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Extremas Tentaciones

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Mensaje por celeste smith Dom 28 Jul 2013, 5:27 pm

Nombre: Extremas Tentaciones
Autor: Celeste Smith (o sea yo *-*)
Adaptación: No
Género: Romance, erótica
Advertencias: Trataré de subir lo más seguido posible, la tengo escrita a mano así que la iré pasando y haciendo en la marcha porque no está terminada ni mucho menos; contiene escenas algo fuertes pero dentro de los límites de las normas y si no es así, trataré de adaptarla para que lo sea, espero les guste *----*
Otras páginas:  --





 


Extremas 

Tentaciones




Extremas Tentaciones  Extrema






"Bastaron 4 meses para enamorarme de él,
se transformó en mi amante, mi amo 
y mi señor...
Pero también en mi tortura, mi calvario
y mi infierno, arrebatándome mi inocencia y
hasta el último de mis suspiros de placer..."

celeste smith
celeste smith


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Extremas Tentaciones  Empty Re: Extremas Tentaciones

Mensaje por Invitado Dom 28 Jul 2013, 7:06 pm

Hola =) primera lectora. Me llamó la atención el título y la sinopsis. Síguela porfa. Bye xx
 
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Extremas Tentaciones  Empty Re: Extremas Tentaciones

Mensaje por celeste smith Dom 28 Jul 2013, 7:51 pm

Muchas gracias! :D y bienvenida *------*
celeste smith
celeste smith


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Extremas Tentaciones  Empty Re: Extremas Tentaciones

Mensaje por celeste smith Dom 28 Jul 2013, 7:52 pm

Pasó el amor, la luna, entre nosotros
                   y devoró los cuerpos solitarios.
     Y somos dos fantasmas que se buscan
                   y se encuentran lejanos. 

                                         (Miguel Hernandez)




#Capitulo1 #



La ciudad de Cannes, ubicada en la zona de los Alpes Marítimos o la llamada Costa Azul, en Francia, un lugar paradisíaco y elegido por muchos turistas que concurren al lugar tanto en temporada alta como si de la baja se trata pues lo consideran un sitio tranquilo, llamativo y además inspirador para aquellos que buscan pasar una agradable temporada. Su clima es mayoritariamente caluroso, con altas temperaturas durante el verano y en invierno posee un clima moderado y algo lluvioso, razón por la cuál es elegida todo el tiempo por las personas como destino. 
La ciudad cuenta con una amplia variedad de servicios, las mejores opciones en gastronomía para quienes viven en el lugar y para quienes lo visitan por primera vez; hospedajes de lujo, comercios y tiendas con la última moda y paseos por diversos lugares además de las extensas playas de arenas blancas que se extienden en todo el lugar dándole un color celeste al paisaje y llamativo para cualquiera que esté de paso o quiera pasar una buenas vacaciones.
Mi residencia se ubica en uno de los barrios privados de la zona Sur de la ciudad; cuenta con una cantidad específica de complejos dónde se ubica la gente que posee más dinero en el lugar y algunos extranjeros que tienen ahí su casa de verano o solo van por temporadas. Contamos con una amplia seguridad y personal calificado que se ocupa de que todo esté en orden en los alrededores y dentro de la casa también; pero no es en verdad mi casa, sino la de mi tío Edmundo Bathurst, un reconocido empresario de publicidad y moda a nivel internacional, vivo con él desde que tengo 2 años cuando mi madre decidió que ocuparse de mi era demasiada responsabilidad y se marchó a los Estados Unidos en busca de su sueño de ser actriz; de mi padre no se nada y de ella poco me acuerdo aunque intento no guardarle rencor. Edmundo se ha ocupado de mi desde entonces, me ha dado todo lo que tengo ahora, buena educación, cuidados y afecto; una vida lujosa que probablemente no habría tenido sino por el contrario y además me brindaba el apoyo que necesitaba para formarme como persona y progresar en mis estudios.
Se trataba de un hombre serio y algo solitario; tenía unos 40 años, pero no aparentaba su edad, era alto, grande y de piel blanca; sus ojos parecían siempre estar mirando más allá de todo, incluso cuando hablaba conmigo, como si de alguna manera pudiese saber lo que yo estaba pesando, una fantasía mía claro, pero daba esa impresión. Tenía una fría mirada verde agua y el cabello castaño claro con algunas canas que se mezclaban con el mismo; lo llevaba corto y siempre vestía formal, debido a su trabajo, ya que si no estaba de viaje de negocios, o en la empresa se encontraba trabajando en casa. Hablábamos muy poco pero cuando lo hacíamos solíamos enroscarnos en conversaciones casi filosóficas dónde terminaba aprendiendo de él muchas cosas, pues se trataba de un hombre que sabía demasiado y siempre tenía una respuesta para todo lo que le decía.


