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You make me happy (Harry Styles)
O W N :: Archivos :: Novelas Abandonadas
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Re: You make me happy (Harry Styles)
xDLoLde1D escribió:Holi!!!!! Soy 1Dsusi1D desde otra cuenta, esa se me fastidio, y bueno, decidi crearme otra. Bueno vamos al grano.
QUE MIERDA LE PASO A LANA!!!!!!! LANA!!! LANA MIA!!! REACCIONA!!!!!
AYY POBRE HAZZ MI BEBE!!!!!
Por ciertp FELIZ AÑO NUEVO!!!!!
SIGUELAAAAAAAAAAAAAAAA
hola susiiiiiiiiiiiii :D jaja que bueno que regresaste e.e<3
Buttercup.
Re: You make me happy (Harry Styles)
Capítulo 38
No pretendo crear drama, aunque éste parece estar adherido a mis pies todo el tiempo. Pero el pitido constante en mis oídos me está matando. Abro los ojos y mi primer pensamiento es “Quiero comer”. Es patético pensar en eso cuando lo primero que ves al despertar es una maquina chillona marcando los latidos de tu corazón, luego tubos diminutos y transparentes molestamente pegados por tu piel, por todos lados, como si un niño se estuviera divirtiendo en colocarlos de manera estúpida. Me pica la nariz. Levanto una mano para acabar con el picor y todo se arruina. Uno de los tubos que parece ser muy corto se trae consigo todo un armamento de bolsas con líquidos que desconozco y el tanque de oxígeno. Todo cae sobre mí.
—Ouch. —Suelto con una voz ronca, aunque no me haya dolido.
Unos peculiares ojos esmeraldas se asoman alarmados por la puerta. A prisa deja el vaso de café que trae en la mano sobre una mesita y me ayuda a quitarme todo de encima. Una enfermera llega a auxiliarlo y le pide que se haga aún lado.
— ¿Estás bien, cariño? —Ella me pregunta pegando en su lugar un tubo que había salido disparado con el incidente.
—Sí. Sólo quería rascarme la nariz.
— ¿Cómo te sientes?
—Bien. Buen trabajo en la cirugía de cuerdas bucales, ahora podré narrar las películas y quitarle el puesto a Morgan Freeman. —La enfermera sonríe por un segundo, después pone una mano delicadamente encima de la mía.
—El doctor vendrá en un momento para notificar tu diagnóstico. Procura no quedarte dormida.
Justo cuando ella sale por la puerta un torbellino repleto de personas toma su lugar. Mi familia me saluda como si en lugar de estar en una camilla de un hospital estuviéramos en una fiesta de fin de año. Traen globos, un conejo de peluche y una caja con una envoltura muy fea.
—Cielo, ¿cuándo será el día en que tu vida esté tranquila?
—Mujer, deja a la niña tranquila ¿quieres? —Papá me da un beso en la frente.
—Que sorpresa. —Hago un esfuerzo por sentarme pero recuerdo el montón de tubos a los que estoy pegada y cambio de idea al instante.
—Tía Lana, deberías cuidarte más. La semana pasada en la clase de biología la maestra nos explicó que el corazón es como un pequeño motor que funciona si lo cuidas. Eres como un carro ahora y te hemos traído unos regalos, te sirven como gasolina. —El cabello de Kayley le llega al final de la espalda, es largo y tan rubio que es como una pequeña Rapunzel en miniatura. Ella acerca la caja con la extraña envoltura. —Yo lo compré para ti. Ahorré unas cuantas mesadas, espero que te guste. Papá envolvió el regalo.
Ya decía yo.
Liam se ha dejado crecer la barba y cuando me abraza me roza las mejillas.
—Picas.
—Y tú apestas. Deberías darte un baño pronto.
Me explican que Grettell está a unas semanas de dar a luz y que por obvias razones no había posibilidad alguna de traerla en el viaje. Mi familia me abraza, me miman y me hacen reír por un buen rato. Olvido por un momento a Harry y me concentro en ellos. Pero minutos después lo busco con la mirada y no está. Debió salir cuando todos llegaron. El doctor entra a la habitación después de tocar, se disculpa con los presentes y con mucho respeto les pide que me dejen a solas con él un momento, y que las visitas son de dos personas si quieren seguir dentro. Todos salen y él y yo nos miramos. Yo con preocupación, él con neutralidad. Debe estar acostumbrado.
