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Mensaje por Berenice Jonas Miér 10 Jul 2013, 11:02 pm

Nombre: Hush, hush |Adaptada (Joseph y tú) 
Autor: Becca  Fitzpatrick
Adaptación: Si :] 
Advertencias: No .
Otras Páginas: No . Autoria mia :)

||Hola Chicas es mi primer novela que subo y es una adaptacion ame este libro y soy nueva asi que Hola me llamo Berenice pero todos me dicen bere tengo 18 años me gusta leer soy de mexico & espero que podamos ser amigas y comenten  ...||

Prologo 

Para _____ Grey, el romance no era parte de su plan, ella nunca se había sentido particularmente atraída hacia los chicos de su escuela, sin importar lo mucho que su mejor amiga, Vee, los empujara hacia ella. Hasta que Joseph llego a su vida. Con su sonrisa fácil y ojos que parecen ver dentro de ella, _____ se siente atraída hacia él, en contra todos sus instintos. 

Pero después de una serie de aterradores encuentros, _____ no sabe en quien confiar. Joseph parece estar donde quiera que este ella, y saber más sobre ella que sus amigos más cercanos. Ella no sabe si correr hacías sus brazos o correr y esconderse. Cuando intenta encontrar algunas respuestas, se acerca a una verdad que es mucho mas incomoda que todo lo que Joseph la hace sentir.

_____ Esta justo en medio de una antigua batalla entro los inmortales y aquellos que se han caído- y cuando tiene que escoger un bando, la elección equivocada le costara la vida.





______________________________
Berenice Jonas
Berenice Jonas


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Mensaje por ale_princess Miér 10 Jul 2013, 11:40 pm

hola primera lectora
he escuchado muchos comentarios
positivos sobre ese libro
se ve interesate, siguela por fis
ale_princess
ale_princess


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Mensaje por Berenice Jonas Vie 12 Jul 2013, 1:51 am

ale_princess escribió:hola primera lectora
he escuchado muchos comentarios
positivos sobre ese libro
se ve interesate, siguela por fis

 Hola Si yo amo ese libro gracias por leerla :(L):
Berenice Jonas
Berenice Jonas


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Mensaje por Berenice Jonas Vie 12 Jul 2013, 1:59 am

Hola Aqui les dejo la segunda parte del prologo y el capitulo comenten las quiero ! bye ⭐ 






=============================
 Segundo Prologo.

Valle del Loira, Francia
Noviembre 1565 

Chauncey estaba con la hija de un granjero en los bancos de hierba del rio Loira cuando llego la tormenta, y habiendo dejado que su montura vagara por la pradera, no tenía más que sus pies para que lo llevaran de vuelta al castillo. Arranco un hebilla de plata de su zapato, la coloco sobre la palma de la chica y la vio marcharse, escurridiza, el barro manchándole la falda. Después se coloco bien las botas y salió de camino a casa.

Llovía a cantaros en la campiña oscura que rodeaba el castillo de Langeais. Chauncey caminaba con facilidad sobre las tumbas hundidas y el humus del cementerio; incluso en la niebla más espesa podía encontrar su camino de vuelta a casa desde aquí sin perderse.

Esa noche no había niebla, pero la oscuridad y la arremetida de la lluvia engañaban lo suficiente.
Chauncey percibió el movimiento por el rabillo del ojo, giro de repente la cabeza a la izquierda. Lo que a simple vista parecía un gran ángel coronando un monumento cercano se irguió hasta alcanzar plena altura. Ni de piedra ni de mármol, el chico tenía brazos y piernas. Su torso estaba desnudo, sus pies también, y pantalones de campesino colgaban bajo de su cintura. Salto del monumento, su pelo rubio goteando lluvia. Esta corría por su cara, que era oscura como la de un español. La mano de Chauncey repto lentamente hasta la empuñadura de su espalda.

–¿Quien anda ahí? 
La boca del chico dibujo una leve sonrisa.
–No Juguéis con el duque de Langeais –advirtió Chauncey– he preguntado su nombre. Dadlo.
–¿Duque? –El chico se apoyo contra un álamo retorcido– ¿o Bastardo?
Chauncey desenvaino su espada.
–¡Retiradlo! Mi padre era el duque de Langeais. Yo soy el duque de Langeais ahora. –añadió torpemente, y se maldijo por ello.
El chico sacudió la cabeza perezosamente.
–Tu padre no era el antiguo duque.

Chauncey bullo de furia ante el escandaloso insulto.

–¿Y tu padre? –Exigió extendiendo la espada. Todavía no conocía todos sus vasallos, pero estaba aprendiendo. Se grabaría el nombre de la familia de esta chico en la memoria –Lo preguntare una vez más. –Dijo en voz baja, restregándose una mano contra el rostro para apartar la lluvia –¿Quién eres? 
El chico se adelanto y se aparto el filo a un lado. De pronto parecía mayor de lo que Chauncey había presupuesto, tal vez incluso un año o dos mayor que Chauncey.
–Uno de la prole del Diablo –Respondió.
Chauncey sintió un vuelco de miedo en el estomago.
–Eres un maldito lunático –Dijo entre dientes– sal de mi camino.

El suelo debajo de Chauncey tembló. Explosiones de oro y grana aparecieron detrás de sus ojos. Encorvado, con sus uñas clavándose en su muslo, alzo la vista al chico, parpadeando y jadeando, intentado comprender lo que está pasando. La cabeza le daba vuelta como si ya no estuviera a sus órdenes.
El chico se agacho para ponerse a la altura de sus ojos.

–Escucha con atención. Necesito algo de ti. No me iré hasta que lo tenga. ¿Entiendes? 

Apretando con fuerzas los dientes, Chauncey sacudió la cabeza para expresar su incredibilidad. Su desafío. Intento escupirle al chico, pero la saliva le corrió por la barbilla, su lengua negándose a obedecerle.

El chico apretó sus manos en torno a las de Chauncey; su calor le abrazo y grito.

–Necesito tu juramento de lealtad –Dijo el chico- póstrate sobre una rodilla y Júralo.

Chauncey ordeno a su garganta reírse ásperamente, pero su garganta se constriño y se ahogo el sonido. Su rodilla derecha cedió como si le hubieran dado una patada desde atrás, aunque allí no hubiese nadie, y cayó hacia adelante sobre el barro. Se cayó de lado e hizo arcadas.

–Júralo –repitió el chico- 

El calor subió por el cuello de Chauncey; hizo falta toda su energía para doblar sus manos en dos débiles puños. Se rio de sí mismo, pero allí no había humor. No tenía idea de cómo, pero el chico estaba infligiéndola nausea y la debilidad de su interior. No se irían hasta que hicieran el juramente. Diría lo que tenía que decir, pero su corazón juro que destruiría al chico por esta humillación.

–Señor. Me convierto en su hombre –Dijo Chauncey con voz envenenada.

El chico puso a Chauncey de pie.

–Encuéntrate conmigo aquí al comienzo del mes hebreo de Chesvhan. Durante dos semanas, entre la luna nueva y llena, necesitare tu servicio. 
–¿Una… quincena? –Todo Chauncey tembló ante el peso de su furia– ¡Yo soy el duque de Langeais!
–Eres un Nephil –Dijo el chico con estibo de sonrisa-

Chauncey tenía una réplica profana en la punta de la lengua, pero se la trago. Sus siguientes palabras fueron dichas con un veneno helado.
–¿Que has dicho?
–Perteneces a la raza bíblica de los Nephilim. Tu verdadero padre era un ángel cayo del paraíso. Eres medio mortal. –Los ojos del oscuro chico se alzaron, encontrándose con los de Chauncey –Medio ángel caído.

La voz del tutor de Chauncey llego desde los más recónditos recovecos de su mente, leyendo paisajes de la biblia, hablándole de una raza desviada, creada cuando ángeles expulsados del paraíso de aparearon con mujeres mortales, una raza terrible y poderosa.

Un escalofrió que no era exactamente de repulsión de extendió a través de Chauncey.

–¿Quién eres?

El chico se dio la vuelta, marchándose y, aunque Chauncey quería ir detrás del, no era capaz de hacer que sus piernas sostuvieran su peso. Arrodillado allí, parpadeando a través de la lluvia, vio dos gruesas cicatrices en la espalda del torso desnudo del chico. Se estrechaban para formar una V al revés.

–¿Eres… Caído? –Le grito- Tu alas han sido arrancadas, ¿Verdad?

El chico –ángel- quienquiera que fuera, no se dio la vuelta. Chauncey no necesitaba la confirmación.

–Este servicio que voy a proporcionar –Grito– ¡Exijo saber lo que es!
El Aire resonó con la risa grave del chico.

_____________________________





Capitulo 1 



Coldwater, Maine
Día presente. 

Entre en biología y me quede con la boca abierta. Misteriosamente adherida a la pizarra estaba una muñeca Barbie, con Ken a su lado. Habían sido obligados a unir los brazos y estaban desnudos excepto por hojas artificiales situadas en algunas zonas estratégicas. Garabateado sobre su cabeza en gruesas letras rosas de tiza estaba en la habitación:

BIENVENIDOS A LA REPRODUCCION HUMANA (SEXO)

A mi lado, Vee Sky dijo:
–Esta es exactamente la razón por la cual el instituto prohíbe móviles con cámaras. Fotos de esto en eZine serian todas las pruebas que necesito para hacer que la cámara de educación cortara por lo sano de la biología. Y entonces tendríamos esta hora para hacer algo productivo… como recibir tutoría por individuales de chicos mayores monos.

