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Dulce Locura Nicholas y (__Tn) (TERMINADA)
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
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Re: Dulce Locura Nicholas y (__Tn) (TERMINADA)
3. Historias de Filadelfia
Parte 2.
Maraton 2/4
Nicholas tenía la sensación de que el cielo estaba siempre azul y de que nada podía salirle mal. En el trabajo, a pesar del estrés habitual, todo iba sobre ruedas, e incluso le parecía que Juan empezaba a levantar cabeza. A lo largo de los últimos días, Nicholas había compartido más de un café con él, que le había contado cómo iban avanzando sus trámites de divorcio. Al parecer, los hijos del matrimonio ya estaban al tanto de toda la verdad, y ambos, aunque no le habían dado completamente la espalda a su madre, se habían puesto claramente a favor de su progenitor.
A Nicholas siempre se le había dado bien escuchar, el problema lo tenía a la hora de hablar. Era perfectamente capaz de escuchar durante horas y horas las dudas y conflictos de sus amigos, y siempre trataba de ayudarlos y aconsejarles de la mejor manera posible, pero nunca, nunca, compartía nada con ellos. Amanda siempre se lo echaba en cara, y Ágata, aunque hacía menos que la conocía, también le había dicho en más de una ocasión que le gustaría saber más cosas de él. Las dos tenían razón, Nicholas nunca hablaba de su vida, ni de sus sueños, ni de su familia, y mucho menos de su infancia. Hasta que conoció a (_Tn), pensó por enésima vez mientras dibujaba el rostro de ella en una de las tapas de su cuaderno. Lo había abierto para dibujar un edificio de la Rambla que esa mañana le había llamado la atención, y, sin saber cómo ni por qué, terminó dibujando sus ojos. Hacía muy poco que la conocía, pero esas semanas habían significado mucho para él. (_Tn) era la primera persona con la que Nicholas tenía la sensación de poder ser él mismo, algo que antes sólo le había sucedido con la señora Potts, su niñera. Pero además, sentía hacia (_Tn) una especie de atracción inexplicable. Completamente desconocida para él hasta entonces. Cierto que había tenido sus historias, pero nunca antes había tenido la sensación de que cada momento contaba. Y eso era lo que sentía cuando la veía; que cada segundo era importante. Todavía no la había besado, ni siquiera le había cogido la mano. Y no lo había hecho porque quería que fuera especial. Él, que siempre había preferido las relaciones prácticas y que nunca se había planteado dejar entrar a otra persona en su complicado mundo, quería que su primer beso fuera especial. Y lo habría sido, de no ser por aquella llamada..
—¿Sí? —preguntó al descolgar el teléfono de su despacho.
—Nicholas —dijo la recepcionista—, te paso una llamada de Londres.
—Gracias —respondió él sin prestar demasiada atención, pero al escuchar la voz procedente del otro lado se quedó helado.
—¿Nicholas ? Soy yo, tu padre.
—¿Harrison? —Hacía años que había decidido llamar a su padre por su nombre. El hecho de que genéticamente hablando le debiera la vida no le daba derecho a ostentar tal título.
—Veo que sigues igual —dijo el otro hombre, severo—. No importa. Necesito que vengas a Londres inmediatamente.
«¿Necesito?»
—¿Cómo has conseguido este número? —logró preguntar Nicholas sin recuperar todavía la compostura.
—He llamado a tu despacho en Londres. Unos amigos nos dijeron que trabajabas allí —le explicó, como si fuera lo más normal que lo llamara después de dieciséis años de silencio—. Te he reservado un vuelo para mañana. Llegarás a Heathrow a las cuatro de la tarde, y habrá alguien esperándote.
—Un momento —dijo él—. ¿Puede saberse a qué viene todo esto?
—Tengo leucemia, Nicholas . Y los doctores creen que un trasplante de médula podría ser la solución.
—Pero...
—Ninguno de tus hermanos es compatible. Y encontrar un donante lleva tiempo. Tiempo del que no dispongo. Así que, por una vez en tu vida, podrías serme útil —sentenció Harrison Jonas con crueldad.
«Y pensar que había estado a punto de decir que sí», pensó Nicholas .
—No voy a ir.
—Sabía que ibas a decir eso —dijo sarcástico—. Mis abogados han preparado la documentación necesaria para solicitar tu presencia por vía judicial. Tú eliges, o vienes mañana por las buenas, o vendrás dentro de unos días por las malas.
Nicholas respiró hondo y se recordó que ya no era un niño indefenso, desesperado por obtener la aprobación y el respeto de su padre. Y del resto de su familia.
—No creo que te apetezca montar un escándalo —continuó el hombre—, al fin y al cabo, tienes una reputación que mantener. Y, que yo sepa, me debes gran parte de ella. Sin mi dinero...
—Está bien. Iré. —Apretaba el auricular con tanta fuerza que temió que fuera a romperse—. Pero no hace falta que nadie venga a buscarme. Dime en qué hospital estás.
Su padre le proporcionó los datos sin inmutarse y sin darle las gracias. Y Nicholas colgó antes de perder la poca calma que había conseguido mantener. Respiró hondo y abrió y cerró los puños unas cuantas veces. Hacía muchos años que no escuchaba el tono de desprecio de Harrison Jonas , pero al parecer seguía afectándolo. En un acto reflejo, sacó el ipod que guardaba en un cajón y escuchó la canción que la señora Potts le ponía de pequeño. Era una canción de lo más tonta, y a Miriam, la señora Potts, le daba vergüenza cantársela, pero al final Nicholas siempre conseguía convencerla. La voz de Dean Martin y las notas de That's amore lo fueron apaciguando, pero por desgracia no consiguieron hacerle olvidar lo que había recordado al hablar con su padre.
Era viernes, y a eso de las seis lo llamó (_Tn) para preguntarle a qué hora era la película. Su voz lo devolvió a la realidad, pero a una realidad en la que ya no brillaba el sol. Una realidad en la que Nicholas no estaba ni de lejos preparado para contarle su historia, así que le dijo que pasaría a visitarla al cabo de una hora y pensó en lo que iba a hacer para alejarse de ella.
(_Tn) escogió con mucho esmero la ropa de esa noche. Aquellos últimos días habían sido increíbles, ella nunca se había sentido así; incapaz de concentrarse, pero al mismo tiempo convencida de que sola podía derrotar al mundo entero. Cada vez que veía a Nicholas se olvidaba de las clases, del examen del MIR, y de todo lo demás, pero sabía que si él seguía mirándola de aquel modo sería capaz de superar cualquier obstáculo. Todo era exactamente como siempre había soñado; el único pequeño, pequeñísimo problema, era que todavía no se habían besado, por eso había decidido tomar las riendas del asunto y que de esa noche no pasara. Esa noche iba a besar a Nicholas , y seguro que todo sería todavía más perfecto.
