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Juego de la Noche... Isabel y Kevin TERMINADA
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
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Re: Juego de la Noche... Isabel y Kevin TERMINADA
Oooooookiissssssss!!!!!!!!..... esperare caaaapiiiiiiiisssss!!!!!..........
chelis
Re: Juego de la Noche... Isabel y Kevin TERMINADA
ya... Creo ya somos dos lectoras!!!!!... Así que subeeeeee
chelis
Re: Juego de la Noche... Isabel y Kevin TERMINADA
Capitulo 1 Parte 4
Él fue recudiendo la velocidad a medida que se acercaban al restaurante.
Isabel echó una ojeada en la gran ventana pintada. Ella había tenido razón, sus amigas estaban ya allí y vio que Tabitha marcaba un teléfono celular. Sin duda Tabitha había sido quien había llamado, y si Isabel no entraba pronto, ella comenzaría a preocuparse.
—Bien —dijo ella, separándose de Kevin—. Supongo que es aquí donde nos decimos adiós.
Él asintió y le ofreció una amable sonrisa. —Gracias, Isabel.
—No —dijo ella, tocando el collar que él le había dado—. Gracias a ti.
Él besó su mano, se volvió, metió sus manos dentro de sus bolsillos, y anduvo despacio calle abajo hacia Bourbon Street. Con su corazón pesado, ella miró ese terriblemente masculino contoneo.
—¿ Isabel?
Ella se dio vuelta para ver que Mina Devereaux estaba de pie en la entrada abierta. —¿Estás bien? —preguntó.
Asintiendo, Isabel se obligó a entrar. Mina la condujo a una mesa cerca de la ventana donde su hermana, Tabitha, estaba sentada.
—¡Eh!, Isabel —dijo Tabitha a modo de saludo mientras desempaquetaba una galleta—. ¿Estás bien? Pareces un poco distraída.
—No sé —dijo Isabel dijo mientras tomaba asiento frente a Tabitha—. He tenido el día más extraño de mi vida y pienso que he podido acabar de cometer el error más grande de todo todos los tiempos.
Sólo que no estaba segura si el error había sido acostarse con alguien a quien ella no conocía o haberlo dejado ir.
Él fue recudiendo la velocidad a medida que se acercaban al restaurante.
Isabel echó una ojeada en la gran ventana pintada. Ella había tenido razón, sus amigas estaban ya allí y vio que Tabitha marcaba un teléfono celular. Sin duda Tabitha había sido quien había llamado, y si Isabel no entraba pronto, ella comenzaría a preocuparse.
—Bien —dijo ella, separándose de Kevin—. Supongo que es aquí donde nos decimos adiós.
Él asintió y le ofreció una amable sonrisa. —Gracias, Isabel.
—No —dijo ella, tocando el collar que él le había dado—. Gracias a ti.
Él besó su mano, se volvió, metió sus manos dentro de sus bolsillos, y anduvo despacio calle abajo hacia Bourbon Street. Con su corazón pesado, ella miró ese terriblemente masculino contoneo.
—¿ Isabel?
Ella se dio vuelta para ver que Mina Devereaux estaba de pie en la entrada abierta. —¿Estás bien? —preguntó.
Asintiendo, Isabel se obligó a entrar. Mina la condujo a una mesa cerca de la ventana donde su hermana, Tabitha, estaba sentada.
—¡Eh!, Isabel —dijo Tabitha a modo de saludo mientras desempaquetaba una galleta—. ¿Estás bien? Pareces un poco distraída.
—No sé —dijo Isabel dijo mientras tomaba asiento frente a Tabitha—. He tenido el día más extraño de mi vida y pienso que he podido acabar de cometer el error más grande de todo todos los tiempos.
Sólo que no estaba segura si el error había sido acostarse con alguien a quien ella no conocía o haberlo dejado ir.
issadanger
Re: Juego de la Noche... Isabel y Kevin TERMINADA
CAPITULO 2
Con el corazón pesado por el remordimiento, Kevin caminó por el French Quarter hacia el 688 de la Avenida Ursulines donde el bar El Santuario se erguía en la esquina. El edificio de ladrillos rojos tenía las típicas puertas de un salón del oeste con un cartel afuera que tenía la silueta de una motocicleta recortada contra una luna llena sobre una colina.
Una atracción turística, el bar de motociclistas estaba atestado como siempre por lugareños y turistas. Había ya varias motocicletas alineadas sobre la acera que pertenecían a una banda de motociclistas locales que se llamaban a sí mismos los Perros de Vieux-Doo. La primera vez que había visto a los rudos motociclistas entrar en el edificio, Kevin se había reído. Los motociclistas humanos no tenían ni idea que El Santuario no era un lugar para ellos. Este era uno de los raros refugios para los de su tipo.
En todo el mundo y en varios períodos de tiempo, ciertas familias de Were-Hunters habían establecido sitios como éste donde los miembros Katagaria podían ocultarse mientras escapaban de sus enemigos. Pero de todos los refugios para animales conocidos, El Santuario de Mamá Osa Peltier era el más respetado y renombrado. Sobre todo porque el suyo era uno de los pocos establecimientos que daban la bienvenida a Dark Hunters, Apolitas, Daimons, y dioses por igual. Mientras vinieras en paz, te permitirían marcharte con todas las partes de tu cuerpo intactas.
Así el lema de El Santuario era: No me muerdas y no te morderé.
Cualquiera que violara esa regla rápidamente era sacrificado por uno de los once hijos de Mamá Peltier o su excepcionalmente grande compañero. Era un hecho conocido que Papá Oso Peltier no jugaba con nadie salvo Mamá Osa.
Aunque Mamá y sus muchachos eran osos en su forma natural, ellos daban la bienvenida a todas las ramas de Katagaria: leones y tigres y halcones y lobos. No había un solo grupo conocido que al menos no tuviera un miembro que se ocultara ahí.
Demonios, había hasta un drakos, y por lo general los dragones raras veces hacían del siglo veintiuno su hogar. Debido a su tamaño, los dragones tenían una tendencia a vivir en sus vidas pasadas donde una más pequeña población humana y campos abiertos hacían más sencillo para ellos ocultarse.
Los Peltiers hasta tenían un Centinela Arcadiano quien cuidaba del lugar y esta era la mayor hazaña de todas. Los Arcadianos eran Were-Hunters que tenían corazones humanos y ellos eran enemigos mortales de los Katagaria, quienes tenían corazones de animal. De hecho, las dos especies habían estado en guerra la una con la otra durante miles de años.
Los Arcadianos eran supuestamente la rama más amable de la gente de Kevin, pero su experiencia le decía que esto era hacerse ilusiones de su parte. Él más confiaría fácilmente en un Katagaria con un corazón de animal que en un Arcadiano con un corazón humano cualquier día.
Al menos los animales te atacaban abiertamente. Ellos no eran ni de cerca, tan traidores como un humano.
Pero al fin y al cabo, ninguna hembra Katagaria tampoco lo había abrazado del modo en que lo había hecho Isabel. Ninguna, jamás, lo había hecho sentir tan extrañamente protector que lo único que quería era volver al restaurante donde la había dejado, tomarla en sus brazos y la llevarla a casa con él.
Esto no tenía ningún sentido.