–¿Cómo, Vee? –Dije. –Habría jurado que estabas esperando con ansias esta unidad todo el semestre.
Vee bajo las pestañas y sonrió torvamente. 
–Esta clase no va a enseñarme nada que no sepa ya.
–¿Vee? ¿No eres virgen? 
-No lo digas tan alto. –guiño el ojo justo cuando sonó el timbre, enviándonos a las dos, a nuestros asientos, que estaban al lado de nuestra mesa compartida.

El entrenador McConaughy cogió el silbato que colgaba de una cadena de su cuello y soplo.

–¡A Sus asientos, Equipo! –El entrenador consideraba enseñar biología de decimo curso un deber secundario a su trabajo con entrenador del equipo de baloncesto, y todos los sabíamos –Tal vez no se os haya ocurrido, chicos, que el sexo es más que un viaje de quince minutos al asiento trasero de un coche. En ciencia. ¿Y qué es la ciencia?

–Aburrida –Grito un chico del fondo de la clase.

Los ojos del entrenador rastrearon la primera fila, deteniéndose sobre mí.

–¿____?
–Es estudio de algo –Dije.

Se acerco y golpeo el dedo índice sobre la mesa delante de mí.
–¿Qué más?
–Conocimiento adquirido a través de la experimentación y observación.
–Encantador.

Sonaba como si estuviera en una audición de nuestro libro de texto.
–Con tus propias palabras.

Toque mi labio superior con la punta de la lengua y busque un sinónimo.

–La Ciencia es una investigación. –Sonaba como una pregunta.
–La Ciencia es una investigación. –Dijo el entrenador, frotándose las manos– La ciencia requiere que nos trasformemos en espías. 

Dicho así, la ciencia casi sonaba divertida. Pero había estado en clases del entrenador lo suficiente para no albergar esperanzas. 

–Ser buenos sabueso requiere practica –Prosiguió.
–También el sexo –Vino otro comentario del fondo de la sala.

Todos ahogamos la risa mientras el entrenador apuntaba al ofensor con su dedo acusatorio.

–Eso no va a ser parte de los deberes de hoy. –El entrenador me devolvió la atención– ____ has estado sentada al lado de Vee desde el comienzo de curso.

Asentí, pero tenía un mal presentimiento de adonde nos estaba llevando esto.
–Ambas están juntas en el eZine del instituto –una vez más, asentí. –me apuesto a que sabéis bastante la una a la otra. 

Vee me dio una patada por debajo de nuestra mesa. Sabía lo que estaba pasando. Que no tenía ni idea de hasta qué punto sabíamos cosas la una a la otra. Y no me refiero a solos los secretos que enterramos en nuestros diarios. Vee es mi no-gemela. Tiene ojos verdes, pelo rubio platino y esta unos kilos por encima de “con curvas”. Yo soy una morena de ojos grises humos con montones de pelo ondulado que se mantiene con su trece incluso con la mejor plancha. Y soy todo piernas, como el taburete de un bar. Pero si hay un hilo invisible que nos une; las dos juramos que el vínculo empezó antes del nacimiento. Las dos juramos que continuara en su sitio durante el resto de nuestras vidas. 

El Entrenador alzo la cabeza a la clase.

–De hecho, me apuesto a que cada uno de ustedes conoce bastante bien a la persona del al lado de la cual se sienta. Escogisteis por una razón, ¿Verdad? Familiaridad. Que mal que los mejores sabuesos eviten familiaridad. Anula el instinto investigador. Que es la razón por la que hoy vamos a crear una nueva asignación de asientos.

Abrí la boca para protestar, Pero Vee se me adelanto.

–¿Qué demonios? Es abril, es decir, es casi fin de curso. No puede sacar este tipo de cosas ahora.

El entrenador mostro un atisbo de sonrisa.

–Puedo sacar este tipo de cosas más el último semestre. Y si suspendéis mi clase, estaréis de vuelta aquí el año que viene, donde estaré sacando este tipos de cosas otra vez. 

Vee la fulmino con la mirada. Es famosa por esa mirada. Es una expresión que lo hace todo salvo sisear audiblemente.
Aparénteme inmune a ella, el entrenador se trajo el silbato a los labios y captamos la idea.

–Cada compañero sentado en el lado izquierdo de la mesa…, es decir, vuestra izquierda…, que se mueva un asiento hacia adelante…, si, incluida tu Vee…, id al fondo.

Vee metió su libro dentro de la mochila y cerro la cremallera. Yo me mordí el labio y le dedique un breve adiós con la mano. Después me volví lentamente, revisando la sala detrás de mí. Sabía los nombres de todos mis compañeros… excepto de uno. El transferido. El entrenador nunca lo llamaba en clase, y el parecía preferirlo así. Estaba sentado apoltronado una mesa detrás, los fríos ojos miel mirando siempre hacia adelante. Justo como siempre. Ni por un momento me creí que simplemente se sentara ahí, día tras día, mirando al vacio. Estaba pensando en algo, pero el instinto me decía probablemente no quería saber qué.
Dejo su libro de biología sobre la mesa y se deslizo en la antigua silla de Vee. Sonreí.

–Hola, Soy ____.

Sus ojos miel cortaron a través de mi, y la comisa duras de sus labios de elevaron. Mi corazón dio un pequeño salto y en esa pausa, la sensación de una oscuridad sombría pareció deslizarse sobre mí. Se desvaneció en un instante, pero todavía estaba mirándolo. Su sonrisa no era amistosa. Era una sonrisa que anunciaba problema, como una promesa.
Me encontré en el encerado. Barbie y Ken me devolvieron la mirada con unas sonrisas extrañamente alegres.

El entrenador dijo:

–La reproducción humana puede ser un asunto pegajoso… 
–¡Agh! –Gruño un coro de alumnos-
–Requiere manejarla con madurez y como toda ciencia, la mejor aproximación es aprender siendo sabueso. Durante el resto de la clase, practicad esta técnica a base de averiguar tanto como podáis de su nuevo compañero, mañana traed por escrito sus descubrimientos, y creedme, voy a revisar su autenticidad. Esto es biología, no lengua, así que ni se os ocurra trabajar con la ficción de sus respuestas. Quiero ver intención de verdad y trabajo en equipo. –había un “o si no” implícito. 

Me senté perfectamente quieta. La pelota está en el campo –yo había sonreído, y mira lo bien que eso había resultado.
Arrugue la nariz, intentando averiguar a que olía. Cigarrillos no. Algo más intenso, más apestoso. Puros. 

Encontré el reloj de pared y di golpecitos con mi lápiz a tiempo con el segundero. Plante mi codo en la mesa y apoye la barbilla en el puño. Solté un suspiro. Genial. A este ritmo iba a suspender. Tenía los ojos clavado delante, pero oí el suave deslizamiento de su bolígrafo. Estaba escribiendo, y quería saber qué. Diez minuto de sentarnos juntos no lo cualificaba para asumir nada sobre mí. Lanzando una mirada de reojo, vi en su papel había varias líneas, y creciendo. 
–¿Que estas escribiendo? –Pregunte.
–Y habla. –Dijo mientras garabateaba. Cada movimiento de su mano al mismo tiempo suave y descuidado.

Me incline tan cerca como pude, intentaba leer lo que había escrito, pero doblo el papel por la mitad, ocultando la lista.

–¿Qué has escrito? –Exigí.

Estiro la mano hacia mi papel sin usar, deslizándolo a través de la mesa hacia él. Lo arrugo formando una bola. Antes de que pudiera protestar, lo lanzo a la papelera de al lado del escritorio del entrenador. El tiro entro lleno. Me quede mirando a la papelera un momento, dividida entre la incredibilidad y el enfado. Después abrí mi libreta en una página en blanco. 

–¿Cómo te llamas? –Pregunte, el lápiz preparado para escribir.

Alce la vista a tiempo para ver otra sonrisa oscura. Esta parecía retarme a sonsacarle algo.

–¿Tu nombre? –Repetí con la esperanza de que fueran imaginaciones mías el que mi voz temblara.
–Llámame Joe. Lo digo en serio. Llámame. 
Me guiño el ojo al decirlo, y estaba segura de que se estaba riendo de mi.
–¿Qué haces en tu tiempo libre? –Pregunte. 
–No tengo tiempo libre.
–Asumo que este trabajo es por nota, ¿así que me haces el favor? 

Se inclino hacia atrás en su asiento, doblando los brazos detrás de la cabeza.
–¿Qué clase de favor?

Estaba bastante segura de que era una insinuación, y busque desesperadamente la forma de cambiar el tema.

–Tiempo libre. –Repitió, pensativo– Hago fotos.
Escribí “fotografías” en mi folio.
–No había terminando. –dijo. –Tengo toda una colección sobre la columnista de eZine que cree que hay una de verdad de comer orgánico, que escribe poesía en secreto, y que se echa a temblar ante la idea de tener que coger Stanford, Yale y… ¿Cuál es esa grande con H? 

Me quede mirándolo un momento, sacudida por lo acertado que estaba. No tenía la sensación de que fuera una suposición afortunada. Lo sabía. Y yo quería saber cómo. Justo ahora.

–Pero al final no iras a ningunas de ellas. 
–¿ah, no? –pregunte sin pensar.

