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7 noches de pecado(Joe&Tu) -Super Hot!- (T E R M I N A D A)!
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
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Re: 7 noches de pecado(Joe&Tu) -Super Hot!- (T E R M I N A D A)!
—Esto es una locura —dijo ella, echándose hacia atrás para mirar al «cielo».
—Es Las Vegas —dijo él, y le dio un sorbo al vino que acababan de servirles en las copas.
Justo entonces, escucharon un chasquido y se sobresaltaron ante el brillante flash de una cámara de fotos. (____) giró la cara para mirar.
—No lo hagas —le avisó Joe antes de que ella pudiera divisar al fotógrafo, y se inclinó para tocarle la mano que descansaba encima de la mesa. Ella sintió un escalofrío ante el contacto. —Si los ignoras, se irán.
Fue entonces cuando ella se dio cuenta, Dios mío, algunos miembros de los paparazzi de Las Vegas acababan de hacer una foto de ella porque estaba con él. Qué completamente extraño era todo aquello.
—No te sorprendas si te encuentras mañana en Internet sobre algún encabezamiento como «La misteriosa mujer que acompaña a Joe Jonas». Lo siento.
La verdad era que a ella no le importaba. En realidad, encontró la idea algo excitante. Pero no se lo dijo, claro, se limitó a negar con la cabeza.
—Está bien. No es nada grave —después bajó la barbilla. —¿Pero a ti no te resulta raro? ¿Tener extraños que hacen fotos de ti todo el tiempo? ¿O ya te has acostumbrado a ello?
—Si te digo la verdad, es todavía jodidamente extraño —le contestó él, con una expresión irónica. —Y todavía no lo pillo. Este tipo de mierda no parece pasarle a otro tipo de representantes, ¿por qué tengo yo tanta suerte?
«Porque eres hermoso». Todo se remitía a eso. Seguramente él era consciente de cuan agradable era de mirar. Pero gracias a Dios, no se le había escapado, y estaba claro que no iba a plantear la cuestión.
—Te codeas con muchas estrellas de rock y aspirantes a estrella —le recordó ella con una sonrisa. —Quizás eso te haga una celebridad por asociación.
Él se encogió de hombros.
—Aun así, es extraño cuando la gente que no conoces piensa que sabe algo acerca de ti —después, ladeó la cabeza y la miró intensamente con sus ojos negros. —Supongo que has oído los rumores.
—¿Acerca de que eres un mujeriego? ¿O lo del sexo a cambio de un contrato? —hizo una mueca con los labios y respondió con determinación. —Sí —no veía la razón por la que mentir sobre eso.
Él asintió, después le concedió una sonrisa relajada.
—Lo positivo de todo esto es que estoy ahorrando un montón de dinero en camisetas. La gente que no conozco sigue mandándome camisetas con logos de bandas de rock en ellas. Supongo que me ven llevándolas en las fotos. Ahora tengo una camiseta en el correo cada pocos días.
Ella sonrió.
—¿De admiradoras? ¿O de bandas de rock que quieren que vayas por ahí llevando sus camisetas?
—Ambas cosas, vienen de cualquier parte. Joder, la gente de Hugh Hefner me envió una camiseta de Playboy la semana pasada con una nota en la que me daban las gracias por haber pasado por la mansión.
(____) parpadeó y se sentó erguida.
—¿Has estado en la mansión de Playboy?
Él se encogió de hombros otra vez.
—Sí.
—¿Y qué aspecto tiene?
Él tomó otro sorbo de su vino y (_____) decidió que podría aguantar un poco de alcohol en su sistema también, así que extendió la mano hacia el pie de su propia copa. Porque la nueva y moderna (_____) no debería sentirse intimidada o alucinada por la idea de lo que probablemente le aguardaría detrás de esas puertas en particular, pero la vieja (_____) sí, y a ella se le había olvidado ocultarla.
—Parece que hay bastante diversión —dijo él, y sus ojos brillaron de nuevo, un poco lascivos esta vez.
A ella se le revolvieron las entrañas en una mezcla confusa de repulsión y excitación al imaginarse qué tipo de diversión habría experimentado él en aquella casa. En realidad, parecía que Joe Jonas tenía el mismo efecto en ella que la ciudad de Las Vegas.
—Yo no tendré... eh, no me pedirán que vaya a lugares como ese, ¿verdad? —preguntó ella.
Él bajó la barbilla.
—No van a pedirte que lo hagas, pero es el tipo de lugar en el que se reúne la gente del espectáculo, así que... si recibes una invitación, sería muy inteligente de tu parte que la aceptaras.
—Ah —dijo ella, todavía encerrada en el mundo de la vieja (_____). Después, empezó a tragar nerviosamente. Una cosa era ponerse una falda de cuero y una blusa transparente. Pero cuando llegara eso de predicar con el ejemplo, ¿sería capaz de hacerlo? Ella nunca había pensado tener que asistir a sitios donde puede que estuviera incómoda. Incluso aquel bar aquella noche, ¿se sentiría cómoda yendo a un lugar llamado Fetiche, sin Joe como acompañante?
—¿Va algo mal? —le preguntó él; claramente estaba leyendo la preocupación que se le reflejaba en la cara.
Ella pensó en fingir, afirmar que nada iba mal, disfrazarse como alguien tranquila y segura, como la nueva (_____) otra vez. Pero había pasado todo el día con Joe, y le gustaba realmente, así que no pudo evitar hablar con sinceridad.
—Quizás no debería contarte esto, pero... no estoy segura de que pueda encargarme de bien todo esto.
Joe le contestó poniendo el codo en la mesa y apoyando la barbilla en su puño y después, clavándola en el sitio con una de sus miradas.
—Oh, apuesto a que puedes encargarte de las cosas mucho mejor de lo que crees, nena.
—Es Las Vegas —dijo él, y le dio un sorbo al vino que acababan de servirles en las copas.
Justo entonces, escucharon un chasquido y se sobresaltaron ante el brillante flash de una cámara de fotos. (____) giró la cara para mirar.
—No lo hagas —le avisó Joe antes de que ella pudiera divisar al fotógrafo, y se inclinó para tocarle la mano que descansaba encima de la mesa. Ella sintió un escalofrío ante el contacto. —Si los ignoras, se irán.
Fue entonces cuando ella se dio cuenta, Dios mío, algunos miembros de los paparazzi de Las Vegas acababan de hacer una foto de ella porque estaba con él. Qué completamente extraño era todo aquello.
—No te sorprendas si te encuentras mañana en Internet sobre algún encabezamiento como «La misteriosa mujer que acompaña a Joe Jonas». Lo siento.
La verdad era que a ella no le importaba. En realidad, encontró la idea algo excitante. Pero no se lo dijo, claro, se limitó a negar con la cabeza.
—Está bien. No es nada grave —después bajó la barbilla. —¿Pero a ti no te resulta raro? ¿Tener extraños que hacen fotos de ti todo el tiempo? ¿O ya te has acostumbrado a ello?
—Si te digo la verdad, es todavía jodidamente extraño —le contestó él, con una expresión irónica. —Y todavía no lo pillo. Este tipo de mierda no parece pasarle a otro tipo de representantes, ¿por qué tengo yo tanta suerte?
«Porque eres hermoso». Todo se remitía a eso. Seguramente él era consciente de cuan agradable era de mirar. Pero gracias a Dios, no se le había escapado, y estaba claro que no iba a plantear la cuestión.
—Te codeas con muchas estrellas de rock y aspirantes a estrella —le recordó ella con una sonrisa. —Quizás eso te haga una celebridad por asociación.
Él se encogió de hombros.
—Aun así, es extraño cuando la gente que no conoces piensa que sabe algo acerca de ti —después, ladeó la cabeza y la miró intensamente con sus ojos negros. —Supongo que has oído los rumores.
—¿Acerca de que eres un mujeriego? ¿O lo del sexo a cambio de un contrato? —hizo una mueca con los labios y respondió con determinación. —Sí —no veía la razón por la que mentir sobre eso.
Él asintió, después le concedió una sonrisa relajada.
—Lo positivo de todo esto es que estoy ahorrando un montón de dinero en camisetas. La gente que no conozco sigue mandándome camisetas con logos de bandas de rock en ellas. Supongo que me ven llevándolas en las fotos. Ahora tengo una camiseta en el correo cada pocos días.
Ella sonrió.
—¿De admiradoras? ¿O de bandas de rock que quieren que vayas por ahí llevando sus camisetas?
—Ambas cosas, vienen de cualquier parte. Joder, la gente de Hugh Hefner me envió una camiseta de Playboy la semana pasada con una nota en la que me daban las gracias por haber pasado por la mansión.
(____) parpadeó y se sentó erguida.
—¿Has estado en la mansión de Playboy?
Él se encogió de hombros otra vez.
—Sí.
—¿Y qué aspecto tiene?
Él tomó otro sorbo de su vino y (_____) decidió que podría aguantar un poco de alcohol en su sistema también, así que extendió la mano hacia el pie de su propia copa. Porque la nueva y moderna (_____) no debería sentirse intimidada o alucinada por la idea de lo que probablemente le aguardaría detrás de esas puertas en particular, pero la vieja (_____) sí, y a ella se le había olvidado ocultarla.
—Parece que hay bastante diversión —dijo él, y sus ojos brillaron de nuevo, un poco lascivos esta vez.
A ella se le revolvieron las entrañas en una mezcla confusa de repulsión y excitación al imaginarse qué tipo de diversión habría experimentado él en aquella casa. En realidad, parecía que Joe Jonas tenía el mismo efecto en ella que la ciudad de Las Vegas.
—Yo no tendré... eh, no me pedirán que vaya a lugares como ese, ¿verdad? —preguntó ella.
Él bajó la barbilla.
—No van a pedirte que lo hagas, pero es el tipo de lugar en el que se reúne la gente del espectáculo, así que... si recibes una invitación, sería muy inteligente de tu parte que la aceptaras.
—Ah —dijo ella, todavía encerrada en el mundo de la vieja (_____). Después, empezó a tragar nerviosamente. Una cosa era ponerse una falda de cuero y una blusa transparente. Pero cuando llegara eso de predicar con el ejemplo, ¿sería capaz de hacerlo? Ella nunca había pensado tener que asistir a sitios donde puede que estuviera incómoda. Incluso aquel bar aquella noche, ¿se sentiría cómoda yendo a un lugar llamado Fetiche, sin Joe como acompañante?
—¿Va algo mal? —le preguntó él; claramente estaba leyendo la preocupación que se le reflejaba en la cara.
Ella pensó en fingir, afirmar que nada iba mal, disfrazarse como alguien tranquila y segura, como la nueva (_____) otra vez. Pero había pasado todo el día con Joe, y le gustaba realmente, así que no pudo evitar hablar con sinceridad.
—Quizás no debería contarte esto, pero... no estoy segura de que pueda encargarme de bien todo esto.
Joe le contestó poniendo el codo en la mesa y apoyando la barbilla en su puño y después, clavándola en el sitio con una de sus miradas.
—Oh, apuesto a que puedes encargarte de las cosas mucho mejor de lo que crees, nena.
Ell Payne'
Re: 7 noches de pecado(Joe&Tu) -Super Hot!- (T E R M I N A D A)!
Edito el capitulo 4 de la segunda noche
solo les advierto qe este cap
esta super hot!
empieza lo bueno chicas
las adoro♥
solo les advierto qe este cap
esta super hot!
empieza lo bueno chicas
las adoro♥
Ell Payne'
Re: 7 noches de pecado(Joe&Tu) -Super Hot!- (T E R M I N A D A)!
CAPÍTULO 04;SEGUNDA NOCHE
El Fetiche era un edificio oscuro aunque no muy grande que había a las afueras de la ciudad. Habían tomado un taxi para ir hacia allí y en aquel momento, entraban en un aparcamiento iluminado por la luz tenue de las farolas. Un rótulo de neón de un color rojo gótico anunciaba el nombre del bar sobre la puerta, bajo la cual colgaba una señal con letras de plástico negro que decía simplemente: «BLUSH».
A pesar de la nueva y atrevida (_____) que había estado intentando en convertirse, los nervios le revolvían el estómago. Había ido a un montón de garitos en su día, pero nunca a uno como aquel. Podía ver que Joe había acertado al hablarle de aquel lugar —mucha gente que entraba y salía, gente con una increíble variedad de estilo— al menos la mitad de los clientes lucían un aspecto gótico y aquello hizo que se sintiera contenta de haber elegido la falda de cuero. Solo esperaba que el terror de sus ojos no la delatara.
Cuando Joe pagó el precio de la entrada a un hombre grande y calvo que había en la puerta y que llevaba una araña tatuada en el cuello, este último lo miró con los ojos entrecerrados y le dijo:
—Eh, ¿no eres tú... ese tipo?
Joe simplemente le sonrió un poco y le contestó: —No, no soy él —y colocó la mano en la espalda de (____) para conducirla hacia dentro.
El interior del Fetiche era incluso más oscuro, apenas podía ver a la gente que se agolpaba en el lugar mientras Joe y ella pasaban tras ella, bajo una música ensordecedora que impedía cualquier posibilidad de mantener una conversación. Y fue entonces cuando se dio cuenta: ahora aquella era su vida, aquel era su nuevo puesto de trabajo. Ir a discotecas. Escuchar música alta. Y se sorprendió ante la sensación de sentirse repentinamente más que a la deriva, sin estar segura de hacia dónde dirigirse o qué hacer.
Fue entonces cuando la palma de la mano de Joe se cerró cálida sobre uno de sus hombros.
—Escucha —le dijo al oído.
Y una vez más, le recordaba por qué razón estaban allí. La música. Blush. Miró por encima del hombro a Joe. —¿Son ellos los que están tocando ahora? Él asintió.
El sonido era rápido, intenso, funky y —cuando se olvidó del hecho de que estaba sonando con fuerza— indiscutiblemente atractivo.
—¿Cuál es tu primera impresión? —otra vez, él se inclinaba hacia ella para que pudiera escucharlo, y el calor de su aliento le golpeaba la nuca.
—Son buenos —contestó ella. —Tienen un sonido que de alguna manera es a la vez moderno y... un poco new wave retro.
Su inclinación de cabeza, junto con el brillo de sus ojos, le hizo pensar que le había gustado su respuesta.
—Vayamos a pedir una copa —dijo él.
Mientras se hacían camino a través de la multitud, ella pudo echar un vistazo a la banda que había en el pequeño escenario que quedaba a su derecha.
—No los mires todavía —le aconsejó él, gritando para que pudiera escucharlo por encima de la música. La otra noche le había explicado que en el mundo de las discográficas independientes, el sonido lo era todo. —No estamos buscando a una Britney Spears o a una Jessica Simpson, gente que se convierten en estrella de pop principalmente debido a su aspecto —le dijo. —Si tienen ese tipo de atractivo, perfecto. Pero nos preocupa más lo que puedan hacer —había continuado diciéndole que a él le gustaba a veces escuchar un rato a alguien antes de echarle un vistazo, no le gustaba dejar que las apariencias lo influyeran demasiado pronto. Ella creía que aquellos sonaban bien, y decidió respetar la música, así que lo siguió hacia la barra, sin ni siquiera molestarse en mirar hacia el escenario.
