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“Mi Dulce Amor”( Nick y Tu) Adaptación

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“Mi Dulce Amor”( Nick y Tu) Adaptación - Página 7 Empty Re: “Mi Dulce Amor”( Nick y Tu) Adaptación

Mensaje por Ruth Esther<3 Dom 30 Ene 2011, 5:46 am

Awww!
Amee el cap<3
Nick es demasiadoo Bellooo :D
Ruth Esther<3
Ruth Esther<3


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“Mi Dulce Amor”( Nick y Tu) Adaptación - Página 7 Empty Re: “Mi Dulce Amor”( Nick y Tu) Adaptación

Mensaje por Ruth Esther<3 Dom 30 Ene 2011, 5:47 am

Uhhh!
pasee de Paginaaa!
yay “Mi Dulce Amor”( Nick y Tu) Adaptación - Página 7 88550944
SEGUILAAA!
Ruth Esther<3
Ruth Esther<3


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“Mi Dulce Amor”( Nick y Tu) Adaptación - Página 7 Empty Re: “Mi Dulce Amor”( Nick y Tu) Adaptación

Mensaje por Invitado Dom 30 Ene 2011, 7:01 pm

my god me encanto el ultimo cap perdon por no haber comentado antes pero bueno ahora estoy de vuelta

hehe


me encanto lo que hace nick en el lago de gritare eso


tan lindo



siguele pleaseeeeeeeeee
Invitado
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Invitado

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“Mi Dulce Amor”( Nick y Tu) Adaptación - Página 7 Empty Re: “Mi Dulce Amor”( Nick y Tu) Adaptación

Mensaje por aracelly!! Dom 30 Ene 2011, 7:49 pm

siguelaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa!!! porrrrrrrrrrrrrrr faaaaaaaaaaaaaaaaaaaavor!
aracelly!!
aracelly!!


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“Mi Dulce Amor”( Nick y Tu) Adaptación - Página 7 Empty Re: “Mi Dulce Amor”( Nick y Tu) Adaptación

Mensaje por ivana-ilove Jue 03 Feb 2011, 6:27 pm

Capítulo Ocho




Nick estaba sentado en el vestíbulo del banco. Hacía calor aquella mañana, pero no tanto como para justificar el sudor que le caía por la espalda y le humedecía el bigote. Sacó un pañuelo que había metido en su mejor chaqueta de lana y se secó la cara con la esperanza de que nadie se diera cuenta.
Nunca había hecho algo así. Jamás había acudido al banco a pedir dinero. Se había construido el establo por el método más duro, el más honrado, con sudor y trabajo, dólar a dólar, caballo a caballo, tabla a tabla, hasta dar forma a su sueño.
Quizás en el fondo de su cabeza, había confiado en no tener que pasar nunca por aquella situación. En no tener que ir jamás a pedir un crédito. Pero _____ significaba para él más que su orgullo.
El hombre que atendía la única ventanilla lo miró desde detrás de los barrotes. El hombre calvo sentado a la mesa que había delante del despacho de Eldon Sweetwater había estado calibrándolo con la mirada desde que llegó, cuarenta y cinco minutos antes. Nick nunca había estado en aquel banco. No les había confiado su dinero, y jamás había dudado de lo acertado de aquella decisión.
Como si se tratase de una conjura del destino, Burdell entró en aquel instante en el banco, lo miró primero de pasada y después con evidente sorpresa, y luego entró sin llamar en el despacho de su padre.
El tipo calvo arrancó su mirada de Nick y la puso en un montón de papeles. Era evidente que Sweetwater le estaba haciendo esperar deliberadamente.
Por fin, después de que se hubiera visto en la necesidad de sacar el pañuelo en varias ocasiones más, Burdell abrió la puerta.
—Pase, señor Jonas.
Nick entró en la guarida del león. Burdell entró tras él y le señaló una silla.
Nick miró a su alrededor. El despacho estaba muy bien amueblado, desde la preciosa mesa de caoba con accesorios de cobre hasta las sillas de cuero, pasando por un cuadro en el que se representaba la cacería del zorro.
Eldon Sweetwater estaba sentado al otro lado de la mesa, fumándose un cigarro con toda parsimonia. Habían hablado en los meses que habían transcurrido desde que Nick abriese el establo. El propietario del anterior se había marchado a Nebraska a vivir con su hijo, y los Sweetwater se habían visto obligados a tratar con él si querían alquilar un coche, pero eso no los obligaba a ser cordiales. Utilizaban sus coches y sus caballos, le pagaban por su alquiler y se marchaban.
—Debe tener una buena razón para estar aquí —dijo Eldon, entrelazando las manos sobre el vientre.
Burdell se sentó en una silla y cruzó las piernas, dispuesto a contemplar la escena.
Aún no lo habían linchado, de modo que Nick encontró consuelo en aquel hecho.
—Es por cuestión de negocios.
—Yo no tengo ningún negocio con usted —replicó Eldon.
Quizás debería volver a empezar.
—Gracias por recibirme.
Sweetwater no contestó.
—He venido a pedir un préstamo. Quiero construirme una casa.
Sweetwater enarcó las cejas, miró a su hijo y luego a Nick.
—No ha necesitado antes mi ayuda.
Se refería al establo. Nick no había querido pedirle dinero prestado, lo mismo que tampoco podía hacerlo en aquel momento, pero las cosas habían cambiado.
—Para construir el establo me las arreglé solo, pero ahora necesito un préstamo.
—Hace falta mucho dinero para construir una casa.
Nick asintió.
—Creo que puede ver que soy un hombre trabajador, de confianza. Sé administrar bien el dinero.

—Para pedir un préstamo hay que tener con qué avalarlo.
—Tengo el establo, ya lo sabe.
—¿Está limpio?
—Pagué en efectivo hasta el último clavo.
—Supongo que espera impresionarme.
—En absoluto. Pero sabe que soy de fiar.
—Eso no lo sé. Podría dejar de pagar las letras.
—No lo haré.
—Esas cosas pasan.
—En ese caso, se quedaría con el establo.
Había tenido que tragar saliva para poder contestar así.
—Yo no quiero un establo para nada.
—Podría venderlo. Es un negocio rentable.
—Entonces, ¿por qué no paga en efectivo la construcción de su casa?
—Pues porque todavía no he ganado el dinero suficiente. Pero lo haré. Soy el único herrero en cien kilómetros a la redonda.
Eldon se recostó en la silla y fumó hasta que una nube de humo rodeó su cabeza.
—Un trabajo sucio —contestó, y se quitó una mota de polvo de la chaqueta del traje con un dedo de manicura impecable.
Burdell se examinó también ostensiblemente las suyas y Nick no tuvo duda alguna de que no habría una sola mancha en ellas.
El calor de la rabia empezó a subirle por el cuello, pero no retiró de encima de las perneras del pantalón sus manos endurecidas por el trabajo cuyas uñas había cepillado durante diez minutos aquella mañana.
—Un trabajo honrado.
El hombre frunció el ceño, y volvió a hacer una pausa deliberada antes de volver a hablar.
—¿Tiene algo más que ofrecer como garantía? ¿Joyas? ¿Oro?
—Caballos.
—Tampoco me sirven de mucho los caballos.
Su rabia creció. Los caballos podrían convertirse sin dificultad en dinero mediante subasta, y todos lo sabían. Lo estaba desafiando. Respiró hondo e intentó calmarse.
—Le estoy pidiendo un préstamo, señor Sweetwater, porque necesito el dinero, pero usted puede negarse a concedérmelo por la razón que le parezca.
—Pienso que una casa es un lujo para un hombre de su posición.
—¿Es que juzga a todos los que vienen a pedir un préstamo?
—Necesito juzgar la capacidad de un hombre de devolverme mi inversión. Los bancos no se mantienen en el mercado perdiendo dinero.
—Puedo pagar las letras.
Eldon dejó su cigarro en el borde de un cenicero de bronce y se levantó.
—No me convence. Demasiado arriesgado. Esta reunión ha concluido.
Nick miró a Burdell, y se sorprendió de encontrar en ellos sólo un leve interés, en lugar de regocijo o al menos, superioridad.
Eldon le había dado con la puerta en las narices.
La verdad es que se lo esperaba, así que la humillación no fue insoportable. Aquel hombre era el padre de _____, y aunque no creía deberle un respeto especial, se sentía en la obligación de mantener la calma. Le tendió la mano.
—Bueno, gracias por su tiempo.
Eldon actuó como si no hubiese visto el gesto ni oído sus palabras.
—¿Tienes esos documentos preparados? —le preguntó a su hijo.
Burdell se levantó y recogió unos cuantos libros de cuentas de un armario.
Nick dejó caer el brazo y, sin perder la compostura, salió del despacho. El hombre calvo sentado junto a la puerta lo miró, y el de la ventanilla hizo una leve inclinación de cabeza.
De pie en el polvo de la calle, se aflojó la corbata, desabrochó el botón del cuello de su camisa blanca y se miró las uñas. El banco Sweetwater habría sido el más conveniente, pero no era el único banco del país. Recogería la escritura de su negocio y lo intentaría en Fort Parker.
Después de hablar con Burt y dejarlo todo organizado, preparó unas cuantas provisiones para la noche y ensilló un caballo.
Durante el tiempo que duró el viaje, tuvo más que de sobra para lamentar haber ido al banco de la familia Sweetwater. Padre e hijo debían estar pasándose un buen rato a su costa. ¿Qué había creído que iba a ocurrir? ¿Que el padre de _____ hubiese cambiado de pronto de opinión? Si supiera que la casa era para _____, ¿habría supuesto alguna diferencia, o se lo habría puesto todo aún más difícil? Seguramente lo segundo.
Un pretendiente debía presentarse al padre de la chica para pedirle su mano, y la forma en que había conducido aquel asunto le hacía sentirse incómodo. ¿Pero qué otra opción tenía? Los Sweetwater no estarían dispuestos a concederle ni un solo respiro.
Pero él quería a _____, y estaba dispuesto a pelear.


