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Bailando con el Diablo - James y Astrid
O W N :: Archivos :: Novelas Abandonadas
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Re: Bailando con el Diablo - James y Astrid
Vamos por la 10 Bailando :D
eh eh eh!
\(._.\) (/._.)/ ~(._.)~
eh eh eh!
\(._.\) (/._.)/ ~(._.)~
Feer :)x.
Re: Bailando con el Diablo - James y Astrid
ESTAMOS EN LA 10 :')
Le agradezco a la música que sin ella no me animaría a nada oh oh oh no puedo seguir :') pero tu si 1313 sdfghñ síguela:c
Le agradezco a la música que sin ella no me animaría a nada oh oh oh no puedo seguir :') pero tu si 1313 sdfghñ síguela:c
Feer :)x.
Re: Bailando con el Diablo - James y Astrid
Capítulo 3 Parte 4
Su lobo fue a su lado y se apoyó contra su pierna para hacerle saber donde estaba. Arrodillándose, tomó su cabeza entre sus manos y cerró los ojos.
Extendiéndose con su mente, se conectaba con Sasha para utilizar su visión como propia. Vio a James regresando a la barra y tuvo que esforzarse para no quedarse sin aliento.
Asustada que su aspecto pudiera influir en su opinión acerca de su carácter, antes de tener la posibilidad de interactuar con él, no había usado antes, a Sasha para verle.
Ahora ella supo qué tan correcta había estado.
James era increíblemente guapo. Su largo pelo negro y lacio, colgaba un poco más abajo de sus hombros anchos. El cuello negro de tortuga que traía puesto se pegaba a un cuerpo que ondeaba con precisión los tonificados músculos. Su cara era delgada y adecuadamente esculpida. Los planos de ella, aún cubierta por la barba, eran un estudio de perfectas proporciones masculinas. Si bien él no era bonito, era misteriosamente guapo. Casi de apariencia siniestra, excepto por sus largas pestañas negras y sus labios firmes que le suavizaban la cara.
Y cuando tomó asiento, tuvo una vista espectacular de un trasero bien formado cubierto por cuero.
¡El hombre era un dios!
Pero lo que la golpeó más cuando se sentó en la banqueta y clavó los ojos en la barra, fue la tristeza profunda que había en sus ojos de medianoche. La sombra obsesionada que revoloteaba allí.
Se veía cansado. Perdido.
Sobre todo, se veía terriblemente solo.
Él los recorrió con la mirada y frunció el ceño.
Astrid palmeó la cabeza de Sasha y le dio un abrazo como si nada en
particular hubiese ocurrido. Esperaba que James no tuviese idea sobre qué había estado haciendo.
Sus hermanas le habían advertido que este Cazador Oscuro en particular tenía poderes extremos como telequinesia y audición refinada, pero ninguna de ellas sabía si podía sentir sus poderes limitados.
Ella estaba agradecida que no fuese telepático. Eso le habría hecho el trabajo infinitamente más complicado.
Ella se puso de pie y fue al gabinete para sacar un tazón para James, y muy cuidadosamente, sirvió el estofado. Luego se lo llevó a la barra, no lejos de donde James había estado.
Él extendió la mano y tomó el tazón de ella. —¿Vives sola?
—Solo Sasha y yo —se preguntó por qué le había preguntado eso.
Su hermana Cloie le había advertido que James podía ponerse violento con
poca provocación. Que era conocido por atacar a Acheron y a cualquier otro que se le acercara.
El rumor de los Dark—Hunters decía que su exilio en Alaska se había debido a que había destruido un pueblo del cual había sido responsable. Nadie sabía por qué. Sólo que una noche había perdido la razón y había asesinado a toda la gente de allí, luego había echado abajo las casas.
Sus hermanas se habían rehusado a explicar en detalle lo que había sucedido esa noche por miedo de predisponer su punto de vista.
Por el delito cometido por James, Artemisa lo había desterrado a la congelada tierra salvaje.
¿Podía James estar curioso acerca de su forma de vida o había allí una razón más siniestra para su pregunta?
—¿Te gustaría algo para beber? —le preguntó. —Seguro.
—¿Qué prefieres?
—No me importa.
Ella negó con la cabeza ante sus palabras. —¿No eres muy exigente, no? Ella lo oyó aclararse la voz. —No.
—No me gusta la forma en que te mira.
Ella arqueó una ceja ante las enojadas palabras de Sasha en su cabeza. —
A ti no te gusta la forma en que mira cualquier hombre.
El lobo se mofó. —Cálmate, él no ha apartado su vista de ti, Astrid. Te está
mirando en este momento. Su cabeza esta inclinada hacia abajo, pero hay lujuria en sus ojos cuando clava la mirada en ti. Como si ya te pudiera sentir bajo él. No confío en él o en su mirada. Su mirada es demasiado intensa. ¿Lo puedo morder?
Por alguna razón, al saber que James la estaba mirando sintió elevarse la temperatura y se estremeció. —No, Sasha. Sé simpático.
—No quiero ser simpático, Astrid. Cada instinto que tengo me dice que lo muerda. Si tienes algún respeto por mis habilidades animales, déjame ponerlo en el suelo ahora y así nos ahorrarnos diez días más en este frío lugar.
Ella negó con la cabeza. —Recién lo encontramos, Sasha. ¿Que habría ocurrido si Lera te hubiera estimado culpable en su primer encuentro contigo hace tantos siglos?
—¿Así que crees en la bondad otra vez?
Astrid hizo una pausa. No, ella no lo hacía. Probablemente James merecía morir, especialmente si la mitad de lo que le habían sido dicho era verdad.
Y aún así la alusión de Acheron la perseguía.
—Le debo a Acheron más que diez minutos de mi tiempo.
