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la artista y el millonario (liam payne y tu)(cancelada)
O W N :: Archivos :: Novelas Abandonadas
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la artista y el millonario (liam payne y tu)(cancelada)
Argumento:
_____ Harcourt sólo ve a su amante, liam payne, de vez en cuando. Él la manda llamar y hace que la lleven en limusina y jet privado a alguna villa italiana o a una mansión en Mónaco para reunirse con ella. Pero ____ sabe que nunca llegará a ocupar un puesto estable en la vida de él.
El nombre de liam es sinónimo de riqueza y poder… y ha llegado el momento de que se case. Una mujer de su familia lejana ocupará su cama a partir de entonces. Pero ____ es la única mujer a la que liam quiere. Y el respeto que le debe no le permite prestarse a seguir siendo su amante…
_____ Harcourt sólo ve a su amante, liam payne, de vez en cuando. Él la manda llamar y hace que la lleven en limusina y jet privado a alguna villa italiana o a una mansión en Mónaco para reunirse con ella. Pero ____ sabe que nunca llegará a ocupar un puesto estable en la vida de él.
El nombre de liam es sinónimo de riqueza y poder… y ha llegado el momento de que se case. Una mujer de su familia lejana ocupará su cama a partir de entonces. Pero ____ es la única mujer a la que liam quiere. Y el respeto que le debe no le permite prestarse a seguir siendo su amante…
Última edición por mayale12 el Dom 14 Jul 2013, 1:04 am, editado 1 vez
mayale12
Re: la artista y el millonario (liam payne y tu)(cancelada)
Ohh My God
Esta Padre me gusto un Monton
Tienes quea Seguirla amigaaaaaaa
Si, ttu primer lectoraaaa
Espero que la sigas, y si necesitas chicas para alguno de 1D, AQUI ME TIENES SIGUELAAAAAAAAA
Esta Padre me gusto un Monton
Tienes quea Seguirla amigaaaaaaa
Si, ttu primer lectoraaaa
Espero que la sigas, y si necesitas chicas para alguno de 1D, AQUI ME TIENES SIGUELAAAAAAAAA
karen_star
Re: la artista y el millonario (liam payne y tu)(cancelada)
Oo gracias ahora suvo a y me llamoo mayra :enamorado:
mayale12
Re: la artista y el millonario (liam payne y tu)(cancelada)
Prólogo
El sol de mediados de otoño se filtraba por la ventana de la cocina en el piso de____ , en Notting Hill, iluminando la mesa de pino puesta con desayuno para dos. El juego de té, simple pero elegante, y la cubertería de plata habían sido adquiridos en diferentes tiendas de antigüedades. Un jarrón con flores de vivos colores adornaba la mesa y el aroma a café recién hecho impregnaba el aire.
Igual que la tensión que latía entre los dos. _____ habría tenido que ser de piedra para no sentirla.
Hasta ese momento, sin embargo, ____ se había sentido envuelta en un humor lánguido, sensual y satisfecho, como siempre se sentía después de haberse pasado la noche haciendo el amor. Aunque supiera que la noche siguiente tendría que irse a la cama sola.
Pero se había acostumbrado a ello. Se había habituado a pasarse varios días de abstinencia después de una noche tan sensual y maravillosa. Allí en la cocina, con una taza en la mano, el pelo revuelto y nada más que un salto de cama de seda verde, ____ se estremeció al recordar cómo se había dejado mecer en los brazos de la pasión y el torbellino de emociones de la noche anterior.
Pero ella no era de las que revelaban sus sentimientos. Ni le gustaba reconocerlos ante sí misma.
Durante un instante fugaz, la desolación hizo presa en ella. Pero fue sólo un momento. Había tenido que aceptar lo que tenía y conformarse. Debía darse por satisfecha con el tiempo que pasaban juntos, preciadas noches de ardiente pasión separadas por largos días y noches de celibato, hasta que sonaba el teléfono y todo lo demás pasaba a un segundo plano en su vida. Sus amigos, su trabajo, todo perdía importancia entonces.
La llamada de teléfono la invitaba a un aeropuerto privado para volar a alguna ciudad europea o, a veces, a alguna maravillosa casita de campo en Italia, en Mónaco y en los Alpes. Entonces, ____ se entregaba al momento. Por muy breve que fuera.
¿Acaso no era una locura? Claro que lo era, se dijo ella. Lo sabía muy bien. Por eso, centraba todo su esfuerzo en mantener a raya sus sentimientos.
Ante los demás, ___ daba la impresión de ser una mujer fría, contenida, calmada. Pocos amigos, sobre todo los que pertenecían como ella al mundo del arte, se daban cuenta de que su aspecto externo contenía una marejada de sentimientos que sólo dejaba salir en sus cuadros. El resto de la gente veía en ella una belleza serena, una rosa inglesa de cabello rubio y piel pálida, sin reconocer la llama que ardía en su interior.
Los padres de ____ habían sido muy intelectuales y ordenados y se habían sentido sorprendidos al descubrir que su hijita tenía talento artístico. No se habían opuesto a que se dedicara a pintar, pero ella sabía que no aprobaban una profesión tan relacionada con las bajas pasiones, los sentimientos extremos y, sobre todo, la tendencia a llevar una vida desordenada y caótica.
Por esa razón, quizá,____ se había esforzado en llevar una existencia todo lo ordenada posible, limitando su temperamento a su profesión.
En cuanto a los hombres... Había atraído a muchos, pero ninguno había sido especial para ella. Había sido recatada en ese sentido también y sólo había tenido un puñado de parejas, con quienes le había gustado ir al teatro, a conciertos y a exposiciones. Sin embargo, ninguno le había llegado al corazón y ninguno, tampoco, había conseguido hacer arder su cuerpo de pasión.
Ninguno excepto el hombre que tenía delante en ese momento, parado en la puerta de la cocina. Cada vez que lo miraba, se le aceleraba el pulso y se quedaba sin respiración.
Como en ese momento.
Él estaba allí de pie, con su porte regio y elegante, vestido con un traje de chaqueta color gris perla y un aire muy masculino que delataba su origen. Liam payne nunca pasaría por inglés. Nacido en Francia, procedía de los payne-payne, una familia de banqueros europeos conocida por su riqueza, su prestigio y su poder.
Y él la estaba mirando. ____ , como siempre, se derritió ante aquellos ojos. Pero, en esa ocasión, notó algo más. Una tensión que parecía romper el equilibrio.
_____ se quedó quieta con la taza de café aún en la mano. El silencio pesó entre ellos.
Entonces, él habló.
–Tengo algo que decirte –dijo liam con su acento francés.
____ sintió que algo temblaba dentro de ella, pero no se permitió reconocerlo. No debía abrir la caja de Pandora de sus sentimientos. Nunca.
Y, cuando él siguió hablando, ella lo escuchó como si sus palabras llegaran de muy lejos, aunque cada sílaba fue como una puñalada en su corazón.
–Voy a casarme –terminó liam
____ se quedó muy quieta. Como una estatua. Liam también se quedó paralizado. Él había entrado en la cocina sabiendo lo que tenía que decir. Y sabiendo, también, lo que implicaba.
_____ frunció el ceño un momento.
¿Se daría ella cuenta de lo que implicaba?, se preguntó, mirándola.
Los ojos de ____ no revelaban ninguna emoción, esos ojos tan hermosos que lo habían cautivado desde el primer momento. Todo en ella era bello, su rostro y su cuerpo rozaban la perfección.
Algunas mujeres habían intentando engatusarlo con jueguecitos sin sentido, hacerse las difíciles o manipularlo. Pero ____ , no, recordó liam . Ella no había tenido ninguna intención de manipularlo. Desde el principio, no había mostrado ni reticencia, ni timidez ni coquetería. Incluso, cuando su relación había comenzado, ella había aceptado de forma implícita los términos en que podían estar juntos, sometiéndose a ello sin discutir.
____ siempre se había sometido a él sin discutir. Desde su primera noche juntos... esa noche inolvidable...
Laim reprimió su memoria para no dejarse llevar por la pasión de los recuerdos. No era momento para recordar. Era momento de dejar las cosas claras.
Incluso, de ser brutal.
Debía decirlo. No sólo por ella, sino por sí mismo. Debía dejarlo claro como el agua.
_____ seguía inmóvil.
La tensión que cargaba el aire impulsó a liam a hablar de nuevo.
–No nos veremos más, ____.
Durante un segundo, el tiempo se detuvo. Luego, _____ dejó su taza de café sobre la mesa con la elegancia que la caracterizaba.
De pronto, le pareció que el hombre que tenía delante estaba a miles de kilómetros de ella.
–Claro –repuso _____ con voz serena–. Entendido. ¿Vas a tomar café antes de irte?
El rostro de _____ no mostró ni un ápice de emoción. No podía permitírselo. No le tembló el pulso. Ni sus ojos delataron ningún sentimiento. Como si él hubiera dicho algo superficial, sin consecuencias.
liam no tomó la taza que _____ le tendía. Su expresión era indescifrable. De todos modos, ella no pretendía descifrarla. Le bastaba con esforzarse en sujetar la taza con firmeza, en mantenerle la mirada con firmeza.
Entonces, muy despacio, ____ bajó la taza y la dejó sobre la mesa de nuevo. Volvió a mirar a liam.
–Te deseo un matrimonio muy feliz –dijo ella con voz tranquila.
Con suavidad, ____ caminó hacia la puerta principal, asumiendo que la conversación había terminado. Escuchó que él la seguía. Ella abrió la puerta y se apartó.
Liam se detuvo un momento antes de salir y la miró con gesto pétreo.
–Gracias, entonces.
_____ supo que le estaba dando las gracias por aceptarlo.
–Ha estado bien, ¿verdad? –dijo él, sosteniéndole la mirada.
–Sí, así es –repuso ella, imitando su laconismo.
Con la mayor suavidad, ____ se inclinó para besarle en la mejilla.
–Te deseo suerte –dijo ella y se apartó–. Adiós, liam
Por un último instante, liam la miró a los ojos. Luego, asintió y se fue.
____ cerró la puerta. Muy despacio, como si pesara más de lo que podía soportar. Se apoyó contra ella y se quedó mirando el vacío.
Liam se había ido. Su aventura había terminado.