—Estoy muy mal, ¿cierto?
—Voy a ser muy sincero contigo, Lana, no podemos descartar la idea de una tragedia la próxima vez. Tu corazón no podrá soportar otro infarto, lo siguiente será uno fulminante y nadie quiere eso. —De su bolsillo saca una pluma y comienza a escribir en una tableta con hojas. Se acomoda las gafas mientras escribe y yo no sé qué decir. Me mira sobre ellas cuando parece esperar que de mi boca salga algo. —Tu familia me comentó del último incidente cuando vivías en Inglaterra.
—Fue algo similar.
—Hemos estado evitando el medicamento porque aún eres muy joven, pero no tenemos otro remedio.
—De acuerdo.
—Mira… —da un vistazo hacia la puerta y luego toma asiento a mi lado. Su mirada se enternece y se dirige a mí con una voz delicada y suave. —No es algo de mi incumbencia ni mucho menos, pero he sabido las razones por las que tu corazón se ha alterado tanto la última vez como esta. Eres joven, Lana, mereces una buena vida y te esperan muchas cosas por delante. Te aconsejo que lo vivas. No te lo digo como doctor a paciente, te lo estoy diciendo como amigo, mi consejo es que vivas tu vida como tú quieras. Toma riesgos, enfrenta peligros y sobre todo; ama. Son tus decisiones y es tu vida, haz con ella lo que quieras. No dejes que otros te digan que hacer.
¿Qué me está queriendo decir?
—Y bien —eleva la voz y se pone de pie haciendo desaparecer todo rastro de un viejo amigo —como doctor te aconsejo que no busques las alteraciones como si fueran un tesoro. Toma tu medicamento y cuídate. Volveré en un par de horas para arreglar tu salida del hospital. Puedes dormir si te apetece, es mejor estar tranquila.
Realmente no tengo palabras para responderle. Nadie me había dado un consejo como el suyo. Según mi interpretación está arriesgando su profesión al decirme que si lo que me gusta va a terminar por matarme; lo haga sin miramientos si eso es lo que quiero. ¿Cómo lo hace? Caray, ¿tan mal estoy?
Le pido al doctor que quiero estar sola y descansar hasta que él regrese para darme la salida. Cuando se va leo un rato uno de los libros que Kayley me ha comprado. Dentro de esa caja con envoltura horrible está una novela contemporánea —la cual leo—, una clásica y muchos separadores con cubiertas de flores naturales secas.
El sueño nunca llega por sí sólo así que me obligo a dormir después de una hora de lectura. Sueño cosas raras, nada con sentido. La habitación se mueve en una brillante nebulosa constantemente hasta que algo me despierta.
—Lamento despertarte pero parece que alguien tiene prisa en que vuelvas a casa y tu permiso ya lo he firmado. —Me fijo en su identificación incrustada en su bata impecable y leo su nombre por primera vez.
—Gracias Dr. Samuels. ¿Puedo irme ahora?
—Después de recoger tu medicamento y firmar tu permiso sí. El resto lo he hecho yo. —Asiento en forma de agradecimiento haciendo amago de salir de la cama, luego recuerdo los tubos enganchados y me quedo quieta. Reviso cuidadosamente y estoy limpia de todos ellos. —La enfermera Lauren se adelantó con eso.
—Oh, pues gracias. Son toda una molestia a decir verdad. Los tubos, quiero decir. —Siento que me sonrojo por haber sonado tan mal. Él simplemente sonríe con diversión.
—Van a traerte algo de ropa, a menos que quieras salir a la calle con tu bata.
—Se lo agradezco de corazón pero prefiero esperar mi ropa.
