El lado bueno de las cosas {James Maslow & Paige Jackson}

Cuando llegamos al supermercado aún sentía esa sensación de adrenalina recorriéndome por el cuerpo. Estaba casi convencida que nos ibamos a matar por lo rápido que iba James. Pero me gusto, me gusto mucho montar en moto.
-¿Qué tal?-me pregunta con una sonrisa cuando nos bajamos-¿mola o no?
-Nunca dije que no molara-me quito el casco y se lo lanzo.
-¿No puedes responder «si molaba mucho James, eres muy guay, ¿puedes llevarme a la vuelta?»-sonríe.
-Ni de coña-digo aguantandome una sonrisa.
Por un segundo su mirada baja a mis labios. Se ha dado cuenta y sonríe.
-No es bueno aguantar las sonrisas. Te enferma.
-Eso te lo has inventado.
Vuelve a sonreír y mira al cielo.
-¿Viste? Ya no llueve-me vuelve a mirar-estás empapada.
-No jodas, ¿en serio?-digo sarcastica.
-Puedes quitarte la sudadera dentro, ahí no hará frío.
-Es lo que iba a hacer-le dedico una sonrisa falsa-ahora, adiós-me quito la sudadera camino a la entrada del supermercado.
-¿No me agradeces haberte traído hasta aquí?-dice, de nuevo, siguiendome.
-Casi me has obligado, pero gracias.
-Yo no te he obligado a nada. Insistí un poco y dijiste que si.
-Lo que tu digas-suspiro-¿vas a volver a seguirme?-le miro.
-Yo también tengo que comprar.
-Ya.
Entro en el supermercado y al momento me separo de el. Miro atrás y me está mirando entrecerrando los ojos. Aparta la mirada con un suspiro para irse por otro lado.
Ya lo he dicho. No me gusta estar cerca de chicos... y he estado más cerca de el que de nadie. En la moto y hace un momento. Ademas no para de seguirme.
Cojo un carro adentrandome en el supermercado. Dejo la sudadera colgando del carro para luego coger la lista de mis vaqueros. Aquí hay mucho que comprar. Después de patearme el sitio entero me faltan unas cinco cosas y para mi buena suerte pierdo la lista.
-¿Pero que...?-miro en el suelo-¿dónde está?
Me agacho en el suelo buscando la lista.
-¿Qué haces?-levanto la vista y veo a James mirándome con diversión.
-¿A... a ti que te importa?-pone los ojos en blanco.
-Siendo tan borde no vas a conseguir espantarme Paige-se acuclilla acercandose más a mi cara.
-No se de que hablas-frunzo el ceño.
-Si que lo sabes-se lame los labios antes de seguir hablando-hablo de este muro invisible a tu alrededor.
-Estás loco-me levanto.
El se levanta también. Me saca mucho, es muy alto. Me aparto unos pasos para poder verle bien la cara.
-Vale, ¿entonces qué pasa? ¿Te caigo mal?
-No es eso. No te conozco lo suficiente para saberlo...
-¿Entonces por qué eres tan borde?
-¡Porqué me pones nerviosa!-arquea una ceja confundido-pero no es por ti, la gente en general si se acerca demasiado a mí me pone nerviosa. Sobre todo si son tios,
-¿Por eso me diste una bofetada cuando te toque ayer?
-Si.
-Pero en la moto...
-Es diferente. Te toque yo. Tu no me tocaste a mí.
-¿Y por qué te pasa eso?-pregunta curioso buscando mi mirada.
-Porque soy así-sacudo la cabeza-a ver nos estamos desvíando. Hablas demasiado-suelta una pequeña risa-eres un cotilla.
-Un poco, supongo-se encoje de hombros-¿entonces que hacías?
-Es que he perdido la lista de la compra. No se donde la he dejado y no se que más tenía que comprar.
-¿Hace cuanto que la perdiste?
-La tenía en la mano y de repente desaparecio. Hace un momento-sus labios se vuelven a curvar  en una sonrisa.
-Claro, es que debes de ser maga o algo-le miro mal mordiendome la lengua aguantando otra sonrisa.
Por suerte está vez no se da cuenta.
-No da gracia-se encoje de hombros-mejor me voy con esto y ya-le miro y veo que se está aguantando otra sonrisa mirando a otro lado-¿qué pasa?-me mira y al segundo agacha la cabeza mordiendose el labio inferior.
-Nada-me mira-es que me recuerdas a alguien-me sonríe.
-¿Por qué siempre sonríes?-levanta las cejas sorprendido.
-¿Y tu porque nunca sonríes?
-Porque no tengo razones para hacerlo-cojo el carro-sonríes tanto que pareces un payaso.
-Si nos ponemos así, tu por no sonreír nunca pareces una amargada de quince años.
-Tengo diecisiete años-me frunce el ceño.
-Ah... pues si que eres baja.
-Idiota-murmuro.
Doy la vuelta al carro para irme.
-¿Te enfadas?
-No me gusta que se metan con mi tamaño. Ya se que soy una enana pero no hace falta que me lo recuerdes.
-¿Cuanto mides?-se pone a caminar a mi lado.
-1.55-asiente lentamente-¿tu?
-1.85.
-Pareces una girafa-me mira sonriendo.
-A tu lado ya te digo-suelta una carcajada-sino fueras tan borde y no tuvieras esa expresión malhumorada todo el día, serías adorable-dice pensativo.
-¿Y qué soy entonces?
Me mira pensativo unos segundos.