El coche de liam lo esperaba frente a la casa. Él había llamado a su chófer mientras se había vestido, sabiendo que querría irse en cuanto le hubiera dicho a ___ lo que había tenido que decirle. Al verlo, el chófer salió del coche para abrirle la puerta.
Liam entró y se sentó en el asiento de cuero, con gesto inexpresivo. En su corazón, no había lugar para las emociones.
Ya estaba hecho. ____ había dejado de formar parte de su vida. Y no volvería a verla.
Para no pensar más en ello, liam tomó el Financial Times y comenzó a leer.
___ estaba limpiando el baño. Luego de cambiarse se vistió http://www.polyvore.com/cgi/set?id=83339535&.locale=es Debería trabajar, pero no podía. Lo había intentado. Había mezclado los colores, había colocado un lienzo nuevo, había mojado los pinceles... Pero no había conseguido pintar nada.
Entonces, había tapado los tubos de pintura y había salido del taller.
En la cocina, había puesto agua a hervir. Sin embargo, se había sentido incapaz, también, de preparar té. O café. Ni había podido abrir el grifo para servirse un vaso de agua. Después de un rato, se había ido al baño.
Había visto que la bañera necesitaba un repaso y se había puesto manos a la obra. Luego, había pasado al lavabo y a todo lo demás. Había frotado con fuerza, utilizando gran cantidad de limpiador.
Frotó y frotó mientras su cabeza saltaba de un recuerdo a otro. Recuerdos afilados como cuchillos. Recuerdos que la transportaban al pasado, a tiempos muy, muy lejanos.
El sol de mediados de otoño se filtraba por la ventana de la cocina en el piso de____ , en Notting Hill, iluminando la mesa de pino puesta con desayuno para dos. El juego de té, simple pero elegante, y la cubertería de plata habían sido adquiridos en diferentes tiendas de antigüedades. Un jarrón con flores de vivos colores adornaba la mesa y el aroma a café recién hecho impregnaba el aire.
Igual que la tensión que latía entre los dos. _____ habría tenido que ser de piedra para no sentirla.
Hasta ese momento, sin embargo, ____ se había sentido envuelta en un humor lánguido, sensual y satisfecho, como siempre se sentía después de haberse pasado la noche haciendo el amor. Aunque supiera que la noche siguiente tendría que irse a la cama sola.
Pero se había acostumbrado a ello. Se había habituado a pasarse varios días de abstinencia después de una noche tan sensual y maravillosa. Allí en la cocina, con una taza en la mano, el pelo revuelto y nada más que un salto de cama de seda verde, ____ se estremeció al recordar cómo se había dejado mecer en los brazos de la pasión y el torbellino de emociones de la noche anterior.
Pero ella no era de las que revelaban sus sentimientos. Ni le gustaba reconocerlos ante sí misma.
Durante un instante fugaz, la desolación hizo presa en ella. Pero fue sólo un momento. Había tenido que aceptar lo que tenía y conformarse. Debía darse por satisfecha con el tiempo que pasaban juntos, preciadas noches de ardiente pasión separadas por largos días y noches de celibato, hasta que sonaba el teléfono y todo lo demás pasaba a un segundo plano en su vida. Sus amigos, su trabajo, todo perdía importancia entonces.
La llamada de teléfono la invitaba a un aeropuerto privado para volar a alguna ciudad europea o, a veces, a alguna maravillosa casita de campo en Italia, en Mónaco y en los Alpes. Entonces, ____ se entregaba al momento. Por muy breve que fuera.
¿Acaso no era una locura? Claro que lo era, se dijo ella. Lo sabía muy bien. Por eso, centraba todo su esfuerzo en mantener a raya sus sentimientos.
Ante los demás, ___ daba la impresión de ser una mujer fría, contenida, calmada. Pocos amigos, sobre todo los que pertenecían como ella al mundo del arte, se daban cuenta de que su aspecto externo contenía una marejada de sentimientos que sólo dejaba salir en sus cuadros. El resto de la gente veía en ella una belleza serena, una rosa inglesa de cabello rubio y piel pálida, sin reconocer la llama que ardía en su interior.
Los padres de ____ habían sido muy intelectuales y ordenados y se habían sentido sorprendidos al descubrir que su hijita tenía talento artístico. No se habían opuesto a que se dedicara a pintar, pero ella sabía que no aprobaban una profesión tan relacionada con las bajas pasiones, los sentimientos extremos y, sobre todo, la tendencia a llevar una vida desordenada y caótica.
Por esa razón, quizá,____ se había esforzado en llevar una existencia todo lo ordenada posible, limitando su temperamento a su profesión.
En cuanto a los hombres... Había atraído a muchos, pero ninguno había sido especial para ella. Había sido recatada en ese sentido también y sólo había tenido un puñado de parejas, con quienes le había gustado ir al teatro, a conciertos y a exposiciones. Sin embargo, ninguno le había llegado al corazón y ninguno, tampoco, había conseguido hacer arder su cuerpo de pasión.
Ninguno excepto el hombre que tenía delante en ese momento, parado en la puerta de la cocina. Cada vez que lo miraba, se le aceleraba el pulso y se quedaba sin respiración.
Como en ese momento.
Él estaba allí de pie, con su porte regio y elegante, vestido con un traje de chaqueta color gris perla y un aire muy masculino que delataba su origen. Liam payne nunca pasaría por inglés. Nacido en Francia, procedía de los payne-payne, una familia de banqueros europeos conocida por su riqueza, su prestigio y su poder.
Y él la estaba mirando. ____ , como siempre, se derritió ante aquellos ojos. Pero, en esa ocasión, notó algo más. Una tensión que parecía romper el equilibrio.
_____ se quedó quieta con la taza de café aún en la mano. El silencio pesó entre ellos.
Entonces, él habló.
–Tengo algo que decirte –dijo liam con su acento francés.
____ sintió que algo temblaba dentro de ella, pero no se permitió reconocerlo. No debía abrir la caja de Pandora de sus sentimientos. Nunca.
Y, cuando él siguió hablando, ella lo escuchó como si sus palabras llegaran de muy lejos, aunque cada sílaba fue como una puñalada en su corazón.
–Voy a casarme –terminó liam
____ se quedó muy quieta. Como una estatua. Liam también se quedó paralizado. Él había entrado en la cocina sabiendo lo que tenía que decir. Y sabiendo, también, lo que implicaba.
_____ frunció el ceño un momento.
¿Se daría ella cuenta de lo que implicaba?, se preguntó, mirándola.
Los ojos de ____ no revelaban ninguna emoción, esos ojos tan hermosos que lo habían cautivado desde el primer momento. Todo en ella era bello, su rostro y su cuerpo rozaban la perfección.
Algunas mujeres habían intentando engatusarlo con jueguecitos sin sentido, hacerse las difíciles o manipularlo. Pero ____ , no, recordó liam . Ella no había tenido ninguna intención de manipularlo. Desde el principio, no había mostrado ni reticencia, ni timidez ni coquetería. Incluso, cuando su relación había comenzado, ella había aceptado de forma implícita los términos en que podían estar juntos, sometiéndose a ello sin discutir.
____ siempre se había sometido a él sin discutir. Desde su primera noche juntos... esa noche inolvidable...
Laim reprimió su memoria para no dejarse llevar por la pasión de los recuerdos. No era momento para recordar. Era momento de dejar las cosas claras.
Incluso, de ser brutal.
Debía decirlo. No sólo por ella, sino por sí mismo. Debía dejarlo claro como el agua.
_____ seguía inmóvil.
La tensión que cargaba el aire impulsó a liam a hablar de nuevo.
–No nos veremos más, ____.
Durante un segundo, el tiempo se detuvo. Luego, _____ dejó su taza de café sobre la mesa con la elegancia que la caracterizaba.
De pronto, le pareció que el hombre que tenía delante estaba a miles de kilómetros de ella.
–Claro –repuso _____ con voz serena–. Entendido. ¿Vas a tomar café antes de irte?
El rostro de _____ no mostró ni un ápice de emoción. No podía permitírselo. No le tembló el pulso. Ni sus ojos delataron ningún sentimiento. Como si él hubiera dicho algo superficial, sin consecuencias.
liam no tomó la taza que _____ le tendía. Su expresión era indescifrable. De todos modos, ella no pretendía descifrarla. Le bastaba con esforzarse en sujetar la taza con firmeza, en mantenerle la mirada con firmeza.
Entonces, muy despacio, ____ bajó la taza y la dejó sobre la mesa de nuevo. Volvió a mirar a liam.
–Te deseo un matrimonio muy feliz –dijo ella con voz tranquila.
Con suavidad, ____ caminó hacia la puerta principal, asumiendo que la conversación había terminado. Escuchó que él la seguía. Ella abrió la puerta y se apartó.
Liam se detuvo un momento antes de salir y la miró con gesto pétreo.
–Gracias, entonces.
_____ supo que le estaba dando las gracias por aceptarlo.
–Ha estado bien, ¿verdad? –dijo él, sosteniéndole la mirada.
–Sí, así es –repuso ella, imitando su laconismo.
Con la mayor suavidad, ____ se inclinó para besarle en la mejilla.
–Te deseo suerte –dijo ella y se apartó–. Adiós, liam
Por un último instante, liam la miró a los ojos. Luego, asintió y se fue.
____ cerró la puerta. Muy despacio, como si pesara más de lo que podía soportar. Se apoyó contra ella y se quedó mirando el vacío.
Liam se había ido. Su aventura había terminado.
El coche de liam lo esperaba frente a la casa. Él había llamado a su chófer mientras se había vestido, sabiendo que querría irse en cuanto le hubiera dicho a ___ lo que había tenido que decirle. Al verlo, el chófer salió del coche para abrirle la puerta.
Liam entró y se sentó en el asiento de cuero, con gesto inexpresivo. En su corazón, no había lugar para las emociones.
Ya estaba hecho. ____ había dejado de formar parte de su vida. Y no volvería a verla.
Para no pensar más en ello, liam tomó el Financial Times y comenzó a leer.
___ estaba limpiando el baño. Luego de cambiarse se vistió http://www.polyvore.com/cgi/set?id=83339535&.locale=es Debería trabajar, pero no podía. Lo había intentado. Había mezclado los colores, había colocado un lienzo nuevo, había mojado los pinceles... Pero no había conseguido pintar nada.
