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Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
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Bailando con el Diablo - James y Astrid
O W N :: Archivos :: Novelas Abandonadas
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Re: Bailando con el Diablo - James y Astrid
Si en la niche CEO mas commentaries por pretty de misbotras lector as subordinate cap si no hasta el martensmartens
issadanger
Re: Bailando con el Diablo - James y Astrid
Capitulo 9 Parte 7
—Eres una persona encantadora y educada, también. Ose tenía razón.
La sonrisa de Jess se ensanchó.
Allen se aclaró la voz. –Perdón por interrumpir, Lord Cortes y Lady Letal, si
pudiéramos tener un minuto de su tiempo, tenemos a un psicópata que cazar. Jess miró encolerizadamente sobre su hombro a Allen, pero antes de que él
pudiera hacer comentarios, Syra disparó otro perno de su ballesta.
Allen salió volando y aterrizó de espaldas sobre la nieve.
Syra caminó hacia él y lo miró fijamente.
—Particularmente no me gustan los Escuderos y realmente odio la
ceremonia de la sangre. Así que ahórrate el dolor y no me hables otra vez. O la próxima vez usaré un perno de Daimon en ti.
Ella se agachó y recogió el perno de cabeza plana que había usado.
Jess reía. A él le gustaba las mujeres con sentido común.
Y con una puntería mortífera.
—Entonces –dijo ella, dando la vuelta y escudriñándolos a todos ellos. —He
estado persiguiendo a un grupo de Daimons los últimos cuatro días mientras se dirigían hacia Fairbanks. Bjorn siguió a una tribu de ellos desde Anchorage. Eso explica porque estamos aquí. ¿Qué hay sobre el resto de ustedes? ¿Jess, has perseguido a los Daimons desde Reno hasta Alaska?
Otto se salió del grupo de Escuderos y se detuvo delante de Syra. —¡Hemos venido a matar a James de Moesia, y si usted se mete en nuestro camino, niñita, la vamos a matar!
—Maldición –dijo Jess, bajando sus anteojos oscuros por el puente de su nariz para clavar los ojos en Otto. —Él habla. O más bien gruñe.
—Pero no por mucho tiempo sino cuida su boca —. Syra le dirigió a Otto una mirada significativa y letal. —Para que conste en acta, Escudero, se necesitaría más hombre que tu, siquiera para rasguñarme.
Otto devolvió su mirada con una sonrisa coqueta. —Vivo por una mujer que rasguña. Solo estate segura que te mantienes atrás, nena. No me gustan las cicatrices.
Otto la pasó rozando.
—Realmente odio a los Escuderos. —Syra gruñó. Ella sacó otro perno plano y lo cargó, luego disparó a Otto.
Moviéndose tan rápido que apenas pudo ser visto, el Escudero dio la vuelta y lo atrapó sin sobresaltarse. Lo sostuvo frente a su nariz y lo inspiró cariñosamente. —Mmm –dijo él. —Rosas. Mi favorito.
Jess intercambió una mirada conocedora con Andy. —Quizá deberíamos dejarlos solos.
—Si —dijo Allen con una risa corta, —esto me recuerda un poco a los ritos de apareamiento del malo y el malhumorado. Todo lo que necesitamos ahora es a Jerry Gautier.
Otto lanzó el perno a Allen que gruñó cuando hizo contacto con su estómago.
La cara de Syra estaba roja como una remolacha al mirar a Otto, quien la ignoró y se dirigió hacia la cabaña.
—¿Tienes un Escudero, Jess? —preguntó ella mientras caminaban con Bjorn a su lado.
Él señaló con la cabeza hacia Andy. —Lo crié desde que era un cachorro. —¿Escucha?
—La mayoría de las veces.
—Tienes suerte. Le disparé a mis últimos tres —. Mientras se dirigía hacia la cabaña Syra agregó —y no fue con un perno plano.
Bien, al menos las cosas eran un poco más divertida con las dos adiciones nuevas a su tripulación.
Pero al entrar Jess a la cabaña de James tras Bjorn, Syra, y tres de los Escuderos, su humor murió.
El resto de grupo tuvo que esperar afuera ya que nadie más cabría en el pequeño espacio cuadrado.
Éste no era el caso en que la cabaña era más grande por dentro de lo que se veía afuera. Era al revés.
Adentro el lugar estaba bien conservado, pero restringido y deprimente.
Los Escuderos sostuvieron linternas halógenas, iluminando el austero interior. Había una camilla en el piso con una almohada vieja, gastada y unas cuantas pieles y mantas deshilachadas. La televisión estaba colocada en el piso y las paredes estaban cubiertas de estantes de libros. Los únicos muebles en la casa eran dos alacenas.
—Dios mío –dijo Allen, —vive como un animal.
—No –dijo Syra caminando hacia los estantes de libros para examinar los títulos. —Él vive como un esclavo. Para él, esto es un paso arriba de lo que estaba acostumbrado.
