Sixteen Devils.

Si tuviera que pasar toda mi vida escuchando los quejidos insoportables y socio-culturales de Keyla, probablemente me suicidaría. Siempre enfocándose en los pequeños malos detalles, siempre buscándole la tercera pata al gato.
Tuerzo el gesto, sintiéndome algo sofocado por la cantidad de importancia que Keyla le estaba dedicando al hecho. En general no me gusta que la gente se meta en mis asuntos, pero no puedo hacer nada cuando se trata de ella, le soy como un libro abierto.
—Es que no entiendo, Luck. Hay tantos peces en el océano pero tú elegiste ser atrapado por las pinzas del cangrejo más promiscuo y descerebrado. Lucas, eres un tipo inteligente, podrías elegir una chica más… como tú. —me miró de reojo, esperando una reacción. Lo supe más por hábito, Keyla siempre observa para obtener una reacción, una reacción que le diga que tiene la razón. Pero es no funciona conmigo, la gran mayoría de la escuela se siente más que intimidado por Key, claro que es una fierrilla y todo, pero tampoco le veo la gran amenaza. Pero yo que sé, ella nunca me haría daño.
— No me tiene “atrapado entre sus pinzas” —hago comillas en el aire—, considéralo como, em, visitas diarias. Además, estar atrapado entre las pinzas sería como un enamoramiento. Y eso es simplemente ridículo.
Claro que estoy mintiendo en lo de las visitas diarias, yo y Annabell no mantenemos una relación sexual u amorosa, es más como una amistad (aunque comenzó siendo un juego de calentura) que se ha ido desarrollando hasta un punto en el que hablamos casi todos los días sobre nuestras vidas. Pero Keyla no puede saberlo, la odia ridículamente y Annabell tiene una reputación de putita muy elevada.
Nos dirigimos hacia clase de cálculo a paso lento, los pasillos están abarrotados de atletas sudorosos y las típicas zorritas tratando desesperadamente de llamar la atención de algún hombre, usando como arma sus faldas cortas y remeras escotadas. Las considero ridículas, pero lo son incluso más los tipos que caen bajo sus encantos de viudas negras. Así son las mujeres, usan métodos de seducción para tenerte bajo su poder y así poder manipularte, ¿de quién te crees que salió la idea del matrimonio? Ellas, por supuesto, claro que no tengo los medios para probarlo, pero sus personalidades lo dicen todo. Te convencen que son completamente normales y desinteresadas para estar meses después literalmente llorando porque te has olvidado de alguna fecha estúpida de su ‘relación’. Me ha pasado, omitiendo la parte de la relación, eso de entablar visitas semanales con tías (incluso mayores que yo, en un intento de no tenerlas pegadas en la escuela), en las que dejo bien en claro desde el principio que es algo meramente sexual, para luego tenerlas golpeando a mi puerta a las cuatro de la mañana de un día de lluvia aclamando que me aman. No hay que caer en sus redes, de todas maneras solo son sus medios para convencerte de que te conviertas en el hombre que ellas quieren.
Una mierda, yo soltero estoy de la hostia.
De todas maneras, volviendo al asunto principal, la cosa es que Keyla y Annabell se llevan para la mierda y hay una gran posibilidad (al menos desde mi punto de vista) que Key me mande a tomar por el culo y se entera que Anna es una persona de mi confianza. Es muy posesiva con sus amigos y toda esa mierda, pero la entiendo. Si alguien la aleja de mí, yo lo mato.
— Es verdad, casi olvido que le tienes fobia a la intimidad emocional —Key me sonríe y me medio abraza con uno de sus bronceados y delgados brazos de mujer. Dios, como la quiero, es como la hermana que nunca tuve.
Le saco la lengua juguetonamente y rodeo sus hombros, considerando que le saco como veinte centímetros, me sirve también de apoyadero.
Las personas se apretujan contra las paredes para abrirnos camino hacia nuestra clase, lo que es terriblemente conveniente, porque estamos llegando tarde. Cálculo comienza a las tres y son menos cinco, quizá me la salte, total.
