutos llegaría en metro sin problemas al lugar donde había quedado con ____. No podría ir a casa a cambiarse, pero eso no le importaba demasiado. Él siempre estaba correctamente vestido: elegante, pero, al mismo tiempo, desenfadado. No era una costumbre sino su estilo.
—Muy bien, jefe, yo me encargo. Me pondré a preparar la entrevista ahora mismo.
—Perfecto, Harry. Aquí tienes. —Una carpeta con fotos, entrevistas anteriores, artículos sobre Katia y su CD, caen encima de la mesa del joven periodista—. Entra en Internet también y busca información sobre ella. Pero nada de entretenerse con el MSN, ¿eh?
El joven sonríe. ¿Sabría su jefe que en ocasiones, cuando había poco trabajo, hablaba con ____ desde el ordenador de la redacción?
—Me pongo en ello inmediatamente.
Durante casi dos horas, Harry se olvida del mundo y estudia a fondo todo lo relacionado con la cantante. Incluso escucha el disco un par de veces. Los minutos pasan y la entrevista se acerca. También la cita con ____. A las cuatro menos cuarto ha terminado de preparar la entrevista.
Entra en el despacho de Jaime Suárez, al que entrega el trabajo realizado: personal, pero no íntimo; preguntas sobre música, pero tratadas de una manera diferente; una entrevista muy cuidada, pero con su toque encantador. De todas formas, Harry sabe que eso solo será el cincuenta por ciento de lo que realmente saldrá cuando esté con ella. La mejor entrevista es la que surge de la improvisación cuando dos personas establecen una conversación con tranquilidad. El guión sólo está para dar seguridad por si la mente se queda en blanco. Su jefe termina de inspeccionar el trabajo y sonríe complacido:
—Esto está muy bien. No cabe duda de que serás un gran periodista y que pronto emigrarás de esta pequeña redacción.
El halago de Jaime Suárez produce una gran sonrisa en Harry aunque no puede evitar mirar el reloj con algo de ansiedad.
—Son las cuatro y cuarto; tiene que estar al llegar —señala su jefe.
Pero a las cuatro y media Katia no ha llegado. Ni a las cinco menos cuarto.
Tampoco a las cinco la joven cantante ha aparecido en la redacción. Harry se muerde las uñas. No puede creerse que aquello le esté pasando. Cada vez más nervioso, mira su reloj cada medio minuto.
Ya es seguro que llegará tarde a su encuentro con ____. En un intento desesperado entra en el MSN de su ordenador para ver si ella está conectada y poder avisarla de que se va a retrasar.
Pero la chica no está.
Tensión. Nervios. Las cinco y cuarto. "¡Mierda, las cinco y media!". ____ ya debe de estar allí esperándole, con su mochila de las Supernenas. "¡La rosa!".
Ni se había acordado en toda la tarde de ella. El día anterior había comprado una docena que regaló a su madre. Nadie se dio cuenta de que, en lugar de doce rosas, había trece. Una de más, para su identificación personal.
"¡Qué clásico!", le había dicho ella.
Sí, realmente Harry se consideraba un clásico, pero adaptado a la época en la que vivía. Podía oír tanto a Metallica como a Rihanna, a Laura Pausini como a El Barrio. Leía tanto a Agatha Christie como a Ruiz Zafón, a Pérez Reverte como a Stephen King. Le quedaban tan bien las chaquetas de sport como los pantalones vaqueros rotos. Era un chico preparado para vivir lo que le tocase vivir y en cualquier circunstancia. Tan indefinible como impredecible. En la Facultad siempre se lo decían: lo que hoy en día te hace triunfar es la versatilidad y ser polifacético. Y él lo era.
— ¡Ya está aquí! —grita Jaime Suárez desde la puerta del despacho. La chica que trabaja en recepción se lo acaba de comunicar. Acto seguido el jefe corre para recibir a la invitada.
Harry suspira y se dirige a la entrada de la redacción. Por la puerta entran conversando amigablemente Jaime Suárez y el representante de la chica, Mauricio Torres, vestido con chaqueta y corbata.
Katia solo sonríe, sin decir nada.
— Perdónenos el retraso. Hemos tenido una entrevista en una emisora de radio justo en el otro extremo de la ciudad que ha terminado tardísimo. Apenas hemos comido un sándwich cada uno.
—No se preocupe. Ya sabemos cómo son estas cosas de los medios. Ni siquiera nos habíamos dado cuenta de la hora que era.
Harry, que en estos momentos se ha unido al trío, arquea las cejas, aunque trata de disimular su disgusto.
—Ah, Harry, estás aquí —dice Jaime tomando del brazo a su pupilo—. Este es
Harry Styles, el periodista que le va a hacer la entrevista a Katia.
El joven estrecha la mano del representante y luego, algo confuso, da dos besos a la cantante, a la que en un principio también se había propuesto saludar con la mano.
Katia es en persona mucho más guapa que en las fotos que Harry había estado examinando toda la tarde. Emana como una luz de su presencia y su rostro transmite calma. Tiene una sonrisa inmensa y sus ojos no pueden ser más celestes, seguramente gracias a la elección de unas lentillas de ese color. Es pequeñita, de esas personas que suelen ir diciendo que las cosas buenas vienen en frascos pequeños. Lo único que podría desentonar en aquella chica era su pelo de color rosa y, sin embargo, a ella le queda como si fuera el suyo natural. Aunque en sus actuaciones suele vestir con ropa estrafalaria más propia de Punky Brewster que de una cantante de éxito, a la entrevista ha ido con unos jeans muy ajustaditos de color oscuro y una camiseta roja y negra bastante discreta. En sus manos porta una torera vaquera a juego con el pantalón.
—Bueno, chicos, os dejamos solos para que os concentréis en la entrevista — señala el jefe, invitando al agente a pasar a su despacho para dar más privacidad al trabajo de Harry. Jaime sabe que en el cara a cara a solas, su muchacho gana mucho.
Cuando se quedan solos, Harry invita a la joven a que se siente en un sofá al fondo de la redacción. Él acerca otro y se sitúa enfrente de ella.
—Antes de nada quería pedirte disculpas por el retraso —se anticipa
Katia—. Lo siento mucho, de verdad. He visto tu cara cuando tu jefe ha dicho que no importaba. Seguro que tienes algo que hacer…
—No te preocupes, solamente estaba preparando la entrevista —miente Harry.
La chica lo mira a los ojos y esboza una simpática sonrisa.
—Bueno, no insisto más. Comencemos. Cuanto antes empecemos, antes terminaremos.
Harry asiente y pone en marcha la grabadora.
La entrevista resulta tal y como pretendía. Amena, divertida, personal sin llegar a intimar en la vida de Katia. Es incluso algo atrevida. Lo cierto es que aquella joven de veinte años, que aparenta tener dieciséis, durante casi una hora hace olvidar a Harry que tiene la cita que llevaba soñando desde hace dos meses.
Una conversación encantadora.
—Pues ya está. Hemos terminado — dice el periodista cerrando la libreta en la que había estado apuntando algunos datos importantes. Luego pulsa el stop de la grabadora y la deja encima de su mesa.
—Ha sido muy agradable —señala ella, levantándose del sillón—. Una cosa,
Harry, ¿tienes coche?
Este la mira sorprendido.
—No.
—Vale, entonces dime dónde te llevo.
La cara del chico es de desconcierto absoluto.
— ¿A qué te refieres?
—Vamos… No perdamos más tiempo, he venido en mi coche. ¡Corre! Luego vendré por Mauricio.
Katia coge de la mano a Harry y ambos salen corriendo de la redacción. Y continúan corriendo por la calle. Paran dos segundos para respirar y siguen corriendo hasta llegar al Audi más peculiar de toda la ciudad. Harry se queda boquiabierto cuando ve aquel coche rosa con la capota negra.
—¡Hace juego con tu pelo! —bromea sonriente.
La chica no dice nada, pero también sonríe.
En el camino, el joven le cuenta la historia por encima, sin entrar en detalles como que ____ y él aún no se han visto.
La chica de pelo rosa y ojos celestísimos escucha atentamente y conduce lo más deprisa que puede hasta el lugar en el que
____ y Harry deberían haberse reunido hace más de hora y cuarto.
—¡Espera! ¡Para ahí un momento! — grita él de improviso.
Katia obedece y aparca rápidamente en doble fila. Harry se baja raudo. A los dos minutos regresa con una rosa roja en la mano.
—Un chico clásico —ríe ella. Y sigue conduciendo como alma que lleva el diablo hasta el punto del encuentro.
Por fin llegan.
—Me quedo por aquí. Muchas gracias, Katia —dice bajándose del coche y asomando la cabeza por la ventanilla.
—Es lo menos que podía hacer. Que tengas suerte,Harry. Y si ella no te perdona, yo te hago un justificante.
Y la joven del pelo color rosa, número uno en todas las listas musicales del país, guiña un ojo, aprieta el acelerador y se aleja de allí.
Harry corre hasta el lugar exacto donde dos días antes habían concertado la cita.
Mira a un lado y a otro, alrededor y a lo lejos. Busca entre la gente sentada en los bancos cercanos. Pero ____ no está.
Era de esperar…
"Habrá pensado que soy un capullo y que me he echado atrás".
Vistazo al reloj. Tardísimo. Resopla. Vuelve a mirar hacia todas partes. Nada.
No hay esperanza.
—Joven… —Una voz delicada, acompañada de una mano en su hombro, sorprende a Harry a su espalda.
El chico se gira para encontrarse ante una anciana con un organillo y un recipiente lleno de barquillos.
—Dígame, señora… —pregunta el periodista algo desconcertado.
— ¿Está buscando a alguien, verdad?
— ¡Sí! ¿Ha visto usted a una joven morena con una mochila?
—Con esa descripción, a muchas. Esto está lleno de jovencitas… pero una se ha pasado delante de mí más de una hora mirando el reloj. Se metió en aquella cafetería hace un rato —dice la anciana señalando el Starbucks—. Lo que no le puedo garantizar es que continúe allí ahora mismo.
— ¡Muchísimas gracias, señora!
Harry corre todo lo veloz que puede, saltándose incluso los semáforos y oyendo algún que otro insulto de algún que otro conductor al cruzar la calle cuando no debía.
Entra en el Starbucks como si de un corredor de cien metros lisos se tratase. Tres jóvenes alemanas o inglesas que hacen cola para pedir su bebida se le quedan mirando. Entonces ve la escalera y, subiendo los escalones de dos en dos, llega hasta arriba donde una joven no puede esquivarlo y termina dando con su trasero en el suelo. Harry consigue no pisarla y en su impulso cae de rodillas justo detrás. La rosa resbala de su mano.
Al ver aquella mochila de las Supernenas y la mirada de aquella chica comprende que su cita con ____ acaba de comenzar.
Él también la mira y sonríe.
—Perdona por el retraso, amor. Encantado. Soy Harry.
____ tarda en reaccionar. Ante sí está el chico con el que lleva hablando dos meses. Dos meses de bromas, risas, iconos, canciones, juegos, palabras. Muchas palabras. Pero ni siquiera se habían visto nunca. Ni una foto. Nada. Sin embargo, ella estaba convencida de que le gustaba. Y ahora lo tenía de rodillas a su lado. Como en un sueño. Irreal.
Harry se pone de pie y le tiende la mano para ayudarla a levantarse.
____ lo mira a los ojos. Es realmente guapo. Más tal vez de lo que ella había pensado.
—Deja, ya puedo yo sola —dice con seriedad.
Harry no puede dejar de mirarla ni un segundo. Es muy guapa. Más tal vez de lo que él había pensado.
La chica se levanta como puede, ayudándose con ambas manos. Se coloca la falda y la camiseta en su sitio, se echa el pelo hacia atrás y baja por las escaleras sin decir nada.
