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Bailando con el Diablo - James y Astrid
O W N :: Archivos :: Novelas Abandonadas
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Re: Bailando con el Diablo - James y Astrid
Capitulo 10 Parte 3
—¡James!
Él sintió un extraño tirón en su pecho. Pero no era Astrid.
—¿Sucede algo malo? —Astrid preguntó. —¡James!
Era la voz de un hombre llamándolo en voz alta. Una que parecía venir de una distancia de muchos kilómetros.
—Me siento repentinamente extraño.
—¿Extraño cómo?
—¡James!
La clara pasarela se puso oscura. Su vista comenzó a perder intensidad, su cabeza giraba.
James se sintió a sí mismo alejarse de Astrid. Peleó con toda su fuerza para quedarse con ella.
Para quedarse con su sueño.
No quería que acabara. No quería despertarse en un mundo dónde nadie lo quería.
Tenía que regresar a ella.
Por favor, solo un minuto más.
—¡James! Maldita sea, chico, no me hagas tener que abofetearte. Lo último que necesito ahora mismo es una concusión. ¡Ahora levántate!
James se despertó para encontrar a Jess inclinado sobre él, sacudiéndolo fuertemente.
Maldiciendo, pateó al vaquero hacia atrás, contra la pared.
El juramento apestoso de Jess hizo juego con el de él mientras Jess rebotaba contra la madera. La espalda de James y el brazo latieron en respuesta a las lesiones de Jess.
Pero a él no le importó. Tenía la intención de añadir tantas lesiones más al vaquero que ninguno de los dos podría caminar sin cojear.
Él tenía una deuda que cobrarse con el bastardo por haberle disparado en su espalda.
Y él siempre se cobraba sus deudas, con intereses.
James salió de la cama gruñendo, listo para la batalla.
—¡Whoa, J! —dijo Jess, evadiendo el puño que James oscilaba ante él. — Cálmate.
James lo asechó como un león atisbando a una gacela herida. Uno que tenía la intención de hacer de la gacela su cena...
—¿Calmarme? Me disparaste en la espalda, hijo de puta.
La cara de Jess se volvió piedra y le dio una mirada helada. —Niño, no te atrevas a insultar a mi mamá, y mejor te detienes y piensas sobre eso por un minuto. Fui un asesino a sueldo desde que tuve suficiente edad para sostener una pistola. Si hubiera disparado a tu espalda no tendrías una cabeza ahora mismo. Habiendo recibido disparos en la espalda de un amigo, seguro no querría devolver ese favor a nadie. Ni siquiera a un irascible espécimen como tú. ¿Y por qué infierno me lastimaría para llegar a ti de cualquier manera? Válgame Dios, chico, usa tu cabeza.
James todavía no estaba listo para creerle. Aunque en su mayor parte había cicatrizado, su espalda era un recordatorio doloroso de que alguien había probado su mejor tiro para matarlo.
—¿Entonces quién disparó?
—Uno de los idiotas Escuderos. Maldición si supiera cuál. Todos se parecen mucho cuando no son tuyos.
James vaciló mientras trataba de catalogar todo lo que había ocurrido en los últimos días.
Todo estaba un poco borroso en su mente. Lo último que realmente recordaba era que trataba de dejar la cabaña de Astrid...
Él frunció el ceño mientras miraba alrededor, dándose cuenta que aún estaba allí.
Jess lo había despertado mientras él yacía completamente vestido en una cama en la cual no recordaba haberse subido.
Frunció el ceño al ver a Astrid yaciendo en la cama, también.
Los sueños que él tuvo...
¿Qué diablos?
Jess volvió a cargar su escopeta.
—Mira, no tengo tiempo para esto. ¿Conoces quién es Thanatos?
—Si, nos encontramos.
—Bien, porque él realmente asesinó a un Cazador Oscuro esta noche y está atrás de mí. Te necesito arriba y corriendo. Rápido.
El estómago de James fue al sur ante sus palabras.
—¿Qué?
La cara de Jess era sombría y letal. —Mató a un Cazador Oscuro sin sudar. Nunca he visto algo así en mi vida. Ahora Thanatos viene por ti, J. Es hora de hacer como un zorro y sacar el infierno de Dallas.
¿Qué significaba eso? Si a James le dolía antes la cabeza, no era nada comparado con el dolor que sintió al tratar de descifrar la última parte de la expresión localista del vaquero.
