Conectarse
Últimos temas
miembros del staff
Beta readers
|
|
|
|
Equipo de Baneo
|
|
Equipo de Ayuda
|
|
Equipo de Limpieza
|
|
|
|
Equipo de Eventos
|
|
|
Equipo de Tutoriales
|
|
Equipo de Diseño
|
|
créditos.
Skin hecho por Hardrock de Captain Knows Best. Personalización del skin por Insxne.
Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
Sixteen Devils.
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
Página 29 de 52. • Comparte
Página 29 de 52. • 1 ... 16 ... 28, 29, 30 ... 40 ... 52
Re: Sixteen Devils.
gracias, chicas. lo que pasa es que mi güera(barbu/migeme) anda ocupada, pues tenía que estudiar para dos pruebas que le han hecho hoy. c: pero me dijo que entre hoy y mañana posteará capítulo.
pd. me estoy muriendo sin mi cargador.:C llevo como dos semanas sin él y les juro que ya no aguanto.:C
pd. me estoy muriendo sin mi cargador.:C llevo como dos semanas sin él y les juro que ya no aguanto.:C
Kurt.
Re: Sixteen Devils.
Pobre Barbu, le deseo toda mi suerte en esas dos pruebas desde España :c. Aquí la esperaré.
pd. ¡Aguanta esposa! Yo sé que tú puedes :cc
Invitado
Invitado
Re: Sixteen Devils.
aunque ella no cree en dicha, opino lo mismo, pero es demasiado inteligente la niña, so... bueh, de seguro le irá bien.
pd. gracias esposa.:'c pero esto me pasa por estar tan viciada a mi lap.:C
pd. gracias esposa.:'c pero esto me pasa por estar tan viciada a mi lap.:C
Kurt.
Re: Sixteen Devils.
Hola, me encanta la nove
Siganla poooor fi
Y disculpen la letra es que estoy desde el cel, bye.
Siganla poooor fi
Y disculpen la letra es que estoy desde el cel, bye.
Heart on fire.
Re: Sixteen Devils.
¡Hola! c: Bienvenida. Nos alegra que te guste. Pronto el próximo cap.:3Heart on fire. escribió:Hola, me encanta la nove
Siganla poooor fi
Y disculpen la letra es que estoy desde el cel, bye.
Kurt.
Re: Sixteen Devils.
louis tomlinson.
La nieve cae y siento mi cuerpo temblar. Invierno. Maldito invierno. Retuerzo mis manos entre los bolsillos de mi abrigo Yves Saint Laurent, pateo la blanca espuma depositada en el piso con la punta de mis botas Doc Marten. Miro el cielo; puede que sea celeste, pero a esta hora se ve más oscuro que en cualquier día de Septiembre.
Rebusco entre los bolsillos de mi pantalón en busca de las llaves de la mansión. Una vez en mis manos, titubeo hasta encontrar la correcta. La puerta se abre y el frío que sale del interior presume ser mayor que el que se encuentra fuera. La cierro en un rápido movimiento para dar con el espejo ubicado a la derecha, que me devuelve una imagen deteriorada de mí mismo. El invierno jamás me ha favorecido. Incrementa las pequeñas bolsas que hay debajo de mis ojos y reseca mis labios. Encuentro un diminuto pero descomunal brillo en mi mirada, ante el cual sonrío.
—¿Hay alguien en casa? —grito, pero al parecer nadie me oye.
Me abro paso hasta la cocina donde la ventana deja a la luz un paisaje digno de admirar, donde la nieve cayendo le da un toque cinematográfico al jardín. Descorro la cortina para ver mejor y luego de admirar la escena por unos minutos, doy algún que otro paso hasta llegar a la alacena, de donde saco una taza, dispuesto a hacer té.
La preparación se ve interrumpida por el crujir de unos pasos. Detengo el movimiento de mis manos para que la acústica aumente. No pasan más de cinco segundos hasta que oigo como un vidrio se rompe. Me dirijo escaleras arriba, creyendo saber de dónde proviene. La habitación de mis padres se encuentra intacta, por lo que decido avanzar hasta llegar a la mía, de la cual se oyen maullidos.
—¡Imbécil, llegué! —cierro los ojos al escuchar la melodiosa voz de mi hermana menor interrumpir mi hallazgo.
Jamás la he comprendido y no creo poder hacerlo. No veo el punto en su existencia. Nunca he tratado de recomponer la relación, básicamente porque es ella la encargada de destruirla desde cuando apenas tenía 5 años.
Delilah es la idiota más grande que he conocido y sin embargo, la persona a la cual le profeso una inconfesable envidia; sin hacer nada, siempre ha obtenido lo que yo he tratado de conseguir por años. La atención de mis padres es una de las cosas que sé que no vale la pena tratar de buscar. Haga lo que haga, siempre estará mal, siempre habrá alguna manera mejor de hacerlo.