Entonces, había tapado los tubos de pintura y había salido del taller.
En la cocina, había puesto agua a hervir. Sin embargo, se había sentido incapaz, también, de preparar té. O café. Ni había podido abrir el grifo para servirse un vaso de agua. Después de un rato, se había ido al baño.
Había visto que la bañera necesitaba un repaso y se había puesto manos a la obra. Luego, había pasado al lavabo y a todo lo demás. Había frotado con fuerza, utilizando gran cantidad de limpiador.
Frotó y frotó mientras su cabeza saltaba de un recuerdo a otro. Recuerdos afilados como cuchillos. Recuerdos que la transportaban al pasado, a tiempos muy, muy lejanos.
mayale12
Re: la artista y el millonario (liam payne y tu)(cancelada)
Ahhhhh
Me Encanto prologo
Siguelaaaaaa
Simepre estare al pendiente de essta GRAN Nove
Siguelaaaaaa
Me Encanto prologo
Siguelaaaaaa
Simepre estare al pendiente de essta GRAN Nove
Siguelaaaaaa
karen_star
Re: la artista y el millonario (liam payne y tu)(cancelada)
Nueva lectora!
Hola!
Me gusto el prologo!
Fue tan asdfghjkl
Siguela, siguela, siguela...
Besos
Hola!
Me gusto el prologo!
Fue tan asdfghjkl
Siguela, siguela, siguela...
Besos
DaisyB
Re: la artista y el millonario (liam payne y tu)(cancelada)
hi!
nueva lectora
me encant tu nove
necesitas chicas??
nueva lectora
me encant tu nove
necesitas chicas??
MeliiCrazyMofo
Re: la artista y el millonario (liam payne y tu)(cancelada)
holaaaaa nueva lectora porfis siguela!
∞ Vale Payne 1D ∞
Re: la artista y el millonario (liam payne y tu)(cancelada)
holaaaaa nueva lectora porfis siguela!
∞ Vale Payne 1D ∞
Re: la artista y el millonario (liam payne y tu)(cancelada)
holis chicas gracias por sus comentarios ya le subo :hug:
mayale12
Re: la artista y el millonario (liam payne y tu)(cancelada)
Capítulo 1
Seis meses antes...
–¡Cariño! ¡No te vas a creer a quién te he buscado!
Con el teléfono apoyado en la oreja, ____ estaba intentando plasmar en el lienzo el brillo de un pétalo de rosa.
–¿___? ¿Estás ahí? ¿Has oído lo que te he dicho? No vas a creer a quién...
–¿A quién? –preguntó ___ , siguiéndole la corriente a su amiga. Sabía que Imogen se moría porque se lo preguntara y por contárselo.
–¡Es excepcional! –aseguró Imogen con entusiasmo–. Está a miles, a millones de años luz de los hombres a los que estás acostumbrada.
____ se preguntó qué estaría tramando Imogen y siguió intentando conseguir el brillo que deseaba en el pétalo que estaba pintando. Dejó hablar a su amiga, pero no le prestó atención.
Al fin, Imogen se quedó en silencio.
–¿Y? –preguntó Imogen un momento después–. ¿Estás en la luna o qué?
–¿Qué? –replicó ____, frunciendo el ceño con gesto ausente.
–Cariño, ¡presta atención! –le ordenó Imogen y suspiró–. Deja el pincel y escúchame dos minutos. Hasta tú te vas a quedar impresionada, te lo prometo. Me ha llamado liam payne . Bueno, él en persona, no. Su secretaria. Dime que estás impresionada... Dime que estás temblando de emoción.
____ apartó el pincel del lienzo y frunció el ceño un poco más.
–¿Temblando? ¿Por qué?
Imogen suspiró con desesperación.
–De verdad, ____, ¡no te hagas la mujer de hielo conmigo! Ni siquiera tú puedes permanecer impasible ante liam payne . Te derretirás ante él como todas las mujeres del mundo.
–¿Es que conozco yo a ese tipo? –preguntó ____.
–¡Que no conoces a liam payne!
–Imogen, ¿quién es? ¿Por qué le estás dando tantas vueltas? ¿Y qué tengo yo que ver? –preguntó _____. No tenía ni idea de qué estaba hablando su amiga y no quería perder más tiempo.
–¿Lo dices en serio? ¡No me puedo creer que no lo conozcas! –exclamó Imogen, sin dar crédito–. ¡Sale en todas las revistas del corazón!
–Yo no leo esas revistas. Son basura.
–Oh, usted perdone, señorita –repuso Imogen con tono burlón–. Bueno, deja aparcada un momento tu alma de artista y escúchame bien. Supongo que habrás oído hablar del imperio payne-payne, ¿no?
–Una familia de banqueros, creo –aventuró _____ .
–¡Eso es! –exclamó Imogen con entusiasmo–. Una de las dinastías más viejas y ricas de Europa. Llevan más de doscientos años acumulando millones. Ellos financiaron la revolución industrial y los barcos mercantes a las colonias. Su fortuna sobrevivió las dos guerras mundiales y la guerra fría y ahora les va mejor que nunca, a pesar de la crisis. En gran parte, es gracias a liam payne . Es un genio de las finanzas, responsable de haber impulsado su banco hacia el siglo XXI. Todo el mundo en su familia está loco por él –explicó e hizo una pausa, adoptando un tono más meloso–. He de decirte que son sobre todo las mujeres quienes están locas por él. ¡Todas las mujeres del mundo! Cuando me llamó su secretaria, se me hizo la boca agua sólo de pensar en liam .
Era obvio que Imogen estaba emocionada por ese tal liam, fuera quien fuera, pensó ____, que nunca había oído hablar de él.
–¿Y qué te dijo, Immie?
–Lo que me dijo, querida, es que quiere que tú le hagas un retrato –respondió Imogen con énfasis–. De verdad, vas a quedarte impresionada. Ya está bien de tíos mediocres. Éste es uno en un millón, un hombre fabuloso de verdad.
_____ hizo una mueca. La idea de pintar retratos se le había ocurrido a Imogen. Cuando las dos habían terminado Bellas Artes, Imogen había decidido dedicarse a la parte comercial en vez de a la creación artística.
–¡Te dije que te haría famosa y, si pintas a liam payne, todo el mundo querrá un retrato tuyo! –señaló Imogen–. Te haré ganar toneladas de dinero, ya lo verás.
–No me interesa mucho sacar dinero con mi arte.
–Sí, ya, bueno. No todos podemos permitirnos ser tan altruistas –replicó Imogen con tono reprobatorio. De inmediato, sin embargo, se dio cuenta de que podía haber herido los sentimientos de su amiga–. Lo siento. A veces hablo sin pensar... ¿Me perdonas?
____ aceptó sus disculpas, pues sabía que su amiga era sincera.
La familia de Imogen había acogido a _____ en sus años de colegio, cuando los padres de _____ habían muerto en un accidente de avión. Imogen y su familia la habían ayudado a superar aquellos momentos de pesadilla y le había ofrecido refugio, además de asesoramiento sobre qué hacer con la fortuna que había heredado. No había sido una gran fortuna pero, tras invertirla bien, le había permitido comprarse un piso, pagar los gastos de la universidad y contar con un dinero al mes, por lo que no dependía de sus ingresos como artista para sobrevivir.
Aun así, Imogen estaba decidida a convertir a su amiga en una artista famosa.
–¡Con lo guapa que eres, seguro que le gustas! –exclamó Imogen, sacando a su amiga de su ensimismamiento.
–Pensé que se trataba de pintar bien, nada más –repuso ______ secamente.
–Sí, bueno. Eso también. Pero las dos sabemos lo que hace girar el mundo, si eres guapa tienes mucho ganado. ¡Y tú eres un bombón!
Sin embargo, eso no le importaba a _____ . El mundo de lo superficial no era lo suyo. A ella le interesaba explorar sus capacidades artísticas, en todos los estilos.
Por eso, cuando Imogen le había dicho que tenía talento para los retratos y que no debía malgastarlo, se había dejado convencer. Todo había empezado cuando ____ había pintado un retrato de la familia de su amiga. Habían pasado cuatro años desde entonces y, gracias a los contactos de Imogen, el arte de los retratos estaba resultando ser muy productivo, al menos en términos de dinero.
Lo cierto era que ____ sí tenía un don para el retrato, porque sabía ver a sus modelos con generosidad de espíritu, captando lo mejor que había en ellos. Lo que no era poco, teniendo en cuenta que, desde que Imogen había subido las tarifas de los cuadros, sus clientes eran cada vez más viejos. Sin embargo, aunque el aspecto externo de sus modelos no fuera atractivo, ella sabía reflejar su inteligencia, su astucia, su fuerza de voluntad... cualidades que les habían permitido llegar a la esfera más alta de la escala empresarial.
Liam payne, por otra parte, no parecía ser como ellos. Según lo que Imogen le había contado, ____ intuyó que sería una especie de playboy, un rico heredero malcriado y engreído.
Su opinión de él no hizo más que afirmarse cuando, después de que Imogen hubiera puesto toda su energía en establecer una cita, liam payne la había cancelado en el último momento. La secretaria había empleado un tono frío y despreciativo, como si su jefe tuviera millones de cosas mejores que hacer que posar para un cuadro.
Imogen llamó a ____ dos horas después, llena de excitación, para preguntarle cómo le había ido y si era tan guapo como en las fotos.
–No tengo ni idea –repuso ____ con tono helador–. Canceló la cita.
–Oh, tesoro, está muy, muy ocupado –señaló Imogen, intentando mostrarse comprensiva–. Siempre está tomando aviones de un sitio a otro. Y su secretaria es una antipática, ya lo sé. Bueno, ¿para cuándo ha cambiado la cita?
–Ni lo sé ni me importa –afirmó ____ , tensa.
–De verdad, si supieras lo mucho que me he esforzado para conseguirte ese cliente... Bueno, no pasa nada, llamaré otra vez a su secretaria para establecer otra cita.
Imogen llamó diez minutos después.
–¡Bingo! Va a ir a cenar a Le Mirelle mañana y ha aceptado quedar contigo en el bar un poco antes, a las ocho menos cuarto –informó Imogen, entusiasmada–. ¡Oh, es como una cita romántica! Me preguntó si caerá rendido a tus pies y te invitará a cenar también. ¡Tienes que ponerte guapísima!
