Sixteen Devils.

estuve hablando de eso con Deya, plz. AJAJJAJAJA, hasta guardé las fotos cuando las vi en facebook, omg

Contuve la respiración y cerré los ojos, apreté los puños y visualicé el lugar al que deseaba ir, intentando afirmarme a mí mismo que solamente eran malas jugadas de mi imaginación, que solo eran sueños o cuentos de niños que aun creía.

Abrí un ojo y me vi rodeado nuevamente por la penumbra, en medio de mi habitación. En ese momento me senté en la cama y apoyé ambas manos en mi cara, dejé escapar el aire retenido de mis pulmones y conté hasta diez antes de cometer alguna locura, tal como había sucedido la última vez.

La intriga cada vez se propagaba en mayores cantidades. No soportaba el hecho de pensar en que algo así podría estar pasándome, puesto que era una persona como todas las demás, con asuntos pendientes, claro está.

Abrí los ojos y me acomodé en mi cama con la intención de dormir, dejé de pensar por un momento en lo que, al parecer, me había pasado noches atrás y como intentaba que aquello volviera a suceder, aunque sabía perfectamente que eso no era posible. Debí haber estado bajo el efecto del alcohol o, quizás, de alguna droga.

Recosté mi cabeza contra la almohada  e intenté conciliar el sueño, aunque por dentro, seguía preguntándome si lo que había vivido era real.


Uno, dos y tres fueron los golpes que le proporcioné al saco de boxeo antes de que este se soltara de sus amarres y cayera pesadamente al suelo haciendo un sonido sordo al impactar sobre el frío pavimento de la parte trasera del gimnasio.

Cerré los ojos y apreté los puños, consciente de que mi mandíbula se tensaba a medida que los segundos transcurrían y mi cabeza no paraba de reiterar, una y otra vez, las imágenes de mi infancia, recordándome que con cada uno de los pasos que doy hacia adelante, retrocedo tres; tal como le sucedió a ella.

“Tú puedes ser el mejor, puedes cumplir con lo que sea que te propongas”, su voz llega a mi mente azotándome sin previo aviso. Sus palabras regresaban a mi cabeza, con un sinfín de imágenes que no deseaba recordar, la opresión en mi pecho comenzaba a desmoronarme poco a poco, mientras mi respiración se ralentizaba.

El sentido que Lucy le había dado a mi vida, durante mi infancia, fue casi como el de una madre que orienta a su hijo en un camino lleno de complicaciones y las dificultades que tuvo que pasar por tener que cargar conmigo.
Fui solo una carga para alguien como Lucy, ella tenía clara sus metas y esperanzas en la vida, hasta que aquel día nos enteramos de que nuestros padres jamás volverían.

Mi hermana mayor había cumplido recientemente la mayoría de edad mientras que yo, con tan solo trece años lo único que podía hacer era llorar en mi habitación, lamentándome de lo sucedido mientras que Lucy se tuvo que hacer cargo de mí, un peso que no le correspondía, que solamente era un estorbo en sus planes, en sus añoranzas de salir de la pocilga en la que nos encontrábamos, pero nada de eso pudo hacerse posible.

Las circunstancias obligaron a dejar de pensar en la universidad, en los estudios para ocuparse de mí y de lo que necesitábamos para subsistir, lo que la llevó directo al infierno, conmigo a su lado.

Junté los labios, intentando que el grito que, en ese momento, se mantenía estancado en mi garganta, no saliera de ahí. ¿Por qué no me di cuenta a tiempo? Meneé la cabeza y solté el agarre de mis puños, di un paso al frente y tomé las amarras de la bolsa de boxeo para colgarla nuevamente en su lugar y continuar con lo mío, en un intento desesperado por quitar los recuerdos de mi mente.

Fijé nuevamente mi mirada oscura en la bolsa negra, empuñe mis manos y solté un gruñido y comencé a golpearla nuevamente, soltando toda la ira que me producían los recuerdos.