Fueron al cine, la película resultó ser malísima, pero a diferencia de otras ocasiones en las que eso les servía para darse un hartón de reír, esa noche Nicholas estaba muy callado. Cuando (_Tn) le preguntó qué le pasaba, él se limitó a responderle que estaba cansado. Fueron a cenar, y (_Tn) tuvo la sensación de que él la miraba de un modo distinto. Ella siempre había creído que Nicholas tenía los ojos tristes, pero aquella noche parecían desolados. Trató de cogerle la mano por encima de la mesa, pero él la apartó con disimulo. En el camino de regreso a su piso, (_Tn) se dijo que no pasaba nada malo, que sólo estaba cansado, tal como le había dicho el propio Nicholas , y trató de quitarle importancia a lo mal que había ido la noche. Llegaron al portal y él se agachó para besarla en la mejilla. Ella, sin darse tiempo para pensarlo, giró ligeramente la cara y lo besó en los labios.
Y él no hizo nada. Nada. Se quedó quieto como una estatua, completamente inmóvil. (_Tn) creyó notar que a él le temblaban las manos, pero debió de equivocarse, pues lo único que hizo fue levantarlas para sujetarla por los hombros y apartarla con cuidado. (_Tn) apretó los ojos, que todavía tenía cerrados, y deseó que, literalmente, la tierra se la tragara. La primera vez que ella tomaba la iniciativa y no podía salirle peor. Soltó el aliento que contenía y abrió los ojos, consciente de que, si quería salir de aquello con la dignidad intacta, tenía que enfrentarse a Nicholas .
—Lo siento —le dijo con la voz más firme de lo que había esperado.
—No. —Él dio un paso hacia atrás—. No te disculpes. Yo... —respiró hondo— debería habértelo dicho antes.
Melena, que lo único que quería era irse de allí cuanto antes, se obligó a quedarse y a mirarlo a los ojos.
—¿El qué?
—Yo, mira, (_Tn), estas últimas semanas. —Metió las manos en los bolsillos del abrigo—. Estas últimas semanas repitió— han estado muy bien, pero yo... Yo no te veo de ese modo. —Ella enarcó una ceja y él continuó—: Yo sólo quiero que seamos amigos.
—Amigos —repitió (_Tn)—. Comprendo.
—Lamento haberte confundido —insistió él—. No era mi intención. Mira, casi nos llevamos diez años, no me malinterpretes, me gusta estar contigo.
—Pero sólo como amiga —dijo, furiosa consigo misma por haberse permitido soñar que Nicholas se estaba enamorando de ella.
—Sí, sólo como amiga. —Señaló con la cabeza calle abajo—. Será mejor que me vaya. Es muy tarde.
—Por supuesto —(_Tn) se aferró al mal humor para ver si así conseguía entrar en su casa sin llorar—. Supongo que ya nos veremos.
—Claro. Ya nos veremos —Nicholas la miró a los ojos y ella creyó ver de nuevo en ellos la desolación que había visto en el restaurante—. Adiós.
(_Tn) abrió la puerta del portal como una autómata y subió la escalera hasta su piso con lágrimas en los ojos. No estaba enfadada porque él no le correspondiera, se repetía una y otra vez, al fin y al cabo, hacía menos de un mes que se conocían. Estaba enfadada porque, por primera vez en su vida, se había permitido correr el riesgo de bajar la guardia, de abrirle su corazón y su alma a alguien o al menos de intentarlo, y él sólo quería ser su amigo.
—Lo que te pasa es que pasa es que tienes el orgullo herido —dijo en voz alta—. Eso es lo que te pasa. Nada más.
Ya en su piso, se puso el pijama furiosa y lanzó toda la ropa para lavar, como si así con el jabón y el suavizante, pudiera también eliminar el recuerdo de aquel estúpido beso. Si es que a aquello podía llamársele beso. Sintió que una última lágrima le resbalaba por la mejilla y se la secó con el dorso de la mano. «Mira que hay que ser tonta para empezar a soñar con un hombre al que casi acabas de conocer —le dijo una voz en su cabeza—. ¿Y qué esperabas? Tan sólo habéis ido al cine unas cuantas veces, y a tomar unos cuantos cafés.» «Sí —dijo otra voz—, pero me enseñó sus dibujos, y me sonrió.» Lo de discutir consigo misma carecía complemente de sentido, y sólo serviría para hacerla enfadar más, así que al final, (_Tn) optó por irse a la cama. Quizá lloraría de nuevo, pero seguro que al día siguiente estaría mejor.
No lo estuvo, al principio creyó que sí, pero a media tarde la llamó Ágata para proponerle si quería ir a cenar con ellos, y la muy boba no pudo evitar preguntarle si Nicholas también iba a estar. Su hermana, completamente ajena a la tragedia de la noche anterior, le dijo que no, que había hablado con él esa misma mañana y que se había ido a Suiza a pasar el fin de semana con una sueca, o a Suecia con una suiza. Daba igual.
Ahora sí que a (_Tn) le quedaban las cosas claras. Diáfanas. Tragó saliva, y orgullo, y le dijo a Ágata que no podía acompañarlos. Afortunadamente, su hermana no notó nada extraño en su voz y la dejó colgar sin más.
Y (_Tn), aunque pasó un fin de semana horrible, con una caja de pañuelos de papel como única compañía y alternando entre ataques de llanto y de rabia, emergió el lunes más fuerte y decidida que antes. Había cometido un error, uno que no volvería a cometer, y en el fondo tenía que estarle agradecida a Nicholas por la lección.
ElitzJb
Re: Dulce Locura Nicholas y (__Tn) (TERMINADA)
4. Los Gonnies
Parte 1.
Maraton 3/4
Después de despedirse de (_Tn), Nicholas se pasó todo el camino de regreso a su apartamento soltando todos y cada uno de los tacos que sabía. Tanto en inglés como en español. La llamada de su padre le había recordado sus limitaciones, y no era justo que arrastrara a (_Tn) con él. Ella no se lo merecía. (_Tn) se merecía a alguien mucho mejor que él. Alguien completo, alguien más valiente. Alguien que tuviera algo que ofrecerle. Durante toda la tarde, y también mientras estaban en el cine, viendo aquella película tan horrible, se dijo a sí mismo que, aunque le costara, se apartaría de ella. Y se dijo a sí mismo que era imposible que (_Tn) notara nada raro; seguro que no sentía nada hacia él.