Al día siguiente, _____ tuvo cuidado de que Imogen no la viera antes de salir, con mucha reticencia, hacia el restaurante de lujo donde había quedado. Cuando entró, se sintió aliviada de haberse puesto la ropa que llevaba. Todas las mujeres que había allí llevaban ropas llamativas, pidiendo a gritos que se fijaran en ellas. Sin embargo, ella llevaba, http://www.polyvore.com/cgi/set?id=83346476&.locale=es sin maquillaje y con un moño apretado.
____ dio su nombre en la entrada y la recepcionista del restaurante arqueó las cejas al escuchar que había quedado con liam payne. La mujer la miró con escepticismo, sin poder creer que alguien con un aspecto tan anodino como ella pudiera ser de interés para el gran liam payne.
–Es una cita de negocios –explicó _____ y, al instante, se arrepintió. ¿Qué más le daba lo que pensara la recepcionista?
La condujeron a la zona del bar y ____ apretó los labios. Aquel sitio no era su estilo, en absoluto. No iría a cenar allí ni aunque le sobrara el dinero. Sus clientes parecían demasiado frívolos y superficiales.
¿Sería así también su futuro modelo? Miró a su alrededor, buscando a alguien que se ajustara a la descripción que Imogen le había dado de él. Había muchos con un aspecto así por allí y todos parecían tener un ego monumental. Sin duda, el ego del tal liam sería excesivo también. ¿Cuál de ellos sería? Todos los hombres que veía tenían aspecto de ricos y muy complacidos consigo mismos.
–¿Señor de payen?
El camarero se detuvo delante de una mesa baja y habló en francés, demasiado deprisa para que ____ pudiera entenderlo. Ella sólo podía verle la espalda. El hombre que había allí sentado asintió y el camarero se dirigió a ella para indicarle que lo siguiera.
_____ se acercó a la mesa y se sentó en la silla que había desocupada, sin esperar invitación.
–Buenas noches –saludó ella, con tono neutro. A continuación, levantó la mirada hacia el hombre que tenía delante.
Y, sin poder evitarlo, _____ se quedó con la boca abierta.
Imogen había tenido razón. Porque, le gustara o no, una cosa era indiscutible acerca de liam payne. Era realmente... No pudo encontrar las palabras... Sin duda, liam payne era un hombre capaz de causar gran efecto en una mujer.
____ le recorrió el rostro con la mirada, fijándose en cada detalle. Su cara parecía esculpida, sus cejas tenían la forma perfecta, la nariz recta, la forma de la boca, la fuerte mandíbula, el pelo negro. Se deleitó mirándolo, incapaz de no sucumbir a su encanto.
Liam se había levantado un poco cuando ella había llegado, pero se había vuelto a sentar cuando ella se había sentado sin más. Y allí estaba, observándola con gesto relajado, cómodo y seguro, con una pierna cruzada sobre la otra y los brazos apoyados en el reposabrazos.
____ afiló la mirada, sintiendo la convicción que solía apoderarse de ella cuando algo del mundo físico le parecía listo para ser pintado.
Sin embargo, aquello era diferente.
____ se dio cuenta de que nunca había reaccionado así antes en su vida. Pensaría en ello después, se dijo. En ese momento... lo único que podía hacer era mirar ese rostro extraordinario, como hipnotizada.
Entonces, poco a poco, _____ cayó en la cuenta de lo que estaba haciendo. Estaba mirando fijamente y en silencio al hombre que tenía delante.
Y él se lo estaba permitiendo.
_____ se sintió avergonzada. Apretó la mandíbula y se puso tensa, esforzándose en recordar el juicio previo que se había formado de él y recuperar la distancia. Pero fue difícil. Lo único que quería hacer era seguir mirándolo, seguir estudiando sus bellos rasgos.
¿De qué color eran sus ojos? _____ no estaba segura. Y, dejándose llevar de nuevo, volvió a fijar la mirada en su rostro, para averiguarlo. ¡No! Aquello era ridículo, absurdo. Embarazoso. ¡No podía seguir mirándolo así, como si fuera una adolescente embelesada! Ni escrutarlo como si ya estuviera posando para ella.
_____ enderezó la espalda y se obligó a esbozar una sonrisa de compromiso.
–Así que está usted considerando el que le haga un retrato –consiguió decir ella, con voz seria.
Durante un instante, liam payne no la respondió, como si no la hubiera escuchado. Siguió en la misma postura, sin moverse, como si estuviera posando para ella.
Entonces, con una levísima sonrisa, liam respondió.
–Sí. Me he dejado convencer en un acto de vanidad. El retrato será un regalo para mi madre. Dice que lo quiere –dijo él.
____ observó que, para su desesperación, la voz de ese hombre era demasiado seductora y le provocaba un efecto del que prefirió hacer caso omiso por el momento.
–Una cosa de la que debo advertirle, señor de payne, es que debe apartar cierta cantidad de tiempo para posar para mí, si es que decide contratarme para el trabajo, por supuesto. Siempre se lo advierto a mis clientes. Sin embargo...
Liam levantó una mano. Era una mano larga, con uñas muy cuidadas.
–¿Qué le gustaría beber, señorita Harcourt?
–Oh, nada, gracias –repuso ella, azorada–. La verdad es que no tengo tiempo para tomar nada.
Entonces, liam payne levantó una ceja y ____ no pudo evitar posar los ojos en esa parte de su rostro. Sus ojos eran verdes. Verdes como el agua profunda de un lago. Un lago color esmeralda en el que sumergirse...
Ya estaba dejándose llevar por sus ensoñaciones de nuevo, se reprendió _____. Y mirándolo fijamente. Volvió a enderezar la espalda, apartando la mirada.
–El tiempo que tarde en hacer el retrato dependerá del número de veces que tenga que posar para mí y de los intervalos entre cada una. Entiendo que puede ser cansado para usted, pero...
Otra vez, liam payne la interrumpió.
Seis meses antes...
–¡Cariño! ¡No te vas a creer a quién te he buscado!
Con el teléfono apoyado en la oreja, ____ estaba intentando plasmar en el lienzo el brillo de un pétalo de rosa.
–¿___? ¿Estás ahí? ¿Has oído lo que te he dicho? No vas a creer a quién...
–¿A quién? –preguntó ___ , siguiéndole la corriente a su amiga. Sabía que Imogen se moría porque se lo preguntara y por contárselo.
–¡Es excepcional! –aseguró Imogen con entusiasmo–. Está a miles, a millones de años luz de los hombres a los que estás acostumbrada.
____ se preguntó qué estaría tramando Imogen y siguió intentando conseguir el brillo que deseaba en el pétalo que estaba pintando. Dejó hablar a su amiga, pero no le prestó atención.
Al fin, Imogen se quedó en silencio.
–¿Y? –preguntó Imogen un momento después–. ¿Estás en la luna o qué?
–¿Qué? –replicó ____, frunciendo el ceño con gesto ausente.
–Cariño, ¡presta atención! –le ordenó Imogen y suspiró–. Deja el pincel y escúchame dos minutos. Hasta tú te vas a quedar impresionada, te lo prometo. Me ha llamado liam payne . Bueno, él en persona, no. Su secretaria. Dime que estás impresionada... Dime que estás temblando de emoción.
____ apartó el pincel del lienzo y frunció el ceño un poco más.
–¿Temblando? ¿Por qué?
Imogen suspiró con desesperación.
–De verdad, ____, ¡no te hagas la mujer de hielo conmigo! Ni siquiera tú puedes permanecer impasible ante liam payne . Te derretirás ante él como todas las mujeres del mundo.
–¿Es que conozco yo a ese tipo? –preguntó ____.
–¡Que no conoces a liam payne!
–Imogen, ¿quién es? ¿Por qué le estás dando tantas vueltas? ¿Y qué tengo yo que ver? –preguntó _____. No tenía ni idea de qué estaba hablando su amiga y no quería perder más tiempo.
–¿Lo dices en serio? ¡No me puedo creer que no lo conozcas! –exclamó Imogen, sin dar crédito–. ¡Sale en todas las revistas del corazón!
–Yo no leo esas revistas. Son basura.
–Oh, usted perdone, señorita –repuso Imogen con tono burlón–. Bueno, deja aparcada un momento tu alma de artista y escúchame bien. Supongo que habrás oído hablar del imperio payne-payne, ¿no?
–Una familia de banqueros, creo –aventuró _____ .
–¡Eso es! –exclamó Imogen con entusiasmo–. Una de las dinastías más viejas y ricas de Europa. Llevan más de doscientos años acumulando millones. Ellos financiaron la revolución industrial y los barcos mercantes a las colonias. Su fortuna sobrevivió las dos guerras mundiales y la guerra fría y ahora les va mejor que nunca, a pesar de la crisis. En gran parte, es gracias a liam payne . Es un genio de las finanzas, responsable de haber impulsado su banco hacia el siglo XXI. Todo el mundo en su familia está loco por él –explicó e hizo una pausa, adoptando un tono más meloso–. He de decirte que son sobre todo las mujeres quienes están locas por él. ¡Todas las mujeres del mundo! Cuando me llamó su secretaria, se me hizo la boca agua sólo de pensar en liam .
Era obvio que Imogen estaba emocionada por ese tal liam, fuera quien fuera, pensó ____, que nunca había oído hablar de él.
–¿Y qué te dijo, Immie?
–Lo que me dijo, querida, es que quiere que tú le hagas un retrato –respondió Imogen con énfasis–. De verdad, vas a quedarte impresionada. Ya está bien de tíos mediocres. Éste es uno en un millón, un hombre fabuloso de verdad.
_____ hizo una mueca. La idea de pintar retratos se le había ocurrido a Imogen. Cuando las dos habían terminado Bellas Artes, Imogen había decidido dedicarse a la parte comercial en vez de a la creación artística.
–¡Te dije que te haría famosa y, si pintas a liam payne, todo el mundo querrá un retrato tuyo! –señaló Imogen–. Te haré ganar toneladas de dinero, ya lo verás.
–No me interesa mucho sacar dinero con mi arte.