Engancho los dedos bajo el asiento de mi silla, arrestándome más cerca del. No muy segura de que si debería apartarme y mostrar miedo, o no hacer nada y fingir aburrimiento, escogí la ultima. Dijo:

–Incluso aunque triunfaras en las tres escuelas, las desprecias por ser un cliché del éxito. Juzgar es tu tercera debilidad.
–¿Y mi segunda? –Dije con rabia muda.
¿Quien era este tío? ¿Era esto algún chiste perturbador?.
–No sabes cómo confiar. Retiro eso. Confías… solo que en toda la persona equivocada. 
–¿Y mi primera? –Exigí.
–Mantienes a la vida atada muy corto.
–¿Qué se supone que significa eso?
–Tienes miedo de lo que no puedes controlar.

Se me puso de punta el pelo de la nuca, ya la temperatura de la clase pareció bajar. Normalmente habría ido derecha al escritorio del entrenador y solicitar una nueva asignación de asientos, pero me negaba a dejar que Joseph pensara que podía intimidarme o asustarme. Sentía una necesidad irracional de defenderme y decidí en ese mismo momento y lugar que no me echaría atrás hasta que lo hiciera el.

–¿Duermes Desnuda? –Pregunto.
Mi mandíbula amenazo con caerse, pero la mantuve en su sitio. 
–Difícilmente eres la persona a la que se lo diría.
–¿Alguna vez has ido a psiquiatra?
–No. –Mentí.

La verdad es que está yendo a sesiones con el psicólogo del instituto, el Dr. Hendrickson. No era una elección mía y no era algo sobre de lo que me gustara hablar.

–¿Has hecho algo ilegal?
–No. –saltarme ocasionalmente el límite de velocidad no contaría. No con el –¿Por qué no me preguntas de algo normal? Como… ¿mi música favorita? 
–No voy a preguntar lo que puedo adivinar.
–Tú no sabes el tipo de música que escucho. 
–Barroco, contigo, es todo sobre el orden, el control. Me apuesto que tocas… ¿El piano?. –Lo dijo como si lo hubiera adivinado de la nada. 
–incorrecto. –Otra mentira, pero esta envió un escalofríos por mi piel que me dejo los dedos temblando.
¿Quién era el en realidad? Si sabía que tocaba el piano, ¿Qué más sabia? 
–¿Qué es eso? –Joe dio un toquecito con su bolígrafo en la parte interna de mi muñeca. Me aparte instintivamente.
–Una marca de nacimiento.
–Parece una cicatriz. ¿Eres suicida, _____? –Sus ojos se conectaron con los míos, y podía sentirlo riéndose– ¿Padres casados o divorciados?
–Vivo con mi madre.
–¿Dónde está tu padre? 
–Mi padre falleció el año pasado.
–¿Cómo murió?
Me encogí…
–Fue… asesinado. Esto es territorio personal. Si no te importa.

Hubo un momento de silencio y la acidez de los ojos de Joseph pareció suavizarse un poco.
–Eso debe ser duro. –Sonaba como si lo dijera en serio.
Sonó el timbre y Joe estaba de pie, de camino a la puerta.
–Espera –Grite. No se giro. –¡Disculpa! –salió por la puerta. –¡Joseph! No conseguí nada de ti. 

Se dio la vuelta y camino hacia mí. Tomando mi mano, garabateo algo en ella antes de que se me ocurriera apartarme. 
Baje la vista a los sietes números en tinta roja sobre mi palma e hice un puño a su alrededor. Quería decirle que de ningún modo iba a sonar su teléfono esta noche. Quería decirle que era culpa suya por gastar todo el tiempo interrogándome a mí. Quería decirle un montón de cosas, pero me limité a quedarme allí de pie como si no supiera como abrir la boca. Al final dije:
–Esta noche estoy ocupada.
–Yo también. –sonrió de oreja a oreja y se fue. 

Me quede clavada en el sitio, dirigiendo lo que acaba de pasar. ¿Se comió todo el tiempo interrogándome apropósito? ¿Para qué yo suspendiera? ¿Creía que una sonrisa brillante lo remediara? Si, pensé. Si, lo creía. 
–¡No llamare! –Grite detrás de él. –¡Nunca!
–¿Has terminado tu columna para el plazo de entrega mañana? –Era Vee. Vino a mi lado, apuntando notas en la libreta que llevaba a todas partes. –Estoy pensando en la asignación de asientos. Estoy de pareja con una chica que dijo que acabó el tratamiento contra los piojos esta misma mañana.
–Mi nuevo compañero. –Dije, apuntando al pasillo, a la espalda de Joe.

Tenía una forma de andar irritantemente confiada, el tipo que encuentras acompañada de camisetas gastadas y un sombrero cowboy. Joe no llevaba ni la una ni la otra. Era más bien un chico de Levi’s oscuros, cazadora oscura, botas oscuras.

–¿El transferido de último curso? Supongo que no estudio lo bastante en la primera vez. O la segunda. –me lanzo una mirada cómplice. –la tercera es la vencida.
–Me da escalofríos. Sabía mi música. Sin ninguna pista en absoluto, dijo “barroco”. –imite bastante mal su voz grave.
–¿Suposición afortunada? 
–Sabía… otras cosas.
–¿Cómo qué? 

Solté un suspiro. Sabía más de lo que quería contemplar cómodamente.

–Como meterse debajo de mi piel. –dije al fin. –voy a decirle al entrenador que tiene que volver a cambiarnos.
–Ve por ello. Podría usar un gancho para mi próximo artículo en eZine. “Alumna de decimo devuelve golpe”. Mejor aún, “asignación de asientos recibe una bofetada en la cara”. Mmm. Me gusta.

Al final de día, fui yo la que recibió la bofetada en la cara. El entrenador rechazo mi suplica de volver a pensarse la asignación de asientos. Parecías que estaba atascada con Joe.
Por ahora.

_____________________________ 


 
Berenice Jonas
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Mensaje por Glace321 Vie 12 Jul 2013, 6:26 pm

SIGUELAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA!!!!
PORFIS :DDD NUEVA LECTORA
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Mensaje por Berenice Jonas Lun 15 Jul 2013, 11:16 pm

Hola aqui les dejo el segundo capitulo bienvenidas las nuevas lectoras comenten las quiero mucho!:(L): 

========
 

Capitulo 2

Mi madre y yo vivimos en una granja del siglo XVlll llena de corriente de aires de las afuera de Coldwater. Es una la única casa en Hawthorne Lane, y los vecinos más cercanos estaba a más de un kilometro de distancia. A veces me pregunto sin el constructor original se dio cuenta de que todos los solares disponibles, eligió construís la casa en medio de una misteriosa inversión atmosférica que parece aspirar toda la niebla de la costa Maine y trasplantarla en nuestro Jardín. La casa estaba en este momento velada de unas sombras me parecían espíritus escapados y merodeadores. 

Me pase la tarde plantada en un taburete de bar de la cocina en compañía de los deberes de algebra y Dorothea, nuestra ama de llaves. Mi madre trabaja para la compañía de subastas Hugo Renaldi, coordinando subastas de propiedades y antigüedades a lo largo de toda la costa este. Esta semana estaba en Charleston, carolina del sur. Su trabajo requería muchos viajes, y pagaba a Dorothea cocina y limpiar, pero yo estoy bastante segura de que el contrato de Dorothea incluía mantener un ojo atento y parental pendiente de mí. 

–¿Que tal el colegio? –Pregunto Dorothea en un ligero acento alemán. 
Estaba en el fregadero, frotando una lasaña de una cacerola.
–Cambiamos de compañeros en biología.
–¿Esto es algo bueno, o algo malo?
–Vee era mi antigua compañera. 
–Hum. –Restregó con más vigor, y la carne de la parte superior del brazo de Dorothea tembló. –Algo malo entonces. –Suspire, de acuerdo. –Háblame de la nueva compañera. ¿Cómo es esta chica? 
–Es Alto, moreno e irritante. –E inquietamente cerrado.

Los ojos de Joe eran esferas miel. Absorbiendo todo y no ofreciendo nada. No es que yo quisiera saber más sobre Joe. Ya que no me había gustada lo que había en la superficie. Dudaba que me fuera a gustar lo que escondía en la profundidad. Solo que esto no era exactamente cierto. Me gustaba mucho lo que había visto. Músculos largos y esbeltos a lo largo de sus brazos, hombros anchos pero relajados, y una sonrisa que era en parte juguetona y en parte seductora. Estaba en una alianza insegura conmigo misma, intentado ignorar lo que había empezado a encontrar irresistible. 

A las nueve en punto Dorothea termino su tarde y cerro con llave al salir. Como adiós, encendí y apague las luces del porche dos veces; debieron penetrar en la niebla, porque ella respondió con un bocinazo. Estaba sola.

Hice un inventario de los sentimientos en mi interior. No tenía hambre. No estaba cansada. Ni siquiera estaba sola. Pero si estaba un poco nerviosa por mis deberes de biología. Le había dicho a Joe que no iba a llamar, y seis horas atrás lo decía enserio. Todo lo que podía pensar ahora era en que no quería suspender. La biología era mi asignatura más dura. Mi nota vacilaba.
Problemáticamente entre un sobresaliente y un notable. En mi mente, esa era la beca parcial y una completa en mi futuro.

Fui a la cocina y descolgué el teléfono. Mire lo que quedaba de los 7 dígitos todavía tatuado en mi mano. Secretamente, esperaba a que Joe no respondiera mi llamada. Si no estaba disponible o cooperador con los trabajos, eran pruebas que podía usar en su contra para convencer al entrenador para que deshiciera la asignación de asientos.

Joe respondió al tercer toque.

–¿Qué pasa?
En un tono práctico dije:
–Estoy llamando para ver si podemos vernos esta noche. Sé que dijiste que estabas ocupado, pero…
–______. –Joe dijo mi nombre como si fuera el broche final de un chiste. –creí que no ibas a llamar. Nunca. 