—¡Escúchame, maldito idiota! Si no bajas en… —desearía no haber nacido. Desearía ser hijo único. Desearía tener verdaderos amigos. Desearía que mi vida no fuera la estúpida farsa del niño rico popular al que todos insultan. ¿Es que no entienden que nada de lo que hago contiene una pizca de placer? ¿No es notorio que lo único que disfruto es dañar, destruir, corromper? ¿No es obvia la razón? Desearía golpear a todos.
—No tengo ganas de hablar contigo, no tengo ganas de escucharte ni tengo ganas de saber a quién has infestado con tu indeseable saliva, ¿lo entiendes? —pronuncio cada palabra, inmersas en rencor— No quiero saber de ti por un largo tiempo, ¿me escuchas? —me asomo para ver su rostro. Una sonrisa cínica aparece en él— ¡No me interesas, Delilah! ¡No me importas! ¡Te odio!
De un momento para otro la oigo correr escaleras abajo, tropezar, maldecir y dar un portazo, algo típico de ella.
—¿Qué demonios hiciste esta vez, Louis? —mi padre levanta la voz mientras mi madre se pasea en el hall de un lado a otro, con la cabeza entre las manos y paso tembloroso.
—¿Qué sucede? —pregunto, adormilado. Luego de la pequeña discusión de esta mañana no he tenido noticias de mi hermana, por lo que luego de bajar y preparar otro té, me recosté en el sofá hasta quedarme dormido junto con el gato que entró por la ventana al preparar la primera infusión que, por cierto, Delilah se había encargado de esparcir por todo el parqué.
—¡No finjas tu inocencia, desgraciado! —farfulló mi madre a la vez que se sentaba en uno de los sillones— ¡Delilah ha salido de la casa a las ocho de la mañana y aún no regresa!
—Louis, ven aquí, cálmate —rechazo el ofrecimiento de mi padre con un movimiento rotundo de cabeza— Explícalo todo, vamos, no temas. No diremos nada, sólo queremos saber.
Esto definitivamente era el colmo…
—¿Saber qué? —grité, arrojando un almohadón al suelo— ¿Saber que mi hermana es una estúpida, que lo único que sabe hacer es insultarme sin razón? ¿Saber que lo único que pasa por tu mente y por la de mamá es Delilah y su maquillaje, su cabello, su manicura y su ropa mientras sus calificaciones descienden y todos en la escuela se la pasan escribiéndole zorra, perra y poca cosa en sus materiales de estudio? ¿Saber que la imagen de los Tomlinson desciende cada vez más con cada acto suyo, mientras que por lo único que se preocupa es por acostarse con el primero que le pasa por enfrente mientras tú te quedas de brazos cruzados? ¿Saber que durante todos estos años he sido quien se encarga de las empresas familiares, de mantener el orden y el aseo de la mansión, de que mi reputación no se vaya por los suelos, de estudiar y ser el mejor de la clase, de organizar fiestas que no te traigan problemas, de no consumir drogas ni asesinar a nadie cuando nadie jamás en esta familia me dio un miserable céntimo de atención? ¿Sabes lo que se siente ver morir a la única persona que se ha preocupado por ti una vez que hiciste todo? ¡Estoy seguro de que no tienes ni puta idea! ¡Y tú, ni siquiera te atrevas a ponerme una mano encima! —amenazo a mi madre al ver la rabia en su rostro y el color rojo teñir sus mejillas— ¡Tú jamás te has interesado en mí, no tienes derecho a cuestionarme! ¡No necesito de ti ni de nadie! ¡Toda mi vida me he tenido a mí mismo para seguir adelante!
Dándome la vuelta, recojo al gato y me encamino hacia la puerta principal, no sin antes decir:
—¡Me voy de esta casa! ¡Y no me busquen, porque juro que a partir de este momento, no tengo padres! ¡Jamás los tuve, jamás los tendré!
Digamos que era cierto que no necesitaba a mis padres. Podría mantenerme solo y eso ya lo verían ellos y todos los que alguna vez desconfiaron de mis capacidades. Por un momento, salgo de mis pensamientos y al masajearme el cuello, recuerdo la extraña y desorganizada reunión en la que algunos de los idiotas del instituto se encargaron de hacer pública la presencia de cierta estrella de ocho puntas en no sólo mi cuerpo, sino en el de otras catorce personas, aproximadamente.
Me repugna pensar que comparto algo con personas a las que jamás les he dirigido la palabra, otras a las que desprecio y, por último, a personas que prácticamente he visto una o dos veces. Es cierto que pocos de mis amigos al igual que yo la poseen, pero saber eso los hace débiles ante mí y a su vez, me hace débil ante ellos. Y también ante el enemigo, dispuesto a acechar. Tiene sus ventajas, supongo. Pero también tiene sus desventajas y, desde mi punto de vista, estas le llevan años luz a las primeras. Siempre supe de la existencia de poderes sobrenaturales en mí o como demonios se les llame, pero no estuve ocultándolo durante 18 años sin motivo aparente. Tener la situación bajo control me permitía hacer algún que otro movimiento que me favoreciera o que me sacara del apuro de vez en cuando, pero saber que muchos de mis conocidos pueden llegar a hacer lo mismo conmigo hace que mi mente desista de cualquier plan, de cualquier idea. Todos saben lo que tengo y yo, yo sólo sé lo que un par de idiotas tienen...