Estoy sola en la habitación una vez más, me quito la sábana de encima porque estar cubierta hasta el cuello ya comenzaba a cansarme. Me pongo de pie y estiro los brazos, las piernas y el cuello. Me paso los dedos por el cabello y bebo un vaso con agua que alguien ha dejado en la mesita de aún lado.
La puerta se abre y Harry entra con una pequeña montaña de ropa y un par de zapatos.
— ¿Puedo pasar? —“Ya estás adentro” pienso. — ¿Dónde…?
—Aquí. —Señalo la cama. Me hago a un lado cuando su aroma peculiar me golpea la nariz. Contengo la respiración hasta que no lo tengo tan cerca. Se planta frente a mí e inmóvil siento que me observa. Me cubro los pechos con los brazos cuando levanto la mirada y lo pillo mirándome de manera descarada. Traigo puesta una bata, pero es casi transparente y debajo sólo llevo bragas. Estoy sintiéndome estúpida, él me ha visto más desnuda que esto, pero mis sentidos se entorpecen y me avergüenzo de cualquier modo. Frunzo el ceño y cuando logro armar el suficiente valor para encararlo de nuevo veo que por sus ojos no pasa ningún pensamiento fuera de contexto. Es simple y auténtica atención lo que llenan ese par de esmeraldas.
— ¿Cómo estás? —Estoy sonrojada hasta las orejas y el corazón está aumentando el número de latidos por minuto.
—Debería yo de preguntarte eso. —No lo estoy mirando, el suelo blanco y desinfectado es más interesante.
Me toma por los hombros firme y de un paso acorta la distancia, me planta un beso en los labios. Es rápido y conciso, pero no me da tiempo siquiera de responder. O bueno, ya que estamos no sé si lo hubiera hecho.
—Perdón por no haberte dicho la verdad. Nada sobre mi pasado. Tú me diste todo y yo fui egoísta al ocultártelo. Esto ha pasado dos veces, y han sido mi culpa, tu vida ha estado en riesgo por mí y no quiero que vuelva a suceder.
Casi puedo leer en su mente que por mi bien se irá, que merezco una vida mejor con alguien más que sepa cuidar de mí y valorarme. Pura mierda.
—No. —Lo empujo con tanta fuerza que la mano me duele y él hace una mueca. —Ya sé lo que intentas decir, pero no quiero escucharlo.
—Tienes que escucharme.
— ¡Simplemente vete! —La voz se me rompe así como el corazón. Otra vez. —No quiero una despedida, ya sé como sobrellevar esto sin que me digas adiós. No quiero aprender una forma de dejarte ir si te despides.
—No voy a dejarte. —Golpea el aire con los puños, parece exaltado con la respiración acelerada pero cuando ve que cierro la boca suaviza la mirada y se acerca para abrazarme. —No me iré.
Suena como un ultimátum. La más hermosa amenaza que alguien me ha dicho jamás.
—Te quiero a ti. No quiero una vida si estás lejos de ella, aunque eso sea lo más cursi que has escuchado. —Me habla al oído, me acaricia el cabello y la espalda al mismo tiempo. Creo que tengo el derecho de llorar de alivio.
—Joder. —Dejo escapar un suspiro recargando la frente en su pecho y abrazándolo por la cintura. —Por poco vuelto a tener otro infarto, el último.
—Shh, no digas eso.
—Creí que te irías. Era lo más lógico dadas las circunstancias. Mi familia te odia y bueno… ya sabes lo complicado de la situación.
—Estoy consciente de ello, descuida. —Se ríe despacio y después me aprieta más fuerte. —Perdóname.
—Está bien.
—No, de verdad. Necesito escucharlo, es mi culpa pero prometo cuidarte si tú me dejas. Te amo y no pienso dejarte ir. Prometo no esconderte nunca nada y si tienes preguntas qué hacerme voy a contestártelas, lo juro.
—Gracias. —Estoy sonriendo con los ojos cerrados y fundida en nuestro abrazo como una oruguita alegre a punto de emprender su vuelo como una bella mariposa. ¿Demasiado cursi? Qué importa.
Los dos somos un completo desastre, pero mientras nos tengamos el uno al otro todo está bien.
—Y yo cuidaré de ti, Happy.