—Lo siento —se disculpa Harry, siguiéndola de cerca, tras recoger la rosa del suelo—. Todo ha sido por…
— Shhh, no digas nada —le interrumpe ella dándose la vuelta y mirándole con una sonrisa—. Has venido; tarde, pero has venido: eso es lo que cuenta.
El joven periodista no aparta la mirada de la suya. Tiene ganas de besarla.
—Eso es para mí, ¿no? —pregunta ella señalando la rosa que Harry lleva en la mano. Él asiente sin hablar y se la da. ____ inspira el aroma de la flor y cierra los ojos. Cuando los vuelve a abrir, sonríe y le coge la mano. Él, sorprendido, la aprieta suavemente y también sonríe. Y así, cogidos de la mano, salen de la cafetería.
Ya es noche cerrada. Caminan por la ciudad unidos, enlazados, como una pareja. A la luz de las farolas, con el brillo de la luna en una noche despejada y con el mido de los coches y de las motos de fondo. Los ruidos de la noche no impiden que ellos se sientan solos. Únicos. En perfecta armonía. Como si nada más existiesen ____ y Harry. Harry y ____. Como si fueran novios de toda la vida.
—Así que has tenido que entrevistar a Katia… —comenta ella, caminando de espaldas unos pasos por delante, sin apartar los ojos de él. Sí. Es realmente guapo.
—Eso es. Es muy simpática.
—Me encanta su canción. —Y la chica comienza a cantar con su suave voz
Ilusionas mi corazón. Harry sonríe y tararea en su mente el tema.
—Además, ella ha sido la que me ha traído en coche.
— ¿De verdad que te has montado con Katia en su propio coche?
—Sí, y tendrías que verlo.
— ¿Está bien?
— ¡Genial! Un Audi deportivo de color rosa. Nunca vi nada igual.
—No, tonto. Hablaba de ella…, que si es tan guapa como parece en las fotos y en la tele.
Harry no dice nada y piensa bien la respuesta. Realmente Katia le ha parecido mucho mejor en persona que en todas las fotos y vídeos que había visto. Sinceramente, la pequeña cantante es una chica preciosa.
—Normal. Es una chica normal — termina respondiendo.
—Mientes —refunfuña ella, pero enseguida la sonrisa le vuelve a iluminar el rostro—. Seguro que es más guapa que yo.
Harry se pone una mano en la barbilla y se la frota.
—Pues ahora que lo dices…, quizá. De hecho, cuando hemos llegado adonde había quedado contigo, le he dicho que siguiera para delante, que quería cenar con ella. Pero tenía otra entrevista…
—¡Capullo! —grita ____, haciéndole ver que se enfada, y se acerca a golpearle.
Harry la esquiva y corre divertido, alejándose de ella. Cuando la chica le va a dar alcance, él acelera un poco y se vuelve a escapar. Y así una vez tras otra, hasta que finalmente se deja arrapar y se abrazan. Su primer abrazo.
—Estoy cansada. Me has hecho correr mucho. No te ha valido con tenerme una hora de pie esperándote: ahora, además, tengo que correr detrás de ti.
—Sentémonos allí.
Es un banco vacío en una pequeña plazoleta con una fuente iluminada detrás.
Se oye de fondo cómo caen los chorros de agua regando el suelo de la fuente lleno de monedas. ____ se sienta en el banco y, cuando Harry lo va a hacer a su lado, pone la mano para evitarlo.
-- Espera.
El joven no entiende qué ocurre. ¿Se ha enfadado?
— ¿No quieres que me siente a tu lado?
— Desfila para mí.
Harry no sabe si reírse o tomárselo a broma.
— ¿Lo dices en serio?
— ¿Tú ves que tenga cara de chiste? Desfila. Quiero comprobar si esas descripciones que hacías de ti mismo en el MSN eran ciertas.
El joven se echa a reír, pero acepta dándose por vencido.
—De acuerdo. Pero luego tú, ¿vale? Promételo.
____ acepta la condición. Cruza los dedos, les da un besito y lo promete.
Harry se coloca enfrente y comienza a caminar en línea recta. No lo hace mal.
____ cruza las piernas y mira con atención.
—Chaqueta fuera —le dice.
Harry se quita la chaqueta, se la cuelga de un hombro y continúa desfilando. Va y viene. Se acerca y se aleja. La luz que embellece la fuente lo ilumina. ____ no le quita el ojo de encima ni por un momento. Finalmente el chico se detiene ante ella esperando el veredicto.
— ¿Y bien?
— Mmmm. Es cierto, tienes los hombros anchos. Creo que sí que mides metro ochenta y tres, como decías. Tampoco creo que me hayas mentido con el peso. Pero hay una cosa que decías en la que no estoy de acuerdo.
— ¿En cuál? —pregunta curioso.
—Tienes buen culo. No "normal", como me decías. Me gusta.
Harry no puede evitar una carcajada mientras se vuelve a acercar a____:
—Ahora tú. Lo prometiste.
—Espera, aún no he terminado. Agáchate.
El joven suspira. No entiende, pero obedece. Tiene su cara justo enfrente de la de la chica.
—Mírame fijamente a los ojos.
Ambos sostienen la mirada unos segundos. Unos segundos larguísimos. Unos segundos sin fin.
—Sí, son verdes —dice ella por fin.
Pero sus miradas no se desvían. Sus ojos siguen fijos, los de cada uno en los del otro. Los ojos esmeralda de Harry. Los
ojos color miel de ____. Uno perdido en el otro.
— ¿Puedo pedirte algo? —pregunta Harry.
Ella sonríe.
— No hace falta, amor. Puedes besarme.
____ acerca sus labios a los de Harry y los roza un instante con los suyos para terminar dándole un primer beso rápido. Luego, otro algo más largo y profundo. El tercero supera al segundo. Y así fue cómo, con la luz de la luna en una noche despejada, con el ruido del agua de una fuente como banda sonora, ____ y Harry se dieron su primer beso.
Evaa
Re: Canciones para ____ (Zayn, Harry)
Ningun comentario?!? :(
Si no hay comentarios cancelare la novela, y eso que no quiero cacelarla
Si no hay comentarios cancelare la novela, y eso que no quiero cacelarla
Evaa
Re: Canciones para ____ (Zayn, Harry)
Capítulo 4
Esa misma noche de un día cualquiera de marzo.
____ gira la llave de la puerta de su casa. Es tarde. Para ella, muy tarde. Sabe que le espera una buena bronca, pero le da igual. No hay ninguna regañina de sus padres que no valga una noche como aquella.
Minutos antes, en el taxi de vuelta a casa, acompañada por él, suena su móvil.
La quinta llamada. Esta vez lo coge, haciéndole un gesto a Harry como diciendo "menuda me va a caer". El chico junta las manos y le pide perdón.
—Ya estoy ahí, mamá. Me he retrasado haciendo los deberes en casa de
Miriam.
— ¿Sabes la hora que es? ¿Por qué no me has cogido el móvil antes?
—No lo había oído. Perdona.
— ¡Llevo una hora llamándote! ¡Estábamos a punto de llamar a la policía! Solo tienes dieciséis años… No puedes estar a estas horas por ahí. ¡Mañana tienes
Clase!
—Sois unos exagerados. Y tengo casi diecisiete, ¿recuerdas?
— ¿Exagerados?
—Mamá, ahora no puedo hablar; estoy ahí en nada.
— ¿Cómo que no puedes hablar? ¿Pero dónde demonios estás?
—Ya llego. Un beso mamá.—Y cuelga.
Entra lenta y silenciosamente en casa, pero el oído de unos padres esperando a su hija es tan fino como el de un murciélago. Y ambos salen del salón al mismo tiempo. Al mismo paso. Un, dos, paso ligero. Los dos con la misma cara de enfado.
— ¡Castigada un mes! —Es lo primero que sale de la boca de su madre.
— ¿Un mes? Creo que eres demasiado buena, Mercedes. ¡Dos meses como mínimo!
—Me parece bien, Paco. Dos meses sin salir de tu habitación.
____ refunfuña. Sabe que ahora es mejor no decir nada. Mañana pedirá perdón, prometerá que no lo volverá a hacer más y sus padres se olvidarán del castigo.
—Y ahora sube a tu cuarto. Y nada de ordenador ni televisión. ¡Ni una luz encendida en cinco minutos!
La chica no dice nada y sube a su habitación haciendo sonar sus botas a cada paso, en cada escalón. Sabe que sus padres tienen razón. Al menos esta vez sí la tienen. Pero tiene que fingir estar enfadada. Sin embargo, por dentro, en su interior, su corazón está dando saltos de felicidad. No puede dejar de pensar en los labios de Harry. En su boca. En sus caricias. En cómo, abrazados, le acariciaba el pelo y se estremecía. ¿Se estaba enamorando?
_____ entra en su habitación y se lanza de cabeza a la cama. Coge a su pequeño león de peluche y lo abraza.
— ¡Tusi! —grita, achuchando a su compañero de almohada, de sueños, de sueños que ahora empiezan a hacerse realidad.
____ acuesta a Tusi a su lado, se da la vuelta, coloca las manos detrás de la nuca y mira al techo de la habitación.
Todo está oscuro. Solo una leve luz baña su habitación: la luz de la noche. Qué sensación tan maravillosa tiene dentro…
En ese instante, un leve "toc toc" suena en la puerta. ____ se incorpora y se sienta en la cama. ¡Uff, sus padres otra vez!
— Pasad.
La puerta se abre despacio. No son sus padres: una pequeña figura de larga cabellera rubia y un pijamita de Hello Kitty entra y enciende la luz.
— Erica, ¿qué haces despierta?
—Solo quería darte las buenas noches.
Su hermana pequeña se acerca a la cama, la abraza y le da un beso.
—Buenas noches, princesa.
— Por qué te gritaban papá y mamá? ¿Has hecho algo malo?
—Pues… —____, no sabe qué contestar a su hermana de cinco años—, sí.
— ¿Y te han castigado?
— Sí.
—____, ¿por qué tienes esa sonrisa todo en el rato en la boca si te han castigado?
____ suelta una carcajada.
—Cuando seas mayor lo comprenderás. Ahora… ¡a la cama!
Erica le da otro beso y sale corriendo de la habitación. La niña no entiende muy bien lo que su hermana mayor le acaba de decir, pero piensa que ojalá sus padres la próxima vez que ella se porte mal le pongan el mismo castigo que a____.
¡Ella también quiere estar tan feliz como su hermana!
En un lugar apartado de la ciudad, esa noche de un día cualquiera de marzo.
Fin.
Fascinante. Precioso. Encantador.
A Zayn se le agotan los adjetivos para calificar la novela que acaba de terminar de leer: Perdona si te llamo amor.
Escondido bajo la tímida luz del flexo de su habitación cierra el libro y regusta el agridulce sabor del final. Por un lado, se siente satisfecho de haber encontrado una historia así. Por otro, le entristece que no haya más páginas. Niki y Alessandro dejan de existir.
En ese momento le viene a la cabeza la chica de la cafetería. A decir verdad, la ha tenido en la cabeza desde que la vio buscando algo en aquella graciosa mochila fucsia de las Supernenas. Es preciosa. Especial. Se ríe al recordar el golpe que se dio contra la mesa. Sus ojos se encontraron bajo la mesa cuando ella se agachaba a recoger el libro. El mismo libro que él estaba leyendo. ¿Sería cosa del destino? Una serendipia. Como en aquella película, Serendipity, en la que el destino marca el camino de John Cusack y
Kate Beckinsale.
Zayn se levanta de la cama y va hacia la mesa en la que tiene el ordenador. Lo enciende y rápidamente entra en su MSN en busca de la dirección de la desconocida del Starbucks. Sin embargo, no hay nadie que le haya añadido a su lista de contactos. Mira entonces su correo electrónico. Publicidad y más publicidad, pero ningún e-mail. ¿Qué esperaba? ¿Que le iba a agregar? Tal vez a ella hasta le ha molestado el gesto de cambiar los libros.
