Survive

Los siente, se están acercando de forma lenta pero implacable. Ellos se han escondido como cobardes en las cuevas, ocultos en la oscuridad, esperando el momento para salir corriendo e ir a otro sitio. Mal, van mal. Zia lo sabe, sabe que pronto van a dar con ellos, los detectan, es como si los olieran; que se hayan escondido solo alargará la espera. Y ella está inquieta, se mueve de un lado a otro en la oscuridad esperando que llegue el momento de lanzarse sobre el enemigo.

— Zia — escucha que la llaman e inmediatamente se vuelve hacia la derecha, de donde ha surgido el sonido —, ven.

Ella avanza por la cueva completamente a escuras, con la mano tocando la pared para no perderse hasta llegar a la entrada, el único sitio con luz y donde está gran parte de la ofensiva de su grupo. Justo en la salida de la cueva está Adam, el líder, escrutando el terreno en busca de movimiento. Pero de momento todo está en calma, la calma que precede a la tempestad. Zia lo siente, tiene ese nudo en el estómago que te dice que algo no va a salir bien.

— ¿Qué pasa? — pregunta con voz ronca y un acento extraño. Está claro que su idioma natal no es el inglés — estaba buscando otra salida de esta cueva por si nos encuentran — que lo harán. Piensa, aunque eso no lo dice.

— Hace más de una hora que no tenemos noticias de los observadores. Garrett opina que los han encontrado ya, yo creo que aún no porque no hemos escuchado nada, pero seguramente estén cerca de ellos, y Novak que nos preocupamos demasiado. Como ves no nos ponemos de acuerdo, busca al resto y diles que tenemos que hablar.

Zia bufa, había esperdo que la pidiese opinión a ella, pero a los ojos de todos ella solo es la "pequeña y perdida" la más joven del grupo. Su opinión no valía nada allí, por mucho que pueda demostrar ser de utilidad. Inmediatamente la pelirroja da media vuelta y se pierde en la oscuridad.

Vuelve minutos más tarde acompañada por otras quince personas más, todas ellas armadas hasta los dientes, como los que están en la entrada de la cueva, y con antorchas en las manos. De todos Zia es la única que se atreve a entrar en la oscuridad sin luz.

— Aquí los tienes — dice únicamente para llamar la atención mientras se dirige hacia una roca más o menos grande y se sienta allí para escuchar la conversación.

No es corta, tardan más de media hora en ponerse de acuerdo en algo y Zia cada vez siente que el nudo en su estómago es peor. Ya vienen. Inmediatamente se levanta, como si el estar sentada en la roca la quemase, y se acerca a la salida, ni siquiera sopla el viento. No es una buena señal, cuando Ellos están cerca siempre pasa eso. Pero parece que solo Zia se da cuenta.

— Iremos donde están los demás — sentencia por fin Adam mientras hace una señal para que todos le sigan. Al final han decidido que los que están fuera se las tendrán que arreglar como puedan.

— Nos estaremos tendiendo una trampa a nosotros mismos — dice Zia mirando al cielo.

— No es tu decisión — escucha que la dice otro, Nolan, y mientras tanto alguien la agarra del brazo y la hace girar para que siga a los demás. Zia se suelta con un movimiento brusco y fulmina al hombre que la ha agarrado con la mirada.

— No me toques — advierte ella mientras avanza junto a todos los demás.

Las antorchas están repartidas de forma que se puede ver perfectamente en la zona en la que está todo el grupo. No son muchos, unos cien, pero hasta donde Zia ha visto son el grupo más grande que queda y hace más de dos años que no se han encontrado con ningún otro grupo. Aunque supone que también tendrá que ver con que su jefe se ha ido volviendo un paranoico con el paso de los años.

Está nerviosa y por eso no deja de recolocarse las armas que lleva, memorizando el lugar en el que las tiene exactamente. Cuando ha repetido la misma operación por sexta vez se permite levantar la vista y mirar a su alrededor, todo el mundo parece tranquilo, como si no sintieran el mismo nudo en el estómago que tiene ella. Se levanta y camina hacia donde está Max, tiene más o menos su edad y le puede considerar su amigo.

— ¿Crees que esto va a terminar bien?

— ¿Honestamente? — Zia asiente — No.

Lo que se temía, ella no es la única que siente que se han encerrado y que eso les va a costar la vida a todos. Le dedica una media sonrisa para intentar infundir ánimos y se marcha; aún hay una cosa más que quiere hacer. Se acerca a Adam, está escribiendo en un cuaderno y parece que lo hace a toda velocidad. Zia se inclina sobre él para ver lo que escribe y en el mismo instante en el que logra ver lo que está escribiendo un temblor sacude la cueva y algunas piedras caen sobre ellos. La mayoría no da a nadie, pero algunas sí que lo han hecho y la gente que ha sufrido el impacto está tirada en el suelo. Posiblemente muertos. Zia se incorpora rápidamente y se prepara para lo que desde hacía mucho tiempo sabía que iba a pasar, pero antes de marcharse de allí consigue ver lo último que escribe Adam: "Ya vienen".

Lo que pasa después es indescriptible, aparecen de la nada, algunos incluso atraviesan las paredes y en un par de segundos el grupo se ha reducido a la mitad porque su primera ofensiva siempre es devastadora. Zia los ha combatido antes, y del mismo modo que sabe que ahora empezaría la lucha sabe que los que están ahí no son los más fuertes de Ellos. Inmediatamente agarra la escopeta que cuelga de su espalda y apunta al primero. Dispara y cae muerto. Lo que su escopeta dispara no es munición normal, igual que todo lo que lleva, todo ha sido retocado para poder matarlos.

El primero de ellos se fija en la pelirroja y ella sale corriendo. Salta un montón de piedras, sortea a uno de los suyos y dispara dos veces más, hasta que tiene que recargar. No ha acertado ni un solo tiro y a su alrededor ve que cada vez son menos de los suyos y también que se los están llevando, a los que cogen vivos se los llevan.

— ¡Eh! — grita para captar la atención de uno de ellos. Inmediatamente después dispara con la otra escopeta que colgaba en su espalda y el bicho cae muerto, soltando al humano que se llevaba.

Ellos habían llegado de otro mundo y en contra a lo que hasta entonces se había pensado eran mucho más grandes que los humanos y no eran verdes. Eran inteligentes y mucho más fuertes. Durante los cinco años de conquista Zia solo había visto a dos tipos de seres, los que mandaban como avanzadilla y los Carroñeros. Los primeros eran grandes como elefantes, y parecían perros; eran salvajes y arrasaban con todo a su paso, pero por lo que Zia había observado entendían y obedecían órdenes. Como la de capturar a humanos. Los Carroñeros eran mucho más pequeños, pero más rápidos e inteligentes, limpiaban las zonas de combate.

Por suerte para ellos los Carroñeros no habían llegado.

Cada vez quedaban menos de los dos bandos, pero tan solo había tres cuerpos de Ellos tirados en el suelo mientras que de su grupo había bastantes más. Zia disparó de nuevo para intentar acertar a otro que se marchaba y paró para recargar, no vio al que estaba a su espalda y no se dio cuenta hasta que fue demasiado tarde. Sintió un golpe en la cabeza y después todo se volvió negro.