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Mensaje por liliumpumilum Lun 13 Mayo 2013, 7:42 pm

Capítulo 3


Louis se estaba comportando de un modo muy extraño últimamente, y a Harry le ponía los pelos de punta. Apenas le sostenía la mirada unos segundos, dejaba la habitación sin motivo alguno en el medio de una conversación, era evasivo, inquieto. Harry se había imaginado que después de la charla de aquella madrugada las cosas se volverían un poco raras, pero esto era el colmo. Louis no se había comportado de un modo tan extraño ni siquiera aquella vez en la que se habían besado.

Que le haya tocado franco ese fin de semana le vino al pelo. Ver a su mamá, ser mimado y contenido aunque fuera por un tiempo, lo relajaría bastante. Además también vería a Jay y a las niñas, porque la cárcel quedaba cruzando Doncaster. Las extrañaba, y mucho.

Louis se había sorprendido un poco cuando le dijo que viajaría para esos lados, pero a pesar de la obvia incomodidad, se había invitado a acompañarlo. A fin de cuentas, dijo, hacía mucho que no visitaba a sus hermanas.

Tomaron el tren el  viernes por la tarde, después de terminar de trabajar y cursar. Harry llevaba una mochila bastante liviana, mientras que el bolso de Louis estaba más cargado y lleno de regalos. A él también le gustaría poder comprar cosas para las niñas, pero cualquier resto que le quedaba del salario iba a pagar el abogado.

El aire en el vagón estaba tan frío que helaba la sangre. Louis hacía de cuenta que leía, pero hacía varios minutos que no pasaba de página. Harry apoyó la cabeza contra el vidrio, miró los árboles y las casas  perdidas en el campo, pensó en su mamá y en las tantas cosas que tenía para contarle. Por un momento barajó la posibilidad de hablarle de Louis, de encontrar alguien con quien desahogar el desconcierto y la confusión que sentía, pero en seguida la descartó. A su mamá, en la cárcel, sólo le contaba buenas noticias. Que estaba trabajando, que le iba bien en la universidad, que había hecho amigos nuevos.

El sonido de una hoja moviéndose capturó finalmente la atención de Harry. Era el primer sonido que escuchaba en casi una hora, además del raqueteo del tren y el murmulló de los otros vagones. Louis parecía finalmente concentrado en el texto, pues sus ojos brillaban enredados en aquellas palabras. Se veía adorable leyendo, cambiando de gesto de vez en cuando, seguramente imitando, inconscientemente, las expresiones y los sentimientos de los personajes de su libro.

Él también había cambiado mucho en los últimos años. En general el comentario venía del otro lado (a ojos de Louis el único que había crecido era él) pero para Harry, las cosas que habían cambiado en Louis eran demasiadas. Su porte, en general, más firme y erguido. Sus cejas, su rostro se había vuelto más masculino, la barba que, aunque se afeitara todos los días antes de trabajar, seguía asomándose. Louis se veía más hombre y más guapo que hacía unos años, cuando lo conoció.

Quizá era por eso que lo sacaba de quicio que no pudiera mantener una conversación normal sólo porque una noche, ebrios, se habían confesado que a los dos les había resultado una experiencia agradable besarse. No era un adolescente, ni un niño. Se supondría que podría lidiar con eso. Mierda, hasta Harry podía lidiar con eso.

El tren llegó a Doncaster un poco tarde. Harry y Louis tomaron un taxi, porque llovía, y llegaron a la casa de los Tomlinson justo para comer. Jay tuvo que retener los fideos en el agua unos minutos más para que las mellizas terminaran de saludarlos, Hacía tanto que no los veían que alternaban saludos ruidosos con momentos de incómodo silencio, en los que cruzaban miradas entre ellas, pidiéndose un consejo.

Harry las observaba enternecido, ellas también estaban mucho más grandes que cuando las conoció. En esa época tenían apenas 5 años, iban al jardín, eran cachetonas, dibujaban por horas en la mesa de la sala. Eran más altas ahora, los rostros se habían alargado, la forma de hablar se había vuelto mucho más seria y articulada. Harry adivinó sin verlo, que el cuarto también habría cambiado mucho. En vez de crayones muñecas, y revistas en lugar de fábulas. A primera vista parecía que no le pedirían, esa noche, que les leyera otra vez el cuento del traje nuevo del emperador.

Sonrió ante el recuerdo de aquellas risitas entredormidas, bien entrada la noche, cuando Harry les leía. Compartían una mirada pícara entre ellas, sorprendidas de que un adulto les leyera las palabras desnudo, y estúpido. Eran las mismas risas que habían soltado aquella vez que Louis cantó para ellas. Para ellos.

En la hora de la cena, Fizzy se sentó al lado de Harry. Él siempre disfrutaba de hablar con ella, era un poco seria para su edad, pero eso permitía que pudieran compartir charlas de las que él entendía al menos algo. Lottie estaba en cambio en la más ardua adolescencia, hablaba de cantantes de moda, de ropa, de chicos. Fizzy a veces intentaba seguirle el rastro, pero en cambio se distraía todavía leyendo algún libro, mirando dibujos animados con las mellizas.

Hablaron de la escuela, de deportes. Harry escuchaba apenas la conversación de Louis y Lottie, él la estaba molestando para sacarle algo de información acerca del algo-así-como-un-novio que tenía. Jay que se había mantenido neutral al principio, para la hora del postre se había aliado con Louis para torturar a la pobre chica, que miraba a Harry y Fizzy en busca de apoyo.

El novio resultó ser Caleb, un chico del colegio un año mayor que ella. Técnicamente no estaban saliendo, aunque habían ido una vez al cine y a jugar a los bolos con un grupo de amigos. Harry observó como, a pesar de que Louis bromeaba con su hermana, estaba en realidad bastante preocupado al respecto.

Al fin de cuentas, aunque Jay asegurara que se trataba de un buen chico, que ella le había dado clases, era su hermanita menor y Louis no quería compartirla todavía.

Después de la cena, Louis se fue a la casa de Matt. Aunque se sintió un poco dejado de lado, Harry aceptó que al fin  de cuentas era para mejor. No habían vuelto a estar a solas en ese cuarto desde aquella vez, y él necesitaba una noche de sueño rejuvenecedor, y no de incomodidad constante que no lo dejara dormir.

Louis lo despertó la mañana siguiente. Harry sonrió, entredormido, se sentía joven en esa situación, se sentía como si el tiempo no hubiese pasado. Aún se le ponía la piel de gallina cada vez que Louis lo tocaba, aún no podía evitar fantasear acerca de una vida distinta, en la que la que aquella voz pronunciando su nombre una mañana no fuera una excepción, sino algo cotidiano. No pudo evitar sonreír, como siempre que Louis lo despertaba y se preguntó cómo era posible que él no supiera que estaba despierto.

Seguía llamándolo, entre murmullos. La mirada azul se sentía pesada sobre su rostro, y su sonrisa se dibujó aún más intensamente.

“¿Con qué sueñas, dormilón?” preguntó Louis, pero Harry no respondió. Simplemente abrió los ojos, buscó el azul de los ojos de él y sus miradas se quedaron enganchadas un buen rato. Louis parecía sorprendido, quizá un poco incómodo, pero no se movió.

Había algo distinto de la noche anterior, algo diferente a los últimos días.

Harry recordó aquella noche en el bar, donde conoció al ex novio de Louis. Recordó la conversación con Matt, que era franco y directo. “No sé si le gustas o no” le había dicho, hablando de Louis, “Lo único que sé es que por el momento ni siquiera lo piensa como una posibilidad”.

Esas palabras habían sonado duras a oídos de Harry, aunque no eran en verdad novedosas. Sabía que Louis lo veía como un miembro de la familia, como un hermano, también sabía que era despistado y disperso y sobre todo sabía entonces, después de haber visto a su ex, que le gustaban los hombres masculinos, exitosos –ni débiles ni rotos.

Aquellas palabras de Matt que habían sido tan difíciles de oír, habían sido, sin embargo, de gran ayuda. Habían sido las palabras que lo ayudaron a tomar una decisión, a mudarse, a cortar por lo sano. Y aunque las cosas no habían salido como las había planeado, aunque no había podido olvidar a Louis, independizarse y alejarse un poco habían logrado que algo en la mirada de él cambiara. Louis ya no lo veía como un hermano, se lo había dicho unas semanas atrás, pero aún encontraba ese sentimiento bastante confuso.

Después de saber  que había pasado toda la noche con Matt, Harry no pudo evitar preguntarse esperanzado, si acaso Louis no tenía también alguna nueva certeza.

Corrió la mirada y se refregó los ojos, no era, de todas formas, momento de averiguarlo. Louis  bajó a preparar el desayuno mientras él se cambiaba y se encontraron en la cocina unos minutos después. Al lado del desayunador había una bolsa de mimbre, con galletas, gaseosa y una caja de bombones que Harry había dejado lista la noche anterior.

Harry supo antes de subir al auto que las cosas habían cambiado, Louis se reía, hacía bromas, y lo miraba a los ojos cuando le hablaba. Algo en la situación lo volvía en el tiempo a aquel limbo entre la vez en que le confesó su historia a Louis y aquel beso desesperado en su alcoba. Ese tiempo en el que Harry se sentía finalmente amigo de Louis, cuando todo el camino pendiente era cuesta arriba, cuando no había incomodidad ni cosas sin decir –de parte de Louis, al menos- y podían pasar tardes enteras jugando videojuegos sin que él supiera,  supusiera o se imaginara las cosas que cruzaban por la mente de Harry.

Y sin embargo, aunque le recordaba y mucho a esos días, también había algo nuevo y distinto. El brillo en los ojos azules cuando lo miraba, la tensión constante, pero agradable, el indudable pero disimulado esfuerzo de Louis de mantener la postura, de lucir bien, de decir las palabras justas. ¿Estaba coqueteando con él, o Harry todavía seguía soñando?

El encuentro con su mamá fue agradable. Louis lo acompañó hasta la cárcel y lo esperó en el pasillo leyendo el mismo libro que leía en el vagón. Harry se despidió de él y fue acompañado por dos oficiales hasta una habitación donde se aseguraron de que no llevara ningún tipo de arma, elemento punzante, cuerda, etc. Revisaron los bombones, le recordaron las reglas de seguridad, y lo dejaron pasar.

Hacía meses que Harry no visitaba a su mamá. Anne entró acompañada por un oficial, y se sentó al otro lado de la mesa.

Los presos por homicidio solían tener normas de seguridad extras, y no tenían permiso para tocar a las visitas, así que Harry adivinó que las lágrimas agolpadas en sus ojos tenían que ver con ese deseo insatisfecho, con esa necesidad que él también sentía de abrazarla, como hacía años que no hacían.

El oficial se alejó varios metros, y Harry pasó los bombones por encima de la mesa. A medida que charlaban, sin embargo, las lágrimas se secaron y Anne volvió a parecer feliz. No era la misma felicidad de antes, con la que le decía buen día o le servía la cena, pero al menos sonreía con franqueza y eso tranquilizó un poco a Harry.

Al principio hablaron de cuestiones legales, el abogado le había comentado a ambos que habría una audiencia cerca de fin de año y que planeaba proponer que Anne fuera puesta en libertad condicional, gracias a los atenuantes que había tenido el delito y al excelente comportamiento de ella dentro de la cárcel. Los dos fueron enredándose en una nube de ansiedad y alegría hablando al respecto, y fue Anne quien finalmente decidió que era mejor hablar de otras cosas, no ilusionarse demasiado.

Le preguntó sobre los estudios y el trabajo, sobre la familia Tomlinson, y las mellizas de las que él siempre hablaba, sobre la pensión y la convivencia con los otros chicos. Finalmente, y cuando apenas quedaban pocos minutos de encuentro, Anne le preguntó sobre su vida amorosa.

“¿Has conocido a alguien?” le dijo, con aquella sonrisa que se mantenía tan bella como siempre, aunque el resto de su rostro denostara fatiga y hartazgo.

“¿Qué quieres decir?” le preguntó Harry fingiendo confusión. Claro que había entendido que quería decir. El brillo en sus ojos lo decía todo.

Un chico, que si haz conocido un chico” le respondió ella en seguida, “me imagino que debe estar lleno de chicos guapos Manchester”.

Má…” protesto Harry e hizo un gesto que insinuaba que ese no era el tipo de cosas que deseaba hablar con ella.

Está bien si no quieres decirme” dijo, y aunque la expresión de Harry se relajó en principio, apenas vio los ojos de su madre llenos de lágrimas comprendió que había algo más detrás de esa frase, “Pero te conozco demasiado, bebé, y sé que debes sentirte culpable, aunque sea estúpido y equivocado. No quiero que desperdicies tu juventud ni que te prohíbas ser feliz por mí o por aquel imbécil que nos lastimó tanto. Te mereces un poco de libertad, Harry, encontrar a alguien con quien compartir estos años.”

Hay alguien que me gusta” confesó, incapaz de resistirse al llanto de su madre, “pero es un poco complicado”

Entiendo. Sólo te pido que no te castigues, ¿sí? Sé que quieres actuar como un adulto, pero todavía eres un niño…” Anne tuvo que levantar la voz ante el resoplido protestón de su hijo, “Lo eres Harry, y está bien. Oye” le dijo sosteniendo gentilmente su rostro con su mano, apenas un segundo, pues el oficial que vigilaba protestó. “Harry. Sólo quiero que me prometas que intentarás ser feliz”

***

Apenas Harry llegó a su casa necesitó una larga ducha para aclarar su mente un poco. Como siempre, lloró un poco, pero esta vez se sentía distinto. La vida había sido una hija de puta con ellos, sí, pero había visto a su madre más feliz de lo que la había visto en mucho tiempo y las expectativas legales de los próximos meses eran más que esperanzadoras.

Cerró los ojos mientras se lavaba el cabello y se preguntó como sería su vida una vez que su madre saliera de la cárcel. Él tendría que trabajar, claro, pero Anne siempre había sido buena con la cocina y este no era un  mal momento para retomar aquel sueño frustrado de improvisar una pastelería.

Entonces su mente volvió a un tema recurrente, y sonrió mientras pensaba en Louis. Se preguntó si su amistad sobreviviría a la distancia por más tiempo, si acaso seguirían en contacto si Harry, otra vez, se mudaba a Holmes Chapel. No estaba tan lejos de Doncaster y quizá podrían verse cuando él estuviera de visita, llevar a las niñas a pasear, jugar al fútbol con los demás chicos. No podía imaginarse un futuro del que Louis no fuera parte, aunque sea un poco.

Recordó entonces la promesa que le hizo a su madre, pero en seguida se disculpó. Quizá sí se estaba conformando con un puñado cuando deseaba de Louis todo y un poco más, pero si Anne entendiera cómo se sentía, cómo la simple idea de perderlo para siempre se sentía como un centenar de agujas clavadas en el pecho, no le pediría más que eso. No le pediría que intentara ser feliz, porque sabría que aquella meseta de insatisfacción era mil veces mejor que el dolor y la desolación de estar lejos de él.

Se vistió en el baño y se aseguró de no tener los ojos rojos, de que no se notara que había llorado. Se cruzó a Lottie en el pasillo, pero parecía bastante ocupada mandando un mensaje de texto. Ella también había crecido mucho en esos años, no era la misma niña que se sonrosaba cuando él la ayudaba con la tarea, o le hacía preguntas sobre su vida disimuladamente, intentando que él no note que le gustaba.

Abrió la puerta del dormitorio bastante conmovido por la escena, sintiéndose un poco viejo, un poco nostálgico. Matt estaba sentado arriba del escritorio, espiando un viejo anuario, mientras Louis reía quien sabe de qué, con sus lentes ñoños de marco negro, sentado arriba de la cama.

“Te ves bien, Styles” bromeó Matt y le hizo un coscorrón, ignorando completamente el saludo masculino y adulto que Harry le ofrecía.  Los rulos que acababa de peinarse en el baño se volvieron un desastre, pero no le importó. Se sentía bien verlo otra vez, aquella última vez, en la fiesta del pueblo, apenas si habían conversando. Harry y Louis habían estado ocupados flirteando toda la noche, pero había valido la pena.

Se sacudió los rulos y se los corrió a un costado, desparramando gotas de agua a diestra y siniestra. Matt volvió a sentarse en el escritorio, así que Harry se sentó al lado de Louis, en la cama. Aunque había varios centímetros entre ellos, podía sentir su calor como si estuvieran abrazados.

También sentía la ansiedad, el nerviosismo. Sin saber por qué, supo que los dos estaban pensando en lo mismo, en ese cuarto hacía casi un año, en aquel beso, en aquella desesperación por quitarse la ropa. Harry se preguntó si Matt podría realmente no saber lo que estaba pasando, era el chico más observador que conocía, y sin embargo seguía allí, sentado, recordando anécdotas, contando historias.

El cuerpo entero le molestaba a Harry, seguía cambiando de posición, acomodando las piernas ahora aquí, luego allá, flexionándolas, estirándolas.  Sus manos también estaban inquietas, conteniéndose a duras penas de tocar a Louis. Trataba de distraerse de recordar aquella noche, porque sabía que el más mínimo estímulo lo pondría duro.

Cerca de las 8, Matt dijo que se iba a su casa. Harry estuvo agradecido por un momento, pero en seguida Louis se puso de pie y le dijo que lo acompañaba.

“¿Qué? No, quiero dormir una siesta”

“¿Y?” preguntó Louis casi nervioso, “No sería la primera vez que miro televisión mientras duermes”

Mira Louis, voy a serte sincero” dijo ya harto, y recién después de la frase que le siguió, Harry logró entender su comportamiento de ese día, “Estoy hasta la coronilla de escucharte hablar de cómo no sabes que hacer, y te hice el favor de quedarme aquí dos horas aguantándome verlos querer saltar el uno sobre el otro toda la tarde”, Harry  se rio, y Louis se puso rojo como un tomate, “Me parece que es hora de que resuelvan todo esto porque, francamente, es incómodo estar al lado de ustedes en este momento”

Dicho eso, Matt se despidió de Harry, que respondió con una sonrisa contagiosa. Matt cerró la puerta al salir, y bajó tan rápido las escaleras que los dos pudieron oír sus saltos sobre los escalones. Louis seguía rojo y con la mirada perdida en el mismo lugar en donde Matt estaba cuando dijo todo lo que él no quería que dijera. Harry lo miraba expectante, preguntándose inquieto que estaba a punto de pasar.

“Así que… no sabes que hacer” comentó, rompiendo el silencio.

Cállate” protestó Louis sabiendo que Harry sólo lo estaba molestando, disfrutando demasiado de saber que lo tenía comportándose como un niño. “Es sólo que… Sé que quiero hacer, no sé cómo

Harry se quedó sin palabras, incapaz de entender que quería decir. Se sentía cerca de Louis, y su corazón latía fuerte, pero al mismo tiempo se sentía bastante solo y alejado.

“¿No puedes hacerlo tú? ¿No puedes venir y…?” Louis cerró los ojos, un poco avergonzado. Escuchó el ruido de Harry sobre las sábanas, y sintió su mano tomándolo de la remera, acercándolo al borde del colchón donde estaba sentado.

Harry besó primero su mano, y Louis suspiró un poco tenso. El corazón les latía histéricamente a ambos, y aun así se las ingeniaban para moverse lentamente y con calma. Harry tironeó de su mano suavemente, invitándolo a sentarse, pero Louis seguía de pie.

“Vamos, Lou” le pidió, “realmente quiero besarte”.

Louis simplemente negó con la cabeza, sintiéndose como un completo imbécil, como un niñito de 14 años negándose y al mismo tiempo deseando ese beso como si fuera el primero de su vida. Sería más fácil con un trago de por medio, pensó.

“Voy a besarte de todos modos” insistió Harry, “tú eliges dónde”.

Dicho eso, Harry se abrazó a la cintura de Louis, lo acercó hacia él y con ternura besó su vientre encima de la remera. Agachó un poco la cabeza, levantó con la punta de la nariz la tela, procurando desparramar su aliento caliente sobre la  piel de Louis. Besó entonces su vientre de nuevo, esta vez en el borde de donde comenzaba el pantalón, después el costado, siguiendo aquellas líneas en v que le dibujaban los músculos. Luego el ombligo y alrededor, con tanta ternura que parecía inofensivo.

Louis protestaba, pero no atinaba a alejarse. Harry entonces lo besó con menos delicadeza, con la boca abierta y saboreándolo, alternando mordiscones con los usuales besos. Louis se separó de golpe de él, y por un momento Harry tuvo miedo de haber hecho algo mal, miedo de alejarlo para siempre por un mordiscón de mas. Entonces levantó la vista y se encontró con la mirada de Louis con un brillo que esta vez no era de ternura, ni de lástima sino de lujuria.

Louis se arrodilló sobre el colchón, empujo a Harry lentamente sobre su espalda y él se dejó hacer, incapaz de reaccionar. La boca de Louis besaba su cuello, su oreja, su mejilla, pero él la quería sólo en sus labios.

Lo tomó con bastante fuerza por el cabello, lo acercó a su boca con tanta desesperación que pensó que estaba a punto de quedarse sin aire. Saboreó sus labios, esta vez no tenían el inconfundible aroma del alcohol, sino un sabor algo amargo pero rico. Sus lenguas se encontraron frenéticamente, y Louis empezó a refregarse sobre él, ansioso, y la cadera de Harry se movía al mismo ritmo sin que él pudiera siquiera pensar al respecto.

Estaban completamente vestidos, pero Harry se sentía desnudo. De hecho sentía tantas cosas en ese momento que no lograba encontrar forma de describirlo. Mientras lo besaba, mientras  tironeaba de su cabello, y lo acercaba más a él, aunque se sentía bien –demasiado bien- se sentía también terriblemente insatisfecho y con muchas ganas de llorar, aunque no podría decirse que de pena.

Mierda, se sentía perdido.

Lo besó entonces más intensamente, rompió contacto con su boca y besó su cuello y su mejilla mientras lo empujaba lentamente, intentando ser él quien quedara arriba, quien tuviera algo de control. Louis no oponía la más mínima resistencia y en cambio parecía dispuesto a hacer cualquier cosa que Harry quisiera, excepto interrumpir aquel beso.

Cada vez que Harry se alejaba un poco, besaba su mejilla, o su cuello, Louis lo tomaba torpemente y lo acercaba a su boca otra vez, lo besaba con ansias, le mordía los labios si era necesario para no dejarlo ir.

Harry no quería dejarlo ir tampoco, pero, puta madre, esa sensación era demasiado para él. Se sentía completamente superado por  todo eso, por el tacto de Louis, por su sabor, por su aliento caliente  y por la forma en que sus cuerpos se tocaban. Quería más pero también quería detenerse y…

Mierda.

Harry apoyó las manos sobre el colchón y se levantó varios centímetros, alejándose del cuerpo de Louis y de su boca que, ni siquiera succionando sus labios, pudo detenerlo.

Respiraba entrecortadamente, con los ojos cerrados pesadamente. No quería abrirlos, no quería ver a Louis, a su expresión decepcionada.

“Lo siento” balbuceó, y alejó sin mirarlo, para sentarse lentamente en un rincón del colchón.

“¿Qué pasa?” preguntó Louis, mientras se sentaba.

Harry quisiera saber cómo responder a esa pregunta, pero no tenía la menor idea. Sólo sabía que tenía ganas de llorar, que acababa de tener el momento que había deseado en años y que lo había arruinado sin saber por qué.

La mano de Louis se posó en su hombro y el la corrió brusca y velozmente. Lo quemó, de algún modo.

“¿Estás bien Haz?” le preguntó Louis, y se acomodó mejor a su lado. “Vamos, déjame abrazarte” le pidió.

Harry negó con la cabeza, y empezó a sentir como las lágrimas corrían por sus mejillas sin que él pudiera hacer más que cubrirse el rostro con las manos.

Vamos” le insistió Louis, y  volvió a apoyar la mano sobre su hombro, esta vez un poco delicadamente, logrando de Harry apenas un movimiento nervioso. Lo acercó a él lentamente, besó su frente y lo abrazó con miedo. “Está bien, no te sientas mal” le dijo, “Es mi culpa, yo te vi tan… Adulto. Me olvidé, lo siento mucho.”

Harry no tenía idea de que estaba hablando Louis, pero de algún modo lo entendía.

Te presioné para hacer algo para lo que no estás listo”

“Pero sí quiero” protestó Harry entre sollozos, tratando de desahogarse, de hacerle entender lo horrible que se sentía tener aquel deseo tan intrínseco siendo boicoteado por él mismo

Sí, pero no estás listo” dictaminó. “Lo estarás, no te preocupes” le dijo en seguida, y acarició con ternura su hombro, su espalda.

Harry lloró en silencio, rebalsando en emociones que lo torturaban: vergüenza, confusión, alegría, deseo, calentura, tristeza, miedo.

“Necesitas resolver esto, Harry” insistió Louis, “Necesitas encontrar alguna forma de dejar de torturarte por lo que pasó, porque no fue tu culpa”

¿Pero no había sido su culpa? Quizá no se merecía lo que le pasó, quizá él no tenía responsabilidad por lo que hizo aquel imbécil, pero si eso no hubiese pasado su mamá estaría libre, trabajando, teniendo una vida normal. Si él no hubiese besado a Tom su vida sería más fácil, si él no fuera gay su mamá seguramente sería más feliz.

“No creo poder hacer eso” respondió entre lágrimas. Las manos de Louis ya no le quemaban, sino que se sentían como una manta tibia sobre él.

“Quizá no puedas solo” le dijo Louis. “Busquemos ayuda”
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Mensaje por liliumpumilum Lun 13 Mayo 2013, 7:43 pm

Capítulo 4


La puerta del consultorio se abrió, y a paso lento salió una joven de veintitantos años. Era bonita, aún cubierta por aquel mal de lágrimas. Un hombre bastante grande, Harry supuso el Dr. Adler, la acompañó hasta la sala de espera y se despidió de ella con una afectuosa caricia en la espalda y una sonrisa esperanzadora. Aún debajo de las lágrimas, aún a pesar de la cara hinchada de tanto llorar, aquella chica sonrió en respuesta.

“¿Harry?” preguntó el Dr. Adler dirigiéndose a él. Un poco nervioso, Harry asintió, y antes de ponerse de pie tragó saliva.

El consultorio era bastante lindo y completamente distinto a cómo él se lo imaginaba. No había un diván y una silla solitaria, sino en cambio una gran alfombra bordó y dos sillones verdes mediados por una mesa de café. En un rincón un escritorio, con una pila de papeles y fichas, y las paredes cubiertas con títulos y certificados.

El Dr. Adler le ofreció asiento en uno de los sillones, mientras sacaba una agenda púrpura del primer cajón. Después, se sentó en el sillón a su lado y mirándolo a los ojos, sonriendo amablemente, le preguntó: “¿Por qué estás aquí?

