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Juego de la Noche... Isabel y Kevin TERMINADA
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
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Re: Juego de la Noche... Isabel y Kevin TERMINADA
Capitulo 2 Parte 3
Hasta que Taylor le había dicho que se mudara con él, ella había vivido en el apartamento más grande en el último piso. Ahora todos los apartamentos estaban alquilados excepto el estudio de atrás. Era tan pequeño que ella nunca se había sentido bien de cobrar dinero por él. En cambio, Isabel lo usaba como almacén.
Ahora este iba a ser su hogar dulce hogar por un tiempo.
Ella deseaba llorar otra vez, pero se negó. Si la peor cosa que jamás le había pasado era que Taylor la abandonara, entonces ella realmente estaba bendita.
De todos modos eso realmente dolía. Profundamente.
Mientras Mina y Tabitha se iban, el lobo avanzó para mirarla hacia arriba.
—¿Eres hermoso, verdad? —le preguntó, agachándose para acariciarle las orejas otra vez.
Él le lamió su mano antes de frotarse contra sus piernas como haría un gato.
—Vamos —dijo ella, indicando el patio con la cabeza—. Realmente no quiero estar sola esta noche y tu luces como si pudieras apreciar un lugar seco y cálido para dormir.
Él pasó suavemente por la puerta mientras ella la cerraba y se dirigía al renovado establo/apartamento.
Con el corazón pesado, Isabel estaba agradecida de tener éste diminuto lugar abandonado, si no estaría en un cuarto del hotel esta noche. O peor, en la casa de sus padres. Ella no estaba de humor para contestar sus preguntas o ver la mirada de decepción en la cara de su madre mientras lamentaba el hecho de que si Isabel no se casaba, ella no tendría algún otro nieto.
Al menos aquí, en su propio lugar, ella tenía algo de comodidad.
Tal vez.
Ella abrió la puerta y encendió las luces. Por suerte, el agua y la electricidad para este apartamento estaban conectadas desde la misma línea que proporcionaba el agua y la electricidad a su tienda.
El lobo vaciló mientras miraba los treinta metros cuadrados de cajas e ilustraciones.
—Oh —dijo ella alegremente— ¿estás siendo melindroso, eh?
Si ella no lo supiera bien, juraría que él sacudió su cabeza antes de entrar y comenzar a olfatear alrededor de sus cajas.
Después de cerrar la puerta, Isabel fue al polvoriento escritorio y dejó caer sus llaves encima de él. Entonces ella quitó la cubierta del sofá y tosió mientras desenterraba una peluda capa de polvo.
—Realmente te odio, Taylor —dijo ella silenciosamente mientras se sorbía las lágrimas—. Espero que te ahogues en las tiras de la tanga de tu flaca nueva novia.
Como si él sintiera su tristeza, el lobo se acercó y se frotó contra su costado. Bride se agachó al piso para tomarlo en un apretado abrazo.
El lobo no se quejó en absoluto mientras ella dejaba caer sus lágrimas en su piel nevosa. Él se sentó allí silenciosamente con su cabeza sobre el hombro de ella mientras el dolor la inundaba.
¿Cómo podía haber sido tan estúpida para pensar durante un minuto que amaba a Taylor? ¿Por qué le había dado tanto de su vida y de su tiempo cuándo él solo la estaba utilizando?
¿Estaba ella realmente tan desesperada por amor que se mentiría a sí misma sobre él?
—Solamente quería a alguien me amara por mí —le susurró al lobo—. ¿Eso está tan mal?
Kevin no podía respirar mientras Isabel lo sostenía en un apretón de muerte y sus palabras lo atravesaban. Peor, él entendía exactamente lo que ella quería decir. Rechazado por todos excepto por su hermano y hermana, él sabía que la única cosa que lo había salvado de ser el lobo de Omega en su manada había sido su disposición a matar a cualquiera que intentara tomarlo a él o a Fang como chivo expiatorio.
Cada vez que habían intentado meterse con ellos, Kevin se había defendido, y con la madurez, él había crecido a tal tamaño que nadie osó desafiarlo otra vez.
Ni siquiera su padre.
¿Cómo alguien podía hacerle un daño como ese a Isabel? Su corazón latía salvajemente mientras el lobo dentro de él clamaba por la sangre del hombre que la había hecho llorar.
Él no entendía qué tipo de hombre podría dejarla ir voluntariamente. Una vez su especie se emparejaba, era eterno. Irrompible.
Y ahora que él tenía la confirmación que ella era de hecho su compañera predestinada, él estaba obligado por su honor a protegerla hasta que ella terminara el ritual de apareamiento, aceptándolo o separando sus caminos.
Lo último no la afectaría en absoluto. Pero como lobo, él nunca sería capaz de tener sexo con otra hembra mientras Isabel viviera.
Esto era completamente inaceptable para él. No es que Kevin Kattalakis no pensara cumplir con el celibato. La idea de pasar las próximas décadas impotente era suficiente para hacer sufrir a cualquiera.
¿Pero cómo un humano podía aceptar a un animal como su compañero?
Condenados los Destinos por esto. Ellas eran perversas brujas que no vivían para ningún otro objetivo que hacer sufrir a otros.
El teléfono sonó. Isabel lo soltó y fue a contestarlo mientras Kevin olfateada alrededor del pequeño y atestado cuarto. Este era un lugar deprimente.
—¡Hey!, Tabby —Isabel quitó una sábana de la mesa e hizo caer una caja.
Kevin aulló y la esquivó.
Isabel acarició su cabeza, luego movió la caja. —¿No tienes que hacer eso, sabes? —Él podía sentir que ella estaba un poco irritada con su amiga, pero en el fondo parecía contenta—. Bien, salgo para a dejarte entrar.
Isabel colgó el teléfono, luego agarró sus llaves y abrió la puerta. Kevin la siguió al exterior, hasta la calle, donde ella abrió la puerta del hierro forjado para dejar pasar a Tabitha, quien estaba de pie del otro lado con un carro con ruedas cargado de bolsos, en el patio.
—¡Dios Santo! —dijo Bride mientras veía los bolsos—. ¿Qué hiciste?
Tabitha se encogió de hombros. —El bienestar material que cada mujer debería tener —Ella dio un paquete de seis cervezas Corona Light a Bride, luego entró el carro.
Isabel cerró la puerta y siguió a Tabitha.
Kevin se arrastró detrás de ellas.
Una vez que estuvieron dentro del pequeño apartamento, Tabitha le sonrió.
—Yo tenía la sensación que todavía estarías aquí.
Ella sacó un hueso del saco superior y lo desenvolvió.
Él hizo una mueca por dentro mientras ella lo dejaba sobre el suelo. No había ningún modo en el infierno que le hiciera masticar eso.
Su mirada se dirigió a Isabel. Ella era el único juguete masticable que le interesaba.
Isabel estaba de pie con sus manos en sus caderas. —Tabitha...
—No, Isabel. Como miembro reciente del Club-No-Tengo-Un-Hombre-y-Nunca más-Quiero-Otro, sé que lo último que necesitas es pasar sola esta noche —. Ella sacó un juego de sábanas de seda del saco.
—¿Qué son esas?
—Te dije, bienestar material. Tenemos todo aquí. Donas Krispy Kreme, cerveza, gaseosas, creme horns, patatas fritas, salsas, y suficientes DVDs con machotes como para hundir al Titanic. Es hora de un festival de buenos tíos que no te pueden romper el corazón —Tabitha le dio una pequeña bolsa.
Isabel sacudió su cabeza. —Gracias, Tabby. Realmente aprecio esto.
—No hay problema.
Kevin se volvió a sentar mientras Tabitha conectaba la TV y videograbadora mientras Isabel abría las cajas que tenía los platos y la cubertería.
—Estoy contenta de haber guardado todo esto —dijo Isabel mientras sacudía el polvo de una caja y la ponía sobre una mesa de centro delante de la TV—. Taylor no quería todas mis cosas mezcladas con las suyas. ¿Debería haberlo sabido entonces, verdad?
Todo lo que podía hacer Kevin era permanecer en su forma de lobo. Él quería tanto reconfortarla, pero no se atrevía. Sobre todo no con Tabita presente.
—No pienses en eso cariño —dijo Tabitha mientras destapaba la cerveza con su mano desnuda y se la alcanzaba a Isabel—. Nosotras nunca vemos los signos que no queremos ver. ¿Sabes? Mira el lado positivo de todo esto, al menos tu hombre no te abandonó por ser chiflada.
—Tu no eres chiflada.
Tabitha lanzó una risa incrédula ante esto. — Sí, claro. Dejando de lado a Amanda, sólo frutas y avellanas vienen en mi árbol genealógico. Pero... Hey!, al menos somos divertidas.
Isabel le lanzó una mirada de reprobación. —¿Sabe Mina que dices eso?
—¿Mina? Ella está más loca que yo. ¿Has visto su colección de equipos antiguos para matar vampiros? Juro que fue ella quien hizo aquella oferta anónima en Sotheby’s por aquel equipo-para-matar-vampiros-del-siglo-pasado.
Tabitha se metió una dona entera en la boca y la tragó completa.
Isabel arrugó su nariz ante la acción. —Por favor dime como puedes permanecer así de delgada comiendo de la forma en que lo haces. Apenas como media Pop-Tart y gano quince kilos. Juro que te he visto comer más esta noche que lo que yo como en una semana entera.
Tabita se lamió el azúcar de sus dedos. —Suenas como Amanda.
—¿Por qué ella diría eso? Ustedes son gemelas y ella es parte por parte tan flaca como eres tu.
—Sí, pero ella está unos buenos siete kilos más gorda que yo y me odia por eso. No sé por qué ustedes se quejan, al menos tienes dos tetas. Tengo el cuerpo de un muchacho de doce años.
Isabel se burló. —Cuando quieras te las cambio.
Kevin gruñó ante eso. Lo último que quería era una compañera flaca. No había nada equivocado en Isabel, y si él estuviera en forma humana, le demostraría exactamente lo que esas curvas lozanas le hacían.
Lamentablemente, él necesitaba que su amiga se marcharse primero.
—¿Algo anda mal muchacho? —preguntó Tabitha mientras se le acercaba.
Él trotó hacia Isabel.
Tabitha lo miró boquiabierta. —Bien, acabo de ser rechazada por Benji. Jesús. Creo que has recogido a un amigo para toda la vida aquí, Isabel. Sólo espera hasta que averigüe que tu papá es el rey de “si usted lo ama, cástrelo” —Kevin se sobrecogió a pesar de sí mismo.
Ellos no se atreverían...
—Shh, Tabby, lo asustarás —Ella miró abajo mientras le acariciaba la barbilla—. Pero tienes razón, él no ha sido operado.
Y maldita sea, tampoco lo iba a estar.
—Tal vez debería llevárselo a Papá mañana y hacerlo revisar.
—¿Entonces lo vas a conservar? —preguntó Tabitha.
Isabel levantó la cabeza de él para que poder mirarlo directamente a los ojos. —¿Que piensa usted, Señor Lobo? ¿Quiere quedarse conmigo por un tiempo?
Ella no tenía ni idea. Si conseguía lo que quería, él sería una adición permanente.
Hasta que Taylor le había dicho que se mudara con él, ella había vivido en el apartamento más grande en el último piso. Ahora todos los apartamentos estaban alquilados excepto el estudio de atrás. Era tan pequeño que ella nunca se había sentido bien de cobrar dinero por él. En cambio, Isabel lo usaba como almacén.
Ahora este iba a ser su hogar dulce hogar por un tiempo.
Ella deseaba llorar otra vez, pero se negó. Si la peor cosa que jamás le había pasado era que Taylor la abandonara, entonces ella realmente estaba bendita.
De todos modos eso realmente dolía. Profundamente.
Mientras Mina y Tabitha se iban, el lobo avanzó para mirarla hacia arriba.
—¿Eres hermoso, verdad? —le preguntó, agachándose para acariciarle las orejas otra vez.
Él le lamió su mano antes de frotarse contra sus piernas como haría un gato.
—Vamos —dijo ella, indicando el patio con la cabeza—. Realmente no quiero estar sola esta noche y tu luces como si pudieras apreciar un lugar seco y cálido para dormir.
Él pasó suavemente por la puerta mientras ella la cerraba y se dirigía al renovado establo/apartamento.
Con el corazón pesado, Isabel estaba agradecida de tener éste diminuto lugar abandonado, si no estaría en un cuarto del hotel esta noche. O peor, en la casa de sus padres. Ella no estaba de humor para contestar sus preguntas o ver la mirada de decepción en la cara de su madre mientras lamentaba el hecho de que si Isabel no se casaba, ella no tendría algún otro nieto.
Al menos aquí, en su propio lugar, ella tenía algo de comodidad.
Tal vez.
Ella abrió la puerta y encendió las luces. Por suerte, el agua y la electricidad para este apartamento estaban conectadas desde la misma línea que proporcionaba el agua y la electricidad a su tienda.
El lobo vaciló mientras miraba los treinta metros cuadrados de cajas e ilustraciones.
—Oh —dijo ella alegremente— ¿estás siendo melindroso, eh?
Si ella no lo supiera bien, juraría que él sacudió su cabeza antes de entrar y comenzar a olfatear alrededor de sus cajas.
Después de cerrar la puerta, Isabel fue al polvoriento escritorio y dejó caer sus llaves encima de él. Entonces ella quitó la cubierta del sofá y tosió mientras desenterraba una peluda capa de polvo.
—Realmente te odio, Taylor —dijo ella silenciosamente mientras se sorbía las lágrimas—. Espero que te ahogues en las tiras de la tanga de tu flaca nueva novia.
Como si él sintiera su tristeza, el lobo se acercó y se frotó contra su costado. Bride se agachó al piso para tomarlo en un apretado abrazo.
El lobo no se quejó en absoluto mientras ella dejaba caer sus lágrimas en su piel nevosa. Él se sentó allí silenciosamente con su cabeza sobre el hombro de ella mientras el dolor la inundaba.
¿Cómo podía haber sido tan estúpida para pensar durante un minuto que amaba a Taylor? ¿Por qué le había dado tanto de su vida y de su tiempo cuándo él solo la estaba utilizando?