Nicholas no se atrevería a decir que se había enamorado de (_Tn) en tan poco tiempo, pero sí diría sin ninguna duda que era la única mujer que lo había tentado a hacerlo. Hablar con su padre lo había hecho sopesar si merecía la pena correr tal riesgo. Durante unos instantes, Nicholas llegó a la conclusión de que sí; merecía la pena. Le contaría a (_Tn) toda la verdad y seguro que saldrían adelante. Pero cuando volvió a verla, con sus dulces ojos castaños, su sincera sonrisa y su fascinante inteligencia, supo que no podía hacerlo. Ella se merecía algo mejor. Y Nicholas lo había llevado bastante bien, pensó, hasta el beso. Ni siquiera se le había pasado por la cabeza que (_Tn) pudiera besarlo. Jamás. Así que cuando sintió sus labios pegados a los de él un estremecimiento le recorrió todo el cuerpo. Durante unos segundos no pudo ni moverse, y, cuando reaccionó, lo que de verdad hubiese querido hacer habría sido cogerla en brazos, pegarla contra el portal y devorarla entera. Pero no lo hizo, sino que, temblando, levantó las manos y la apartó. El primer maldito gesto noble que hacía en toda su vida y había terminado por herir a la primera y única mujer que le había llegado al corazón.
Frustrado, y enfadado con el destino y con su propia cobardía, Nicholas preparó las maletas para el día siguiente. Había reservado una habitación en un hotel de Londres, cerca del hospital donde su padre había pedido hora para hacerle las pruebas. No quería ir a su apartamento, porque si lo hacía tendría que avisar a Amanda y a Zac , y contarles algo, y no quería mentir a sus amigos. Se quedaría en el hotel y dejaría que los seguramente carísimos médicos de su padre le sacaran toda la sangre que quisieran, y luego regresaría a Barcelona. En el trabajo les había dicho que le había surgido un problema familiar, pero que regresaría el lunes sin falta, pero tanto Juan como el superior de ambos le dijeron que no se preocupara; tenía tantas horas extras acumuladas que podía quedarse en Inglaterra tranquilamente un par de días. Nicholas rechazó la oferta, pero en esos momentos, tumbado en la cama esperando a que llegara la hora de salir hacia el aeropuerto, pensó que tal vez le iría bien quedarse allí uno o dos días, aunque sólo fuera para pensar. Quizá pudiese aprovechar e ir a visitar a la señora Potts. Sí, se quedaría hasta el martes e iría a ver a Miriam Potts.
Nicholas estaba en el aeropuerto de El Prat, casi a punto de embarcar, cuando le sonó el móvil y vio que era Ágata. Estuvo tentado de no cogerlo, pero al final lo hizo. Durante unos segundos pensó que su amiga iba a reñirlo por haber herido a su hermana pequeña, pero Ágata sólo llamaba para invitarlo a cenar con ellos esa misma noche. Nicholas , consciente de que (_Tn) terminaría por enterarse, aprovechó para inventarse algo que cimentara todavía más las estupideces que le había dicho la noche anterior frente al portal. Improvisando, algo que se le daba muy bien desde pequeño, le explicó que se iba a Suiza con una amiga azafata. Como historia no mataba, pero serviría. Ágata se quedó seria durante unos segundos, aunque después se despidió de él con normalidad y le dijo que tuviera un buen vuelo.
—Sí, genial —farfulló, apagando el móvil para ponerse en la cola.
Una vez sentado en el avión, Nicholas esperó a que despegaran para buscar el ipod que llevaba encima. Se puso los auriculares y buscó algo tranquilo. Cerró los ojos y trató de dormir, convencido de que su fin de semana sólo podía empeorar.
Londres, casi treinta años atrás
Nicholas regresó del colegio secándose las lágrimas de las mejillas que aún tenía cubiertas de barro. Los colegios privados podían tener muchas ventajas, pero una pelea era una pelea en todas partes, y, últimamente, Nicholas siempre perdía. Su hermano Joe no sólo no lo defendía, sino que animaba a aquellos dos brutos que siempre le pegaban. Y, por suerte, Sabina asistía a otro colegio, uno sólo de niñas, si no tampoco lo habría ayudado. Se habían reído de él. Otra vez. Estaba harto. Harto de no poder defenderse de aquellos ataques, y harto de que nadie lo creyera, de que nadie quisiera ayudarlo. Entró en casa. Para variar, su madre no estaba, seguro que tenía algún acto benéfico muy importante al que asistir, pero bueno, de haber estado se habría limitado a mirarlo horrorizada y a ordenarle que fuera a cambiarse. Su padre tampoco estaba, pero claro, Harrison Jonas nunca estaba en casa. A no ser que celebrasen una fiesta y tuviera que presumir de familia perfecta delante de alguien más importante y engreído que él.
—¿Qué te ha pasado, Nicholas ? —le preguntó la señora Potts al verlo entrar en la cocina.
Miriam Potts debía de tener por aquel entonces unos cuarenta años, era viuda y no tenía hijos, y los Jonas la habían contratado como niñera de sus tres vástagos. La mujer trataba de cuidar bien de todos, pero para cualquiera que la viera, era más que evidente que sentía predilección por el pequeño Nicholas , que al parecer era el único de aquella familia con un corazón en el pecho en vez de una piedra, o una máquina de hacer billetes.
—Nada —respondió él, orgulloso—. Me he caído.
—¿Y el suelo te ha dejado los cinco dedos marcados en la mejilla? —Se arrodilló delante de él y tocó el bolsillo desgarrado de la americana del uniforme—. Quítatela, te la coseré en seguida. Y ve a ponerte algo más cómodo, yo mientras te prepararé un chocolate caliente.
Nicholas sorbió por la nariz y obedeció a la niñera, que le dio un beso en la mejilla antes de incorporarse. Subió a su habitación, se cambió y regresó a la cocina decidido a ser más valiente. La señora Potts ya le había preparado la merienda y lo estaba esperando cosiendo.
—Tu hermano no llegará hasta más tarde —le dijo la mujer al ver que él miraba la puerta—. Tenía clase de alemán. Y tu hermana está en clase de ballet. —Dejó lo que estaba haciendo encima de la mesa—. ¿Qué ha pasado, Nicholas ?