Buttercup.
Re: You make me happy (Harry Styles)
ES EL CAPÍTULO 39 PERO ESTA COSA ME ODIA Y SI LO EDITO ME VA A ARRUINAR TODO Y YA ESTÁ ACOMODADO BYE! Ok :3 aquí está el 39 y un aviso, Susi -> *xDLoLde1D* está subiendo la novela a wattpad, así que si alguien la ve que sepa que ella tiene todo mi permiso para hacerlo siempre y cuando haya créditos, y cómo si los ha dado entonces no hay problema y todos felices
Buttercup.
Re: You make me happy (Harry Styles)
Aww que tortolos tan cursis, pero me encanta!!
Son un amor..
Seguila pronto!!
Son un amor..
Seguila pronto!!
Magui Styles Malik
Re: You make me happy (Harry Styles)
Awwwwww que bonito!!!!!!!!!❤❤ pero a la vez cursi!!
Me encanta!!!!!!!!!!!!!!!
SIGUELA!!!!!
Me encanta!!!!!!!!!!!!!!!
SIGUELA!!!!!
xDLoLde1D
Re: You make me happy (Harry Styles)
Capítulo 40
No es ninguna novedad que mi familia sienta cierto recelo hacia Harry por lo antes ocurrido. Liam, despectivo le mira a distancia sin perder de vista cómo su hija que apenas lo recuerda conversa con él animadamente compartiendo ositos de goma. Mamá me echa encima una chaqueta y se dedica a pasarme los dedos por mi cabello despeinado mientras me concentro en firmar el permiso para irme a casa.
—Ya está. —Anuncio dándome la vuelta y encontrándome con la imagen de papá meditabundo sentado en la esquina contraria a mi hermano en un sillón de la sala de espera.
—A casa, familia. —Mamá alza la voz hacia Kayley y con su tono denota de qué cantidad de personas está hablando, excluyendo a ya sabemos quién. Le miro ceñuda y me acerco a Harry y Kayley.
— ¿Están listos?
—Lana, tengo hambre, ¿en tu casa podemos cocinar macarrones?
Tal vez la inocencia de la pequeña no alcanza a entender hasta qué punto esa simple palabra une un montón de hilos que crean nuestra historia. Harry se da cuenta de ello y se remueve incómodo en el asiento, pero sin perder su encanto alza sus ojos a los míos y nos sonreímos uno al otro.
—Eso estaría bien.
— ¡Bien! —Kayley se pone de pie en un salto y corre hacia su padre. Mamá me hace una señal para que me dé prisa alzando la receta del médico en el aire. Le respondo con un asentimiento de cabeza y un gesto con la mano advirtiendo que los alcanzo en un momento.
—Quiero que vengas. —Él niega con la cabeza lentamente. — ¿Por qué no?
—Los dos sabemos la respuesta.
—Tarde o temprano tendrán que asimilarlo. Es mi decisión y mi vida, te estoy escogiendo a ti. —Se acerca y me besa la frente.
—Y lo harán, sólo dales tiempo y comprenderán.
— ¿Dónde pasarás la noche? No pretender regresar hasta mañana.
—No te preocupes por eso, estás bien y es lo único que importa. Me quedaré en un hotel e iré a visitar a Frida. Necesito saber cómo está.
—Bueno. —Apoyo mis manos en su pecho y le doy un beso. — ¿Podrías ir a casa mañana en la tarde? Para entonces ellos se habrán ido.
—Por supuesto. Cuídate y hazme saber si algo ocurre.
Durante el viaje en taxi a casa, Kayley no para de hablar y de hacer preguntas sobre Nueva York y sus vistosos edificios gigantescos. Comparada con nuestra ciudad natal, La Gran Manzana no es tan pintoresca, más con toda su estructura moderna no se puede desafiar el alto impacto que hasta en niños pequeños puede llegar a tener. Tremenda cosmopolita.
En casa, se alojan como pueden. Yo muero de hambre, había pasado la noche en el hospital sin cenar ni desayunar nada y ya era casi la hora de la comida.