—Lo que sea que hagas –dijo Jess, su voz intensa y grave al advertirle, —no dejes a Thanatos acercarse a tu marca del arco y flecha. Aparentemente surte efecto, como la mancha de tinta de los Daimons en medio de sus pechos. Una diminuta puñalada y somos polvo.
James frunció el ceño ante sus palabras.
—¿Qué marca del arco y la flecha? No tengo ninguna.
Jess se burló. —Por supuesto que sí. Todos tenemos una.
—No, yo no.
Jess lo miró sobre su escopeta, su cara completamente divertida.
—Tal vez está en un lugar que no miras. Como tu trasero o algo por el estilo. Sé que tienes una. Es donde Artemisa te tocó cuando ella capturó tu alma. James negó con la cabeza.
—Artemisa nunca me tocó. Ella no podía estar cerca de mí sin acobardarse, así es que usó una vara para hacerme un Dark Hunter. Te juro, no hay ninguna marca en mí.
La mandíbula de Jess se cayó ante la incredulidad.
—Espera, espera, espera. ¿Estás diciéndome que estas parado aquí en donde no hay Daimons y no tienes un punto débil? ¿Qué tipo de mierda es esa? ¿Vivo en Daimon Central con un maldito Talón De Aquiles que nadie alguna vez se molestó en mencionar, y tú vives donde no hay peligro para ti y aun así no tienes una marca?
Jess caminó de arriba abajo por el piso. Era un hábito del que James se había enterado durante una de sus conversaciones telefónicas nocturnas. Una vez que Jess comenzaba un discurso rimbombante, era difícil sacarlo de él.
—¿Qué no esta bien en este cuadro? Y luego Ash me pide que suba aquí para salvar tu trasero y aquí nos caemos como moscas mientras tú eres Teflón.
—No, tengo un problema con esto. Te aprecio, hombre, pero demonios. Esto no es justo. Estoy aquí congelando mis pelotas, y tú, tú no necesitas protección. Entretanto tengo un ojo de toro en mi brazo que dice, 'Hey, Daimon con esteroides, mátenme justo aquí‘ —siguió divagando Jess. — ¿Puedes creer que metí las llaves en mi boca para sacar mi billetera, para pagar el combustible y se congela allí? ¿Lo último que quiero hacer es morir aquí en este lugar dejado de la mano de Dios, por obra de una cosa enloquecida que nadie alguna vez ha oído nombrar antes, excepto Guido, el Escudero asesino de Jersey? Juro que quiero el trasero de alguien por esto. Jess tomó aire, pero antes de que pudiera empezar a vociferar otra vez, la puerta principal de la cabaña se abrió de golpe.
La casa entera se estremeció por la fuerza de eso.
James sintió un frío temblor familiar en su columna vertebral.
Una huella débil de un recuerdo pasó como un relámpago por su mente. Era vago y desconcertante.
Él había sentido esto antes...
Sin tiempo para contemplaciones, usó su telequinesia para cerrar la puerta del dormitorio de un golpe.
Apartó de un empujón a Jess hacia la ventana. —Ella tiene a un lobo en alguna parte de la casa. Encuéntralo y llévalo afuera.
Algo golpeó la puerta con fuerza.
—Sal James –gruñó Thanatos, —pensé que a ti te gustaba jugar con los Daimons.
—Sí, jugaré contigo bastardo —James hizo estallar la ventana con su telequinesia y empujó a Jess a través de ella mientras Thanatos continuaba embistiendo la puerta.
Cruzando el cuarto, James agarró a Astrid, quien dormía todavía como un tronco en la cama, y la sacó por la ventana hacia Jess.
—Sácala de aquí.
Jess apenas había tomado a Astrid cuando la puerta estalló.
James se dio vuelta lentamente.
—¿Tú madre nunca te enseñó que no está bien entrar por la fuerza? Thanatos estrechó sus ojos, lanzándole una mirada fría y dura.
—Mi madre se desintegró cuando yo sólo tenía un año. Ella no tuvo tiempo de enseñarme nada. Pero tú, por otra parte, me enseñaste adecuadamente cómo cazar y matar a mis enemigos.
James estaba tan conmocionado por las palabras que lo dejó desequilibrado para el primer ataque.