—Nada —insistió él. Y dio un mordisco a la manzana que tenía delante.
Miriam lo dejó terminar de merendar tranquilamente, y lo único que hizo fue apartarle un mechón de pelo que le cubría la frente. Sin decir nada más, cosió el bolsillo y guardó el costurero. Abrió la mochila del niño y empezó a poner orden en sus cosas.
—Vaya, veo que estáis leyendo El león, la bruja y el armario —comentó al sacar un ejemplar de la novela adaptado para niños de seis años—. ¿Quieres que te lo lea un rato?
A Nicholas se le iluminó el semblante y asintió.
—Está bien. Vamos a bañarte primero —sugirió la señora Potts—. Y luego, si quieres, te lo leo entero.
El aterrizaje algo más que brusco del avión en la pista de Heathrow despertó a Nicholas . Se quitó los auriculares y trató de sacudirse de encima los recuerdos que habían despertado con aquel sueño. La voz de la azafata sonó por los altavoces, recordando a todos los pasajeros la temperatura y hora locales y las normas del aeropuerto. Nicholas no les hizo demasiado caso, la verdad era que dudaba de que alguien lo hiciera, y se limitó a esperar a que el avión se detuviera del todo para poder bajar. No estaba impaciente por ver a su padre, ni a nadie de su familia, pero sí quería resolver todo aquello cuanto antes. Su padre debía de estar verdaderamente enfermo si se había rebajado a llamarlo después de tanto tiempo.
Se instaló en el hotel, pero no perdió ni un minuto en la habitación y se dirigió resuelto hacia el hospital. No se dio tiempo para pensarlo, pues una parte de él estaba convencida de que si dudaba, aunque fuera un instante, se iría de allí. Nicholas sabía que su padre le había dicho en serio lo de los abogados, pero también sabía que él encontraría la manera de eludirlos; la cuestión era si estaba dispuesto a enfrentarse a ello.
«Ya no eres un niño —se dijo a sí mismo al cruzar la calle—. Y tampoco eres aquel chico de dieciocho años que se fue de aquella gélida casa. Eres arquitecto. Tienes un montón de amigos. Y eres perfectamente capaz de enfrentarte a Harrison y Lillian Jonas .»
Vio aparecer el hospital y adoptó la expresión que solía utilizar cuando tenía que hacer alguna presentación o presenciar alguna conferencia llena de diapositivas. Subió directamente a la planta que le había dicho su padre y preguntó en recepción.
—Buenas tardes, me llamo Nicholas Jonas —le dijo a la enfermera.
—Hola, señor Jonas , su padre y su madre lo están esperando en la consulta del doctor Ross. Si es tan amable de acompañarme.
—Por supuesto.
Siguió a la mujer hasta la citada consulta, y por el camino pasó por distintas puertas en las que dedujo que estaban las habitaciones y también los laboratorios. Según había podido averiguar el viernes por la noche, aquel hospital tenía una planta entera dedicada a oncología. La enfermera se detuvo y dio unos golpecitos en la puerta que le quedó enfrente, aunque abrió sin esperar respuesta.
—Doctor Ross, el señor Jonas ya está aquí —anunció antes de retirarse.
Nicholas tuvo apenas unos segundos para observar a su padre y a su madre antes de que éstos se volvieran para hacer lo mismo con él. A los dos se les notaban los años, pero no tanto como era de esperar.
ElitzJb
Re: Dulce Locura Nicholas y (__Tn) (TERMINADA)
4. Los Gonnies
Parte 2.
Fin del Maraton 4/4
«Seguro que han hecho un pacto con el diablo», pensó él.
—Señor Jonas . —El doctor se levantó y salió de detrás de su mesa para ir a saludarlo—. Bienvenido. Lo estábamos esperando.
—Gracias, y llámeme Nicholas por favor. —Nicholas estrechó la mano que le ofrecía el médico. Debía de tener unos cincuenta años y exudaba profesionalidad y frialdad a partes iguales.
El doctor Ross le señaló la única silla que quedaba vacía en la consulta y él regresó a la suya. Nicholas se sentó y sólo entonces saludó a sus padres.
—Harrison, Lillian —les dijo, sin hacer siquiera el ademán de darles un beso, aunque fuera por educación.
—Nicholas —su madre fue la primera en hablar—, deberías haber venido antes, tus hermanos no se han separado de su padre en semanas.
Él enarcó una ceja y se dijo que no caería en la trampa.
—¿Has traído los informes médicos que te pedí? —preguntó su padre, directo al grano.
—Sí, aquí los tiene, doctor. La empresa en la que trabajo nos sometió a una revisión justo antes de que empezara en el nuevo proyecto, y le he traído los resultados de los análisis.
—Gracias, Nicholas —dijo el médico abriéndolos por la primera hoja—. Nos serán útiles, pero debido a la enfermedad de tu padre, me temo que tendremos que hacerle una serie de pruebas específicas.
—Antes, si no le importa, me gustaría hablar con usted, doctor. A solas —especificó.
—Por supuesto.
El doctor Ross miró a Harrison y a Lillian Jonas , y Nicholas supo que trataba de transmitirles con la mirada que de ningún modo podían quedarse allí mientras mantenía una conversación privada con un paciente. Y eso era lo que iba a ser él, si accedía a quedarse, por supuesto.
—Iremos a la cafetería —dijo Harrison—. Regresaremos en media hora —añadió, al alcanzar la puerta.
Lillian se limitó a seguir a su esposo.
Nicholas no dijo nada más hasta escuchar el sonido de la puerta al cerrarse.
—Supongo que tendrás muchas preguntas, Nicholas —ofreció el doctor.
—No tantas. Por desgracia, Harrison no es el primer caso de leucemia que conozco —le explicó, y era cierto. La hermana de la señora Potts había superado una, diez años atrás—. Quisiera saber si de verdad ha descartado a mis dos hermanos como posibles donantes y si el trasplante es la única alternativa posible.
Si al médico le escandalizó la franqueza de Nicholas , o el hecho de que llamara a su padre por su nombre, no se reflejó en su rostro.
—El señor Jonas acudió a mi consulta después de que en un control rutinario detectaran algo extraño. Tras realizarle una serie de pruebas, vimos que sufría de leucemia, y que ésta estaba en una fase bastante avanzada. —Cogió una carpeta y repasó unos datos—. Esa misma semana, les realizamos las pruebas de compatibilidad al señor Joseph Jonas y a la señorita Sabina Jonas . Ninguno de los dos resultó ser compatible.
