"Sinopsis (Lo que sucede luego de despertar)" (Lenin y Helen)

SIGUELA
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QUIERO CAP

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Capitulo 5

-¿Te sucede algo, Hel?-preguntó mi madre mientras llevaba una cucharada de yogurt con cereal a su boca

Negué con la cabeza

-¿Segura?-dejo la cuchara en el pocillo para mirarme.

Sonreí disimuladamente

-Estoy bien-

Tomé el vaso con jugo de naranja para llevármelo a la boca.

-Estaba pensando en salir de vacaciones-comentó distraída

-¿Hacia dónde?-pregunté

-No lo sé muy bien, pero este ambiente me está achacando-

Reí bajo

-Yo aún estoy en escuela-recordé-ve tú, aprovecha tus vacaciones-

Ella negó

-¡Claro que no! Deseo ir de vacaciones contigo-

-¡Pero si has tomado demasiadas vacaciones sin mí!-comenté dejando el vaso en la mesa

-¡Por eso quiero estar contigo!-

-No puedo, lo siento-me levanté de la silla

-¡Pero Helen!-gritó mientras ella se levantaba también

-No puedo, tengo escuela, una amiga, a Lenin-me enfrenté con ella a cara-¡Sabes que no puedo!-

Mamá suspiro y se dejó caer en el asiento junto a ella, apoyando sus brazos en la mesa

-Bien-terminó por decir.

Comencé a caminar rumbo al patio, atravesando la puerta de la cocina que daba justamente a mi destino.

-¿A dónde vas?-preguntó mi madre antes de que saliera de la casa

-A leer-dije sin importancia.

Tomé el libro en un mesón de la cocina y me dirigí hasta la terraza del jardín, abrí una silla mientras me sentaba abiertamente para leer el libro de la escuela. Este mes y el próximo lo dedicaríamos a “el diario de Ana Frank”.

Según algunos estudiantes de un grado mayor, el libro era triste, melancólico… absurdo.

Pensando en retrospectiva, Ana Frank desearía tener mi mundo de rositas, mientras yo desearía tener su vida desgraciada.

Dejé mis pensamientos a un lado y abrí el libro en la primera página, dispuesta a leer cada una de las oraciones.

<<2 de junio de 1942

Espero poder confiártelo todo como aún no lo he podido hacer con nadie, y espero que seas para mí un gran apoyo>>

Esas palabras escritas por una adolescente de mi edad me rebotaron y zumbaron sin salida por mi cerebro.

Pensé en todo lo que no le había podido confiar a Summer respecto a los últimos meses, todos los secretos que debí guardar. Los secretos que me comían día a día.

<<28 de setiembre de 1942
Hasta ahora has sido para mí un gran apoyo, y también Kitty, a quien escribo regularmente. Esta manera de escribir en mi diario me agrada mucho más y ahora me cuesta esperar cada vez a que llegue el momento para sentarme a escribir en ti. ¡Estoy tan contenta de haberte traído conmigo! >>

¡Maldición!

Cerré el libro de un golpe.

Esta niña podía confiar en algo, en un diario. Yo ni eso tenía.

Debo guardarme cada secreto de la vida oscura de Lenin. Él corre peligro.

Precisamente porque el pasado lo persigue. Sus tentaciones de matarme están aún palpitantes y existentes dentro de él.

Soy el punto del medio en un gran juego de dardos, Lenin el jugador. Esquiva y esquiva intencionalmente cada tiro, pero yo sabía muy bien que no sería así para siempre.

Ahora no tan solo era una insignificante estrella perdida en una galaxia, me había convertido en el sol de todo lo que me rodeaba. Toda la atención estaba sobre mí, sin importar adonde fuera.

Deseo ser la insignificante estrella en la galaxia. Deseo relevar mi puesto de sol.

Cerré los ojos y me recosté sobre la suave silla acolchada de terraza.

Sentí como el libro era tomado de mis manos.