Mi nombre es Isabella, pero suelen decirme “Bella” o “Issa” dependiendo de la persona a excepción de mi tío, él siempre me llama por mi nombre completo pero supongo que se debe a que es una persona mayor y no uno de mis amigos. Hace solo una semana que cumplí 18 años, y concurro a una de las mejores instituciones educativas de la ciudad dónde cuento con un buen grupo de amigos y cierta popularidad que me ayuda a encajar de forma correcta en donde quiero estar. Soy bastante tímida y si me integro es porque conozco a todos desde hace ya años, de lo contrario jamás podría hacerlo además de que lejos de ser extrovertida soy bastante reprimida con respecto a todo y si no conozco a alguien me cuesta mucho lograr adaptarme, pero son cosas que he ido mejorando con el tiempo y hoy en día ya me siento un poco más segura de mi misma para poder relacionarme con quienes no conozco un poco mejor.


Esa mañana el despertador sonó a las 7 como todos los días; contaba con unos 45 minutos para poder alistarme, desayunar algo rápido y luego el chofer me llevaría a clases. Mi habitación se encontraba en la segunda planta de la casa y contaba con un amplio ventanal con vista a los extensos jardines que rodeaban el lugar; los rayos de sol entraban por la misma, y parecía que sería un día bastante caluroso sobre todo teniendo en cuenta la temporada del año en la cual nos encontrábamos. Corrí las blancas cortinas un poco más y observé un poco los exteriores; desde que era niña pasaba tiempo en esos jardines, siempre me descubrían cortando algunas rosas y metiéndome en problemas con los jardineros que se encargaban del lugar. Tras darme un baño para terminar de despertarme me coloqué el uniforme; el mismo consistía en zapatos negros, medias blancas, una falda por las rodillas tableada y color negra y finalmente la camisa blanca con el escudo del colegio sobre el bolsillo superior derecho. Tomé un cepillo pasándolo por mi cabello enredado; lo tenía liso y pasando los hombros pero aun así era difícil de peinar; creo que había heredado eso de mi madre, al menos por la única fotografía que tenía conmigo, el cabello rubio y los ojos verdes. 
Pero muy lejos de ser ese tipo de chicas atractivas y curvilíneas yo era demasiado delgada para mi gusto aunque tampoco un escarbadientes, no solía pasar horas delante del espejo arreglándome sino que era algo más sencilla aunque me gustaba vestir bien. No coqueteaba con todos los chicos que se me cruzaban, era bastante tímida aunque si alguno me gustaba y se acercaba a mi entonces podía poner un poco más de empeño en la conversación; solía ser un poco torpe y si me ponía nerviosa no me salían las palabras delante de un chico específicamente. Tal vez por eso no tenía nada de experiencia con chicos, únicamente un primer “novio” hacía ya sies meses, y el primero que me había besado aunque debo decir que no soy demasiado fanática de eso, quizá porque creí que los besos me gustarían más y no serían tan… babosos. Thomas Vlecchio era el típico chico popular y deportista del colegio, no podía decir que le faltaban chicas y creo que ni siquiera estaba acostumbrado a tener una “novia” porque cada vez que me lo encontraba estaba como de costumbre metido en un grupo de mujeres, algunas de las cuales eran mis compañeras; sin embargo tampoco yo tenía demasiada experiencia de cómo manejar ese tipo de situaciones ya que apenas si me acostumbraba a los besos o a que me tomara la mano cuando estaba cerca de mí. Tal como había aprendido: un paso a la vez. Todo se me haría más normal con el tiempo, al menos eso suponía y esperaba yo, de momento me importaba que me hiciera reír y además era un chico atractivo, alto, rubio y de ojos negros y bonitos.

