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Inocencia Impetuosa (Joe Jonas & _______ ) [Adaptación Terminada]
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
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Re: Inocencia Impetuosa (Joe Jonas & _______ ) [Adaptación Terminada]
Se encogió de hombros y se apresuró por el pasillo, que terminaba en la cocina, grande y destartalada. Cruickshank estaba luchando por abrir la puerta de atrás, y justo cuando lo consiguió se oyó el ruido de un caballo resoplando en medio de la niebla húmeda. _______________ salió corriendo al patio de atrás, y Cruickshank la siguió hasta el coche de caballos. Subieron rápidamente y se sentaron, mientras Ben se encaramaba al pescante. Con un suave chasquido, puso en marcha a los caballos, y el coche salió silenciosamente del patio hacia el camino.
Mientras avanzaban, _______________ iba pensando en el Place. La vieja casa estaba situada en medio de una finca en la que la vegetación y las malas hierbas lo habían invadido todo. Las vallas estaban rotas, y las puertas de la verja estaban desvencijadas. En realidad, la finca no era tan grande como otras de la zona, pero había pasado malos tiempos, y el abandono que había sufrido había pasado factura.
Estaba segura de que su padre desconocía el estado en el que se encontraba la propiedad. De lo contrario, no habría dispuesto que _______________ viviera allí, o hubiera hecho lo necesario para que la casa recuperara su antiguo esplendor. En realidad, por lo que había visto en los pocos días que había pasado en el Place, no estaba muy segura de que mereciera la pena intentarlo.
Respiró aliviada por haber conseguido marcharse de la finca. Lo único que lamentaba era no haber podido encontrar unas pinturas de su padre. Él le había dicho a _______________ que había dejado en la casa unos veinte óleos, entre los cuales había un retrato de su madre que había pintado poco después de que se casaran. Su padre siempre había afirmado que aquel era el mejor retrato que le había hecho a su esposa.
_______________ ansiaba ver de nuevo la cara de su querida madre, que no era más que un recuerdo borroso para ella. Sin embargo, Charles le había dicho que no conocía aquellas pinturas, y aunque _______________ las había buscado a escondidas, no había logrado encontrarlas. Y, al escaparse de las garras de Charles, había perdido los óleos. Suspiró filosóficamente. Sabía que había hecho la elección correcta, aunque deseara con todas sus fuerzas aquel retrato de su madre.
La niebla de la mañana se estaba disipando cuando llegaron al pequeño pueblo de Alton Rise, situado en la encrucijada de varios caminos principales. Ben detuvo los caballos justo al lado de la posada. Saltó del pescante y se acercó a la ventana del carruaje. _______________ la abrió y sacó la cabeza.
—Ben, ¿podrías enterarte de dónde vive el juez? Si su casa está muy lejos, pregunta por el propietario de la finca más cercana.
Ben asintió y desapareció por la puerta de la posada. A los diez minutos, volvió.
—Dicen que lo mejor es que vayamos a Candlewick Hall. El propietario es lord Alton, de Londres. Su familia ha vivido aquí durante generaciones. La posadera piensa que lo más seguro para usted es pedir ayuda allí.
— ¡Por Dios, Ben! No les habrás dicho que...
Ben se encogió de hombros.
—No ha sido una sorpresa para ellos. Por lo que parece, ese primo suyo no tiene muchas simpatías por aquí...
_______________ reflexionó sobre aquello. No era difícil de creer. En tres días, Charles le había demostrado sin lugar a duda qué clase de individuo era.
—¿A qué distancia está Candlewick Hall?
—A unos cuatro kilómetros —respondió Ben, mientras subía de nuevo al pescante.
Cuando el coche se puso en marcha, _______________ se recostó en el respaldo del asiento y pensó en lo que le diría a la señora de la finca.
Sin duda, tendría que ser franca con lady Alton. No estaba segura de lo que podría hacer por ella, pero al menos, podría darle las señas de algún hotel en Londres, donde ella pudiera quedarse y estar a salvo.