—Prepararé algo. —Dice mamá dirigiéndose a la cocina. Se comienza a escuchar cómo se va familiarizando con todo en el lugar, desde sartenes golpeteando el azulejo de la barra hasta los cuchillos afilándose.
Liam mira televisión entretenido con su hija, y papá me observa atento de pie cerca de la puerta, como si fuera el único sintiéndose ajeno y fuera de lugar, un desconocido. Tal vez se deba a que ya no vivimos bajo el mismo techo y este ahora es mi hogar.
—La casa es pequeña pero siempre hay espacio para una persona más. —Le digo divertida y él ríe silenciosamente negando con la cabeza. — ¿Qué pasa?
Con la cabeza señala la puerta.
—Caminemos un momento.
Estamos en silencio, pero no resulta incómodo. De hecho, es placentero y me recuerda a mi niñez, cuando solía llevarnos al parque a Liam y a mí, cada uno tomados de su mano, cada quién en su mundo interno, alegre.
—Pareces contenta. —Suelta pateando una ramita que se cruza en nuestro camino.
—Suenas exactamente como una persona echando de menos a alguien. Lo estoy, soy muy feliz.
—Claro que te echo de menos, Lana. Todos los días. Eres mi pequeña.
—Lo sé, pá. —Uno nuestros brazos, cruzándolos y pegándome a él coloco mi cabeza cerca de su hombro. —Siempre te extraño. Mamá puede ser increíble algunas veces, pero sabes manejar la situación con ella, yo no. Tú me comprendes.
—Pequeña, ¿por qué ha vuelto ese muchacho?
Sin más, lo suelta. Me deja sin salida, aunque sabía que en cualquier momento saldría al tema. Era inevitable no hacer preguntas cuando Harry apareció en el hospital en su presencia. Aún así, me toma por sorpresa.
—También a él lo extrañé. Necesitan perdonarlo.
—Lastimó a mi muñeca. —Con su otra mano me acaricia el dorso donde sostengo la piel de su chaqueta. — ¿Cómo puedo hacer eso?
—Sólo hazlo y ya. —Parezco dura al responderle de esa manera, pero me asalta el sentimiento sobreprotector hacia Harry, incluso viniendo de mi padre. Pero él está tranquilo, como dando instrucciones a un bebé sobre cómo decir “mamá”.
—No quiero que pienses que soy un entrometido ni quiero hurgar en tu vida. Me importas, sólo quiero tu bienestar, pero no voy a preguntar nada. Dime sí él te hace feliz y con eso bastará para mí.
—Sí, papá. Harry me hace muy feliz. —Y con la mención de su nombre real parece sorprenderse. —Es un chico muy atormentado, con un pasado espantoso. Nadie puede entenderlo excepto yo. Es como un diminuto corazón mecánico dañado, con reparos, claro, pero que nadie se molesta en revisar. Lo quiero, y lo necesito a mi lado. Sé que esta vez no se irá, confío en él. Además, me necesita para sobrevivir.
—Caramba, eso suena un poco triste, mi muñequita. Pero él te preocupa y él no parece haber perdido ni un poco de interés en ti, a pesar del tiempo.
—Me ama. —Me encojo de hombros y me ruborizo al decirlo. Es una plática que normalmente las chicas mantienen con sus madres, y henos aquí, mi padre y yo formulando un perfecto lienzo de conversación, tan amena como las suaves pinceladas de acuarela sobre papel.
—Siempre fuiste dura y difícil, y a pesar de negarte al chico; al final te conquistó. —Suelta una risa contagiosa, probablemente recordando aquellos días en los que Harry sólo me parecía un pedazo de carne verde.
—Es encantador, pero admitámoslo, él cayó primero de rodillas.
Y nos reímos mucho más. Mientras bajamos una pendiente y el sol brilla en el horizonte, confieso que la relación que Harry y yo estamos llevando a cabo es algo complicada. No falta amor, más la confianza siempre ha sido nuestra piedra de tropiezo y apenas buscamos maneras de cómo resolverlo sin abrir las heridas del pasado de Harry, quienes le hacen tal daño y me rompe tanto el corazón, que dejo de indagar en sus memorias.