Sasha se mofó.
Vertió té caliente en una taza y se lo llevó a James. —Es té de romero, ¿esta bien?
—Lo que sea.
Cuando lo tomó de su mano, sintió el calor de sus dedos rozando los de ella. Una increíble ráfaga la traspasó. Ella sintió su sorpresa. Su necesidad
ardiente. Su hambre no saciada.
Eso realmente la asustó. Éste era un hombre capaz de cualquier cosa. Uno
con poderes como los dioses.
Podía hacerle cualquier cosa que quisiera...
Necesitaba distraerlo.
Y a ella también.
—Entonces, ¿qué te ocurrió realmente? —preguntó, preguntándose si
violaría el Código de Silencio, contándole que era buscado por los demás. —Nada.
—Bueno, espero nunca atravesarme con NADA si es capaz de hacer un agujero en mi espalda.
Lo escuchó levantar su té, pero no habló.
—Deberías ser más cuidadoso —le dijo.
—Créeme, no soy el que necesita ser cuidadoso —su voz fue siniestra
cuando dijo esas palabras, reforzando su letalidad.
—¿Estás amenazándome? —preguntó.
Otra vez no dijo nada. El hombre era una pared total de silencio.
Así es que ella lo presionó otra vez. —¿Tienes a alguien al que necesitemos
llamar y dejarlos saber que estás bien?
—No —dijo con tono vacío.
Ella asintió mientras pensaba en eso. A James nunca le habían concedido un
Escudero.
No podía imaginar ser desterrado en la forma que James lo había sido. En el
tiempo de su encarcelación, esta área del mundo había estado muy escasamente poblada.
El clima áspero. Inhospitalario. Desolado. Frió y sombrío.
Ella sólo había estado viviendo aquí unos cuantos días y le había costado acostumbrarse. Pero al menos tenía a su madre, hermanas, y a Sasha para ayudarla a adaptarse.
A James se le había negado tener a alguien.
Mientras a otros Cazadores Oscuros les era permitido tener compañeros y sirvientes, James se había visto forzado a resistir su existencia en la soledad.
Completamente solo.
No podía imaginar cómo debía haber sufrido durante los siglos, luchando a través de los días, sabiendo que nunca tendría un alivio temporal de cualquier tipo.
No era extraño que estuviera demente.
Aún así, no era una excusa para su comportamiento. Como le había dicho a ella más temprano, todo el mundo tenía sus problemas.
James terminó la comida y luego llevó los platos al fregadero. Sin pensar, los lavó y los enjuagó, luego los colocó al costado.
—No tenías que hacer eso. Los habría limpiado.
Se secó las manos en el paño para secar platos que ella tenía en la mesada. —Hábito.
—Debes vivir solo, también.
—Sí.
James la vio acercarse. Se movió a su lado otra vez, invadiendo su espacio
personal. Estaba desgarrado entre querer seguir parado al lado de ella y querer maldecir su cercanía.
Optó por apartarse. —Mira, ¿puedes mantenerte lejos de mí?
—¿Te molesta que me acerque?
Más de lo que ella podía imaginar. Cuando estaba junto a él, era fácil olvidar
lo que era. Era fácil fingir que era un ser humano que podía ser normal.
Pero ese no era él.
Nunca lo había sido.
—Sí, me molesta —dijo en tono bajo, amenazador. —No me gusta que las
personas se me acerquen.
—¿Por qué?
—Eso no es de tu maldita incumbencia, señora –contestó bruscamente. —
Simplemente no me gusta que la gente me toque y no me gusta que ellos se me acerquen. Así que retrocede y déjame tranquilo antes de que te lastime.
El lobo le gruñó otra vez, más ferozmente esta vez.
Su lobo fue a su lado y se apoyó contra su pierna para hacerle saber donde estaba. Arrodillándose, tomó su cabeza entre sus manos y cerró los ojos.
Extendiéndose con su mente, se conectaba con Sasha para utilizar su visión como propia. Vio a James regresando a la barra y tuvo que esforzarse para no quedarse sin aliento.
Asustada que su aspecto pudiera influir en su opinión acerca de su carácter, antes de tener la posibilidad de interactuar con él, no había usado antes, a Sasha para verle.
Ahora ella supo qué tan correcta había estado.
James era increíblemente guapo. Su largo pelo negro y lacio, colgaba un poco más abajo de sus hombros anchos. El cuello negro de tortuga que traía puesto se pegaba a un cuerpo que ondeaba con precisión los tonificados músculos. Su cara era delgada y adecuadamente esculpida. Los planos de ella, aún cubierta por la barba, eran un estudio de perfectas proporciones masculinas. Si bien él no era bonito, era misteriosamente guapo. Casi de apariencia siniestra, excepto por sus largas pestañas negras y sus labios firmes que le suavizaban la cara.
Y cuando tomó asiento, tuvo una vista espectacular de un trasero bien formado cubierto por cuero.
¡El hombre era un dios!
Pero lo que la golpeó más cuando se sentó en la banqueta y clavó los ojos en la barra, fue la tristeza profunda que había en sus ojos de medianoche. La sombra obsesionada que revoloteaba allí.
Se veía cansado. Perdido.
Sobre todo, se veía terriblemente solo.
Él los recorrió con la mirada y frunció el ceño.
Astrid palmeó la cabeza de Sasha y le dio un abrazo como si nada en
particular hubiese ocurrido. Esperaba que James no tuviese idea sobre qué había estado haciendo.
Sus hermanas le habían advertido que este Cazador Oscuro en particular tenía poderes extremos como telequinesia y audición refinada, pero ninguna de ellas sabía si podía sentir sus poderes limitados.
Ella estaba agradecida que no fuese telepático. Eso le habría hecho el trabajo infinitamente más complicado.