—¿Y los bancos de médula?
—Me temo que tu padre, debido a su edad y a otros factores, no es un paciente prioritario.
—¿Otros factores?
—Sí, los bancos de médula responden a las peticiones que realizan los hospitales por orden de prioridad.
«Vaya, al parecer sí hay algo que el dinero no puede comprar», pensó Nicholas .
—Le sugerí un par de tratamientos alternativos, pero me temo que ninguno nos ha dado los resultados que esperábamos, y que han alterado en cambio considerablemente la salud y el estado anímico del paciente. Hace unos días, la señora Jonas te mencionó a ti, y les dije que antes de proceder con otro tratamiento sería preferible descartar la posibilidad de que tu médula fuera compatible con la de tu padre.
—¿Pueden realizarme todas las pruebas este fin de semana?
—Todas no, pero sí muchas. Aunque los resultados tardarán unos días.
—¿Qué pasará si mi médula es compatible con la de Harrison?
—Si ése fuera el caso, tendríamos que prepararos a ambos para la operación. La intervención se realiza simultáneamente y para ti conllevaría ciertos riesgos; siendo el de parálisis el principal. Puedo asegurarte que mi equipo es el mejor de todo el Reino Unido —de eso Nicholas sí que no tenía ninguna duda—, pero la medicina, a pesar de lo que digan muchos libros, no es una ciencia exacta. Además, se trata de una operación con anestesia total y requiere unos días de recuperación.
—¿Y a Harrison, qué le pasaría?
—Una vez recibida la médula nueva, tendríamos que esperar a ver si el cuerpo del señor Jonas se adapta al cambio. Si su evolución es favorable, tendría que someterse a unas revisiones periódicas y recibir de nuevo una serie de vacunas, pero por lo demás, podría llevar una vida normal.
—¿Y si mi médula no es compatible?
—Entonces, me temo que al señor Jonas no le quedarán demasiadas opciones. Podríamos asegurarnos de que no sufriera dolores, e incluso volver a intentar detener la enfermedad con nueva medicación. Pero nada más.
—¿Siguen buscando otro donante?
—Por supuesto, hemos cursado la petición a todos los bancos de médula, pero, tal como te he dicho, es difícil que consigamos una donación a tiempo.
—Pero podría pasar.
—Podría pasar.
—De acuerdo, doctor Ross —dijo Nicholas tras respirar hondo—. Hágame las pruebas.
—Ven mañana a primera hora. —El médico se levantó y abrió el armario que tenía a su espalda—. Ten —le dio unas hojas—, aquí encontrarás una explicación más detallada de todo el procedimiento.
—Gracias.
—La punción no te la haré mañana, esperaremos a tener antes los otros resultados. Tengo entendido que actualmente no vives en Inglaterra.
—No, vivo en Barcelona —respondió Nicholas , que también se había levantado.
—¿Y has venido solo? No me malinterpretes, sólo lo pregunto porque algunas de estas pruebas pueden resultar algo molestas.
—No se preocupe, doctor. Estoy acostumbrado a valerme por mí mismo —le contestó, y en ese preciso instante su padre y su madre abrieron la puerta de la consulta—. Estaré aquí a las ocho.
Salió sin despedirse, pero tuvo la sensación de que tres pares de ojos lo seguían hasta el ascensor. Regresó al hotel y tan pronto como entró en su habitación, se desabrochó los dos botones del cuello de la camisa y se bebió un refresco. Habría tomado algo más fuerte, pero no estaba seguro de poder hacerlo a pocas horas de que un montón de médicos lo miraran de arriba abajo. Algo más tranquilo, sacó el móvil del bolsillo y llamó a la señora Potts.
—¿Diga?
—Miriam, soy yo, Nicholas .
—Ya sé que eres tú, Nicholas —dijo la anciana más vital de toda Inglaterra. A pesar de rondar los ochenta, Miriam Potts derrochaba energía por todas partes, y era capaz de ganar a cualquiera a los dardos.
—Estoy en Londres —anunció él.
—¿Ah, sí? Pensaba que no ibas a venir de visita hasta dentro de unos meses.
—Ha surgido un imprevisto.
—¿Qué pasa, Nicholas ? —preguntó la mujer, a la que le habían bastado esas dos frases para saber que algo iba mal—. ¿Vendrás a verme mañana?
—Mañana no puedo —dijo él, ignorando la otra pregunta—, pero ¿te va bien que vaya a verte el lunes? Mi vuelo no sale hasta el martes. —O así sería una vez lo cambiara.
—Ya sabes que puedes venir a verme cuando quieras, Nicholas . —Respiró hondo—. Y no creas que voy a dejar que te salgas con la tuya, tienes que contarme lo que está pasando.
—Y lo haré. El lunes.
—Está bien. Ya sabes que nunca he podido negarte nada. —Rió la anciana—. Y bueno, ¿esta vez también has venido solo o por fin has dejado de pensar todas aquellas tonterías?
—He venido solo. —Pero por un segundo deseó no haberlo hecho.
—Tan terco como siempre —dijo ella con cariño.
—Ya, no sé de quién lo aprendí —respondió él con el mismo afecto—. Iré el lunes.
Se despidieron y Nicholas consiguió desprenderse de la hiel que se le había metido en las venas al ver a sus padres. «Bueno —pensó—, al menos no has coincidido con súper Joe y Sabina la Perfecta.»
_______________________________________________________________________________________________________
Que tal les parece la Familia q se gasta nuestro nick ????
ojala y les alla gustado el maraton xD
que tenga un increíble fin de semana mañana en mi pais sera el dia de las Madres asi q estoy full con los preparativos ya q me toca consentir a mi mamita ♥. se me cuidan vale nos leeremos pronto
ojala y les alla gustado el maraton xD
que tenga un increíble fin de semana mañana en mi pais sera el dia de las Madres asi q estoy full con los preparativos ya q me toca consentir a mi mamita ♥. se me cuidan vale nos leeremos pronto
ElitzJb
Re: Dulce Locura Nicholas y (__Tn) (TERMINADA)
ahhh con esa familia para que quiere enemigos
se pasan de malditos :muere:
Nicholas tan bien que ibas con la rayiz!!!
pero sigo sin entender porque se cree un hombre incompleto?? :misery:
siguela!!
se pasan de malditos :muere:
Nicholas tan bien que ibas con la rayiz!!!
pero sigo sin entender porque se cree un hombre incompleto?? :misery:
siguela!!
aranzhitha
Re: Dulce Locura Nicholas y (__Tn) (TERMINADA)
FELICITA A TU MA DE MI PARTEE!!!!!.. Y GUAAAUUU CON ESA FAMILIAAA ES MAS QUE SUFICIENTEEE!!!!... PARA ENEMIIIIGOOOSSS!!!