–Sí, ya, bueno. No todos podemos permitirnos ser tan altruistas –replicó Imogen con tono reprobatorio. De inmediato, sin embargo, se dio cuenta de que podía haber herido los sentimientos de su amiga–. Lo siento. A veces hablo sin pensar... ¿Me perdonas?
____ aceptó sus disculpas, pues sabía que su amiga era sincera.
La familia de Imogen había acogido a _____ en sus años de colegio, cuando los padres de _____ habían muerto en un accidente de avión. Imogen y su familia la habían ayudado a superar aquellos momentos de pesadilla y le había ofrecido refugio, además de asesoramiento sobre qué hacer con la fortuna que había heredado. No había sido una gran fortuna pero, tras invertirla bien, le había permitido comprarse un piso, pagar los gastos de la universidad y contar con un dinero al mes, por lo que no dependía de sus ingresos como artista para sobrevivir.
Aun así, Imogen estaba decidida a convertir a su amiga en una artista famosa.
–¡Con lo guapa que eres, seguro que le gustas! –exclamó Imogen, sacando a su amiga de su ensimismamiento.
–Pensé que se trataba de pintar bien, nada más –repuso ______ secamente.
–Sí, bueno. Eso también. Pero las dos sabemos lo que hace girar el mundo, si eres guapa tienes mucho ganado. ¡Y tú eres un bombón!
Sin embargo, eso no le importaba a _____ . El mundo de lo superficial no era lo suyo. A ella le interesaba explorar sus capacidades artísticas, en todos los estilos.
Por eso, cuando Imogen le había dicho que tenía talento para los retratos y que no debía malgastarlo, se había dejado convencer. Todo había empezado cuando ____ había pintado un retrato de la familia de su amiga. Habían pasado cuatro años desde entonces y, gracias a los contactos de Imogen, el arte de los retratos estaba resultando ser muy productivo, al menos en términos de dinero.
Lo cierto era que ____ sí tenía un don para el retrato, porque sabía ver a sus modelos con generosidad de espíritu, captando lo mejor que había en ellos. Lo que no era poco, teniendo en cuenta que, desde que Imogen había subido las tarifas de los cuadros, sus clientes eran cada vez más viejos. Sin embargo, aunque el aspecto externo de sus modelos no fuera atractivo, ella sabía reflejar su inteligencia, su astucia, su fuerza de voluntad... cualidades que les habían permitido llegar a la esfera más alta de la escala empresarial.
Liam payne, por otra parte, no parecía ser como ellos. Según lo que Imogen le había contado, ____ intuyó que sería una especie de playboy, un rico heredero malcriado y engreído.
Su opinión de él no hizo más que afirmarse cuando, después de que Imogen hubiera puesto toda su energía en establecer una cita, liam payne la había cancelado en el último momento. La secretaria había empleado un tono frío y despreciativo, como si su jefe tuviera millones de cosas mejores que hacer que posar para un cuadro.
Imogen llamó a ____ dos horas después, llena de excitación, para preguntarle cómo le había ido y si era tan guapo como en las fotos.
–No tengo ni idea –repuso ____ con tono helador–. Canceló la cita.
–Oh, tesoro, está muy, muy ocupado –señaló Imogen, intentando mostrarse comprensiva–. Siempre está tomando aviones de un sitio a otro. Y su secretaria es una antipática, ya lo sé. Bueno, ¿para cuándo ha cambiado la cita?
–Ni lo sé ni me importa –afirmó ____ , tensa.
–De verdad, si supieras lo mucho que me he esforzado para conseguirte ese cliente... Bueno, no pasa nada, llamaré otra vez a su secretaria para establecer otra cita.
Imogen llamó diez minutos después.
–¡Bingo! Va a ir a cenar a Le Mirelle mañana y ha aceptado quedar contigo en el bar un poco antes, a las ocho menos cuarto –informó Imogen, entusiasmada–. ¡Oh, es como una cita romántica! Me preguntó si caerá rendido a tus pies y te invitará a cenar también. ¡Tienes que ponerte guapísima!
Al día siguiente, _____ tuvo cuidado de que Imogen no la viera antes de salir, con mucha reticencia, hacia el restaurante de lujo donde había quedado. Cuando entró, se sintió aliviada de haberse puesto la ropa que llevaba. Todas las mujeres que había allí llevaban ropas llamativas, pidiendo a gritos que se fijaran en ellas. Sin embargo, ella llevaba, http://www.polyvore.com/cgi/set?id=83346476&.locale=es sin maquillaje y con un moño apretado.
____ dio su nombre en la entrada y la recepcionista del restaurante arqueó las cejas al escuchar que había quedado con liam payne. La mujer la miró con escepticismo, sin poder creer que alguien con un aspecto tan anodino como ella pudiera ser de interés para el gran liam payne.
–Es una cita de negocios –explicó _____ y, al instante, se arrepintió. ¿Qué más le daba lo que pensara la recepcionista?
La condujeron a la zona del bar y ____ apretó los labios. Aquel sitio no era su estilo, en absoluto. No iría a cenar allí ni aunque le sobrara el dinero. Sus clientes parecían demasiado frívolos y superficiales.
¿Sería así también su futuro modelo? Miró a su alrededor, buscando a alguien que se ajustara a la descripción que Imogen le había dado de él. Había muchos con un aspecto así por allí y todos parecían tener un ego monumental. Sin duda, el ego del tal liam sería excesivo también. ¿Cuál de ellos sería? Todos los hombres que veía tenían aspecto de ricos y muy complacidos consigo mismos.
–¿Señor de payen?
El camarero se detuvo delante de una mesa baja y habló en francés, demasiado deprisa para que ____ pudiera entenderlo. Ella sólo podía verle la espalda. El hombre que había allí sentado asintió y el camarero se dirigió a ella para indicarle que lo siguiera.
_____ se acercó a la mesa y se sentó en la silla que había desocupada, sin esperar invitación.
–Buenas noches –saludó ella, con tono neutro. A continuación, levantó la mirada hacia el hombre que tenía delante.
Y, sin poder evitarlo, _____ se quedó con la boca abierta.
Imogen había tenido razón. Porque, le gustara o no, una cosa era indiscutible acerca de liam payne. Era realmente... No pudo encontrar las palabras... Sin duda, liam payne era un hombre capaz de causar gran efecto en una mujer.
____ le recorrió el rostro con la mirada, fijándose en cada detalle. Su cara parecía esculpida, sus cejas tenían la forma perfecta, la nariz recta, la forma de la boca, la fuerte mandíbula, el pelo negro. Se deleitó mirándolo, incapaz de no sucumbir a su encanto.
Liam se había levantado un poco cuando ella había llegado, pero se había vuelto a sentar cuando ella se había sentado sin más. Y allí estaba, observándola con gesto relajado, cómodo y seguro, con una pierna cruzada sobre la otra y los brazos apoyados en el reposabrazos.
____ afiló la mirada, sintiendo la convicción que solía apoderarse de ella cuando algo del mundo físico le parecía listo para ser pintado.
Sin embargo, aquello era diferente.
____ se dio cuenta de que nunca había reaccionado así antes en su vida. Pensaría en ello después, se dijo. En ese momento... lo único que podía hacer era mirar ese rostro extraordinario, como hipnotizada.
Entonces, poco a poco, _____ cayó en la cuenta de lo que estaba haciendo. Estaba mirando fijamente y en silencio al hombre que tenía delante.
Y él se lo estaba permitiendo.
_____ se sintió avergonzada. Apretó la mandíbula y se puso tensa, esforzándose en recordar el juicio previo que se había formado de él y recuperar la distancia. Pero fue difícil. Lo único que quería hacer era seguir mirándolo, seguir estudiando sus bellos rasgos.
¿De qué color eran sus ojos? _____ no estaba segura. Y, dejándose llevar de nuevo, volvió a fijar la mirada en su rostro, para averiguarlo. ¡No! Aquello era ridículo, absurdo. Embarazoso. ¡No podía seguir mirándolo así, como si fuera una adolescente embelesada! Ni escrutarlo como si ya estuviera posando para ella.
_____ enderezó la espalda y se obligó a esbozar una sonrisa de compromiso.
–Así que está usted considerando el que le haga un retrato –consiguió decir ella, con voz seria.
Durante un instante, liam payne no la respondió, como si no la hubiera escuchado. Siguió en la misma postura, sin moverse, como si estuviera posando para ella.
Entonces, con una levísima sonrisa, liam respondió.
–Sí. Me he dejado convencer en un acto de vanidad. El retrato será un regalo para mi madre. Dice que lo quiere –dijo él.
____ observó que, para su desesperación, la voz de ese hombre era demasiado seductora y le provocaba un efecto del que prefirió hacer caso omiso por el momento.
–Una cosa de la que debo advertirle, señor de payne, es que debe apartar cierta cantidad de tiempo para posar para mí, si es que decide contratarme para el trabajo, por supuesto. Siempre se lo advierto a mis clientes. Sin embargo...
Liam levantó una mano. Era una mano larga, con uñas muy cuidadas.
–¿Qué le gustaría beber, señorita Harcourt?
–Oh, nada, gracias –repuso ella, azorada–. La verdad es que no tengo tiempo para tomar nada.
Entonces, liam payne levantó una ceja y ____ no pudo evitar posar los ojos en esa parte de su rostro. Sus ojos eran verdes. Verdes como el agua profunda de un lago. Un lago color esmeralda en el que sumergirse...
Ya estaba dejándose llevar por sus ensoñaciones de nuevo, se reprendió _____. Y mirándolo fijamente. Volvió a enderezar la espalda, apartando la mirada.
–El tiempo que tarde en hacer el retrato dependerá del número de veces que tenga que posar para mí y de los intervalos entre cada una. Entiendo que puede ser cansado para usted, pero...
Otra vez, liam payne la interrumpió.
mayale12
Re: la artista y el millonario (liam payne y tu)(cancelada)
:o ME ENCANTO!
Fue tan asdfghjk
Siguela, siguela, siguela....
Besos
Fue tan asdfghjk
Siguela, siguela, siguela....
Besos
DaisyB
Re: la artista y el millonario (liam payne y tu)(cancelada)
–Dígame, señorita Harcourt, en su opinión, ¿por qué debería elegirla para hacerme el retrato?