Odia estar tragándome mis palabras. Odio a Joe restregármelo. Odiaba al entrenador y sus locos trabajos. Abrí la boca, con la esperanza de que saliera algo inteligente.

–Bueno. ¿Podemos vernos o no?
–Resulta que no puedo.
–¿No puedes, o no quieres? 
–Estoy en medio de una partida de billar. –oí la sonrisa de su voz. –una partida de billar importante.

Por los ruidos del teléfono que se oía, creí que estaba diciendo la verdad. –sobre la partida de billar. El si era o no más importante que mi trabajo era un tema de debate.

–¿Dónde estás? –Pregunte.
–El árcade de Bo. No es tu tipo de sitio.
–Entonces hagamos la entrevista por teléfono, tengo una lista de preguntas justo…

Me colgó.
Me quede mirando el teléfono con incredibilidad, después arranque de mi libreta una hoja de papel en blanco. Garabatee cretino en la primera línea. En la línea de abajo añadí. Fumas puros. Morirá cáncer del pulmón. Ojala que pronto. Excelente forma física. Inmediatamente tache la última observación hasta que fue ilegible. El reloj del microondas pasó a anunciar las 9:05. Tal y como yo lo veía, tenía dos opciones o bien inventaba mi entrevista con Joe, o bien conducía hasta el árcade de Bo. La primera opción tal vez fue tentadora, si tan solo pudiera bloquear la voz del entrenador advirtiendo que revisaría todas las respuestas en busca de autenticidad. No sabía lo suficiente sobre Joe como para lanzarme el farol de una entrevista completa. ¿Y la segunda opción? Nada tentadora, ni en lo más mínimo.
Retrase en tomar una decisión lo bastante como para llamar a mi madre. Parte de nuestro acuerdo para que ella trabajara y viajara tanto que actuara con responsabilidad y no fuera el tipo de hija que requería supervisión constante. Me gustaba mi libertad, y no quería hacer nada para darle a mi madre una razón para aceptar una reducción de sueldo y tomar un trabajo local para mantenerme un ojo encima.
En el cuarto toque, su buzón de voz cogió la llamada.

-Soy yo. –Dije. – solo llamaba para ver que tal. Tengo unos deberes de biología que terminar. Después me voy a la cama. Llámame mañana en la comida, si quieres. Te quiero. 

Después de colgar, encontré una moneda de veinticinco centavos en el cajón de la cocina. Mejor dejarle al destino las decisiones complicadas. 

-Si es cara voy. –le dije al perfil de George Washington. –si es cruz me quedo.
Lance la moneda al aire, la pare contra el dorso de mis manos y ose a echarle un vistazo. Mi corazón se estrujo un latido extra, y me dijo a mi misma que no estaba segura de lo que eso significaba.
-Ahora no está en mis manos. –dije.

Decidí acabar con esto rápido como fuera posible, agarre un mapa de la nevera, cogí mis llaves, y eche atrás mi Fiat spider por el camino que llevaba en la carretera. El coche probablemente había sido una monada en 1979, pero no me entusiasmaba demasiado la pintura marrón chocolate, el oxido extendiéndose sin control por el parachoques trasero, y los asientos blancos de cuero agrietado.


El árcade de Bo Resulto estar más lejos de lo que habría gustado. Situado cerca de la costa, a treinta minutos en coche, con el mapa estirado sobre el volante, metí el Fiat en el aparcamiento detrás de un edificio de bloques grises con una señal eléctrica centellado “EL ACARDE DE BO, LOCO PAINTBALL NEGRO Y SALA DE BILLAR DE OZZ” grafiti salpicaban las paredes, y había colillas por todo el suelo. Claramente el local de Bo, no estaba llenos de futuros alumnos de las mejores universidades y ciudadanos modelos. Intente mantener mis pensamientos altaneros y despreocupados, pero mi estomago se sentía se sentía un poco incomodo. Revisando que hubiera cerrado todas las puertas. Entre.

Me coloque en la fila, esperando pasar la cuerda. Mientras el grupo delante de mi pagaba, me escurrí por en medio andando hacia el laberinto de sirenas a todo volumen y luces centellantes.

–¿Crees que te mereces una entrada gratuita? –Aulló una voz endurecida por el humo.

Me di vuelta y parpadee el cajero sobre-tatuado, dije:

–No estoy aquí para jugar. Estoy buscando a alguien.

Gruño.
–Si quieres pasar delante de mí, paga. –puso las palmas sobre el mostrador, donde una tabla de precios había sido pegada con celo, mostrando que debía 15 dólares. Solo efectivo.

No tenía efectivo. E incluso si tuviera, no lo habría gastado para pasar unos pocos minutos interrogando a Joe sobre su vida personal. Sentí como me enfadaba al pensar en la asignación de asientos y por tener que estar aquí, en primer lugar. Solo tenía que encontrar a Joe, después podíamos mantener la entrevista afuera. No había conducido hasta aquí para volver con las manos vacías.

–Si no estoy de vuelta en dos minutos, te pagare los quince dólares. –Dije.

Antes de poder ejercitar o mejor juicio o reunir un poco mas de paciencia, hice algo totalmente fuera de sitio y me cole entre las cuerdas, no me detuve ahí. Me apresure a través del árcade, manteniendo los ojos bien abiertos en busca de Joe. Me dije a misma que no podía creer que estuviera haciendo esto, pero era como una bola de nieve, ganando velocidad y fuerza. Llegados a este punto solo quería encontrar a Joe  y salir de aquí.

El cajero me siguió, gritando:
–¡EH!

Segura de que Joe no estaba en el piso principal, corrí abajo, siguiendo señales para la sala de billar de ozz. Al final de la escalera, una luz tunea iluminaba varias mesas de póker, todas en uso. Humo de puro que era casi tan espeso como la neblina envolviendo mi casa de nublada al techo bajo. Situada entre las mesas de póker y el bar había una fila de mesas de billar. Joe estaba estirando a través de la que estaba lejos de mí, intentado un tiro complicado. 

–¡Joe! –Grite.

Justo cuando hable, disparo hacia delante su palo de billar clavándolo con el tapete. Su cabeza se levanto de repente. Se me quedo mirando con una mezcla de sorpresa y curiosidad.
El cajero bajo ruidosamente por la escalera, detrás de mí, atrapando mis hombros en sus manos. 

–Arriba. Ahora.

La boca de Joe se movió formando otra sonrisa que apenas estaba ahí, difícil decir que si era burlona o amistosa.
–Ella está conmigo. 

Este pareció tener algún poder con el cajero, que aflojo el agarre. Antes de que pudiera cambiar de idea, me sacudí su mano y zigzaguee entre las mesas hacia Joe. Di dos primeros pasos amplios y seguros, pero encontré que mi confianza desaparecía a media que me acercaba a él.
Fui consciente de inmediato de que había algo diferente en el. No podía captar exactamente qué, pero podía sentirlo como electricidad. ¿Más Animosidad?
Más confianza.

Más libertad para ser el mismo. Y esos ojos miel que me estaban llegando. Era como imágenes aferrándose a cada movimiento mío. 
Trague saliva discretamente e intente ignorar la danza nerviosa de mi estomago. No podía captar qué, pero algo en Joe no estaba bien. Seguro en el era normal. Algo no era… seguro.
–Perdón por colgar. –Dijo Joe viniendo a mi lado. –La cobertura no es genial aquí abajo. 
Si, claro.
Con giro de cabeza Joe les indico a los demás que se fueran. Hubo un silencio incomodo antes de que nadie se moviera. El primer tío en marcharse me golpeo el hombro al pasar. Retrocedí un paso para recuperar el equilibrio y alce la vista justo a tiempo para recibir las frías miradas de los otros jugadores mientras se iban.
Genial. No era mi culpa que Joe fuera mi compañero.

–¿Bola ocho? –Le pregunte alzando las cejas e intentado sonar completamente segura de mi misma, de mi entorno. Tal vez el tuviera razón y el árcade de Bo no fuera mi tipo de sitio. Eso no quiere decir que fuera a salir disparada hacia las puertas. –¿Cómo están las altas apuestas? 

Su sonrisa se amplio. Esta vez estaba bastante segura de que se estaba burlando de mí. 
–No jugamos por dinero.
Deje mi bolso en el borde de la mesa.
–Que mal. Iba a apostar todo lo que tengo en tu contra. –levante mi brazo, dos líneas ya completas. –unas pocas preguntas rápidas y me voy.
–¿Cretino? – Joe leyó en voz alta, apoyándose en su palo de billar. -¿Cáncer del pulmón? ¿Se supone que esto es profético? 

Abanique el trabajo en el aire.
–Asumo que contribuyes a la atmosfera. ¿Cuántos puros por noche? ¿Uno? ¿Dos?
–No fumo. –Sonaba sincero, pero no me lo trague.
–Mm-hmm. –Dije colocando el papel entre la bola ocho y la morada lisa.
Empuje accidentalmente la morada lisa al escribir puros en la línea tres.
–Estas estropeando el juego. –Dijo Joe, todavía sonriendo.

Lo mire a los ojos y no pude evitar igualar su sonrisa brevemente. 
–Espero que no en tu favor. ¿Tu mayor sueño?
Estaba orgullosa de esa porque sabía que le bajarías los humos. Requería reflexionar.
–Besarte.
–Eso no es gracioso. –Dije sosteniéndole la mirada, agradecida por no haber tartamudeado.
–No, pero te hizo ruborizar.