Cuanto más los escuchaba —mientras pedían dos tés helados Long Island— más les gustaba. El sonido de Blush llegaba hacia ella como algo moderno, seguro, divertido y muy sexy.
De hecho, había ciertas palabras en la letra que empezaban a quedarse en su memoria. «Cremoso». «Suave». «Sucio». «Noche». Palabras que quizás significaran poco por sí solas, pero que de alguna manera aquella voz femenina y autoritaria las convertía en algo sexual, y (_____) empezó a ser consciente de una humedad entre sus muslos que no había sentido antes.
Por supuesto, quizás se debiera también a que la sala estaba tan abarrotada que Joe y ella debían avanzar en el bar muy cerca el uno del otro, y sus brazos se rozaban, y también sus caderas. Él olía muy bien, una mezcla de jabón y almizcle y una pizca justa de sudor.
Y aunque todavía podía escuchar la música, de alguna manera, había dejado de escucharla muy atentamente, dejando que la siguiente canción con un sonido algo más lento y sensual le infundiera una especie de sensación de cosquilleo cálido y tranquilo. El alcohol que contenía la bebida contribuyó rápidamente a una sensación que ella solo pudo describir como una... lujuria relajada. Ella no estaba muy segura de si aquello tenía sentido alguno siquiera, pero se volvía extrañamente tranquila con sus deseos, y dejó que afloraran hacia la superficie, sin intentar ya ocultarlos.
Todavía estaba apretujada contra su mentor cuando una especie de enorme motorista pasó a su lado y ella se inclinó un poco más hacia Joe, absorbiendo el puro placer cuando uno de sus pechos presionó contra su brazo. Al mismo tiempo, deslizó la mano hasta colocarla encima de su hombro, para ayudarse a mantener el equilibrio sobre sus tacones. Pero también para poder tocarlo. Tan caliente, tan sólido.
Y cuando el motorista pasó y liberó algo más de espacio, ella no se alejó, y no retiró la mano hacia atrás. Joe le hacía sentirse bien. Aquello era demasiado agradable.
Él giró la cabeza para mirarla, sus ojos solo estaban a unos centímetros de distancia y tan cautivadores como nunca. Su mirada decía que él era consciente de ello. De lo que ella sentía. De lo que ella quería.
Fue entonces cuando ella se retiró.
De repente todo le pareció un poco demasiado inmediato, íntimo.
E incluso con todo lo guapo que estaba él, con lo cálida que era la expresión de su cara, ella no podía hacerlo. Por muchísimas razones. Tenía que trabajar con él de cerca en aquel momento, tenía que aprender un puesto de trabajo. Y estaba robándole su trabajo, más o menos a base de mentiras. Y dejando a un lado la blusa transparente y la nueva seguridad en sí misma, en lo más profundo de su ser estaba todavía la vieja (_____), y era triste, pero quizás simplemente no se creyera realmente que estaba a la altura de Joe Jonas.
Ella parpadeó y desvió su mirada, después tomó un largo sorbo de su bebida.
—Esto está fuerte —dijo ella sin pensar, mientras el líquido caliente se hacía camino a través de su pecho.
—Es difícil pedir un Long Island que no lo sea —le recordó él con una sonrisa juguetona.
Por supuesto que era fuerte, ella lo sabía. ¿Por qué demonios había pedido algo con cuatro o cinco tipos diferentes de alcohol en la mezcla? Porque él lo había hecho y a ella le había parecido fácil decir «Lo mismo», pero estaba empezando a arrepentirse de su elección si aquello la hacía emborracharse con esa rapidez. Y por supuesto, había tomado vino en la cena, también.
—Vayamos ahora a ver al grupo —sugirió él, y mientras ella lo seguía, dejando que la guiara a través de la multitud enloquecida, se dio cuenta de que tenía ganas de tocarlo otra vez, deseaba curvar las manos sobre sus hombros, presionar el cuerpo contra su sólida espalda.
Entonces, pensó: «Dios bendito, ¿desde cuándo te excita la espalda de un hombre?». Demasiado té helado, de eso no le cabía duda, los nervios la habían hecho tragar demasiado en poquísimo tiempo. Dejó la bebida encima de una mesa cubierta por vasos vacíos.
Justo entonces, Blush salió a la vista y Joe tiró de su mano hasta meterla en la masa que se concentraba delante del escenario. Al instante, estudió a la banda con una sola mirada: eran magníficas, incluso convencionalmente vistosas, eran sexys y lo sabían. Estaban sumergidos en un ambiente seguro, en su música.
Las cuatro mujeres jóvenes variaban en aspecto, pero todas ellas rondaban los veintitantos y llevaban unas camisetas escasas que revelaban un amplio escote. La cantante líder tenía el pelo rubio, largo y liso, con un flequillo dramáticamente chillón que encajaba a la perfección también con su maquillaje dramáticamente chillón. Cantaba a voz en grito una vieja canción de Joan Jett, «Do You Wanna Touch Me (Oh, Yeah)» mientras se movía de manera provocativa con el erguido micrófono. Llevaba un top sin manga y de cuero negro y una minifalda vaquera desgarrada que empezaba en la parte más baja de sus caderas y se detenía en la parte más alta de sus muslos.
—¿Qué te parece? —le preguntó Joe a (____) al oído, ahora estaba de pie justo detrás de ella.
Ella mantenía los ojos puestos en la cantante, le daba miedo mirar a Joe, en caso de que lo besara accidentalmente o algo parecido. Todo el cuerpo le hervía de deseo.
—Un poco duras de tono, pero seguras y condenadamente sexys. Tienen el control del público y saben cómo surtir efecto en ellos —a pesar de la intoxicación que corría por sus venas, su cerebro continuaba trabajando. —Podríamos sacarlos al mercado como una Courtney Love más elegante, más marchosa y más moderna.
Pero entonces, giró la cabeza para mirarlo, porque no tenía ni idea de si estaba hablando en la dirección correcta o si, por el contrario, parecía una auténtica novata, y quería saber cuál era su honesta reacción.
Sus ojos brillaban cálidos sobre ella.
—Muy bien.
Pero entonces, él llevó la mirada hacia su boca.
Y ella sintió cómo su vulva sufría espasmos.
Así que se mordió el labio y movió la cabeza de nuevo hacia delante, para observar a la banda—Aunque —dijo ella, todavía dándole voz a sus pensamientos. —¿No es Blush un nombre demasiado suave para ellas?
Miró por encima del hombro para ver cómo Joe sacudía rápidamente la cabeza, expresando la negación.
—Es irónico —le dijo. —O quizás sea porque quieren hacer que te ruborices. Pero de una manera u otra, dice algo acerca de ellas. La mayoría de los nombres de las bandas de estos días son solo palabras que alguien pensó que quedaban bien juntas, pero que no dicen absolutamente nada ni acerca de la banda ni acerca de su música. Su nombre dice algo acerca de su imagen y eso hace que sea una herramienta de marketing incorporada.
—Ah —dijo ella, comprendía lo que decía. —Genial.
Todo lo que los rodeaba era la mezcla de gente corriente y gótica que se movía al ritmo de la música, y sin pensarlo ni decidirlo, (____) se dio cuenta de que sus caderas empezaban a balancearse de un lado a otro, también. Mantuvo la mirada fija en la cantante rubia, y observó cómo empujaba hacia delante el pecho o cómo balanceaba el pelo dramáticamente sobre uno de sus hombros.
—¿Qué te dice la multitud acerca de la banda? —le preguntó Joe cerca del oído. Pero su voz se había vuelto un poco más baja ahora, algo más ronca. La sensación de su respiración sobre la piel le daba escalofríos más abajo.
Ella desvió su atención de la cantante líder hasta la gente que la rodeaba, e intentó pensar. Pero era difícil, porque la sala estaba todavía repleta de gente y aquello la mantenía muy cerca de Joe, y ahora que había empezado a moverse con el ritmo de la música, también estaba moviéndose ligeramente contra él.
A un lado de ella había una pareja joven que hubieran podido vivir perfectamente en la puerta de al lado de su casa —una pareja normal, de clase media— y que bailaban salvajemente. Al otro lado encontró una chica que llevaba el pelo rosa, y estaba envuelta de negro de la cabeza a los pies. Y ella supo enseguida la respuesta.
Solo que esta vez, en lugar de girar la cabeza hacia Joe, simplemente la echó hacia atrás y la apoyó sobre su hombro para hablarle al oído.
—Fanáticos que rinden culto a un tipo de música que convertirán en comercial, una música que llama la atención de diferentes grupos de personas.
Una vez más él le dijo:
—Muy bien —pero también otra vez, su voz se hizo más baja y sus ojos se oscurecieron cuando bajó la mirada hacia ella, y hubiera sido condenadamente fácil besarlo en aquel momento porque sus caras, sus bocas, estaban peligrosamente cerca.
Así que (____) volvió a levantar la cabeza rápidamente, y observó al grupo. No quería hablar más. Hablar, aunque fuera de negocios, le parecía peligroso en aquel momento. Solo quería quedarse quieta, escuchar la música, absorber el ambiente. Y quizás sacar el alcohol fuera de su sistema a base de bailes antes de que hiciera algo estúpido.
El Fetiche era un edificio oscuro aunque no muy grande que había a las afueras de la ciudad. Habían tomado un taxi para ir hacia allí y en aquel momento, entraban en un aparcamiento iluminado por la luz tenue de las farolas. Un rótulo de neón de un color rojo gótico anunciaba el nombre del bar sobre la puerta, bajo la cual colgaba una señal con letras de plástico negro que decía simplemente: «BLUSH».
A pesar de la nueva y atrevida (_____) que había estado intentando en convertirse, los nervios le revolvían el estómago. Había ido a un montón de garitos en su día, pero nunca a uno como aquel. Podía ver que Joe había acertado al hablarle de aquel lugar —mucha gente que entraba y salía, gente con una increíble variedad de estilo— al menos la mitad de los clientes lucían un aspecto gótico y aquello hizo que se sintiera contenta de haber elegido la falda de cuero. Solo esperaba que el terror de sus ojos no la delatara.
Cuando Joe pagó el precio de la entrada a un hombre grande y calvo que había en la puerta y que llevaba una araña tatuada en el cuello, este último lo miró con los ojos entrecerrados y le dijo:
—Eh, ¿no eres tú... ese tipo?
Joe simplemente le sonrió un poco y le contestó: —No, no soy él —y colocó la mano en la espalda de (____) para conducirla hacia dentro.
El interior del Fetiche era incluso más oscuro, apenas podía ver a la gente que se agolpaba en el lugar mientras Joe y ella pasaban tras ella, bajo una música ensordecedora que impedía cualquier posibilidad de mantener una conversación. Y fue entonces cuando se dio cuenta: ahora aquella era su vida, aquel era su nuevo puesto de trabajo. Ir a discotecas. Escuchar música alta. Y se sorprendió ante la sensación de sentirse repentinamente más que a la deriva, sin estar segura de hacia dónde dirigirse o qué hacer.
Fue entonces cuando la palma de la mano de Joe se cerró cálida sobre uno de sus hombros.
—Escucha —le dijo al oído.
Y una vez más, le recordaba por qué razón estaban allí. La música. Blush. Miró por encima del hombro a Joe. —¿Son ellos los que están tocando ahora? Él asintió.
El sonido era rápido, intenso, funky y —cuando se olvidó del hecho de que estaba sonando con fuerza— indiscutiblemente atractivo.
—¿Cuál es tu primera impresión? —otra vez, él se inclinaba hacia ella para que pudiera escucharlo, y el calor de su aliento le golpeaba la nuca.
—Son buenos —contestó ella. —Tienen un sonido que de alguna manera es a la vez moderno y... un poco new wave retro.
Su inclinación de cabeza, junto con el brillo de sus ojos, le hizo pensar que le había gustado su respuesta.
—Vayamos a pedir una copa —dijo él.
Mientras se hacían camino a través de la multitud, ella pudo echar un vistazo a la banda que había en el pequeño escenario que quedaba a su derecha.
—No los mires todavía —le aconsejó él, gritando para que pudiera escucharlo por encima de la música. La otra noche le había explicado que en el mundo de las discográficas independientes, el sonido lo era todo. —No estamos buscando a una Britney Spears o a una Jessica Simpson, gente que se convierten en estrella de pop principalmente debido a su aspecto —le dijo. —Si tienen ese tipo de atractivo, perfecto. Pero nos preocupa más lo que puedan hacer —había continuado diciéndole que a él le gustaba a veces escuchar un rato a alguien antes de echarle un vistazo, no le gustaba dejar que las apariencias lo influyeran demasiado pronto. Ella creía que aquellos sonaban bien, y decidió respetar la música, así que lo siguió hacia la barra, sin ni siquiera molestarse en mirar hacia el escenario.
Cuanto más los escuchaba —mientras pedían dos tés helados Long Island— más les gustaba. El sonido de Blush llegaba hacia ella como algo moderno, seguro, divertido y muy sexy.
De hecho, había ciertas palabras en la letra que empezaban a quedarse en su memoria. «Cremoso». «Suave». «Sucio». «Noche». Palabras que quizás significaran poco por sí solas, pero que de alguna manera aquella voz femenina y autoritaria las convertía en algo sexual, y (_____) empezó a ser consciente de una humedad entre sus muslos que no había sentido antes.
Por supuesto, quizás se debiera también a que la sala estaba tan abarrotada que Joe y ella debían avanzar en el bar muy cerca el uno del otro, y sus brazos se rozaban, y también sus caderas. Él olía muy bien, una mezcla de jabón y almizcle y una pizca justa de sudor.
Y aunque todavía podía escuchar la música, de alguna manera, había dejado de escucharla muy atentamente, dejando que la siguiente canción con un sonido algo más lento y sensual le infundiera una especie de sensación de cosquilleo cálido y tranquilo. El alcohol que contenía la bebida contribuyó rápidamente a una sensación que ella solo pudo describir como una... lujuria relajada. Ella no estaba muy segura de si aquello tenía sentido alguno siquiera, pero se volvía extrañamente tranquila con sus deseos, y dejó que afloraran hacia la superficie, sin intentar ya ocultarlos.
Todavía estaba apretujada contra su mentor cuando una especie de enorme motorista pasó a su lado y ella se inclinó un poco más hacia Joe, absorbiendo el puro placer cuando uno de sus pechos presionó contra su brazo. Al mismo tiempo, deslizó la mano hasta colocarla encima de su hombro, para ayudarse a mantener el equilibrio sobre sus tacones. Pero también para poder tocarlo. Tan caliente, tan sólido.
Y cuando el motorista pasó y liberó algo más de espacio, ella no se alejó, y no retiró la mano hacia atrás. Joe le hacía sentirse bien. Aquello era demasiado agradable.
