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7 noches de pecado(Joe&Tu) -Super Hot!- (T E R M I N A D A)!
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
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Re: 7 noches de pecado(Joe&Tu) -Super Hot!- (T E R M I N A D A)!
LA QUINTA NOCHE
El placer es el cebo que te pone el pecado.
Platón
El placer es el cebo que te pone el pecado.
Platón
CAPÍTULO 01
Al día siguiente, Joe informó a (____) de que necesitaba hacer unas cuantas llamadas telefónicas a algunos de los artistas que llevaba para Blue Night y que iba a poner las manos libres para que ella pudiera escuchar cómo trataba él con «los talentos».
Así que ella se limitó a escuchar mientras él aliviaba los temores de una banda de rock alternativa cuyo primer CD no estaba causando mucha sensación, como ellos habían esperado. Y mientras él le explicaba a la cantante de Rythm & Blues la razón por la que el anuncio de su próximo y anhelado CD debía ser retrasado otros dos meses. Y cuando la gran estrella de Blue Night, el roquero británico Malcolm Barstow, se quejó con Joe porque la selección de la canción de su próximo CD no le había gustado al fotógrafo que había hecho las fotos para la carátula.
(____) se dio cuenta de que Joe hablaba con cada persona de manera diferente, dependiendo de la personalidad de cada uno y de las cuestiones que les preocupaban, hasta que parecían adecuadamente calmados, aunque con Barstow «calmado» era probablemente un término demasiado optimista.
Después de presionar el botón de fin de llamada por última vez, levantó la cabeza del sofá donde se acomodaba con los vaqueros que solía llevar y una camiseta, para mirar a (____), que había estado sentada en una silla con tapizado de satén.
—Ahí lo tienes —le dijo. —El lado oscuro del representante de A&R. ¿Crees que podrás hacerte con ello?
«Ni en el mejor de mis días», se sintió tentada a decirle.
Sabía cómo tratar con Jenkins cuando estaba saturado de trabajo y estresado. Y sabía que cuando Taylor tenía un mal día, lo mejor que podía hacer era estar de acuerdo con ella en todo y al final se calmaría. Sabía cómo arreglar las fotocopiadoras y tenía mucha habilidad con el Microsoft Word, y podía llevar con eficiencia una oficina con una mano atada a la espalda. Aun así, a pesar de que Jenkins y Joe creyeran en ella, no tenía ni idea de cómo iba a encargarse de la gente que probablemente tuviera buenas razones para estar preocupada con unos problemas que posiblemente no tuvieran solución.
Y estaba segura de que había hablado con la mayoría de esas personas antes por teléfono, pero solo para pasarles con Jenkins o para asegurarles que ya se había dado la orden de pago, y eso era completamente diferente. La vieja (____) era una buena guía, pero no con estrellas de rock enfadadas e histéricas.
—Tengo que admitir que estoy intimidada con todo lo que acabo de oír —le contestó ella e intentó no sonar tan alucinada como lo estaba.
—Y yo tengo que admitir que normalmente no tengo que hacer tres llamadas telefónicas como estas de golpe. Pero estar fuera supone que se te acumulen un poco las cosas, y parte de la razón por la que están tan enfadados es porque no les he devuelto la llamada cinco minutos después de que hayan intentado contactar conmigo. Los artistas son temperamentales, eso es un hecho en este negocio. Solo tienes que abordar sus necesidades lo mejor que puedas.
Ella asintió y esperó no parecer demasiado preocupada. Como se había asegurado a sí misma cuando él había estado estableciendo contactos con el personal de las discotecas, Joe tenía un don de gente natural, y ella no estaba del todo segura de que pudiera verse a sí misma tan desenvuelta al iniciar una relación, o al tratar con personas que eran difíciles, justo como acababa de hacer Joe.
—¿Sabes lo que necesitas para animarte? —le preguntó él.
De acuerdo, así que estaba claro que sus miedos se le reflejaban todavía en la cara. ¿Qué?
—Ropa interior nueva.
Ella le dedicó una mirada coqueta; se sentía mucho más cómoda con su actual vida social que con la profesional.
—Tienes razón, me debes un par de braguitas, ¿verdad? O dos pares —añadió ella, después de recordar su encuentro en el Fetiche.
—Por suerte para ti, el centro comercial Fashion Show está lo suficientemente cerca como para acercarnos dando un paseo.
—Por suerte para mí, estoy acostándome con un hombre que sabe cosas como esas —le contestó ella con una carcajada.
—Bueno, espero que esto no vaya a conmocionarte mucho, pequeña señorita (___) —le dijo con un guiño de ojos—, pero no será mi primera vez en una tienda de lencería.
Ella soltó un grito burlón, y le dio una palmada en el pecho.
—Y no es solo que no sea el tipo de hombre que se queda ahí de pie en la puerta con los brazos cruzados, mirándose los pies. Voy a ayudarte a elegir tus braguitas.
Ella rió con suavidad.
—No puedo esperar a ver lo que eliges. Y solo para que lo sepas, no soy fácil. Necesito que mi ropa interior sea a la vez cómoda y sexy.
En respuesta, él chasqueó los dedos y murmuró:
—Mierda.
Dos horas más tarde, estaban atravesando Las Vegas Boulevard y hacían su pequeña caminata hasta el elegante y sofisticado centro comercial. Aparte de reemplazar el tanga rojo que habían destrozado la noche anterior, Joe había elegido un tanga negro, un tanga de leopardo con un lazo negro delante, un sujetador bordado y una caja de braguitas de encaje y seda de color lavanda.
Iban cogidos de la mano, se besaban mientras caminaban y compraban, se besaron aún más cuando se detuvieron para comprar un par de bocadillos en la cafetería para comer. Después, se abrieron camino de vuelta al Venecia, y Joe cargaba con la pequeña bolsita rosa del centro comercial con una seguridad natural que hizo que (____) se deleitara en la masculinidad de su gesto.
—No a todos los hombres les gusta llevar bolsitas rosas —señaló, impresionada.
Él se limitó a contestar.
—Yo no soy como todos los hombres.
«De eso puedes estar seguro». Era fácilmente el hombre más sexy, más seguro y más seductor que ella había conocido. Y le había dado besos ante los escaparates de ropa interior y entre bocados de sus sándwiches de pavo y —oh, Dios— estaba empezando a resultarle realmente fácil pensar en él como... su novio.
Lo que era un suicidio emocional, ella lo sabía con seguridad.
Él le había dicho que aquello era temporal.
Y ella le estaba mintiendo de todas maneras, por lo que era bueno que aquello fuera temporal.
«Así que deja de pensar en él como si fuera tu novio, como si fuera alguien con el que puedes comprometerte».
Ojalá fuera tan fácil.
El hecho era que ella nunca había sido aquel tipo de mujer, el tipo como Taylor, quien podía involucrarse con alguien en el plano físico sin que eso empezara a preocuparla demasiado. Y se había estado engañando los últimos días, pensando que quizás la nueva (____) sí fuera ese tipo de mujer. Pero ahora que la nueva (____) parecía ser la verdadera (____)... bueno, estaba empezando a comprometerse con Joe. E iba a salir herida de todo aquello y se iba a sentir sola y vacía cuando acabara, de eso no le cabía ninguna duda.
La única solución, por el momento, era la misma en la que había estado confiando toda la semana.
«Deja esas ideas a un lado. No pienses en ello. Solo siente».
El la besó cuando se detuvieron en la puerta de su habitación —ya que él tenía más llamadas que hacer y correos que mandar, ella había decidido echarse una siesta— y cuando su lengua bailó con la suya e hizo que su cuerpo se estremeciera desde la cabeza hasta los dedos de los pies, justo como pasaba con cualquier cosa que hacía con él, definitivamente sintió. Lo sintió todo. El placer. La emoción. La necesidad de estar con él.
La triste realidad era que ni siquiera le gustaba realmente que tomaran caminos separados para el resto de la tarde. Se había acostumbrado tanto a estar con él casi todo el tiempo durante aquellos últimos días, que era eso lo que la hacía sentirse como la nueva y verdadera (____). La presencia de Joe, su influencia, las cosas que él le hacía pensar, sentir.
—Arréglate para esta noche —le dijo él, aún cogiéndole la mano.
—¿Que me arregle cómo?
Él se encogió de hombros.
—Con un vestido sexy, si tienes.
—¿Por qué?
—Ya lo verás.
Ah, su sorpresa. Casi se había olvidado de ello. Y no podía imaginar dónde había planeado exactamente Joe follársela aquella noche que requiriera que llevara un buen vestido, pero tampoco podía esperar a descubrirlo.
Ell Payne'
Re: 7 noches de pecado(Joe&Tu) -Super Hot!- (T E R M I N A D A)!
Los capitulos me F A S C I N A R O N !!!
No me voy a cansar de leer nunca esta nove... porque es la mejor!!!
Por fa siguela (:
PD: Perdon por tardar en comentar... me perdonas?
PD2: Joe se esta volviendo adictivo a ____ ? Se enamorará de ____ ?
No me voy a cansar de leer nunca esta nove... porque es la mejor!!!