Rebusco entre los bolsillos de mi pantalón en busca de las llaves de la mansión. Una vez en mis manos, titubeo hasta encontrar la correcta. La puerta se abre y el frío que sale del interior presume ser mayor que el que se encuentra fuera. La cierro en un rápido movimiento para dar con el espejo ubicado a la derecha, que me devuelve una imagen deteriorada de mí mismo. El invierno jamás me ha favorecido. Incrementa las pequeñas bolsas que hay debajo de mis ojos y reseca mis labios. Encuentro un diminuto pero descomunal brillo en mi mirada, ante el cual sonrío.
—¿Hay alguien en casa? —grito, pero al parecer nadie me oye.
Me abro paso hasta la cocina donde la ventana deja a la luz un paisaje digno de admirar, donde la nieve cayendo le da un toque cinematográfico al jardín. Descorro la cortina para ver mejor y luego de admirar la escena por unos minutos, doy algún que otro paso hasta llegar a la alacena, de donde saco una taza, dispuesto a hacer té.
La preparación se ve interrumpida por el crujir de unos pasos. Detengo el movimiento de mis manos para que la acústica aumente. No pasan más de cinco segundos hasta que oigo como un vidrio se rompe. Me dirijo escaleras arriba, creyendo saber de dónde proviene. La habitación de mis padres se encuentra intacta, por lo que decido avanzar hasta llegar a la mía, de la cual se oyen maullidos.
—¡Imbécil, llegué! —cierro los ojos al escuchar la melodiosa voz de mi hermana menor interrumpir mi hallazgo.
Jamás la he comprendido y no creo poder hacerlo. No veo el punto en su existencia. Nunca he tratado de recomponer la relación, básicamente porque es ella la encargada de destruirla desde cuando apenas tenía 5 años.
Delilah es la idiota más grande que he conocido y sin embargo, la persona a la cual le profeso una inconfesable envidia; sin hacer nada, siempre ha obtenido lo que yo he tratado de conseguir por años. La atención de mis padres es una de las cosas que sé que no vale la pena tratar de buscar. Haga lo que haga, siempre estará mal, siempre habrá alguna manera mejor de hacerlo.
—¡Escúchame, maldito idiota! Si no bajas en… —desearía no haber nacido. Desearía ser hijo único. Desearía tener verdaderos amigos. Desearía que mi vida no fuera la estúpida farsa del niño rico popular al que todos insultan. ¿Es que no entienden que nada de lo que hago contiene una pizca de placer? ¿No es notorio que lo único que disfruto es dañar, destruir, corromper? ¿No es obvia la razón? Desearía golpear a todos.
—No tengo ganas de hablar contigo, no tengo ganas de escucharte ni tengo ganas de saber a quién has infestado con tu indeseable saliva, ¿lo entiendes? —pronuncio cada palabra, inmersas en rencor— No quiero saber de ti por un largo tiempo, ¿me escuchas? —me asomo para ver su rostro. Una sonrisa cínica aparece en él— ¡No me interesas, Delilah! ¡No me importas! ¡Te odio!
De un momento para otro la oigo correr escaleras abajo, tropezar, maldecir y dar un portazo, algo típico de ella.
{…}
—¿Qué demonios hiciste esta vez, Louis? —mi padre levanta la voz mientras mi madre se pasea en el hall de un lado a otro, con la cabeza entre las manos y paso tembloroso.
—¿Qué sucede? —pregunto, adormilado. Luego de la pequeña discusión de esta mañana no he tenido noticias de mi hermana, por lo que luego de bajar y preparar otro té, me recosté en el sofá hasta quedarme dormido junto con el gato que entró por la ventana al preparar la primera infusión que, por cierto, Delilah se había encargado de esparcir por todo el parqué.
—¡No finjas tu inocencia, desgraciado! —farfulló mi madre a la vez que se sentaba en uno de los sillones— ¡Delilah ha salido de la casa a las ocho de la mañana y aún no regresa!
—Louis, ven aquí, cálmate —rechazo el ofrecimiento de mi padre con un movimiento rotundo de cabeza— Explícalo todo, vamos, no temas. No diremos nada, sólo queremos saber.