— Si sigues así, vas a tener que rellenar el saco con piedras – murmuró una voz femenina acercándose a mi.
Solté el agarre de mis puños y encuadré los hombros mientras escuchaba atentamente los pasos de Keira acercarse hacia el rincón en el que me encontraba.

Agradecí internamente por la interrupción de mis pensamientos, en el fondo, la chica había envidando que continuara auto torturándome con los recuerdos.

Dejé escapar el aire en un pesado suspiro. Me quité los guantes de box y me giré para observar a la pelinegra acercarse a mí, como cada vez que había algo nuevo que informar. La expresión de la muchacha llamó mi atención de inmediato. Su rostro pálido era algo habitual en ella, sin embargo el temblor en sus manos y las pronunciadas ojeras en su rostro no lo eran.
— ¿Por qué esa cara? – pregunté clavando mis ojos oscuros sobre los de ella.

Keira meneó la cabeza como queriendo apartarse ella misma de sus propios pensamientos, se apoyó contra la pared y se cruzó de brazos estudiándome minuciosamente con la mirada, como cada vez que tenía que hablarme de algún encargo por parte de los peces gordos, sin embargo ella no decía nada.

— Sólo alístate – murmuró de mala gana mientras rodaba los ojos.

Dejó caer su peso contra la pared y se apoyó en ésta en cosa de segundos. Podía notar como sus manos temblaban levemente debajo de sus brazos, sus ojos me miraban con cierto nerviosismo como si algo se le estuviese saliendo de las manos, cosa que jamás había sucedido, al menos no a ella.

— Ya va, jefa – me burlé de ella y escuché como un leve gruñido escapaba de sus labios.

Me giré sobre mis talones y me quité la camiseta sudada, para cambiarla por una de repuesto que estaba tirada a unos cuantos metros junto con mis cosas.

— Oh, Jesús – exclamó la pelinegra.

Volteé la cabeza para encontrarme con sus ojos pegados en la parte baja de mi espalda.

— Si no te conociera, diría que me estás mirando el trasero – comenté con aire despreocupado para luego volver la vista y continuar con mi camino.

— La estrella… - dijo en un susurro contenido.

— ¿eso? – inquirí sin siquiera voltearme a verla. Llegué a mis cosas y comencé a buscar la playera gris – una marca de nacimiento – le expliqué a Keira mientras me ponía la prenda despreocupadamente.

— No, no lo es – dijo meneando la cabeza, sin embargo, se retractó de inmediato – Sólo apresúrate, Zayn – finalizó negando con la cabeza.


La rutina se había amoldado a mi vida o, más bien, yo me había acostumbrado a ella. De vez en cuando las pequeñas encomiendas que Keira me encargaba, me proporcionaba el dinero suficiente como para continuar viviendo, sin embargo, no solo de ello podía vivir, puesto que hacía un par de años, el dinero que recibía, estaba destinado a otras cosas, más importantes.

El boxeo clandestino fue la opción perfecta en uno de mis momentos de desesperación, cuando el dinero faltaba y mi desesperación por éste era casi imposible de contener.

Moví la cabeza y me detuve en un semáforo en rojo.

Últimamente mi vida se había convertido en un circulo vicioso, los días podían ser diferentes, los mandados, los sucesos, sin embargo, para mí, todo se veía igual.

Caminé un par de pasos a lo que una extraña sensación me comenzó a abordar desde ese mismo instante. Era ilógico pensar que me estaba siguiendo, o que había alguien tras de mí, porque el lugar estaba desierto, sin embargo, la continua idea de que alguien me observaba me mantenía alerta, aunque por las calles no se asomara ni un alma.

Terminé de cruzar la calle y, en ese momento, vi a una muchacha correr en mi dirección, siendo perseguida por alguien vestido de ropas negras.

De inmediato la imagen de Lucy llegó a mi cabeza y un instinto oculto dentro de mí pareció despertar, ignoré la idea de que sucedería lo mismo que pasó con mi hermana. Busqué la mirada de la joven y me aventuré hasta llegar junto a ella, tratando de decirle con la mirada, que estaba de su lado, aunque mi apariencia física podría hacerle creer lo contrario.