Ella se puso de pie y fue al gabinete para sacar un tazón para James, y muy cuidadosamente, sirvió el estofado. Luego se lo llevó a la barra, no lejos de donde James había estado.
Él extendió la mano y tomó el tazón de ella. —¿Vives sola?
—Solo Sasha y yo —se preguntó por qué le había preguntado eso.
Su hermana Cloie le había advertido que James podía ponerse violento con
poca provocación. Que era conocido por atacar a Acheron y a cualquier otro que se le acercara.
El rumor de los Dark—Hunters decía que su exilio en Alaska se había debido a que había destruido un pueblo del cual había sido responsable. Nadie sabía por qué. Sólo que una noche había perdido la razón y había asesinado a toda la gente de allí, luego había echado abajo las casas.
Sus hermanas se habían rehusado a explicar en detalle lo que había sucedido esa noche por miedo de predisponer su punto de vista.
Por el delito cometido por James, Artemisa lo había desterrado a la congelada tierra salvaje.
¿Podía James estar curioso acerca de su forma de vida o había allí una razón más siniestra para su pregunta?
—¿Te gustaría algo para beber? —le preguntó. —Seguro.
—¿Qué prefieres?
—No me importa.
Ella negó con la cabeza ante sus palabras. —¿No eres muy exigente, no? Ella lo oyó aclararse la voz. —No.
—No me gusta la forma en que te mira.
Ella arqueó una ceja ante las enojadas palabras de Sasha en su cabeza. —
A ti no te gusta la forma en que mira cualquier hombre.
El lobo se mofó. —Cálmate, él no ha apartado su vista de ti, Astrid. Te está
mirando en este momento. Su cabeza esta inclinada hacia abajo, pero hay lujuria en sus ojos cuando clava la mirada en ti. Como si ya te pudiera sentir bajo él. No confío en él o en su mirada. Su mirada es demasiado intensa. ¿Lo puedo morder?
Por alguna razón, al saber que James la estaba mirando sintió elevarse la temperatura y se estremeció. —No, Sasha. Sé simpático.
—No quiero ser simpático, Astrid. Cada instinto que tengo me dice que lo muerda. Si tienes algún respeto por mis habilidades animales, déjame ponerlo en el suelo ahora y así nos ahorrarnos diez días más en este frío lugar.
Ella negó con la cabeza. —Recién lo encontramos, Sasha. ¿Que habría ocurrido si Lera te hubiera estimado culpable en su primer encuentro contigo hace tantos siglos?
—¿Así que crees en la bondad otra vez?
Astrid hizo una pausa. No, ella no lo hacía. Probablemente James merecía morir, especialmente si la mitad de lo que le habían sido dicho era verdad.
Y aún así la alusión de Acheron la perseguía.
—Le debo a Acheron más que diez minutos de mi tiempo.
Sasha se mofó.
Vertió té caliente en una taza y se lo llevó a James. —Es té de romero, ¿esta bien?
—Lo que sea.
Cuando lo tomó de su mano, sintió el calor de sus dedos rozando los de ella. Una increíble ráfaga la traspasó. Ella sintió su sorpresa. Su necesidad
ardiente. Su hambre no saciada.
Eso realmente la asustó. Éste era un hombre capaz de cualquier cosa. Uno
con poderes como los dioses.
Podía hacerle cualquier cosa que quisiera...
Necesitaba distraerlo.
Y a ella también.
—Entonces, ¿qué te ocurrió realmente? —preguntó, preguntándose si
violaría el Código de Silencio, contándole que era buscado por los demás. —Nada.
—Bueno, espero nunca atravesarme con NADA si es capaz de hacer un agujero en mi espalda.
Lo escuchó levantar su té, pero no habló.
—Deberías ser más cuidadoso —le dijo.
—Créeme, no soy el que necesita ser cuidadoso —su voz fue siniestra
cuando dijo esas palabras, reforzando su letalidad.
—¿Estás amenazándome? —preguntó.
Otra vez no dijo nada. El hombre era una pared total de silencio.
Así es que ella lo presionó otra vez. —¿Tienes a alguien al que necesitemos
llamar y dejarlos saber que estás bien?
—No —dijo con tono vacío.
Ella asintió mientras pensaba en eso. A James nunca le habían concedido un
Escudero.
No podía imaginar ser desterrado en la forma que James lo había sido. En el
tiempo de su encarcelación, esta área del mundo había estado muy escasamente poblada.
El clima áspero. Inhospitalario. Desolado. Frió y sombrío.
Ella sólo había estado viviendo aquí unos cuantos días y le había costado acostumbrarse. Pero al menos tenía a su madre, hermanas, y a Sasha para ayudarla a adaptarse.
A James se le había negado tener a alguien.
Mientras a otros Cazadores Oscuros les era permitido tener compañeros y sirvientes, James se había visto forzado a resistir su existencia en la soledad.
Completamente solo.
No podía imaginar cómo debía haber sufrido durante los siglos, luchando a través de los días, sabiendo que nunca tendría un alivio temporal de cualquier tipo.
No era extraño que estuviera demente.
Aún así, no era una excusa para su comportamiento. Como le había dicho a ella más temprano, todo el mundo tenía sus problemas.
James terminó la comida y luego llevó los platos al fregadero. Sin pensar, los lavó y los enjuagó, luego los colocó al costado.
—No tenías que hacer eso. Los habría limpiado.
Se secó las manos en el paño para secar platos que ella tenía en la mesada. —Hábito.
—Debes vivir solo, también.
—Sí.
James la vio acercarse. Se movió a su lado otra vez, invadiendo su espacio
personal. Estaba desgarrado entre querer seguir parado al lado de ella y querer maldecir su cercanía.