A la sombra de una pérgola cubierta con las flores amarillas y rojas de una capuchina, _____ estaba sentada en el paseo de ladrillo que discurría por el jardín delantero de los Sweetwater. Junio había llegado con una tremenda profusión de flores, pero con tan sólo unas cuantas notas de Nick. Menos mal que el tiempo se le hacía más corto con la presencia de un tutor todas las mañanas.
Arrancó la flor de una petunia blanca e hizo girar entre los dedos la flor blanca de terciopelo. En el buen tiempo, disfrutaba mucho del jardín. El ruido de un carro llamó su atención. No podía ver la calle desde allí, pero el ruido se detuvo. Varios minutos después, Charmaine la encontró.
—¿El tío Mort te ha dejado venir sola? —le preguntó.
—No, mamá ha venido conmigo. Está dentro.
—Ah —_____ arrugó la nariz—. Supongo que mi madre querrá que tomemos el té con ellas.
Charmaine suspiró.
—Supongo —empujó la silla de _____ hasta el banco de piedra sobre el que trepaba la hiedra en una pequeña pérgola en forma de arco—. Traigo algo para ti.
—¿Qué es?
Charmaine sacó un pequeño papel de su bolso.
—¡Ay! —exclamó _____, y se lanzó sobre la misiva.
Su prima se echó a reír.
No puedo esperar más, decía la nota. Esta noche. En el mismo sitio.
_____ se llevó la nota al pecho.
—¿Qué dice?
—¿La has leído?
Charmaine hizo un mohín.
—Claro que no.
—Dice que tiene que verme.
—¡Qué romántico!
—Quiere casarse conmigo.
—¿Y cómo lo va a conseguir? Tus padres no lo permitirán.
_____ movió la cabeza con tristeza.
—No sé cómo. Sólo sé que tiene que ser así. Cuando hablo de esta situación así, o cuando me la planteo con frialdad, me parece imposible. Pero cuando estoy con él… ay, Charmaine, cuando estamos juntos, soy capaz de creer cualquier cosa.
—Es una tragedia que no te permitan verlo. Como Romeo y Julieta, ¿no te parece?
—¡En absoluto! Nosotros no somos niños, y Nick no tiene una familia que lo defienda frente a la mía. Y desde luego, ninguno de los dos va a tomar veneno porque no podamos estar juntos. Qué comparación tan horrible.
—Mujer, ya sé que no es exactamente igual, pero vuestra historia es tan romántica como la de ellos dos —dijo, llevándose las manos unidas sobre el pecho.
_____ no tuvo más remedio que reírse.
Charmaine tomó su brazo.
—¡El cuatro de julio está a la vuelta de la esquina! Las chicas no dejan de hablar de la fiesta y el baile. El padre de Janie Dempsey nos va a prestar su carro y sus caballos para la carroza. Contamos contigo para que vengas a su casa para decorar la carroza con nosotras. Tenemos sólo tres semanas para hacerlo todo.
—Estupendo —contestó _____, aunque ya no le parecía tan divertido como lo era antes. Pero era una buena excusa para alejarse de allí. Incluso cabía la posibilidad de que pudiera ver a Nick en una de aquellas salidas—. ¡Estupendo! —repitió con mucho más entusiasmo.
La visita de Charmaine hizo que el día transcurriera antes. _____ cenó con sus padres y se despidió de ellos. En su habitación se puso a leer, consultando el reloj cada dos páginas.
Al final llegó la media noche y salió en silencio para tomar el camino hasta las espíreas.
La estaba esperando ya, con el caballo pastando en el borde del césped del vecino.
—¡Nick! —exclamó, y se levantó de la silla para abrazarlo.
Él la besó largamente, y fue un beso hambriento, codicioso, que intentaba recuperar el tiempo perdido. _____ apoyó la cara sobre su pecho, respiró su olor y se empapó de su fuerza. Él enterró los dedos en su pelo y apretó su cabeza contra el pecho.
—Te he echado de menos —dijo ella.
—Y yo a ti.
—Apenas he recibido notas tuyas —dijo, separándose para mirarlo.
—He estado muy ocupado, trabajando hasta muy tarde.
—¿Y eso?
—Tengo noticias, _____.
—¿Ah, sí? ¿De qué se trata?
Él la sujetó por los hombros.
—Estoy construyendo una casa.
Ella tardó un instante en asimilar las palabras.
—¿Una… una casa? ¿De dónde has sacado el dinero?
—Lo he pedido prestado.
¿Un préstamo?
—¿Mi padre te ha prestado dinero para una casa?
—No. Lo he pedido en un banco de Fort Parker.
—¿Pero se lo pediste primero a él?
Nick asintió. Parecía incómodo con el tema.
—¿Mi padre te lo negó, y el otro banco te lo prestó, así, sin más?
—No. Han venido a ver mi negocio para asegurarse de que era una buena inversión. Sólo entonces me prestaron el dinero.
—Lo siento —dijo ella, y la desilusión por el comportamiento de su padre le pesó en el pecho—. Ha debido ser un montón de dinero.
—No va a ser una mansión —dijo, casi disculpándose—. No tan bonita como la casa en la que vives ahora.
—¿Dónde? —preguntó, olvidándose de lo demás.
—No he podido permitirme comprar una parcela en la ciudad. Además, tu padre controla la mayor parte, así que he encontrado una tierra fuera de la ciudad y he comprado lo suficiente para poder tener caballos, construir un granero y tener un jardín y un huerto. De todos modos, esta propiedad es mejor.
_____ sujetó sus brazos.
—¿Me vas a llevar a verla?
—¿Ahora?
—¡Sí, ahora! ¡Quiero verla! Quiero ver dónde vamos a vivir.
—Es peligroso —dijo él, mirando hacia su casa.
—Están dormidos —lo tranquilizó—. Nadie nos verá.
—No sé, _____.
—Por favor, Nick. Los días se me hacen tan largos —dijo, acariciando su mejilla—. Si puedo verla, tendré esa imagen para ayudarme a soportar los días y las noches sin ti. Por favor…
El pelo le brillaba a la luz plateada de la luna y se inclinó sobre ella para besarla.
—Está bien —dijo, con voz ahogada—. Está bien.
Tras ayudarla a subir a Wrangler, se subió él a la grupa y puso el caballo a galope, evitando pasar junto a las casas.
—¿Está lejos? —preguntó ella.
—No. A unos ocho kilómetros. Llevaban cabalgando varios minutos cuando guió el caballo a través de un arroyo.
—Es el camino más corto.
Wrangler los llevó a la otra orilla, coronaron una pequeña colina y llegaron a una zona de pinos.
—Es allí —dijo.
La zona que señalaba tenía el esqueleto de una casa, apenas visible en la oscuridad.
—¿Es esa nuestra casa?
—Lo será —Nick detuvo el caballo, bajó y la ayudó a bajar a ella—. El terreno es desigual. Ten cuidado.
_____ se agarró a su brazo sin apartar la mirada del esqueleto de madera.
—Ojalá hubiese luz para poder verla de verdad.
—Aún no hay mucho que ver.
—¿Esta es la puerta?
—Sí.
—¿Sólo una?
—Ya te construiré una casa más grande dentro de un tiempo.
—No era una crítica —protestó, mirándolo—. Ya te he dicho que viviría en cualquier parte contigo, y lo digo en serio. Creo que esta va a ser la casa más bonita del mundo.
—Eres muy fácil de complacer —dijo él, sonriendo y acariciando su pelo.
_____ se sujetó a su brazo y se dirigió a la abertura que aparecía en el frontal.
—¿Suelo de madera? Eso está bien.
—¿Es que pensabas que iba a dejarte dormir con gusanos y serpientes?
—Y una chimenea.
—No es de ladrillo. Las piedras del campo salen gratis.
—Me encantan las piedras. ¿Lo has hecho tú solo?
—No, Gil me ha ayudado. Y un par de amigos más.
—¿Es que le has hablado a Gil de… lo nuestro?
Él negó con la cabeza.
—Pero creo que sospecha algo —añadió—. Un hombre soltero preparando una casa resulta sospechoso.
—Bueno —dijo, mirando a su alrededor. Ojalá hubiese más luz—. ¿Esto es… el salón?
—La cocina está al fondo a la derecha. En realidad la casa es sólo una habitación larga.
El espacio le pareció adecuado. Otra puerta conducía a una habitación aparte.
—¿El dormitorio?
—Sí.
_____ soltó su mano y se colocó en el centro de la casa. Aquel iba a ser pronto su hogar. Viviría allí con Nick , Podrían estar solos y disfrutar de todo el tiempo para hablar, besarse y lo que quisieran hacer.
—Nadie controlará mi tiempo ni mis actividades aquí. Nadie me dirá lo que puedo o no puedo hacer en nuestra casa. Es casi demasiado bueno para ser cierto.
—Es más que eso —contestó él en voz baja—. ¿Me equivoco?
Ella tomó sus manos.
—¡Claro que no te equivocas! Es muchísimo más. Siento haberte parecido tan egoísta. Poder estar juntos me parece imposible. No puedo esperar a que no tengamos que separarnos.
Nick la abrazó con fuerza. Su entusiasmo le proporcionaba la energía suficiente para otra semana de trabajo desde el amanecer hasta la noche. Ella merecía cada minuto, cara hora de ese trabajo, cada dolor de los músculos agotados. No quería desilusionarla. Quería ser él quien le diera todo el amor y la felicidad que se merecía.
Cada golpe con el martillo, cada piedra, cada clavo, eran un paso más para poder estar juntos. Había trabajado toda su vida por aquella meta, aunque no se había dado cuenta hasta hacía poco. El colegio, su trabajo en el rancho, su negocio, todo ello habían sido pasos hacia _____. En sus brazos parecía tan femenina y frágil, pero tan real por fin.
De todos los hombres que podían haberse ganado sus favores, lo había elegido a él, y estaba dispuesto a hacer lo que fuese por ella, cualquier cosa para verla sonreír, oírla reír, ganarse un beso de sus labios.
Bajo el telón de las estrellas, la tomó en brazos y dio una vuelta sobre sí mismo al tiempo que su risa volaba hacia las montañas. Siguió girando hasta que el cielo no fue más que un borrón de rastros de luz y _____ apoyó las manos en su pecho.
Apoyó la rodilla en la madera del suelo y ella le rodeó el cuello con los brazos mientras que el mundo iba perdiendo poco a poco velocidad.
—Gracias, Nick—susurró ella.
—Gracias, _____ —contestó él.
—Me gustaría que volviéramos a hacer esto en nuestra noche de bodas. Y en todos los aniversarios del resto de nuestras vidas. Seamos felices.
—Te lo prometo.
—Puede que te canses de llevarme en brazos.
—Nunca.
—También es posible que me vuelva gorda y no puedas conmigo.
—Fíjate, soy por lo menos dos veces más grande que tú —contestó—. Podría llevar a dos.
Ella apoyó la mano en su mejilla.
—Pienso pedirte cuentas de esa promesa.
—Y yo espero que lo hagas.