Con una sola mirada bastó para que sus ojos grises me atontaran y, con un movimiento involuntario de mi parte, la cubrí con mi cuerpo una vez que llegó junto a mí. No sabía lo que me estaba sucediendo, algo dentro de mí se había activado como si me estuviesen controlando, no obstante, tomé su mano mientras que ella se aferraba a mi espalda, con el miedo expandiéndose a lo largo de su cuerpo.

Los fuertes latidos de mi corazón fueron acompasados con los suyos. Una mirada furtiva por sobre mi hombro bastó para notar que estaba asustada, pero al parecer, no de quien la perseguía, sino de mí.

Su cuerpo tenso se mantenía junto al mío, una vez que logré zafarnos de quien la perseguía. Los pasos sordos de quien fuese se habían dejado de escuchar desde donde nos manteníamos. Sus ojos se habían fijado en los míos y no los habían dejado desde entonces.

Me adentré lo más rápido que dieron mis pasos hacia dentro de un callejón, nos escondí en uno de los recovecos de las paredes, escuchando con atención, por si quien seguía a la chica se encontraba cerca.

Su piel pálida y delicada junto con las enormes y marcadas bolsas que había debajo de sus ojos le daba un aspecto cansado y demacrado, la pesada música que emanaba de sus audífonos, los que colgaban de su cuello, rellenaba el silencio incómodo que de pronto había aparecido.

“Hazlo” un leve susurró llegó a mi cabeza haciéndome parpadear con rapidez.

La miré y parpadeé extrañado ante el sonido de, lo que al parecer, era su voz dentro de mi cabeza. Negué con la cabeza como si lo que hubiese escuchado fuese solamente mi imaginación, tal como lo que había sucedido hacía un par de noches. ¿Qué me estaba pasando?

“Eres tú” volví a escuchar la voz en mi cabeza y, esta vez, pude notar como los ojos grisáceos de la chica me calaban con la mirada estudiándome, como si pudieran ver más allá de mis ojos. El escalofrío que me recorrió de los pies a la cabeza estuvo acompañado por una serie de imágenes que se comenzaron a proyectar dentro de mi cabeza sin que yo quisiera hacerlo.

Di un paso hacia atrás asustado por lo que estaba sucediendo, pero no solté la fría mano de la muchacha, algo me impedía hacerlo.

Pronto en mi cabeza apareció la noche en la que había soñado; los suburbios fuera de la ciudad, un barrio marginal, en el que mi hermana mayor fue asesinada. Nada me había asustado hasta ese momento, salvo que luego de despertar me encontraba en ese lugar, sin saber como sucedió, como es que llegué ahí si me encontraba en el departamento en el que pasaba la mayoría de mis noches.

Millones fueron las hipótesis que lancé, intentando explicar lo ocurrido. La más certera; puede que haya estado borracho y que no recordase lo que hacía hasta que llegué a ese lugar, aunque esa teoría, tampoco me convencía del todo.

“Fuiste tú” murmuró la voz dentro de mi cabeza y creí haberme vuelto loco al escucharla por tercera vez. ¿Qué estaba intentando decirme?

Mi cuerpo pedía separarse de la chica de rasgos finos, pero no respondía a lo que mi mente pedía, nada podía sacarme de ahí, al parecer.

Un sonido sordo se escuchó a unos cuantos metros, sobresaltándome levemente. Miré hacia la chica quien no había apartado su mirada de mis ojos ni un solo segundo y yo, todo lo que podía pensar, era en lo extraño que se desarrollaba la situación.

“Nos encontrarán, hazlo” oí nuevamente y, esta vez ella, posó una de sus frías manos en mi frente. Un mareo repentino me abordó, como si estuviese enfermo o algo por el estilo. Cerré los ojos cuando un dolor de cabeza se comenzó a propagar haciéndome gruñir, y ella también lo hizo. Una mueca de dolor surcó mi rostro y, cuando abrí los ojos, pude notar que la pelinegra se mantenía firmemente a mi lado con la misma expresión, pero había algo diferente.