Optó por apartarse. —Mira, ¿puedes mantenerte lejos de mí?
—¿Te molesta que me acerque?
Más de lo que ella podía imaginar. Cuando estaba junto a él, era fácil olvidar
lo que era. Era fácil fingir que era un ser humano que podía ser normal.
Pero ese no era él.
Nunca lo había sido.
—Sí, me molesta —dijo en tono bajo, amenazador. —No me gusta que las
personas se me acerquen.
—¿Por qué?
—Eso no es de tu maldita incumbencia, señora –contestó bruscamente. —
Simplemente no me gusta que la gente me toque y no me gusta que ellos se me acerquen. Así que retrocede y déjame tranquilo antes de que te lastime.
El lobo le gruñó otra vez, más ferozmente esta vez.
issadanger
Re: Bailando con el Diablo - James y Astrid
Capítulo 3 Parte 5
—Y tú, Kibbles (marca famosa de comida para perros ) –le gruñó al lobo, —ten una mejor canción para mí. Un gruñido más y juro que voy a castrarte con una cuchara.
—Sasha, ven aquí.
Él observó como el lobo iba instantáneamente a su lado.
—Siento que nos encuentres tan molestos –dijo ella. —Pero ya que vamos a
estar atrapados por un tiempo, podrías hacer un intento y ser algo más sociable. Al menos ser mínimamente cortés.
Tal vez ella tuviera razón. Pero lo malo era que no sabía como ser sociable, mucho menos cortés. Nadie, nunca, había querido conversar tanto con él en su vida humana o de Cazador Oscuro.
Aún cuando se había suscripto en el sitio Web Cazador Oscuro.com para chatear, diez años atrás, el otro, un antiguo Cazador Oscuro se había lanzado y lo había atacado.
Él estaba exiliado. Las reglas de su exilio requerían que ninguno de ellos le hablara.
Había sido suprimido del correo de los anuncios, las salas de chat, aún de las conexiones privadas.
Sólo había sido por accidente que había tropezado con Jess, quien había estado en una de las salas de juego esperando a que llegara su adversario Myst. Demasiado joven para ser un Cazador Oscuro, no sabía que no estaba permitido hablar con James, Jess lo había saludado como un amigo.
La novedad de eso había hecho a James vulnerable y así es que se encontró hablándole al vaquero. Antes de darse cuenta, en cierta forma se habían hecho amigos.
¿Y qué había obtenido de eso?
Nada menos que un agujero de bala en la espalda.
Olvídalo. No necesitaba hablar. No necesitaba nada. Y lo último que quería
era ser sociable con una mujer humana que llamaría a la policía si alguna vez se enteraba quién y qué era él.
—Mira princesa, ésta no es una visita social. Tan pronto como el clima lo permita, me iré de aquí. Así es que solamente déjame solo las siguientes horas y pretende que no estoy aquí.
Astrid resolvió echarse atrás un poco y dejarlo acostumbrase a ella un poco más.
Él no lo sabía, pero iba a estar atrapado aquí bastante más que unas pocas horas. Esta tormenta no iba a menguar hasta que ella lo quisiera.
Por ahora, le daría tiempo para reflexionar y reagruparse.
Todavía había otras pruebas que él tenía que pasar. Pruebas en las que ella no aflojaría.
Pero habría tiempo para eso más tarde. Ahora mismo él aún estaba herido y traicionado.
—Bien –dijo ella, —estaré en mi dormitorio si me necesitas. Dejó a Sasha en la cocina para vigilarlo.
—No quiero vigilarlo –protestó Sasha.
—Sasha, obedece.
—¿Qué ocurre si hace algo repugnante? —¡Sasha!
El lobo gruñó. —Bien. ¿Pero puedo morder una parte pequeña de él? ¿Sólo para que tenga un saludable respeto por mí?
—No.
—¿Por qué?
Ella hizo una pausa mientras entraba a su cuarto. —Porque algo me dice
que si lo atacas, entonces serás tú el que respetará saludablemente sus poderes.
—Sí, claro.
—¡Sasha! Por favor.
—Bien, lo vigilo. Pero si él hace cualquier cosa asquerosa, me voy de aquí. Ella suspiró ante su incorregible compañero y se acostó en la cama para
tratar de descansar antes de que empezara la siguiente batalla de voluntades con James.
Astrid inspiró profundamente y cerró los ojos. Se conectó otra vez con Sasha a fin de poder ver a James. Estaba de pie ante la ventana de adelante, mirando hacia afuera, la nieve.
Ella vio la rasgadura en la parte de atrás de la camisa. Vio el cansancio en su cara. Se veía desanimado y al mismo tiempo determinado.
Sus rasgos parecían no tener edad. Una sabiduría que en cierta forma se veía contradictoria con su apariencia siniestra.
¿Quién eres, James?. Se preguntó silenciosamente.
La pregunta fue morbosamente seguida por otra. En los siguientes días, ella conocería exactamente quién y qué era él. Y si Artemisa tenía razón y él era realmente amoral y letal, entonces no dudaría en dejar a Sasha matarle.
—Y tú, Kibbles (marca famosa de comida para perros ) –le gruñó al lobo, —ten una mejor canción para mí. Un gruñido más y juro que voy a castrarte con una cuchara.
—Sasha, ven aquí.
Él observó como el lobo iba instantáneamente a su lado.
—Siento que nos encuentres tan molestos –dijo ella. —Pero ya que vamos a
estar atrapados por un tiempo, podrías hacer un intento y ser algo más sociable. Al menos ser mínimamente cortés.
Tal vez ella tuviera razón. Pero lo malo era que no sabía como ser sociable, mucho menos cortés. Nadie, nunca, había querido conversar tanto con él en su vida humana o de Cazador Oscuro.