Él cruzó de un tranco por las puertas del bar para encontrar a Dev Peltier sentando sobre un alto taburete en la entrada. Dev era uno de los cuatrillizos de Mamá Osa. Aunque ellos parecieran idénticos, cada uno de los cuatrillizos tenía una personalidad y porte muy distinto.
Dev era fácil de llevar y lento de enfadar. Él exudaba un aire de poderosa gracia y se movía metódicamente como la mayor parte de los osos, como si tuviera todo el tiempo del mundo. Pero Kevin sabía que el oso podía ser tan condenadamente rápido para moverse como cualquier lobo. La primera vez que él había visto a Dev arremeter contra su hermano menor Serre en un juego de lucha, él había desarrollado un saludable respeto por las habilidades del oso.
Esta noche, Dev llevaba una camiseta negra que apenas cubría la marca del arco de Artemisa sobre su bíceps que tenía como advertencia a los Daimons y los Apolitas que ocasionalmente se aventuraban dentro del bar. Él jugaba a bajar cinco cartas con Rudy, uno de los empleados humanos que no tenía ninguna idea que la mitad de la “gente” en el bar era realmente animales que andaban en dos piernas.
Rudy tenía el lacio pelo negro recogido en una cola de caballo, y una cara áspera que mostraba cada signo de lo dura que había sido vida del ex estafador. Él tenía una barba negra tupida y cada pulgada de piel expuesta estaba cubierta de una especie de tatuaje colorido.
El hombre era realmente mugriento y, a diferencia de los Were-Hunters quienes hicieron de ese lugar su casa, él no era atractivo. De hecho, ese era el modo más fácil de diferenciar a los humanos de los animales. Ya que la gente de Kevin valoraba la belleza encima de todo lo demás, era raro encontrar a un Were-Hunter poco atractivo.
Como sus hermanos, el rizado cabello rubio de Dev caía de cualquier manera por su espalda. Como siempre, lo llevaba suelto. Él usaba un par de vaqueros ajustados, descoloridos y botas negras.
Dev lo saludó con una inclinación de cabeza. —¡Hey!, lobo, estás bien?
Kevin se encogió de hombros mientras se acercaba a ellos. —Sólo cansado.
—Tal vez deberías tomar una siesta en la casa —dijo Dev mientras tomaba dos cartas más.
La Casa Peltier estaba junto al bar. Era allí donde ellos podían asumir sus formas de animal sin miedo a ser descubiertos. Los Peltiers tenían más sistemas de alarmas que Fort Knox y al menos dos miembros de la familia estaban de guardia en todo momento contra cualquier intruso, humano o de otra clase.
—Está bien —dijo Vane—. Él ganaba su sustento y el de Fang. La última cosa que quería es que alguien pudiera acusarlo de recibir caridad del clan Oso, entonces él trabajaba un promedio de diez horas por día, cada día, para los Peltiers. —Le dije a Nicolette que reemplazaría a Cherise en la barra esta noche.
—Sí —dijo Rudy mientras daba una pitada a su cigarrillo, luego acomodó sus cartas—. Cherise muere por irse a casa temprano. Jerry va a llevarla a Antoine por su cumpleaños.
Kevin había olvidado eso de los cumpleaños humanos. Por alguna razón, eran especiales para la gente. Probablemente porque tenían tan pocos de ellos.
Kevin se excusó y se dirigió hacia la barra. Él pasó por las mesas donde Wren, un raro leopardo blanco Katagaria, estaba limpiando. Marvin el mono (el único animal en El Santuario que no podía adoptar la forma humana) estaba sentado sobre el hombro del leopardo y sostenía tirante el rubio cabello de Wren.
Esos dos tenían una extraña relación. Como Kevin y Fang, Wren había venido a Peltiers como un exiliado. Él se mantenía reservado y raras veces hablaba a algún otro que Marvin. Aún así, había algo mortal en los ojos del leopardo que le decía a todo el mundo que lo dejaran solo si valoraban sus vidas.
Wren miró mientras Kevin pasaba por las mesas que estaba limpiando, pero no dijo nada.
—¡Hey!, Kevin! —dijo Cherise Gautier, su cara se iluminó cuando lo vio a él. Ella era una hermosa mujer rubia en los comienzos de los cuarenta años. Su sonrisa siempre lista y un buen corazón podrían persuadir a casi todo el mundo—. ¿Estás bien, cariño? Pareces cansado.
Todavía lo asombraba cuan intuitiva era Cherise para ser una humana. Kevin levantó la sección trasera de la encimera de la barra y entró en el área de servir.
—Estoy bien —dijo él, aun cuando no sintiera así.
Se sentía como si algo le faltara. Como si debiera volver a ______.
¿Cuan estúpido era eso?
—¿Estás seguro? —preguntó ella.
Él podía sentir su preocupación. Y esto lo hizo sentir sumamente incómodo. Nadie que no fuera su hermano y o su hermana jamás habían dado nada por él.
Cherise era una humana extraña.
Ella tiró la toalla blanca con la que había estado limpiando la barra sobre su hombro. —Sabes, mi hijo es de tu edad.
Kevin luchó contra el impulso de reírse de esto. Jerry Gautier tenía veintiséis años, en años humanos, mientras que Kevin tenía cuatrocientos sesenta años. Pero desde luego, Cherise no tenía ni idea de la verdadera edad de Kevin. Todo lo que ella sabía era que su hijo trabajaba para los Dark-Hunters, quienes eran todos inmortales cazadores de vampiros.
—Y sé como ustedes, muchachos, se descuidan. Tienes que cuidarte más, cariñito. Juro que no has tenido un día libre desde que Mamá te contrató. ¿Por qué no te tomas la noche por una vez y vas obtienes algo de diversión?
—Está bien —dijo él tranquilamente mientras tomaba la toalla del hombro de ella—. Lo tengo. Además, Rudy dijo que era tu cumpleaños.
Ella le lanzó una frambuesa. —Soy demasiado vieja para cumpleaños. Yo preferiría verte disfrutar de tu juventud mientras todavía la tienes.
—Sí —dijo Kyle Peltier, el más joven de los osos, mientras se les unía desde el cuarto trasero con una gran bandeja de vasos limpios. De la edad de Jerry, Kyle estaba apenas fuera de la pubertad ya que los Were-Hunters no maduraban hasta sus veinte años—. ¿Por qué no disfrutas de los seis segundos que te quedan de tu juventud, Kevin?
Kevin le dio la espalda, luego empujó a Cherise hacia su cartera—. Vete a casa, Cherise.
—Pero...
—Ve —gruñó Kevin—, y ten un buen cumpleaños.
Ella suspiró, luego le palmeó el brazo—. Bien —ella agarró su suéter y la cartera de la barra.
—Te lanzaré de aquí —dijo Kyle, levantando la encimera de la barra para que ella pudiera salir.
—Gracias.
Kevin comenzó a sacar los vasos de la bandeja y a guardarlos en su sitio mientras Kyle fue a ayudar a Wren con las mesas.
Colt Theodorakopolus deambuló hasta la barra. El Ursulan Arcadiano se detuvo a la altura de Kevin, quien sintió una inmediata aversión por el Were-Oso. Aunque, para ser sinceros, Colt parecía bastante decente. El compañero de su madre había sido asesinado mientras su madre estaba embarazada de él. Al saber que ella moriría en cuanto su cachorro naciera, ella había venido a El Santuario y había pedido que los Peltiers criaran a su hijo por ella.