Quizá esa chica se ha reído de él cuando ha visto lo que había escrito en la última página. Seguramente piense que es un idiota. Un idiota iluso.
Entonces Zayn siente vergüenza de sí mismo, de su acto, de su romanticismo…
Pero él es así: no puede evitarlo.
El deseo de desahogarse recorre su cuerpo. Sabe qué es lo que necesita. Se acerca a una funda donde guarda su tesoro más valioso. Lo toma y sale de su habitación. Camina por un estrecho pasillo que finaliza en una escalera.
Arriba, en el techo, hay una pequeña trampilla. La abre y sube. La noche es estrellada, despejada, con una luna brillante. La ciudad está muy bonita desde esa pequeña ladera donde vive desde hace unos meses. Alejado, pero al mismo tiempo cerca de todo. Siente una ligera brisa fría que penetra en él haciéndole temblar, pero no le importa: merece la pena. El joven apoya su espalda contra la pared y coloca sus labios dulcemente sobre la lengüeta de la boquilla. Agarra con delicadeza aquel cuerpo plateado y comienza a hacerlo sonar. Y durante unos minutos Zayn se entrega a su saxofón y a la música.
En una zona más céntrica de la ciudad, aproximadamente a la misma hora en la que Zayn hace sonar su saxo.
Paga al taxista y, con paso firme, entra en su edificio. Sube en ascensor hasta la planta en la que tiene su pequeño apartamento donde, desde hace unas semanas, vive solo. Llega hasta su puerta, abre y entra. Todo lo hace con una sonrisa en la boca. A veces hasta silba feliz aquella canción: Ilusionas mi corazón.
Harry se quita la chaqueta y cuidadosamente la deja en un perchero de la entrada. Está exultante. Todo ha ido perfecto.
Demasiado perfecto quizá. Ella es mejor incluso de lo que había imaginado.
Si le gustaba antes, ahora… Su corazón late muy deprisa cuando piensa en esa noche mágica.
Mira su reloj. Es muy tarde y mañana tiene que madrugar. La realidad nos hace despertar de los sueños. ¡Pero no ha sido un sueño! Aquello ha sido real… ____ es real. Ya no es solo la chica invisible que había conquistado un trocito de su corazón: ahora es una persona que pertenece ya a su realidad. Y sabe cómo huele. Sabe cómo siente. Sabe cómo besa.
Esta noche soñará con ella, está seguro.
Antes tiene que dormirse. Debe hacerlo porque, si no, mañana no rendirá en el trabajo. Sí, a las siete se despertará.
Busca el móvil para programar la alarma a esa hora. ¿Dónde está? Sí, en la chaqueta. Regresa hasta el perchero y lo encuentra en uno de los bolsillos. Está apagado. Se debió desconectar durante la velada con ____. Unos segundos después de encenderlo, un pitido anuncia que ha recibido llamadas perdidas. Tres, y las tres de un mismo número. Las tres de un número desconocido.
Mira de nuevo el reloj y considera que es muy tarde para devolver la llamada. Mañana lo hará desde el trabajo.
Lo que no sabe Harry es que la persona que le ha llamado jugará un papel importante en su vida en los próximos días.
Esa misma noche de un día cualquiera de marzo.
____ gira la llave de la puerta de su casa. Es tarde. Para ella, muy tarde. Sabe que le espera una buena bronca, pero le da igual. No hay ninguna regañina de sus padres que no valga una noche como aquella.
Minutos antes, en el taxi de vuelta a casa, acompañada por él, suena su móvil.
La quinta llamada. Esta vez lo coge, haciéndole un gesto a Harry como diciendo "menuda me va a caer". El chico junta las manos y le pide perdón.
—Ya estoy ahí, mamá. Me he retrasado haciendo los deberes en casa de
Miriam.
— ¿Sabes la hora que es? ¿Por qué no me has cogido el móvil antes?
—No lo había oído. Perdona.
— ¡Llevo una hora llamándote! ¡Estábamos a punto de llamar a la policía! Solo tienes dieciséis años… No puedes estar a estas horas por ahí. ¡Mañana tienes
Clase!
—Sois unos exagerados. Y tengo casi diecisiete, ¿recuerdas?
— ¿Exagerados?
—Mamá, ahora no puedo hablar; estoy ahí en nada.
— ¿Cómo que no puedes hablar? ¿Pero dónde demonios estás?
—Ya llego. Un beso mamá.—Y cuelga.
Entra lenta y silenciosamente en casa, pero el oído de unos padres esperando a su hija es tan fino como el de un murciélago. Y ambos salen del salón al mismo tiempo. Al mismo paso. Un, dos, paso ligero. Los dos con la misma cara de enfado.
— ¡Castigada un mes! —Es lo primero que sale de la boca de su madre.
— ¿Un mes? Creo que eres demasiado buena, Mercedes. ¡Dos meses como mínimo!
—Me parece bien, Paco. Dos meses sin salir de tu habitación.
____ refunfuña. Sabe que ahora es mejor no decir nada. Mañana pedirá perdón, prometerá que no lo volverá a hacer más y sus padres se olvidarán del castigo.
—Y ahora sube a tu cuarto. Y nada de ordenador ni televisión. ¡Ni una luz encendida en cinco minutos!
La chica no dice nada y sube a su habitación haciendo sonar sus botas a cada paso, en cada escalón. Sabe que sus padres tienen razón. Al menos esta vez sí la tienen. Pero tiene que fingir estar enfadada. Sin embargo, por dentro, en su interior, su corazón está dando saltos de felicidad. No puede dejar de pensar en los labios de Harry. En su boca. En sus caricias. En cómo, abrazados, le acariciaba el pelo y se estremecía. ¿Se estaba enamorando?
_____ entra en su habitación y se lanza de cabeza a la cama. Coge a su pequeño león de peluche y lo abraza.
— ¡Tusi! —grita, achuchando a su compañero de almohada, de sueños, de sueños que ahora empiezan a hacerse realidad.
____ acuesta a Tusi a su lado, se da la vuelta, coloca las manos detrás de la nuca y mira al techo de la habitación.
Todo está oscuro. Solo una leve luz baña su habitación: la luz de la noche. Qué sensación tan maravillosa tiene dentro…
En ese instante, un leve "toc toc" suena en la puerta. ____ se incorpora y se sienta en la cama. ¡Uff, sus padres otra vez!
— Pasad.
La puerta se abre despacio. No son sus padres: una pequeña figura de larga cabellera rubia y un pijamita de Hello Kitty entra y enciende la luz.
— Erica, ¿qué haces despierta?
—Solo quería darte las buenas noches.
Su hermana pequeña se acerca a la cama, la abraza y le da un beso.
—Buenas noches, princesa.
— Por qué te gritaban papá y mamá? ¿Has hecho algo malo?
—Pues… —____, no sabe qué contestar a su hermana de cinco años—, sí.
— ¿Y te han castigado?
— Sí.
—____, ¿por qué tienes esa sonrisa todo en el rato en la boca si te han castigado?
____ suelta una carcajada.
—Cuando seas mayor lo comprenderás. Ahora… ¡a la cama!
Erica le da otro beso y sale corriendo de la habitación. La niña no entiende muy bien lo que su hermana mayor le acaba de decir, pero piensa que ojalá sus padres la próxima vez que ella se porte mal le pongan el mismo castigo que a____.
¡Ella también quiere estar tan feliz como su hermana!
En un lugar apartado de la ciudad, esa noche de un día cualquiera de marzo.
Fin.
Fascinante. Precioso. Encantador.
A Zayn se le agotan los adjetivos para calificar la novela que acaba de terminar de leer: Perdona si te llamo amor.
Escondido bajo la tímida luz del flexo de su habitación cierra el libro y regusta el agridulce sabor del final. Por un lado, se siente satisfecho de haber encontrado una historia así. Por otro, le entristece que no haya más páginas. Niki y Alessandro dejan de existir.
En ese momento le viene a la cabeza la chica de la cafetería. A decir verdad, la ha tenido en la cabeza desde que la vio buscando algo en aquella graciosa mochila fucsia de las Supernenas. Es preciosa. Especial. Se ríe al recordar el golpe que se dio contra la mesa. Sus ojos se encontraron bajo la mesa cuando ella se agachaba a recoger el libro. El mismo libro que él estaba leyendo. ¿Sería cosa del destino? Una serendipia. Como en aquella película, Serendipity, en la que el destino marca el camino de John Cusack y
Kate Beckinsale.
Zayn se levanta de la cama y va hacia la mesa en la que tiene el ordenador. Lo enciende y rápidamente entra en su MSN en busca de la dirección de la desconocida del Starbucks. Sin embargo, no hay nadie que le haya añadido a su lista de contactos. Mira entonces su correo electrónico. Publicidad y más publicidad, pero ningún e-mail. ¿Qué esperaba? ¿Que le iba a agregar? Tal vez a ella hasta le ha molestado el gesto de cambiar los libros.
Quizá esa chica se ha reído de él cuando ha visto lo que había escrito en la última página. Seguramente piense que es un idiota. Un idiota iluso.
Entonces Zayn siente vergüenza de sí mismo, de su acto, de su romanticismo…
Pero él es así: no puede evitarlo.
El deseo de desahogarse recorre su cuerpo. Sabe qué es lo que necesita. Se acerca a una funda donde guarda su tesoro más valioso. Lo toma y sale de su habitación. Camina por un estrecho pasillo que finaliza en una escalera.
Arriba, en el techo, hay una pequeña trampilla. La abre y sube. La noche es estrellada, despejada, con una luna brillante. La ciudad está muy bonita desde esa pequeña ladera donde vive desde hace unos meses. Alejado, pero al mismo tiempo cerca de todo. Siente una ligera brisa fría que penetra en él haciéndole temblar, pero no le importa: merece la pena. El joven apoya su espalda contra la pared y coloca sus labios dulcemente sobre la lengüeta de la boquilla. Agarra con delicadeza aquel cuerpo plateado y comienza a hacerlo sonar. Y durante unos minutos Zayn se entrega a su saxofón y a la música.
En una zona más céntrica de la ciudad, aproximadamente a la misma hora en la que Zayn hace sonar su saxo.
Paga al taxista y, con paso firme, entra en su edificio. Sube en ascensor hasta la planta en la que tiene su pequeño apartamento donde, desde hace unas semanas, vive solo. Llega hasta su puerta, abre y entra. Todo lo hace con una sonrisa en la boca. A veces hasta silba feliz aquella canción: Ilusionas mi corazón.
Harry se quita la chaqueta y cuidadosamente la deja en un perchero de la entrada. Está exultante. Todo ha ido perfecto.
Demasiado perfecto quizá. Ella es mejor incluso de lo que había imaginado.
Si le gustaba antes, ahora… Su corazón late muy deprisa cuando piensa en esa noche mágica.
Mira su reloj. Es muy tarde y mañana tiene que madrugar. La realidad nos hace despertar de los sueños. ¡Pero no ha sido un sueño! Aquello ha sido real… ____ es real. Ya no es solo la chica invisible que había conquistado un trocito de su corazón: ahora es una persona que pertenece ya a su realidad. Y sabe cómo huele. Sabe cómo siente. Sabe cómo besa.
Esta noche soñará con ella, está seguro.
Antes tiene que dormirse. Debe hacerlo porque, si no, mañana no rendirá en el trabajo. Sí, a las siete se despertará.
Busca el móvil para programar la alarma a esa hora. ¿Dónde está? Sí, en la chaqueta. Regresa hasta el perchero y lo encuentra en uno de los bolsillos. Está apagado. Se debió desconectar durante la velada con ____. Unos segundos después de encenderlo, un pitido anuncia que ha recibido llamadas perdidas. Tres, y las tres de un mismo número. Las tres de un número desconocido.