Tras una mirada para saber que todo en mi parecía estar en orden, salí de mi habitaciones y bajé las escaleras caracol hasta llegar a la sala principal dónde Edmundo bebía su desayuno mientras leía el periódico con atención. Tomé asiento en mi lugar de siempre y me serví café y un vaso con juego; no hablábamos mucho durante las mañanas aunque hoy me había levantado un poco más parlante que siempre.
-Buenos días, tío- le dije con una sonrisa.
-Buenos días, Isabella- respondió tranquilo y levantando su mirada solo unos segundos para mirarme; bebí un trago del jugo y volví mi vista hacia él.
-¿Tienes que trabajar mucho hoy?- pregunté esperando que no se molestara, es que a veces me sentía algo sola dentro de la casa, él casi nunca estaba presente y cuando estaba hablábamos muy poco, era la única figura paterna que tenía, por ese motivo era que a veces me ponía algo intensa. Él dejó el periódico sobre la mesa y finalmente centró su atención en mí, siempre se daba cuenta cuando quería hablarle.
-Bastante, como todos los días, ¿Qué tal has dormido?- quiso saber.
-Bien, aunque la temperatura no ayuda demasiado. Tío… oye, sabes que este sábado es el cumpleaños de Anna…- comencé, claro que le pediría algo, pero no era tarea sencilla. Ese sábado Anna, mi mejor amiga, cumplía sus 18 años y por ese motivo festejaría saliendo a una disco con todos los chicos; yo nunca salía a las discos ni a beber tragos ni a ningún lugar durante la noche como solían hacer mis amigos, pero siempre había querido hacerlo. Edmundo no era de los que consideraban que hacer ese tipo de cosas estaba bien para mi edad, me lo había dicho la única vez que intenté pedirle hacía ya un año, así que ahora, volvía al ataque con el asunto a ver si obtenía por fin el permiso. A demás muchas de mis amigas, si no las dejaban salir, solucionaban el asunto escapando; yo por el contrario no era de las que daban problemas, siempre había obedecido a cada norma y jamás había traído problema alguno.
-¿A si?- preguntó con la misma tranquilidad y el mismo semblante neutro de siempre mientras yo ya movía las manos sobre la mesa con algo de nervios.
-Si. Es que ella festejará el mismo saliendo a una disco con todos nuestros amigos y pues… le he dicho que no sabía si podía ir pero es que me da mucha pena no poder concurrir al cumpleaños de mi mejor amiga- dije como si mi argumento fuese a convencerlo, era totalmente consciente de que mi comportamiento de niña pequeña no me llevaría muy lejos pero al menos valía la pena el intento. No dijo nada durante unos segundos; levantó su taza de café humeante y bebió un poco alterando más mi ansiedad; luego volvió a dejarla sobre la mesa, todo sin quitar sus ojos de los míos.
-¿Y tú quieres concurrir a una disco?- me preguntó.
-Si no tienes problemas en que lo haga… me gustaría mucho, pero mucho mucho- dije con cara de perrito mojado y con voz suplicante.
-Pondremos algunas condiciones si quieres que te permita ir, ¿de acuerdo? Y espero que cumplas con ellas porque de lo contrario no solo no volverás a salir sino que voy a castigarte- me dijo calmado pero con seriedad en su voz; sus castigos eran quitarme mi móvil, mi pc y no me dejaba ni siquiera salir durante el día, era mejor portarme bien.
-Está bien, me parece justo- le dije como si estuviésemos cerrando un trato y esperando para saber cuáles serían las condiciones.
-Quiero que mantengas tu móvil encendido solo por si tienes alguna emergencia; nada de alcohol, y si sales te quiero en la casa a las 2 en punto, ¿entendido Isabela?- dijo y lo miré molesta.
-Pero el baile no finaliza sino hasta las 6, tío- protesté.
-¿Entendido, Isabella?- volvió a preguntar sin siquiera escuchar mis palabras; suspiré, no había forma de hacerlo cambiar de actitud y bastante con que me había permitido ir.
-Entendido…- dije a regañadientes.



No podía quejarme, no creí que fuese a dejarme ir a la fiesta y sin embargo me llevé la sorpresa de que así fuera, así que no podía decir demasiado, tenía que portarme bien y obedecer. Estaba tan emocionada que ni bien llegué a clases y aprovechando que el profesor aún no había llegado le conté a Anna la noticia; ella sonrío ampliamente acomodando sus castaños rizos y dio un grito que hizo que el resto de la clase la mirase. Siempre se había caracterizado por ser una chica con una gran energía, todo el tiempo se la veía feliz, a pesar de que tuviese problemas, siempre intentaba animar a quienes lo necesitaban; era fanática de la moda y le encantaba verse bien, y tenía una curiosa mirada que parecía siempre querer saber más de todo lo que uno le hablaba. Nos conocíamos desde pequeñas y era la persona con la cuál compartía todos mis secretos, aunque teníamos más amigas dentro de nuestro grupo mi vínculo con ella era el más fuerte y así sería siempre.
-No puedo creer que te dejara venir… será genial Issa, podremos bailar y divertirnos juntas- me dijo contenta.
-Y podré pasar algo más de tiempo junto a Thomas, es que siento que no nos vemos demasiado, ya sabes, él sale más que yo- dije algo apenada. No debería estar preocupándome por estas cosas, a demás yo solía ser una persona bastante segura con respecto a si misma, no porque me sintiera demasiado cómoda con lo que era sino porque creía que si él estaba conmigo era porque no necesitaba a nadie más aunque últimamente las cosas estaban cambiando un poco entre nosotros y sentía que me forzaba a dar un paso que aún yo no estaba lista para dar. A veces sentía que era demasiado inocente, las conversaciones que mis amigas tenían sobre chicos y s.e.x.o eran para mi algo totalmente extraño, si bien conocía en teoría todo lo que necesitaba jamás había pasado a la parte práctica, únicamente algunos besos y poca ropa pero no más. Y tampoco se debía a que el deseo de algo más no estuviese en mí, lo estaba, pero tenía miedo, algo tonto pues sabía que de alguna manera era parte natural del ser humano, sin embargo no me animaba aún a dar ese paso y temía que eso complicase las cosas con Thomas.
-Tú lo que tienes es miedo a las chicas que andan a su alrededor, no deberías preocuparte, ya hemos hablado de esto Issa, no es tonto… bueno y en caso de que lo sea se las tendrá que ver conmigo- dijo haciéndose la chica fuerte  y tuve que reír.