Por lo que sabía Kevin, Colt nunca se había encontrado otro miembro de los Osos Arcadianos. Como Centinela, Colt debería tener un lado de su cara cubierta por las extrañas marcas geométricas que aparecían como marcas de nacimiento de los centinelas cuando alcanzaban la madurez. Pero Colt, como muchos Centinelas que vivían fuera de sus clanes o en aislamiento, decidió ocultarlas, como sus poderes.
Nadie sabía cuan poderoso era Colt hasta que se cruzaban con él. Entonces era demasiado tarde.
Un Centinela que se oculta era la cosa más peligrosa.
A diferencia de otros osos, Colt tenía el pelo corto negro y con un notablemente bien definido corte.
—Dame un whisky —dijo Colt a Kevin—. Y mantén el pelo humano.
Kevin asintió ante la frase que significaba que Colt quería el licor que embriagaba completamente a un humano con un solo trago. Ya que su especie tenía un metabolismo más alto, ellos podían manejar mucho mejor el alcohol.
Con el corazón pesado por el remordimiento, Kevin caminó por el French Quarter hacia el 688 de la Avenida Ursulines donde el bar El Santuario se erguía en la esquina. El edificio de ladrillos rojos tenía las típicas puertas de un salón del oeste con un cartel afuera que tenía la silueta de una motocicleta recortada contra una luna llena sobre una colina.
Una atracción turística, el bar de motociclistas estaba atestado como siempre por lugareños y turistas. Había ya varias motocicletas alineadas sobre la acera que pertenecían a una banda de motociclistas locales que se llamaban a sí mismos los Perros de Vieux-Doo. La primera vez que había visto a los rudos motociclistas entrar en el edificio, Kevin se había reído. Los motociclistas humanos no tenían ni idea que El Santuario no era un lugar para ellos. Este era uno de los raros refugios para los de su tipo.
En todo el mundo y en varios períodos de tiempo, ciertas familias de Were-Hunters habían establecido sitios como éste donde los miembros Katagaria podían ocultarse mientras escapaban de sus enemigos. Pero de todos los refugios para animales conocidos, El Santuario de Mamá Osa Peltier era el más respetado y renombrado. Sobre todo porque el suyo era uno de los pocos establecimientos que daban la bienvenida a Dark Hunters, Apolitas, Daimons, y dioses por igual. Mientras vinieras en paz, te permitirían marcharte con todas las partes de tu cuerpo intactas.
Así el lema de El Santuario era: No me muerdas y no te morderé.
Cualquiera que violara esa regla rápidamente era sacrificado por uno de los once hijos de Mamá Peltier o su excepcionalmente grande compañero. Era un hecho conocido que Papá Oso Peltier no jugaba con nadie salvo Mamá Osa.
Aunque Mamá y sus muchachos eran osos en su forma natural, ellos daban la bienvenida a todas las ramas de Katagaria: leones y tigres y halcones y lobos. No había un solo grupo conocido que al menos no tuviera un miembro que se ocultara ahí.
Demonios, había hasta un drakos, y por lo general los dragones raras veces hacían del siglo veintiuno su hogar. Debido a su tamaño, los dragones tenían una tendencia a vivir en sus vidas pasadas donde una más pequeña población humana y campos abiertos hacían más sencillo para ellos ocultarse.
Los Peltiers hasta tenían un Centinela Arcadiano quien cuidaba del lugar y esta era la mayor hazaña de todas. Los Arcadianos eran Were-Hunters que tenían corazones humanos y ellos eran enemigos mortales de los Katagaria, quienes tenían corazones de animal. De hecho, las dos especies habían estado en guerra la una con la otra durante miles de años.
Los Arcadianos eran supuestamente la rama más amable de la gente de Kevin, pero su experiencia le decía que esto era hacerse ilusiones de su parte. Él más confiaría fácilmente en un Katagaria con un corazón de animal que en un Arcadiano con un corazón humano cualquier día.
Al menos los animales te atacaban abiertamente. Ellos no eran ni de cerca, tan traidores como un humano.
Pero al fin y al cabo, ninguna hembra Katagaria tampoco lo había abrazado del modo en que lo había hecho Isabel. Ninguna, jamás, lo había hecho sentir tan extrañamente protector que lo único que quería era volver al restaurante donde la había dejado, tomarla en sus brazos y la llevarla a casa con él.
Esto no tenía ningún sentido.
Él cruzó de un tranco por las puertas del bar para encontrar a Dev Peltier sentando sobre un alto taburete en la entrada. Dev era uno de los cuatrillizos de Mamá Osa. Aunque ellos parecieran idénticos, cada uno de los cuatrillizos tenía una personalidad y porte muy distinto.
Dev era fácil de llevar y lento de enfadar. Él exudaba un aire de poderosa gracia y se movía metódicamente como la mayor parte de los osos, como si tuviera todo el tiempo del mundo. Pero Kevin sabía que el oso podía ser tan condenadamente rápido para moverse como cualquier lobo. La primera vez que él había visto a Dev arremeter contra su hermano menor Serre en un juego de lucha, él había desarrollado un saludable respeto por las habilidades del oso.
Esta noche, Dev llevaba una camiseta negra que apenas cubría la marca del arco de Artemisa sobre su bíceps que tenía como advertencia a los Daimons y los Apolitas que ocasionalmente se aventuraban dentro del bar. Él jugaba a bajar cinco cartas con Rudy, uno de los empleados humanos que no tenía ninguna idea que la mitad de la “gente” en el bar era realmente animales que andaban en dos piernas.
Rudy tenía el lacio pelo negro recogido en una cola de caballo, y una cara áspera que mostraba cada signo de lo dura que había sido vida del ex estafador. Él tenía una barba negra tupida y cada pulgada de piel expuesta estaba cubierta de una especie de tatuaje colorido.
El hombre era realmente mugriento y, a diferencia de los Were-Hunters quienes hicieron de ese lugar su casa, él no era atractivo. De hecho, ese era el modo más fácil de diferenciar a los humanos de los animales. Ya que la gente de Kevin valoraba la belleza encima de todo lo demás, era raro encontrar a un Were-Hunter poco atractivo.
Como sus hermanos, el rizado cabello rubio de Dev caía de cualquier manera por su espalda. Como siempre, lo llevaba suelto. Él usaba un par de vaqueros ajustados, descoloridos y botas negras.
Dev lo saludó con una inclinación de cabeza. —¡Hey!, lobo, estás bien?
Kevin se encogió de hombros mientras se acercaba a ellos. —Sólo cansado.
—Tal vez deberías tomar una siesta en la casa —dijo Dev mientras tomaba dos cartas más.
La Casa Peltier estaba junto al bar. Era allí donde ellos podían asumir sus formas de animal sin miedo a ser descubiertos. Los Peltiers tenían más sistemas de alarmas que Fort Knox y al menos dos miembros de la familia estaban de guardia en todo momento contra cualquier intruso, humano o de otra clase.