Ella encontró la mirada de Jess. —¿Lo conoces?
—Sí y tienes razón —. Jess tuvo que eludir el ventilador de techo mientras se movía alrededor del cuarto. Recordó que James era unos cinco centímetros más alto que él.
—Demonios –dijo él al mover el aspa del ventilador de techo con el dedo y recordando otra cosa que James le había dicho.
—¿Qué? —preguntó Bjorn.
Jess miró al cazador de Alaska que inspeccionaba la despensa de James, que contenía sólo unas pocas latas de comida y una tonelada de botellas de vodka sin abrir. —¿Cuán caluroso es el verano aquí?
Bjorn se encogió de hombros. —En el corazón del verano puede llegar a los treinta o treinta y cinco grados. ¿Por qué?
Jess maldijo otra vez. —Recuerdo haber hablado una vez con James. Le pregunté qué estaba haciendo. Él dijo, cocinándome —Jess señaló el ventilador de techo. —Ahora me doy cuenta de lo que quiso decir. ¿Pueden imaginarse estar atrapado en este lugar en el verano sin ventanas y sin aire acondicionado?
Syra dejó escapar un bajo silbido. —Tenemos luz de sol prácticamente las veinticuatro horas. Tienes suerte si puedes salir por más de diez minutos al día.
—¿Qué hace con el cuarto de baño? –preguntó Allen.
Syra indicó una bacinilla en la esquina izquierda.
—¿Cuánto tiempo ha estado aquí? –preguntó ella a Jess. —¿Ochocientos,
novecientos años?
Jess asintió.
Ella dejó escapar un silbido bajo. —No es extraño que esté demente.
Allen se mofó. —Con el dinero que cobra, el idiota podría haberse construido
una mansión.
—No –dijo Jess. —No es su forma de ser. Créeme, cuando estas
acostumbrado a nada, no esperas nada.
Syra caminó hacia la esquina en donde una montaña de figurillas talladas en madera estaban amontonadas. —¿Qué son estos?
Jess frunció el ceño mientras miraba las paredes de la cabaña y se daba cuenta que cada centímetro de ellas estaba cubierta de tallados que hacían juego con las figurillas.
Repentinamente recordó las esculturas de madera que había visto en la tienda de artículos varios.
Las esculturas de hielo que había visto en la ciudad.
El pobre James debía haber tenido épocas de locura y aburrimiento durante los meses que estaba recluido en este cobertizo diminuto.
Demonios, Jess tenía un garaje mayor en su casa. —Diría que es el intento de James de mantener un hilo de cordura mientras estaba encerrado aquí.
Bjorn recogió una figurilla pintada que se parecía a un oso polar con sus cachorros. —Estos son increíbles.
Syra asintió. —Nunca he visto algo como esto. Apenas parece correcto que matemos a alguien que ha tenido que vivir de esta manera todos estos siglos.
Allen bufó. —Apenas parece correcto que él tuviese permiso de vivir después de que asesinara a todo el pueblo que él estaba custodiando.
Otto echó una mirada interesante al Escudero. Si Jess no lo conociera mejor, sospecharía que el hombre tenía dudas acerca de aniquilar a James
Sus miradas se encontraron.
Nop, sin duda. En verdad, él sospechaba que Otto podía haber sido enviado por otras razones... como él lo había sido.
—Bien, muchachos, esto es entretenido –dijo Bjorn. —Pero mis poderes decrecen por Jess y Syra y todavía tenemos que resolver el pequeño asunto sobre la migración de Daimons. ¿Alguien tiene alguna idea de por qué harían eso?
Todos miraron a Syra que era la mayor.
—¿Qué? –preguntó ella.
—¿Alguna vez has visto o has tenido noticias de algo como esto?
Ella negó con la cabeza. —He tenido noticias de Daimons haciendo equipo.
Allá, por los siglos antes de que ustedes naciesen, solían tener guerreros Daimons. Pero nadie ha visto a un Spathi al menos en un milenio. Todo esto me supera. Es una lástima que no podamos alcanzar a Acheron. Él podría tener más información.
Bjorn se adelantó y salió de la cabaña.
Jess se acercó a la parte trasera y miró dentro de la choza una vez más. Demonios. Sentía realmente lástima por su amigo y la vida que James había
tenido.
Él no podía imaginar quedarse atorado en el bosque, solo, con temperaturas
que se extendían desde menos cuarenta a treinta y cinco.
No era extraño que Ash tuviera piedad con James.
Seis de los escuderos fueron a los SUVs y descargaron envases de
gasolina.
—¿Qué hacen? —Jess preguntó suspicazmente.
—Incendiarlo –dijo un Escudero pelirrojo. —Tu quieres cazarlo, tu... —¡Maldición! —Jess agarró el envase de la mano del hombre y lo lanzó
hacia el bosque. —Esto es todo lo que él tiene en el mundo. No hay forma que vaya a dejarte apropiarte de esto.