Por fa siguela (:
PD: Perdon por tardar en comentar... me perdonas?
PD2: Joe se esta volviendo adictivo a ____ ? Se enamorará de ____ ?
JBiselle 4-ever
Re: 7 noches de pecado(Joe&Tu) -Super Hot!- (T E R M I N A D A)!
Siguela por favor!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
Hacelo por tus fieles lectoras... necesitamos mas de esta nove u.u
Hacelo por tus fieles lectoras... necesitamos mas de esta nove u.u
JBiselle 4-ever
Re: 7 noches de pecado(Joe&Tu) -Super Hot!- (T E R M I N A D A)!
CAPÍTULO 02;QUINTA NOCHE
—Vaya —dijo Joe cuando ella contestó a la puerta a las seis en punto de aquella tarde. Cuando él la miró rápidamente de arriba abajo, sintió cómo le cosquilleaban los senos y le palpitaba la vulva.
Se mordió el labio, se sentía sexy y sofisticada a la vez.
—¿Te gusta?
—Nena —le dijo, como si aquella fuera una pregunta ridícula. —Ese vestido es... increíble. El aspecto que tienes... seré un hombre con suerte si logro hacer negocios antes de entregarme al placer.
El vestido negro de satén colgaba perfectamente sobre sus curvas y revelaba más de su cuerpo que cualquier cosa que hubiera llevado nunca, con unas copas semicirculares en lugar del sujetador que le levantaban el pecho, dejando mucha piel al desnudo. El dobladillo llegaba hasta medio muslo, pero había una abertura a un lado que lo hacía incluso más picante.
Taylor había insistido en que (____) se comprara aquel vestido, pero ella había dejado puesta la etiqueta, porque pensaba que quizás era mejor devolverlo, hasta que Joe le había pedido llevar un vestido sexy antes, lo que había hecho que ella supiera que era perfecto para pasar una noche en Las Vegas, del brazo del hombre vivo más excitante.
Había completado el atuendo con unas sandalias negras de tacón que llevaban unos pequeños diamantes falsos cubriéndole los dedos de los pies, y los pendientes largos de diamantes que había llevado en su boda. Echando la vista atrás, le pareció de mejor utilidad en aquel momento.
Joe también se había vestido muy elegante —más de lo que le había visto antes: —llevaba una camisa blanca lisa, desabrochada, bajo una chaqueta de cuero de color caramelo, con los pantalones vaqueros que llevaba normalmente debajo. Como siempre, la cruz de su abuela descansaba cerca de su garganta, visible entre los botones abiertos.
—Tú también estás muy guapo —le dijo, mientras lo miraba de arriba abajo, como él había hecho con ella y no dudó en rezagar la mirada en su entrepierna donde, sin erección, aparecía un bulto muy agradable.
Un enorme espejo con marco dorado colgaba de la pared cerca del ascensor y mientras lo esperaban, (____) no pudo evitar mirarse a los dos y pensar que aquella noche, más que antes incluso, parecía pertenecerle a él, como si fuera alguien fabulosa que se dirigía a una noche de glamorosa diversión; y lo mejor de todo era que, en aquel instante, era verdad.
Joe la llevó al Bouchon, un restaurante francés que había en el Venecia, donde se sentaron en un bonito patio enlosado cerca de la piscina. Después de la cena, compartieron una mousse de chocolate bajo un ambiente de dulce música, del sonido de vasos que brindaban y de elegantes columnas y arcos de piedra. Y (___) intentó con todas sus fuerzas no sentir todo lo romántico que había en ello, aunque era muy difícil de ignorar.
Por un lado, sabía que Joe era un hombre de mundo, y un amante de las mujeres, por lo que el hecho de que él hubiera elegido un restaurante terriblemente romántico seguramente no se debía a otra cosa que a una medida respetable de cariño, una buena cena con alguien de cuya compañía disfrutaba.
Pero cuando lo miraba a los ojos... ¿veía ella algo más?
¿O solo se lo estaba imaginando?
A veces, podía jurar que Joe también estaba enamorándose de ella. Pero entonces... recordaba que un hombre como Joe era tan agradable de forma natural, alguien al que se le daba tan bien hacer que otra persona se sintiera especial, que sabía que era probable que aquellos gestos no significaran nada.
«Y eso está bien —se recordó a sí misma. —Esto es solo una aventura, y es exactamente lo que tú querías que fuera. Sexo sin compromiso».
De la cena se dirigieron al Strip para disfrutar de la velada. Aquella noche, le había explicado Joe, iban a ir a ver a cantantes que trabajaban en los mega resorts que se alineaban en Las Vegas Boulevard.
La idea la impactó. «Oh, esa es la razón por la que me ha pedido que me vistiera elegante». Aquello prometía ser una noche más en la ciudad, como tantas otras que habían compartido hasta el momento, e hizo que la sensación de sorpresa cuando él le habló de no acostumbrarse demasiado a la cama se volviera más un misterio.
Su primera parada fue en uno de los pocos espectáculos tradicionales que quedaban en Las Vegas: un lugar lleno de chicas en topless cubiertas por toneladas de pieles y lentejuelas. Era una mezcla variada de entretenimiento, y Joe señaló a la cantante que habían ido a ver, recomendada por un camarero que había hablado con él a principios de la semana. Pero Joe declaró rápidamente que al chico le gustaba demasiado «el sonido de Broadway», con lo cual (____) estuvo de acuerdo y después de aquello, simplemente se sentó y disfrutó del llamativo espectáculo de todo ello, maravillándose con la cantidad de pechos desnudos en el escenario.
Después, mientras se mezclaban con el resto de espectadores que abandonaban el lugar, Joe le dijo:
—Siento si esto te resulta algo inútil, pero el chico con el que hablé me dijo que la vocalista era espectacular, por lo que pensé que merecía la pena echar un vistazo.
(____) abrió los ojos de par en par.
—¿Estás bromeando? ¡Me ha encantado! Ha sido completamente el espectáculo clásico de Las Vegas. Me lo he pasado genial —y lo había hecho. Dado que la mayoría de las showgirls estaban hoy día muertas o retiradas, le encantó tener una pequeña porción de la vieja Ciudad del Pecado.
Joe solamente sonrió, y después le pasó el brazo por la cintura y la acercó a él para darle un beso.
—¿Tienes idea de lo bonita que eres?
Ella bajó la barbilla y le concedió una mirada juguetona.
—Pensaba que era excitante.
—Eres bonita y excitante —le aseguró él. —Y si no te habías dado cuenta, todos los hombres con los que nos hemos topado esta noche tenían los ojos puestos en ti.
En realidad, sí que se había dado cuenta. Y aquello la había hecho sentirse sexy y excitante, y despreocupada... y también le había hecho pensar si la miraban porque pensaban que era una prostituta con aquel vestido tan descarado. Estaba claro que si todos los hombres pudieran ver las cosas que había hecho ella los últimos días, creerían lo segundo, pero ella sabía que solo podía haberse comportado de aquella manera con Joe, y con nadie más.
Y cuando él la llevó de la mano hacia el casino y después salieron juntos a la calle, la cálida brisa de la noche invadió sus sentidos, y supo que no podía negar que estaba enamorándose de él.
Pero también, desde luego, que toda aquella situación era imposible, no importaba cómo lo viera ella.
Y eso significaba que tenía que aprovechar todo lo que pudiera de él en aquel momento, aquella noche, y las noches que estaban por llegar. Tenía que empaparse de él, absorberlo, su cuerpo, su mente, aquellos hermosos ojos, todo él.
Así que cuando se subieron a un taxi y Joe le dijo al conductor que los llevara al Caesars Palace, ella levantó la mano hacia su cara y lo besó, descarada, apasionada y sin disculparse, sin importarle lo más mínimo si el taxista podía observarlos a través del retrovisor. Ahora que la acompañaba el amor, su deseo sexual por él adoptaba una necesidad nueva que ella temía que no tuviera límites.
—Genial —le dijo él cuando el beso terminó.
En respuesta, ella bajó la mano hacia su muslo, en un gesto atrevido, después se deslizó hacia dentro, sobre su verga, la cual se endureció en cuestión de segundos.
Su mirada llevaba una mezcla de diversión y de excitación.
—Debes estar deseando saber cuál es tu sorpresa.
—Mucho —admitió ella.
En el Caesars Palace, se abrieron camino a través del casino hacia a un elegante bar temático llamado Cleopatra's Barge, donde cruzaron un pequeño puente de madera hasta llegar al club flotante y en forma de barco. La oscuridad cayó sobre ellos, era hora de bailar, las luces se arremolinaban en el suelo donde veinte o treinta personas se movían al ritmo de un grupo que tocaba canciones del Top 40 Hits.
—Estos son a los que venimos a ver —le dijo él mientras se colaban a través de la multitud para llegar a la barra. —Se llaman Razor's Edge.