Harry tenía un discurso preparado para empezar a hablar, pero realmente en todo su discurso no había una respuesta a esa pregunta.

¿Por qué estaba allí?

Pareciera que hay más de una respuesta” comentó él Dr. Adler. Harry asintió un poco nervioso, y por primera vez se atrevió a devolverle la mirada a aquel hombre. Sus ojos eran oscuros y tenía el rostro lleno de arrugas, sus labios le mostraron una sonrisa franca que lo animó a hablar.

Es que… Es una larga historia” comenzó, pero ya no necesitó que él le dijera nada para seguir hablando.

En el transcurso de una hora, Harry le contó sobre su mamá, sobre su situación legal, sobre Tom y sobre Nathan. No había vuelto a pronunciar ese nombre, Nathan, desde la vez que había hablado con Louis, y aún hoy le daba escalofríos. Sentía su propia voz quebrarse al hablar, al relatar la historia, y no sabía cómo reaccionar ante el impenetrable porrte del Dr. Adler, que apenas se mosqueaba al escuchar su historia. ¿Podía ser tan frío el hombre que le había brindado una sonrisa tan franca?

Descubrió que no, que eso no era frialdad, apenas unos minutos después. Cuando su voz ya no pudo aguantar más, cuando se quebró del todo y empezó a llorar, la mano de aquel hombre se apoyó en su hombro y una palabra de aliento salió de sus labios.

Harry se imaginó lo que le iba a decir, “Eres un chico muy fuerte, Harry”, como le decían todos, pero en cambio le dijo otra cosa, que lo hizo llorar mil veces más fuerte y con mucho más dolor.

Está bien llorar

*

Harry se había olvidado de aquella pregunta inicial para la segunda sesión una semana después. Estaba hablando con el Dr. Adler acerca de su mamá, de lo difícil que era verla en la cárcel y de lo feliz que lo había hecho escuchar de labios del abogado que existía la posibilidad de una prisión domiciliaria.

El psicólogo le había explicado que los procesos legales son bastante lentos, aunque eso no significaba que había que perder la esperanza. Fue entonces cuando le preguntó otra vez el motivo de su visita: “¿Tu mamá te pidió que vengas?” le dijo.

Aún antes de responder, Harry se imaginó que el Dr. Adler se veía venir una respuesta negativa, y aquella extraña sonrisa de satisfacción cuando escuchó el nombre Louis, sólo lo hizo confirmar su teoría.

Harry se sentía bastante tonto hablando de él en terapia, así que sólo le ofreció al psicólogo un pantallazo veloz: le dijo que tenía un amigo que le atraía bastante, que estuvieron besándose y a punto de hacerlo y que de golpe se sintió con unas enormes ganas de llorar y ya no pudo seguir. Habló bastante rápido, fingiendo seguridad –aunque se daba cuenta de que estaba colorado- y aun así la mención de Louis valió un veloz garabato en la agenda del Dr. Adler.

“¿Y por qué no pudiste seguir?” le preguntó el psicólogo, e hizo un gesto con la mano mientras intentaba explicarse mejor, “Es decir, ¿Recuerdas alguna sensación especial de ese momento?”

Recuerdo…” comenzó a decir, y en seguida se dio cuenta que aunque nunca se había hecho esa pregunta, tenía una respuesta bastante clara a ella, “Recuerdo sentir que tenía todo frente mío y que no podía tomarlo, desesperado, como si…. Como si la situación misma me llevara puesto y yo no pudiera hacer nada”.

Sus manos se movían nerviosas en el aire mientras explicaba e intentaba darle nombre a aquella ansiedad tan desesperada de esa tarde en Doncaster.

“¿Te habías sentido así alguna vez antes de eso?”

“No” respondió Harry tajante.

“¿Nunca?” insistió, pero otra vez, Harry negó con la cabeza.

***

Cuando Harry llegó a la tercera sesión, se sintió bastante confundido porque por primera vez no sabía de qué hablar. Se sentó cautelosamente en el sillón de siempre y esperó a que el Dr. Adler estuviera listo. Tenía hasta miedo de que surgiera otra vez el tema conocido como Louis Tomlinson, pero en cambio la pregunta del psicólogo se remontó varios años atrás.

Hablame de Tom” le pidió el Dr. Adler ante el silencio de Harry. A él le sorprendió bastante escuchar su nombre, pues hacía mucho que no pensaba en él, sino que más bien solía recordar a su hermano.

Mientras hablaba no pudo evitar remontarse a los recuerdos más lindos, a su amabilidad y simpatía que los habían hecho amigos, a su sentido del humor, a sus habilidades con el futbol. Siempre que Nathan no era parte de la charla, Harry se sentía bastante a gusto hablando de Tom. Hasta se sintió cómodo recordando que era bastante guapo en esa época, aunque no sabe si los años lo habrán tratado bien o mal.

No soy muy bueno con las palabras, no sé cómo decirlo” balbuceó Harry, “pero a veces dudo si… Si realmente lo odio”. Sus labios se tornearon en una débil sonrisa y aunque las lágrimas corrían por su mejilla, no pudo evitar mirar a los ojos al Dr. Adler cuando le dijo “A veces no sé si lo odio o si siento lástima por él.

Las lágrimas aún corrían por su rostro cuando empezó a hablar de Louis. Sin que nadie se lo pida, sin que la conversación lo llevara a él, de golpe y porrazo Harry sintió que tenía algo que decir, y que ese algo era Louis.

Tenía que decirlo, que pronunciar su nombre, que explicar todo lo que había pasado, desde cómo había sentido un flechazo al verlo en el colegio, hasta cómo se enamoró locamente después de conocerlo mejor. Hablar de su buen corazón, de su instinto protector y generoso, incapaz de ser frío ante el llanto de otra persona e incapaz de causar algún daño intencionalmente. “Aunque a veces” dijo Harry, y respiró hondo para que el llanto no le cortara la voz, “A veces puede ser muy cruel sin darse cuenta”

Mientras Harry empezó a hablar sobre Louis, su lengua se fue aflojando. Las palabras salían de su boca sin que el siquiera las pensara, y escucharse decirlas tenia un nuevo significado. Louis era una persona maravillosa pero le había causado muchísimo dolor. Ignoraba todo lo que el sentía, siempre lo había hecho y aunque podría decirse que las cosas habían cambiado, aún lo hacía.

No sabía que gustaba de él apenas se mudo con los Tomlinson, y le hizo la vida imposible, siendo receloso, alejándolo, haciendo comentarios hirientes que pensaba que Harry no oía. Luego, a medida que se hicieron amigos, a medida que Harry descubrió que además de ser un chico muy atractivo, Louis era una  excelente persona, a medida que Harry se enamoro de él, Louis seguía siendo ingenuo y distraído. Lo llamaba hermanito en un intento de disculparse, de acercarse a él, pero solo causándole dolor y tristeza.

Cuando Matt le había dicho que Louis no podía pensar en ver a Harry de otro modo en  ese momento, tenía razón: Louis lo veía como a un niño, roto e indefenso, mientras que Harry quería que lo viera como a un hombre. Entonces se mudó, se alejó, se hizo cargo de su vida, consiguió un trabajo, se ocupo de su casa. Lloraba sí, pero solo, donde los demás no pudieran verlo y no fuera una molestia.

“¿Dónde lloras?” le preguntó el Dr. Adler interrumpiendo por primera vez su relato.

En el baño, en la ducha” explicó, sus mejillas subieron de color, pero él no dijo más.

Harry entonces le contó de aquel encuentro, después de mucho tiempo en Doncaster, de los besos desenfrenados y de la culpa de Louis que corto la situación. El psicólogo le preguntó  si pensaba que si Louis no se detenía, Harry hubiese podido seguir, y aunque nunca se había detenido a pensar en eso y aunque constantemente fantaseaba con todo lo que hubiese podido pasar a partir de esa situación, Harry respondió con un franco y tajante “No” , que lo dejo a si mismo sin palabras.

Harry entonces meditó, y empezó a decir lo que pensaba en voz alta.

Nunca había estado con un chico o chica antes, nunca en ese nivel. ¿Quizá tenia miedo? Pero no debería tenerlo, tenía ya 20 años, era un adulto, debería ser más valiente.

El psicólogo lo escuchaba con una expresión meditativa, que Harry no podía realmente entender.

Bueno” le dijo  el psicólogo “Creo que lo que te esta pasando no tiene necesariamente que ver conque sea tu primera vez. Has esperado por un chico que obviamente te gusta y creo que te sientes seguro al lado suyo, y cómodo. No creo que estar con Louis te genere ningún tipo de culpa per se, creo que lo que está molestando es algo mucho mas profundo, algo de lo que aún no puedes hablar.”

“¿Qué?” inquirió Harry, ansioso por una respuesta pero al mismo tiempo un tanto asustado.

Eso es algo que debatiremos eventualmente” Explicó el Dr. Adler evasivamente. Ante el gesto decepcionado de Harry no pudo evitar sonreír, y a modo de premio consuelo le hizo una propuesta “Por el momento, presta atención a tus palabras, a cuantas veces repites que debes hacer algo, que se supone que hagas algo, que corresponde, que es tu responsabilidad.”

***

Harry había meditado mucho sobre lo que le dijo el psicólogo en la última sesión, pero dudaba que él se refiriera a frases como que debía lavar los platos o de ese estilo Cuando se sentó en el sillón, frente al terapeuta, otra vez estaba sin palabras. El psicólogo entonces le hizo una pregunta que no le había hecho antes,

Cuéntame sobre tu padre”

“¿Mi padre?” Harry parpadeó, sorprendido. “Bueno, él se fue de casa con mi hermana poco antes de que yo naciera. Tengo su apellido por su hermano, pero él murió hace unos años.” Se encongió de hombros sin saber como continuar la historia. No sabía mucho de él realmente. “Mi mamá se ocupó de mi perfectamente” agregó en seguida, pensando que el Dr. Adler debía estar pensando que le faltaba algún tipo de figura paterna o lo que sea que piensan los psicólogos. “Tuve una infancia muy agradable, y puede decirse que soy un chico normal”

Harry soltó una pequeña risita, y en seguida se corrigió, “Bueno, casi”

¿Qué quieres decir?” inquirió el psicólogo con curiosidad. La lapicera seguía intacta sobre el escritorio, pero Harry se imaginó que estaba tomando notas mentalmente.

Bueno, me gustan los chicos, ¿no?” explicó, “Eso no es precisamente normal”

Pero sí lo es, ¡Claro que sí!” lo interrumpió casi sorprendido el psicólogo.

“No me malentienda, no creo que haya nada malo en eso, estoy orgulloso de lo que soy, pero convengamos que la mayoría de los chicos no son así”

La mayoría de las personas, Harry, tienen algún tipo de neurosis, la mayoría de la población del mundo es pobre, la mayoría de los políticos mienten y la mayoría de las personas viven sufriendo. ¡Vamos! Que lo normal no se mide por número. Es normal porque es como tú viniste al mundo, porque no implica ningún daño para ti ni para otros, porque es algo que te trae felicidad y no angustia”

Harry entonces resopló y puso los ojos en blanco. Las palabras se le arremolinaron en la lengua y antes de que pudiera controlarse de decirlas estaban sueltas en el aire de aquel consultorio.

“Probablemente no estaría ni tan angustiado, y mi madre no estaría presa, si yo no fuera gay” sentenció, en un murmullo doloroso. Mierda, era la primera vez que decía eso en voz alta.

No, Harry” le explicó el psicólogo, “No estarías tan angustiado, y tu madre no estaría presa, si ese chico no hubiese sido homofóbico”

*

Para cuando llegó diciembre, Harry ya no lloraba cuando salía de terapia. En cambio había adoptado una nueva rutina, caminar lentamente hasta la pensión, aunque eso fueran tres o cuatro kilómetros. Le servía para meditar sobre lo que acababa de hablar, para acomodar las ideas y los sentimientos.

Notaba cambios en su vida cotidiana, podía mirar a Louis a los ojos, y ya no se corría incómodo cuando él lo tocaba. Aún no se sentía listo para eso, pero ahora entendía por qué: había sido víctima de un caso de violencia muy humillante y traumático, su primer experiencia sexual había sido violenta y un punto de quiebre en su vida.

Iba a llevar tiempo.

Harry le había dejado en claro al doctor que tiempo era lo que menos tenía, que Louis era al hombre que más había deseado en su vida y que no quería que pase esa oportunidad, pero como siempre, él supo exactamente que decirle y a modo de regaño, le recordó que aquella primera experiencia tenía que ser perfecta primero para él, y después para Louis, que el sexo si no es placentero para ambos no esta bien y que si quería aliviar un poco la ansiedad, lo mejor que podía hacer era hablar con él al respecto.

Eso es lo que pensaba hacer esa tarde. Hablar con Louis.

Quería tener algo de lo que hablar con el doctor en su última sesión de la semana siguiente, porque sabía que luego no lo vería por al menos un mes, hasta que pasen las fiestas.

Se las había arreglado para conseguirse unas vacaciones sin paga por un mes y pensaba aprovecharlas: tenía que pegarse una visita por su casa y ver si todo estaba en orden, pagar los impuestos anuales, hablar con el abogado, pero sobre todo quería aprovechar para estar con Jay y las niñas, para visitar a su mamá todos los sábados del mes.

Cuando abrió la puerta de la pensión, el ruido que salía de adentro lo aturdió. Él y Louis no eran los únicos que estaban preparándose para volver a sus casas. La facultad había terminado esa semana y sólo los que tenían que trabajar se quedaban. La pensión estaba llena de ruidos de cajas moviéndose, griterío, discusiones del tipo “Sé que tienes mi suéter, te lo presté para el cumpleaños de tal” y demás.

Harry saludó con un gesto a los que se fue encontrando y en seguida se escabulló por el pasillo hasta su habitación. Con la puerta cerrada, del cuarto podría hasta decirse que estaba en paz.

Louis estaba leyendo unos apuntes en la cama, y había estado haciendo eso todo el tiempo el último mes y medio. No recordaba la fecha exacta del examen, pero debía ser en esos días, porque ahora, mientras estudiaba, Louis bostezaba y seguía leyendo, en vez de tomarse un break y dormir la siesta como hacía la semana anterior.

Hola Harry” lo saludó, “¿Cómo te fue?” preguntó, más por costumbre que por otra cosa. Louis no era del tipo de entrometerse más de lo necesario.

Bien. La semana que viene tengo la última sesión y  después podremos irnos. Estaba pensando que podemos encontrarnos en la terminal, para alcanzar el tren de las seis y media”

Claro” asintió Louis, aun mirándolo fijamente con sus pesados ojos azules.

De golpe, Harry es tuvo nervioso, pero se las ingenió para continuar.

Sé que estás ocupado, pero…  ¿Podemos hablar un momento?” le preguntó.

Louis asintió en seguida, y mientras cerraba el libro contestó.

Sí, claro

Harry se sentó en su cama, lejos, bien lejos de Louis, pero frente a él. Estuvieron en silencio varios segundos, pero Louis no le pidió que se apurara, en cambio le devolvía la mirada azul, intensa, inmutable.

Umm… Bueno… Estuve hablando mucho de lo que pasó con el psicólogo” comentó. “De lo que pasó entre nosotros, tú sabes”

“Sí, claro”

Bueno y creo que tenías razón. No… No estoy listo, aun” explicó. Miró sus manos en su regazo, intentando evadir la mirada azul de Louis. “Quisiera estarlo, en serio pero… No es fácil… Para mi

Claro, lo entiendo” dijo Louis comprensivamente. Se sentía como si debiera decir algo más, algo que lograra que Harry levantara la mirada y sonriera, pero no sabía qué era.

“Entiendo si tu quieres, tú sabes, buscar a alguien más. Bueno quizá ya lo hiciste…” supuso Harry, que no tenía el autoestima tan alta para pensar que había estado esperándolo todo ese tiempo. La respuesta de Louis, sin embargo, fue rápida y directa.

“Harry, no seas estúpido” le dijo. “Lo último en lo que deberías estar pensando en este momento es en mí, ¡Vamos! ¿No puedes aceptar que esto es acerca de ti por un momento? Eres tú el que se merece estar mejor, ¿Qué importa si yo tengo que esperar un poco más? Y esperaré, claro que esperare, no seas… ¡Ugh!” Louis parecía cansado, ofendido. “Quiero estar contigo, ¿si? Con nadie más” explicó. Harry levantó la mirada y sus ojos verdes se rencontraron con los de Louis finalmente, devolviéndole la sonrisa. “No sé por qué ni cómo llegué a esto pero quiero estar contigo y quiero que seas feliz, así que esperare. Sólo… relájate y preocúpate por ti por un momento, ¿si? Y si hay algo que yo pueda hacer…”

Esta vez fue el turno de Louis de esconder la mirada, mientras sus mejillas se ponían coloradas. Esta vez fue él quien jugueteó con sus dedos, nervioso.
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Mensaje por liliumpumilum Lun 13 Mayo 2013, 7:46 pm

Capítulo 5


Se sentía extraño pasear a Louis por las calles de Holmes Chapel, recorrer con él el camino que todos los días hacía después de clases cuando aún vivía con su mamá, saludar a los vecinos, comprar algo de pan y queso en el almacén de la esquina. Se sentía raro estar con Louis en Holmes Chapel y sobretodo se sentía raro llevarlo a su casa.

Lo miró de refilón un poco nervioso. Un montón de pensamientos incómodos, ilógicos, se cruzaron por su mente, de recuerdos y fantasías, amables y dolorosas. Poco a poco amainó el paso y una vez que estuvieron frente al portón, se detuvo.

A Louis le llevó unos segundos más darse cuenta de que habían llegado.

Se volteó, con una sincera sonrisa plantada en su boca, y miró a Harry expectante. Él atinó a decir algo, hasta despegó los labios por un momento, pero en cambio se decidió por sonreír y cerrar los ojos un momento. Cerrar los ojos y recordarse que aún en ese mundo de mierda, aún en ese pórtico de recuerdos horrorosos, aunque él estuviera acomplejado y traumado, Louis estaba allí, a su lado.

Caminó velozmente por el sendero hasta la puerta, manoteó la llave del pantalón que casi se le caía por lo suelto que lo llevaba –había bajado varios kilos en Manchester- y abrió la puerta que crujió un poco.

La casa estaba sucia, quieta, abandonada. Los muebles y las cosas seguían intactas, en el mismo lugar en que él las había dejado. Sobre las estanterías una gruesa capa de tierra que Harry recién descubrió cuando se acercó a tomar un portarretratos, para mostrarle a Louis una foto de él con su mamá cuando era más pequeño.

La mano de Louis acarició su espalda y reposó finalmente en su cintura, pero Harry no podía prestarle demasiada atención a eso en ese momento. Es decir, sí, sentía su peso, su mano, cada tacto de sus dedos y como cada caricia movía un poco la tela de su remera, pero en vez de alejarse o acercarse o reaccionar, simplemente lo miraba a los ojos y le hablaba, de Anne, de la escuela, de esa casa cuando estaba llena de vida y no desolada como ahora.

Harry abrió las ventanasde la planta baja, descolgó las cortinas y las dejó por un momento en el sillón. Louis estaba sentado arriba de la mesa del comedor, mirándolo, dubitativo, probablemente buscando las palabras que decir para acompañarlo un poco, pero Harry realmente no necesitaba oir nada. Le bastaba que esté allí, junto a él.

Le había resultado bastante difícil pedírselo, pero el Dr. Adler había insistido en que era hora de que aprendiera a pedir ayuda. Porque la necesitaba, desesperadamente la necesitaba: había tenido un semestre denso y doloroso, difícil, lleno de angustias, ¿era realmente mucho pedir que alguien lo acompañara a ver su casa? ¿Qué alguien esté allí para él, para abrazarlo cuando sintiera esas inmensas ganas de llorar?

Y aunque Harry había entendido que era hora de que pida ayuda, porque la merecía –porque merecía de alguien con quien compartir su dolor-, no pudo evitar, apenas estuvo en su cuarto otra vez, cerrar la puerta al entrar y llorar un poco, en silencio.

Justo cuando empezaba a sentirse culpable, porque era la primera vez que el Dr. Adler le pedía que hiciera algo para colaborar con la terapia, y no lo estaba haciendo, cuando estaba a punto de  bajar las escaleras y buscar a Louis y decirle que necesitaba su abrazo en ese momento, la puerta se abrió lentamente.

La mano de Louis otra vez reposó en su cintura, y Harry no necesitó más que un segundo de esa mirada azul como permiso para hundirse en sus brazos.

Anne le había dicho, en la cárcel, que aún era un niño, que estaba bien pedir ayuda, pero el psicólogo había armado la frase de otro modo: precisamente porque ya no era un niño, debía hacerse cargo de la situación y pedir ayuda cuando la necesitara.

Habían pasado varios minutos desde la última lágrima de Harry, pero él seguía allí, tranquilo y abrigado por el abrazo de Louis. La lenta caricia de aquella mano sobre su espalda, el movimiento de su cabello producto de la calma respiración de Louis, la cortina que bailaba suavemente al ritmo de la brisa que entraba por la ventana, todos esos pequeños movimientos poco a poco volvieron a Harry a la realidad: no estaba quieto, en un sueño ni en una foto, ese Louis no era el de sus fantasías sino el de carne y hueso.

“¿Mejor?” dijo Louis como si adivinara que de golpe Harry empezaba a sentirse incómodo.

” admitió, y se despegó de ese abrazo lentamente. La mano de Louis, sin embargo, seguía aferrada a su cintura, sin apretarlo. “Había pasado mucho tiempo desde que estuve aquí, eso es todo”

“Es una casa muy grande” comentó Louis, y entonces sí soltó a Harry y dio una vuelta por la habitación,  “Se debe haber sentido feo estar aquí, solo”

“Estaba bien” mintió Harry, pero no pudo devolverle la mirada a Louis porque supo que adivinaría la verdad. En cambio él también empezó a recorrer la habitación,  se paró frente a su biblioteca, pasó los dedos por los lomos de los libros.

Los dos se quedaron en silencio un buen rato, posiblemente meditando sobre la situación.

Harry estaba lidiando con dos sentimientos contradictorios, por un lado dolor y tristeza, porque los buenos recuerdos de esa casa habían sido cubiertos por recuerdos horribles hacía ya varios años, pero por el otro lado… ¡Tenía a Louis Tomlinson allí, en su habitación!

Había pasado noches enteras fantaseando en distintos escenarios a través de los cuales podría conocer a Louis, allá en sus años de secundario, poco antes de que Lou se graduara. Cada vez que iba a un festival,  o a un recital, pensaba en que podría encontrárselo allí, que podría hablar con él, que podrían volverse amigos. A veces, cuando era perezoso hasta para fantasear, simplemente se cruzaba por su mente que Louis lo había estado mirando bobamente así como lo hacía él, y que un día se aparecería en la puerta del salón y le pediría hablar a solas, y le confesaría que le gustaba, desde aquel día en que le prestó el paraguas.

Había imaginado cientos de escenarios que podrían llevar a ese momento, a Louis entrando al dormitorio de Harry por primera vez, con su mamá afuera de la casa, con un deseo insatisfecho de conocer sus cuerpos, y sin embargo aunque este era real, palpable, no era ni tan simple ni tan agradable como los escenarios de sus fantasías.

Harry se  volteó apenas lo suficiente para mirar de reojo a Louis, que aún caminaba por el cuarto lentamente, mirando ahora los posters y los diplomas, y aquellas bobas notas que sus amigos de primaria le habían dejado en la pared. Harry se preguntó que estaría pensando, que sería lo que hacía que sus labios se tornearan en una amable y sincera sonrisa, que era lo que encontraba tan divertido de ese dormitorio, de sus cosas.

¿Qué era lo que le hacía morderse el labio disimuladamente, previniendo que aquella sonrisa se pronunciara más? ¿Qué era lo que capturaba tanto su atención de esas fotos viejas, de esos posters de bandas extintas?

Así que así eras tú…” balbuceó, en un leve murmullo, Louis, pero Harry pudo oírlo claramente, “así eras tú antes de que todo eso pase.”

Harry asintió, y observó como Louis tomaba un disco del mueble, y lo ponía a andar en el equipo de música. Adivinó, antes de empezar a oírlo, que se trataba de Ed Sheeran.

Era algo así como una tradición para ellos.

The A Team empezó a sonar, y Louis se sentó en la cama, aún incapaz de centrar la mirada en un punto exacto de esa habitación.

Así eras tú de adolescente, esta música escuchabas, esos libros leías” razonó, y finalmente se decidió por dejar de mirar alrededor y simplemente mirar a Harry. “¿Qué te gustaba hacer? ¿A dónde salías los fines de semana? ¿Qué programas veías? ¿Qué…?”

Louis parecía ansioso haciendo tantas preguntas, pero Harry no se dignó a darle una respuesta.

En cambio caminó hacia la cama y se sentó a su lado, un poco avergonzado y otro poco exhausto. Había sido un largo día de planes, viajes, nervios, ansiedad, y aún tenía un millar de cosas por delante: aún tenía que limpiar la casa, organizar el día siguiente –había facturas por pagar, impuestos que organizar, cosas que guardar-, llamar al abogado, tender las camas, lavar las cortinas, hacer la cena, y de golpe, en medio de su recuento de actividades, la mano de Louis había acariciado su hombro y lo había acercado hacia él cariñosamente.

“¿Puedo decir algo horrible y egoísta y completamente fuera de lugar?” preguntó Louis, aunque se trató más bien de una advertencia, porque no esperó por una respuesta, “¿Pensaste alguna vez que si todas estas cosas horribles no hubiesen sucedido nosotros jamás nos hubiésemos conocido?” dijo, y el cuerpo de Harry se tensó de golpe, pero probablemente no por el motivo que pensó Louis, quien enseguida se corrigió, “No quiero decir que me alegra que te haya pasado lo que te pasó, fue horrible, injusto y te trajo muchos problemas, y…”

Harry se despegó lentamente del abrazo de Louis bastante ofendido. Y no, no porque Louis insinuaba que había algo bueno de toda la mierda que había ocurrido en su vida, sino porque…

Ya nos habíamos conocido Lou”, explicó ya harto de tener tanta paciencia con ese chico.

No, no es cierto” respondió Louis ingenuamente.

Sí, Lou. En el colegio, una vez” aclaró avergonzado, sentía el calor en el rostro, aquella usual sensación de ansiedad, “Me prestaste un paraguas, de tu mamá apenas me transferí al colegio.

“¿En serio?” preguntó sorprendido. Harry se ofendió aún un poco más.

Y en la biblioteca, cuando solías ser alto y no un enano FEO” gritó esa palabra tratando de desahogar un poco el enojo, pero sobre todo la vergüenza de estar diciendo todo eso en voz alta, “me alcanzabas los libros a veces, cuando yo no llegaba a un estante.”