Esto definitivamente era el colmo…
—¿Saber qué? —grité, arrojando un almohadón al suelo— ¿Saber que mi hermana es una estúpida, que lo único que sabe hacer es insultarme sin razón? ¿Saber que lo único que pasa por tu mente y por la de mamá es Delilah y su maquillaje, su cabello, su manicura y su ropa mientras sus calificaciones descienden y todos en la escuela se la pasan escribiéndole zorra, perra y poca cosa en sus materiales de estudio? ¿Saber que la imagen de los Tomlinson desciende cada vez más con cada acto suyo, mientras que por lo único que se preocupa es por acostarse con el primero que le pasa por enfrente mientras tú te quedas de brazos cruzados? ¿Saber que durante todos estos años he sido quien se encarga de las empresas familiares, de mantener el orden y el aseo de la mansión, de que mi reputación no se vaya por los suelos, de estudiar y ser el mejor de la clase, de organizar fiestas que no te traigan problemas, de no consumir drogas ni asesinar a nadie cuando nadie jamás en esta familia me dio un miserable céntimo de atención? ¿Sabes lo que se siente ver morir a la única persona que se ha preocupado por ti una vez que hiciste todo? ¡Estoy seguro de que no tienes ni puta idea! ¡Y tú, ni siquiera te atrevas a ponerme una mano encima! —amenazo a mi madre al ver la rabia en su rostro y el color rojo teñir sus mejillas— ¡Tú jamás te has interesado en mí, no tienes derecho a cuestionarme! ¡No necesito de ti ni de nadie! ¡Toda mi vida me he tenido a mí mismo para seguir adelante!
Dándome la vuelta, recojo al gato y me encamino hacia la puerta principal, no sin antes decir:
—¡Me voy de esta casa! ¡Y no me busquen, porque juro que a partir de este momento, no tengo padres! ¡Jamás los tuve, jamás los tendré!
{…}
Digamos que era cierto que no necesitaba a mis padres. Podría mantenerme solo y eso ya lo verían ellos y todos los que alguna vez desconfiaron de mis capacidades. Por un momento, salgo de mis pensamientos y al masajearme el cuello, recuerdo la extraña y desorganizada reunión en la que algunos de los idiotas del instituto se encargaron de hacer pública la presencia de cierta estrella de ocho puntas en no sólo mi cuerpo, sino en el de otras catorce personas, aproximadamente.
Me repugna pensar que comparto algo con personas a las que jamás les he dirigido la palabra, otras a las que desprecio y, por último, a personas que prácticamente he visto una o dos veces. Es cierto que pocos de mis amigos al igual que yo la poseen, pero saber eso los hace débiles ante mí y a su vez, me hace débil ante ellos. Y también ante el enemigo, dispuesto a acechar. Tiene sus ventajas, supongo. Pero también tiene sus desventajas y, desde mi punto de vista, estas le llevan años luz a las primeras. Siempre supe de la existencia de poderes sobrenaturales en mí o como demonios se les llame, pero no estuve ocultándolo durante 18 años sin motivo aparente. Tener la situación bajo control me permitía hacer algún que otro movimiento que me favoreciera o que me sacara del apuro de vez en cuando, pero saber que muchos de mis conocidos pueden llegar a hacer lo mismo conmigo hace que mi mente desista de cualquier plan, de cualquier idea. Todos saben lo que tengo y yo, yo sólo sé lo que un par de idiotas tienen...
- Spoiler:
- Punto uno: el capítulo lo escribí en una hora como mucho hace como tres días, pero tenerlo escrito en mi celular hizo que me demorara más en subirlo porque tuve que enviárselo por chat a Deya para tenerlo ahí y poder copiarlo y pegarlo —y editarlo un poco— aquí.
Punto dos: digamos que toda la última parte de la situación de Louis está ligeramente influenciada por mi actual situación y lo que en realidad quisiera hacer.
Punto tres: agregué eso porque quería demostrar que a veces los niños ricos no tienen la vida perfecta que aparentan.
Punto cuatro: espero que se note la cuota de orgullo, vanidad y egocentrismo en la narración de Louis, sobre todo presente en la última parte.
Punto cinco: quiero aclarar que me distraje muchísimo en un Tumblr que tenía miles y miles de gifs de Louis y no me decidía cuál poner y sumado a que es mi crush, me distraje mucho más y como que perdí una hora haciendo eso.
Punto seis: disfruten.
Invitado
Invitado
Re: Sixteen Devils.
Oh, me encantó. dkjfhksdhfkjs. Ya había leído todo a excepción de la última parte, pero sabes que lo amé. Me gustó que hayas añadido lo de tu situación, así se pueden percibir todos los sentimientos deseados a la hora de leer el capítulo. La actitud de Louis me fascina y creo que es más que obvio porque siempre lo haces con un parentesco a la tuya. Que se vaya a vivir con Keyla.(?) :roll: ahque. XD Y... no puedo escribir esto bien, porque tu pinche firma me distrae, so... Eso. Ya tu sabeh'.
Sigo yo. skjafhskdhak. Subiré cuando pueda.
ai lov iu.<3
Sigo yo. skjafhskdhak. Subiré cuando pueda.
ai lov iu.<3
Kurt.
capítulo 16.
Keyla Kern
Mi casa se encontraba totalmente sola, justo como siempre solía estarlo. Principalmente por el trabajo de mis padres. Pocas veces llegaban a casa y cuando lo hacían, sólo era para dormir o venir a buscar ropa para un viaje que les hayan encargado en la empresa. Eran como Santa Claus, una vez al año venían, pero pocas o ninguna vez los podías ver.