Aún cuando se había suscripto en el sitio Web Cazador Oscuro.com para chatear, diez años atrás, el otro, un antiguo Cazador Oscuro se había lanzado y lo había atacado.
Él estaba exiliado. Las reglas de su exilio requerían que ninguno de ellos le hablara.
Había sido suprimido del correo de los anuncios, las salas de chat, aún de las conexiones privadas.
Sólo había sido por accidente que había tropezado con Jess, quien había estado en una de las salas de juego esperando a que llegara su adversario Myst. Demasiado joven para ser un Cazador Oscuro, no sabía que no estaba permitido hablar con James, Jess lo había saludado como un amigo.
La novedad de eso había hecho a James vulnerable y así es que se encontró hablándole al vaquero. Antes de darse cuenta, en cierta forma se habían hecho amigos.
¿Y qué había obtenido de eso?
Nada menos que un agujero de bala en la espalda.
Olvídalo. No necesitaba hablar. No necesitaba nada. Y lo último que quería
era ser sociable con una mujer humana que llamaría a la policía si alguna vez se enteraba quién y qué era él.
—Mira princesa, ésta no es una visita social. Tan pronto como el clima lo permita, me iré de aquí. Así es que solamente déjame solo las siguientes horas y pretende que no estoy aquí.
Astrid resolvió echarse atrás un poco y dejarlo acostumbrase a ella un poco más.
Él no lo sabía, pero iba a estar atrapado aquí bastante más que unas pocas horas. Esta tormenta no iba a menguar hasta que ella lo quisiera.
Por ahora, le daría tiempo para reflexionar y reagruparse.
Todavía había otras pruebas que él tenía que pasar. Pruebas en las que ella no aflojaría.
Pero habría tiempo para eso más tarde. Ahora mismo él aún estaba herido y traicionado.
—Bien –dijo ella, —estaré en mi dormitorio si me necesitas. Dejó a Sasha en la cocina para vigilarlo.
—No quiero vigilarlo –protestó Sasha.
—Sasha, obedece.
—¿Qué ocurre si hace algo repugnante? —¡Sasha!
El lobo gruñó. —Bien. ¿Pero puedo morder una parte pequeña de él? ¿Sólo para que tenga un saludable respeto por mí?
—No.
—¿Por qué?
Ella hizo una pausa mientras entraba a su cuarto. —Porque algo me dice
que si lo atacas, entonces serás tú el que respetará saludablemente sus poderes.
—Sí, claro.
—¡Sasha! Por favor.
—Bien, lo vigilo. Pero si él hace cualquier cosa asquerosa, me voy de aquí. Ella suspiró ante su incorregible compañero y se acostó en la cama para
tratar de descansar antes de que empezara la siguiente batalla de voluntades con James.
Astrid inspiró profundamente y cerró los ojos. Se conectó otra vez con Sasha a fin de poder ver a James. Estaba de pie ante la ventana de adelante, mirando hacia afuera, la nieve.
Ella vio la rasgadura en la parte de atrás de la camisa. Vio el cansancio en su cara. Se veía desanimado y al mismo tiempo determinado.
Sus rasgos parecían no tener edad. Una sabiduría que en cierta forma se veía contradictoria con su apariencia siniestra.
¿Quién eres, James?. Se preguntó silenciosamente.
La pregunta fue morbosamente seguida por otra. En los siguientes días, ella conocería exactamente quién y qué era él. Y si Artemisa tenía razón y él era realmente amoral y letal, entonces no dudaría en dejar a Sasha matarle.
issadanger
Re: Bailando con el Diablo - James y Astrid
Capítulo 4
—Despiértate, Astrid. Tu criminal sicótico esta jugando con cuchillos.
Astrid se despertó inmediatamente al escuchar la voz de Sasha en su cabeza. —¿Qué? –preguntó ella en voz alta antes de darse cuenta. Se sentó en su cama.
Una imagen mental de Sasha brilló intermitentemente en su mente. Vio a James en su cocina, registrando el cajón en donde tenía todos los cuchillos.
James sacó un cuchillo grande de carnicero, luego probó el borde con su pulgar. Ella frunció el ceño ante la acción.
¿Qué estaba haciendo?
Dejó a un lado el cuchillo y regresó a los demás en el cajón.
Sasha gruñó.
—Cállate, Scooby –gruño James. Le echó a Sasha una mirada feroz y cruel, que contenía más veneno que una serpiente de cascabel. —¿Te he dicho alguna vez cuánto me gusta el estofado de perro? Tienes suficiente carne para que me dure una semana.
Sasha avanzó.
—¡Alto! Ella irrumpió mentalmente en su compañero.
—Vamos, Astrid. Déjame morderlo. Una sola vez.
—No, Sasha. Retírate.
Lo hizo, pero de mala gana. Dio un paso atrás, sus ojos nunca dejando a James, quien sacó un pequeño cuchillo de pelar. James pasó el dedo por el borde otra vez, mirando a Sasha. Podía ver el brillo en los ojos de medianoche de James, que decían que él realmente consideraba usar el cuchillo en su compañero.
Finalmente, devolvió el cuchillo de carnicero al cajón, luego llevó el cuchillo de pelar a la sala.
El ceño fruncido de Astrid se hizo más hondo mientras James iba hasta la pila de leña al lado de la chimenea y extraía un pedazo grande de madera. La llevó al sofá y se sentó.
Ignorando a Sasha, quien lo había seguido a cada paso y finalmente había terminado sentándose cerca de sus pies, James comenzó a tallar la madera. Astrid estaba atravesada por sus acciones inesperadas.
Se sentó allí por incontables minutos, en silencio total, trabajando en el trozo. Pero lo que la asombró aún más que su conducta paciente y silenciosa, era ver como el lobo que estaba tallando tomaba forma real. Iba de un pedazo de madera a un parecido notable de Sasha en muy poco tiempo.
