The Reaper ||| Original [Prólogo/??]

El retraso había sido notorio y es que aun siendo un viaje tan largo, no era de los primeros que realizaba a aquel país y ni mucho menos, el último. Desde pequeña y desde un uso de razón, viajaba constantemente con mis padres a Estados Unidos, siempre a visitar a los abuelos y a reunirse con los amigos de la familia, más de ellos que de mí misma y es que siempre terminaba encerrada en mi cuarto, no porque fuese una chica rebelde, sino que el estar rodeada de adultos terminaba siendo algo… aburrido.  Pero todo cambió cuando mis abuelos paternos fallecieron, se podía sentir que el viaje era diferente a los otros, que la muerte nos rondaba a todo momento y que pronto nos estaría buscando nuevamente, algo de lo que no me equivocaba pero que no tomé en cuenta hasta que era demasiado tarde.

Puedo recordar la lluvia en Manhattan, el olor a asfalto mojado me llegaba inclusive a marear y es que ni en Seúl podía soportar tal olor, no sé porqué, pero tampoco es algo que le tome importancia… quizás sea porque siempre un día triste en mi vida ha sido adornado por lluvias torrenciales.  En el funeral de mis abuelos, quienes fallecieron por un accidente de auto, fue la primera vez que vi a aquel hombre. En ese entonces tenía tan solo diecisiete años. Era alto, bastante en comparación a mi madre o a mí, de cuerpo robusto y de un mirar un tanto distante, serio, cómo si ocultase algún tipo de secreto. Siempre creí que era el jefe de alguna mafia y es que su formalidad y cierta oscuridad que rodeaba su ser eran de notar, tanto que solo mis padres compartían con él, además, su nombre no ayudaba mucho… ¿Quién se llamaba Mad*? ¿Acaso no habían encontrado un nombre más común como John? Realmente daba miedo estar cerca de él, pero de igual forma, era sumamente interesante, atractivo y por sobre todo, misterioso, lo cual me fascinaba en secreto.  No intercambiamos muchas palabras, solo fue un simple saludo y una sonrisa de mi parte, ya que él solo se limitaba a hacer una reverencia y seguir conversando con mis padres… Ni siquiera estábamos en Corea y este hombre parecía ser sacado de alguna de las familias más conservadoras del país, algo que me desagradaba aun más y que reclamaba continuamente a mi padre, quien le defendía diciendo “Mad no es estadounidense, debes de entender que sea más… formal” algo que al final me terminó por desinteresar, más aun cuando volvimos a Corea y dejamos Estados Unidos lejos.

Uno de los periodos que recuerdo poco antes de que mis padres fallecieran fue una discusión que mantuvieron en su despacho, de que algo no iba bien, que pronto alguien les encontraría… ¿Acaso había algo extraño en ellos? Nunca lo supe y tampoco lo pude preguntar, pues poco tiempo de que cumpliese veinticinco años, alguien entró a la casa donde vivíamos, donde no se robó nada, donde dejó todo intacto menos a mis padres, quienes fueron asesinados a sangre fría por quien nunca lograron encontrar y que aun con todo el dinero que puse para la investigación, el asesino desapareció de la faz de la tierra y yo… yo de a poco me empecé a hundir.

Pensé que mis padres eran buenas personas, siempre tuve ese pensamiento, pero las deudas eran inmensas, deudas que me arrebataron toda la fortuna que ellos habían logrado, deudas que me dejaron en la calle y que me obligaron a alejarme del país que me vio nacer e ir hacia dónde no quería volver, Estados Unidos.