Y NICK POR QUE NO CONFIA EN ______????
AAAAAAAIII LE ROMPIO EL COOORAAAZOOONNNN!!!
Y NICK POR QUE NO CONFIA EN ______????
AAAAAAAIII LE ROMPIO EL COOORAAAZOOONNNN!!!
chelis
Re: Dulce Locura Nicholas y (__Tn) (TERMINADA)
Me encanto el maratón! Gracias fue genial!
Ahora, ODIO a su familia!
Mira que con ellos para que quieres enemigos! :x
Aún no entiendo que es lo que esta "mal" con el Nicholas...
& eso me mata de incertidumbre! :¬¬:
Esperando el próximo capitulo! *.*
Nos estamos leyendo! ;)
Lu wH!;*
X
:bye:
Ahora, ODIO a su familia!
Mira que con ellos para que quieres enemigos! :x
Aún no entiendo que es lo que esta "mal" con el Nicholas...
& eso me mata de incertidumbre! :¬¬:
Esperando el próximo capitulo! *.*
Nos estamos leyendo! ;)
Lu wH!;*
X
:bye:
HeyItsLupitaNJ
Re: Dulce Locura Nicholas y (__Tn) (TERMINADA)
Nick es un completo tonto....
es un cobarde... bien que el pudiera haber luchado...
pero no... la dejo a la rayis.. !!
todo por esa desgracia de familia que le toco....
grrr.. me da rabia !
ameeeeeeeeeeee el maraton !
siiguelaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa
es un cobarde... bien que el pudiera haber luchado...
pero no... la dejo a la rayis.. !!
todo por esa desgracia de familia que le toco....
grrr.. me da rabia !
ameeeeeeeeeeee el maraton !
siiguelaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa
Ciin :)
Re: Dulce Locura Nicholas y (__Tn) (TERMINADA)
5. La guerra de las galaxias
—Eres tonto —lo insultó Joe montado en su moto—. Mírate, a tu edad y todavía con esos cuentos.
—Déjame en paz, Joe —respondió Nicholas sin apartar la vista de lo que estaba leyendo—. No te he hecho nada.
—Ja, como si pudieras. —Su hermano mayor bajó el caballete y cruzó andando el camino de grava que había frente al portal de su casa. Nicholas llevaba horas sentado leyendo tranquilamente en los escalones. Su padre estaba en casa y sabía que se ponía nervioso si lo oía leer en voz alta—. No sé por qué papá y mamá no te han cambiado de colegio. Por suerte, a mí sólo me quedan unos años para que todo el mundo deje de compadecerme por tener un hermano como tú.
Nicholas sujetó el libro con tanta fuerza que temió por la integridad de las páginas. Se concentró en la que tenía delante y trató de recordar lo que le decía la señora Potts. Casi estaba a punto de conseguirlo cuando se abrió la puerta de la entrada.
—¿Se puede saber qué estás haciendo aquí? —preguntó su padre, furioso—. Pasa dentro, tengo una reunión muy importante con unos socios, y nada más faltaría que te vieran aquí, en el portal, comportándote como un bobo, como si no me avergonzaras ya lo suficiente. —Harrison Jonas no había dejado de fulminarlo con la mirada, pero cuando levantó la cabeza y vio a su hijo mayor, cambió completamente de actitud—. Hola, Joe. No sabía que habías llegado.
Esa mañana, Nicholas , de apenas doce años, comprendió que, hiciera lo que hiciese, su padre nunca le vería igual que a su hermano mayor.
Nicholas estaba tumbado en una camilla y ya había perdido la cuenta de todas las pruebas que le habían hecho y de todos los formularios que había tenido que rellenar. Pero lo peor de todo era que cuanto más tiempo pasaba allí, más eran los recuerdos de su infancia que le venían a la mente. Una enfermera salió de detrás de la cortina y le dijo que ya podía vestirse. Él no esperó a que se lo dijeran dos veces, y en menos de cinco minutos se plantó en el pasillo del hospital. Eran las seis de la tarde de un domingo, y, como había decidido no llamar a sus amigos, no tenía ningún plan, pero después de las emociones de aquellos días, le iría bien acostarse pronto. Le dio al botón del ascensor y esperó, y entonces oyó que alguien lo llamaba:
—¿Nicholas ? ¿Eres tú?
Él se volvió despacio, y vio que una réplica de su madre se le acercaba.
—Sabina —la saludó.
Su hermana se detuvo delante de él y Nicholas creyó que iba a abrazarlo, pero al final Sabina optó por no hacerlo.
—Caray, hacía años que no te veía, desde... —Se sonrojó incómoda.
—Desde que me fui de casa —terminó él la frase.
—Has cambiado mucho —dijo ella.
—Tú no.
—Ya, y no sabes lo que me ha costado. —Le sonrió, y Nicholas no supo muy bien qué hacer con aquella sonrisa. Su hermana no había sido tan cruel como Joe o su padre, pero tampoco lo había apoyado nunca. Y no había tratado de ponerse en contacto con él—. ¿Qué es de tu vida? Creía que estabas viviendo en España.
—Así es —afirmó, y tuvo que reconocer que lo sorprendió que lo supiera. El no sabía nada acerca de ella—. ¿Y tú? ¿Estás casada?
—Divorciada —contestó—, pero ahora estoy comprometida con un agente de bolsa.
—Vaya, lamento que no saliera bien la primera vez.
—No te preocupes. Yo no lo lamento. Era joven y estúpida —añadió—. ¿Y, tú, estás casado?
—No, qué va.
Sonó la campanilla que anunciaba la llegada del ascensor.
—Me tengo que ir —dijo Nicholas —. Supongo que ya nos veremos.
—Claro. Yo he venido a recoger unos resultados.
—¿Estás enferma? —le preguntó él, frenando el cierre de las puertas del ascensor con una mano.
—No, pero después de lo de papá quería asegurarme. —Le volvió a sonreír—. Gracias por preguntar.
Nicholas se metió dentro y se despidió antes de poder cuestionarse por qué, durante un breve instante, se había preocupado por su hermana.