No estábamos en el callejón. Ni en la calle. Ni en la cuidad.

Miré hacia todos lados confundido par la situación en la que me encontraba, la muchacha se aferró de mi camiseta apretando fuertemente la tela entre sus dedos, se mantenía con los ojos cerrados y, como si toda su fuerza se hubiese esfumado, se tambaleó hacia atrás.

Mis reflejos fueron más rápidos que yo, logré sostenerla justo en el momento en el que ella perdió el conocimiento.



Su mirada no se separaba de la mía ni por un solo segundo. Me estremecí ante lo que ella había dicho, sus palabras calzaban a la perfección con cada uno de los hechos que habían sucedido recientemente, pero no podía creerle, ella no sabía nada de mí ni de quien era yo.

— Estás loca – alcancé a murmurar mientras ella se mantenía sentada junto a mí, hablando un montón de estupideces que ni la persona más incrédula le creería.

— No, no lo estoy – contestó con voz baja y algo ofendida, por lo que pude notar. Suspiró con pesadez y se llevó una mano contra su frente mientras meneaba levemente con la cabeza, peleando consigo misma, o al menos eso daba a entender.

— No, no hay manera de que yo haya hecho eso – refuté alzando la mirada para encontrarme con esos intimidantes ojos grises. – No puedo habernos traído a este lugar – digo con tono cansado, como si estuviese hablando con una niña de cinco años.

— Entiendo que no me creas, Zayn – me contestó de la misma manera y parpadeé con sorpresa. Intenté no observarla directamente a sus ojos, los que me miraban de una manera, como si atravesaran mi alma.

Me costó un por de segundos darme cuenta de que ella sabía mi nombre, pero yo no se lo había dicho, ¿cómo lo sabía, entonces?

“Tú no eres el único con capacidades especiales.”

¿Creyeron que se liberarían de mí? PUEJ NO, MIJ AMIGOJ ah.
Cata :A:Escribes tan purrrrrrfect *acaricia un gato* *el gato maúlla y sale corriendo* *finge que llora(?)* *el gato vuelve* No, en serio, mujer. Escribes perfecto, mejor que Cassandra Clare, que Becca Fitzpatrick, que Laini Taylor, que J.K. Rowling y la lista sigue (?) El gif de Zayn, es una coshita chiquitita que jashdjkashdjadh Ay, wn, ¿viste que para que se comprometió con la Perrie? O sea, te súper tkm Perrie y sos re talentosa y mi crush femenino y toda la weá pero con el negro no, carajo ;-; Cambiando de tema, me pareció interesante el capítulo y tengo intriga de más Así que esperaré a que suba Kay. Te amo mucho, Catu

Kay, tu capitulo Nunca creo que dejare de pensar cuanto amo tus personajes Es que adhdjfhaksdfhakd ton tan únicos, y amo que sean unos gritones :') Loco, amo como escribes De verdad que si. Y me encanto el capitulo. Pobre Ali, me imagino lo difícil que debió ser para ella ir a Instituto otra vez .__________. Yo no se como lo manejaria D: es que e.e Y con lo del examen XD AJAJAJAJAJJAJAJAJAA Lucas es un idiota XD
Oh, lo del hombre ese me dejo demasiado asustada D: demasiado. Quien demonios es? Es el viejo? ay D: Y luego, Lucas también se dio cuenta de su presencia y el hombre lo miro y ._. Ay, ya quiero saber como seguirá....pero creo que soy yo la que sigue(? buano, si, me encanto muchísimo tu cap

Felicidades hermosas por quedar en el staff :')

Muy buen capítulo No entiendo a Lucas, me desconcierta Por otro lado me gusta la actitud de Aline, es ruda (?) ah. Bueno, espero que la sigan pronto