El murmullo de los estudiantes se intensifica al vernos medio-abrazados, lo que encuentro terriblemente gracioso. Algunos insinúan ciegamente que somos pareja o amigos con derecho, pero ni al caso, yo nunca podría. Pero ojo, no porque Keyla es fea o algo, ella es despampanante, tiene un físico hermoso y escultura, de esos que merecen ser dibujados meticulosamente. No puedo porque se sentiría como el incesto más depravado de todos los tiempos, yo nunca me pondría tan cachondo como para jodérmela así.
Qué se yo, tengo mis límites personales. Además, Keyla tiene escrito por todo el cuerpo “TÓCAME Y TE MUERES” ¿Se entiende? Es el tipo de chica con altas expectativas. Ese tipo de chica inalcanzable, nadie se la merece, yo lo sé. Es demasiado buena.
— De todas maneras, sabemos que ella no te llega ni hasta los tobillos. —siempre que Keyla ríe me recuerda a esas reinas malvadas que Disney tanto reutiliza, tipo cuando se ríen diabólicamente. Ella siempre da la impresión equivocada a todos, de la que es una tipa sin corazón ni alma, pura maldad. Pero no lo es.
A pesar de que sé que no lo hace adrede, el comentario me ofende un poco. Le tengo un poco de cariño a Anna, incluso si la uso más que anda para volcar las marañas de pensamientos que atormentan día tras día. Anna es más como mi psicóloga, la que escucha y aconseja, con la cual hablo de temas que se sienten muy lejanos a Keyla o mis amigos.
Keyla bufa, mirando fijamente hacia la derecha.
Annabell se encuentra recostada contra la puerta abierta del laboratorio, su pelo negro azabache se encuentras peinado en una trenza elaborada y usa  uno de sus conjuntos “calientapollas” habituales. Nunca la he visto con algo más largo que un pantaloncillo por debajo del trasero, siquiera en invierno.
Me saluda cuando nuestras miradas se cruzan y yo lo hago de vuelta, elevando la comisura izquierda de mi boca voluntariamente. Me veo de puta madre cuando sonrío ladinamente, me casaría conmigo mismo, lo juro.
Parece tomar la acción como una invitación, porque comienza a dar pasos ligeros hasta nuestra ubicación (el medio del pasillo).
— HOLA —me dice, observando detenidamente mi brazo alrededor de los hombros de Keyla, para luego decidirse por darme un beso en la mejilla —, hola Keyla.
Las dos se miran de arriba abajo por unos incómodos segundos, probablemente enumerando mentalmente las fallas en cada una ¿Por qué las mujeres son tan complicadas? Quizá mi futuro incluye matrimonio gay y Louis.

Soy de esos tipos que defienden a los deportistas al cien por ciento, pero tengo que admitir que hay casos en los que la frase “mucho músculo pocos sesos” es la más acertada. Yo no sé si la cantidad de golpes ha matado a todas las neuronas o la cantidad de actividad sexual les ha inhabilitado el uso de la parte derecha del cerebro, pero Pete y Gabe son los tipos más idiotas con los que me he cruzado. Han estado todo el almuerzo discutiendo tópicos idiotas, he escuchado a Gabe repetir más de diez veces que follar estilo perrito es más sano. ¿Pero qué mierda? Estoy seguro de que lo único que sus cerebros producen son cantidades  ridículas de testosterona.
Keyla se ha dedicado a ignorarme olímpicamente todo el almuerzo, dándome la espalda mientras que habla animadamente con Louis. Al parecer el hecho de que yo invité a Anna a sentarse con nosotros es, citándola, “una falta de respeto por su salud, que ella no quiere contagiarse ETS del aire”. Pero es que necesitaba hablar con Annabell sobre unos problemas que ella ha tenido la semana pasada y no quería seguir aplazando el asunto.
Se le pasará tarde o temprano, no dura mucho tiempo enojada ni conmigo ni con él.
Miró al infinito por unos instantes antes de percibir que una chica bajita se ha detenido en el extremo de nuestra mesa, tratando de llamar la atención de Annabell.
Instantáneamente la ubico; es Aline Parker, su hermana. Nunca he tenido la oportunidad de verla muy de cerca, la gran mayoría del tiempo puedo divisarla escabulléndose entre las personas por los pasillos.