La banda estaba liderada por una bonita rubia, la única mujer del grupo. Con copas de vino en la mano, observaron y escucharon, y (____) fue consciente otra vez de la atención que recibía por parte de los hombres, y si no estaba equivocada, incluso algunas mujeres parecieron lanzarles miradas de admiración. Estaba empezando a pensar que debería llevar ropa atrevida más a menudo y se recordó a sí misma darle las gracias a Taylor por hacer que se comprara el vestido.
De hecho, se acordó otra vez que tenía que darle las gracias a Taylor por un montón de cosas: no solo por ayudarla a comprar y por pedirle una cita en la peluquería, sino también por todo el concepto de seducir a Joe. Quizás hubiera ocurrido de todas formas, pero de alguna manera sentía que las varias formas de consejos de Taylor habían ayudado a que todo pasara.
Después de media hora, (____) dejó su copa vacía en la barra y se inclinó para decirle a Joe por encima de la música:
—No sé... parecen un buen grupo de bar, pero no hay nada nuevo en ellos. Sé que aún no hemos escuchado música original suya, pero hay algo en ellos que me hace sentir... que estoy escuchando algo de los noventa. ¿Estoy equivocada?
Joe vació su propia copa y negó con la cabeza.
—En realidad, has acertado por completo. Llevo aquí un rato esperando a que me dejen alucinado con algo, pero no lo han conseguido. Buen oído, nena.
Después de dejar el Cleopatra's Barge cogidos de la mano, tomaron un taxi en lo alto del Strip y se dirigieron hacia otro enorme hotel, (___) ni siquiera sabía cuál era. Tras el sinfín de paradas que habían hecho durante aquella y las demás noches, hubo un momento que se olvidó de prestar atención.
Se pasearon por otro casino donde las máquinas tragaperras zurraban y tintineaban y la ruleta daba vueltas, y Joe la llevó a una discoteca oscura y tranquila donde su mirada cayó instantáneamente en el joven que había en el escenario, que estaba sentado en un taburete, cantando y tocando una simple guitarra de madera. Con un pelo ligeramente desgreñado y una complexión suave y aceitunada, no podía tener más de diecisiete años, pero su voz y su instrumento afirmaban lo contrario, porque sonaba como si pertenecieran a una vieja alma. El sonido era pop alternativo —pegadizo pero moderno, ingenioso pero lleno de significado— y después de solo unos segundos, Joe y (___) se miraron en silencio y dijeron: «Este chico es bueno».
—Estoy sorprendido —le dijo Joe.
En respuesta, (____) cayó en su nueva costumbre de hacer comparaciones con un ojo comercial.
—Es como... un joven John Mayer, pero con el atractivo de un ídolo adolescente. Cualquier chica de instituto podría derretirse por él.
—La carátula del CD será un primer plano de su cara —meditó Joe, con los ojos puestos en el escenario, claramente pensando en el futuro. —Solo con su nombre encima. Greyson Chance.
—Como en los antiguos álbumes —dijo Brenna —podíamos poner un póster de él en el interior.
Joe no parecía convencido.
—Todavía podemos trabajar en esa idea. Para eso es para lo que están las páginas web. Sin embargo, podemos lanzar una oferta, un póster gratis para las primeras mil personas que manden el recibo que encontrarán en el CD, algo parecido.
—¿Cuántos años tiene? —preguntó (____).
—No lo suficiente como para entrar aquí, solo lo suficiente como para actuar aquí —le explicó. —Me envió un CD hace unos pocos meses, y supe que era bueno, pero no sabía que era tan bueno, o me hubiera olvidado de los demás y hubiera arrastrado mi culo hacia aquí a toda prisa.
Luego encontraron una mesa, pidieron una botella de vino y simplemente se pusieron cómodos y disfrutaron de la música conmovedora y sincera de Greyson Chance. Hasta que él se tomó un descanso. Lo que le permitió a (____) ser testigo, una vez más, de la parte divertida de aquel trabajo, observar la cara del chico iluminarse cuando Joe se presentó y le dijo lo impresionado que estaba.
Acordaron una reunión con Greyson y su madre para el día siguiente, pero Joe organizó una comida en lugar de un desayuno.
—Porque —le había explicado a (___) con un guiño cuando salieron de la discoteca—, vamos a estar fuera hasta tarde. Ella sonrió.
—Eso implica mi sorpresa, desde luego.
Él asintió, en un gesto claro y conciso.
—¿Y cuándo exactamente voy a recibir esa sorpresa?
—En nuestra próxima parada.
Muy a su pesar, la vulva de (____) tembló con la expectación. Por supuesto, haber tenido tantos ojos lujuriosos puestos en ella durante toda la noche la había mantenido en un estado de excitación toda la velada, como durante el provocativo espectáculo de topless, solo estando con Joe. Por lo que no era solo la promesa de lo que estaba a punto de suceder lo que la emocionaba. Era todo, todo lo que Joe y la Ciudad del Pecado podían ofrecerle.
Y ella estaba más que preparada para cualquier cosa que le deparara la noche.
—Vaya —dijo Joe cuando ella contestó a la puerta a las seis en punto de aquella tarde. Cuando él la miró rápidamente de arriba abajo, sintió cómo le cosquilleaban los senos y le palpitaba la vulva.
Se mordió el labio, se sentía sexy y sofisticada a la vez.
—¿Te gusta?
—Nena —le dijo, como si aquella fuera una pregunta ridícula. —Ese vestido es... increíble. El aspecto que tienes... seré un hombre con suerte si logro hacer negocios antes de entregarme al placer.
El vestido negro de satén colgaba perfectamente sobre sus curvas y revelaba más de su cuerpo que cualquier cosa que hubiera llevado nunca, con unas copas semicirculares en lugar del sujetador que le levantaban el pecho, dejando mucha piel al desnudo. El dobladillo llegaba hasta medio muslo, pero había una abertura a un lado que lo hacía incluso más picante.
Taylor había insistido en que (____) se comprara aquel vestido, pero ella había dejado puesta la etiqueta, porque pensaba que quizás era mejor devolverlo, hasta que Joe le había pedido llevar un vestido sexy antes, lo que había hecho que ella supiera que era perfecto para pasar una noche en Las Vegas, del brazo del hombre vivo más excitante.
Había completado el atuendo con unas sandalias negras de tacón que llevaban unos pequeños diamantes falsos cubriéndole los dedos de los pies, y los pendientes largos de diamantes que había llevado en su boda. Echando la vista atrás, le pareció de mejor utilidad en aquel momento.
Joe también se había vestido muy elegante —más de lo que le había visto antes: —llevaba una camisa blanca lisa, desabrochada, bajo una chaqueta de cuero de color caramelo, con los pantalones vaqueros que llevaba normalmente debajo. Como siempre, la cruz de su abuela descansaba cerca de su garganta, visible entre los botones abiertos.
—Tú también estás muy guapo —le dijo, mientras lo miraba de arriba abajo, como él había hecho con ella y no dudó en rezagar la mirada en su entrepierna donde, sin erección, aparecía un bulto muy agradable.
Un enorme espejo con marco dorado colgaba de la pared cerca del ascensor y mientras lo esperaban, (____) no pudo evitar mirarse a los dos y pensar que aquella noche, más que antes incluso, parecía pertenecerle a él, como si fuera alguien fabulosa que se dirigía a una noche de glamorosa diversión; y lo mejor de todo era que, en aquel instante, era verdad.
Joe la llevó al Bouchon, un restaurante francés que había en el Venecia, donde se sentaron en un bonito patio enlosado cerca de la piscina. Después de la cena, compartieron una mousse de chocolate bajo un ambiente de dulce música, del sonido de vasos que brindaban y de elegantes columnas y arcos de piedra. Y (___) intentó con todas sus fuerzas no sentir todo lo romántico que había en ello, aunque era muy difícil de ignorar.
Por un lado, sabía que Joe era un hombre de mundo, y un amante de las mujeres, por lo que el hecho de que él hubiera elegido un restaurante terriblemente romántico seguramente no se debía a otra cosa que a una medida respetable de cariño, una buena cena con alguien de cuya compañía disfrutaba.
Pero cuando lo miraba a los ojos... ¿veía ella algo más?
¿O solo se lo estaba imaginando?
A veces, podía jurar que Joe también estaba enamorándose de ella. Pero entonces... recordaba que un hombre como Joe era tan agradable de forma natural, alguien al que se le daba tan bien hacer que otra persona se sintiera especial, que sabía que era probable que aquellos gestos no significaran nada.
«Y eso está bien —se recordó a sí misma. —Esto es solo una aventura, y es exactamente lo que tú querías que fuera. Sexo sin compromiso».
De la cena se dirigieron al Strip para disfrutar de la velada. Aquella noche, le había explicado Joe, iban a ir a ver a cantantes que trabajaban en los mega resorts que se alineaban en Las Vegas Boulevard.
La idea la impactó. «Oh, esa es la razón por la que me ha pedido que me vistiera elegante». Aquello prometía ser una noche más en la ciudad, como tantas otras que habían compartido hasta el momento, e hizo que la sensación de sorpresa cuando él le habló de no acostumbrarse demasiado a la cama se volviera más un misterio.