¿Estaba ella realmente tan desesperada por amor que se mentiría a sí misma sobre él?
—Solamente quería a alguien me amara por mí —le susurró al lobo—. ¿Eso está tan mal?
Kevin no podía respirar mientras Isabel lo sostenía en un apretón de muerte y sus palabras lo atravesaban. Peor, él entendía exactamente lo que ella quería decir. Rechazado por todos excepto por su hermano y hermana, él sabía que la única cosa que lo había salvado de ser el lobo de Omega en su manada había sido su disposición a matar a cualquiera que intentara tomarlo a él o a Fang como chivo expiatorio.
Cada vez que habían intentado meterse con ellos, Kevin se había defendido, y con la madurez, él había crecido a tal tamaño que nadie osó desafiarlo otra vez.
Ni siquiera su padre.
¿Cómo alguien podía hacerle un daño como ese a Isabel? Su corazón latía salvajemente mientras el lobo dentro de él clamaba por la sangre del hombre que la había hecho llorar.
Él no entendía qué tipo de hombre podría dejarla ir voluntariamente. Una vez su especie se emparejaba, era eterno. Irrompible.
Y ahora que él tenía la confirmación que ella era de hecho su compañera predestinada, él estaba obligado por su honor a protegerla hasta que ella terminara el ritual de apareamiento, aceptándolo o separando sus caminos.
Lo último no la afectaría en absoluto. Pero como lobo, él nunca sería capaz de tener sexo con otra hembra mientras Isabel viviera.
Esto era completamente inaceptable para él. No es que Kevin Kattalakis no pensara cumplir con el celibato. La idea de pasar las próximas décadas impotente era suficiente para hacer sufrir a cualquiera.
¿Pero cómo un humano podía aceptar a un animal como su compañero?
Condenados los Destinos por esto. Ellas eran perversas brujas que no vivían para ningún otro objetivo que hacer sufrir a otros.
El teléfono sonó. Isabel lo soltó y fue a contestarlo mientras Kevin olfateada alrededor del pequeño y atestado cuarto. Este era un lugar deprimente.
—¡Hey!, Tabby —Isabel quitó una sábana de la mesa e hizo caer una caja.
Kevin aulló y la esquivó.
Isabel acarició su cabeza, luego movió la caja. —¿No tienes que hacer eso, sabes? —Él podía sentir que ella estaba un poco irritada con su amiga, pero en el fondo parecía contenta—. Bien, salgo para a dejarte entrar.
Isabel colgó el teléfono, luego agarró sus llaves y abrió la puerta. Kevin la siguió al exterior, hasta la calle, donde ella abrió la puerta del hierro forjado para dejar pasar a Tabitha, quien estaba de pie del otro lado con un carro con ruedas cargado de bolsos, en el patio.
—¡Dios Santo! —dijo Bride mientras veía los bolsos—. ¿Qué hiciste?
Tabitha se encogió de hombros. —El bienestar material que cada mujer debería tener —Ella dio un paquete de seis cervezas Corona Light a Bride, luego entró el carro.
Isabel cerró la puerta y siguió a Tabitha.
Kevin se arrastró detrás de ellas.
Una vez que estuvieron dentro del pequeño apartamento, Tabitha le sonrió.
—Yo tenía la sensación que todavía estarías aquí.
Ella sacó un hueso del saco superior y lo desenvolvió.
Él hizo una mueca por dentro mientras ella lo dejaba sobre el suelo. No había ningún modo en el infierno que le hiciera masticar eso.
Su mirada se dirigió a Isabel. Ella era el único juguete masticable que le interesaba.
Isabel estaba de pie con sus manos en sus caderas. —Tabitha...
—No, Isabel. Como miembro reciente del Club-No-Tengo-Un-Hombre-y-Nunca más-Quiero-Otro, sé que lo último que necesitas es pasar sola esta noche —. Ella sacó un juego de sábanas de seda del saco.
—¿Qué son esas?
—Te dije, bienestar material. Tenemos todo aquí. Donas Krispy Kreme, cerveza, gaseosas, creme horns, patatas fritas, salsas, y suficientes DVDs con machotes como para hundir al Titanic. Es hora de un festival de buenos tíos que no te pueden romper el corazón —Tabitha le dio una pequeña bolsa.
Isabel sacudió su cabeza. —Gracias, Tabby. Realmente aprecio esto.
—No hay problema.
Kevin se volvió a sentar mientras Tabitha conectaba la TV y videograbadora mientras Isabel abría las cajas que tenía los platos y la cubertería.
—Estoy contenta de haber guardado todo esto —dijo Isabel mientras sacudía el polvo de una caja y la ponía sobre una mesa de centro delante de la TV—. Taylor no quería todas mis cosas mezcladas con las suyas. ¿Debería haberlo sabido entonces, verdad?
Todo lo que podía hacer Kevin era permanecer en su forma de lobo. Él quería tanto reconfortarla, pero no se atrevía. Sobre todo no con Tabita presente.
—No pienses en eso cariño —dijo Tabitha mientras destapaba la cerveza con su mano desnuda y se la alcanzaba a Isabel—. Nosotras nunca vemos los signos que no queremos ver. ¿Sabes? Mira el lado positivo de todo esto, al menos tu hombre no te abandonó por ser chiflada.
—Tu no eres chiflada.
Tabitha lanzó una risa incrédula ante esto. — Sí, claro. Dejando de lado a Amanda, sólo frutas y avellanas vienen en mi árbol genealógico. Pero... Hey!, al menos somos divertidas.
Isabel le lanzó una mirada de reprobación. —¿Sabe Mina que dices eso?
—¿Mina? Ella está más loca que yo. ¿Has visto su colección de equipos antiguos para matar vampiros? Juro que fue ella quien hizo aquella oferta anónima en Sotheby’s por aquel equipo-para-matar-vampiros-del-siglo-pasado.
Tabitha se metió una dona entera en la boca y la tragó completa.
Isabel arrugó su nariz ante la acción. —Por favor dime como puedes permanecer así de delgada comiendo de la forma en que lo haces. Apenas como media Pop-Tart y gano quince kilos. Juro que te he visto comer más esta noche que lo que yo como en una semana entera.
Tabita se lamió el azúcar de sus dedos. —Suenas como Amanda.
—¿Por qué ella diría eso? Ustedes son gemelas y ella es parte por parte tan flaca como eres tu.
—Sí, pero ella está unos buenos siete kilos más gorda que yo y me odia por eso. No sé por qué ustedes se quejan, al menos tienes dos tetas. Tengo el cuerpo de un muchacho de doce años.
Isabel se burló. —Cuando quieras te las cambio.
Kevin gruñó ante eso. Lo último que quería era una compañera flaca. No había nada equivocado en Isabel, y si él estuviera en forma humana, le demostraría exactamente lo que esas curvas lozanas le hacían.
Lamentablemente, él necesitaba que su amiga se marcharse primero.
—¿Algo anda mal muchacho? —preguntó Tabitha mientras se le acercaba.
Él trotó hacia Isabel.
Tabitha lo miró boquiabierta. —Bien, acabo de ser rechazada por Benji. Jesús. Creo que has recogido a un amigo para toda la vida aquí, Isabel. Sólo espera hasta que averigüe que tu papá es el rey de “si usted lo ama, cástrelo” —Kevin se sobrecogió a pesar de sí mismo.
Ellos no se atreverían...
—Shh, Tabby, lo asustarás —Ella miró abajo mientras le acariciaba la barbilla—. Pero tienes razón, él no ha sido operado.
Y maldita sea, tampoco lo iba a estar.
—Tal vez debería llevárselo a Papá mañana y hacerlo revisar.
—¿Entonces lo vas a conservar? —preguntó Tabitha.
Isabel levantó la cabeza de él para que poder mirarlo directamente a los ojos. —¿Que piensa usted, Señor Lobo? ¿Quiere quedarse conmigo por un tiempo?
Ella no tenía ni idea. Si conseguía lo que quería, él sería una adición permanente.
issadanger
Re: Juego de la Noche... Isabel y Kevin TERMINADA
JAJAJAJAJAJJAJAJAJA.. POBRE DE KEV.... LO QUIEREN CASTRAR ... ESA TABITHA ES MAAALAAAAAA...... JAJAJAJ SIGUEEE PORFIIISSS!!!
AMO ESTA NOOVEE
AMO ESTA NOOVEE
chelis
Re: Juego de la Noche... Isabel y Kevin TERMINADA
CAPITULO 3
Kevin estaba de pie en forma humana fuera del cuarto de baño mientras Isabel tomaba una ducha. Tabitha se había marchado hacía poco, después de amenazar por última vez de perseguir al ex de Isabel y hacerle daño.
Si Kevin alguna vez pusiera las manos encima del bastardo, no dejaría demasiado de él para que Tabitha se molestase. No, el no debería sentirse de esa manera. Después de todo, si Isabel no hubiera estado despechada por ese hombre, no habría sido suya anoche.
Y él podría no haber sabido nunca que era su compañera.
Pero este era el razonamiento humano y el razonamiento humano no tenía un lugar en su mundo animal.
—No soy humano —suspiró, sintiendo el profundo dolor de aquella declaración. Al menos no era totalmente humano.
Nadie, ni siquiera él, estaba realmente seguro de qué era él.
Era un maldito híbrido que no pertenecía a ningún verdadero grupo. Mitad Arcadiano, mitad Katagaria, Kevin había nacido en la forma natural de un cachorrito de lobo sólo para encontrar su forma de nacimiento cambiada a humano una vez que alcanzó la pubertad.
Él se estremeció al recordar el día que había cambiado. El terror de ello. El miedo. La turbación. Toda su vida, había existido únicamente como lobo, y luego durante unos meses, contra su voluntad, había estado encerrado dentro de un cuerpo humano e incapaz de transformarse de nuevo en un lobo, en absoluto. Su nuevo cuerpo le había sido ajeno. No sabía como comer como un hombre, como sobrevivir o adaptarse. Incluso caminar había sido difícil al principio. Había sido atacado por emociones y sentimientos humanos. Sensaciones humanas.
Lo peor de todo, se había vuelto débil. Desvalido.
Nada le había sido más desagradable que comprender que no podía defenderse. Que estaba totalmente dependiente de su hermano para sobrevivir.
Cada noche había rezado para que al llegar la mañana pudiera ser animal otra vez, y cada mañana se daba cuenta con horror que era un hombre.
Si no fuera por Fang y Anya, su manada lo hubiera matado. Por suerte, su hermano y su hermana lo habían protegido de los demás y lo habían ayudado a ocultar el hecho que ya no era más un lobo puro.
Durante siglos había ocultado a todo el mundo, hasta a sí mismo, el hecho que después de su pubertad tenía un corazón humano.
¿Cómo tal cambio podía haber sido posible?
Sin embargo aquí estaba él una contradicción viviente. Una imposibilidad viviente.
Y estaba unido a una humana corriente.
Kevin apretó su mano marcada. Él no podía ocultar la verdad de su cambio físico a los Destinos. Ellos sabían lo que era y habían procurado atarlo a una mujer humana.
¿Por qué?
La vida como híbrido era bastante difícil. La última cosa que quería era engendrar niños que serían aún más parias que de lo que él era.
¿Serían humanos o Were-Hunters?
Y todos esos argumentos que le decían porque no podía emparejarse con Isabel no servían de nada cuando el corazón humano dentro de él ansiaba a la mujer del otro lado de aquella puerta cerrada.
Incluso ahora podía imaginarse como luciría allí, desnuda. El agua que se deslizaba contra su pálida piel, cómo sus manos se deslizaban sobre su cuerpo, enjabonando sus muslos, su...
El lobo en él exigía que pateara la puerta y la reclamara.
El hombre en él solamente quería sostenerla muy cerca y protegerla.
Nunca había estado tan dividido. Tan confuso.
¡Tan condenadamente caliente!
Kevin arrastró su mano sobre el lindo pijama de seda que Isabel había sacado de una de sus cajas y había dejado sobre la silla al lado de la puerta. Ellos mantenían su aroma único de potpourri de fresa y mujer. Él levantó el sostén e inhaló la riqueza de ella mientras su ingle ardía y se tensaba.
Era todo lo que podía hacer para no meterse en la ducha y tomarla otra vez. Pues eso no haría otra cosa que aterrorizarla.
Ella era humana y no sabía nada de su mundo. Ella no sabía nada de él.
Una ola de desesperación lo consumió. Él no sabía como hacerle la corte a una hembra humana. Sin mencionar que haber sido unido a ella, realmente no la afectaba en absoluto.
Ella podría abandonarlo y vivir una vida agradable, normal con otro hombre. Ella podría enamorarse de alguien y tener los hijos del hombre.
Dejarla hacer eso sería la cosa más decente de hacer. Según las leyes mismas que gobernaban a su gente, no podía obligarla a tomarlo como su compañero. Sus propios padres eran la prueba de eso. Durante tres semanas su padre había mantenido a su madre encadenada contra su voluntad. Él brutalmente había intentado obligarla a que aceptara a un macho Katagaria como su compañero.
Ninguna cantidad de violencia había funcionado.
Su madre Arcadiana le había rechazado, hasta después de saber que estaba embarazada. Para ella, todos los Katagaria eran animales que deberían ser matados sin compasión. Vicioso hasta para las normas Katagaria, su padre nunca había intentado mostrarle otro lado de sí mismo.
Por otra parte, su padre nunca había tenido un lado más sensible. Markus era violento normalmente, mortal en el peor de los casos. Kevin y Fang tenían bastantes cicatrices internas y externas, como para demostrar eso.
Entonces la ventana de las tres semanas de oportunidad de apareamiento se había cerrado para sus padres y los había dejado a ambos frígidos y estériles. Desde entonces sus padres habían vivido en guerra abierta con la gente de cada uno.
Y con sus propios hijos.
—No me mires con que los ojos de la puta, cachorro. Te arrancaré la garganta —. De hecho, su padre había pasado toda la vida de Kevin tratando de no mirarlo.