En las semanas que quedaban para la fiesta del cuatro de julio, _____ solo vio a Nick en dos ocasiones. Una cuando sus padres alquilaron un coche para dar un paseo en domingo y otra noche como aquella, en la que le enseñó los progresos que estaba haciendo con la casa.
—Yo debería ayudarte en algo —dijo ella.
—Ya me das la fuerza que necesito —la tranquilizó—. Además habrá mucho que hacer cuando esté terminada, y serán cosas que necesiten la mano de una mujer.
La mano de una mujer, se repitió, y llevó aquella frase en el corazón. El único hombre que la había considerado una mujer, era el hombre al que sus padres detestaban.
Ayudó a las chicas con la decoración de la carroza para la fiesta, pero cuando llegó el momento del desfile y las chicas tenían que subir a la carroza de flores de papel, le pidió a Charmaine que la bajase por la rampa y que salieran sin ella.
—De eso, nada —se negó su prima—. ¡Fíjate en lo que las chicas han preparado para ti!
Doneta Parker y Mary Chancelor le ofrecieron un delantal de rosas de fieltro rojas, blancas y azules.
—Es para ti, _____—le dijeron—. El puesto de honor en nuestra carroza es tuyo.
_____ no había salido nunca en una carroza. Siempre había tenido que limitarse a verlas pasar desde la acera.
—¿Estáis seguras?
—Por supuesto. ¡Arriba!
Con la ayuda de Charmaine y Mary, subió por los escalones improvisados con cajas de madera y se colocó en la parte trasera de la carroza, que ya no parecía un carro de heno, sino un manojo de papel de múltiples colores.
Se sentó donde le dijeron y las demás chicas, charlando y revisándose el peinado y los guantes, se sentaron a su alrededor.
La banda de voluntarios de los bomberos parecía estar calentando los instrumentos más que tocando una pieza de aire patriótico, pero con toda energía animaron a la procesión de carrozas a ponerse en marcha.
Las primeras ya estaban siendo animadas por la gente congregada en las acercas y la excitación de las chicas creció. _____sentía el corazón alborotado, aunque se lo estaba pasando de maravilla. Un perro negro y pequeño ladró desesperado a la carroza que precedía a la suya y un hombre lo metió en una maceta vacía a la puerta de la heladería de Miss Marple.
_____ se echó a reír y entonces su carroza apareció a la vista de todos. Los espectadores aplaudían y las animaban a rabiar y _____ los saludaba moviendo con entusiasmo las manos.
Intentaba encontrar entre la gente aquel cabello negro como el azabache y cuando por fin lo encontró fue por su deslumbrante sonrisa, ya que llevaba un sombrero de paja. _____ le devolvió la sonrisa y le lanzó un beso, que él recogió y se llevó al corazón.
El desfile siguió avanzando y la siguiente persona a la que vio fue a su hermano. Will estaba sentado en sus hombros, saludando frenéticamente a su carroza, pero Burdy fruncía el ceño como en un día de tormenta. A su lado, Diana lo miró con preocupación.
Junto a la familia de su hermano estaban sus padres, su madre con un ligero vestido color crema y guantes blancos, y su padre con un traje de color claro y corbata.
Vio que su madre se llevaba una mano a la boca y que su padre se apresuraba a sostenerla, sin dejar de mirar a _____ muy enfadado.
¿Habrían visto el saludo que le había dirigido a Nick? ¿Sería Burdy capaz de abrirse paso entre la gente para agarrarlo por el cuello? Podría decir que el saludo había ido dirigido a un niño… o a las hermanas pequeñas de Lizzy, por ejemplo.
El desfile tenía que continuar unas cuantas manzanas más, así que se esforzó en sonreír y en seguir saludando.
Las carrozas se detuvieron en una explanada al final de la ciudad, y unos cuantos propietarios se presentaron para hacerse cargo de sus carros y sus animales.
—Esta tiene que ir al establo —dijo una mujer de las que se ocupaban de organizar el desfile—. ¿Necesitáis que os lleven, niñas?
Las chicas llevaron a _____ con ellas, y mientras Charmaine se quedase a su lado, a ella no le importó. Nick había vuelto al establo y las recibió para meter las carrozas, desenganchar a los animales y meterlos en el corral que tenía junto al edificio.
Estaba muy ocupado y _____ no se atrevía a acercarse a él en público, de modo que se sentó junto a su prima en un banco que había dentro del establo. Las demás chicas se fueron yendo poco a poco, pero ella no podría hacerlo sin ayuda. Tan entusiasmada había estado con participar en el desfile que no lo había pensado.
—¿Te pasa algo? —preguntó Charmaine.
Ella contestó que no con la cabeza para no preocuparla.
—La carroza de la Liga Femenina era preciosa, ¿no crees? Pero espero que gane la nuestra. Hemos trabajado más que ellas y nos merecemos ganar.
Tras varios minutos más de charla, Nick se presentó ante ellas. El sombrero de paja le proporcionaba sombra a los ojos.
—¿Necesitan que las lleve a alguna parte?
—Pues no nos vendría mal —contestó Charmaine, poniéndose de pie—. ¿Podemos montar alguno de sus caballos?
—Charmaine, a mis padres les daría un ataque si me vieran montando a caballo.
—Ah —bajó la mirada—. Lo había olvidado. Perdona.
—Los del coro acaban de devolver el coche que les habían prestado y ya está limpio, así que puedo llevarlas en él —ofreció Nick.
—Estupendo.
Y las dos salieron al sol.
—Lleva un vestido precioso —dijo Nick.
—Me lo he hecho yo —declaró _____ orgullosa—. Bueno, la tía Vera me ha ayudado, pero la mayor parte lo he hecho yo sola.
—El color hace que sus ojos parezcan la hierba de primavera —dijo, y ella enrojeció.
Nick las ayudó a subir a la parte trasera del coche y él se sentó delante. _____reconoció enseguida el vehículo como uno de los mejores que solía alquilar su padre.

—Ha debido ganar mucho dinero hoy con el alquiler de todo esto —dijo Charmaine.
—No, los he prestado.
—¿Gratis?
—Sí. Al fin y al cabo, era para la celebración de la ciudad.
Charmaine miró a _____ enarcando las cejas.
—Ha sido un gesto muy desinteresado por su parte —dijo _____.
—¿Dónde vamos?
Las calles estaban llenas de gente y de puestos improvisados en los que se vendían palomitas, limonada y dulces.
—La silla de _____ está en la escuela, donde empezamos —contestó Charmaine.
Cuanto más se acercaban a la escuela, más rápido latía el corazón. Y allí, de pie en el jardín, estaba su familia.

Fin capi 8

sorry por no subir antes pero esta semana ha sido TERRIBLE y hoy (ajuro) es el unico dia que no he tenido nada que hacer!!!
COMENTENNNN
PLEASEEEEEE
ivana-ilove
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“Mi Dulce Amor”( Nick y Tu) Adaptación - Página 7 Empty Re: “Mi Dulce Amor”( Nick y Tu) Adaptación

Mensaje por Invitado Jue 03 Feb 2011, 7:15 pm

Omj

Porfa que no pase nada

Ojalá no se hayan dado cuenta

Si le hacen algo a nick me muero siguele
Invitado
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Invitado

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“Mi Dulce Amor”( Nick y Tu) Adaptación - Página 7 Empty Re: “Mi Dulce Amor”( Nick y Tu) Adaptación

Mensaje por Ms. Horan Jue 03 Feb 2011, 7:46 pm

siguela plisss
Ms. Horan
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“Mi Dulce Amor”( Nick y Tu) Adaptación - Página 7 Empty Re: “Mi Dulce Amor”( Nick y Tu) Adaptación

Mensaje por ivana-ilove Miér 23 Mar 2011, 6:44 am

Capítulo Nueve


—¡Ay, Dios mío! —susurró _____.
—No va a pasar nada —dijo Charmaine.
—Me han visto. Me han visto sonreírle y lanzarle un beso.
—Tranquilízate _____—dijo él por encima del hombro—. No va a pasar nada que no podamos arreglar.
Pero ella se levantó y quiso bajar.
Burdell corrió a su lado.
—¿Qué haces? Espera a que te ayudemos.
—¡_____! —exclamó su madre, apresurándose a llegar junto a ella—. ¿Y de dónde has sacado ese vestido? Esta mañana te fuiste antes de que pudiera verte.
—¡Él no ha hecho nada! —dijo _____, apresurándose a pronunciar aquellas palabras antes de que las cosas pudieran complicarse.
—Y he sido yo quien convenció a _____ de que se uniera a nosotras en el desfile, tía Mildred —dijo Charmaine—. A ninguna se nos ocurrió pensar cómo íbamos a poder volver por su silla, y el señor Jonas ha sido tan amable que nos ha traído en su coche.
Eldon se acercó con la silla de _____, y Burdell la recogió en el peldaño del coche y la dejó en la silla. Diana estaba con Will y miró a _____ como disculpándose.
—¿Es verdad eso? —preguntó su padre.
—Sí —contestó ella—. Pero no ha sido culpa de Charmaine. Durante todos los años en que he tenido tutores, en algunas ocasiones he podido colaborar con la carroza de la escuela, pero nunca pude salir en ella. Y quería hacerlo, papá. La decisión ha sido mía.
—Podrías haberte caído y te habrías hecho mucho daño —la reprendió su madre—. Casi me muero del susto cuando te he visto subida ahí. ¿Dónde está tu consideración hacia tus padres?
Diana se acercó a Nick justo cuando bajaba del coche.
—Gracias por traerla hasta aquí, señor Jonas—dijo, y le tendió una mano enguantada que Nick estrechó brevemente—. Sé que sus padres le agradecen su preocupación por la seguridad de su hija. Y estoy segura de que ha tenido que tomarse muchas molestias para venir hasta aquí.
—Ha sido un placer, señora —contestó educadamente.
Después de eso, poco podían decir Burdy o su padre. Charmaine y Diana lo habían hecho parecer un favor, y así era en realidad. De pronto se veían en deuda con el hombre al que llevaban detestando tantos años.