Yo estaba en la sala principal de la mansión, recostada en el enorme sofá de cuero negro, haciendo zapping. Ya era casi de madrugada y en la programación no había nada tan… Interesante. Evitaba los canales en los que a esa hora lo único que ofrecían era películas para mayores, con una mueca asqueada. Una brisa me rodeó, provocando que me estremeciera por el escalofrío que recorrió mi columna vertebral. Busqué con la mirada alguna ventana abierta y la encontré. Me paré y sin el menor esfuerzo la cerré. «Ventajas de tener una gran fuerza».
Volví a sentarme, pero minutos después, brisas volvieron a entrar… Por la misma ventana. Entrecerré los ojos y apreté mis puños. Me levanté para volver a cerrarla. «¿Qué? ¿Ahora resulta que la mansión está embrujada?». Al pensar en eso, una carcajada resonó a mis espaldas. Mis vellos de todo el cuerpo se erizaron y una vez más, me estremecí. Permanecí quieta, no me podía mover. La televisión se apagó. Todas las ventanas y puertas de la enorme mansión comenzaron a abrirse y cerrarse repetidamente y sin descanso, y las luces prendían y apagaban. El sonido y la situación eran desesperantes.
—¡Basta! —grité con todas mis fuerzas, apretando mis párpados contra mis ojos y mis manos en puños.
Todo se calmó. Sin embargo, el ambiente que se percibía era espeso y muy pesado. Hacía un frío de los mil demonios y el aire lograba asfixiarme.
—¡Pero por los Ocho grandes, Keyla! Tus poderes son tan enormes que lograron detenerme… —murmuró con sorna una ronca y áspera voz cerca de mi oído.
Apreté mi mandíbula. Lo escuchaba y su presencia me estaba provocando asco. Su presencia era enorme y sin duda poderosa. Nunca antes la había sentido.
—¿Quién demonios eres? —con un esfuerzo tremendo logré dar media vuelta, preparándome para ver a ese hombre. Pero no había nadie.
La temperatura se niveló y un alivio recorrió mi ser al sentir —y saber— que el ente había desaparecido. Las ventanas y puertas se cerraron, las luces que antes estaban encendidas —las cuales eran sólo 3 en la mansión de tres pisos; una pequeña luz en cada uno— regresaron a su anterior estado y la televisión se encendió, sólo que la transmisión se había ido, dejando el repugnante pitido típico de una televisión sin señal.
Solté el aire que sin percatarme había estado conteniendo. Por fin sentía tranquilidad. Apagué el televisor y subí las escaleras a pasos rápidos. «Me voy a dormir, a la mierda».
Cinco minutos para que sonara la campana de la primera hora de clases.
Yo me encontraba en una de esas mesas que se situaban en la parte trasera de la cafetería. Sostenía entre mis manos el termo color plata, lleno de café negro y de vez en cuando tomaba pequeños sorbos. Una holgada y dos tallas mayores a la mía, sudadera gris me cubría de la cintura para arriba. Tenía puesta la capucha de la misma, así que cubría mi cabeza completamente, dejando sólo a la vista mi rostro. Escuchaba In The End de Linkin Park en los audífonos de mi iPhone a todo volumen.
Anoche con un gran esfuerzo pude conciliar el sueño, después de asegurarme de que los seguros de cada una de las ventanas y puertas estuvieran bien puestos. Me sentía patética. Nunca le había temido a nada, sin embargo, la presencia que me visitó en la madrugada… Logró romper mi racha de no-temerle-a-nada.
Cerré los ojos y solté un suspiro.
¿Quién era? Sabía mi nombre y mencionó algo de los… “Ocho grandes”. De acuerdo, últimamente el número ocho me estaba persiguiendo y no de una bonita y agradable manera.
Primero: la estrella de ocho puntas que Raissa mencionó y al parecer quince personas más, además de mí, poseían. Y ahora… Ahora los “Ocho grandes”.
La curiosidad me carcomía y, sin percatarme de lo que iba a hacer una vez que terminara con mi delicioso café negro, determiné que mi primer objetivo sería ir a buscar a Raissa. Al parecer, la chica era la única que estaba más al pendiente del tema. Algo debía de saber acerca de eso. O al menos eso esperaba.
Tomé los últimos sorbos de mi café y guardé mi termo en mi mochila negra de correa.
En la primera clase no me encontré ni de cerca con Raissa ni con ningún otro adolescente que ya sabía, compartía la misma marca de nacimiento. Ni en la segunda, ni en la tercera… Ni en la cuarta. Ahora era hora del almuerzo y definitivamente tenía que encontrarme con alguno, si no, sería el colmo.
Estaba sumida en mis pensamientos cuando bajaba las escaleras, que estaban repletas —totalmente llenas— de alumnos hambrientos. No había ni un solo espacio que permitiera al aire pasar entre ellos. Algunos estaban tan desesperados que aventaban a todos. Y desafortunadamente, un par de chicos me empujó a mí. Estaba pensativa, así que no lo vi venir. Sin embargo, podía nivelarme sin dificultad antes de caer por las escaleras en un horrible accidente, pero… Alguien me tomó del brazo al mismo tiempo que yo estuve a nada de seguir en paz, me desconcentró y tropecé. Ambos rodamos por las escaleras.