Un vez Kevin se había encontrado a su madre, ella había aclarado su propia posición.
—Mi forma básica es humana y es solo por eso que tú y tu hermano Katagaria están vivos. Yo no podría haberlos matado mientras eran cachorros desvalidos aún cuando sé que debería haberlo hecho. Pero ahora que has crecido, no tengo ninguno de semejantes remordimientos. Todos ustedes son animales salvajes para mí y si vuelvo a verte otra vez te mataré como a tal.
Francamente, él no podía culparla por eso, considerando lo que su padre le había hecho. Él nunca había esperado bondad de otros y hasta ahora no había sido decepcionado.
Excepto con el clan del oso. Él todavía no entendía su tolerancia hacia él y a Fang. Sobre todo con Fang, quien no podía proteger a los osos o trabajar para mantenerse.
¿Por qué los recogerían cuándo su propio clan lobo los mataría si los encontraran?
Kevin soltó un profundo suspiro como si la realidad cayera estrepitosamente sobre él. Había estado viviendo bajo pena de muerte sin una manada que lo ayudase a protegerse o a crecer. Ninguna manada para proteger a su compañera. Él no podía exponer a _____ al peligro que era una parte diaria de su vida.
No importaba lo que los destinos hubiesen decretado, él no podía tener una compañera humana. Isabel nunca lo aceptaría a él y a su mundo. Ella no pertenecía a eso más que lo que su madre había pertenecido a su padre.
Ellos eran de diferentes especies.
Su trabajo era estrictamente protegerla hasta que su señal se hubiera ido. Entonces ella estaría libre y él...
—Seré un eunuco de mierda —gruñó él, susurrando, odiando la idea misma de ello.
¿Pero qué más había?
¿Mantenerla encadenada como su padre había hecho con su madre? ¿Golpeándola para que se sometiera?
Nada de eso funcionaría. Además, Isabel era su compañera. Él no podía imaginarse a sí mismo lastimándola de ninguna manera. A diferencia de su padre, él entendía lo que significaba “protector”.
Kevin había pasado su vida entera protegiendo a Anya y a Fang. Apartando a su manada y el abuso de su padre de ellos. Él no podía lastimar a la persona que los Destinos habían designado para él.
Él oyó que Isabel cerraba el agua. Destellando de nuevo a su forma de lobo, él se obligó a no entrar en el cuarto donde encontraría la tentación.
Pero claro, el no tuvo que hacerlo. Isabel salió unos segundos más tarde envuelta en una toalla.
Él rechinó sus dientes ante la imagen de ella parada allí con la toalla húmeda que se adhería a cada curva de ese cuerpo húmedo y voluptuoso. Peor, la toalla era demasiado pequeña y dejaba un gran espacio de suculenta carne desnuda a su mirada.
Kevin estaba de pie en forma humana fuera del cuarto de baño mientras Isabel tomaba una ducha. Tabitha se había marchado hacía poco, después de amenazar por última vez de perseguir al ex de Isabel y hacerle daño.
Si Kevin alguna vez pusiera las manos encima del bastardo, no dejaría demasiado de él para que Tabitha se molestase. No, el no debería sentirse de esa manera. Después de todo, si Isabel no hubiera estado despechada por ese hombre, no habría sido suya anoche.
Y él podría no haber sabido nunca que era su compañera.
Pero este era el razonamiento humano y el razonamiento humano no tenía un lugar en su mundo animal.
—No soy humano —suspiró, sintiendo el profundo dolor de aquella declaración. Al menos no era totalmente humano.
Nadie, ni siquiera él, estaba realmente seguro de qué era él.
Era un maldito híbrido que no pertenecía a ningún verdadero grupo. Mitad Arcadiano, mitad Katagaria, Kevin había nacido en la forma natural de un cachorrito de lobo sólo para encontrar su forma de nacimiento cambiada a humano una vez que alcanzó la pubertad.
Él se estremeció al recordar el día que había cambiado. El terror de ello. El miedo. La turbación. Toda su vida, había existido únicamente como lobo, y luego durante unos meses, contra su voluntad, había estado encerrado dentro de un cuerpo humano e incapaz de transformarse de nuevo en un lobo, en absoluto. Su nuevo cuerpo le había sido ajeno. No sabía como comer como un hombre, como sobrevivir o adaptarse. Incluso caminar había sido difícil al principio. Había sido atacado por emociones y sentimientos humanos. Sensaciones humanas.
Lo peor de todo, se había vuelto débil. Desvalido.
Nada le había sido más desagradable que comprender que no podía defenderse. Que estaba totalmente dependiente de su hermano para sobrevivir.
Cada noche había rezado para que al llegar la mañana pudiera ser animal otra vez, y cada mañana se daba cuenta con horror que era un hombre.
Si no fuera por Fang y Anya, su manada lo hubiera matado. Por suerte, su hermano y su hermana lo habían protegido de los demás y lo habían ayudado a ocultar el hecho que ya no era más un lobo puro.
Durante siglos había ocultado a todo el mundo, hasta a sí mismo, el hecho que después de su pubertad tenía un corazón humano.
¿Cómo tal cambio podía haber sido posible?
Sin embargo aquí estaba él una contradicción viviente. Una imposibilidad viviente.
Y estaba unido a una humana corriente.
Kevin apretó su mano marcada. Él no podía ocultar la verdad de su cambio físico a los Destinos. Ellos sabían lo que era y habían procurado atarlo a una mujer humana.
¿Por qué?
La vida como híbrido era bastante difícil. La última cosa que quería era engendrar niños que serían aún más parias que de lo que él era.
¿Serían humanos o Were-Hunters?
Y todos esos argumentos que le decían porque no podía emparejarse con Isabel no servían de nada cuando el corazón humano dentro de él ansiaba a la mujer del otro lado de aquella puerta cerrada.
Incluso ahora podía imaginarse como luciría allí, desnuda. El agua que se deslizaba contra su pálida piel, cómo sus manos se deslizaban sobre su cuerpo, enjabonando sus muslos, su...
El lobo en él exigía que pateara la puerta y la reclamara.
El hombre en él solamente quería sostenerla muy cerca y protegerla.
Nunca había estado tan dividido. Tan confuso.
¡Tan condenadamente caliente!
Kevin arrastró su mano sobre el lindo pijama de seda que Isabel había sacado de una de sus cajas y había dejado sobre la silla al lado de la puerta. Ellos mantenían su aroma único de potpourri de fresa y mujer. Él levantó el sostén e inhaló la riqueza de ella mientras su ingle ardía y se tensaba.
Era todo lo que podía hacer para no meterse en la ducha y tomarla otra vez. Pues eso no haría otra cosa que aterrorizarla.
Ella era humana y no sabía nada de su mundo. Ella no sabía nada de él.
Una ola de desesperación lo consumió. Él no sabía como hacerle la corte a una hembra humana. Sin mencionar que haber sido unido a ella, realmente no la afectaba en absoluto.
Ella podría abandonarlo y vivir una vida agradable, normal con otro hombre. Ella podría enamorarse de alguien y tener los hijos del hombre.
Dejarla hacer eso sería la cosa más decente de hacer. Según las leyes mismas que gobernaban a su gente, no podía obligarla a tomarlo como su compañero. Sus propios padres eran la prueba de eso. Durante tres semanas su padre había mantenido a su madre encadenada contra su voluntad. Él brutalmente había intentado obligarla a que aceptara a un macho Katagaria como su compañero.
Ninguna cantidad de violencia había funcionado.
Su madre Arcadiana le había rechazado, hasta después de saber que estaba embarazada. Para ella, todos los Katagaria eran animales que deberían ser matados sin compasión. Vicioso hasta para las normas Katagaria, su padre nunca había intentado mostrarle otro lado de sí mismo.
Por otra parte, su padre nunca había tenido un lado más sensible. Markus era violento normalmente, mortal en el peor de los casos. Kevin y Fang tenían bastantes cicatrices internas y externas, como para demostrar eso.
Entonces la ventana de las tres semanas de oportunidad de apareamiento se había cerrado para sus padres y los había dejado a ambos frígidos y estériles. Desde entonces sus padres habían vivido en guerra abierta con la gente de cada uno.
Y con sus propios hijos.
—No me mires con que los ojos de la puta, cachorro. Te arrancaré la garganta —. De hecho, su padre había pasado toda la vida de Kevin tratando de no mirarlo.
Un vez Kevin se había encontrado a su madre, ella había aclarado su propia posición.
—Mi forma básica es humana y es solo por eso que tú y tu hermano Katagaria están vivos. Yo no podría haberlos matado mientras eran cachorros desvalidos aún cuando sé que debería haberlo hecho. Pero ahora que has crecido, no tengo ninguno de semejantes remordimientos. Todos ustedes son animales salvajes para mí y si vuelvo a verte otra vez te mataré como a tal.
Francamente, él no podía culparla por eso, considerando lo que su padre le había hecho. Él nunca había esperado bondad de otros y hasta ahora no había sido decepcionado.
Excepto con el clan del oso. Él todavía no entendía su tolerancia hacia él y a Fang. Sobre todo con Fang, quien no podía proteger a los osos o trabajar para mantenerse.
¿Por qué los recogerían cuándo su propio clan lobo los mataría si los encontraran?
Kevin soltó un profundo suspiro como si la realidad cayera estrepitosamente sobre él. Había estado viviendo bajo pena de muerte sin una manada que lo ayudase a protegerse o a crecer. Ninguna manada para proteger a su compañera. Él no podía exponer a _____ al peligro que era una parte diaria de su vida.
No importaba lo que los destinos hubiesen decretado, él no podía tener una compañera humana. Isabel nunca lo aceptaría a él y a su mundo. Ella no pertenecía a eso más que lo que su madre había pertenecido a su padre.
Ellos eran de diferentes especies.
Su trabajo era estrictamente protegerla hasta que su señal se hubiera ido. Entonces ella estaría libre y él...
—Seré un eunuco de mierda —gruñó él, susurrando, odiando la idea misma de ello.
¿Pero qué más había?
¿Mantenerla encadenada como su padre había hecho con su madre? ¿Golpeándola para que se sometiera?
Nada de eso funcionaría. Además, Isabel era su compañera. Él no podía imaginarse a sí mismo lastimándola de ninguna manera. A diferencia de su padre, él entendía lo que significaba “protector”.
Kevin había pasado su vida entera protegiendo a Anya y a Fang. Apartando a su manada y el abuso de su padre de ellos. Él no podía lastimar a la persona que los Destinos habían designado para él.
Él oyó que Isabel cerraba el agua. Destellando de nuevo a su forma de lobo, él se obligó a no entrar en el cuarto donde encontraría la tentación.
Pero claro, el no tuvo que hacerlo. Isabel salió unos segundos más tarde envuelta en una toalla.
Él rechinó sus dientes ante la imagen de ella parada allí con la toalla húmeda que se adhería a cada curva de ese cuerpo húmedo y voluptuoso. Peor, la toalla era demasiado pequeña y dejaba un gran espacio de suculenta carne desnuda a su mirada.
issadanger
Re: Juego de la Noche... Isabel y Kevin TERMINADA
Pobre de kev...... Como sufre!!!!!!..... Y mira que si puede hablar y decirle ella lo aceptara!!!!!... Oye te saltaste la historia de talon!!!!!!!.... Verdad???????..... Y si es donde muere su hermana de kev.!!!!!! sigueeeee!!!!
chelis
Re: Juego de la Noche... Isabel y Kevin TERMINADA
jajaj si la historia de talon es la que le siguue a la de nick y alli aparcen kevin, fang, isabel y zarek hermano de zayn jii el tambientiene su propia nove es la que le sigue la de talon es una historia muy bonita jijij
issadanger
Re: Juego de la Noche... Isabel y Kevin TERMINADA
Capitulo 3 Parte 2
Ella dejó caer la toalla al piso.
Tuve que hacer un esfuerzo para no aullar, especialmente cuando ella se inclinó para revisar una caja de ropa para buscar su ropa interior.
Isabel comenzó a oír un extraño sonido de su nueva mascota. Dándose vuelta, vio que el lobo la miraba fijamente con una intensidad que era sumamente salvaje e inquietante.
Un temblor de miedo la atravesó. —¿No vas a atacarme, verdad, muchacho?
Él se le acercó meneando su cola. Se levantó de un salto de improviso y le lamió su mejilla, luego de un salto se volvió al otro lado del cuarto.
Bien, esto era extraño.
Frunciendo el ceño, ella agarró sus bragas y se las puso, entonces rápidamente se vistió con su pijama. Le quedaban un poco ajustados, era por eso que estaban guardados. Su madre le había dado un nuevo guardarropa completo hacía dos años cuando ella había seguido una dieta de proteína líquida que le había hecho bajar doce kilos. Eso había funcionado, pero en un año cada gramo de peso había regresado más otros cinco kilos.
Isabel suspiró y sacó el asunto de su mente. Que se jodiera Taylor y sus dietas. Como su madre y abuela antes que ella, estaba destinada a ser una irlandesa redonda, y por mucho que hiciera nada cambiaría el hecho que cromosómicamente estaba dañada.
—Yo debería haber nacido en los años cincuenta cuando estaba de moda ser rechoncha.
Suspirando, se acercó al sofá para dormir. El lobo se le acercó y pegó su nariz cerca de la de ella.
—Lo siento, chico —dijo, acariciando su cabeza—. No hay espacio para ti esta noche. ¿Mañana conseguiremos una cama verdadera, bien?
Él hocicó su cara.
—Eres una buena compañía, ¿verdad? —. Parecía que le gustaba más cuando ella lo acariciaba bajo su barbilla. Él cerró sus ojos y meneó su cola mientras ella con cuidado lo rascaba allí. —¿Veamos... como voy a llamarte?
Ella lo meditó, pero sólo un nombre apareció en su mente.
—No seas estúpida —se dijo a sí misma—. Sería ridículo llamarlo por algo de una sola noche.
Y aún así...
—¿Te importaría que te llamara Kevin?
Él abrió sus ojos ante eso y le lamió la barbilla.
—Bien entonces, serás Kevin Dos. Kevin para abreviar, sin embargo.