—Sí, gracias señor Jonas—añadió _____, y Charmaine hizo lo mismo.
Nick se llevó la mano a su sombrero de paja y dio la vuelta.
—No le habéis dado las gracias —dijo Diana en voz baja a su marido y a su suegro.
_____ se encogió. ¿Acaso no había bastado con que no se lanzaran a él?
De nuevo en el coche, Nick movió las riendas sobre el lomo del caballo y se alejó.
—Deberíamos llevarla a casa —le dijo Mildred a su marido.
Su padre la miró.
—¿Quieres ir a casa, _____?
La pobre a punto estuvo de caerse de la silla. Jamás le habían preguntado lo que quería, y no tenía ni idea de por qué lo habría hecho en aquella ocasión, pero no iba a dejar pasar la oportunidad de expresarse.
—No. Quiero ver los concursos, los puestos callejeros y el baile de esta noche.
—Muy bien —contestó su padre, y su madre puso los brazos en jarras y frunció el ceño—. Pero si te cansas, nos lo dices, ¿eh?
Ella asintió.
—De acuerdo.
—Eldon —lo reprendió su madre.
Charmaine intercambió una mirada atónita con _____ mientras sus padres discutían en voz baja.
—Glenda ha presentado sus encurtidos al concurso, y quiero ver si ha ganado algún premio —dijo _____ con alegría.
—No me parece buena idea —replicó su madre.
—_____ ha prometido decírnoslo si se cansa —dijo Eldon, y luego añadió, cuando ya empujaba su silla—. Y sería la primera vez que la viera cansada.
_____ se volvió a mirar a su padre. En su expresión no se reflejaba nada, pero cuando nadie los miraba, puso unos cuantos billetes en la mano de su hija.
_____ nunca había disfrutado tanto. Lo único que habría podido mejorar aquel momento habría sido levantarse de la silla.
La gente se arremolinaba en aquel momento en torno al sheriff, que iba a anunciar la carroza ganadora. La de la Liga Femenina había vuelto a ganar.
—¡La próxima vez, ganaremos nosotras! —les dijo Doneta Parker desde lejos.
Glenda invitó a la familia Sweetwater a unirse a la comida campestre que había preparado para su familia. Mildred declinó la oferta, pero _____ quiso quedarse, y al final su padre la dejó al cuidado de Charmaine.
Las dos niñas de Glenda, Gwen, con nueve años, y Gerta con siete, eran una preciosidad. Llevaban unos sencillos vestidos de algodón que parecían ya muy usados, pero que estaban limpios y bien planchados, y _____ pensó en los vestidos que detestaba de su guardarropa, llenos de volantes y puntillas, y pensó que quizás podría utilizar las telas para hacerles algo a ellas.
Se sentó en la manta junto a Charmaine, las niñas y el marido de Glenda, un hombre alto y con bigote, mientras Glenda les servía la comida, y pasaron un rato estupendo, charlando y riendo.
Un par de jóvenes se acercaron a ellos cuando terminaron la comida. Gwen y Gerta enseguida se acercaron al más joven, que jugó un poco con ellas, riendo de buena gana.
—_____, Charmaine, ¿conocéis a mi hermano Wayne? —preguntó Glenda—. Wayne, la señorita Renlow es prima de la señorita Sweetwater.
_____ no conocía a Wayne, pero Charmaine sí.
—Lo recuerdo de la escuela, antes de que se graduara. ¿Trabaja ahora en el rancho?
Wayne asintió.
—Y este otro joven es Levi Cutter, amigo de mi hermano —dijo Glenda.
El joven al que había presentado se quitó el sombrero y estrechó la mano de ambas. Tenía una sonrisa arrolladora y aunque llevaba el pelo rubio algo más largo de lo habitual, su atractivo era innegable. Sus ojos azules parecían ocultar secretos íntimos.
—Encantada de conocerlo, señor Cutter —dijo _____.
—Espero que me reserven un baile esta noche —dijo sonriendo, y volvió a colocarse el sombrero.
La sugerencia hizo enrojecer a _____, que se entretuvo en ayudar a Glenda a recoger los platos y los cubiertos.
Los jóvenes se perdieron entonces por la calle y Charmaine tiró del brazo de _____.
—¿No te parece guapísimo? —le preguntó.
—Sí. Levi es muy guapo.
—¡Levi no, Wayne!
—Ah… ah, sí. También es my guapo.
—Levi es un bribón, y todo el mundo lo sabe —le informó en voz baja—. Ha arruinado la reputación de más de una chica. Dicen que vive en un rancho con un hermano que tiene una horrible cicatriz y que nunca viene a la ciudad.
—Ah.
—Pero el hermano de Glenda es de una buena familia y no se le ha visto cortejando a ninguna chica. A lo mejor me pide que baile con él esta noche.
—Seguro que sí. Serás la chica más guapa del baile.
Se levantó y estiró las piernas. Había pasado demasiado tiempo sentada en el suelo, y se acomodó en la silla.
Con la ayuda de Charmaine, se adentraron en la calle de los puestos. Había varios junto a la iglesia en los que se vendían maravillosos encajes, y su prima estuvo contemplando un juego de cama con un delicado encaje y un exquisito bordado.
—Es un bordado que gusta mucho —dijo la señora Krenshaw, con el mismo susurro que utilizaba en la biblioteca—. Quedaría precioso en el ajuar de cualquier jovencita.
—¿Lo ha bordado usted? —preguntó Charmaine.
La señora Krenshaw se volvió a contestar la pregunta de una mujer que se había detenido junto a _____.
—¿No te parecen preciosas? —comentó Charmaine, pasando la mano por el delicado adorno de flores.
—Sí que lo son —contestó, y tiró del brazo de su prima para que se agachara—. Jamás me la habría imaginado bordando. ¿Y tú?
Charmaine se encogió de hombros y pagó las sábanas.
—¿Qué vas a hacer con ellas? —le preguntó _____, que encontraba aquella compra un tanto sorprendente—. ¿Se las vas a regalar a alguien?
—Son para guardar.
—Oh.
_____ dejó vagar la mirada por todo lo que se ofrecía en el puesto. Cosas para el ajuar de una jovencita, había dicho la señora Krenshaw.
—¿Tienes muchas cosas guardadas ya?
—Mamá me ha hecho varias toallas y paños de cocina y mi tía abuela Elisabeth me hizo un edredón antes de morir. Ah, y el año pasado papá me compró una vajilla de un catálogo.
Era la primera vez en que _____ consideraba tal cosa. Lizzy también le había mencionado su ajuar, pero ella nunca se había parado a pensar en ello, y ahora que soñaba con casarse con Nick , no tenía nada preparado para su vida de casada.
Tampoco su madre la había animado a hacerlo, ya que no creía que llegase a casarse nunca. Pero las cosas habían cambiado mucho en los últimos meses, de modo que eligió dos fundas de almohada, una con pensamientos color púrpura y otra con una delicada hiedra en color verde pálido, ambas rematadas con encaje de ganchillo. Añadió también un par de paños de cocina, un babero de bebé y pagó a la señora Krenshaw.
Al verlo, Charmaine arqueó tanto las cejas que casi le llegaron a la raíz del pelo, pero se limitó a sonreír después y a llevar las compras de su prima con las suyas.
A lo largo de la tarde, vio a Nick en un par de ocasiones probando suerte en algunos juegos, o saboreando tartas, o bebiendo cerveza con otros hombres. Antes de que el sol empezase a ocultarse tras las montañas, la gente empezó a desalojar el centro de las calles y dio comienzo la carrera de caballos.
_____ no esperaba ver a Nick en uno de los caballos que pasó como una bala y envuelto en una nube de polvo, pero cuando lo reconoció, se puso de pie y animó con el resto de la gente.
—¿Ha ganado? ¿Ha ganado Nick? —preguntó, apoyándose en el brazo de su prima para saltar.
—Si no dejas de saltar delante de mis narices, no puedo ver nada —contestó Charmaine, y las dos se echaron a reír.
Después de las carreras, Lizzy y su marido, Guy Halverson, fueron a saludarlos. Lizzy iba del brazo de su marido y lo miraba y le sonreía con adoración mientras charlaban sobre las diversiones del día.
—Hay que ver cómo mira Lizzy a su marido. Me pone enferma —comentó Charmaine cuando se marcharon.
—Pues a mí me ha parecido muy dulce —contestó _____—. Es más, tú tenías esa misma cara cuando Wayne ha hablado contigo.
—De eso, nada.
—Claro que sí. ¿Cómo vas a saberlo tú, si no podías verte? Le estabas poniendo ojos de carnero degollado.
—Te lo estás inventando.
—No me lo invento.
—Retíralo, o te tiro a un montón de estiércol de caballo.
Seguían discutiendo, con _____ levantada de su silla, no fuera a cumplir la amenaza, cuando Nick las encontró.
—¿Lo están pasando bien, señoritas?
Llevaba el sombrero de antes y _____ deseó poder ver mejor sus ojos.
—¡De maravilla! —contestó, sentándose en su silla—. ¿Ha ganado la carrera? Había tanta gente delante que no he podido verlo.
—Desde luego. Georgette es la montura más veloz que he tenido nunca.
—¿Georgette?
—Es una yegua de montaña que compré hace un par de veranos.
—Creo que no la conozco.
—Tendré que presentársela.
—Ahora eres tú la que pone esa cara —comentó Charmaine en voz baja.
_____ no contestó.
—¿Nos veremos en el baile? —preguntó Nick.
—Allí estaremos —contestó _____.
Se llevó la mano al ala del sombrero y se alejó con un ligero balanceo de caderas que no pudo dejar de admirar. Sus movimientos eran firmes y estaban llenos de gallardía. Nunca había visto a alguien hacer cosas tan sencillas con tanto donaire.
—Sigues teniendo la cara de antes, pero ahora además se te está cayendo la baba.
_____ le dio una palmada en el trasero.
—¡Mentirosa!
—Es verdad.
—¡Anda, empuja la silla y cállate, si no quieres ser tú la que acabe en el estiércol!
_____ no recordaba otro día en el que se hubiera divertido tanto. Se sentía casi libre, sin restricciones, casi normal. Casi.
—¿No deberíamos ir a casa a cambiarnos? —le preguntó cuando los padres de Charmaine las encontraron y subieron todos juntos al carro de su tío Mort para ir al granero en el que se celebraba el baile.
—No es un baile elegante —contestó su prima—. Es en un granero.
Por ella, perfecto. Llevaba su vestido favorito.
Los mismos músicos que habían tocado en la boda de Lizzy estaban allí, y unos cuantos más.
Gente de todo el condado había acudido a las fiestas, así que el granero de Stevensen estaba lleno a rebosar.
Se habían dispuesto mesas con comida y bebida a lo largo de una pared, pero había tanta gente que _____ no pudo acercarse. Su madre le llevó un plato con comida y la bebida, y _____ se lo agradeció.
—Estoy pasando un día maravilloso —le dijo.
Mildred la miró detenidamente. Primero el pelo y la cara, y luego el brocado de su vestido.
—¿De dónde has sacado ese vestido?
—La tía Vera me lo cortó y lo hilvanó. El resto lo hice yo.
_____ se pasó la mano con amoroso cuidado por el cuerpo de chifon blanco del vestido.
—¿Y te encuentras bien?
_____ miró de nuevo a su madre, casi con la sensación de no conocer a la mujer que la había cuidado toda su vida.
—Perfectamente.
Mildred no contestó.
—¿Lo habéis pasado bien vosotros?
Su madre se limitó a asentir.
Las niñas de Glenda se acercaron a ella.
—Madre, ¿conoces a Gwen y a Gerta?
—No sabía cómo se llamaban, pero supongo que son las hijas de la señora Harper.
Las niñas les contaron todo sobre la carrera de sacos en la que habían participado. Mildred se limitó a escucharlas, pero no dijo nada. Más tarde, cuando ya habían cambiado de sitio, volvió a estudiar el rostro de su madre.
—¿Alguna vez te has sentido desgraciada por no tener una hija sana?
—Claro que no —contestó su madre—. No te menosprecies, hija.
—Muchas veces he pensado, y luego me he odiado por hacerlo, que te gustaba que estuviera así para poder controlarme. Pero es una tontería, porque seguro que habrías preferido tener una hija normal. ¿Qué madre no desea tener un hijo perfecto?
Su madre se llevó las manos al pecho.
—Y en otro sentido, ¿no es eso lo que siempre he sido? —preguntó _____. La música había comenzado, pero no le prestó la atención—. Todos estos años, he sido una hija sumisa, obediente, que se quedaba donde la dejaban, a la que vestías como querías y que no te causaba ningún problema. He sido una hija perfecta.
Aquello fue como una revelación para _____. La única fricción entre ellas había comenzado al empezar ella a mostrar su insatisfacción, cuando su frustración había llegado a un nivel insoportable ya y había comenzado a expresarla. Ahora parecía como si su madre no supiera enfrentarse a aquella nueva situación, como si no supiera cómo relacionarse con una _____ más madura, con opiniones propias.
—Lo siento si te he hecho daño, madre —le dijo con cariño—. No es porque no os quiera a papá y a ti, o porque no os agradezca todo lo que habéis hecho por mí y cómo me habéis cuidado. Es solo que he crecido. He crecido y vosotros no me lo habéis permitido.
Los ojos de su madre se llenaron de lágrimas, pero no lloró. Los bailarines pasaban junto a ellas describiendo gráciles movimientos.
—No digas tonterías. Nos necesitas, _____.
—Y siempre os necesitaré, pero no del mismo modo o hasta el mismo punto.
Mildred miró a su hija como si no la conociera y _____ le entregó el plato vacío que tenía en la mano.
—Gracias.
Su madre lo tomó, se quedó mirándola durante casi un minuto y luego se alejó.
_____ contempló las parejas. Cuánta diversión se había perdido. Cuántas veces había deseado hacer cosas pero había guardado silencio por no causar problemas, siempre aquiescente.
Docenas de imágenes se le pasaron ante los ojos: el colegio, bailes, desfiles, amigos, paseos a caballo, Will, Nick.
Nick.
La única vez en que se había atrevido a desafiar a sus padres, la única ocasión en que había querido que prevalecieran sus propios deseos había sido para ver a Nick. E incluso eso lo había hecho en secreto. Como si estuviese mal. O como si fuese algo sucio.
Vio entonces a Charmaine con Wayne, y admiró la confianza en sí misma de su prima. Glenda estaba bailando con Tim y en sus brazos parecía diez años más joven. Levi Cutter había bailado con montones de jóvenes, y en aquel momento Doneta Parker era su arrebolada compañera de baile, bajo la atenta mirada del padre de la muchacha.
Dejó vagar la mirada por quienes como ella contemplaban el baile desde fuera y encontró a Nick entre un grupo de hombres jóvenes, con una taza en la mano. Su penetrante mirada la alcanzó como una flecha; uno de sus amigos le habló y tuvo que volverse a contestar.
Él la buscaba siempre como ella a él. Anhelaban estar juntos. Se estaban perdiendo algo nuevo y maravilloso, el comienzo de una eternidad juntos, porque ella era una cobarde. Porque no quería romper la paz de su casa. Porque… porque temía que Burdy pudiese hacerle algo malo a Nick.
Se había dicho a sí misma docenas de veces que no temía a su hermano… y nunca lo había temido, y por fin comprendió la razón. Nick se había criado en un rancho y se ganaba la vida domando caballos y trabajaba el hierro en un establo. Burdy se la ganaba sentado en una silla. Nick podría enfrentarse casi a cualquiera, incluso a Burdy. Sobre todo a Burdy.
Temía también que sus padres pudiesen enviarla lejos.
Pero eso nunca ocurriría. Ya no. Ya que sabía lo que quería y no tenía miedo de decirlo en voz alta.
Se quedó pensativa un momento más, y tomó una decisión casi antes de darse cuenta. Antes de tener tiempo para pensar en que la gente iba a mirarla, antes de imaginarse la expresión horrorizada de su madre, se puso de pie.
Esa parte era la más fácil. Lo había hecho cientos de veces.
Se pasó las manos por la falda del vestido, segura de su aspecto con su vestido nuevo y dio un paso hacia la pista de baile. El siguiente paso le costó un poco más, pero no quiso pensar en las dudas que la asaltaban y dio otro más.
Y otro. Pasos lentos y torpes. Su andar no era ni ágil, ni armonioso, una especie de sucesión de paso y cojera, pero que le permitía llegar a donde quería ir, y hacerlo por sí misma.
Su madre la había hecho tan consciente de la importancia de lo que los demás pudieran pensar que le costó mucho no mirar a su alrededor.
El único rostro que mantuvo en su campo de visión fue el de Nick. Era su mirada la única que le importaba.
Él no la vio al principio, porque estaba enfrascado en una conversación con otros dos hombres, pero primero la vio uno de ellos, luego el otro y por fin, él. La conversación murió en sus labios y una expresión desconocida suavizó sus rasgos.
_____ siguió avanzando: un paso, cojear, otro paso, cojear. Lo primero que vio en su rostro fue preocupación, luego curiosidad y por fin algo totalmente distinto… orgullo. No quería apartar la mirada de él ni un segundo.
Era consciente de que había llamado la atención. Las conversaciones se habían apagado y las parejas apenas se movían. Todos los ojos estaban fijos en su desgarbado avance.
La pieza se terminó y empezaron con otra, pero la gente siguió inmóvil.