—Está bien —dijo Vane—. Él ganaba su sustento y el de Fang. La última cosa que quería es que alguien pudiera acusarlo de recibir caridad del clan Oso, entonces él trabajaba un promedio de diez horas por día, cada día, para los Peltiers. —Le dije a Nicolette que reemplazaría a Cherise en la barra esta noche.
—Sí —dijo Rudy mientras daba una pitada a su cigarrillo, luego acomodó sus cartas—. Cherise muere por irse a casa temprano. Jerry va a llevarla a Antoine por su cumpleaños.
Kevin había olvidado eso de los cumpleaños humanos. Por alguna razón, eran especiales para la gente. Probablemente porque tenían tan pocos de ellos.
Kevin se excusó y se dirigió hacia la barra. Él pasó por las mesas donde Wren, un raro leopardo blanco Katagaria, estaba limpiando. Marvin el mono (el único animal en El Santuario que no podía adoptar la forma humana) estaba sentado sobre el hombro del leopardo y sostenía tirante el rubio cabello de Wren.
Esos dos tenían una extraña relación. Como Kevin y Fang, Wren había venido a Peltiers como un exiliado. Él se mantenía reservado y raras veces hablaba a algún otro que Marvin. Aún así, había algo mortal en los ojos del leopardo que le decía a todo el mundo que lo dejaran solo si valoraban sus vidas.
Wren miró mientras Kevin pasaba por las mesas que estaba limpiando, pero no dijo nada.
—¡Hey!, Kevin! —dijo Cherise Gautier, su cara se iluminó cuando lo vio a él. Ella era una hermosa mujer rubia en los comienzos de los cuarenta años. Su sonrisa siempre lista y un buen corazón podrían persuadir a casi todo el mundo—. ¿Estás bien, cariño? Pareces cansado.
Todavía lo asombraba cuan intuitiva era Cherise para ser una humana. Kevin levantó la sección trasera de la encimera de la barra y entró en el área de servir.
—Estoy bien —dijo él, aun cuando no sintiera así.
Se sentía como si algo le faltara. Como si debiera volver a ______.
¿Cuan estúpido era eso?
—¿Estás seguro? —preguntó ella.
Él podía sentir su preocupación. Y esto lo hizo sentir sumamente incómodo. Nadie que no fuera su hermano y o su hermana jamás habían dado nada por él.
Cherise era una humana extraña.
Ella tiró la toalla blanca con la que había estado limpiando la barra sobre su hombro. —Sabes, mi hijo es de tu edad.
Kevin luchó contra el impulso de reírse de esto. Jerry Gautier tenía veintiséis años, en años humanos, mientras que Kevin tenía cuatrocientos sesenta años. Pero desde luego, Cherise no tenía ni idea de la verdadera edad de Kevin. Todo lo que ella sabía era que su hijo trabajaba para los Dark-Hunters, quienes eran todos inmortales cazadores de vampiros.
—Y sé como ustedes, muchachos, se descuidan. Tienes que cuidarte más, cariñito. Juro que no has tenido un día libre desde que Mamá te contrató. ¿Por qué no te tomas la noche por una vez y vas obtienes algo de diversión?
—Está bien —dijo él tranquilamente mientras tomaba la toalla del hombro de ella—. Lo tengo. Además, Rudy dijo que era tu cumpleaños.
Ella le lanzó una frambuesa. —Soy demasiado vieja para cumpleaños. Yo preferiría verte disfrutar de tu juventud mientras todavía la tienes.
—Sí —dijo Kyle Peltier, el más joven de los osos, mientras se les unía desde el cuarto trasero con una gran bandeja de vasos limpios. De la edad de Jerry, Kyle estaba apenas fuera de la pubertad ya que los Were-Hunters no maduraban hasta sus veinte años—. ¿Por qué no disfrutas de los seis segundos que te quedan de tu juventud, Kevin?
Kevin le dio la espalda, luego empujó a Cherise hacia su cartera—. Vete a casa, Cherise.
—Pero...
—Ve —gruñó Kevin—, y ten un buen cumpleaños.
Ella suspiró, luego le palmeó el brazo—. Bien —ella agarró su suéter y la cartera de la barra.
—Te lanzaré de aquí —dijo Kyle, levantando la encimera de la barra para que ella pudiera salir.
—Gracias.
Kevin comenzó a sacar los vasos de la bandeja y a guardarlos en su sitio mientras Kyle fue a ayudar a Wren con las mesas.
Colt Theodorakopolus deambuló hasta la barra. El Ursulan Arcadiano se detuvo a la altura de Kevin, quien sintió una inmediata aversión por el Were-Oso. Aunque, para ser sinceros, Colt parecía bastante decente. El compañero de su madre había sido asesinado mientras su madre estaba embarazada de él. Al saber que ella moriría en cuanto su cachorro naciera, ella había venido a El Santuario y había pedido que los Peltiers criaran a su hijo por ella.
Por lo que sabía Kevin, Colt nunca se había encontrado otro miembro de los Osos Arcadianos. Como Centinela, Colt debería tener un lado de su cara cubierta por las extrañas marcas geométricas que aparecían como marcas de nacimiento de los centinelas cuando alcanzaban la madurez. Pero Colt, como muchos Centinelas que vivían fuera de sus clanes o en aislamiento, decidió ocultarlas, como sus poderes.
Nadie sabía cuan poderoso era Colt hasta que se cruzaban con él. Entonces era demasiado tarde.
Un Centinela que se oculta era la cosa más peligrosa.
A diferencia de otros osos, Colt tenía el pelo corto negro y con un notablemente bien definido corte.
—Dame un whisky —dijo Colt a Kevin—. Y mantén el pelo humano.
Kevin asintió ante la frase que significaba que Colt quería el licor que embriagaba completamente a un humano con un solo trago. Ya que su especie tenía un metabolismo más alto, ellos podían manejar mucho mejor el alcohol.
issadanger
Re: Juego de la Noche... Isabel y Kevin TERMINADA
Yo diría que si _____...... Cometió un erro y fue dejar que se fuera Kevin!!!!!!!..... Y guiuaauu estar en un sitio así da meyo!!!!!!..... Jejejejejejejejeje aunque si ne atrevería a visitarlo!!!!!.... asi que pon mas caaaaaaaapiiiiiiiissss
chelis
Re: Juego de la Noche... Isabel y Kevin TERMINADA
Okiiiiiiisssss mas caaaapiiissssss y mas comentariiiooosss
chelis
Re: Juego de la Noche... Isabel y Kevin TERMINADA
Capitulo 2 Parte 2
Él le sirvió una medida grande en el vaso, luego lo colocó sobre la barra delante de Colt. En el instante que retiraba su mano, sintió una extraña sensación de quemadura.
Siseando, Kevin sopló sobre su palma. Él se movió hacia una de las lámparas de la barra para ver que se había hecho.
Mientras miraba, un intrincado y extraño diseño se grababa en su piel.
— Oh mierda —suspiró mientras veía como tomaba forma.
Colt se agachó bajo la barra y pasó detrás de él. Su mandíbula se aflojó.
—¿Estás emparejado? —le preguntó él incrédulo—. ¿Quién es la afortunada loba?
Kevin no podía respirar mientras veía la marca. ¿Cómo podía ser esto?
—Esto es imposible.