Mira de nuevo el reloj y considera que es muy tarde para devolver la llamada. Mañana lo hará desde el trabajo.
Lo que no sabe Harry es que la persona que le ha llamado jugará un papel importante en su vida en los próximos días.
Evaa
Re: Canciones para ____ (Zayn, Harry)
Hola Nueva Lectora!!!!
Me llamo Alexandra pero me dicen Alexa!!! :meh: :meh:
Me encanto la novela esta increíble la adaptación!! :-w-: :-w-:
Ya habia oído de este libro una amiga me lo recomendó pero no he podido leerlo!!!! :enamorado:
Tienes que seguirla no la canceles!!!! :omg: :omg:
Si puedes pásate por mis novelas están en mi firma ;) ;) ;) ;) ;) ;) ;)
Tienes que continuarla!!!
Besos,Alexa :cherry:
Me llamo Alexandra pero me dicen Alexa!!! :meh: :meh:
Me encanto la novela esta increíble la adaptación!! :-w-: :-w-:
Ya habia oído de este libro una amiga me lo recomendó pero no he podido leerlo!!!! :enamorado:
Tienes que seguirla no la canceles!!!! :omg: :omg:
Si puedes pásate por mis novelas están en mi firma ;) ;) ;) ;) ;) ;) ;)
Tienes que continuarla!!!
Besos,Alexa :cherry:
alex_lover98
Re: Canciones para ____ (Zayn, Harry)
BIEEEEEEEEEN!!! :Palex_lover98 escribió:Hola Nueva Lectora!!!!
Me llamo Alexandra pero me dicen Alexa!!! :meh: :meh:
Me encanto la novela esta increíble la adaptación!! :-w-: :-w-:
Ya habia oído de este libro una amiga me lo recomendó pero no he podido leerlo!!!! :enamorado:
Tienes que seguirla no la canceles!!!! :omg: :omg:
Si puedes pásate por mis novelas están en mi firma ;) ;) ;) ;) ;) ;) ;)
Tienes que continuarla!!!
Besos,Alexa :cherry:
UNA LECTORAAA!!
BIENVENIDA ALEXA!!
Claro, me pasaré por tus novelas
La sigo enseguida
BESOOS :(L):
Evaa
Re: Canciones para ____ (Zayn, Harry)
Capítulo 5
A la mañana siguiente, un día cualquiera de marzo.
Tres chicas bromean sentadas sobre las mesas de un aula de primero de Bachiller. Bíen sin reparos, gritan y susurran, hablan de mil y un rumores suyos, pero principalmente de otros.
Como los cotilleos sobre el chico de la clase de al lado, del que se rumorea que es gay. Parece ser que otros dos se han liado en un baño del instituto. A aquella rubia dicen las malas lenguas que le gusta el de Química. Y la morena de al lado, ¿no tenía antes las tetas más pequeñas? Seguro que son operadas.
La campana suena anunciando que las clases van a comenzar. A primera, Matemáticas.
—¿Y ____? —pregunta Cris al advertir que su amiga aún no ha llegado.
—Se habrá quedado dormida. No creo que haya pegado ojo anoche. Seguro que no ha parado de…
Diana se calla a tiempo. El profesor de Matemáticas aparece en esos momentos por la puerta. Las tres continúan sentadas sobre las mesas, que ni tan siquiera son sus lugares en clase.
—Buenos días, Sugus. ¿Pueden hacer el favor de sentarse como personas
normales? El hombre inventó la silla por algún motivo. Si son tan amables y generosas, cada una a su sitio.
Sugus: ese era el apodo que aquel hombre de cuarenta y muchos años había
puesto al cuarteto que ocupaba la esquina izquierda del final de la clase.
—Profe, ¿por qué nos has llamado Sugus? —quiso saber Cris el primer día que oyó su nuevo mote.
—Porque estoy cansado de nombraros una por una cada vez que os llamo la atención. Así me ahorro trabajo —señaló aquel hombre sin ningún tipo de emoción.
—Ah, pero ¿por qué precisamente Sugus? ¿Es porque estamos tan buenas
como esos caramelos, eh, profe? — intervino Diana, guiñándole un ojo a su maestro.
—Eso que lo decidan vuestros novios. Sois Sugus porque cada día vais vestidas de colorines y a veces me cuesta tragaros. Como me pasa a mí con algunos Sugus.
El resto de la clase rompió a carcajadas mientras las cuatro chicas enrojecieron, aunque también terminaron riendo como los demás y aceptando con humor la nueva denominación de origen de su profesor de Matemáticas.
Cris, Diana y Miriam por fin se bajan de las mesas y ocupan sus asientos. El profesor de Matemáticas está a punto de cerrar la puerta para comenzar la clase cuando a toda velocidad, y por el hueco que aún queda, ____ entra en clase.
—Señorita García, la clase de Educación Física es a cuarta hora — indica inexpresivo aquel hombre—. Ahora toca Matemáticas, ¿recuerda? Con la participación estelar de sus amigas las derivadas.
—Perdona, profe. Un atasco con el coche.
—Espero que le hayan hecho el control de alcoholemia. Ocupe su lugar habitual y respire hondo.
____ no hace caso a la ironía de su profesor y camina hacia su mesa. La verdad es que se ha quedado dormida y ha perdido el autobús. Su padre la ha tenido que llevar al instituto y en el trayecto apenas han cruzado palabra. Está reciente la bronca de anoche. "Todo a su tiempo", piensa la chica. La cuarta Sugus completa el grupo ante la mirada curiosa de sus amigas. Las tres sostienen una media sonrisa en sus maquilladas bocas. ____ no sabe qué pasa.
—¿Qué? —Se mira el pantalón, pero la cremallera de su vaquero está cerrada
—. ¿Por qué me miráis así?
Miriam toma la palabra.
—Chicas, ¿vosotras qué opináis? ¿Pensáis que lo ha hecho?
—¿Que si he hecho qué? —pregunta ____ sin entender nada.
—Que si te tiraste a tu amigo invisible —suelta Diana.
El chico que está justo delante de Diana gira la cabeza y la mira con cara de asombro. Luego exhibe una sonrisilla.
—¡Mira para adelante! —le ordena la joven, que acompaña su indicación con un gesto de su dedo corazón.
El muchacho obedece y se reanuda la conversación entre las amigas con el ruido de fondo de las explicaciones del profesor de Matemáticas.
—Bueno, ¿qué?, ¿te lo tiraste o no? — insiste Diana, hablando ahora mucho más bajito.
—Noooo —dice ____ en un tono casi
inaudible.
—¿Te tiró él? —vuelve a preguntar la más interesada del guipo por esos asuntos.
—Creo que no se dice así, Diana — señala Cris.
—Ya salió la profesora de Lengua… ¡Qué más da como se diga! ¿Hubo mambo?
—Que noooo… — ____ ya no sabe cómo decirlo.
Miriam observa a su amiga y, al verla tan azorada, trata de cambiar el rumbo de la conversación.
—Déjala ya, Diana. Cariño, ¿lo pasaste bien, verdad?
La protagonista de la mañana asiente mientras sonríe. Y en voz baja les cuenta por encima su cita con Harry.
—¡Qué romántico! —dice entusiasmada Cris tras oír atentamente la historia de ____.
—Me alegro de que hayas encontrado a alguien así, cariño —añade Miriam.
—¡Y encima tiene buen culo! Las hay con suerte —interviene Diana— Bueno, y ahora, ¿qué? ¿Se puede decir
que ya sois novios? —pregunta mientras le quita el envoltorio a un chupachús y se lo mete en la boca.
El profesor de Matemáticas llama para que salga a la pizarra a Martín, el chico que está justo delante de Diana y con el que antes ha tenido la discusión.
—Pues supongo que lo somos, ¿no? —dice dubitativa ____.
—Da igual la denominación: es tu chico y ya está. ¿Qué más da la palabra
que uséis para definiros? —comenta Miriam.
—Claro, lo importante es que os queráis, qué salgáis juntos, qué disfrutéis
juntos…
—…y qué tengáis sexo juntos… — interrumpe Diana a Cris, tras dar una sonora chupada a su caramelo y elevando un poco el tono de voz.
—Shhhhh. —Es el sonido que las otras tres Sugus hacen a la vez después de
oír a su amiga.
—¿Qué he dicho? Está claro que estos dos…, ¿o no, ____?
—Déjala ya, mujer. No la atosigues con eso.
—Lo acabo de conocer, Diana. ¿No te parece un poco pronto?
—Llevas dos meses hablando con él. Llegáis, os veis, os coméis a besos… Y el tío tiene buen culo. ¿Qué más quieres?
—Pues querrá más cosas, Diana. No todo es sexo, sexo, sexo.
—Claro que no, Mir. Pero somos jóvenes y tenemos que disfrutar. Si no lo hacemos ahora, ¿cuándo lo vamos a hacer?
—Déjala que lo haga cuando ella quiera y esté preparada —dice Cris muy bajito.
____ respira hondo. A veces, se siente un poco agobiada por la cuestión de
su virginidad: es la única virgen del grupo. No es que no le apetezca hacerlo, es que aún no ha encontrado al chico adecuado para su primera vez. Muchas
dudas absorben su mente ¿Es demasiado exigente? ¿Está preparada? ¿Podría ser Harry el primero?
—Chicas, dejadlo, ya se verá… — concluye ____ con una mueca divertida, aunque sin dejar a un lado sus pensamientos más íntimos.
—Claro, cariño, tú no tengas prisa…—señala Miriam mirándole a los ojos con una sonrisa.
Y las cuatro Sugus se quedan en silencio por primera vez en lo que va de clase. Martín no ha conseguido resolver bien el problema que el profesor de Matemáticas le ha puesto en la pizarra y vuelve cabizbajo a su sitio. Cuando llega a su asiento se encuentra la mirada de Diana, que está encantada con su chupachús. Ella se da cuenta de que el joven la observa y le guiña un ojo. Luego se saca el caramelo de la boca y le lanza
un beso imaginario. El muchacho sonríe, pero vuelve a ponerse serio cuando Diana repite el gesto con el dedo corazón que le hizo anteriormente. Martín se sienta y mira hacia adelante.
—Bueno, ya que el virtuoso señor Martín no nos ha conseguido resolver este ejercicio, propio de mi sobrino que tiene siete años y medio, probaremos fortuna y le daremos la alternativa al señor Payne. Así que, Liam Payne, suba al escenario e ilústrenos.
Liam no se entera del aviso del profesor. Desde el otro extremo de la clase tiene los ojos puestos en ella.
Cuando cree que le mira, rápidamente los aparta y huye de aquellos ojos color miel.
Está desesperado. Siente tanto por dentro cuando la ve reír, hablar, caminar, que no sabe ni cómo explicar sus emociones.
Nota una punzada en su interior y un nudo en la garganta que a veces no le deja ni respirar.
—Señor Payne, puede dejar de estar en la ídem y acudir al encerado…
El chico ve que su hermana, desde la otra punta del aula, le está haciendo
gestos para que espabile y salga a resolver la derivada. Por fin se da cuenta y, como quien despierta de un largo
sueño, vuelve a la realidad. Con torpeza, dando algún que otro bandazo, se dirige a la pizarra.
En el camino sigue pensando que no puede continuar así, que tiene que hacer
algo. Lleva mucho tiempo tratando de decidirse a romper su silencio y cree que es el momento. Sí, decidido: tiene que
decirle a ____ que la quiere, que la ama por encima de todo en este mundo. Tiene que hablar. Su corazón así se lo indica. Pero el corazón de Liam, ese corazón de adolescente enamorado se hará añicos en cuestión de horas.
Esa misma mañana de ese día de marzo, en la redacción de una revista de música.