Nick no dio un solo paso hacia ella, sino que esperó pacientemente. Ella se acercó y entonces sonrió de aquel modo que le marcaba hoyuelos en las mejillas y las líneas de alrededor de los ojos. Luego le vio entregar la taza al hombre que estaba a su lado.
Se detuvo delante de él con la respiración alterada, no por los pasos que había dado sino por haber hecho algo tan descarado y arriesgado.
—No sé bailar —dijo, tensa—. Ni siquiera sé si podré hacerlo pero… me gustaría aprender.
Él no contestó inmediatamente, pero su mirada azul fue para ella como una caricia que le hizo recordar sus momentos de intimidad.
—Y a mí me gustaría enseñarte —dijo al fin—. Pero primero, he de darte algo. _____ miró lo que le ofrecía. Era un brillante número uno adornado con un lazo rojo.
—Tú eres la ganadora de esta noche, _____—dijo él, y ella sonrió tímidamente.
Nick le hizo colocar su mano izquierda sobre el hombro, tomó la derecha en su mano y dio un par de pasos cortos hacia ella. _____ se vio obligada a retroceder otros dos. Luego él dio dos pasos la derecha, y ella le siguió. Luego giró cuando él giraba. Los pasos no le resultaban difíciles, pero carecían de gracia.
—¿Te importaría probar una cosa? —preguntó.
Ella negó con la cabeza.
—Pon tu pie derecho sobre mi bota.
—¿Quieres que te pise?
—Sí, y echa tu peso en él si puedes.
—Sí que puedo.
—Bien.
Nick volvió a iniciar el baile. Primero la hizo apoyarse en la pierna buena y después su pierna izquierda hizo el trabajo que la de _____ no podía hacer. No tuvo que balancearse para corregir el paso, y con la fortaleza del cuerpo de Nick y su agilidad, le siguió con tanta gracia como una princesa de cuento.
—¿Nos está mirando todo el mundo? —preguntó ella.
Él miró por encima de su hombro y asintió.
—¿Mis padres también?
Volvió a asentir.
—¿Y Burdy?
—Parece un perro rabioso a punto de atacar.
—¿Podrás aguantarlo?
—Creo que sí.
—Entonces no te pares hasta que alguien nos obligue, o hasta que termine la música.
La sonrisa de Nick le llegó directa al corazón.
—Ha sido un paso de gigante el que has dado.
—Lo sé.
—Eres una mujer valiente, mi dulce _____.
—No tanto. Es que estoy segura de lo que quiero.
—Eres testaruda, y me gusta.
—Veremos si opinas lo mismo dentro de un año.
Sus ojos adquirieron una seriedad que a ella le pareció enternecedora.
—Estamos hablando del futuro —dijo.
—Del futuro juntos, ¿no?
Nick apretó su mano.
—Desde luego.
Cambió la música, el resto de parejas evolucionó a su alrededor y los dos formaron parte de la fiesta.
—¿Cuánto tiempo podrás bailar llevándome así?
—Hasta que llegue un invierno sin nieve en las Rocosas.
_____ sonrió.
—¿Siempre has sido un poeta?
Él negó con la cabeza y su pelo negro brilló a luz de las docenas de lámparas.
—Nunca —contestó.
Para ella, era pura poesía. Un bailarín, un amante, un príncipe. Era todo lo que había soñado, más de lo que se había atrevido a esperar. Cuando estaba con él era capaz de hacer cualquier cosa, de ser cualquier cosa. Le daba valor, optimismo y la hacía sentirse como cualquier otra mujer. Aquella estaba siendo la noche más feliz de su vida.
_____ Sweetwater bailando con el hombre al que amaba y la gente ya no los miraba.
El calor pasó factura y un rato después Nick le preguntó si quería beber algo. La acompañó hasta la fila de sillas dispuestas a lo largo de la pared y volvió con dos vasos.
_____ tomó un sorbo de limonada sin dejar de contemplar su sonrisa por encima del borde de la taza. Te quiero, hubiera deseado decirle, pero se lo guardó un poco más.
La atención de Nick se desvió y sintió a alguien a su lado. Levantó la mirada y vio a Burdell de pie. Nick se levantó también.
—Tenemos que hablar —dijo su hermano.