Abrí los ojos para verlo flotando frente a mí, tan irreal como los efectos de cine.

Lenin estaba justamente parado para recibir el libro en sus manos, y el libro se acercaba a su destino.

Cuando por fin lo tuvo en sus manos se acercó hasta a mí

-Lo dominaste-dije

Él llevaba meses practicando la psicoquinesia, para elevar o tomar cosas con la mente.

Lenin se sentó en una silla a mi lado

-Así es. ¡Vaya que fue difícil!-

Reí con él.

Mi novio dirigió su vista a la tapa color crema del texto que leía hace unos minutos

-¿El diario de Ana Frank?-preguntó dejándolo sobre la mesa

Asentí

-Es muy triste-comentó

Quedamos en silencio por unos minutos.

Pensé durante el silencio y me decidí a preguntar

-¿Cuándo hiciste la promesa, eso significaba que harías lo que fuera para que yo fuera feliz?-pregunté a la vez que me sentaba bien en la silla

-¿Qué promesa?-juntos sus cejas mientras también se reincorporaba para mirarme

- Te prometo que jamás volverás a sentir mal, que jamás volverás a llorar, que nada malo volverá a suceder-lo cité con una mala imitación de voz

Lenin rió bajo

-Al tal parecer tu no posees el don del olvido-dijo ignorando mi pregunta

-Dime lo que quiero saber, Lenin-exigí seria.

Él suspiro y rascó su nuca por unos segundos.

-¿Acaso no eres feliz?-preguntó mientras me dedicaba sus ojos pardos

-Tan solo deseo averiguar-

Lenin se mantuvo mirándome por unos segundos, inclinando levemente su cabeza hacia la derecha.

-¡Helen!-el grito de mi madre desde la casa me alertó.

Lenin dejó de mirarme y puso su atención sobre el libro en la mesa.

Mamá se asomó por la puerta

-¿Puedes ayudarme…?-no termino su oración al observar a Lenin a mi lado-¡Oh, disculpa!-sonrió cálidamente hacia mi novio. Él lo hizo en respuesta-No sabía que estabas con él-

Mamá entro al jardín cerrando la puerta tras sí

-¿Deseas algo para tomar, Lenin?-preguntó mientras se acercaba a nosotros

-No, gracias-contesto amable.

Lenin se levantó del asiento y se dirigió a mi lado para besar mi mejilla

-De hecho, ya me iba-dijo mientras separaba sus labios de mi piel

-¿No deseas quedarte?-preguntó mamá

-Lenin debe hacer cosas en su casa, madre-interrumpí yo, antes de que mi novio dirigiera la palabra

-¡Oh!-comentó mi madre-Está bien-sonrió

-Hasta luego Sra. Jones (el apellido de soltera de mamá), Hasta luego Hel-dijo Lenin antes de salir de mi vista por una pequeña y baja puerta de madera que separaba el jardín del antejardín.

Mamá se sentó en la silla donde hace unos segundos atrás estuvo el cuerpo de Lenin, con sus ojos pardos fuertemente puestos sobre los míos.

-¿De qué hablaban?-preguntó cuando observo mi libro sobre la mesa

-Cosas sin importancia-dije sonriendo

-¿Así?-arqueó una ceja

-Claro-

-¿Qué edad tiene Lenin?-su pregunta distraída me indicó que habría una charla larga

-15, mamá-contesté indiferente

-O sea que es mayor que tú-puso su codo sobre la mesa y descanso su cabeza en la mano

-¡Oh, mama!-exclamé suspirando-Por favor, no quiero una de esas charlas-

Mamá levantó sus manos al aire

-¡Lo siento! Pero eres mi hija, me preocupas-

-Sé que soy tu hija, pero sabes que soy muy cuidadosa respecto al tema-dije algo enfadada

-Bien-ella me sonrió-¿Qué tal el libro?-señalo el texto sobre la mesa

-Ana Frank tiene una vida…-

-Triste-me interrumpió ella

-De hecho, iba a decir envidiable-Me levanté de la silla y entré a la casa.