Papá me da razón, apenas conoce un poco nuestro reciente reencuentro y el por qué Harry se había ido para apoyarme. No hay necesidad de profundizar en la historia, simples detalles sobre su madre y las visitas al psicólogo fueron suficientes para que mi padre comprendiera cuánto dolor el chico carga consigo mismo, y sobre todo la razón por la que su familia insistió tanto en abandonarnos, cediendo al final.
—Eres una mujer maravillosa, mi cielo. —Papá me acerca y me planta un beso en la frente, igual que Harry al despedirnos. —Mereces alguien que te quiera, que te ame y te proteja sobre todo, que luche por ti. El muchacho está haciendo su mejor esfuerzo en recuperarte, y lo está logrando.
—Lo ha logrado. —Reitero, pero no le miro. Sigo caminando con la mirada en el suelo.
—Fantástico.
—Papá, sé que no es fácil asimilarlo, y tengo miedo que mamá y Liam no quieran aceptarlo jamás, ¿sabes? Es mi vida y mi decisión, si quiero que otra vez me hieran es asunto mío. No escucharán mis llantos de todos modos, vivimos muy lejos. —No pretendía ser graciosas con lo que dije, pero papá le encuentra el lado cómico, como a todo.
—Bien, muñequita. Si eso es lo que quieres, adelante. Ya eres mayorcita para que tu madre y yo tomemos esa clase de decisiones por ti.
—Gracias.
— ¿Cuándo le veremos? —Instantáneamente mi rostro dibuja una sonrisa de oreja a oreja. Me chillan los oídos de felicidad y no puedo evitar sorprenderlo con un abrazo. El que mi padre acepte el regreso de Harry es fenomenal, sé que con su aprobación, lo demás es irrelevante.
De regreso a casa, mamá está dando los últimos toques a la comida. Huele bien y ha hecho magia con lo poca despensa de mi cocina. Papá se une a Liam nuevamente, quien sigue viendo la televisión en la sala y Kayley le rasca la panza a Hana, que al parecer luego de un exhausto juego con la niña ha caído rendida en el suelo con la lengua de fuera.
Me escabullo hacia mi habitación y busco mi teléfono celular.
— ¿Hola?
—Papá quiere que vengas a casa.
— ¿Ahora?
—Sí, la cena casi está lista y…
—No, Lana. Lo lamento pero no creo que sea adecuado.
— ¿Por qué no? Harry, papá sabe perfectamente lo que está ocurriendo con nosotros, es nuestra oportunidad para hacerles entender a los demás lo que queremos.
—Perdóname, cariño, no voy a hacerlo. Tendremos otra ocasión para ello. Tengo que colgar, te veo mañana. Te quiero.
El aparato cuelga de mis manos, pendiente de decepción igual que yo. No veremos a mi familia en mucho tiempo, ¿Cuándo se dará esa otra oportunidad?
—Idiota. —Lanzo el teléfono hacia la cama y regreso a la cocina para ayudar a preparar la mesa. Mamá sirve y nos disponemos a tomar la cena casi en silencio, hasta que Kayley abre la boca.
—Lana, ¿Harry y tú van a casarse? —El tenedor de mamá resuena en la cocina cuando cae en el plato y me mira expectante. Liam se lleva su vaso con agua a la boca haciendo gestos reprobatorios. Papá, me sonríe.
—Sí. —Contesto y no puedo evitar reír al escuchar el alboroto que mi familia está armando. Pero me dirijo a Kayley, que mira el espectáculo confundida. —El algún momento, monita.
—Dice que fuimos amigos, la verdad no me acuerdo mucho de él, pero me cae bien.
—Él te quiere, y mucho.
—Te quiere más a ti. —Se encoge de hombros y se mete una cucharada de macarrones a la boca. — ¿Van a tener bebés?
—¡Ok! Esta conversación ha terminado. —Liam se levanta de su lugar y golpea la mesa. —No quiero a ese imbécil cerca de ti, ¿oíste?