Él giró la cabeza para mirarla, sus ojos solo estaban a unos centímetros de distancia y tan cautivadores como nunca. Su mirada decía que él era consciente de ello. De lo que ella sentía. De lo que ella quería.
Fue entonces cuando ella se retiró.
De repente todo le pareció un poco demasiado inmediato, íntimo.
E incluso con todo lo guapo que estaba él, con lo cálida que era la expresión de su cara, ella no podía hacerlo. Por muchísimas razones. Tenía que trabajar con él de cerca en aquel momento, tenía que aprender un puesto de trabajo. Y estaba robándole su trabajo, más o menos a base de mentiras. Y dejando a un lado la blusa transparente y la nueva seguridad en sí misma, en lo más profundo de su ser estaba todavía la vieja (_____), y era triste, pero quizás simplemente no se creyera realmente que estaba a la altura de Joe Jonas.
Ella parpadeó y desvió su mirada, después tomó un largo sorbo de su bebida.
—Esto está fuerte —dijo ella sin pensar, mientras el líquido caliente se hacía camino a través de su pecho.
—Es difícil pedir un Long Island que no lo sea —le recordó él con una sonrisa juguetona.
Por supuesto que era fuerte, ella lo sabía. ¿Por qué demonios había pedido algo con cuatro o cinco tipos diferentes de alcohol en la mezcla? Porque él lo había hecho y a ella le había parecido fácil decir «Lo mismo», pero estaba empezando a arrepentirse de su elección si aquello la hacía emborracharse con esa rapidez. Y por supuesto, había tomado vino en la cena, también.
—Vayamos ahora a ver al grupo —sugirió él, y mientras ella lo seguía, dejando que la guiara a través de la multitud enloquecida, se dio cuenta de que tenía ganas de tocarlo otra vez, deseaba curvar las manos sobre sus hombros, presionar el cuerpo contra su sólida espalda.
Entonces, pensó: «Dios bendito, ¿desde cuándo te excita la espalda de un hombre?». Demasiado té helado, de eso no le cabía duda, los nervios la habían hecho tragar demasiado en poquísimo tiempo. Dejó la bebida encima de una mesa cubierta por vasos vacíos.
Justo entonces, Blush salió a la vista y Joe tiró de su mano hasta meterla en la masa que se concentraba delante del escenario. Al instante, estudió a la banda con una sola mirada: eran magníficas, incluso convencionalmente vistosas, eran sexys y lo sabían. Estaban sumergidos en un ambiente seguro, en su música.
Las cuatro mujeres jóvenes variaban en aspecto, pero todas ellas rondaban los veintitantos y llevaban unas camisetas escasas que revelaban un amplio escote. La cantante líder tenía el pelo rubio, largo y liso, con un flequillo dramáticamente chillón que encajaba a la perfección también con su maquillaje dramáticamente chillón. Cantaba a voz en grito una vieja canción de Joan Jett, «Do You Wanna Touch Me (Oh, Yeah)» mientras se movía de manera provocativa con el erguido micrófono. Llevaba un top sin manga y de cuero negro y una minifalda vaquera desgarrada que empezaba en la parte más baja de sus caderas y se detenía en la parte más alta de sus muslos.
—¿Qué te parece? —le preguntó Joe a (____) al oído, ahora estaba de pie justo detrás de ella.
Ella mantenía los ojos puestos en la cantante, le daba miedo mirar a Joe, en caso de que lo besara accidentalmente o algo parecido. Todo el cuerpo le hervía de deseo.
—Un poco duras de tono, pero seguras y condenadamente sexys. Tienen el control del público y saben cómo surtir efecto en ellos —a pesar de la intoxicación que corría por sus venas, su cerebro continuaba trabajando. —Podríamos sacarlos al mercado como una Courtney Love más elegante, más marchosa y más moderna.
Pero entonces, giró la cabeza para mirarlo, porque no tenía ni idea de si estaba hablando en la dirección correcta o si, por el contrario, parecía una auténtica novata, y quería saber cuál era su honesta reacción.
Sus ojos brillaban cálidos sobre ella.
—Muy bien.
Pero entonces, él llevó la mirada hacia su boca.
Y ella sintió cómo su vulva sufría espasmos.
Así que se mordió el labio y movió la cabeza de nuevo hacia delante, para observar a la banda—Aunque —dijo ella, todavía dándole voz a sus pensamientos. —¿No es Blush un nombre demasiado suave para ellas?
Miró por encima del hombro para ver cómo Joe sacudía rápidamente la cabeza, expresando la negación.
—Es irónico —le dijo. —O quizás sea porque quieren hacer que te ruborices. Pero de una manera u otra, dice algo acerca de ellas. La mayoría de los nombres de las bandas de estos días son solo palabras que alguien pensó que quedaban bien juntas, pero que no dicen absolutamente nada ni acerca de la banda ni acerca de su música. Su nombre dice algo acerca de su imagen y eso hace que sea una herramienta de marketing incorporada.
—Ah —dijo ella, comprendía lo que decía. —Genial.
Todo lo que los rodeaba era la mezcla de gente corriente y gótica que se movía al ritmo de la música, y sin pensarlo ni decidirlo, (____) se dio cuenta de que sus caderas empezaban a balancearse de un lado a otro, también. Mantuvo la mirada fija en la cantante rubia, y observó cómo empujaba hacia delante el pecho o cómo balanceaba el pelo dramáticamente sobre uno de sus hombros.
—¿Qué te dice la multitud acerca de la banda? —le preguntó Joe cerca del oído. Pero su voz se había vuelto un poco más baja ahora, algo más ronca. La sensación de su respiración sobre la piel le daba escalofríos más abajo.
Ella desvió su atención de la cantante líder hasta la gente que la rodeaba, e intentó pensar. Pero era difícil, porque la sala estaba todavía repleta de gente y aquello la mantenía muy cerca de Joe, y ahora que había empezado a moverse con el ritmo de la música, también estaba moviéndose ligeramente contra él.
A un lado de ella había una pareja joven que hubieran podido vivir perfectamente en la puerta de al lado de su casa —una pareja normal, de clase media— y que bailaban salvajemente. Al otro lado encontró una chica que llevaba el pelo rosa, y estaba envuelta de negro de la cabeza a los pies. Y ella supo enseguida la respuesta.
Solo que esta vez, en lugar de girar la cabeza hacia Joe, simplemente la echó hacia atrás y la apoyó sobre su hombro para hablarle al oído.
—Fanáticos que rinden culto a un tipo de música que convertirán en comercial, una música que llama la atención de diferentes grupos de personas.
Una vez más él le dijo:
—Muy bien —pero también otra vez, su voz se hizo más baja y sus ojos se oscurecieron cuando bajó la mirada hacia ella, y hubiera sido condenadamente fácil besarlo en aquel momento porque sus caras, sus bocas, estaban peligrosamente cerca.
Así que (____) volvió a levantar la cabeza rápidamente, y observó al grupo. No quería hablar más. Hablar, aunque fuera de negocios, le parecía peligroso en aquel momento. Solo quería quedarse quieta, escuchar la música, absorber el ambiente. Y quizás sacar el alcohol fuera de su sistema a base de bailes antes de que hiciera algo estúpido.
Última edición por ElviiThaJonas el Mar 29 Mar 2011, 4:23 pm, editado 1 vez
Ell Payne'
Re: 7 noches de pecado(Joe&Tu) -Super Hot!- (T E R M I N A D A)!
Aunque todavía observaba la multitud, su mirada se quedó rezagada en dos chicas que estaban besándose apasionadamente, dándose el lote muy cerca del escenario. Ambas eran jóvenes y guapas, no particularmente góticas y, si ella tenía que suponer, no eran realmente lesbianas. De hecho, sospechaba que los dos chicos guapos que había a su lado y que estaban mirándolas con lujuria eran sus respectivos novios.
Tenían los ojos cerrados, y sus lenguas se encontraban en un abandono lánguido mientras sus manos recorrían acariciadoras el cuerpo de la otra. (____) no quería seguir mirando, pero había algo en aquella escena que la hipnotizaba. Y a pesar de su conmoción, no podía evitar sentirse un poco excitada por la descarada sexualidad del acto. Justo como aquellas estúpidas vallas publicitarias en movimiento, no quería sentirse excitada por ello, pero para asombro suyo, realmente lo estaba.
Demasiada suavidad. Demasiado sexo. Justo ahí fuera.
Y de alguna manera, aquel era el momento.
¿Se deleitarían aquellas dos jóvenes mujeres con ellas si hubieran estado solas? ¿O dependía del hecho de hacerlo delante de sus novios y en público? (____) no sabía con seguridad las respuestas, pero sentía —hasta la médula— que comportarse tan escandalosamente sin ir a un sitio privado era un importante ingrediente en su deseo.
Un rápido vistazo por encima del hombro revelaba que Joe había seguido sus ojos y también había visto a las dos chicas.
La vieja (____) se sentía totalmente avergonzada. La habían pillado observando algo como aquello. Y fue Joe entre toda aquella gente. Al instante, se preguntó si él podría notar cuánto lo excitaba todo aquello, y sintió la vulva realmente enorme bajo la falda, como si, en aquel momento, fuera la parte más grande de ella.
Pero la nueva (_____) se limitó a preguntarle:
—¿Te excita eso?
Dios, ¿qué estaba haciendo? Después de todo, había decidido que era más seguro no volver a hablar más. Aun así no podía evitar sentir algo de curiosidad. Quería saber lo que él sentía, anhelaba comprender la manera en la que él veía las cosas. Las cosas sexuales.
—Sí —dijo simplemente. Directo, como lo había hecho durante su conversación la noche anterior.
Ella se mordió el labio, sus pechos parecían abultarse dentro de las copas de su sujetador. Él también estaba excitado, en aquel momento, en aquel lugar, cerca de ella.
¿Significaba eso que estaba empalmado? Ella sufrió la necesidad de comprobarlo por sí misma, alargar la mano y presionarla delante de sus pantalones vaqueros.
—Dime por qué —le murmuró en lugar de eso.
Él observó a las chicas durante un momento más, lo que hizo que (____) volviera también a dirigir su mirada hacia ellas, y finalmente giró la cabeza para mirarla directamente a los ojos.
—Hay dos pares de todo. Dos pares de labios suaves y femeninos. Dos pares de pechos redondos. Todas esas curvas... moviéndose al unísono.
Oh. Quizás aquello tuviera sentido. Y quizás explicaba la razón por la que ella también se sentía excitada. Su mirada se quedó rezagada en los ojos de Joe, pero no pudo encontrar respuesta a eso, así que él continuó hablando.
—Me gustan las mujeres que son lo suficientemente libres como para seguir sus necesidades, perder sus inhibiciones.
Ahora ella encontraba la voz para responderle:
—No estoy segura de que tengan inhibiciones —y ambos rieron a carcajadas, pero se desvanecieron pronto porque el ambiente en el bar estaba volviéndose dominante.
A la izquierda de (____), la pareja que había visto bailando antes estaba ahora también besándose. Sus cuerpos se movían rítmicamente con la música, sus bocas se encontraban tan sensualmente como lo hacían sus pelvis. Y un chico gótico le mordisqueaba ahora el cuello a la chica del pelo rosa que había a la derecha de (_____). La chica sonreía, y dejaba que su lengua se deslizara lentamente a través de su labio superior. Era como si el sexo estuviera llenando la sala, flotando en el ambiente, casi como si de alguna manera, estuviera entrando en el edificio de la misma manera que en los casinos, donde se rumoreaba que se añadía oxígeno extra en las áreas de juego. A (____) le picaba la piel, unas sensaciones suaves pero poderosas le recorrían el cuerpo, y la hacían desear poder perderse en todo aquello.
Volvió a dirigir su atención hacia el escenario cuando Blush comenzaba una nueva canción con un ritmo erótico y sexy. No la conocía, así que supuso que era original. Y como la última canción, al parecer como la mayoría de sus canciones, hablaba de sexo.
Junto con el bombeo de un coro, la banda repetía las palabras «las mejores manos» una y otra vez, dejando que (____) concluyera lo que debería ser el título. La rubia cantaba acerca de las manos haciéndose camino a través de su piel, sobre dedos que se sumergían en lugares privados y finalmente sobre unas manos que provocaban y provocaban el éxtasis. Toda la multitud pronto se concentró en la joven mujer, que había empezado a moverse contra el micrófono, como había hecho antes.
(____) se dio cuenta de que no solo estaba observando a la cantante, que deslizaba el micrófono bajo sus piernas, empujando suavemente al ritmo de la canción, sino que también estaba observando la escena junto con Joe. Estaban siendo testigos de ello, juntos, estaban experimentándolo juntos. De hecho, estaban experimentando aquello con todas las personas que había en la sala. «Más sexo descarado y expuesto».
Y mientras pasaba el tiempo, se sentía menos asqueada de lo que se había sentido la noche anterior, y más fascinada.
Todo el bar parecía palpitar con el ritmo ahora, y (____) seguía moviendo las caderas hacia delante y hacia atrás, rodeándose de los embriagadores acordes.
Debería haberse sentido alarmada cuando sintió las manos de Joe sobre sus caderas, pero no lo hizo.
Era demasiado increíble sentirse acariciada por él, incluso justo de aquella pequeña manera, el placer la invadió con rapidez.
Y entonces, entonces, «oh, sí», estaba presionándola desde detrás, lo suficiente como para que ella se diera cuenta de que estaba excitándose contra su trasero. Aquello le parecía un sueño, una fantasía, pero era escandalosamente real.
En el oído, él le habló con un tono de voz áspero:
—Baila conmigo, (_____). Muévete conmigo.
Hubiera sido más inteligente apartarse, o decirle que estaban en aquel lugar por cuestiones profesionales, haciendo un trabajo. Que todo aquello era un error.
Pero simplemente no podía hacerlo. El sonido de la canción la embriagaba cada vez más. El alcohol que consumió le hacía cada vez más efecto. Estaba embriagada de Joe Jonas, y lo estuvo durante las últimas veinticuatro horas. Y había intentando comportarse con inteligencia, ser más fuerte que la lujuria, pero todo aquello la estaba consumiendo.
Así que se movió con él, bebió del calor de su cuerpo mientras él se inclinaba más cerca de ella, y sintió el poder de su caliente erección contra su trasero.
¿Le había hecho sentirse tan bien algo en toda su vida?
No lo creía.
No creía que ninguna sensación física la hubiera llevado a un estado tan rápido y profundo, dejándola sin fuerzas para luchar contra la situación.
Se balancearon juntos, mientras la rubia que había en el escenario ronroneaba las provocativas letras que añadían más combustible al fuego que los invadía. (____) no lo miró después de aquello, se limitó a mantener sus ojos justo hacia delante, y sentir todo lo que la rodeaba, intentando sobrevivir a ello, intentado creérselo, y preguntándose qué era lo próximo que iba a ocurrir.