Él cayó encima de mí. Lo reconocí de inmediato. Cabello castaño y rizado, que enmarcaba su blanco rostro. Ojos color esmeralda y labios rojos y carnosos. El chico del día anterior que medio espiaba mi conversación con Raissa y también el mismo que vi en la fiesta de Lucas. Nadie además de mí se percató de su presencia, aunque de todos modos no le di importancia.
Sus ojos observaban detenidamente los míos. Por lo visto, él también me recordaba. Ninguno de los dos decía nada. Hasta que caí en la realidad al escuchar algunas risitas o burlas de parte del alumnado que nos rodeaba.
“Keyla lo asesinará por hacerla caer” decían algunos que me conocían lo suficiente como para saber el tipo de carácter que tenía yo. “Un intento de violación en público, increíble” decían otros bromeando acerca de la incómoda posición de ambos.
—Quítate de encima —pronuncié con determinadas pausas cada palabra, inyectando odio a mi mirada.
Él seguía inexpresivo y sin mover ni un solo músculo. «Vaya, éste es duro».
—Que te quites —lo lancé a un lado, sin esfuerzo.
Abrió los ojos, sorprendido por mi fuerza. Sonreí en respuesta. «Lo sé, mi fuerza impresiona a cualquiera».
El público que teníamos soltó algunas risitas, mientras que otros se burlaban con el típico “uuuh”. Volteé hacia ellos, con claro fastidio y captaron la idea. Se fueron cada uno por su lado, dejando los pasillos y las escaleras solitarias.
—¿Por qué me tomaste del brazo, idiota? ¡Estaba perfectamente, no hacía falta tu estúpida “ayuda”!
—En verdad eres malcriada… —susurró, masajeando sus sienes.
—Ay, perdón, ¿te causé dolor de cabeza? —me burlé y me puse de pie.
—Eres una chica, genio. Naturalmente las chicas pierden el equilibrio con facilidad y caen aún más rápido.
—Pues adivina qué —me crucé de brazos al ver cómo se ponía de pie también y se limpiaba los vaqueros oscuros de la nieve que yacía en el suelo—; no soy una chica cualquiera.
—¿Qué? ¿Tienes una estrella de ocho puntas?
Ahora fue él el que bromeó, pero yo sólo apreté mis labios en una línea recta. Suspiró cansado por mi reacción.
—Sí la tienes, ¿verdad?
Asentí con la cabeza.
—Lo que me faltaba…
Yo estaba en la sala principal de la mansión, recostada en el enorme sofá de cuero negro, haciendo zapping. Ya era casi de madrugada y en la programación no había nada tan… Interesante. Evitaba los canales en los que a esa hora lo único que ofrecían era películas para mayores, con una mueca asqueada. Una brisa me rodeó, provocando que me estremeciera por el escalofrío que recorrió mi columna vertebral. Busqué con la mirada alguna ventana abierta y la encontré. Me paré y sin el menor esfuerzo la cerré. «Ventajas de tener una gran fuerza».
Volví a sentarme, pero minutos después, brisas volvieron a entrar… Por la misma ventana. Entrecerré los ojos y apreté mis puños. Me levanté para volver a cerrarla. «¿Qué? ¿Ahora resulta que la mansión está embrujada?». Al pensar en eso, una carcajada resonó a mis espaldas. Mis vellos de todo el cuerpo se erizaron y una vez más, me estremecí. Permanecí quieta, no me podía mover. La televisión se apagó. Todas las ventanas y puertas de la enorme mansión comenzaron a abrirse y cerrarse repetidamente y sin descanso, y las luces prendían y apagaban. El sonido y la situación eran desesperantes.
—¡Basta! —grité con todas mis fuerzas, apretando mis párpados contra mis ojos y mis manos en puños.
Todo se calmó. Sin embargo, el ambiente que se percibía era espeso y muy pesado. Hacía un frío de los mil demonios y el aire lograba asfixiarme.
—¡Pero por los Ocho grandes, Keyla! Tus poderes son tan enormes que lograron detenerme… —murmuró con sorna una ronca y áspera voz cerca de mi oído.
Apreté mi mandíbula. Lo escuchaba y su presencia me estaba provocando asco. Su presencia era enorme y sin duda poderosa. Nunca antes la había sentido.
—¿Quién demonios eres? —con un esfuerzo tremendo logré dar media vuelta, preparándome para ver a ese hombre. Pero no había nadie.
La temperatura se niveló y un alivio recorrió mi ser al sentir —y saber— que el ente había desaparecido. Las ventanas y puertas se cerraron, las luces que antes estaban encendidas —las cuales eran sólo 3 en la mansión de tres pisos; una pequeña luz en cada uno— regresaron a su anterior estado y la televisión se encendió, sólo que la transmisión se había ido, dejando el repugnante pitido típico de una televisión sin señal.
Solté el aire que sin percatarme había estado conteniendo. Por fin sentía tranquilidad. Apagué el televisor y subí las escaleras a pasos rápidos. «Me voy a dormir, a la mierda».
Cinco minutos para que sonara la campana de la primera hora de clases.
