You Belong With Me~*

Enamorarse no entraba en los planes de Ally Hewitt. Llevaba toda la vida viviendo en Nashville y sin previo aviso, el mismo día en que ella cumple los dieciséis años su madre muere asesinada y se ve obligada a irse a Nueva York a vivir con su hermano mayor de nada más que veintiún años. Al matricularse en el instituto de Nueva York a mitad de curso y con la historia que tenía no pudo evitar ser el centro de todas las miradas. Cosa que ella no soporta debido a su timidez. Nadie le hablaba, nadie quería relacionarse con alguien con tal drama. Ni siquiera los profesores le hablaban. Las únicas palabras que pronunciaba al día eran "hola" a su hermano cuando llegaba a casa. Iba por el camino de la autodestrucción. Pero el destino cambia cuando Ian Ford se cruza en la vida de Ally sin siquiera darse cuenta.

Alzo la vista mirando a la gente comiendo. Todos están divididos en grupos. Por un lado están los inadaptados que se sientan en la mesa siete; Liam, Tyler, Will, Finn y Taylor. Por el otro lado están los «populares» en la mesa 12; Rachel, James, Joe, Jenny, Laila, Quinn y Ian. Luego la mía dónde me siento yo, Sam y Dianna , la mesa 1. Como muchos dicen la mesa del «exilio voluntario». Que equivocados están. No hablamos entre nosotros cada uno está a lo suyo. Todos con las miradas pérdidas pensando en sus vidas. Si, me he aprendido los nombres de todo el maldito instituto porque no tengo nada mejor que hacer.  Las demas mesas están ocupadas por el medio de la píramide social. Sam, Dianna y yo simplemente no estamos. 
Por simple curiosidad miro hacia Sam. De pelo fuertemente negro liso y una mirada azul siempre pérdida en su bandeja. Desde que cruze mirada con él por primera vez me ha hecho sentir una extraña curiosidad hacia el. Es guapo pero a la vez tan tímido que resulta un repelente para la gente. No mentiré y diré que no me importa porque yo sin darme cuenta me he pillado mirando hacia el en varias ocasiones, y he visto como alguna inocente chica desconozida se le acercaba y como el ni siquiera la miraba a los ojos y ella se alejaba de el con un ligero rubor en las mejillas y el ceño suavemente fruncido. A saber que era lo que le hacía actuar de esa forma.
Por otro lado Dianna. Pelo rubio recogido en una perfecta coleta alta, ojos verdes brillantes, labios cereza... simplemente impecable. Además era bonita. Parecía la perfección personificada. Era mucho más guapa que cualquiera de las chicas de la mesa 12. La había visto una vez  en clase hablar con una chica que le había pedido por lo visto un bolígrafo y había visto como ella se lo daba y le regalaba una sonrisa agradable pero tímida a la vez. Todo en ella era... extraño y agradable. No se me ocurría cual podía ser su problema para marginarse de esta forma.
Y luego yo. Pelo moreno liso, ojos azules grandes, tez ligeramente bronceada y cara de ser demasiado buena pero mala a la vez. Es díficil de explicar. Aunque yo quisiera estar sola mi exilio no fue voluntario ya que nadie se atrevía siquiera a pedirme una simple goma. Me habían exiliado ellos. 

Para cuando me dí cuenta era la última hora y me había dormido en clase. Nadie se había tomado la molestia de despertarme. Solo han pasado cinco minutos desde que sonó el timbre. Guardo los libros de física en la mochila.
-Em... hola-levanto la vista a la puerta dónde veo a Ian entrando al aula con una media sonrisa.
-Hola...-digo confusa.
El se acerca con paso firme hacia mi con una ligera tímidez.
-¿Eres Ally Jones verdad?-pregunta al llegar a mí.
Yo asiento lentamente mirándole directamente a los ojos intentando descubrir sus intenciones.
-No se si me conoces soy Ian Ford-aprieto los labios y asiento-amm...-con tímidez se sienta en el asiento de en frente-a ver, necesito pedirte ayuda. Se que no nos conozemos y nunca hemos hablado pero he visto que estabas apuntada para dar clases y de momento no tenías a nadie.
Buf, voy a arrepentirme de haberme apuntado. Creo que no estaba pensando cuando lo hice.
-Ya-respondo simplemente.
El baja la mirada un segundo resoplando para volver a levantarla un segundo después.
-El Sr. Mosby me dijo que te pidiera a ti ayuda con física porque voy muy mal y parece que a ti se te da muy bien-me mira como esperando una respuesta pero yo no se la doy. El se lame lo labios antes de volver a hablar-quería saber si accederías a darme clases. Por favor-me dedica una de sus mejores sonrisas que hace que mi corazón brinque un latido. 
-Ehh... ¿no hay más gente que pueda darte clase?
La verdad es que no quería darle clases al tío más bueno de todo el instituto. Se que cualquiera me diría que estoy loca o me pasa algo raro pero por lo que he oído de el y he visto este tío es un idiota, un superficial y un creído. Y no me hace ninguna gracia tener que estar con el a solas y verle horas extras.
-No se. Me dijeron que te lo pidiera a ti-su ceño se frunce levemente-¿no quieres darme clase o algo?
-No es eso-miento-es que... no se. 
-Te apuntaste a dar clases y hasta ahora nadie te había dicho nada ¿y ahora que te lo pido yo no quieres?-bajo la mirada a mis manos-me he dado cuenta que siempre estás sola. Nunca te he visto hablando con alguien. Si quieres estar sola y no hablar ni estar con nadie, no entiendo para que te apuntaste a dar clases.
-Para conseguir créditos extras-digo volviendo a mirarle.
-Genial-me sonríe-pues si quieres conseguirlos tienes que dar clase, ¿entonces que? ¿me ayudas si o no?
-Es que...
-¿Qué?
-Bueno, vale. Te daré clase-le vuelvo a mirar.
-Guay-sonríe-¿podemos empezar hoy? ¿En tu casa? El jueves tengo un exámen y no entiendo nada.
-Vale...-me levanto y el me imita-¿a las cinco?
-No puedo. 
-¿Y a las seis?-el ladea la cabeza mirando más allá de mi pensando.
-No. Tengo entrenamiento de seis a ocho-me mira-puedo a las ocho y media. Se que es un poco tarde.
-Da igual-suspiro-pues a las ocho y media-hay unos segundos de silencio y me doy cuenta-ah-de mi mochila cojo una libreta y arranco de una hoja un trozo de papel.
-Toma-le miro. 
Me sonríe mientras me da un bolígrafo negro.
-Gracias-por primera vez sonrío un poquito hacia el.
Cojo el boli y escribo mi dirección y mi número.
-El número es por si no puedes venir para que me llames-aclaro. El asiente mientras mira el trozo de papel.
-Vale-me mira y sonríe-gracias.
-De nada-le sonrío.  El se queda mirándome unos segundos eternos.
-Deberías sonreír más a menudo-se guarda el papel en el bolsillo de sus vaqueros caídos-nos vemos.
Me limito a hacerle un gesto con la mano mientras se va sin mirar atrás.