Colt se rió. —Sí, claro, suenas como Serre cuando se emparejó. Confía en mí, esto le pasa al mejor de nosotros.
—No —dijo Kevin, encontrando la mirada del oso—. Ella es humana. Soy un lobo. No puedo ser emparejado a un humano. Eso no es posible.
El color desapareció de la cara de Colt mientras el completo impacto de la situación de Kevin lo golpeaba. —Tu, bastardo desafortunado. No es usual que los Arcadianos se emparejen con un humano, pero pasa.
—No soy Arcadiano —gruñó Kevin. No había nada humano en él. Nada.
Colt tomó su mano y la sostuvo hasta ver la línea en la mano de Kevin.
—Argumenta con esto todo lo que quieras. Pero enfréntalo, Kevin. Tus tres semanas están corriendo. O reclamas a la humana o vivirás del resto de tu vida sin volver a sentir jamás el contacto de otra hembra.
—¡Ow! —gritó Isabel gritó mientras su mano comenzaba a quemarse. Ella la presionó contra su vaso con agua.
—¿Qué te pasa? —preguntó Mina, mientras elegía otra ostra para comer.
—No sé —dijo Isabel—. Mi mano, sólo comenzó a doler.
Tabitha tocó el plato de Isabel. —No está caliente. ¿Te cortaste la mano con una concha de ostra?
—No —dijo Isabel, extendiendo su mano de vuelta mirarla. Había un hermoso dibujo sobre su palma. Este le recordaba a un antiguo dibujo griego. —¿Qué diablos?
Mina frunció el ceño mientras lo miraba. —¿Te hiciste un tatuaje con henna?
—No. No hice nada. Lo juro. Esto no estaba allí hace cinco segundos.
Tabitha se inclinó para mirarlo. —Que extraño —dijo—. Y viniendo de mí, significa algo.
Eso era verdaderamente cierto. Tabitha Devereaux era el epítome de lo extraño.
—¿Tu nunca has visto nada como esto? —preguntó Isabel a Tabitha.
—Nop. Tal vez todas estemos alucinando. Tal vez esto se parece a la teoría de Platón y no hay nada allí, salvo la piel. Tal vez nosotras solamente vemos lo que queremos ver.
Mina resopló mientras vertía la salsa de aderezo picante sobre su ostra. — Sólo porque vives en un estado de locura constante, Tabby, no significa que el resto de nosotras lo haga.
Isabel se rió de ellas.
Ella siguió el trazó del diseño sobre su palma y se preguntó que cómo había llegado ahí.
Colt le dirigió a Kevin una mirada dura. —Mira, sé que no puedes soportarme. Pero te reemplazo. Ve a ver a tu mujer y te cubriré aquí en la barra.
—No necesito que...
—Deja de ser entonces tan condenadamente obstinado —dijo Colt con los dientes apretados—. Tienes una compañera ahí, Kevin, y ya seas Arcadiano o Katagaria, conoces la única ley que nos gobierna a todos. La seguridad de tu compañera está por encima de todo lo demás.
Colt tenía razón y Kevin lo sabía. El animal dentro de él ya tironeaba de la mitad humana. Esta quería a su compañera. Esa la exigía.
Normalmente su parte humana y animal coexistían en un delicado equilibro. Las hormonas y la tensión fácilmente podrían perturbar ese equilibrio, y entonces él se volvería realmente peligroso. Si el animal tomaba el mando de él.
Muchos de los su clase, tanto machos como hembras, se perdían en aquella mitad animal. Incapaces de manejarlo, se volvían locos por ella y se hacían despiadados asesinos que mataban a lo que se les cruzara. Esta era similar a una infección de rabia y no había ninguna cura para ello.
Era por eso que los Arcadianos tenían Centinelas. Su trabajo era rastrear y matar a los que no podían controlar su alma animal. Asesinos. Desde luego, los Arcadianos por lo general eran más bien liberales aplicando el término “Asesinos” a uno de los suyos. Era suficiente que cualquier Katagaria se cruzara por su camino para ser clasificado como un asesino con o sin evidencia.
—Vamos, Kevin —dijo Colt, impulsándolo hacia la puerta.
El oso tenía razón. Era inútil luchar contra su naturaleza. Esta era una batalla que él nunca podría ganar.
Le dio a Colt la toalla y rápidamente abandonó la barra.
Fuera en la calle, Kevin se aseguró que nadie pudiera verlo y luego destelló, tomando la forma de lobo. A diferencia de su hermano, era un lobo completamente blanco. Él también era más grande, pesando alrededor de unos cincuenta kilos.
Era por eso que sus compañeros de manada le habían temido más en su estado animal. Tan poderosos como eran, él lo era más. Y él no respetaba las jerarquías como los otros lo hacían.
Él podría ser un animal, pero al final del día, aún cuando lo negara, tenía lo suficiente de humano en él como para rechazar seguir a cualquiera dócilmente.
Él había nacido alfa y todo el mundo alrededor de él lo sabía.
Kevin corrió a gran velocidad por las calles de Nueva Orleans, cuidando de mantenerse en las sombras de la oscura noche. Había aprendido hacía mucho que la gente tenía una tendencia a distinguirlo por ser un perro grande si lo veían, pero de todos modos lo último que necesitaba era a un tipo de la perrera detrás de él.
Él tenía una larga historia de encuentros con los de control animal. Ninguno de los cuales habían sido buenos para los humanos.
No le tomó mucho tiempo regresar a Iberville y al Acme Oyster House donde había dejado a Isabel. Elevándose sobre sus patas traseras para ponerse de pie contra el cristal, él miró detenidamente dentro para verla sentada con otras dos mujeres.
Una tenía el cabello castaño oscuro y una cicatriz desigual a un lado de su cara. Si no fuera por la horrorosa marca, hubiera sido excepcionalmente atractiva. La otra era una morena muy bonita con la que compartía rasgos similares.
Sin embargo, ninguna de las delgadas mujeres le llamó la atención.
Sólo Isabel lo hizo. La imagen de ella lo conmovió intensamente, haciéndole doler de necesidad. Ella podía alegar ser humana, pero había más magia en su sonrisa que la que toda su manada de lobos poseía.
Ella era absolutamente seductora y aquellos labios hicieron las cosas más asombrosas a su cuerpo.
A su corazón...
Las tres mujeres hablaban y se reían mientras terminaban una fuente de ostras. Ninguno de ellas parecía notar algo diferente en Isabel.
Tal vez ella no era su compañera, después de todo.
Pero este era un pensamiento inútil. La señal sólo aparecía después que un Were-Hunter había tenido sexo con su compañera, y por lo general dentro de un plazo de tiempo corto. Kevin no había estado con ninguna otra mujer desde hacía meses.
No podía ser nadie más.
Sus marcas en la mano deberían encajar exactamente con las de él, eran los emblemas que mostraban su linaje paterno y sólo podían ser leídos por otro de su clase.
Pero por otra parte tal vez fuera diferente porque Isabel era humana. ¿Y si la señal de apareamiento no vinculaba a una hembra humana?
Él se congeló ante ese pensamiento.
Él estaría jodido. Literalmente.
La única esperanza que jamás tendría de una familia descansaba en su capacidad de reclamar a su compañera.
Pero ella debía estar dispuesta...