Allen le desdeñó con sarcasmo. —Él golpeó a esa mujer.
Jess estrechó su mirada. —Aún tienes que probármelo.
Allen puso sus ojos en blanco, como si no fuese capaz de entender cómo podía defender a su amigo. —¿Y si James no lo hizo? ¿Quién lo hizo?
—Yo lo hice.
—Eres una persona encantadora y educada, también. Ose tenía razón.
La sonrisa de Jess se ensanchó.
Allen se aclaró la voz. –Perdón por interrumpir, Lord Cortes y Lady Letal, si
pudiéramos tener un minuto de su tiempo, tenemos a un psicópata que cazar. Jess miró encolerizadamente sobre su hombro a Allen, pero antes de que él
pudiera hacer comentarios, Syra disparó otro perno de su ballesta.
Allen salió volando y aterrizó de espaldas sobre la nieve.
Syra caminó hacia él y lo miró fijamente.
—Particularmente no me gustan los Escuderos y realmente odio la
ceremonia de la sangre. Así que ahórrate el dolor y no me hables otra vez. O la próxima vez usaré un perno de Daimon en ti.
Ella se agachó y recogió el perno de cabeza plana que había usado.
Jess reía. A él le gustaba las mujeres con sentido común.
Y con una puntería mortífera.
—Entonces –dijo ella, dando la vuelta y escudriñándolos a todos ellos. —He
estado persiguiendo a un grupo de Daimons los últimos cuatro días mientras se dirigían hacia Fairbanks. Bjorn siguió a una tribu de ellos desde Anchorage. Eso explica porque estamos aquí. ¿Qué hay sobre el resto de ustedes? ¿Jess, has perseguido a los Daimons desde Reno hasta Alaska?
Otto se salió del grupo de Escuderos y se detuvo delante de Syra. —¡Hemos venido a matar a James de Moesia, y si usted se mete en nuestro camino, niñita, la vamos a matar!
—Maldición –dijo Jess, bajando sus anteojos oscuros por el puente de su nariz para clavar los ojos en Otto. —Él habla. O más bien gruñe.
—Pero no por mucho tiempo sino cuida su boca —. Syra le dirigió a Otto una mirada significativa y letal. —Para que conste en acta, Escudero, se necesitaría más hombre que tu, siquiera para rasguñarme.
Otto devolvió su mirada con una sonrisa coqueta. —Vivo por una mujer que rasguña. Solo estate segura que te mantienes atrás, nena. No me gustan las cicatrices.
Otto la pasó rozando.
—Realmente odio a los Escuderos. —Syra gruñó. Ella sacó otro perno plano y lo cargó, luego disparó a Otto.
Moviéndose tan rápido que apenas pudo ser visto, el Escudero dio la vuelta y lo atrapó sin sobresaltarse. Lo sostuvo frente a su nariz y lo inspiró cariñosamente. —Mmm –dijo él. —Rosas. Mi favorito.
Jess intercambió una mirada conocedora con Andy. —Quizá deberíamos dejarlos solos.
—Si —dijo Allen con una risa corta, —esto me recuerda un poco a los ritos de apareamiento del malo y el malhumorado. Todo lo que necesitamos ahora es a Jerry Gautier.
Otto lanzó el perno a Allen que gruñó cuando hizo contacto con su estómago.
La cara de Syra estaba roja como una remolacha al mirar a Otto, quien la ignoró y se dirigió hacia la cabaña.
—¿Tienes un Escudero, Jess? —preguntó ella mientras caminaban con Bjorn a su lado.
Él señaló con la cabeza hacia Andy. —Lo crié desde que era un cachorro. —¿Escucha?
—La mayoría de las veces.
—Tienes suerte. Le disparé a mis últimos tres —. Mientras se dirigía hacia la cabaña Syra agregó —y no fue con un perno plano.
Bien, al menos las cosas eran un poco más divertida con las dos adiciones nuevas a su tripulación.
Pero al entrar Jess a la cabaña de James tras Bjorn, Syra, y tres de los Escuderos, su humor murió.
El resto de grupo tuvo que esperar afuera ya que nadie más cabría en el pequeño espacio cuadrado.
Éste no era el caso en que la cabaña era más grande por dentro de lo que se veía afuera. Era al revés.
Adentro el lugar estaba bien conservado, pero restringido y deprimente.
Los Escuderos sostuvieron linternas halógenas, iluminando el austero interior. Había una camilla en el piso con una almohada vieja, gastada y unas cuantas pieles y mantas deshilachadas. La televisión estaba colocada en el piso y las paredes estaban cubiertas de estantes de libros. Los únicos muebles en la casa eran dos alacenas.
—Dios mío –dijo Allen, —vive como un animal.
—No –dijo Syra caminando hacia los estantes de libros para examinar los títulos. —Él vive como un esclavo. Para él, esto es un paso arriba de lo que estaba acostumbrado.