Harry ha llegado temprano, como tenía pensado. Quería cuanto antes ponerse a redactar la entrevista que el día anterior había hecho a Katia. Desde las nueve de la mañana lleva oyendo en su grabadora la conversación con la cantante. Incluso grabada, su voz suena bonita. Sí, sin duda Katia tiene algo
especial. Puede o no gustar su música, pero es indudable que transmite. Y en
persona, mucho más.
—¿Cómo llevas el precio de la fama? ¿Ha cambiado tu vida desde que eres
popular?
Harry recuerda que en ese momento Katia hizo una pausa pensado bien la
respuesta que iba a dar.
—Sí, ha cambiado —responde rotunda—. He oído a personas que cuando
explican algo parecido a lo que a mí me ha ocurrido, cuentan que hacen las mismas cosas, van con las mismas personas que antes, tienen los mismos gustos…, solo que ahora son conocidos. Yo no puedo decir lo mismo. Mi vida ha cambiado completamente. Mis amigos de toda la vida me miran de otra forma. Piensan que porque salgo en la tele o vendo discos soy distinta. Me tratan con un respeto que no debieran. Porque yo soy igual que ellos —guarda silencio, pero no como una invitación a la otra persona a hablar sino para reflexionar sobre lo que está diciendo; finalmente continúa —: y ligo menos que antes —suelta de repente con una gran sonrisa.
—¿Ligas menos?
—Sí, mucho menos. La popularidad infunde respeto. Y no me gusta, porque no soy ningún referente para nadie, no lo merezco. Fumo, de vez en cuando bebo, no escribo mis canciones… Sin embargo, me he convertido en una especie de icono pop. Creen que no he roto un plato en mi vida. Y lo cierto es que llevo unas cuantas vajillas destrozadas…
Harry admira la sinceridad de su acompañante. En su corta experiencia como periodista está acostumbrado a que la gente acuda a los tópicos de siempre para solventar una entrevista: la típica promoción para vender discos. Katia no es así, no huye de la verdad ni dice lo políticamente correcto. Tampoco la ve como una de esas personas que dicen ser sinceras porque dicen lo que piensan. Lo que uno piensa no tiene por qué ser la realidad ni tiene por qué ser sincero.
Definitivamente, ella es distinta a las demás.
—Y a ti, ¿te ha cambiado la vida? — pregunta Katia. Recuerda bien esta parte
de la conversación. Se sorprendió mucho tras ser él mismo el preguntado. Pese a que Harry llevaba las entrevistas al terreno del diálogo, no al típico preguntarespuesta, no entraba en el guión que Katia quisiera saber sobre él.
—Pues sí, me ha cambiado.
—¿Desde que eres periodista?
—Sí —afirma el joven—. Me he mudado hace poco, dependo de mí mismo y tengo algo de dinero en mi bolsillo, aunque ahora soy yo el que lo gana. Pero sobre todo he cambiado personalmente. Ser periodista es mi vocación, y me siento realizado al haber llegado a la meta. Me siento bien.
Recuerda que en ese instante sus ojos verdes se encontraron con los ojos celestes de Katia y por un momento sintió rubor, pero al mismo tiempo confianza. La burbuja imaginaria de la que tanto se habla se había roto: la separación entre ambos no era la suficiente. Pero no le importaba demasiado, y tampoco a ella parecía importarle.
En la grabadora no se oye nada. Es un instante de silencio mutuo. Dicen que si se puede estar en silencio junto a una persona sin sentirse incómodo es que realmente existe química entre ambos. Eso es lo que parecía pasarles a Harry y Katia.
Harry pulsa el stop de la grabadora.
Piensa ahora en ____. ¿Existía esa química también entre ellos? Eso parecía.
La noche anterior había sido como un sueño. Todo como en una película de Julia Roberts o de Hugh Grant. Seguramente, si hicieran la película de su
cita de anoche, de los últimos dos meses, el resultado sería una comedia romántica.
El tropiezo, la rosa por el suelo, la fuente, el desfile…, el beso. El primer beso. Posiblemente, ahí el director gritaría "corten". Posiblemente, la película de
____ y Harry terminaría con el primer roce de sus labios y una música romántica de fondo con cierto toque pop, como Ilusionas mi corazón. De pronto siente unas ganas enormes de verla.
—Baja de tu nube, Harry.
El joven periodista no se ha percatado de la llegada de su jefe.
—Estoy en plena tierra firme, con los pies siempre en el suelo —señala el chico, dando un par de golpes en el suelo, zapateando con ambos pies—. ¿Qué desea?
—Pues hay novedades. Tengo dos noticias para ti: una buena y una mala. "Un poco peliculero", piensa Harry.
—Empecemos por la buena, entonces.
—Te doy la tarde libre.
—¡Vaya, sí que está generoso…! ¡Gracias! ¿Y la mala?
—Te necesito esta noche.-- Harry frunce el ceño extrañado.
—¿Para?
—Ha llamado el representante de Katia. Ayer al final no hicimos las fotos para la revista. No sé dónde fuisteis ni quiero saberlo, pero dejamos el trabajo por la mitad.
—¿Y qué tengo yo que ver con las fotos? Ya se encarga de eso Héctor.
—Sí, él, como siempre, hará las fotos. Pero quieren que tú estés presente.
—¿Héctor quiere que yo esté presente?
—Héctor ha aceptado, aunque no de muy buena gana. La que quiere que estés
presente es Katia.
Una noticia inesperada. Ella quería que estuviese en la sesión de fotos: ¿para
qué?
—Bueno. Pero ¿tiene que ser de noche?
—Sí. Héctor ya tenía la idea pensada así y no le voy a hacer cambiar sus planes de trabajo. Ellos han aceptado, así que os veréis esta noche.
En ese momento el móvil de Harry suena. Ve el número en la pantalla, que es el mismo del que tenía ayer tres llamadas perdidas. Pide permiso para cogerlo a su jefe, que asiente y se retira a su despacho.
A continuación, descuelga.
—¿Sí…? —contesta el joven.
—Hola, Harry. Soy yo.
Harry enseguida reconoce aquella voz.
—¿Katia?
—Sí, veo que me recuerdas.
"Es complicado olvidarte cuando llevo toda la mañana oyéndote en la grabadora", piensa.
—Claro, no hace ni 24 horas que nos vimos. Mi memoria ya empieza a flojear, pero no llega a tanto. ¿Cómo tienes mi móvil?
—Llamé ayer a la redacción de tu revista y me lo dieron.
—Veo que es sencillo conseguir mi teléfono particular.
—No te creas, tuve que usar todas mis dotes. Hasta le canté a la chica que me atendió para que me creyera cuando le dije que era Katia…
—Y te creyó.
—Sí —afirmó sin mucho entusiasmo para luego hacer una de esas pausas a las que Harry se estaba empezando a acostumbrar—. Te llamé ayer… —dijo unos segundos más tarde.
—Discúlpame. Cuando vi tus perdidas era ya muy tarde y no quise molestar.
—No me habrías molestado.
—No sabía que eras tú…
—Es natural, no tenías mi número. Tenía que habértelo dado ayer antes de
despedirnos… —otro silencio, este más breve que el anterior—. Te llamé para
preguntarte si habías tenido suerte con tu chica.
La razón era esa. ¿Simple curiosidad? ¿Cortesía?
—Pues sí. Al final no me hizo falta ninguna justificación.
Pero muchas gracias por llevarme: sin ti no hubiese llegado a tiempo.
—En realidad, si llegaste tan tarde fue por mi culpa. Me alegro de que todo saliese bien.
—Gracias.
—No solo te llamé para eso — continuó—. Te quería pedir también que vinieses a la sesión de fotos, aunque imagino que tu jefe ya te ha informado.
—Sí, me lo acaba de comunicar. No entiendo muy bien qué puedo pintar yo
allí, pero iré.
—Ahora la que te da las gracias soy yo. Es muy sencillo: posiblemente, la de
ayer haya sido la mejor entrevista que me han hecho en estos meses. Fue muy agradable. Quisiera que dieras tu punto de vista en las fotos.
¿"La mejor entrevista en estos meses"? Sí que era indudable que había
cierta química entre los dos. La conversación fue más una charla de amigos que una entrevista. Harry sigue sin entender muy bien qué pintaría él en una sesión fotográfica y qué podría aportar, pero no dice nada en contra de la idea de Katia
—Si tú crees que puedo ayudar, allí estaré.
—Gracias, Harry. Estoy convencida de que contigo todo será más sencillo. No
me gustan mucho este tipo de cosas porque me veo ridícula posando. Así me
sentiré más cómoda.
—Nos vemos entonces esta noche, Katia
—Perfecto. Un beso, Harry. Hasta esta noche.
La cantante es la primera en colgar.
Mientras, Harry continúa con el móvil en la mano. Está pensativo. Aquella chica es realmente agradable y se siente muy cómodo con ella. Sin embargo, él ya tiene chica. Y le entusiasma. Le apetece mucho estar con ____. Le encantaría besarla ahora mismo. Suspira. No puede dejar de pensar en ella. Y de repente, algo le viene a la mente. Llama a Información y solicita un número. Lo anota en un post-it amarillo y da las gracias a la operadora. Cuelga y enseguida marca el número que le acaban de facilitar. Tras dos bips, una mujer responde. La conversación dura cinco minutos escasos. Satisfecho, pero necesita algo más.
Entra en el despacho de Jaime Suárez.
—Jefe, ¿puedo pedirle un favor?
—Sí, claro, dime, Harry.
—Como tengo la sesión de fotos esta noche y no tengo jornada de tarde, ¿le
importa que me vaya a la una? No hay demasiado trabajo.
—Claro, sin ningún problema.
—Gracias, jefe.
El joven periodista cierra la puerta del despacho de su jefe y, sonriente, se dirige a su mesa a continuar con el reportaje de la cantante del pelo de color rosa.
A la mañana siguiente, un día cualquiera de marzo.
Tres chicas bromean sentadas sobre las mesas de un aula de primero de Bachiller. Bíen sin reparos, gritan y susurran, hablan de mil y un rumores suyos, pero principalmente de otros.
Como los cotilleos sobre el chico de la clase de al lado, del que se rumorea que es gay. Parece ser que otros dos se han liado en un baño del instituto. A aquella rubia dicen las malas lenguas que le gusta el de Química. Y la morena de al lado, ¿no tenía antes las tetas más pequeñas? Seguro que son operadas.
La campana suena anunciando que las clases van a comenzar. A primera, Matemáticas.
—¿Y ____? —pregunta Cris al advertir que su amiga aún no ha llegado.
—Se habrá quedado dormida. No creo que haya pegado ojo anoche. Seguro que no ha parado de…
Diana se calla a tiempo. El profesor de Matemáticas aparece en esos momentos por la puerta. Las tres continúan sentadas sobre las mesas, que ni tan siquiera son sus lugares en clase.
—Buenos días, Sugus. ¿Pueden hacer el favor de sentarse como personas
normales? El hombre inventó la silla por algún motivo. Si son tan amables y generosas, cada una a su sitio.
Sugus: ese era el apodo que aquel hombre de cuarenta y muchos años había
puesto al cuarteto que ocupaba la esquina izquierda del final de la clase.
—Profe, ¿por qué nos has llamado Sugus? —quiso saber Cris el primer día que oyó su nuevo mote.
—Porque estoy cansado de nombraros una por una cada vez que os llamo la atención. Así me ahorro trabajo —señaló aquel hombre sin ningún tipo de emoción.
—Ah, pero ¿por qué precisamente Sugus? ¿Es porque estamos tan buenas
como esos caramelos, eh, profe? — intervino Diana, guiñándole un ojo a su maestro.
—Eso que lo decidan vuestros novios. Sois Sugus porque cada día vais vestidas de colorines y a veces me cuesta tragaros. Como me pasa a mí con algunos Sugus.
El resto de la clase rompió a carcajadas mientras las cuatro chicas enrojecieron, aunque también terminaron riendo como los demás y aceptando con humor la nueva denominación de origen de su profesor de Matemáticas.