En sus sueños, Nicholas volvía a estar en el jardín de la increíble casa que los Jonas poseían en las afueras de Londres. Joe estaba en la piscina, su padre seguía dentro, hablando por teléfono, y su madre debía de estar en el gimnasio, practicando la última técnica oriental de moda. La señora Potts le había regalado unos auriculares y él estaba escuchando música mientras dibujaba. Sabina apareció a su espalda y le cogió el cuaderno.
—Devuélveme eso —le exigió Nicholas , quitándose los cascos.
—Déjame verlo —insistió ella, apartándolo. Pasó unos dibujos y, por el modo en que los miró, él supo que le gustaban—. Dibujas muy bien.
—Devuélvemelo —repitió Nicholas , temiendo que su hermana viera lo que había detrás de los dibujos.
Sabina pasó varias páginas y de repente se detuvo. Los dos se quedaron en silencio largo rato, pero al final ella le pasó el cuaderno y se dio media vuelta.
—A mí tampoco se me da bien estudiar —le dijo a media voz—, pero no importa. Como dice mamá, no tengo de qué preocuparme.
Nicholas no dijo nada, pero se quedó mirando a su hermana con cierta lástima. Sabina no estaba tan vacía como todos creían, aunque al parecer ni siquiera a ella parecía importarle que sólo la consideraran una cara bonita. Puso de nuevo en marcha el walkman y abrió el cuaderno. Tenía que practicar. Y lo hizo, vaya si lo hizo. Todavía en ese instante, tantos años después, Nicholas podía recordar de memoria las palabras que había copiado una vez tras otra.
Tal como había temido, el lunes Nicholas se despertó tarde, así que se duchó en cuestión de minutos y pidió que le subieran un desayuno ligero a la habitación. Se vistió al mismo tiempo que devoraba unas tostadas, procurando no mancharse, y, antes de salir para visitar a la señora Potts, llamó al trabajo. Juan le dijo que hiciera el favor de no preocuparse y le prometió que no se derrumbaría ningún edificio porque se ausentara un par de días. A Nicholas lo alegró ver que, efectivamente, su amigo iba recuperando el buen humor, y se despidió de él diciéndole que lo vería el miércoles. Con eso resuelto, abandonó el hotel y se dirigió al piso donde vivía su antigua niñera.
Los padres de Nicholas habían contratado a Miriam Potts para que cuidara de sus hijos. El primero en llegar fue Joe, la segunda Sabina y el último, Nicholas . Hasta el nacimiento de éste, el trabajo de Miriam consistía en ocuparse de los pequeños; bañarlos, darles de comer, asegurarse de que tenían la ropa lista y la habitación en perfecto estado, y cosas por el estilo. A Miriam le gustaba su trabajo; estaba bien pagado, y los señores eran muy educados y respetuosos, a la vez que distantes. Los niños no estaban mal, pero nunca estableció con ellos ningún vínculo afectivo más allá del cariño que se puede sentir hacia una persona a la que se ve a diario.
Pero todo cambió con la llegada de Nicholas . Al principio dicho cambio fue imperceptible; lo único evidente era que físicamente el pequeño no se parecía demasiado a ninguno de sus dos progenitores. A diferencia de Joe, que era clavado a su padre, y de Sabina, que era idéntica a su madre, Nicholas estaba tan mezclado que no era como ninguno de ellos. No cabía duda de que era hijo del matrimonio, pero era distinto. A falta de mejor palabra.
Desde pequeño, Nicholas había sido mucho más cariñoso que los otros dos. Y Miriam solía contarle que, incluso de bebé, la abrazaba de un modo diferente, como si de verdad la necesitara. Lillian Jonas , la madre de los vástagos, nunca había tenido demasiado instinto maternal, y la dependencia del pequeño parecía molestarla, así que Miriam se ocupó de que Nicholas no notara nada y le dio todos los abrazos que el niño parecía necesitar. Al hacerse mayor, las diferencias entre él y sus dos hermanos se fueron evidenciando, y al llegar a la edad de ir al colegio ya no pudieron negarse. A diferencia de sus dos hermanos mayores, a Nicholas le resultaba muy difícil estudiar, y, también a diferencia de sus dos hermanos, a él sí le importaba.
Miriam estaba esperando a Nicholas y recordando la primera vez que llegó a casa llorando. El niño estaba furioso porque en clase se habían burlado de él, pero al mismo tiempo estaba decidido a aprender y a demostrarles a todos que se equivocaban. Él no era tonto, sencillamente, todavía no le había pillado el truco a eso de leer. Pero aprendería, aprendería y los dejaría a todos en ridículo. Por desgracia, pensó Miriam, la dificultad de Nicholas resultó ser más grave de lo que el niño había creído; por muchas horas que el pobre se pasara delante del cuaderno, su mente parecía incapaz de retener las palabras. O eso creyó Miriam al principio. Empezó a ayudarlo con los deberes, y primero creyó que el niño no veía bien. Una mañana, mientras los tres hermanos estaban en el colegio, se lo comentó a la señora Jonas , y ésta pidió hora con un oculista de Londres. Una semana más tarde, el especialista diagnosticó con acierto que Nicholas veía perfectamente bien, que no tenía ningún problema en la vista. Lillian Jonas , satisfecha con el resultado, volvió a despreocuparse del niño.
Meses más tarde, los señores Jonas recibieron una carta del carísimo colegio al que asistían sus hijos, citándolos para una entrevista a propósito de Nicholas . A los dos les iba mal el día; él tenía una reunión importantísima, y ella cita con el masajista, pero cambiaron sus planes y fueron al colegio. No es que estuvieran preocupados por Nicholas , pero sabían que quedarían mal con el director si no asistían.
El director de la escuela les explicó que el niño no seguía el ritmo de la clase, que mientras la mayoría de los alumnos ya habían aprendido a leer, él parecía incapaz de hacerlo y que, por tanto, se verían obligados a expulsarlo. El señor Jonas le prohibió hacer tal cosa, y le recordó la generosa donación que había realizado en Navidad, y la señora Jonas le exigió que no le contara a nadie lo que habían hablado.
El matrimonio Jonas abandonó el colegio preocupado únicamente por si lo de Nicholas podía empañar el nombre de la familia; tener un hijo tonto no vestía demasiado. Y, además, el niño ni siquiera destacaba en ningún deporte. Esa tarde, cuando Nicholas llegó a casa, su padre lo estaba esperando en el despacho.
—Hola, papá —saludó contento, pues había tenido un buen día.
—Siéntate, Nicholas . —Le señaló la silla que había delante del escritorio y, cuando él obedeció, ofreció una imagen ridícula: un niño de ocho años sentado en aquella enorme silla—. Hoy he hablado con el director de tu escuela.