Me impulso sobre el lateral de la mesa, tratando de parecer imperturbable mientras lo hacía. Cruce las piernas, usando las rodillas como tablero de escritura.
–¿Trabajas?
–Limpio mesas en el borderline. El mejor México en la ciudad.
–¿Religión? 

No pareció sorprendido por la pregunta, pero tampoco pareció entusiasmado por ella.
–¿Religión? –Pregunte con firmeza.
Joe deslizo una mano pensativo por la línea de la mandíbula.
–Religión no… culto.
–¿Perteneces a un culto? –Me di cuenta demasiado tarde de que, aunque había sonado sorprendida, no habría debido.
–Y resulta que tengo que sacrificar a una mujer sana. Había planeado atraerla para que confiara antes. Pero si estas lista ahora…
Toda sonrisa que aun quedara en mi rostro, desapareció.
–No me estas impresionando.
–Aun no he empezado a intentarlo.
Me baje de la mesa y me plante delante de él. 
Era una cabeza más alto que yo.

–Vee me dijo que vas en el último curso. ¿Cuántas veces has suspendido la biología? ¿Una? ¿dos?
–Vee no es mi portavoz.
–¿Estas negando haber suspendido?
–Te estoy diciendo que no fui al instituto el año pasado. –sus ojos se mofaban de mi. Eso me lo hizo más determinada.
–¿Faltaste sin autorización? 

Joe dejo su palo de billar sobre el tapete y me hizo un gesto con el dedo para que me acercara. No lo hice.
–¿Un secreto? –dijo en tono confidencial. –nunca antes he ido a la escuela. ¿Otro secreto? No es tan aburrido como esperaba.

Estaba mintiendo, todo el mundo iba a la escuela. Había leyes. Estaba mintiendo para sacarme de quicio. 
–Crees que estoy mintiendo. –Dijo alrededor de una sonrisa.
–¿no has ido a la escuela, nunca? Si eso es cierto, y tienes razón, no creo lo que sea, ¿Qué te decidió a venir este año?
–Tú.

El impulso de sentirme asustada palpitaba a través de mí, pero me dije a mi misma que eso era exactamente lo que Joe quería.
Manteniéndome firme en mi sitio, intente en vez de actuar irritada, aun así, me llevo un momento encontrar mi voz. 
–Esa no era una respuesta de verdad.

Debió acercarse un paso, porque de pronto nuestros cuerpos estaban separados tan solo por nada más estrecho margen de aire.
–Tu ojos, _____. Esos fríos ojos gris pálido son sorprendemente irresistible. –inclino la cabeza a un lado, como para estudiarme desde un nuevo ángulo. –Y esa tremenda boca curva.

Sorprendida no tanto por su comentario, sino porque una parte de mi respondiera positivamente a él, me aparte. 
–Eso es suficiente, me voy.

Pero tan pronto como las palabras estuvieron fuera de mi boca, sabía que no eran ciertas. Sentí la necesidad de decir algo más. 
Escogiendo entre los pensamientos enredados en mi mente, intente encontrar que era lo que sentía que tenía que decir. ¿Por qué era tan desdeñoso, y por que actuaba como si yo hubiera hecho algo para merecérmelo?
–Pareces saber mucho sobre mí. –Dije, haciendo la subestimación del año. –Más de lo que deberías. Pareces saber exactamente que decir para ponerme incomoda.
–Me la pones fácil. 

Se disparo una chispa de furia en mi interior.
–¿Admites que estás haciendo esto a propósito? 
–¿Esto?
–Esto. Provocarme.
–Di “Provocar” otra vez. Tu boca se ve provocadora cuando lo haces.

—Hemos terminado. Termina tu partida de billar. —Agarré su palo de billar de la mesa y lo empujé hacia él. 

No lo tomo. 
—No me gusta sentarme a tu lado. —Dije —No me gusta ser tu compañera. No me gusta tu sonrisa condescendiente. —Mi mandíbula se apretó, algo que normalmente pasaba solo cuando mentía. Me pregunté si estaba mintiendo ahora. Si era así, quería pegarme una patada —No me gustas tú. —Dije tan convincentemente como pude, y empujé con fuerza el palo contra su pecho. 
—Me alegro de que el Entrenador nos pusiera juntos. —Dijo. 

Detecté una levísima ironía en la palabra “Entrenador”, pero no pude interpretar ningún significado oculto. Esta vez sí tomo el palo de billar. 

—Estoy trabajando para cambiar eso. —Repliqué. 

Joe pensaba que esto era tan gracioso que enseñó los dientes en la sonrisa. Alzó la mano hacia mí, y antes de que pudiera apartarme, desenredó algo de entre mi pelo. 

—Un papel. —Explicó, dejándolo caer al suelo. Al alzar la mano, vi una marca en la cara interna de su muñeca. Al principio asumí que era un tatuaje, pero un segundo vistazo reveló una marca de nacimiento marrón rojiza, algo levantada. Era de la forma de una salpicadura de pintura. 
—Ése es un desafortunado sitio para una marca de nacimiento. —Dije, más que un poco molesta de que estuviera en un lugar tan similar al de mi propia marca. Joe se bajó la manga casual pero perceptiblemente sobre la muñeca. 
— ¿La preferirías en algún lugar más privado? 
—No la preferiría en ningún sitio. —No estaba segura de cómo sonaba esto y lo volví a intentar —No me importaría si no la tuvieras en absoluto. —Lo intenté por tercera vez —No me importa tu marca de nacimiento, punto. 
— ¿Alguna pregunta más? —Preguntó — ¿Comentarios? 
—No. 
—Entonces, te veré en Bio. 

Pensé en decirle que nunca me volvería a ver. Pero no iba a tragarme mis palabras dos veces en un día. 
Más tarde esa noche un ¡crack! me sacó de mi sueño. Con la cara espachurrada contra mi almohada, me quedé quieta, todos mis sentidos en alerta máxima. Mi madre estaba fuera de la ciudad por lo menos una vez al mes por trabajo, así que estaba acostumbrada a dormir sola, y habían pasado meses desde que imaginara por última vez el sonido de pisadas por el pasillo hacia mi habitación. La verdad es que nunca me sentía completamente sola.

Justo después de que mataran a mi padre de un tiro en Portland mientras compraba el regalo de cumpleaños de mi madre, una extraña presencia entró en mi vida. Como si alguien estuviera orbitando en mi mundo, observando desde una distancia. Al principio la presencia fantasma me había aterrorizado, pero cuando nada malo vino de ella, perdí la ansiedad. Empecé a preguntarme si habría algún propósito cósmico por la forma como me estaba sintiendo. 

Tal vez el espíritu de mi padre estaba cerca. El pensamiento solía ser reconfortante, pero esta noche era diferente. La presencia se sentía como hielo sobre la piel. Girando la cabeza un poco, vi una forma de sombras estirarse por mi suelo. Me giré rápidamente para mirar la ventana, el blanquecino rayo de luna era la única luz en la habitación capaz de formar una sombra. Pero allí no había nada. Apreté con fuerza la almohada contra mí y me dije que era una nube pasando sobre la luna. O un trozo de basura volando en el viento. 

Aún así, me pasé los siguientes minutos esperando a que se me calmara el pulso. Para cuando reuní el valor para salir de la cama, el jardín debajo de mi habitación estaba silencioso y quieto. El único sonido procedía de tres ramas rozando contra la casa, y de mi propio corazón atronando contra mi piel.
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Berenice Jonas
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Hush, hush |Adaptada (Joseph y tú)  Empty Re: Hush, hush |Adaptada (Joseph y tú)

Mensaje por Berenice Jonas Miér 24 Jul 2013, 9:54 pm

Capítulo 3




El Entrenador McConaughy se mantuvo ante la pizarra hablando monótonamente sobre algo, pero mi mente estaba lejos de las complejidades de la ciencia. Estaba ocupada formulando razones de por qué Joe y yo no deberíamos ser compañeros y estaba haciendo una lista sobre ellas en la parte trasera de un viejo examen. Tan pronto la clase terminara, le presentaría al Entrenador mis argumentos. No es cooperador con las asignaturas, escribí. Demuestra poco interés en trabajar en equipo. Pero eran las cosas no enlistadas las que me preocupaban más. 

Encontré inquietante la localidad de la marca de nacimiento de Joe y estaba asustada por el incidente en mi ventana la noche anterior. No estaba completamente segura de que Joe me estaba espiando, pero no podía ignorar la coincidencia de que estaba casi segura de que vi a alguien mirando por mi ventana solo horas después de que me encontré con él. El pensar que Joe me está espiando me provocó alcanzar el interior del compartimiento delantero de mi mochila, sacar dos píldoras de hierro de la botella y tragármelas enteras. Por un momento se quedaron atoradas en mi garganta, pero luego lograron bajar. 

Por el rabillo del ojo, cacheé a Joe arqueando sus cejas. Consideré explicar que soy anémica y que tengo que tomar hierro varias veces al día, especialmente cuando estoy bajo estrés, pero luego decidí no decir nada. La anemia no era una amenaza contra mi vida… siempre y cuando tomara hierro regularmente. No estaba paranoica hasta al punto de pensar que Joe querría hacerme daño, pero de alguna manera, sentía que era mejor guardar en secreto mi vulnerable condición médica.

— ¿__________? 
El Entrenador se detuvo en el frente del salón, con su mano extendida en un gesto que mostraba que estaba esperando por algo —mi respuesta. — Un suave incendio se abrió camino hasta mis mejillas. 
— ¿Podría repetir la pregunta? —Pregunté. La clase rió.
— ¿Qué cualidades te atraen en una potencial pareja? —Dijo el Entrenador con un poco de irritación. 
— ¿Una potencial pareja? 
—Vamos, que no tenemos toda la tarde. 