Su primera parada fue en uno de los pocos espectáculos tradicionales que quedaban en Las Vegas: un lugar lleno de chicas en topless cubiertas por toneladas de pieles y lentejuelas. Era una mezcla variada de entretenimiento, y Joe señaló a la cantante que habían ido a ver, recomendada por un camarero que había hablado con él a principios de la semana. Pero Joe declaró rápidamente que al chico le gustaba demasiado «el sonido de Broadway», con lo cual (____) estuvo de acuerdo y después de aquello, simplemente se sentó y disfrutó del llamativo espectáculo de todo ello, maravillándose con la cantidad de pechos desnudos en el escenario.
Después, mientras se mezclaban con el resto de espectadores que abandonaban el lugar, Joe le dijo:
—Siento si esto te resulta algo inútil, pero el chico con el que hablé me dijo que la vocalista era espectacular, por lo que pensé que merecía la pena echar un vistazo.
(____) abrió los ojos de par en par.
—¿Estás bromeando? ¡Me ha encantado! Ha sido completamente el espectáculo clásico de Las Vegas. Me lo he pasado genial —y lo había hecho. Dado que la mayoría de las showgirls estaban hoy día muertas o retiradas, le encantó tener una pequeña porción de la vieja Ciudad del Pecado.
Joe solamente sonrió, y después le pasó el brazo por la cintura y la acercó a él para darle un beso.
—¿Tienes idea de lo bonita que eres?
Ella bajó la barbilla y le concedió una mirada juguetona.
—Pensaba que era excitante.
—Eres bonita y excitante —le aseguró él. —Y si no te habías dado cuenta, todos los hombres con los que nos hemos topado esta noche tenían los ojos puestos en ti.
En realidad, sí que se había dado cuenta. Y aquello la había hecho sentirse sexy y excitante, y despreocupada... y también le había hecho pensar si la miraban porque pensaban que era una prostituta con aquel vestido tan descarado. Estaba claro que si todos los hombres pudieran ver las cosas que había hecho ella los últimos días, creerían lo segundo, pero ella sabía que solo podía haberse comportado de aquella manera con Joe, y con nadie más.
Y cuando él la llevó de la mano hacia el casino y después salieron juntos a la calle, la cálida brisa de la noche invadió sus sentidos, y supo que no podía negar que estaba enamorándose de él.
Pero también, desde luego, que toda aquella situación era imposible, no importaba cómo lo viera ella.
Y eso significaba que tenía que aprovechar todo lo que pudiera de él en aquel momento, aquella noche, y las noches que estaban por llegar. Tenía que empaparse de él, absorberlo, su cuerpo, su mente, aquellos hermosos ojos, todo él.
Así que cuando se subieron a un taxi y Joe le dijo al conductor que los llevara al Caesars Palace, ella levantó la mano hacia su cara y lo besó, descarada, apasionada y sin disculparse, sin importarle lo más mínimo si el taxista podía observarlos a través del retrovisor. Ahora que la acompañaba el amor, su deseo sexual por él adoptaba una necesidad nueva que ella temía que no tuviera límites.
—Genial —le dijo él cuando el beso terminó.
En respuesta, ella bajó la mano hacia su muslo, en un gesto atrevido, después se deslizó hacia dentro, sobre su verga, la cual se endureció en cuestión de segundos.
Su mirada llevaba una mezcla de diversión y de excitación.
—Debes estar deseando saber cuál es tu sorpresa.
—Mucho —admitió ella.
En el Caesars Palace, se abrieron camino a través del casino hacia a un elegante bar temático llamado Cleopatra's Barge, donde cruzaron un pequeño puente de madera hasta llegar al club flotante y en forma de barco. La oscuridad cayó sobre ellos, era hora de bailar, las luces se arremolinaban en el suelo donde veinte o treinta personas se movían al ritmo de un grupo que tocaba canciones del Top 40 Hits.
—Estos son a los que venimos a ver —le dijo él mientras se colaban a través de la multitud para llegar a la barra. —Se llaman Razor's Edge.
La banda estaba liderada por una bonita rubia, la única mujer del grupo. Con copas de vino en la mano, observaron y escucharon, y (____) fue consciente otra vez de la atención que recibía por parte de los hombres, y si no estaba equivocada, incluso algunas mujeres parecieron lanzarles miradas de admiración. Estaba empezando a pensar que debería llevar ropa atrevida más a menudo y se recordó a sí misma darle las gracias a Taylor por hacer que se comprara el vestido.
De hecho, se acordó otra vez que tenía que darle las gracias a Taylor por un montón de cosas: no solo por ayudarla a comprar y por pedirle una cita en la peluquería, sino también por todo el concepto de seducir a Joe. Quizás hubiera ocurrido de todas formas, pero de alguna manera sentía que las varias formas de consejos de Taylor habían ayudado a que todo pasara.
Después de media hora, (____) dejó su copa vacía en la barra y se inclinó para decirle a Joe por encima de la música:
—No sé... parecen un buen grupo de bar, pero no hay nada nuevo en ellos. Sé que aún no hemos escuchado música original suya, pero hay algo en ellos que me hace sentir... que estoy escuchando algo de los noventa. ¿Estoy equivocada?
Joe vació su propia copa y negó con la cabeza.
—En realidad, has acertado por completo. Llevo aquí un rato esperando a que me dejen alucinado con algo, pero no lo han conseguido. Buen oído, nena.
Después de dejar el Cleopatra's Barge cogidos de la mano, tomaron un taxi en lo alto del Strip y se dirigieron hacia otro enorme hotel, (___) ni siquiera sabía cuál era. Tras el sinfín de paradas que habían hecho durante aquella y las demás noches, hubo un momento que se olvidó de prestar atención.
Se pasearon por otro casino donde las máquinas tragaperras zurraban y tintineaban y la ruleta daba vueltas, y Joe la llevó a una discoteca oscura y tranquila donde su mirada cayó instantáneamente en el joven que había en el escenario, que estaba sentado en un taburete, cantando y tocando una simple guitarra de madera. Con un pelo ligeramente desgreñado y una complexión suave y aceitunada, no podía tener más de diecisiete años, pero su voz y su instrumento afirmaban lo contrario, porque sonaba como si pertenecieran a una vieja alma. El sonido era pop alternativo —pegadizo pero moderno, ingenioso pero lleno de significado— y después de solo unos segundos, Joe y (___) se miraron en silencio y dijeron: «Este chico es bueno».
—Estoy sorprendido —le dijo Joe.
En respuesta, (____) cayó en su nueva costumbre de hacer comparaciones con un ojo comercial.
—Es como... un joven John Mayer, pero con el atractivo de un ídolo adolescente. Cualquier chica de instituto podría derretirse por él.
—La carátula del CD será un primer plano de su cara —meditó Joe, con los ojos puestos en el escenario, claramente pensando en el futuro. —Solo con su nombre encima. Greyson Chance.
—Como en los antiguos álbumes —dijo Brenna —podíamos poner un póster de él en el interior.
Joe no parecía convencido.
—Todavía podemos trabajar en esa idea. Para eso es para lo que están las páginas web. Sin embargo, podemos lanzar una oferta, un póster gratis para las primeras mil personas que manden el recibo que encontrarán en el CD, algo parecido.
—¿Cuántos años tiene? —preguntó (____).
—No lo suficiente como para entrar aquí, solo lo suficiente como para actuar aquí —le explicó. —Me envió un CD hace unos pocos meses, y supe que era bueno, pero no sabía que era tan bueno, o me hubiera olvidado de los demás y hubiera arrastrado mi culo hacia aquí a toda prisa.
Luego encontraron una mesa, pidieron una botella de vino y simplemente se pusieron cómodos y disfrutaron de la música conmovedora y sincera de Greyson Chance. Hasta que él se tomó un descanso. Lo que le permitió a (____) ser testigo, una vez más, de la parte divertida de aquel trabajo, observar la cara del chico iluminarse cuando Joe se presentó y le dijo lo impresionado que estaba.
Acordaron una reunión con Greyson y su madre para el día siguiente, pero Joe organizó una comida en lugar de un desayuno.
—Porque —le había explicado a (___) con un guiño cuando salieron de la discoteca—, vamos a estar fuera hasta tarde. Ella sonrió.
—Eso implica mi sorpresa, desde luego.
Él asintió, en un gesto claro y conciso.
—¿Y cuándo exactamente voy a recibir esa sorpresa?
—En nuestra próxima parada.
Muy a su pesar, la vulva de (____) tembló con la expectación. Por supuesto, haber tenido tantos ojos lujuriosos puestos en ella durante toda la noche la había mantenido en un estado de excitación toda la velada, como durante el provocativo espectáculo de topless, solo estando con Joe. Por lo que no era solo la promesa de lo que estaba a punto de suceder lo que la emocionaba. Era todo, todo lo que Joe y la Ciudad del Pecado podían ofrecerle.
Y ella estaba más que preparada para cualquier cosa que le deparara la noche.
Ell Payne'
Re: 7 noches de pecado(Joe&Tu) -Super Hot!- (T E R M I N A D A)!
hxhfuegfygb Peroo comoo la dejass ahii???