Yo me encontraba en una de esas mesas que se situaban en la parte trasera de la cafetería. Sostenía entre mis manos el termo color plata, lleno de café negro y de vez en cuando tomaba pequeños sorbos. Una holgada y dos tallas mayores a la mía, sudadera gris me cubría de la cintura para arriba. Tenía puesta la capucha de la misma, así que cubría mi cabeza completamente, dejando sólo a la vista mi rostro. Escuchaba In The End de Linkin Park en los audífonos de mi iPhone a todo volumen.
Anoche con un gran esfuerzo pude conciliar el sueño, después de asegurarme de que los seguros de cada una de las ventanas y puertas estuvieran bien puestos. Me sentía patética. Nunca le había temido a nada, sin embargo, la presencia que me visitó en la madrugada… Logró romper mi racha de no-temerle-a-nada.
Cerré los ojos y solté un suspiro.
¿Quién era? Sabía mi nombre y mencionó algo de los… “Ocho grandes”. De acuerdo, últimamente el número ocho me estaba persiguiendo y no de una bonita y agradable manera.
Primero: la estrella de ocho puntas que Raissa mencionó y al parecer quince personas más, además de mí, poseían. Y ahora… Ahora los “Ocho grandes”.
La curiosidad me carcomía y, sin percatarme de lo que iba a hacer una vez que terminara con mi delicioso café negro, determiné que mi primer objetivo sería ir a buscar a Raissa. Al parecer, la chica era la única que estaba más al pendiente del tema. Algo debía de saber acerca de eso. O al menos eso esperaba.
Tomé los últimos sorbos de mi café y guardé mi termo en mi mochila negra de correa.
En la primera clase no me encontré ni de cerca con Raissa ni con ningún otro adolescente que ya sabía, compartía la misma marca de nacimiento. Ni en la segunda, ni en la tercera… Ni en la cuarta. Ahora era hora del almuerzo y definitivamente tenía que encontrarme con alguno, si no, sería el colmo.
Estaba sumida en mis pensamientos cuando bajaba las escaleras, que estaban repletas —totalmente llenas— de alumnos hambrientos. No había ni un solo espacio que permitiera al aire pasar entre ellos. Algunos estaban tan desesperados que aventaban a todos. Y desafortunadamente, un par de chicos me empujó a mí. Estaba pensativa, así que no lo vi venir. Sin embargo, podía nivelarme sin dificultad antes de caer por las escaleras en un horrible accidente, pero… Alguien me tomó del brazo al mismo tiempo que yo estuve a nada de seguir en paz, me desconcentró y tropecé. Ambos rodamos por las escaleras.
Él cayó encima de mí. Lo reconocí de inmediato. Cabello castaño y rizado, que enmarcaba su blanco rostro. Ojos color esmeralda y labios rojos y carnosos. El chico del día anterior que medio espiaba mi conversación con Raissa y también el mismo que vi en la fiesta de Lucas. Nadie además de mí se percató de su presencia, aunque de todos modos no le di importancia.
Sus ojos observaban detenidamente los míos. Por lo visto, él también me recordaba. Ninguno de los dos decía nada. Hasta que caí en la realidad al escuchar algunas risitas o burlas de parte del alumnado que nos rodeaba.
“Keyla lo asesinará por hacerla caer” decían algunos que me conocían lo suficiente como para saber el tipo de carácter que tenía yo. “Un intento de violación en público, increíble” decían otros bromeando acerca de la incómoda posición de ambos.
—Quítate de encima —pronuncié con determinadas pausas cada palabra, inyectando odio a mi mirada.
Él seguía inexpresivo y sin mover ni un solo músculo. «Vaya, éste es duro».
—Que te quites —lo lancé a un lado, sin esfuerzo.
Abrió los ojos, sorprendido por mi fuerza. Sonreí en respuesta. «Lo sé, mi fuerza impresiona a cualquiera».
El público que teníamos soltó algunas risitas, mientras que otros se burlaban con el típico “uuuh”. Volteé hacia ellos, con claro fastidio y captaron la idea. Se fueron cada uno por su lado, dejando los pasillos y las escaleras solitarias.
—¿Por qué me tomaste del brazo, idiota? ¡Estaba perfectamente, no hacía falta tu estúpida “ayuda”!
—En verdad eres malcriada… —susurró, masajeando sus sienes.
—Ay, perdón, ¿te causé dolor de cabeza? —me burlé y me puse de pie.
—Eres una chica, genio. Naturalmente las chicas pierden el equilibrio con facilidad y caen aún más rápido.
—Pues adivina qué —me crucé de brazos al ver cómo se ponía de pie también y se limpiaba los vaqueros oscuros de la nieve que yacía en el suelo—; no soy una chica cualquiera.
—¿Qué? ¿Tienes una estrella de ocho puntas?
Ahora fue él el que bromeó, pero yo sólo apreté mis labios en una línea recta. Suspiró cansado por mi reacción.
—Sí la tienes, ¿verdad?
Asentí con la cabeza.
—Lo que me faltaba…
sigue mi quesosposa.