Cris, Diana y Miriam por fin se bajan de las mesas y ocupan sus asientos. El profesor de Matemáticas está a punto de cerrar la puerta para comenzar la clase cuando a toda velocidad, y por el hueco que aún queda, ____ entra en clase.
—Señorita García, la clase de Educación Física es a cuarta hora — indica inexpresivo aquel hombre—. Ahora toca Matemáticas, ¿recuerda? Con la participación estelar de sus amigas las derivadas.
—Perdona, profe. Un atasco con el coche.
—Espero que le hayan hecho el control de alcoholemia. Ocupe su lugar habitual y respire hondo.
____ no hace caso a la ironía de su profesor y camina hacia su mesa. La verdad es que se ha quedado dormida y ha perdido el autobús. Su padre la ha tenido que llevar al instituto y en el trayecto apenas han cruzado palabra. Está reciente la bronca de anoche. "Todo a su tiempo", piensa la chica. La cuarta Sugus completa el grupo ante la mirada curiosa de sus amigas. Las tres sostienen una media sonrisa en sus maquilladas bocas. ____ no sabe qué pasa.
—¿Qué? —Se mira el pantalón, pero la cremallera de su vaquero está cerrada
—. ¿Por qué me miráis así?
Miriam toma la palabra.
—Chicas, ¿vosotras qué opináis? ¿Pensáis que lo ha hecho?
—¿Que si he hecho qué? —pregunta ____ sin entender nada.
—Que si te tiraste a tu amigo invisible —suelta Diana.
El chico que está justo delante de Diana gira la cabeza y la mira con cara de asombro. Luego exhibe una sonrisilla.
—¡Mira para adelante! —le ordena la joven, que acompaña su indicación con un gesto de su dedo corazón.
El muchacho obedece y se reanuda la conversación entre las amigas con el ruido de fondo de las explicaciones del profesor de Matemáticas.
—Bueno, ¿qué?, ¿te lo tiraste o no? — insiste Diana, hablando ahora mucho más bajito.
—Noooo —dice ____ en un tono casi
inaudible.
—¿Te tiró él? —vuelve a preguntar la más interesada del guipo por esos asuntos.
—Creo que no se dice así, Diana — señala Cris.
—Ya salió la profesora de Lengua… ¡Qué más da como se diga! ¿Hubo mambo?
—Que noooo… — ____ ya no sabe cómo decirlo.
Miriam observa a su amiga y, al verla tan azorada, trata de cambiar el rumbo de la conversación.
—Déjala ya, Diana. Cariño, ¿lo pasaste bien, verdad?
La protagonista de la mañana asiente mientras sonríe. Y en voz baja les cuenta por encima su cita con Harry.
—¡Qué romántico! —dice entusiasmada Cris tras oír atentamente la historia de ____.
—Me alegro de que hayas encontrado a alguien así, cariño —añade Miriam.
—¡Y encima tiene buen culo! Las hay con suerte —interviene Diana— Bueno, y ahora, ¿qué? ¿Se puede decir
que ya sois novios? —pregunta mientras le quita el envoltorio a un chupachús y se lo mete en la boca.
El profesor de Matemáticas llama para que salga a la pizarra a Martín, el chico que está justo delante de Diana y con el que antes ha tenido la discusión.
—Pues supongo que lo somos, ¿no? —dice dubitativa ____.
—Da igual la denominación: es tu chico y ya está. ¿Qué más da la palabra
que uséis para definiros? —comenta Miriam.
—Claro, lo importante es que os queráis, qué salgáis juntos, qué disfrutéis
juntos…
—…y qué tengáis sexo juntos… — interrumpe Diana a Cris, tras dar una sonora chupada a su caramelo y elevando un poco el tono de voz.
—Shhhhh. —Es el sonido que las otras tres Sugus hacen a la vez después de
oír a su amiga.
—¿Qué he dicho? Está claro que estos dos…, ¿o no, ____?
—Déjala ya, mujer. No la atosigues con eso.
—Lo acabo de conocer, Diana. ¿No te parece un poco pronto?
—Llevas dos meses hablando con él. Llegáis, os veis, os coméis a besos… Y el tío tiene buen culo. ¿Qué más quieres?
—Pues querrá más cosas, Diana. No todo es sexo, sexo, sexo.
—Claro que no, Mir. Pero somos jóvenes y tenemos que disfrutar. Si no lo hacemos ahora, ¿cuándo lo vamos a hacer?
—Déjala que lo haga cuando ella quiera y esté preparada —dice Cris muy bajito.
____ respira hondo. A veces, se siente un poco agobiada por la cuestión de
su virginidad: es la única virgen del grupo. No es que no le apetezca hacerlo, es que aún no ha encontrado al chico adecuado para su primera vez. Muchas
dudas absorben su mente ¿Es demasiado exigente? ¿Está preparada? ¿Podría ser Harry el primero?
—Chicas, dejadlo, ya se verá… — concluye ____ con una mueca divertida, aunque sin dejar a un lado sus pensamientos más íntimos.
—Claro, cariño, tú no tengas prisa…—señala Miriam mirándole a los ojos con una sonrisa.
Y las cuatro Sugus se quedan en silencio por primera vez en lo que va de clase. Martín no ha conseguido resolver bien el problema que el profesor de Matemáticas le ha puesto en la pizarra y vuelve cabizbajo a su sitio. Cuando llega a su asiento se encuentra la mirada de Diana, que está encantada con su chupachús. Ella se da cuenta de que el joven la observa y le guiña un ojo. Luego se saca el caramelo de la boca y le lanza
un beso imaginario. El muchacho sonríe, pero vuelve a ponerse serio cuando Diana repite el gesto con el dedo corazón que le hizo anteriormente. Martín se sienta y mira hacia adelante.
—Bueno, ya que el virtuoso señor Martín no nos ha conseguido resolver este ejercicio, propio de mi sobrino que tiene siete años y medio, probaremos fortuna y le daremos la alternativa al señor Payne. Así que, Liam Payne, suba al escenario e ilústrenos.
Liam no se entera del aviso del profesor. Desde el otro extremo de la clase tiene los ojos puestos en ella.
Cuando cree que le mira, rápidamente los aparta y huye de aquellos ojos color miel.
Está desesperado. Siente tanto por dentro cuando la ve reír, hablar, caminar, que no sabe ni cómo explicar sus emociones.
Nota una punzada en su interior y un nudo en la garganta que a veces no le deja ni respirar.
—Señor Payne, puede dejar de estar en la ídem y acudir al encerado…
El chico ve que su hermana, desde la otra punta del aula, le está haciendo
gestos para que espabile y salga a resolver la derivada. Por fin se da cuenta y, como quien despierta de un largo
sueño, vuelve a la realidad. Con torpeza, dando algún que otro bandazo, se dirige a la pizarra.
En el camino sigue pensando que no puede continuar así, que tiene que hacer
algo. Lleva mucho tiempo tratando de decidirse a romper su silencio y cree que es el momento. Sí, decidido: tiene que
decirle a ____ que la quiere, que la ama por encima de todo en este mundo. Tiene que hablar. Su corazón así se lo indica. Pero el corazón de Liam, ese corazón de adolescente enamorado se hará añicos en cuestión de horas.
Esa misma mañana de ese día de marzo, en la redacción de una revista de música.
Harry ha llegado temprano, como tenía pensado. Quería cuanto antes ponerse a redactar la entrevista que el día anterior había hecho a Katia. Desde las nueve de la mañana lleva oyendo en su grabadora la conversación con la cantante. Incluso grabada, su voz suena bonita. Sí, sin duda Katia tiene algo
especial. Puede o no gustar su música, pero es indudable que transmite. Y en
persona, mucho más.
—¿Cómo llevas el precio de la fama? ¿Ha cambiado tu vida desde que eres
popular?
Harry recuerda que en ese momento Katia hizo una pausa pensado bien la
respuesta que iba a dar.
—Sí, ha cambiado —responde rotunda—. He oído a personas que cuando
explican algo parecido a lo que a mí me ha ocurrido, cuentan que hacen las mismas cosas, van con las mismas personas que antes, tienen los mismos gustos…, solo que ahora son conocidos. Yo no puedo decir lo mismo. Mi vida ha cambiado completamente. Mis amigos de toda la vida me miran de otra forma. Piensan que porque salgo en la tele o vendo discos soy distinta. Me tratan con un respeto que no debieran. Porque yo soy igual que ellos —guarda silencio, pero no como una invitación a la otra persona a hablar sino para reflexionar sobre lo que está diciendo; finalmente continúa —: y ligo menos que antes —suelta de repente con una gran sonrisa.
—¿Ligas menos?
—Sí, mucho menos. La popularidad infunde respeto. Y no me gusta, porque no soy ningún referente para nadie, no lo merezco. Fumo, de vez en cuando bebo, no escribo mis canciones… Sin embargo, me he convertido en una especie de icono pop. Creen que no he roto un plato en mi vida. Y lo cierto es que llevo unas cuantas vajillas destrozadas…
Harry admira la sinceridad de su acompañante. En su corta experiencia como periodista está acostumbrado a que la gente acuda a los tópicos de siempre para solventar una entrevista: la típica promoción para vender discos. Katia no es así, no huye de la verdad ni dice lo políticamente correcto. Tampoco la ve como una de esas personas que dicen ser sinceras porque dicen lo que piensan. Lo que uno piensa no tiene por qué ser la realidad ni tiene por qué ser sincero.
Definitivamente, ella es distinta a las demás.
—Y a ti, ¿te ha cambiado la vida? — pregunta Katia. Recuerda bien esta parte
de la conversación. Se sorprendió mucho tras ser él mismo el preguntado. Pese a que Harry llevaba las entrevistas al terreno del diálogo, no al típico preguntarespuesta, no entraba en el guión que Katia quisiera saber sobre él.
—Pues sí, me ha cambiado.
—¿Desde que eres periodista?
—Sí —afirma el joven—. Me he mudado hace poco, dependo de mí mismo y tengo algo de dinero en mi bolsillo, aunque ahora soy yo el que lo gana. Pero sobre todo he cambiado personalmente. Ser periodista es mi vocación, y me siento realizado al haber llegado a la meta. Me siento bien.
Recuerda que en ese instante sus ojos verdes se encontraron con los ojos celestes de Katia y por un momento sintió rubor, pero al mismo tiempo confianza. La burbuja imaginaria de la que tanto se habla se había roto: la separación entre ambos no era la suficiente. Pero no le importaba demasiado, y tampoco a ella parecía importarle.
En la grabadora no se oye nada. Es un instante de silencio mutuo. Dicen que si se puede estar en silencio junto a una persona sin sentirse incómodo es que realmente existe química entre ambos. Eso es lo que parecía pasarles a Harry y Katia.
Harry pulsa el stop de la grabadora.
Piensa ahora en ____. ¿Existía esa química también entre ellos? Eso parecía.
La noche anterior había sido como un sueño. Todo como en una película de Julia Roberts o de Hugh Grant. Seguramente, si hicieran la película de su
cita de anoche, de los últimos dos meses, el resultado sería una comedia romántica.
El tropiezo, la rosa por el suelo, la fuente, el desfile…, el beso. El primer beso. Posiblemente, ahí el director gritaría "corten". Posiblemente, la película de
____ y Harry terminaría con el primer roce de sus labios y una música romántica de fondo con cierto toque pop, como Ilusionas mi corazón. De pronto siente unas ganas enormes de verla.
—Baja de tu nube, Harry.
El joven periodista no se ha percatado de la llegada de su jefe.
—Estoy en plena tierra firme, con los pies siempre en el suelo —señala el chico, dando un par de golpes en el suelo, zapateando con ambos pies—. ¿Qué desea?
—Pues hay novedades. Tengo dos noticias para ti: una buena y una mala. "Un poco peliculero", piensa Harry.
—Empecemos por la buena, entonces.