Louis sonreía otra vez, y sus ojos azules estaban fijos en Harry, en cada movimiento de sus labios, en cada fruncimiento de sus cejas, en cada sacudón nervioso de su cabeza. “Tú eres el que se volvió desproporcionalmente alto” protestó, divertido.

Cuando tu curso organizó ese stand que vendía batidos, me compraba uno todas las tardes después de clase” dijo, con un tono en la voz que era cada vez más calmo y un poco más triste, “siempre en ese horario porque era cuando atendías tú.”

Hacía tiempo hasta que las mellizas salieran del ballet” balbuceó Louis, confirmando el relato y también recordando con un poco de nostalgia esas épocas. “Nunca me di cuenta…” se disculpó.

“Lo sé” dijo Harry y se encogió de hombros.

Se sentía mucho más liviano después de decir eso -aunque no se tratara propiamente de una confesión- pero aún no se atrevía a volver la vista hacia Louis. “Ya no importa”

Claro que importa, Haz” dijo Louis, y el tono de su voz pasó de triste a alegre en un segundo, “¡Gustabas de mí! ¡No puedo creerlo! ¿Ibas por los pasillos pensando: ‘me encontraré a Louis Tomlinson hoy’?” bromeó imitando la voz de una colegiala.

“¡Callate! No es gracioso” protestó Harry y de puro enojo no pudo contenerse de mirar a Louis, de encontrarse con su hermosa mirada azul y con aquella estúpida sonrisa. Louis tomó a Harry por los cachetes y con apenas un poco de fuerza lo movió de aquí para allá, “¡Qué  estás haciendo!” protestó  Harry otra vez.

¡Eras pequeñito y cachetón y estabas enamorado de mí!” bromeó Louis otra vez, y poco a poco esa vergüenza de Harry fue transformándose en un enojo juguetón.

Para escaparse de  las pinzas que le apretaban la cara le hizo cosquillas a Louis.

Eso es porque era joven y estúpido” refutó Harry, y escuchar la risa desesperada de Louis mientras le hacía cosquillas lo obligó a sonreír.

Louis se defendió como pudo, con una mano manoteó un mechón de pelo de Harry y tironeó suavemente, obligándolo a dejarlo ir.

“¡Ouh! ¿Qué mierda estás haciendo?” se quejó Harry, “¡Yo te hice cosquillas y tú me tiraste el pelo! No es justo…” dijo  y se acarició la cabeza frunciendo el ceño porque le había dolido un poco el tirón.

Louis aún no podía dejar de reír del todo, pero se las ingenió para volver a meter el dedo en la llaga. “Cállate, apuesto a que fantaseabas conmigo  tirándote el pelo” bromeó.

“¡Cállate!”

“Oh, Louis, hazme tuyo” lo imitó otra vez, y de vuelta Harry le hacía cosquillas, y lo tiró sobre el colchón.

Y otra vez los dos se rieron y bromearon, y Harry le rogó que se callara porque le daba tanta vergüenza la situación que pensaba que su cabeza entera se prendería fuego, y cada vez que Louis decía algo tonto, Harry le hacía cosquillas, y para la tercera vez que Louis recurrió a tironear de sus rulos para obligarlo a detenerse, Harry no protestó.

Simplemente se quedó allí, en silencio, sintiendo el tirón firme pero amable de Louis, mirando fijamente a sus ojos azules, consciente de que estaban muy cerca y de que estaba encima suyo, en su cama.

“Te salvaste de que no supiera” murmuró Louis, y Harry tragó saliva porque de golpe estaba asustado, “Me hubiese aprovechado de ti, eras un chico lindo a fin de cuentas” dijo. Los dos cerraron los ojos al mismo tiempo, como si ver y anticipar sólo los pusiera más nerviosos. “Era un poco tonto en esa época”se disculpó, “No me tomaba nada en serio, yo—“

Cállate…” rogó Harry, pero esta vez el tono en su voz era distinto. Se acercó a Louis lentamente, apretando los párpados con fuerza porque no quería ver.

Despegó los labios y abrazó los de Louis en un beso. Sintió el cuerpo de él inquieto debajo del suyo, y adivinó que, como a él, lo había recorrido una ola de electricidad.

Lo besó otra vez, y otra vez. La mano con la que antes le hizo cosquillas ahora lo acarició con ternura debajo de la remera. Los labios de Louis se despegaron también, y Harry lo besó entonces con más ansias y deseo, lamió su boca, su lengua.

Con la otra mano se aferró a su pelo, acarició la línea que dibujaba su mandíbula, se aferró a su nuca, lo acercó, lo acorraló en un beso húmedo y desesperado. Cada vez que Louis ahogaba un suspiro, Harry sentía aquel movimiento raro de su pecho, y lo aferraba con más fuerza y lo acercaba más hacia él.

Más Louis disfrutaba, más Harry lo reclamaba. Si Louis acariciaba su pelo, si tironeaba apenas sus cabellos, como controlándose de no hacerlo con fuerza, Harry dejaba de besar su boca y besaba su cuello también, su oreja. Si Louis ahogaba un suspiro lo mordía suavemente, y si gemía…

Mierda.

Harry no podía quedarse quieto, no podía dejar de mover las caderas frenéticamente, de rozarse, de…

Besó su cuello, y su pecho estirando el cuello de la remera, mientras con la mano rápidamente y a duras penas desabrochó el pantalón de Louis. Lo tocó en el lugar más sensible, casi sin querer, y escuchó otra vez un ronco gemido de Louis.

Puta madre” balbuceó y ya sin poder controlarse bajó, beso a beso, por el pecho y el vientre. Tocó a Louis por encima de la ropa interior, lo acarició con firmeza mientras descendía cada vez más con sus besos.

Los dedos de Louis se enredaban entre sus pelos y cuando finalmente los besos llegaron allí, se cerraron bruscamente. Harry jugó con su lengua, con sus manos, acariciándolo, besándolo y chupándolo, adivinando si Louis disfrutaba o no por el respirar agitado, los roncos gemidos, el tironear de sus dedos…

Lo sentía poniéndose cada vez más duro, más grande y sus movimientos cada vez más erráticos y desesperados, pero Harry no quería que todo terminara tan rápido. Cada vez que Louis empezaba a moverse frenéticamente como si estuviera a punto de terminar, Harry bajaba la velocidad, lo besaba con ternura en vez de desesperación, acariciaba sus piernas, su vientre, su ombligo, y antes de que Louis pudiera olvidarse del todo volvía a lamerlo y chuparlo y acariciarlo en aquellos puntos que en pocos minutos conoció como los más sensibles.

Mierda, Harry, no me hagas esto” rogó Louis, con la voz quebrada de tanto gemido.

Bastante divertido, Harry levantó la mirada, y sonrió –en la medida de lo posible. Louis entonces bufó, posiblemente ya harto de tanto esperar, y lo que antes era una controlada caricia en su cabello se volvió un tirón firme y conciso, que Harry aceptó obediente, retirando la cabeza con una expresión más que orgullosa en el rostro.

Louis se abalanzó entonces sobre él, y fue su turno de besarlo, y morderlo y chuparlo en cada rincón de su cuerpo. Pero Harry no le acarició el pelo, y hasta se mordió los dedos para no gemir como lo había hecho Louis –lo cual era bastante difícil cuando le besaban el cuello y lo masturbaban al mismo tiempo.

“Louis…” balbuceó, pero no hubo respuesta más que el movimiento cada vez más rápido, “Mierda, Lou” rogó. La lengua de Louis seguía explorando su cuello, y sus dedos seguían abrazando su miembro en aquel movimiento continuo. “Louis ¡Mierda! Ya…” resopló Harry, y aunque apretaba los labios con fuerza respiraba agitadamente por la nariz, y su pecho se abría y cerraba cada vez más rápido, “Mierda Louis, ¡cógeme de una vez por todas!

El movimiento se detuvo un momento, y Harry hasta se asustó de haber hecho algo mal. Entonces sintió el aliento de Louis sobre su oído, escuchó las palabras saliendo de sus labios y el tono ronco de su voz que demostraba que, en todo caso, algo había hecho bien.

“¿Estás seguro?” preguntó Louis, y sentir su voz murmurada tan cerca de él hizo que en Harry un hilo de  electricidad corriera de su nuca a los dedos de sus pies.

No atinó a decirlo en voz alta, en cambio besó la mejilla de Louis y asintió con la cabeza.

Y Louis besó su mejilla, y luego sus labios, otra vez, ahora con más ternura y paciencia que ansiedad.

Las miradas volvieron a encontrarse, después de tantos minutos de sudor y cabezas hundidas en los cuellos y tironeos de cabello y demás, y Harry supo al ver sus ojos azules que ese día estaba listo, finalmente.

Lo besó otra vez, lo abrazó con fuerza, y sin mediar más palabras que aquellas silenciosas que se decían con las miradas, Louis lo incitó a ponerse de perfil en el colchón, mientras acariciaba su brazo, sus costillas, su hombro.

Besó entonces su mejilla, y le murmuró al oído “Dime si quieres que me detenga.”

Harry asintió, otra vez, mudo de palabras y razones.

Los labios de Louis descendieron beso a beso, ahora por su espalda, mientras él se acomodaba, acariciando con sus manos su cintura, su vientre, hasta posarse sobre su sexo. El frío del lubricante le causó un escalofrío, pero pronto Harry se olvidó de eso.

Nunca en su vida se había sentido tan expuesto, indefenso, o frágil. Nunca había tenido tanto miedo en su vida, ni había estado tan nervioso, y sin embargo había algo completamente correcto, tranquilizador, feliz de esa situación: de estar con Louis, aunque fuera con las ropas a mitad sacar, con el cuerpo traspirado y el colchón lleno de polvillo y suciedad.

Louis se movía suavemente dentro suyo, con calma y lentitud para no causarle dolor, y trataba de tocarlo y darle el mayor placer que podía, pero Harry solo quería tomar su mano, sentir su aliento y dejarse llevar por aquel rítmico movimiento.

I fell in love next to you
Burning fires in this room
It just fits light and smooth
Like my feet in my shoes

La voz de Ed inundó la alcoba otra vez, y se sentía casi irreal que todo eso estuviera pasando. Que en esa habitación en la que Harry se quedaba hasta tarde pensando en Louis, que a esa música que había acompañado cada fantasía sin sentido, que aquel chico que hacía un manojo de años ni siquiera sabía su nombre, estuviera ahora con él, que estuvieran…

Harry apretó la mano de Louis con fuerza, se mordió el labio para ahogar un suspiro.

Little one, lie with me
Sew you heart to my sleeve
We’ll stay quiet underneath 
Shooting stars if it helps you sleep

Louis se movió un poco más rápido, pero siempre con ternura, con cuidado, preguntándole entre murmullos si Harry estaba bien, si quería que se detenga. Él no se las ingeniaba para responder con palabras, en cambio gemía, asentía, lo apretaba.

Había algo de dolor, pero era demasiado difícil pensar en eso en ese momento, habiendo tantas otras sensaciones, quemándole la piel tanto como le quemaba, sintiendo tanto placer como sentía.

And hold me tight, don’t let me breathe
Feeling like you won’t believe

There’s a firefly loose tonight
Better catch it before it burns this place down
And I lie if I don’t feel so right
But the world looks better
Through your eyes.

Las manos de Louis se aferraron a su cintura con fuerza, y cada vez un poco más él aceleró su ritmo. Los gemidos de Harry ya no podían ser contenidos por su mano, ni por la almohada, ni la sábana, y a cada sonido que salía de su boca, Louis respondía con movimientos más gentiles, pero continuos, con las caricias más justas, con los besos y mordiscones que dejarían su espalda marcada unas horas después.

Para cuando terminó el cd, la ternura se había confundido tanto con el deseo, que Harry y Louis eran otra vez un manojo de sudor, y piel. Las remeras estaban tiradas en el colchón, los pantalones por los tobillos, las zapatillas en el suelo.

Las miradas habían vuelto a encontrarse, de refilón, y Louis necesitaba tanto de esos ojos verdes en ese momento, que como pudo sostuvo el rostro de Harry allí donde pudiera verlo, besó los rincones de su rostro que alcanzaba, mientras se movía cada vez más y más rápido. Harry debía de necesitar de su mirada azul también, porque sólo cerró los ojos cuando el placer fue tan inmenso que su cuerpo entero se tensó en un orgasmo.

Esa vez ni siquiera intentó contener el gemido.

Fue Louis quien ahogó el suyo mordiendo suavemente el hombro de Harry, aferrándose a él por la cintura, acercándolo lo más que podía mientras terminaba justo en el mismo momento en que el cd de Ed Sheeran había vuelto a comenzar.

***

Una semana después, Harry aún se preguntaba si acaso eso no había sido también producto de sus fantasías. Después de aquella tarde en Holmes Chapel, y de una cena bastante silenciosa –aunque agradable- ambos habían viajado a Doncaster y no habían vuelto a hablar del tema.

No había vuelto a pasar nada ni remotamente parecido, y lo que más se acercaban eran algunas caricias en la espalda, algunos abrazos que se daban, sorprendentemente, de un modo natural. Louis lo tocaba un poco más, le acomodaba el cabello, la ropa, lo miraba a los ojos y sonreía sin motivo aparente, a veces se mordía el labio mientras lo observaba y se quedaba con él la mayoría de las noches en vez de salir con sus amigos.

Harry solía preguntarse si se había tratado de una cosa de una sola vez, si Louis simplemente estaba demasiado nervioso como para insinuar que lo deseaba otra vez, o si simplemente un sueño húmedo se le había confundido con la realidad, pero realmente estaba demasiado ocupado con otras cosas para sentarse a tener una conversación seria al respecto.

Desde que había puesto un pie en  Doncaster, trámites y averiguaciones con el abogado habían ocupado la mayor parte de su tiempo. Había una audiencia una semana antes de navidad, y esa sería la primera vez en la que se conversara con el juez, oficialmente, el asunto de la libertad condicional.

Buscar testigos, armar testimonios, sacar pasajes de ómnibus, y hacer sellar papeles llevaba mucho más tiempo de lo que cualquiera se imaginaría. Louis a veces lo acompañaba, lo llevaba en el auto para ahorrar tiempo, pero otras veces se quedaba en su casa con las mellizas, intentando responder algunas de sus tantas preguntas –y tenían bastantes. Harry sólo oía de las más sencillas: ¿Por qué está Harry tan ocupado? ¿Por qué vive Louis en Manchester? ¿Por qué no podían quedarse los dos en Doncaster y ya?

Pero había otras un poco más complejas, otras preguntas que para  que Louis pudiera responderlas debía conversarlas con Harry primero. ¿Por qué se ponía  tan contento cuando volvía? ¿Por qué lo abrazaba y por qué los dos sonreían cuando se miraban? ¿Por  qué Louis se mordía los labios cuando abría el celular y veía que tenía un texto de Harry? Sobre todo, y mucho más importante para ellas, ¿Quién era Harry? ¿Era un hermano? ¿Un tío? ¿Un amigo?

Louis se preguntaba a menudo si acaso las mellizas no entendían mucho más que él acerca de sus propios sentimientos, y hasta había llegado a preguntarse si podía manipular ese talento de las chicas para conocer mejor sobre los sentimientos de Harry, si podía adelantarse a esa charla que eventualmente tendrían.

***

Harry volvió el viernes de la audiencia con una expresión bastante extraña. No estaba feliz, pero tampoco estaba tan triste ni angustiado. No había restos de lágrimas en sus ojos, no tenía los labios lastimados de tanto mordérselos para no llorar.

“¿Cómo fue?” preguntó Jay que esperaba junto a las niñas  y Louis en la sala.

Harry se encogió de hombros, no estaba muy seguro.

“¿Cómo está ella?” preguntó Louis, bastante inquieto desde su lugar en el sillón al otro lado de la sala.

“Bien” respondió Harry forzando una sonrisa. “Es decir, nos fue bien. Muy bien, es sólo que yo…” dijo, pero se interrumpió para volver a encogerse de hombros. Phoebes se acercó a él y reposó la cabeza en su rodilla, como un mimo.

Harry acarició sus rubios cabellos, mientras aquella sonrisa forzada se volvía cada vez más natural. “Nos fue bien, es sólo que yo me había ilusionado un poco” explicó, recuperando la fuerza y las ganas de hablar. Levantó la cabeza, buscó la mirada de Louis y finalmente relató lo ocurrido.

No habían logrado la libertad condicional –aún- pero como el abogado había dicho, esas cosas llevan tiempo. Todos los testigos habían declarado, incluidos vecinos, y el ex jefe de su mamá, y sus aportes habían sido bastante claros. Pero, sobre todo el de la asistente social que se había ocupado del caso de Harry cuando era menor de edad, había sido de mucha ayuda. Los jueces tenían una imagen muy positiva de Anne, y su excelente comportamiento solamente sumaba puntos al caso.

En palabras del abogado, es sólo una cuestión de tiempo” finalizó Harry, mientras se preguntaba si alguien podía realmente entender cuanto extrañaba a su mamá y que tanto le dolía todo el tiempo que pasaban separados.

¿Pudieron conversar alguna salida?” preguntó Louis otra vez, recordando aquella charla con el abogado en la que había estado presente.

Harry entonces sonrió, bastante sorprendido de haberse olvidado de contar eso.

“¡Sí! Claro” explicó, “Esa es la buena noticia”. Miró a Jay, poniendo su mejor cara de cachorrito mojado (aunque no era realmente necesario), “Es decir si tú no tienes problema”

“¿De qué estamos hablando?” Preguntó Jay confundida.

Claro, no lo expliqué…” Harry carraspeó, “A mi mamá le dieron permiso para pasar la noche de año nuevo fuera de la cárcel”
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Mensaje por liliumpumilum Lun 13 Mayo 2013, 7:47 pm

Capítulo 6


Cuando el auto de la policía se estacionó en frente de la casa de la familia Tomlinson, Harry estaba un poco nervioso. No le quedaban ya uñas de tanto que se las había mordido mientras los esperaba, y ahora que estaba allí, la sensación de ansiedad seguía. Louis le acarició la espalda con ternura, y Harry se volteó hacia él un poco sorprendido. Se había olvidado de que había otra persona allí, de que no estaba solo.

Louis sin embargo, no lo miraba. Estaba expectante, cómo él, del auto de policía, del oficial que se había bajado para abrir la puerta a Anne.

Harry caminó unos pocos pasos hasta el auto y tendió la mano a su madre para ayudarla a salir. Los oficiales hablaban, pero el realmente no podía oír lo que decían. Tenía la mano de su mamá entre las suyas, la tenía frente a frente en una calle abierta, sin muros, sin celdas.

Anne lo miraba con lágrimas en los ojos y cuando él la acercó bruscamente para envolverla en un abrazo, ella hundió la cabeza  en su cuello y lloró un buen rato.

Era el primer abrazo que se daban en años.

La sensación tibia y dulzona del abrazo era la misma, pero las cosas habían cambiado bastante. Harry estaba más alto, su mamá más delgada, su mirada más cansada.

Después de casi un minuto, Harry finalmente dejó ir a su mamá. Tenía los ojos rojos pero había logrado no llorar. El rostro de  Anne, en cambio, estaba lleno de lágrimas. Se limpió la cara a duras penas y Harry la abrazó mientras conversaban con el oficial, y él les recordaba las reglas de seguridad.

Jay esperaba en el pórtico, con las mellizas enredadas entre sus piernas, mirando con curiosidad a la mamá de Harry. El oficial se acercó a hablar con ella, al fin de cuentas era la dueña de casa (y los dos jóvenes con los que había hablado no le habían prestado realmente mucha atención), y mientras tanto Harry y su mamá entraron a la casa.

Louis corrió unas chaquetas del sillón y le ofreció el lugar a Anne para que se siente. Ella se limpió la última lágrima y aceptó la invitación.

“¿Quieres un poco de té?” le preguntó Louis. Harry recién entonces se acordó de su presencia.

No querría molestar” se disculpó Anne, pero Louis sólo respondió con una sonrisa.

“No es molestia, y voy a hacer té de todas formas, sólo dígame si con o sin azúcar.”

Anne sonrió con tanta tranquilidad y agradecimiento, que a Louis también se le llenaron los ojos de lágrimas –y eso que venía aguantando bastante bien. Él supo en ese preciso momento que aunque ninguno de los dos dijera una palabra, estaban pensando en lo mismo: en Harry.

Louis pensaba que esa era la mujer que había protegido a su hijo, el chico más maravilloso que él jamás hubiese conocido, de una experiencia por demás horrible y traumática. Pensaba en que le debía a ella haberlo conocido, aunque hubiese sido en el contexto más terrible. Pensaba en que de ella Harry había aprendido a mirar con tanta sinceridad, a exponerse tanto en apenas un segundo de contacto visual.

Anne pensaba que Harry había tenido suerte de ir a parar a ese hogar, con ese chico que había abrazado a su hijo cuando vio llegar el auto, que no había dicho una palabra para interrumpir pero que apenas pudo le ofreció algo, sólo para que se sienta cómoda y bienvenida.

Dos cucharaditas de azúcar, entonces” admitió.

La puerta de entrada, que era bastante pesada, hizo mucho ruido cuando Jay la cerró. Las mellizas se quedaron en la entrada de la sala, mirando expectantes cómo su madre le tendía la mano a aquella extraña.

Que bueno verte de nuevo” le dijo ofreciéndole una  cálida sonrisa.

Se habían conocido anteriormente apenas habían transferido a Harry al colegio de Doncaster. Anne había querido explicarle a su profesora de los jueves que Harry tendría que retirarse temprano de sus clases todos los días por una cuestión de seguridad. No había pretendido contarle toda la historia, pero Jay ya había adivinado parte de ella y cuando le hizo las preguntas justas, Anne no pudo más que contarle la verdad entre lágrimas y tazas de té.

Sería mucho decir que se habían vuelto amigas en ese momento, pues lo más que sabían la una de la otra era el apellido, pero ese encuentro había servido para que entre ellas existiera una profunda confianza. La confianza que le permitió a Jay tomar la decisión adecuada apenas ocurrió todo. La confianza que permitió que Harry terminara la escuela viviendo en la casa de la familia Tomlinson.

Harry se sentó en el sillón más grande, al lado de Jay, y escuchó silencioso la  conversación que Lottie y Lizzy mantenían con su mamá. Le contaban anécdotas de Harry, del tiempo que había pasado viviendo  con ellas, de cómo las ayudaba con las tareas y de lo mucho que hablaba de su mamá.

Él también quería decir algo, responder a las bromas y burlas cariñosas de aquellas chicas que sentía casi como hermanas, pero tenía un nudo en la garganta y sentía que si hablaba no podría evitar largarse a llorar. Jay reposó la cabeza en su hombro y acarició suavemente su rodilla. Él podía oír todas las palabras que ella le decía, aunque sus labios siguieran sellados.

Phoebe y Daisy que no habían atinado a decir una palabra desde que la extraña había llegado, se acercaron a su mamá y a Harry y se treparon sobre ellos en búsqueda de mimos y explicaciones.

“¿Ella es tu mamá, Harry?” preguntó Daisy.  Él asintió, pero otra vez no pudo decir nada. Jay, entonces, respondió por él.

Sí, lo es. ¿No les parece muy bonita?” murmuró procurando que Anne no oyera. De todas formas estaba bastante distraída charlando con Lottie y Fizzy.

Sí, parece una princesa” dijo Phoebe y las dos hermanas guardaron silencio por un momento.

Louis volvió a la sala cargando una bandeja con varias tazas, Harry al verlo tan atareado encontró la excusa perfecta para salir un momento y no quebrarse en frente de todos. Las lágrimas que se agolpaban en sus ojos eran algunas de angustia y pena, y otras de felicidad y ternura: todos se estaban muy bien con su mamá.

Harry fue hacia la cocina a buscar unos escones, pero apenas llegó a la cocina y se sintió resguardado por una gruesa pared de material y una puerta cerrada, apoyó las manos sobre el mesón y desahogó un suspiro y varias lágrimas.

La mano de Louis, otra vez, acarició su espalda.

Llora todo lo que quieras” le pidió mientras lo acariciaba, y Harry se soltó del mesón y se abrazó a él bruscamente. Se mordió los labios para no hacer ningún ruido, no quería que su llanto alterara a su mamá que parecía tan feliz y cómoda.

Louis lo apretó fuerte por la cintura, besó su mejilla mientras Harry sollozaba hundido en su cuello, y después de unos minutos, todo se acabó. Era apenas eso lo que necesitaba, un segundo de vulnerabilidad para volver a la sala fingiendo que todo estaba bien, que en su cabeza no maniobraba la posibilidad de subir a su madre a un auto y escaparse para que ella no tuviera que volver a aquel horrible lugar.

Se enderezó y miró a Louis, él también tenía los ojos llenos de lágrimas.

Sintió su caricia en la mejilla, y sonrió porque quizá así sí podría aguantar unos meses más, los suficientes para que su mamá pudiera salir de la cárcel del modo correcto, y no tendrían que esconderse y estar asustados. Así, con la mirada azul de Louis fija en él, con sus dedos delgados acariciando su mejilla y limpiando sus lágrimas, todo ese dolor era un poco más soportable.

“¿Mejor?” le preguntó. Harry asintió, y lo alegró saber que ahora sí podía hablar sin que su voz se quebrara en llantos.

Mejor

*

Un par de horas luego, todos estaban listos para la cena. Lottie y  Fizzy habían servido la mesa, mientras Anne y Jay se arreglaban (Harry le había comprado a su mamá un vestido bonito para la cena) en el dormitorio, y los chicos entretenían a las mellizas en la sala hasta que estuviera todo listo. Jay había preparado un pollo al limón que realmente se veía delicioso, y que era tan grande que parecía un pavo.

Louis se había ofrecido a ayudar pero Fizzy había bromeado diciendo que no querían asustar a la invitada, así que en cambio había acompañado a Harry a buscar a su mamá a la cárcel. Al final del día, esa había sido la mejor opción.

Cuando Anne bajó las escaleras, todos se quedaron sin palabras. Con maquillaje, vestido, y aquella tímida sonrisa, ella se veía mucho menos cansada que cuando la vieron entrar. Se veía como la Anne de la que todos los compañeros de Harry hacían chistes en el colegio.

“¿Puedo cambiar al hijo por la madre o…?” bromeó Louis a su oído.

Cállate” murmuró Harry debatiéndose entre ofenderse -porque realmente odiaba los chistes sobre su mamá- o sonrosarse porque… ¿Louis acababa de insinuar que estaban juntos?

“¡Que guapas!” exclamó Lottie y se acercó a comodarle a su mamá el tirante del vestido floral  que llevaba.