_____ percibió en él una mirada inquisitiva y algo más. Algo que a ella no le gustó. Hasta ese momento, él había sido el objeto de observación y ella la observadora. Pero, de pronto, se habían cambiado las tornas.
Liam payne la estaba mirando directamente con sus ojos color esmeralda.
Era una mirada... capaz de hacer perder la cabeza a cualquiera.
«Oh, cielos, es tan...», se dijo ella, sin respiración.
Y ____ se quedó petrificada, sin poder ni moverse mientras él la observaba con atención.
De pronto, _____ se sintió tensa. Una cosa era que ella lo observara con detenimiento, pues se suponía que su tarea iba a ser plasmar su imagen en el lienzo. Pero era muy distinto que él la escrutara de esa manera. Él la miraba con ojos de hombre, no de pintor. Y no los de un hombre cualquiera, sino los de liam payne , el heredero del gran imperio financiero que, además, parecía una estrella de cine por lo guapo que era.
Ella apretó los labios, intentando disimular su inquietud. No debía dejarse afectar por él. Al fin y al cabo, no era más que un cliente al que pintar, bastante excepcional, eso sí, pero nada más. Eso era todo, se dijo.
Así que ____ recobró la compostura y se forzó a no dejarse influenciar por aquellos ojos.
–No es eso algo que yo deba responder, señor de payne–respondió ella–. Depende de usted elegir el retratista que le complazca. Si desea contratarme, tendré que comprobar si mi agenda es compatible con la suya.
____ lo miró a los ojos. Había conseguido hablar con firmeza, sin delatar su inquietud interior. Aunque no tenía nada por lo que preocuparse, pensó. Él la estaba observando y lo único que vería en ella era una mujer vestida con sencillez, sin ningún adorno y sin ningún interés en complacer al otro sexo. Liam payne debía de estar acostumbrado a elegir entre las mujeres más hermosas del mundo.
Se preguntó si él se habría ofendido por cómo le había respondido. Pero lo cierto era que ella no necesitaba su dinero, después de todo. Por eso, no se molestaría lo más mínimo en convencerlo de nada, ni en suplicar, ni nada parecido. ¡Claro que no! Ella ofrecía sus servicios, su talento artístico y su experiencia. Si un cliente deseaba comprarlo, eso era todo. Si no, también.
_____ lo miró a los ojos con frialdad. Durante un instante, él se quedó callado con gesto inescrutable. Ella no supo discernir si se sentía molesto o indiferente. Pero ocultaba algo, pensó.
La máscara invisible de liam payne era mucho más evidente para ____ de lo que solía ser la habitual reserva de los hombres de negocios que solía pintar. Ella se había acostumbrado a retratarlos con ese algo inescrutable, oculto.
Sin embargo, la expresión inalcanzable de liam payne era más pronunciada. Como si estuviera acostumbrado a ocultar sus sentimientos desde hacía mucho tiempo.
____ se dejó atravesar por una oleada de fascinación, la fascinación natural que despertaba un hombre enigmático, unida a otra clase de sentimientos, mucho más peligrosa.
Liam payne sabía reservarse para sí mismo. Sólo mostraba lo que quería que los demás vieran, lo que era apropiado para el momento, adivinó ella.
Entonces, de forma abrupta, él habló de nuevo, dejando que una expresión de sorpresa se le dibujara en el rostro.
No era un gesto muy pronunciado, observó ____, pero allí estaba. Algo había sorprendido a su interlocutor.
____ sabía qué. Él no debía de estar acostumbrado a que le respondieran así, pensó, con satisfacción. ¿Pero qué diablos? ¿Qué más le daba a ella lo que sintiera ese hombre o lo que pensara acerca de su forma de responder?
–No le gusta vender su trabajo, ¿verdad, señorita Harcourt?
–¿Para qué? –replicó ella, encogiéndose de hombros–. O le gusta lo que hago y me contrata, o no. Es muy sencillo.
–Así es –murmuró él con tono seco. Tomó un trago de su martini y volvió a dejar el vaso en la mesa, sin dejar de mirarla con gesto impasible. Luego, se puso en pie.
_____ hizo lo mismo. De acuerdo, pensó. No hay trato. ¿Y qué? Imogen se enfadaría con ella, pero era mejor así, se dijo, con alivio.
¿Pero por qué? ¿Por qué sentía alivio por no tener que pintar a liam payne?, se preguntó, temiendo la respuesta. Mientras, en el fondo, otro sentimiento subyacía al de alivio. Un sentimiento contradictorio.
En el fondo, lamentaba no poder pintarlo...
¡No! Qué absurdo, se reprendió a sí misma. «Es sólo un trabajo, eso es todo», pensó. Y ella tenía docenas de encargos. Lo único diferente era que ese cliente era joven y guapo, pero ¿eso qué más daba? Nada.
–Bueno, señorita Harcourt, creo que hemos hablado todo lo necesario, ¿no le parece? –dijo él, sacándola de sus pensamientos.
Liam payne le tendió la mano. _____ se la estrechó y la soltó con toda la rapidez posible.
–Creo que sí –afirmó ella y agarró su bolso, lista para irse.
–Bueno –continuó liam payne –, mi secretaria le telefoneará para nuestra primera cita para posar, teniendo en cuenta las limitaciones de nuestras respectivas agendas –señaló e hizo una pausa brevísima–. ¿Está de acuerdo, señorita Harcourt?
¿Era un ligero tono burlón lo que teñía su voz?, se preguntó _____, apretando los labios e intentando poner en orden sus pensamientos.
–Sí... gracias –respondió ella, sin delatar su nerviosismo.
–Bien –dijo él, dando el trato por zanjado. Entonces, como si ____ hubiera dejado de existir, miró más allá y su expresión cambió.
–¡liam! ¡Querido!
Una mujer se acercó a él, ignorando a ____ como si fuera invisible. Una nube de perfume envolvía a la mujer, que le había puesto los brazos al cuello, llenos de pulseras, a liam payne. Llevaba un vestido ajustado de seda negra y tenía el pelo largo y negro y la piel morena. A _____ le resultó familiar. ¿Quién era? Ah, sí, era Carla Crespi, una actriz de cine que se especializaba en papeles cargados de sensualidad. Ella no había visto ninguna de sus películas, no eran de su gusto, pero había oído hablar de Carla.
____ se giró para irse. Era natural que un hombre como liam payne saliera con una mujer como Carla Crespi. Una exuberante mujer-florero para un hombre acostumbrado a destacar.
Entonces, la otra mujer empezó a hablar en italiano, muy rápido y demasiado alto como para que fuera una conversación privada, llamando la atención de las personas que estaban alrededor. Con el bolso debajo del brazo, ____ se fue.
Se sentía extrañamente desconcertada.
Y molesta.
Se habría sentido más desconcertada y más molesta si hubiera sabido que, detrás de ella, liam payne se había liberado de Carla Crespi y estaba mirándola marchar.
Liam la observó con gesto especulativo. Con un toque de diversión y sorpresa en sus enormes ojos verdes.
Imogen se puso como loca al conocer el resultado de la entrevista. _____ no estaba tan entusiasmada, ni siquiera cuando Imogen le dijo cuánto cobraría, una cifra mucho mayor de la que había cobrado nunca por un cuadro.
–¿No te había dicho que triunfarías? –dijo Imogen, excitada–. Después de esto, podrás poner el precio que quieras a tus obras. ¡Todo es cuestión de moda, ya lo sabes!
–Gracias –repuso _____ secamente–. Yo pensaba que era cuestión de talento.
–Sí, sí, sí –afirmó Imogen–. Pero buenos artistas hay a puñados y se mueren de hambre. Mira, _____, el arte depende del mercado. Y tienes que conocer el mercado, eso es todo. Hazme caso y un día tus cuadros valdrán millones, ¡ya lo verás!
–Mira, ese hombre era como tú me habías dicho. Un hombre impresionante, guapo y rico. ¿Y qué? ¿Qué tiene que ver conmigo? Voy a hacer su retrato, nada más. Llegará tarde a las citas, muchas veces las cancelará, pero antes o después terminaré el cuadro, cobraré y ya está. Quiere el retrato para su madre y me parece muy bien. Yo nunca volveré a verlo y se acabó.
–Mmm –dijo Imogen, ignorando la mitad de lo que ____ había dicho y mirando al techo–. Todas esas citas a solas con él para pintarlo...
–Mantendré la distancia, fría y profesional –le interrumpió ____.
–Oh, vamos, ____. No me digas que no te derretirías si él se fijara en ti. ¡Claro que sí! ¡Hasta tú te derretirías! –exclamó Imogen y le lanzó una mirada crítica–. Aunque... Con esa ropa no vas a conseguir nada.
Eso era lo que ella quería, pensó ____. De todos modos, un hombre que tenía a sus pies a Carla Crespi nunca iba a mirar a otra mujer.
Además, lo único que le interesaba a ______ de liam payne era si iba a poder pintarlo con éxito.
Estaba empezando a sentirse agobiada por la duda. Hasta ese momento, su mayor preocupación había sido disimular las imperfecciones físicas de sus modelos. Liam payne sería diferente. Desde que lo había conocido, no había dejado de visualizar su rostro y pensar cómo podía pintarlo.
¿Podría hacerle justicia?
Como había predicho ____ , liam canceló su primera sesión y llegó noventa minutos tarde a la siguiente. Cuando llegó, su actitud era la de un hombre de negocios. Respondió tres llamadas en su móvil, una detrás de otra y en diferentes idiomas. A continuación, al fin, dejó que ella hiciera los primeros esbozos sin interrupción.
–¿Puedo verlo? –dijo él al fin de la primera sesión.
_____ se dio cuenta de que no era una petición, sino una orden. En silencio, ella le tendió el cuaderno y observó cómo él miraba su trabajo de aquella tarde.
El lápiz y el carboncillo se ajustaban bien a sus rasgos, pensó ____. De alguna forma, con ellos podía reducirlo a su esencia. Si lo pintaba con óleo, parecería irreal. Nadie creería que un hombre pudiera ser tan impresionante. La gente pensaría que la pintora había exagerado su belleza.
Pero era imposible exagerar la belleza de liam payne , reflexionó _____. El impacto que le había causado el primer día no había disminuido ni un ápice.
En su estudio de pintura, tampoco había podido apartar los ojos de él, embelesada.