Subí hasta mi cuarto, cerré la puerta tras de mí.

Suspire mientras dejaba mi cuerpo caer en contra de la puerta.

Mire hacia mi velador, precisamente donde estaba el cubo de juegos, descansando con un desorden total en sus colores.

Camine hasta el mientras mis pasos resonaban por mi cuarto. Lo tomé y comencé a girarlo. Tomé asiento a un lado de la cama.

Debía haber alguna relación en todo lo que sucedía, necesitaba con urgencia que mi cerebro trabajara el doble para comprender la situación.
Bien, ahora debía encontrar la relación.

La promesa, esa promesa tenía algo en especial.

La vida perfecta.

Los chicos en busca de Lenin.

En mis manos resonó un “clic”.

Observe el cubo, el color azul estaba armado a la perfección.

-Genial-murmuré observando el cubo.

Lo deje sobre el velador y salí de mi cuarto.

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:D Siguela!!!!!!!!!!!!!! xfa!!!! xD
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P34c3 :love: & Jonas!

CHICAS, VOY A SUBIR DOS CAPS, CREO QUE ESTE ES MUY CORTITO :B

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Capitulo 6

Tomé el cubo entre mis manos y lo gire sin sentido.

-¿Alguien está tomando atención?-pregunto la profesora de lenguas.

Mire el pizarrón y me apresuré a dejar el cubo a un lado para anotar todo.

Mi lápiz se movía como loco en mi mano, escribiendo rápidamente.

Los pasos de los zapatos altos de la profesora resonaron mientras se acercaba hasta mi puesto, Summer me pegó con el codo en las costillas. Levanté mi vista para ver a la profesora pelirroja parada a mi lado.

Sonreí casi pidiendo disculpas

-¿Está todo bien?-me preguntó mirando mis apuntes.

-¡Oh, claro que sí!-dije mientras seguía anotando.

La profesora tomó mi juguete y observo el color azul armado

-Me lo llevaré-

Lo guardó en un uno de sus anchos bolsillos a la vez que se alejaba hasta su escritorio.

Tire el lápiz al suelo, la profesora se volteó a verme. Me pare fuertemente

-¡señorita Moore!-gritó la profesora

-Por favor, devuélvame el cubo-pedí mientras cerraba una de mis manos.

Summer me miro boquiabierta

-Es solo un cubo de juegos-dijo Summer bajo

-¿Qué tiene de especial este cubo?-lo sacó de su bolsillo y lo miro fijamente

-Me lo dio alguien a quien amo-respondí

Sum rodeo sus ojos

-Lenin-comentó ella en silencio

-Bueno, debo recordarle que usted viene aquí a estudiar, no a juegos ni mucho menos novios-

-Devuélvamelo-pedí una vez más

-¡Es todo!-su grito me hizo saltar-¡Castigada!-

Summer tomó mi brazo y me obligo a sentar.

Tire mi cabeza derechamente al escritorio.

La campana resonó en cuanto yo caí a la mesa.

-¡Todos afuera!-grito la profesora-¡Excepto Moore!-

-Maldita sea-dije bajo, sin levantar la cabeza

-Te veo mañana-dijo Sum mientras tomaba su bolso al igual que toda la clase-Que estés bien-

La sala estuvo desocupada en pocos segundos.

La profesora se acercó a mi lado.

-Hagamos un trato-su voz me hizo levantar la cabeza para ver su horrible cara llena de una sonrisa malosa-Si armas un color, te dejo ir-

¡Genial! Se quería mofar de mí

-¿Qué color?-pregunté reincorporándome en la silla

-El blanco-

Justamente el que estaba más desordenado, quería verme sufrir, verme como me desbancaba los sesos intentando armar un puto color.

-Está bien-dije en un suspiro.