Ella encontró la mirada de Jess. —¿Lo conoces?
—Sí y tienes razón —. Jess tuvo que eludir el ventilador de techo mientras se movía alrededor del cuarto. Recordó que James era unos cinco centímetros más alto que él.
—Demonios –dijo él al mover el aspa del ventilador de techo con el dedo y recordando otra cosa que James le había dicho.
—¿Qué? —preguntó Bjorn.
Jess miró al cazador de Alaska que inspeccionaba la despensa de James, que contenía sólo unas pocas latas de comida y una tonelada de botellas de vodka sin abrir. —¿Cuán caluroso es el verano aquí?
Bjorn se encogió de hombros. —En el corazón del verano puede llegar a los treinta o treinta y cinco grados. ¿Por qué?
Jess maldijo otra vez. —Recuerdo haber hablado una vez con James. Le pregunté qué estaba haciendo. Él dijo, cocinándome —Jess señaló el ventilador de techo. —Ahora me doy cuenta de lo que quiso decir. ¿Pueden imaginarse estar atrapado en este lugar en el verano sin ventanas y sin aire acondicionado?
Syra dejó escapar un bajo silbido. —Tenemos luz de sol prácticamente las veinticuatro horas. Tienes suerte si puedes salir por más de diez minutos al día.
—¿Qué hace con el cuarto de baño? –preguntó Allen.
Syra indicó una bacinilla en la esquina izquierda.
—¿Cuánto tiempo ha estado aquí? –preguntó ella a Jess. —¿Ochocientos,
novecientos años?
Jess asintió.
Ella dejó escapar un silbido bajo. —No es extraño que esté demente.
Allen se mofó. —Con el dinero que cobra, el idiota podría haberse construido
una mansión.
—No –dijo Jess. —No es su forma de ser. Créeme, cuando estas
acostumbrado a nada, no esperas nada.
Syra caminó hacia la esquina en donde una montaña de figurillas talladas en madera estaban amontonadas. —¿Qué son estos?
Jess frunció el ceño mientras miraba las paredes de la cabaña y se daba cuenta que cada centímetro de ellas estaba cubierta de tallados que hacían juego con las figurillas.
Repentinamente recordó las esculturas de madera que había visto en la tienda de artículos varios.
Las esculturas de hielo que había visto en la ciudad.
El pobre James debía haber tenido épocas de locura y aburrimiento durante los meses que estaba recluido en este cobertizo diminuto.
Demonios, Jess tenía un garaje mayor en su casa. —Diría que es el intento de James de mantener un hilo de cordura mientras estaba encerrado aquí.
Bjorn recogió una figurilla pintada que se parecía a un oso polar con sus cachorros. —Estos son increíbles.
Syra asintió. —Nunca he visto algo como esto. Apenas parece correcto que matemos a alguien que ha tenido que vivir de esta manera todos estos siglos.
Allen bufó. —Apenas parece correcto que él tuviese permiso de vivir después de que asesinara a todo el pueblo que él estaba custodiando.
Otto echó una mirada interesante al Escudero. Si Jess no lo conociera mejor, sospecharía que el hombre tenía dudas acerca de aniquilar a James
Sus miradas se encontraron.
Nop, sin duda. En verdad, él sospechaba que Otto podía haber sido enviado por otras razones... como él lo había sido.
—Bien, muchachos, esto es entretenido –dijo Bjorn. —Pero mis poderes decrecen por Jess y Syra y todavía tenemos que resolver el pequeño asunto sobre la migración de Daimons. ¿Alguien tiene alguna idea de por qué harían eso?
Todos miraron a Syra que era la mayor.
—¿Qué? –preguntó ella.
—¿Alguna vez has visto o has tenido noticias de algo como esto?
Ella negó con la cabeza. —He tenido noticias de Daimons haciendo equipo.
Allá, por los siglos antes de que ustedes naciesen, solían tener guerreros Daimons. Pero nadie ha visto a un Spathi al menos en un milenio. Todo esto me supera. Es una lástima que no podamos alcanzar a Acheron. Él podría tener más información.
Bjorn se adelantó y salió de la cabaña.
Jess se acercó a la parte trasera y miró dentro de la choza una vez más. Demonios. Sentía realmente lástima por su amigo y la vida que James había
tenido.
Él no podía imaginar quedarse atorado en el bosque, solo, con temperaturas
que se extendían desde menos cuarenta a treinta y cinco.
No era extraño que Ash tuviera piedad con James.
Seis de los escuderos fueron a los SUVs y descargaron envases de
gasolina.
—¿Qué hacen? —Jess preguntó suspicazmente.
—Incendiarlo –dijo un Escudero pelirrojo. —Tu quieres cazarlo, tu... —¡Maldición! —Jess agarró el envase de la mano del hombre y lo lanzó
hacia el bosque. —Esto es todo lo que él tiene en el mundo. No hay forma que vaya a dejarte apropiarte de esto.
