{·} You saved me... (Zayn Malik).

-_____Joury;
Ya nada tenía sentido. Mi vida no era la misma… no desde que mamá me abandono. Ya no me quedaban ganas de seguir viviendo… no sin ella.
Había dejado de ser la misma muchacha sonriente para empezar a ser… una luz apagada. Alguien que no recordaba como sonreír. Alguien a quien no le importaba más nada…

Aquella horrenda tarde de otoño caminaba por las calles de Londres. Sin rumbo alguno. Sin un destino fijo. No quería pensar en nada… tan sólo deseaba perderme entre las calles de aquella ciudad que conocía como la palma de mi mano. De aquella ciudad que de un momento a otro no significaba nada para mí.
Nadie me entendía, nadie tenía deseos de ayudarme o de ponerse en mis zapatos por unos minutos. Nadie quería consolarme, hacerme sentir mejor.

Luego de algunas horas de recorrer las solitarias calles divise un puente a lo lejos. Me acerqué, con la sola idea de arrojarme desde allí arriba. Quizá me muera y logré llegar junto a ella.
Miré hacia abajo y las lágrimas mojaron mis mejillas. Corrían sin control por ellas, lloraba desconsoladamente pensando, vagabundeando en lo que sería mi ‘accidental muerte’. Imaginé las noticias del día siguiente, “_____ Joury desaparecida” y las del siguiente “Se encuentra el cuerpo de una joven, podría tratarse de _____ Joury”.
Me paré en el borde del puente, extendí los brazos. Sí, sí lo haría. Iba a saltar y nadie lo impediría. Nadie. Al fin estaba sola, en paz, con mi alma, con mi conciencia y conmigo misma.
—Ya, _____ —me dije—, todo está a punto de acabar.
Claro, si saltaba todo iba a terminar. Ya ninguna zorra podría golpearme por ser bonita, ya nadie podría decirme que hacer. Ya nadie tendría derecho alguno sobre mí. Y yo… yo sería feliz de nuevo. Allá arriba con mi madre, sólo nosotras dos. Nadie más.
—Uno…
A los que desearon mi mal yo les deseo el doble, por haber hecho pedazos un corazón noble.
—Dos…
Jackson. Siempre te quise, y lo siento; busca mis palabras en el viento cuando sople.
—Tres…
Ya no quiero vivir más es demasiado duro, cuando muera escupan en mi tumba sin apuro. Es liberador vivir sin futuro. Sé que pocos llorarán pero cuantos se alegrarán.
—Ya.
Inclino mi cuerpo hacia delante, pero un par de brazos me impiden llegar a mi objetivo. Que me impiden ir con mi madre, que me impiden averiguar qué se siente.
—Suéltame —dije imperativamente.
Él hizo caso omiso a mi petición.
—Mírame, mírame a los ojos —su voz llegó nuevamente a mis oídos—. No tienes por qué hacer esto. No lo hagas.
Algo se desata en mi, algo… algo que me obliga a empujarlo y arrojarme.
—¿Tu qué sabes? —me contuve.
—No sé nada de ti, pero no dejaré que te hagas esto —dijo seguro.
—Quiero hacerlo, ¿sí? Ya, puedes irte.
—Te he dicho que no te dejaré.
Iba a propinarle una bofetada, pero en aquel instante todo se apagó. No supe más nada.

-ZaynMalik;
Me encontraba de regreso a mi casa cuando la vi. Estaba parada en el borde del puente que unía las partes separadas por una especie de río.
—Uno… —dijo, yo la observé curioso.
—Dos… —seguía contando, yo seguía escuchando.
—Tres… —su voz sonó débil en aquel momento.
—Ya.
Dios, iba a saltar.
Corrí hasta ella y la tomé por los brazos.
—Sueltame —ordenó.
—Mírame, mírame a los ojos —le dije, necesitaba centrarla—. No tienes por qué hacer esto. No lo hagas.
—¿Tu qué sabes? —dijo en tono ahogado.
—No sé nada de ti, pero no dejaré que te hagas esto —dije seguro.
—Quiero hacerlo, ¿sí? Ya, puedes irte.
—Te he dicho que no te dejaré.
Alzó su mano derecha… cuando comenzó a tomar carrera para golpearme cayó en mis brazos.
—Oye…
No me respondió, la tomé en brazos y caminé lentamente hasta mi casa.
Al llegar la recosté en mi cama… y… no lo sé… algo me impulso a besar su frente.
Me alejé de ella entre asustado y seguro para luego bajar. Encontrándome con Waliyha.
—Buenas noches —dijo, beso mi mejilla y subió a su habitación.
—¡Zayn! —exclamó Safaa y se echó en mis brazos.
—Hola, muñeca —sonreí.
—¿Cómo estás?
—Bien —dije—. ¿Tienes sueño? —ella asintió.
Me acosté en el sillón y la acomodé sobre mi. Con su cabeza sobre mi pecho.
—Duerme, pequeña —en gesto ausente comencé a acariciarle el pelo.
Su cuerpo subía y bajaba con el ritmo pausado de mi respiración.
Lo último que escuché fue la voz de mi madre diciendo: ‘Hasta mañana niños, espero que duerman bien.’