—¿ Ah, sí? Yo no he hecho nada —se defendió, sin saber exactamente de qué.
—El señor Nolan nos ha dicho que no sigues el ritmo de tus compañeros. Y eso es inaceptable, Nicholas .
—Papá, es que yo...
—Nada de excusas, Nicholas . A partir de ahora, te pasarás las tardes estudiando.
—Papá, pero si yo...
—No quiero oír nada más. Puedes irte.
—Papá —volvió a intentarlo—, es que yo, no sé qué me pasa, pero cuando miro un libro es como... —Levantó la vista y vio que su padre estaba revisando unos documentos—. Está bien, lo que tú digas, papá. —Saltó de la silla y salió del despacho sin decir nada más.
Fue a la cocina y allí encontró a su niñera, que, sin decirle nada, lo abrazó.
—Tranquilo, Nicholas —le susurró la señora Potts al nido—. Todo saldrá bien. Creo que se me ha ocurrido una idea para ayudarte.
A partir de esa tarde, Miriam Potts no cejó en su empeño de ayudar a Nicholas , y no permitió que el niño creyera que era tonto. Pero lo que nunca pudo evitar fue que su padre lo despreciara y que su madre se avergonzara de él.
Oyó el timbre de la puerta y fue a ver quién era. Abrió con una sonrisa.
—Cada vez que te veo estás más guapa, Miriam —dijo Nicholas al abrazarla.
—Y a ti cada vez se te da mejor mentir —contestó ella devolviéndole el abrazo, con beso en la mejilla incluido—. Vamos pasa, no te quedes aquí fuera.
Entró en el piso que visitaba siempre que podía y acompañó a Miriam hasta el saloncito. Esperó a que ella se sentara en el sofá para hacer luego él lo mismo.
—¿Qué haces por aquí? No te esperaba hasta dentro de unos días.
Nicholas la miró a los ojos y empezó a contárselo todo:
—Mi padre está enfermo. Leucemia.
—Vaya, lo siento —dijo ella, cogiéndolo de la mano.
—Yo no, y supongo que eso me convierte en una persona horrible.
—No, eso te convierte en humano, Nicholas . ¿Cómo te has enterado de que está enfermo? No creo que él te haya llamado.
—Pues sí, me llamó él. Pero no porque quisiera hacer las paces conmigo, o algo por el estilo, qué va. Harrison Jonas nunca se arrepiente de nada. —Respiró hondo—. Me llamó para pedirme, para exigirme, que viniera a hacerme las pruebas para ver si mi médula era compatible con la suya. Al parecer, necesita un trasplante urgente y ni Joe ni Sabina lo son. Puedes sonreír, Miriam. Dios sabe que yo también he pensado que la situación es de lo más irónica.
—¿Qué vas a hacer? —le preguntó seria su antigua niñera.
—No sé. —Se puso en pie—. Por ahora sólo he accedido a hacerme las pruebas. Ayer me hicieron unas cuantas, y, dependiendo de los resultados, me harían las siguientes dentro de unas semanas.
—¿Y qué pasará si tu médula es compatible con la de tu padre?
—No lo sé. Él siempre se ha avergonzado de que sea hijo suyo, supongo que ahora la genética podría demostrarle que tiene razón y que no somos familia.
—Sabes perfectamente que eres hijo suyo. Tu padre y tu madre serán muchas cosas, y no digo que se hayan sido fieles siempre, pero te aseguro que Lillian no es tan estúpida como para intentar endosarle a Harrison un bastardo.
—Lo sé, pero ojalá no lo fuera. Quizá entonces todo me habría resultado más fácil.
—Quizá. Pero por lo que me cuentas, lo único que puedes hacer ahora es esperar.
—Sí. Bueno, y tú, ¿qué has estado tramando últimamente? Seguro que tienes un par de novios escondidos por ahí. Cuéntame.
—No digas tonterías, Nicholas . Pero ya que has sacado m el tema, dime qué es de tu vida amorosa. ¿Hay alguna princesa Leia para mi Han Solo?
Él se sonrojó, pero no pudo evitar sonreír.
—Sabía que había sido un error contarte que estaba enamorado de Leia Organa. Sólo tenía diez años, Miriam.
—Ya, pero seguro que a veces sigues creyendo que eres un Jedi.
—Tal vez.
Contento por primera vez en las últimas cuarenta y ocho lunas, Nicholas le contó a su niñera lo que había sucedido con (_Tn). La señora Potts no lo riñó, pero le dijo que quizá debería pensar en darle una oportunidad a alguien. A veces, le dijo la mujer, hay gente que se la merece.
_______________________________________________________________________________________________________
mis chicas no saben lo agradecida q estoy x el apoyo a la nove :aah:
gracias x sus comentarios y bueno si la familia de el son sus enemigos
pero ya veran q se llevaran una sorpresa....
nick es un poco tonto por lo q le hace a la rayis pero bueno mejor es q lo
lean ustedes mismas. nos leemos luego okis se les quiere :hug:
gracias x sus comentarios y bueno si la familia de el son sus enemigos
pero ya veran q se llevaran una sorpresa....
nick es un poco tonto por lo q le hace a la rayis pero bueno mejor es q lo
lean ustedes mismas. nos leemos luego okis se les quiere :hug:
ElitzJb
Re: Dulce Locura Nicholas y (__Tn) (TERMINADA)
Es un tontito por dejar así a la rayis!!!!!!!!... Pero por lo demás es buena gente!!!!.... Y von esa familia pues ya tendrán su merecido!!!!!!!..... Aaaaaaaaahhhh porfiiiiisss pon otro pronto
chelis
Re: Dulce Locura Nicholas y (__Tn) (TERMINADA)
ummm... sabina no parecia tan mala....
aunque me pregunto que leyo en el cuaderno de nick.... :/
su padre y joe son unos monstruos !
como lo van a tratar asi ??
por esas dudas.... nick tiene dislexia verdad ?
amee el cap
siiguelaaaaaaaaaaaaaaaaaa
p/d: subirias unito mas ?? :L
plis plis plis plis !
aunque me pregunto que leyo en el cuaderno de nick.... :/
su padre y joe son unos monstruos !
como lo van a tratar asi ??
por esas dudas.... nick tiene dislexia verdad ?
amee el cap
siiguelaaaaaaaaaaaaaaaaaa
p/d: subirias unito mas ?? :L
plis plis plis plis !
Ciin :)
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