Isabel y sus amigas se levantaron y salieron del restaurante. Kevin se agachó mientras intentaba decidir que hacer.
—Lo estoy diciendo en serio, Isabel —dijo la morena mientras iniciaba el camino hacia la calle—. Nuestra hermana Tia puede embrujar a cualquiera. Di la palabra y convertiremos a Taylor en un eunuco.
Isabel se rió de eso. —No me tientes.
La pelirroja con cicatrices se detuvo y lo vio entre las sombras. —Hola, muchachote —dijo amablemente, presentándole su mano para que él la oliera.—¿Quieres que Tabby te rasque detrás de tus orejas?
—¡Tabitha! —gritó la otra mujer—. Deja a ese perro callejero tranquilo. Lo juro, uno de estos días vas a contraer la rabia.
—Él no tiene rabia —dijo Isabel.
—Ves —dijo la que llamaban Tabitha—. La hija de un veterinario debería saberlo.
Isabel le presentó su mano.
Kevin fue hacia ella inmediatamente y olió su mano. Su olor lo recorrió, penetrándolo y excitándolo, con las imágenes de cómo ella se veía completamente rendida a él. Los sonidos de su placer
Restregando con su nariz los dedos de ella, él le obligó a abrirlos para poder ver sus peores miedos confirmados.
Ella estaba marcada.
Maldición.
¿Qué iba a hacer ahora?
—Le gustas, Isabel.
Tabitha no tenía ninguna idea de lo verdaderas eran sus palabras.
—Creo que le gustan sus sobras —dijo Mina con una risa.
Isabel se arrodilló mientras le acariciaba sus orejas. Ella tomó entre sus manos su cabeza y lo examinó con cuidado. —Creo que es un lobo.
—¿Un lobo? —preguntó Tabitha—. ¿Estás chiflada? ¿Cómo hizo un lobo para llegar a la ciudad? Además, él es demasiado grande para un lobo.
—¿Eres un muchacho grande, verdad? —dijo Isabel mientras Kevin hocicaba su cara. Ella alzó la vista a su amiga—. Contrariamente a la opinión popular, Tabby, los lobos son los más grandes de los caninos. Pero creo que él podría tener alguna clase de sangre mixta.
Si ella sólo supiera...
Ella se levantó y comenzó a irse con sus amigas.
Kevin la siguió. En forma de lobo, esto era compulsivo. Su mitad humana tenía muy poco control ahora. Él todavía podría entender y escuchar, pero su animal lo gobernaba en ese estado.
Mientras que él estuviera en su actual forma, él era salvaje y mortal.
Isabel tenía la sensación más extraña bajando por su columna. Ella hizo una pausa y miró hacia atrás sobre su hombro para encontrar que el lobo blanco venía detrás de ella. Ella podría jurar que sus ojos eran del exacto color verde avellana de Vane y el modo en que la miraba...
A ellas...
Era como si entendiera exactamente que estaban haciendo y diciendo.
Era realmente extraño.
Tabitha y Mina la acompañaron de regreso a su tienda.
—¿Estás segura que no quieres pasar la noche en mi casa? —preguntó Mina—. Fácilmente puedo echar a mi muchacho.
—O en mi apartamento —ofreció Tabitha—, no tengo a ningún tipo para echar, y ya que mi gemela se largó con mi perro y Allison quiso conseguir una compañera de cuarto más cuerda y segura, tengo todo el espacio en el mundo.
—Creía que María vivía contigo ahora —dijo Mina.
—Nah —dijo Tabitha—. Sus cosas están allí pero ha estado todo el tiempo en la casa de su novio. Nunca la veo.
Isabel se sonrió por su bondad. —Está bien, chicas. Tengo que acostumbrarme a estar sola otra vez. En serio. Yo solamente quiero acurrucarme con un buen libro y sacarlo de mi mente.
Pero lo que más le inquietaba era que todo lo que tenía que hacer era pensar en Kevin y todos los pensamientos sobre Taylor volaban de su cabeza.
Tal vez su “encuentro” con él había sido una buena cosa después de todo.
—¡Hey!, sólo sigue soñando con el tipo que conociste —dijo Tabitha, guiñándole un ojo.
Isabel frunció el ceño ante esta espeluznante coincidencia. Desde luego, Tabitha proclamaba ser capaz de leer mentes. En momentos como este, Isabel casi podría creerlo.
—Sí —coincidió Mina—. Tal vez él podría volver a pasar.
Isabel suspiró melancólicamente. —Tengo la sensación que he visto lo último del Señor Prodigioso.
Mina le dio un abrazo de hermana. —Llámame si me necesitas.
—Lo haré. Gracias.
Tabitha también la abrazó y le acarició la espalda. —Recuerda, si necesitas las rótulas de Taylor rotas, justo tengo una llave enorme y jamás le diré a los medios de comunicación quien me lo pidió.
Isabel se rió, agradecida por sus amigas y su bondad para con ella en su hora de necesidad. —Estás chiflada.
—Lo digo en serio, aunque si cambias de parecer, marca mi número. Puedo estar en tu casa en menos de veinte minutos.
—¡¡Ja!! —dijo Mina—. ¿Con tu forma de conducir? Estarías en menos de diez y eso con un neumático pinchado y contra el tráfico.
Isabel sacudió su cabeza ante su broma mientras sacaba las llaves de su bolsillo y abría la puerta sobre el lado de su edificio que conducía al patio y a la escalera de hierro forjado en la parte de atrás. Su tienda ocupaba la planta baja entera del edificio, pero los tres pisos superiores habían sido convertidos en departamentos por su abuela. La escalera trasera conducía a cada uno de los apartamentos superiores. Había un diminuto apartamento más atrás, cerca del garaje, que solía usarse como granero en aquellos días antes que Nueva Orleáns fuera pavimentada.
Él le sirvió una medida grande en el vaso, luego lo colocó sobre la barra delante de Colt. En el instante que retiraba su mano, sintió una extraña sensación de quemadura.
Siseando, Kevin sopló sobre su palma. Él se movió hacia una de las lámparas de la barra para ver que se había hecho.
Mientras miraba, un intrincado y extraño diseño se grababa en su piel.
— Oh mierda —suspiró mientras veía como tomaba forma.
Colt se agachó bajo la barra y pasó detrás de él. Su mandíbula se aflojó.
—¿Estás emparejado? —le preguntó él incrédulo—. ¿Quién es la afortunada loba?
Kevin no podía respirar mientras veía la marca. ¿Cómo podía ser esto?
—Esto es imposible.
Colt se rió. —Sí, claro, suenas como Serre cuando se emparejó. Confía en mí, esto le pasa al mejor de nosotros.
—No —dijo Kevin, encontrando la mirada del oso—. Ella es humana. Soy un lobo. No puedo ser emparejado a un humano. Eso no es posible.
El color desapareció de la cara de Colt mientras el completo impacto de la situación de Kevin lo golpeaba. —Tu, bastardo desafortunado. No es usual que los Arcadianos se emparejen con un humano, pero pasa.
—No soy Arcadiano —gruñó Kevin. No había nada humano en él. Nada.
Colt tomó su mano y la sostuvo hasta ver la línea en la mano de Kevin.