Thanatos lo atrapó con una explosión directa a su pecho.
James rodó, tomando fuerza del dolor.
Era bueno en eso.
—¡James!
Él sintió un extraño tirón en su pecho. Pero no era Astrid.
—¿Sucede algo malo? —Astrid preguntó. —¡James!
Era la voz de un hombre llamándolo en voz alta. Una que parecía venir de una distancia de muchos kilómetros.
—Me siento repentinamente extraño.
—¿Extraño cómo?
—¡James!
La clara pasarela se puso oscura. Su vista comenzó a perder intensidad, su cabeza giraba.
James se sintió a sí mismo alejarse de Astrid. Peleó con toda su fuerza para quedarse con ella.
Para quedarse con su sueño.
No quería que acabara. No quería despertarse en un mundo dónde nadie lo quería.
Tenía que regresar a ella.
Por favor, solo un minuto más.
—¡James! Maldita sea, chico, no me hagas tener que abofetearte. Lo último que necesito ahora mismo es una concusión. ¡Ahora levántate!
James se despertó para encontrar a Jess inclinado sobre él, sacudiéndolo fuertemente.
Maldiciendo, pateó al vaquero hacia atrás, contra la pared.
El juramento apestoso de Jess hizo juego con el de él mientras Jess rebotaba contra la madera. La espalda de James y el brazo latieron en respuesta a las lesiones de Jess.
Pero a él no le importó. Tenía la intención de añadir tantas lesiones más al vaquero que ninguno de los dos podría caminar sin cojear.
Él tenía una deuda que cobrarse con el bastardo por haberle disparado en su espalda.
Y él siempre se cobraba sus deudas, con intereses.
James salió de la cama gruñendo, listo para la batalla.
—¡Whoa, J! —dijo Jess, evadiendo el puño que James oscilaba ante él. — Cálmate.
James lo asechó como un león atisbando a una gacela herida. Uno que tenía la intención de hacer de la gacela su cena...
—¿Calmarme? Me disparaste en la espalda, hijo de puta.
La cara de Jess se volvió piedra y le dio una mirada helada. —Niño, no te atrevas a insultar a mi mamá, y mejor te detienes y piensas sobre eso por un minuto. Fui un asesino a sueldo desde que tuve suficiente edad para sostener una pistola. Si hubiera disparado a tu espalda no tendrías una cabeza ahora mismo. Habiendo recibido disparos en la espalda de un amigo, seguro no querría devolver ese favor a nadie. Ni siquiera a un irascible espécimen como tú. ¿Y por qué infierno me lastimaría para llegar a ti de cualquier manera? Válgame Dios, chico, usa tu cabeza.
James todavía no estaba listo para creerle. Aunque en su mayor parte había cicatrizado, su espalda era un recordatorio doloroso de que alguien había probado su mejor tiro para matarlo.
—¿Entonces quién disparó?
—Uno de los idiotas Escuderos. Maldición si supiera cuál. Todos se parecen mucho cuando no son tuyos.
James vaciló mientras trataba de catalogar todo lo que había ocurrido en los últimos días.
Todo estaba un poco borroso en su mente. Lo último que realmente recordaba era que trataba de dejar la cabaña de Astrid...
Él frunció el ceño mientras miraba alrededor, dándose cuenta que aún estaba allí.
Jess lo había despertado mientras él yacía completamente vestido en una cama en la cual no recordaba haberse subido.
Frunció el ceño al ver a Astrid yaciendo en la cama, también.
Los sueños que él tuvo...
¿Qué diablos?
Jess volvió a cargar su escopeta.
—Mira, no tengo tiempo para esto. ¿Conoces quién es Thanatos?
—Si, nos encontramos.
—Bien, porque él realmente asesinó a un Cazador Oscuro esta noche y está atrás de mí. Te necesito arriba y corriendo. Rápido.
El estómago de James fue al sur ante sus palabras.
—¿Qué?
La cara de Jess era sombría y letal. —Mató a un Cazador Oscuro sin sudar. Nunca he visto algo así en mi vida. Ahora Thanatos viene por ti, J. Es hora de hacer como un zorro y sacar el infierno de Dallas.
¿Qué significaba eso? Si a James le dolía antes la cabeza, no era nada comparado con el dolor que sintió al tratar de descifrar la última parte de la expresión localista del vaquero.