El carruaje entró en un camino mucho mejor que el que conducía al Place. _______________ se fijó en el paisaje que estaban atravesando. Los campos estaban bien cuidados, y las ovejas y las vacas pastaban en los prados. Y, como si quisiera contribuir a la belleza de aquella imagen, el sol salió de entre las nubes y llenó la escena de luz y de brillo.
_______________ se quedó aún más impresionada cuando llegaron a la finca. Las puertas eran de hierro forjado, inmensas, y desde ellas, un camino de gravilla perfectamente dibujado conducía hasta la casa entre dos líneas de hayas. Los caballos agradecieron aquella superficie lisa y cabalgaron alegremente. _______________ miraba por la ventanilla, encantada. Así era como ella había imaginado que sería la residencia campestre de un lord inglés, con césped bien cuidado y macizos podados a la perfección, e incluso un pequeño lago ornamental.
Mientras avanzaban, _______________ iba pensando en el Place. La vieja casa estaba situada en medio de una finca en la que la vegetación y las malas hierbas lo habían invadido todo. Las vallas estaban rotas, y las puertas de la verja estaban desvencijadas. En realidad, la finca no era tan grande como otras de la zona, pero había pasado malos tiempos, y el abandono que había sufrido había pasado factura.
Estaba segura de que su padre desconocía el estado en el que se encontraba la propiedad. De lo contrario, no habría dispuesto que _______________ viviera allí, o hubiera hecho lo necesario para que la casa recuperara su antiguo esplendor. En realidad, por lo que había visto en los pocos días que había pasado en el Place, no estaba muy segura de que mereciera la pena intentarlo.
Respiró aliviada por haber conseguido marcharse de la finca. Lo único que lamentaba era no haber podido encontrar unas pinturas de su padre. Él le había dicho a _______________ que había dejado en la casa unos veinte óleos, entre los cuales había un retrato de su madre que había pintado poco después de que se casaran. Su padre siempre había afirmado que aquel era el mejor retrato que le había hecho a su esposa.
_______________ ansiaba ver de nuevo la cara de su querida madre, que no era más que un recuerdo borroso para ella. Sin embargo, Charles le había dicho que no conocía aquellas pinturas, y aunque _______________ las había buscado a escondidas, no había logrado encontrarlas. Y, al escaparse de las garras de Charles, había perdido los óleos. Suspiró filosóficamente. Sabía que había hecho la elección correcta, aunque deseara con todas sus fuerzas aquel retrato de su madre.
La niebla de la mañana se estaba disipando cuando llegaron al pequeño pueblo de Alton Rise, situado en la encrucijada de varios caminos principales. Ben detuvo los caballos justo al lado de la posada. Saltó del pescante y se acercó a la ventana del carruaje. _______________ la abrió y sacó la cabeza.
—Ben, ¿podrías enterarte de dónde vive el juez? Si su casa está muy lejos, pregunta por el propietario de la finca más cercana.
Ben asintió y desapareció por la puerta de la posada. A los diez minutos, volvió.
—Dicen que lo mejor es que vayamos a Candlewick Hall. El propietario es lord Alton, de Londres. Su familia ha vivido aquí durante generaciones. La posadera piensa que lo más seguro para usted es pedir ayuda allí.
— ¡Por Dios, Ben! No les habrás dicho que...
Ben se encogió de hombros.
—No ha sido una sorpresa para ellos. Por lo que parece, ese primo suyo no tiene muchas simpatías por aquí...
_______________ reflexionó sobre aquello. No era difícil de creer. En tres días, Charles le había demostrado sin lugar a duda qué clase de individuo era.
—¿A qué distancia está Candlewick Hall?
—A unos cuatro kilómetros —respondió Ben, mientras subía de nuevo al pescante.