—Argumenta con esto todo lo que quieras. Pero enfréntalo, Kevin. Tus tres semanas están corriendo. O reclamas a la humana o vivirás del resto de tu vida sin volver a sentir jamás el contacto de otra hembra.
—¡Ow! —gritó Isabel gritó mientras su mano comenzaba a quemarse. Ella la presionó contra su vaso con agua.
—¿Qué te pasa? —preguntó Mina, mientras elegía otra ostra para comer.
—No sé —dijo Isabel—. Mi mano, sólo comenzó a doler.
Tabitha tocó el plato de Isabel. —No está caliente. ¿Te cortaste la mano con una concha de ostra?
—No —dijo Isabel, extendiendo su mano de vuelta mirarla. Había un hermoso dibujo sobre su palma. Este le recordaba a un antiguo dibujo griego. —¿Qué diablos?
Mina frunció el ceño mientras lo miraba. —¿Te hiciste un tatuaje con henna?
—No. No hice nada. Lo juro. Esto no estaba allí hace cinco segundos.
Tabitha se inclinó para mirarlo. —Que extraño —dijo—. Y viniendo de mí, significa algo.
Eso era verdaderamente cierto. Tabitha Devereaux era el epítome de lo extraño.
—¿Tu nunca has visto nada como esto? —preguntó Isabel a Tabitha.
—Nop. Tal vez todas estemos alucinando. Tal vez esto se parece a la teoría de Platón y no hay nada allí, salvo la piel. Tal vez nosotras solamente vemos lo que queremos ver.
Mina resopló mientras vertía la salsa de aderezo picante sobre su ostra. — Sólo porque vives en un estado de locura constante, Tabby, no significa que el resto de nosotras lo haga.
Isabel se rió de ellas.
Ella siguió el trazó del diseño sobre su palma y se preguntó que cómo había llegado ahí.
Colt le dirigió a Kevin una mirada dura. —Mira, sé que no puedes soportarme. Pero te reemplazo. Ve a ver a tu mujer y te cubriré aquí en la barra.
—No necesito que...
—Deja de ser entonces tan condenadamente obstinado —dijo Colt con los dientes apretados—. Tienes una compañera ahí, Kevin, y ya seas Arcadiano o Katagaria, conoces la única ley que nos gobierna a todos. La seguridad de tu compañera está por encima de todo lo demás.
Colt tenía razón y Kevin lo sabía. El animal dentro de él ya tironeaba de la mitad humana. Esta quería a su compañera. Esa la exigía.
Normalmente su parte humana y animal coexistían en un delicado equilibro. Las hormonas y la tensión fácilmente podrían perturbar ese equilibrio, y entonces él se volvería realmente peligroso. Si el animal tomaba el mando de él.
Muchos de los su clase, tanto machos como hembras, se perdían en aquella mitad animal. Incapaces de manejarlo, se volvían locos por ella y se hacían despiadados asesinos que mataban a lo que se les cruzara. Esta era similar a una infección de rabia y no había ninguna cura para ello.
Era por eso que los Arcadianos tenían Centinelas. Su trabajo era rastrear y matar a los que no podían controlar su alma animal. Asesinos. Desde luego, los Arcadianos por lo general eran más bien liberales aplicando el término “Asesinos” a uno de los suyos. Era suficiente que cualquier Katagaria se cruzara por su camino para ser clasificado como un asesino con o sin evidencia.
—Vamos, Kevin —dijo Colt, impulsándolo hacia la puerta.
El oso tenía razón. Era inútil luchar contra su naturaleza. Esta era una batalla que él nunca podría ganar.
Le dio a Colt la toalla y rápidamente abandonó la barra.
Fuera en la calle, Kevin se aseguró que nadie pudiera verlo y luego destelló, tomando la forma de lobo. A diferencia de su hermano, era un lobo completamente blanco. Él también era más grande, pesando alrededor de unos cincuenta kilos.
Era por eso que sus compañeros de manada le habían temido más en su estado animal. Tan poderosos como eran, él lo era más. Y él no respetaba las jerarquías como los otros lo hacían.
Él podría ser un animal, pero al final del día, aún cuando lo negara, tenía lo suficiente de humano en él como para rechazar seguir a cualquiera dócilmente.
Él había nacido alfa y todo el mundo alrededor de él lo sabía.
Kevin corrió a gran velocidad por las calles de Nueva Orleans, cuidando de mantenerse en las sombras de la oscura noche. Había aprendido hacía mucho que la gente tenía una tendencia a distinguirlo por ser un perro grande si lo veían, pero de todos modos lo último que necesitaba era a un tipo de la perrera detrás de él.
Él tenía una larga historia de encuentros con los de control animal. Ninguno de los cuales habían sido buenos para los humanos.
No le tomó mucho tiempo regresar a Iberville y al Acme Oyster House donde había dejado a Isabel. Elevándose sobre sus patas traseras para ponerse de pie contra el cristal, él miró detenidamente dentro para verla sentada con otras dos mujeres.
Una tenía el cabello castaño oscuro y una cicatriz desigual a un lado de su cara. Si no fuera por la horrorosa marca, hubiera sido excepcionalmente atractiva. La otra era una morena muy bonita con la que compartía rasgos similares.
Sin embargo, ninguna de las delgadas mujeres le llamó la atención.
Sólo Isabel lo hizo. La imagen de ella lo conmovió intensamente, haciéndole doler de necesidad. Ella podía alegar ser humana, pero había más magia en su sonrisa que la que toda su manada de lobos poseía.
Ella era absolutamente seductora y aquellos labios hicieron las cosas más asombrosas a su cuerpo.
A su corazón...
Las tres mujeres hablaban y se reían mientras terminaban una fuente de ostras. Ninguno de ellas parecía notar algo diferente en Isabel.
Tal vez ella no era su compañera, después de todo.
Pero este era un pensamiento inútil. La señal sólo aparecía después que un Were-Hunter había tenido sexo con su compañera, y por lo general dentro de un plazo de tiempo corto. Kevin no había estado con ninguna otra mujer desde hacía meses.
No podía ser nadie más.
Sus marcas en la mano deberían encajar exactamente con las de él, eran los emblemas que mostraban su linaje paterno y sólo podían ser leídos por otro de su clase.
Pero por otra parte tal vez fuera diferente porque Isabel era humana. ¿Y si la señal de apareamiento no vinculaba a una hembra humana?
Él se congeló ante ese pensamiento.
Él estaría jodido. Literalmente.
La única esperanza que jamás tendría de una familia descansaba en su capacidad de reclamar a su compañera.
Pero ella debía estar dispuesta...
Isabel y sus amigas se levantaron y salieron del restaurante. Kevin se agachó mientras intentaba decidir que hacer.
—Lo estoy diciendo en serio, Isabel —dijo la morena mientras iniciaba el camino hacia la calle—. Nuestra hermana Tia puede embrujar a cualquiera. Di la palabra y convertiremos a Taylor en un eunuco.
Isabel se rió de eso. —No me tientes.
La pelirroja con cicatrices se detuvo y lo vio entre las sombras. —Hola, muchachote —dijo amablemente, presentándole su mano para que él la oliera.—¿Quieres que Tabby te rasque detrás de tus orejas?
—¡Tabitha! —gritó la otra mujer—. Deja a ese perro callejero tranquilo. Lo juro, uno de estos días vas a contraer la rabia.