Isabel se alzó sobre su cabeza para apagar la lámpara, luego se acurrucó para dormir.
Kevin se sentó en la oscuridad, mirándola silenciosamente. Él no podía creer como ella iba a llamarlo en su forma de lobo. Si él no supiera mejor...
Pero no, ella no tenía ningún tipo de poderes psíquicos. Tal vez sólo le gustaba su nombre.
Esperó a que quedase profundamente dormida antes de cambiar a su forma humana otra vez y asegurarse que todas las puertas y ventanas estuvieran cerradas. Una vez que estuvo seguro que ella estaría bien por un rato, destelló de su apartamento de regreso a su cuarto en El Santuario.
También estaba oscuro allí. Él abrió la puerta y se dirigió al cuarto siguiente, donde estaba Fang. Como había estado desde la noche que Kevin le había traído aquí, su hermano estaba en forma de lobo, yaciendo en estado comatoso sobre la cama.
Kevin suspiró fatigado, mientras cruzaba el cuarto.
—Vamos, Fang —dijo, moviéndose hacia la cama—. Espabílate. Te echo de menos, hermanito, y yo realmente necesitaría a alguien con quien hablar ahora mismo. Tengo un serio problema entre manos.
Pero era inútil. Los Daimons habían tomado más que la sangre de su hermano. Habían robado su espíritu.
La vergüenza por la que había pasado Fang era más de lo a que un lobo podía enfrentarse. Kevin lo entendía. Él mismo lo había sentido cuando había averiguado que era humano.
No había nada peor que ser atacado y ser incapaz de defenderse. Se estremeció mientras los recuerdos lo atacaban.
La primera vez que se había convertido en humano había estado en medio de una lucha con un jabalí enojado. La bestia lo había embestido de tal forma que todavía sentía dolor en sus costillas si se movía de la manera incorrecta. En un minuto, había sido un lobo, y el siguiente estaba de espaldas mientras el jabalí lo mordía, lo arañaba con sus garras y le clavaba los colmillos.
Si Fang no hubiera venido...
—Levántate, hermanito — susurró—. No puedes seguir viviendo así.
Fang no lo reconocía en absoluto.
Kevin deslizó su mano sobre la piel marrón oscura de su hermano, luego se volvió para dejarlo allí.
Afuera, en el pasillo, pasó a Aimee Peltier. En su forma humana, ella sostenía un tazón de sopa de ternera en sus manos mientras iba en dirección a la escalera.
La única hija del clan Oso, era rubia, alta, delgada con una cara excepcionalmente hermosa. Sus hermanos tenían un trabajo de jornada completa impidiendo que los hombres humanos fueran tras ella siempre que daba una mano en el bar que estaba pegado a la casa.
Era un trabajo que se tomaban muy seriamente.
—¿Está comiendo? —le preguntó Kevin.
—A veces —dijo tranquilamente—. Conseguí darle un poquito de sopa en el almuerzo, esperaba que pudiera tomar un poco más esta noche.
Ella había sido un don del cielo a él. Solo Aimee parecía ser capaz de llegar a Fang. Su hermano parecía de algún modo más alerta siempre que ella estaba cerca.
—Gracias. Realmente aprecio que lo cuides por mí —De hecho, ella pasaba mucho tiempo con Fang. Era suficiente para hacerlo extrañarse, pero Fang no se había movido de su cama ni una vez desde la noche Kevin le había traído ahí.
Ella asintió.
—¿Aimee? —Le preguntó mientras ella pasaba frente a él.
Ella se volvió.
—No importa. Era un pensamiento estúpido—. No había nada entre su hermano y la osa. ¿Cómo podría haberlo?
Kevin siguió caminando por el pasillo, hacia la escalera.
Él bajó, cruzó el vestíbulo, y entró la pequeña antecámara donde una puerta unía la Casa Peltier con el bar El Santuario al otro lado.
Esta daba a la cocina del bar donde dos Were-Hunters, Jasyn Kallinos y Wren, la protegían del inocente personal humano de la cocina, quienes no tenían ninguna idea de por qué solo unos pocos elegidos podían pasar por la entrada, al otro lado. Era sobre todo por aquellos del clan Oso que tenían cachorros en el último piso de la Casa Peltier. De vez en cuando, uno de los cachorros podía intentar escapar de su niñera y rodar escaleras abajo.
La última cosa que los Peltiers necesitaban era a alguien llamando a control animal porque ellos hubieran hecho un zoológico no autorizado de su casa.
Desde luego la idea de un humano entrando y encontrando a un lobo, panteras, leones, tigres, y osos dormidos en sus diversas camas era bastante divertida para Kevin. O aún peor, el dragón que dormía enroscado en el ático. Alguien realmente debería tener una cámara. Por si acaso.
Kevin inclinó su cabeza hacia Jasyn, un Were-Hawk rubio, que era uno de los habitantes condenados a muerte de la casa. El precio por la cabeza de Jasyn hacía ver ridícula la sentencia de muerte de Kevin. Sobre todo porque, a diferencia de Jasyn, Kevin sólo mató cuando tuvo que hacerlo. Con un verdadero corazón de animal de rapiña, Jasyn estaba en eso por la emoción de matar.
Jasyn había vivido para acechar y mutilar.
Mientras Kevin se acercaba a la puerta vaivén que conducía al área del bar, esta fue lanzada hacia atrás. Kyle Peltier venía atravesándola corriendo a la forma humana como un murciélago huyendo del infierno.
Kevin se apartó del camino.
Remi Peltier, uno de los cuatrillizos idénticos con el cabello rubio largo rizado, tiró a Kyle al piso justo delante de los pies de Kevin y comenzó a aporrear a su hermano más joven. Kyle intentó pararlo, pero fue imposible. Remi era un oso mucho más viejo, más fuerte, a quien le gustaba luchar.
Kevin agarró a Remi y lo separó antes que le hiciera daño al cachorro. —¿Qué haces?
—Matando a Gilligan —gruñó Remi, intentando pasar a Kevin para agarrar Kyle otra vez.
—Pasa porque me gusta la canción —dijo Kyle defensivamente, limpiando la sangre en sus labios mientras se movía para esconderse detrás del aburrido Jasyn.
Wren dio al cachorro una toalla para secar su cara.
Remi curvó sus labios. —Sí, pero es que no pasamos esa condenada canción del infierno, por eso, idiota. La mitad de la jodida clientela salió corriendo por la puerta.
Mama Osa entró del lado de la Casa Peltier para ver a Kyle sangrando.
—¿Qué diablos? —preguntó, tomándolo por los hombros para poder examinar su corte en el labio. —¿Mon ange, qué pasó?
Toda madurez abandonó a Kyle cuando se enfrentó a su madre. Hasta dejó que una parte de su corto cabello rubio cayera sobre sus ojos azules. —Remi me atacó.
Remi arrancó su brazo del asimiento de Kevin. —Él puso “Sweet Home Alabama” en la máquina de discos, maman.
Nicolette hizo girar sus ojos hacia su cachorro más joven. —Kyle, sabes que sólo la ponemos cuando el Dark Hunter Acheron atraviesa nuestras puertas como una cortés alerta a nuestra clientela. ¿En que estabas pensando?
Kevin sofocó una risa. Acheron Parthenopaeus era el líder de los Dark-Hunters. Era un hombre de muchas dicotomías y de un poder increíble, y más que nadie Kevin sabía lo que era aterrarse y cagarse de miedo de él. Siempre que entraba en el bar, la mayor parte de los Weres, y todos los Daimons se dirigían a la puerta. Sobre todo si tenían algo que ocultar.
Kyle le dirigió a ella una mirada malhumorada. —Es que es buena una canción, maman, y quería oírla.
Remi se abalanzó a la garganta de Kyle, pero Kevin lo alejó.
—Él es demasiado estúpido para vivir —gruñó Remi—. Pienso que nosotros deberíamos cortar su garganta y ahorrarnos la angustia.
Wren soltó una extraña risa mientras Jasyn ponía cara de piedra.
El personal humano se quedó sabiamente al margen, y volvieron a sus asuntos como si nada pasara. Ya estaban acostumbrados a los hermanos y a sus constantes discusiones entre ellos.
Nicolette gruñido en su hijo mayor. —Todos éramos estúpidos a su edad, Remi. Incluso tu —. Ella acarició a Kyle en el brazo y lo impulsó hacia la puerta de la Casa Peltier—. Mejor estás lejos del bar por el resto de la noche, cher. Papá y tus hermanos necesitarán tiempo para enfriar sus temperamentos.
Kyle asintió, luego se volvió a mirar a su hermano y le sacó la lengua.
Remi hizo un sonido de oso que causó que cada humano en la cocina lo mirara fijamente.
La cara de Mamá decía que ya lo pagaría una vez que tuviera a su cachorro mayor lejos de la mirada y de los oídos de los humanos.
—Pienso que mejor vuelves al bar, Remi —dijo Kevin, dejándolo ir.
—Bien —gruñó Remi—. Haznos a todos un favor, maman. Cómete a tu menor.
Esta vez fue Jasyn quien se rió, entonces se puso serio al instante que Nicolette le echó una taladrante mirada.
Sacudiendo su cabeza, ella dijo al personal de cocina que volviera a trabajar.
Kevin empezó a ir al bar.
—Kevin, mon cher, espera.
Él la miró.
Ella se movió para pararse a su lado. —Gracias por salvar a Kyle. Remi nunca ha aprendido a dominar ese carácter suyo. Hay veces que temo que nunca vaya a hacerlo.
—Está bien. Él me recuerda mucho a Fang. Cuando no está comatoso, obviamente.
Ella miró hacia abajo, luego frunció el ceño. Levantando la mano de él, miró fijamente a su palma marcada. —¿Estás emparejado?
Él cerró su mano en un puño. —Esto pasó esta noche, más temprano.
La mandíbula de ella se aflojó antes de que lo jalara hacia atrás a su casa. Ella cerró la puerta, luego lo enfrentó. —¿Quien?
—Una humana.
Ella maldijo en francés. —Oh, cher —suspiró ella—. ¿Qué vas a hacer?
Kevin se encogió. —No hay nada para hacer. La protegeré por lo que dure, luego la dejaré hacer su vida.
Ella le dio una mirada perpleja. —¿Por qué te condenarás a tantos años sin ninguna mujer o compañera? Si la dejas ir, bien puede que nunca te emparejes otra vez.
Kevin comenzó a marcharse, pero ella tiró para que se detuviera.
—¿Qué debería hacer, Nicolette? —preguntó, usando su verdadero nombre en vez de Mamá, como la llamaba la mayoría—. Soy un ejemplo vivo de por qué tenemos que reproducirnos dentro de nuestra propia especie. La última cosa que quiero es extender mi enfermedad a otra generación.
Ella parecía horrorizada por sus palabras. —Tu no estás enfermo.
—¿No? ¿Entonces cómo lo llamarías?
—Estas bendito, como lo está Colt.
Él la miró boquiabierto incrédulo por sus palabras. Era una palabra que nunca aplicaría para sí mismo. —¿ Bendito?
Ella dejó caer la toalla al piso.
Tuve que hacer un esfuerzo para no aullar, especialmente cuando ella se inclinó para revisar una caja de ropa para buscar su ropa interior.
Isabel comenzó a oír un extraño sonido de su nueva mascota. Dándose vuelta, vio que el lobo la miraba fijamente con una intensidad que era sumamente salvaje e inquietante.
Un temblor de miedo la atravesó. —¿No vas a atacarme, verdad, muchacho?
Él se le acercó meneando su cola. Se levantó de un salto de improviso y le lamió su mejilla, luego de un salto se volvió al otro lado del cuarto.
Bien, esto era extraño.
Frunciendo el ceño, ella agarró sus bragas y se las puso, entonces rápidamente se vistió con su pijama. Le quedaban un poco ajustados, era por eso que estaban guardados. Su madre le había dado un nuevo guardarropa completo hacía dos años cuando ella había seguido una dieta de proteína líquida que le había hecho bajar doce kilos. Eso había funcionado, pero en un año cada gramo de peso había regresado más otros cinco kilos.
Isabel suspiró y sacó el asunto de su mente. Que se jodiera Taylor y sus dietas. Como su madre y abuela antes que ella, estaba destinada a ser una irlandesa redonda, y por mucho que hiciera nada cambiaría el hecho que cromosómicamente estaba dañada.
—Yo debería haber nacido en los años cincuenta cuando estaba de moda ser rechoncha.
Suspirando, se acercó al sofá para dormir. El lobo se le acercó y pegó su nariz cerca de la de ella.
—Lo siento, chico —dijo, acariciando su cabeza—. No hay espacio para ti esta noche. ¿Mañana conseguiremos una cama verdadera, bien?
Él hocicó su cara.
—Eres una buena compañía, ¿verdad? —. Parecía que le gustaba más cuando ella lo acariciaba bajo su barbilla. Él cerró sus ojos y meneó su cola mientras ella con cuidado lo rascaba allí. —¿Veamos... como voy a llamarte?
Ella lo meditó, pero sólo un nombre apareció en su mente.
—No seas estúpida —se dijo a sí misma—. Sería ridículo llamarlo por algo de una sola noche.
Y aún así...
—¿Te importaría que te llamara Kevin?
Él abrió sus ojos ante eso y le lamió la barbilla.
—Bien entonces, serás Kevin Dos. Kevin para abreviar, sin embargo.
Isabel se alzó sobre su cabeza para apagar la lámpara, luego se acurrucó para dormir.
Kevin se sentó en la oscuridad, mirándola silenciosamente. Él no podía creer como ella iba a llamarlo en su forma de lobo. Si él no supiera mejor...
Pero no, ella no tenía ningún tipo de poderes psíquicos. Tal vez sólo le gustaba su nombre.
Esperó a que quedase profundamente dormida antes de cambiar a su forma humana otra vez y asegurarse que todas las puertas y ventanas estuvieran cerradas. Una vez que estuvo seguro que ella estaría bien por un rato, destelló de su apartamento de regreso a su cuarto en El Santuario.