Inclusive Sasha había levantado su cabeza para observar.
Las manos de James movían el cuchillo sobre la madera con una gracia experta. Se detenía sólo a veces, cuando levantaba la mirada para comparar la pieza con Sasha.
El hombre era un artista sumamente talentoso y su talento parecía completamente contrario a lo que sabía de él.
Astrid intrigada, se encontró levantándose y regresando a la sala de estar. Sus movimientos rompieron su conexión mental con Sasha. Caminar siempre lo hacía. Ella sólo podía usar su vista siempre y cuando estuviera perfectamente quieta.
James levantó la mirada en tanto sentía el aire detrás de él agitarse.
Hizo una pausa mientras contemplaba a Astrid y ella se quedó sin respiración. No acostumbrado a tener personas en una casa con él, no estaba seguro si debía saludarla o debía guardar silencio.
Optó por sólo mirarla.
Ella era tan femenina y bella. Tenia el tipo de Sharon, sólo que había una sensación de vulnerabilidad en ella de la que Sharon carecía. Sharon poseía una boca inteligente que podía rivalizar con la suya y sus años como madre soltera habían dejado un filo muy duro en ella. Pero no en Astrid. Ella tenía ese tipo de tierna suavidad que causaría a algunas personas tomaran ventaja de ella o la victimizaran.
El pensamiento envió una sacudida inesperada de cólera a través de él.
Astrid avanzó en línea recta hacia el cuarto, y se dirigió derecho hacia la otomana que él había movido fuera de su lugar más temprano.
Su primer pensamiento fue dejarlo ahí y dejarla caer, pero apenas logró correrlo a tiempo. Ella no tropezó con la otomana, pero sin embargo, sí lo hizo con él, causando que el cuchillo resbalase.
James siseó mientras la hoja sumamente afilada cortaba profundamente su mano.
—¿James?
La ignoró mientras entraba precipitadamente en la cocina para atender la herida palpitante antes de que chorreara sangre por todo el piso pulido de madera y las caras alfombras.
Maldiciendo, dejó caer el cuchillo en el fregadero y abrió la canilla para enjuagarlo.
Ella lo siguió a la cocina. —¿James? ¿Hay algo mal?
—No –gruñó lavando la sangre de su mano. Hizo una mueca al ver la profundidad de la herida. Si fuese humano, necesitaría puntadas.
Astrid se paró a su lado. —Huelo sangre. ¿Estás herido?
Antes de darse cuenta de lo que ella intentaba, le tomó su mano con las de ella. Su toque era como una pluma ligera mientras amablemente tocaba su herida, pero aún así la sensación de su mano en la de él lo derribó. Sintió como si alguien le hubiera dado en el estómago con un martillo pesado.
Estaba tan cerca de él que todo lo que tenía que hacer era inclinarse hacia adelante y podría besarla.
Saborear su cuello.
Su sangre...
Ninguna mujer, nunca, lo había tentado como esta.
Por primera vez en su vida, quería saborear los labios de alguien. Sostener su cara en sus manos y violar su boca con su lengua.
¿Qué se sentiría ser abrazado. ?
¿Qué diablos está mal conmigo?
No era el tipo de hombre al que nadie abrazara, ni él lo quería.
No realmente.
Él sólo quería...
—Esto es profundo —dijo ella quedamente, su voz encantándole aún más. Miró hacia abajo, pero en lugar de su mano, todo lo que podía ver era el valle profundo entre sus pechos que estaban al descubierto por la V de su suéter. Sólo tenía que mover su mano unos pocos centímetros para hundirla suavemente entre los suaves montículos. Para empujar su suéter a un lado hasta que pudiera ahuecarlos con su mano.
—¿Que sucedió? —preguntó ella.
James parpadeó para disipar la imagen que había causado que su erección doliera y latiera demandando satisfacción.
—Nada.
—¿Esa es la única palabra que sabes? —. Ella hizo una mueca mientras sostenía su mano con las de ella y alcanzaba una botella de peróxido del gabinete sobre el fregadero. Estaba asombrado que conociese cuál envase era, pero bueno, todo en el gabinete parecía estar deliberadamente y cuidadosamente colocado.
Siseó otra vez mientras ella vertía el líquido sobre su corte. El frío del líquido punzaba tanto como el desinfectante.
A pesar de eso, estaba aturdido por sus acciones compasivas, por la gentileza de su mano en la de él.
Ella dio palmaditas sobre la mesada buscando el paño para secar los platos. Una vez que lo encontró, lo envolvió alrededor de su mano. —Mantenla en alto. Llamaré a un doctor...
—No –dijo él severamente, interrumpiéndola. —Ningún doctor.
—Pero estás herido.
—Créeme, no es nada.
Astrid notó la presión en su voz mientras decía eso. Más que nunca, deseaba poder verlo mientras hablaba.
—¿Te cortaste porque me tropecé contigo?
Él no contestó.
Astrid trató de alcanzarlo con sus sentidos y no encontró nada. No podía decir si estaba con ella o si estaba completamente sola.
Sus sentidos nunca le habían fallado antes.
Daba miedo no tener ninguna habilidad para "sentirle".
—¿James?
—¿Qué?
Ella realmente saltó ante el sonido de su profunda voz con acento, tan cerca de su oído. —No contestaste mi pregunta.
—Sí, ¿y qué más da? No es que a ti te importe cómo me lastimé, de cualquier manera.
Su voz se desvaneció como si se estuviera alejando.
—¿Sasha, dónde esta?
—Se esta dirigiendo hacia la sala.
Ella oyó a Sasha gruñendo en el vestíbulo.
—Hacia atrás –dijo James con un gruñido.