Podía escuchar a Vee riendo tras de mí. Mi garganta pareció estrecharse. 
— ¿Quieres que mencione las características de…? 
—De una posible pareja, sí, eso ayudaría bastante. 

Sin proponérmelo, miré a Joe de soslayo. Él estaba recostado en su silla, estudiándome con satisfacción. Luego mostró una de sus sonrisas piratas y me dijo por lo bajo, Estamos esperando. Yo puse mis manos sobre la mesa, esperando lucir con más compostura de la que en realidad sentía. 

—Nunca he pensado sobre ello. 
—Bueno, pues piensa rápido. 
— ¿Podrías preguntarle a otro primero? 
El Entrenador señaló con impaciencia a mi izquierda. 
—Tu turno, Joe. 

Contrario a mí, Joe habló con seguridad, posicionó su cuerpo de una manera que quedaba levemente inclinado hacia mí y nuestras rodillas estaban a solo pulgadas de distancia. 

—Inteligente. Atractiva. Vulnerable. 
El Entrenador estaba ocupado escribiendo los adjetivos en la pizarra. 
— ¿Vulnerable? —Preguntó. 
— ¿Cómo así…? —Vee habló. — ¿Esto tiene algo que ver con lo que estamos estudiando? Porque en el libro no aparece nada sobre las características deseadas en una pareja. 
El Entrenador dejó de escribir y miró sobre sus hombros. 
—Todo animal en el planeta atrae a la pareja con el propósito de reproducirse. Los sapos inflaman sus cuerpos. Los gorilas machos golpean su pecho. ¿Alguna vez has visto a una langosta macho levantarse sobre las puntas de sus patas y chasquear sus pinzas, para llamar la atención de la hembra? Atracción es el primer elemento de toda la reproducción animal, incluyendo a los humanos. ¿Por qué no nos da su lista, señorita Sky?

Vee levantó cinco dedos. 

—Guapo, rico, indulgente, fieramente protector y un poquito peligroso. —Cada vez que mencionaba una descripción, bajaba un dedo. Joseph rió por lo bajo. 

—El problema con la atracción humana es que no se sabe si ésta será correspondida.
—Excelente punto —Dijo el Entrenador. 
—Los humanos son vulnerables —Continuó Joe —porque son capaces de ser heridos. 

Al decir eso, la rodilla de Joe chocó con la mía y yo me alejé porque no me atrevía a permitirme pensar qué quiso decir con ese gesto. El Entrenador asintió. 

—La complejidad de la atracción humana —y la reproducción— es una de las cosas que nos apartan de las otras especies. —creí escuchar a Joe bufar, pero fue un sonido muy suave, así que no podía estar muy segura. El Entrenador continuó —Desde el comienzo de los tiempos, la mujer ha sido atraída a hombres con fuertes destrezas de supervivencia —como inteligencia y fuerza física— porque los hombres con esas cualidades tienen más probabilidades de traer a casa cena al final del día. —el levantó sus pulgares y sonrió abiertamente —Cena equivale a supervivencia, equipo. 

Nadie rió. 

—Además, —Él continuó —los hombres están atraídos por la belleza porque eso indica salud y juventud. No tiene sentido emparejarse con una mujer enfermiza que no durará mucho para criar a los hijos. 
El Entrenador acomodó sus gafas en el puente de su nariz y soltó una risa ahogada. 
—Eso es tan sexista. —Protestó Vee —Dime algo que se relacione con la mujer del siglo XXI. 
—Si observa la reproducción con ojos científicos, señorita Sky, verás que los hijos son la llave de la supervivencia de nuestra especie. Mientras más hijos tengas, mayor es tu contribución para los genes.

Prácticamente escuché a los ojos de Vee ponerse en blanco. 
—Creo que finalmente nos estamos acercando al tema de hoy. Sexo. 
—Casi. —Dijo el Entrenador, alzando un dedo —Antes del sexo viene la atracción, pero antes de la atracción viene el lenguaje corporal. Tienes que comunicarle a tu potencial pareja que estás interesada, pero debes hacerlo sin muchas palabras. 

El Entrenador señaló al lado mío. 

—Muy bien, Joe. Digamos que estás en una fiesta. La habitación está llena de chicas de toda clase de formas y tallas. Ves rubias, morenas, pelirrojas y unas cuantas con pelo negro. Algunas son habladoras, mientras que otras parecen tímidas. Has encontrado una chica que encaja con tu perfil: atractiva, inteligente y vulnerable. ¿Cómo le dejas saber que estás interesado? 
—La saco aparte y hablo con ella. 
—Bien. Ahora la gran pregunta ¿Cómo sabes que ella está interesada o solo quiere que te vayas? 
—La estudio. —Dijo Joe —Descubro qué está pensando y sintiendo. Ella no va a decirme las cosas directamente, por lo cual debo prestar mucha atención. ¿Inclina su cuerpo hacia mí? ¿Me mira directo a los ojos y luego mira a otra parte? ¿Se muerde el labio y juega con su pelo de la manera que ________ está haciendo justo ahora? 

La risa aumentó en todo el salón. Yo dejé caer mis manos en mi regazo. 
—Ella está interesada. —Dijo Joe, dándole otra vez a mi pierna. De todas las cosas que pude hacer, me sonrojé. 
— ¡Muy bien! ¡Muy bien! —Dijo el Entrenador con voz cargada y sonriendo abiertamente por nuestra atención. 
—Los vasos sanguíneos de la cara de ______ se están ensanchando y su piel se ha acalorado. —Dijo Joe—Ella sabe que está siendo evaluada. A ella le gusta la atención, pero no está segura de cómo lidiar con ello. 
—Yo no me estoy sonrojando. 
—Ella está nerviosa. —Dijo Joe—Ella está acariciando su brazo para desviar la atención de su cara y llevarla hacia su cuerpo o quizá su piel. Ambos son puntos fuertes de interés. 

Yo casi me ahogo. Él está bromeando, me dije a mí misma. No, él está loco. No tengo experiencia lidiando con lunáticos y ahora se ha presentado. Sentí como si hubiera pasado la mayor parte de nuestro tiempo, juntos mirando boquiabierta a Joe. Si tenía alguna ilusión de ponerme a la par con él, iba a tener que encontrar alguna otra manera para lograrlo. Situé mis manos sobre la mesa, puse mi mentón en alto y traté de parecer que aún me quedaba algo de dignidad. 

—Esto es ridículo. 
Estirando su brazo con exagerada lentitud, Joe lo acomodó en el respaldo de mi silla. Tuve la extraña sensación de que esto era un reto dirigido directamente a mí y que a él le importaba poco lo que la clase pensara. Ellos rieron, pero él pareció no escucharlo, mirándome directamente a los ojos y sosteniendo la mirada de una manera que casi creí que él había creado para nosotros un pequeño y privado mundo que nadie podía alcanzar. Vulnerable, él articuló sin pronunciar palabra. Yo junté mis tobillos a las patas de mi silla y me incliné hacia delante, sintiendo el peso de su brazo caer tras la silla. Yo no era vulnerable. 

— ¡Y ahí lo tienes! —Dijo el Entrenador —Biología en marcha. 
— ¿Podríamos ahora hablar sobre sexo? —Preguntó Vee. 
—Mañana. Lee el capítulo siete y prepárate para discutirlo. 

La campana sonó y Joe arrastró su silla hacia atrás. 
—Eso fue divertido. Repitámoslo en alguna otra ocasión. 

Antes de que pudiera decirle algo menos lamentable que “no gracias”, él se fue detrás de mí y desapareció por la puerta.
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Hola chicas los capitulos son largos como pueden notar asi que se los podre en dos partes comenten (: ~ bere 
Berenice Jonas
Berenice Jonas


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Hush, hush |Adaptada (Joseph y tú)  Empty Re: Hush, hush |Adaptada (Joseph y tú)

Mensaje por Berenice Jonas Jue 01 Ago 2013, 10:41 pm

Capítulo 3 | 2da parte.

—Estoy comenzando una petición para que despidan al Entrenador. —Dijo Vee mientras se acercaba a mi mesa — ¿Qué pasó con la clase de hoy? Esto fue como porno. Prácticamente los acostó a ti y a Joe sobre la mesa de laboratorio, horizontalmente, sin ropa y haciendo el gran acto…
La corté en seco con una mirada que decía, ¿Parezco que quiero que me lo recuerden?
—Cielos. —Dijo Vee retrocediendo.
—Necesito hablar con el Entrenador. Te veré en las taquillas en diez minutos.
—Seguro.

Me abrí camino hacia el escritorio del Entrenador en donde él estaba inclinado sobre un libro de jugadas de baloncesto. A primera vista, todas las X y O parecían como si él hubiera estado jugando al tic—tac—toe.
—Hola, _______. —Él dijo sin mirar — ¿Qué puedo hacer por ti?
—Estoy aquí para decirte que el cambio de compañeros y el plan de clase me está haciendo sentir incómoda.
El Entrenador se echó para atrás en su silla y puso sus manos detrás de su cabeza.
—Me gusta cómo están acomodados casi tanto como esta nueva jugada que estoy trabajando para el juego del sábado en la noche. Puse justo sobre el libro de jugadas una copia sobre los derechos del código de conducta escolar.
—Por ley, ningún estudiante debería sentirse amenazado en propiedad escolar.
— ¿Te sientes amenazada?
—Me siento incómoda y me gustaría proponer una solución. —Como el Entrenador no me interrumpió, respiré con más seguridad —Seré tutora de cualquier estudiante de cualquiera de sus clases de Biología, si me sientas otra vez junto a Vee.
— Joe podría usar un tutor.