Allen le desdeñó con sarcasmo. —Él golpeó a esa mujer.
Jess estrechó su mirada. —Aún tienes que probármelo.
Allen puso sus ojos en blanco, como si no fuese capaz de entender cómo podía defender a su amigo. —¿Y si James no lo hizo? ¿Quién lo hizo?
—Yo lo hice.
issadanger
Re: Bailando con el Diablo - James y Astrid
AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAHHH!!!!!!
QUIEN FUUUEEE??????..
SERA QUE FUE EL SPHATI O COMO SE ESCRIBA????
AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAHHHH!!!!!
PON EL QUE SIGUEEEE
QUIEN FUUUEEE??????..
SERA QUE FUE EL SPHATI O COMO SE ESCRIBA????
AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAHHHH!!!!!
PON EL QUE SIGUEEEE
chelis
Re: Bailando con el Diablo - James y Astrid
AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAHHH!!!!!!
QUIEN FUUUEEE??????..
SERA QUE FUE EL SPHATI O COMO SE ESCRIBA????
AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAHHHH!!!!!
PON EL QUE SIGUEEEE
QUIEN FUUUEEE??????..
SERA QUE FUE EL SPHATI O COMO SE ESCRIBA????
AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAHHHH!!!!!
PON EL QUE SIGUEEEE
chelis
Re: Bailando con el Diablo - James y Astrid
alto tengo dudas bueno pocas así que sigue sube lo mas rápido que puedas besos
tortugitastyles
Re: Bailando con el Diablo - James y Astrid
Q dudas tienes jijitortugitastyles escribió:alto tengo dudas bueno pocas así que sigue sube lo mas rápido que puedas besos
issadanger
Re: Bailando con el Diablo - James y Astrid
Capítulo 10
Jess levantó la vista para ver a la manada más grande de Daimons que alguna vez hubiese contemplado en su vida. Allí tenía que haber, por lo menos cuarenta cabezas de ellos, pero era difícil contarlos, especialmente cuando pensaba que no todos estaban a la vista. Su sentido de Cazador Oscuro le decía que había aún más en el bosque actuando como sustitutos. Algunos vestían abrigos de cueros, otros... de pieles. Algunos eran hombres, otros... mujeres.
Pero tenían en común algunas cosas. El cabello rubio, los colmillos, y ese atractivo antinatural que estaba arraigado en su especie.
Aún así, una mirada era suficiente para identificar a su líder. Era el Daimon que había encontrado cuando había ido tras James. Pero en lugar de rehuirle, como hacían la mayoría de los Daimons, este había corrido tras James. Persiguiendo a James aún mientras ellos lo hacían.
El líder era una cabeza más alto que los demás y estaba ligeramente delante de ellos. A diferencia de los que estaban detrás de él, no había miedo en su mirada.
Sólo una determinación cruda, tangible. Y una vileza que corría profundamente en su alma.
Syra dejó escapar un sonido que era una mezcla de incredulidad y humor. —¿Qué diablos es esto?
El líder Daimon sonrió.
—Diría 'Su peor pesadilla', pero odio los clichés.
—Marone, eres real.
Todo el mundo del lado de los ̳buenos‘ giró para mirar a Otto, quien miraba al líder como si estuviese viendo al diablo mismo.
—¿Conoces a este tipo, Carvalleti? —preguntó Jess.
—Sé de él, en todo caso —dijo con tono intenso y pesado. —Mi padre solía contarme sobre un Daimon llamado Thanatos cuando era niño. Siempre pensamos que él lo inventaba.
—¿Inventaba qué? —preguntó Bjorn mirando hacia atrás en la dirección de Thanatos.
—Los cuentos de un ejecutor de Cazadores Oscuros llamado Dayslayer. Es una historia que ha sido contada en mi familia por generaciones. Que pasa de Escudero a Escudero.
—¿Y me dices que ese idiota es él? —preguntó Bjorn al mismo momento que Syra decía, —¿Ejecutor de Dark—Hunters?
Otto asintió. —Supuestamente Artemisa una vez creo a un asesino para ustedes, en caso de que se volvieran asesinos. Él puede caminar bajo la luz del día y no necesita sangre para vivir. Dice la leyenda que él es invencible. Thanatos aplaudió sarcásticamente.
—Muy bien, pequeño Escudero. Estoy impresionado.
Los ojos de Otto se tornaron glaciales.
—Mi padre dijo que Acheron había matado a Thanatos hace miles de años. —No quiero parecer idiota –dijo Bjorn, —pero él no parece estar muerto. Thanatos se rió. —No lo estoy. Al menos no más de lo que lo están ustedes. Thanatos se acercó a ellos lentamente, metódicamente.
Jess se tensó, listo para la batalla.
Thanatos cruzó sus manos a la espalda y sonrió sardónicamente a Otto. —¿Pregunto, humano, tu padre alguna vez te dijo algo sobre los Spathi Daimons?