Cuando había sonado el móvil y liam se había excusado para lanzarse a hablar en francés a toda velocidad por teléfono, _____ había aprovechado para escrutarlo mejor. Casi de forma inconsciente, había tomado el cuaderno y el lápiz.
En ese momento, mientras liam payne contemplaba el fruto del trabajo de _____, ella lo observó de nuevo. Sin duda, ese hombre tenía el don de poder ocultar sus sentimientos, pensó, sin tener ni idea de si a él le gustaba lo que veía o no.
Si no le gustaba, a ella le daba igual, se dijo ____.
Lo cierto era que nunca había tenido un modelo como liam payne.
Las sesiones de trabajo fueron intermitentes e interrumpidas, pues la agenda de él requería constantes cambios de última hora. Y _____ empezó a darse cuenta de que lo que había empezado siendo una leve irritación se estaba convirtiendo en toda una molestia. Y le molestaba que le molestara.
Sin embargo, de ninguna manera iba a dejar que liam payne se percatara de ello. Durante las sesiones, ____ conseguía mantener una actitud distante, igual que la de él. De manera habitual, él llegaba con un secretario que tomaba notas al dictado mientras él hablaba en un idioma desconocido para ella. A veces, respondía el teléfono o hacía llamadas. Incluso una vez había llegado un segundo secretario con un portátil para que su jefe leyera algo en la pantalla.
____ aguantaba todo, sin decir nada. Prefería no hablar con él. Prefería mantener al mínimo su intercambio de palabras.
Pero no servía de nada.
Liam payne la molestaba más de lo que ella podía comprender.
Por desgracia, Imogen sí lo comprendía.
–¡Claro que te afecta! –exclamó Imogen con gesto triunfante–. Se te cambia la cara cuando oyes su nombre. Eso te delata –afirmó y suspiró de manera exagerada–. Pero a él le gusta Carla Crespi. O eso dice ella. No hacen más que sacarles fotos juntos. No puedes competir con ella, a pesar de tu belleza.
____ apretó la mandíbula, negándose a entrar al trapo. Además, tenía otros problemas de los que ocuparse.
El retrato no estaba saliendo bien.
_____ había tardado un poco en darse cuenta. Al principio, había creído que iba bien, por los esbozos iniciales, pero al empezar a pintar al óleo no estaba quedando satisfecha. Había pensado que era el material lo que no funcionaba, que el óleo no era lo idóneo para pintar una cara así. Sin embargo, al fin había comprendido el problema. No era el óleo. Era ella.
No podía captar la esencia de su modelo.
Cuanto más miraba los resultados de las sesiones de trabajo, más frustrada se sentía.
¿Qué iba mal? ¿Por qué no podía hacerlo?
____ no sabía la respuesta. Intentó empezar de nuevo, en un lienzo blanco, trabajando con los bocetos iniciales. Pero no tuvo éxito. Después de mirar y mirar lo que había dibujado se dio cuenta de que, por mucho que lo intentara, no iba a funcionar. No podía pintar a liam payne.
Ni cuando él posaba, ni a partir de los bocetos, ni de memoria.
Ni en sueños.
Y eso era lo que más le molestaba de todo. Había empezado a soñar con él. Soñaba que lo pintaba y los sueños la llenaban de inquietud y frustración. Al principio, se había dicho que su subconsciente estaba tratando de dar con una solución al problema del retrato.
Pero, luego, tras la tercera vez que había soñado con él y se había despertado sobresaltada, había sabido que tendría que tirar la toalla y admitir la derrota.
No le gustaba hacerlo, sin embargo. Iba contra sus principios dejar un encargo a medias. No lo había hecho nunca antes y no era nada profesional. Pero tampoco era profesional hacer un trabajo de mala calidad. Iba contra sus reglas. Por eso, le gustara o no, no tenía elección. Iba a tener que admitir que no podía hacer el retrato.
_____ tardó un tiempo, agónico, en decidirse a decírselo a liam payne. ¿Cuándo podía hacerlo? ¿Y cómo? Podía esperar a que él apareciera para la próxima sesión y disculparse delante del secretario que lo acompañara ese día. O, peor aún, podía pedirle hablar en privado. También pensó que podía dejar que Imogen se lo dijera, después de todo ella era su agente. Pero sabía muy bien que su amiga no le permitiría tirar la toalla. No, tendría que armarse de valor y comunicárselo a liam ella misma, cara a cara. Pero no era justo para él hacerle ir a su casa para una sesión, cuando era un hombre tan ocupado y lo que le iba a decir era que no podía cumplir con su encargo.
Así que lo llamó a su despacho.
La secretaria, cuyos modales no habían mejorado, le dijo que el señor de payne estaba fuera del país y que era muy poco probable que pudiera verlo antes de la fecha de la próxima sesión de pintura. Por eso, a _____ le sorprendió que la secretaria volviera a llamar después para decirle que liam podía verla dentro de una semana, a las seis de la tarde. No era buena hora para ella, pero no dijo nada, pues tenía que hablar con él y era mejor hacerlo cuanto antes.
_____ percibió en él una mirada inquisitiva y algo más. Algo que a ella no le gustó. Hasta ese momento, él había sido el objeto de observación y ella la observadora. Pero, de pronto, se habían cambiado las tornas.
Liam payne la estaba mirando directamente con sus ojos color esmeralda.
Era una mirada... capaz de hacer perder la cabeza a cualquiera.
«Oh, cielos, es tan...», se dijo ella, sin respiración.
Y ____ se quedó petrificada, sin poder ni moverse mientras él la observaba con atención.
De pronto, _____ se sintió tensa. Una cosa era que ella lo observara con detenimiento, pues se suponía que su tarea iba a ser plasmar su imagen en el lienzo. Pero era muy distinto que él la escrutara de esa manera. Él la miraba con ojos de hombre, no de pintor. Y no los de un hombre cualquiera, sino los de liam payne , el heredero del gran imperio financiero que, además, parecía una estrella de cine por lo guapo que era.
Ella apretó los labios, intentando disimular su inquietud. No debía dejarse afectar por él. Al fin y al cabo, no era más que un cliente al que pintar, bastante excepcional, eso sí, pero nada más. Eso era todo, se dijo.
Así que ____ recobró la compostura y se forzó a no dejarse influenciar por aquellos ojos.
–No es eso algo que yo deba responder, señor de payne–respondió ella–. Depende de usted elegir el retratista que le complazca. Si desea contratarme, tendré que comprobar si mi agenda es compatible con la suya.
____ lo miró a los ojos. Había conseguido hablar con firmeza, sin delatar su inquietud interior. Aunque no tenía nada por lo que preocuparse, pensó. Él la estaba observando y lo único que vería en ella era una mujer vestida con sencillez, sin ningún adorno y sin ningún interés en complacer al otro sexo. Liam payne debía de estar acostumbrado a elegir entre las mujeres más hermosas del mundo.
Se preguntó si él se habría ofendido por cómo le había respondido. Pero lo cierto era que ella no necesitaba su dinero, después de todo. Por eso, no se molestaría lo más mínimo en convencerlo de nada, ni en suplicar, ni nada parecido. ¡Claro que no! Ella ofrecía sus servicios, su talento artístico y su experiencia. Si un cliente deseaba comprarlo, eso era todo. Si no, también.
_____ lo miró a los ojos con frialdad. Durante un instante, él se quedó callado con gesto inescrutable. Ella no supo discernir si se sentía molesto o indiferente. Pero ocultaba algo, pensó.
La máscara invisible de liam payne era mucho más evidente para ____ de lo que solía ser la habitual reserva de los hombres de negocios que solía pintar. Ella se había acostumbrado a retratarlos con ese algo inescrutable, oculto.
Sin embargo, la expresión inalcanzable de liam payne era más pronunciada. Como si estuviera acostumbrado a ocultar sus sentimientos desde hacía mucho tiempo.
____ se dejó atravesar por una oleada de fascinación, la fascinación natural que despertaba un hombre enigmático, unida a otra clase de sentimientos, mucho más peligrosa.
Liam payne sabía reservarse para sí mismo. Sólo mostraba lo que quería que los demás vieran, lo que era apropiado para el momento, adivinó ella.
Entonces, de forma abrupta, él habló de nuevo, dejando que una expresión de sorpresa se le dibujara en el rostro.
No era un gesto muy pronunciado, observó ____, pero allí estaba. Algo había sorprendido a su interlocutor.
____ sabía qué. Él no debía de estar acostumbrado a que le respondieran así, pensó, con satisfacción. ¿Pero qué diablos? ¿Qué más le daba a ella lo que sintiera ese hombre o lo que pensara acerca de su forma de responder?
–No le gusta vender su trabajo, ¿verdad, señorita Harcourt?
–¿Para qué? –replicó ella, encogiéndose de hombros–. O le gusta lo que hago y me contrata, o no. Es muy sencillo.
–Así es –murmuró él con tono seco. Tomó un trago de su martini y volvió a dejar el vaso en la mesa, sin dejar de mirarla con gesto impasible. Luego, se puso en pie.
_____ hizo lo mismo. De acuerdo, pensó. No hay trato. ¿Y qué? Imogen se enfadaría con ella, pero era mejor así, se dijo, con alivio.
¿Pero por qué? ¿Por qué sentía alivio por no tener que pintar a liam payne?, se preguntó, temiendo la respuesta. Mientras, en el fondo, otro sentimiento subyacía al de alivio. Un sentimiento contradictorio.
En el fondo, lamentaba no poder pintarlo...
¡No! Qué absurdo, se reprendió a sí misma. «Es sólo un trabajo, eso es todo», pensó. Y ella tenía docenas de encargos. Lo único diferente era que ese cliente era joven y guapo, pero ¿eso qué más daba? Nada.
–Bueno, señorita Harcourt, creo que hemos hablado todo lo necesario, ¿no le parece? –dijo él, sacándola de sus pensamientos.
Liam payne le tendió la mano. _____ se la estrechó y la soltó con toda la rapidez posible.
–Creo que sí –afirmó ella y agarró su bolso, lista para irse.
–Bueno –continuó liam payne –, mi secretaria le telefoneará para nuestra primera cita para posar, teniendo en cuenta las limitaciones de nuestras respectivas agendas –señaló e hizo una pausa brevísima–. ¿Está de acuerdo, señorita Harcourt?