Kurt.
Re: Sixteen Devils.
*-----*
Barbu: No sé que decir, creo que me siento algo identificada por la historia de Louis (y con la tuya, supongo) y leer el capítulo se me hizo tan real. De todas maneras no creo que alguna vez en mi vida podría decirle a mi familia lo que él dijo, soy demasiado cagona. Escribís muy bien, la verdad, y me encanta como podes reflejar tanto la personalidad egoséntrica de Louis en el texto c: Porqué estoy escribiendo tan seriamente, no lo sé. Deyus: No puedo expresar lo mucho que amo a Keyla (a pesar de que es un personaje ficticio y es de Haroldo *se aclara la garganta*), pero es tan perra que asdasdasdasda, no sé. Ay, la escena de la casa, me dio cosita, vejetes acosadores.
Hazza y Keyla, yo sé que se aman pero no lo quieren admitir, lo sé. Me imaginé a Harry como "estamos cagados" después de que ella le dice lo de la estrella.
¡POR FAVOR CATA, SEGUILA!
Invitado
Invitado
Re: Sixteen Devils.
Kay. escribió:*-----*Barbu: No sé que decir, creo que me siento algo identificada por la historia de Louis (y con la tuya, supongo) y leer el capítulo se me hizo tan real. De todas maneras no creo que alguna vez en mi vida podría decirle a mi familia lo que él dijo, soy demasiado cagona. Escribís muy bien, la verdad, y me encanta como podes reflejar tanto la personalidad egoséntrica de Louis en el texto c: Porqué estoy escribiendo tan seriamente, no lo sé.
Deyus: No puedo expresar lo mucho que amo a Keyla (a pesar de que es un personaje ficticio y es de Haroldo *se aclara la garganta*), pero es tan perra que asdasdasdasda, no sé. Ay, la escena de la casa, me dio cosita, vejetes acosadores.
:1313:Hazza y Keyla, yo sé que se aman pero no lo quieren admitir, lo sé. Me imaginé a Harry como "estamos cagados" después de que ella le dice lo de la estrella.¡POR FAVOR CATA, SEGUILA!
Kay, hola. Me alegra que te haya gustado el capítulo, gracias por los halagos y bueno, lo de Louis, yo también desearía reaccionar como él, pero no siempre se puede, y menos cuando tienes 13 años aunque hay alguna que otra frase de las que dijo él sacadas de mi realidad o mis pensamientos. Y lo de la personalidad egocéntrica me encanta hacerlo notar porque siento que eso es lo que lo diferencia de los demás personajes. Y además porque esa actitud tiene un look-a-like con la mía xd. Esperemos a que suba Catu.
Por cierto, geme, increíble tu capítulo. Sabes que me encanta como escribes y también la actitud de Keyla, que con lo de la fuerza me hizo acordar a algo que me paso con el idiota que me gusta. También esperaba una actitud diferente de Harry. Lo esperaba más... rudo, menos amable. ¡Qué mal el ataque de el ataque del anciano! Espero que se solucione y que se haya notado en mi capítulo la por ahora irrelevante presencia del gato. Te amo.
Por cierto, geme, increíble tu capítulo. Sabes que me encanta como escribes y también la actitud de Keyla, que con lo de la fuerza me hizo acordar a algo que me paso con el idiota que me gusta. También esperaba una actitud diferente de Harry. Lo esperaba más... rudo, menos amable. ¡Qué mal el ataque de el ataque del anciano! Espero que se solucione y que se haya notado en mi capítulo la por ahora irrelevante presencia del gato. Te amo.
Invitado
Invitado
Re: Sixteen Devils.
laksjdklas amores, amé (?) sus capítulos comentaré como es debido dentro de unos días, en cuanto vaya a subir mi capítulo el que intentaré subir el viernes ando desaparecida por la escuela, de igual manera subiré en cuanto me sea posible las quiero, cuídense<3
Charlie.
Página 29 de 52. • 1 ... 16 ... 28, 29, 30 ... 40 ... 52
Temas similares
» seven devils.
» Seven devils all around you.
» sixteen devils.
» sixteen devils. {1/2
» + i know, you know, i know i'll remember you.
» Seven devils all around you.
» sixteen devils.
» sixteen devils. {1/2
» + i know, you know, i know i'll remember you.
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
Página 29 de 52.
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.
Miér 20 Nov 2024, 12:51 am por SweetLove22
» My dearest
Lun 11 Nov 2024, 7:37 pm por lovesick
» Sayonara, friday night
Lun 11 Nov 2024, 12:38 am por lovesick
» in the heart of the circle
Dom 10 Nov 2024, 7:56 pm por hange.
» air nation
Miér 06 Nov 2024, 10:08 am por hange.
» life is a box of chocolates
Mar 05 Nov 2024, 2:54 pm por 14th moon
» —Hot clown shit
Lun 04 Nov 2024, 9:10 pm por Jigsaw
» outoflove.
Lun 04 Nov 2024, 11:42 am por indigo.
» witches of own
Dom 03 Nov 2024, 9:16 pm por hange.