Cuando el coche se puso en marcha, _______________ se recostó en el respaldo del asiento y pensó en lo que le diría a la señora de la finca.
Sin duda, tendría que ser franca con lady Alton. No estaba segura de lo que podría hacer por ella, pero al menos, podría darle las señas de algún hotel en Londres, donde ella pudiera quedarse y estar a salvo.
El carruaje entró en un camino mucho mejor que el que conducía al Place. _______________ se fijó en el paisaje que estaban atravesando. Los campos estaban bien cuidados, y las ovejas y las vacas pastaban en los prados. Y, como si quisiera contribuir a la belleza de aquella imagen, el sol salió de entre las nubes y llenó la escena de luz y de brillo.
_______________ se quedó aún más impresionada cuando llegaron a la finca. Las puertas eran de hierro forjado, inmensas, y desde ellas, un camino de gravilla perfectamente dibujado conducía hasta la casa entre dos líneas de hayas. Los caballos agradecieron aquella superficie lisa y cabalgaron alegremente. _______________ miraba por la ventanilla, encantada. Así era como ella había imaginado que sería la residencia campestre de un lord inglés, con césped bien cuidado y macizos podados a la perfección, e incluso un pequeño lago ornamental.
NiinnyJonas
Re: Inocencia Impetuosa (Joe Jonas & _______ ) [Adaptación Terminada]
Ay! Que hermosa vista!
Se pone muy interesante, vuelve pronto!
Un abrazo!
Se pone muy interesante, vuelve pronto!
Un abrazo!
Augustinesg
Re: Inocencia Impetuosa (Joe Jonas & _______ ) [Adaptación Terminada]
ahhh ya quiero que se encuentre con Joe!!
Siguela!!
Siguela!!
aranzhitha
Re: Inocencia Impetuosa (Joe Jonas & _______ ) [Adaptación Terminada]
CIELOS!!!.. COMO ME HUBIERA GUSTADO VIIVR EN ESA EPOCA Y EN LONDRES!!!!..... JJEJEJEJEJEJJE AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAHHHH!!!!!!!!!!!!!
UN DIA VISITARE LONDRES
UN DIA VISITARE LONDRES
chelis
Re: Inocencia Impetuosa (Joe Jonas & _______ ) [Adaptación Terminada]
yo tambien quiero que se encuentre a joe
vania0107
Re: Inocencia Impetuosa (Joe Jonas & _______ ) [Adaptación Terminada]
me encanta tu nove , síguela por favor
fernanda
Re: Inocencia Impetuosa (Joe Jonas & _______ ) [Adaptación Terminada]
perfección, e incluso un pequeño lago ornamental.
Y cuando por fin avistó la casa, sus labios formaron una exclamación de deleite.
Los muros de color crema de Candlewick Hall se erguían frente a ella, orgullosos. La escalera principal era de piedra y subía desde el camino de gravilla hasta las dos enormes puertas de la casa. Los cuarterones de cristal de las altísimas ventanas resplandecían. A la luz de la mañana, la casa transmitía una sensación de paz, de tranquilidad, de solidez. Aquello era todo lo que ella había querido encontrar en Inglaterra.
Cuando el coche se detuvo frente a la escalera, Ben se bajó, le abrió la puerta y la ayudó a bajar. Después la escoltó por las escaleras, y se adelantó para llamar con la enorme cancela.
_______________ se puso nerviosa delante de las puertas de la casa. Le había parecido mucho más fácil pedirle ayuda a una desconocida cuando estaba en la cama, la noche anterior. Pero el recuerdo del acoso de Charles le revitalizó el ánimo. Cuando oyó el sonido de unos pasos que se acercaban, tomó aire y se obligó a sonreír con seguridad.
— ¿Sí?
El mayordomo que había abierto la miraba con actitud majestuosa.
—Buenos días. Me llamo _______________ Hartley. Me pregunto si podría hablar con lady Alton.