¿Era un ligero tono burlón lo que teñía su voz?, se preguntó _____, apretando los labios e intentando poner en orden sus pensamientos.
–Sí... gracias –respondió ella, sin delatar su nerviosismo.
–Bien –dijo él, dando el trato por zanjado. Entonces, como si ____ hubiera dejado de existir, miró más allá y su expresión cambió.
–¡liam! ¡Querido!
Una mujer se acercó a él, ignorando a ____ como si fuera invisible. Una nube de perfume envolvía a la mujer, que le había puesto los brazos al cuello, llenos de pulseras, a liam payne. Llevaba un vestido ajustado de seda negra y tenía el pelo largo y negro y la piel morena. A _____ le resultó familiar. ¿Quién era? Ah, sí, era Carla Crespi, una actriz de cine que se especializaba en papeles cargados de sensualidad. Ella no había visto ninguna de sus películas, no eran de su gusto, pero había oído hablar de Carla.
____ se giró para irse. Era natural que un hombre como liam payne saliera con una mujer como Carla Crespi. Una exuberante mujer-florero para un hombre acostumbrado a destacar.
Entonces, la otra mujer empezó a hablar en italiano, muy rápido y demasiado alto como para que fuera una conversación privada, llamando la atención de las personas que estaban alrededor. Con el bolso debajo del brazo, ____ se fue.
Se sentía extrañamente desconcertada.
Y molesta.
Se habría sentido más desconcertada y más molesta si hubiera sabido que, detrás de ella, liam payne se había liberado de Carla Crespi y estaba mirándola marchar.
Liam la observó con gesto especulativo. Con un toque de diversión y sorpresa en sus enormes ojos verdes.
Imogen se puso como loca al conocer el resultado de la entrevista. _____ no estaba tan entusiasmada, ni siquiera cuando Imogen le dijo cuánto cobraría, una cifra mucho mayor de la que había cobrado nunca por un cuadro.
–¿No te había dicho que triunfarías? –dijo Imogen, excitada–. Después de esto, podrás poner el precio que quieras a tus obras. ¡Todo es cuestión de moda, ya lo sabes!
–Gracias –repuso _____ secamente–. Yo pensaba que era cuestión de talento.
–Sí, sí, sí –afirmó Imogen–. Pero buenos artistas hay a puñados y se mueren de hambre. Mira, _____, el arte depende del mercado. Y tienes que conocer el mercado, eso es todo. Hazme caso y un día tus cuadros valdrán millones, ¡ya lo verás!
–Mira, ese hombre era como tú me habías dicho. Un hombre impresionante, guapo y rico. ¿Y qué? ¿Qué tiene que ver conmigo? Voy a hacer su retrato, nada más. Llegará tarde a las citas, muchas veces las cancelará, pero antes o después terminaré el cuadro, cobraré y ya está. Quiere el retrato para su madre y me parece muy bien. Yo nunca volveré a verlo y se acabó.
–Mmm –dijo Imogen, ignorando la mitad de lo que ____ había dicho y mirando al techo–. Todas esas citas a solas con él para pintarlo...
–Mantendré la distancia, fría y profesional –le interrumpió ____.
–Oh, vamos, ____. No me digas que no te derretirías si él se fijara en ti. ¡Claro que sí! ¡Hasta tú te derretirías! –exclamó Imogen y le lanzó una mirada crítica–. Aunque... Con esa ropa no vas a conseguir nada.
Eso era lo que ella quería, pensó ____. De todos modos, un hombre que tenía a sus pies a Carla Crespi nunca iba a mirar a otra mujer.
Además, lo único que le interesaba a ______ de liam payne era si iba a poder pintarlo con éxito.
Estaba empezando a sentirse agobiada por la duda. Hasta ese momento, su mayor preocupación había sido disimular las imperfecciones físicas de sus modelos. Liam payne sería diferente. Desde que lo había conocido, no había dejado de visualizar su rostro y pensar cómo podía pintarlo.
¿Podría hacerle justicia?
Como había predicho ____ , liam canceló su primera sesión y llegó noventa minutos tarde a la siguiente. Cuando llegó, su actitud era la de un hombre de negocios. Respondió tres llamadas en su móvil, una detrás de otra y en diferentes idiomas. A continuación, al fin, dejó que ella hiciera los primeros esbozos sin interrupción.
–¿Puedo verlo? –dijo él al fin de la primera sesión.
_____ se dio cuenta de que no era una petición, sino una orden. En silencio, ella le tendió el cuaderno y observó cómo él miraba su trabajo de aquella tarde.
El lápiz y el carboncillo se ajustaban bien a sus rasgos, pensó ____. De alguna forma, con ellos podía reducirlo a su esencia. Si lo pintaba con óleo, parecería irreal. Nadie creería que un hombre pudiera ser tan impresionante. La gente pensaría que la pintora había exagerado su belleza.
Pero era imposible exagerar la belleza de liam payne , reflexionó _____. El impacto que le había causado el primer día no había disminuido ni un ápice.
En su estudio de pintura, tampoco había podido apartar los ojos de él, embelesada.
Cuando había sonado el móvil y liam se había excusado para lanzarse a hablar en francés a toda velocidad por teléfono, _____ había aprovechado para escrutarlo mejor. Casi de forma inconsciente, había tomado el cuaderno y el lápiz.
En ese momento, mientras liam payne contemplaba el fruto del trabajo de _____, ella lo observó de nuevo. Sin duda, ese hombre tenía el don de poder ocultar sus sentimientos, pensó, sin tener ni idea de si a él le gustaba lo que veía o no.
Si no le gustaba, a ella le daba igual, se dijo ____.
Lo cierto era que nunca había tenido un modelo como liam payne.
Las sesiones de trabajo fueron intermitentes e interrumpidas, pues la agenda de él requería constantes cambios de última hora. Y _____ empezó a darse cuenta de que lo que había empezado siendo una leve irritación se estaba convirtiendo en toda una molestia. Y le molestaba que le molestara.
Sin embargo, de ninguna manera iba a dejar que liam payne se percatara de ello. Durante las sesiones, ____ conseguía mantener una actitud distante, igual que la de él. De manera habitual, él llegaba con un secretario que tomaba notas al dictado mientras él hablaba en un idioma desconocido para ella. A veces, respondía el teléfono o hacía llamadas. Incluso una vez había llegado un segundo secretario con un portátil para que su jefe leyera algo en la pantalla.
____ aguantaba todo, sin decir nada. Prefería no hablar con él. Prefería mantener al mínimo su intercambio de palabras.
Pero no servía de nada.
Liam payne la molestaba más de lo que ella podía comprender.
Por desgracia, Imogen sí lo comprendía.
–¡Claro que te afecta! –exclamó Imogen con gesto triunfante–. Se te cambia la cara cuando oyes su nombre. Eso te delata –afirmó y suspiró de manera exagerada–. Pero a él le gusta Carla Crespi. O eso dice ella. No hacen más que sacarles fotos juntos. No puedes competir con ella, a pesar de tu belleza.
____ apretó la mandíbula, negándose a entrar al trapo. Además, tenía otros problemas de los que ocuparse.
El retrato no estaba saliendo bien.
_____ había tardado un poco en darse cuenta. Al principio, había creído que iba bien, por los esbozos iniciales, pero al empezar a pintar al óleo no estaba quedando satisfecha. Había pensado que era el material lo que no funcionaba, que el óleo no era lo idóneo para pintar una cara así. Sin embargo, al fin había comprendido el problema. No era el óleo. Era ella.
No podía captar la esencia de su modelo.
Cuanto más miraba los resultados de las sesiones de trabajo, más frustrada se sentía.
¿Qué iba mal? ¿Por qué no podía hacerlo?
____ no sabía la respuesta. Intentó empezar de nuevo, en un lienzo blanco, trabajando con los bocetos iniciales. Pero no tuvo éxito. Después de mirar y mirar lo que había dibujado se dio cuenta de que, por mucho que lo intentara, no iba a funcionar. No podía pintar a liam payne.
Ni cuando él posaba, ni a partir de los bocetos, ni de memoria.
Ni en sueños.
Y eso era lo que más le molestaba de todo. Había empezado a soñar con él. Soñaba que lo pintaba y los sueños la llenaban de inquietud y frustración. Al principio, se había dicho que su subconsciente estaba tratando de dar con una solución al problema del retrato.
Pero, luego, tras la tercera vez que había soñado con él y se había despertado sobresaltada, había sabido que tendría que tirar la toalla y admitir la derrota.
No le gustaba hacerlo, sin embargo. Iba contra sus principios dejar un encargo a medias. No lo había hecho nunca antes y no era nada profesional. Pero tampoco era profesional hacer un trabajo de mala calidad. Iba contra sus reglas. Por eso, le gustara o no, no tenía elección. Iba a tener que admitir que no podía hacer el retrato.
_____ tardó un tiempo, agónico, en decidirse a decírselo a liam payne. ¿Cuándo podía hacerlo? ¿Y cómo? Podía esperar a que él apareciera para la próxima sesión y disculparse delante del secretario que lo acompañara ese día. O, peor aún, podía pedirle hablar en privado. También pensó que podía dejar que Imogen se lo dijera, después de todo ella era su agente. Pero sabía muy bien que su amiga no le permitiría tirar la toalla. No, tendría que armarse de valor y comunicárselo a liam ella misma, cara a cara. Pero no era justo para él hacerle ir a su casa para una sesión, cuando era un hombre tan ocupado y lo que le iba a decir era que no podía cumplir con su encargo.
Así que lo llamó a su despacho.
La secretaria, cuyos modales no habían mejorado, le dijo que el señor de payne estaba fuera del país y que era muy poco probable que pudiera verlo antes de la fecha de la próxima sesión de pintura. Por eso, a _____ le sorprendió que la secretaria volviera a llamar después para decirle que liam podía verla dentro de una semana, a las seis de la tarde. No era buena hora para ella, pero no dijo nada, pues tenía que hablar con él y era mejor hacerlo cuanto antes.
mayale12
Re: la artista y el millonario (liam payne y tu)(cancelada)
hola hay muchos fantamas cuando pase para la siguiente pagina ago un maraton si quieren :aah:karen_star escribió:Siguelaaa
mayale12
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