Resistí tronar mis dientes.
—Eso contradice mi punto.
— ¿Lo viste hoy? Él estaba envuelto en la discusión. Nunca lo había escuchado decir ni una palabra en todo el año, pero lo siento a tu lado y bingo. Sus calificaciones aquí van a mejorar.
—Y las de Vee van a empeorar.
—Eso es lo que pasa cuando ya no puedes mirar hacia tu lado para saber la contestación correcta. —Él dijo secamente.
—El problema de Vee es falta de dedicación. Seré su tutora.
—No puedes hacer eso. —Mirando a su reloj, dijo —Llego tarde a una reunión. ¿Tienes algo más que decir?

Me quedé con la boca abierta a medias, escurriendo mi cerebro para que escupiera algún otro argumento, pero parecía que estaba falto de inspiración.

—Vamos a darle un par de semanas al asunto de los compañeros de silla. Ah, y estaba hablando en serio acerca de ser la tutora de Joe. Estoy contando contigo.

El Entrenador no esperó por mi respuesta, comenzó a silbar la tonada de Jeopardy y salió por la puerta. A las siete de la tarde el cielo se puso azul oscuro y subí la cremallera de mi abrigo buscando más calor. Vee y yo salíamos del cine, después de ver El Sacrificio, y nos dirigíamos al estacionamiento. Mi trabajo en el eZine era hacer reseñas de películas, y como ya había visto todas las demás películas en cartelera, nos resignamos a ver lo último del cine urbano.

—Ésa —Dijo Vee —fue la película más grotesca que he visto en mi vida. Como norma, ya no volveremos a ver nada que tenga que ver con terror.

Bien por mí. Estaba comenzando a sentirme un poco paranoica tomando en consideración que anoche alguien estuvo acechando tras la ventana de mi cuarto y a eso le sumamos que hoy vimos una película que trata sobre un acosador.

— ¿Puedes imaginar —Dijo Vee —vivir toda tu vida sin saber que la única razón por la cual sigues con vida es porque serás usada como un sacrificio?
Ambas nos estremecimos.
— ¿Y qué pasa con ese altar? —Ella continuó, sin darse cuenta de que me estaba fastidiando y de que preferiría hablar sobre el ciclo de vida de los hongos antes de hablar sobre la película — ¿Por qué el chico malo prendió la piedra en fuego antes de atarla a ella? Cuando escuché su piel chisporrotear…
— ¡Ya está bien! —Prácticamente grité. — ¿A dónde vamos ahora?
— ¿Y puedo decir que si alguna vez un chico me besa así, vomitaré? Repulsivo ni siquiera describe qué estaba pasando con su boca. ¿Eso era maquillaje, verdad? O sea, nadie tiene una boca así en la vida real…
—Mi reseña tiene que estar lista para la media noche. —Dije parándome frente a ella.
—Ah. Sí. A la biblioteca entonces. —Vee abrió las puertas de su Dodge Neon del 95 color violeta. —Estás siendo demasiado susceptible ¿Lo sabías?

Me deslicé en el asiento del pasajero.

—Culpa a la película. Culpa a Tom el Espía, que estaba anoche en mi ventana.
—No estoy hablando solamente de hoy. He notado —Dijo ella con una mueca traviesa —que durante los últimos dos días has estado inusualmente malhumorada por una buena media hora después de la clase de Biología.
—Eso también es fácil. Culpa a Joe.

Los ojos de Vee se posaron en el espejo retrovisor, lo ajustó para ver mejor sus dientes, los lamió y luego dio una sonrisa practicada.

—Tengo que admitir que su lado oscuro llama mi atención.

Yo no tenía ningún deseo de admitirlo, pero Vee no era la única. Me sentía atraída por Joe de una manera que nunca había sentido por nadie. Entre nosotros había un siniestro magnetismo. Cuando estaba cerca de él me sentía atraída al borde del peligro. Se sentía como si en cualquier momento él podría empujarme por el abismo.

—Escucharte decir eso me hace querer…

Hice una pausa, intentando pensar qué era exactamente lo que nuestra atracción hacia Joseph me hacía querer hacer. Algo no placentero.

—Dime que no crees que él es guapo —Dijo Vee —y prometo nunca más hablar de él.

Extendí la mano para encender la radio. Con tantas cosas que hacer, debe haber algo mejor que arruinar nuestra noche hablando abstractamente de Joe. Sentarme una hora al lado de él todos los días, cinco días a la semana, era más de lo que podía soportar. Tampoco le iba a dar mis noches.

— ¿Y bueno? —Presionó Vee. —Él puede ser guapo, pero yo seré la última en saberlo. En esto soy un jurado corrupto, lo siento.
— ¿Qué se supone que significa eso?
—Significa que no soporto su personalidad. Ninguna cantidad de belleza podría arreglar eso.
—No es belleza. Él es… difícil de explicar. Sexy.
Yo puse mis ojos en blanco. Vee sonó la bocina y frenó en seco mientras otro coche se ponía frente a ella.
— ¿Qué? ¿No estás de acuerdo, o es que no es tu tipo?
—No tengo un tipo. —Dije —No soy tan estrecha.

Vee rió.
—Tú, nena, eres más que estrecha. Estás confinada. Hacinada. Tu espectro es tan ancho como uno de los micro—organismos del entrenador. En la escuela hay pocos chicos, si es que hay alguno, de los cuales podrías enamorarte.
—Eso no es cierto. —Dije automáticamente. No fue hasta que lo dije que me pregunté cuán ciertas eran mis palabras. Nunca he estado interesada en nadie. ¿Tan rara era? —No tiene que ver con los chicos, es sobre… amor. No lo he encontrado.
—No se trata de amor. —Dijo Vee —Se trata de divertirse.
Dudosa, junté mis cejas.
—Besar un chico, no sé. No me interesa. ¿Es divertido?
— ¿No has estado prestando atención a la clase de Biología? Es mucho más que besarse.
—Ah. —Dije como si hubiera descubierto el mayor de los conocimientos —La población humana ya está bastante elevada sin tenerme a mí para contribuir a ello.
— ¿Quieres saber quién creo que sería muy bueno en eso?
— ¿Bueno?
—Bueno. —Repitió con una sonrisa indecente.
—No quiero saberlo.
—Tu compañero.
—No lo llames así. —Dije —Compañero tiene una connotación positiva.

Vee acomodó su coche en un espacio cerca de las puertas de la biblioteca y apagó el motor.
— ¿Alguna vez has fantaseado con besarlo? ¿Alguna vez lo has visto de reojo y has imaginado lanzarte y cerrar tu boca con la suya?

Yo la miré con una mirada que deseé que luciera bastante alarmada.
— ¿Tú lo has hecho? —Vee sonrió abiertamente. Traté de imaginar qué haría Joe si supiera esta información. Con lo poco que sabía de él, sentía que su aversión hacia Vee era lo suficientemente concreta como para tocar. —Él no es lo suficientemente bueno para ti.

Ella gimió.
—Cuidado. Solo estás haciendo que lo desee más.

Dentro de la biblioteca ocupamos una mesa en el primer nivel, cerca de la sección de ficción para adultos. Abrí mi ordenador portátil y escribí El Sacrificio, dos estrellas y media. Dos y media era probablemente demasiado bajo, pero tenía tantas cosas en mi mente que no me sentía particularmente equitativa. Vee abrió una bolsa de frituras de manzana.

— ¿Quieres?
—Estoy bien, gracias.
Ella miró a la bolsa.
—Si no te las comes tendré que hacerlo yo, y en realidad no quiero.
Vee estaba en la dieta de frutas. Tres frutas rojas diarias, dos azules y muchas verdes…Ella alzó una fritura y la examinó.
— ¿Qué color? —Le pregunté.
—Verde hazme vomitar. Creo.

Justo en ese momento Marcie Millar, la única estudiante de segundo curso que logró ser porrista en la historia de Coldwater High, se sentó en la esquina de nuestra mesa. Su cabello rojizo estaba recogido en trenzas y, como siempre, su piel estaba cubierta por media botella de maquillaje. Estaba segura de que había acertado en la cantidad de maquillaje porque no se notaban sus pecas. No he vuelto a ver ninguna de sus pecas desde séptimo grado, el mismo año que descubrió Mary Kay. Había tres cuartos de pulgada entre el final de su falda y el comienzo de su ropa interior… si es que llevaba puesto algo.
—Hola talla grande. —Le dijo Marcie a Vee.
—Hola fenómeno. —Le contestó Vee.
—Mi madre está buscando modelos en esta semana. El pago son nueve dólares la hora. Pensé que estarías interesada. —La madre de Marcie maneja el JCPenney local y en los fines de semanas tiene a Marcie y al resto de las porristas desfilando bikinis en las vitrinas que dan a la calle —Se le ha hecho muy difícil conseguir modelos para ropa interior de talla extra grande. —Dijo Marcie.
—Tienes comida atorada en tus dientes. —Vee le dijo a Marcie —En la grieta que hay entre tus dos dientes frontales. Parece como chocolate laxante…—Marcie lamió sus dientes y se bajó de la mesa. Mientras ella se alejaba ostentosamente, Vee —a espaldas de Marcie— metió su dedo en la boca y fingió que se provocaba el vómito.
—Tiene suerte de que estamos en la biblioteca. —Me dijo Vee —Tuvo suerte de que no nos hubiéramos encontrado en un callejón oscuro. Última oportunidad, ¿quieres una fritura?
—Paso.