_______________ se quedó satisfecha con su tono de voz. Parecía que estaba relajada, a pesar de que en realidad temblaba por dentro. Si el mayordomo era así de ceremonioso, ¿cómo sería la señora de la casa?
El mayordomo no se movió, y _______________ se preguntó si no sería duro de oído. Estaba intentado reunir el valor para repetir la petición en un tono de voz más elevado cuando el hombre sonrió, y, amablemente, se inclinó.
—Si espera en la sala, señorita Hartley, informaré a lord Alton inmediatamente.
Animada por aquellas palabras, estaba cruzando el umbral cuando terminó de analizar su significado. Se detuvo al instante.
—¡Oh! Pero... yo quisiera hablar con lady Alton.
—Sí, por supuesto, señorita. Por favor, siéntese.
Incapaz de resistirse a la amabilidad persuasiva del mayordomo, _______________ lo siguió por una preciosa habitación y se sentó en una butaca. Después de asegurarse de que ella no quería tomar ningún refresco a aquella hora tan temprana, el digno personaje se retiró.
_______________ miró a su alrededor, ligeramente aturdida. El interior de Candlewick Hall era tan espléndido como el exterior. Estaba amueblado con un gusto exquisito, y la atmósfera desprendía serenidad. Paseó la mirada por la estancia y, de repente, se fijó en una enorme pintura colgada sobre la chimenea. Como hija de un pintor, no pudo evitar admirar un magnífico cuadro de Fragonard. Sin embargo, se quedó azorada al constatar que en la pintura había muchas figuras femeninas desnudas. Pensó que habría sido más apropiado colgar aquel cuadro en una habitación privada, pero después recordó que no sabía nada de los caprichos de la alta sociedad inglesa. Además, no había duda de que el cuadro era una exquisita obra de arte.
Los suaves colores de la habitación la relajaron. Sonrió para sí misma y se recostó en la butaca. Candlewick Hall parecía especialmente hecha para calmar los sentidos.
Los efectos de los tres últimos días se dejaron sentir. Los párpados empezaron a caérsele. Podría permitirse el lujo de cerrar los ojos. Sólo un momento.
—Milord, una señorita desea veros.
Joseph Jonas, quinto vizconde de Alton, elevó su mirada azul hasta el rostro del mayordomo. Por la mesa de caoba del comedor estaban dispersos los restos de un desayuno sustancioso, que él había apartado para hacer sitio a una pila de cartas. Lord Alton tema una de ellas entre sus largos dedos.
—¿Perdón?
—Una joven señorita ha llamado a la puerta, milord —el rostro del mayordomo no denotó una sola emoción.
Lord Alton arqueó sus cejas negras. Sus rasgos se endurecieron y su mirada se hizo mucho más fría.
—¿Está bien de la cabeza, Duckett?
Semejante pregunta, en semejante tono, habría dejado a cualquier sirviente reducido a balbuceos. Pero Duckett era un mayordomo de la más alta categoría, y conocía a lord Alton desde la cuna. Respondió a la pregunta con una sonrisa ligerísima.
—Por supuesto que sí, milord.
Y cuando por fin avistó la casa, sus labios formaron una exclamación de deleite.
Los muros de color crema de Candlewick Hall se erguían frente a ella, orgullosos. La escalera principal era de piedra y subía desde el camino de gravilla hasta las dos enormes puertas de la casa. Los cuarterones de cristal de las altísimas ventanas resplandecían. A la luz de la mañana, la casa transmitía una sensación de paz, de tranquilidad, de solidez. Aquello era todo lo que ella había querido encontrar en Inglaterra.
Cuando el coche se detuvo frente a la escalera, Ben se bajó, le abrió la puerta y la ayudó a bajar. Después la escoltó por las escaleras, y se adelantó para llamar con la enorme cancela.