Thanatos miró a los Cazadores Oscuros.
—¿Seguramente ustedes Hunters los recuerdan? —suspiró nostálgicamente. —Ah, qué años aquellos...los Cazadores Oscuros nos daban caza, y nosotros los matábamos. Hicimos nuestras casas en criptas y catacumbas subterráneas donde los Hunters no podían entrar sin quedar poseídos. Fue un tiempo interesante para ser Apolita o Daimon.
Él miró sobre su hombro a la manada de Daimons, que en la mayoría de los casos, los miraban nerviosamente. Había uno o dos que no tenían miedo y esos eran a los que Jess prestaba mayor atención.
Él no sabía nada acerca de los Daimons guerreros, pero sabía como ajusticiar a cualquiera que quisiera saborear un alma humana.
Cuándo Thanatos habló otra vez, su voz era oscura, siniestra.
—Pero eso fue antes de que descubriéramos a la civilización y las comodidades modernas. Antes de que el mundo humano se desarrollase lo suficiente como para que pudiésemos existir en la noche pretendiendo ser uno de ellos. Los Apolitas poseyendo negocios y casas. Los Daimons jugando con el Nintendo. ¿A qué está llegando el mundo?
Thanatos se movió tan rápido que nadie tuvo tiempo de pestañear. Disparó una carga explosiva de sus manos, derribando a todos los Escuderos. Examinó su caos con una expresión feliz en su cara.
—Ahora antes de que dé a mi gente permiso de alimentarse de todos ustedes y yo mate a los Cazadores Oscuros, quizá deberíamos hablar un poquito, ¿hmm? ¿O quieren ustedes, Hunters, realmente luchar contra mí cuando se están debilitando entre ustedes?
—¿Hablar sobre qué? —preguntó Jess, moviéndose más cerca de Syra. Si bien sabía que ella podía cuidarse, era un hábito arraigado en él proteger a una mujer.
—¿Dónde esta James? —dijo Thanatos entre dientes.
—No lo sabemos —respondió Syra.
—Respuesta equivocada.
Uno de los Escuderos desconocidos dejó escapar un alarido. Jess observó con horror como el brazo del hombre era partido en dos por... nadie.
Santa Madre de Dios, él nunca había visto algo como eso.
Bjorn atacó.
Thanatos lo atrapó, y lo lanzó al suelo. Abrió de un tirón la camisa de Bjorn para exponer la marca del arco y la flecha de Artemisa en el hombro de Bjorn. Thanatos apuñaló la marca de Bjorn con una daga adornada meticulosamente en oro.
Bjorn se desintegró como un Daimon.
Ninguno de ellos se movió.
Jess apenas podía respirar en tanto la furia lo invadía. Eso había sido muy fácil para el Daimon. Hasta ahora, los Cazadores Oscuros habían sido informados que sólo podían morir de tres formas. Total desmembramiento, luz del sol, o decapitación.
Aparentemente, Acheron había omitido una, crucial y extremadamente rápida, forma de morir.
Esto no estaba bien, y ahora mismo él estaba muy enojado de que nadie los hubiese advertido.
Pero eso tendría que esperar. Había personas inocentes aquí y si se oponía a Thanatos en presencia de Syra, ambos estarían peleando con las manos atadas a la espalda, mientras que Thanatos pelearía con su fuerza completa. —¿Quieres a James? —preguntó Jess.
Thanatos se puso lentamente de pie. —Por eso es que estoy aquí.
Jess se estremeció por lo que había visto, y aunque él no había conocido a Bjorn bastante, el hombre había parecido lo suficientemente decente. Era una maldita vergüenza perder a un camarada, especialmente por Thanatos.
Se acongojaría más tarde; ahora mismo quería asegurarse que los Escuderos sobrevivieran.
Jess deslizó su mirada a Syra y le envió una proyección mental.
—Salva a los Escuderos. Yo me llevo al Idiota.
En voz alta dijo —Entonces sígueme y trae todo lo que tengas. James va a disfrutar matándote.
Jess corrió a su Bronco.
James aún yacía desnudo en el oleaje, acunando a Astrid contra él. No podía contar cuántas veces habían hecho el amor en las últimas horas. Habían sido tantas, que él se preguntaba si no estaría lastimado cuando se despertara. Seguramente nadie podía ser así de acrobático, ni siquiera en sueños, y que no quedara algún daño físico a la vista por ello.
Estaba exhausto de hacer el amor, pero sentía una paz como nunca había conocido.
¿Era esto lo que otras personas sentían?
Astrid se apoyó sobre él.
—¿Cuándo fue la última vez que probaste el algodón de azúcar?
Él frunció el ceño a su pregunta inesperada. —¿Qué es el algodón de azúcar?
Ella boqueó en estado de shock. —¿No sabes que es el algodón de azúcar? Él negó con la cabeza.