Pero ella sabía lo que iba a ocurrir, desde luego que sí. La canción terminaría. La canción terminaría y entonces, dejarían de moverse al unísono, y fingirían que las cosas volvían otra vez a la normalidad, que él no la había tocado, que ella no había experimentado el profundo y crudo placer de su endurecida verga presionando contra su trasero.
Y fue justo cuando ella estaba llegando a aquella conclusión... cuando algo más sucedió.
La mano cálida y masculina que se había curvado a la derecha de su cadera, comenzaba avanzar hacia arriba, sobre la tela diáfana que le cubría el vientre y más y más alto, hasta detenerse a descansar bajo su pecho, y después, su pulgar se curvó sobre la redonda piel mientras sus otros dedos jugaban con la parte de abajo de su sujetador. El intenso deleite junto con la intensa necesidad de hacer que el contoneo de sus caderas fuera aún más sensual, hizo que su respiración comenzara a dificultarse y le temblara la vulva frenéticamente.
Fue entonces cuando su otra mano se deslizó hacia abajo sobre su muslo y acabó colándose debajo de su falda. Tan rápido, tan suave. Sus dedos se abrieron camino entre sus piernas, y acariciaron la sedosa piel que había allí.
Ella comenzó a respirar con más rapidez e involuntariamente se movió de una manera completamente nueva, haciendo ondas, como si estuviera manteniendo una relación sexual en aquel mismo momento. Recibió su caricia delante y presionó su trasero contra la excitación que la empujaba desde atrás. Entonces, él le rodeó la cintura con el brazo derecho para mantenerla estable, debía haberse dado cuenta de que estaba debilitándola, de que todo su cuerpo empezaba a convulsionarse a causa de las cálidas caricias que le proporcionaban sus dedos.
¿Vería alguien de los que estaban allí lo que estaba sucediendo en aquel instante, la manera en la que él estaba tocándola? Seguramente no, la multitud seguía apretujada, el espacio que había entre los cuerpos era casi oscuro, privado incluso dentro de lo público.
Había pasado ya un rato desde que había dejado de prestarle atención a la canción, pero levantó la cabeza hacia el escenario justo en el momento para captar la última línea: mis manos son las mejores. Era el giro imprevisto del final de la canción, la letrista no tenía amante alguno, se estaba tocando a sí misma.
Entonces, Joe le besó el cuello a (____), lo que hizo que nuevas espirales de placer invadieran su ser. Oh, Dios. Oh, Dios.
Y cuando la canción terminó, la multitud estalló en vítores, y Joe se inclinó hacia ella para hablarle con un tono de voz ronca:
—Ven conmigo.
Tenían los ojos cerrados, y sus lenguas se encontraban en un abandono lánguido mientras sus manos recorrían acariciadoras el cuerpo de la otra. (____) no quería seguir mirando, pero había algo en aquella escena que la hipnotizaba. Y a pesar de su conmoción, no podía evitar sentirse un poco excitada por la descarada sexualidad del acto. Justo como aquellas estúpidas vallas publicitarias en movimiento, no quería sentirse excitada por ello, pero para asombro suyo, realmente lo estaba.
Demasiada suavidad. Demasiado sexo. Justo ahí fuera.
Y de alguna manera, aquel era el momento.
¿Se deleitarían aquellas dos jóvenes mujeres con ellas si hubieran estado solas? ¿O dependía del hecho de hacerlo delante de sus novios y en público? (____) no sabía con seguridad las respuestas, pero sentía —hasta la médula— que comportarse tan escandalosamente sin ir a un sitio privado era un importante ingrediente en su deseo.
Un rápido vistazo por encima del hombro revelaba que Joe había seguido sus ojos y también había visto a las dos chicas.
La vieja (____) se sentía totalmente avergonzada. La habían pillado observando algo como aquello. Y fue Joe entre toda aquella gente. Al instante, se preguntó si él podría notar cuánto lo excitaba todo aquello, y sintió la vulva realmente enorme bajo la falda, como si, en aquel momento, fuera la parte más grande de ella.
Pero la nueva (_____) se limitó a preguntarle:
—¿Te excita eso?
Dios, ¿qué estaba haciendo? Después de todo, había decidido que era más seguro no volver a hablar más. Aun así no podía evitar sentir algo de curiosidad. Quería saber lo que él sentía, anhelaba comprender la manera en la que él veía las cosas. Las cosas sexuales.
—Sí —dijo simplemente. Directo, como lo había hecho durante su conversación la noche anterior.
Ella se mordió el labio, sus pechos parecían abultarse dentro de las copas de su sujetador. Él también estaba excitado, en aquel momento, en aquel lugar, cerca de ella.
¿Significaba eso que estaba empalmado? Ella sufrió la necesidad de comprobarlo por sí misma, alargar la mano y presionarla delante de sus pantalones vaqueros.
—Dime por qué —le murmuró en lugar de eso.
Él observó a las chicas durante un momento más, lo que hizo que (____) volviera también a dirigir su mirada hacia ellas, y finalmente giró la cabeza para mirarla directamente a los ojos.
—Hay dos pares de todo. Dos pares de labios suaves y femeninos. Dos pares de pechos redondos. Todas esas curvas... moviéndose al unísono.
Oh. Quizás aquello tuviera sentido. Y quizás explicaba la razón por la que ella también se sentía excitada. Su mirada se quedó rezagada en los ojos de Joe, pero no pudo encontrar respuesta a eso, así que él continuó hablando.
—Me gustan las mujeres que son lo suficientemente libres como para seguir sus necesidades, perder sus inhibiciones.
Ahora ella encontraba la voz para responderle:
—No estoy segura de que tengan inhibiciones —y ambos rieron a carcajadas, pero se desvanecieron pronto porque el ambiente en el bar estaba volviéndose dominante.
A la izquierda de (____), la pareja que había visto bailando antes estaba ahora también besándose. Sus cuerpos se movían rítmicamente con la música, sus bocas se encontraban tan sensualmente como lo hacían sus pelvis. Y un chico gótico le mordisqueaba ahora el cuello a la chica del pelo rosa que había a la derecha de (_____). La chica sonreía, y dejaba que su lengua se deslizara lentamente a través de su labio superior. Era como si el sexo estuviera llenando la sala, flotando en el ambiente, casi como si de alguna manera, estuviera entrando en el edificio de la misma manera que en los casinos, donde se rumoreaba que se añadía oxígeno extra en las áreas de juego. A (____) le picaba la piel, unas sensaciones suaves pero poderosas le recorrían el cuerpo, y la hacían desear poder perderse en todo aquello.
Volvió a dirigir su atención hacia el escenario cuando Blush comenzaba una nueva canción con un ritmo erótico y sexy. No la conocía, así que supuso que era original. Y como la última canción, al parecer como la mayoría de sus canciones, hablaba de sexo.
Junto con el bombeo de un coro, la banda repetía las palabras «las mejores manos» una y otra vez, dejando que (____) concluyera lo que debería ser el título. La rubia cantaba acerca de las manos haciéndose camino a través de su piel, sobre dedos que se sumergían en lugares privados y finalmente sobre unas manos que provocaban y provocaban el éxtasis. Toda la multitud pronto se concentró en la joven mujer, que había empezado a moverse contra el micrófono, como había hecho antes.
(____) se dio cuenta de que no solo estaba observando a la cantante, que deslizaba el micrófono bajo sus piernas, empujando suavemente al ritmo de la canción, sino que también estaba observando la escena junto con Joe. Estaban siendo testigos de ello, juntos, estaban experimentándolo juntos. De hecho, estaban experimentando aquello con todas las personas que había en la sala. «Más sexo descarado y expuesto».
Y mientras pasaba el tiempo, se sentía menos asqueada de lo que se había sentido la noche anterior, y más fascinada.
Todo el bar parecía palpitar con el ritmo ahora, y (____) seguía moviendo las caderas hacia delante y hacia atrás, rodeándose de los embriagadores acordes.
Debería haberse sentido alarmada cuando sintió las manos de Joe sobre sus caderas, pero no lo hizo.
Era demasiado increíble sentirse acariciada por él, incluso justo de aquella pequeña manera, el placer la invadió con rapidez.
Y entonces, entonces, «oh, sí», estaba presionándola desde detrás, lo suficiente como para que ella se diera cuenta de que estaba excitándose contra su trasero. Aquello le parecía un sueño, una fantasía, pero era escandalosamente real.
En el oído, él le habló con un tono de voz áspero:
—Baila conmigo, (_____). Muévete conmigo.
Hubiera sido más inteligente apartarse, o decirle que estaban en aquel lugar por cuestiones profesionales, haciendo un trabajo. Que todo aquello era un error.
Pero simplemente no podía hacerlo. El sonido de la canción la embriagaba cada vez más. El alcohol que consumió le hacía cada vez más efecto. Estaba embriagada de Joe Jonas, y lo estuvo durante las últimas veinticuatro horas. Y había intentando comportarse con inteligencia, ser más fuerte que la lujuria, pero todo aquello la estaba consumiendo.
Así que se movió con él, bebió del calor de su cuerpo mientras él se inclinaba más cerca de ella, y sintió el poder de su caliente erección contra su trasero.
¿Le había hecho sentirse tan bien algo en toda su vida?
No lo creía.
No creía que ninguna sensación física la hubiera llevado a un estado tan rápido y profundo, dejándola sin fuerzas para luchar contra la situación.
Se balancearon juntos, mientras la rubia que había en el escenario ronroneaba las provocativas letras que añadían más combustible al fuego que los invadía. (____) no lo miró después de aquello, se limitó a mantener sus ojos justo hacia delante, y sentir todo lo que la rodeaba, intentando sobrevivir a ello, intentado creérselo, y preguntándose qué era lo próximo que iba a ocurrir.
Pero ella sabía lo que iba a ocurrir, desde luego que sí. La canción terminaría. La canción terminaría y entonces, dejarían de moverse al unísono, y fingirían que las cosas volvían otra vez a la normalidad, que él no la había tocado, que ella no había experimentado el profundo y crudo placer de su endurecida verga presionando contra su trasero.
Y fue justo cuando ella estaba llegando a aquella conclusión... cuando algo más sucedió.
La mano cálida y masculina que se había curvado a la derecha de su cadera, comenzaba avanzar hacia arriba, sobre la tela diáfana que le cubría el vientre y más y más alto, hasta detenerse a descansar bajo su pecho, y después, su pulgar se curvó sobre la redonda piel mientras sus otros dedos jugaban con la parte de abajo de su sujetador. El intenso deleite junto con la intensa necesidad de hacer que el contoneo de sus caderas fuera aún más sensual, hizo que su respiración comenzara a dificultarse y le temblara la vulva frenéticamente.
Fue entonces cuando su otra mano se deslizó hacia abajo sobre su muslo y acabó colándose debajo de su falda. Tan rápido, tan suave. Sus dedos se abrieron camino entre sus piernas, y acariciaron la sedosa piel que había allí.
Ella comenzó a respirar con más rapidez e involuntariamente se movió de una manera completamente nueva, haciendo ondas, como si estuviera manteniendo una relación sexual en aquel mismo momento. Recibió su caricia delante y presionó su trasero contra la excitación que la empujaba desde atrás. Entonces, él le rodeó la cintura con el brazo derecho para mantenerla estable, debía haberse dado cuenta de que estaba debilitándola, de que todo su cuerpo empezaba a convulsionarse a causa de las cálidas caricias que le proporcionaban sus dedos.
¿Vería alguien de los que estaban allí lo que estaba sucediendo en aquel instante, la manera en la que él estaba tocándola? Seguramente no, la multitud seguía apretujada, el espacio que había entre los cuerpos era casi oscuro, privado incluso dentro de lo público.
Había pasado ya un rato desde que había dejado de prestarle atención a la canción, pero levantó la cabeza hacia el escenario justo en el momento para captar la última línea: mis manos son las mejores. Era el giro imprevisto del final de la canción, la letrista no tenía amante alguno, se estaba tocando a sí misma.
Entonces, Joe le besó el cuello a (____), lo que hizo que nuevas espirales de placer invadieran su ser. Oh, Dios. Oh, Dios.
Y cuando la canción terminó, la multitud estalló en vítores, y Joe se inclinó hacia ella para hablarle con un tono de voz ronca:
—Ven conmigo.
Ell Payne'
Re: 7 noches de pecado(Joe&Tu) -Super Hot!- (T E R M I N A D A)!
Ella se dio la vuelta y vio que su mirada era ahora diferente, más paralizante aún. Porque tenía las manos en ella. Porque la deseaba tanto como ella le deseaba a él. Y las palabras de Taylor resonaron de nuevo en su cabeza. «Un amante instantáneo. Solo lujuria y excitación». Nunca había soñado que algo así pudiera suceder realmente.
La mano de Joe se cerraba con firmeza sobre su espalda, mientras tiraba de ella a través de la multitud. No podía ver a la gente a medida que la pasaba, no podía escuchar el principio de la siguiente canción, no podía concentrar su atención en otra cosa que no fuera él, y la necesidad que había crecido dentro de ella y que la estaba abrasando.
Salieron de la masa de gente casi al llegar a la parte trasera de la discoteca, y él la condujo rápidamente lejos de allí, hacia un pasillo iluminado con una luz tenue. Giró el pomo de una puerta sin letrero, pero estaba cerrada con llave.
—Mierda —murmuró en voz baja, y después intentó abrir otra de las puertas que había en el pasillo. Aquella sí se abrió y él tiró de ella hasta colarse dentro. Cerró la puerta detrás de ellos. Encendió el interruptor de la luz que salía de una tenue bombilla que había sobre sus cabezas.
Estaban en un pequeño almacén, entre cubos y escobas y estanterías llenas de productos de limpieza. A ella le latió el corazón con fuerza cuando se encontraron sus miradas. Ambos estaban excitados y preparados.
Joe levantó las manos hacia su cara y la besó, dirigiendo su cálida y húmeda lengua hacia el interior de sus labios. La boca de (____), todo su cuerpo, respondió ante aquella caricia, ya no era consciente de lo que hacía, seguía sus necesidades, apenas se acordaba de cómo le había dicho Joe que estaba excitado. Presionó las palmas de las manos contra su pecho, y clavó las uñas en su camisa cuando uno de aquellos cálidos besos dio paso a muchos más.
Entonces, él bajó la boca hacia su cuello y llevó las manos hacia su falda. La música de Blush hacía que todo el cuarto vibrara, pero el sonido que (____) podía distinguir con claridad era el de su propia respiración irregular a medida que Joe se abría camino con sus dedos bajo el cuero, en busca de sus braguitas. Con un solo tirón su tanga cayó al suelo y una ráfaga de aire frío impactó contra su vulva.
Él respiraba también con dificultad, los dos estaban ocupados intentando deshacerse apresuradamente del cinturón y los pantalones de Joe. Parte de ella no podía creer que estuviera permitiendo que aquello ocurriera, aunque no podía hacer nada para detenerlo.
Y cuando se abrió la cremallera de sus pantalones y Joe también se bajó los calzoncillos, (_____) se sintió más débil aún ante la vista de su verga. ¡Oh, cielos, era grande! Tan gruesa, larga y dura como una roca... por ella.