También estaba oscuro allí. Él abrió la puerta y se dirigió al cuarto siguiente, donde estaba Fang. Como había estado desde la noche que Kevin le había traído aquí, su hermano estaba en forma de lobo, yaciendo en estado comatoso sobre la cama.
Kevin suspiró fatigado, mientras cruzaba el cuarto.
—Vamos, Fang —dijo, moviéndose hacia la cama—. Espabílate. Te echo de menos, hermanito, y yo realmente necesitaría a alguien con quien hablar ahora mismo. Tengo un serio problema entre manos.
Pero era inútil. Los Daimons habían tomado más que la sangre de su hermano. Habían robado su espíritu.
La vergüenza por la que había pasado Fang era más de lo a que un lobo podía enfrentarse. Kevin lo entendía. Él mismo lo había sentido cuando había averiguado que era humano.
No había nada peor que ser atacado y ser incapaz de defenderse. Se estremeció mientras los recuerdos lo atacaban.
La primera vez que se había convertido en humano había estado en medio de una lucha con un jabalí enojado. La bestia lo había embestido de tal forma que todavía sentía dolor en sus costillas si se movía de la manera incorrecta. En un minuto, había sido un lobo, y el siguiente estaba de espaldas mientras el jabalí lo mordía, lo arañaba con sus garras y le clavaba los colmillos.
Si Fang no hubiera venido...
—Levántate, hermanito — susurró—. No puedes seguir viviendo así.
Fang no lo reconocía en absoluto.
Kevin deslizó su mano sobre la piel marrón oscura de su hermano, luego se volvió para dejarlo allí.
Afuera, en el pasillo, pasó a Aimee Peltier. En su forma humana, ella sostenía un tazón de sopa de ternera en sus manos mientras iba en dirección a la escalera.
La única hija del clan Oso, era rubia, alta, delgada con una cara excepcionalmente hermosa. Sus hermanos tenían un trabajo de jornada completa impidiendo que los hombres humanos fueran tras ella siempre que daba una mano en el bar que estaba pegado a la casa.
Era un trabajo que se tomaban muy seriamente.
—¿Está comiendo? —le preguntó Kevin.
—A veces —dijo tranquilamente—. Conseguí darle un poquito de sopa en el almuerzo, esperaba que pudiera tomar un poco más esta noche.
Ella había sido un don del cielo a él. Solo Aimee parecía ser capaz de llegar a Fang. Su hermano parecía de algún modo más alerta siempre que ella estaba cerca.
—Gracias. Realmente aprecio que lo cuides por mí —De hecho, ella pasaba mucho tiempo con Fang. Era suficiente para hacerlo extrañarse, pero Fang no se había movido de su cama ni una vez desde la noche Kevin le había traído ahí.
Ella asintió.
—¿Aimee? —Le preguntó mientras ella pasaba frente a él.
Ella se volvió.
—No importa. Era un pensamiento estúpido—. No había nada entre su hermano y la osa. ¿Cómo podría haberlo?
Kevin siguió caminando por el pasillo, hacia la escalera.
Él bajó, cruzó el vestíbulo, y entró la pequeña antecámara donde una puerta unía la Casa Peltier con el bar El Santuario al otro lado.
Esta daba a la cocina del bar donde dos Were-Hunters, Jasyn Kallinos y Wren, la protegían del inocente personal humano de la cocina, quienes no tenían ninguna idea de por qué solo unos pocos elegidos podían pasar por la entrada, al otro lado. Era sobre todo por aquellos del clan Oso que tenían cachorros en el último piso de la Casa Peltier. De vez en cuando, uno de los cachorros podía intentar escapar de su niñera y rodar escaleras abajo.
La última cosa que los Peltiers necesitaban era a alguien llamando a control animal porque ellos hubieran hecho un zoológico no autorizado de su casa.
Desde luego la idea de un humano entrando y encontrando a un lobo, panteras, leones, tigres, y osos dormidos en sus diversas camas era bastante divertida para Kevin. O aún peor, el dragón que dormía enroscado en el ático. Alguien realmente debería tener una cámara. Por si acaso.
Kevin inclinó su cabeza hacia Jasyn, un Were-Hawk rubio, que era uno de los habitantes condenados a muerte de la casa. El precio por la cabeza de Jasyn hacía ver ridícula la sentencia de muerte de Kevin. Sobre todo porque, a diferencia de Jasyn, Kevin sólo mató cuando tuvo que hacerlo. Con un verdadero corazón de animal de rapiña, Jasyn estaba en eso por la emoción de matar.
Jasyn había vivido para acechar y mutilar.
Mientras Kevin se acercaba a la puerta vaivén que conducía al área del bar, esta fue lanzada hacia atrás. Kyle Peltier venía atravesándola corriendo a la forma humana como un murciélago huyendo del infierno.
Kevin se apartó del camino.
Remi Peltier, uno de los cuatrillizos idénticos con el cabello rubio largo rizado, tiró a Kyle al piso justo delante de los pies de Kevin y comenzó a aporrear a su hermano más joven. Kyle intentó pararlo, pero fue imposible. Remi era un oso mucho más viejo, más fuerte, a quien le gustaba luchar.
Kevin agarró a Remi y lo separó antes que le hiciera daño al cachorro. —¿Qué haces?
—Matando a Gilligan —gruñó Remi, intentando pasar a Kevin para agarrar Kyle otra vez.
—Pasa porque me gusta la canción —dijo Kyle defensivamente, limpiando la sangre en sus labios mientras se movía para esconderse detrás del aburrido Jasyn.
Wren dio al cachorro una toalla para secar su cara.
Remi curvó sus labios. —Sí, pero es que no pasamos esa condenada canción del infierno, por eso, idiota. La mitad de la jodida clientela salió corriendo por la puerta.
Mama Osa entró del lado de la Casa Peltier para ver a Kyle sangrando.
—¿Qué diablos? —preguntó, tomándolo por los hombros para poder examinar su corte en el labio. —¿Mon ange, qué pasó?
Toda madurez abandonó a Kyle cuando se enfrentó a su madre. Hasta dejó que una parte de su corto cabello rubio cayera sobre sus ojos azules. —Remi me atacó.
Remi arrancó su brazo del asimiento de Kevin. —Él puso “Sweet Home Alabama” en la máquina de discos, maman.
Nicolette hizo girar sus ojos hacia su cachorro más joven. —Kyle, sabes que sólo la ponemos cuando el Dark Hunter Acheron atraviesa nuestras puertas como una cortés alerta a nuestra clientela. ¿En que estabas pensando?
Kevin sofocó una risa. Acheron Parthenopaeus era el líder de los Dark-Hunters. Era un hombre de muchas dicotomías y de un poder increíble, y más que nadie Kevin sabía lo que era aterrarse y cagarse de miedo de él. Siempre que entraba en el bar, la mayor parte de los Weres, y todos los Daimons se dirigían a la puerta. Sobre todo si tenían algo que ocultar.
Kyle le dirigió a ella una mirada malhumorada. —Es que es buena una canción, maman, y quería oírla.
Remi se abalanzó a la garganta de Kyle, pero Kevin lo alejó.
—Él es demasiado estúpido para vivir —gruñó Remi—. Pienso que nosotros deberíamos cortar su garganta y ahorrarnos la angustia.
Wren soltó una extraña risa mientras Jasyn ponía cara de piedra.
El personal humano se quedó sabiamente al margen, y volvieron a sus asuntos como si nada pasara. Ya estaban acostumbrados a los hermanos y a sus constantes discusiones entre ellos.
Nicolette gruñido en su hijo mayor. —Todos éramos estúpidos a su edad, Remi. Incluso tu —. Ella acarició a Kyle en el brazo y lo impulsó hacia la puerta de la Casa Peltier—. Mejor estás lejos del bar por el resto de la noche, cher. Papá y tus hermanos necesitarán tiempo para enfriar sus temperamentos.
Kyle asintió, luego se volvió a mirar a su hermano y le sacó la lengua.
Remi hizo un sonido de oso que causó que cada humano en la cocina lo mirara fijamente.
La cara de Mamá decía que ya lo pagaría una vez que tuviera a su cachorro mayor lejos de la mirada y de los oídos de los humanos.
—Pienso que mejor vuelves al bar, Remi —dijo Kevin, dejándolo ir.
—Bien —gruñó Remi—. Haznos a todos un favor, maman. Cómete a tu menor.
Esta vez fue Jasyn quien se rió, entonces se puso serio al instante que Nicolette le echó una taladrante mirada.
Sacudiendo su cabeza, ella dijo al personal de cocina que volviera a trabajar.
Kevin empezó a ir al bar.
—Kevin, mon cher, espera.
Él la miró.
Ella se movió para pararse a su lado. —Gracias por salvar a Kyle. Remi nunca ha aprendido a dominar ese carácter suyo. Hay veces que temo que nunca vaya a hacerlo.
—Está bien. Él me recuerda mucho a Fang. Cuando no está comatoso, obviamente.
Ella miró hacia abajo, luego frunció el ceño. Levantando la mano de él, miró fijamente a su palma marcada. —¿Estás emparejado?
Él cerró su mano en un puño. —Esto pasó esta noche, más temprano.
La mandíbula de ella se aflojó antes de que lo jalara hacia atrás a su casa. Ella cerró la puerta, luego lo enfrentó. —¿Quien?
—Una humana.
Ella maldijo en francés. —Oh, cher —suspiró ella—. ¿Qué vas a hacer?
Kevin se encogió. —No hay nada para hacer. La protegeré por lo que dure, luego la dejaré hacer su vida.
Ella le dio una mirada perpleja. —¿Por qué te condenarás a tantos años sin ninguna mujer o compañera? Si la dejas ir, bien puede que nunca te emparejes otra vez.
Kevin comenzó a marcharse, pero ella tiró para que se detuviera.
—¿Qué debería hacer, Nicolette? —preguntó, usando su verdadero nombre en vez de Mamá, como la llamaba la mayoría—. Soy un ejemplo vivo de por qué tenemos que reproducirnos dentro de nuestra propia especie. La última cosa que quiero es extender mi enfermedad a otra generación.
Ella parecía horrorizada por sus palabras. —Tu no estás enfermo.
—¿No? ¿Entonces cómo lo llamarías?
—Estas bendito, como lo está Colt.
Él la miró boquiabierto incrédulo por sus palabras. Era una palabra que nunca aplicaría para sí mismo. —¿ Bendito?
issadanger
Re: Juego de la Noche... Isabel y Kevin TERMINADA
Capitulo 3 Parte 3
—Oui —dijo ella sinceramente—. A diferencia del resto de nosotros, tu sabes lo que es el otro lado. Has sido tanto animal como humano. Nunca sabré lo que es ser humana. Pero tu sí.
—No soy humano.
Ella se encogió de hombros. —Lo que quieras, cher... Pero conozco a otros Arcadianos que se han emparejado con humanos. Si lo deseas puedo hacer que vengan a hablar contigo.
—¿Con qué objeto? ¿Ellos eran de sangre mezclada como yo?
—No.
—¿Entonces qué van a decirme? ¿Si mi compañera tiene niños, serán humanos o lobos? ¿Ellos cambiarán su forma base en la pubertad? ¿Cómo explico a una compañera humana que no sé como serán nuestros hijos?
—Pero tú eres Arcadiano.
Él odiaba el hecho de que Nicolette, Acheron, y Colt pudieran ver lo que él había sido capaz de ocultar de otros. Él no sabía cómo ellos eran capaces de detectarlo, pero realmente, lo odiaba. Incluso su propio padre no había sabido que él era un Arcadiano.
Desde luego ayudaba el hecho que su padre apenas lo mirara.
—¿Soy Arcadiano? —preguntó, bajando su voz a un susurro enfadado—. No siento el lado humano de la manera que Colt lo hace. ¿Cómo puedo haber sido un cachorro de lobo y luego convertirme en humano durante la pubertad? ¿Cómo es eso posible?
Ella sacudió su cabeza. — Je ne sais pas (yo no lo se), Kevin. Hay mucho en este mundo que no entiendo. Hay muy pocas sangres mezcladas, tu sabes eso. La mayor parte de los humanos que se han convertido en compañeros son estériles. Tal vez la tuya lo sea, también.
Esto le dio algún grado de esperanza, pero él no era lo bastante tonto para aferrarse a eso. Su vida nunca había sido fácil. Siempre que había extendido la mano hacia algo que quería, había sido abofeteado sin piedad.
Era difícil ser optimista en una vida donde el optimismo nunca había sido recompensado positivamente.
—Esta es una oportunidad que no puedo tomar —dijo calmosamente, aun cuando una parte de él deseaba esa oportunidad con una desesperación que lo asustaba—. Me niego a arruinarle la vida de esa manera.
Nicolette se alejó de él. —Muy bien. Eso es algo exclusivamente tuyo, pero si cambias de parecer...
—No lo haré.
—Bien. ¿Por qué no te tomas las próximas semanas y te quedas con tu compañera mientras ella está marcada? Cuidaremos de Fang mientras tanto.
¿Se atrevería a aceptar esa oferta?
—¿Estas segura?
—Oui, cher. Puedes confiar en algunos animales, incluso en los osos. Te prometo que tu hermano estará a salvo aquí, pero tu compañera, ella no está a salvo sola mientras lleve tu esencia en ella.
Nicolette tenía razón. Si, como sospechaba, su manada estaba detrás de ellos, sus exploradores podrían encontrar su olor cerca de Bride. Ella lo llevaría mientras tuviera su señal, y un Were-Hunter entrenado sería capaz de olfatearla.
Ni que decir de lo que sus enemigos podrían hacerle.
—Gracias, Nicolette. Te debo una.
—Lo sé. Ahora ve con tu humana mientras puedas.
Kevin asintió, luego destelló, regresando al lado de Isabel.
Ella estaba todavía dormida sobre su sofá. Yaciendo sobre su espalda, parecía sumamente incómoda. Sus piernas estaban encogidas y ella tenía un brazo sobre su cabeza mientras el otro colgaba en el aire.
La ternura lo inundó mientras recordaba la forma en que ella lucía mientras se corría por él. La imagen de su cara en el espejo mientras él la sostenía.