Tomé el cubo entre mis manos e intente hallar una forma de armar el blanco

-¿Quién te lo dio?-pregunto ella mientras ocupaba el lugar de Summer

-Un buen amigo-dije bajo, intentando concentrarme

-¿Es tu novio?-

Hice casi omiso a la pregunta y gire el cubo.

Debo tener cuidado, me dije a mis adentros.

Recordé que Lenin dijo que el cubo me ayudaría bastante, bien, ahora no tan solo necesitaba el cubo para salir de este complejo, necesitaba el cerebro.

Me pregunté en que clase aburrida estaría ahora Lenin, él sí que era un cerebrito, de seguro no tiene estos problemas.

-¿Helen?-preguntó la profesora

Recordé el sábado en la mañana, cuando intenté leer el libro.

Recordé como Lenin hizo que el libro flotara hasta a él con su mente, recuerdo sus ojos pardos observando mi cara.

Tire el cubo sobre la mesa.

Estaba armado, el color blanco estaba armado.

La profesora me miro boquiabierta mientras yo tomaba todas mis cosas y las guardaba en el bolso

-Hasta luego-me colgué la mochila en un hombro a la vez que tomaba el cubo y me apresuraba a salir de la sala de clases.

Observé mi reloj. Solo 9 minutos de castigo, genial.

Recorrí el vacío colegio hasta la salida, mientras mis pasos sonaban a un compás rápido por los pasillos.

De pronto, el sonido aumento mientras entraba en un pasillo más oscuro.

Me detuve y gire.

Nada, nadie.

Corrí rápidamente mientras un especial escalofrío recorría mis brazos y piernas.

Mi cuerpo se mandaba a sí mismo a través de la escuela, mientras sentía tan solo mis pasos resonar en el piso, haciéndome sentir sola.

Estaba segura de que si un bebé me decía “¡bu!” Yo gritaría y saltaría del susto

Llegué a la salida trasera del gimnasio sin darme cuenta.

Tire de la puerta inútilmente: Estaba cerrada

¡Cómo demonios cerraban el colegio en 10 minutos!

Mire en todas direcciones a la vez que soltaba la puerta del gimnasio al notar lo estúpido que era seguir tirando de ella.

Esta vez me dirigí a la entrada secundaría mientras atravesaba la mayor parte del colegio para llegar a ella, me percaté de que estaba todo cerrado a mi paso, las luces que me iluminaban cada vez eran menos, el especial escalofrío que recorría mis extremidades se amplió hasta mi espalda. Tenía miedo.

Llegué a través de los vacios pasillos hasta la entrada secundaria, por lo menos allí aún había luz.

Pero no había nadie, ni nada.

Me dirigí a la puerta e intente abrirla, agitando el picaporte envuelto en mi mano. Nada.

En cuanto saqué mi mano del metal bañado en oro, note un temblor leve recorrer mis dedos. El miedo me consumía.

Había olvidado por completo que era claustrofóbica. Al menos lo tenía olvidado, hasta ese momento.

Tomé mi mano derecha temblorosa con la mano sobrante, apreté ambas a mi pecho y levanté mi vista para dirigirme a mi nuevo destino: La entrada principal.

Ahora no había luz ni por la entrada ni en los pasillos, lo que me hacía aumentar el miedo, haciendo que mis piernas fallaran y caerme reiteradamente a causa de la oscuridad

Al igual que las otras salidas, la puerta estaba con llave.

¡No me puedo quedar encerrada en la escuela!

Gire mi cabeza a la derecha, para encontrar una ventana por donde salían unos tenues rayos de luz que podían hacerse notar gracias al total negro, allí cabía perfectamente un cuerpo humano.

Escalé hasta el marco de la ventana con la mochila a mi hombro, abrí la ventana de par en par y me tire hasta el otro lado, ya harta de que el miedo me dominará, necesitaba salir antes de que comenzaran eso típicos ataques de gritos que me daban cada vez que me veía envuelta en un cuarto sin salida.