Harry entonces se puso de pie, sonriendo anchamente. Anne lo miró, sonrosada, y gesticuló un gracias a lo que el respondió sonriendo aún más si eso era posible. Corrió la silla de la mesa para ofrecerle asiento a su mamá, haciendo un gesto caballeroso y un poco exagerado.

Anne exageró también una reverencia y procedió a sentarse con su mejor cara de dama de la época isabelina. La sonrisa después fue tan sincera que Harry tuvo que controlarse mucho para no abalanzarse sobre su mamá y abrazarla como si tuviera cinco años otra vez.

Después de las formalidades iniciales acerca de lo rica que estaba la comida, de lo bien servida que estaba la mesa, las conversaciones usuales de la familia Tomlinson aparecieron. Las mellizas que ya habían entrado en confianza con la invitada le hablaban sobre la escuela, sobre sus clases de baile, sobre los dibujos animados que les gustaban. Louis se quejaba sobre el ahora ex de Lottie que la había dejado, y luego razonaba que de todas formas era mejor, porque era muy pequeña para tener novio, lo que desató una tercera guerra mundial.

“Porque tú no hayas tenido novia nunca no quiere decir que yo no pueda tener novio” se encogió de hombros Lottie.

“¿Y tú cómo sabes que yo no tuve novia nunca?” protestó su hermano mayor.

“¿La tuviste?” le retrucó su hermana, disimulando una sonrisa porque era lo suficientemente grande para saber que Louis no tuvo ni tendría novia en ningún momento, pero también lo suficientemente respetuosa para no decir nada hasta que no saliera la explicación de sus labios.

“No, pero…” Louis se rió, porque recién entonces él supo lo mucho que su hermana había crecido.

“¿Y tú has tenido novia, Harry?” preguntó Fizzy que realmente no entendía las sutiles miradas que Lottie y Louis compartían –y por eso no entendió la risa ahogada que compartieron.

“¿Qué? ¿Novia?” preguntó Harry que no había prestado atención a la conversación anterior. FIzzy asintió,“¿Con A al final?” volvió a preguntar. Frunció el ceño porque realmente pensó que ya todo el mundo sabría que él no jugaba para ese equipo. “No me gustan las chicas” explicó, y aunque siempre le había resultado fácil decir eso, esta vez las mejillas se le encendieron en rojo carmesí.

“¿Qué? ¿Por qué?” preguntó Phoebe un poco decepcionada. Harry estuvo a punto de responderle en serio, en explicarle que simplemente nunca le gustaron, pero cuando se encontró con su mirada triste y angustiada, entendió que las mellizas no tenían la menor idea de lo que él estaba hablando.

No. Es decir, me gustan. Pero no me gustan de la forma en que a muchos chicos le gustan. Como para tener novia y casarse. Pero me  gustan. Me gustan todas ustedes y todas son chicas.”

“Excepto Louis” aclaró Daisy y siguió con su comida como si nada, porque tanto ella como Phoebe habían quedado satisfechas con la respuesta de Harry.

“Excepto Louis” admitió Harry.

Por unos segundos no se escuchó otra palabra en la mesa que no fuera de las mellizas que seguían hablándole a Anne de dibujos animados como si no hubiese pasado nada. Louis y Lottie seguían cruzando las miradas, casi en shock porque… Harry acababa de salir del closet en una cena de navidad.

No que hubiese estado nunca dentro del closet, realmente, pero…

Así que…” balbuceó Jay intentando sacar conversación, porque el ambiente se había vuelto bastante tenso de golpe. Pero en vez de seguir conversando normalmente, la mesa entera estalló en carcajadas. Hasta las mellizas empezaron a reírse después de un momento, aunque realmente no entendían por qué.

“Eres raro, Harry” comentó Louis. Harry estuvo a punto de responder a la defensiva, pero cuando cruzaron miradas lo vio tan orgulloso de él que simplemente se sonrosó y volvió la vista al plato  con una sonrisa dibujada en los labios.

El resto de la cena fue mucho más divertido. Fizzy estaba más que ofendida, y no por la confesión de Harry sino porque no podía creer que todo el mundo supiera menos ella. Lottie se entretuvo molestándola un buen rato, y Louis tuvo que cambiar de tema en un momento porque estaban a punto de empezar a pelear en serio.

Jay había logrado distraer a las mellizas para que Harry pudiera conversar un poco con su mamá tranquilo. Charlaron sobre la universidad, el trabajo y Manchester, y Harry le habló de todos los lugares que la llevaría a visitar apenas pudieran, los museos, los parquees. Le habló de la casa de Holmes Chapel, de las fotos que había encontrado, de lo limpia que la había dejado.

Cuando terminaron la cena, Lottie y Fizzy sugirieron que Harry y Louis levantaran la mesa y trajeran el postre porque “no hicieron nada en todo el día”, y los dos aceptaron gustosos. Necesitaban un segundo a solas en la cocina.

Esta vez, sin embargo, Harry no lloró. Conversaron sobre Anne, sobre lo bien que se la veía y lo cómoda que parecía. Sobre Fizzy y sobre lo que Harry acababa de hacer, Louis le contó de las indirectas de Lottie y de las preguntas que esperaba de ella en las próximas semanas.

Va a ser difícil superar una salida del closet como la tuya” bromeó entre murmullos mientras servían el lemon pie en una bandeja de loza.  “Año nuevo es muy pronto y no habrá otra fecha tan dramática hasta el cumpleaños de mi mamá”

En vez de reírse del chiste de Louis, Harry se concentró en aquella palabrita que salió de sus labios.  Cumpleaños.

Cumpleaños.

Lo había olvidado.

Abrió los ojos de par en par y se volteó hacia él, no podía creer que no le había dicho nada aún.

“Feliz… Mierda…” Harry se rascó el cabello, un poco avergonzado, “Feliz cumpleaños, Lou. Lo olvidé, lo siento tanto” dijo y lo abrazó con fuerza.

Louis respondió a su abrazo, y se mordió el labio porque aunque se había dicho toda la tarde que no importaba, que Harry estaba obviamente distraído, se sentía mucho más aliviado ahora que había escuchado ese saludo de su parte.

Harry recordó entonces el regalo que le había comprado, que estaba guardado en el bolso allí arriba en el dormitorio.

Se sonrosó, porque aún se sentía un poco inseguro sobre si dárselo o no.

“Recuérdame que te de tu regalo antes de irnos a dormir” le pidió.

Louis asintió y tragó saliva, porque se sentía un poco culpable por lo que estaba a punto de decir.

“Dicho sea de paso…” murmuró, “Los chicos… Umm… ¿Me pidieron de salir esta noche? Es decir, si tú no me necesitas aquí… Si quieres que me quede, me encantaría estar contigo, es sólo que pensé que quizá querrías estar tranquilo con tu mamá y—“

Louis” lo interrumpió Harry. “Ve, por dios. Estoy bien.” Dijo y sonrió. Louis entonces sonrió también y los dos ahogaron un suspiro. “Sólo prométeme que me despertarás cuando llegues para que te de tu regalo.”

*

Matt tocó el timbre alrededor de las once de la noche. Las mellizas le abrieron la puerta y lo presentaron a Anne como un amigo de Harry y Louis. Después de una breve conversación, los bocinazos empezaron y Matt tuvo que pedirle a Louis que se apurara.

Anne insistió en que Harry saliera con sus amigos, que en unas horas ella ya tendría que volver de todas formas, pero él realmente no podía pensar en un mejor lugar que ese en ese momento.

Louis se despidió de ella con un fuerte abrazo que la tomó por sorpresa.

Ha sido un gusto conocerla” le dijo. Ella asintió un poco sorprendida, pero en seguida respondió el abrazo y respondió.

“Ha sido un gusto conocerte a ti también, Louis”, y  después de separarse del abrazo agregó “Cuida a Harry por mí, ¿Si? Fíjate que desayune antes de salir a trabajar y que no salga con la cabeza mojada, especialmente con este frío…”

Me fijaré con lo del desayuno” prometió, y volvió la vista a Harry, “Pero ya no sé que decirle para que no se bañe diez minutos antes de salir” bromeó.

Harry” lo llamó Matt desde la puerta, “Ven a saludar a los chicos

Harry asintió y se disculpó con su madre, acompañando a Louis a la vereda. Matt, Dylan, Alan y Weston estaban en un auto un poco destartalado, y se bajaron azotando las lastimosas puertas para saludarlo. Le dijeron feliz navidad, y que era una lástima que no pudiera salir con ellos, pero que lo entendían. “La próxima vez será” dijo Harry, encogiéndose de hombros. Aunque le encantaban esos chicos, una charla con su mamá valía mil borracheras con sus amigos.

Lo que pasó después fue bastante raro, Dylan, Alan y Weston decían que hacía frío, así que se adelantaron al auto. Matt le dio un abrazo y le repitió feliz navidad, y Louis allí, en frente de Matt, sus amigos y los oficiales, se despidió con un sorpresivo beso en los labios.

No fue un beso apasionado, más bien de esos besos que los novios se dan a modo de saludo, suave, seco, pero afectuoso. Harry estaba  bastante sorprendido, con los ojos abiertos de par en par sin realmente entender que había pasado.

Matt parecía sorprendido también, pero sonreía, y los chicos en el auto estaban demasiado ocupados hablando de que tantas chicas se tirarían esa noche para realmente prestar atención a lo que pasaba en el pórtico.

Louis abrió los ojos, y despegó los labios suavemene. Su mirada y la de Harry se cruzaron un momento, pero no dijo nada. En cambio se volteó, como si nada, y caminó hacia el auto.

Harry miró a Matt confundido, quien aún sonreía.

No me preguntes a mi” le dijo encogiéndose de hombros, y se despidió.

*

Harry miró el reloj de la sala otra vez. Eran la 1:42, apenas quedaban 18 para que los oficiales tocaran bocina, porque era hora de que su mamá volviera a la cárcel.

Bajó la mirada otra vez hacia ella, que dormía sobre su regazo, con los ojos pegoteados porque se había dormido llorando.

Sonrió, un poco triste. Se la veía linda y  sin embargo había algo tristísimo en esa escena. Algo gris y amargo.

No quería despertarla, no quería que pasara el tiempo. Quería que ese día durara por siempre, o al menos hasta que finalmente le dieran la libertad condicional. Quería que ya fuera ese día, que ya pudiera estar en su casa tranquila, sin que él tuviera que mirar el reloj cada cinco minutos, porque quería ahorrarse el mal trago de que los oficiales tocaran el timbre de la casa y despertaran a las chicas.

Las tazas de té ya estaban frías sobre la mesita de café. No habían llegado a beber ni un sorbo cuando Anne se había abrazado a su hijo y había empezado a llorar.

Las palabras no las decían ninguno de los dos, pero la habitación estaba llena de porqués y quevidademierdas.

Injusto. Ese algo gris y amargo que entristecía la escena era lo injusto de todo lo que les había ocurrido.

La despertó con un suave murmulló.

“Mamá” le dijo. Otra vez se sorprendió de que su voz no se quebrara en llantos. Definitivamente estaba creciendo. “Mamá, ya es la hora” insistió.

*

Cuando Harry acompañó a su mamá hacia el auto de la comisaría, nevaba a cántaros. Los copos eran gruesos, livianos. Dejaban manchones de humedad en la ropa, en su saco negro. Cada vez que exhalaba una nube salía de su boca, y aunque tenía casi veinte años se entretuvo jugando con eso.

Anne estaba a punto de subirse al auto cuando alguien gritó que se detengan. Corriendo cuesta arriba por la húmeda callejuela venía Louis, bastante agitado, al parecer. Eran apenas la 1 de la mañana, demasiado temprano para que él vuelva a casa.

Los oficiales lo miraban confundidos, mientras comían un poco del sánguche de matambre que Jay les había convidado.

No quería” balbuceó agitado apenas llegó al lado de Harry y Anne, “No quería que se vaya sin que la pueda saludar” concluyó.

Anne miró a su hijo y después de nuevo a Louis. Estaba sonriendo, otra vez.

Lo abrazó amablemente y le murmuró algo al oído que Harry no pudo escuchar. Después dijo, en voz alta, que pronto se volverían a ver.

Louis caminó hacia el pórtico, y esperó a Harry allí. No quería quedarse pegado a ellos, porque supuso que querrían hablar en privado, pero tampoco quería dejarlo solo. Los observó abrazarse, y como ella besó su frente.

Observó la mano de Harry aún aferrada a su brazo desesperadamente, negándose a dejarla ir, y después la mano de ella sobre su mano, sus labios pronunciando una promesa que  desde el pórtico, Louis no pudo oír.

Los oficiales subieron a Anne al auto, y arrancaron. Harry se quedó allí varios segundos, mirando la calle y la esquina donde habían doblado.

Louis lo recibió en el pórtico con un abrazo del que no lo dejó ir por varios minutos. Harry tampoco quería que ese momento termine. No le importaba ni el frío, ni la nieve, la humedad, o las lágrimas que se le congelaban en los cachetes.

Solamente dio por terminado el abrazo cuando las manos que reposaban sobre la camisa de Louis sintieron el frío de su cuerpo.

Vamos adentro” le dijo.

Haré un poco de té” propuso Louis.

Llevaron las tazas a la habitación. Bebieron el té en silencio, sentados en la cama, reposando cada uno un perfil sobre el otro. Louis había cubierto los pies de ambos con una frazada, porque esa era una noche muy fría, tanto que la loza caliente de las tazas les hacían arder los dedos.

No le recordó sobre el regalo de cumpleaños, porque realmente no tenía sentido decir nada esa noche. Ese silencio generoso  y compartido era lo mejor que podían pedir, aunque los dos tuvieran tantas preguntas por hacer y tantas cosas por decir.

A la mañana siguiente se despertaron con las tazas vacías sobre el colchón, enredados en un abrazo que ninguno de los dos recordaba. 

¿Está mal que haya comprado dos entradas en vez de una esta vez?” pregunto Harry apenas pudo conjugar palabras. Louis estaba demasiado dormido para entender lo que estaba sucediendo. “Para el concierto de Ed Sheeran” explicó, “Por tu cumpleaños”

“¿Me compraste entradas?” preguntó Louis mientras se refregaba los ojos.

Compre dos” insistió Harry. “¿Está bien? ¿No hice nada… raro? Fue antes de… Holmes Chapel… Es decir—”

Cállate Harry” dijo Louis y puso las tazas sobre la mesita de luz.

Se estiró lentamente, se sacó las zapatillas. Eran apenas las seis de la mañana, se merecían unas horas más de sueño antes de tener que lidiar con Harry que había probado ser tan inocente como él. ¿Aún tenía inseguridades? ¿Aún no entendía lo mucho que Louis quería estar con él?

“Hay un chico que quería invitar a salir” bromeó. Se echó sobre el colchón, y estiró el brazo invitando a Harry a imitarlo, a hundirse en el hueco que tan amablemente le había armado en la cama. “Es bastante estúpido a veces” dijo, sonriendo anchamente con los ojos cerrados.

Harry aceptó la invitación y aunque él era mucho más alto, y los pies le quedaban colgando en la punta de la cama, hundió el rostro en el cuello de Louis.

Pero también es adorable y muy guapo, así que lo perdono.

Los pajaritos cantaban en la ventana, y por un lago rato eso fue lo único que se oyó en la habitación.

¿Harry?” murmuró Louis.

¿Qué?” preguntó entredormido.

Tengo dos entradas para un recital de Ed” dijo y se mordió el labio para no reírse de su propio chiste. “¿Quieres venir conmigo?

Eres un idiota” protestó Harry y se dio vuelta en el colchón bastante ofendido.

Louis lo abrazó por detrás, hundió la cabeza en su espalda porque los rulos le hacían cosquillas en la nariz. ”¿Eso es un sí?” le preguntó.

” respondió Harry, y ahora que Louis no podía verlo, sonrió. 
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Mensaje por liliumpumilum Lun 13 Mayo 2013, 7:48 pm

Capítulo 7

Harry

La voz de Louis se oyó un poco lejana desde aquel sueño tan reconfortante en el que se hundía el de rulos. Apretó los ojos con fuerza y hundió aún más la cabeza en su hombro, intentando alejar la luz que ya se había empezado a filtrar por la ventana.

Harry, despierta” rogó Louis otra vez, pero sólo recibió como respuesta un balbuceo lastimoso. “Ya son las 7, tienes que ir a trabajar” insistió. Harry respiró hondo para sentir el aroma de Louis, y apretó su vientre con la mano que había reposado allí toda la noche. El brazo izquierdo se le había dormido, y empezó a dolerle cuando empezó a acomodarse en el colchón.

Buen día” dijo, y a duras penas abrió los ojos.

Buen día” respondió Louis y retiró el brazo sobre el que había dormido Harry, se sentó en la cama a duras penas dándole el espacio que él necesitaba para girarse sobre el colchón y sentarse, aún con el rostro lleno de lagañas y la boca con sabor amargo.

Louis observó a  Harry preparar un juego de ropa, lentamente, alternando bostezos con quitarse las lagañas. Tenía el cabello húmedo de transpiración, y los rulos le habían quedado marcados hacia un costado.

Sentía que debía decirle algo, pero no eran oraciones concretas sino preguntas las que se agolpaban detrás de sus labios.

Harry se despidió de Louis con un saludo cansado y cerró la puerta tras de sí mientras bostezaba.

Mientras se bañaba, luego, pensó lo mismo que venía pensando cada mañana desde hacía varias semanas.

¿Qué mierda fue eso?

Porque… ¿Cómo se había llegado a esa situación? A dormir juntos cada noche, a alternar tratos amistosos con noches de sexo apasionado, con besos de buenas noches, con caricias juguetonas.

Harry no entendía que estaba pasando entre ellos, y por la mirada con la que Louis lo despertaba cada mañana, sabía que no era el único.

Había conversado bastante al respecto con el psicólogo, pero el mejor consejo que él le había podido dar era “espera y verás”.

Se lavó los dientes en la ducha, y aprovechó el agua caliente para darse un masaje en el  cuello. Una cama de una plaza no es cómoda para dos personas, y sin embargo siempre que Louis lo invitara, Harry se subiría con él a esa cama aunque al día siguiente su espalda estuviera a la miseria.

Intentó terminar de despertarse con un buen sacudón de agua fría, y cuando estuvo listo se secó y se vistió. Otra vez había sobrevivido a otra ducha sin llorar.

Las cosas realmente estaban cambiando.

Caminó al trabajo para terminar de despejarse. Estaba preparándose para un día cansador: todos los sábados lo eran, porque las familias solían salir a comer, seguramente en remplazo de  una semana de silencios y distancias.

Eso quería decir que para las 11 de la mañana debía tener preparadas varios bowls de los veinte tipos de ensaladas que se servían en el restaurant, y que después de eso y hasta las 3 de la tarde se la pasaría sirviendo platos calientes.

Quizá por todo eso es que no pudo mirar su celular hasta terminada la jornada de trabajo, y recién se encontró con el mensaje de Louis camino a la pensión.

Louis – 11:45

Recuerda que hoy es el recital de Ed. Yo estaré en la casa de unas amigas toda la tarde, pero te paso a buscar cerca de las 7

Habían pasado varias horas desde que ese mensaje había sido enviado, y sin embargo, Harry se apresuró a responder.

¿Y pensaste que lo olvidaría?

*

Un par de horas después, Harry ya estaba bañado, cambiado, perfumado y expectante. Las agujas del reloj giraban lentamente y Harry no tuvo mejor estrategia para superar su aburrimiento que ponerse a leer. Temía que si salía de la habitación, si se ponía a jugar a videojuegos con algunos de los chicos, o a  merendar con ellos en la cocina, todos se darían cuenta de que estaba esperando a Louis y realmente no sabría que responder ante las hipotéticas preguntas.

Se ponía colorado de sólo pensar los chistes que harían los chicos y las burlas cuando Louis finalmente pasara a buscarlo.

Giró la hoja sin siquiera saber que leía, y maldijo por dentro a Louis y a su tonta idea de pasar toda la tarde en otro lado. Hubiese sido más lindo  si lo hubiese esperado cuando llegara del trabajo, si le hubiese ayudado a elegir la ropa –al fin y al cabo él tenía mucha más experiencia en recitales de Ed Sheeran.

Cerró el libro porque obviamente no podía concentrarse en él, y volvió a mirarse la ropa. Un pantalón de jean recién estrenado –lo había comprado hacía un par de semanas pero era demasiado bonito para llevarlo al trabajo-, un cinturón de cuero oscuro, prestado de la colección Louis Tomlinson, unas converse negras y una remera gris oscura.

¿No estaba demasiado casual?

Se puso de pie y volvió a mirarse al espejo, no tenía remeras de Ed Sheeran pero aunque las tuviera no las llevaría a un recital de él. Esta de Rage Against the Machine estaba bien, además lo hacía ver un poco más maduro, ¿no?

No.

Se quitó la remera porque realmente lo hacía ver ridículo, y abrió su parte del ropero con la esperanza de que encontraría algo que no gritara “estoy queriendo parecer interesante para impresionar a Louis” (pero que sin embargo lo impresionara).

Tres mudas de ropa y varios improperios al aire después, la puerta de la habitación se abrió y Louis entró a la habitación. Harry estaba con una camisa verde a medio poner y las mejillas encendidas del color del fuego.

Louis sonrió, mordiéndose el labio. El desorden de ropa tirado por toda la habitación hablaba acerca de la situación apenas un poco más que la expresión desconcertada de Harry.

“¿Vas a llevar esa camisa?” le preguntó, reconociendo aquel grito desesperado por ayuda.

“¿No?” respondió Harry, intentando parecer firme aunque tenía un tono inquisitivo en la voz.

Se ve bien, va con tus ojos y todo” dijo Louis y se acercó a él, le acomodó el cuello de la camisa frente al espejo y luego los dos se miraron en él, sus miradas enredadas en los reflejos del otro.

Harry tragó saliva.

“¿No es muy seria?” preguntó, sin poder quitar los ojos de aquella imagen, de ellos dos juntos, solos. Era lo más parecido a una foto de los dos que tenía. “Es decir, para un recital

Bueno…” Louis se encogió de hombros, “Siempre podrías llevar la remera de los ramones, te queda bien.”

Mientras Harry se cambiaba la camisa por esa remera, Louis se recostó sobre el borde  del ropero, mirando a través de sus gafas oscuras cada movimiento  tímido y  nervioso.

“¿Ese es mi cinturón?” preguntó antes de que Harry se pusiera la remera.

El de rulos asintió, al principio nervioso, pero a penas se encontró con la mirada azul de Louis, su sonrisa se volvió tan pícara como la de él.

Lo tomé prestado” dijo encogiéndose de hombros. Dejó la remera sobre la cama y puso las manos sobre su cintura. “¿Te gusta como me queda?” preguntó, y se mordió los labios cuando Louis volvió a mirar en esa dirección.

Louis levantó la mirada y se acercó a él. Sus manos lo acariciaron suavemente en el vientre, y le hicieron cosquillas, pero Harry logró quedarse quieto.

¿Sabes? La función del cinturón es que no se te caigan los pantalones” le dijo. Sus dedos acariciaron cada centímetro de su piel hasta acercarse a la hebilla, y la desabotonaron.

Harry no pudo controlarse de humedecerse los labios y buscar otra vez la mirada de Louis, que era incluso más atractiva detrás de esas gafas de marcos negros.

Los labios de Louis se presionaron sobre los suyos con suavidad, y cuando se despegaron hicieron un ruido húmedo que le puso a Harry la piel de gallina.

Si dependiera de Harry, el recital de Ed podría esperar, que importaba si llegaban con suerte a la última canción, pero Louis tenía otros planes.

Corrió la hebilla del cinturón un par de puntos más, ajustándolo lo suficiente para que al menos no mostrara la mitad de la ropa interior al caminar. Cuando levantó la vista otra vez, los labios de Harry aún estaban despegados, esperando quizá otro beso, y sus párpados pesados delataban sus pensamientos.

Vamos, o llegaremos tarde” dijo y habló fuerte como si quisiera cortar el clima de la habitación. Tomó la remera que Harry había dejado en la cama y se la pasó.

Harry la recibió aún un poco atontado,  no podía entender del todo lo que acababa de pasar.

“¿Qué?” balbuceó, y se obligó a respirar hondo, a tragar saliva para devolver la compostura a su cuerpo.“No puedes hacerme eso, Louis” protestó bastante enojado.

Louis caminó hacia la puerta, se asomó al pasillo a mirar el reloj. Cuando volvió la vista hacia Harry, el seguía parado allí, atontado, con la remera en las manos y el ceño fruncido.

“¡Vamos!” insistió.

Ya, ya” protestó Harry y empezó a vestirse.  “Pero que conste que eso fue muy injusto” dijo, con las mejillas aún coloradas y su cuerpo aún incómodo por todas las expectativas que se había generado.

Harry caminó por el pasillo bastante ofendido,  y Louis siguió sus pasos hasta la calle. Mientras admiraba su cuerpo, su espalda del ancho justo en los hombros, sus caderas angostas, sus piernas largas y torpes, Louis  pensó que esa noche, cuando volvieran a su habitación, se disculparía con Harry por lo del cinturón.

*

Habían hecho fila por al menos treinta minutos cuando un guardia de seguridad se acercó a ellos. Les preguntó si tenían entradas, y los dos asintieron un poco nerviosos. Sentían que estaban a punto de reprenderlos por algo.

Vengan conmigo, por favor” pidió el guardia, y los dos compartieron una mirada asustada antes de seguirlo. Harry  estaba seguro que había comprado las entradas en un lugar oficial, no podían ser falsas.

El guardia los hizo entrar por una puerta colateral al teatro, y los guió por los pasillos y los recovecos del lugar. Afuera de una puerta con una estrella de bronce en ella, con una mano en el bolsillo y la otra gesticulando sus palabras, conversando con una mujer bastante bonita, estaba Ed Sheeran. Su cabello pelirrojo apenas se asomaba debajo de la capucha de su buzo.

Volvió su mirada azul sobre los dos invitados y exclamó “¡Al fin!” exagerando un gesto con las manos. Se acercó a Louis y le tendió la mano, “¿Sabes? Estaba seguro de que estarías en el concierto, por la época del año y la ciudad, me alegra que traigas un invitado esta vez” bromeó.

Le tendió la mano a Harry que aún no podía articular palabras, y le dio un fuerte sacudón como si quisiera despabilarlo.

Soy Ed” le dijo.

Harry” se presentó.

“¿Y tú eras Louis, no?” preguntó Ed otra vez, volteándose. Louis asintió, y al ver que ni él ni Harry planeaban decir nada por el momento, Ed los invitó a pasar al camerino.

Les ofreció asiento en un sillón y él se sentó en una silla frente a ellos. Les ofreció cerveza, ylos dos aceptaron con gusto.