—Lo que sea que hagas –dijo Jess, su voz intensa y grave al advertirle, —no dejes a Thanatos acercarse a tu marca del arco y flecha. Aparentemente surte efecto, como la mancha de tinta de los Daimons en medio de sus pechos. Una diminuta puñalada y somos polvo.
James frunció el ceño ante sus palabras.
—¿Qué marca del arco y la flecha? No tengo ninguna.
Jess se burló. —Por supuesto que sí. Todos tenemos una.
—No, yo no.
Jess lo miró sobre su escopeta, su cara completamente divertida.
—Tal vez está en un lugar que no miras. Como tu trasero o algo por el estilo. Sé que tienes una. Es donde Artemisa te tocó cuando ella capturó tu alma. James negó con la cabeza.
—Artemisa nunca me tocó. Ella no podía estar cerca de mí sin acobardarse, así es que usó una vara para hacerme un Dark Hunter. Te juro, no hay ninguna marca en mí.
La mandíbula de Jess se cayó ante la incredulidad.
—Espera, espera, espera. ¿Estás diciéndome que estas parado aquí en donde no hay Daimons y no tienes un punto débil? ¿Qué tipo de mierda es esa? ¿Vivo en Daimon Central con un maldito Talón De Aquiles que nadie alguna vez se molestó en mencionar, y tú vives donde no hay peligro para ti y aun así no tienes una marca?
Jess caminó de arriba abajo por el piso. Era un hábito del que James se había enterado durante una de sus conversaciones telefónicas nocturnas. Una vez que Jess comenzaba un discurso rimbombante, era difícil sacarlo de él.
—¿Qué no esta bien en este cuadro? Y luego Ash me pide que suba aquí para salvar tu trasero y aquí nos caemos como moscas mientras tú eres Teflón.
—No, tengo un problema con esto. Te aprecio, hombre, pero demonios. Esto no es justo. Estoy aquí congelando mis pelotas, y tú, tú no necesitas protección. Entretanto tengo un ojo de toro en mi brazo que dice, 'Hey, Daimon con esteroides, mátenme justo aquí‘ —siguió divagando Jess. — ¿Puedes creer que metí las llaves en mi boca para sacar mi billetera, para pagar el combustible y se congela allí? ¿Lo último que quiero hacer es morir aquí en este lugar dejado de la mano de Dios, por obra de una cosa enloquecida que nadie alguna vez ha oído nombrar antes, excepto Guido, el Escudero asesino de Jersey? Juro que quiero el trasero de alguien por esto. Jess tomó aire, pero antes de que pudiera empezar a vociferar otra vez, la puerta principal de la cabaña se abrió de golpe.
La casa entera se estremeció por la fuerza de eso.
James sintió un frío temblor familiar en su columna vertebral.
Una huella débil de un recuerdo pasó como un relámpago por su mente. Era vago y desconcertante.
Él había sentido esto antes...
Sin tiempo para contemplaciones, usó su telequinesia para cerrar la puerta del dormitorio de un golpe.
Apartó de un empujón a Jess hacia la ventana. —Ella tiene a un lobo en alguna parte de la casa. Encuéntralo y llévalo afuera.
Algo golpeó la puerta con fuerza.
—Sal James –gruñó Thanatos, —pensé que a ti te gustaba jugar con los Daimons.
—Sí, jugaré contigo bastardo —James hizo estallar la ventana con su telequinesia y empujó a Jess a través de ella mientras Thanatos continuaba embistiendo la puerta.
Cruzando el cuarto, James agarró a Astrid, quien dormía todavía como un tronco en la cama, y la sacó por la ventana hacia Jess.
—Sácala de aquí.
Jess apenas había tomado a Astrid cuando la puerta estalló.
James se dio vuelta lentamente.
—¿Tú madre nunca te enseñó que no está bien entrar por la fuerza? Thanatos estrechó sus ojos, lanzándole una mirada fría y dura.
—Mi madre se desintegró cuando yo sólo tenía un año. Ella no tuvo tiempo de enseñarme nada. Pero tú, por otra parte, me enseñaste adecuadamente cómo cazar y matar a mis enemigos.
James estaba tan conmocionado por las palabras que lo dejó desequilibrado para el primer ataque.
Thanatos lo atrapó con una explosión directa a su pecho.
James rodó, tomando fuerza del dolor.