Ella la rodeó entera con su mano, haciendo que Joe soltara un gemido. No solía comportarse de forma agresiva cuando mantenía una relación sexual, pero también era cierto que no solía estar en un almacén dándose el lote con Joe Jonas.
Miró hacia abajo, a su erección y aquello la hizo sentirse más fuerte, y la manera en la que la sentía entre su mano, seda sobre acero, hacía que sintiera ganas de acercarla hacia su cuerpo, más y más cerca, hacía que necesitara sentirla dentro con más ansia de la que ella podía comprender.
—Espera —le susurró Joe, y el pánico la dejó paralizada, «¡Por favor, no te detengas ahora!». Pero él solo se sacó la cartera del bolsillo trasero de sus pantalones para coger un cuadrado de papel de aluminio.
—Ah —dijo ella aliviada. Después, añadió: —Date prisa.
Ella le sujetó su enorme verga hacia arriba y entre ellos, para que él pudiera enfundarse el preservativo.
La siguiente cosa de la que fue consciente fue de sus manos cerrándose sobre su trasero desnudo, y ella rodeándole la cintura con una de sus piernas, y él embistiendo con fuerza dentro de su hambrienta vulva.
—¡Oh! —gritó ella ante el impacto, y sus ojos se encontraron a medida que él empezaba a moverse en su interior.
Ella nunca había hecho algo tan animal en toda su vida, pero aquello era precisamente lo que le apetecía en aquel momento: un polvo animal, fuera de control y temerario. Tampoco había estado nunca con alguien que la tuviera tan grande, y la sensación de plenitud era casi abrumadora, especialmente estando de pie.
—Estás tan húmeda —le gruñó él, y ella le rodeó el cuello con los brazos y se sujetó con fuerza, mientras él embestía dentro de ella, y su piel lo recibía.
—Todo el día —admitió ella entre jadeos. —Y la pasada noche. ¡Oh, Dios! —gritó mientras él la llenaba una y otra vez. —Fóllame —le susurró ella al oído.
Era la primera vez que decía aquel tipo de cosas durante una relación sexual, pero como había pensado antes, era la primera vez que estaba con Joe Jonas. Estaba claro que la llevaba a nuevas alturas, o quizás a nuevas profundidades.
—Fóllame —le dijo otra vez. —Fóllame.
—Estoy follándote, nena —le aseguró él. —Estoy dándote duro.
Se movieron al unísono, con golpes firmes que resonaban en cada centímetro del cuerpo de (____) y ella las recibía, presionando hacia abajo, haciendo que sus movimientos frotaran su clítoris contra él.
—La siento tan grande —le jadeó ella. —La siento tan grande dentro de mí.
—Oh, nena, sí —le dijo él, con un tono de voz que denotaba una cierta arrogancia que ella sintió que le llegaba al alma. Y entonces, él empujó incluso más profundamente, y ella supo que él quería sentir cada centímetro de su cuerpo, quería que ella supiera con exactitud cómo de grande era.
Una sensación de intenso placer resonó en su espalda y descendió por sus muslos, y la debilidad que sentía amenazaba con dejarla caer al suelo. Joe la besó con fuerza y sus respiraciones irregulares casi apagan el eco de la música que se filtraba a través de la puerta.
—Déjame ver tus tetas —le pidió él, en unas palabras que atravesaron su ser. Él no podía llegar hacia ellas ya que tenía que sujetarla con ambas manos para que sus cuerpos siguieran entrelazados, y ella nunca había pensado poder sentir una orden tan excitante, pero así era. Se apresuró a tirar de los botones de su blusa, después levantó las manos para bajar los tirantes de su sujetador. Las copas cayeron hacia abajo y sus pechos saltaron libres, y al instante se deleitó con el hecho de haberlos revelado para él.
Él dejó escapar un gemido cuando sus ojos cayeron hacia sus senos, y ella notó que involuntariamente, su cuerpo se arqueaba hacia delante.
—Chúpalos —le dijo.
Otro gruñido salió de su boca cuando se inclinó para tomar uno de los turgentes pezones entre sus labios, tirando con fuerza de él.
—Oh, Dios —murmuró ella. —Oh, Dios, sí.
Ella estaba acercándose al límite, más y más, iba a alcanzar el éxtasis.
—Fóllame —le rogó otra vez. —Fóllame.
Él siguió dirigiendo su verga a más profundidad y lamiendo su pecho a medida que ella se movía contra él, y hacía cálidos y cerrados círculos con su cuerpo para obtener más placer aún.
—Oh... —gimió ella, perdida ya en las sensaciones, con los ojos cerrados. Se olvidó de que los dos estaban medio desnudos dentro de un pequeño almacén, se olvidó de que apenas lo conocía, se olvidó de que aquella era la relación sexual más ilícita que nunca antes había tenido, y explotó en un orgasmo. Gritó cuando la inundó, saliendo directamente de su vulva y extendiéndose hacia los dedos de sus manos y sus pies. —Sí, sí, sí—dijo ella entre sollozos, hasta que finalmente las olas de placer empezaron a calmarse y una debilidad total se apoderó de su cuerpo.
Abrió los ojos y pudo atisbar un vistazo de la bombilla que había sobre ellos, y luego vio otro de sus puntiagudos pezones abajo, brillando por la saliva que él había dejado y se sintió como alguien diferente. Hasta que lo miró a los ojos, y vio que sus brazos le rodeaban el cuello, fue entonces cuando se sintió como ella misma, viviendo una de sus fantasías más atrevidas, más atrevida en realidad de lo que nunca antes había escenificado.
—Oh, Dios —dijo.
—¿Te ha gustado? —le preguntó él, con aquellos ojos negros y excitantes que todavía estaban llenos de sofocante calor.
—Sí —suspiró ella, con una inclinación de cabeza lenta y agradecida. —Ahora... Fóllame más. Fóllame hasta que te corras —(___) no había sido ella misma desde que había llegado a la Ciudad del Pecado y no veía razón alguna por la que debía cambiar en aquel momento.
Todavía mirándose a los ojos, él la agarró con más fuerza del trasero y hundió los dedos ligeramente en su interior. Entonces, con los dientes apretados, comenzó a moverse, una vez, dos veces, una y otra vez, con embestidas lentas pero intensas que llegaron a lo más profundo de su interior. El cuerpo de (____) se sacudía con cada una de aquellas embestidas y sus pechos se mecían de un lado a otro. Por momentos, retiraba la cabeza hacia atrás, con los ojos cerrados, pero cuando los abría de nuevo, siempre encontraba la mirada de Joe y un acto tan íntimo hacía más poderosa cada sensación. Y fue entonces cuando él dijo:
—Dios, Dios, ahora —cuando cerró sus propios ojos en éxtasis.
(____) observó cómo lo inundaba el clímax, lo transformaba, observó cómo el placer y el dolor se reflejaba en la expresión de su cara, y casi vuelve a alcanzar el éxtasis solo de la pura alegría que sentía por haber hecho que él se sintiera de aquella manera.
Pero en el momento en el que él abrió los ojos y ella fue consciente de que se había acabado el sexo, empezó a sentirse de la misma manera en la que se había sentido al llegar al club aquella noche: un poco a la deriva, un poco insegura.
—¿Te ha gustado? —le preguntó ella, tal y como él lo había hecho.
—Ha sido perfecto.
Y entonces... nada. Ella no tenía ni idea de qué debía decir, cómo iban a ir las cosas a partir de aquel momento.
Suavemente, él salió de ella, dejándola de pie por sí sola. Dios, le temblaban las piernas. Y de repente, sintió el cuerpo completamente vacío. Luchó por mantener el equilibrio sobre sus pies, y recogió el sujetador para ponérselo de nuevo.
—Mierda —dijo él y luego añadió: —Lo siento.
Ella dudó un momento.
—¿Lo sientes?
—Es una mala idea follarse a alguien con el que trabajas.
—Oh. Sí. Yo pensaba lo mismo —se abotonó la blusa, y observó cómo él se quitaba el preservativo y lo dejaba caer en una papelera vacía, que descansaba convenientemente en el suelo, detrás de él.
Aquello estaba empezando a parecerle un poco surrealista. Acababa de hacerlo con Joe Jonas.
Pero no, espera... antes ya le había parecido surrealista. Aquello era mucho más que eso. Irreal. Inimaginable.
—Aunque —añadió ella, pensando en voz alta—, no es que sea la primera vez que tienes relaciones sexuales con alguien con el que trabajas, ¿no? —se refería a las cantantes.
Una pequeña y cínica sonrisa se le dibujó en la cara.
—Todo completamente consensual y sin promesas de contrato, por cierto.
—Te creo —le dijo ella suavemente. Y era verdad que lo hacía. No podía imaginar que Joe tuviera que hacer promesa alguna para llevarse a cualquier mujer a la cama.
—Y... era una costumbre que estaba intentando romper.
Ella se mordió el labio.
—Entonces, ¿qué te ha hecho cambiar de idea? Él se subió la cremallera de los pantalones y la miró a los ojos.
—Eres condenadamente sexy.
Se sentía completamente absorbida por aquel hombre y por lo que acababa de hacer con él, y puede que aquello demostrara que tenía un importante problema con su personalidad, pero no podía evitar sentirse deleitada con la idea de que Joe Jonas realmente la viera como una mujer condenadamente sexy. (_____) se consideraba una chica normal, bonita cuando tenía uno de esos días buenos, por lo que las palabras de Joe la hicieron temblar de los pies a la cabeza, la hicieron sentir por primera vez en su vida como si verdaderamente fuera una mujer atractiva y excitante.
—Quizás deberíamos dar la noche por acabada —le sugirió él.
—¿Qué pasa con el grupo?
—¿Tú qué dices? Si estuvieras aquí sin mí, ¿estarías preparada para ofrecer un contrato?
Ella no dudó y asintió con la cabeza.
—Sí.
—Bien. Porque eso es exactamente lo que voy a hacer. A la salida, nos presentaremos y acordaremos una reunión —agarró el pomo de la puerta, pero se detuvo para mirar hacia atrás. —¿Estás preparada?
Ella se miró de arriba abajo y se dio cuenta de que tenía las bragas alrededor de uno de sus botines.
—Sí, excepto por esto.
Vio cómo a Joe lo invadía un nuevo calor en su mirada, mientras se agachaba para quitárselas, y las dejaba caer también en la papelera. Antes de levantarse, miró su falda y murmuró:
—Sí, genial, nena.
Aquello fue suficiente para que ella se sintiera de nuevo completamente excitada, y rápido.
Así que cuando él se levantó y volvió a agarrarse al pomo de la puerta unos segundos más tarde, ella cerró la mano sobre su muñeca y le preguntó:
—Joe, acerca de lo que acaba de ocurrir...
—¿Sí?
—Ya que los dos estamos de acuerdo en que esto ha sido un error, será mejor que...
—¿Que no lo hagamos otra vez? —le dijo y ladeó su cabeza en un gesto sexy y la destelló con aquellos ojos seductores. —Mira, nena, no podemos decir que no volveremos a hacerlo y torturarnos durante los próximos días. Pero ya sabes lo que se suele decir.
—¿Qué se dice?
—Se dice que lo que pasa en Las Vegas, se queda en Las Vegas —y terminó con un seductor guiño.
—Oh —dijo ella, en un tono de voz demasiado suave.
Taylor había dicho las mismas palabras cuando habían estado discutiendo la idea de que (_____) se acostara con Joe, una idea que entonces le parecía imposible. Y lo que él estaba diciéndole ahora era que quería pasárselo bien con ella mientras estuvieran en aquel lugar, pero olvidarse de todo lo que había ocurrido una vez que llegaran a Los Ángeles. Y quizás había algo en todo aquello que ofendiera a la vieja (____), pero que en el mundo de la nueva (____), parecía una idea perfectamente aceptable. Y entonces, más palabras de Taylor llegaron a su mente. «Sin jaleos, sin preocupaciones, nada que implique la complicación del afecto».
Por supuesto, la verdad era que después de aquello era muy probable que trabajar con él a largo plazo le pareciera algo imposible. Porque cada vez que lo mirara, recordaría que se lo había tirado. Y que quería volver a hacerlo.
Pero también era muy probable que no tuviera que preocuparse por eso. Porque era muy factible que él perdiera su puesto de trabajo.
Una idea que hacía que el estómago le diera vueltas y por una razón completamente diferente: el engaño.
Pero simplemente no podía pensar sobre aquello en ese instante. No había respuesta ni solución acertada, así que ¿para qué molestarse? No tenía intención alguna de dejar que el comportamiento poco limpio de Jenkins arruinara el mejor sexo que había tenido en su vida con el hombre más excitante que nunca antes había conocido.
Y dada su precaria situación, disfrutar de ello en aquel momento y cortarlo al final de la semana le sonaba... bueno, como el plan perfecto.
La mano de Joe se cerraba con firmeza sobre su espalda, mientras tiraba de ella a través de la multitud. No podía ver a la gente a medida que la pasaba, no podía escuchar el principio de la siguiente canción, no podía concentrar su atención en otra cosa que no fuera él, y la necesidad que había crecido dentro de ella y que la estaba abrasando.
Salieron de la masa de gente casi al llegar a la parte trasera de la discoteca, y él la condujo rápidamente lejos de allí, hacia un pasillo iluminado con una luz tenue. Giró el pomo de una puerta sin letrero, pero estaba cerrada con llave.
—Mierda —murmuró en voz baja, y después intentó abrir otra de las puertas que había en el pasillo. Aquella sí se abrió y él tiró de ella hasta colarse dentro. Cerró la puerta detrás de ellos. Encendió el interruptor de la luz que salía de una tenue bombilla que había sobre sus cabezas.
Estaban en un pequeño almacén, entre cubos y escobas y estanterías llenas de productos de limpieza. A ella le latió el corazón con fuerza cuando se encontraron sus miradas. Ambos estaban excitados y preparados.
Joe levantó las manos hacia su cara y la besó, dirigiendo su cálida y húmeda lengua hacia el interior de sus labios. La boca de (____), todo su cuerpo, respondió ante aquella caricia, ya no era consciente de lo que hacía, seguía sus necesidades, apenas se acordaba de cómo le había dicho Joe que estaba excitado. Presionó las palmas de las manos contra su pecho, y clavó las uñas en su camisa cuando uno de aquellos cálidos besos dio paso a muchos más.
Entonces, él bajó la boca hacia su cuello y llevó las manos hacia su falda. La música de Blush hacía que todo el cuarto vibrara, pero el sonido que (____) podía distinguir con claridad era el de su propia respiración irregular a medida que Joe se abría camino con sus dedos bajo el cuero, en busca de sus braguitas. Con un solo tirón su tanga cayó al suelo y una ráfaga de aire frío impactó contra su vulva.
Él respiraba también con dificultad, los dos estaban ocupados intentando deshacerse apresuradamente del cinturón y los pantalones de Joe. Parte de ella no podía creer que estuviera permitiendo que aquello ocurriera, aunque no podía hacer nada para detenerlo.