Verás, me encontré con un amigo y el me dijo, ‘siempre tocas en Manchester para la misma fecha’ y saqué cuentas, y es cierto, y cuando venía en el auto te vi y recordé que siempre vienes como regalo de cumpleaños

Louis asintió, miró a Harry, e hizo su mejor esfuerzo por hablar normalmente. La vez pasada, cuando se habían visto con Ed, estaba demasiado  borracho como para tener vergüenza, se sentía distinto ahora, más real.

“Él es quien siempre me hace los regalos” explicó, señalando a Harry.

“¡Así que eres tú!” comentó Ed alegremente sorprendido, “El hermanito menor, ¿no? ¿Al que le autografié los cds?” preguntó, intentando recordar aquella conversación con Louis –recordaba bastante porque habían muchas cosas de esa charla que le habían resultado muy interesante-, pero al ver los gestos de ellos supo que había metido la pata. “¿no?” preguntó y sonó como una disculpa.

“No, es decir… Eh… Puede que yo haya dicho eso, pero, no… No somos hermanos” explicó Louis, coloradísimo. Ed sonrió.

Bueno, me alegra que hayan venido los dos esta vez” dijo procurando cambiar de tema. “Déjenme dedicarles una canción esta noche, eh, para que quede en el recuerdo” propuso, “¿cuál les gusta?”

Las voces de Louis y Harry se cruzaron, casi tapándose una a la otra. Harry había dicho “Be Like You”, mientras que Louis había dicho “Firefly”. Luego se miraron, ambos confundidos y casi ofendidos porque no habían dicho la misma canción.

A Louis le molestaba un poco que Harry no hubiese elegido la canción que sonó durante la primera vez que tuvieron relaciones, y Harry no podía creer que la canción Be Like You, la primera que había oído de labios de Louis y que los había acompañado la primera vez que se besaron, no había sido elegida por ambos.

Puedo cantar las dos, no pasa nada” dijo Ed un poco incómodo.  Los dos volvieron la mirada hacia él, sonrosados, casi que se habían olvidado, mirándose, de que no estaban solos. “Aunque ahora que lo pienso, se supone que tengo que cantar muchos temas de Plus… ¿No podrían haber elegido temas más nuevos?” bromeó, y se levantó del asiento.

Caminó hacia la guitarra que estaba en un rincón y empezó a afinarla. “Voy a cantar Be Like You aquí” propuso, “porque es demasiado triste para cantarla en el escenario”

“¿Triste?” preguntó Harry a quien la canción le traía recuerdos adorables de las mellizas, de Louis cantando, de besos en la madrugada.

Bueno, se la escribí a una chica que realmente nunca pude entender” explicó y volvió a su asiento, acomodó la guitarra sobre sus muslos. Miró a uno y luego al otro, empezó a tocar los acordes mientras explicaba, “Muy linda, no sólo de físico, sino… Linda persona, amable, generosa, pero tan… ¿dañada?”Dijo con la mirada perdida en algún punto de la pared de material, “¿Vieron cuando a una persona es tan hermosa y le pasa toda la mierda junta y te duele verlo? ¿Te duele presenciar algo tan injusto? ¿tan—“

” asintió Louis, y Ed volvió la mirada a él, sonriendo.

“Bueno, la amé muchísimo” explicó, “Pero nunca supe como hacérselo saber, y cuando finalmente lo hice era un poco tarde, la había perdido ya, nunca pude ayudarla, hacerla sentir mejor, nunca pude decirle cuanto lo quería y lo peor es que en el fondo creo que ella me quería también” balbuceó encogiéndose de hombros, y antes de que un incómodo silencio inundara la habitación, y que los tres se quedaran mudos y sin saber que decir, antes de que se atreviera a preguntarse en voz alta que habría pasado si él hubiese sabido como actuar a tiempo, empezó a acariciar las cuernas con brusquedad, sacando de ellas  sonoras notas, que pronto acompañó con las letras de la canción.

Tres minutos y medio de música después, apenas cuando la canción hubo terminado, alguien se acercó a decirle a Ed que ya era hora, y los dos chicos dejaron el camerino, mudos y un poco atontados.

Tardaron un buen rato en ingeniarse el camino hacia el anfiteatro, realmente desde adentro el lugar era un laberinto, y fue más complicado aún encontrar sus asientos en la multitud de gente y la oscuridad de la sala.

Harry estaba contento de haber conseguido entradas para ese recital íntimo, no hubiese podido conocerlo si iban a verlo a algún teatro impresionante de la ciudad.

Encontraron sus lugares justo a tiempo, porque apenas estuvieron sentados, tuvieron que ponerse de pie para aplaudir a Ed que acababa de salir al escenario. Acomodó el micrófono, su guitarra a la altura justa, y luego de varios segundos rompió el silencio tímidamente.

Buenas noches” dijo, y el lugar entero estalló en chillidos y aplausos. Mierda que se había vuelto popular después de plus, pensó Louis, no había tanta gente en el primer recital al que había ido dos años atrás. “Hace unos minutos, en mi camerino, tuve el gusto de hablar con dos chicos que escuchan mi música hace un buen rato” dijo intentando que los ruidos del público no le impidieran hablar, “canté un poco para ellos allí, y quisiera cantarles también esta canción. Muchos de ustedes no deben conocerla, se llama Firefly”.

El aplauso cerrado demostró, sin embargo, que muchos allí conocían la canción.

Louis buscó la mano de Harry sobre el brazo de los asientos, y apoyó la cabeza sobre su hombro. Lo acarició tiernamente, dibujando círculos invisibles con sus dedos. Harry reposó la cabeza sobre la de Louis, jugueteó con su mano con el pulgar.

Harry cerró los ojos, podía recordar a la perfección aquella tarde en su casa, visualizó la mirada azul de Louis, sus besos calientes sobre su piel.

Louis sin embargo, pensaba en otra cosa. Pensaba en Harry, en Be Like You, en la historia de Ed. En lo doloroso que sería si, como al pelirrojo, a Louis, Harry se le escapara de las manos.

No sabía realmente que era lo que  sentía por él, a duras penas había logrado dejar atrás aquellos horribles sentimientos de culpa, pero sabía que pasara lo que pasara entre ellos, no quería perder a Harry.

No quería que se fuera de su vida, no quería que existiera distancias entre ellos. Quería que todo fuera como era ahora, que pudieran estar recostados el uno sobre el otro siempre, acariciándose tiernamente, que tuvieran siempre una habitación a la que volver juntos, una cama que compartir.

¿Y si lo perdía?

¿Y si nunca podía ayudarlo a estar bien? ¿Y si Harry encontraba otra persona con la que estar? ¿Y si se cansaba de sus culpas y remordimientos y miradas confundidas por la mañana?

Los últimos acordes llegaron, y todos en la sala aplaudieron, excepto Louis y Harry. Se miraron el uno al otro, ambos con lágrimas en los ojos aunque seguramente por motivos bien distintos.

Esa fue Firefly, para Louis que cumplió años hace poco” dijo y se rascó la cabeza, sonriendo de antemano a un chiste que nadie más que ellos tres entendería, “Y para Harry que no es su hermano.
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Mensaje por liliumpumilum Lun 13 Mayo 2013, 7:49 pm

Capítulo 8


Lo que despertó a Louis no fue el ruido del ringtone del celular de Harry el domingo a las siete de la mañana, ni tampoco su voz grave interrumpiendo la tranquilidad de la pensión. Lo que realmente lo despertó fue el silencio posterior, brutalmente palpable, la sonrisa callada de Harry que lo llamaba aún entre sueños.

Abrió los ojos de golpe, como si el despertador acabara de sonar, pero estuvo varios minutos quieto, mirando sus manos acurrucadas en el rincón de la cama en el que hasta hacía unos minutos dormía Harry. Se reincorporó lentamente, buscando rastros de su amante en algún lugar de la alcoba mientras se quitaba a duras penas las lagañas de los ojos.

Harry estaba sentado en el escritorio, balanceando las piernas inquieto, con el celular en la mano y una sonrisa ancha y sincera dibujada en los labios.

“Buen día” murmuró Louis.  Harry lo miró, sorprendido de que estuviera despierto, pero con la misma expresión alegre de hace un minuto.

“Buen día” le respondió. Mierda que parecía bueno, ese no era un ánimo común a esas horas de la mañana.

“¿Está lloviendo chocolate afuera o…?” bromeó Louis, y Harry rio  tan sonoramente que parecía mentira.

Se bajó del escritorio, caminó hacia la cama y se echó sobre Louis, abrazándolo con fuerza. Besó su hombro, su brazo, sus manos, mientras buscaba alguna posición cómoda en la que pudiera hablarle y mirarlo al mismo tiempo, y dejar escapar un poco de esa ansiedad que le estaba dando escalofríos.

“¿Qué pasó?” preguntó Louis. A  esta altura él también sonreía, ya fuera porque era contagioso, o porque los besos continuos sobre sus manos se sentían muy bien.

“Mi mamá” dijo Harry.

Louis no necesitó oír lo que estaba a punto de decir, le bastaba el brillo de sus ojos, los dientes  que se asomaban en esa sonrisa que tan pocas veces Louis había visto.

Harry, sin embargo, se lo explicó.

Le contó que el abogado lo había llamado hacía unos minutos, que le había explicado que necesitaba algunos papeles para presentarlos el lunes, que si todo salía bien el miércoles mismo, después del encuentro con el juez, Anne podría estar camino a su casa.

Mientras Harry hablaba, Louis se debatía entre la alegría y la incertidumbre. Era bastante difícil sentirse mal cuando esos ojos verdes brillaban tanto, cuando ese rostro inundaba tanta alegría, y sin embargo Louis sentía tanto miedo y tenía tantas dudas que no podía entregarse tanto como Harry a esa noticia tan buena.

Se repitió un par de veces que no fuera un idiota egoísta, mientras Harry terminaba de contarle todo, y después lo abrazó muy fuerte y le dijo que se alegraba mucho por él.

 Minutos más tarde, mientras Harry preparaba el desayuno que traería a la cama para los dos, aún desnudo y apenas cubierto por una frazada –las sábanas habían quedado hechas un bollo al fondo de la cama, como siempre que Harry dormía con él- se preguntó si acaso él se habría dado cuenta de lo fuerte que se aferró a él durante ese abrazo, de como  lo apretó hasta con las uñas, de como le dolió cuando finalmente lo dejó ir.

Harry trajo a la habitación una bandeja con varios panqueques y algo de mermelada y jalea que robó de alguien en la cocina. Mientras iba a buscar la tetera y las tazas, Louis buscó los pantalones del pijama que resultaron estar debajo de la cama,  y se vistió. Aquel gesto que había intentado ser una sonrisa seguía inmóvil en su rostro, pero cada vez se parecía más a una mueca triste.

¿Por qué no podía alegrarse por él? ¿Por qué no podía ponerlo primero? ¿Por qué no podía comprender la alegría que debería sentir Harry, que se rencontraría con su mamá? ¿Por qué seguía pensando en él mismo, en lo solo que estaría ahora que –seguramente- volvería a Holmes Chapel? ¿Por qué tenía ganas de que aquel llamado telefónico no hubiese existido? ¿Qué tan egoísta realmente era?

Cuando Harry abrió la puerta, la mueca extraña ya había desaparecido. Louis se refregaba los ojos en la cama, ni tan desnudo ni tan consternado como hacía unos minutos atrás.

Harry hablaba tan rápido y tan entusiasmado que era difícil seguirle el ritmo. Louis disfrutó el desayuno en silencio, asintiendo eventualmente ante los relatos y planes de Harry, que no podía dejar de hablar. Tanto, que su té se enfrió, que ni probó un panqué.

Recién después de que Harry sacara cuentas por tercera vez acerca de que tren debía tomar a la mañana siguiente, Louis se dio cuenta de algo.

Pero, Harry” dijo, y aunque sabía que estaba a punto de decir algo tonto, no pudo contenerse, “El martes es tu cumpleaños”

Harry lo miró, con la misma sonrisa que llevaba pintada hacía ya una hora. No parecía entender realmente lo que Louis intentaba decirle.

“¿Volverás? ¿Antes del miércoles?” preguntó. Apretaba la loza ya tibia de la taza, con fuerza.

” dijo Harry. La sonrisa seguía intacta, pero la mirada se le había opacado un poco. Algo del brillo se había esfumado.

Louis sintió que se lo había contagiado.

Volveré” dijo y corrió la mirada, “Tengo que buscar mis cosas, empacar…”

*

Harry había prometido que volvería el lunes por la tarde, pero tenía tantas cosas de las que ocuparse si quería pasar el martes con Louis en Manchester, que no pudo hacerlo. Sentía culpa y remordimiento, reforzadas cada vez que Louis terminaba un mensaje con una carita feliz (nunca hacía eso si estaba feliz en serio), porque había prometido que estaría allí y estaba faltando a su palabra.

Limpió un poco la casa, pagó todas las facturas otra vez vencidas, compró algo de comida para el miércoles y le puso sábanas nuevas a su cama y a la de su mamá. Después se recostó un rato en su cama, solo y en silencio.

Esa habitación ya no se sentía como suya. Faltaba alguien en esa cama.

Antes de ir a la estación de trenes, se acercó al café donde había trabajado hasta antes de irse a Manchester, habló con Jean, su antigua jefa, y le pidió el empleo otra vez. Ella le convidó té, galletas, y una porción de torta. Le preguntó cómo estaba, qué había pasado, por qué había vuelto.  Después, simplemente, volvió a darle el empleo (podía empezar el otro lunes si quería, para que tenga un tiempo tranquilo con su mamá).

Todo salía a la perfección, las piezas del plan que estaba armando para su vida encajaban perfectamente, y Harry, sin embargo, seguía sintiéndose incómodo.

Es que faltaba una de las piezas más importantes. Faltaba Louis.

Recién se subió al tren cerca de la medianoche, y le costó bastante encontrar un taxi que lo llevara hasta la pensión. Llovía en Manchester, era una noche bastante fría.

Helada, realmente.

Las gotas le picaban en la nariz cuando lo golpeaban, y los dedos en sus bolsillos estaban helados y le dolían.

Sin embargo se quedó allí parado un buen rato, mojándose frente a la puerta, porque tenía miedo del rostro decepcionado de Louis que seguramente lo había esperado toda  la tarde.

Louis – 01:03

Ya entra rulitos, ¿o perdiste la llave?”

Harry miró a la ventana del dormitorio, que daba a la calle. Desde su cama, que daba a la ventana, con su pijama y su pelo desordenado, una sonrisa divertida, y las manos abiertas en un inquieto saludo, lo miraba Louis.

La noche, entonces, se volvió un poco más tibia.

Harry abrió la puerta y colgó el saco en el perchero cerca de la puerta. Traía un bolso enorme, sólo lleno de otros bolsos que pensaba llenar con ropa, libros, apuntes.

Dejó los borcegos en la entrada, para no llenar de barro y agua el piso lustroso, pero viejo, de aquella casona. Se encontró con varios chicos y se detuvo varios minutos a hablar con ellos porque tenían muchas preguntas para hacerle, sobre su mudanza y sus planes.

De vez en cuando, Harry se volteaba y miraba por el pasillo que daba a las alcobas. La puerta de su dormitorio seguía quieta, no había rastros de Louis.

Se escapó de las conversaciones fingiendo cansancio –tenía sueño, sí, pero ninguna intención de irse a dormir-  y caminó hasta el dormitorio. Cuando abrió la puerta, lo primero que vio fue la mirada azul de Louis fija y penetrante sobre sí.

Louis tenía puestos los lentes y el pijama, estaba tapado hasta la cintura con la frazada y el acolchado, y estaba leyendo alguna novela rápida.

“Pensé que volverías mañana a la mañana” le explicó, quizá a modo de disculpa por no esperarlo vestido, con comida, o algo.

“Conseguí subirme al último tren” respondió Harry. Se sentó sobre el colchón, y sin que nadie lo invitara, se recostó sobre el pecho de Louis, sin importarle lo mojada que tenía la ropa, lo pesado que era su cuerpo.

Louis lo acarició lentamente, jugaba con los rulos entre sus dedos, a veces siguiendo las líneas de su rostro con la punta del dedo índice. Harry lo miraba, en silencio, intentando leer algo de todos esos silencios, de esa mirada brillante de lágrimas derramadas.

Feliz cumpleaños” le dijo Louis finalmente, después de varios minutos de caricias y el mas extraño silencio.

Harry sonrió, y Louis lo imitó en seguida. De ahí en más, todo fue más tranquilo.

Louis le pidió que se quitara la ropa (estaba muy mojada) y que se metiera dentro de las frazadas, porque “Anne me matará si cuando te ve estás enfermo”. Se abrazaron bajo la colcha, cuchichearon entre susurros las últimas novedades. Harry le habló del abogado, que prácticamente le había prometido que el miércoles saldría del juzgado con su mamá (“Salvo que caiga un meteorito, Harry”). Louis le habló del trabajo, de los comentarios del resto de los chicos sobre su partida.

Tenuemente, a medida que pasaban las horas, la conversación se fue apagando. No quedaba mucho por decir  más que aquellas cosas que realmente no sabían decir. El ruido de las palabras fue reemplazado lentamente por mimos, caricias, abrazos.

Louis aún envolvía entre sus brazos el cuerpo desnudo de Harry, intentando abrigarlo con su calor y con la tela calentita del pijama.

Harry tenía los rulos tan húmedos que no podía quitárselos de la cara simplemente soplándolos, y los brazos, acorralados por el refugio que Louis le había armado, estaban inmóviles y no podían ayudarlo.

Esta sí que es una posición incómoda” pensó Harry, apretado por el abrazo de Louis, con la cabeza a la altura del cuello de él y los pies fríos asomándose debajo de la frazada. Aún así, se quedó allí.

La mirada azul, oceánica, profunda, de Louis seguía fija sobre él. El movimiento de sus ojos delataba cada vez  que miraba su boca, su cabello, su nariz. Pero siempre, después de un instante, volvía a mirarlo a los ojos, a enfrentar la mirada verde de Harry a la que siempre tomaba por sorpresa.

Harry se preguntó en qué estaría pensando, qué significaba esa expresión reflexiva, esas sonrisas un poco opacas. Fantaseó sobre qué palabras podrían estar formándose en su lengua, qué recuerdos –quizá de ellos- estaría repasando en silencio.

Louis, sin embargo, no hacía más que observarlo. Observar el color verde de sus ojos, como un pastizal claro al mediodía, brillantes, aunque no tanto como la mañana del día anterior. Por primera vez notó que, mirándolo de frente, no se notaban sus largas y delgadas pestañas.

 Observó sus cejas que lo hacían ver mucho más serio de lo que en verdad era. Se concentró en la forma en que se arrugaba el entrecejo cada vez que él se ponía pensativo. En el lunar pequeñísimo que tenía en la mejilla, cerca de la boca.

Cerró los ojos un momento, trató de recordar como se veía tres años atrás, apenas lo conoció. Trató de traer con el su recuerdo para compararlo, pero no podía asir más en su mente que el flash nebuloso de un chico cacheton, tímido, de sonrisa fácil y timidez exagerada.

No podía verlo, no podía examinar cada centímetro de su rostro en el recuerdo, no podía analizar cada movimiento, concentrarse en cada detalle. Y entonces, de la nada, le vinieron ganas de llorar.

Podía hacer eso con Harry ahora porque lo tenía allí, frente suyo, a menos de diez centímetros de distancia. Podía sentir su aliento, el calor de su cuerpo, los movimientos de sus dedos sobre su cintura.

¿Podría recordar todo eso en tres años? ¿O sería todo un recuerdo nebuloso como lo era ahora el Harry de 16?

“¿Estás bien?” preguntó Harry.

Louis abrió los ojos de  golpe, se había dejado llevar y no debía hacer eso. Se había propuesto ser fuerte, acompañar a Harry, ayudarlo a encontrar algo de paz y felicidad, no enredarse en sus miedos y sus egoísmos, o interponerse en su camino.

No era tan fácil como pensaba.

Estoy bien” mintió Louis.

*

Se levantaron cerca del mediodía, y ninguno de los dos recordaba cuando se habían quedado dormidos.

Louis se apresuró a traer unas tazas de té a la pieza, junto a un bizcochuelo que había preparado la tarde anterior –“Pensaba hacerte una torta para festejar, pero mejor salir por ahí, ¿eh?” le había propuesto.

Al centro de la pieza iban a parar todos los papeles destinados a la basura (asignaturas ya aprobadas, volantes, y demás tipos de cosas que parecían imprescindibles en un momento, pero ya no), un par de medias lleno de agujeros, revistas y diarios viejos. En la caja, a la derecha de Harry, iban todas las cosas que viajarían con él a Holmes Chapel. La ropa, las sábanas, los libros, los discos.

El ropero de Harry seguía intacto, en el mismo lugar de siempre, pero la alcoba se veía vacía, porque dentro de él no había nada, porque la cama de Harry no estaba tendida, y porque, Louis adivinó, su aroma se perdería con el pasar de los días.

Era desesperante, realmente, pensar de antemano todo lo que estaba por perder.

“¿Crees que alguien se mudará pronto a esta habitación?” preguntó Harry, que sabía que, ni Louis solo podía costearse la habitación entera, ni los dueños iban a dejar por mucho tiempo esa cama vacía.

Había muchas cosas que Louis sintió que debía decir, que qué importaba si venía alguien, que nunca sería lo mismo sin Harry, que la habitación seguiría igual de vacía aunque la compartiera con tres  personas más. Pero se guardo cada palabra, y en cambio le preguntó si ya había terminado de empacar.

Como Harry dijo que sí, salieron.

Pasearon otra vez por los lugares a los que Louis lo había llevado la primera vez que Harry pisó Manchester, pero esta vez no entraron a ningún museo, ni se quedaron horas mirando el paisaje. Simplemente caminaron, recorrieron la ciudad a veces a paso ligero, y a veces no, recordando anécdotas, haciendo comentarios sobre los transeúntes, parando apenas los minutos suficientes para comprar algo para comer.

Caminaron tanto, que recorrieron cuadras que jamás habían pisado, con pórticos antiguos y heladas lozas de mármol en la entrada. La luz al principio tenue de los faroles, fue haciéndose más visible a medida que el sol se ponía.

Se detuvieron en un parque pequeño, lleno de árboles robustos y repletos de follaje. Si no fuera por el frío que pelaba las manos, desde ese banco verde en aquel pequeñísimo jardín, ni Louis ni Harry se habrían dado cuenta de que era invierno.

Louis recostó la cabeza en el hombro de Harry, sin pensarlo, y en seguida se mordió el labio, dudoso. Harry, sin embargo, no dijo nada. En cambio, lo abrazó más fuerte hacia él, besó su frente, le corrió el pelo de la cara que ese día no se había peinado, que le formaba un flequillo ya bastante largo.

Se veía más lindo así de todas formas, pensó Harry, con aquel flequillo desordenado y sus lentes de gruesos marcos negros, con pantalones de gimnasia, con remeras viejas. Quizá, se dio cuenta, era porque le recordaba a la pensión, a su cara de sueño, a ver televisión juntos mientras comían lo más barato que podían comer.

Se sentía muy raro, porque Harry nunca había extrañado algo antes de perderlo del todo.

*

Antes de volver a la pensión, compraron varias cervezas –que ocultaron en la mochila porque nadie las dejaría llegar hasta la habitación si las descubrían-, algunos snacks, de esos que te suben el colesterol al 1000% y dos sánguches de salame que vendía un hombre fuera de la estación de trenes.

Se quedaron un rato en el comedor con los chicos,  miraron por última vez un partido de fútbol juntos, y como todos tenían que cursar al día siguiente, y Harry tenía que acostarse temprano porque el tren salía a las 6, apenas terminó el encuentro –en un aburridísimo empate-, Louis y Harry se disculparon a la habitación.

Las cervezas ya estaban tibias, pero Louis dijo que así la tomaban los alemanes de todos modos.

Se sentaron enfrentados en el suelo de la habitación (no lo dijeron en voz alta, pero a los dos la cama les lucía muy intimidante por el momento), charlaron del partido mientras comían papas fritas, o de cualquier otra cosa intrascendente que se les ocurriera.

Los dos intentaban tapar el silencio, porque cada vez que el ruido  se apagaba por más de dos segundos, un montón de palabras se agolpaban en sus bocas y les temblaban la lengua de tanto que querían decirlas.

Bebían apresuradamente, ya fuera para obligarse a decir en borracheras lo que no se animaban a decir sobrios, o porque la tensión entre ellos ese día era tan fuerte que los ponía incómodos, o porque cualquier cosa que les mantuviera las bocas ocupadas valía para impedirle decir tonterías.

No hay más” dijo Louis después de revisar la mochila vacía por varios segundos.

Se giró y miró a Harry, que lo miraba en silencio intensamente, haciendo esa cara de loco que ponía  cuando se distraía observando algo, o se le perdía la mirada en el vacío.

Haz” insistió, para volverlo a la realidad, “No hay más, ¿quieres que vaya a comprar?”

Harry parpadeó un par de veces antes de responder, cuando sus ojos finalmente se enfocaron en Louis –no se podía decir que no estuvieron mirando hacia él en todo momento-, sonrió.

“¿No podemos simplemente… Quedarnos aquí?” propuso.

Louis asintió, un poco nervioso. Intentó decir que sí, pero aunque abrió la boca, la palabra salió como una especie de rasposo gemido.

Harry se acercó a él, se sentó a su lado, aún en el suelo, apoyando la espalda contra el borde de la cama. Con las manos heladas de estar apoyadas en el suelo, tomó las manos de Louis y las apretó bien fuerte.

Se mordió el labio, porque no podía decir lo que quería decir. No podía hacerlo porque Louis no lo había dicho en todo el día, y quizá era más fácil así.

El pulgar de Louis acariciaba su mano lentamente, jugueteando en círculos sobre su piel, pero Harry sólo podía sentir el ardor en su lengua, la tensión en su cuerpo.

“No puedes decirlo, Harry”, se dijo, y cerró los ojos porque era muy difícil convencerse cuando Louis estaba allí, frente suyo.

Hermoso, amable, jugueteando con sus dedos, sonriendo con cierta amargura y con los ojos azules devolviéndole la mirada pero sin decirle nada.

Las manos de Louis se escabulleron de entre sus dedos y aún con los ojos cerrados, Harry anticipó el tacto de aquellos labios en los suyos y de sus dedos entre sus rulos.

Apoyó sus manos otra vez sobre el suelo, esta vez casi intentando rasguñar las baldosas.

Louis lo besaba, pero esta vez dolía. Dolía su piel hirviendo sobre sus labios, dolían sus manos jugueteando entre su cabello y dolía el cosquilleo incontrolable en sus venas, en su cuerpo entero.

No puedes decirlo” se repitió, pero tenía muchas ganas de gritarle.