Diioss... esta novee me vuelve peber! o.o xDD
Amee esta parte: Tienes idea de lo bonita que eres?
Ella bajó la barbilla y le concedió una mirada juguetona.
—Pensaba que era excitante.
—Eres bonita y excitante
<3 xDD
Tiienes quee seguirlaa plzz!!
Por ciierto...Disculpa por no pasarme antes!! Es que la semana
ha sido un poco extraña para mi...
Ya me puse al diia..! Y prometoo pasarmee 100pre!! ;D
Siguelaa prontoo plzz
Un besoooo!
w/LOvee
AniieJaneJ!
Diioss... esta novee me vuelve peber! o.o xDD
Amee esta parte: Tienes idea de lo bonita que eres?
Ella bajó la barbilla y le concedió una mirada juguetona.
—Pensaba que era excitante.
—Eres bonita y excitante
<3 xDD
Tiienes quee seguirlaa plzz!!
Por ciierto...Disculpa por no pasarme antes!! Es que la semana
ha sido un poco extraña para mi...
Ya me puse al diia..! Y prometoo pasarmee 100pre!! ;D
Siguelaa prontoo plzz
Un besoooo!
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Invitado
Invitado
Re: 7 noches de pecado(Joe&Tu) -Super Hot!- (T E R M I N A D A)!
CAPÍTULO 03;QUINTA NOCHE
El siguiente taxi los llevó con rapidez a través del bullicioso Las Vegas Boulevard, donde todo lo que (____) podía ver alrededor de ellos eran limusinas y tranvías y más de esas vallas publicitarias en movimiento que ofrecían en venta a una mujer vestida solo con lencería. Mirando a través de las ventanas, recayó en los letreros de neón que señalaban el hotel casino MGM Grand, el París, el Monte Cario, y otros que pasaban ante sus ojos a toda velocidad y la hacían sentir —junto con el vino que había tomado— completamente consumida por las mareantes luces y el ritmo acelerado del Strip. Lo siguiente que supo fue que el taxi se había detenido en la avenida, en un camino rodeado de arbustos que llevaban a otro resort gigante y otro casino iluminado con luces brillantes, pero otra vez, había olvidado fijarse en el nombre.
Mientras Joe la llevaba a través de las puertas principales y entraban en otro enorme vestíbulo, sintió más ojos puestos en ella, sintió la mano de su hombre sobre la suya, sintió que su corazón latía con fuerza por la emoción de preguntarse qué iba a pasar a continuación y cómo podría agradecérselo por la noche.
Después de entrar en el ascensor, Joe esperó hasta que la mayoría de las personas que estaban dentro hubieran salido en sus respectivas plantas, y después presionó el botón de arriba, marcado simplemente con una R.
—¿Qué significa esa letra? —le preguntó ella. —¿Lleva a la azotea?
La boca de Joe se curvó en una sonrisa traviesa.
—No. Lleva a una discoteca. Se llama Rendezvous.
Por lo que iban a otra discoteca, una que estaba situada en lo alto de un hotel de Las Vegas Strip.
—¿Esa es mi sorpresa? —le preguntó ella despreocupada. —¿Otra discoteca? —no había querido sonar como decepcionada, pero ya había estado en un montón de discotecas con Joe, por lo que había esperado algo más... único.
Cuando las dos últimas personas que había con ellos en el ascensor se bajaron, las puertas se cerraron y Joe le lanzó una mirada oscura y seductora.
—No te preocupes, nena. Nunca antes has estado en una discoteca como esta.
—¿A qué te refieres?
En aquel momento, se abrieron las puertas del ascensor y el aura de la glamurosa vida nocturna le invadió los sentidos. Ante ellos se desplegaba una habitación con una tenue iluminación, con destellos rojos y púrpuras que giraban y resplandecían sobre los cuerpos escasamente ataviados que había en la pista de baile. La fragancia del alcohol y el perfume caro inundaba el ambiente. Cada cara que pudo ver ella era... hermosa, no había otra manera de describirlo. Estaba claro que era allí a dónde iba la gente guapa que quería salir de fiesta.
Pero antes de llegar al interior de la discoteca, tuvieron que ser admitidos por un portero, y ella observó la fila de personas que estaban esperando para entrar, mientras Joe la llevaba por delante, directo al hombre que sostenía una cuerda roja de terciopelo en las manos.
—Señor Jonas—le dijo él tranquilamente, después desató la cuerda, y les hizo un gesto para que entraran. Joe le pasó discretamente al portero un fajo de billetes doblados mientras atravesaban la entrada.
Dentro, pudo ver a la gente guapa más de cerca. Las mujeres tenían un aspecto seguro y atractivo, la mayoría llevaban vestidos de cóctel que rivalizaban con el suyo propio por sexualmente atrevidos, y los hombres eran como Joe, claramente modernos, elegantes, cómodos en su ambiente.
La iluminada pista de baile estaba compuesta por plataformas e incluso por unas pocas jaulas enrejadas. Sobre las plataformas había más gente guapa bailando, la mayoría de las chicas no parecían tener problema alguno por frotar sus cuerpos mientras se movían. Las jaulas, sin embargo, estaban ocupadas por lo que ella pensó que serían gogós, todas vestidas con tops negros de lentejuelas y faldas minúsculas también de color negro, bajo las cuales llevaban ligüeros que sujetaban unas medias de rejilla negras y unas sandalias de plataforma «tacones de stripper». Todo en lo que pudo pensar ella fue... Vaya. Joe tenía razón, ella nunca había estado en un lugar como aquel antes.
Justo entonces, una mujer rubia y delgada pasó delante de ella y se dio la vuelta para mirarla y le dijo a Joe:
—¿Estoy loca o esa que acaba de pasar es Paris Hilton?
—No estás loca.
—Vaya.
El aura sexual del ambiente era completamente palpable. La gente que había en la pista de baile se movía en ondulaciones líquidas, claramente estaba más interesada en el sexo que en la danza. Las camareras en topless servían las copas en la barra mientras otras camareras se pasaban por la discoteca llevando bandejas de copas y botellas, con el mismo top y medias que llevaban las mujeres que bailaban en las jaulas. A cualquier parte que mirara, (___) veía a personas besándose, y aquellos que no estaban besando a alguien parecían querer estarlo.
—Joe —otra rubia de escándalo se dirigió a él, tendiendo la mano y curvando sus uñas rojas alrededor de su brazo. Llevaba un vestido blanco ceñido con un corpiño en forma de V que llegaba hasta su ombligo, resaltando el abultamiento de sus pechos. —¿Qué haces en la ciudad, querido?
—Hola, Cherise —le dijo él con una sonrisa sosegada. —Solo estoy dando una vuelta en busca de algún nuevo talento, como de costumbre.
—Yo puedo ser nueva, y definitivamente poseo ciertos talentos —estaba siendo directamente depredadora y (____) intentó calmarse y no dejar que la pudieran los celos, pero al mismo tiempo se encontró agarrándose al otro brazo de Joe más posesivamente de lo que había pretendido.
—Esta es mi pareja, (___), la nueva representante de A&R de Blue Night —le dijo él, soltando el brazo de las garras de Cherise para señalar a (____).
—Chica con suerte —dijo Cherise con una timidez afectada, a modo de saludo.
—Sí, lo soy —le contestó (___), dándose cuenta de que aquello parecía ser el consenso universal: cualquier chica que estuviera con Joe Jonas, aunque fuera por una noche, tenía que ser envidiada.
—Un placer volver a verte, cariño —le dijo a Cherise cuando se iban, y (___) no pudo evitar sentirse feliz de dejar a Miss Vestido Blanco detrás, mientras ellos avanzaban hacia la sala oscura.
Aun así, se vio obligada a observar que muchas más chicas sexys ponían los ojos en su hombre, pero cuando también se dio cuenta de que los hombres le dedicaban a ella la misma mirada, se olvidó de sus preocupaciones. ¿Eran todos aquellos ojos puestos en ella, la sexualidad que flotaba en el ambiente, lo que la hacía sentir cómo le dolían los pechos y se le dilataba la vulva? ¿O era solo porque había estado deseando a Joe toda la noche?
A pesar del sexo que emanaba aquel lugar, ella estaba al límite de preguntarle por qué razón exactamente el Rendezvous era su sorpresa, cuando llegaron a una zona completamente nueva de la discoteca. La pista de baile quedó visible detrás de ellos, pero el ambiente acababa de cambiar, sumergiéndose incluso más en un ritmo más lento, más sofocantemente sensual.
La gran sala que los rodeaba estaba llena de... camas. Bueno, no camas reales, sino otomanos y divanes grandes, lujosos y adornados de joyas que hacían un papel perfecto. Los clientes estaban tumbados sobre ellos vestidos con un sofisticado atuendo, bebiendo, hablando, algunos de ellos besándose. Como en el Fetiche, observó a dos chicas dándose el lote, pero a diferencia del Fetiche, ahí nadie parecía particularmente interesado, aparte de un hombre que estaba tumbado con ellas en el diván esmeralda, acariciando la pierna de una de las chicas.