La caída era gigante.

No pensé que podía estar tan distante al suelo, al menos, unos dos metros.

Hubiera caído bien si no me hubiera tirado tan confiadamente.

Cerré los ojos en cuanto vi el suelo próximo a mí.

Unos brazos me recibieron en lugar de la caída que tuve que haber obtenido.

Abrí los ojos para ver su perfecto rostro. Con los ojos pardos fijos en mí.

-Gracias-lo abracé rodeando mis manos por su cuello

-Casi te matas-comentó él, dejándome caer en suelo.

Lenin era tan oportuno cuando yo estaba a punto de morirme

-Lo sé-dije intentando respirar bien

-¿Por qué tardaste?-tomó mi mano guiándome a través de la vereda

-Tu famoso cubito me hizo el favor de dejarme castigada-suspire y luego levante prontamente la cabeza-¡El cubo!-intenté salir corriendo hasta la ventana abierta, la mano de Lenin unida a la mía me detuvo

-Yo lo tengo-dijo mientras me mostraba su otra mano con el juguete entre ella

Volví a suspirar y comencé a caminar al ritmo de Lenin. Esta vez más calmada.

-Gracias, otra vez-besé su mejilla.

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-¡Hey, Helen!-dijo mamá sonriendo

Mire por sobre el sillón mientras cerraba el libro que había abierto hace unos segundos.

El diario de Ana Frank me tenía algo entusiasmada

-¿Puedes cuidar de Sophie hoy?-preguntó mientras picaba pimentón en un tabla sobre un mesón de la cocina.

Mamá llevaba su peculiar delantal con flores blancas para cocinar. Siempre lo ocupaba cuando estaba en la cocina

-¿Hoy?-Consulté mientras dejaba el libro sobre el sillón y me dirigía a la cocina-¿Por qué hoy?-

-Creo que los Stevens están de aniversario o algo por el estilo-siguió torturando al pimentón con un filudo cuchillo mientras me hablaba

-¿Y Stephen con Trip?-

-Ambos están en un campamento-tiro todos los cubitos verdes dentro de una olla con la ayuda de la tabla para picar y el cuchillo

-Pero estamos en escuela-junté mis cejas

-Creo que son boy scouts-dejó la tabla junto con el cuchillo sobre el mesón

-Ah-fue todo lo que limite a decir-¿A qué hora?-empezaba a oscurecer.

Tenía que asumir que me daba risa pensar en Trip cubierto con un uniforme de Boy Scout, sonreí a mis adentros para poder concentrarme en la respuesta de mi madre.

-En una hora-secó sus manos en el delantal y paso por mi lado-Me han invitado a una pequeña celebración ¿Te molesta si voy?-preguntó mientras retiraba su delantal y lo colgaba en un perchero

Negué con la cabeza y camine hasta el sillón, me acomodé en el respaldo del confortable cuero negro y apoyé mis pies sobre la mesita de café. Tomé el libro en mis manos y lo hojeé hasta el lugar donde iba.

De pronto, entró en mi cabeza la imagen de Lenin. Sin previo aviso se apodero de mi mente, al tal parecer, para mí cerebro era más interesante el hermoso chico de cabellera castaño claro que el libro y la sufrida vida de Ana Frank.

Empecé a preguntarme como Lenin pudo conseguir sus poderes, porque él ya no dormía, porque no comía.

Una pregunta entró en mi cabeza… ¿Lenin habrá sido humano alguna vez?

<<-….Pero si tus abuelos no quieren, no deberías hacerlo a sus espaldas.

-El amor no se puede forzar.

En ese momento pasamos por delante de la librería Blankevoort….>>

Releí esa parte unas cinco veces, en especial una frase <<El amor no se puede forzar>>

Cerré el libro mientras me paraba para recibir a Sophie, a la vez que mamá salía apresurada por la puerta.