—Te doy la tarde libre.
—¡Vaya, sí que está generoso…! ¡Gracias! ¿Y la mala?
—Te necesito esta noche.-- Harry frunce el ceño extrañado.
—¿Para?
—Ha llamado el representante de Katia. Ayer al final no hicimos las fotos para la revista. No sé dónde fuisteis ni quiero saberlo, pero dejamos el trabajo por la mitad.
—¿Y qué tengo yo que ver con las fotos? Ya se encarga de eso Héctor.
—Sí, él, como siempre, hará las fotos. Pero quieren que tú estés presente.
—¿Héctor quiere que yo esté presente?
—Héctor ha aceptado, aunque no de muy buena gana. La que quiere que estés
presente es Katia.
Una noticia inesperada. Ella quería que estuviese en la sesión de fotos: ¿para
qué?
—Bueno. Pero ¿tiene que ser de noche?
—Sí. Héctor ya tenía la idea pensada así y no le voy a hacer cambiar sus planes de trabajo. Ellos han aceptado, así que os veréis esta noche.
En ese momento el móvil de Harry suena. Ve el número en la pantalla, que es el mismo del que tenía ayer tres llamadas perdidas. Pide permiso para cogerlo a su jefe, que asiente y se retira a su despacho.
A continuación, descuelga.
—¿Sí…? —contesta el joven.
—Hola, Harry. Soy yo.
Harry enseguida reconoce aquella voz.
—¿Katia?
—Sí, veo que me recuerdas.
"Es complicado olvidarte cuando llevo toda la mañana oyéndote en la grabadora", piensa.
—Claro, no hace ni 24 horas que nos vimos. Mi memoria ya empieza a flojear, pero no llega a tanto. ¿Cómo tienes mi móvil?
—Llamé ayer a la redacción de tu revista y me lo dieron.
—Veo que es sencillo conseguir mi teléfono particular.
—No te creas, tuve que usar todas mis dotes. Hasta le canté a la chica que me atendió para que me creyera cuando le dije que era Katia…
—Y te creyó.
—Sí —afirmó sin mucho entusiasmo para luego hacer una de esas pausas a las que Harry se estaba empezando a acostumbrar—. Te llamé ayer… —dijo unos segundos más tarde.
—Discúlpame. Cuando vi tus perdidas era ya muy tarde y no quise molestar.
—No me habrías molestado.
—No sabía que eras tú…
—Es natural, no tenías mi número. Tenía que habértelo dado ayer antes de
despedirnos… —otro silencio, este más breve que el anterior—. Te llamé para
preguntarte si habías tenido suerte con tu chica.
La razón era esa. ¿Simple curiosidad? ¿Cortesía?
—Pues sí. Al final no me hizo falta ninguna justificación.
Pero muchas gracias por llevarme: sin ti no hubiese llegado a tiempo.
—En realidad, si llegaste tan tarde fue por mi culpa. Me alegro de que todo saliese bien.
—Gracias.
—No solo te llamé para eso — continuó—. Te quería pedir también que vinieses a la sesión de fotos, aunque imagino que tu jefe ya te ha informado.
—Sí, me lo acaba de comunicar. No entiendo muy bien qué puedo pintar yo
allí, pero iré.
—Ahora la que te da las gracias soy yo. Es muy sencillo: posiblemente, la de
ayer haya sido la mejor entrevista que me han hecho en estos meses. Fue muy agradable. Quisiera que dieras tu punto de vista en las fotos.
¿"La mejor entrevista en estos meses"? Sí que era indudable que había
cierta química entre los dos. La conversación fue más una charla de amigos que una entrevista. Harry sigue sin entender muy bien qué pintaría él en una sesión fotográfica y qué podría aportar, pero no dice nada en contra de la idea de Katia
—Si tú crees que puedo ayudar, allí estaré.
—Gracias, Harry. Estoy convencida de que contigo todo será más sencillo. No
me gustan mucho este tipo de cosas porque me veo ridícula posando. Así me
sentiré más cómoda.
—Nos vemos entonces esta noche, Katia
—Perfecto. Un beso, Harry. Hasta esta noche.
La cantante es la primera en colgar.
Mientras, Harry continúa con el móvil en la mano. Está pensativo. Aquella chica es realmente agradable y se siente muy cómodo con ella. Sin embargo, él ya tiene chica. Y le entusiasma. Le apetece mucho estar con ____. Le encantaría besarla ahora mismo. Suspira. No puede dejar de pensar en ella. Y de repente, algo le viene a la mente. Llama a Información y solicita un número. Lo anota en un post-it amarillo y da las gracias a la operadora. Cuelga y enseguida marca el número que le acaban de facilitar. Tras dos bips, una mujer responde. La conversación dura cinco minutos escasos. Satisfecho, pero necesita algo más.
Entra en el despacho de Jaime Suárez.
—Jefe, ¿puedo pedirle un favor?
—Sí, claro, dime, Harry.
—Como tengo la sesión de fotos esta noche y no tengo jornada de tarde, ¿le
importa que me vaya a la una? No hay demasiado trabajo.
—Claro, sin ningún problema.
—Gracias, jefe.
El joven periodista cierra la puerta del despacho de su jefe y, sonriente, se dirige a su mesa a continuar con el reportaje de la cantante del pelo de color rosa.
Evaa
Re: Canciones para ____ (Zayn, Harry)
Capítulo 6
Unas horas más tarde, ese mismo día de marzo.
"____, tú y yo nos conocemos desde hace tiempo. Siempre te he visto como una amiga, pero realmente siento algo más por ti. Me gustas mucho. Te quiero, ____".
¿Qué diría ella? ¿Tendría él alguna posibilidad? Quizá también estuviera enamorada en secreto de Liam. Quizá necesitaba que él diera el primer paso. Quizá.
Liam vuelve a leer la notita que ha escrito. La recita delante del espejo del baño y la memoriza. Algo breve pero intenso: palabras sobre un sentimiento, sobre un amor oculto que no puede seguir en las profundidades de su corazón.
Le sudan las manos. Sus mejillas están un poco más sonrosadas que de costumbre. Respira con dificultad y las piernas hace rato que no cesan de temblar.
Por fin va a decirle todo lo que siente. Por fin.
Liam inspira todo el aire que sus pulmones le permiten, luego lo suelta con un soplido y sale con paso firme del cuarto de baño. Se ha mojado la frente con agua fría. Camina decidido. Tiene que ser decidido. En algo así no puede dudar.
Es el momento más importante de su vida.
Sí, sí que lo es.
El joven enfila el pasillo que conduce, al fondo, a su clase. Allí a lo lejos, al final, en un horizonte de carpetas y mochilas, ve a ____. Qué guapa es. Hoy lleva el pelo liso que le queda tan bien como su rizado natural. Es preciosa.
Cada paso que Liam da es un mundo de sensaciones. Vive segundos de éxtasis, en los que los nervios están a flor de piel.
A cada paso, ____ está más cerca. Ya distingue la miel de sus ojos, el rojo moderado de sus labios, el pequeño hoyuelo en la barbilla y el lunarcito que tiene en la carita. Sí, ahora está más seguro que nunca. Va a confesar todo su amor por ella. Pero un ruido ensordecedor se anticipa a su declaración. Suena la campana anunciando que va a comenzar la última clase del día.
Liam ve interrumpido su plan por ese dichoso timbre. Sin embargo, ____ aún no ha entrado en clase. Todavía tiene posibilidades de decírselo. Ahora es el momento. Se lo tiene que decir.
—____, ¿puedo hablar contigo un segundo? —le dice cuando la tiene delante. Le tiembla todo el cuerpo. Va a saltar al vacío. Sus manos son agua.
La chica lo mira. Le saluda con la mano y una gran sonrisa.
—____, yo te quiero.
El tiempo se para: un instante que es un siglo. Casi no puede mirarla a los ojos.
Las rodillas se le doblan solas. ¿Y ahora qué? Calor y frío descorchados. Silencio. Miedo.
Pero ____ no responde. Le sigue mirando sonriendo. Un desfile de alumnos pasa junto a ellos para entrar en clase.
—____, yo…
La chica no deja de sonreír y se lleva las manos a las orejas. Auriculares.
—Perdona, ____, ¿qué me estabas diciendo? ¿Has oído esta canción?
____ le coloca un auricular a Liam mientras el otro queda colgando. Suena una voz dulce. Es la voz de Katia, esa cantante que tanto sale ahora en la tele. Ilusionas mi corazón.
Una mano, que aparece de ninguna parte, coge el otro auricular y se lo coloca en su oído. El profesor de Matemáticas escucha también la canción de Katia.
—No está mal, señorita García. Pero prefiero los aullidos nocturnos de mi perro.
El profesor de Matemáticas se quita el auricular y se lo entrega a ____.
—Para dentro los dos. El profesor de Física no viene a última hora. Un hombre sabio. Así que disfrutarán de mí presencia una hora más. ¡Qué afortunados!: ración doble de derivadas hoy. No se quejarán, ¿eh?
____ suspira y entra en clase refunfuñando.
Atrás se queda Liam con sus intenciones, con su amor en espera, con sus palabras colgadas. El joven respira hondo, se seca las manos en el pantalón y también entra en clase.
Todos se sientan. Liam en su sitio y ____ en el suyo, junto a las Sugus, que ya ocupan su esquina. Una nueva clase de Matemáticas les espera para concluir la jornada, la última de la semana.
—No puedo más —protesta Diana en voz baja—. Tengo ganas de irme ya. ¡Quiero fin de semana!
—Yo también estoy agotada ya. Quiero… —comenta ____.
—Tú quieres a tu Harry —bromea Cris. ____ suspira. Pues sí. Durante toda la
mañana no ha podido parar de pensar en él. Tiene muchas ganas de verlo. Pero no han quedado en nada concreto, que ya hablarían. No habían hecho planes para el fin de semana. Ayer por fin se dieron el móvil, las piezas del puzzle, ese complicado rompecabezas que comenzó hace dos meses, empezaban a colocarse cada una en su sitio.
La clase de Matemáticas transcurre entre la desidia y la intensa espera de la campana final. El tenue soniquete de las explicaciones del profesor adormece a
todos. Incluso las Sugus parecen desganadas: una juguetea con su pelo; la otra mordisquea un bolígrafo… Ni tan siquiera hablan. Todos los alumnos
comparten una meta: que esto termine cuanto antes.
Sentado en el otro extremo, Liam la sigue mirando de reojo, con disimulo. Un continuado y asfixiante veo-veo. ____ se ha quedado sin saber que la quiere.
Malditos auriculares. Maldita música. ¿Cosas del destino? No. Una simple casualidad. Cuando termine esa insoportable clase, hablará con ella. Su valentía está algo disminuida, pero aún es suficiente para afrontar la situación. Sí. En pocos minutos le volverá a decir que la quiere.
—Como saben, la semana que viene tienen un importante examen. Sé que entre cerveza y cerveza, ustedes se acordarán de mí y estudiarán concienzudamente. Les aconsejo que hagan los ejercicios de la página 54 y que…
En ese momento alguien llama a la puerta. El profesor de Matemáticas detiene la clase y se dirige lentamente a abrir, con sosiego, sin prisas, algo fastidiado. Alguien osa a interrumpir su clase. Al abrir, se sorprende ante lo que ve. Y eso que no es sencillo ver cambiar la expresión en el rostro de aquel hombre que no gesticula ni se inmuta casi nunca.
La clase murmulla mientras el profesor de Matemáticas dialoga fuera con la persona que ha venido.
—Está bien, pase, pero rapidito — le apremia a quien quiera que sea el que se
ha atrevido a parar su clase.
Un chico no muy alto, más bien feúcho y con una gorrita puesta hacia atrás entra en la clase ante la sorpresa generalizada de todos y cada uno de los alumnos. En sus manos lleva un imponente ramo de flores. Rosas rojas.