Vee se fue para tirar las frituras. Minutos más tardes regresó con una novela de romance. Se sentó al lado mío y, mostrando la carátula, dijo.
—Algún día éstas vamos a ser nosotras. Violadas por dos vaqueros medio desnudos. Me pregunto cómo se sentirá besar labios tostados por el sol y manchados de barro…
—Sucio. —Murmuré mientras seguía escribiendo en mi portátil.
—Hablando de sucio. —Y alzó la voz inesperadamente —Ahí está nuestro chico.

Dejé de escribir, miré sobre mi portátil y mi corazón soltó un latido. Joe estaba parado al otro lado de la habitación, haciendo fila para llevarse un libro. Como si él sintiera que lo estaba mirando, se volvió y nuestros ojos se encontraron por tres segundos. Yo fui la primera en mirar a otra parte, pero no sin antes recibir una lenta sonrisa. Mi corazón comenzó a latir erráticamente y me dije a mí misma que me tranquilizara. Yo no iba a seguir por este camino. No con Joe. De ninguna manera, a menos que estuviera loca.

—Vámonos. —Le dije a Vee mientras cerraba mi portátil, lo guardaba y metía mis libros dentro de mi mochila, dejando caer unos cuantos mientras lo hacía. Vee dijo.
—Estoy intentando leer el título del libro que tiene… espera… Cómo ser un Acosador.
—Él no se va a llevar un libro con ese título. —Pero no estaba segura.
—Es eso o Cómo Ser Sexy Sin Intentarlo.
— ¡Shhh! —Silbé entre dientes.
—Cálmate, él no puede escucharnos. Está hablando con la bibliotecaria. Está registrando el libro para llevárselo.
Confirmando esto con una rápida mirada, me di cuenta de que si nos íbamos ahora probablemente nos encontraríamos con él en la salida y entonces tendría que decirle algo. Me acomodé de nuevo en la silla y comencé a buscar en mis bolsillos ninguna cosa en particular mientras él terminaba el proceso del libro.
— ¿Crees que será raro que él esté aquí a la misma vez que nosotras? —Preguntó Vee.
— ¿Tú lo crees así?
—Yo creo que te está siguiendo.
—Yo creo que es una coincidencia. —Esto no era del todo cierto. Si tuviera que hacer una lista de los primeros diez lugares en donde pensaría encontrar a Joseph en cualquier noche, la biblioteca no sería uno de ellos. La biblioteca no estaría ni en los primeros cien lugares. Entonces, ¿qué estaba haciendo él aquí? La pregunta era particularmente perturbadora después de lo que pasó anoche. No se lo había mencionado a Vee porque pensaba que se iba a reducir y marchitar en mi memoria hasta que dejara de existir. Punto.
— ¡ Joe! —Susurró Vee teatralmente — ¿Estás acosando a ________?
Yo planté mi mano en su boca.
—Deja eso y lo digo en serio. —Le dije adoptando una expresión severa.
—Apuesto a que te está siguiendo. —Dijo Vee apartando mi mano —Apuesto a que ya tiene un historial en esto. Apuesto a que ha tenido órdenes de alejamiento. Deberíamos colarnos en la oficina, podría estar todo en su archivo estudiantil.
—No nos vamos a meter en la oficina.
—Yo podría crear alguna distracción. Soy buena en eso. Nadie te vería entrando. Podríamos ser como espías.
—Nosotras no somos espías.
— ¿Sabes cuál es su apellido? —Preguntó Vee.
—No.
— ¿Sabes algo sobre él?
—No, y me gustaría mantenerlo así.
—Ay, vamos. Te encantan los misterios y éste no podría ser mejor.
—Los mejores misterios están relacionados con cadáveres. No tenemos un cadáver.
— ¡Todavía! —Chilló Vee.

Saqué de la botella dos píldoras de hierro y me las tragué. Después de las nueve y treinta, Vee estaba entrando en la carretera de su casa, apagando el motor y sacudiendo las llaves enfrente de mí.

— ¿No me vas a llevar a casa? —Le pregunté. Una pérdida de aliento porque ya sabía qué iba a responder.
—Hay neblina.
—Neblina parcial.
Vee sonrió abiertamente.
—Ay, niña. Estás pensando en él. No te culpo. Personalmente, espero soñar con él esta noche. Y la neblina siempre se pone peor cerca de tu casa. —Continuó Vee —Me asusta cuando ya es de noche.
Agarré las llaves.
—Muchas gracias.
—No me culpes. Dile a tu madre que se mude más cerca. Dile que existe este nuevo club llamado civilización y ustedes podrían unirse.
—Supongo que mañana te tengo que recoger para ir a la escuela. ¿Cierto?
—A las siete y media estaría bien. Haré el desayuno.
—Más vale que sea bueno.
—Sé buena con mi bebé. —Ella acarició el dash del Neon —Pero no demasiado buena. No quiero que piense que hay alguien mejor que yo.
Mientras conducía a mi casa, me permití pensar un poco en Joe. Vee tenía razón, algo en él era increíblemente seductor y también increíblemente espeluznante. Mientras más pensaba en ello, más me convencía de que algo en él era… extraño. El hecho de que a él le gustara contrariarme no era exactamente algo nuevo, pero había una diferencia cuando a molestarme en la clase se le suma el que posiblemente me esté siguiendo a la biblioteca para contrariarme aún más. No mucha gente se tomaría tantas molestias… a menos que tenga una muy buena razón. A mitad de camino, la lluvia comenzó a caer, dividiendo mi atención entre el camino y el volante, mientras intentaba localizar los, limpia parabrisas.

Las luces de la calle comenzaron a parpadear y me pregunté si se avecinaba alguna tormenta más fuerte. El clima cambia constantemente estando tan cerca del océano y un aguacero puede rápidamente convertirse en una inundación. Decidí acelerar el Neon. Las luces de afuera volvieron a parpadear. Una sensación fría recorrió mi nuca y se me puso la piel de gallina. Mi sexto sentido gradualmente se puso en alerta máxima. Me pregunté si pensaba que estaba siendo perseguida. Por mi retrovisor no veía ninguna luz y al frente tampoco había ningún coche. Estaba completamente sola. No era un pensamiento muy reconfortante. Aceleré el coche a cuarenta y cinco. Encontré los, limpia parabrisas, pero aunque estaban a velocidad máxima, no podían contra la pesada lluvia.

La luz del semáforo que estaba más al frente cambió a amarillo. Me detuve lentamente, verifiqué que no hubiera tráfico y luego atravesé la intersección. Escuché el impacto antes de que registrara la oscura silueta deslizarse a través del techo del coche. Grité y frené en seco. La silueta dio un golpazo contra el parabrisas y lo agrietó. Por impulso, moví el volante bruscamente hacia la derecha. La parte trasera del Neon patinó, haciéndome dar vueltas en la intersección.

La silueta dio vueltas y desapareció en el borde del techo. Yo estaba aguantando la respiración, apretando el volante entre los nudillos blancos de mis manos. Levanté mis pies de los pedales y el coche se detuvo. Él estaba agachado a poca distancia, observándome. Él no parecía para nada… herido. Estaba vestido completamente de negro y se confundía con la noche, haciendo difícil ver cómo era. Al principio no pude distinguir ningún rasgo facial y luego me di cuenta de que llevaba puesta una máscara de esquiar. Él se paró y aminoró la distancia entre ambos. Plantó su mano en el cristal de la ventana del conductor y nuestros ojos se encontraron a través de los agujeros de su máscara. Una sonrisa letal pareció crecer en los suyos. Nuevamente aporreó el cristal y éste vibró entre nosotros.

Arranqué el coche, intenté sincronizarlo poniendo el cambio en primera, apretando el pedal de gasolina y soltando el embrague. El motor hizo el intento de prender, pero luego se volvió a apagar. Arranqué el motor una vez más, pero estaba distraída por un gemido metálico y desentonado. Observé con horror cómo la puerta comenzaba a arquearse. Él la estaba arrancando. Con fuerza, puse la palanca de cambio en primera. Mis zapatos resbalaban en los pedales. El motor comenzó a gruñir y el contador de revoluciones subió hasta la zona roja. Su puño atravesó la ventana con una explosión de vidrios. Su mano pasó torpemente por mi hombro y luego se aferró a mi brazo. Lancé un ronco grito, pisé fuerte el pedal de gasolina y me liberé de su agarre. El Neon comenzó a moverse haciendo chillidos. Él por un tiempo se mantuvo corriendo al lado del coche y agarrando mi brazo, pero luego me soltó. Aceleré más actuando bajo los efectos de la adrenalina. Miré por el espejo retrovisor para asegurarme de que él no me estaba siguiendo y luego giré el espejo para que diera a otra parte. Tuve que morderme los labios para evitar sollozar.

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Hola chicas como estan? aqui les dejo la continuacion comenten las quiero bye ! n.n
Berenice Jonas
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Mensaje por Lemoine Jue 01 Ago 2013, 11:31 pm

Hola niña,, me llamo Tanya',, también soy de México,, vivo en Toluca ;) jejeje me encanta este libro,, es súper misterioso y es fácil de confundir,, lo digo porque he leído los dos primeros libros otra chica ya los ha subido aquí mismo pero en la sección Adaptados,, con ella se llaman Un Ángel Caído y Un Amor Prohibido igual veo que hay chicas no lo han leído,, vale suerte,, besos!!!
Lemoine
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