Era una mujer apasionada. Una que se moría por probar una y otra vez. Contra su sentido común, él extendió la mano y tocó su suave mejilla.
Sus ojos se abrieron de golpe y jadeó.
Isabel se incorporó siseando pensando que veía a Kevin vigilándola.
—¿Kevin?
El lobo anduvo silenciosamente hasta el sofá para sentarse al lado de ella.
Confusa, miró alrededor, luego lanzó una risa nerviosa. —¿Muchacho, estoy alucinando o qué? Oh sí. Looney Tunes, aquí voy.
Sacudiendo su cabeza, volvió a acostarse e intentó volver a dormirse, pero en cuanto lo hizo, pudo jurar que olía el aroma de Kevin sobre su piel.
Durante dos días, Kevin se quedó en la forma de lobo mientras cuidaba de Isabel, pero con cada minuto, se sentía como si estuviera siendo brutalmente torturado. Su instinto natural era reclamarla.
Si ella fuera una loba, él hubiera estado dentro de ella incluso ahora, mostrándole su destreza y su autoridad.
La bestia dentro de él exigía el cortejo. El humano en él...
Eso era lo que más lo asustaba. Ninguna parte escuchaba su tranquilo, calmo racionamiento. No es que él realmente tuviera alguno en el que ella estaba preocupada. Cerca de ella, él tenía una furiosa oleada hormonal tan profunda que hacía que un tsunami pareciese como una ola en una piscina de niños.
Su necesidad de tocarla se hacía tan feroz que hasta temía estar con ella ahora.
Hacía unos minutos, en forma de lobo, había salido corriendo a la puerta para intentar y conseguir controlarse antes de volver a la tienda de ella por más tormentos. Siempre que ella se movía, le hacía calentar la sangre. El sonido de su voz, la forma en que lamía sus largos dedos, llenos de gracia mientras hojeaba las páginas de sus revistas, era toda una tortura para él.
Lo estaba matando.
La deseas.
Realmente, estaba comenzando. La muerte tenía que ser preferible a esto. ¿Dónde estaban los lobos asesinos cuando uno los necesitaba? Sí, dolor. Esa era la respuesta. Nada como un severo dolor para contener sus apetitos sexuales.
Piensa en algo más.
Kevin tenía que conseguir apartar su mente de Bride y de su cuerpo. Más importante aún, apartarla de lo que él quería hacerle “a” y “con” su cuerpo.
Determinado a intentarlo, él se paró delante de una pequeña tienda en Royal Street. Era una tienda de muñecas, de todo tipo. Él realmente no sabía por qué estaba aquí, excepto que una de las muñecas en el escaparate le recordaba a una que Isabel tenía en una caja cerca de su TV.
—Bien, no se quede ahí de pie fuera, joven, venga entre.
Una diminuta anciana estaba de pie en la entrada. Su pelo era gris, pero sus ojos eran agudos e inteligentes.
—Está bien, sólo estaba mirando —dijo Kevin.
Y luego sintió el olor de algo extraño. Una grieta de poder en el aire que era aún más fuerte que un Were-Hunter.
¿Acheron?
La anciana le sonrió. —Ven adentro, lobo. Hay alguien con el que creo que quieres hablar.
Ella sostuvo la puerta abierta mientras él entraba en la pequeña y oscura tienda, cubierta de estanterías y cajas de muñecas hechas por encargo. Sin una palabra, ella le condujo detrás del mostrador y apartó un par de pesadas cortinas color borgoña.
Kevin se detuvo de pronto cuando vio lo más extraño que había visto en sus cuatrocientos años de vida.
El poderoso Dark-Hunter Acheron Parthenopaeus sentado en el suelo del cuarto trasero con sus piernas cruzadas mientras jugaba a las muñecas con su compañera demonio y una criatura humana.
Kevin no podía moverse mientras miraba a la pequeña niña sentada sobre la rodilla doblada cubierta de cuero de Ash, mientras el Dark-Hunter la sostenía allí con una gran mano sobre su vientre. Vestido con un vestidito tipo delantal rosado y zapatitos negros, ella era hermosa, con cortos rizos castaño oscuros y una cara regordeta y angelical.
Ash sostenía un muñeco en su mano derecha mientras la pequeña niña masticaba la cabeza de una Barbie pelirroja que se parecía de una extraña manera a la diosa griega Artemisa, quien había creado y gobernado a los Dark-Hunters. La demonio sentada delante de ellos sostenía una muñeca rubia. La demonio tenía el cabello negro con una raya roja que hacía perfecto juego con el cabello de Ash.
—Mira, yo sabía que la bebé Marissa era gente de calidad —dijo la demonio a Ash. —Mira como se come la cabeza pelirroja de la muñeca de Artemisa. Simi tiene que enseñarle a eructar fuego, luego presentarla a la diosa misma diosa vaca. —
Ash se rió. —No lo creo, Sim. Marissa no está realmente lista para eso, ¿no, dulce?
La pequeña niñita se estiró y colocó una mano mojada a la barbilla de Ash mientras se reía de él. Ash pellizcó juguetonamente su manito mientras la demonio tomaba su muñeca y la hacía bailar con la suya.
—Pienso que mi muñeca necesita un par de cuernitos, akri —dijo la demonio a Ash—. ¿Crees que Liza me hará una muñeca demonio como yo?
Los cuernos aparecieron al instante sobre la cabeza de la muñeca, con el pelo rojo y negro.
El demonio chilló de placer. —Oh, gracias, akri. ¡Esta es una muñeca Simi! —. Ladeando su cabeza, la demonio miró a la niñita en el regazo de Ash—. Sabes, Marissa es una linda bebé, pero ella estaría aún más bonita con unos cuernitos también.
—No, Sim, no creo que Amanda o Nick apreciarían el regreso de su hija con un par de cuernos en su cabeza.
— Sí, pero ella luce así... tan... pobre sin ellos. Yo podría hacerlos realmente bonitos. ¿Tal vez rosados para que hagan juego con su vestido?
—Es suficiente, Simi.
La demonio puso mala cara. —Oh pooh, no eres divertido, akri —Ella sostuvo al muñeco. —¿Ves esto, Marissa? Bien, ahora esto es lo que pasa cuando él hace que Barbie se vuelva loca. Ella consigue su salsa barbacoa y se lo come.
Ash rápidamente tomó la muñeca de la mano de Simi antes de que ella pudiera colocarla en su boca abierta. —No, no, Simi. Eres alérgica al caucho.
—¿Lo soy?
—¿No recuerdas lo enferma te pusiste cuando te comiste aquellos neumáticos del camión que te volvían loca?
La demonio lo miró realmente decepcionada. —Oh. ¿Eso fue lo que me hizo enfermar? Pensé que era porque la diosa vaca estaba por allí.
Ash colocó un rápido beso a la cima de la cabeza de la bebé, luego se la entregó a Simi. —Cuida a Marissa durante unos minutos y no te la comas o la dejes comer algo.
—No te preocupes, akri. Yo nunca comería a la bebé Marissa. Sé cuanto la echarías de menos si lo hiciera.
Ash dio a la demonio un abrazo cariñoso antes de levantarse y caminar tranquilamente hacia Kevin. Alto y flaco, Ash era el epitome de un joven en el comienzo de su vida. No había muchas personas más altas que Kevin, pero Ash era uno de ellos.
—Oui —dijo ella sinceramente—. A diferencia del resto de nosotros, tu sabes lo que es el otro lado. Has sido tanto animal como humano. Nunca sabré lo que es ser humana. Pero tu sí.
—No soy humano.
Ella se encogió de hombros. —Lo que quieras, cher... Pero conozco a otros Arcadianos que se han emparejado con humanos. Si lo deseas puedo hacer que vengan a hablar contigo.
—¿Con qué objeto? ¿Ellos eran de sangre mezclada como yo?
—No.
—¿Entonces qué van a decirme? ¿Si mi compañera tiene niños, serán humanos o lobos? ¿Ellos cambiarán su forma base en la pubertad? ¿Cómo explico a una compañera humana que no sé como serán nuestros hijos?
—Pero tú eres Arcadiano.
Él odiaba el hecho de que Nicolette, Acheron, y Colt pudieran ver lo que él había sido capaz de ocultar de otros. Él no sabía cómo ellos eran capaces de detectarlo, pero realmente, lo odiaba. Incluso su propio padre no había sabido que él era un Arcadiano.
Desde luego ayudaba el hecho que su padre apenas lo mirara.
—¿Soy Arcadiano? —preguntó, bajando su voz a un susurro enfadado—. No siento el lado humano de la manera que Colt lo hace. ¿Cómo puedo haber sido un cachorro de lobo y luego convertirme en humano durante la pubertad? ¿Cómo es eso posible?
Ella sacudió su cabeza. — Je ne sais pas (yo no lo se), Kevin. Hay mucho en este mundo que no entiendo. Hay muy pocas sangres mezcladas, tu sabes eso. La mayor parte de los humanos que se han convertido en compañeros son estériles. Tal vez la tuya lo sea, también.
Esto le dio algún grado de esperanza, pero él no era lo bastante tonto para aferrarse a eso. Su vida nunca había sido fácil. Siempre que había extendido la mano hacia algo que quería, había sido abofeteado sin piedad.
Era difícil ser optimista en una vida donde el optimismo nunca había sido recompensado positivamente.
—Esta es una oportunidad que no puedo tomar —dijo calmosamente, aun cuando una parte de él deseaba esa oportunidad con una desesperación que lo asustaba—. Me niego a arruinarle la vida de esa manera.
Nicolette se alejó de él. —Muy bien. Eso es algo exclusivamente tuyo, pero si cambias de parecer...
—No lo haré.
—Bien. ¿Por qué no te tomas las próximas semanas y te quedas con tu compañera mientras ella está marcada? Cuidaremos de Fang mientras tanto.
¿Se atrevería a aceptar esa oferta?
—¿Estas segura?
—Oui, cher. Puedes confiar en algunos animales, incluso en los osos. Te prometo que tu hermano estará a salvo aquí, pero tu compañera, ella no está a salvo sola mientras lleve tu esencia en ella.
Nicolette tenía razón. Si, como sospechaba, su manada estaba detrás de ellos, sus exploradores podrían encontrar su olor cerca de Bride. Ella lo llevaría mientras tuviera su señal, y un Were-Hunter entrenado sería capaz de olfatearla.
Ni que decir de lo que sus enemigos podrían hacerle.
—Gracias, Nicolette. Te debo una.
—Lo sé. Ahora ve con tu humana mientras puedas.
Kevin asintió, luego destelló, regresando al lado de Isabel.
Ella estaba todavía dormida sobre su sofá. Yaciendo sobre su espalda, parecía sumamente incómoda. Sus piernas estaban encogidas y ella tenía un brazo sobre su cabeza mientras el otro colgaba en el aire.
La ternura lo inundó mientras recordaba la forma en que ella lucía mientras se corría por él. La imagen de su cara en el espejo mientras él la sostenía.
Era una mujer apasionada. Una que se moría por probar una y otra vez. Contra su sentido común, él extendió la mano y tocó su suave mejilla.
Sus ojos se abrieron de golpe y jadeó.
Isabel se incorporó siseando pensando que veía a Kevin vigilándola.
—¿Kevin?
El lobo anduvo silenciosamente hasta el sofá para sentarse al lado de ella.
Confusa, miró alrededor, luego lanzó una risa nerviosa. —¿Muchacho, estoy alucinando o qué? Oh sí. Looney Tunes, aquí voy.
Sacudiendo su cabeza, volvió a acostarse e intentó volver a dormirse, pero en cuanto lo hizo, pudo jurar que olía el aroma de Kevin sobre su piel.
Durante dos días, Kevin se quedó en la forma de lobo mientras cuidaba de Isabel, pero con cada minuto, se sentía como si estuviera siendo brutalmente torturado. Su instinto natural era reclamarla.
Si ella fuera una loba, él hubiera estado dentro de ella incluso ahora, mostrándole su destreza y su autoridad.
La bestia dentro de él exigía el cortejo. El humano en él...
Eso era lo que más lo asustaba. Ninguna parte escuchaba su tranquilo, calmo racionamiento. No es que él realmente tuviera alguno en el que ella estaba preocupada. Cerca de ella, él tenía una furiosa oleada hormonal tan profunda que hacía que un tsunami pareciese como una ola en una piscina de niños.
Su necesidad de tocarla se hacía tan feroz que hasta temía estar con ella ahora.
Hacía unos minutos, en forma de lobo, había salido corriendo a la puerta para intentar y conseguir controlarse antes de volver a la tienda de ella por más tormentos. Siempre que ella se movía, le hacía calentar la sangre. El sonido de su voz, la forma en que lamía sus largos dedos, llenos de gracia mientras hojeaba las páginas de sus revistas, era toda una tortura para él.
Lo estaba matando.
La deseas.
Realmente, estaba comenzando. La muerte tenía que ser preferible a esto. ¿Dónde estaban los lobos asesinos cuando uno los necesitaba? Sí, dolor. Esa era la respuesta. Nada como un severo dolor para contener sus apetitos sexuales.
Piensa en algo más.
Kevin tenía que conseguir apartar su mente de Bride y de su cuerpo. Más importante aún, apartarla de lo que él quería hacerle “a” y “con” su cuerpo.
Determinado a intentarlo, él se paró delante de una pequeña tienda en Royal Street. Era una tienda de muñecas, de todo tipo. Él realmente no sabía por qué estaba aquí, excepto que una de las muñecas en el escaparate le recordaba a una que Isabel tenía en una caja cerca de su TV.
—Bien, no se quede ahí de pie fuera, joven, venga entre.
Una diminuta anciana estaba de pie en la entrada. Su pelo era gris, pero sus ojos eran agudos e inteligentes.
—Está bien, sólo estaba mirando —dijo Kevin.
Y luego sintió el olor de algo extraño. Una grieta de poder en el aire que era aún más fuerte que un Were-Hunter.
¿Acheron?
La anciana le sonrió. —Ven adentro, lobo. Hay alguien con el que creo que quieres hablar.