Capitulo 7

-De verdad, muchas gracias otra vez-dijo mi madre mientras besaba mi mejilla

-Te mereces estas vacaciones, ve-la tomé por la espalda a la vez que empujaba su cuerpo hasta la salida-Se te hace tarde-

-Gracias, cuídate. Tan solo serán cuatro días-dijo ella

-Y dos de ellos los pasaré con mi padre-recordé rodeando los ojos

-¡Anímate!-pidió sonriente

Sonreí con mi mejor imitación posible.

Tomé la maleta de mamá y la subí sobre el Jeep de Lenin.

Lenin se había ofrecido a llevarla hasta el aeropuerto, así sería más fácil… Aunque pensé que mi madre se preguntaría porque Lenin tiene un auto si es menor de edad, aún así, intente no tomar importancia al asunto.

Me sentía algo insegura al entregarle de esta forma a Lenin mi madre, la última vez que estuvo cerca de ella intento matarla. Espero que no lo vuelva a hacer ahora.

Vi la mano de mi madre agitarse de un lado a otro a través del cristal del Jeep, me despedí igualmente.

Lenin llegó a mi lado con una mano en el bolsillo derecho de sus jeans. Hacía algo de frío.

-Cuídala-le pedí a la vez que ordenaba su chaqueta sobre sus hombros.

-Sí-miro hacia el piso y luego a mi rostro-Te quiero-

Sonreí

-Te quiero-dije a la vez que le daba un beso corto en sus labios.

Lo empuje desde el pecho hasta el auto

-¡Ve con cuidado!-grité mientras el subía a su reluciente Jeep.

Sonrío e hizo andar el automóvil desapareciendo al final de la calle.

Suspire y cerré la puerta tras de mí, quedando varada en medio del living de mi casa.

Ahora esto se asimilaba algo a mi antigua vida, sola en casa… Por días.

-¡Helen!-el grito de una chica tras de la puerta me alertó

Abrí la puerta sin mirar.

Kristen y su grupo de imitadoras estaban esperando sonrientes

Esto no era mi antigua vida.

-¿estás sola?-pregunto Kristen

Asentí sin decir nada. Intenté cerrar la puerta, pero una mano me detuvo. Era Stella, una de las imitadoras de la “fabulosa” Kristen

-¡Tenemos que hacer una fiesta!-exclamó la líder de las clones con su voz chillona-¡Claro!-rodeó sus ojos-Primero tenemos que arreglar a Helen, ¡Parece estropajo!-

Sus imitadoras rieron junto a ella.

Abrí mi boca levemente a la vez que ocupaba mis manos para abrir la puerta y empujar a todas las chicas al barro tras la entrada

-¡Olvídense de eso!-grité mientras ellas me miraban desconcertadas, intentando comprender como llegó tanto barro a sus “perfectos cuerpos esqueléticos”-¡Ahora váyanse antes de que les pegué hasta que pueda ver sus reales narices!-Mi respiración estaba agotada y agitada.

Todas se levantaron como pudieron y corrieron cuan posibles se les hizo con sus palos bajo las caderas, las cosas a las que ellas llamaban piernas.

La puerta se cerró con ayuda del viento dejándome afuera de la casa.

Intenté abrirla con todo lo el peso de mi cuerpo, pero esta solo se removía una y otra vez sin éxito.

Suspire mientras me sentaba resignada en la entrada de la casa. Tapé mis brazos con algo de ayuda de mis manos, cruzándolas frente mi pecho. Bajé la vista hasta el suelo.

Intenté recordar donde demonios pude haber puesto una llave de repuesto. Bien… Si ocupaba la memoria, lo lograría en poco tiempo.

¡Claro!

Me levanté corriendo hasta llegar a la puerta principal, donde todas mis esperanzas murieron.

-En la cocina-recordé.

Hace un mes había perdido mis llaves y ocupaba las de repuesto mientras obtenía una copia.

Ayer, cuando llegué de clases, dejé la llave en la mesa de la cocina.