Era bueno en eso.
issadanger
Re: Bailando con el Diablo - James y Astrid
Capitulo 10 Parte 4
Mientras se preparaba sicológicamente para atacar, un arma disparó dos veces. Thanatos se tambaleó hacia adelante, luego se dio la vuelta con un gruñido.
Los ojos de James se ampliaron al divisar dos balazos en la espalda del Daimon. Los balazos se cicatrizaron instantáneamente.
Jess maldijo desde el vestíbulo. —¿Qué eres?
—Jess —rugió James, —sal. Puedo manejar esto.
Como Thanatos iba por Jess, James se lanzó contra su espalda y lo golpeó contra el marco de la puerta.
—¡Vete! —le gritó a Jess. —No puedo oponerme a él contigo aquí. Necesito todos mis poderes.
Jess asintió y corrió en busca de la puerta principal. James le oyó hacer una pausa mientras soltaba al lobo.
—Al fin solos —se rió, mientras Thanatos lo enviaba de un empujón contra la pared más lejana. —Oh, el placer del dolor.
Thanatos le dirigió un gesto de desprecio. —¿Tu realmente estás loco, verdad?
—Apenas. Aunque debo admitir que disfruto de cada minuto —. James dejó que sus poderes emergieran hasta que sus manos ardieron por el calor. Canalizó los iones en el aire y los cargó completamente, luego los dirigió a Thanatos.
La explosión lo derribó en medio del vestíbulo.
Reuniendo más poder, James lo volvió a golpear, esta vez en el estudio. Él continuó golpeando a Thanatos hasta que el hombre aterrizó en el piso al lado de la chimenea.
Si James fuera listo, hubiera aprovechado la ventaja y corrido.
Pero él no era así de listo. Además, Thanatos hubiera ido tras él y él era demasiado viejo y también estaba demasiado enojado para correr.
Thanatos se levantó de nuevo.
James le dirigió otra explosión, derribándolo sobre el sofá donde aterrizó en un montón.
Él sacudió la hacia cabeza el Daimon, quien ya no se movía.
—Te diré algo, ¿por qué no me vas a visitar cuando estés listo para jugar con los chicos grandes?
James salió andando de la casa y convocó a sus poderes para trabar la puerta detrás de él. Podía oír a Thanatos golpeando la puerta, tratando de forzarla. Sin una mirada atrás, James caminó hasta la máquina de nieve que debía pertenecer a Thanatos. Abrió el tanque de gasolina y se aseguró que hubiera suficiente.
Rompió la manguera del motor, luego chupó con fuerza para llenar de gasolina su boca.
Caminando hacia la cabaña, sacó un encendedor de su bolsillo trasero. Encendió el encendedor, entonces escupió la gasolina a la casa y observó como la puerta comenzaba a arder.
Después de varios viajes más, dio un paso hacia atrás y examinó las llamas que rápidamente consumían la casa de Astrid.
Era algo bueno que ella fuera rica.
Parecía que iba a necesitar un lugar nuevo para vivir después de esto.
James arrancó un cigarrillo del bolsillo de su abrigo y sonrió. Murmurando se puso a cantar la clásica canción de Talking Heads "trescientos sesenta y cinco grados de... casa consumiéndose en llamas.
Astrid se despertó por una explosión. Su falta de vista momentáneamente la dejó estupefacta hasta que se percató que había sido sacada de su sueño narcotizado.
¿Si no, cómo?
Ambos, James y ella debían dormir al menos otro día más.
Ella podía decir por los sonidos y la posición vertical de su cuerpo, que ya no estaba en la cama.
Se sentía como en el coche de alguien.
—¿James? —preguntó con vacilación.
—No, señora –dijo una profunda voz con un arrastrado acento sureño. —Mi nombre es Sundown.
Su corazón martilló.
—¿Dónde esta James? ¡Sasha!
Una mano tocó su brazo confortantemente. —Tranquila, querida. Todo va a estar bien.
—¿En dónde está mi lobo?
Por la forma en que el aire frente a su cara se movía, podía decir que Sundown estaba moviendo su mano a pocos centímetros de la punta de su nariz.
—Sí, soy ciega —dijo irritada. —Dígame donde esta Sasha.
—Es la cosa peluda a sus pies.
Ella dejó escapar un pequeño suspiro de alivio, pero eso era sólo la mitad de su preocupación.