Y cuando se abrió la cremallera de sus pantalones y Joe también se bajó los calzoncillos, (_____) se sintió más débil aún ante la vista de su verga. ¡Oh, cielos, era grande! Tan gruesa, larga y dura como una roca... por ella.
Ella la rodeó entera con su mano, haciendo que Joe soltara un gemido. No solía comportarse de forma agresiva cuando mantenía una relación sexual, pero también era cierto que no solía estar en un almacén dándose el lote con Joe Jonas.
Miró hacia abajo, a su erección y aquello la hizo sentirse más fuerte, y la manera en la que la sentía entre su mano, seda sobre acero, hacía que sintiera ganas de acercarla hacia su cuerpo, más y más cerca, hacía que necesitara sentirla dentro con más ansia de la que ella podía comprender.
—Espera —le susurró Joe, y el pánico la dejó paralizada, «¡Por favor, no te detengas ahora!». Pero él solo se sacó la cartera del bolsillo trasero de sus pantalones para coger un cuadrado de papel de aluminio.
—Ah —dijo ella aliviada. Después, añadió: —Date prisa.
Ella le sujetó su enorme verga hacia arriba y entre ellos, para que él pudiera enfundarse el preservativo.
La siguiente cosa de la que fue consciente fue de sus manos cerrándose sobre su trasero desnudo, y ella rodeándole la cintura con una de sus piernas, y él embistiendo con fuerza dentro de su hambrienta vulva.
—¡Oh! —gritó ella ante el impacto, y sus ojos se encontraron a medida que él empezaba a moverse en su interior.
Ella nunca había hecho algo tan animal en toda su vida, pero aquello era precisamente lo que le apetecía en aquel momento: un polvo animal, fuera de control y temerario. Tampoco había estado nunca con alguien que la tuviera tan grande, y la sensación de plenitud era casi abrumadora, especialmente estando de pie.
—Estás tan húmeda —le gruñó él, y ella le rodeó el cuello con los brazos y se sujetó con fuerza, mientras él embestía dentro de ella, y su piel lo recibía.
—Todo el día —admitió ella entre jadeos. —Y la pasada noche. ¡Oh, Dios! —gritó mientras él la llenaba una y otra vez. —Fóllame —le susurró ella al oído.
Era la primera vez que decía aquel tipo de cosas durante una relación sexual, pero como había pensado antes, era la primera vez que estaba con Joe Jonas. Estaba claro que la llevaba a nuevas alturas, o quizás a nuevas profundidades.
—Fóllame —le dijo otra vez. —Fóllame.
—Estoy follándote, nena —le aseguró él. —Estoy dándote duro.
Se movieron al unísono, con golpes firmes que resonaban en cada centímetro del cuerpo de (____) y ella las recibía, presionando hacia abajo, haciendo que sus movimientos frotaran su clítoris contra él.
—La siento tan grande —le jadeó ella. —La siento tan grande dentro de mí.
—Oh, nena, sí —le dijo él, con un tono de voz que denotaba una cierta arrogancia que ella sintió que le llegaba al alma. Y entonces, él empujó incluso más profundamente, y ella supo que él quería sentir cada centímetro de su cuerpo, quería que ella supiera con exactitud cómo de grande era.
Una sensación de intenso placer resonó en su espalda y descendió por sus muslos, y la debilidad que sentía amenazaba con dejarla caer al suelo. Joe la besó con fuerza y sus respiraciones irregulares casi apagan el eco de la música que se filtraba a través de la puerta.
—Déjame ver tus tetas —le pidió él, en unas palabras que atravesaron su ser. Él no podía llegar hacia ellas ya que tenía que sujetarla con ambas manos para que sus cuerpos siguieran entrelazados, y ella nunca había pensado poder sentir una orden tan excitante, pero así era. Se apresuró a tirar de los botones de su blusa, después levantó las manos para bajar los tirantes de su sujetador. Las copas cayeron hacia abajo y sus pechos saltaron libres, y al instante se deleitó con el hecho de haberlos revelado para él.
Él dejó escapar un gemido cuando sus ojos cayeron hacia sus senos, y ella notó que involuntariamente, su cuerpo se arqueaba hacia delante.
—Chúpalos —le dijo.
Otro gruñido salió de su boca cuando se inclinó para tomar uno de los turgentes pezones entre sus labios, tirando con fuerza de él.
—Oh, Dios —murmuró ella. —Oh, Dios, sí.
Ella estaba acercándose al límite, más y más, iba a alcanzar el éxtasis.
—Fóllame —le rogó otra vez. —Fóllame.
Él siguió dirigiendo su verga a más profundidad y lamiendo su pecho a medida que ella se movía contra él, y hacía cálidos y cerrados círculos con su cuerpo para obtener más placer aún.
—Oh... —gimió ella, perdida ya en las sensaciones, con los ojos cerrados. Se olvidó de que los dos estaban medio desnudos dentro de un pequeño almacén, se olvidó de que apenas lo conocía, se olvidó de que aquella era la relación sexual más ilícita que nunca antes había tenido, y explotó en un orgasmo. Gritó cuando la inundó, saliendo directamente de su vulva y extendiéndose hacia los dedos de sus manos y sus pies. —Sí, sí, sí—dijo ella entre sollozos, hasta que finalmente las olas de placer empezaron a calmarse y una debilidad total se apoderó de su cuerpo.
Abrió los ojos y pudo atisbar un vistazo de la bombilla que había sobre ellos, y luego vio otro de sus puntiagudos pezones abajo, brillando por la saliva que él había dejado y se sintió como alguien diferente. Hasta que lo miró a los ojos, y vio que sus brazos le rodeaban el cuello, fue entonces cuando se sintió como ella misma, viviendo una de sus fantasías más atrevidas, más atrevida en realidad de lo que nunca antes había escenificado.
—Oh, Dios —dijo.
—¿Te ha gustado? —le preguntó él, con aquellos ojos negros y excitantes que todavía estaban llenos de sofocante calor.
—Sí —suspiró ella, con una inclinación de cabeza lenta y agradecida. —Ahora... Fóllame más. Fóllame hasta que te corras —(___) no había sido ella misma desde que había llegado a la Ciudad del Pecado y no veía razón alguna por la que debía cambiar en aquel momento.
Todavía mirándose a los ojos, él la agarró con más fuerza del trasero y hundió los dedos ligeramente en su interior. Entonces, con los dientes apretados, comenzó a moverse, una vez, dos veces, una y otra vez, con embestidas lentas pero intensas que llegaron a lo más profundo de su interior. El cuerpo de (____) se sacudía con cada una de aquellas embestidas y sus pechos se mecían de un lado a otro. Por momentos, retiraba la cabeza hacia atrás, con los ojos cerrados, pero cuando los abría de nuevo, siempre encontraba la mirada de Joe y un acto tan íntimo hacía más poderosa cada sensación. Y fue entonces cuando él dijo:
—Dios, Dios, ahora —cuando cerró sus propios ojos en éxtasis.
(____) observó cómo lo inundaba el clímax, lo transformaba, observó cómo el placer y el dolor se reflejaba en la expresión de su cara, y casi vuelve a alcanzar el éxtasis solo de la pura alegría que sentía por haber hecho que él se sintiera de aquella manera.
Pero en el momento en el que él abrió los ojos y ella fue consciente de que se había acabado el sexo, empezó a sentirse de la misma manera en la que se había sentido al llegar al club aquella noche: un poco a la deriva, un poco insegura.
—¿Te ha gustado? —le preguntó ella, tal y como él lo había hecho.
—Ha sido perfecto.
Y entonces... nada. Ella no tenía ni idea de qué debía decir, cómo iban a ir las cosas a partir de aquel momento.
Suavemente, él salió de ella, dejándola de pie por sí sola. Dios, le temblaban las piernas. Y de repente, sintió el cuerpo completamente vacío. Luchó por mantener el equilibrio sobre sus pies, y recogió el sujetador para ponérselo de nuevo.
—Mierda —dijo él y luego añadió: —Lo siento.
Ella dudó un momento.
—¿Lo sientes?
—Es una mala idea follarse a alguien con el que trabajas.
—Oh. Sí. Yo pensaba lo mismo —se abotonó la blusa, y observó cómo él se quitaba el preservativo y lo dejaba caer en una papelera vacía, que descansaba convenientemente en el suelo, detrás de él.
Aquello estaba empezando a parecerle un poco surrealista. Acababa de hacerlo con Joe Jonas.
Pero no, espera... antes ya le había parecido surrealista. Aquello era mucho más que eso. Irreal. Inimaginable.
—Aunque —añadió ella, pensando en voz alta—, no es que sea la primera vez que tienes relaciones sexuales con alguien con el que trabajas, ¿no? —se refería a las cantantes.
Una pequeña y cínica sonrisa se le dibujó en la cara.
—Todo completamente consensual y sin promesas de contrato, por cierto.
—Te creo —le dijo ella suavemente. Y era verdad que lo hacía. No podía imaginar que Joe tuviera que hacer promesa alguna para llevarse a cualquier mujer a la cama.
—Y... era una costumbre que estaba intentando romper.
Ella se mordió el labio.
—Entonces, ¿qué te ha hecho cambiar de idea? Él se subió la cremallera de los pantalones y la miró a los ojos.
—Eres condenadamente sexy.
Se sentía completamente absorbida por aquel hombre y por lo que acababa de hacer con él, y puede que aquello demostrara que tenía un importante problema con su personalidad, pero no podía evitar sentirse deleitada con la idea de que Joe Jonas realmente la viera como una mujer condenadamente sexy. (_____) se consideraba una chica normal, bonita cuando tenía uno de esos días buenos, por lo que las palabras de Joe la hicieron temblar de los pies a la cabeza, la hicieron sentir por primera vez en su vida como si verdaderamente fuera una mujer atractiva y excitante.
—Quizás deberíamos dar la noche por acabada —le sugirió él.
—¿Qué pasa con el grupo?
—¿Tú qué dices? Si estuvieras aquí sin mí, ¿estarías preparada para ofrecer un contrato?
Ella no dudó y asintió con la cabeza.
—Sí.
—Bien. Porque eso es exactamente lo que voy a hacer. A la salida, nos presentaremos y acordaremos una reunión —agarró el pomo de la puerta, pero se detuvo para mirar hacia atrás. —¿Estás preparada?
Ella se miró de arriba abajo y se dio cuenta de que tenía las bragas alrededor de uno de sus botines.
—Sí, excepto por esto.
Vio cómo a Joe lo invadía un nuevo calor en su mirada, mientras se agachaba para quitárselas, y las dejaba caer también en la papelera. Antes de levantarse, miró su falda y murmuró:
—Sí, genial, nena.
Aquello fue suficiente para que ella se sintiera de nuevo completamente excitada, y rápido.
Así que cuando él se levantó y volvió a agarrarse al pomo de la puerta unos segundos más tarde, ella cerró la mano sobre su muñeca y le preguntó:
—Joe, acerca de lo que acaba de ocurrir...
—¿Sí?
—Ya que los dos estamos de acuerdo en que esto ha sido un error, será mejor que...
—¿Que no lo hagamos otra vez? —le dijo y ladeó su cabeza en un gesto sexy y la destelló con aquellos ojos seductores. —Mira, nena, no podemos decir que no volveremos a hacerlo y torturarnos durante los próximos días. Pero ya sabes lo que se suele decir.
—¿Qué se dice?
—Se dice que lo que pasa en Las Vegas, se queda en Las Vegas —y terminó con un seductor guiño.
—Oh —dijo ella, en un tono de voz demasiado suave.
Taylor había dicho las mismas palabras cuando habían estado discutiendo la idea de que (_____) se acostara con Joe, una idea que entonces le parecía imposible. Y lo que él estaba diciéndole ahora era que quería pasárselo bien con ella mientras estuvieran en aquel lugar, pero olvidarse de todo lo que había ocurrido una vez que llegaran a Los Ángeles. Y quizás había algo en todo aquello que ofendiera a la vieja (____), pero que en el mundo de la nueva (____), parecía una idea perfectamente aceptable. Y entonces, más palabras de Taylor llegaron a su mente. «Sin jaleos, sin preocupaciones, nada que implique la complicación del afecto».
Por supuesto, la verdad era que después de aquello era muy probable que trabajar con él a largo plazo le pareciera algo imposible. Porque cada vez que lo mirara, recordaría que se lo había tirado. Y que quería volver a hacerlo.
Pero también era muy probable que no tuviera que preocuparse por eso. Porque era muy factible que él perdiera su puesto de trabajo.
Una idea que hacía que el estómago le diera vueltas y por una razón completamente diferente: el engaño.
Pero simplemente no podía pensar sobre aquello en ese instante. No había respuesta ni solución acertada, así que ¿para qué molestarse? No tenía intención alguna de dejar que el comportamiento poco limpio de Jenkins arruinara el mejor sexo que había tenido en su vida con el hombre más excitante que nunca antes había conocido.
Y dada su precaria situación, disfrutar de ello en aquel momento y cortarlo al final de la semana le sonaba... bueno, como el plan perfecto.
Ell Payne'
Re: 7 noches de pecado(Joe&Tu) -Super Hot!- (T E R M I N A D A)!
CAPÍTULO 05;SEGUNDA NOCHE
Joe guió a (_____) por el pasillo, y avanzaban cogidos de la mano, cuando la voz ahumada de la cantante líder de Blush resonó en los altavoces que había en la discoteca, diciendo «Vamos a tomarnos un pequeño descanso, pero no se vayan a ningún sitio porque esto acaba de empezar». Se dirigieron hacia el escenario, lo único que Joe anhelaba era interceptar al grupo y salir de allí.
Mierda, (____) lo había excitado mucho, y rápido. Demasiado para no follarse a la chica a la que estaba formando. Joder, suponía que ese era el tipo de hombre que era, pensaba que la vida era demasiado corta como para no ceder al placer, siempre y cuando aquello no le hiciera mal a nadie. E incluso si aquello le parecía una mala idea, quizás no lo fuera después de todo. Ya que ella no era una artista en potencia de Blue Night, estaba claro que aquello de pasar un buen rato juntos no le causaría a él ningún daño, ni a cualquier otra persona.
Por fortuna, se encontró cara a cara con la cantante de Blush cuando ésta bajaba los pocos escalones que había a un lado del escenario. Él le tendió la mano.
—Hola. Soy Joe Jonas, de Blue Night Records.
La descarada rubia, tan brillante y moderna en el escenario, parecía de repente desfallecer, abrió los ojos de par en par y lo miró boquiabierta.
—Oh, Dios. Eres tú.
—Esta es mi socia, (______) Cayton, y hemos estado disfrutando del espectáculo de esta noche —«tanto que hemos acabado haciéndolo en un almacén».
Joe sabía que el ambiente que había creado el grupo con su música era solo parte de lo que lo había arrastrado a (____) aquella noche, pero no podía negar que el estilo particular del espectáculo de Blush también había incitado a (____), creando una atracción mutua a velocidad de vértigo.