Sonriendo, ella se levantó y lo jaló para que se parara.
—Iremos al paseo marítimo.
Bien, ella realmente había perdido el juicio.
—No hay ningún paseo marítimo.
—Oh, sí que hay, justamente al otro lado de esas rocas.
James miró otra vez para ver un muelle que no había estado allí antes.
Qué extraño que hubiera aparecido en su sueño ante su pedido y no al de él. La miró suspicazmente.
—¿Eres un Dream Hunter Skotos haciéndote pasar por Astrid?
—No —dijo ella sonriendo. —No estoy tratando de tomar nada de ti, James. Sólo trato de darte un recuerdo agradable.
—¿Por qué?
Astrid suspiró ante la expresión de su cara. La bondad estaba más allá de su comprensión, aún no podía entender por qué ella quería hacerlo sonreír. —Por que mereces uno.
—¿Por qué? No he hecho nada.
Jess levantó la vista para ver a la manada más grande de Daimons que alguna vez hubiese contemplado en su vida. Allí tenía que haber, por lo menos cuarenta cabezas de ellos, pero era difícil contarlos, especialmente cuando pensaba que no todos estaban a la vista. Su sentido de Cazador Oscuro le decía que había aún más en el bosque actuando como sustitutos. Algunos vestían abrigos de cueros, otros... de pieles. Algunos eran hombres, otros... mujeres.
Pero tenían en común algunas cosas. El cabello rubio, los colmillos, y ese atractivo antinatural que estaba arraigado en su especie.
Aún así, una mirada era suficiente para identificar a su líder. Era el Daimon que había encontrado cuando había ido tras James. Pero en lugar de rehuirle, como hacían la mayoría de los Daimons, este había corrido tras James. Persiguiendo a James aún mientras ellos lo hacían.
El líder era una cabeza más alto que los demás y estaba ligeramente delante de ellos. A diferencia de los que estaban detrás de él, no había miedo en su mirada.
Sólo una determinación cruda, tangible. Y una vileza que corría profundamente en su alma.
Syra dejó escapar un sonido que era una mezcla de incredulidad y humor. —¿Qué diablos es esto?
El líder Daimon sonrió.
—Diría 'Su peor pesadilla', pero odio los clichés.
—Marone, eres real.
Todo el mundo del lado de los ̳buenos‘ giró para mirar a Otto, quien miraba al líder como si estuviese viendo al diablo mismo.
—¿Conoces a este tipo, Carvalleti? —preguntó Jess.
—Sé de él, en todo caso —dijo con tono intenso y pesado. —Mi padre solía contarme sobre un Daimon llamado Thanatos cuando era niño. Siempre pensamos que él lo inventaba.
—¿Inventaba qué? —preguntó Bjorn mirando hacia atrás en la dirección de Thanatos.
—Los cuentos de un ejecutor de Cazadores Oscuros llamado Dayslayer. Es una historia que ha sido contada en mi familia por generaciones. Que pasa de Escudero a Escudero.
—¿Y me dices que ese idiota es él? —preguntó Bjorn al mismo momento que Syra decía, —¿Ejecutor de Dark—Hunters?
Otto asintió. —Supuestamente Artemisa una vez creo a un asesino para ustedes, en caso de que se volvieran asesinos. Él puede caminar bajo la luz del día y no necesita sangre para vivir. Dice la leyenda que él es invencible. Thanatos aplaudió sarcásticamente.
—Muy bien, pequeño Escudero. Estoy impresionado.
Los ojos de Otto se tornaron glaciales.
—Mi padre dijo que Acheron había matado a Thanatos hace miles de años. —No quiero parecer idiota –dijo Bjorn, —pero él no parece estar muerto. Thanatos se rió. —No lo estoy. Al menos no más de lo que lo están ustedes. Thanatos se acercó a ellos lentamente, metódicamente.
Jess se tensó, listo para la batalla.
Thanatos cruzó sus manos a la espalda y sonrió sardónicamente a Otto. —¿Pregunto, humano, tu padre alguna vez te dijo algo sobre los Spathi Daimons?
Thanatos miró a los Cazadores Oscuros.
—¿Seguramente ustedes Hunters los recuerdan? —suspiró nostálgicamente. —Ah, qué años aquellos...los Cazadores Oscuros nos daban caza, y nosotros los matábamos. Hicimos nuestras casas en criptas y catacumbas subterráneas donde los Hunters no podían entrar sin quedar poseídos. Fue un tiempo interesante para ser Apolita o Daimon.
Él miró sobre su hombro a la manada de Daimons, que en la mayoría de los casos, los miraban nerviosamente. Había uno o dos que no tenían miedo y esos eran a los que Jess prestaba mayor atención.
Él no sabía nada acerca de los Daimons guerreros, pero sabía como ajusticiar a cualquiera que quisiera saborear un alma humana.
Cuándo Thanatos habló otra vez, su voz era oscura, siniestra.