—¿Y James?
—Lo dejamos atrás.
—¡No! –dijo ella, su corazón martillando otra vez. —Se supone que no debo dejarlo.
—No tuvimos otra...
Astrid no escuchó el resto de su declaración. Estaba demasiado ocupada tratando de abrir la puerta del coche.
Una mano firme la jaló hacia atrás.
—Whoa, señorita, qué lo que estoy haciendo aquí es peligroso. Tengo que llevarla lo mas lejos que pueda de la cabaña. Confíe en mí, si alguien puede manejar esto, es James.
—No, no puede –dijo ella, tratando de ponerse de pie. —Tengo que regresar con él. Si alguien se entera que no estoy con él, entonces está muerto. ¿Entiendes?
—Señori...
Ella apartó su mano. —Thanatos será enviado tras él. Tengo que regresar. —¿Usted sabe de Thanatos?
Astrid extendió la mano, tratando de encontrar la boca de Sundown para tratar de tocar colmillos.
Él esquivó su mano.
—¿Trabaja para Acheron? —preguntó ella.
—¿Lo hace usted?
—Contéstame. ¿Es uno de sus... hombres?
Él vaciló antes de contestar.
—Sí.
Ella suspiró de alivio. Gracias a Zeus por los pequeños favores.
—Soy el juez de James. Si lo dejo sin acompañante entonces Artemisa llamará a Thanatos para matarlo.
—Odio darle la noticia. Ella ya lo hizo. Justamente los dejé a los dos en su casa para el altercado.
La cabeza de Astrid daba vueltas. ¿Cómo podía ser eso?
—¿Está seguro que era Thanatos?
—Eso es lo que él dijo y después de la forma en que eliminó a uno de nosotros, Hunters, yo tiendo a creerle.
Astrid se sintió enferma por las noticias. Esto no podía estar ocurriendo.
¿Por qué Artemisa violaría el acuerdo?
Sabía que Artemisa había estado ansiosa por un veredicto, pero así y todo... —Debe llevarme de regreso. James no lo puede matar. Ninguno de ustedes puede.
—¿Que quiere decir?
—Sólo Acheron tiene el poder de matar a Thanatos. Sólo Acheron. Ninguno de ustedes tiene una posibilidad en contra de él.
Sundown maldijo.
—Bien. Aférrese y pido a Dios que usted este equivocada, señora.
Astrid sintió a Sasha moviéndose mientras Jess giraba el coche en un movimiento que le recordaba a un juego de parque de diversiones.
—Shhh, Sasha –dijo ella, agachándose para tocarlo y apaciguarlo.
—¿Dónde estamos? ¿Qué sucedió?
Lo sintió moverse ligeramente para contemplar a Sundown. Dejó escapar un gruñido bajo.
—¿Y quién diantre es este refugiado de Por un Puñado de Dólares?
—Él es un amigo. Así que sé agradable.
—¿Agradable? Bien. No lo morderé. Por ahora —. Sasha se echó apenas para atrás. —¿Por qué estoy en un camión? ¿Cómo llegue aquí? ¿Y por qué mi cabeza parece que esta a punto de explotar?
—Te drogué.
Ella tuvo la clara sensación que Sasha estrechaba sus ojos y descubría sus dientes.
—¿Tu qué?
Ella se sobresaltó ante la cólera en su voz.
—No tuve alternativa. Pero grítame más tarde. Tenemos un problema ahora mismo.
—¿Y es?
—Thanatos anda suelto. Y él ya va tras James.
—Bien, el Dayslayer tiene gusto.
—¡Sasha!
—No lo puedo remediar. Sabes que no me gusta esa bestia psicótica. Suspirando, enterró la mano en el pelaje de Sasha y usó sus ojos como suyos. Él trepó a su regazo a fin de poder mirar por la ventana para ella. Después de algunos kilómetros, ella reconoció el paisaje al acercarse a la cabaña.
Pero lo que la asustó fue la vista de un enorme fuego a lo lejos.
Mientras se preparaba sicológicamente para atacar, un arma disparó dos veces. Thanatos se tambaleó hacia adelante, luego se dio la vuelta con un gruñido.
Los ojos de James se ampliaron al divisar dos balazos en la espalda del Daimon. Los balazos se cicatrizaron instantáneamente.