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“Mi Dulce Amor”( Nick y Tu) Adaptación - Página 7 Empty Re: “Mi Dulce Amor”( Nick y Tu) Adaptación

Mensaje por ivana-ilove Miér 23 Mar 2011, 6:53 am

Capítulo Diez


—Fuera —añadió Burdy.
Nick no se movió.
—¿De verdad crees que es momento para esto?
—Tú has elegido el momento, no yo —replicó Burdell. Las venas de la frente parecían a punto de reventar—. Sal si no quieres que te saque yo a rastras.
—¡Burdy! —_____se puso de pie—. No me hagas esto.
Diana apareció detrás de Burdell y también intentó razonar con él.
—Podríamos ir todos a casa, tomar un café y hablarlo.
Nick echó a andar hacia la puerta con Burdell pegado a sus talones. _____ se agarró del brazo de Diana y los siguió como pudo.
—No quiero tener problemas contigo —dijo Nick , deteniéndose en el jardín y mirando al hermano de _____.
—Entonces, deberías haberla dejado en paz, como te advertí —replicó Burdell—. Esta familia está harta de tus interferencias.
—Burdy, por favor —suplicó _____—. No sigas. Estás cometiendo un error.
—El error es de él —replicó entre dientes.
Unas cuantas personas más salieron detrás de ellas y _____ reconoció la voz enfadada de su padre.
—¿Se puede saber qué pretendes, Jonas? ¿Es que no nos has causado ya bastantes complicaciones?
—Yo no quiero tener problemas con su familia —replicó Nick con serenidad—. No quiero discusiones.
Burdell se subió las mangas de la camisa.
—No lo hagas —le advirtió.
—¡Burdy, no! —gritó _____.
—Vas a dejar en paz a mi hermana —le amenazó.
Nick se pasó una mano por la boca.
—¿Por qué no permites que sea _____quien decida lo que es mejor para ella?
—¡_____ no sabe lo que es mejor para ella!
—¡Claro que lo sé! ¡Sé perfectamente bien lo que quiero! —respondió, furiosa—. Soy yo quien le pidió que me enseñase a bailar, ¿recuerdas? ¿Es que no me has visto, Burdy? —del brazo de Diana, se dio la vuelta. Sus padres estaban apenas a unos pasos—. ¿Tú me has visto, mamá? ¡Fui yo quien caminó hasta él para pedirle que bailase conmigo! ¡Eso era lo que quería!
—Podemos solucionar esto sin recurrir a la violencia —intervino su tío Mort.
Charmaine se tapó la cara con las manos.
—Le voy a dar una lección —dijo Burdell acercándose a Nick.
—No lo hagas, Burdell —contestó Nick, intentando evitarlo—. Piensa en tu hermana.
—¡No te atrevas a decirme que piense en mi hermana, y no vuelvas a ponerle la mano encima! —gritó, lanzando un puño hacia él.
Nick evitó el golpe.
—No sigas. Estoy seguro de que, en realidad, no quieres hacer esto.
—¿Ahora sabes también lo que yo quiero? —dijo, burlón.
—¿Sabes acaso lo que _____ quiere?
Aquello lo cegó aun más. Volvió a lanzarle un golpe, que Nick paró con el brazo.
Sobre sus cabezas estalló una nube de color en el cielo nocturno y el grupo que se había congregado al otro lado del edificio lanzó una exclamación complacida: los fuegos artificiales habían empezado.
—Vas a dejarla en paz —masculló Burdell.
—Lo siento, pero no puedo hacerlo.
—¡Maldito hijo de… —volvió a lanzar el brazo y consiguió conectar con la mandíbula de Nick. Su cabeza salió disparada hacia atrás—. ¡No vuelvas a acercarte a ella!
_____ sintió un intenso dolor en el vientre.
Eldon dio un paso al frente.
—Burdell, esta no es la mejor manera de arreglar las cosas.
Diana rompió a llorar y _____ le pasó un brazo por los hombros.
—Claro que sí. Cuando acabe con él, no van a quedarle ganas de acercarse a mi hermana.
—Puedes pegarme todo lo que quieras, pero no pienso separarme de ella —contestó Nick—. Nos vamos a casar.
La gente que se había congregado para presenciar la pelea contuvo la respiración.
—Nick—susurró _____, rodándole las lágrimas por las mejillas. La confrontación hizo desaparecer la felicidad que debería haber sentido al oír aquellas palabras.
Charmaine se acercó a ella y le frotó la espalda, intentando consolarla. Los colores de los fuegos iluminaban de una forma esperpéntica la escena, y el olor a sulfuro llenaba el aire.
La declaración de Nick hizo que Burdell perdiese por completo los estribos y cargó contra su oponente.
Preparado para el ataque, Nick repelió el empujón pero ambos cayeron al suelo y rodaron, intentando controlar al otro.
Nick se levantó primero y Burdell después, respirando agitadamente. Volvió a cargar contra Nick, quien en aquella ocasión lo recibió con un golpe en la barbilla primero y un certero puñetazo en el estómago que lo mandó al suelo. Luego dio varios pasos atrás.
Sujetándose el estómago, Burdell masculló:
—Aún no hemos terminado.
—Entonces, levántate y terminemos de una vez. No estoy dispuesto a pelearme contigo cada vez que hable con ella o que la saque a bailar. Y no pienso pelearme contigo en las escaleras de la iglesia el día de nuestra boda, así que, terminemos.
—¡Asqueroso hijo de…
Tambaleándose, Burdell se puso de pie.
—¡Basta, Burdell! —gritó Diana y soltándose de _____, corrió junto a su marido.
Charmaine sujetó a su prima por la cintura.
—Basta —le dijo Diana—. Ya está bien.
Burdell miró a su esposa, luego a _____ y después a Nick.
—Está bien —dijo—. Hay otras maneras.
_____ se soltó de su prima y se acercó cojeando a Nick. No parecía estar herido, aunque había muy poca luz como para poder estar segura, e instintivamente se abrazó a él.
—Te voy a ensuciar el vestido —dijo él.
Tomó su mano y lo condujo junto a su hermano.
—¿Estás bien?
Él miró a Nick.
—Sí, estoy bien.
Sus padres se acercaron entonces y Mildred tomó la mano intentando apartarla, pero _____ se resistió.
—_____ , ya nos has montado suficiente espectáculo esta noche.
Sus palabras y el tono de su voz, cargado de censura y crítica, como siempre, acrecentó el dolor que sentía en el pecho.
—Siento haberte avergonzado, madre, pero ha sido tu hijo quien ha empezado la pelea, por si no te has dado cuenta. Nick ha intentado convencerlo de que no lo hiciera.
—La pelea ha sido culpa tuya, _____, por la exhibición del baile.
—Sí —contestó. Su madre la miraba con el ceño fruncido y su padre, con una profunda tristeza—. Tú llevas toda mi vida advirtiéndome que no me mueva de la silla, ¿verdad? Supongo que el hecho de que pueda andar y de que ello me haga muy feliz no tiene nada que ver aquí, ¿no? Lo único que importa es que nadie vea la torpeza con que me muevo para que tú no tengas que avergonzarte.
—¿Has estado andando? —preguntó su madre.
_____ asintió.
—Todo el mundo que me ha visto hacerlo, se alegra por mí. Todo el mundo, menos tú.
Mildred miró a Charmaine, a su hermano y a su cuñada, quienes asintieron. Luego miró a su marido.
—¿Tú también?
—Papá no sabía nada, madre —le aseguró.
—Los demás ni saben ni les importa lo que es bueno para ti —respondió Mildred.
—Te equivocas. Es a ti a quien no le importan mis sentimientos.
Mildred se llevó las manos a la boca y su marido le pasó un brazo por los hombros.
—Eres una hija desagradecida —sollozó.
Eldon le dio unas palmadas en la espalda y miró severamente a su hija.
—Nick y yo vamos a casarnos, papá —le dijo ella—. Es lo que quiero.
Su valiente declaración le dio a Nick el coraje para hablar.
—Yo no quería que las cosas hubiesen sido así —le dijo a su padre—. Habría preferido pedirle permiso y cortejarla como es debido. Siento haber llegado a esto.
—Creo que debemos hablar en privado —contestó Eldon.
Nick asintió.
—Estoy de acuerdo, pero esta noche, no.
—El lunes, en mi despacho.
—No —ya se había encontrado antes con él en su terreno, y aquella conversación requería un lugar neutral—. Mañana después de misa.
—De acuerdo.
—Yo también estaré allí —dijo Burdell.
—No —contestó su padre—. Esta vez, no. Me ocuparé yo. Ahora vámonos a casa.
Nick ofreció el brazo a _____ para conducirla al interior del salón, aunque lo más probable era que no quisiera volver a entrar y tener que enfrentarse a la gente que quedaba dentro.
—¿Quieres que vaya a buscarte la silla? ¿Estás cansada?
Ella asintió.
—Pero no me dejes. Charmaine —la llamó—. ¿Querrías traerme la silla, por favor?
Su prima se apresuró a entrar.
_____ se apoyó en él y Luke la tomó en brazos, sin importarle quién pudiera verlos. Ella apoyó la cabeza en su pecho y se rozó la cinta azul que llevaba al cuello.
—La gente no olvidará esta celebración del Cuatro de julio, ¿verdad?
—No es probable.
—¿Puedo decirlo ahora?
Nick tardó un momento en comprender de qué hablaba.
—Sólo si puedo decirlo antes yo.
Ella levantó la mirada hasta sus ojos.
—De acuerdo —contestó con una sonrisa.
—Te quiero, _____.
Los ojos se le llenaron de lágrimas.
—Te quiero, Nick.
Él la besó, pero el beso no duró mucho. Las sonrisas se lo impedían. Él echó a andar llevándola en los brazos.
—Gracias por no hacerle daño a mi hermano.
—Gracias por no sentir vergüenza de quererme.
—¿Por qué iba a avergonzarme de ti?
—Tú eres la hija de un banquero, y yo me gano la vida cuidando caballos.
—En ese caso, gracias por no avergonzarte de querer a una tullida.
—Tú no eres una tullida, _____, sino la chica más bonita de todo el estado de Colorado.
—Y puedo bailar —susurró.
Él apoyó la frente en la suya.
—Desde luego.
—Gracias por el baile.
—De nada.
—¿Os vais a quedar así toda la noche, o pensáis utilizar la silla?
Charmaine los había seguido empujando la silla de_____, y los dos se volvieron riendo.
—Gracias, Charmaine.
Dejó a _____ en su silla y ella se colocó la falda del vestido.
Sus padres se acercaron con aire consternado y Nick se despidió de ella. Los Sweetwater se marcharon en el carro de los Renlow.
Burdell y Diana volvieron andando a su casa, Burdell llevando a su hijo a hombros.
Nick desató su caballo y montó para volver al establo. Tenía que estar allí antes de que empezasen a volver carros y caballos.
_____ tenía razón: nadie olvidaría aquella celebración del Día de la Independencia, y sobre todo, él. Jamás olvidaría la imagen de su preciosa y dulce _____, atravesando la pista de baile hacia él, erguida, desafiante, llenos los ojos de orgullo, esperanza y amor. Siempre recordaría el vestido y aquel acto como símbolo de su madurez y su determinación. Cómo quería a aquella mujer tan testaruda y valiente.
Algo que ya sabía todo el mundo.
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“Mi Dulce Amor”( Nick y Tu) Adaptación - Página 7 Empty Re: “Mi Dulce Amor”( Nick y Tu) Adaptación