Cuando la cantante, Candy Lark, se presentó a sí misma y al resto del grupo, Joe vio cómo se encendían los ojos de todas las chicas, y después fue directamente al grano y les dijo que quería contratarlas. Unos pocos miembros del grupo se pusieron a dar saltos, gritando por la emoción que le producía aquello, mientras que Candy Lark hizo lo que pudo para comportarse de manera profesional y le dio las gracias por haber ido al club para verlas. Él le pasó una tarjeta en la que ya había escrito el número de la habitación en el hotel Venecia, y después, acordó una reunión para el desayuno de la siguiente mañana en su suite.
A él todavía le encantaba aquella parte de su trabajo, darle a alguien la oportunidad de hacer que sus sueños se volvieran realidad. Había sido formado —y debía formar también a (____)— para recordar que aquello eran negocios, que se hablaba de beneficios y dinero, pero también le parecía importante actuar con el corazón en el trabajo.
Cinco minutos más tarde, se deslizaba dentro del taxi junto a (_____), contento por volver a estar solo con ella, aunque no estaba muy seguro de a qué se debía aquello. De acuerdo, no habían tenido tiempo para mantener una conversación agradable después de copular frenéticamente, pero no era especialmente el tipo de persona a la que le gusta hablar mucho después de tener relaciones sexuales. Quizás era la pequeña y sexy sonrisa que resplandecía en los oscuros confines de aquel taxi lo que le hacía disfrutar tan solo de su presencia.
—¿Por qué la sonrisa? —le preguntó, mientras el taxi se alejaba del Fetiche. —¿Estás emocionada por la oferta del contrato?
Ella se mordió el labio y a él le pareció que estaba condenadamente atractiva, incluso bajo aquella tenue luz, y le respondió con un tono de voz bajo para que solo ellos pudieran escucharla.
—Oh, eso ha sido emocionante, pero la verdad es... que estaba pensando en el hecho de que no llevo bragas.
Notó cómo se le tensaba la ingle y no pudo evitar concederle una pequeña sonrisa.
—¿Sueles sonreír cuando no llevas bragas?
—Nunca he ido sin ellas hasta ahora —le confió ella.
Aquello lo sorprendió un poco. Porque ella parecía completamente despreocupada. Y a pesar de la conversación que habían tenido la noche anterior acerca de tener relaciones sexuales en un lugar privado, aquella noche parecía una chica que... bueno, que ya hubiera tenido relaciones en un almacén una o dos veces antes de aquello.
—¿Nunca? —le preguntó.
—Jamás.
Él ladeó la cabeza, todavía estaba intentando llegar al fondo de lo que él sabía que era una sonrisa atrevida. ¿Y...?
Ella sopesó su respuesta, parecía extrañamente joven e inocente y contenta consigo misma.
—Me hace sentir... salvaje. Sexy. Libre.
Mierda, ahí estaba otra vez, aquella parte genuina de ella. La parte de ella que era tan real que él casi podía saborear. Y le gustaba. Un montón. En sus treinta y cinco años de vida, había pasado el mayor parte del tiempo disfrutando con las mujeres, y no estaba muy seguro de que alguna vez hubiera conocido a alguien como ella.
Sin planearlo, se inclinó hacia delante en el taxi y la besó.
—Quédate en mi habitación esta noche —le dijo al oído en voz baja.
Ella se hizo hacia atrás para poder mirarlo y le ofreció una sonrisa juguetona.
—Tengo que advertírtelo, esa bebida, después del vino que he tomado en la cena, me ha dejado algo atontada. Puede que me quede dormida pronto.
—No me importa, siempre y cuando lo hagas desnuda.
Joe guió a (_____) por el pasillo, y avanzaban cogidos de la mano, cuando la voz ahumada de la cantante líder de Blush resonó en los altavoces que había en la discoteca, diciendo «Vamos a tomarnos un pequeño descanso, pero no se vayan a ningún sitio porque esto acaba de empezar». Se dirigieron hacia el escenario, lo único que Joe anhelaba era interceptar al grupo y salir de allí.
Mierda, (____) lo había excitado mucho, y rápido. Demasiado para no follarse a la chica a la que estaba formando. Joder, suponía que ese era el tipo de hombre que era, pensaba que la vida era demasiado corta como para no ceder al placer, siempre y cuando aquello no le hiciera mal a nadie. E incluso si aquello le parecía una mala idea, quizás no lo fuera después de todo. Ya que ella no era una artista en potencia de Blue Night, estaba claro que aquello de pasar un buen rato juntos no le causaría a él ningún daño, ni a cualquier otra persona.
Por fortuna, se encontró cara a cara con la cantante de Blush cuando ésta bajaba los pocos escalones que había a un lado del escenario. Él le tendió la mano.
—Hola. Soy Joe Jonas, de Blue Night Records.
La descarada rubia, tan brillante y moderna en el escenario, parecía de repente desfallecer, abrió los ojos de par en par y lo miró boquiabierta.
—Oh, Dios. Eres tú.
—Esta es mi socia, (______) Cayton, y hemos estado disfrutando del espectáculo de esta noche —«tanto que hemos acabado haciéndolo en un almacén».
Joe sabía que el ambiente que había creado el grupo con su música era solo parte de lo que lo había arrastrado a (____) aquella noche, pero no podía negar que el estilo particular del espectáculo de Blush también había incitado a (____), creando una atracción mutua a velocidad de vértigo.
Cuando la cantante, Candy Lark, se presentó a sí misma y al resto del grupo, Joe vio cómo se encendían los ojos de todas las chicas, y después fue directamente al grano y les dijo que quería contratarlas. Unos pocos miembros del grupo se pusieron a dar saltos, gritando por la emoción que le producía aquello, mientras que Candy Lark hizo lo que pudo para comportarse de manera profesional y le dio las gracias por haber ido al club para verlas. Él le pasó una tarjeta en la que ya había escrito el número de la habitación en el hotel Venecia, y después, acordó una reunión para el desayuno de la siguiente mañana en su suite.
A él todavía le encantaba aquella parte de su trabajo, darle a alguien la oportunidad de hacer que sus sueños se volvieran realidad. Había sido formado —y debía formar también a (____)— para recordar que aquello eran negocios, que se hablaba de beneficios y dinero, pero también le parecía importante actuar con el corazón en el trabajo.
Cinco minutos más tarde, se deslizaba dentro del taxi junto a (_____), contento por volver a estar solo con ella, aunque no estaba muy seguro de a qué se debía aquello. De acuerdo, no habían tenido tiempo para mantener una conversación agradable después de copular frenéticamente, pero no era especialmente el tipo de persona a la que le gusta hablar mucho después de tener relaciones sexuales. Quizás era la pequeña y sexy sonrisa que resplandecía en los oscuros confines de aquel taxi lo que le hacía disfrutar tan solo de su presencia.
—¿Por qué la sonrisa? —le preguntó, mientras el taxi se alejaba del Fetiche. —¿Estás emocionada por la oferta del contrato?
Ella se mordió el labio y a él le pareció que estaba condenadamente atractiva, incluso bajo aquella tenue luz, y le respondió con un tono de voz bajo para que solo ellos pudieran escucharla.
—Oh, eso ha sido emocionante, pero la verdad es... que estaba pensando en el hecho de que no llevo bragas.
Notó cómo se le tensaba la ingle y no pudo evitar concederle una pequeña sonrisa.
—¿Sueles sonreír cuando no llevas bragas?
—Nunca he ido sin ellas hasta ahora —le confió ella.
Aquello lo sorprendió un poco. Porque ella parecía completamente despreocupada. Y a pesar de la conversación que habían tenido la noche anterior acerca de tener relaciones sexuales en un lugar privado, aquella noche parecía una chica que... bueno, que ya hubiera tenido relaciones en un almacén una o dos veces antes de aquello.
—¿Nunca? —le preguntó.
—Jamás.
Él ladeó la cabeza, todavía estaba intentando llegar al fondo de lo que él sabía que era una sonrisa atrevida. ¿Y...?
Ella sopesó su respuesta, parecía extrañamente joven e inocente y contenta consigo misma.
—Me hace sentir... salvaje. Sexy. Libre.
Mierda, ahí estaba otra vez, aquella parte genuina de ella. La parte de ella que era tan real que él casi podía saborear. Y le gustaba. Un montón. En sus treinta y cinco años de vida, había pasado el mayor parte del tiempo disfrutando con las mujeres, y no estaba muy seguro de que alguna vez hubiera conocido a alguien como ella.
Sin planearlo, se inclinó hacia delante en el taxi y la besó.
—Quédate en mi habitación esta noche —le dijo al oído en voz baja.
Ella se hizo hacia atrás para poder mirarlo y le ofreció una sonrisa juguetona.
—Tengo que advertírtelo, esa bebida, después del vino que he tomado en la cena, me ha dejado algo atontada. Puede que me quede dormida pronto.
—No me importa, siempre y cuando lo hagas desnuda.
Ell Payne'
Re: 7 noches de pecado(Joe&Tu) -Super Hot!- (T E R M I N A D A)!
Madi D' JoeJonas escribió:
y apenas es la SEGUNDA NOCHE :twisted:
Falthaaaaa muchisimo
espero qe la sigas leyendo :D
y recomiendala qiero lectoras
Ell Payne'
Re: 7 noches de pecado(Joe&Tu) -Super Hot!- (T E R M I N A D A)!
ElviiThaJonas escribió:Madi D' JoeJonas escribió:
y apenas es la SEGUNDA NOCHE :twisted:
Falthaaaaa muchisimo
espero qe la sigas leyendo :D
y recomiendala qiero lectoras
Si yo see (8
Esta nove es demaciado HOTHOTHOT *----*
Yo ya la he leido xD
Wao... ¿Sera que soy pervertida o que? xD
Esta nove es demaciado HOTHOTHOT *----*
Yo ya la he leido xD
Wao... ¿Sera que soy pervertida o que? xD
#Just_InLove[Ori]
Re: 7 noches de pecado(Joe&Tu) -Super Hot!- (T E R M I N A D A)!
CAPÍTULO 06;SEGUNDA NOCHE
(____) estaba tumbada en su cama y se le cerraban los ojos. Él se levantó sobre ella, sonriéndole. Al parecer, habló en serio acerca de que la bebida la había dejado algo atontada.
—¿Estás despierta?
—Mmm —murmuró ella.
—¿Quieres dormir con la ropa puesta? —al ver que no le respondía, añadió—, ¿o quieres que te desnude yo? —Mmm, sí eso.
Joe prefería como mucho desnudar a las mujeres cuando estaban despiertas y podían disfrutar de ello, pero tenerla dormida y desnuda a su lado le parecía todavía una buena idea y había desnudado ya a suficientes mujeres para que aquello le supusiera reto alguno.
Empezó con sus botas. Les bajó la cremallera y se las quitó, revelando unas finas medias de color negro que le llegaban a las rodillas, las mismas que hubiera llevado una colegiala católica. El contraste entre las medias y el resto del conjunto le hizo esbozar una sonrisa. Ella no era ninguna colegiala, pero incluso después de lo que habían compartido en el almacén, sentía una cierta inocencia en ella que lo atraía.
Dejó caer con suavidad las botas a la moqueta, a los pies de la cama gigante, y después fue hasta su blusa, y empezó a desabrocharle los botones del pecho, hacia abajo. Apenas había tenido la oportunidad de ver el sexy sujetador que llevaba; lo había visto a través de la tela de leopardo y echado un vistazo cuando estaba dentro de ella, pero en aquel momento se fijó en los bordes afestonados de las copas de corte bajo y la manera en la que elevaban sus pechos hacia arriba, creando unos montes redondos y firmes.
Mierda. Deseaba besarlos, masajearlos.
Pero ella estaba dormida, o lo suficientemente cerca de estarlo, así que todo lo que podía hacer era mirar, y sufrir cómo su excitación crecía bajo la cremallera de sus pantalones.
Necesitaba algo de ayuda para quitarle la blusa.
—Vamos, nena, levántate para mí —le susurró, mientras deslizaba uno de los brazos bajo su espalda. Ella cooperó, dejando escapar un gemido ligeramente gruñón, y él pudo quitarle la blusa pronto. Y, dejando ahora las dos manos bajo su espalda, desabrochó a ciegas el sujetador y también se lo quitó.
Por supuesto, le miró los pechos, porque no podía desvestir a una mujer y no mirarle los pechos.
No tenían un aspecto tan firme como cuando llevaba puesto el sujetador, pero todavía eran preciosos, amplios, con unos pezones rosas, tensos y alargados. Mierda, deseaba chupárselos, como lo había hecho en el almacén. Pero aquella vez quería que todo fuera mucho más lento, para poder explorar cada una de sus delicadas curvas, su vientre suave y plano, sus sedosos hombros, toda la longitud de su cuello. Sintió cómo se endurecía solo pensando en aquello, y aún más cuando su mirada volvió a recaer en su pecho. Copas C, supuso él, y después recordó que tenía el sujetador en la mano. Observó la etiqueta y, como había pensado, encontró marcado 90C.
Llevaba un collar muy sexy, de color negro y decorado con abalorios, como sus pendientes, pero decidió que iba a dejarlo todo donde estaba, por puro interés personal. Le gustaba el aspecto que tenía con él, casi desvestida por completo pero todavía llevando joyas.
Dejó su blusa y su sujetador sobre el banco tapizado que había al final de la cama, y después regresó para deshacerse de la última pieza de ropa que le quedaba. Era un ensueño de belleza erótica, tumbada desnuda excepto por su falda, con los brazos colgando ahora sensualmente sobre la cabeza, y aquel collar rodeándole su esbelto cuello, pero él sintió que había estado engañándose a sí mismo si negaba no querer verla completamente desnuda, incluso aunque estuviera dormida.
Con suavidad, le bajó la cremallera de la falda, y deslizó el cuero alrededor de sus caderas.
—Levanta las caderas, cariño —insistió él, tirando suavemente hacia debajo de la tela hasta que su trasero se levantó ligeramente.
Llevó la falda hacia las rodillas y más abajo, pronto la dejó también sobre el banco, al mismo tiempo que estudiaba su bonita vulva. Cubierta con oscuros rizos, todavía podía ver la abertura que marcaba una línea hacia abajo por el centro.
La bestia que había en él quería extenderle las piernas, observarla abierta, ver la piel de color rosa en donde había estado no hacía tanto tiempo.
Aun así él tenía sus límites. No sobornaba a las cantantes para que mantuvieran relaciones sexuales con él y tampoco manipulaba a una mujer que estaba dormida.
Pero todavía pensaba en ello, en abrirle los muslos, en estudiar su vulva, en lamerla, en saborear sus dulces jugos, y tenía la sensación de que iba a tener que estar despierto un rato, para luchar contra una erección que todavía estaba creciendo.
¿Por qué demonios estaba tan excitado? Hacía menos de una hora que había tenido un orgasmo. Y la escena de una mujer desnuda en su cama no era exactamente algo extraño.