Nunca las hubiera podido relacionar si no lo supiera de antemano; Anna posee el cuerpo de una PinUp, esbelta y de piernas largas, y un rostro exótico y atractivo; Aline es todo lo contrario, tiene una figura menuda y baja, así como de tabla de planchar y luce unos rasgos algo desproporcionados. La nariz es recta y delgada y está cubierta por discretas pecas, su labio superior es ligeramente más carnoso que el inferior y sus ojos son gigantescos y desiguales (literalmente desiguales, el derecho es esmeralda y el izquierdo celeste).
No podría decir si es atractiva, pero tiene uno de esos rostros que dan para observar, una rareza llamativa.
Aline se aclara la garganta —Annabell, necesito hablar contigo —la chica posee una de esas voces extremadamente firmes que desbordan inteligencia, por lo que no me sorprende que Gabe y Pete paren su cháchara para escucharla, al igual que todos los de la mesa.
— Estoy ocupada —Anna, luego de hablar conmigo sobre unos asuntitos, se la ha pasado flirteando con Victor, uno de los corredores del equipo. Cuando habla de estar “ocupada” se refiere a que casi lo engancha.
Aline aprieta los labios y suelta un bufido, para luego pasar el peso de su cuerpo a la pierna izquierda. — Annabell, de verdad no quieres ver a don—
— Lárgate.
A estas alturas, la gran mayoría del alumnado mira hacia nuestra mesa expectante, preparados para grabar una pelea de gatas-hermanas. Pero yo no lo creo, Parker I luce muy prudente.
Aline se pasa la mano por el pelo corto color arena y mueve la cabeza de un lado al otro, su rostro luciendo algo divertido. — Bueno —se limita a decir y luego saca del interior de su morral una cajita de cartón color rosa. La deja sobre la mesa, justo entre el espacio que nos separa a los dos, para luego agregar—: Te recomiendo no hacer nada hasta, al menos, una semana.
Me escruta de cerca, sus ojos brillando con un deje juguetón y yo bajo la cabeza para ver el contenido de la caja: «TAMPONES EXTRA-JUMBO». Miro hacia Annabell, medio suprimiendo una risotada y medio conteniéndome para no mandar a la mierda a su hermana. Todos lucían expectantes por mi reacción.
— Lárgate ahora, Alien[¹].

Por la información que me había brindado Annabell, Aline tomaba clases de apoyo entre mis clases de Historia y Economía, por lo que me excusé con el profesor por un ficticio dolor estomacal. Y aquí estoy, recorriendo los pasillos, tratando de encontrar el gabinete correcto.
II B, II C, II D… casi me lo paso, pero por suerte mi maravilloso sentido de orientación me ha sido fiel, de nuevo. Miro hacia el aula a través de la ventana de la puerta y la diviso de una pasada: es la única chica prestando atención a la explicación del profesor.
Toco la puerta tres veces seguida y entro— Profesor, se me ha enviado para escoltar a la Señorita Parker hacia la oficina de la directora, con urgencia.
El profesor asiente y le hace una seña con la tiza que sostiene en su mano, como diciéndole «largo», lo cual parece desconcertarla un poco, porque mueve su mirada de él a mi repetidas veces. Finalmente, recoge su morral del suelo y camine hacia mí aceleradamente.
— ¿Por qué quiere verme la directora? —me pregunta. Por segunda vez no puedo omitir el fugaz pensamiento de que la conozco, pero lo aparto, esbozando una sonrisa ladina.
Eso debe de ser suficiente.
Ella suspira. — No te han pedido que me retires de clases ¿no es así?
— Quería, quería invitarte a mi fiesta. Este sábado.
— ¿Me ves cara de fiestera? —se señala la cara como si todas las respuestas se pudieran justificar de esta forma y bufa. — Además, ¿te crees que soy idiota? Me huele a venganza.
Mierda. — A mí me huele a que eres paranoica. Además, me agradas, enserio. —y lo hacía, pero eso no quería decir que la dejaría salirse con la suya. Verás, cuando se trata de las persona que quiero, hay límites que no se pueden cruzar. Y a pesar de que ella es su hermana, eso no quiere decir que no puedan divertirme un poco.
— Pues, no era mi intención.
REFERENCIAS:
Alien[¹]: Annabell hace un juego de letras cambiando de lugar la n-e de Aline y volviendo el nombre Alien.