Mensaje por ivana-ilove Miér 23 Mar 2011, 6:55 am

Cuando iba a la iglesia, Nick llegaba siempre tarde porque alquilaba sus coches a varias familias a las que tenía que llevárselo a sus casas y luego volver al establo por su caballo, de modo que solía entrar sin hacer ruido y sentarse en la última fila.
Aquella mañana entró del mismo modo. _____ no estaba sentada junto a la pared, que era el lugar que solía ocupar su silla, sino en el banco de su familia, y se imaginó la libertad que debía haber sentido sin el impedimento de esa silla.
El reverendo Davidson terminó con el servicio y salió a la puerta para despedir a sus fieles. Nick vio a _____ levantarse y salir andando hasta la puerta al lado de Charmaine. Su madre las seguía, demacrada y con las mejillas al rojo vivo.
—¿Pero qué tenemos aquí? ¿Un milagro? —preguntó el reverendo, tomando la mano de _____.
—Eso creo —contestó ella, y se despidió de él deseándole un buen día.
Nick salió también, estrechó la mano del reverendo y vio cómo Charmaine llevaba la silla. _____ se sentó y, tras esbozar una sonrisa dirigida a él, los tres se alejaron sin mirar atrás.
Nick esperó a la sombra del edificio y al poco vio a Eldon Sweetwater y al reverendo caminar hacia él.
—¿Quiere que entremos para no estar al sol? —Sugirió.
Eldon negó con la cabeza, se metió las manos en los bolsillos y echó a andar despacio por el camino de tierra. No quedaba ya nadie por allí.
—Quiero que sepa que no me he sentido bien engañándole —dijo Nick con sinceridad, quitándose el sombrero.
—Pero no lo bastante para dejar de hacerlo, ¿verdad?
—Su hija está en edad de casarse, señor. No hay razón para que no pueda cortejarla.
—La razón es que nosotros lo prohibimos. No es como las demás jóvenes.
—Desde luego, y me alegro por ello.
—Nosotros la hemos protegido durante toda su vida.
Nick intentó ponerse en su lugar y asintió.
—No queríamos que se desilusionara cuando no podía hacer las mismas cosas que las otras niñas de su edad.
—Pero no consiguieron evitarlo. Hay un montón de cosas que puede hacer y que ustedes nunca le permitieron que probara.
—Estábamos convencidos de que era lo mejor para su desarrollo emocional. No tienes ni idea de lo que es tener una hija como _____.
—Eso es cierto. Pero lo que sí sé es lo que significa querer a una mujer como _____. Está llena de ganas de vivir, de sueños y esperanzas.
—Precisamente por eso es dañino alentarla —respondió Eldon.
Nick movió la cabeza.
—Ustedes la están ahogando. Enviamos un telegrama al doctor Mulvaney y él mismo dijo que no había razón para que_ ____ no anduviera o no hiciera ejercicios que pudieran fortalecer su pierna. Dijo que incluso podía ser beneficioso.
El padre de _____ lo miró atónito.
—No puede ser.
—_____ tiene el telegrama si no me cree.
Eldon se pasó una mano por la frente.
—Su madre ha sido la que se ha ocupado siempre de los médicos, pero a ella nunca le han dicho algo así.
—¿Está seguro?
Eldon se irguió.
—¿Qué insinúas? ¿Que mi mujer se ha guardado una información tan vital como esa?
Luke se limitó a encogerse de hombros.
—Lo único que sé es lo que el médico le dijo a _____, y lo que su hija me ha dicho a mí. _____ quiere vivir una vida normal.
—No es razonable dejarle creer que puede conseguirlo.
—¿Por qué no?
—Mírate: tú eres un hombre fuerte y saludable. ¿Por qué ibas a querer a una chica como _____, que no puede hacer lo que cualquier otra mujer?
Aquellas palabras le hicieron mucho daño, y despertaron su rabia.
—Las limitaciones de _____ se las han impuesto ustedes. ¡Las pocas cosas que está incapacitada para hacer son tan nimias que ni merece la pena mencionarlas! Puede montar a caballo, coser, cocinar, ocuparse de un niño. Si lo que no puede hacer es ganar una carrera en las próximas fiestas, ¿a quién le importa?
—Jamás ha hecho todo eso.
—Claro que sí. Ha montado conmigo. Me hizo una tarta de manzana. El vestido que llevaba ayer, se lo cosió ella misma, y si no ha podido cuidar de su sobrino es porque ustedes no se lo han permitido. ¿Qué más tiene que hacer para que la escuchen? Lleva años intentándolo. Es ya una mujer capaz de muchas cosas. Muchísimas más de las que ustedes le permiten hacer.
Quizás algo de lo que le había dicho le había calado porque clavó la mirada en el suelo.
La verdad es que era comprensible su confusión. Aquel hombre quería a su hija, y deseaba lo mejor para ella, así que lo dejó reflexionar en silencio unos minutos antes de decir:
—Me temo que sólo conseguirán que se aleje de ustedes si siguen tirando tan fuerte de las riendas. Ella los quiere. Sé que sí, pero también desea tener su propia vida. Y yo creo que quiere compartirla conmigo. Yo la quiero, y créame si le digo que jamás haría algo que pudiera hacerle daño.
El hombre levantó la cabeza, pero dejó vagar la mirada en la distancia.
—Desde que la conocí, he deseado verla feliz. Eso es todo lo que quiero ahora. Quiero hacerla feliz. Si de verdad creyera que puedo ser perjudicial para ella, me apartaría de su lado. Si pensara que caminar o cualquiera de las otras cosas que desea hacer es peligroso para ella, le pediría que lo olvidase. Pero no es así. De todo ello sólo ha obtenido consecuencias positivas. La noto más segura, más satisfecha de sí misma.
Eldon asintió, pero aún tardó un poco en hablar.
—En eso tienes razón. Últimamente se la ve más feliz.
Nick esperó en silencio. Ya había dicho todo lo que tenía que decir.
—No quiero que se aleje de nosotros —dijo, mirándolo a los ojos—. No apruebo su relación contigo, pero no voy a obligarla a elegir entre los dos.
No se podía decir que le hubiese dado su bendición. Ni siquiera que fuese una tregua, pero al menos era algo.
—Mi intención es cortejarla debidamente —prometió—. Fijaremos una fecha.
—Quiero una boda como es debido —dijo Eldon—. Si es que no es imposible ya —añadió.
—No voy a ofenderme por su acusación —replicó con dureza—. Y tampoco voy a hacerlo por que haya podido llegar a pensar así de su hija. Le aseguro que la castidad de_____ estará a salvo conmigo hasta que nos casemos.
Eldon echó a andar, dando por concluida así la conversación, pero aún se volvió:
—Ella… _____ está tan loca como para creerse enamorada de ti. No te aproveches de ello.
A Nick le costó trabajo responder.
—No lo haré.
Y Eldon se marchó.