Ella sostuvo la puerta abierta mientras él entraba en la pequeña y oscura tienda, cubierta de estanterías y cajas de muñecas hechas por encargo. Sin una palabra, ella le condujo detrás del mostrador y apartó un par de pesadas cortinas color borgoña.
Kevin se detuvo de pronto cuando vio lo más extraño que había visto en sus cuatrocientos años de vida.
El poderoso Dark-Hunter Acheron Parthenopaeus sentado en el suelo del cuarto trasero con sus piernas cruzadas mientras jugaba a las muñecas con su compañera demonio y una criatura humana.
Kevin no podía moverse mientras miraba a la pequeña niña sentada sobre la rodilla doblada cubierta de cuero de Ash, mientras el Dark-Hunter la sostenía allí con una gran mano sobre su vientre. Vestido con un vestidito tipo delantal rosado y zapatitos negros, ella era hermosa, con cortos rizos castaño oscuros y una cara regordeta y angelical.
Ash sostenía un muñeco en su mano derecha mientras la pequeña niña masticaba la cabeza de una Barbie pelirroja que se parecía de una extraña manera a la diosa griega Artemisa, quien había creado y gobernado a los Dark-Hunters. La demonio sentada delante de ellos sostenía una muñeca rubia. La demonio tenía el cabello negro con una raya roja que hacía perfecto juego con el cabello de Ash.
—Mira, yo sabía que la bebé Marissa era gente de calidad —dijo la demonio a Ash. —Mira como se come la cabeza pelirroja de la muñeca de Artemisa. Simi tiene que enseñarle a eructar fuego, luego presentarla a la diosa misma diosa vaca. —
Ash se rió. —No lo creo, Sim. Marissa no está realmente lista para eso, ¿no, dulce?
La pequeña niñita se estiró y colocó una mano mojada a la barbilla de Ash mientras se reía de él. Ash pellizcó juguetonamente su manito mientras la demonio tomaba su muñeca y la hacía bailar con la suya.
—Pienso que mi muñeca necesita un par de cuernitos, akri —dijo la demonio a Ash—. ¿Crees que Liza me hará una muñeca demonio como yo?
Los cuernos aparecieron al instante sobre la cabeza de la muñeca, con el pelo rojo y negro.
El demonio chilló de placer. —Oh, gracias, akri. ¡Esta es una muñeca Simi! —. Ladeando su cabeza, la demonio miró a la niñita en el regazo de Ash—. Sabes, Marissa es una linda bebé, pero ella estaría aún más bonita con unos cuernitos también.
—No, Sim, no creo que Amanda o Nick apreciarían el regreso de su hija con un par de cuernos en su cabeza.
— Sí, pero ella luce así... tan... pobre sin ellos. Yo podría hacerlos realmente bonitos. ¿Tal vez rosados para que hagan juego con su vestido?
—Es suficiente, Simi.
La demonio puso mala cara. —Oh pooh, no eres divertido, akri —Ella sostuvo al muñeco. —¿Ves esto, Marissa? Bien, ahora esto es lo que pasa cuando él hace que Barbie se vuelva loca. Ella consigue su salsa barbacoa y se lo come.
Ash rápidamente tomó la muñeca de la mano de Simi antes de que ella pudiera colocarla en su boca abierta. —No, no, Simi. Eres alérgica al caucho.
—¿Lo soy?
—¿No recuerdas lo enferma te pusiste cuando te comiste aquellos neumáticos del camión que te volvían loca?
La demonio lo miró realmente decepcionada. —Oh. ¿Eso fue lo que me hizo enfermar? Pensé que era porque la diosa vaca estaba por allí.
Ash colocó un rápido beso a la cima de la cabeza de la bebé, luego se la entregó a Simi. —Cuida a Marissa durante unos minutos y no te la comas o la dejes comer algo.
—No te preocupes, akri. Yo nunca comería a la bebé Marissa. Sé cuanto la echarías de menos si lo hiciera.
Ash dio a la demonio un abrazo cariñoso antes de levantarse y caminar tranquilamente hacia Kevin. Alto y flaco, Ash era el epitome de un joven en el comienzo de su vida. No había muchas personas más altas que Kevin, pero Ash era uno de ellos.
issadanger
Re: Juego de la Noche... Isabel y Kevin TERMINADA
Capitulo 3 Parte 4
Y no era solamente su altura lo que intimidaba. Había algo primario y poderoso en el Dark-Hunter. Algo que hasta el animal en Kevin temía.
Aún así, se conocían el uno al otro desde hacía siglos. De hecho, Ash había sido el que había ayudado a Kevin a encontrar a su madre. Hasta este día, Kevin no estaba seguro por qué el Dark-Hunter lo había ayudado.
Pues bien, nadie entendía a Acheron Parthenopaeus.
—Sabes, no es agradable espiar a la gente, lobo.
Kevin resopló ante esto. —Como si alguien alguna vez pudiera espiarte —. Él miró de nuevo a la demonio y a la pequeña niñita—. Nunca te imaginé como niñera.
Ash echó un vistazo a la mano de Kevin, luego lo miró con fijamente. Había algo sumamente desconcertante en los ojos color plata líquida de Ash que se arremolinaban con el poder místico y el antiguo conocimiento.
—Nunca te imaginé como un cobarde.
La cólera chisporroteó por Kevin ante el insulto. Él arremetió contra Ash, sólo para que el Atlante saliera de su alcance.
—No lo hagas —. Esa sola palabra trajo el suficiente control a Kevin para detenerse.
Ash miró por sobre su hombro a la anciana que todavía estaba de pie abriendo las cortinas. —¿Liza, le traerías a Kevin una taza del té, por favor?
— No bebo té.
—¿Liza?
—Vuelvo enseguida con ella —. La anciana salió en la tienda.
—No bebo té —reiteró Kevin.
—Beberás el de ella y te gustará.
La mirada de Kevin se oscureció otra vez. —No soy uno de tus Dark-Hunters, Acheron. No bailo bajo tus órdenes.
—Tampoco ellos. Pero no está ni aquí ni allí, ¿verdad? —Ash ladeó su cabeza como si estuviera escuchando algo que sólo el Atlante podía oír—. Estas buscando respuestas.
—No necesito nada de un Dark-Hunter. Jamás.
Ash soltó un suspiro lento y profundo. —Siento lo de Anya, Kevin, pero era lo que tenía que ser.
Kevin hizo una mueca ante la oferta de compasión; su corazón todavía estaba roto por su pérdida. —No me hables sobre el destino, Dark-Hunter. Las he tenido con ese tema.
Para su asombro, Ash estuvo de acuerdo. —Conozco el sentimiento. Pero eso no cambia lo que pasa dentro de ti, verdad?
Él lo cortó a Ash con una mirada furibunda. —¿Qué sabes sobre eso?
—Todo —Ash cruzó sus brazos sobre su pecho mientras miraba a Kevin con una mirada que lo puso nervioso. —¿La vida sería más fácil si tuviéramos todas las respuestas, verdad? ¿Tu manada vendrá por ti? ¿Fang será normal otra vez? ¿Isabel alguna vez te aceptará como su compañero?
Kevin se quedó frío ante sus palabras. —¿Cómo sabes sobre Isabel?
Él no contestó. —Sabes, los humanos son asombrosos en su capacidad de amar. No dejes de aceptarlo porque tienes miedo de lo que podría pasar. En cambio, tal vez deberías enfocarte en qué pasará si la abandonas.
Eso era fácil de decir para él. Él no era el que estaba siendo cazado. —¿Qué sabes tu sobre el miedo?
—Lo suficiente como para enseñar un curso de toda una vida sobre eso —. Ash miró más allá de él para ver a la bebé levantarse de al lado de la demonio sobre las pequeñas piernas tambaleantes que todavía estaban aprendiendo como sostener el peso del bebé. —¿Ella es hermosa, verdad?
Nick se encogió de hombros. Estaba muy lejos de ser un experto sobre lo que hacía hermoso a un niño humano.
—Es difícil creer que si Nick no hubiera tenido fe en Amanda y en su futuro juntos, ella nunca hubiera existido. Nadie habría oído la belleza de su pequeña risa o ha visto la preciosidad de su sonrisa... Piensa en ello, Kevin. Una contable que sólo quería una vida normal y un Dark-Hunter que pensaba que el amor era una fábula. Si Nick se hubiese alejado, él todavía viviría solo como un Dark-Hunter. Y Amanda, teniendo que aprender en cómo sobrevivir entre Apolitas y Daimons queriendo robar sus poderes, probablemente estaría casada con otro, ahora.
—¿Ellos habrían sido felices? —Kevin no estaba seguro de por qué hizo esa pregunta.
Ash se encogió de hombros. —Tal vez, tal vez no. Pero mira a su bebé. Ella va a crecer, la hija de una bruja y un Dark-Hunter. Ella sabrá cosas sobre este mundo que pocas personas jamás sabrán. En realidad, ella ya lo hace. Ahora imagínate si ella nunca existiera. ¿Qué se habría perdido el mundo sin ella?
—¿Qué ha ganado con ella?
Ash no vaciló en contestar. —Ha ganado un alma realmente hermosa, quien crecerá para ayudar a todo quien la necesite. En un mundo lleno de maldad, ella nunca hará daño. Y dos almas que nunca conocieron el amor ahora se tienen el uno al otro.
Kevin se mofó de esto. —¿Nunca has pensado en escribir novelas románicas, Ash? Esto podría volcarse en ficción, pero déjame contarte sobre el mundo verdadero. Esa pequeña niña crecerá, le romperán el corazón, y estará acostumbrada a que la gente saque provecho de ella.
—Y sus padres le arrancarán el corazón a quien lo intente. La vida es una apuesta, Kevin. Es áspera y dolorosa la mayor parte del tiempo, y eso no es para un tímido. El botín es para el vencedor, no para quien no se destacó en la batalla.
—¿Qué estás diciendo?
—Creo que ya lo sabes. ¿Isabel tendrá una mejor vida sin ti? ¿Quién lo puede decir? Tal vez haya algún humano por ahí que pueda apreciarla. ¿Pero él alguna vez la apreciará tanto como tu?
No. Kevin lo sabía en lo profundo de su corazón. Su tierno contacto no tenía precio para él. —¿Y si consigo que la maten?
—La muerte es inevitable para la gente. Ella morirá un día. ¿Pero la verdadera pregunta es; ella, alguna vez, vivirá? —Ash comenzó a alejarse, luego se detuvo—. ¿Lo harás tu?
Kevin estuvo de pie allí, en silencio, mientras meditaba lo que Ash le había dicho.
Liza volvió con el té y Kevin le agradeció antes de probarlo.
Para su consternación, Ash tenía razón. Estaba bueno y realmente le gustaba.
Ash recogió al bebé y volvió hacia él. —Tu sabes, siempre está la posibilidad que Isabel no te acepte. Encuéntrela como hombre, Kevin. Dale lo que tu padre nunca le dio a tu madre. Déjale ver al hombre y al animal y luego déjala decidir por sí misma.
—¿Y si me abandona, me deja?
—¿Es a eso a lo qué temes más?
Kevin apartó la mirada. Maldito Ash por su sagacidad. No, su peor miedo consistía en que lo aceptara y que no fuera capaz de mantenerla a salvo de sus enemigos.
—Todo lo que realmente puedes hacer, Kevin es darte por entero y confiar en que todo se resolverá.
—¿Realmente confías en los Destinos?
La respuesta de Ash lo sorprendió. —Para nada. Ellas cometen errores tanto como todos los demás. Pero al final, tienes que creer en algo —. Ash abrazó al bebé contra su pecho—. ¿ Entonces que elegirás?
La pregunta de Ash colgada en la mente de Kevin mientras volvía a la tienda de Isabel. Él no sabía que opción tomar y a Ash realmente no había ayudado.
En forma de lobo, él olfateó su camino a la puerta de la pequeña boutique. Desde que se había mudado con ella, Isabel había hecho un hábito de dejar la puerta de tienda entornada cada vez que salía.
Como si supiera que él volvería.
Ella también le había hecho una cómoda plataforma detrás de su mostrador para que él pudiera yacer silenciosamente y mirarla mientras trabajaba. Y realmente le gustaba mirarla, especialmente cuando interactuaba con otra gente. Había una bondad a ella para con los otros de la que él carecía.
En particular le gustaba verla con Tabitha. Las dos eran sumamente divertidas. Al menos cuando no discutían sobre cuantos miembros del género masculino, con excepción de sus padres, apestaban.
Él medio esperaba que Tabitha intentara castrarlo solamente porque era macho.
Ahora mismo, Isabel se sentó sobre su taburete de madera al lado de su registradora mientras terminaba de comer la mitad de un emparedado comprado.
—Aquí estás —dijo, riéndose de él—. Me preguntaba que te había pasado.
Ella le ofreció la otra mitad de su emparedado y lo dejó comer de su mano. Kevin lo terminó, luego colocó su cabeza sobre su regazo. Ella le acarició sus orejas y la ternura de eso lo destrozó.
Tal vez Ash tuviera razón. ¿No le debía a ambos, por lo menos, darse una oportunidad?
Kevin Kattalakis nunca había permitido que el miedo lo gobernase. Pero claro, nunca había perdido a nadie que amaba hasta hacía ocho meses.
En una noche, lo había perdido todo.
Dioses, estaba tan cansado de estar solo. Tan cansado de no confiar en nadie.
De no tener a nadie que riese con él.
Tal vez Isabel era su futuro.
Tal vez debería intentarlo y ver.
¿Pero cómo?
¿Qué hacían los humanos que se cortejaban?
Isabel se sentó sobre su taburete mientras limpiaba después de su almuerzo y sacudía los restos en el tacho de basura. Los dos días pasados habían sido horribles mientras se acomodaba en su diminuto apartamento y hacía todo lo posible para olvidar a Taylor y su crueldad. Excepto que la bastarda rata aún tenía que devolverle sus pertenencias.
—Por favor no me hagas tener que ir y sacarlas —dijo mientras repasaba un nuevo catálogo de mercancía para su registro.
Si lo hiciera, llevaría a Tabitha con ella sólo por venganza.