—Él no tiene rabia —dijo Isabel.
—Ves —dijo la que llamaban Tabitha—. La hija de un veterinario debería saberlo.
Isabel le presentó su mano.
Kevin fue hacia ella inmediatamente y olió su mano. Su olor lo recorrió, penetrándolo y excitándolo, con las imágenes de cómo ella se veía completamente rendida a él. Los sonidos de su placer
Restregando con su nariz los dedos de ella, él le obligó a abrirlos para poder ver sus peores miedos confirmados.
Ella estaba marcada.
Maldición.
¿Qué iba a hacer ahora?
—Le gustas, Isabel.
Tabitha no tenía ninguna idea de lo verdaderas eran sus palabras.
—Creo que le gustan sus sobras —dijo Mina con una risa.
Isabel se arrodilló mientras le acariciaba sus orejas. Ella tomó entre sus manos su cabeza y lo examinó con cuidado. —Creo que es un lobo.
—¿Un lobo? —preguntó Tabitha—. ¿Estás chiflada? ¿Cómo hizo un lobo para llegar a la ciudad? Además, él es demasiado grande para un lobo.
—¿Eres un muchacho grande, verdad? —dijo Isabel mientras Kevin hocicaba su cara. Ella alzó la vista a su amiga—. Contrariamente a la opinión popular, Tabby, los lobos son los más grandes de los caninos. Pero creo que él podría tener alguna clase de sangre mixta.
Si ella sólo supiera...
Ella se levantó y comenzó a irse con sus amigas.
Kevin la siguió. En forma de lobo, esto era compulsivo. Su mitad humana tenía muy poco control ahora. Él todavía podría entender y escuchar, pero su animal lo gobernaba en ese estado.
Mientras que él estuviera en su actual forma, él era salvaje y mortal.
Isabel tenía la sensación más extraña bajando por su columna. Ella hizo una pausa y miró hacia atrás sobre su hombro para encontrar que el lobo blanco venía detrás de ella. Ella podría jurar que sus ojos eran del exacto color verde avellana de Vane y el modo en que la miraba...
A ellas...
Era como si entendiera exactamente que estaban haciendo y diciendo.
Era realmente extraño.
Tabitha y Mina la acompañaron de regreso a su tienda.
—¿Estás segura que no quieres pasar la noche en mi casa? —preguntó Mina—. Fácilmente puedo echar a mi muchacho.
—O en mi apartamento —ofreció Tabitha—, no tengo a ningún tipo para echar, y ya que mi gemela se largó con mi perro y Allison quiso conseguir una compañera de cuarto más cuerda y segura, tengo todo el espacio en el mundo.
—Creía que María vivía contigo ahora —dijo Mina.
—Nah —dijo Tabitha—. Sus cosas están allí pero ha estado todo el tiempo en la casa de su novio. Nunca la veo.
Isabel se sonrió por su bondad. —Está bien, chicas. Tengo que acostumbrarme a estar sola otra vez. En serio. Yo solamente quiero acurrucarme con un buen libro y sacarlo de mi mente.
Pero lo que más le inquietaba era que todo lo que tenía que hacer era pensar en Kevin y todos los pensamientos sobre Taylor volaban de su cabeza.
Tal vez su “encuentro” con él había sido una buena cosa después de todo.
—¡Hey!, sólo sigue soñando con el tipo que conociste —dijo Tabitha, guiñándole un ojo.
Isabel frunció el ceño ante esta espeluznante coincidencia. Desde luego, Tabitha proclamaba ser capaz de leer mentes. En momentos como este, Isabel casi podría creerlo.
—Sí —coincidió Mina—. Tal vez él podría volver a pasar.
Isabel suspiró melancólicamente. —Tengo la sensación que he visto lo último del Señor Prodigioso.
Mina le dio un abrazo de hermana. —Llámame si me necesitas.
—Lo haré. Gracias.
Tabitha también la abrazó y le acarició la espalda. —Recuerda, si necesitas las rótulas de Taylor rotas, justo tengo una llave enorme y jamás le diré a los medios de comunicación quien me lo pidió.
Isabel se rió, agradecida por sus amigas y su bondad para con ella en su hora de necesidad. —Estás chiflada.
—Lo digo en serio, aunque si cambias de parecer, marca mi número. Puedo estar en tu casa en menos de veinte minutos.
—¡¡Ja!! —dijo Mina—. ¿Con tu forma de conducir? Estarías en menos de diez y eso con un neumático pinchado y contra el tráfico.
Isabel sacudió su cabeza ante su broma mientras sacaba las llaves de su bolsillo y abría la puerta sobre el lado de su edificio que conducía al patio y a la escalera de hierro forjado en la parte de atrás. Su tienda ocupaba la planta baja entera del edificio, pero los tres pisos superiores habían sido convertidos en departamentos por su abuela. La escalera trasera conducía a cada uno de los apartamentos superiores. Había un diminuto apartamento más atrás, cerca del garaje, que solía usarse como granero en aquellos días antes que Nueva Orleáns fuera pavimentada.
issadanger
Re: Juego de la Noche... Isabel y Kevin TERMINADA
Aaaaaaahhhhh!!!!!.... Como que están marcados???????... Eso es nuevo para mi!!!!!!.... Sigues pooorrrfiiiiiissss
chelis
Re: Juego de la Noche... Isabel y Kevin TERMINADA
Haber te explico chelis lo que pasa es que para los Were Hunter tanto arcadiano (corazón humano) como katagatia (corazón animal) ellos según las morías o las parcas, los destinos como quieras llamarlo cada vez que ellos encuentran a su compañera a ambos les aparece en la palma de la mano una marca como un símbolo que significa que están emparejados esto es una especie de ritual el cual debe llevarse en un plazo mínimo de tres semanas si a las tres semanas el ritual ( es un ritual sexual) no se cumple el hombre queda eunuco ósea no se le vuelve a parar no vuelve hacer el mismo y ya que para ellos el sexo los revitaliza tanto mágicamente como en fuerza pues los deja realmente mal, además que ellos solo pueden tener hijos con sus parejas y son fieles muy fieles y por encima de cualquier cosa esta es su compañera aww ojalá ellos de verdad existieran jij más adelante en la nove van explicando jijijichelis escribió:Aaaaaaahhhhh!!!!!.... Como que están marcados???????... Eso es nuevo para mi!!!!!!.... Sigues pooorrrfiiiiiissss
issadanger
Re: Juego de la Noche... Isabel y Kevin TERMINADA
JAJAJAJJAJAJAJA PINZO LO MISMO QUE TU!!!... OJALA EXISTIERAN!!!!
TE IMAGINAS SER LA COMPAÑERA DE UN JONAS????....... BUENO SOLO QUEDAN JOE NICK Y FRANKIE!!!!... JEJEJEJEJEJEJE QUE TAL SER LA PAREJA DE NICK!!!! :aah: :amor: SOÑAR NO CUESTA
TE IMAGINAS SER LA COMPAÑERA DE UN JONAS????....... BUENO SOLO QUEDAN JOE NICK Y FRANKIE!!!!... JEJEJEJEJEJEJE QUE TAL SER LA PAREJA DE NICK!!!! :aah: :amor: SOÑAR NO CUESTA
chelis
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