—Sabes —dijo él más fuerte. —He escuchado que los perros viven más tiempo cuando son castrados. Y son más amigables, también.
—Oh, bravo, te castramos a ti y veremos si eso te afecta, tú...
—¡Sasha!
—¿Qué? Él es aborrecible. Y no soy un perro.
Ella fue andando por el vestíbulo para palmear la cabeza de Sasha. —Lo sé. James ignoró al lobo y a la mujer dirigiéndose a la ventana y jalando las cortinas para atrás. Era poco después de la una a.m. y la ventisca era tan feroz como había sido antes.
Demonios. Nunca iba a poder salir de aquí. Sólo esperaba que el clima se apaciguara el tiempo suficiente como para permitirle regresar a su bosque. Sin duda los Escuderos, Jess, y Thanatos estaban esperándolo en su cabaña, pero
él tenía muchas más áreas "seguras" que ninguno de ellos conocía. Lugares en donde podía obtener armas y suministros.
Pero tenía que estar en su tierra para alcanzarlos.
—Despiértate, Astrid. Tu criminal sicótico esta jugando con cuchillos.
Astrid se despertó inmediatamente al escuchar la voz de Sasha en su cabeza. —¿Qué? –preguntó ella en voz alta antes de darse cuenta. Se sentó en su cama.
Una imagen mental de Sasha brilló intermitentemente en su mente. Vio a James en su cocina, registrando el cajón en donde tenía todos los cuchillos.
James sacó un cuchillo grande de carnicero, luego probó el borde con su pulgar. Ella frunció el ceño ante la acción.
¿Qué estaba haciendo?
Dejó a un lado el cuchillo y regresó a los demás en el cajón.
Sasha gruñó.
—Cállate, Scooby –gruño James. Le echó a Sasha una mirada feroz y cruel, que contenía más veneno que una serpiente de cascabel. —¿Te he dicho alguna vez cuánto me gusta el estofado de perro? Tienes suficiente carne para que me dure una semana.
Sasha avanzó.
—¡Alto! Ella irrumpió mentalmente en su compañero.
—Vamos, Astrid. Déjame morderlo. Una sola vez.
—No, Sasha. Retírate.
Lo hizo, pero de mala gana. Dio un paso atrás, sus ojos nunca dejando a James, quien sacó un pequeño cuchillo de pelar. James pasó el dedo por el borde otra vez, mirando a Sasha. Podía ver el brillo en los ojos de medianoche de James, que decían que él realmente consideraba usar el cuchillo en su compañero.
Finalmente, devolvió el cuchillo de carnicero al cajón, luego llevó el cuchillo de pelar a la sala.
El ceño fruncido de Astrid se hizo más hondo mientras James iba hasta la pila de leña al lado de la chimenea y extraía un pedazo grande de madera. La llevó al sofá y se sentó.
Ignorando a Sasha, quien lo había seguido a cada paso y finalmente había terminado sentándose cerca de sus pies, James comenzó a tallar la madera. Astrid estaba atravesada por sus acciones inesperadas.
Se sentó allí por incontables minutos, en silencio total, trabajando en el trozo. Pero lo que la asombró aún más que su conducta paciente y silenciosa, era ver como el lobo que estaba tallando tomaba forma real. Iba de un pedazo de madera a un parecido notable de Sasha en muy poco tiempo.
Inclusive Sasha había levantado su cabeza para observar.
Las manos de James movían el cuchillo sobre la madera con una gracia experta. Se detenía sólo a veces, cuando levantaba la mirada para comparar la pieza con Sasha.
El hombre era un artista sumamente talentoso y su talento parecía completamente contrario a lo que sabía de él.
Astrid intrigada, se encontró levantándose y regresando a la sala de estar. Sus movimientos rompieron su conexión mental con Sasha. Caminar siempre lo hacía. Ella sólo podía usar su vista siempre y cuando estuviera perfectamente quieta.
James levantó la mirada en tanto sentía el aire detrás de él agitarse.
Hizo una pausa mientras contemplaba a Astrid y ella se quedó sin respiración. No acostumbrado a tener personas en una casa con él, no estaba seguro si debía saludarla o debía guardar silencio.
Optó por sólo mirarla.
Ella era tan femenina y bella. Tenia el tipo de Sharon, sólo que había una sensación de vulnerabilidad en ella de la que Sharon carecía. Sharon poseía una boca inteligente que podía rivalizar con la suya y sus años como madre soltera habían dejado un filo muy duro en ella. Pero no en Astrid. Ella tenía ese tipo de tierna suavidad que causaría a algunas personas tomaran ventaja de ella o la victimizaran.
El pensamiento envió una sacudida inesperada de cólera a través de él.
Astrid avanzó en línea recta hacia el cuarto, y se dirigió derecho hacia la otomana que él había movido fuera de su lugar más temprano.
Su primer pensamiento fue dejarlo ahí y dejarla caer, pero apenas logró correrlo a tiempo. Ella no tropezó con la otomana, pero sin embargo, sí lo hizo con él, causando que el cuchillo resbalase.
James siseó mientras la hoja sumamente afilada cortaba profundamente su mano.
—¿James?
La ignoró mientras entraba precipitadamente en la cocina para atender la herida palpitante antes de que chorreara sangre por todo el piso pulido de madera y las caras alfombras.
Maldiciendo, dejó caer el cuchillo en el fregadero y abrió la canilla para enjuagarlo.
Ella lo siguió a la cocina. —¿James? ¿Hay algo mal?
—No –gruñó lavando la sangre de su mano. Hizo una mueca al ver la profundidad de la herida. Si fuese humano, necesitaría puntadas.
Astrid se paró a su lado. —Huelo sangre. ¿Estás herido?