La música también era diferente, aunque la pista de baile todavía estaba a la vista, con un ritmo rápido y fuerte que ya no podía oírse, solo podían escuchar canciones más lentas y eróticas que resonaban desde los ocultos altavoces. La iluminación era suave, invitadora, sensual.
Y alrededor del perímetro de la sala... «oh, Dios mío». Al principio no se había dado cuenta de ello, solo había visto unas cortinas oscuras de color azul zafiro que rodeaban la zona, pero ahora había caído en que algunas de las cortinas estaban retiradas, y se revelaba un gran compartimento en forma de U que tenía una cama hecha a la medida y que se encajaba contra la pared curvada. Eran como cabinas semicirculares en un restaurante, pero en lugar de cabinas, ella pudo ver más lugares pomposos en los que acostarse.
Las zonas que estaban visibles le daban la oportunidad de espiar a la gente que había tumbada allí. En algunas, pudo ver a parejas, mientras que otras camas estaban ocupadas por tres, cuatro o incluso cinco personas. Como en las camas que había en la zona abierta de la sala, la gente que había en la especie de cabinas estaba bebiendo, riendo a carcajadas, y algunos estaban dándose el lote.
La mera presencia de tantas camas elaboradas, con tanta gente reclinadas sobre ellas, la hacían sentirse más excitada aún, hacían que se le humedeciera un poco más la vulva. ¿De verdad tenía la gente relaciones sexuales en aquel lugar? ¿Era esa la razón por la que algunas cortinas estaban echadas?
Mientras intentaba ajustarse al seductor ambiente, una atractiva mujer madurita con otro vestido tan provocador como el suyo —el de la mujer de un bonito color coral— se acercó a ellos, y puso la mano encima del brazo del amante de (___).
—Joe.
—Cynthia, hola —le cubrió la mano ligeramente mientras se inclinaba para darle un beso en la mejilla.
Aquella mujer parecía más amistosa que ligona, así que (___) no se sintió celosa como antes, pero estaba empezando a pensar que Joe conocía a cada persona del planeta.
—He visto tu nombre en la lista de reservas —dijo Cynthia— así que he reservado mi cama favorita para ti.
Oh, trabajaba allí.
Y... había reservado una cama especial para él. El estómago de (___) se revolvió con una extraña expectativa, todavía estaba asombrada y conmocionada por aquel lugar.
Cynthia los condujo a través de varias cortinas cerradas y un par de zonas abiertas, después tiró hacia debajo de una cuerda azul de terciopelo para revelar... la cama más seductora que (___) había visto en su vida. Una tela gruesa de terciopelo rojo cubría la cama en forma de U, mientras afelpadas almohadas de color negro y púrpura, de toda forma y tamaño, alineaban el borde redondo. La pared en forma de U estaba tapizada de más terciopelo rojo, hacia arriba, cubierto con un lujoso papel de pared. El compartimento privado se completaba con repisas para colocar bebidas encima, y espejos con marco dorado que colgaban desde varios ángulos, claramente diseñados para encajar con las paredes curvadas.
—Esto es genial, Cynthia —dijo Joe tan informalmente como si fuera la camarera que le trae la comida.
—¿Puedo traerles algo de beber?
Él miró a (____).
—¿Más vino?
—Claro —se sentía tan fuera de su elemento que temía que su voz hubiera salido con un sonido parecido al de un ratón. Incluso si parecía formar parte de la noche, no estaba acostumbrada a estar rodeada de tanta elegancia.
Joe le pidió a Cynthia que trajera una botella de su mejor Pinot Grigio y, cuando se fue, cogió a (___) de la mano y la llevó hacia el cubrecama de terciopelo rojo.
Le dio una sensación indiscutiblemente extraña cuando se echó hacia atrás y se acomodó contra las cómodas almohadas llevando aquel vestido de satén, con las piernas desnudas extendidas ante ella, con las rodillas flexionadas, especialmente en una sala llena de gente, y aun así al mismo tiempo, la hizo sentirse repentinamente como una parte más de la abierta sensualidad del ambiente. Joe estaba tumbado a su lado, apoyado en uno de sus codos, mirándola a la cara.
—Entonces, ¿esta es mi sorpresa? —le preguntó ella.
Él asintió brevemente.
—Es... bastante salvaje. Todavía estoy intentando adaptarme.
—¿Adaptarte?
—Estoy acostumbrada a las discotecas que tienen mesas, no camas.
Justo entonces, un suave gemido sonó en algún lugar cerca de ellos; ella supuso que venía de una de las otras camas. Señaló vagamente hacia el sonido.
—¿De verdad hay gente que está manteniendo relaciones sexuales aquí? ¿Justo aquí? ¿En la discoteca?
La lascivia inundó su sonrisa.
—Por eso están aquí las camas.
Ella le puso los ojos en blanco, y le ofreció una sonrisa apologética.
—Ya entiendo esa parte. Pero... ¿por qué salir fuera para tener sexo cuando puedes hacerlo en tu casa o en tu hotel? Especialmente desde que supongo que tienes que pagar por una de esas camas.
Joe tendió la mano para tocarle la rodilla, y utilizó su dedo pulgar para acariciarla.
—Algunas de estas personas vienen aquí esperando a conocer a alguien con el que deseen echar un polvo. Y la gente como nosotros, que ya saben a quién desean tirarse... venimos por la emoción.
De repente, ella lo comprendió.
—Está... prohibido.
A él le brillaron los ojos.
—Exacto.
—Como hacerlo en la Torre Eiffel —continuó ella. —O en la góndola.
Su mano ascendió cálida por su muslo.
—¿Te acuerdas de lo que me dijiste en la góndola la pasada noche? Dijiste que si pudieras, me follarías en aquel momento, y no te importaría que nadie nos estuviera observando.
Un pequeño atisbo de vergüenza combinado con la sensación de excitación se apoderó de ella. En realidad, sí le había dicho aquello. Era difícil de creer, pero era verdad. Incluso más difícil de creer era que lo hubiera dicho en serio. Joe la había transformado en una desvergonzada adicta al sexo, por lo visto.
Y hacía justo un momento, ella se había sentido preparada para cualquier cosa que él hubiera querido que ella hiciera, cualquier cosa que ella hubiera hecho. Y quizás se había quedado desconcertada por la grosería de aquel lugar, donde el sexo estaba tan «a la vista», pero mientras la cálida caricia de Joe se deslizaba suavemente más hacia arriba, y las yemas de sus dedos jugueteaban ahora bajo el dobladillo de su falda, quizás su conmoción empezaba a desvanecerse. Se desvaneció casi por completo cuando él la besó, su lengua coqueteando dulcemente con la de ella, en un encuentro sensual y suave de sus bocas.
Justo en aquel instante, una de las camareras en top apareció al borde de su cama, llevando dos copas y un cubo con hielo con una botella de vino abierta dentro.
—Su Pinot Grigio —dijo ella cuando ambos la miraron.
Y a (___) se le ocurrió que quizás la camarera se sintiera algo incómoda, pero no lo estaba.
Porque ese tipo de cosas solían suceder allí, personas que se tumbaban, que se daban el lote, delante de todo el mundo.
—Gracias —dijo Joe, después se levantó para sacarse la cartera y le pasó unos billetes a la chica.
Cuando la camarera se fue y Joe empezó a servir el vino, (___) dijo:
—Tengo algunas preguntas que hacerte.
Él se detuvo para destellarla con una mirada divertida.
—No puedo esperar a escucharlas.
Ella sonrió, sabía que a él le parecía entretenida su ingenuidad.
—De acuerdo, ¿cómo has pagado por la cama? Quiero decir, ¿Cuándo? No te he visto darle dinero alguno a Cynthia.
—Sueles dar el número de la tarjeta de crédito cuando llamas para hacer las reservas.
—Oh —aquello tenía sentido, supuso ella. Aunque la siguiente pregunta no era tan divertida como la primera. —Y si la gente mantiene relaciones sexuales en estas camas, ¿están, eh... limpias?
—Sí, nena, están limpias. La cubierta de terciopelo se puede quitar. Cada vez que se libera una cama, todo el compartimento es desinfectado.
—Bien —dijo ella, después ladeó la cabeza. —¿Pero cómo sabes eso?
—Porque así lo dicen los folletos.
(___) sintió cómo se le abrían los ojos de par en par.
—¿Tienen folletos? ¿Que hablan acerca de la limpieza después de que la gente folie sobre las camas?
Joe dejó escapar una carcajada gutural.
—Se explica con mucha más delicadeza que esa, pero sí, así es. Están en la puerta de la discoteca y probablemente en la barra. Y...
¿Y qué?
—Si estás preguntándote si la gente podrá escucharte, los compartimentos están diseñados para que el ruido se quede dentro. Sé que has escuchado un gemido hace unos minutos, así que sí, algo se escapa, pero casi todo se queda dentro.
—¿He de suponer que eso también está descrito con delicadeza en el folleto?
Él inclinó la cabeza, en un gesto conciso y juguetón.
Y ella no pudo evitar juguetear con él cuando le pasó la copa de vino.
—Parece que eres todo un experto de este lugar.