El resto de la semana transcurrió con tranquilidad como de costumbre, hasta que finalmente llegó el día sábado y me levanté ni bien los primeros rayos de luz ingresaron por la ventana. Me sentía casi eufórica, y no era para menos, sería la primera vez que saldría como cualquier chica normal de mi edad con la única diferencia de que no todas tenían un tío sobreprotector y algo extraño, pero no era mala persona, al menos no conmigo y tampoco sabía demasiado de él como para poder asegurar algo de ese calibre; a veces solía preguntarme por qué no estaba casado o no tenía hijos pero no me animaba a preguntarle por temor a ofenderlo o incomodarlo, de modo que sería siempre una duda sin resolver.

El día pasó demasiado lento, supuse que se debía justamente a que estaba deseando que la noche llegara y ni siquiera sabía con qué entretener mi mente hasta que ese momento llegara, ¿por qué cuando quería que la hora pasara rápido parecía que el tiempo se confabulaba contra mí y demoraba mucho más? Aproveché para adelantar trabajo mientras tanto y asegurarme de que tenía todo listo para el lunes y cuando quise acordar ya era momento de alistarse. Tras un largo y caliente baño opté por un vestido color salmón bastante corto pero elegante y a mi gusto, era amante de los vestidos y las faldas las cuales solía usar mucho en mis salidas diurnas, esta vez tocaba un evento nocturno así que con más razón quise verme bien. Dejé mi cabello suelto y me maquille con sutileza, no me gustaba recargar mi rostro con mil cosas como mis amigas hacían a demás no creía que a Edmundo le gustase demasiado esa idea, ya temía que me dijese algo sencillamente por mi atuendo; culminé con un poco de fragancia y tras una breve mirada en el espejo salí de la habitación y bajé las escaleras.
Edmundo se encontraba sentado en la sala principal, tenía el periódico en la mano en el cual estaba concentrado hasta que su mirada se centró en mí y enarcó una ceja sin decir palabra alguna; eso me ponía nerviosa, nunca podía saber si estaba molesto, contento o simplemente era un gesto que podía hacer en cualquier situación. No dije nada, me mantuve mirándolo durante unos segundos que se me hicieron algo eternos hasta que me removí algo ansiosa porque dijese algo de una vez, lo cual no hizo, así que decidí romper el silencio.