_______________ se puso nerviosa delante de las puertas de la casa. Le había parecido mucho más fácil pedirle ayuda a una desconocida cuando estaba en la cama, la noche anterior. Pero el recuerdo del acoso de Charles le revitalizó el ánimo. Cuando oyó el sonido de unos pasos que se acercaban, tomó aire y se obligó a sonreír con seguridad.
— ¿Sí?
El mayordomo que había abierto la miraba con actitud majestuosa.
—Buenos días. Me llamo _______________ Hartley. Me pregunto si podría hablar con lady Alton.
_______________ se quedó satisfecha con su tono de voz. Parecía que estaba relajada, a pesar de que en realidad temblaba por dentro. Si el mayordomo era así de ceremonioso, ¿cómo sería la señora de la casa?
El mayordomo no se movió, y _______________ se preguntó si no sería duro de oído. Estaba intentado reunir el valor para repetir la petición en un tono de voz más elevado cuando el hombre sonrió, y, amablemente, se inclinó.
—Si espera en la sala, señorita Hartley, informaré a lord Alton inmediatamente.
Animada por aquellas palabras, estaba cruzando el umbral cuando terminó de analizar su significado. Se detuvo al instante.
—¡Oh! Pero... yo quisiera hablar con lady Alton.
—Sí, por supuesto, señorita. Por favor, siéntese.
Incapaz de resistirse a la amabilidad persuasiva del mayordomo, _______________ lo siguió por una preciosa habitación y se sentó en una butaca. Después de asegurarse de que ella no quería tomar ningún refresco a aquella hora tan temprana, el digno personaje se retiró.
_______________ miró a su alrededor, ligeramente aturdida. El interior de Candlewick Hall era tan espléndido como el exterior. Estaba amueblado con un gusto exquisito, y la atmósfera desprendía serenidad. Paseó la mirada por la estancia y, de repente, se fijó en una enorme pintura colgada sobre la chimenea. Como hija de un pintor, no pudo evitar admirar un magnífico cuadro de Fragonard. Sin embargo, se quedó azorada al constatar que en la pintura había muchas figuras femeninas desnudas. Pensó que habría sido más apropiado colgar aquel cuadro en una habitación privada, pero después recordó que no sabía nada de los caprichos de la alta sociedad inglesa. Además, no había duda de que el cuadro era una exquisita obra de arte.
Los suaves colores de la habitación la relajaron. Sonrió para sí misma y se recostó en la butaca. Candlewick Hall parecía especialmente hecha para calmar los sentidos.
Los efectos de los tres últimos días se dejaron sentir. Los párpados empezaron a caérsele. Podría permitirse el lujo de cerrar los ojos. Sólo un momento.
—Milord, una señorita desea veros.
Joseph Jonas, quinto vizconde de Alton, elevó su mirada azul hasta el rostro del mayordomo. Por la mesa de caoba del comedor estaban dispersos los restos de un desayuno sustancioso, que él había apartado para hacer sitio a una pila de cartas. Lord Alton tema una de ellas entre sus largos dedos.
—¿Perdón?
—Una joven señorita ha llamado a la puerta, milord —el rostro del mayordomo no denotó una sola emoción.
Lord Alton arqueó sus cejas negras. Sus rasgos se endurecieron y su mirada se hizo mucho más fría.
—¿Está bien de la cabeza, Duckett?
Semejante pregunta, en semejante tono, habría dejado a cualquier sirviente reducido a balbuceos. Pero Duckett era un mayordomo de la más alta categoría, y conocía a lord Alton desde la cuna. Respondió a la pregunta con una sonrisa ligerísima.
—Por supuesto que sí, milord.
NiinnyJonas
Re: Inocencia Impetuosa (Joe Jonas & _______ ) [Adaptación Terminada]
ok, estoy algo revuelta!!
Ya salio Joseph!!
Siguela!!
Ya salio Joseph!!
Siguela!!
aranzhitha
Re: Inocencia Impetuosa (Joe Jonas & _______ ) [Adaptación Terminada]
siguela, dios esta mega interesante
vania0107
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