Déjame amarte, eres mi princesa (Niall Horan)

–Niñita...¿Qué diablos dices?–La miré con el ceño fruncido, esta chica estaba loca...creo–

–No soy niña, tengo 16. –Dijo con mayor naturalidad, mientras sonreía. Yo le daba unos 15 o 14...pero la chica era realmente bonita-

–Malditasea...

–Es malo maldecir. -Me interrumpió, se puso de puntas mientras acariciaba mi mejilla; bufé. Saqué delicadamente su mano de mi mejilla, estaba helada-

–¿Porqué no vas a tu casa?

–Tengo que quedarme con tigo, para cuidarte.


[...]


Hace unos minutos hablaba tranquilamente con la niñita; ahora me encontraba arrancándome de ella en mi motocicleta. Iba demasiado rápido como para que me atropellaran, pero no sucedió nada. Llegué tranquilamente a mi casa, no había nadie ya que mi madre junto a mis cuatro hermanos se encontraban en el velorio. Rápidamente me quité los zapatos y mi chaquetón en medio de la sala, subí rápidamente a mi habitación y cerré con llave la puerta. Dí la vuelta y...

Mierda.

Pegué un grito de susto al hallar a la niña viendo las fotos de mi habitación. ¿Cómo mierda.... Abrí los ojos como platos y por poco me desmayo, la niña rápidamente me mira y esboza una sonrisa.

–¿¡Qué haces aquí!? –Dije un tanto enojado, mi voz tiritaba y mis manos temblaban del frío–

–Hola Niall. –Ignoró mis palabras y rápidamente se acercó a mí para abrazarme. Sentí un raro escalofrío al sentir sus dos brazos helados a mi pecho todo mojado. Era como si...

Abrazara a la muerte.

La alejé de mi ya que perdía la respiración junto con ella, quizás ella decía la verdad ¿O casualidad? Toqué su hombro y ella me miró divertida, yo estaba extremadamente estupefacto. Su hombro estaba realmente frío, bajé cuidadosamente mi mano por su brazo hasta llegar a su mano helada como su hombro. Entrelacé mi mano con la de ella; su mano era pequeña reconocida contra mi mano. Quizás es idea mía o a esta niña ya la conocía desde antes.

–Si me tocas mucho me temo que puedas tener problemas respiratorios –Saqué rápidamente mi mano contra la de ella y soltó una carcajada– Era broma, tontito. –Tocó levemente mi nariz–

–¿E-e-eres...hu-u-mana? –Tartamudeé, esta situación me ponía los pelos de punta–

–Nop, soy ángel. Debo cuidarte. –Yo retrocedía y ella avanzaba, desgraciadamente caí en mi cama–

–¿No me harás nada? –Agarré mis sábanas con fuerza–

–Claro que no, sólo tienes que confiar en mí –Respondió con dulzura–

Bajé mi mirada, eso lo había dicho alguna vez en mi vida mi novia...mierda. La necesitaba ahora mismo.

–Cuando confías en alguien, te hieren...–Dije en un hilo de voz, el llanto se aproximaba y se apoderaba en mi garganta. Mi vista se nublaba–...Ya no confío en nadie.


Con su dedo índice levantó mi mirada hacia la de ella, sonreía dulcemente mientras con su otra mano acariciaba mi mejilla toda roja por el frío de la lluvia. Ahora sus dedos ardían de calor, estaba tibia. Su mirada era gris, pero aún tenía esa sinceridad en sus ojos.

–Confía en mí, te prometo que no saldrás lastimado. –Besó mi frente y esbocé una media sonrisa, esta chica me agradaba en lo completo. Rápidamente tomó mi brazo e hizo que me pusiera en pie, me abrazó tiernamente, colocó su rostro en mi hombro. Ella sabía que necesitaba ese abrazo.
Coloqué mi rostro en su hombro y la abracé fuertemente por la cintura.
Los dos soltaos una risita al ver que estábamos tan abrazados.


–¡¡Nialler, llegamos!! –Dijo uno de mis hermanos gritando fuertemente en la sala–

Oh...mierda, ¿Ahora qué diré sobre la chica?