No sabía bien qué, quizá Te quiero, quizá Te extrañaré, quizá No dejes que me vaya o Ven conmigo o Detén el tiempo.

Quizá Tengo miedo.

No sé como estar solo.

O Hazme el amor, o Quiero llorar, o Y cuándo nos veremos…

Pero sobre todo, era Te quiero, Louis.

Te quiero mucho.

Pero como no podía gritarle ni decirle lo que quería, le devolvió el beso ansiosamente, levantó las manos del suelo y  besó su cuello mientras acariciaba su cintura.

La respiración de Louis, tibia, sobre su oído, lo calmó un poco.

Se subieron a la cama aún hechos un manojo de saliva y apretones, pero a medida que se acurrucaban el uno junto al otro, a Harry la piel le empezó a quemar un poco menos.

No estaba usando palabras, no, pero estaba diciendo todo lo que podía, de la única forma en que sabía.

Ahogó el llanto en un mordiscón suave en el cuello, le dijo que lo extrañaría asiéndose a él con fuerza, acercando los cuerpos, le explicó que lo quería con cada beso suave sobre los labios, y aunque no podía estar seguro, la mirada azul de Louis, fija en sus ojos, le decía yo también te quiero.

“¿Desvísteme?” pidió Louis, con la voz quebrada de tanto suspirar.

Harry asintió, sin dejar de besarlo ni por un segundo.

Le quito la ropa suavemente, aprovechando cada excusa para tocar su cuerpo y sentir su piel tibia sobre las yemas, disfrutando de más cada vez que sus caricias le causaban algún escalofrío. Observó su torso, desnudo, después de quitarle la remera, su abdomen un poco grande por las cervezas, sus músculos firmes,  su cuello y las sombras que hacían los huesos allí.

Lo besó allí primero, en el rincón entre su cuello y su hombro, porque allí era donde se sentía más rico el olor de Louis, su marca, su perfume.  Después fue bajando, centímetro a centímetro, por su pecho, y la línea de delgados pelos hasta su ombligo.

Lo besó luego exactamente en el rincón donde empezaba el pantalón deportivo, jugueteó con el elástico, siempre cerca pero nunca tocando.

Sintió entonces la mano de Louis en su cabeza, y levantó la mirada aún atontado. El perfume, la piel, el sudor de Louis lo habían dejado al borde de la perdición, y bastaba cualquier orden que él le diera para que Harry hiciera algo.

“Ven aquí” le pidió Louis, y lo que vino después lo desconcertó, “Quiero besar tus labios”

Louis se sentó en la cama, ante el rostro anonadado de Harry, era la primera vez que Louis rechazaba sexo oral.

Lo miró fijamente, con la misma sonrisa un poco amarga de antes, pero esta vez con los párpados más pesados, la mirada más lujuriosa. Harry nunca lo había visto tan hermoso como en ese preciso momento, y se le llenó el pecho de angustia al pensar que probablemente sería la última vez que lo viera así.

Sin decir nada, Louis le quitó la remera, apretándolo a veces, otras rasguñando su piel. Cada vez que lo hacía, cerraba los ojos con fuerza, y Harry se mordía el labio  pensando en las cosas que pasarían por su cabeza.

Recorrió su pecho, su espalda, su cintura con torpes caricias, y luego se acercó y lo besó… ¡Con tanta ansiedad!

El  calor intenso que quemaba volvió a la boca de Harry, pero esta vez era distinto. Esta vez, pensó, el que no quería decir nada, era Louis.

Los dedos de Louis desabrocharon torpemente el pantalón, mientras sus lenguas seguían entrelazadas en un beso sin fin. Luego, él se echó hacia atrás sobre el colchón, acercando a Harry por el cuello y los besos sobre él.

Quítalo” le murmuró al oído, y torpe y obedientemente, valiéndose de manos y pies y piernas, Harry le quitó el pantalón, la ropa interior, y los dos quedaron desnudos.

Harry intentó girarse sobre el colchón por tercera vez esa noche, dejar el cuerpo de Louis sobre el suyo, pero él se rehusaba y seguía firme allí, inamovible.

¿Quieres cambiar?” le preguntó finalmente, pero en realidad sonó como un ruego.

La mirada de Harry dijo que sí antes que sus labios, y Louis acercó su cuerpo, besó sus labios, abrazó su cadera con las piernas. “Ha pasado un rato” aclaró, “Se cuidadoso”.

Gentilmente, guiándolo apenas con la caricia de sus dedos, Louis ayudó a Harry a encontrar el lugar justo. Luego, él empujó.

Suavemente.

Sin quitar la mirada de aquellos ojos azules ni por un instante.

Sólo cerró los ojos un momento, cuando las sensaciones fueron demasiadas para él, y en ese instante la boca de Louis se juntó con la suya ,sus lenguas se enredaron y las piernas lo empujaron un poco más cerca, obligándolo a gemir.

Eran muchas cosas, el adiós que se acercaba, el rostro tan, tan lindo de Louis, sus párpados pesados  y su mirada azul marina que sólo dejaba de mirarlo para ocultarse cuando Louis se hundía en un placer insoportable.

Era todo eso y las sensaciones, y el cuerpo que le picaba y le hacía cosquillas al mismo tiempo, y las uñas de Louis clavándose en su espalda, en sus hombros, y sus pies cruzados sobre su cadera, empujándolo cada vez que Harry se desaceleraba bastante.

Harry sintió otra vez ganas de decir algo,  pero hundió la cabeza en su cuello, mordió su piel tiernamente, y acabó dentro suyo abrazado a él.

Casi al mismo momento, quizá gracias al gemido contenido de Harry, a aquella especie de gruñido, al último empujón casi desesperado, Louis terminó también.

*

Harry se despertó varias horas después, gracias al despertador del celular. Los dos estaban desnudos, uno al lado del otro.

Tenía la mano de Louis entre la suya, tan pequeña y delicada, oculta bajo sus largos dedos. Louis dormía con la boca entreabierta, suspirando suavemente, invitándolo a besarlo con sus labios tentadores.

Pero Harry miró el reloj, y ya era tarde.

Y además…

Era mejor así.

Se escabulló lo más tranquilamente que pudo del abrazo de Louis, cuidando no hacer movimientos bruscos, no despertarlo. Era mejor así, se dijo otra vez, el adiós de la noche anterior era todo lo que podía soportar.

Se puso la ropa del día anterior, que tenía olor a cerveza, tierra, sexo.

Arrastró los bolsos hasta el pasillo intentando no hacer ruido –y no lo hizo.

Antes de cerrar la puerta miró por última vez a Louis, dormido, palpando el colchón en busca de su cuerpo.
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Mensaje por liliumpumilum Lun 13 Mayo 2013, 7:51 pm

Capítulo 9


¿Cuánto había pasado desde la última vez que lo vio? ¿Seis meses, siete? El calendario decía que apenas había sido uno, pero a Louis le parecía que algo andaba mal con las fechas. Definitivamente había sido más de un mes, sí. Eso, o había una gran conspiración y el gobierno había empezado a hacer las horas más largas y los días se pasaban más lentos.

Louis dobló en la esquina de rejas verdes, contó dos casas después del pino, y se adentró al patio de la familia Styles suspirando anchamente y un poco nervioso. Le temblaban las rodillas, y no podía evitar tragar saliva cada vez que pensaba en qué iba a decirle.

¿Qué estaba pensando cuando se subió al tren? No podía recordar el momento en el que tomó la decisión. Lo único que recordaba era estar mirando la hora en la pensión, intentando concentrarse en unos apuntes que se le hacían aburridísimos, pensando en Harry y en que no le escribía un mensaje desde hacía una semana (o un día, según el calendario “oficial”), y al momento siguiente estaba sentado en un vagón, con nada más que una mochila llena de ropa, el cepillo de dientes y el teléfono.

La cuestión es que Louis sabía que había viajado a Holmes Chapel para hablar con Harry, para decirle algo, pero no sabía qué.

Golpeó la puerta, otra vez llevado por un impulso que desconocía, que no se le hacía propio. Era como si el cuerpo le diera empujones pero él no tuviera idea de a dónde quería llevarlo. La puerta tardo un buen rato en abrirse, y no fue la sonrisa de Harry quien lo recibió, sino la de Anne. Su mamá.

Sensaciones confusas, otra vez.

Algún cosquilleo extraño, como de orgullo o alegría, porque Anne estaba en la casa de su hijo, con su hijo, seguramente haciéndolo bastante  feliz. Porque se la veía más regordeta, más contenta, más tranquila. Porque había algo en los ojos de ella que brillaba como brillaban los de Harry cuando recibió esa llamada telefónica hacía cuatro domingos.

Pero también un peso en el estómago, algo molesto en la garganta que no podía tragar, unas inmensas ganas de llorar y de gritar y de golpear algo, porque, ¿Cómo podía ser Louis tan egoísta?, ¿Cómo podía ser que hubiese viajado a interrumpir la burbuja alegre de Harry sólo para decirle que lo extrañaba?

Porque era eso, ¿No? Lo que quería decirle.

Te extraño, Harry.

Pero Louis sabía que eso significaba más, que lo que en verdad quería decirle es que lo quería de vuelta, que no podía estar así, lejos suyo, que necesitaba que estén juntos otra vez, y… ¿Cómo podía decirle eso? Después de todo lo que había sufrido, de todo el dolor, la angustia, la casi orfandad de ver a su mamá sólo de vez en vez y en la cárcel, rodeado de tristeza, amargura, barrotes y guardias.

¿Cómo podía ser Louis capaz de interrumpir la alegría que tanto merecía para pedirle que vuelva?

“¿Louis?” dijo Anne sin intentar disimular la sonrisa.

Hola” balbuceó él en respuesta, pero después se hundió en el silencio y ya no supo que decir.

Anne le acarició la cabeza suavemente, le hizo un gesto para que pase, y cerró la puerta detrás de él. “Harry está trabajando” le explicó mientras lo ayudaba a quitarse la mochila, como a un niño, “Pero volverá en unas horas, espéralo aquí, prepararé té.

Louis dejó la mochila en una silla cerca de la entrada y se sentó tímidamente en la mesa del comedor, mientras Anne preparaba en la cocina el té y algo para comer. En esos cinco minutos de soledad, Louis tuvo el impulso 20 veces de salir corriendo, lleno de arrepentimiento y vergüenza, pero, cada vez, se recordó que Anne ya lo había visto y que mejor era quedarse y hacer de cuenta que había pasado a saludar.

No me dijo que vendrías” comentó Anne mientras dejaba la tetera y una bandeja con tostadas en la mesa del comedor.  

Es algo así como una sorpresa para él” dijo Louis, y se encontró con la mirada azul de ella, que lo examinaba detenidamente, como si pudiera adivinar cada gesto, cada verdad detrás de sus palabras. Se mordió el labio otra vez, pero eso ya no bastó para impedirle hablar, “Una sorpresa también para mi, realmente…” murmuró mientras agachaba la cabeza, avergonzado.

Sintió otra vez la tibia caricia de Anne en su cabello,  y sonrió, incapaz aún de levantar la mirada.

Anne le preparó el té con dos cucharadas de azúcar y se lo pasó a Louis que sostuvo la taza en las manos, sin beber de ella, por varios minutos. Había silencio, rotundo, palpable, pero Louis no se sentía incómodo. No del todo, al menos.

Quizá tenía que ver con la atmósfera de la casa, tibia, acogedora, con la loza calentita entre sus dedos, con la mirada de madre de Anne y con el recuerdo de esa caricia en su cabello que decía, “te entiendo, no te preocupes” aunque de sus labios no había salido ni una palabra aún.

Hay una cosa bastante particular, que tiene Harry” comentó Anne después de darle el primer sorbo a su té, y cuando Louis levantó la mirada, ella le hizo un gesto con la mano para que se sirva una tostada.

Él siempre fue del tipo responsable, ya ves, nunca necesito que nadie le recordara lo que tenía que hacer” explicó, y se detuvo otra vez en su historia para insistirle a Louis con un gesto que comiera algo –era parecida a Jay, en eso. Él, esta vez, obedeció. “Llegaba del colegio, y hacía la tarea, se bañaba sin que se lo recuerde, tenía la habitación ordenada, recordaba los cumpleaños de mi jefe y me avisaba con tiempo para que no lo olvide. Es difícil recordar que era una la mamá cuando tienes un hijo tan responsable

Louis asintió, recordando incontables mañanas en las que, aún después de largas borracheras, y de acostarse a las cuatro de la mañana, Harry lograba levantarse a las 7 para ir a trabajar.

 “Quizá por eso es que siempre que el faltaba al colegio es porque algo pasaba. Yo siempre trabajé muchas horas, madre soltera, como la tuya. Él mismo iba al médico, pasaba por la farmacia si tenía que comprar algo. No me malinterpretes, lo hubiese hecho si me lo hubiese pedido, pero yo nunca me enteraba hasta que llegaba a la casa, hasta que  veía que el uniforme estaba aún colgado en el baño, que él estaba todavía acostado en la pieza. Yo me sentaba con él, le preguntaba que le había dicho el médico, y después de hacerle unos mimos le preguntaba si necesitaba algo y Harry, como siempre, diría que no.”

Louis entonces, bebio un largo sorbo de té. Anne lo miraba como si le estuviera pidiendo un favor, y al mismo tiempo se sentía como si fuera Louis quien debía dar las gracias.

“Pero yo no le prestaba atención, me iba a la cocina y le preparaba té de jengibre endulzado con miel, se lo llevaba al cuarto con algunas galletitas y me sentaba con él a ver televisión hasta la hora de la cena. Quizá yo soy un poco cursi, pero en serio, su cara, cuando recibía la taza caliente… “

Esta vez fue el turno de Anne de correr la mirada, de mirar la taza y jugar  con sus dedos sobre los bordes de la loza. La sonrisa seguía dibujada en sus labios y mientras Louis la miraba, no pudo evitar pensar en Harry, en su sonrisa, y en su mirada que era verde pero era igual a la de su madre, a veces.

Ese es el tema con Harry” le explicó Anne, mientras se servía una tostada y le ponía mermelada, como si estuviera dando, con ese gesto, un fin a la charla, “Si te sientas a esperar que te diga cuando necesita algo, cuando quiere algo, puedes esperar toda la vida” reflexionó.

Con él siempre tiene que ser uno el que de el primer paso

*

Cuando Harry llegó a la casa, después del atardecer, traía bolsas de supermercado con verduras, algo de carne, y varios paquetes de harina y azúcar. Se sacó las zapatillas con barro en la entrada y recién después de que dejó las bolsas en la mesa y caminó hacia la sala a saludar a su mama, se encontró con la mirada divertida de ella, y la presencia de Louis que le quitó el aliento.

Lou” murmuró, y se quedó quieto un tanto nervioso. Louis se puso de pie, y recién entonces Harry caminó hacia él y lo abrazó con mucha fuerza, aunque intentando que ese parezca un gesto amistoso y no desesperado.

Te extrañaba” explicó Louis y los dos sonrieron un momento.

Después de que los dos se sentaron, y empezaron a conversar como amigos de toda la vida, en vez de como amantes desesperados por la ausencia mutua, Anne dijo que iría a cocinar. Preparó un puchero bastante abundante, y cenaron los tres juntos. La cena estuvo llena de charla, preguntas, anécdotas, pero a esa conversación entre tres la acompañaba una silenciosa charla entre dos, basada en miradas, sonrisas, silencios.

Louis ayudó a Anne a lavar los platos mientras Harry se bañaba, y luego ella se fue a acostar porque ya era muy tarde, dijo.

Louis se acomodó solo en el sillón de la sala, se acurrucó en un rincón, control remoto en mano, buscando alguna película que lo distrajera de todos los pensamientos que inundaban su cabeza. No hubo ningún ruido que delatara su presencia, y sin embargo Louis sintió que alguien lo llamaba, y se volteó hacia el comedor.

Harry estaba sentado arriba de la mesa, comiendo una manzana con la mirada perdida en el sillón, en Louis, vistiendo nada más que un pantalón de jean y la toalla colgando en sus hombros. Cuando sus miradas se encontraron, los dos sonrieron.

“¿Quieres una?” preguntó Harry.

Ven aquí” respondió Louis.

Le dio el último mordiscón a la manzana y la dejó encima de la mesa. Se acercó al sillón, besó a Louis en la frente, y luego se sentó a su lado.

Encajaban tan bien juntos, pensó Louis, que cada vez que estaban separados se sentía incómodo. La cabeza de Harry sobre su hombro le daba soporte, y las manos de dedos largos le entibiaban el abdomen mientras jugueteaba con su ropa. La respiración de Harry, acompasada, los rulos que le acariciaban los dedos mientras él le hacía mimos en la cabeza.

¿Sentía Harry lo mismo que él? ¿Sentía como los cuerpos se pegaban, como atraídos por algo mayor que ellos? ¿Le dolía a él como le dolía a Louis cuando estaban separados?

Llevaban varios minutos de silencio, de caricias tímidas, de mirar la pantalla del televisor sin prestar atención, cuando Louis notó que la respiración de Harry se había vuelto más lenta, que el movimiento inquieto de sus dedos se había detenido, que se había quedado dormido.

Harry” dijo Louis, que no quería quedarse solo en el sillón, que necesitaba de su presencia –despierta- porque necesitaba hablar con él, estar con él, de todos los modos posibles. “Harry” insistió Louis.

mmhm” respondió entredormido. Louis se reincorporó un poco, obligando a Harry a sentarse, a bostezar, a mirar a Louis fijamente desde detrás de sus pesados párpados. “¿Qué pasa?” le preguntó, casi preocupado.

Harry…” insistió  y las palabras le quemaban en la lengua, en la garganta, en el pecho y en el estómago. Un montón de certezas aparecieron donde antes había preguntas, y recuerdos se cruzaron con el relato de Anne, y con todo lo que ella había querido decirle sin saber bien como. “Creo que estoy enamorado de ti

Harry parpadeó, en silencio. Un suspiro quedó detenido en su pecho un segundo de más y en seguida Louis sacudió la cabeza ofendido consigo mismo, porque era mentira… Porque no creía que, porque si había algo de lo que estaba seguro, era de eso.

Harry, te amo” le dijo, y Harry dejó ir el aire y la angustia y los ojos se le humedecieron tanto que estuvo a punto de llorar.

Louis se detuvo en ese gesto de su mirada, en esas casi lágrimas que obviamente eran alegres, porque los ojos brillaban, y los labios medio  dibujaban una sonrisa, a pesar del cansancio y los párpados pesados… La mirada de Harry le daba la respuesta que de su boca no salía, y Louis supo que podía esperar para escuchar las palabras, porque bastaba con eso…

Conque Harry lo mire como si Louis le estuviera llevando una taza de té de jengibre endulzado con miel después de que él hubiera pasado todo el día en cama. Como si hubiese finalmente adivinado todo lo que Harry quería de él y se lo hubiese dado.

“¿En serio?” preguntó Harry, incrédulo. La sonrisa se formaba en sus labios lentamente, mientras se refregaba los ojos quitándose las lagañas.

Te amo” insistió Louis, esta vez sonriendo el también.

Le corrió la mano con ternura, para poder acercarse a su rostro y besarlo como deseaba hacerlo desde hacía más de un mes.

Sintió la ansiedad en el movimiento torpe de los labios, pero bien podría ser él, que también estaba ansioso y se sentía expuesto y desprotegido.

Lo  gracioso es que mientras más ropa se quitaba, mientras más expuesto se encontraba, siempre que Harry lo miraba con sus enormes y brillantes ojos verdes, Louis se sentía como si nada ni nadie pudiera lastimarlo.

Se empujaron el uno al otro hasta la habitación, semivestidos y embebidos en besos y saliva y caricias. Contuvieron la risa, porque Anne dormía y no podían hacer ruido, y se metieron en la  habitación de Harry que estaba muy cambiada desde la última vez que Louis estuvo allí.

Harry lo empujó bruscamente sobre la cama, con una sonrisa en el rostro que era alegre, y dulce,  y adorable, pero también pícara y pervertida, y Louis le respondió con el mismo gesto que interrumpió mordiéndose el labio, volviéndolo loco.

Se enredaron entre las sábanas, tocándose, besándose, desnudándose. La lengua de Harry recorrió el cuerpo de Louis de arriba abajo, y los espamos y las cosquillas y la risa y la alegría eran tan grandes que casi cayeron de la cama dos veces.

Llegó un momento, después de muchas risas, en el que las cosquillas se volvieron demasiado para él, en el que después de cada sonrisa venía un suspiro caliente, y en el que la piel empezó a quemar y el cuerpo se movía preso de una ansiedad que Louis no podía controlar.

Acarició el cabello de Harry, que le hacía cosquillas en el ombligo mientras su lengua jugueteaba más abajo, y con un suave tirón le pidió que lo mirara.  Los ojos verdes todavía brillaban y a Louis eso lo llenó de ternura. Se mordió el labio, le pidió que suba. Besó su boca, y su mejilla, con dulzura y paciencia, haciendo oídos sordos de la ansiedad que le pedía a gritos que lo tumbara sobre el colchón, que le hiciera el amor desenfrendadamente.

“¿Puedo?” preguntó Harry acomodándose encima de Louis, conteniendo la sonrisa porque los ojos azules lo acusaban adivinando cada uno de sus pensamientos. Era gracioso que después de tanto tiempo, Harry aún sintiera a veces timidez frente a Louis, aún se sonrojara como un niño porque acababa de preguntarle si podía montarlo y él le había respondido con la sonrisa más sucia y la mirada más caliente que había visto en él.

Sí…” respondió con la voz gastada y ronca, y Harry tragó saliva y Louis rió cuando vio moverse la nuez de adán.

Harry se sentó encima suyo, y no corrió la mirada ni por un segundo, sin pensar en lo colorado que estaba, ni en todo lo que le decían esos ojos azules, ni en la sonrisa entre divertida y caliente de Louis ni en sus manos que le clavaban las uñas en los muslos.

Se empezó a mover, primero con lentitud, corriendo apenas la mirada por segundos, para detenerse en el movimiento inquieto del pecho de Louis, y luego más rápido, porque  cada vez que lograba que aquellos ojos se cerraran por puro placer, sentía la necesidad de tener y dar más, y de que esos párpados siguieran cerrados y de que sus labios no pudieran juntarse por los suspiros, y los gemidos, y cada vez que Louis se mordía la boca, Harry le hundía las uñas en el vientre y en el muslo y en cualquier lugar que estuviera apoyándose para poder moverse más rápido.

Louis se reincorporó un poco, sostuvo a Harry por la cintura y como pudo se acercó a besarle el cuello, a lamer con ternura las gotas de sudor, mientras le apretaba la piel con los dedos, acercándolo y alejándolo porque Harry estaba al borde de terminar y había perdido control de su cuerpo.

Harry” lo llamó, y los ojos verdes se volvieron a él y Harry se mordía el labio pero sonreía al mismo tiempo, y Louis estiró el cuello pero fue él quien tuvo que encorvarse para besarlo en la boca y murmurarle algo al oído que se confundió con un gemido, pero Louis podía jurar que lo que le había susurrado era “ Yo también te amo” y su cuerpo entero explotó en placer, y Harry acabó sobre su vientre y se abrazaron fuertemente porque a ninguno de los dos les importaba realmente si estaban sucios, porque Harry acababa de decirle que lo amaba y Louis acababa de ponerle un fin a tantas dudas y tantas preguntas de tantos años.

Porque Louis le había dicho que lo amaba, ese día, y Harry había sentido finalmente que algo encajaba en su vida, y porque Louis le acariciaba el pelo y esta vez habían hecho el amor, y no se les había llenado a ninguno de los dos la voz de preguntas y el cuerpo de angustia.

Porque finalmente y después de tanto tiempo se habían encontrado el uno con el otro, y qué importaba si el camino adelante era un poco sinuoso, los dos sabían que se tenían el uno al otro, y que siempre habría a pesar de las distancias un momento en el que volvieran a estar juntos, y en el que sus cuerpos encajarían perfectamente mientras hacían de cuenta que veían una película en el sillón.

Louis estaba a punto de quedarse dormido cuando Harry sugirió que era mejor que se bañen antes de dormir. Se escabulleron al baño a duras penas, porque las piernas le temblaban a Harry y Louis estaba cansado, tan cansado, no sólo por hacer  el amor sino porque sentía que todas las noches de sueño que le habían faltado el mes anterior habían decidido venir a cobrar sus deudas, y porque no había nada más que ansiara en el mundo que dormir otra vez con Harry en una cama diminuta, incómodos pero juntos.

A la mañana siguiente, Louis no recordaba mucho de ese limbo entre la cama y la cama, más que la sonrisa de Harry, y de sus rulos llenos de espuma que Louis moldeaba creando las más ridículas figuras, y de  los ojos verdes abriéndose nerviosamente, cuando de sus labios salía un shh porque Louis se reía y hacía ruido y Anne podría despertarse.

Era poco lo que recordaba pero las imágenes que se le venían al recuerdo eran tan lindas que Louis se despertó con una sonrisa en los labios. Duró un segundo, porque apenas abrió los ojos se dio cuenta de que él no estaba más allí, a su lado.

Miró el reloj, eran las seis y media de la mañana, ¿por qué se había despertado tan temprano? El ruido viniendo de la cocina, el aroma de tostadas, la luz filtrándose por la ventana, todos eran motivos que habían ayudado a despertarlo, pero seguramente el definitivo era la ausencia de Harry en el colchón, que aún estaba tibio en la parte en la que él había dormido.

 Se vistió, se asomó al pasillo y al ver que no había nadie se escabulló hasta el baño. No había traído siquiera un cepillo de dientes, así que se refregó pasta con los dedos y se dio un buen enjuague bucal. Después de lavarse la cara, refrescarse, bajó hasta el comedor.

Bajando la escalera se encontró con Harry, que llevaba un plato de tostadas con mermelada de membrillo.

Buen día” dijo sonriente al verlo,

Buen día” le respondió Louis. Los dos juntos bajaron la escalera, y Harry dejó el plato sobre la mesa, corriendo un poco el desorden que había encima para dejarle lugar. Anne salió de la cocina con un bowl lleno de preparación de pastel, un delantal blanco manchado con crema y leche.

Oh, disculpa ¿te desperté? Intento ser silenciosa, pero no hay forma, lo lamento”

No, por favor” la tranquilizó Louis y se limpió las migas de la cara para saludarla, tenía tanta hambre que en esa centésima de segundo ya había empezado a comer.

Los tres desayunaron tranquilos, conversaron y Anne le contó a Louis sobre el proyecto de pastelería que estaban empezando con Harry. Recién llevaban unas semanas de tímidas ventas cuando esta mañana una vecina se acercó a pedirle ocho pasteles para un encuentro esa misma tarde. Era la forma que Anne tenía de colaborar con la casa, pues ya no podía trabajar fuera y ni siquiera podía hacer las compras para aliviar las tareas de su hijo.