—Liam… —papá sale a la defensiva, mamá hace una mueca de puro gusto, Kayley abre mucho los ojos y yo, me quedo petrificada.
— ¿Qué, papá? ¿Quieres ver cómo tu hija sufre por culpa del mismo cobarde? ¡Volverá a dejarla plantada! Y quien sabe, quizá sea cuando la deje preñada de un pequeño bastardo que… — ¡Taz! La frase sin terminar queda suspendida en un eco, así como el silencio. Mi hermano me mira furioso, no está sorprendido y no se lleva la mano a la mejilla roja marcada con mi huella. Mis manos tiemblan y estoy a punto de echarme a llorar, es como últimamente arreglo todos mis problemas. Llorando.
—Ninguno de ustedes tiene el derecho de ver por mí. —Las palabras salen atropelladas, fuertes, con decisión. Me trago la rabia y la repulsión que sobrelleva la falta de apoyo de mi propia familia. —Todos cometemos errores, pero él ha vuelto para repararlos y yo se lo permito. No quiero volver a escuchar una sola palabra en contra de Harry, ¿me escucharon?
—Lana… —Kayley estira su mano y yo trato de sonreírle, pero no lo consigo. Se pone de pie enseguida y se aferra a mi brazo. La aparto sin decirle nada y me dirijo a mi cuarto a zancadas. Siento las mejillas arder.
Busco una bolsa y guardo mi uniforme y otras cosas de la oficina. Alarmada me acuerdo de las carpetas con los expedientes de Harry y Frida, ¡carajo! Con mi familia merodeando por mi casa darán con ellas en cualquier momento. No sé dónde las dejé.
—Muñequita. —Papá se asoma por la puerta y en sus manos dos cuadros de papel descansan entre sus dedos. —Todo estarán bien, ¿lo sabes, verdad? Tu hermano intenta protegerte, nada más.
Me acerco y tomo las carpetas sin que me las tienda y las reviso. No falta nada.
— ¿Las leíste?
—No. Son tus cosas, no mías. —Me toma del brazo cuando me doy la vuelta. — ¿Escuchaste lo que te dije sobre tu hermano?
—Es un tarado, papá. Él y mamá nunca me han comprendido, jamás terminarán de madurar. Son tal para cual.
— ¿Qué haces con esa ropa? —Señala mi bolsa y el montoncito de cosas personales que hay a un lado sobre la cama.
—Iré a buscar a Harry. No quiero estar aquí.
—Es tu casa, Lana, no puedo dejar que te vayas por nuestra culpa.
—No es tu culpa y no quiero empeorar las cosas. Ten. —Le doy una copia de mis llaves que guardo debajo del colchón. —Es de la entrada, por si necesitan algo.
—Hija.
—Te quiero, pá. —Lo abrazo fuerte y me permito llorar un poco allí como una niña. Entre sollozos quiero decirle más cosas, cuánto valoro de verdad el que sea mi padre y comprenda todo esto. Pero no puedo y él no me lo permite, me acaricia el cabello y me mece despacio.
—Todo se arreglará.
Momentitos después nos separamos y sigo arreglando la maleta. Kayley entra corriendo al cuarto y me abraza por detrás.
—Monita.
— ¿Vas a irte?
—Sí, necesitan estar cómodos para su regreso a casa mañana. —Le digo deshaciendo su agarre y encarándola para ponerme a su altura y besarle ambas mejillas. Está tan preciosa que no logro entender cómo este pedacito de persona puede ser tan bella en su interior también.
—Pero te extraño y quiero estar contigo. Harry va a tenerte toda la vida, yo vivo lejos de ti, quédate conmigo, Lana. Por favor.
—Oh, bebé. —La arrastro a mis brazos y le beso su carita tanto como puedo. ¿A quién engaño? Yo también extraño como el infierno a este pequeño angelito y la adoro tanto que termino cediendo. Asiento con la cabeza mientras los recuerdos de una Kayley en miniatura, recién nacida y calva me llegan a la cabeza. Desde el momento en que vino al mundo, ella fue la personita más importante en mi vida. Era hermosa, claro, y molestaba con sus lloriqueos en plena madrugada, por supuesto, pero las cosas más difíciles de sobrellevar en la vida son absolutamente las más perfectas.