—Es aquella —le indica el profesor
señalando a ____—. Señorita García, vamos, no se haga de rogar y acuda a
recoger las flores. Ya podía usted haber avisado de que era su cumpleaños y hubiéramos organizado aquí un fiestón.
"Pero si no es mi cumpleaños…", piensa la joven del pelo alisado mientras palidece. En pocos segundos el color de su cara evoluciona a morado para terminar con una visible rojez. Finalmente se levanta animada por las Sugus y el resto de la clase, que jalea a la chica.
Toda la clase, menos una persona que tiene los ojos como platos y el corazón
más pequeño y encogido que nunca.
El chico de la gorra para detrás le entrega a ____ el ramo. Las flores son preciosas, rojísimas, y no vienen solas: una pequeña tarjetita está anudada en uno de los tallos con un lacito azulado.
El profesor de Matemáticas despide al repartidor, disculpándose por no darle
propina.
—Señorita García, puede volver a su sitio y procure que, a partir de ahora, los
regalos se los hagan llevar a casa.
____ sonríe forzada. No se lo puede creer. Camina lentamente hacia su mesa ante la mirada de todos, que la siguen sin perderla de vista, mientras el profesor reinicia sus advertencias y explicaciones respecto al examen de la semana siguiente. Llega a su asiento. Miriam ha colocado a su lado la silla de una mesa vacía para que su amiga deje allí las rosas.
—Lee la tarjetita, rápido. ¡Qué nervios!
La joven coge aquel papelito ante las prisas de sus amigas y lo lee primero para sí, luego en voz baja.
"Las once rosas que te faltaban para completar la docena. Gracias por una
noche mágica".
Un "oh" al unísono sale de las bocas muy abiertas de sus amigas.
—¡Qué monada de chico…! —dice en voz bajita Cris, tal vez más romántica de
las Sugus.
—¡Qué vergüenza más grande estoy pasando! —señala ____, llevándose las
manos a la cara—. Lo mato.
Pero no es cierto que lo quiera matar. Se siente afortunada, impresionada,
querida. Ese detalle de las rosas muestra como es Harry: un clásico con la imaginación de un ilusionista; una persona que regala rosas rojas de toda la vida, pero que lo hace de la manera más particular del mundo. ____ se siente
especial.
En el otro extremo de la clase, alguien no es tan feliz.
Liam está desconcertado. ¿Tiene novio? ¿Desde cuándo? ¿Por qué nadie le había dicho nada? Quizá se las han mandado sus padres. O un tío que vive lejos. O tal vez una amiga…
El chico no se quiere creer que exista una persona que ocupa el corazón de su
amada. Su ____.
Los minutos que dura la clase son eternos para ____ y Liam. Ella quiere escapar cuanto antes de las miradas de sus compañeros. Incluso el profesor de Matemáticas ha hecho un par de bromas referentes a su ramo de rosas rojas. Quiere llegar a casa y…Pero, ¿qué le va a contar a sus padres? Ayer llegó tarde y hoy vuelve a casa con flores. Demasiado evidente. No está dispuesta a que sus padres se enteren de su relación con Harry, al menos por el momento. No le quedará más remedio que mentir u ocultarlas.
El chico también desea huir. No está seguro de si quiere saber la verdad de
aquellas rosas. Para él son espinas que se le han clavado en el corazón. Tiene los ojos llorosos, aunque trata de conservar la calma. Nada es seguro todavía. La idea de declararse ha desaparecido por completo de su cabeza. Todo es tan confuso. Sus ganas de llorar aumentan. Casi no puede soportarlo.
La campana de la libertad suena puntual.
____ sale la primera, disparada, embellecida con su ramo de rosas rojas.
Liam, inmóvil en su asiento, ve cómo el amor de su vida se aleja. No puede más y una lágrima se le derrama.
Apresuradamente, se coloca un libro delante de la cara para ocultar su mejilla
mojada. Tiene los labios secos y los ojos enrojecidos. Varios compañeros pasan por su lado y se despiden de él hasta la semana que viene; Liam no contesta, sigue escondido y ni tan siquiera sabe si para él habrá próxima semana porque se quiere morir. Pero nada es seguro.
Respira profundamente e intenta tranquilizarse. En su cabeza solo hay un ramo de rosas rojas. Vuelve a respirar. Cierra los ojos, suelta la última lágrima y sonríe. Está solo, ya no queda nadie en clase. Despacio, camina hacia la puerta.
____ debe de ser la alumna más envidiada por todas las chicas con las que se cruza en los pasillos del instituto. Los que pasan a su lado la observan curiosos
y terminan esbozando una sonrisilla y soltando algún comentario. Qué
vergüenza.
Por fin, llega a la salida. Aún no sabe qué va a hacer con las rosas, todavía le
queda el trago del autobús. ¡Uff!
Baja las escaleras hasta la calle sin mirar a nada ni a nadie, con la cabeza agachada. El olor de las rosas le invade y le provoca alegría y recuerdos de la
noche anterior, cuando aquel chico alto y guapo apareció corriendo, subiendo las escaleras de aquella cafetería y los dos acabaron por los suelos. Recuerda el paseo cogidos de la mano, la fuente, el desfile,.. El primer beso. Y ahora las
rosas, ¡Dios, está en un sueño! Alguien, en cualquier momento, la pellizcará y se despertará. Esto no puede ser verdad.
La gente la mira: a ella, a las flores.
Una chica tan bonita con ramo de rosas así es una imagen encantadora. Se siente observada, cada vez más. Aún más. Y sí, es cierto: alguien la observa atentamente; alguien que tiene una sonrisa que le cubre toda la cara; alguien que tiene sus ojos verde clavados en ella; alguien que le ha
regalado a ____ aquel ramo de rosas. 11+1.
Por fin, alza la mirada y lo ve. ¡Harry!
La emoción es irresistible dentro de ____. Cree que jamás se ha alegrado
tanto de ver a alguien. Cuando se da cuenta, está corriendo desesperadamente para lanzarse a los brazos de su chico. Si: Harry, definitivamente, es su chico. El ramo cae al suelo y sus labios se unen con pasión. Ella colgada de él, rozando el cielo, rodeando con sus piernas su cintura, con sus manos su cuello, sigue besando, como tan solo le ha besado a él.
—Te quiero —le dice al oído.
—Yo también te quiero, ____.
El nuevo beso es largo, intenso, apasionado.
La chica, por fin, pone los pies en el suelo y se abrazan. Su cara en su pecho, sus manos en su espalda.
Las Sugus miran la escena desde la escalera del instituto. Las tres sonríen.
— ¡Qué bonito es el amor! —dice Miriam, emocionada.
—Sí, es cierto que el chico tiene buen culo —añade Diana, a la que Cris golpea con el codo.
Cuando ven que la pareja pone fin al abrazo se acercan, llenas de curiosidad por conocer al chico de su amiga.
—¿No nos presentas? —dice Diana, que es la más lanzada del grupo.
____ mira a Harry y luego a sus amigas. El joven se toca nervioso el pelo.
Ahí delante tiene a las temibles Sugus, de las que tanto ha oído hablar. Ríe para sí al recordar todo lo que le ha contado ____ sobre ellas.
—Chicas, este es Harry. Harry, estas son…
—Espera, deja que lo adivine — interrumpe el joven periodista—: tú eres Miriam —dice señalando correctamente a la mayor de las Sugus—. Tú, Cris. — También acierta—. Y claro, tú no puedes ser otra que Diana. ¿He acercado? Diana silba, Cris aplaude y Miriam asiente con la cabeza. Y ____ le da un nuevo beso en los labios como premio.
—¡Pleno! ¿Podemos nosotras premiarte también? —pregunta Diana levantando las cejas.
—Tú, ahí quieta, que nos conocemos —dice ____ en plan cómico, colocándose delante de Harry como si le protegiese de las garras de su amiga.
—Lo de las rosas ha sido precioso… —comenta Miriam.
—¿Precioso? ¡Menuda vergüenza me ha hecho pasar! ¡Mira que mandarme
flores a clase! —grita ____, fingiendo estar enfadada.
—Tienes razón, la próxima vez, directamente, te las mando a casa y que sean tus padres los que las vean primero.
—¡Noooooo!
Las Sugus ríen mientras ____ vuelve a abrazarse a Harry.
—He venido además para invitarte a comer, ¿te apetece? Tengo la tarde libre
—Claro que me apetece…, pero no creo que mis padres me dejen. Además, ¿qué hacemos con las rosas?
—Yo me encargo de las rosas —dice Diana recogiendo el ramo del suelo—. Llama a tus padres y diles que te quedas a comer en mi casa y que luego vamos a estudiar.
—Si les digo que me quedo en tu casa a estudiar, entonces sí que no se creerán nada.
—Tienes razón —señala la chica sacando la lengua—, mejor di que te quedas en casa de Cris a estudiar.
Cris sonríe y acepta con la cabeza.
____ llama a sus padres. Su madre es la que coge el teléfono y, en principio, se niega a dar permiso a su hija, pero esta insiste una, dos, tres veces, hasta que finalmente consigue convencerla. La conversación termina con un "prometo que estudiaré mucho llegaré temprano".
— ¡Prueba superada! Ya podemos irnos… ¿Adonde me llevas a comer?
Las chicas se despiden de la pareja y se marchan. ____ y Harry también desaparecen cogidos de la mano.
Es viernes por la tarde. El sol tibio de marzo acaricia las ramas los árboles que dibujan sombras sobre la ciudad. Un sol que ilumina a todos por igual, un sol que posa sus rayos en los de Liam, quien, sentado en la escalera, ha visto parte de la escena entre los dos enamorados. Está quieto, con los brazos cruzados sobre el vientre. Apenas puede pensar. Ni tan siquiera llorar. Es una estatua de hielo, con el corazón congelado.
No puede ser verdad. Se niega a creer lo que ha visto. ¿Pero a quien engaña? Lo natural es que una chica como ____ tenga novio. Se pone en pie y baja los escalones despacio, con las manos las en los bolsillos. Una piedra se cruza en su camino. Liam la ve y la golpea con el pie derecho contra una pared con todas sus fuerzas. La piedra rebota y él pierde de vista su trayectoria.
Del hielo a la rabia; de la rabia a las lágrimas; de las lágrimas llanto. Y bajo el tibio sol de marzo, Liam también se aleja maldiciendo y llorando su desgraciada existencia.
Evaa
Temas similares
» Canciones para ______ (Harry Styles,Zayn Malik y TU)
» NECESITO NOVIAS PARA ZAYN Y HARRY !!!
» Busco chica para louis.zayn y harry.
» ¿Who Is T? ||Louis&Tu|| |Necesito Chicas para Harry&Zayn|
» Necesito chicas para Zayn, Louis y harry♥
» NECESITO NOVIAS PARA ZAYN Y HARRY !!!
» Busco chica para louis.zayn y harry.
» ¿Who Is T? ||Louis&Tu|| |Necesito Chicas para Harry&Zayn|
» Necesito chicas para Zayn, Louis y harry♥
O W N :: Archivos :: Novelas Abandonadas
Página 1 de 1.
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.
Miér 20 Nov 2024, 12:51 am por SweetLove22
» My dearest
Lun 11 Nov 2024, 7:37 pm por lovesick
» Sayonara, friday night
Lun 11 Nov 2024, 12:38 am por lovesick
» in the heart of the circle
Dom 10 Nov 2024, 7:56 pm por hange.
» air nation
Miér 06 Nov 2024, 10:08 am por hange.
» life is a box of chocolates
Mar 05 Nov 2024, 2:54 pm por 14th moon
» —Hot clown shit
Lun 04 Nov 2024, 9:10 pm por Jigsaw
» outoflove.
Lun 04 Nov 2024, 11:42 am por indigo.
» witches of own
Dom 03 Nov 2024, 9:16 pm por hange.