Y si Tabitha pensaba tirarle una llave grande... Bien, no era como si Isabel pudiera contenerla.. Este era un país libre, después de todo. Y si la llave grande terminaba por caerse contra las rótulas de Taylor una vez o dos o tres... docenas, bueno los accidentes realmente pasaban.
Contenta con la idea, se bajó y mimó a su lobo detrás de sus orejas y al instante se sintió mejor.
Durante los dos últimos dos días, Kevin se había hecho su compañero constante. Se sentaba como ahora detrás de la registradora a sus pies, completamente contento solamente con estar con ella. Si sólo pudiera encontrar a un hombre tan leal.
La puerta de su tienda se abrió.
Ella alzó la vista y vio entrar a Taylor. Su corazón se paró. Él era alto y apuesto en aquella falsa manera de la televisión. Llevaba un par de pantalones caquis y una camisa de polo Ralph Lauren negra.
Cruzó de un tranco la tienda como si fuera el dueño. Como si no le importara que le hubiera roto el corazón solo unos días atrás.
—Hola, Isabel —le dijo con esa perfecta sonrisa de dientes enfundados que tenía— ¿ estás sola?
Su lobo comenzó a gruñir.
Y no era solamente su altura lo que intimidaba. Había algo primario y poderoso en el Dark-Hunter. Algo que hasta el animal en Kevin temía.
Aún así, se conocían el uno al otro desde hacía siglos. De hecho, Ash había sido el que había ayudado a Kevin a encontrar a su madre. Hasta este día, Kevin no estaba seguro por qué el Dark-Hunter lo había ayudado.
Pues bien, nadie entendía a Acheron Parthenopaeus.
—Sabes, no es agradable espiar a la gente, lobo.
Kevin resopló ante esto. —Como si alguien alguna vez pudiera espiarte —. Él miró de nuevo a la demonio y a la pequeña niñita—. Nunca te imaginé como niñera.
Ash echó un vistazo a la mano de Kevin, luego lo miró con fijamente. Había algo sumamente desconcertante en los ojos color plata líquida de Ash que se arremolinaban con el poder místico y el antiguo conocimiento.
—Nunca te imaginé como un cobarde.
La cólera chisporroteó por Kevin ante el insulto. Él arremetió contra Ash, sólo para que el Atlante saliera de su alcance.
—No lo hagas —. Esa sola palabra trajo el suficiente control a Kevin para detenerse.
Ash miró por sobre su hombro a la anciana que todavía estaba de pie abriendo las cortinas. —¿Liza, le traerías a Kevin una taza del té, por favor?
— No bebo té.
—¿Liza?
—Vuelvo enseguida con ella —. La anciana salió en la tienda.
—No bebo té —reiteró Kevin.
—Beberás el de ella y te gustará.
La mirada de Kevin se oscureció otra vez. —No soy uno de tus Dark-Hunters, Acheron. No bailo bajo tus órdenes.
—Tampoco ellos. Pero no está ni aquí ni allí, ¿verdad? —Ash ladeó su cabeza como si estuviera escuchando algo que sólo el Atlante podía oír—. Estas buscando respuestas.
—No necesito nada de un Dark-Hunter. Jamás.
Ash soltó un suspiro lento y profundo. —Siento lo de Anya, Kevin, pero era lo que tenía que ser.
Kevin hizo una mueca ante la oferta de compasión; su corazón todavía estaba roto por su pérdida. —No me hables sobre el destino, Dark-Hunter. Las he tenido con ese tema.
Para su asombro, Ash estuvo de acuerdo. —Conozco el sentimiento. Pero eso no cambia lo que pasa dentro de ti, verdad?
Él lo cortó a Ash con una mirada furibunda. —¿Qué sabes sobre eso?
—Todo —Ash cruzó sus brazos sobre su pecho mientras miraba a Kevin con una mirada que lo puso nervioso. —¿La vida sería más fácil si tuviéramos todas las respuestas, verdad? ¿Tu manada vendrá por ti? ¿Fang será normal otra vez? ¿Isabel alguna vez te aceptará como su compañero?
Kevin se quedó frío ante sus palabras. —¿Cómo sabes sobre Isabel?
Él no contestó. —Sabes, los humanos son asombrosos en su capacidad de amar. No dejes de aceptarlo porque tienes miedo de lo que podría pasar. En cambio, tal vez deberías enfocarte en qué pasará si la abandonas.
Eso era fácil de decir para él. Él no era el que estaba siendo cazado. —¿Qué sabes tu sobre el miedo?
—Lo suficiente como para enseñar un curso de toda una vida sobre eso —. Ash miró más allá de él para ver a la bebé levantarse de al lado de la demonio sobre las pequeñas piernas tambaleantes que todavía estaban aprendiendo como sostener el peso del bebé. —¿Ella es hermosa, verdad?
Nick se encogió de hombros. Estaba muy lejos de ser un experto sobre lo que hacía hermoso a un niño humano.
—Es difícil creer que si Nick no hubiera tenido fe en Amanda y en su futuro juntos, ella nunca hubiera existido. Nadie habría oído la belleza de su pequeña risa o ha visto la preciosidad de su sonrisa... Piensa en ello, Kevin. Una contable que sólo quería una vida normal y un Dark-Hunter que pensaba que el amor era una fábula. Si Nick se hubiese alejado, él todavía viviría solo como un Dark-Hunter. Y Amanda, teniendo que aprender en cómo sobrevivir entre Apolitas y Daimons queriendo robar sus poderes, probablemente estaría casada con otro, ahora.
—¿Ellos habrían sido felices? —Kevin no estaba seguro de por qué hizo esa pregunta.
Ash se encogió de hombros. —Tal vez, tal vez no. Pero mira a su bebé. Ella va a crecer, la hija de una bruja y un Dark-Hunter. Ella sabrá cosas sobre este mundo que pocas personas jamás sabrán. En realidad, ella ya lo hace. Ahora imagínate si ella nunca existiera. ¿Qué se habría perdido el mundo sin ella?
—¿Qué ha ganado con ella?
Ash no vaciló en contestar. —Ha ganado un alma realmente hermosa, quien crecerá para ayudar a todo quien la necesite. En un mundo lleno de maldad, ella nunca hará daño. Y dos almas que nunca conocieron el amor ahora se tienen el uno al otro.
Kevin se mofó de esto. —¿Nunca has pensado en escribir novelas románicas, Ash? Esto podría volcarse en ficción, pero déjame contarte sobre el mundo verdadero. Esa pequeña niña crecerá, le romperán el corazón, y estará acostumbrada a que la gente saque provecho de ella.
—Y sus padres le arrancarán el corazón a quien lo intente. La vida es una apuesta, Kevin. Es áspera y dolorosa la mayor parte del tiempo, y eso no es para un tímido. El botín es para el vencedor, no para quien no se destacó en la batalla.
—¿Qué estás diciendo?
—Creo que ya lo sabes. ¿Isabel tendrá una mejor vida sin ti? ¿Quién lo puede decir? Tal vez haya algún humano por ahí que pueda apreciarla. ¿Pero él alguna vez la apreciará tanto como tu?
No. Kevin lo sabía en lo profundo de su corazón. Su tierno contacto no tenía precio para él. —¿Y si consigo que la maten?
—La muerte es inevitable para la gente. Ella morirá un día. ¿Pero la verdadera pregunta es; ella, alguna vez, vivirá? —Ash comenzó a alejarse, luego se detuvo—. ¿Lo harás tu?
Kevin estuvo de pie allí, en silencio, mientras meditaba lo que Ash le había dicho.
Liza volvió con el té y Kevin le agradeció antes de probarlo.
Para su consternación, Ash tenía razón. Estaba bueno y realmente le gustaba.
Ash recogió al bebé y volvió hacia él. —Tu sabes, siempre está la posibilidad que Isabel no te acepte. Encuéntrela como hombre, Kevin. Dale lo que tu padre nunca le dio a tu madre. Déjale ver al hombre y al animal y luego déjala decidir por sí misma.
—¿Y si me abandona, me deja?
—¿Es a eso a lo qué temes más?
Kevin apartó la mirada. Maldito Ash por su sagacidad. No, su peor miedo consistía en que lo aceptara y que no fuera capaz de mantenerla a salvo de sus enemigos.
—Todo lo que realmente puedes hacer, Kevin es darte por entero y confiar en que todo se resolverá.
—¿Realmente confías en los Destinos?
La respuesta de Ash lo sorprendió. —Para nada. Ellas cometen errores tanto como todos los demás. Pero al final, tienes que creer en algo —. Ash abrazó al bebé contra su pecho—. ¿ Entonces que elegirás?
La pregunta de Ash colgada en la mente de Kevin mientras volvía a la tienda de Isabel. Él no sabía que opción tomar y a Ash realmente no había ayudado.
En forma de lobo, él olfateó su camino a la puerta de la pequeña boutique. Desde que se había mudado con ella, Isabel había hecho un hábito de dejar la puerta de tienda entornada cada vez que salía.
Como si supiera que él volvería.
Ella también le había hecho una cómoda plataforma detrás de su mostrador para que él pudiera yacer silenciosamente y mirarla mientras trabajaba. Y realmente le gustaba mirarla, especialmente cuando interactuaba con otra gente. Había una bondad a ella para con los otros de la que él carecía.
En particular le gustaba verla con Tabitha. Las dos eran sumamente divertidas. Al menos cuando no discutían sobre cuantos miembros del género masculino, con excepción de sus padres, apestaban.
Él medio esperaba que Tabitha intentara castrarlo solamente porque era macho.
Ahora mismo, Isabel se sentó sobre su taburete de madera al lado de su registradora mientras terminaba de comer la mitad de un emparedado comprado.
—Aquí estás —dijo, riéndose de él—. Me preguntaba que te había pasado.
Ella le ofreció la otra mitad de su emparedado y lo dejó comer de su mano. Kevin lo terminó, luego colocó su cabeza sobre su regazo. Ella le acarició sus orejas y la ternura de eso lo destrozó.
Tal vez Ash tuviera razón. ¿No le debía a ambos, por lo menos, darse una oportunidad?
Kevin Kattalakis nunca había permitido que el miedo lo gobernase. Pero claro, nunca había perdido a nadie que amaba hasta hacía ocho meses.
En una noche, lo había perdido todo.
Dioses, estaba tan cansado de estar solo. Tan cansado de no confiar en nadie.
De no tener a nadie que riese con él.
Tal vez Isabel era su futuro.
Tal vez debería intentarlo y ver.
¿Pero cómo?
¿Qué hacían los humanos que se cortejaban?
Isabel se sentó sobre su taburete mientras limpiaba después de su almuerzo y sacudía los restos en el tacho de basura. Los dos días pasados habían sido horribles mientras se acomodaba en su diminuto apartamento y hacía todo lo posible para olvidar a Taylor y su crueldad. Excepto que la bastarda rata aún tenía que devolverle sus pertenencias.
—Por favor no me hagas tener que ir y sacarlas —dijo mientras repasaba un nuevo catálogo de mercancía para su registro.
Si lo hiciera, llevaría a Tabitha con ella sólo por venganza.
Y si Tabitha pensaba tirarle una llave grande... Bien, no era como si Isabel pudiera contenerla.. Este era un país libre, después de todo. Y si la llave grande terminaba por caerse contra las rótulas de Taylor una vez o dos o tres... docenas, bueno los accidentes realmente pasaban.
Contenta con la idea, se bajó y mimó a su lobo detrás de sus orejas y al instante se sintió mejor.
Durante los dos últimos dos días, Kevin se había hecho su compañero constante. Se sentaba como ahora detrás de la registradora a sus pies, completamente contento solamente con estar con ella. Si sólo pudiera encontrar a un hombre tan leal.
La puerta de su tienda se abrió.
Ella alzó la vista y vio entrar a Taylor. Su corazón se paró. Él era alto y apuesto en aquella falsa manera de la televisión. Llevaba un par de pantalones caquis y una camisa de polo Ralph Lauren negra.
Cruzó de un tranco la tienda como si fuera el dueño. Como si no le importara que le hubiera roto el corazón solo unos días atrás.
—Hola, Isabel —le dijo con esa perfecta sonrisa de dientes enfundados que tenía— ¿ estás sola?
Su lobo comenzó a gruñir.
issadanger
Re: Juego de la Noche... Isabel y Kevin TERMINADA
AMOOO A SIMI!!!!... JAJAJAJ ES MUY DIVERTIDAAA!!!!!... Y SU AKRI ASI ES COMO LE DICE A ASH!!!!.... YYYYY LA NENA DE AMANDA Y NICK ES UN AAAAMOORRRR!!!!!
JEJEJEJEJEJ ASI QUE SIGUELAAA PORFIISSS!!!!!
AMO ESTAS NOOVEEESSS!!!!
JEJEJEJEJEJ ASI QUE SIGUELAAA PORFIISSS!!!!!
AMO ESTAS NOOVEEESSS!!!!
chelis
Re: Juego de la Noche... Isabel y Kevin TERMINADA
Oh oh oh apareci aqui ._. y,y,y oh por dios siguelaa! *w* Taylor 77 muere pium pium! jaosdñ cssm yo quiero un novio asi como kevin :c a que fantastica :c siguelaaaaaaaaaaa:3
Feer :)x.
Re: Juego de la Noche... Isabel y Kevin TERMINADA
Hola Feer jaja eso mismo decíamos con chelis ojalá ese tipo de hombres existieran jajajaja y bienvenidaFeerStyles escribió:Oh oh oh apareci aqui ._. y,y,y oh por dios siguelaa! *w* Taylor 77 muere pium pium! jaosdñ cssm yo quiero un novio asi como kevin :c a que fantastica :c siguelaaaaaaaaaaa:3
issadanger
Re: Juego de la Noche... Isabel y Kevin TERMINADA
En serio amo a kev..... Ash...... Nick.... Joe...... Talon........ Y a todos los cazadores y no cazadores :amor: ........ Y a todos los de estas historias!!!!!!... Lastima que solo están en libros!!!!!!..... Así que sigueeeeelasssss!!!!!
chelis
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