Cuando ya eran las 8.30, Harry empezó a prepararse para ir a trabajar, y Louis dijo que lo acompañaría y después iría a Doncaster a visitar a sus hermanas, así que los dos salieron juntos, no sin que antes Louis prometiera a Anne que el domingo iría con su familia a comer, para que ella les pueda devolver las gentilezas de la navidad pasada.

La primavera ya se sentía, algunos árboles empezaban a florecer, y se oía el canto de los pájaros detrás del eventual motor de un auto, de una moto. El barrio de Harry era realmente bastante tranquilo, familiar, del tipo en el que Louis siempre se había imaginado vivir.

Llegaron a la esquina donde debían separar caminos, pero ninguno de los dos quería realmente irse. No importaba si había trenes por perder, o horarios de entrada al trabajo, no se sentía justo alejarse en ese momento el uno del otro.

Volveré el domingo”  le dijo Louis, y tímidamente tomó su mano. Harry la apretó con fuerza, la acarició bruscamente con los dedos. “Nos la ingeniaremos para vernos seguido, vendré a visitar siempre que pueda, Haz” prometió.

Tú tienes que estudiar, y recibirte” lo retó Harry, aunque no podía decirse que no estaba maniobrando la posibilidad de robarse una minivan y escaparse con Louis a algún lugar donde pudieran estar siempre juntos, sin despegarse ni por un segundo. A pesar de todo estaba tranquilo, a gusto.

Louis lo amaba, y eso era todo lo que Harry necesitaba en ese momento.

Yo también te amo” dijo finalmente, como si Louis no hubiese escuchado esas mismas palabras saliendo de sus labios la noche anterior, entre sudores, y gemidos, y caricias y besos.

Louis sonrió, y se acercó a él para abrazarlo. Sus manos se enredaron sobre sí mismas detrás de su espalda, y  se hundió en su cuello que besó tímidamente.

Luego se soltó y miró su muñeca. No tenía un reloj puesto, pero hizo de cuenta que sí.

Tengo que irme, Haz” se disculpó, “o perderé el tren…”

Tragó saliva, se mordió el labio. La mirada verde de Harry lo miraba tan intensamente que era difícil alejarse.

Y tú tienes que ir a trabajar” rogó.

Lo sé” protestó Harry, y finalmente bajó la mirada.

Se dieron un beso, dulce, cotidiano. Harry sintió los dedos de Louis escabullirse de su mano cuando él se alejó, pero se propuso no verlo partir. Era todavía un poco doloroso.

Mientras caminaba hacia el trabajo, Harry pensó en su vida. En todo lo que le había ocurrido, en todo el dolor y la alegría que un hecho horrible le había traido. En toda la gente que pudo conocer gracias a eso, en todas las experiencias que pudo vivir, en todo lo que aprendió de sí mismo.

Pensó en Louis  con sus gafas negras, con el pelo desordenado a la mañana leyendo apuntes en la cama.

Pensó en Louis molestando a sus hermanas, burlándose de ellas porque en el fondo no podía aceptar que estaban creciendo y que ya no era el centro de sus universos.

Pensó en Louis durmiendo sobre su hombro después de ver una película en la sala de su casa, en los besos que compartieron, a veces tímidos, dulces, a veces húmedos, desesperados.

Pensó en Louis diciéndole que lo amaba, porque sabía que Harry nunca tendría el coraje para decirlo primero. En su voz pronunciando esas palabras en la tranquilidad de su casa.

Pensó en Louis, en ese mimo que le dio la vida a modo de disculpas por toda la mierda que le había tirado en el camino. Pensó en él, con una sonrisa incontenible pintada en su boca, e intentó tranquilizarse un poco, para no verse como un niño cuando entrara al trabajo. Al fin de cuentas, lo vería otra vez el domingo.

Fin.
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Mensaje por liliumpumilum Lun 13 Mayo 2013, 7:52 pm

Epílogo


Harry se levantó con el sonido helado y hueco del despertador.

Se giró sobre el colchón, sin abrir los ojos. Puso su mano fría por el invierno y apagó la alarma que le ponía los pelos de punta.

Odiaba despertarse así, con el ruido del despertador, al que no podía pedirle “cinco minutos más, por favor”, ni tazas de té caliente,  ni un beso en la mejilla –a veces en los labios- de buenos días. Odiaba despertarse así, solo.

Se sentó al borde de la cama, aún refregándose los ojos. Las lagañas las llevaba pegadas a los párpados, y el cuerpo le rogaba que se vuelva a acostar, pero tenía que trabajar. Los chefs no tienen sábado inglés.

Se puso las pantuflas, y aunque no había nadie más en la casa, se vistió con el pantalón de pijama. Antes de ir al baño, chequeó el celular. Louis debía seguir durmiendo, porque todavía no le había mandado un mensaje. No podía culparlo, seguro se había quedado hasta tarde poniéndose al día con sus hermanas.

Odiaba esa casa, cuando estaba solo. Era grande, y vacía, y oscura. Los tablones de madera del comedor se comían la escasa luz que entraba por la ventana que daba al patio interno, pequeño, húmedo, y lleno de insectos.

Quiero que rentemos una casa con algo de aire” había dicho Louis, pero realmente no corría mucho viento por ese pequeñísimo patio. Aún así, en el verano, Louis solía despertarse antes que todos para ir a echarse un rato al sol, a tostarse con la poca luz que se filtraba por los techos de las casas vecinas. Harry sonrió, atravesado por el tibio recuerdo de Louis, en pantalones cortos, con su típica pancita asomándose, desparramado sobre una toalla en el pasto.

Se tiró montones de agua fría en el rostro, intentando despabilarse. Después de lavarse los dientes, volvió al dormitorio. Miró otra vez el celular, aún ningún mensaje.

¿Por qué no lo habían llamado aún? ¿Acaso no lo extrañaban?

Porque él sí, los extrañaba. Mucho.

Mientras se vestía, consideró un montón de veces si llamarlos o no antes de salir al trabajo, pero al final decidió que seguramente estaban durmiendo, que ya tendría noticias de ellos cuando se despierten.

*

El primer mensaje de Louis llego cerca del mediodía.

Louis - 11:42

Buen día, Harry :) Perdón que no te llamamos antes, dormimos hasta muy tarde. ¿Cómo estás? ¿Y la casa? Te extrañamos”

Harry, sin embargo, recién se enteró de que había llegado ese mensaje cerca de las dos de la tarde.

Había estado ocupado preparando el almuerzo para un grupo de ejecutivos que estaban de visita en Holmes Chapel por un congreso sobre ventas, o algo así.  El restaurant estaba tan lleno ese día, que por momentos le recordó a esos años que trabajó en el bar frente a la plaza principal.

En esas épocas no se podía dar el lujo de dejar el trabajo porque era muy atareado, pero realmente no era divertido cocinar cuando preparas la misma receta todos los días, en cantidades desorbitantes, para que luego los clientes  se alimenten apresurados y como animales.

Harry odiaba cocinar así.

En cambio prefería el restó en el que trabajaba ahora (y no sólo porque pagaba un poco mejor), pues se podía dar el gusto de experimentar con los platos, porque los preparaba de a uno por uno, y porque, convengamos, tenía un ayudante que pelaba las papas y cuidaba que los huevos no se pasen.

Ese día, cocinar no había sido tan divertido como siempre.

Quizá por la multitud de gente, quizá porque quince de las veinticinco personas habían ordenado lo mismo, quizá porque Louis no había dormido en su cama, o porque aún no había hablado con Lily desde que se había despertado. 

Quizá por alguno de esos motivos o por todos, cocinar ese día fue horrible.

Y el mensaje de Louis, que leyó varias horas después de que fuera enviado, le trajo una sonrisa.

Justo cuando estaba a punto de responder al texto, uno nuevo entró a su casilla.

Louis - 14:34

Día ocupado???

Y Harry supo que si Louis pudiera corregir el mensaje enviado, le quitaría los últimos dos signos de pregunta que estaban de más, pero seguramente lo había enviado apurado, en algún hueco que las conversaciones con sus hermanas y su madre le dejaron, y no se detuvo a pensar en lo  desesperado o mandón que sonaba.

Tuve que llamar cuando ví que astabas taaan enojado conmigo porque no te respondí enseguida” bromeó Harry apenas Louis cogió el teléfono.

Cállate” balbuceó él del otro lado de la linea.

Por un segundo se quedaron los dos callados, y Harry se odió por estar jugueteando con el botón de su chaqueta como si fuera un niño.

¿Cómo están todos allí?” preguntó para romper el silencio. “Bien, ¡Muy bien!” había tanta alegría en su voz que Harry adivinó la sonrisa dibujándose en su boca, y la lengua de Louis humedeciéndose los labios y luego ese chasqueo sinsentido que solía hacer como para contenerse de seguir sonriéndose.  

Harry podía verlo, cada movimiento y cada gesto.

Hay muchas cosas para contarte cuando llegues”

Apenas salga de trabajar, me subo al tren y…

El ruido anterior, la risa de Louis, el sonar de objetos cayendo al suelo y luego la respiración ruidosa sobre el teléfono -como si alguien se lo estuviera apretando contra el rostro con fuerza y torpemente-debieron hacerle darse cuenta de que Lily acababa de tomar el teléfono, pero por si le quedaba alguna duda, su voz cantarina y dulce lo saludó.

¿Papá?!” Gritó, y Harry tuvo que alejar el teléfono apenas un poco de su oreja. “Papá, ¿estás viniendo? ¿te falta mucho? la tía Lottie va a tener un bebé

En el fondo se escuchaban los reclamos de Louis, las risas de la familia, el “¡Era una sorpresa, Lily!” y Harry se rió como si estuviera con ellos, en la misma habitación.

Sus dedos aún jugueteaban con los botones de la chaqueta, y la mano con el teléfono casi que le temblaba.

Harry pensaba, a veces, que los años no habían pasado.

Un poco porque el tiempo con Louis pasaba volando, otro poco porque aún le pasaban esas cosas: se ponía nervioso, tonto, como un crío, aún se sentía sólo sin Louis, aún le pasaba que Lily lo apabullaba y que a veces era casi tanto o más un hijo que un padre  -aunque a veces era muy padre, mucho, decía Lily- y porque todavía sentía que las cenas con los amigos del trabajo eran aburridas y es que quizá para el resto de las personas la noche de chicos era un recreo, pero para Harry el recreo y las vacaciones era estar con Louis y Lily, y aún hoy cuando lo besaba se le ponía la piel de gallina.

Harry a veces pensaba -“piensas demasiado en tonterías, Hazz” decía Louis - que a lo mejor nunca había crecido del todo, que a lo mejor seguía siendo un niño inmaduro, infantil, y que necesitaba a Louis para protegerlo, porque no sabía cuidarse solo.

Que quizá por eso lo quería tanto a su lado, que quizá por eso todavía se sentía del mismo modo que hace tantos años.

Pero entonces Louis decía “yo también me siento del mismo modo que cuando empezamos” y a Harry se le incendiaban las mejillas.

Y a veces Lily estaba enferma, y Louis entraba en pánico, y Harry se sentía tan bien sabiendo qué hacer, exactamente, y por qué no le podían dar este o ese remedio; y cuando iban con el médico él recordaba de memoria cada diagnóstico que cada médico había dicho, mientras Louis le acariciaba la manita a Lily que estaba a upa de Harry -porque nunca iba a upa de Louis cuando estaba enferma.

Esas veces, Harry se sentía más como un hombre, y no tanto como un niño. Y realmente desearía poder sentirse así, en ese preciso momento, pero en cambio los extrañaba a los dos a muerte, y el teléfono le temblaba en la mano y puta madre, Lottie, ¿un hijo ya?, pero si ¿no era una niña? y Lily se reía en el teléfono y el botón casi que le lastimaba las yemas de lo fuerte que lo apretaba con sus dedos.

Te quiero” dijo Harry.

Yo también, papá” le respondió ella y en seguida se atolondró con una pregunta “¿Ya estás viniendo?

Ya casi

*

Harry mintió sobre la hora a la que llegaría el tren, y aunque le gustaba bastante la idea de caer de sorpresa en casa de la familia Tomlinson, lo cierto es que mintió porque si Louis sabía la hora iría con Lily a esperarlo a la estación. Pero hacía frío, y ella llevaba la voz tomada hacía algunos días, aunque Lou no se hubiese dado cuenta.

Era una escena bastante linda, la nieve blanca blanca y el cielo tan negro… Era como si las luces navideñas fueran un intermedio, una especie de atardecer ficticio, un halo de luz para alargar los días.

Estuvo a punto de golpear la puerta, cuando esta se abrió lenta y torpemente.

Vamos, pá, que papi ya está esperándonos” gritaba Lily mientras todavía tomaba el picaporte entre sus pequeñísimas manos, aunque para hacerlo tenía que estar en puntitas de pie.

Harry sonrió y la observó en silencio, porque ella aún no había notado su presencia.

Debe tener frío, pá, está nievando” dijo para intentar convencerlo.

Louis no la regañó por abrir la puerta sin permiso, ni por siquiera atinar a salir sin ponerse la bufanda, en cambio le sonrió tiernamente, y Lily supo enseguida lo que esa sonrisa significaba.

Se volteó hacia la puerta con los ojos abiertos de pura sorpresa y cuando vio a Harry sonrió y gritó y rió al mismo tiempo y Harry pensó que Lily tenía la capacidad de endulzarlo tanto que en serio le picaba la lengua, pero que nunca lo empalagaba.

¡Papá!” gritó.

Pero Harry no supo si lo que lo hizo reír fue ella o la risa de Louis que tintineaba desde la puerta a la sala.

¿Sabes? Me imaginé que vendrías antes…” comentó, mientras Harry hacía upa a Lily y la abrazaba con fuerza. La besó en los cachetes y en la frente y en las manos, y entonces ella jugó a tocarle la cara porque la sentía helada.

Louis cerró la puerta detrás de Harry, porque él tenía ambas manos ocupadas en mimar a su hija. Pero ni él amagó a pasar a la sala, ni Louis se esmeró en apresurarlo.

En cambio se quedaron los tres ahí un rato, en el pequeño hall que no estaba tan calentito pero tampoco frío. Las miradas de Louis y Harry se cruzaron, y los dos, después de sonreír, dibujaron un mudo “te extrañaba” con los labios mientras Lily seguía contándole a su padre que Lottie había logrado meterse un bebé en la panza y que ahora ella iba a tener un sobrinito.

Así que preparate para las preguntas” le dijo Louis mientras se adentraba a la sala.

La casa de los Tomlinson no había cambiado mucho en todos esos años, el televisor era nuevo, y Jay había cambiado las lámparas, pero salvo dos o tres cuadros actualizados de la familia -Harry, Lily y Anne incluidos-, el resto seguía igual.

Hasta esa foto de Louis, de la que él siempre se burlaba, con la camisita azul cuando apenas tendría siete años, seguía intacta, en un esquinero, al lado de las fotos de jardín de las mellizas que ya pisaban los veinte.

Hola, Harry” dijeron las dos a coro, y luego pusieron los ojos en blanco porque odiaban cuando hacían eso, y sin embargo les costaba evitarlo.

Phoebe, Daisy” las saludó Harry, cruzando los nombres a propósito, sólo para hacerlas enojar un poco (“No, papá, ella es Daisy” le explicó Lily, un poco frustrada).

Fizzy fue la tercera en pasar a saludar, y Lily se trepó en sus brazos para que Harry pudiera sacarse el saco, la mochila y la bufanda. Anne había llegado más temprano esa tarde, explicó Louis desde la cocina, mientras le preparaba una taza de té (“¿Alguien quiere?” y todos gritaron que sí, “así que son 5 tazas de té entonces, Tomlinson, ¿Para qué tenías que preguntar?”). Después de ponerse al día con él y Jay las dos habían ido de compras, para preparar la cena, pero “están tardando bastante y, bebé, creo que tu mamá está saliendo con alguien”.

Harry realmente deseaba haber tenido algún margen para preguntar qué había querido decir conque su mamá estaba saliendo con alguien, pero la conversación de pronto se tornó en una burla incesante porque Louis lo había llamado bebé y las mellizas morían de risa, porque su hermano mayor tenía la cara coloradísima.

Jay y Anne no tardaron en llegar, y aunque Harry se moría de ganas por abrazarlas, Lily era un manojo de dulzura y abrazos y se le adelantó, y al fin de cuentas era la niña pequeña, y le correspondía a ella primero.

Pero apenas ella se cansó de abrazarlas y gritarles que papá había llegado, como si ellas no pudieran verlo, Harry se puso de pie y las saludó con un fuerte abrazo.

*

Harry había pedido como único regalo de navidad, ese año, que no le tocara cocinar para noche buena.

Y se le concedió,

casi.

No cocinó, pero cortó doscientos gramos de tomatitos cherry y se fijó que las papas no se pasaran y tuvo que detener a Louis que quería ponerle comino a la ensalada. 

Lamento tanto que tengas que cocinar, Harry” le dijo Jay casi avergonzada mientras él se encargaba de los últimos toques a la salsa porque Lily había decidido que ese era el mejor momento para que su abuela le hiciera ese peinado que había visto en la revista toda la tarde.

Es que el día ha sido una locura, corazón” se disculpó Anne.

Además, yo te estoy dando el mejor regalo de navidad del mundo, que es un sobrino” dijo Lottie, y eso bastó para que Harry recordara que aún no había podido molestarla mucho porque ella se había escondido de él toda la tarde.

Todavía no puedo creer que el tonto de tu novio haya logrado ingeniárselas para dejarte embarazada” le dijo, y desde la palabra tonto que Lottie le estaba tirando con hojas de perejil para que se calle.

¡Basta! va a caer sobre la comida” protestó Louis, pero Harry seguía molestando a su hermana, quien sólo se aguantaba de hacerle cosquillas porque estaba con la hornalla y no quería que se quemara, pero “apenas dejes eso, Harry…” le amenazó.

¿Qué significa empananada pá?” le preguntó Lily que ya se había aburrido de estarse quieta en el banquito, y se había acercado a Harry y a espiar que cocinaba -y atrapar algunas de las hojas de perejil que Lottie tiraba, en el aire-

Embarazada” la corrigió Louis mientras se acercaba a hacerla upa para procurar que no se queme. Lily no protestó, tenía algo de sueño, y Louis estaba tibiecito, como la cama.

Embalsamada” repitió Lily, y bostezó.

Bueno significa…” comenzó Harry y la familia entera se rió -hasta las mellizas y Fizzy que estaban viendo la televisión-, ya sabían lo que estaba por venir: “Significa que Lottie tiene un bebé en la panza

¿Y cómo llegó ahí?” insistió Lily.

Oh Dios…” protestó Harry, y de vuelta todos rieron, pero luego guardaron silencio, expectantes.

¿Cómo es que su novio la embarazó?” reiteró, porque Harry no respondía, y la risa de Louis se escuchó más fuerte que la de todos, esta vez.

¿Por qué nunca le haces estas preguntas a tu padre?” protestó  Harry.

Tú eres mi padre

Tu otro padre, quise decir” Lily guardó silencio un momento, pensativa.

Los dedos de Louis sobre su pelo oscuro, quitándole las hebillas que Jay le había puesto, le hacían cosquillas y le daban sueño al mismo tiempo. Se encogió de hombros, como si no estuviera segura de lo que iba a responder.

Porque tú no te ríes cuando papá responde mis preguntas” dijo, “es aburrido.” 

Eso es porque él sí sabe responder tus preguntas, entonces no es tan gracioso” Lily se giró, y miró a su papá. Louis le devolvía la mirada azul y ella le acarició la barba porque era como tocar la lengua de un gato, áspera.

Hubo un buen rato de silencio, de contemplación.

Aquellos pares de ojos azules encontrándose con tanta calma y por tanto tiempo absorbieron las miradas del resto de la familia, y Harry sentía como si estuvieran mirando algo que era suyo y, aunque era un poco tonto, se puso un poco celoso de que esa imagen no fuera un secreto suyo, de que no estuviera sucediendo en el silencio de su pequeño departamento, sino en la casa de los Tomlinson, con la salsa borbotando en la olla y hojitas de perejil en el suelo.

Papi” comenzó Lily, pero ahora que sabía que Louis era el que daba las mejores respuestas, preguntar sobre panzas y bebés parecía tonto. “¿Por qué te ríes cuando papá me responde las preguntas?

Harry puso los ojos en blanco, ofendidísimo.

No era justo que siempre le tocaran a él las preguntas difíciles.

Porque es muy lindo, porque lo amo” respondió Louis, pero nadie pudo escucharlo porque se lo murmuró en la oreja.

¿Por eso lo llamaste bebé hoy?” preguntó Lily, entre risitas, y Louis respondió simplemente asintiendo y a Harry, sin saber por qué, se le pusieron las mejillas rojas como la salsa que preparaba.  

*

Apenas Lottie se fue con su novio, Harry y Louis decidieron que era momento de dar por terminada la cena. La habían pasado genial, se habían reído mucho, y la comida estaba deliciosa, Harry, pero no habían tenido un rato a solas en casi un día entero y sólo querían subir al cuarto, acostarse, mirar a Lily dormir, charlar un rato…

Así que Harry empezó a bostezar, haciendo de cuenta que no podía controlarlo, y Louis hizo upa a Lily para que empiece a dormitar -llevaba varias horas así, de seguir despierta a duras penas- y empezaron a soltar frases del tipo, “que linda cena” y demás.

Fizzy también quería terminar con la cena navideña, sus amigos pasarían a buscarla en cualquier momento, y no quería irse y dejar todo hecho un desastre. Ella y Harry levantaron los platos mientras Anne y Jay conversaban con Lily, que les preguntaba como hacía Santa para pasar por la chimenea, cuando era taan gordo.

Una vez que estuvo todo limpio, Harry y Louis se disculparon al dormitorio. Cuando pasaron por el pasillo le dieron las buenas noches a las mellizas.

Vayan a dormir, viejos” se burlaron las chicas, a coro, pero era navidad así que en vez de poner los ojos en blanco se rieron y siguieron preparándose para salir. Para ellas la noche estaba en pañales.

En el dormitorio, con la puerta abierta, aún se escuchaba el barullo de abajo -Jay y Anne tenían cosasque hablar así que se habían quedado despiertas-, la música que venía del cuarto delas chicas, el murmullo de la vereda. Pero cuando Harry cerró la puerta, después de que Louis y Lily pasaron, fue como si el sonido de toda la ciudad se hubiese apagado, todo lo que sucedía afuera apenas si llegaba como un eco lejano.

Lily no paraba de refregarse los ojos, y de imitar cada bostezo de su padre. Protestaba, de mal humor, cada vez que Louis la molestaba para pedirle que alce un brazo, o una pierna (“No puedo hacer magia, Lily, tienes que ayudar” le explicaba mientras intentaba cambiarle el vestido por un pijama)

Una vez que Harry terminó de ponerse el pijama, alzó en brazos a Lily y empezó a cepillarle el cabello, mientras Louis se cambiaba. Si se dormía con el pelo desordenado, al otro día sería imposible peinarla, y además ese detalle siempre era el decisivo para que se quede dormido.

Así fue, mientras él y Louis charlaban de ese día, de la comida, de aquel amigo de Manchester que Harry se había encontrado en el tren y de que la factura de la casa todavía no había llegado, los párpados de Lily se volvieron tan pesados que le resultó imposible seguir prestando atención -aunque odiaba perderse de algo.

Harry levantó la frazada y recostó a Lily bien en el centro de la cama, le corrió el flequillo del rostro, para que no le hiciera cosquillas en la noche. Intentaba prestarle atención a Louis, que ahora le hablaba del novio de Lottie (“Has visto como ahora se viste mejor, hasta parece más responsable”), pero la imagen de Lily respirando acompasadamente, con los labios entreabiertos y los ojos de largas pestañas tan cerrados le traía paz -y un poco de envidia.

Ni siquiera me estás escuchando” protestó Louis.

No, sí te escucho… Que el chico este dejó un curriculum en la oficina del abogado, pero ¿crees que se lo den al trabajo?” dijo intentando demostrar a toda costa que le había prestado atención.

Te dije eso hace como media hora y te expliqué que al final mi mamá habló con el gerente de la fábrica de colchones,  se conocen de la escuela primaria” repitió Louis. Era tentador hacer una escenita, y que Harry tuviera que pagar sus faltas con besos y caricias, pero lo vio tan cansado y pacífico que no supo más que acercarse a él y besar su frente. “¿Pudiste dormir algo anoche?“ 

Poco” respondió Harry encogiéndose de hombros. Nunca dormía ni mucho, ni bien, cuando estaba solo en la casa. Guardó un silencio un momento, adivinando cada una de las cosas que Louis le diría (“¿por qué no me llamaste?” y él se mordería la lengua para responderle que necesitaba su piel y su abrazo, no su voz que la recordaba de memoria, y que no quería preocuparlo con pensamientos estúpidos), y luego se giró suavemente, buscando con sus labios la boca de Louis.

Se besaron por primera vez en el día, aunque sus labios se habían encontrado ya varias veces desde que Harry había llegado. No era lo mismo el beso tímido del saludo, a ese en el que casi se podían lamer los alientos el uno del otro, en la privacidad de la alcoba, sin ningún otro ruido que la rítimica respiración de Lily, que dormía inmutable.

Louis rompió aquel beso después de un instante, porque no era el momento, ni el lugar, y volvió a la tarea de terminar de prepararse para dormir. Fue al baño y se lavó los dientes, sin evitar sonreír como un idiota porque esta noche podría dormir al lado de Harry, y se despertaría a la mañana siguiente con toda su familia, y que los dos juntos verían a Lily abrir los regalos y hacer esa risa silenciosa que era sólo de ella.

Cuando volvió a la pieza, Harry ya estaba dormido, y Lily estaba recostada en el hueco de su abrazo. El ruido de la puerta la había despertado y ella abrió los ojos, lo más que pudo -o que las lagañas le permitieron- y  miró a Louis.

¿Ya es de mañana? ¿Ya llegó santa?” preguntó. Louis se mordió el labio para no sonreír, cualquier gesto demasiado divertido despertaría del todo a Lily, pero acababa de acordarse de la navidad del año pasado, cuando él le había dado a ella el regalo de Harry por error, y luego ella quiso quedárselo aunque realmente no tenía mucho sentido que tuviera un sweater de lana, por más bonito que fuera.

No, Lily, aún es de noche, están las estrellas, y papá duerme” le explicó y apagó la luz. El reflejo de la luna quedó guardado en las pupilas de Lily y Louis sintió que su mirada lo seguía aún en la habitación a oscuras.