—No es la primera vez que estoy aquí —le dijo con un guiño. Después levantó la copa para hacer un brindis. —Por las experiencias nuevas.
Ella se mordió el labio, y se sintió a la vez tímida y aventurera, y la sensación de aventura se hacía más poderosa por momentos. Tintineó suavemente su copa contra la de Joe.
—Por las experiencias nuevas.
El siguiente taxi los llevó con rapidez a través del bullicioso Las Vegas Boulevard, donde todo lo que (____) podía ver alrededor de ellos eran limusinas y tranvías y más de esas vallas publicitarias en movimiento que ofrecían en venta a una mujer vestida solo con lencería. Mirando a través de las ventanas, recayó en los letreros de neón que señalaban el hotel casino MGM Grand, el París, el Monte Cario, y otros que pasaban ante sus ojos a toda velocidad y la hacían sentir —junto con el vino que había tomado— completamente consumida por las mareantes luces y el ritmo acelerado del Strip. Lo siguiente que supo fue que el taxi se había detenido en la avenida, en un camino rodeado de arbustos que llevaban a otro resort gigante y otro casino iluminado con luces brillantes, pero otra vez, había olvidado fijarse en el nombre.
Mientras Joe la llevaba a través de las puertas principales y entraban en otro enorme vestíbulo, sintió más ojos puestos en ella, sintió la mano de su hombre sobre la suya, sintió que su corazón latía con fuerza por la emoción de preguntarse qué iba a pasar a continuación y cómo podría agradecérselo por la noche.
Después de entrar en el ascensor, Joe esperó hasta que la mayoría de las personas que estaban dentro hubieran salido en sus respectivas plantas, y después presionó el botón de arriba, marcado simplemente con una R.
—¿Qué significa esa letra? —le preguntó ella. —¿Lleva a la azotea?
La boca de Joe se curvó en una sonrisa traviesa.
—No. Lleva a una discoteca. Se llama Rendezvous.
Por lo que iban a otra discoteca, una que estaba situada en lo alto de un hotel de Las Vegas Strip.
—¿Esa es mi sorpresa? —le preguntó ella despreocupada. —¿Otra discoteca? —no había querido sonar como decepcionada, pero ya había estado en un montón de discotecas con Joe, por lo que había esperado algo más... único.
Cuando las dos últimas personas que había con ellos en el ascensor se bajaron, las puertas se cerraron y Joe le lanzó una mirada oscura y seductora.
—No te preocupes, nena. Nunca antes has estado en una discoteca como esta.
—¿A qué te refieres?
En aquel momento, se abrieron las puertas del ascensor y el aura de la glamurosa vida nocturna le invadió los sentidos. Ante ellos se desplegaba una habitación con una tenue iluminación, con destellos rojos y púrpuras que giraban y resplandecían sobre los cuerpos escasamente ataviados que había en la pista de baile. La fragancia del alcohol y el perfume caro inundaba el ambiente. Cada cara que pudo ver ella era... hermosa, no había otra manera de describirlo. Estaba claro que era allí a dónde iba la gente guapa que quería salir de fiesta.
Pero antes de llegar al interior de la discoteca, tuvieron que ser admitidos por un portero, y ella observó la fila de personas que estaban esperando para entrar, mientras Joe la llevaba por delante, directo al hombre que sostenía una cuerda roja de terciopelo en las manos.
—Señor Jonas—le dijo él tranquilamente, después desató la cuerda, y les hizo un gesto para que entraran. Joe le pasó discretamente al portero un fajo de billetes doblados mientras atravesaban la entrada.
Dentro, pudo ver a la gente guapa más de cerca. Las mujeres tenían un aspecto seguro y atractivo, la mayoría llevaban vestidos de cóctel que rivalizaban con el suyo propio por sexualmente atrevidos, y los hombres eran como Joe, claramente modernos, elegantes, cómodos en su ambiente.
La iluminada pista de baile estaba compuesta por plataformas e incluso por unas pocas jaulas enrejadas. Sobre las plataformas había más gente guapa bailando, la mayoría de las chicas no parecían tener problema alguno por frotar sus cuerpos mientras se movían. Las jaulas, sin embargo, estaban ocupadas por lo que ella pensó que serían gogós, todas vestidas con tops negros de lentejuelas y faldas minúsculas también de color negro, bajo las cuales llevaban ligüeros que sujetaban unas medias de rejilla negras y unas sandalias de plataforma «tacones de stripper». Todo en lo que pudo pensar ella fue... Vaya. Joe tenía razón, ella nunca había estado en un lugar como aquel antes.
Justo entonces, una mujer rubia y delgada pasó delante de ella y se dio la vuelta para mirarla y le dijo a Joe:
—¿Estoy loca o esa que acaba de pasar es Paris Hilton?
—No estás loca.
—Vaya.
El aura sexual del ambiente era completamente palpable. La gente que había en la pista de baile se movía en ondulaciones líquidas, claramente estaba más interesada en el sexo que en la danza. Las camareras en topless servían las copas en la barra mientras otras camareras se pasaban por la discoteca llevando bandejas de copas y botellas, con el mismo top y medias que llevaban las mujeres que bailaban en las jaulas. A cualquier parte que mirara, (___) veía a personas besándose, y aquellos que no estaban besando a alguien parecían querer estarlo.
—Joe —otra rubia de escándalo se dirigió a él, tendiendo la mano y curvando sus uñas rojas alrededor de su brazo. Llevaba un vestido blanco ceñido con un corpiño en forma de V que llegaba hasta su ombligo, resaltando el abultamiento de sus pechos. —¿Qué haces en la ciudad, querido?
—Hola, Cherise —le dijo él con una sonrisa sosegada. —Solo estoy dando una vuelta en busca de algún nuevo talento, como de costumbre.
—Yo puedo ser nueva, y definitivamente poseo ciertos talentos —estaba siendo directamente depredadora y (____) intentó calmarse y no dejar que la pudieran los celos, pero al mismo tiempo se encontró agarrándose al otro brazo de Joe más posesivamente de lo que había pretendido.
—Esta es mi pareja, (___), la nueva representante de A&R de Blue Night —le dijo él, soltando el brazo de las garras de Cherise para señalar a (____).
—Chica con suerte —dijo Cherise con una timidez afectada, a modo de saludo.
—Sí, lo soy —le contestó (___), dándose cuenta de que aquello parecía ser el consenso universal: cualquier chica que estuviera con Joe Jonas, aunque fuera por una noche, tenía que ser envidiada.
—Un placer volver a verte, cariño —le dijo a Cherise cuando se iban, y (___) no pudo evitar sentirse feliz de dejar a Miss Vestido Blanco detrás, mientras ellos avanzaban hacia la sala oscura.
Aun así, se vio obligada a observar que muchas más chicas sexys ponían los ojos en su hombre, pero cuando también se dio cuenta de que los hombres le dedicaban a ella la misma mirada, se olvidó de sus preocupaciones. ¿Eran todos aquellos ojos puestos en ella, la sexualidad que flotaba en el ambiente, lo que la hacía sentir cómo le dolían los pechos y se le dilataba la vulva? ¿O era solo porque había estado deseando a Joe toda la noche?
A pesar del sexo que emanaba aquel lugar, ella estaba al límite de preguntarle por qué razón exactamente el Rendezvous era su sorpresa, cuando llegaron a una zona completamente nueva de la discoteca. La pista de baile quedó visible detrás de ellos, pero el ambiente acababa de cambiar, sumergiéndose incluso más en un ritmo más lento, más sofocantemente sensual.
La gran sala que los rodeaba estaba llena de... camas. Bueno, no camas reales, sino otomanos y divanes grandes, lujosos y adornados de joyas que hacían un papel perfecto. Los clientes estaban tumbados sobre ellos vestidos con un sofisticado atuendo, bebiendo, hablando, algunos de ellos besándose. Como en el Fetiche, observó a dos chicas dándose el lote, pero a diferencia del Fetiche, ahí nadie parecía particularmente interesado, aparte de un hombre que estaba tumbado con ellas en el diván esmeralda, acariciando la pierna de una de las chicas.
La música también era diferente, aunque la pista de baile todavía estaba a la vista, con un ritmo rápido y fuerte que ya no podía oírse, solo podían escuchar canciones más lentas y eróticas que resonaban desde los ocultos altavoces. La iluminación era suave, invitadora, sensual.
Y alrededor del perímetro de la sala... «oh, Dios mío». Al principio no se había dado cuenta de ello, solo había visto unas cortinas oscuras de color azul zafiro que rodeaban la zona, pero ahora había caído en que algunas de las cortinas estaban retiradas, y se revelaba un gran compartimento en forma de U que tenía una cama hecha a la medida y que se encajaba contra la pared curvada. Eran como cabinas semicirculares en un restaurante, pero en lugar de cabinas, ella pudo ver más lugares pomposos en los que acostarse.
Las zonas que estaban visibles le daban la oportunidad de espiar a la gente que había tumbada allí. En algunas, pudo ver a parejas, mientras que otras camas estaban ocupadas por tres, cuatro o incluso cinco personas. Como en las camas que había en la zona abierta de la sala, la gente que había en la especie de cabinas estaba bebiendo, riendo a carcajadas, y algunos estaban dándose el lote.