«Ella confía en ti».
Aquellas palabras vinieron inesperadamente, como si fueran una respuesta a todas sus preguntas. Apenas conocía a (_____), y junto con su autenticidad sentía una cierta confianza en su sinceridad. Una sensación que le decía ahora que quizás fuera verdad que nunca antes se hubiera follado a un hombre en un almacén. Después de todo, incluso las sugerentes vallas publicitarias la hacían sentirse incómoda. Por lo que puede que la persona que hubiera sido aquella noche, con él, no hubiera existido antes.
Y en aquel momento, había confiado en él lo suficiente como para que le quitara la ropa y la metiera en la cama. Por supuesto, estaba borracha, pero aun así, cuando él se ofreció para desvestirla y ella había aceptado, advirtió una pequeña sonrisa de alegría en sus labios, casi como si hiciera muchos años que los dos se conocían.
Joe nunca había estado con una mujer durante años, por lo que no solía sentir aquella especie de confianza ciega y sincera.
Pero espera, aquello no era verdad. Hubo una vez que estuvo con una chica durante bastante tiempo, cuando era joven y vivía todavía en Nueva York e intentaba hacerse camino en la vida. Y ella había sido una mujer dulce y bonita, y alguien en la que también se podía confiar, y él acabó rompiéndole el corazón.
Él venía de una familia de gente que se sentía satisfecha llevando una vida corriente. Su padre acababa de retirarse después de cuarenta años como vendedor de seguros en Brooklyn. Su madre había sido ama de casa, el tipo de mujer de los anuncios antiguos con joyas y vestidos nuevos cada día, un vestigio de una época completamente diferente. Su hermana mayor daba clases en el colegio, otra de sus hermanas llevaba una tienda de animales en Manhattan y la otra era una madre que se queda en casa todo el día. No es que hubiera nada de malo en todo aquello, pero él se había dado cuenta pronto de que una vida tan simple y establecida tenía poco atractivo para él. Y dos semanas antes de su boda con Demi, una buena chica griega del vecindario con la que estuvo saliendo desde el colegio, recibió una oferta de trabajo en Los Ángeles y se fue de casa.
Su sentimiento de culpabilidad no había podido más que la sensación de libertad que había experimentado al subir al avión y al haber dejado su existencia en Brooklyn detrás. Y desde aquel momento, fue consciente de que él no era el tipo de hombre que se establece en un lugar determinado. No tendría una mujer, ni hijos, ni un perro, ni siquiera una mini-caravana o una valla. A sus padres les había costado mucho aceptar aquello, pero a medida que los años fueron pasando, dejaron de luchar contra ello, llegando a comprender que Joe era distinto del resto de la familia Jonas, que quería una vida completamente diferente.
Y siempre le había gustado llevar la vida que llevaba, donde todos los elementos claves encajaban bien. Trabajo y fiestas. Música y sexo. Vivía y respiraba con ellos.
Y era feliz. Estaba satisfecho. Una satisfacción que le llegaba al alma y que no podía haber encontrado en casa, casado con Demi.
Pero había pasado muchísimo tiempo desde la última vez que había estado cerca de una mujer que aparentara ser tan inocente y real como (____). Parecía toda una contradicción. Podía rogarle que la follara en un momento y confesarle después que nunca antes había ido sin bragas.
Y entonces, aparecía esa confianza que ella parecía sentir con él, algo tan tangible como la ropa que le acababa de quitar del cuerpo.
Era extraño, era la primera vez que sentía algo así luego de haberse metido en la escena musical de Los Ángeles y después de haber llegado a comprender cómo de despiadado podía ser el negocio del espectáculo. Y quizás aquello le hiciera sentir la necesidad de confiar en ella también.
(____) estaba tumbada en su cama y se le cerraban los ojos. Él se levantó sobre ella, sonriéndole. Al parecer, habló en serio acerca de que la bebida la había dejado algo atontada.
—¿Estás despierta?
—Mmm —murmuró ella.
—¿Quieres dormir con la ropa puesta? —al ver que no le respondía, añadió—, ¿o quieres que te desnude yo? —Mmm, sí eso.
Joe prefería como mucho desnudar a las mujeres cuando estaban despiertas y podían disfrutar de ello, pero tenerla dormida y desnuda a su lado le parecía todavía una buena idea y había desnudado ya a suficientes mujeres para que aquello le supusiera reto alguno.
Empezó con sus botas. Les bajó la cremallera y se las quitó, revelando unas finas medias de color negro que le llegaban a las rodillas, las mismas que hubiera llevado una colegiala católica. El contraste entre las medias y el resto del conjunto le hizo esbozar una sonrisa. Ella no era ninguna colegiala, pero incluso después de lo que habían compartido en el almacén, sentía una cierta inocencia en ella que lo atraía.
Dejó caer con suavidad las botas a la moqueta, a los pies de la cama gigante, y después fue hasta su blusa, y empezó a desabrocharle los botones del pecho, hacia abajo. Apenas había tenido la oportunidad de ver el sexy sujetador que llevaba; lo había visto a través de la tela de leopardo y echado un vistazo cuando estaba dentro de ella, pero en aquel momento se fijó en los bordes afestonados de las copas de corte bajo y la manera en la que elevaban sus pechos hacia arriba, creando unos montes redondos y firmes.
Mierda. Deseaba besarlos, masajearlos.
Pero ella estaba dormida, o lo suficientemente cerca de estarlo, así que todo lo que podía hacer era mirar, y sufrir cómo su excitación crecía bajo la cremallera de sus pantalones.
Necesitaba algo de ayuda para quitarle la blusa.
—Vamos, nena, levántate para mí —le susurró, mientras deslizaba uno de los brazos bajo su espalda. Ella cooperó, dejando escapar un gemido ligeramente gruñón, y él pudo quitarle la blusa pronto. Y, dejando ahora las dos manos bajo su espalda, desabrochó a ciegas el sujetador y también se lo quitó.
Por supuesto, le miró los pechos, porque no podía desvestir a una mujer y no mirarle los pechos.
No tenían un aspecto tan firme como cuando llevaba puesto el sujetador, pero todavía eran preciosos, amplios, con unos pezones rosas, tensos y alargados. Mierda, deseaba chupárselos, como lo había hecho en el almacén. Pero aquella vez quería que todo fuera mucho más lento, para poder explorar cada una de sus delicadas curvas, su vientre suave y plano, sus sedosos hombros, toda la longitud de su cuello. Sintió cómo se endurecía solo pensando en aquello, y aún más cuando su mirada volvió a recaer en su pecho. Copas C, supuso él, y después recordó que tenía el sujetador en la mano. Observó la etiqueta y, como había pensado, encontró marcado 90C.
Llevaba un collar muy sexy, de color negro y decorado con abalorios, como sus pendientes, pero decidió que iba a dejarlo todo donde estaba, por puro interés personal. Le gustaba el aspecto que tenía con él, casi desvestida por completo pero todavía llevando joyas.
Dejó su blusa y su sujetador sobre el banco tapizado que había al final de la cama, y después regresó para deshacerse de la última pieza de ropa que le quedaba. Era un ensueño de belleza erótica, tumbada desnuda excepto por su falda, con los brazos colgando ahora sensualmente sobre la cabeza, y aquel collar rodeándole su esbelto cuello, pero él sintió que había estado engañándose a sí mismo si negaba no querer verla completamente desnuda, incluso aunque estuviera dormida.
Con suavidad, le bajó la cremallera de la falda, y deslizó el cuero alrededor de sus caderas.
—Levanta las caderas, cariño —insistió él, tirando suavemente hacia debajo de la tela hasta que su trasero se levantó ligeramente.
Llevó la falda hacia las rodillas y más abajo, pronto la dejó también sobre el banco, al mismo tiempo que estudiaba su bonita vulva. Cubierta con oscuros rizos, todavía podía ver la abertura que marcaba una línea hacia abajo por el centro.
La bestia que había en él quería extenderle las piernas, observarla abierta, ver la piel de color rosa en donde había estado no hacía tanto tiempo.
Aun así él tenía sus límites. No sobornaba a las cantantes para que mantuvieran relaciones sexuales con él y tampoco manipulaba a una mujer que estaba dormida.
Pero todavía pensaba en ello, en abrirle los muslos, en estudiar su vulva, en lamerla, en saborear sus dulces jugos, y tenía la sensación de que iba a tener que estar despierto un rato, para luchar contra una erección que todavía estaba creciendo.
¿Por qué demonios estaba tan excitado? Hacía menos de una hora que había tenido un orgasmo. Y la escena de una mujer desnuda en su cama no era exactamente algo extraño.
«Ella confía en ti».
Aquellas palabras vinieron inesperadamente, como si fueran una respuesta a todas sus preguntas. Apenas conocía a (_____), y junto con su autenticidad sentía una cierta confianza en su sinceridad. Una sensación que le decía ahora que quizás fuera verdad que nunca antes se hubiera follado a un hombre en un almacén. Después de todo, incluso las sugerentes vallas publicitarias la hacían sentirse incómoda. Por lo que puede que la persona que hubiera sido aquella noche, con él, no hubiera existido antes.
Y en aquel momento, había confiado en él lo suficiente como para que le quitara la ropa y la metiera en la cama. Por supuesto, estaba borracha, pero aun así, cuando él se ofreció para desvestirla y ella había aceptado, advirtió una pequeña sonrisa de alegría en sus labios, casi como si hiciera muchos años que los dos se conocían.
Joe nunca había estado con una mujer durante años, por lo que no solía sentir aquella especie de confianza ciega y sincera.
Pero espera, aquello no era verdad. Hubo una vez que estuvo con una chica durante bastante tiempo, cuando era joven y vivía todavía en Nueva York e intentaba hacerse camino en la vida. Y ella había sido una mujer dulce y bonita, y alguien en la que también se podía confiar, y él acabó rompiéndole el corazón.
Él venía de una familia de gente que se sentía satisfecha llevando una vida corriente. Su padre acababa de retirarse después de cuarenta años como vendedor de seguros en Brooklyn. Su madre había sido ama de casa, el tipo de mujer de los anuncios antiguos con joyas y vestidos nuevos cada día, un vestigio de una época completamente diferente. Su hermana mayor daba clases en el colegio, otra de sus hermanas llevaba una tienda de animales en Manhattan y la otra era una madre que se queda en casa todo el día. No es que hubiera nada de malo en todo aquello, pero él se había dado cuenta pronto de que una vida tan simple y establecida tenía poco atractivo para él. Y dos semanas antes de su boda con Demi, una buena chica griega del vecindario con la que estuvo saliendo desde el colegio, recibió una oferta de trabajo en Los Ángeles y se fue de casa.
Su sentimiento de culpabilidad no había podido más que la sensación de libertad que había experimentado al subir al avión y al haber dejado su existencia en Brooklyn detrás. Y desde aquel momento, fue consciente de que él no era el tipo de hombre que se establece en un lugar determinado. No tendría una mujer, ni hijos, ni un perro, ni siquiera una mini-caravana o una valla. A sus padres les había costado mucho aceptar aquello, pero a medida que los años fueron pasando, dejaron de luchar contra ello, llegando a comprender que Joe era distinto del resto de la familia Jonas, que quería una vida completamente diferente.
Y siempre le había gustado llevar la vida que llevaba, donde todos los elementos claves encajaban bien. Trabajo y fiestas. Música y sexo. Vivía y respiraba con ellos.
Y era feliz. Estaba satisfecho. Una satisfacción que le llegaba al alma y que no podía haber encontrado en casa, casado con Demi.
Pero había pasado muchísimo tiempo desde la última vez que había estado cerca de una mujer que aparentara ser tan inocente y real como (____). Parecía toda una contradicción. Podía rogarle que la follara en un momento y confesarle después que nunca antes había ido sin bragas.
Y entonces, aparecía esa confianza que ella parecía sentir con él, algo tan tangible como la ropa que le acababa de quitar del cuerpo.
Era extraño, era la primera vez que sentía algo así luego de haberse metido en la escena musical de Los Ángeles y después de haber llegado a comprender cómo de despiadado podía ser el negocio del espectáculo. Y quizás aquello le hiciera sentir la necesidad de confiar en ella también.
Ell Payne'
Re: 7 noches de pecado(Joe&Tu) -Super Hot!- (T E R M I N A D A)!
Madi D' JoeJonas escribió:ElviiThaJonas escribió:Madi D' JoeJonas escribió:
y apenas es la SEGUNDA NOCHE :twisted:
Falthaaaaa muchisimo
espero qe la sigas leyendo :D
y recomiendala qiero lectorasSi yo see (8
Esta nove es demaciado HOTHOTHOT *----*
Yo ya la he leido xD
Wao... ¿Sera que soy pervertida o que? xD
ajajajajajaa claro qe no!
nosotras cero pervers :yonofui:
ajajajajajajaa enserio qe si es hot de maass!
recomienda la nove y siguela leyendo
hasta ahoritha eres mi best reader
:D
Ell Payne'
Re: 7 noches de pecado(Joe&Tu) -Super Hot!- (T E R M I N A D A)!
ElviiThaJonas escribió:Madi D' JoeJonas escribió:ElviiThaJonas escribió:Madi D' JoeJonas escribió:
y apenas es la SEGUNDA NOCHE :twisted:
Falthaaaaa muchisimo
espero qe la sigas leyendo :D
y recomiendala qiero lectorasSi yo see (8
Esta nove es demaciado HOTHOTHOT *----*
Yo ya la he leido xD
Wao... ¿Sera que soy pervertida o que? xD
ajajajajajaa claro qe no!
nosotras cero pervers :yonofui:
ajajajajajajaa enserio qe si es hot de maass!
recomienda la nove y siguela leyendo
hasta ahoritha eres mi best reader
:D
Aww $: Soy una Best Reader Cero Pervert *----*
#Just_InLove[Ori]
Re: 7 noches de pecado(Joe&Tu) -Super Hot!- (T E R M I N A D A)!
hooo amo esta novelaa!!!
siguela prontoooo!!
siguela prontoooo!!
Invitado
Invitado
Re: 7 noches de pecado(Joe&Tu) -Super Hot!- (T E R M I N A D A)!
Madi D' JoeJonas escribió:ElviiThaJonas escribió:Madi D' JoeJonas escribió:ElviiThaJonas escribió:Madi D' JoeJonas escribió:
y apenas es la SEGUNDA NOCHE :twisted:
Falthaaaaa muchisimo
espero qe la sigas leyendo :D
y recomiendala qiero lectorasSi yo see (8
Esta nove es demaciado HOTHOTHOT *----*
Yo ya la he leido xD
Wao... ¿Sera que soy pervertida o que? xD
ajajajajajaa claro qe no!
nosotras cero pervers :yonofui:
ajajajajajajaa enserio qe si es hot de maass!
recomienda la nove y siguela leyendo
hasta ahoritha eres mi best reader
:DAww $: Soy una Best Reader Cero Pervert *----*
ajajajajajajaja si lo eres :D :afro:
Ell Payne'
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