_____ llevaba casi una hora esperando en el porche cuando vio por fin llegar a su padre, y agarrada a la barandilla bajó las escaleras para recibirlo.
Su expresión reflejaba la sorpresa por verla andar hacia él, pero no vio repulsa ni vergüenza como en su madre.
Se colgó de su brazo y él aflojó el paso.
—Es la primera vez que sales a recibirme así —dijo, y la voz le temblaba.
—Siempre he deseado hacerlo —contestó ella con suavidad.
Él le dio unas palmadas en la mano y parpadeó varias veces.
—¿Qué ha pasado, papá? —le preguntó, incapaz de esperar un minuto más.
Habían llegado a las escaleras del porche y _____ se apoyó en su brazo para subirlas. La puerta de persiana se abrió y se cerró y al levantar la mirada, se encontró con el gesto réprobo de su madre.
—¿Qué habéis hablado Nick y tú?
—No voy a oponerme a tus deseos —dijo su padre al fin.
_____ se sentó en una silla de mimbre y su padre se sentó frente a ella, pero su madre se quedó de pie, con las manos entrelazadas delante.
—Me ha hecho comprender que es lo que tú deseas, y que eres adulta ya para tomar esa clase de decisión.
_____ no podía creer lo que estaba oyendo de labios de su padre y tuvo que esforzarse por contener las lágrimas.
—¡No puedes estar hablando en serio! —explotó su madre, y luego se volvió a _____—. No tienes ni idea de dónde te estás metiendo.
—Yo creo que sí que…
—Eres demasiado joven para saber lo que quieres. Esto no es más que un capricho temporal que luego lamentarás haber tenido. Cuando seas mayor, comprenderás que tu padre y yo hemos tomado las mejores decisiones por ti.
—Ya no soy una niña. ¿Por qué eres incapaz de darte cuenta?
—Porque no te comportas como una adulta —espetó.
—Mildred, la niña ya es mayor —dijo su padre—. Tiene sus propias opiniones. ¿Preferiríamos que se escapara de casa y que no volviésemos a verla?
—Yo no haría algo así, papá —protestó —, pero voy a casarme con _____.
—Podríamos enviarla a un internado —dijo Mildred, agarrotada—. Él no la encontraría.
—¿Y que nuestra hija sea una prisionera? ¿De verdad crees que sería más feliz viviendo Dios sabe dónde con desconocidos? Nos odiaría.
—¿Y crees que será feliz cuando se dé cuenta de que no puede hacer todas las cosas que ella cree que sí puede hacer? ¿Acaso piensas que será feliz cuando ese hombre la deje por una mujer normal?
—Mildred —la reprendió su marido —, ese hombre no haría algo así.
_____ sintió una punzada en el corazón. Que su propia madre la infravalorase de aquel modo, que tuviese en tan poca consideración sus sentimientos, le dolía como una traición.
—No esperes de mí que apruebe esta abominación —concluyó.
—_____ se va a casar con él —dijo Eldon con serenidad.
—Será sin mis bendiciones. No levantaré un solo dedo para ver cómo hace el ridículo —le dijo a _____—. Y ese hombre jamás será bienvenido en esta casa.
El dolor de _____ creció hasta un punto insoportable.
Eldon se levantó y se enfrentó directamente a su mujer.
—¡_____ es nuestra hija!
Mildred miró hacia otro lado.
—No la hija que yo conocía.
Su padre la miró, y ella, a pesar de tener el corazón roto, se esforzó por mantener la compostura. ¿Por qué? ¿Por qué habían tenido que llegar a algo así? Incluso Nick había dejado de ser el problema. No es que a su madre le pareciera poco para ella, sino que era ella misma quien no podía ser suficiente para nadie.
—A Nick no le importa que no sea perfecta, madre —le dijo—. No me pide que sea alguien que no soy. Me acepta y me quiere tal como soy. ¿Por qué tú no puedes hacer lo mismo?
—Estás intentando ser otra persona, pero no lo eres. Nunca serás capaz de ser esa mujer. No me gustaría tener que presenciar cómo lamentas después haber sido tan impetuosa, pero sé que será así.
Y entró como una exhalación en la casa.
Eldon se sentó despacio, lleno de tristeza.
—No es culpa tuya, papá —le aseguró ella con tristeza—. Has hecho todo lo que has podido… siempre. Y sé que te preocupas por mí… por mí y por lo que quiero.
—No permitiré que te prohíba entrar en esta casa —declaró con convicción—. Ese hombre tendrá que cortejarte como es debido, y eso significa que tendrá que venir aquí. Y cuando te hayas casado, quedarán las cenas de los domingos.
_____ no pudo contener la sonrisa ante la idea de que Nick fuese a cortejarla de verdad, pero desapareció ante la idea de las cenas de los domingos. Era imposible imaginarse a Burdell y a Nick compartiendo una cena.
—Será mejor que dejemos que el tiempo suavice las cosas.
La postura de su madre tampoco le proporcionaba demasiadas esperanzas, pero por encima de todo estaba la inconmensurable felicidad de saber que, de una vez por todas, Nick y ella iban a estar juntos.
No más esconderse. No más secretos.
Podrían estar juntos, y esa idea era tan liberadora como el haberse deshecho de su silla.

Fin capitulo 10
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Mensaje por ivana-ilove Miér 23 Mar 2011, 7:01 am

Hola hola!!!!!!!
cmo ven les subi dos capitulos completos en recompensa de el cierre temporal del foro
se los hubiera subido antes pero fue ayer cuando me di cuenta que lo habian abierto
espero les guste los capitulos
claro si es que aun tengo lectoras para que los lean
porfavor COMENTENNNN, ESPERO NO SE HAYAN OLVIdADO DE MI NOVE jej
besoss!!!!!!!!!! :D :(
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Mensaje por LittleThings Miér 23 Mar 2011, 3:17 pm

Hola!
Soy nueva lectora =D
Espero que la sigas pronto
Me encanta la idea de que Nick me corteje, jaja
Y mi mamá... ella es super mala conmigo ¿por qué me hace esto?
Ok, me voy
Cudiate
Bye!
LittleThings
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Mensaje por Muffin_Nickita_Jonas92 Miér 23 Mar 2011, 3:41 pm

Nueva lectora! Awwwwwss amo a Nick!! Aunque Burdy es algo malo!-.- ii la mama aun peor!! qe cruel qe no acepte a su hija!77 jaja pero buee... En serio amo tus adaptaciones! Son geniales!^.^
Muffin_Nickita_Jonas92
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“Mi Dulce Amor”( Nick y Tu) Adaptación - Página 7 Empty Re: “Mi Dulce Amor”( Nick y Tu) Adaptación

Mensaje por ivana-ilove Miér 23 Mar 2011, 4:36 pm

*·*YouMakeMeBeautiful*·* escribió:Hola!
Soy nueva lectora =D
Espero que la sigas pronto
Me encanta la idea de que Nick me corteje, jaja
Y mi mamá... ella es super mala conmigo ¿por qué me hace esto?
Ok, me voy
Cudiate
Bye!

Bienvenida!!!!!!!!!!!!! gracias por comentar!!!!!!!
me alegra que te guste
subo cuando haya mas comentarios :D
ivana-ilove
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“Mi Dulce Amor”( Nick y Tu) Adaptación - Página 7 Empty Re: “Mi Dulce Amor”( Nick y Tu) Adaptación

Mensaje por ivana-ilove Miér 23 Mar 2011, 5:13 pm

Muffin_Nickita_Jonas92 escribió:Nueva lectora! Awwwwwss amo a Nick!! Aunque Burdy es algo malo!-.- ii la mama aun peor!! qe cruel qe no acepte a su hija!77 jaja pero buee... En serio amo tus adaptaciones! Son geniales!^.^

Bienvenida!!!!!!!!!! gracis por comentar
me encanto tu cmentario encerio me halagas jeje
ya somos dos que amamos a nick eje
la sigo cuando vea ma comentariosss
Besos!!!!!!!!!!!!!! :D
ivana-ilove
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