Papá se acerca a mi maleta y la hace aún lado, intuyendo que he caído bajo el hechizo de su nieta.
Siendo la hora de dormir, reviso mi teléfono celular buscando alguna llamada o mensaje de texto de Harry, pero no hay nada. Nada, excepto un mensaje de Bree diciendo lo emocionada que está porque su boda cada segundo que pasa está más cerca. Estoy emocionada por ella pero a la vez preocupada, dentro de poco tendré que regresar a Inglaterra.
—Te prestaré mi simio de felpa si quieres. —Kayley se sube a la cama con su pijama puesto y se enreda en las sábanas a mi lado.
—Vaya, cuánto monito hay en mi cama esta noche. —Ella se ríe mostrando sus dientecitos y se acurruca a mi lado. — ¿Quieres que te cuente un cuento para dormir?
—No. —Bosteza y cierra los ojitos. —Ya estoy grande para cuentos. Mejor cuéntame una historia real, la tuya y de Harry.
Y los minutos pasan y ambas reímos al acordarnos del montón de historias que tanto ella como yo, compartimos con Harry hace años. No lo recuerda, pero aprecia los recuerdos como si lo hiciera. Trato de hacerle entender a una niña de 8 años cómo dos personas se pueden querer a tal grado de perdonar cualquier cosa. Mi amor por Harry es inexplicable, nadie lo entendería jamás, pero Kayley… Kayley lo hace, me entiende aunque es prácticamente un bebé, toda una vida por vivir y allí está, frunciendo el ceño, haciendo comentarios positivos, considerando algunas buenas ideas y compartiéndolas conmigo, todo en cuanto a Harry. Es increíble. No he terminado la historia cuando la pequeña se queda dormida, me doy cuenta y apago la luz pero sigo relatando nuestra historia en un susurro, para mí.
Buttercup.
Re: You make me happy (Harry Styles)
Ha pasado mucho tiempo y ni siquiera sé si me quedan lectoras/es todavía porque he sido irresponsable y abandoné esto. Pero en fin, si hay alguien allí *holaaa* subiré dos capítulos hoy, y pretendo terminar esta novela a cómo dé lugar. Algún día la terminaré, pero la terminaré. Lo siento para quienes la habían leído y la dejaron de lado por mi culpa, por no subir nada y esas cosas. Lo siento. Pero saben que serán bienvenidos acá cuando quieran, y si les interesa la historia pues mejor (: me harían feliz.
Buttercup.
Re: You make me happy (Harry Styles)
Yo todavía sigo acá!!!! Me encanta tu novela así que porfa porfa no la abandones nunca y subiii cap plisss
lauradflores
Re: You make me happy (Harry Styles)
lauradflores escribió:Yo todavía sigo acá!!!! Me encanta tu novela así que porfa porfa no la abandones nunca y subiii cap plisss
Hellooooooo :'D que bueno que sigas por acá, Laura!<3 subiré subiré!
Buttercup.
Re: You make me happy (Harry Styles)
\(")/ yo sigo acá esperando capítulos todos los días!!
Seguila xfaaaaaaa..
Seguila xfaaaaaaa..
Magui Styles Malik
Re: You make me happy (Harry Styles)
Magui Styles Malik escribió:\(")/ yo sigo acá esperando capítulos todos los días!!
Seguila xfaaaaaaa..
Maguiiiiiiiiiiiiii ! Holaholaholaholahola, que bueno que estés por acá tú también ajsbdlkabsndlkas. Subo capítulo el jueves o viernes porque ocupo corregirlo e.e
Buttercup.
Re: You make me happy (Harry Styles)
Sigo esperando por nuevos capítulos!!!! Siguela porfaaaa
lauradflores
Re: You make me happy (Harry Styles)
lauradflores escribió:Sigo esperando por nuevos capítulos!!!! Siguela porfaaaa
El jueves lo subo, tenía que corregir algunas cosas (:
Buttercup.
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