Antes de darse cuenta de lo que ella intentaba, le tomó su mano con las de ella. Su toque era como una pluma ligera mientras amablemente tocaba su herida, pero aún así la sensación de su mano en la de él lo derribó. Sintió como si alguien le hubiera dado en el estómago con un martillo pesado.
Estaba tan cerca de él que todo lo que tenía que hacer era inclinarse hacia adelante y podría besarla.
Saborear su cuello.
Su sangre...
Ninguna mujer, nunca, lo había tentado como esta.
Por primera vez en su vida, quería saborear los labios de alguien. Sostener su cara en sus manos y violar su boca con su lengua.
¿Qué se sentiría ser abrazado. ?
¿Qué diablos está mal conmigo?
No era el tipo de hombre al que nadie abrazara, ni él lo quería.
No realmente.
Él sólo quería...
—Esto es profundo —dijo ella quedamente, su voz encantándole aún más. Miró hacia abajo, pero en lugar de su mano, todo lo que podía ver era el valle profundo entre sus pechos que estaban al descubierto por la V de su suéter. Sólo tenía que mover su mano unos pocos centímetros para hundirla suavemente entre los suaves montículos. Para empujar su suéter a un lado hasta que pudiera ahuecarlos con su mano.
—¿Que sucedió? —preguntó ella.
James parpadeó para disipar la imagen que había causado que su erección doliera y latiera demandando satisfacción.
—Nada.
—¿Esa es la única palabra que sabes? —. Ella hizo una mueca mientras sostenía su mano con las de ella y alcanzaba una botella de peróxido del gabinete sobre el fregadero. Estaba asombrado que conociese cuál envase era, pero bueno, todo en el gabinete parecía estar deliberadamente y cuidadosamente colocado.
Siseó otra vez mientras ella vertía el líquido sobre su corte. El frío del líquido punzaba tanto como el desinfectante.
A pesar de eso, estaba aturdido por sus acciones compasivas, por la gentileza de su mano en la de él.
Ella dio palmaditas sobre la mesada buscando el paño para secar los platos. Una vez que lo encontró, lo envolvió alrededor de su mano. —Mantenla en alto. Llamaré a un doctor...
—No –dijo él severamente, interrumpiéndola. —Ningún doctor.
—Pero estás herido.
—Créeme, no es nada.
Astrid notó la presión en su voz mientras decía eso. Más que nunca, deseaba poder verlo mientras hablaba.
—¿Te cortaste porque me tropecé contigo?
Él no contestó.
Astrid trató de alcanzarlo con sus sentidos y no encontró nada. No podía decir si estaba con ella o si estaba completamente sola.
Sus sentidos nunca le habían fallado antes.
Daba miedo no tener ninguna habilidad para "sentirle".
—¿James?
—¿Qué?
Ella realmente saltó ante el sonido de su profunda voz con acento, tan cerca de su oído. —No contestaste mi pregunta.
—Sí, ¿y qué más da? No es que a ti te importe cómo me lastimé, de cualquier manera.
Su voz se desvaneció como si se estuviera alejando.
—¿Sasha, dónde esta?
—Se esta dirigiendo hacia la sala.
Ella oyó a Sasha gruñendo en el vestíbulo.
—Hacia atrás –dijo James con un gruñido.
—Sabes —dijo él más fuerte. —He escuchado que los perros viven más tiempo cuando son castrados. Y son más amigables, también.
—Oh, bravo, te castramos a ti y veremos si eso te afecta, tú...
—¡Sasha!
—¿Qué? Él es aborrecible. Y no soy un perro.
Ella fue andando por el vestíbulo para palmear la cabeza de Sasha. —Lo sé. James ignoró al lobo y a la mujer dirigiéndose a la ventana y jalando las cortinas para atrás. Era poco después de la una a.m. y la ventisca era tan feroz como había sido antes.
Demonios. Nunca iba a poder salir de aquí. Sólo esperaba que el clima se apaciguara el tiempo suficiente como para permitirle regresar a su bosque. Sin duda los Escuderos, Jess, y Thanatos estaban esperándolo en su cabaña, pero
él tenía muchas más áreas "seguras" que ninguno de ellos conocía. Lugares en donde podía obtener armas y suministros.
Pero tenía que estar en su tierra para alcanzarlos.
issadanger
Re: Bailando con el Diablo - James y Astrid
hi nueva lectora amo tus novelas siguela pronto besos
tortugitastyles
Re: Bailando con el Diablo - James y Astrid
ooooooooooooooooooooooooooooooooooooooh sdfghjklñ Sacha <3 Eaeaaeeaeaeaeaeaea sdjkñ James te vas cuando Astrid quiera e-e siguelaa
Feer :)x.
Re: Bailando con el Diablo - James y Astrid
AVIIISOOOOO!!!!!...... EN ESTOS DIAAASS NO PODRE COMENTAR COMO ANTEESS!!!!!!... PERO NO TE ABANDONOOOO!!!!!!!...... PERDOONAAA!!!!!... Y NOS LEEMOS MAS TARDEEE!!!!
chelis
Re: Bailando con el Diablo - James y Astrid
no me acordaba que James era tan hosco :/
pero pronto se pondra mas interesante :D
siguelaaaaaaaaa
pero pronto se pondra mas interesante :D
siguelaaaaaaaaa
NaTnAt
Re: Bailando con el Diablo - James y Astrid
:wut: ESE JAMES EN UN POCOOO BRUTOOO!!!!!.. PERO LO QUEREMOOSS
chelis
Re: Bailando con el Diablo - James y Astrid
sdfghjñ estoy con el animo bieeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeen alto :') ahshj
Feer :)x.
Re: Bailando con el Diablo - James y Astrid
se donde vives asi que mas te vale seguirla
tortugitastyles
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