Suspire y apoyé mi cabeza contra la puerta.

Un viento abrumador envolvía mi cuerpo, haciendo que me castañearan los dientes. Empecé a temblar en poco tiempo.

Un rechinido se escuchó por sobre el silencio y la quietud.

Una moto roja se detuvo frente a mi casa, quedé paralizada en la puerta, ignorando el temblor de mi cuerpo.

Sobre la moto pude ver a un chico, de eso estaba segura.

¡Que sea Trip, que sea Trip! Pedía a mi misma

El chico bajo de la motocicleta y sacó rápidamente su casco, dejando una cabellera castaña en punta al descubierto.

Me helé en cuanto lo reconocí, y no precisamente por el frío.

Él colocó sus furiosos ojos miel en mí y el alrededor. Corrió hasta mi lado sin previo aviso.

Este chico era el mismo con el cual Lenin se había peleado hace unos meses, justamente antes de mi “despertar”

-¿¡Donde esta!?-preguntó alarmado mientras me sacaba del medio para entrar a la casa.

Intentó derribar la puerta, lo detuve antes de que lo hiciera

-¿Quién?-pregunté reuniendo fuerzas

-¡Oh, por favor!-golpeó la puerta con furia-¡Abre, Lenin!-

-Lenin no está-

-Claro…-dijo sarcástico-Y tú eres buena actriz-

Lo observé con enfado unos segundos sin decir nada, marcando un silencio que solo era derribado por las ramas de los arboles moviéndose al ritmo de la ráfaga de viento. Sus ojos miel me intimidaron, así que baje la vista

-Él no está-repetí

Sentí como mi cuerpo era tomado por mis hombros, zamarreándome fuertemente

-¡Dime ahora la verdad!-exigió

-Está en el aeropuerto-las palabras salieron de mi boca, por lo cual tapé mis labios en cuanto dije eso

Él chico tomó mi cuerpo desde mi mano y me obligo a caminar hasta su motocicleta, me entregó el casco tirándomelo encima

-Lo último que necesito es que me involucren en el asunto más de lo que debo-refunfuño él, a la vez que se subía sobre el transporte-¡Súbete!-ordenó

Salté frente su exclamación. Subí de un salto a la motocicleta, temblando.

-Sujétate-ordenó él

Me tomé desde la parte de atrás de la motocicleta, lo último que quería era abrazarlo.

Él negó con la cabeza y aceleró lo más rápido que le dio la posibilidad el motor.

Apreté más la parte trasera de la motocicleta, hasta el extremo que pensé en que podría quebrar el metal.

¡Maldita sea! Pensé.

Este chico quiere muerto a Lenin, lo quiere ver muerto y sepultado mil metros bajo tierra.

-También a ti-murmuró él

-¿Qué?-pregunté extrañada

-También te quiero a ti enterrada bajo mil metros-

Abrí los ojos y tomé aún más fuerte el metal envuelto con mis manos.

Condujo varios metros, hasta casi llegar al aeropuerto.

En un instante, todo se me hizo más rápido de lo que pude captar. Mi corazón latió desbocado dentro de mi cuerpo, sintiendo que saldría por mi boca o quizás por mi pecho.

El jeep negro lo vi enfrente de la motocicleta, sonó un derrapado y luego caí al suelo, dejando de escuchar o sentir algo. Tan solo podía ver, pero de un momento a otro me había vuelto sorda y una parálisis general obtuvo mi cuerpo, impidiéndome un movimiento.

Los recuerdos eras fugaces y borrosos, pero aún así los recuerdo.

Vi como Lenin bajaba corriendo desde el Jeep.

Vi como el chico había quedado perfectamente bien sobre la moto, mientras yo estaba tumbada en el suelo.

Lenin gritó algo y luego lo golpeó en la cara, dejándolo botado en el suelo igualmente.

Después de ver eso cerré los ojos.

En ese entonces, todo se volvió negro.

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