Jess maldijo desde el vestíbulo. —¿Qué eres?
—Jess —rugió James, —sal. Puedo manejar esto.
Como Thanatos iba por Jess, James se lanzó contra su espalda y lo golpeó contra el marco de la puerta.
—¡Vete! —le gritó a Jess. —No puedo oponerme a él contigo aquí. Necesito todos mis poderes.
Jess asintió y corrió en busca de la puerta principal. James le oyó hacer una pausa mientras soltaba al lobo.
—Al fin solos —se rió, mientras Thanatos lo enviaba de un empujón contra la pared más lejana. —Oh, el placer del dolor.
Thanatos le dirigió un gesto de desprecio. —¿Tu realmente estás loco, verdad?
—Apenas. Aunque debo admitir que disfruto de cada minuto —. James dejó que sus poderes emergieran hasta que sus manos ardieron por el calor. Canalizó los iones en el aire y los cargó completamente, luego los dirigió a Thanatos.
La explosión lo derribó en medio del vestíbulo.
Reuniendo más poder, James lo volvió a golpear, esta vez en el estudio. Él continuó golpeando a Thanatos hasta que el hombre aterrizó en el piso al lado de la chimenea.
Si James fuera listo, hubiera aprovechado la ventaja y corrido.
Pero él no era así de listo. Además, Thanatos hubiera ido tras él y él era demasiado viejo y también estaba demasiado enojado para correr.
Thanatos se levantó de nuevo.
James le dirigió otra explosión, derribándolo sobre el sofá donde aterrizó en un montón.
Él sacudió la hacia cabeza el Daimon, quien ya no se movía.
—Te diré algo, ¿por qué no me vas a visitar cuando estés listo para jugar con los chicos grandes?
James salió andando de la casa y convocó a sus poderes para trabar la puerta detrás de él. Podía oír a Thanatos golpeando la puerta, tratando de forzarla. Sin una mirada atrás, James caminó hasta la máquina de nieve que debía pertenecer a Thanatos. Abrió el tanque de gasolina y se aseguró que hubiera suficiente.
Rompió la manguera del motor, luego chupó con fuerza para llenar de gasolina su boca.
Caminando hacia la cabaña, sacó un encendedor de su bolsillo trasero. Encendió el encendedor, entonces escupió la gasolina a la casa y observó como la puerta comenzaba a arder.
Después de varios viajes más, dio un paso hacia atrás y examinó las llamas que rápidamente consumían la casa de Astrid.
Era algo bueno que ella fuera rica.
Parecía que iba a necesitar un lugar nuevo para vivir después de esto.
James arrancó un cigarrillo del bolsillo de su abrigo y sonrió. Murmurando se puso a cantar la clásica canción de Talking Heads "trescientos sesenta y cinco grados de... casa consumiéndose en llamas.
Astrid se despertó por una explosión. Su falta de vista momentáneamente la dejó estupefacta hasta que se percató que había sido sacada de su sueño narcotizado.
¿Si no, cómo?
Ambos, James y ella debían dormir al menos otro día más.
Ella podía decir por los sonidos y la posición vertical de su cuerpo, que ya no estaba en la cama.
Se sentía como en el coche de alguien.
—¿James? —preguntó con vacilación.
—No, señora –dijo una profunda voz con un arrastrado acento sureño. —Mi nombre es Sundown.
Su corazón martilló.
—¿Dónde esta James? ¡Sasha!
Una mano tocó su brazo confortantemente. —Tranquila, querida. Todo va a estar bien.
—¿En dónde está mi lobo?
Por la forma en que el aire frente a su cara se movía, podía decir que Sundown estaba moviendo su mano a pocos centímetros de la punta de su nariz.
—Sí, soy ciega —dijo irritada. —Dígame donde esta Sasha.
—Es la cosa peluda a sus pies.
Ella dejó escapar un pequeño suspiro de alivio, pero eso era sólo la mitad de su preocupación.
—¿Y James?
—Lo dejamos atrás.
—¡No! –dijo ella, su corazón martillando otra vez. —Se supone que no debo dejarlo.
—No tuvimos otra...
Astrid no escuchó el resto de su declaración. Estaba demasiado ocupada tratando de abrir la puerta del coche.
Una mano firme la jaló hacia atrás.