—Pero eso fue antes de que descubriéramos a la civilización y las comodidades modernas. Antes de que el mundo humano se desarrollase lo suficiente como para que pudiésemos existir en la noche pretendiendo ser uno de ellos. Los Apolitas poseyendo negocios y casas. Los Daimons jugando con el Nintendo. ¿A qué está llegando el mundo?
Thanatos se movió tan rápido que nadie tuvo tiempo de pestañear. Disparó una carga explosiva de sus manos, derribando a todos los Escuderos. Examinó su caos con una expresión feliz en su cara.
—Ahora antes de que dé a mi gente permiso de alimentarse de todos ustedes y yo mate a los Cazadores Oscuros, quizá deberíamos hablar un poquito, ¿hmm? ¿O quieren ustedes, Hunters, realmente luchar contra mí cuando se están debilitando entre ustedes?
—¿Hablar sobre qué? —preguntó Jess, moviéndose más cerca de Syra. Si bien sabía que ella podía cuidarse, era un hábito arraigado en él proteger a una mujer.
—¿Dónde esta James? —dijo Thanatos entre dientes.
—No lo sabemos —respondió Syra.
—Respuesta equivocada.
Uno de los Escuderos desconocidos dejó escapar un alarido. Jess observó con horror como el brazo del hombre era partido en dos por... nadie.
Santa Madre de Dios, él nunca había visto algo como eso.
Bjorn atacó.
Thanatos lo atrapó, y lo lanzó al suelo. Abrió de un tirón la camisa de Bjorn para exponer la marca del arco y la flecha de Artemisa en el hombro de Bjorn. Thanatos apuñaló la marca de Bjorn con una daga adornada meticulosamente en oro.
Bjorn se desintegró como un Daimon.
Ninguno de ellos se movió.
Jess apenas podía respirar en tanto la furia lo invadía. Eso había sido muy fácil para el Daimon. Hasta ahora, los Cazadores Oscuros habían sido informados que sólo podían morir de tres formas. Total desmembramiento, luz del sol, o decapitación.
Aparentemente, Acheron había omitido una, crucial y extremadamente rápida, forma de morir.
Esto no estaba bien, y ahora mismo él estaba muy enojado de que nadie los hubiese advertido.
Pero eso tendría que esperar. Había personas inocentes aquí y si se oponía a Thanatos en presencia de Syra, ambos estarían peleando con las manos atadas a la espalda, mientras que Thanatos pelearía con su fuerza completa. —¿Quieres a James? —preguntó Jess.
Thanatos se puso lentamente de pie. —Por eso es que estoy aquí.
Jess se estremeció por lo que había visto, y aunque él no había conocido a Bjorn bastante, el hombre había parecido lo suficientemente decente. Era una maldita vergüenza perder a un camarada, especialmente por Thanatos.
Se acongojaría más tarde; ahora mismo quería asegurarse que los Escuderos sobrevivieran.
Jess deslizó su mirada a Syra y le envió una proyección mental.
—Salva a los Escuderos. Yo me llevo al Idiota.
En voz alta dijo —Entonces sígueme y trae todo lo que tengas. James va a disfrutar matándote.
Jess corrió a su Bronco.
James aún yacía desnudo en el oleaje, acunando a Astrid contra él. No podía contar cuántas veces habían hecho el amor en las últimas horas. Habían sido tantas, que él se preguntaba si no estaría lastimado cuando se despertara. Seguramente nadie podía ser así de acrobático, ni siquiera en sueños, y que no quedara algún daño físico a la vista por ello.
Estaba exhausto de hacer el amor, pero sentía una paz como nunca había conocido.
¿Era esto lo que otras personas sentían?
Astrid se apoyó sobre él.
—¿Cuándo fue la última vez que probaste el algodón de azúcar?
Él frunció el ceño a su pregunta inesperada. —¿Qué es el algodón de azúcar?
Ella boqueó en estado de shock. —¿No sabes que es el algodón de azúcar? Él negó con la cabeza.
Sonriendo, ella se levantó y lo jaló para que se parara.
—Iremos al paseo marítimo.
Bien, ella realmente había perdido el juicio.
—No hay ningún paseo marítimo.
—Oh, sí que hay, justamente al otro lado de esas rocas.
James miró otra vez para ver un muelle que no había estado allí antes.
Qué extraño que hubiera aparecido en su sueño ante su pedido y no al de él. La miró suspicazmente.
—¿Eres un Dream Hunter Skotos haciéndote pasar por Astrid?
—No —dijo ella sonriendo. —No estoy tratando de tomar nada de ti, James. Sólo trato de darte un recuerdo agradable.
—¿Por qué?
Astrid suspiró ante la expresión de su cara. La bondad estaba más allá de su comprensión, aún no podía entender por qué ella quería hacerlo sonreír. —Por que mereces uno.
—¿Por qué? No he hecho nada.
issadanger
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