Papá estaba muy cansado, hoy” comentó ella mientras Louis se acomodaba en la cama. Después de que él se quedó quieto, recostado frente a ellos dos, que de perfil, lo miraban, puso la mano a la altura de la almohada, donde la manito de Lily la buscó. “¿Crees que se despertará mañana para abrir los regalos? Puedo abrir los suyos para que siga durmiendo

“Lo veremos mañana, Li, ahora es hora de dormir, o Santa no vendrá”

La habitación volvió a hundirse en silencio, y Louis trató de dormir. Sin embargo, cada vez que abría los ojos, para ver si Lily se había dormido, veía, gracias al fulgor de la Luna, que seguía despierta, mirando el techo, o su mano sobre la cama.

“¿Qué pasa?” le preguntó, cuando sintió que apretaba su dedo gordo entre sus manos.

“¿Tú en serio respondes mejor las preguntas, papá?” dijo. “Claro” respondió él.

Entonces, ¿Cómo llegó el bebé a la panza de Lottie? ¿Cómo lo puso su novio ahí adentro?”

Louis sonrió, pues al fin de cuentas le había tocado a él la pregunta difícil, aunque había sido Harry el que se había quejado todo el día. 

“Bueno, porque se quieren mucho, y cuando dos personas se quieren mucho, un bebé aparece en la panza de la mamá”

Sí, pero yo no tengo mamá” explicó Lily.

Le tomó un buen rato entender a Louis por donde venía la pregunta. Ellos siempre habían sido muy claros con el tema de la adopción, Lily sabía que tenía otra mamá, y que ella se las había dado a ellos para que la cuiden, y también sabía que había otras familias en las que los papás de sangre de los niños eran sus papás de corazón, y nunca había tenido realmente muchas preguntas al respecto. 

“¿Tú crees que mi mamá tenía un novio que la quería mucho y por eso aparecí yo en su panza?” preguntó ante el consternado silencio de Louis.

No lo sé” respondió él, que jamás le mentiría a su hija en un tema tan importante. Acarició su manito, esperanzado de que la respuesta que estaba a punto de darle le bastara, al menos por ahora, “Pero quizá como tu papá y yo nos queríamos tanto, y ninguno de los dos podía tenerte en la panza, apareciste en la panza de tu mamá para que nos encontremos

Guardó silencio un buen rato, esperando averiguar si esa respuesta había sido, por ahora, suficiente. Adivinó que sí, porque la presión en su mano aflojó, y Lily bostezó como si le hubiese vuelto el sueño.

“Pues sí se quieren mucho…” dijo, intentando darle la razón. “Papi siempre dice ‘¡Tengo que quererlo mucho, a tu padre!’” dijo imitándolo, y Louis no pudo evitar reírse: Harry siempre decía eso después de que él hiciera algo mal, como olvidarse de pagar una factura, o traer calabazas en vez de calabacines (“¿Y qué esperas que haga con un calabacín, Louis?” dijo Harry, aquella vez, en Halloween)

Y tú le dices bebé, porque lo quieres mucho” recordó después de un nuevo bostezo.

Y te queremos mucho a tí, los dos” dijo Louis, y estuvo a punto de empezar un gran discurso cursi y fofo, pero Lily lo interrumpió de antemano.

Sí, si, yo también los quiero” dijo y se dio vuelta en el colchón, abrazándose a Harry que todavía dormía. “Debes dormir, papá, o Santa no te traerá regalos mañana”

Louis asintió, sin decir nada -porque si lo hacía se le escaparía una carcajada: Lily era la niña más adorable que jamás había visto. Se acercó un poco más a ellos, chocando frente con frente con Harry, y abrazándolos a ambos. Sabía que esa posición duraría apenas unos minutos, porque Lily era muy inquieta en la cama, y en seguida terminarían los dos, uno en cada rincón del colchón, y ella despatarrada en el medio.

Sin embargo, aunque apenas durara un minuto, ese abrazo era el mejor regalo de navidad que Louis podría haber pedido. 

Es que, él siempre quiso muchas cosas para su vida, quiso un auto, y una casa, y una carrera y un título, y amigos que le duraran toda la vida, y que su familia fuera feliz, pero por sobre todas esas cosas, si hubo algo que alguna vez deseó, fue encontrar a alguien con quien compartir su vida, con quien tener una familia propia, a quien necesitar y por quien ser necesitado.

Y tenía a Harry, y a Lily, y quizá aún le faltaba el auto y la casa, pero se tenían el uno al otro y esa noche, aunque fuera por apenas unos minutos, dormían abrazados debajo de una pesada colcha en invierno.
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Mensaje por liliumpumilum Lun 13 Mayo 2013, 7:54 pm

Extra Drabble

  • Notas: Situado después del Capítulo 9 pero antes del Epílogo.



Esta vez llegar a la casa con Harry se sentía distinto. Distinto de cuando los dos vivían en Manchester, distinto de la última vez que Harry vino a almorzar, distinto de las fiestas que Anne y él pasaron en Doncaster. Se sentía distinto a todas porque esta vez Louis sabía que algo iba a cambiar.

Llevaban saliendo ya varios meses, y aunque nadie oficialmente sabía al respecto, Anne siempre buscaba una excusa para irse al dormitorio cuando Louis estaba en Holmes Chapel y Jay siempre preguntaba por Harry y cuando se habían visto por última vez. Era estúpido seguir haciendo de cuenta que nada pasaba, pero Louis realmente no sabía cómo contarlo.

Hola, mamá, recuerdas a Harry, mi amigo. Bueno estamos saliendo ahora

No, sonaba tonto hasta en su imaginación. Lo más tonto de todo es que realmente no había nada que decir, porque ya todos lo sabían. Debería ser un simple gesto formal, decirlo en voz alta para oficializarlo, como ponerle un sello o alguna cosa burocrática por el estilo.

Sin embargo, cada cuadra que el taxi hacía desde la terminal hasta la casa, a Louis le temblaban más las piernas y pellizcarse la piel de las manos había empezado a dolerle.

“¿Estás bien?” preguntó Harry, y Louis mintió asintiendo tímidamente. “Puede esperar si quieres, Lou, realmente no es tan importante”

Es importante” dijo Louis, porque Harry tenía razón, era estúpido que Jay siguiera preparando cama para dos cada vez que Harry iba de invitado –aunque nunca hacía ningún comentario al respecto de que una de las camas estaba perfectamente tendida cada mañana. Era estúpido que las mellizas aún preguntaran si Louis tenía novia, y era estúpido que no pudieran hablar de lo felices que eran juntos, de lo bien que iban las cosas entre ellos.

Hacía pocos días, por teléfono, Harry había confesado que habló con Anne al respecto. Que le había contado que estaba viendo a alguien y que estaba muy feliz, y ella no preguntó quién era, porque obviamente ya lo sabía. “Pero me pone muy contenta que me lo cuentes, cariño” dijo. Y en el teléfono Harry había dicho que Jay también merecía saber, porque era la mama de Louis pero también porque había sido como una mamá para Harry y a él no le gustaba mentirle.

Y ahora estaban allí, pagándole al taxista en frente de la casa, y las mellizas que estaban jugando en el frente se agolparon a las puertas del taxi. 
“¡Ma!” gritaron, “¡Lou y Harry llegaron!”

Harry saludó a las dos y luego fue al baúl a sacar las valijas.  Traían muchas cosas porque era navidad, y los regalos ocupan lugar. Phoebs y Daisy ya le llegaban más arriba del codo, y Harry no pudo evitar preguntarse, divertido, como podía ser que en la familia de Louis todos fueran altos menos él.

Yo me cuidaría si fuera tú, Lou” bromeó cuando su novio salió del taxi, “En cualquier momento van a pasarte”

“Cállate” protestó Louis y ayudó a Harry a entrar los bolsos a la casa.

Jay los recibió con té y abrazos, y Lottie y Fizzy llegaron unos minutos después de la tienda, pues habían ido a comprar un budín para la merienda.

Harry pidió ver los cuadernos de las chicas y ellas se los trajeron gustosas, ocultando eso sí, las malas notas y las reprimendas. Francamente, apenas si le mostraban las hojas con estrellas y las evaluaciones de 75/100 para arriba.

Los dos comentaron que bonita letra que tenían, y se sorprendieron porque los dibujos ya no eran esos garabatos perezosos de hacía dos años. Tenían 9 ya, dijeron, y los dos pusieron caras de angustiados. Los años se estaban pasando volando.

Ya eran casi las siete de la tarde cuando Harry finalmente aceptó que Louis no iba a decir nada al respecto. Todos los esquemas posibles habían sucedido, habían estado los dos a solas con Jay, o con Jay, Lottie y Fizzy, y toda la familia reunida también. Lo único que quedaba era que Louis dijera que quería hablar de algo para que todos escucharan, explicara la situación y listo, problema resuelto.

Louis, sin embargo, estaba nervioso y asustado y, en serio, se dijo Harry, se merecía decirlo cuando esté listo y no cuando él  estuviera harto de andar intentando ocultar algo que está a la vista de todos.

Así que Harry se fue a bañar y a desarmar el bolso, habló por teléfono con su mamá, y bajó de vuelta al comedor. Jay y Lottie estaban preparando la cena, y él fue a ayudar, mientras Louis hablaba con Fizzy de la nueva temporada del X Factor.

Yo soy fan de Niall Horan” explicó Fizzy. Jay y Lottie pusieron los ojos en blanco cuando ella soltó un suspiro, y  Harry apretó los labios con fuerza para no reír. “Es muy talentoso, y toca la guitarra y es taaan guapo”

“Sí, pero Zayn es más guapo” comentó Louis y en seguida se atragantó con su vaso de coca como si pudiera lavar las palabras que acababa de decir.

Fizzy lo miró, parpadeó un par de veces, y justo cuando estaba a punto de hacer un comentario, las mellizas entraron a la cocina.

Yo también creo que Zayn es más guapo, Lou” dijo Phoebe trepándose a su hermano como si fuera un árbol, y Daisy se acercó un poco amargada.

“A mí me gusta Liam” dijo triste porque esta vez Phoebs y su hermano compartían algo de lo que ella no podía formar parte. Harry se volteó un instante para mirar a Louis,  mientras pelaba una papa, para el puré.

Más hablaban las mellizas, y más color recuperaba su rostro. La sonrisa se iba volviendo más natural y recién cuando Louis tuvo el coraje de devolverle la mirada a Harry, él estuvo tranquilo: todo estaba bien.

Mientras las papas se hacían, Louis llamó a Harry arriba, para que lo ayude con algo. Harry puso los ojos en blanco, porque simplemente era estúpido andar escondiéndose así, y compartió con Jay una sonrisa frustrada.

Cuando abrió la puerta del dormitorio, Louis estaba echado en el colchón del piso, abierto de brazos, y  mirando el techo.

“¿Quieres que salte encima o…?” bromeó Harry.

“¡Cállate!” protestó Louis, sonrosándose. “Y cierra la puerta, y ven…” le pidió.

Harry, obediente, cerró la puerta, se sacó las zapatillas, y se acurrucó en el hueco que Louis había dejado para él.

“¿Estas bien?”

“Me siento tan estúpido” explicó Louis. “Fizzy me miró con cara de… ‘Ya era hora que lo digas, bro’ y yo pensando en qué decir para remendarlo… ¿Por qué tengo tanto miedo, Haz? ¿Es porque soy estúpido?”

“No eres estúpido…” dijo Harry y acarició su mejilla mientras se reincorporaba un poco. Besó su nariz, y sonrió al ver como el rostro de su novio se relajaba. “Es un momento importante, y es lógico que te ponga nervioso”

Tú fuiste tan natural al respecto…” explicó recordando aquella cena de año nuevo (“A mi me gustan los chicos, no las chicas”).

Es distinto, yo siempre lo supe y mi familia siempre lo supo, y nunca lo oculté” explicó Harry.

Louis lo abrazó y hundió la cabeza en su cuello, ocultándose de su mirada.

“Es que me siento tan estúpido”

“No eres estúpido…” Harry dijo, y besó su mejilla. “Eres hermoso, valiente  y perfecto, ¿sí?”

Unos minutos después, cuando Louis recobró la compostura y ya no repetía incesantemente que era estúpido, decidieron que era momento de bajar. Lottie y Fizzy acababan de terminar de poner la mesa e hicieron una broma acerca de que justo que habían bajado las escaleras, como si supieran que si bajaban antes tendrían que ayudar.

Las cosas con la familia Tomlinson seguían igual que antes, sólo que ahora Lottie no era la única que le sacaba canas verdes a su hermano, hablando de chicos, sino que Fizzy también tenía un noviecito, o algo así.

No somos NOVIOS” explicó moviendo exageradamente las manos al hablar, un tanto nervioso.

“¿Qué se supone que significa eso?” preguntó preocupado y miró a su mamá, “Tiene 12 años, má”

“Tiene quince Louis” le recordó Jay y Louis se cubrió los ojos con las manos. Mierda, el tiempo realmente había pasado volando.

“¿Cuántos años tienes tú, Louis?” preguntó Daisy. Fue otra vez Jay quien respondió, porque Louis estaba muy ocupado angustiándose por el paso del tiempo.

“Él tiene veintitrés” explicó, “Veinticuatro mañana por la noche”

¿Y qué los chicos no pueden tener novios hasta que son más grandes?” preguntó Phoebe, sin entender.

“Sí, porque Lottie tuvo novio a los quince, y ahora Fizzy tiene quince y tiene novio” acotó Daisy, haciendo oídos sordos de la protesta de Fizz (“no es mi novio, dios…”)

Louis ya tiene edad para salir con alguien, si esa es tu pregunta”  explicó Jay divertida.

“¿Entonces por qué no tienes novia, Lou?” preguntaron las dos al unísono.

Harry tragó el bocado de carne y guardó silencio. Louis quitó el rostro de entre las manos y miró a sus hermanitas, y luego a Harry y luego a ellas de nuevo.

“Porque…” comenzó, pero en seguida se quedó sin palabras. De refilón podía ver la sonrisa de Jay, compañera, y casi que podía sentir el aliento guardado de Harry y sus hermanas. “Porque no me gustan las chicas…” dijo.

Harry se puso colorado, como si recién ahora comprendiera lo que significaba salir del closet. Significaba que ahora todos sabrían que estaban saliendo, que podrían tomarse de la mano en la calle y besarse bajo el muérdago y…

Como a Harry” recordó Phoebe y miró al de rulos. Harry intentó tragar saliva, pero se ahogó y se apresuró a beber un sorbo de agua. “A los dos le gustan los chicos”

Y los dos son chicos” agregó Daisy.

Cada vez que las mellizas guardaban silencio, la habitación parecía detenida en el tiempo. Ni un ruido, ni de cubiertos, ni de voces, ni de servilletas arrastrándose sobre la mesa. Lo único que se movían eran los ojos, de Lottie, Fizzy y Jay, mirándose unas a otras, expectantes. Harry no dejaba de mirar a Louis y Louis no dejaba de mirar a las mellizas.

Para mí deberían ponerse de novios, y  ya” dijo Phoebs encogiéndose de hombros. Daisy asintió.

Se llevan bien” agregó Daisy. Miró a Louis, y luego a Harry y luego a Louis de vuelta. “¿O no?”

“Sí” respondieron los dos, con la voz rasposa y casi muda.

Silencio otra vez.

“De hecho…” comenzó Louis.

El corazón de Harry latía fuerte, muy, muy fuerte. Era como si estuviera a punto de salírsele por el pecho o la garganta o los ojos. Sabía que su cara estaba roja, rojísima, como un tomate, sabía que ni Lottie ni Fizzy ni Jay se miraban entre ellas, y que en cambio lo miraban a él y a Louis.

Sabía que ese era el momento justo.

De hecho” repitió, “Harry y yo estamos saliendo”

Las mellizas dejaron lo cubiertos en la mesa, y se miraron entre ellas. Luego miraron a Jay, confundidas, pero ella sólo tenía ojos para Louis, y una sonrisa ancha dibujada en los labios.

“¿Desde cuándo?” preguntó Daisy y su hermana en seguida agregó, “¿Por qué no nos dijeron?”

“Les digo ahora…”

“¿Por qué no nos dijiste?” le preguntó Phoebe ahora a Harry.

“Louis debía decirles” se apresuró a responder Harry y su novio lo miró realmente enojado por un segundo.

“¿Por qué no nos dijiste?” le repitió la pregunta a su hermano.

“Les está diciendo ahora” dijo Jay finalmente cortando con la situación. Mientras se ponía de pie y juntaba los platos, explicó “Y no tenía por qué decírselos así que dejen de estar enojadas. Deberían estar contentas de que tienen un cuñado tan guapo” agregó haciéndole una torpe caricia a Harry en la cabeza.

Las mellizas se miraron entre ellas, encogiéndose de hombros. “Felicidades, Boo Bear” le dijo Jay a Louis y el asintió sin saber que decir.

“Era hora” bromeó Lottie y Fizzy entonces empezó a reírse.

“Puedo llamarte tío ahora, Harry” dijo Fizzy entre carcajadas.

“Oh, Dios” esta vez fue el turno de Harry de hundir la cabeza en sus manos, de sentirse la piel hirviendo y el palpitar incesante de su corazón.

Entonces… ¿Se besan y todo?” preguntó Phoebe a su hermano, y Jay realmente tuvo que gritar muy alto que los dejen en paz para que su voz pudiera oírse por encima de las carcajadas de las dos hermanas mayores de Louis.

Entre idas y venidas a la cocina, llevando platos y vasos y comida, Louis y Harry fueron sintiéndose a gusto con la situación. Y no es que se lo estuvieran haciendo sencillo.

“Así que ¿desde cuándo?” preguntó Lottie.

No mucho, un par de meses” explicó Louis, colorado (coloradísimo).

“No me mientras Lou”

“¡No estoy mintiendo!” protestó.

“Vamos, la última navidad, había algo dijo Lottie

“Bueno, pero no estábamos saliendo…” murmuró nervioso.

“¡Lo sabía! ¡Noviembre del año pasado! ¡Gané!” festejó y  Harry y Louis se miraron confundidos.

“Dijo que había algo entonces, no que empezaron ahí. Para mí que ya había algo cuando Harry vivía aquí, ¿o no?” dijo Fizzy mirando al de rulos.

Harry  también estaba colorado.

(Coloradísimo)

¿Qué? No… No” dijo. “Es decir, ojalá, a mí me gustaba, pero…”

“Te lo dije, Noviembre” insistió Lottie. “Dame mis veinte”

“¿Habían apostado?” protestó Louis indignado. Pero nadie respondió, porque Fizzy estaba demasiado ocupada buscando dinero y Lottie estaba haciendo el baile de la victoria.

“De hecho, técnicamente” dijo Harry, “La primera vez que nos besamos fue hace bastante… Un año después de que me fuera de aquí, ¿recuerdas Lou?” dijo, “Nos encontramos en la fiesta del pueblo”

Louis asintió. La mirada verde de Harry lo tranquilizaba, y aunque todavía le temblaban las piernas y estaba nervioso, pudo calmarse de a poco.

“Pero después de eso, nada hasta…. ¿Julio? ¿Agosto?”

“Fue poco después de que me mudé a Manchester” dijo Harry dubitativo. “Septiembre, casi seguro”
Fizzy los miró pensativa, y Lottie interrumpió su baile de la victoria.

“Así que… Septiembre del año pasado” confirmó Lottie. De golpe no parecía tan contenta.

“¿Se besaron en la fiesta del pueblo hace dos años pero recién empezaron algo en septiembre del año pasado?” repitió Fizzy, “¿esa es su respuesta final?”

“¿Qué?” protestó Louis, y Harry simplemente asintió.

“¿Cómo sabías?” protestó Lottie enfadadísima al ver entrar a su madre por la puerta de la cocina.

Ah, una madre tiene sus métodos” dijo sonriente y orgullosa. Dejó una tarta de frutillas cortada en porciones sobre la mesa y las mellizas que se habían aburrido hacía un buen rato de la conversación volvieron a la mesa para comer un poco.

Besó a Louis en la mejilla y le murmuró lo orgullosa que estaba de él, pero él seguía indignado porque no podía creer que sus hermanas habían apostado sobre su vida personal. Mucho menos que su madre había participado también.

“¿Ya le contaste a tu mamá, cariño?” Le preguntó Jay a Harry una vez que estuvieron todos sentados otra vez en la mesa de madera.

“Mmm… Algo… Le dije que estaba saliendo con alguien, pero ni siquiera preguntó quién. Ya lo sabe de todas formas”

“TODOS lo saben” balbuceó Lottie y Fizzy volvió a reírse, logrando ponerle las mejillas rojas otra vez a su hermano.

Harry también se sonrosó, pero no hizo tanto escándalo. Desearía poder estar más cerca de él, y no en frente en la mesa, para poder tomarle la mano y hacerle ver que no era tan malo, que sus hermanas se olvidarían de burlarse en cualquier momento.

En seguida se dio cuenta de que si le tomara la mano todos en la mesa dirían “aww” y Louis se pondría entonces más colorado, y también él, seguramente, y mejor era que estén frente a frente y que Harry pudiera acariciarle el pie con la media sin que nadie lo viera.

Lo que Lottie quiere decir” dijo Jay interrumpiendo las carcajadas de sus hijas, “es que nos pone contentas que nos hayan contado, y que estamos muy orgullosas de ustedes”

Su mamá tenía la sonrisa más adorable y generosa de todas, y hasta Lottie y Fizzy habían dejado de reírse por un momento, pero Louis no parecía conmovido.

Apostaste” le recriminó, y esta vez hasta Harry estalló en carcajadas. “Apostaste acerca de nuestra relación”

Después de varios segundos hasta Louis se reía, contagiado por el resto de la familia. Se debatía entre beber el té para calmarse un poco y no beberlo para no atragantarse por la risa.

“¡Y gané!” aclaró Jay orgullosa. Sonrió a su hijo  con tanto orgullo y cariño que esta vez él no pudo estar ofendido. No dio el brazo a torcer, no le dijo, ‘está bien, má, sólo era una broma’ pero los ojos le brillaban tanto cuando le devolvió la sonrisa que Jay supo que estaba perdonada.

“Necesitabas un receso de lavar la ropa de todas formas” bromeó Harry encogiéndose de hombros, “me alegra que hayamos colaborado a que lo logres”

Jay le hizo un nuevo coscorrón a Harry y en seguida Lottie acotó que Harry seguramente le había contado a su mamá, que habían complotado los dos, que no había forma en que Jay supiera cuando se habían besado por primera vez y cuando habían empezado a estar juntos (“una madre tiene sus métodos, cariño”) pero Louis no participó de la charla.

En cambio observó en silencio, esta vez sí bebiendo el té (porque la risa se había transformado en una sonrisa calma, dulce) la mano de su mamá en el hombro de Harry, la sonrisa torpe y rara en labios de su novio, la cotidianeidad simpática con la que bromeaban sus hermanas.

Louis nunca había llevado un novio a la casa, pero siempre había deseado que al hacerlo, fuera así, como era ahora. Que fuera como si él fuera uno más en la familia. Y Harry lo era, obviamente, lo había sido desde hacía mucho tiempo, pero Louis estaba seguro, segurísimo, de que si el chico adoptado hubiese sido otro, ni hubiese encajado tan bien en la familia, ni Louis se hubiese enamorado tan perdidamente de él.

Porque sí, era eso, lo que le trepaba por la boca del estómago, haciéndole cosquillas, la sonrisa estúpida que tenía dibujada y la desesperación en las manos era eso: era estar enamorado.
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Mensaje por Abril1402 Lun 13 Mayo 2013, 9:33 pm

Holis!! tu eres la escritora!!
Bueno, yo leí la Nove cuando subiste por primera vez, no sabes cuanto la ame y la sigo amando creo que una de las pocas que leería una y otra vez, siempre quise poder decirte, lo hermosa que es esta nove,... y fue y es mi favorita, fue uno de los primeros Larry que leí por que ya sabes primero leí 20 dias y luego habitación 317 ya sabes las primeras que salieron, y un dia estaba buscando otra y boom esta, la ame, me acuerdo pasaba noches enteras, leyéndola, con mi teléfono cargando para que no se le acabara la batería, y me moría por contarles a mis amigas lo genial que era esta novela, cuando me preguntaban por que no dormí la noche anterior, pero siempre que sacaba el tema de Larry, ella empezaban con sus comentarios homofobicos y yo me guardaba las ganas, esta novela me trae tantos lindos recuerdos de una época de mi vida, que era tan fácil y que quisiera regresar, por eso también la amo.
Bueno en fin, siempre quise agradecerte por escribir algo tan hermoso, a casi me olvida, gracias a esta nove se desperto un loco amor por Ed Sheeran y gracias a este fic como a otros aprendi a ser de mente abierta a tolerar, me hicieron la persona que soy ahora.
cuando vi Be Like You, lo primero que hice fue pensar en esta nove y dije wow la subieron
En resumen son los comentarios de una gran fan de tu nove que nunca puedo agradecerte/felicitarte por haber escrito algo tan hermoso.
Besitos :hug: :bye:

: Be Like You (Larry Stylinson) (24/24) ¡Completa! - Página 2 Amoestegifasadadas



The Love is Love and the Love is Equal ♂♂ ♀♀ ♂♀


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Mensaje por sofi16_1999 Lun 13 Mayo 2013, 10:21 pm

Qué emoción
Ya he leído esta novela en tu Tumblr
Realmente la amé ( me encanta me hizo llorar, reír, griat y tener demasiados feels )
Síguela pronto
Love You
sofi16_1999
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Mensaje por Larrystylinlove Miér 15 Mayo 2013, 9:28 pm

TE APLAUDO! UNA DE LAS MEJORES QUE HE LEIDO♥ ME ENCANTO :)):)
Larrystylinlove
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Mensaje por Invitado Mar 28 Mayo 2013, 8:10 pm

Gran novela! me tarde todo el día pero valió la pena la ame, es simplemente hermosa!:) Gracias gracias eres una gran escritora!
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Mensaje por zandiieBU Mar 12 Nov 2013, 10:01 pm

La mejor que he leído. ¡GRACIAS POR EL BUEN RATO QUE ME HICISTE PASAR LEYENDOLA!
zandiieBU
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Mensaje por »Tributo. Lun 16 Dic 2013, 9:29 am

Es hermosa realmente. Juro que me pasaba todos los capítulos rogando que se declaren y que sean felices juntos y para siempre (? Akdjdhdf, me hizo despertar muchos feels en realidad. Amo Larry, mucho, y ésta nove despierta todos los Larry's feelings de mi frágil corazón estúpido (okno) l
Y los cachetes de ambos, awwww, cuando se ponen colorados, ok no puedo evitar imaginarlos todos rojitos y nerviosos y mirando para abajo. Gracias por dejar que lea esta maravilla.
Harry es de Louis, Louis es de Harry, fin.
Chau-chau.
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