—Whoa, señorita, qué lo que estoy haciendo aquí es peligroso. Tengo que llevarla lo mas lejos que pueda de la cabaña. Confíe en mí, si alguien puede manejar esto, es James.
—No, no puede –dijo ella, tratando de ponerse de pie. —Tengo que regresar con él. Si alguien se entera que no estoy con él, entonces está muerto. ¿Entiendes?
—Señori...
Ella apartó su mano. —Thanatos será enviado tras él. Tengo que regresar. —¿Usted sabe de Thanatos?
Astrid extendió la mano, tratando de encontrar la boca de Sundown para tratar de tocar colmillos.
Él esquivó su mano.
—¿Trabaja para Acheron? —preguntó ella.
—¿Lo hace usted?
—Contéstame. ¿Es uno de sus... hombres?
Él vaciló antes de contestar.
—Sí.
Ella suspiró de alivio. Gracias a Zeus por los pequeños favores.
—Soy el juez de James. Si lo dejo sin acompañante entonces Artemisa llamará a Thanatos para matarlo.
—Odio darle la noticia. Ella ya lo hizo. Justamente los dejé a los dos en su casa para el altercado.
La cabeza de Astrid daba vueltas. ¿Cómo podía ser eso?
—¿Está seguro que era Thanatos?
—Eso es lo que él dijo y después de la forma en que eliminó a uno de nosotros, Hunters, yo tiendo a creerle.
Astrid se sintió enferma por las noticias. Esto no podía estar ocurriendo.
¿Por qué Artemisa violaría el acuerdo?
Sabía que Artemisa había estado ansiosa por un veredicto, pero así y todo... —Debe llevarme de regreso. James no lo puede matar. Ninguno de ustedes puede.
—¿Que quiere decir?
—Sólo Acheron tiene el poder de matar a Thanatos. Sólo Acheron. Ninguno de ustedes tiene una posibilidad en contra de él.
Sundown maldijo.
—Bien. Aférrese y pido a Dios que usted este equivocada, señora.
Astrid sintió a Sasha moviéndose mientras Jess giraba el coche en un movimiento que le recordaba a un juego de parque de diversiones.
—Shhh, Sasha –dijo ella, agachándose para tocarlo y apaciguarlo.
—¿Dónde estamos? ¿Qué sucedió?
Lo sintió moverse ligeramente para contemplar a Sundown. Dejó escapar un gruñido bajo.
—¿Y quién diantre es este refugiado de Por un Puñado de Dólares?
—Él es un amigo. Así que sé agradable.
—¿Agradable? Bien. No lo morderé. Por ahora —. Sasha se echó apenas para atrás. —¿Por qué estoy en un camión? ¿Cómo llegue aquí? ¿Y por qué mi cabeza parece que esta a punto de explotar?
—Te drogué.
Ella tuvo la clara sensación que Sasha estrechaba sus ojos y descubría sus dientes.
—¿Tu qué?
Ella se sobresaltó ante la cólera en su voz.
—No tuve alternativa. Pero grítame más tarde. Tenemos un problema ahora mismo.
—¿Y es?
—Thanatos anda suelto. Y él ya va tras James.
—Bien, el Dayslayer tiene gusto.
—¡Sasha!
—No lo puedo remediar. Sabes que no me gusta esa bestia psicótica. Suspirando, enterró la mano en el pelaje de Sasha y usó sus ojos como suyos. Él trepó a su regazo a fin de poder mirar por la ventana para ella. Después de algunos kilómetros, ella reconoció el paisaje al acercarse a la cabaña.
Pero lo que la asustó fue la vista de un enorme fuego a lo lejos.
issadanger
Re: Bailando con el Diablo - James y Astrid
oh damm!!
se viene lo bueno :D
va a aparecer mi demonia de calidad favorita ;)
siguelaaaa
se viene lo bueno :D
va a aparecer mi demonia de calidad favorita ;)
siguelaaaa
NaTnAt
Re: Bailando con el Diablo - James y Astrid
creeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeesta D: Yo se que James puedeeeeeeeeeeeeeeeeeeee :') Sasha te adoro *-* aunque amo a Fury dfghjñ
Feer :)x.
Re: Bailando con el Diablo - James y Astrid
pooooooorrrrrfiiiiiiiissss
poooooooorrrrrfiiiiiisssss
poooooooorrrrrfiiiiiisssss
chelis
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