-Me voy en cinco minutos…- dije como si no fuese algo obvio y asintió con la cabeza.
-Ya veo… ¿llevas tu móvil?- preguntó con su habitual tranquilidad.
-Sí, cargado y prendido- dije con una sonrisa esperando que eso lo dejase tranquilo aunque no parecía para nada alterado pero supuse que como era la primera vez que salía, de alguna manera podía estar nervioso… ¿se pondría nervioso un hombre como Edmundo? Me parecía algo extraño de pensar, tal vez porque nunca lo había visto alterado por nada, ni siquiera cuando desobedecía y me terminaba quitando mis accesos a internet o mi móvil. Se pasó la mano por la barbilla algo pensativo y luego suspiró.
-Que tengas una buena noche, recuerda la hora de regreso, Isabella- culminó y asentí… la maldita hora de regreso, pero bueno, debería hacer caso si no quería problemas o que no me dejase volver a salir hasta que cumpliera su edad.
El chofer me llevó hasta la casa de Anna, no vivía lejos de ahí, más o menos unos veinte minutos y al llegar ya todos estaban reunidos en una de las tantas salas conversando y bebiendo algo antes de salir. Eran alrededor de diez personas, los que siempre nos reuníamos en clases o luego de las mismas pero a varios se les hizo extraño verme ahí; sabían que no solía salir los fines de semana y que mi tío era más estricto de lo normal, aunque no era para tanto o quizá yo ya estaba acostumbrada a ese estilo de vida. Thomas se encontraba sentado con un vaso en la mano del cuál bebía, vestía pantalones oscuros y una remera clara con cuello, su rubia melena estaba algo despeinada y reía como de costumbre haciendo bromas con sus amigos, me sonrió haciéndome seña para que me sentara a su lado; lo que hice tras saludar a todos, abrazar a mi mejor amiga por su cumpleaños y a él con un corto beso en los labios.
-Te ves bien- me dijo mientras los demás continuaban envueltos en sus conversaciones sobre viajes y fiestas; sonreí ante sus palabras.
-Gracias- respondí.
-Bebe un poco, nos quedaremos un rato aún antes de salir como hacemos siempre- dijo y me sirvió un vaso con cerveza del cuál bebí un trago. No acostumbraba tomar alcohol, solo alguna que otra vez una copa de vino en algún evento pero nada extremo, podría decirse que era bastante sana pero un trago no me haría nada.
-Esta noche debemos emborracharnos, no todos los días se cumple años- le comentó una de las chicas a Anna quién río y no dijo nada al respecto.
-Creí que siempre lo hacíamos, no veo la diferencia con que sea su cumpleaños- dijo Thomas y la conversación en cuanto a tragos y borracheras se extendió un largo rato. No hablaba demasiado, a veces prefería solo escuchar y a demás no tenía demasiado para decir por lo cual me centré en mi vaso el cuál fue llenado dos veces y finalmente en la mitad del tercero todos se pusieron de pie para poder marcharnos. Fue cuando me di cuenta de que estaba un poco mareada, nada para asombrarse pero de repente todo parecía más liviano de lo normal, una sensación agradable, así que le resté importancia y seguí a los chicos de la mano de Thomas hasta el auto en el cuál el chofer nos llevaría.
Me acomodé un poco el vestido aunque era lo suficientemente corto como para que mantuviese las piernas cerradas; las voces de todos y sus risas eran como un eco de fondo, estaba atenta a todo pero esa sensación hacía que de alguna manera me sintiera en paz, tranquila y liviana. Sentí la mano de Thomas sobre mi rodilla y giré el rostro para mirarlo pues iba sentado a mi lado; él sonrió como de costumbre y me dio un beso pero no dejé que alejara el rostro, mis manos sostuvieron su rostro para que el beso continuara y pareció algo confundido al principio pero reaccionó de la misma manera profundizando el beso. ¿Qué rayos me sucedía? De repente quería besarlo más, sentirlo más cerca de lo que estaba y que me tocara como tantas veces no dejé que lo hiciera. Sentí algunos comentarios de los chicos a nuestro alrededor pero ni siquiera me molesté en prestarles atención y siguieron con sus conversaciones mientras mis labios parecían no querer despegarse de los de Thomas y mi lengua se dedicaba prácticamente a explorar cada rincón de su boca. Presionó su mano sobre mi rodilla deslizándola un poco más arriba y bastó para que mi temperatura aumentara, ¿cómo podía un simple toque provocarme esto? Probablemente se debía al alcohol que había bebido pero se sentía demasiado bien como para detenerme.
-Chicos, bajamos, a menos que deseen quedarse con el chofer- dijo Anna riendo y lo solté un poco sofocada por lo acontecido aunque ni siquiera sentí una pizca de vergüenza como podría haber pasado en una situación normal de mi vida.

Bajamos del largo vehículo y me encontré en medio del centro de la ciudad; habían muchas personas alrededor, caminando por las calles, mayoritariamente personas en busca de diversión nocturna como nosotros y al cruzar la calle un club con letras luminosas y azules llamado “Sweet”. Ingresamos de inmediato tras pasar por la vista de un hombre grande de traje negro que cuidaba la puerta del lugar en el cuál una larga fila aún esperaba ingresar; una vez dentro, las luces la alta música y el movimiento de personas bailando y tomando me sofocó un poco más de lo que ya estaba pero no tuve demasiado tiempo a pensar porque fui arrastrada por la mano de Thomas hacia una de las barras dónde los chicos pidieron más tragos y dónde continué bebiendo… sin dudas esto no terminaría nada bien.

 
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Extremas Tentaciones  Empty Re: Extremas Tentaciones

Mensaje por Invitado Dom 28 Jul 2013, 9:18 pm

Me gustó el primer cap. Isabella llegó al local =O, quiero saber qué pasará. Síguela...bye xx
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