La mera presencia de tantas camas elaboradas, con tanta gente reclinadas sobre ellas, la hacían sentirse más excitada aún, hacían que se le humedeciera un poco más la vulva. ¿De verdad tenía la gente relaciones sexuales en aquel lugar? ¿Era esa la razón por la que algunas cortinas estaban echadas?
Mientras intentaba ajustarse al seductor ambiente, una atractiva mujer madurita con otro vestido tan provocador como el suyo —el de la mujer de un bonito color coral— se acercó a ellos, y puso la mano encima del brazo del amante de (___).
—Joe.
—Cynthia, hola —le cubrió la mano ligeramente mientras se inclinaba para darle un beso en la mejilla.
Aquella mujer parecía más amistosa que ligona, así que (___) no se sintió celosa como antes, pero estaba empezando a pensar que Joe conocía a cada persona del planeta.
—He visto tu nombre en la lista de reservas —dijo Cynthia— así que he reservado mi cama favorita para ti.
Oh, trabajaba allí.
Y... había reservado una cama especial para él. El estómago de (___) se revolvió con una extraña expectativa, todavía estaba asombrada y conmocionada por aquel lugar.
Cynthia los condujo a través de varias cortinas cerradas y un par de zonas abiertas, después tiró hacia debajo de una cuerda azul de terciopelo para revelar... la cama más seductora que (___) había visto en su vida. Una tela gruesa de terciopelo rojo cubría la cama en forma de U, mientras afelpadas almohadas de color negro y púrpura, de toda forma y tamaño, alineaban el borde redondo. La pared en forma de U estaba tapizada de más terciopelo rojo, hacia arriba, cubierto con un lujoso papel de pared. El compartimento privado se completaba con repisas para colocar bebidas encima, y espejos con marco dorado que colgaban desde varios ángulos, claramente diseñados para encajar con las paredes curvadas.
—Esto es genial, Cynthia —dijo Joe tan informalmente como si fuera la camarera que le trae la comida.
—¿Puedo traerles algo de beber?
Él miró a (____).
—¿Más vino?
—Claro —se sentía tan fuera de su elemento que temía que su voz hubiera salido con un sonido parecido al de un ratón. Incluso si parecía formar parte de la noche, no estaba acostumbrada a estar rodeada de tanta elegancia.
Joe le pidió a Cynthia que trajera una botella de su mejor Pinot Grigio y, cuando se fue, cogió a (___) de la mano y la llevó hacia el cubrecama de terciopelo rojo.
Le dio una sensación indiscutiblemente extraña cuando se echó hacia atrás y se acomodó contra las cómodas almohadas llevando aquel vestido de satén, con las piernas desnudas extendidas ante ella, con las rodillas flexionadas, especialmente en una sala llena de gente, y aun así al mismo tiempo, la hizo sentirse repentinamente como una parte más de la abierta sensualidad del ambiente. Joe estaba tumbado a su lado, apoyado en uno de sus codos, mirándola a la cara.
—Entonces, ¿esta es mi sorpresa? —le preguntó ella.
Él asintió brevemente.
—Es... bastante salvaje. Todavía estoy intentando adaptarme.
—¿Adaptarte?
—Estoy acostumbrada a las discotecas que tienen mesas, no camas.
Justo entonces, un suave gemido sonó en algún lugar cerca de ellos; ella supuso que venía de una de las otras camas. Señaló vagamente hacia el sonido.
—¿De verdad hay gente que está manteniendo relaciones sexuales aquí? ¿Justo aquí? ¿En la discoteca?
La lascivia inundó su sonrisa.
—Por eso están aquí las camas.
Ella le puso los ojos en blanco, y le ofreció una sonrisa apologética.
—Ya entiendo esa parte. Pero... ¿por qué salir fuera para tener sexo cuando puedes hacerlo en tu casa o en tu hotel? Especialmente desde que supongo que tienes que pagar por una de esas camas.
Joe tendió la mano para tocarle la rodilla, y utilizó su dedo pulgar para acariciarla.
—Algunas de estas personas vienen aquí esperando a conocer a alguien con el que deseen echar un polvo. Y la gente como nosotros, que ya saben a quién desean tirarse... venimos por la emoción.
De repente, ella lo comprendió.
—Está... prohibido.
A él le brillaron los ojos.
—Exacto.
—Como hacerlo en la Torre Eiffel —continuó ella. —O en la góndola.
Su mano ascendió cálida por su muslo.
—¿Te acuerdas de lo que me dijiste en la góndola la pasada noche? Dijiste que si pudieras, me follarías en aquel momento, y no te importaría que nadie nos estuviera observando.
Un pequeño atisbo de vergüenza combinado con la sensación de excitación se apoderó de ella. En realidad, sí le había dicho aquello. Era difícil de creer, pero era verdad. Incluso más difícil de creer era que lo hubiera dicho en serio. Joe la había transformado en una desvergonzada adicta al sexo, por lo visto.
Y hacía justo un momento, ella se había sentido preparada para cualquier cosa que él hubiera querido que ella hiciera, cualquier cosa que ella hubiera hecho. Y quizás se había quedado desconcertada por la grosería de aquel lugar, donde el sexo estaba tan «a la vista», pero mientras la cálida caricia de Joe se deslizaba suavemente más hacia arriba, y las yemas de sus dedos jugueteaban ahora bajo el dobladillo de su falda, quizás su conmoción empezaba a desvanecerse. Se desvaneció casi por completo cuando él la besó, su lengua coqueteando dulcemente con la de ella, en un encuentro sensual y suave de sus bocas.
Justo en aquel instante, una de las camareras en top apareció al borde de su cama, llevando dos copas y un cubo con hielo con una botella de vino abierta dentro.
—Su Pinot Grigio —dijo ella cuando ambos la miraron.
Y a (___) se le ocurrió que quizás la camarera se sintiera algo incómoda, pero no lo estaba.
Porque ese tipo de cosas solían suceder allí, personas que se tumbaban, que se daban el lote, delante de todo el mundo.
—Gracias —dijo Joe, después se levantó para sacarse la cartera y le pasó unos billetes a la chica.
Cuando la camarera se fue y Joe empezó a servir el vino, (___) dijo:
—Tengo algunas preguntas que hacerte.
Él se detuvo para destellarla con una mirada divertida.
—No puedo esperar a escucharlas.
Ella sonrió, sabía que a él le parecía entretenida su ingenuidad.
—De acuerdo, ¿cómo has pagado por la cama? Quiero decir, ¿Cuándo? No te he visto darle dinero alguno a Cynthia.
—Sueles dar el número de la tarjeta de crédito cuando llamas para hacer las reservas.
—Oh —aquello tenía sentido, supuso ella. Aunque la siguiente pregunta no era tan divertida como la primera. —Y si la gente mantiene relaciones sexuales en estas camas, ¿están, eh... limpias?
—Sí, nena, están limpias. La cubierta de terciopelo se puede quitar. Cada vez que se libera una cama, todo el compartimento es desinfectado.
—Bien —dijo ella, después ladeó la cabeza. —¿Pero cómo sabes eso?
—Porque así lo dicen los folletos.
(___) sintió cómo se le abrían los ojos de par en par.
—¿Tienen folletos? ¿Que hablan acerca de la limpieza después de que la gente folie sobre las camas?
Joe dejó escapar una carcajada gutural.
—Se explica con mucha más delicadeza que esa, pero sí, así es. Están en la puerta de la discoteca y probablemente en la barra. Y...
¿Y qué?
—Si estás preguntándote si la gente podrá escucharte, los compartimentos están diseñados para que el ruido se quede dentro. Sé que has escuchado un gemido hace unos minutos, así que sí, algo se escapa, pero casi todo se queda dentro.
—¿He de suponer que eso también está descrito con delicadeza en el folleto?
Él inclinó la cabeza, en un gesto conciso y juguetón.
Y ella no pudo evitar juguetear con él cuando le pasó la copa de vino.
—Parece que eres todo un experto de este lugar.
—No es la primera vez que estoy aquí —le dijo con un guiño. Después levantó la copa para hacer un brindis. —Por las experiencias nuevas.
Ella se mordió el labio, y se sintió a la vez tímida y aventurera, y la sensación de aventura se hacía más poderosa por momentos. Tintineó suavemente su copa contra la de Joe.
—Por las experiencias nuevas.
Ell Payne'
Re: 7 noches de pecado(Joe&Tu) -Super Hot!- (T E R M I N A D A)!
Chicas ahi tienen el cap *____*
solo les advierto qe el siguiente capitulo
estaaaa supeeeer hot
es un trioo :twisted:
pero si qieren saaber con qien
tendran qe esperarse hasta mañana!
las qiero chicaaas
solo les advierto qe el siguiente capitulo
estaaaa supeeeer hot
es un trioo :twisted:
pero si qieren saaber con qien
tendran qe esperarse hasta mañana!
las qiero chicaaas
Ell Payne'
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